Long-fic de Naruto - Renacimiento

Tema en 'Fanfics de Naruto' iniciado por Hakuno, 2 Mayo 2022.

  1.  
    Hakuno

    Hakuno Entusiasta

    Aries
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    15 Octubre 2006
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    Título:
    Renacimiento
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    Género:
    Aventura
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    23
     
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    3770
    ¡Ey!

    Bueno, ¿qué? Empezamos el arco del exámen Chunnin. Apreciaría sus comentarios, opiniones, y ¡ey! para darme ánimos. ¡Disfruten del capítulo!


    Capítulo 18. Extranjeros


    El verano en Konoha era agradable. El estar rodeada de frondosos bosques proporcionaba a la aldea una frescura de la que pocos lugares gozaban. Sólo el sol de la tarde lograba calentar lo suficiente como para forzar a los aldeanos a vestir ropas más delgadas.

    Naruto, sin embargo, no sentía mucho calor, aún con su gruesa chamarra. El frío le calaba los huesos y lo hacía tiritar sin importar lo que tuviera puesto, pero el calor no lo molestaba. Incluso los veranos de la Aldea de la Niebla, que eran infernales por la humedad, o los de la Aldea de la Arena, que eran secos y áridos, le parecían mucho más agradables que un invierno común en Konoha, donde nevaba únicamente durante un par de semanas la mayoría de los años.

    Otro de los motivos por los cuales Naruto amaba el verano eran los festivales. Las calles se llenaban de puestos temporales donde mayormente se vendía comida, dulces, o baratijas que se rompían a las pocas horas. La gente caminaba con mucha más soltura, refugiadas del sol por las enormes lonas que creaban frescas sombras. La combinación de gente y puestos hacía que las carretas tuvieran dificultades para transitar, lo que sólo aumentaba la sensación de multitud.

    Donde las calles terminaban para dar paso a las plazas se encontraban los eventos y los comedores públicos. Los puestos de bocadillos eran reemplazados por cocinas montadas que preparaban comidas saciantes, rodeadas de largas mesas y bancos de madera para que la gente la disfrutase, y los puestos de baratijas daban paso a los de juegos, ofreciendo recompensas a los ganadores. También habían pequeños escenarios donde algunos aldeanos tocaban música y bailaban, invitando a cualquier persona a unirse en el cuadrado delimitado con tiza al que llamaban pista de baile.

    Pero sobre todo, la gente vestía kimonos y yukatas veraniegos, hechos de tela delgada y de patrones florales en su mayoría. El yukata hacía ver a los hombres más relajados y corpulentos, pues la mayoría se dejaban el frente abierto para mostrar el pecho, mientras que a las mujeres el kimono las hacía ver más femeninas y maduras.

    Sakura definitivamente se había visto resplandeciente en su kimono rojo con un suave patrón de flores de cerezo, y se había recogido el pelo en un rígido moño, mostrando las suaves líneas de su nuca. Naruto había tenido que prestar mucha atención para captar el más leve atisbo de interés en los ojos de Sasuke, quien parecía haberse esforzado por no voltear a verla.

    Naruto había querido invitar a Hinata a pasear, pero hasta el momento no habían coincidido sus días libres.

    Lamentablemente, la constante asignación de misiones les impedía disfrutar plenamente de los festivales. Ese era un lujo para los ninjas que conseguían trabajos estacionarios, aunque la paga ciertamente era menor que la de un ninja en servicio activo. Naruto no se sintió especialmente decepcionado. Después de todo, ya se había acostumbrado a trabajar durante cualquier festividad, sólo pudiendo escapar por una o dos horas cada vez, y había vuelto a disfrutar de los festivales durante los siete años anteriores a volver a convertirse en Gennin.

    —Usa tu Chakra para consolidar la tierra, —explicaba Sasuke mientras regresaban de su última misión—. Así como lo usas para adherir tus pies a las paredes, úsalo para que éste mantenga la tierra y las piedras unidas.

    Sakura asintió.

    —Sin embargo, entre más me concentro en eso, más difícil me es incrementar el tamaño.

    —Bueno, eso es… —Sasuke se calló y frunció el ceño, mirando hacia adelante.

    Naruto le siguió la mirada, y vio que un ninja venía caminando hacia ellos desde el otro extremo de la calle. Era un Uchiha patrullando, seguramente. El hombre parecía de la edad de Kakashi-sensei, pero caminaba con rigidez, como si algún superior lo estuviese viendo. El hombre reparó en los Gennin, como si apenas los hubiera visto, y su expresión se tornó amarga ni bien los reconoció. A Naruto le lanzó una mirada de odio, mientras que a Sasuke una de desagrado.

    Incluso chasqueó la lengua en cuanto pasó junto a ellos.

    —¿Cuál es su problema? —preguntó Sakura en cuanto el Uchiha desapareció de su vista.

    —No les agrado por tener al Zorro de Nueve Colas dentro de mí, —dijo Naruto, encogiéndose de hombros. Sintió que Sasuke le volteaba a ver, pero lo ignoró.

    —Pero no ha pasado nada en casi trece años. ¿No deberían dejar de temer que ataque de nuevo?

    —Es su trabajo sospechar de todo el mundo, —dijo Kakashi-sensei con tono desarmante—. El otro día me detuvieron para interrogarme simplemente porque ya había pasado por la misma calle cinco veces.

    Sakura lo miró sorprendida.

    —Espera, ¿esa no fue una de tus mentiras por llegar tarde?

    —No sé de qué hablas, Sakura. Yo nunca les miento sobre por qué llego tarde.

    Naruto sabía que eso no era del todo cierto, pero decidió callarse.

    —Son personas pretenciosas, —dijo Sasuke sin mirar a nadie—. Lo mejor es ignorarlos.

    —Concuerdo, —dijo Kakashi-sensei.

    Pareció querer decir otra cosa, pero de pronto alzó la mirada al cielo. Naruto alzó la vista también, y notó un águila dando unas cuantas vueltas antes de abalanzarse lejos de ahí. Cualquiera creería que había cazado algo, pero sus movimientos habían sido demasiado calculados, demasiado rectos y practicados. Era una orden de reunión para Jounins en servicio.

    —Bueno, creo que puedo darles el resto del día libre, —dijo Kakashi-sensei, como si no hubiera pasado nada—. Tal vez les de tiempo de ir a un festival.

    Desapareció con el Jutsu de Transporte sin esperar respuesta. Naruto se giró hacia sus compañeros, notando que ninguno de los dos había reparado en el águila.

    —¿Vamos a un festival? —sugirió Sakura—. Hay uno cerca de aquí, me parece.

    —Deberíamos ir a entrenar, —repuso Sasuke—. ¿O es que no quieres mejorar tus habilidades?

    —Sí, bueno, yo…

    —Tómalo con calma, Sasuke, —dijo Naruto, cruzando los brazos detrás de la cabeza—. No tiene nada de malo descansar y divertirse de vez en cuando.

    —No quiero oír eso de ti, —dijo Sasuke, frunciendo el ceño y dando un paso hacia Naruto—. Nos llevas treinta años de ventaja. Por supuesto que tú puedes tomarte las cosas con calma.

    Naruto hizo una mueca, esforzándose para no permitir que las palabras de Sasuke lo molestaran. Bajó los brazos a los costados.

    —No me malentiendas, Sasuke. Sólo concuerdo con Sakura-chan en que podríamos divertirnos hoy. Pero eso no significa que dejemos el entrenamiento de lado. Hay mil y una formas de entrenar incluso con los juegos de un festival.

    Sasuke cruzó los brazos.

    —Lo dudo.

    Naruto abrió la boca para responder, pero entonces escuchó pequeños pasos escurriéndose rápidamente hacia él. Se giró para encontrar una caja de cartón pintada para parecer una roca, con dos enormes agujeros al frente. No necesitó advertir la larga bufanda azul que arrastraba detrás de la caja para saber quién estaba debajo.

    —¿Qué haces, Konohamaru? —preguntó Naruto.

    La caja salió volando, y de debajo de ella se irguieron tres pequeñas figuras. Konohamaru cruzó los brazos y le mostró los dientes a Naruto con una enorme sonrisa. Se había quitado el casco y dejaba que su cabello se moviera libre con el viento.

    —¡Justo como esperaba del hombre al que respeto! ¡No se te puede engañar!

    —¿Amigos tuyos? —preguntó Sakura, mirando a los niños con la cabeza ladeada.

    —¡Nosotros somos los leales discípulos de Naruto-niichan! —respondió Konohamaru. Había comenzado a llamar a Naruto de esa forma, en lugar de jefe, en algún momento hacía un mes.

    —¡Moegi! —anunció la niña, posando.

    —¡U-Udon! —dijo el niño de lentes, posando también.

    —¡Y Konohamaru! —dijo Konohamaru, sin moverse.

    —¿Discípulos? —preguntó Sakura con una sonrisa divertida.

    Naruto asintió lentamente.

    —Le he estado enseñando un par de cosas a Konohamaru, cuando tengo momentos libres. Sus amigos son un nuevo añadido a nuestro grupo de dos.

    Konohamaru apuntó a Naruto con el dedo en un gesto un tanto agresivo.

    —¡¿Dónde has estado las últimas dos semanas, Naruto-niichan?! Me habías prometido enseñarme a lanzar shurikens, y Moegi y Udon quieren aprender también.

    Naruto canturreó un poco.

    —Bueno, justo estábamos planeando qué hacer ahora. ¿Tú qué piensas, Sasuke? —preguntó mientras se giraba, y se sorprendió al notar que Sasuke se había ido. Incluso Sakura miraba a todos lados, estupefacta—. ¡El maldito se fue!

    Sakura se llevó una mano al pecho, mirando el lugar donde Sasuke había estado con una mueca de anhelo. Naruto dejó salir un suspiro que pronto se convirtió en un gruñido. Se giró de vuelta hacia Konohamaru y sus amigos.

    —En fin. Puedo enseñarles a lanzar shurikens si quieren. Tengo el resto del día libre.

    —¡Genial! —vitoreó el trío de niños.

    Naruto miró a Sakura.

    —¿Quieres venir con nosotros?

    Sakura se encogió de hombros sin ganas.

    —Seguro. Sirve que sigo practicando mis Jutsus.

    Konohamaru asió la chamarra de Naruto para llamar su atención. Cuando Naruto lo volteó a ver, Konohamaru le ofreció una sonrisa cómplice.

    —Naruto-niichan, ¿quién es esa chica? ¿Es acaso…?

    Hizo un gesto con los dedos, como si se pusiera un anillo. Por el rabillo del ojo Naruto notó que Sakura se ruborizaba mientras fruncía el ceño. Él simplemente rió un poco.

    —Te equivocas, —le dijo—. Sakura-chan es mi compañera de equipo. Así como Moegi-chan es la tuya.

    Moegi se irguió y levantó la mano con una sonrisa de oreja a oreja, como si hubiera estado esperando a que alguien mencionara su nombre.

    —¡Seré una kunoichi legendaria como Lady Tsunade!

    Naruto asintió.

    —Ya lo creo que sí, —respondió. Volvió los ojos hacia Konohamaru—. Venga, vamos al campo de entrenamiento.

    Konohamaru hizo puños con sus manos y jaló el aire con los brazos en un gesto de victoria.

    —¡Genial! ¡El primero que llegue será Hokage!

    Y echó a correr calle abajo, seguido por sus dos compañeros, quienes gritaban lo injusto que era que se les adelantase de esa forma. Naruto no pudo evitar sonreír. Siempre había visto a Konohamaru como su primer pupilo, habiéndole enseñado muchos Jutsus, pero había pasado tanto tiempo conociéndolo como adulto que ya se le había olvidado lo enérgico que había sido. Disfrutó la oleada de nostalgia que recorrió su cuerpo.

    Entonces una sombra apareció repentinamente por una esquina, y Konohamaru chocó con ella, rebotando casi como un muñeco de trapo y cayendo al suelo con el trasero.

    Naruto se tensó al reconocer a aquella figura. Lo que antes había confundido con una extraña sombra a mediodía era realmente un traje negro que cubría por completo al adolescente fornido. Sólo su rostro era visible, marcado con pintura en líneas púrpura triangulares que apuntaban todas a su nariz, y afilados ojos alargados. Llevaba a la espalda un enorme bulto envuelto con recias vendas percudidas por el sol.

    Kankuro del desierto.

    Con un movimiento casi despreocupado, Kankuro asió a Konohamaru del cuello de su playera y lo alzó por encima de su cabeza.

    —Eso ha dolido, mierdecilla.

    —Para, lograrás que nos riñan.

    Desde detrás de él salió Temari con cara de pocos amigos. Naruto no pudo evitar notar que, a sus catorce años, era una niña de rasgos rectos y afilados y extremidades un poco demasiado delgadas, lo cual contrastaba con su versión adulta, que era todo curvas desde la quijada hasta las caderas. El contraste era demasiado evidente para Naruto, y se preguntó si la kunoichi comía apropiadamente.

    Naruto comenzó a hacer fluir su Chakra alrededor de su cuerpo, cubriéndose con una finísima capa que sólo un ninja sensor podría detectar. Mientras ésta terminaba de formarse, avanzó hacia los recién llegados.

    —Suéltalo si no quieres que te rompa la mano, —le advirtió. Kankuro se convertiría en el consejero del Kazekage y en un eficiente embajador entre la Arena y Konoha. Pero en ese momento no era más que un niño pretencioso, y Naruto no le iba a permitir hacer daño a nadie, mucho menos a Konohamaru.

    Kankuro lo volteó a ver con una sonrisa burlona.

    —Aprovechemos a jugar un poco… —dijo, y alzó un poco la mano que tenía libre, moviendo los dedos.

    Naruto sintió los hilos de Chakra intentando manipular su cuerpo, pero la capa de Chakra que había hecho antes se interpuso, y Kankuro únicamente logró perturbarla como quien pasa un dedo por sobre las sábanas de una cama. Cuando Naruto siguió caminando como si nada, Kankuro abrió los ojos de tal forma que casi parecía que se le iban a salir de las cuencas.

    —Pero qué…

    Naruto aprovechó su momentánea confusión para acortar la distancia con un salto. Se puso delante de Kankuro y sujetó la mano con la que sostenía a Konohamaru. La apretó con fuerza.

    —Dije que lo sueltes, —le ordenó, y Kankuro soltó un grito, sacando el brazo del agarre de Naruto con un movimiento violento y dejando caer a Konohamaru al suelo.

    —Ninjas de la Arena, —dijo Naruto, mirando a Temari, quien lo veía con sorpresa, y luego a Kankuro, quien sostenía su mano con la otra—. ¿Buscan pelea en una aldea ajena? Creo que no debería juzgar a todos los ninjas de una aldea por las acciones de unos pocos, pero ustedes me dan la impresión de ser idiotas.

    Kankuro frunció el ceño y apretó los dientes.

    —¿Te crees muy listo, enano? Te enseñaré lo que es bueno, —dijo, alcanzando detrás del hombro para liberar el bulto de su espalda, colocándolo en el suelo con un sonido sordo.

    —¡Eh! —exclamó Temari—. ¿Usarás a Cuervo de verdad?

    —Me ha cabreado, —repuso Kankuro, fijando a Naruto con la mirada—. Le haré lamentar haberse burlado de nosotros.

    Naruto puso los brazos como jarras, forzando un gesto despreocupado.

    —Ah, perdona por llamarte idiota. Esa palabra no te define correctamente. Uhm. Creo que entras más en la definición de botarate.

    Kankuro lo miró, perplejo. Naruto sonrió. Había aprendido que usar palabras domingueras era una excelente estrategia para distraer al enemigo.

    —Ya basta, Kankuro, —dijo una voz algo lejana. Naruto se giró para ver a Gaara, colgando de la rama de un árbol con la planta de sus pies, de brazos cruzados—. Eres una vergüenza para nuestra aldea.

    —G-Gaara… —musitó Kankuro, temblando visiblemente.

    —¿Perdiendo el temple en una pelea? Eres patético. ¿Acaso no recuerdas a qué hemos venido?

    Kankuro señaló a Naruto con el dedo.

    —E-Espera un momento. Él ha empezado y…

    —Cállate, —interrumpió Gaara, su voz seca y gutural—, o te mataré.

    Kankuro se crispó y dio un paso atrás.

    —Y-Ya… Lo siento…

    —Yo también lo siento, —añadió Temari con una sonrisa forzada.

    Sin inmutarse, Gaara movió los ojos y los posó sobre Naruto. Naruto sintió un escalofrío. Conocía perfectamente el pasado de Gaara, pero se había acostumbrado a su personalidad más afable y tranquila durante décadas. La árida mirada que tenía en ese momento, sin embargo, hizo que a Naruto le empezaran a temblar las extremidades, de pronto colmadas de adrenalina.

    —Me disculpo por ellos, —dijo. Entonces se vio rodeado de un pequeño tornado de arena, y al siguiente momento se encontraba entre Kankuro y Temari—. No hemos venido a jugar, recordadlo.

    Kankuro y Temari asintieron, y los tres se dieron la vuelta para seguir con su camino.

    —Un momento, —dijo Sakura antes de que Naruto pudiera actuar. Dio unos pasos al frente y observó a los tres ninjas con el ceño fruncido—. No pueden simplemente darse la media vuelta e irse. Han buscado pelea siendo ninjas extranjeros. Muestren sus permisos y declaren el propósito de su visita. De lo contrario, no los dejaremos ir.

    Naruto notó que Sakura tenía los puños cerrados, tan tensos que sus nudillos ya estaban blanquecinos. Aun con todo, su voz se mantuvo firme. Después de todo, cualquier ninja en servicio activo tenía autorización de detener e interrogar a cualquier persona sospechosa, especialmente si no eran aldeanos de Konoha.

    Temari hizo chasquear la lengua y sacó una pequeña hoja de papel de su ropa.

    —Aquí está nuestro permiso. Hemos venido a participar en el Exámen de Selección Chunnin.

    Sakura dio un nervioso paso al frente y entrecerró los ojos para leer el permiso. Asintió, satisfecha, y se irguió.

    —Bien, es auténtico. Pueden marcharse, pero les sugiero que no inicien más peleas. La policía no será tan amable como nosotros.

    Temari la miró de arriba abajo y pareció querer decirle algo, pero simplemente guardó el permiso y se dio la media vuelta. Gaara, sin embargo, le clavó la mirada nuevamente a Naruto.

    —¿Cuál es tu nombre?

    —Naruto Uzumaki, —respondió—. Tu nombre es Gaara, ¿cierto?

    —Sí.

    —Te daré un consejo, —añadió Naruto—. Más vale que se controlen.

    Las cejas de Gaara se crisparon, como si hubiera estado a punto de fruncir el ceño.

    —Eso ha sonado más como una amenaza.

    —Porque lo es.

    Hubo silencio después de eso. Detrás de Gaara, Kankuro y Temari le observaban como si hubiera acabado de recibir una sentencia de muerte. Gaara, por el contrario, mantuvo una expresión indiferente.

    —Bien, —dijo Gaara al cabo de un rato—. Lo tendremos en cuenta.

    Y con eso, el trío se fue.

    Sakura dejó escapar un suspiro agotado en cuanto desaparecieron de la vista.

    —Qué nervios pasé, —dijo, llevándose una mano al pecho—. Ese chico tenía la misma mirada que Zabuza cuando lo vimos por primera vez.

    —No me sorprende, —repuso Naruto mientras ayudaba a Konohamaru a levantarse—. Gaara también ha completado misiones de asesinato.

    —¿Cómo lo…? —comenzó a decir Sakura, pero se calló al recordar que Naruto sabía muchas cosas que no debería.

    —Gracias por ayudarme, Naruto-niichan, —dijo Konohamaru, quien sólo había comenzado a lagrimear un poco. Moegi y Udon corrieron hacia él, preocupados.

    —Venga, no ha sido tan malo, —dijo Naruto, forzando una sonrisa y el tono más amigable que pudo, aunque la adrenalina seguía corriendo a raudales por sus venas—. Seguro que le dejaste un moretón ahí donde chocaste con él.

    Konohamaru se rió, y eso fue suficiente para tranquilizarlo. Terminó por olvidar el encontronazo con Kankuro para cuando llegaron al campo de entrenamiento y Naruto comenzó a enseñarles a lanzar shurikens. Sakura, por su parte, decidió unirse a la práctica de lanzamiento de armas.

    Al día siguiente, el equipo Kakashi menos el sensei se reunió en un pequeño puente que cruzaba un riachuelo cerca del centro de la aldea. Se podía escuchar la música de los festivales, que invitaba a la gente a ir y divertirse. Naruto quiso ir a probar algunas cosas, pero se forzó a quedarse en el puente. No recordaba jamás haber intentado irse del punto de reunión y regresar luego sólo para ver cómo reaccionaría Kakashi-sensei, pero dada la noticia que esperaba escuchar pronto, no quería intentarlo ahora sólo para probar comida que igual podría conseguir en cualquier otro momento.

    Sakura se recargó sobre la barandilla y dejó escapar un gruñido.

    —¿Por qué Kakashi-sensei nunca llega a la hora que nos cita? ¿Es que no comprende el frágil corazón de una dama que se quedó dormida y no tuvo tiempo de secarse bien el pelo?

    Sasuke la miró de reojo.

    —Tal vez sólo quiere que te acostumbres a preocuparte menos por tu cabello y más por tu disciplina. En lugar de perder el tiempo peinándote bien podrías sacar filo a tus armas.

    Sakura hizo una mueca de horror, y Naruto supuso que ella entendía que Sasuke tenía razón. Ella misma había escogido la vida ninja, y pocas personas en esa área de trabajo podían permitirse el lujo de preocuparse por su apariencia. Sakura bajó la mirada, apretando los labios en una fina línea y con los ojos firmes. Parecía estar teniendo una discusión consigo misma.

    Mientras Sakura decidía el resto de su vida, Kakashi-sensei apareció sobre una de las puertas tori que señalaban los límites del puente, en cuclillas.

    —Buen día, chicos, —dijo Kakashi-sensei, saludando con la mano—. Hoy me perdí en el sendero de la vida. Verán, cuando uno llega a mi edad, comienza a ponderar la meta a la que aspira y…

    Pasaron cinco minutos hasta que Kakashi-sensei terminó de contar su mentira.

    —En fin, —prosiguió, dejándose caer sobre el puente y tomando unas hojas de su chaleco—. El Exámen de Selección Chunnin empezará en una semana, el primero de julio. Aquí tengo hojas de aplicación para ustedes, por si quieren participar.

    Repartió las hojas. Naruto miró la suya, sintiendo una ola de nostalgia. Recordaba haber mirado tanto su hoja que se había aprendido todo el texto e incluso el membretado.

    —El Exámen Chunnin… —suspiró Sakura, mirando su hoja de aplicación—. Los ninjas de ayer lo mencionaron.

    —¿Ayer? —preguntó Kakashi-sensei.

    Sakura asintió.

    —Tuvimos un encontronazo con tres Gennin de la Aldea de la Arena. Fueron bastante groseros.

    —Los ví, —dijo Sasuke—. El pelirrojo se veía peligroso.

    Naruto sonrió. Así que Sasuke se había quedado a observar.

    —Ya veo, —repuso Kakashi-sensei—. Como sea, aunque los he nominado para tomar el exámen, es decisión de cada uno de ustedes. Usen el resto de la semana para tomar esta decisión.

    —¿Seguro que estamos listos? —preguntó Sakura, luego miró a Naruto y a Sasuke—. Uhm, bueno, yo no creo estar lista para un exámen de ascenso de rango.

    —Yo creo que sí estás lista, —dijo Naruto con una sonrisa—. Has estado entrenando muy duro. Y mira, aún si no logras convertirte en Chunnin, tampoco será el fin del mundo. Yo tardé hasta los diecisiete años en ascender a Chunnin.

    Sakura lo miró con los ojos desorbitados. A su lado, Sasuke alzó ambas cejas. Después de un largo silencio, fue Kakashi-sensei quien lo rompió.

    —A veces se me olvida que regresaste en el tiempo… ¿Así que te tomó cinco años?

    Naruto cruzó los brazos detrás de la cabeza y sonrió.

    —Sí, bueno, pasaron muchas cosas.

    —Me gustaría que nos contaras más sobre esas cosas, —dijo Sakura. Se mordió el labio por un momento y apretó los dedos sobre su hoja, arrugándola un poco—. Si el exámen es en una semana, quiero prepararme lo más posible. ¿Podemos evitar hacer misiones? Me gustaría entrenar lo más posible.

    Kakashi-sensei asintió.

    —Si están de acuerdo, no me importa darles una semana.

    —He podido hacer crecer mis ahorros lo suficiente, —dijo Naruto—. No tengo problema.

    Sakura se giró hacia Sasuke y frunció el ceño, inhalando para calmar los nervios.

    —Sasuke-kun…

    Él la miró.

    —No quiero oír quejas sobre tu cabello o tu ropa. Si vamos a entrenar por una semana, quiero que te comprometas de lleno.

    La sonrisa de Sakura fue tan reluciente que casi parecía brillar.

    —Parece que están decididos, —dijo Kakashi-sensei con tono afable—. Llenen las hojas de aplicación con sus datos y entréguenlas en el edificio de la academia el día del exámen en el aula 301 a las cuatro de la tarde.

    —¡Sí!
     
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    Capítulo 19. Exámen Chunnin

    Una semana después, Sasuke, Sakura y Naruto llegaron al edificio de la academia ninja. Ya desde unas calles de distancia se notaba algo raro, pero en cuanto llegaron vieron a un montón de ninjas de distintas aldeas en el patio delantero. Naruto casi pensó que había regresado a su presente, donde Konoha era visitada por personas de todo el mundo.

    Entraron, evitando chocar con los otros ninjas que también caminaban por los pasillos. Como era de esperar, aquellos que no eran de Konoha caminaban lentamente para evitar perderse. Subieron las escaleras una planta e inmediatamente se toparon con una pequeña multitud. Parecía que alguien se estaba peleando.

    —¿Qué te pasa? ¡Necesitamos entrar! —gritó un chico, y Naruto reconoció la voz al instante. Se apresuró al frente de la multitud para ver a Rock Lee, tirado en el suelo y prácticamente llorando. Naruto ladeó la cabeza. Ciertamente no recordaba que él se dejara amedrentar por nadie.

    —Les estamos haciendo un favor, —dijo uno de los dos jóvenes que bloqueaban el acceso al aula—. El exámen de selección Chunnin no es para debiluchos como ustedes. Renuncien ahora que pueden, niños.

    —Déjennos pasar, por favor, —dijo la kunoichi que se había arrodillado junto a Lee. Naruto tardó un poco en reconocerla como Tenten, pues no la había visto desde que ella había dejado la vida ninja pocos años después de la guerra.

    Ella se levantó y caminó hacia el chico que había derribado a Lee, y éste le soltó una bofetada que la lanzó también al suelo. La forma en que Tenten cayó, evitando lastimarse los codos, le confirmó a Naruto que estaba fingiendo debilidad.

    —El exámen es tan difícil que incluso nosotros hemos fallado tres veces ya, —dijo el chico, bajando la mano—. Hemos visto a gente abandonar la vida ninja por ver a otros morir. Ser Chunnin significa capitanear equipos, y los capitanes deben responsabilizarse por el fracaso de una misión y por la muerte de sus compañeros. ¿Y niños como ustedes quieren participar? No creo que haya nada malo con eliminar a los debiluchos de una vez.

    Sakura ladeó la cabeza.

    —Independientemente de sus intenciones, —dijo, llamando la atención de los alborotadores—, no creo que tengan autorización de usar un Genjutsu para modificar la apariencia del edificio.

    El resto de ninjas posó los ojos sobre ella, pero Sakura pareció no darse cuenta.

    —¿Así que lo notaron? —preguntó el otro alborotador, que no había hablado hasta ese momento.

    —¿Notarlo? —preguntó Sasuke con una sonrisa burlona—. Puedo entender que los ninjas extranjeros cayeran en su ridículo truco, pero un ninja de Konoha tendría que ser idiota para no recordar que este es el segundo piso, no el tercero.

    Lee y Tenten lo miraron con ceños fruncidos, como si hubiera acabado de arruinarles una broma. Los ninjas que bloqueaban el paso deshicieron el Genjutsu, y el cartel del aula nuevamente mostró el número 201. La pared aledaña también desapareció, dando paso a un corredor. Los ninjas de otras aldeas jadearon sorprendidos.

    —No está mal pero… ¡No es suficiente! —anunció uno de los alborotadores, e inmediatamente giró para lanzar una patada a Sasuke. Éste reaccionó, levantando la suya para bloquear el golpe.

    De pronto, Rock Lee se interpuso entre ellos, sujetando sus piernas como si no fueran más que muñecos. Cuando detuvo sus movimientos, soltó sus piernas, dejándolos incorporarse sin problemas.

    —Oye, —dijo un tercer Gennin. Naruto sintió que se le detenía el corazón por un momento. Dando un paso hacia Rock Lee, Neji miró a su compañero con una ceja arqueada—. ¿No fuiste tú quien quería fingir debilidad para que nos subestimaran?

    Naruto se quedó sin moverse. Nunca lo había notado antes pues sólo tenían fotos de él teniendo diecisiete, pero a sus catorce, Neji aún tenía la quijada redondeada, lo que hacía resaltar la curva de su nariz. Hinata siempre había dicho que Himawari había heredado su nariz de Neji, pero Naruto podía notar también el parecido en la curva de la barbilla y en las tres líneas que se formaban en sus frentes cuando fruncían el ceño. Sintió que le lagrimeaban los ojos.

    —Es que… —Rock Lee se volvió para ver a Sakura. Caminó hacia ella hasta estar a sólo un par de pasos de distancia y le ofreció una sonrisa—. Hola. Mi nombre es Rock Lee. Me parece que el tuyo es Sakura, ¿verdad? ¡Sé mi novia! ¡Te protegeré hasta la muerte!

    Sakura pestañeó por unos segundos.

    —Um… No, gracias.

    Mientras Rock Lee se lamentaba, Neji dio unos pasos hacia ellos. Naruto no podía quitarle la mirada de encima.

    —Oye, tú, —dijo, llamando la atención de Sasuke—. ¿Cómo te llamas?

    Sasuke arqueó una ceja.

    —Deberías presentarte primero antes de exigir el nombre de otra persona.

    —Eres un novato, ¿no? ¿Qué edad tienes? —preguntó Neji como si no hubiera escuchado la respuesta.

    —No tengo por qué responderte.

    Neji frunció el ceño, luego se giró hacia Naruto.

    —Tú… No dejas de mirarme. ¿Necesitas algo?

    Naruto sintió que se le hacía un nudo en la garganta. La respiración se le hizo pesada y tuvo que usar toda su energía para evitar llorar. La muerte de Neji había afectado a muchísimas personas, especialmente a Hinata, pero Naruto aún se sentía responsable, pues Neji había muerto protegiéndolo. El simple hecho de poder hablar con él otra vez llenaba a Naruto con cantidades iguales de felicidad y terror. ¿Y si moría otra vez por su culpa? ¿Y si volvía a arruinar las cosas?

    Casi saltó del susto cuando Sakura posó una mano sobre su hombro.

    —¿Te encuentras bien, Naruto?

    Naruto giró la cabeza para ver a Sakura y, dándose cuenta que había dejado de respirar, tomó una sonora bocanada de aire.

    —S-Sí… Estoy bien… —Sacudió la cabeza, intentando controlar sus emociones, y se volvió hacia Neji—. No pasa nada, perdona…

    Y se apresuró para ir hacia el corredor. Escuchó que Sakura lo llamaba pero no le hizo caso. Necesitaba irse. Necesitaba respirar. ¿Qué le pasaba? Para cuando llegó a la escalera que daba al tercer piso, se dio cuenta que había estado corriendo. Se recargó sobre la pared y apretó la mano al pecho. El corazón le latía tan rápido que temió que le fuera a dar un ataque.

    —¡Naruto! —gritó Sakura, llegando a su lado. Sasuke venía detrás de ella con expresión sólo un poco confundida—. Naruto, ¿qué te pasa?

    —Nada, no pasa nada…

    —Esto no parece nada, —observó Sasuke—. Ver a ese Gennin claramente te perturbó. ¿De dónde lo conoces?

    Naruto sacudió la cabeza.

    —Es primo de Hinata.

    Sakura y Sasuke se miraron mutuamente. Sasuke se volvió hacia Naruto.

    —¿Eso es todo?

    —Es todo lo que les diré, —Naruto respondió, sintiendo que su respiración regresaba a la normalidad. Se volvió hacia ellos—. Vamos. Entreguemos las aplicaciones antes de que sea tarde.

    El camino hacia el aula 301 fue tenso e incómodo. Naruto sabía que era injusto no compartir información con sus amigos, pero no podía forzarse a hablar de ello. No importaba lo que otros dijeran, la muerte de Neji había sido exclusivamente culpa suya. Por ser tan débil, por ser tan confiado. Y no contento con eso, había cometido exactamente el mismo error cuando peleó con Isshiki. Un idiota con aires de grandeza era más peligroso que el más fuerte de los enemigos.

    Una vez entregada sus hojas de aplicación, se les instruyó a ir hacia la sala de reuniones antes de que dieran las cuatro. Eso les daba poco más de media hora para ir con toda la tranquilidad del mundo.

    La sala de reuniones estaba en el edificio administrativo, cuya entrada se encontraba pasando el patio después de la sala de práctica de Taijutsu. Habían retirado todo el equipo de práctica, lo que hacía que la sala se viera vacía. Estaban a medio camino de cruzarla cuando los interrumpió una voz.

    —Oye, el de los ojos oscuros.

    Alzaron la mirada hacia el segundo piso del aula para ver a Rock Lee, que los veía desde lo alto.

    —¿Pelearías conmigo?

    Sasuke se giró hacia él.

    —¿Ahora mismo?

    —Sí, —repuso Lee. Saltó desde la segunda planta y cayó frente a ellos con un movimiento de lo más fluido—. Me llamo Rock Lee. Dijiste que uno debe presentarse antes de exigir el nombre de otra persona, ¿verdad, Sasuke Uchiha?

    Las comisuras de los labios de Sasuke se alzaron en una sonrisa divertida.

    —Pues parece que ya sabes mi nombre.

    Lee adoptó su postura de pelea.

    —Deseo luchar contra ti para probar mis técnicas contra un miembro del famoso clan Uchiha.

    También miró a Sakura y se sonrojó. Aparentemente quería aprovechar la pelea para impresionarla. El que Sakura lo rechazase antes parecía haberle hecho pensar que aún tenía alguna oportunidad con ella. Ciertamente no pareció importarle que ella lo estuviese mirando con cierta aprehensión.

    —Bien, —dijo Sasuke, adoptando su propia pose de pelea—. Suena divertido.

    —¿Estás seguro, Sasuke-kun? —preguntó Sakura—. Realmente no tenemos tanto tiempo…

    —Déjalo, Sakura-chan, —dijo Naruto con voz baja para que sólo ella escuchara—. Sasuke aprenderá mucho de esta pelea.

    —¿A qué te refieres?

    Su respuesta llegó en cuanto Sasuke arremetió contra Lee, quien necesitó girar sólo dos veces para conectar un pie contra su rostro. El movimiento había sido tan rápido que si Naruto hubiera parpadeado, se lo habría perdido. Sasuke se puso de pie y activó su Sharingan. Naruto sonrió al ver las tres aspas en cada ojo. Su Doujutsu ya había madurado bastante.

    Sin embargo, no fue suficiente, pues Lee logró colarse bajo la guardia de Sasuke y de una patada a la quijada lo lanzó varios metros hacia arriba. Sin perder tiempo, saltó debajo de él, como si pretendiese ser su sombra, y Naruto notó que las largas vendas de sus brazos colgaban libres.

    Una de las vendas fue atravesada por una senbon decorada con un molino de papel y se clavó en la pared. Lee dio una hábil vuelta en el aire y cayó al suelo sin problemas. Sasuke, por otro lado, cayó más torpemente, lejos de él. Un hilo de sangre le corría por la barbilla.

    —¡Ya fue suficiente, Lee!

    Naruto se giró para ver una gran tortuga al otro lado de la sala. Le colgaba una bandana de Konoha del cuello.

    —¿Qué ha pasado? —preguntó Sakura, corriendo hacia Sasuke, mientras Lee hablaba con la tortuga.

    Sasuke se limitó a chasquear la lengua, así que Naruto decidió ofrecer un poco de información.

    —Rock Lee sólo usa Taijutsu. Lo ha dominado a tal nivel que el Sharingan no es suficiente para contrarrestarlo.

    Sasuke lo volteó a ver, aún tenía el Sharingan activo.

    —¿Qué quieres decir?

    —Por mucho que puedas ver sus movimientos, tu cuerpo sencillamente no puede seguirle el ritmo a tu vista, —explicó—. En total contraste con su apariencia, Rock Lee es de los Gennin más poderosos de todos los que estamos tomando el exámen.

    —¿Alguien como él?

    —¡Idiota! —gritó la tortuga, y Lee se crispó—. ¡No me valen tus excusas! ¡Espero que estés preparado para tu castigo!

    —S-Sí…

    —¡Bien! ¡Puedes venir, Guy-sensei! —dijo la tortuga.

    Encima de ella se materializó una nube de vapor, la cual dio paso a Might Guy, quien posaba de una forma de lo más ridícula.

    —Vaya, ustedes son la epítome de la adolescencia, —dijo, guiñando un ojo.

    —Oh… —dijo Sakura—. Oh, cielos. No quería decir nada pero… Sus cejas son…

    —Sí, —respondió Sasuke—. Son demasiado gruesas…

    —¿A que sí parecen como azotadores? —dijo Naruto.

    —¡Ey! —gritó Lee—. ¿Cómo se atreven a insultar a Guy-sensei?

    Sakura pestañeó.

    —Pero no es un insulto, es que de verdad tiene las cejas super gruesas…

    Antes de que Lee pudiera responder, Guy-sensei hizo un gesto a Lee para que se acercara. Cuando lo hizo, Guy-sensei le propinó un puñetazo en la cara y lo derribó al suelo. Luego se arrodilló junto a su alumno y, llorando, lo abrazó. Lee devolvió el abrazo con fervor.

    —... ¿De verdad perdí contra alguien como él? —preguntó Sasuke. Sakura asintió.

    —No se dejen engañar por cómo actúan, —susurró Naruto—. En este preciso momento, me atrevería a decir que Guy-sensei es el ninja más poderoso del mundo.

    Tanto Sasuke como Sakura se apartaron de él, tan sorprendidos que ni siquiera pudieron articular palabra. Antes de que pudieran recuperarse, Guy-sensei los volteó a ver y sonrió.

    —Oigan, chicos. ¿Cómo le va a Kakashi?

    Ya que sus compañeros aún no se recuperaban de la sorpresa, Naruto fue quien respondió.

    —Está bien. Muy animado.

    —¿Animado, dices? Me alegra oír eso, —respondió Guy-sensei—. Me disculpo por las acciones de Lee. Juro por mi bello rostro que no volverá a pasar.

    —No pasa nada. Siempre es bueno enfrentarse a oponentes fuertes.

    Guy-sensei asintió con firmeza, esbozando una enorme sonrisa.

    —Ya lo creo que sí. En fin, no les quito más tiempo, —dijo y lanzó un kunai para liberar la venda de Lee de la pared—. Ustedes tres no deben llegar tarde. Nos vemos luego.

    Y entonces desapareció en una nube de vapor. El Jutsu de Transporte era bastante útil. Lee comenzó a vendarse el brazo de nuevo.

    —Fue una buena experiencia pelear contra ti, Sasuke-kun, —dijo Lee—. Seguro que el exámen nos dará otras oportunidades para enfrentarnos nuevamente. Como agradecimiento, te diré que el Gennin más fuerte de Konoha está en mi equipo. Espero también enfrentarme a él.

    Y, al igual que su sensei, Lee se fue sin esperar respuesta, aunque lo hizo saltando de vuelta al segundo piso de la sala de práctica. Sasuke se incorporó pesadamente, limpiándose la sangre con el dorso de la mano. Naruto notó que le temblaban los brazos.

    —Sasuke-kun, ¿estás bien? —preguntó Sakura.

    —Sí… Lo derrotaré la próxima vez…

    Naruto cruzó los brazos detrás de la cabeza.

    —Derrotar a Rock Lee no es tan fácil como pudiera parecer, —dijo—. Su maestría en el Taijutsu es tal que le daría problemas incluso a un Jounin.

    Sasuke se volvió hacia él bruscamente.

    —¿Estás diciendo que no podría derrotarlo?

    —No hoy, —respondió Naruto—. Pero en el futuro, sí.

    Sasuke asió a Naruto del cuello de la chamarra.

    —¿Y tú? ¿Podrías derrotarlo hoy?

    Naruto lo miró sin bajar los brazos.

    —No, —admitió—. Al igual que tú, Sasuke, aún no tengo las habilidades suficientes para derrotar a Rock Lee.

    Los ojos de Sasuke se ensancharon. Claramente no había esperado una respuesta tan honesta.

    —Chicos… —dijo Sakura—. Llegaremos tarde si no nos apresuramos.

    Sasuke soltó a Naruto y dio un paso atrás. Al cabo de un momento dejó escapar un suspiro y esbozó una leve sonrisa.

    —Me parece perfecto, —dijo—. El hecho de que hayan ninjas fuertes hace que el exámen se vuelva más interesante.

    —Esa es la actitud.

    Con mayores ánimos, el trío se dirigió hacia la sala de reuniones. El encuentro con Lee había tomado sólo unos minutos, pero había sido suficiente como para que la mayoría de participantes se hubieran adelantado ya, por lo que no encontraron a nadie más en los corredores. Cuando llegaron, encontraron a Kakashi-sensei esperando frente a la entrada de la sala.

    —¿Kakashi? —preguntó Sasuke—. ¿Por qué estás aquí?

    —Quería verlos una vez más antes de que de inicio el exámen, —respondió Kakashi-sensei—. Naruto, antes mencionaste que te volviste Chunnin hasta los diecisiete. Ahora, sin embargo, ¿crees pasar el exámen?

    Naruto se mordió el interior de la mejilla. Considerando que la inminente invasión de la Aldea de la Arena interrumpiría el exámen, no podía estar seguro de ser ascendido. Ciertamente, su objetivo principal no era conseguir el ascenso, sino evitar la muerte del Viejo Tercero.

    —No lo sé, —dijo finalmente—. Hay gente muy fuerte aquí.

    Kakashi-sensei frunció el ceño, luego suspiró y miró a los otros dos Gennins.

    —Yo personalmente creo que los tres tienen la habilidad para pasar el exámen, por eso los nominé. Den su mejor esfuerzo.

    —¡Sí! —respondieron los tres y continuaron su camino, cruzando las puertas de la sala de reuniones.

    Al entrar descubrieron que la sala estaba a reventar de gente. Por supuesto, la mayoría eran ninjas de Konoha, siendo casi noventa en total. La Aldea de la Cascada había mandado a unos seis Gennin sólamente, sin embargo. La Lluvia, por su parte, había enviado a veintiuno. Naruto deseaba conseguir información de la Aldea de la Lluvia, pero dudaba que unos Gennin supieran nada sobre Nagato.

    Más allá estaban los ninjas de la Arena en grupo. Eran unos treinta, aproximadamente. Gaara, Temari y Kankuro estaban sentados al frente de la sala con expresiones aburridas. En el costado este de la sala estaban escondidos los tres ninjas del Sonido. Naruto los recordaba sólo de manera vaga, pero tenía la sensación de que ninguno de los tres había salido con vida.

    Y hablando de ellos…

    De entre la multitud, Naruto había notado una presencia aplastante. No porque estuviera moldeando Chakra. No, aquella presencia daba la sensación de querer matar a todos los presentes simplemente para comprobar que todos tenían los órganos en el mismo sitio. Naruto hizo girar los ojos hacia la zona oeste de la sala, donde se encontraban los seis ninjas de la Aldea de la Hierba. Cinco de ellos eran Gennin normales, pero el sexto, la kunoichi que ocultaba el rostro con un enorme sombrero de paja, llamaba la atención por cuanto intentaba pasar desapercibida.

    La ninja alzó la mirada y la posó sobre él, y Naruto se vio inundado por una profunda sensación de malestar. Sintió el estómago vacío y un desagradable calor en el pecho. Un escalofrío recorrió su columna y le entraron ganas de vomitar.

    Sí, ahora lo recordaba.

    Habían pasado tantos años desde la última vez que lo había enfrentado en combate que Naruto ya se había olvidado de esa sensación de no ser más que un pequeño renacuajo a merced de la más grande y venenosa de las serpientes. Pero ahora lo veía claramente por lo que era.

    Esa kunoichi era en realidad uno de los tres legendarios Sannin de Konoha. Orochimaru.

    —¡Sasuke-kun! —gritó una voz.

    Naruto pestañeó, distraído por el súbito ruido, y se giró justo a tiempo para ver a Ino lanzarse sobre Sasuke desde atrás y rodearle el cuello con los brazos.

    —¡Llegas tarde! No te he visto en tanto tiempo que ya no podía esperar más.

    Sasuke frunció el ceño, pero Naruto observó, divertido, que no hizo ningún esfuerzo para apartarla.

    —¡Deja de molestar a Sasuke-kun, cerda! —gritó Sakura.

    Ino ladeó la cabeza para verla y le ofreció una sonrisa desvergonzada.

    —Ah, con que eras Sakura. Tu enorme frente no me había dejado verte.

    —¡¿Qué dijiste?!

    Desde detrás de Ino salió Shikamaru, quien tenía la expresión de alguien que deseaba estar en literalmente cualquier otro sitio en ese momento. Chouji lo acompañaba, comiendo una bolsa de papas fritas.

    —¿Ustedes también están tomando este tonto exámen? —preguntó Shikamaru—. Qué pereza…

    Naruto les sonrió, aunque aún sentía la mirada de Orochimaru puesta sobre ellos, o más específicamente, sobre Sasuke.

    —Hace tiempo que no nos vemos, —le dijo a Shikamaru—. ¿Qué tal les ha ido?

    —Bah, sólo misiones molestas, —repuso Shikamaru.

    —Las misiones son buenas, —dijo Chouji sin dejar de comer—. Ahora puedo comprar frituras de marcas caras.

    Ino se giró y caminó hacia Naruto.

    —Por cierto, tú y yo tenemos una conversación pendiente.

    Naruto pestañeó.

    —¿Cómo dices?

    Pero antes de que Ino pudiera responder, una nueva voz llamó su atención.

    —Así que están aquí, —dijo Kaiba, acercándose con paso confiado—. Vaya, parece que estamos todos.

    Detrás de Kiba estaban sus compañeros. Hinata dio un paso al frente y le sonrió a Naruto.

    —Hola, —dijo ella, y su voz fue suficiente para aligerar la tensión de los hombros de Naruto.

    Kiba giró la cabeza para verla y le mostró sus afilados colmillos en una sonrisa.

    —Aún tenemos tiempo, Hinata. No nos enojaremos si quieres hablar con tu novio.

    Hinata jadeó, mirando a su compañero con los ojos bien abiertos mientras su rostro enrojecía. Shino, siempre queriendo ayudar, dio unos pasos para alejarse de ella. Kiba rió un poco mientras se acercaba al resto del grupo, observando a Naruto de hito en hito.

    —Sin embargo, por mucho que sean novios, más vale que se comporten como ninjas, —prosiguió, haciendo caso omiso de las protestas de Hinata—. A partir de ahora somos enemigos, y tengan por seguro que nosotros, el equipo ocho, seremos los primeros en convertirnos en Chunnin.

    Naruto le ofreció a Kiba una gran sonrisa.

    —Me gusta esa confianza. Espero que hayan estado entrenando muy duro.

    —Ya lo creo que sí, —dijo Kiba, y entonces se volvió a Sasuke—. Por supuesto, mi objetivo es derrotarte a ti, el mejor de nuestra generación.

    Sasuke lo miró, las comisuras de su boca alzándose en una sonrisa burlona.

    —Les dejaré saber un pequeño secreto aquí y ahora, —dijo—. Naruto, Sakura y yo siempre nos estuvimos conteniendo para no destacar, pero ahora verán nuestras verdaderas capacidades.

    Sakura lanzó un grito ahogado, pero fue opacado por las exclamaciones de burla del resto de Gennin. Mientras ellos seguían intentando intimidarse los unos a los otros, Naruto se acercó a Hinata y la apartó unos pasos para tener un poco de privacidad, o lo más cercano a eso, considerando que varias decenas de ninjas los observaban.

    —¿Qué tal has estado? Lamento que no nos hayamos podido ver hasta ahora.

    Hinata negó con la cabeza. Aún tenía el rostro rojo, pero sonreía.

    —No pasa nada. Kurenai-sensei nos ha hecho entrenar muchísimo. Casi ni hemos hecho misiones.

    —Apuesto a que eres la más fuerte de tu equipo, —dijo Naruto.

    —N-No… Bueno… Kurenai-sensei ha mencionado algo así, pero…

    Naruto le posó una mano en el hombro y esperó a que ella levantara la mirada para verlo.

    —Ten más confianza en tus habilidades, Hinata. Te he observado por muchos años. Sé que tienes la capacidad para convertirte en Chunnin.

    Hinata abrió la boca para responder, pero entonces se congeló. Naruto vio que ella miraba detrás de él, y entonces se giró para descubrir al resto de Gennins viéndolos con enormes sonrisas burlonas.

    —¿Ven? Les dije que esos dos tenían algo desde hace tiempo, —dijo Ino, sujetando su barbilla con una mano—. "Te he observado por muchos años". ¡Ja! Si eso no es amor, que me parta un rayo.

    Naruto sintió que se ruborizaba un poco. Sintió el impulso de negar sus observaciones, pero, bueno, eran verdad.

    Antes que nadie pudiera hacer nada, un ninja se acercó a ellos con paso ligero.

    —Oigan, ustedes, —dijo el recién llegado. A Naruto le costó trabajo reconocerlo, pues se había acostumbrado al extraño aspecto que había adoptado poco antes de la guerra. Kabuto había sido bastante bien parecido en su juventud—. Son novatos recién salidos de la academia, ¿verdad? Están gritando como colegialas, ¿saben? Esto no es un pícnic.

    —¿Y tú quién te crees que eres? —preguntó Ino, poniendo los brazos como jarras.

    —Me llamo Kabuto. Miren detrás de ustedes.

    Así lo hicieron, y el ambiente se calmó cuando finalmente notaron que todos los estaban observando. Naruto hizo su mayor esfuerzo para no mirar hacia donde Orochimaru estaba sentado.

    —El Exámen de Selección Chunnin pone nerviosa a la gente, y hay muchos ninjas que tienen muy mal genio. Les sugiero que no los molesten más de lo necesario.

    Naruto rió. Todos se giraron para verlo.

    —¿De qué te ríes? —preguntó Kiba.

    —Ah, lo siento. Es que ciertamente no me importa si hago enojar a un montón de Gennins desconocidos. Si tienen algún problema, seguro que tendrán suficientes oportunidades durante el exámen para desafiarme.

    Kabuto arqueó una ceja.

    —No me decido si eres muy valiente o muy estúpido.

    Naruto se encogió de hombros.

    —Ambos, diría yo.

    Kabuto lanzó una carcajada.

    —Me caes bien. Me recuerdas a cómo solía ser yo.

    —¿Valiente y estúpido?

    La boca de Kabuto se crispó, pero logró mantener la compostura. Naruto decidió no seguir molestándolo.

    —Kabuto-san, —llamó Sakura—. ¿Esta es tu segunda vez haciendo el exámen?

    —No, es la séptima. Llevo cuatro años participando.

    —Así que sabes mucho sobre el exámen.

    Kabuto se encogió de hombros.

    —Podrías decir que sí. La mayoría de ninjas realizan el exámen Chunnin varias veces antes de aprobar. Teniendo eso en cuenta, me he dedicado a recolectar toda la información posible para aumentar mis posibilidades, —explicó, tomando unos papeles de su bolso lateral—, usando estas cartas informativas de ninjas.

    —¿Para qué sirven? —preguntó Ino.

    —Tienen información grabada en ellas con Chakra, —respondió Kabuto—. Si hago fluir mi Chakra en ellas, la información que tienen se hará visible. Justo así.

    Tomó una de sus cartas y la hizo girar con un dedo. Al cabo de unos segundos, la carta mostró una gráfica de la cantidad de ninjas que participaban en el exámen actualmente y cuántos pertenecían a cada aldea. Naruto sintió un atisbo de satisfacción al notar que el conteo que había hecho a ojo había sido casi perfecto.

    —Esa información parece útil, —dijo Sasuke con expresión aburrida—. Pero en realidad no lo es, ¿verdad? Quiero decir, has fallado siete veces ya. Toda esa información de la que pareces tan orgulloso no parece haberte servido de nada.

    Kabuto mantuvo su sonrisa, pero sus labios estaban tensos. Claramente había querido presumir de sus cartas informativas, y el poco interés de su audiencia lo estaba frustrando. Guardó sus cartas y se incorporó, mirando a los novatos con cierto aire condescendiente.

    —Iba a darles información gratis simplemente porque me parecieron adorables, pero veo que necesitan que les den una dosis de realidad. Los dejaré en paz por ahora, —se dio la media vuelta, pero giró la cabeza para mirarlos por encima del hombro—. Les diré una última cosa. Los participantes del exámen Chunnin son lo mejor de lo mejor de entre todos los Gennin de sus respectivas aldeas. Si se confían, lo lamentarán.

    Entonces se fue y desapareció entre la multitud.

    Sólo unos segundos después, en cuanto dieron las cuatro de la tarde, un gran grupo de ninjas apareció en una nube de vapor que se esparció por toda la sala, llamando la atención de todo el mundo. El grupo era liderado por un enorme hombre de rasgos rectos, vestido de negro. Dos enormes cicatrices recorrían su rostro, deformando sus cejas y su boca. La nariz la tenía torcida.

    —Gracias por esperar, —dijo—. Soy Ibiki Morino, el examinador de la primera prueba del Exámen de Selección Chunnin. Antes de comenzar quiero dejarles claro que no toleraré ninguna pelea. Si desobedecen quedarán descalificados.

    La tensión se evaporó casi al instante, y muchos ninjas decidieron sentarse.

    —Ahora dará inicio la primera prueba. Uno por uno, pasen al frente. Se les dará una ficha con un número. Ese número indica el lugar en el que se sentarán. Cuando todos hayan tomado asiento donde les corresponde, se les repartirán las hojas con el exámen escrito.
     
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    Hakuno

    Hakuno Entusiasta

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    Por fin está de vuelta fanficslandia. Cada vez que se cae lo del dominio me es imposible publicar nada. En fin, aquí el capítulo. Unos comentarios me vendrían bien (guiño guiño codo codo). ¡Disfruten!

    Capítulo 20. El Bosque de la Muerte

    Naruto recordaba la mayoría de las cosas que habían sucedido durante la segunda etapa de su primer exámen Chunnin. Recordaba, a grandes rasgos, la breve pero terrorífica pelea contra Orochimaru; breves imágenes de encontronazos con otros ninjas; llegar a duras penas a la torre central. Tenía más vívidos recuerdos sobre las peleas de eliminación, sobre quiénes ganaban contra quién, pero no exactamente cómo. Por supuesto, también recordaba el torneo de la tercera prueba y cómo había sido interrumpido por la invasión de la Arena.

    La primera prueba, sin embargo, ocupaba una zona completamente vacía en su memoria. Era obvio que había aprobado de algún modo, pero lo único referente a la primera prueba era que había sido un exámen escrito. Esa, claro, era la razón por la que no lo recordaba, admitió.

    Por lo tanto, recibió una grata sorpresa cuando, tras sentarse en su lugar asignado, se dio cuenta que a su lado estaba Hinata.

    —Hola, Naruto-kun, —dijo ella.

    Naruto le mostró los dientes con una enorme sonrisa.

    —Así que estamos juntos en el exámen. Me alegro mucho.

    Hinata se sonrojó y bajó la mirada hacia su escritorio justo cuando un Chunnin colocó las hojas de su exámen, boca abajo, en su lugar.

    —Naruto-kun, —dijo Hinata en cuanto el Chunnin se alejó—. Esta quizá sea mi única oportunidad para decirlo. Te deseo suerte en el exámen.

    Naruto rió un poco.

    —Gracias. También te deseo suerte.

    —Y… um… —Hinata jugueteó con los dedos. Un gesto de nerviosismo que había dejado de hacer en algún punto después de la guerra—. Sobre lo que Kiba-kun dijo…

    Naruto movió la mano con un gesto distraído.

    —Podemos hablar sobre eso cuando termine el exámen. Por ahora, concentrémonos en la prueba.

    Hinata apretó los labios durante un momento, luego le ofreció a Naruto una sonrisa casi imperceptible.

    —De acuerdo.

    Una vez que todas las pruebas fueron repartidas, los veinte Chunnin se sentaron en la periferia de la sala, sujetando libretas y lápices. Ibiki golpeteó la pizarra con una tiza para llamar la atención de los Gennin y comenzó a explicar las reglas del exámen.

    En términos simples, era un exámen de sólo diez preguntas pero con un sistema de sustracción. Por cada pregunta incorrecta se perdería un punto. Sin embargo, si uno de los Chunnin los descubría intentando copiar, les restaría dos puntos. Además, la evaluación era por equipo, por lo que se haría un promedio entre los tres integrantes, y ese promedio tenía que ser aprobatorio. Aunque, como regla añadida, si tan sólo uno de los tres perdía todos sus puntos, el equipo entero fallaría el exámen.

    Naruto se preguntó cómo era que había logrado aprobar, siendo que le había costado años superar su aberración por los exámenes escritos y el estudio en general.

    —Tienen una hora para terminar, —dijo Ibiki una vez que finalizó su explicación—. ¡Comiencen!

    Bueno, no tenía caso lamentarse por su propio pasado. Naruto giró su hoja y comenzó a leer la primera pregunta. Inmediatamente notó que algo iba mal. La pregunta número uno exigía que se descifrara un código para obtener el mensaje. El código en cuestión, sin embargo, requería primero encontrar la llave que estaba dentro del propio código. Básicamente, cada tercer palabra indicaba un número con la cantidad de trazos que requería para ser escrita. Ese número era la secuencia a seguir para tomar la palabra correcta en el orden correcto, que daría lugar a un mensaje que, a su vez, estaba encriptado. Este nuevo mensaje sólo podría descifrarse tomando el código original y sacando un nuevo número a partir de cada quinta palabra.

    Naruto podía sentir un punzante dolor de cabeza naciendo en sus sienes. Ya sólo la primer pregunta representaba un enorme reto. Era un código que requería un uso de lógica y conocimientos empíricos que incluso un Chunnin batallaría por tener. No fue hasta que terminó de descifrar el mensaje y pasar a la segunda pregunta que Naruto decidió hacer una pausa y considerar la situación.

    La segunda pregunta era un problema de física aplicada sobre el lanzamiento de un shuriken. A simple vista ya se notaba difícil, pero en realidad era el tipo de información que manejaba un experto en desarrollo armamentístico. Eso ya era algo que no esperaba que supiera incluso un Jounin promedio.

    Naruto golpeteó el papel con su lápiz dibujando puntos grises, mientras leía el resto de preguntas. Cada una era incluso más difícil y especializada que la anterior. Una pregunta exigía calcular la probabilidad que tenía una persona de quinta generación en una familia sin Chakra de nacer con la habilidad de moldearlo. Naruto sabía la respuesta a esa pregunta sólamente porque una de sus muchas funciones como Hokage había sido utilizar ese número para los proyectos de predicción, registro, y control de población referente al uso del Chakra.

    Ciertamente era información demasiado avanzada para un Gennin.

    Sólo podían haber dos opciones ahora. O Ibiki de verdad no quería que nadie aprobara, o el exámen estaba diseñado para medir otra cosa. Teniendo en cuenta el resto de reglas y limitaciones, era obvio que el verdadero objetivo era medir la capacidad de obtención de información individual y la habilidad de un equipo de compartir dicha información los unos con los otros sin que el enemigo pudiera notarlo.

    Eso suponía un enorme problema para Naruto y su equipo. No habían desarrollado métodos para compartir información en secreto. Lo que significaba que sólo podían hacer su mejor esfuerzo y esperar obtener los suficientes puntos como para que el equipo pudiera aprobar.

    Sakura podía sacar un diez perfecto por su cuenta. Naruto no tenía ninguna duda al respecto. Sasuke, por su lado, podría usar su Sharingan para buscar y copiar las respuestas correctas, aunque el brillante carmesí de sus ojos haría que le restasen dos puntos, cuando menos. Teniendo en cuenta que Naruto había podido resolver la primer pregunta, entonces realmente no había nada que temer.

    El problema era la décima pregunta. O mejor dicho, la falta de ella. Estaba escrito en el exámen que Ibiki daría la décima pregunta cuando sólo quedasen quince minutos para terminar. Era claramente una pista más, pero de qué, Naruto no sabía.

    Naruto no tenía habilidades para el subterfugio ni para la obtención de información, así que no podría copiar ni aunque quisiera. Su única opción era responder lo que pudiera usando el conocimiento que Iruka-sensei y Shikamaru habían taladrado en su cerebro para su evaluación Jounin y esperar lo mejor.

    Cuarenta y cinco minutos más tarde, Naruto había respondido sólo seis de las nueve preguntas, y sólo estaba seguro de que cuatro de esas respuestas eran correctas. Definitivamente no era lo mejor, pero Naruto estaba satisfecho de haber podido lograr tanto con su propio esfuerzo.

    —Muy bien, —dijo Ibiki de pronto, y muchos se crisparon del susto—. Es hora de hacerles la décima pregunta. Pero antes, hay unas reglas añadidas que vienen con ella.

    Por supuesto que iban a aumentar la dificultad. Naruto soltó un suspiro mientras muchos reclamaban esto.

    —Regla número uno. Deberán decidir si quieren tomar la décima pregunta. Si deciden no tomarla, sus puntos se reducirán a cero y fallarán junto con su equipo, —continuó Ibiki por encima de las quejas—. Regla número dos. Si deciden tomar la pregunta y responden de manera incorrecta, perderán el derecho a hacer el exámen Chunnin para siempre.

    Naruto estaba razonablemente seguro que Ibiki sólo intentaba intimidarlos. Después de todo, impedir el ascenso de un ninja talentoso sólo por una pregunta sería muy estúpido para una aldea. Aun así decidió no protestar junto con el resto de Gennins. Había algo extraño, y Naruto quería saber qué era.

    —Aquellos que no tengan la confianza de responder correctamente pueden simplemente decidir no responder la pregunta e intentar el exámen nuevamente la próxima vez.

    Dicho eso, Ibiki observó pacientemente mientras equipo por equipo salían por la puerta, decidiendo no arriesgarse innecesariamente. Naruto se recargó en el respaldo de su silla y se cruzó de brazos. Ahora que el resultado del exámen dependía casi exclusivamente de esta decisión, todos habían dejado de intentar responder las otras preguntas. Aprovechó esa oportunidad para voltear a ver a Hinata.

    Ella tenía la expresión de alguien que estaba considerando seriamente abandonar el exámen. Naruto quiso darle ánimos, pero tenía la sensación de que simplemente hablar con ella haría que los Chunnins les redujeran puntos a ambos.

    Cuando sólo quedaban cinco minutos, Naruto notó que ya no habían más ninjas saliendo de la sala. Lo que significaba que todos los demás habían decidido tomar la décima respuesta.

    —Quedan sesenta y seis personas, —dijo Ibiki—. Supongo que todos ustedes decidieron quedarse. Bien, entonces, ¡felicidades por aprobar la primera prueba!

    Naruto arqueó una ceja mientras muchos otros lanzaban gritos de sorpresa. Ibiki procedió a explicar los motivos. En esencia, tomar o no la décima pregunta era una prueba para determinar el sentido de responsabilidad. Después de todo, siempre que ésta fuera del rango apropiado, un ninja no podía rechazar ninguna misión que se le asignase sin importar qué. El resto de la prueba, tal como Naruto había predicho, medía la habilidad de recolección y manejo de información.

    Técnicamente, Naruto había fallado esa parte, pero había pasado la prueba en general, así que realmente no importaba.

    Antes de que Ibiki pudiera terminar de hablar, la ventana cerca de la pizarra explotó, y una figura se coló rápidamente. Dos kunais se clavaron en el techo, y de ellos colgaba una enorme tela que se extendió como un enorme cartel que tenía escrita la frase “Examinadora de la segunda prueba del Exámen de Selección Chunnin. Anko Mitarashi”. En frente de la tela se incorporó una hermosa mujer de ojos afilados. Usaba una enorme gabardina abierta por el frente, que dejaba ver la malla interior que vestía, sobre la cual usaba únicamente una diminuta falda. Era increíblemente fácil ver el contorno y la forma de su cuerpo, tanto que Naruto tuvo que esforzarse para mantener la vista en cualquier otro lado.

    —¡Yo soy la examinadora de la segunda prueba! ¡Mi nombre es Anko Mitarashi! ¡Síganme ahora!

    Naruto sonrió ante tanta energía. Vagamente recordaba a Anko. Ella había aceptado convertirse en profesora de la Academia Ninja, aunque seguía siendo invitada a ser examinadora para exámenes Chunnin. Era una excelente profesora, aunque su personalidad se había vuelto mucho más afable una vez que la guerra había terminado.

    Anko puso una mano en su cadera y observó a los Gennins.

    —¿Aprobaron veintidós equipos? Son demasiadas personas. Ibiki, hiciste la primera prueba demasiado fácil.

    Ibiki se encogió de hombros.

    —Bueno, no importa, —prosiguió Anko—, yo cortaré ese número a la mitad, por lo menos. Les explicaré los detalles en cuanto cambiemos de lugar. Síganme.

    Naruto se puso de pie y se giró para ver a Hinata.

    —Esforcémonos en la siguiente prueba, —le dijo.

    Hinata sonrió y asintió.

    —S-Sí.

    Naruto se apresuró para reunirse con Sakura y con Sasuke, quienes le estaban esperando en la entrada de la sala.

    —Ha sido muy difícil, —dijo Sakura—. Casi me arrepiento de haber contestado todo por mi cuenta, siendo que la única pregunta que realmente importó fue la última.

    —Eso puede ser cierto para la primera prueba, —dijo Naruto—. Pero el resultado afectará también al resto del exámen. Piensa en esto como puntos extra para el resto del exámen.

    Y era cierto. Naruto recordaba que Sakura había recibido un reconocimiento por haber podido responder todas las preguntas de la primera prueba siendo una Gennin recién salida de la academia. Las últimas dos personas que habían conseguido semejante hito habían sido el genio de los Uchiha, Itachi, y el difunto Cuarto Hokage.

    Se unieron a la multitud para seguir a Anko. Ella los guió durante treinta minutos hasta que llegaron al área de práctica 44, que era un círculo casi perfecto de unos veinte kilómetros de diámetro donde se encontraba un enorme bosque tan excesivamente frondoso que no se veía más de tres metros en línea recta. Estaba rodeado de rejas de tres metros donde colgaban cientos de carteles de prohibido el paso. Delante de la reja había un pequeño puesto temporal que consistía en una única mesa larga, un techo, una cortina, y tres ninjas de aspecto aburrido.

    —Hemos llegado, —anunció Anko en cuanto las últimas personas se unieron al grupo—. Este lugar se llama Bosque de la Muerte. Pronto entenderán el por qué.

    —No suena muy alentador, —susurró Sakura.

    Anko metió la mano dentro de su gabardina y sacó un montón de papeles sueltos.

    —Antes de comenzar les repartiré estos papeles. Es una forma que deben firmar si quieren continuar con el exámen, —dijo con una sonrisa burlona—. A partir de aquí es muy probable que mueran, por lo que necesito que firmen su consentimiento para que no me hagan responsable a mí. Aunque les daré la oportunidad de firmarlo después de que les explique en qué consiste la segunda prueba. Si deciden hacerlo, tendrán que llevarla al puesto detrás de mí.

    Entonces comenzó a repartir los papeles. O mejor dicho, le dio el montó al primer ninja que vio y le ordenó tomar uno y pasar el resto. Una vez que todos tenían una forma en sus manos, Anko guardó una mano en uno de los bolsillos de su gabardina mientras colocaba la otra en la cintura, sin duda esforzándose por adoptar una pose chula. Aunque Naruto sólo pudo pensar en lo mucho que se veía a través de su malla.

    —La segunda prueba es muy simple. Básicamente, es una prueba de supervivencia.

    —¿Supervivencia? —dijo Sakura en voz baja.

    —El bonito lugar que pueden ver detrás de mí es mayormente bosque y río, aunque en el centro hay una torre. Desde cualquier entrada hasta la torre hay diez kilómetros. Su prueba de supervivencia consistirá en completar una simple tarea, por la cual deberán luchar entre ustedes.

    Procedió a explicar la prueba. Como Naruto recordaba, la mitad de los equipos obtendrían un pergamino con la palabra “Cielo” escrita, y la otra mitad recibirían el pergamino “Tierra”. Entonces, cada equipo tendría que conseguir ambos pergaminos y llevarlos hasta la torre para completar la prueba. Aunado a eso, había un tiempo límite de cinco días. Cualquier equipo que no pudiera llegar a la torre con ambos pergaminos en cinco días fallaría la prueba. Por si eso fuera poco, los equipos tenían que llegar completos. Si uno de los miembros moría, el resto del equipo fallaría.

    Y claro, intentar leer los pergaminos también descalificaría al equipo entero.

    Cuando finalizó la explicación, Anko instruyó que los equipos que decidieran continuar pasasen al puesto para recibir el pergamino, mientras que los demás podían encontrar el camino de vuelta a casa por su cuenta.

    —Cinco días… —dijo Sakura mientras miraba su forma—. Y el riesgo de morir…

    —Piensa en esto como la misión que tuvimos al País de las Olas, —dijo Naruto tras firmar su forma—. De hecho, considerando el encontronazo que tuvimos con Zabuza, esta prueba debería ser más sencilla.

    —¿Debería? —preguntó Sasuke. Él tampoco había perdido el tiempo y ya había firmado su forma.

    Naruto asintió.

    —Les contaré bien en cuanto empiece la prueba, —dijo Naruto en voz baja—, pero hay un hombre entre todos estos Gennin que es mucho más fuerte que Zabuza y Kakashi-sensei juntos.

    —¿Cómo…? —comenzó a decir Sasuke, pero Naruto alzó una mano para silenciarlo.

    —Necesitaremos una estrategia, —se apresuró a decir Naruto—, para conseguir el otro pergamino rápidamente y al mismo tiempo evitar encontrarnos con esa persona. Sakura-chan, si sabiendo esto decides que no quieres arriesgarte, no me enojaré.

    Sakura frunció el ceño.

    —La vida de un ninja está plagada de riesgos, —respondió ella mientras firmaba la hoja con su nombre—. Huir ahora significará que no estoy hecha para esto, y me rehúso a sentirme así. Vayamos rápido por el pergamino para tener más tiempo de que nos digas tu estrategia, Naruto.

    Fueron el tercer equipo en obtener el pergamino. Les dieron el de Tierra, y luego un Chunnin los acompañó a una de las entradas, donde se estacionó para esperar a que comenzase la prueba.

    —Tienen cinco minutos, —les dijo—. No me tomen en cuenta, nosotros no entraremos al bosque por ningún motivo durante la prueba.

    Naruto asintió y se volvió hacia su equipo.

    —Yo iré al frente para localizar a otros equipos. Sakura-chan irá detrás de mí. Cubre los costados por si detectas equipos en mis puntos ciegos. Sasuke, confío en que podrás mantener el Sharingan activado para cubrir nuestra retaguardia y avisar si viene alguien. Iremos en línea recta hasta la torre, a toda velocidad. Si encontramos equipos en el camino los atacaremos, si no, entonces pondremos trampas alrededor de la torre.

    —Tener el Sharingan activado por diez kilómetros será muy agotador, —dijo Sasuke—. ¿Acaso esperas que no participe en ninguna pelea?

    —Idealmente, conseguiremos el otro pergamino inmediatamente y entonces podremos ir a la torre a toda velocidad sin mayores preocupaciones, —repuso Naruto, echando un rápido vistazo al Chunnin—. Pero necesito que, al menos al principio, te mantengas alerta y me avises inmediatamente si ves a alguno de los ninjas de la Hierba.

    —¿De la Hierba? —preguntó Sakura,

    Naruto asintió.

    —Sí. Hay algo en ellos que no me gusta nada, —explicó Naruto, y notó que Sasuke también echaba un rápido vistazo al Chunnin. Claramente había entendido que Naruto estaba tratando de no revelar demasiado.

    —¿Crees poder con ellos? —preguntó Sasuke después de una pausa.

    —Únicamente podré retrasarlos. Si llega a ser el caso, tendremos que ir a toda velocidad a la torre.

    —Bien, —dijo Sasuke—. Seguiremos tu estrategia, pero luego quiero que nos expliques todo.

    —Entendido.

    Se giraron hacia la puerta y esperaron. Naruto ya podía sentir la adrenalina recorriendo sus venas como si fueran ríos rápidos. El Chunnin abrió la puerta con un chirrido metálico y miró su reloj de pulsera.

    —¡Comiencen!

    Naruto se abalanzó hacia el interior del bosque, confiando en que sus compañeros lo seguían tal cual se los había dicho. El calor del verano se esfumó en cuanto los envolvió la casi permanente sombra que proyectaban los árboles. El denso aire era húmedo y olía a hierba y tierra. Y era frío. Tanto que Naruto se sintió tiritar.

    Saltó hacia las altas ramas de los árboles, esforzándose por hacer el menor ruido posible e intentando caer únicamente en aquellas donde no habían aves ni otros animales que pudieran alertar a otros de su posición. Sasuke era tan silencioso como él, pero Sakura todavía hacía un poco de ruido al caer. No era mucho, pero era lo suficiente para que otros ninjas los detectaran.

    —Veo un equipo acercándose a las tres, —anunció Sakura de pronto—. Creo que son de la Lluvia.

    —Muro para detenerlos, —ordenó Naruto, girando para detenerse sobre uno de los árboles.

    Sakura cayó junto a él y comenzó su secuencia de sellos.

    —¡Arte de Tierra. Muro de Roca!

    Justo cuando Naruto vislumbró al trío de Gennins de la Aldea de la Lluvia, un rígido y grueso muro se levantó frente a ellos, y casi de inmediato vibró y dejó caer polvo cuando uno de los ninjas chocó contra él.

    —¡Sasuke, al más lejano!

    Sasuke obedeció con la fluidez de un ninja experimentado y se abalanzó hacia el ninja que se había quedado atrás, mientras que Naruto saltó al que quedaba más cerca. Le lanzó un shuriken, que rebotó contra las sai que el ninja alzó. Naruto tomó un kunai justo antes de caer frente al ninja. Éste lo atacó, pero Naruto hizo girar su kunai para atraparlo entre los dientes del sai, luego lo jaló hacia un lado, lo que hizo que el ninja soltase el arma. Entonces giró sobre sí mismo y le propinó una patada con el talón en el costado.

    El ninja cayó con un gruñido justo cuando Sasuke derribó a su oponente boca abajo y le pisó la espalda. El tercer ninja del grupo yacía desmayado contra el muro de Sakura.

    —El pergamino, —dijo Sasuke, apretando el pie contra la espalda del ninja.

    —¡Ah! ¡Ya vale! ¡Dáselo, Yuichi!

    Yuichi, el ninja contra el que había peleado Naruto, gruñó entre dientes y sacó el pergamino de su bolsillo. Afortunadamente era el pergamino del Cielo. Naruto evitó mostrar ninguna expresión que dejase saber a los ninjas de la Lluvia que prácticamente ya habían pasado la prueba.

    Sakura cayó detrás de Naruto y comenzó a realizar una secuencia de sellos. Sasuke se apartó de su oponente justo cuando ella terminó.

    —¡Arte de Tierra. Atadura de Tierra!

    La tierra tembló, y de los costados de los ninjas de la Lluvia se alzaron rocas en forma de colmillos que se cerraron sobre sí mismas, atrapando a los tres enemigos contra el suelo con fuerza.

    —Bien hecho, Sakura-chan, —dijo Naruto mientras le lanzaba el pergamino recién obtenido a Sasuke—. Sigamos.

    Y, retomando su formación, continuaron el camino hacia la torre. Naruto esperaba que avanzando más rápido pudieran desalentar a su perseguidor. Sintió que se le caía el estómago cuando Sasuke alzó la voz.

    —Un ninja de la Hierba nos está siguiendo.

    —¡Descríbelo!

    —Pelo largo, sombrero de paja… ¿por qué es importante?

    —¡Mierda! —Naruto se giró por completo para ver a sus compañeros—. Aléjense lo más que puedan. Usen Jutsus para protegerse.

    Sasuke arqueó una ceja.

    —¿Qué pre…?

    —¡Háganlo!

    Sasuke debió notar la desesperación en la voz de Naruto, pues apretó el paso, tomando a Sakura por el brazo y animándola a seguirlo. Ambos pasaron junto a Naruto y se apresuraron a poner tanta distancia entre ellos como fuera posible. Naruto, por su cuenta, se forzó para ver más allá, hacia el camino por el que habían pasado. Le costó, pero logró ver una sombra que se acercaba a ellos a una velocidad vertiginosa.

    No tenía mucho tiempo.

    Levantó la mano y comenzó a hacer girar su Chakra al mismo tiempo que lo alimentó con Chakra de viento. Esa mañana había modificado el sello Byakugou para sólo guardar un muy pequeño porcentaje de su Chakra, por lo que tenía disponible casi todo para su uso. Sintiendo que el corazón le martillaba en el pecho, aumentó la cantidad de Chakra que canalizaba a su Jutsu. Se le erizó la piel cuando pudo ver mejor la silueta del hombre que los perseguía. Estaba demasiado cerca.

    Más, más, pensó desesperadamente mientras seguía haciendo fluir su Chakra. El sonido que producía su Jutsu era tan alto que no le sorprendería que lo estuviese escuchando la mitad del bosque. No le importó. No tenía otra forma confiable de detener el avance de Orochimaru. Continuó alimentando su Jutsu con Chakra.

    Orochimaru estaba ya tan cerca que Naruto pudo ver su rostro. El largo cabello zarandeaba con el viento detrás de él, dejando sus ojos al descubierto. Ojos sedientos de sangre, que observaban a Naruto con un deseo animal de desgarrar su carne y jugar con sus entrañas. Naruto se sintió diminuto, insignificante. Entendía, mejor que en ningún otro momento en su vida, la enorme montaña de diferencia que había entre ellos. Naruto era un renacuajo comparado con la enorme anaconda que lo perseguía.

    Pero, bueno, incluso un renacuajo podía saltar lejos del peligro.

    Apretó los dientes con tanta fuerza que temió quebrarlos. El Chakra que sostenía a lo alto pesaba tanto como una casa. Orochimaru estaba lo suficientemente cerca, pero Naruto contaba con una ventaja única en la vida; su enemigo nunca había visto un Jutsu igual.

    —¡Arte de Viento. Rasen Shuriken Colosal!

    Gritó. O al menos pensó haber gritado. Lo cierto era que se había quedado sordo en algún momento. Sus tímpanos probablemente habían reventado debido al ruido. No le importó. Lanzó el Jutsu con toda su fuerza.

    Y se sorprendió al ver el tamaño del Rasen Shuriken. No sólo había pesado como una casa, sino que era también del tamaño de una. Las aspas incluso abarcaban el largo equivalente a una plaza y estaban despedazando los árboles como si no fueran más que césped contra un millar de hoces, mandando a volar polvo y restos de plantas y animales en amplios círculos que parecían un huracán.

    Y entonces golpeó, y se expandió en una explosión sónica que embistió a Naruto con la fuerza de un tren. Sintió el crujir de algunos huesos mientras daba vueltas como un shuriken. Perdió por completo el sentido de la orientación y el desayuno salió despedido por su boca como si se lo hubieran arrancado con millones de cables eléctricos. Dejó de respirar, y el mundo se tornó completamente negro. Seguía consciente, o al menos eso creía, pues aún sentía el dolor de sus huesos rotos y un frío gélido en la piel.

    Golpeó contra un árbol, sintiendo como si un rayo lo partiese a la mitad. Apenas notó una enorme astilla del largo de su brazo atravesándole el muslo izquierdo. La boca le sabía a vómito y sangre y la cabeza le retumbaba con dolorosos martillazos. Aún seguía ciego y sordo, pero se alegraba de ya no estar dando vueltas.

    Pasaron unos minutos antes de recuperar la visión y se sintió arrepentido al instante. Su ataque había creado un enorme cráter que llegaba casi hasta el límite del bosque. No había más que arena y pedazos de madera que aún seguían cayendo por doquier. Tampoco había rastro alguno de Orochimaru. Probablemente había logrado protegerse de algún modo. Naruto no quería quedarse a descubrirlo, pero por mucho que lo intentó, no pudo mover las extremidades.

    Al bajar los ojos y mirar a su cuerpo se dio cuenta de que estaba incrustado casi medio metro en el tronco de un árbol. Un trozo de corteza le había perforado el muslo izquierdo, y su ropa había quedado reducida a un montón de hilos que apenas se mantenían juntos por puro milagro, y su cuerpo sangraba por todos lados.

    Vio a Sasuke asomarse y la expresión de horror en su rostro. Se giró y en un momento Sakura llegó también. Ella comenzó a llorar y siguió haciéndolo mientras los dos ayudaban a Naruto a salir de lo que bien pudo ser su ataúd.

    —Estoy bien, —dijo. Aunque no podía escuchar, tuvo la sensación de que sus palabras habían salido entrecortadas y desgarradas—. Sigamos.

    Intentó incorporarse, pero sus piernas cedieron bajo su peso. Sasuke apenas lo atrapó, y entre él y Sakura pasaron los brazos de Naruto por sus hombros. Naruto intentó protestar, pero no tenía fuerza. El mundo le daba vueltas y a cada segundo el dolor se intensificaba. El ardor de cada uno de sus miles de cortes y el gélido y punzante dolor de sus huesos rotos. ¿Cuánto tardaría en recuperarse de eso? Decidió que era mejor esto a permitir que Orochimaru se le acercase a Sasuke.

    Al final dejó de batallar y permitió que sus compañeros lo llevasen a un enorme tronco que yacía caído entre otros dos árboles. Parecía que había salido volando con el ataque de Naruto. Debajo del tronco había un camino descendente muy bien oculto, y Naruto se dio cuenta que ahí era donde Sakura y Sasuke se habían ocultado.

    El agujero era muy pequeño, pero aun así Sakura logró hacer que Naruto pudiera recostarse. Sasuke tomó uno de sus pergaminos y escribió algo, luego se lo enseñó a Naruto.

    —¿Eres idiota? ¿Intentabas matarnos a todos? —dijo mediante su escrito.

    —Lo siento, —dijo Naruto, y sintió que le ardía la garganta como si hubiera tragado agujas—. Era necesario…

    —¿Qué haremos ahora? Estamos expuestos, —escribió Sasuke.

    —Tenemos que llegar a la torre, —explicó Naruto—. Ahí estaremos a salvo… Tenemos que llegar… como sea…

    Sasuke alzó la mirada para ver a Sakura por un momento, luego volvió a escribir en su pergamino.

    —Puedo llevarte a cuestas, pero primero tenemos que quitarte la rama que tienes atorada en el muslo.

    —Hazlo rápido, —repuso Naruto—. No tenemos tiempo que perder.

    Sasuke dijo algo, y al cabo de un minuto Sakura usó un pedazo de tela para amordazar a Naruto. Sabían que estaba sordo y que no sabría que estaría gritando cuando…

    Con un sólo movimiento, Sasuke tomó el trozo de madera y lo jaló, arrancándolo de la pierna de Naruto y desgarrando su carne en el proceso. Naruto se forzó para no gritar, pero sintió la vibración de su propia voz en la tela que le cubría la boca. La visión se le nubló con lágrimas, pero logró ver la rojiza rama en las manos de Sasuke.

    Sakura se apresuró para vendar y entablillar su pierna. También le hizo una suerte de cabestrillo para ambos brazos con tela y vendas. Cuando hubo terminado, Sasuke lo tomó del brazo y Naruto se vio de pronto descansando sobre la espalda de su amigo. Sakura usó una cuerda para amarrarlo a Sasuke de modo que no pudiera caerse. Finalmente, cuando parecieron listos, Sakura se adelantó para asegurarse de que no hubiera nadie cerca, y al cabo de unos momentos, señaló a Sasuke para salir.

    Naruto pensó que se desmayaría por la pérdida de sangre, pero el continuo movimiento en la espalda de Sasuke enviaba oleadas constantes de dolor que lo mantenían despierto y consciente. Apreció la oportunidad, pues fue testigo de cómo, en algún momento, Sakura creó un par de muros de roca, en los cuales se estrellaron algunos ninjas que habían querido aprovecharse de que Naruto estaba malherido. Sasuke incluso lanzó un par de shurikens para herirlos y evitar que los siguieran.

    Les tomó un par de horas, en las cuales Naruto sintió recuperar el oído, pero finalmente llegaron al centro del bosque, donde estaba la torre. No se encontraron con nadie más. Parecía que las trampas alrededor de la torre eran cosa de actos desesperados durante los últimos días de la prueba.

    —Hemos llegado, —dijo Sakura con un suspiro de alivio.

    —No bajes la guardia todavía, —repuso Sasuke, caminando hacia una de las puertas—. La prueba no termina hasta que nos lo diga un examinador.

    Caminaron tensos y cruzaron una de las puertas, rompiendo el sello de papel que las unía. Se encontraron en un pequeño recibidor que tenía dos salidas a corredores a los costados y un cartel en la pared opuesta a la entrada.

    —Si del cielo hay carencia, que de su saber se cace, —leyó Sakura—. Si de la tierra hay carencia, que de su fuerza en búsqueda persiga. Si de los ambos en posesión se encuentra, que los senderos peligrosos con voluntad se doman. De este secreto goza el…

    —Falta una palabra, —observó Sasuke—. ¿Qué hacemos ahora?

    Sakura se rascó el costado del rostro.

    —Bueno, menciona tanto el cielo como la tierra. Supongo que ahora es cuando debemos abrir ambos pergaminos.

    Sasuke se movió un poco y sacó ambos pergaminos de su bolso. Naruto se dio cuenta sólo en ese momento que los había guardado él. Sakura tomó uno de los pergaminos y, a la cuenta de tres, ella y Sasuke abrieron ambos. Empezó a salir vapor de ellos.

    —Un sello de invocación, —dijo Sasuke—. ¡Arrojalo!

    Lanzaron los pergaminos, que cayeron uno sobre el otro, y una nube de vapor se materializó de pronto. Cuando se dispersó dio paso a la familiar figura de Iruka-sensei.

    —¡Hola! —Saludó Iruka-sensei—. Hace tiempo que… ¿Qué demonios pasó?

    —Estoy bien, Iruka-sensei, —dijo Naruto, sintiendo que le dolía el pecho con cada palabra.

    —Estás cubierto de sangre, no me parece que estés bien, precisamente.

    —Iruka-sensei, —intervino Sakura—. Nos gustaría llevar a Naruto a la enfermería. ¿Hemos pasado la prueba?

    Iruka-sensei apretó los labios por un momento.

    —No sólo pasaron, sino que lo hicieron mucho más rápido de lo que esperaba. La mayoría tarda por lo menos uno o dos días. Ustedes llegaron en poco menos de tres horas. El récord anterior es de cinco horas y media.

    No era como que importase mucho, se dijo Naruto. Si todo lo demás había sucedido como lo recordaba, Gaara y su equipo habían llegado mucho antes.

    —Pero bueno, supongo que puedo explicarles bien la frase que intentaron leer más tarde. Los acompañaré a llevar a Naruto a la enfermería. Tienen suerte, la verdad. Aún quedan cinco días, así que tienen tiempo de sobra para relajarse y recuperarse. No sé cómo va a ser la tercera prueba, por lo que les sugiero que se lo tomen con calma.

    Con el anuncio de que habían aprobado oficialmente, Naruto sintió que el alivio se apoderaba de su cuerpo. El dolor y la pesadez lo inundaron, y de pronto se le oscureció la visión. Antes de perder por completo la consciencia, sonrió ante el conocimiento de haber evitado que Orochimaru le pusiera las manos encima a Sasuke.
     
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    Keilani

    Keilani Usuario popular Comentarista empedernido

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    No creo que Orochimaru se rindiera tan fácil cuando tenía a una presa delante suyo, además, están por descubrir los cadáveres de los estudiantes suplantados... toca esperar, para ver como irán los exámenes y como la presencia de los Uchiha podrían cambiar en el ataque a la aldea de la hoja.

    Faltó la pequeña entrevista o me perdí por ahí....
     
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    Hakuno

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    ¡Ey! Estaré de vacaciones hasta fin de año, así que el siguiente capítulo saldrá hasta el 5 de Enero. Disfruten de estos bonitos días aquellos que no tienen que trabajar o estudiar. ¡Saludos!

    Capítulo 21. La Torre


    Naruto despertó e inmediatamente deseó no haberlo hecho. No había una sola parte del cuerpo que no le doliera. Sentía una constante oleada de dolorosas pulsaciones provenientes del muslo y de los brazos. El cuerpo le ardía como si se hubiera quemado por el sol durante demasiado tiempo. La cabeza le martilleaba pesadamente con cada latido del corazón, y le dolían hasta los ojos.

    Se forzó a abrir los ojos. Su visión estaba un poco borrosa, aunque quizá eso se debía a la pesadez que sentía cubriéndole la cabeza como una especie de casco muy apretado. No reconoció el techo, pero supuso que estaba en una sala de enfermería. La luz que se filtraba por la ventana le dejó saber que era de día, probablemente de mañana, a juzgar por el fresco aire que entraba a la habitación.

    —Por fin despiertas, —dijo una voz, y Naruto giró la cabeza, con dificultad, para ver a Sakura, quien estaba sentada en una silla al lado de la cama.

    —Sakura-chan… —dijo Naruto, sintiendo como si tuviera que avanzar por fango sólo para hacer salir las palabras—. ¿Cuánto…?

    —Llevas durmiendo tres días, —informó ella con una leve sonrisa—. ¿Cómo te sientes?

    —Como si me hubiera arrollado un tren.

    Sakura pestañeó.

    —¿Un… qué?

    Naruto cerró los ojos y dejó escapar un suspiro.

    —No importa. ¿Cómo están ustedes?

    —Sasuke-kun necesitó recuperarse por el uso del Sharingan, pero ambos estamos bien, —explicó Sakura—. Nos dieron una habitación a cada equipo que terminó pronto la prueba, así que hemos estado durmiendo bien, aunque tú has estado aquí en la enfermería.

    —Ya veo.

    La torre en medio del Bosque de la Muerte estaba equipada para albergar a cincuenta personas de manera cómoda. El bosque necesitaba mantenimiento y vigilancia constante, por lo que era necesario tener ninjas estacionados en todo momento, independientemente de si había un exámen en progreso o no. Por tanto, la torre tenía dormitorios, un comedor, cocina, varios baños, salas de entrenamiento, entre otras muchas cosas.

    —Naruto… —llamó Sakura. Naruto abrió los ojos y sintió un poco de aprehensión ante la intensidad de su mirada—. Hay… muchas preguntas que quiero hacerte. Sasuke-kun también. Creo que merecemos respuestas. Hemos intentado respetarte y no indagar demasiado, pero casi te mataste, y se supone que somos un equipo y…

    —Lo entiendo, —la interrumpió Naruto—. Llama a Sasuke.

    —Estoy aquí, —dijo la voz de Sasuke.

    Con la ayuda de Sakura, Naruto se incorporó pesadamente para poder sentarse y ver el resto de la habitación. Sasuke estaba al pie de la cama, recargado en la pared con los brazos cruzados. El resto de la enfermería, que consistía de otras tres camas, estaba vacía.

    —¿Ya se aseguraron de que nadie nos pueda escuchar?

    —Si, —respondió Sakura—. Sasuke fue muy concienzudo al respecto.

    Naruto asintió, sintiendo que la pesadez le cubría la mitad del rostro.

    —Bien, entonces… ¿por dónde empiezo?

    —¿Quién era ese ninja al que prácticamente evaporaste? —preguntó Sasuke—. Nunca te había visto asustado, pero ese día parecías estar aterrorizado.

    Naruto dejó escapar un suspiro.

    —No lo evaporé. De hecho, estoy razonablemente seguro de que no le hice mucho daño.

    —¿C-Cómo dices? —preguntó Sakura—. Destruiste casi un diez por ciento del bosque con ese Rasen Shuriken. No creo que incluso Kakashi-sensei pudiera resistir un ataque así.

    —Kakashi-sensei habría encontrado la forma de salir ileso. Así como estoy seguro que hizo ese ninja. —Naruto tomó una bocanada de aire fresco. La boca le sabía a metal—. Después de todo, era uno de los tres legendarios Sannin de Konoha. Orochimaru.

    Sasuke arqueó una ceja.

    —¿Uno de los tres Sannin? ¿Y qué hacía disfrazado de una kunoichi de la Hierba?

    —La Aldea de la Hierba aún es pequeña y no muchos de sus ninjas han participado en los exámenes conjuntos, —explicó Naruto—. Matarla y tomar su apariencia no levantaría sospechas, así que eso fue exactamente lo que Orochimaru hizo para poder colarse en el exámen sin que nadie se diera cuenta.

    —Un momento, —dijo Sakura con voz temblorosa—. Recuerdo haber leído sobre ese tal Orochimaru en algún lado. ¿No es un criminal peligroso de rango S? ¿Cómo es que alguien así logró colarse en la aldea donde más se le busca?

    —Los tres Sannin son ninjas excepcionales, —repuso Naruto—. No me extrañaría que ellos, especialmente un genio en el arte del camuflaje como Orochimaru, pudieran engañar incluso al Viejo Tercero.

    Sasuke bajó los brazos y se giró completamente para ver a Naruto.

    —¿Cuál es su objetivo?

    Naruto lo miró a los ojos y frunció el ceño.

    —Orochimaru tiene una única obsesión. Quiere la vida eterna para gozar de tiempo infinito para poder aprender todo el Ninjutsu habido y por haber. Para lograrlo ha cometido incontables atrocidades, y finalmente desarrolló un Jutsu que más o menos funciona, aunque es muy limitado y tiene varios contras. No conozco los detalles, sin embargo.

    —Eso no explica por qué se coló en el exámen Chunnin, —repuso Sasuke.

    Naruto alzó un dedo.

    —Uno de los requisitos de su Jutsu es poseer a otro ser humano. Robarle el cuerpo y hacerlo suyo. De esta forma prolonga un poco su vida, pero puede así robarle sus Jutsus, incluso los Kekkei Genkai. Y me temo, Sasuke, que Orochimaru pretende convertirte en su siguiente víctima.

    Sasuke se tensó. Sakura se abrazó los brazos, como si de pronto tuviera frío, y abrió mucho los ojos.

    —¡E-Eso es terrible! ¿Por qué no nos lo has dicho antes?

    Naruto bajó la cabeza y cerró los ojos. El constante martilleo en la frente y los ojos lo estaba matando.

    —Orochimaru es un ninja extremadamente poderoso, —dijo al cabo de un minuto—. Carece por completo de escrúpulos y ética, y no tendría ningún problema con matarnos si nos llega a considerar un peligro para sus planes. El único motivo por el que pude mantenerlo alejado de nosotros fue porque nos subestimó. Ya no habrá una segunda vez, pero gracias a eso he conseguido una ventaja.

    —¿Una ventaja? —preguntó Sasuke, hablando entre dientes—. ¿Qué pretendes hacer?

    Naruto abrió los ojos y alzó la mirada para ver directamente a Sasuke.

    —Pretendo negociar con él, —admitió—. Puede que sea un criminal sádico, pero es un hombre que mantiene su palabra. Si puedo convencerlo de aceptar mis términos, entonces podré prevenir…

    —¿Prevenir qué? —exigió Sasuke.

    —Les diré si fracasa la negociación con Orochimaru.

    —¿Tú estás demente? —dijo Sakura de pronto—. Le arrojaste a ese tal Orochimaru una esfera de destrucción que habría matado a cualquier otra persona y admitiste que seguramente salió intacto. ¿De verdad crees que puedes simplemente buscarlo para hablar? ¿Qué te hace pensar que no te matará ni bien te vea?

    Naruto esbozó una leve sonrisa, e incluso ese gesto le envió oleadas de dolor por los muchos cortes que aún sanaban en su cara.

    —Orochimaru es inteligente, calculador y cauteloso. Pero sobre todo es curioso. Querrá saber más sobre mi Rasen Shuriken, y se interesará más cuando descubra que tengo al Zorro de Nueve Colas en mi interior. Sé que, cuando menos, estará dispuesto a escucharme. Aun así no soy tan idiota como para simplemente acercarme sin un plan. Por eso es que necesitaba que llegáramos a la torre tan pronto como fuera posible. Orochimaru no se atreverá a atacarnos aquí, y sólo ese hecho ya me da oportunidades para acercarme a él.

    —No puedo creerlo, —dijo Sakura, sonando más enojada que preocupada—. Entiendo que hay cosas que no quieres revelar por miedo a arruinar las cosas en el futuro, pero ¿no crees que merecemos que nos cuentes estas cosas con más antelación? ¿No somos un equipo?

    Naruto suspiró pesadamente.

    —Tienes razón, Sakura-chan, he sido egoísta. Pero necesito que entiendan que toda esta situación con Orochimaru es un punto de inflexión en la historia del mundo ninja. He tenido que cuidar mis palabras y mis acciones para poder llegar a este punto. Desde el momento en que utilicé el Rasen Shuriken frente a Orochimaru ya he cambiado la historia. A partir de ahora todo lo que sucederá será diferente a como lo recuerdo… Si no actúo con cautela, podría terminar por fastidiarlo todo…

    Le temblaban los brazos y sentía un vacío en el estómago. Ya había cambiado tantas cosas que le era imposible confiar en sus recuerdos. Ahora sólo le quedaba seguir adelante y luchar desesperadamente por salvarlos a todos.

    —Les puedo prometer una cosa, —continuó, y sujetó la sábana con sus dedos vendados para aferrarse a algo—. Cuando termine mi negociación con Orochimaru, ya sea que tenga éxito o no, les contaré absolutamente todo lo importante. Y ustedes podrán decidir si quieren ayudarme o no.

    Sakura se llevó las manos al pecho y apretó los labios, luego miró a Sasuke, quien se cruzó de brazos y canturreó por lo bajo.

    —¿Cuándo planeas hablar con él? —preguntó Sasuke.

    —Cuando termine la segunda prueba nos reuniremos los aprobados en la sala de duelos, —respondió Naruto—. Orochimaru estará ahí por sólo un momento para observar y luego se irá. Será entonces cuando enviaré un clon tras él.

    Sasuke lo miró por un rato largo, luego dejó escapar un suspiro.

    —Bien, —dijo—. Pero más te vale que esta vez nos cuentes todo y no dejes nada fuera. No si quieres que sigamos confiando en ti.

    Naruto asintió.

    —Me parece bien.

    Al día siguiente, el cuarto de la segunda prueba, Naruto obtuvo permiso para salir de la enfermería. La mayoría de sus heridas ya habían sanado, incluso sus fracturas se estaban recuperando. El médico había estado perplejo, pero no había podido mantener a Naruto atado a la enfermería por siempre. Naruto le había prometido dejarle hacer más estudios médicos cuando terminase el exámen Chunnin.

    Había acabado de amanecer, por lo que fue directamente al comedor para desayunar. Ya que su ropa había quedado hecha pedazos, llevaba puesto unos pantalones y una gruesa camisa de algodón, ambos de un ligero color azulado, que le habían prestado de momento. Se sorprendió de encontrar el comedor completamente vacío, salvo por el cocinero, quien estaba removiendo una enorme cacerola de lo que parecía ser curry para el almuerzo. Naruto pidió un desayuno completo que consistía en un filete de pescado a la plancha con sal, tamagoyaki, un tazón de miso y uno de arroz blanco, y un poco de natto y té verde.

    Cuando iba por la mitad de su filete, escuchó voces que se aproximaban, y pronto vio a Kiba entrar al comedor, seguido de cerca por Shino y Hinata.

    —... así que pensé que podríamos concentrarnos en… —iba diciendo Kiba, pero se interrumpió al ver a Naruto. Entonces sonrió ampliamente—. ¡Vaya! Y yo que pensaba que no te veríamos hasta mañana.

    Naruto sonrió.

    —No te librarás tan fácilmente de mi.

    Kiba rió mientras él y su equipo pedían sus desayunos. Cuando obtuvieron sus bandejas, se sentaron en la misma mesa que Naruto. Por supuesto, Kiba hizo que Hinata se sentase al lado de Naruto antes de que ella pudiera protestar, y él y Shino se sentaron del lado opuesto.

    —¿Qué fue lo que te pasó? —preguntó Kiba mientras partía sus palillos. Su desayuno consistía sólo de pescado y miso. Akamaru comía de otro tazón, presumiblemente lleno de carne que había sobrado del día anterior—. Sasuke y Sakura no quisieron darnos detalles, pero no hace falta ser genio para saber que no se pasa cuatro días inconsciente en la enfermería por nada.

    —Tres días, —corrigió Naruto—. Desperté ayer, pero me quedé para descansar y terminar de recuperarme.

    —¿E-Estás bien, Naruto-kun? —preguntó Hinata. Ella se había pedido huevos revueltos con guarniciones de jamón y tofu, arroz, miso, y té oolong.

    —Sí, no te preocupes. Tuvimos una pelea con unos ninjas muy fuertes.

    —¿Y sólo tú saliste lastimado? —preguntó Shino. Su desayuno era el mismo que el de Naruto, pero sin el natto.

    —Sí, —respondió con un tono de finalidad. No quería tener que responder mil y una preguntas. Al menos no hasta que las hubiera respondido ya a sus propios compañeros—. ¿Ustedes cuánto tiempo llevan aquí?

    —Nos tomó doce horas llegar aquí, —dijo Kiba, mostrando sus afilados colmillos en una amplia sonrisa—. Sé que el equipo de Shikamaru llegó unas horas después que nosotros. Y ya que ustedes llegaron antes, parece que hemos logrado establecer el récord de todos los novatos aprobando la segunda prueba en menos de un día.

    —Ya lo creo que sí, —respondió Naruto. Y se daba cuenta que era verdad.

    —Pero, escucha, hay un equipo que aprobó también que es muy peligroso, —dijo Kiba, y su expresión se tornó seria.

    Naruto asintió.

    —Te refieres al equipo de ninjas de la Arena, ¿verdad? Donde está el chico pelirrojo.

    —¿Los conoces?

    —Nos los encontramos una semana antes de que empezara el exámen. Gaara, el pelirrojo, es definitivamente fuerte.

    —Lo es, —admitió Kiba, apretando los dientes—. Lo vimos matar a unos ninjas con mucha facilidad, y lo hizo por diversión, pues ya les había quitado el pergamino.

    —Es un oponente formidable, —dijo Shino.

    —No sólo eso, —dijo Naruto—. No me parece que tenga mucho interés en el exámen. Parece calmado, pero apenas contiene las ganas que tiene de matar. Si lo enfrentan, les recomiendo que abandonen la pelea.

    —¡Ja, ja! ¿Crees que vas a intimidarnos? —preguntó Kiba—. Parece que estás muy subidito si crees que sólo tú puedes hacerle frente. Todos hemos estado entrenando, ¿sabes?

    Naruto frunció el ceño.

    —Eso no fue lo que dije.

    —Como sea, no abandonaremos el exámen por nada. La tercera prueba será la última, y ahí te demostraré que yo soy el Gennin más fuerte de Konoha, —dijo Kiba. Se levantó y tomó su bandeja mientras Akamaru saltaba a su cabeza. Shino se levantó para seguirlo, pero cuando Hinata quiso hacer lo mismo, Kiba la detuvo con un gesto de su mano—. Tú quédate, Hinata. No has tenido muchas oportunidades de hablar con tu novio, ¿verdad? Nos vemos en el dormitorio al anochecer.

    Sin esperar respuesta, Kiba y Shino se fueron y se sentaron en una mesa al otro lado del comedor. Naruto se giró para ver que Hinata tenía el rostro completamente rojo.

    —Yo… lo siento por el comportamiento de Kiba. Él…

    —No tiene malas intenciones, lo sé, —dijo Naruto con una sonrisa.

    Hinata jugueteó con sus dedos, mirando su comida como si fuera la cosa más interesante del mundo. Mientras ella decidía qué palabras decir, Naruto continuó comiendo hasta que sólo quedó su miso. Fue cuando ya llevaba la mitad que Hinata finalmente reunió el coraje para hablar de nuevo.

    —Um, Naruto-kun… Yo… Bueno, estaba pensando… Um…

    —Hinata, —dijo Naruto, dejando el tazón vacío sobre la mesa y girando la cabeza para verla—. Hay algo muy importante de lo que quiero hablar contigo. No creo que justo en medio del exámen Chunnin sea el mejor momento, así que me gustaría que hablemos en cuanto termine.

    —¿Cuando termine el exámen? —preguntó ella.

    Naruto asintió.

    —Ahora mismo creo que debemos concentrarnos en dar nuestro mejor esfuerzo. Me parece que después del exámen nos darán una semana libre de trabajo. Podemos reunirnos entonces, ¿te parece?

    —Yo… —Hinata pareció decepcionada, pero sólo duró un momento, pues al final le ofreció a Naruto una sonrisa—. Claro.

    Habiendo establecido su intención de contarle todo a Hinata y una fecha para hacerlo, Naruto se sintió más ligero, como si se hubiera quitado unas pesas que no sabía que tenía puestas. Le pidió a Hinata que le platicara sobre sus misiones, y se encontró disfrutando de la suavidad de su voz y de la serenidad que le provocaba.

    Conforme pasaron los minutos, Hinata habló cada vez más segura, y Naruto se sintió casi nostálgico. Una vez que habían comenzado su relación oficialmente, habían pasado horas simplemente hablando, de cualquier cosa, y Naruto había decidido que no había nada que le gustase más que escuchar la voz de Hinata. Y en ese momento, esa misma voz hacía desaparecer casi por completo el dolor de sus heridas, y la pesadez alrededor de su cabeza, como una nube especialmente densa, prácticamente se evaporó.

    Fue cuando Hinata dejó de hablar repentinamente, apretando los labios en una fina línea, que Naruto se dio cuenta que había llegado más gente al comedor. Giró la cabeza para ver a Neji, quien caminaba hacia el mostrador sin dignarse a mirar a nadie más. O al menos esa parecía haber sido su intención, pero entonces se detuvo al lado de Naruto y se volvió para verlo.

    —Tú, ¿cómo te llamas?

    Naruto sintió los hombros tensos. Estando tan cerca podía notar mucho más el enorme parecido que tenía su hija con Neji. Se forzó para mostrarle una sonrisa.

    —¿No te han dicho nunca que deberías presentarte antes de exigir a otros su nombre? —preguntó, burlón. Neji frunció el ceño, pero antes de que pudiera hablar, Naruto se encogió de hombros—. Pero ya que te molestaste en venir, supongo que no pasa nada por responderte. Me llamo Naruto Uzumaki. Me alegra haber llamado tu atención, Neji.

    Los ojos de Neji se crisparon.

    —Sabes mi nombre.

    —Sí.

    Hubo un momento de incómodo silencio. Neji fue el que lo rompió.

    —Tú ocasionaste la explosión del bosque hace cuatro días. ¿Cómo lo hiciste?

    Naruto tuvo suerte de no haber estado comiendo, o probablemente se habría atragantado con el bocado. Mantuvo la expresión lo más neutra que pudo, aunque sabía que no era lo suficientemente bueno como para engañar al ojo analítico de Neji.

    —¿Qué te hace pensar que fui yo?

    —Simplemente analicé la información y la evidencia que recolecté.

    Así que no tenía intención de explicarse. Bueno, Naruto sabía cómo funcionaba el Byakugan, y se hacía una idea de cómo Neji había hilado los cabos. Pero, ¿por qué quería confirmarlo? ¿Qué ganaba con eso? Naruto decidió fingir ignorancia.

    —No sé de qué información hablas, pero yo no ocasioné esa explosión. Apenas y salí con vida, después de todo.

    Neji hizo chasquear la lengua.

    —Entiendo que no me quieres decir. No importa. Sólo quería confirmar mi suposición. Te diré que me alegra que haya gente tan fuerte en el exámen. Espero enfrentarme a ti y a tu compañero, el chico Uchiha.

    Tras eso, se giró y continuó su camino para conseguir comida. Sin embargo, en lugar de comer ahí mismo, se llevó la bandeja, probablemente para comer en su dormitorio. Naruto hizo puños con las manos en un intento de dejar de temblar. Si sólo hablar con Neji lo ponía tan tenso, ¿cómo iba a pelear contra él? Eso, claro, suponiendo que los emparejamientos fueran los mismos. Naruto supuso que tendría que hacer algo al respecto.

    —¿Naruto-kun?

    Naruto se crispó, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda. Se giró hacia Hinata, haciendo su mejor esfuerzo por ocultar el susto que le había dado.

    —Ah, sí. Me decías que tuvieron que arreglar un techo.

    Hinata frunció el ceño y apretó los labios.

    —Naruto-kun, —dijo en voz baja—. Sí fuiste tú el que hizo esa explosión, ¿verdad? Me pareció reconocer tu Chakra.

    Naruto se mordió el interior de la mejilla. Cuando respondió, lo hizo en voz tan baja que casi fue un susurro.

    —Es parte de lo que quiero hablar contigo cuando termine el exámen, —dijo—. Pero sí, fui yo.

    —¿Por qué lo ocultas? —preguntó Hinata, e inmediatamente se le enrojeció la cara—. Um, no es que sea de mi incumbencia, pero… Um…

    Naruto le sonrió.

    —Hay cosas que tengo que hacer, y el que la gente sospeche de mí me hará las cosas más difíciles. Ya te lo contaré todo cuando hablemos.

    —Um… De acuerdo. Pero, si lo quieres mantener en secreto por ahora… ¿por qué me lo dices a mí?

    Naruto soltó una risita y se levantó.

    —Porque no me puedo forzar a mentirte a ti, —admitió—. Iré a mi dormitorio. Nos vemos mañana.

    Y se fue sin esperar a que Hinata le pudiera hacer más preguntas.

    Cuando llegó a la habitación que compartía con Sasuke y Sakura, Naruto descubrió que Iruka-sensei le había llevado ropa nueva. Sorpresivamente, era un conjunto de combate tradicional. La ropa interior consistía de una malla torsal con protector frontal y trasero que le llegaba hasta la mitad de los bíceps, y una malla para las piernas que casi le llegaba a las rodillas. También tenía protectores que le cubrían los brazos desde los codos hasta el dorso de las manos. Los pantalones eran negros y hechos de tela gruesa, y se amarraban con diminutos ganchos a la cintura y con lazos que necesitaban amarrarse en descendentes círculos desde las rodillas hasta los tobillos. La amplia túnica que le cubría el torso y los brazos también era negra, aunque las costuras eran de color anaranjado, y en la parte trasera tenía el remolino que era el símbolo del clan Uzumaki.

    Por supuesto, Naruto también se ajustó el estuche de armas al muslo derecho y sus bolsos de utilidad con un cinturón de gruesa tela negra.

    La puerta se abrió, y Naruto se giró para ver a Sakura, quien se había quedado quieta en la entrada, con una mano sosteniendo el pomo de la puerta. Ella pestañeó por un momento antes de entrar por completo.

    —Lo siento, —dijo ella con un leve rubor en las mejillas—. Es sólo que… Wow, no estoy nada acostumbrada a verte vistiendo otro color que no sea naranja.

    —No te acostumbres, —repuso Naruto con una sonrisa—. Hubo una época en la que intenté vestir de negro, pero… el naranja es mi color.

    —Ya… —Sakura lo miró un momento más—. Sasuke-kun nos espera en la sala de entrenamiento tres.

    Naruto asintió y siguió a su compañera. Aunque aún le dolía el cuerpo, ya se había recuperado lo suficiente como para tener unos duelos de entrenamiento con su equipo. Después de todo, considerando que también había visto a los tres ninjas del Sonido dando vueltas, Naruto sabía que habían aprobado los suficientes Gennins como para que se celebraran las batallas preliminares antes de la tercera prueba.
     
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    Keilani

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    El autor avisando que todo va a cambiar desde este punto :v, bueno... hubiera jurado que el volver a Naruto esa persona que persigue a Sasuke era un hecho inevitable, aún lo creo, pero habrá que esperar que deciden los diferentes personajes.
     
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    ¡Ey!

    He regresado de vacaciones. Espero que todos tengan un agradable año nuevo. Les dejo el siguiente capítulo del fic, el último antes de continuar con los combates de las preliminares. Espero que sea de su agrado.

    Capítulo 22. Negociación


    Al dar las doce del quinto día, se dio por finalizada oficialmente la segunda prueba del Exámen de Selección Chunnin. Los Chunnin que trabajaban en la torre no dejaban de comentar lo asombroso que era que veintiún participantes hubieran llegado tan lejos, y que nueve de ellos eran novatos recién salidos de la academia. Naruto no podía dejar de pensar en lo extraño que era que aprobaran exactamente las mismas personas. ¿Orochimaru había manipulado los resultados hasta ese grado? Ciertamente, tres de los equipos estaban bajo su control.

    Naruto tenía muchas ganas de ver si los combates preliminares sucederían en el mismo orden y entre las mismas personas, pero lamentablemente era sólo un clon, y su misión en la vida en ese momento era deslizarse por los pasillos de la torre para evitar que lo detectaran. Después de todo, no quería tener que dar explicaciones a nadie, y el Naruto original sólo había creado un clon, así que tampoco era como que pudiera deshacer el Jutsu para escapar de un interrogatorio no deseado.

    Podía sentir una crispación en la base de la nuca, una leve sensación que indicaba su conexión con el cuerpo original. Podía sentir las intenciones y las órdenes mediante este enlace, y se vería obligado a obedecer, pues también eran su propia voluntad. Ser un clon podía ser confuso si uno se ponía a pensar al respecto. Lo mejor era ignorar esas cuestiones existenciales y concentrarse en su misión. Después de todo, en algún momento dejaría de ser un clon y regresaría a ser el Naruto original.

    Salió a la terraza del décimo piso de la torre. Desde ahí tenía una buena vista del resto del Bosque de la Muerte. A la lejanía estaba el resultado del Rasen Shuriken, un enorme espacio donde sólo había tierra y escombros, asomándose por entre el follaje como una cicatriz en la frente de alguien oculta sólo por unos cuantos mechones de pelo. Consideró por sólo un momento disculparse con el Viejo Tercero por la enorme cantidad de trabajo que le había dado al destrozar tanto el bosque, pero recordó que ese era un problema del Naruto original, así que decidió dejar de pensar en eso.

    Siguió el camino circular de la terraza, que rodeaba el décimo piso de la torre, hasta que notó a un hombre recargado en la barandilla con una postura tan relajada que Naruto casi lo confundió con un Chunnin en su descanso. Pero entonces el ninja alzó la mirada, y Naruto sintió un escalofrío que le caló los huesos de la columna. Sí, ese definitivamente era Orochimaru.

    La habilidad del Sannin para adoptar otras apariencias era ciertamente terrorífica. En ese momento tenía la quijada redondeada y las mejillas lisas. Su nariz era pequeña y ancha, y sus ojos eran grandes y ovalados. Lo único que revelaba su verdadera identidad era la pupila en forma de línea vertical, como la de un reptil, y Naruto sospechaba que Orochimaru había decidido no ocultar ese rasgo suyo simplemente para ver cuánto tardaba alguien en hilar los cabos y descubrirlo. Tenía un sentido del humor de lo más extraño.

    Naruto se detuvo a sólo unos pasos de él, sintiendo el corazón en la garganta, y le sostuvo la mirada.

    —Así que fuiste tú el que me citó aquí, —dijo Orochimaru con un tono de burla mezclado con curiosidad—. ¿Querías asegurarte de realmente haberme matado?

    A pesar de la pose relajada y confiada, Naruto pudo notar que Orochimaru estaba muy decididamente apoyado en su pierna izquierda. Decidió no hacerle saber que lo había notado.

    —No quería matarte, —respondió en su lugar—. Sólo quería asegurarme de que no llegaras a Sasuke.

    Orochimaru sonrió, y a Naruto le pareció que sus caninos eran un poco demasiado afilados.

    —Asumo que Sasuke-kun es el motivo por el que me llamaste, —dijo—. Si es así, entonces me temo que, sea lo que sea que quieras darme a cambio, no es ni medianamente suficiente para hacerme cambiar de opinión. De hecho, ni siquiera será suficiente para evitar que te mate, siendo que pareces saber demasiado.

    Naruto cruzó los brazos detrás de la cabeza y canturreó un poco.

    —Sé mucho más de lo que crees, —dijo—. De hecho, sé tanto que ya estoy en el extremo opuesto del interés que tienes por verme muerto. Estoy seguro de que poseo información que te interesa, información por la que matarías, o, en este caso, por la que dejarías vivir.

    —Eres un niño muy impertinente, ¿te lo han dicho alguna vez? No me gusta que me hagan perder mi tiempo, y tú ya me has hecho desperdiciar…

    —Vida eterna, —interrumpió Naruto, y sintió conseguir la victoria por el simple hecho de hacer que Orochimaru lo mirase con tal nivel de perplejidad—, para tener tiempo ilimitado y así aprender todo el Ninjutsu habido y por haber. Eso es lo que quieres conseguir, ¿me equivoco?

    Orochimaru arqueó una ceja, y luego sonrió tan ampliamente que su boca pareció partir su rostro en dos. A Naruto se le revolvió un poco el estómago.

    —¿Estás diciendo que sabes cómo conseguir eso? ¿Tú? Yo he pasado los últimos treinta años investigando y haciendo experimentos, ¿y tú vienes a decirme que sabes cómo conseguir la vida eterna? ¿Y esperas que te crea? —dejó de sonreír y frunció el ceño, y Naruto se esforzó por no salir corriendo—. Mereces que te mate sólo por eso.

    En ese momento, Naruto sintió un ligero desplazamiento de aire a su espalda, y de pronto se encontró con un kunai en el cuello.

    —Permítame, Lord Orochimaru, —dijo la voz de Kabuto.

    Naruto forzó una sonrisa ladeada.

    —Kabuto, eres un ninja de grandiosas habilidades y talento innato, pero parece que aún te falta entrenar, pues no te has dado cuenta de que soy sólo un clon.

    El kunai en su cuello se tensó, y sintió un agudo pinchazo al hacerle un diminuto corte.

    —Kabuto, —dijo Orochimaru, su sonrisa más taimada—. Baja el kunai.

    —Pero…

    —Dice la verdad, —le interrumpió mientras miraba fijamente a Naruto—. No es más que un clon. Y en cuanto lo destruyas, el verdadero alertará al vejestorio del Tercer Hokage, y tendremos a toda la aldea encima antes de que terminemos de cruzar el Bosque de la Muerte. ¿O me equivoco?

    Naruto simplemente se encogió de hombros. Tras sólo unos pocos segundos, Kabuto retiró el kunai del cuello de Naruto y caminó para posicionarse al lado de Orochimaru.

    —La verdad es que sería un desperdicio matarte, —dijo Orochimaru—. Ese Jutsu que utilizaste hace varios días fue sorpresivamente poderoso. Quizá debería capturarte y experimentar en tu cuerpo.

    —Aunque eso suena tentador, —repuso Naruto—, me temo que tendré que negarme. A cambio, te ofrezco ignorar todas tus amenazas con tal de que, cuando menos, escuches lo que tengo que decir.

    Orochimaru rió.

    —Bien, de acuerdo. Te escucharé. Pero será mejor que te apresures. Estás haciendo que me pierda los combates de mis queridos pupilos.

    Naruto sintió que se le escapaba un suspiro. Había logrado interesar lo suficiente a Orochimaru. Ahora necesitaba establecer la mesa de negociación apropiadamente. Se dijo que este era precisamente el tipo de situación por la que Shikamaru lo había obligado a asistir a las reuniones del consejo donde hablaban sobre comercio internacional. Era en este momento donde sabría si de verdad había aprendido a negociar apropiadamente.

    —Primero que nada, —comenzó Naruto—, te diré qué es lo que quiero de ti. Luego te diré todo lo que sé sobre cómo conseguir lo que más anhelas.

    —Sé que pretendes usar tu Jutsu para poseer el cuerpo de Sasuke con la esperanza de conseguir más poder y habilidades. También sé que estás manipulando a la Aldea de la Arena para invadir Konoha. —Sintió un escalofrío recorrer su cuerpo cuando Orochimaru y Kabuto fruncieron el ceño al mismo tiempo. Se apresuró a continuar—. Si la información que te voy a dar te parece útil, entonces quiero que desistas de estas dos cosas. Y, de ser posible, que te vuelvas un aliado.

    —¿Un aliado? —dijo Orochimaru con una sonrisa burlona—. ¿De Konoha o tuyo?

    —De la humanidad, —repuso Naruto, imitando la misma sonrisa del Sannin.

    —¿Qué estupideces estás diciendo? —preguntó Kabuto, mirando a Naruto como si estuviera viendo un insecto particularmente desagradable.

    —Orochimaru, —dijo Naruto, ignorando a Kabuto—, ¿qué sabes de la Diosa Conejo?

    —¿Oh? Bueno, esa es una pregunta interesante, —dijo Orochimaru, sujetándose la barbilla con dos dedos—. Dice la leyenda que fue ella la que originó el Chakra en este mundo. Aunque muchos piensan que eso fue una mentira que utilizó para gobernar.

    —Técnicamente ella no originó nada, —explicó Naruto—, pero sí fue la causante de que podamos usar el Chakra. Luego fue su hijo, el Sabio de los Seis Caminos, quien creó el Ninjutsu.

    —¿El Sabio de los Seis Caminos es hijo de la Diosa Conejo? —dijo Kabuto—. Eso sí que es ridículo.

    Naruto se encogió de hombros.

    —Bueno, eso es irrelevante en este momento, así que no importa si me creen o no. Lo que sí importa es lo siguiente. La Diosa Conejo perteneció a un clan extremadamente poderoso. Los Ootsutsuki.

    —Kaguya Ootsutsuki era el nombre de la Diosa Conejo, —confirmó Orochimaru—. Al menos eso es verdad. Aunque nunca había escuchado que fuera el nombre de un clan.

    —Es un clan desconocido, pues provienen de otros mundos, —explicó Naruto—. Planetas o dimensiones, no lo sé con certeza. Pero su Ninjutsu Espacio-Tiempo es tan poderoso que escapa de toda comprensión humana. Los Ootsutsuki también desarrollaron un Jutsu especial que les permite vivir eternamente e incluso trascender la muerte. Parecido al Jutsu que tú mismo desarrollaste, Orochimaru, pero perfeccionado.

    Orochimaru arqueó ambas cejas.

    —¿Perfeccionado?

    Naruto asintió.

    —Tu Jutsu requiere de una serie de pasos para funcionar, y aún así depende de la salud física de la persona a la que posees. Pues así como heredas sus Jutsus, también heredas sus enfermedades, ¿no es así?

    Kabuto dio un paso al frente.

    —¿Cómo es que sabes tanto?

    —Sin embargo, —continuó Naruto sin dejar de ver a Orochimaru—, el Jutsu de los Ootsutsuki únicamente requiere de cierta compatibilidad, aunque no conozco los detalles. Y una vez implantado el Jutsu en su próximo receptáculo, no se puede retirar. Incluso si el Ootsutsuki es asesinado, puede volver a la vida mediante este Jutsu, tomando posesión de la persona.

    Orochimaru ladeó la cabeza.

    —¿Te das cuenta de lo ridículo que suena todo esto?

    —Por supuesto, —admitió Naruto—. Pero no vine a negociar sólo con una historia. Verás, los Ootsutsuki siempre viajan en pares. Kaguya no vino sola.

    —Eso es irrelevante, —dijo Kabuto—. Se supone que la Diosa Conejo vivió hace mil años. Nadie vive por tanto tiempo.

    Naruto se cruzó de brazos.

    —¿Acaso no estás escuchando? Acabo de decir que los Ootsutsuki son prácticamente inmortales. El compañero de Kaguya sigue con vida, aunque está tan debilitado que está escondido, buscando desesperadamente un receptáculo adecuado para poder recuperar su fuerza.

    Orochimaru sonrió nuevamente.

    —Ya veo. Así que a esto querías llegar.

    —¿Lord Orochimaru? —dijo Kabuto, girándose hacia el Sannin con expresión perpleja.

    —Si prometo no atacar Konoha ni intentar convertir a Sasuke en mi receptáculo, tú me dirás en dónde se encuentra ese Ootsutsuki. ¿Es eso?

    Naruto negó con la cabeza.

    —Aunque sé más o menos en dónde se oculta, no considero que sea una buena idea acercarse a él sin cuidado. Aún estando tan debilitado, ese hombre es tan poderoso que podría luchar contra los cinco Kages al mismo tiempo y matarlos antes de que tengan oportunidad de prepararse. Del mismo modo que tus muchas víctimas no pudieron hacer absolutamente nada para defenderse de ti, tú no podrías hacer absolutamente nada ante él.

    —Si no piensas decirme dónde está, entonces ¿por qué tendría que hacer ningún trato contigo?

    —No es que no te vaya a decir nunca, —dijo Naruto—. A fin de cuentas, pretendo que trabajemos juntos para derrotarlo. Si podemos capturarlo con vida, podrás experimentar en él todo lo que quieras y robarle todos sus Jutsus, siempre que compartas tus descubrimientos. Después de todo, él no es el único Ootsutsuki, y necesitaremos saber más sobre ellos para prepararnos para cuando decidan venir más.

    —Hablas como si estuvieras seguro de que vendrán, —dijo Kabuto.

    Naruto sintió que le temblaban las comisuras de los labios. Una sola gota de sudor le recorrió el lado izquierdo del rostro.

    —Lo siento, pero esa información no forma parte del trato, —se volvió hacia Orochimaru—. Recapitulemos. Si aceptas no hacer daño a Konoha ni a ningún ninja aliado con la aldea, te diré todo lo que sé sobre los Ootsutsuki. Trabajaré contigo para asegurar que podemos derrotar al miembro de ese clan que sigue con vida, y podrás hacer todos los experimentos que quieras en él, incluso robarle sus Jutsus de inmortalidad, siempre que compartas toda la información que recolectes conmigo y mis aliados.

    Orochimaru canturreó, rascando perezosamente su barbilla.

    —Antes de decidir nada, necesito una prueba de que lo que me estás diciendo es verdad. No prometeré nada sin una garantía.

    —La única prueba que tengo en este momento es decirte el área donde podrás encontrar a ese hombre. Pero eso sería enviarte a tu muerte y posiblemente condenar al mundo entero, —dijo Naruto—. En su lugar, puedo ofrecerte un poco de información sobre Akatsuki. Información que ni siquiera Kabuto es capaz de conseguir.

    Kabuto rió.

    —Eso tiene que ser lo más arrogante que he escuchado decir a nadie.

    —Pero es verdad, —repuso Naruto—. Tu único punto de contacto es Sasori, ¿no es verdad? Él y Deidara son probablemente los que menos saben sobre los verdaderos objetivos de Akatsuki. Incluso Itachi, recién llegado, ha podido conseguir más información de la que tú jamás podrás.

    En la mano de Kabuto apareció de pronto un fino bisturí, mientras el ninja perdía su sonrisa.

    —El sólo hecho de saber tanto te hace peligroso, pero tu arrogancia ya me ha colmado la paciencia. Lord Orochimaru, al menos permíteme cortarle los tendones.

    —No te precipites, Kabuto, —dijo Orochimaru. Su sonrisa era mucho más contenida que antes, como si fuera una máscara para ocultar sus verdaderos pensamientos—. Dudo que logres nada productivo con atacarlo. —Concentró su mirada en Naruto—. Es ciertamente tentador saber más sobre Akatsuki, pero no puedo confiar en que la información que me des sea fiable o útil. No detendré mis planes por algo que no me supone una ventaja inmediata.

    Naruto sintió que se le secaba la garganta.

    —Entonces…

    —Entonces, —interrumpió Orochimaru, y mostró sus afilados caninos en una torcida sonrisa—, ya que esencialmente me estás pidiendo dos cosas, yo te pediré dos cosas a cambio.

    Naruto arqueó una ceja.

    —Tú quieres que detenga la invasión. Considerando que lo sabes, prácticamente acabas de arruinar esos planes. Como compensación, quiero que me entretengas durante la tercera prueba del exámen. Destruiste una buena parte del Bosque de la Muerte sólo para mantenerme alejado, así que estoy seguro de que conoces muchos otros Jutsus interesantes.

    —¿Quieres que te entretenga? De todas formas planeo aprobar el exámen.

    Orochimaru soltó una carcajada.

    —No sólo quiero que apruebes. Quiero que me muestres tantos Jutsus distintos como puedas. Quiero que me demuestres que vale la pena escucharte, que vale la pena indagar en lo que me has dicho sobre ese supuesto clan que tiene Jutsus de inmortalidad. Si das un espectáculo mediocre te mataré y dejaré que el Zorro de Nueve Colas destruya por completo la aldea.

    —Ah, —dijo Naruto, cruzando los brazos—. Así que te diste cuenta.

    —Lo sospeché por la cantidad de Chakra que tienes, —confesó Orochimaru—, pero tú lo acabas de confirmar.

    Naruto cerró los ojos y dejó escapar un suspiro.

    —En fin, si entendí bien, a cambio de detener la invasión, quieres que demuestre de lo que soy capaz durante el torneo de la tercera prueba del exámen Chunnin.

    —Exactamente, —dijo Orochimaru, asintiendo—. Si el Ootsutsuki que vino con Kaguya es tan fuerte como dices, quiero comprobar que por lo menos estás a un nivel suficiente como para no entorpecerme.

    —Bien, daré mi mejor esfuerzo para sorprenderte, —repuso Naruto—. ¿cuál es la segunda cosa?

    Orochimaru puso los brazos como jarras y ladeó la cabeza.

    —Quieres que renuncie a Sasuke-kun como mi receptáculo. Eso es más difícil de conceder que el tema de la invasión. Seguro que lo entiendes.

    —Si pretendes que te busque un reemplazo, entonces me temo que tendré que negarme.

    —Oh, no te preocupes por eso. No me falta gente dispuesta a ofrecerse para el trabajo. Sasuke-kun es simplemente el más interesante, y también sirve como una suerte de venganza poética. Pero eso no nos concierne en este momento.

    —Bien, —dijo Naruto—. Entonces, ¿qué quieres a cambio de dejar en paz a Sasuke?

    Orochimaru alzó los brazos en un gesto despreocupado.

    —Te tomaré la oferta de información, pero con resultados. Me dirás todo lo que sabes sobre Akatsuki, y me ayudarás a destruirlos.

    Naruto se llevó una mano a la barbilla.

    —Destruir Akatsuki ya estaba dentro de mis planes. Tu poder definitivamente será de gran ayuda. Si estás de acuerdo con trabajar en equipo, entonces acepto esta condición.

    Orochimaru dejó caer los brazos a los costados y asintió.

    —Bien. Hablaremos de ello después del torneo. Ahora mismo quiero regresar a los combates preliminares. Con suerte mis pupilos aún no han participado.

    —Una cosa más, —dijo Naruto, evitando que Orochimaru se fuera tan rápido—. Es posible que consideres acelerar la invasión para fastidiarme. Si la idea te pasa por la cabeza, te sugiero que la ignores. Y no tomes esto como una amenaza, sino como un consejo de genuina preocupación. Nuestros objetivos no son tan distintos, y el enemigo es demasiado poderoso. Si todos los miembros actuales de Akatsuki fueran a atacar al hombre Ootsutsuki, ninguno regresaría con vida. Si hay una sóla frase que deberías creer de todas las que te he dicho, es esa. Sé que eres un hombre sensato, y sé que sabes admitir cuando alguien es más fuerte que tú.

    —Eso parece algo que tú aún no sabes hacer, —dijo Kabuto con tono burlón.

    —Sin embargo, ya lo he hecho, —repuso Naruto—. Sé perfectamente que nunca seré tan fuerte como el hombre Ootsutsuki en la cumbre de su poder. Nuestra única opción es atacarlo ahora que está debilitado con la mayor fuerza posible. Si ustedes me traicionan, no sólo nunca les diré en dónde se encuentra, sino que tampoco compartiré lo que descubra sobre sus habilidades.

    Orochimaru le ofreció una sonrisa ladeada.

    —Suena interesante. De acuerdo, tienes mi palabra de que no aceleraré los planes de invasión. Por supuesto, si eres tú quien alerta a alguien al respecto, entonces no habrá ningún trato. Me llevaré a Sasuke-kun, destruiré Konoha, y te capturaré aún si tengo que cortarte los brazos y las piernas y te forzaré a presenciarlo todo.

    Naruto sintió un desagradable calor esparciéndose desde su pecho hasta los dedos de los pies. Entendía que Orochimaru no estaba faroleando ni exagerando. Haciendo su mejor esfuerzo por no temblar, estiró un brazo al frente y le ofreció la mano a Orochimaru.

    —Es un trato, entonces.

    Orochimaru le tomó la mano y le dio un fuerte apretón.

    —Espero con ansias la tercera prueba.
     
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    Hakuno

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    Capítulo 23. Preliminares

    Esa mañana, un clon de Naruto esperó a que los tres ninjas de la Aldea del Sonido estuvieran fuera del dormitorio que se les había asignado y coló una nota debajo de la puerta. Antes de que Orochimaru pudiera descubrirlo, deshizo el Jutsu que lo creó y desapareció en una nube de vapor.

    Después del desayuno, Naruto creó otro clon y lo mandó al punto de encuentro para negociar con Orochimaru. Más que una negociación completamente exitosa, Naruto esperaba que su clon no fuese destruido demasiado pronto. No le gustaría tener que explicar a nadie por qué creaba clones sólo para mandarlos a otro lado.

    —La segunda prueba terminará al mediodía, —les informó Kakashi-sensei en cuanto regresaron al dormitorio después de desayunar. Él y el resto de capitanes habían llegado unas horas antes—. Los aprobados deben reunirse en la sala de entrenamiento dos para recibir las siguientes instrucciones.

    —Aún no puedo creer que todos los novatos de Konoha hayamos llegado tan lejos, —dijo Sakura.

    —Los participantes esta vez no eran la gran cosa, —repuso Sasuke.

    —Tal vez se sienta de esa forma, —dijo Kakashi-sensei—, pero les recomiendo que no se confíen. Sólo quedan los más fuertes y resistentes. A partir de ahora es posible que tengan que luchar con todas sus fuerzas.

    —Aprobamos veintiún personas, ¿no es así? —dijo Naruto—. Lo más seguro es que haya alguna prueba preliminar para reducir el número.

    —¿Eh? ¿Reducirlo? —preguntó Sakura.

    —Naruto tiene razón, —dijo Kakashi-sensei, encogiéndose de hombros—. Son demasiados, y eso haría que la tercera prueba tome más tiempo del necesario. Bueno, ya les explicarán el resto en la reunión.

    Sólo tenían una hora, así que decidieron ir a la sala de entrenamientos dos de una vez. Los examinadores, asistentes y los otros capitanes ya estaban ahí. Kakashi-sensei fue el último de ellos, aunque no se podía decir que llegaba tarde, pues había acompañado a su equipo. Orochimaru, que estaba disfrazado, también estaba ahí. Naruto cruzó los dedos porque ese fuera un clon, o porque, como él, hubiera mandado un clon a la cita que le había pedido. Sea como fuere, Naruto tenía que actuar como si no supiera quién era, así que mantuvo la mirada en Kakashi-sensei.

    El equipo de Naruto no fue el primero en llegar. Cuando entraron a la sala ya estaba formado el equipo de Gaara. Este le lanzó una mirada a Naruto durante sólo un momento, luego se volvió para mirar al frente. El resto de equipos llegaron y se formaron en líneas. Eran exactamente los mismos que había aprobado la segunda prueba en los recuerdos de Naruto. Los nueve novatos, más el equipo de Guy-sensei. El equipo de Kabuto, el de Gaara, y el de Orochimaru.

    Llegó el Viejo Tercero y comenzó a explicar el propósito del exámen Chunnin. Naruto sabía la historia, pero aun así se sorprendió por las diferencias. En estos tiempos, el exámen era un reemplazo para la guerra. Sin embargo, en el futuro era considerado más un espectáculo para las masas que atraía turismo y, por lo tanto, ingresos a la aldea. La perspectiva de una sociedad en tiempos de paz era ciertamente distinta a una en tiempos de guerra, pero el objetivo de ganar prestigio y dinero seguía siendo el mismo.

    Interesante.

    Justo cuando el Viejo Tercero comenzaba a irse por las ramas, un ninja apareció con el Jutsu de Transporte. Compartió unas palabras con el Hokage y luego se incorporó, girándose para ver a los Gennin.

    —Mi nombre es Hayate Gekkou, —dijo, luego se tomó unos segundos para toser—. Antes de la tercera prueba, tendrán que participar en un evento preliminar para decidir quienes participarán en el evento principal.

    —Esto es lo que nos dijo Kakashi-sensei, —susurró Sakura.

    —Parece que las primeras dos pruebas fueron demasiado fáciles, —explicó Hayate—. Tal como explicó el Lord Tercero, durante la tercera prueba habrán invitados muy importantes cuyas agendas están muy ocupadas. La tercera prueba consistirá de combates, así que no podemos tener a demasiadas personas compitiendo y hacerle perder el tiempo a nuestros honorables invitados.

    Hayate hizo otra pausa para toser otro poco. Naruto se preguntó si aquello era contagioso.

    —En fin, debido a que el evento preliminar empezará inmediatamente, cualquiera que no se sienta con la confianza de continuar, por favor dé un paso al frente. Ah, por cierto, a partir de este momento, el exámen Chunnin ha pasado a ser de índole individual, así que no afectarán a sus compañeros si se retiran.

    Hubo un silencio de unos segundos, y entonces una única mano se alzó entre la multitud de Gennin.

    —Yo… deseo retirarme, —dijo el ninja.

    Naruto se giró para ver a Kabuto. Si la memoria no le fallaba, Kabuto se había retirado fingiendo heridas y cansancio, pero ahora se le veía bastante bien. Naruto quería saber cuál sería su excusa, pero nadie le preguntó, y Kabuto sencillamente caminó hacia la salida y desapareció. ¿Habría ido a darle apoyo a Orochimaru? Naruto supuso que lo descubriría pronto.

    —Kabuto Yakushi de Konoha, —dijo Hayate, tachando ese nombre de una lista—. ¿Alguien más desea retirarse?

    Nadie más lo hizo.

    —Vale. Entonces, ahora dará comienzo el evento preliminar. Ya que tan amablemente nos han dejado con un número par de participantes, específicamente veinte, será muy sencillo reducir el número a la mitad, lo cual será mucho más manejable para la tercera prueba, —explicó Hayate entre sesiones de tos—. El método más sencillo será mediante combates uno a uno. Podrán pelear con todas sus fuerzas, pero tengan en cuenta que, aunque detendré la pelea y declararé un ganador si así lo considero necesario, es posible que mueran. ¿Están seguros todos de querer continuar?

    Naruto notó a algunos de los otros ninjas de Konoha moviéndose incómodos, pero ninguno decidió abandonar el exámen.

    —Ábranlo, —anunció la voz de Anko. Uno de los paneles laterales se abrió para dar paso a una enorme pantalla.

    Naruto sintió una oleada de nostalgia al ver esa pantalla. Era ahí en donde se mostrarían los nombres de los combatientes. En el futuro, la tecnología había avanzado tanto que cualquier pantalla era a color, y los dispositivos computacionales eran tan complejos que podían realizar todo tipo de tareas. En este momento, sin embargo, Naruto sabía que no había mucho que esa máquina pudiera hacer. Estaba seguro de que los nombres de los combatientes serían escogidos por un Chunnin y no por una máquina de selección aleatoria.

    Así, pues, no supo si sentirse sorprendido ante el hecho de ver los nombres de los dos primeros combatientes.

    —Tenten contra Temari, —anunció Hayate—. Ustedes dos, permanezcan aquí. El resto, por favor suban a los balcones para no estorbar.

    Mientras Naruto se unía a su equipo en los balcones, hizo todo lo posible por recordar el orden de los combates. Estaba seguro que Sasuke había ido primero en sus recuerdos, lo que significaba que eso ya había cambiado, pero, ¿también habrían cambiado las parejas? Quería poder comparar esos datos, por si le ayudaba a discernir el secreto de su viaje en el tiempo.

    —¡Vamos, Tenten! ¡Enséñale de qué estás hecha! —gritó Rock Lee casi en el oído de Naruto. Todos los ninjas de Konoha se habían ido al mismo balcón, mientras que los de otras aldeas habían ido al opuesto.

    —¡Comiencen!

    Inmediatamente, Tenten saltó hacia atrás para alargar la distancia con Temari, quien simplemente la miró con una sonrisa burlona. Tenten tomó unos shuriken y se los arrojó. Temari tomó un poco de aire y sopló, y su Chakra creó corrientes de aire que desviaron las armas, haciéndolas caer a sus pies.

    —¿Tenten falló? —exclamó Rock Lee.

    Shikamaru, que estaba al otro lado de Naruto, canturreó con pereza.

    —Parece que la Arena ganará el primer combate.

    Naruto asintió. No porque Temari hubiera bloqueado el primer ataque de Tenten, sino porque Tenten se había tensado por completo, como si fuera incapaz de comprender que había fallado un ataque. Como regla general, un ninja siempre tenía que tener presente que cualquiera de sus ataques podría fallar o ser bloqueado. No existía tal cosa como los Jutsus que siempre acertaban. Incluso aquellos provenientes de Kekkei Genkai tan poderosos como el Sharingan o el Byakugan podían ser bloqueados si se contaba con la información y la preparación suficientes.

    Pero Tenten, en ese momento, había estado tan confiada en que su primer ataque acertaría que, tras fallar, su confianza había caído hasta el suelo. Y por el modo en que la sonrisa de Temari se ensanchó, su oponente se había percatado. Era un error fatal permitir que el enemigo supiera tus pensamientos con tanta claridad.

    Temari tomó el enorme abanico que llevaba a la espalda y lo hizo golpear el suelo frente a ella. Tenten saltó, tomó unos pergaminos, y comenzó a girar. Naruto pudo ver que los pergaminos tenían sencillos sellos de invocación con Chakra, y de ellos Tenten hizo aparecer armas de todo tipo, las cuales tomó y arrojó a Temari. Shurikens, kunais, hoces, senbons, katanas… Naruto sintió envidia al ver la pequeña fortuna que Tenten había arrojado a su oponente.

    Por supuesto, ninguna de esas armas dio en el blanco. En un movimiento lo bastante rápido como para que hasta un Chunnin tuviera problemas para notar, Temari hizo batir su abanico y usó su Chakra para amplificar la corriente de viento, la cual desvió las armas.

    —¡No te rindas, Tenten! —gritó Rock Lee.

    Lamentablemente, sus ánimos no sirvieron de mucho. Tenten realizó otro ataque con armas usando dos pergaminos, y esta vez había atado las armas con cables para volver a lanzarlos. Pero así como ella repetía sus ataques, Temari también lo hizo, desviando todas las armas con facilidad.

    Y antes de que Tenten hiciera un tercer intento, Temari abrió por completo su abanico.

    —¡Arte Ninja. Torbellino!

    Batió el abanico, y de él salió despedido un violento torbellino que azotó a Tenten con fuerza y la elevó unos metros en el aire. El Chakra de Temari afiló las corrientes de aire, cortando el cuerpo de Tenten como si estuviera hecho de cientos de shurikens. Cuando el torbellino amainó y dejó caer a Tenten, Temari cerró su abanico y, con la misma casualidad de quien aparta una sombrilla, lo movió la distancia justa para servir como zona de aterrizaje.

    Tenten golpeó el abanico con la espalda y dejó de moverse.

    —La ganadora del primer combate es Temari, —anunció Hayate.

    —Eso no duró mucho, —dijo Sasuke.

    Temari movió el abanico con fuerza y arrojó a Tenten al suelo. Afortunadamente, Rock Lee saltó justo a tiempo para atraparla y evitar que se cortara aún más con sus armas. La chica ya estaba completamente cubierta de sangre, definitivamente no necesitaba más cortes.

    —Buena cogida, —dijo Temari con tono burlón.

    —¿Cómo te atreves a hacerle esto a alguien que luchó con todas sus fuerzas? —preguntó Lee.

    Temari chasqueó la lengua.

    —Cierra la boca. Coge a esa pedazo de escoria y largaos.

    —¡¿Qué dijiste?!

    Pero antes de que Lee pudiera hacer algo, Guy-sensei apareció a su lado y le puso una mano en el hombro.

    —Cálmate, Lee. Ya tendrás oportunidad de desquitar tu ira cuando sea tu turno.

    Mientras Temari regresaba con su equipo, un equipo de ninjas médicos llegó para llevarse a Tenten a la enfermería. Naruto se sorprendió de que no llegara nadie para limpiar el rastro de sangre. Supuso que la precaución ante la propagación de infecciones no era una prioridad cuando la esperanza de vida de un ninja promedio era tan corta.

    Cuando todos regresaron a los balcones, la pantalla cambió para mostrar a los siguientes combatientes.

    —Dosu Kinuta, —anunció Hayate—, contra Chouji Akimichi.

    El orden de los combates era ciertamente distinto, pero las parejas seguían siendo las mismas. Naruto decidió tomar un pergamino y anotar esta información mientras los nombrados bajaban a la arena.

    —Comiencen.

    —¡Vamos, Chouji! —gritó Ino—. ¡Tú puedes!

    Naruto cruzó los nombres de Tenten y de Chouji.

    —¿Hm? ¿Crees que Chouji perderá el combate? —preguntó Shikamaru, habiéndole echado un vistazo a sus notas.

    Naruto asintió.

    —Su enemigo usa sonido para atacar. No es fácil defenderse contra ese tipo de ataques.

    En ese momento, Chouji, quien parecía enfurecido por algún motivo, comenzó a crecer hasta parecer una esfera. Shikamaru sonrió.

    —El Jutsu de Bola de Carne de Chouji le cubre los oídos con Chakra, —explicó—. Creo que ya encontró la forma de defenderse.

    —Ojalá eso fuera suficiente, —dijo Naruto, y apuntó con la barbilla hacia el combate, haciendo que Shikamaru se volviera justo a tiempo para ver a Chouji estrellarse contra la pared.

    Dosu, el ninja del Sonido, saltó y le atizó un puñetazo a Chouji, hundiendo su brazo en él como si fuera un globo. Chasqueó sus amplificadores de los brazos con un dedo y, al cabo de unos segundos, Chouji regresó a la normalidad y cayó al suelo.

    —Ganador del segundo combate, Dosu Kinuta, —anunció Hayate.

    —¿Cómo lo supiste, Naruto? —preguntó Ino.

    —El cuerpo humano es un setenta por ciento agua, —dijo Shikamaru, ahorrándole a Naruto la explicación—. El ataque de sonido de ese ninja viajó por el cuerpo de Chouji mediante esa agua y llegó a sus oídos. No importó en lo absoluto que estuvieran protegidos desde el exterior con Chakra, él simplemente los atacó por dentro.

    —Les irá mal si subestiman al enemigo, —dijo Naruto mientras los ninjas médicos llevaban a Chouji de vuelta al balcón. No estaba lo suficientemente herido como para ameritar un viaje a la enfermería. Lo colocaron contra la pared y se fueron.

    —Tercer combate, —anunció Hayate—. Sasuke Uchiha contra Yoroi Akado.

    Así que ahora Sasuke participaba en tercer lugar. Nuevamente, su oponente era exactamente el mismo que Naruto recordaba. Lo anotó en su pergamino.

    —¡Tú puedes, Sasuke-kun! —gritó Sakura. Desde el otro lado de Naruto, Ino vitoreó también—. ¿No vas a animar a Sasuke-kun, Naruto?

    Naruto alzó la mirada para ver el combate y sonrió.

    —Sasuke no tendrá problemas para ganar.

    —Hablas como si ya conocieras las habilidades de su oponente, —dijo Shikamaru.

    —Conozco las de Sasuke, —repuso Naruto sin perder la sonrisa—. Esto acabará tan pronto como el combate anterior.

    —¡Comiencen!

    Yoroi, uno de los compañeros de Kabuto, se abalanzó hacia Sasuke con una mano extendida. Naruto no recordaba sus habilidades, pero si pretendía tener un combate cuerpo a cuerpo contra Sasuke, entonces ya había decidido su derrota.

    Sasuke activó su Sharingan, y estos brillaron con intenso carmesí, dejando una estela de luz mientras se movía fuera del camino. Giró sobre su talón y le clavó una rodilla a su oponente en el costado. Yoroi gruñó, pero usó la fuerza del golpe para alejarse. O al menos lo intentó, pues Sasuke ya estaba acortando la distancia de nuevo. Yoroi alzó las manos para sujetarlo, pero Sasuke se dejó caer, deslizándose por el suelo, y se impulsó en el suelo para luego darle una patada en la quijada.

    Era exactamente el mismo movimiento que Lee había usado en él hacía cinco días.

    Pero a diferencia de Lee, Sasuke no tenía ni el conocimiento ni el entrenamiento, por lo que simplemente atacó a Yoroi con un combo de golpes y patadas, y finalmente lo azotó contra el suelo de un rodillazo en la nuca. Yoroi no se volvió a levantar.

    —Ganador del tercer combate, Sasuke Uchiha.

    —¿Ven? —dijo Naruto, sintiéndose orgulloso.

    —Así que copió mi técnica cuando lo ataqué, —musitó Lee—. Sasuke-kun definitivamente es un oponente digno.

    Los ninjas médicos se llevaron a Yoroi, pues había dejado una enorme mancha de sangre en el suelo. Si Naruto tuviera que adivinar, diría que Sasuke le había pegado tan fuerte que le había fracturado el cráneo. Era difícil saber si Yoroi se iba a recuperar de esa clase de daño con la medicina de esa época.

    —Los combates han sido bastante aburridos de momento, —dijo Sasuke tras volver.

    —No seas pedante, —dijo Naruto con una carcajada.

    —Cállate.

    —Cuarto combate, —dijo Hayate—. Shikamaru Nara contra Kin Tsuchi.

    Shikamaru gruñó.

    —Qué pereza… En fin…

    —¡Tú puedes, Shikamaru! —gritó Ino, luego se giró hacia Naruto—. No importa lo que digas, Shikamaru saldrá ganador.

    Naruto sonrió, pero en lugar de responder, simplemente tachó el nombre de la kunoichi.

    —¡Comiencen!

    Shikamaru le arrojó algunos shuriken a Kin, quien simplemente se apartó del camino. Él realizó unos sellos y su sombra comenzó a alargarse. Kin a duras penas logró ver la sombra y saltó hacia atrás para evitarla. La sombra la persiguió, pero finalmente se detuvo cuando ella estaba a la suficiente distancia. Tomó unas senbon de su estuche, pero entonces se detuvo.

    Aparentemente, Shikamaru había hecho mover a su sombra de modo que Kin fuese a un lugar específico. Exactamente a donde él había lanzado sus shuriken a la pared, los cuales había atado con una cuerda, y había usado la sombra de la cuerda para hacer que su Jutsu se extendiera por ella. De modo que, en cuanto Kin saltó hacia allá para evitar la sombra principal, quedó atrapada por la sombra oculta.

    —¿Y ahora qué? —preguntó Sakura—. Ella copiará lo que sea que Shikamaru haga.

    Para responder a su pregunta, Shikamaru nuevamente lanzó un shuriken hacia Kin, quien copió sus movimientos a la perfección. Shikamaru se echó hacia atrás para esquivar el arma, y Kin lo copió. Excepto que ella estaba tan cerca de la pared que se golpeó la cabeza con ella, con tanta fuerza que perdió el conocimiento.

    —Ganador del Cuarto Combate, Shikamaru Nara.

    —Nuevamente otro combate rápido, —dijo Sasuke—. Parece que terminaremos pronto.

    —¡Bien hecho, Shikamaru! —vitoreó Ino en cuanto su compañero regresó al balcón junto a ella—. ¡Sabía que ganarías!

    Shikamaru se encogió de hombros, restándole importancia.

    —Quinto combate, —dijo Hayate—. Zaku Abumi contra Shino Aburame.

    —¿Quién crees que gane de los dos, Naruto? —preguntó Shikamaru.

    Naruto se limitó a escribir los nombres.

    —¿Por qué habría de arruinarte la diversión al decírtelo?

    Shikamaru rió.

    —Menos mal que no eres omnisciente.

    Tampoco tenía una memoria perfecta. La verdad era que no recordaba ninguno de los combates de Shino durante el exámen Chunnin. ¿Siquiera había pasado a la tercera prueba? Le habría gustado recordarlo. Supuso que no importaba demasiado. Ya fuera que aprobase este exámen o no, Shino terminaría por convertirse en un excelente Jounin y un incluso mejor profesor en la academia.

    —¡Comiencen!

    Zaku, el ninja del Sonido, estiró los brazos y apuntó a Shino con las palmas de las manos. Shino salió volando de pronto y se estrelló contra la pared. Hayate estuvo a punto de terminar el duelo, pero Shino se levantó y caminó con toda tranquilidad de vuelta al punto donde había empezado el combate. Zaku lo había estado observando tan detenidamente que no se había percatado del enjambre de insectos que se había formado de pronto detrás de él.

    Con una carcajada, Zaku estiró los brazos a los lados opuestos de su cuerpo, apuntando tanto a Shino como al enjambre. Y cuando pareció que iba a activar su Jutsu, sus brazos explotaron de pronto. Pareció como si se los hubieran arrancado, de hecho, y ambos cayeron al suelo con sonidos húmedos. Zaku gritó, mirándose los muñones mientras estos rociaban sangre por doquier.

    —¿Qué… Qué acaba de pasar? —preguntó Sakura, y su voz apenas era audible bajo los gritos de Zaku.

    —Parece que su Jutsu funcionaba con unos tubos instalados en sus brazos que llegaban a sus palmas, —explicó Naruto, dándole sentido a lo que acababa de presenciar—. Shino debió bloquear esos tubos de alguna forma, y cuando Zaku atacó, el aire y el Chakra no tuvieron por dónde salir, hasta que finalmente pasó lo que pasó.

    Para cuando Naruto terminó de explicar lo que había pasado, Zaku había caído al suelo, desmayado por el shock y la pérdida de sangre. Unos ninjas médicos llegaron para llevárselo tan pronto como Hayate anunció la victoria de Shino. Naruto tachó el nombre de Zaku en su lista. Alzó la vista hacia la pantalla para ver a los siguientes combatientes, pero entonces sintió una repentina impresión en el cerebro. Le tomó sólo unos segundos procesar la información, y no pudo evitar sonreír.

    Su clon había desaparecido, y había logrado tener éxito en la negociación con Orochimaru.
     
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