Sede del Gran Campeonato

Tema en 'Rutas' iniciado por MrJake, 20 Noviembre 2015.

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    Naiki

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    —Joder, qué frío.

    A la salida del edificio pude notar totalmente como el día había pasado en su totalidad. El cielo adornado de pocas estrellas era la mayor pista, pero las heladas brizas y el vaho que salía de mi boca reforzaban la idea. Normalmente no habría demasiado problema, pero estando lleno de barro hasta las orejas, con las ropas húmedas y con mi torso siendo cubierto por los hilos que había podido recuperar de la camiseta rota antes del combate... Sí, ahora que me daba cuenta no había sido mi idea más inteligente.

    ¡PERO!

    Estaba realmente contento. Victoria en la Jungla, un combate realmente divertido y ahora poder usar una cama después de tanto tiempo en Udan descansando sobre la arena o tierra misma... ¡Encima comería de la cafetería! ¡No más pescado quemado por Flame, joder! ¡VAMOS!

    Así que me apresuré a la cafeta, ansioso por atragantarme con todo lo que viese, pero mis ilusiones murieron ahí mismo. La enfermera Joy, que siempre se veía tan pacífica, inmediatamente me detuvo con una no-sonrisa en su rostro. Fui irremediablemente enviado a mi habitación a tomar un baño, cambiarme de ropa y también a ponerme alguna camiseta o parecidos.

    De mala gana me metí a la ducha para una rápida limpieza que no fue tan rápida como creía. Tenía mugre metida hasta donde no sabía que podía meterse gracias a los lodazales de la jungla y pues con eso ya me tardé un montón más de lo que esperaba. Lo suficiente como para que al salir del baño ya solo quisiera tumbarme encima de la cama.

    Su suavidad me mató. Era como estar encima de un colchón de plumas y simplemente ya no pude aguantar. Me quedé sobao ahí mismo.
     
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    Naiki

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    Grrr.

    El propio sonido de mi estómago logró despertarme tras varias horas. Abrí los ojos con pesadez, como si alguien le hubiera echado pegamento a mis párpados, y tardé luego un par de minutos en levantarme de la cama entre estirarme y demás. Realmente había descansado bien, pero el agujero que tenía en la panza solo se había incrementado. ¿No había comido nada anoche? Qué va, si ni ropa me había logrado poner tras el baño. Así que tocaba arreglar eso antes de salir.

    La cosa era que mis nuevas prendas estaban hechas un desastre. Sabía que el centro tenía lavandería y podía usarla si le pedía ayuda a Joy, pero de momento tendría que usar las ropas que llevaba en Udan. Esos pantalones cortos con la camisa abierta no entrarían muy bien para aguantar el frío, pero tampoco me dejarían ir desnudo o en toalla a buscar comida. No hay de otra, aunque el frío realmente se notará.

    Ya en la cafetería no quise contenerme en lo más mínimo. Huevos, tostadas, frutas, leche, jugo, muffins y pasteles. Probablemente llevaba solo en mi bandeja todo lo que los otros entrenadores juntos llevaban (menos café; al café lo pueden tirar a la basura) y cómo planeaba gozarlo. No comía nada tan bueno desde que había dejado Galeia para ir a Udan y esto era la gloria. Incluso quise repetirme, pero la encargada de la cafetería me reprendió rápidamente y prácticamente me corrió del lugar. Jo, con lo bueno que estaba todo, tío.

    Tras dejar la ropa en la lavandería, acabé por recoger mis cosas y así partiría al siguiente objetivo: Un nuevo Edificio... Si no hiciera tanto frío. Casi que tendría que llevar a Flame al lado para calentarme con su cola si quería mantenerme aquí todo el día. Mejor esperaría a que las ropas estuvieran listas y de momento me ocuparía de otra cosa.


    —Venga, volemos, Flame. A la ruta... Olvidé su número. ¡Vamos al mar y ya!
     
  3.  
    Naiki

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    Tras bajar de la Plataforma y curar a mis pokémon en el mismo edificio decidí que no continuaría por esa segunda ronda. Había ganado, pero sentía que había mucho, pero mucho margen de mejora en lo que mi equipo y yo mismo podríamos hacer en ese lugar... El combate en tormenta de arena fue complicado, lo mismo contra el Goodra y Audino ¡Encima necesitaba reclamarle al viejo por su maldita pokédex! ¿¡Cómo que no reconocía al bicho morado ese!? ¡Quería saber qué pokémon era! Fuera como fuera, necesitaba recuperar fuerzas yo también. Sentía un agujero en la panza y lo único que podría llenarlo era comida. Cantidades grandes, tan grandes como Shen, de mucha deliciosa comida de la cafetería del Centro Pokémon.

    Algo de carne, un poquillo de arroz, algo de pescado, vegetales, unas pastas, alguna que otra baya, el pollo sin duda entraba bien y también me apetecía el cerdo, tío... Y fijo algún pastelillo o algo de postre entraba bien. Eso era lo que planeaba llevarme cuando cogí mi charola, pero entonces una pared se puso frente a mí.

    Con sus cabellos rosados recogidos en el moño y el traje de un rosa claro de siempre, la expresión enfadada de la Enfermera Joy me enfrentaba a la vez que arrebataba la bandeja de mis manos. Entonces comenzó con una reprimenda que me hizo sentirme de nuevo como un niño pequeño.

    Diez entrenadores—Fue lo primero que dijo.—. Eso es lo que se necesita para comer todo lo que te llevaste la última vez que entraste en la cafetería. ¿Y sabes cuántos pokémon son necesarios para comer la cantidad que tu Rhyperior comió? ¡Cincuenta! ¿Me oyes? ¡Cin-cuen-ta!

    ¿Eh? ¿Tanto? ¡Eso era porque el resto comía muy poco! ¡Era obvio que un entrenador fuerte come más! ¡Y lo mismo para sus pokémon? Iba a protestar, pero el ceño fruncido que tenía en frente me hizo quedar callado.

    Desde hoy, tienes prohibida la entrada a la cafetería hasta que hayas cumplido tu cuota: No comerás aquí por diez días.

    —¿E-Eh? ¡P-Pero!-

    Nada de peros. Diez días sin comer aquí y no quiero saber más del tema, ¿entendido? Luego de eso te comportarás y comerás como cualquier otro entrenador—P-Pero eso no era suficiente...—. Y lo mismo con tu pokémon, ¿entendido? Te daremos comida para tu equipo pero será una ración adecuada. Así que no quiero ver a tu Rhyperior de nuevo zampándose todas nuestras bolsas de alimento.
    >>Ahora acompáñame. La gente de la guardería envió otro huevo para ti y te está esperando en el mostrador.

    Me quedé en silencio. Me sentía regañado, pero peor: Sentía que el mundo se acababa ahí mismo. ¿¡Qué mierda se supone que haría diez días sin entrar a la cafetería!? ¿¡Cómo quería que sobreviviera a eso!? ¡Era demasiado! ¡Encima no tenía dinero! ¡Venus se llevaba la mitad en su comida y el resto se había ido en MT's y pagar los servicios de la guardería y las incubadoras! ¡Incluso lo que había ganado ahora en la Plataforma ya lo había tenido que gastar para pagar la deuda que tenía!

    Sufriría. Incluso en los campos de entrenamiento, lo único que escuchaba era mi estómago rugir. ¿¡Quién podía entrenar así!?
     
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    Un suspiro de circunstancias me estremeció el pecho nada más salir del parque. Estaba cansada. Había olvidado lo agotador que podía ser eso de ser entrenador. Volver después de tanto se sentía nostálgico.

    Miré al cielo.

    La noche había caído en su totalidad y el manto nocturno lucía salpicado de pequeños puntos luminosos. Estrellas... ¿eh? Recordaba cuando era pequeña lo mucho que me gustaba mirar el cielo nocturno. No solo por su belleza si no porque mis problemas parecían minúsculos en comparación. ¿Si mi padre no había ido a verme ganar un concurso? Esa noche miraba las estrellas. ¿Si no había venido a la cena que él mismo propuso? Miraba las estrellas. Me recordaban a mi madre.

    Ahora, ¿podía considerarme yo una de ellas?

    Una estrella más.

    El pensamiento me hizo sonreír y me estiré en toda mi extensión tratando de desentumecer mis músculos. Me hacía feliz estar de vuelta. Incluso si mi trabajo actual era todo lo que siempre había deseado y no había revista en la que no apareciera, el campo de batalla seguía siendo una parte muy importante de mi mundo.

    No lo dejaría jamás.

    Y además, ¡no perdía el toque! Quizás tenía que pulir algunas cosas, pero nada que un poco de entrenamiento no pudiera solucionar.

    —¿Huh?

    La plaza estaba vacía a aquellas horas así que cuando escuché ese sonido inmediatamente giré la cabeza en su dirección. Había sonado como un gruñido pero no como el de un Pokémon si no como...

    Sentado en un banco, de espaldas a mí pude ver a alguien. Desde aquella distancia era una silueta apenas pero lo reconocí. Además, la luz de la farola que incidía sobre él no daba lugar a muchas dudas.

    Entonces supe que había sido ese sonido. Su estómago se estaba quejando por la suponía "injusta prohibición de la cafetería". No le dejaban comer allí y como no iba a marcharse a ningún otro sitio debía estar pasando hambre.

    Pasé de largo en silencio.

    ...

    Alpha debió sorprenderse cuando dejé una bandeja de comida junto a él en el banco. Había seleccionado casi todos los platos del menú. Y de postre... té y helado.

    —Por los viejos tiempos—dije como si no fuera la gran cosa—. Buen provecho.
     
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    Naiki

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    La tarde la pasé en los campos de entrenamiento. Necesitaba ocupar mi mente en algo si no quería que el hueco en mi estómago se tragara toda mi atención en un intento de calmar el hambre... Así que intentaríamos practicar las MT que había conseguido y a la vez cuidaría del huevo que constantemente se movía en su incubadora.

    De todo, enseñarle a Flame cómo usar protección había sido lo más problemático, pero en parte era mi culpa. Desde siempre habíamos peleado con un estilo ofensivo y lo único que nos defendía era cambiar o aumentar nuestra defensa con Ímpetu Dragón; Pasar ahora a formar una barrera con la que básicamente se hacía bolita en vez de recibir los hostiales de cara no era una idea que su orgullo dejara pasar así como así... Al menos Venus me ayudaría un poco a enseñarle.

    Y así pasó la tarde. Los cuatro de la plataforma esforzándose al máximo con tutores individuales o compañeros de combate. Yo por mi parte comenzaba a sufrir más y más el acoso de mi estómago.

    Brrr.

    Una y otra vez hasta el punto que ya se hacía audible para mis compañeros que finalmente acabaron por contagiarse, así que serví uno por uno sus platillos.

    —¿Y sí...?

    Lo intenté, ¿vale? Quise sacarle un poquillo de su comida a Milotic, pero lo único que recibí fue un coletazo que me mandó directito a una de las bancas.

    ¡Brrr!

    Ya valió. Hoy no conseguiría boca'o de ninguna forma. Mañana fijo podría ir a pescar o incluso podría ir y pedirle a Adam que me dejara sacar unas bayas de la jungla o al viejo que me dejase algo de comer a cambio de mostrarle a Groudon y Kyogre... Seguro eso servía. De momento dormiría aquí fuera y ya esperaría a que pasara la noche.

    Quería dormir, vaya que lo quería, pero tras pasar un ratillo un aroma invadió mi nariz: Comida. Y no era poca, sino mucha y de varios tipos. Me negué a siquiera mirar en su dirección para no caer en ninguna tentación. Me aguantaría como un hombre hasta mañana y ya... ¡D-Desde ahora era parte del entrenamiento! ¡No iba a romper algo así tan fácilmente! ¡No comería hasta el alba!

    Y entonces todo eso se fue al traste cuando escuché el ruido de los platos a mi lado.

    Por los viejos tiempos. Buen provecho.

    Abrí los ojos y a mi lado encontré toda la comida que podía pedir. Y una voz femenina me decía que comiera sin remordimiento... ¿Era un angel acaso? ¿Había muerto de hambre sin darme cuenta? Creo que ya no importaba. Iba a zamparme esto sin dudar.

    —¡¡Muchas gracias!!

    Cogí lo primero que pillé. Carne con arroz en un bowl que inmediatamente empecé a empinar con ayuda de los palillos. Era delicioso, lo mejor que había probado nunca. Solo cuando acabé ese primer platillo me permití ver a mi salvadora y, para mi sorpresa, le conocía.

    —¡Ah!—Mi primera reacción fue la sorpresa, que siguió por una serie de toces y golpeteos a mi pecho por atragantarme. ¿¡Qué diablos hacía ella aquí!? ¿Encima era mi ángel salvadora después de lo de la última vez? ¡Esperaba a alguien como Emily, no a Mimi!—... Coff, coff... Ah, mierda

    Recién entonces pude recuperar el habla, pero tenía una mezcla de sentimientos. Quería evitar esta pelea de todas maneras, pero también quería seguir comiendo... Y ella fue quien me dio la comida... Al menos podía saludarle, ¿no?

    Yo.—Me esforcé, alzando mi mano derecha y esperando no fruncir demasiado el ceño.
     
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    Yugen

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    Ver a Alpha comer fue un espectáculo dantesco. Entendía que estuviera muerto de hambre, ¿pero era mucho pedir que al menos masticase con la boca cerrada? ¡Gronzo y su mendrugo de pan mugriento se quedaban cortos en comparación! Sentí mis labios esbozar una sonrisa temblorasa de estupefacción y horror. Seguro debía estar incluso más pálida que con Kabu.

    Definitivamente no había extrañado eso.

    Me agradeció con entusiasmo sin mirarme y empezó a devorar plato tras plato llenándose las mejillas de granos de arroz. Comía con ansiedad, como un verdadero salvaje.

    En algún lugar de mí, sin embargo, me alivió saber que al menos ahora tenía algo en el estómago y no se acabaría desmayado y muriendo de inanición por ahí.

    Estaba... bien. Y eso era lo importante.

    Mientras comía, poco a poco, el desagrado dio paso a un sentimiento cálido, algo que se parecía sospechosamente a la tranquilidad. No había cambiado nada y eso disolvió gran parte de la inquietud que llevaba sintiendo desde que lo vi en el cartel.

    Esbocé una pequeña sonrisa.

    A pesar de todo seguía siendo Alpha.

    Nuestros ojos se encontraron y el pequeño momento de felicidad se rompió rápidamente.

    ¿Qué estaba haciendo? Me reproché en silencio ante su expresión confusa y tensa. Todo mi cuerpo reaccionó movido por el orgullo y la vergüenza.

    —No me mires así, ¿tienes idea de lo que me ha costado sacar todo esto?—le espeté. Fue puro impulso como casi todo lo que hacía—. ¡Casi me ponen en el cartel también a mí!

    Me senté en el otro lado del banco a una distancia prudencial de él con los brazos cruzados y una pierna sobre la otra. Me ardían las mejillas.

    Cerré los ojos apartando el rostro y fingiendo una indignación que no sentía realmente.

    >>Hmph.

    En realidad no tenía la más mínima idea de como llevar la conversación desde ahí. Había tanto que decir y sin embargo no sabía como hacerlo. Era un verdadero desastre para ese tipo de cosas.
     
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    Naiki

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    Acabé con todo. No solo los platillos de carne, sino que los vegetales y los postres también. ¡Estaban demasiado buenos! ¡Y me los devoré como si fueran lo mejor que el mundo me podía ofrecer! Suspiré con pesadez tras bajar el último plato y acaricié mi hinchada panza. Realmente me había salvado de hoy, una salvada como un crítico en medio de un combate ultra difícil y todo gracias a Mimi.

    —Diez días, ¿me oyes?—Partí.—¡Eso me dijo la enfermera que me tendría expulsado de la cafetería! ¿¡Lo puedes creer!? ¡Solo porque comí un poco de más, pero es porque yo necesito más que el resto!

    Me había girado hacia ella para darle explicaciones tras saber que ella podría caer en los carteles de prohibición también. No era justo que le castigaran por mi culpa y se lo haría saber a Joy, pero ver la figura de la rubia me hizo volver a un par de horas atrás. A ese sentimiento de estar estancado en medio de un peligro.

    Esto era igual que en la Plataforma contra Goodra y Audino: Con precisión reducida y con el gran peligro de cambiar y que Flame cayera inmediatamente debilitado o peor; quedaría igual de inútil que Inci o Exeggutor. Así que ahora necesitaba otra cosa: un cambio perfecto o un golpe aéreo. ¿Pero tenía alguna opción como esa ahora mismo? Miré primero entre mis piernas. En el piso descansaba la incubadora con el huevo a punto de eclosionar y vaya que deseaba que lo hiciera ahora mismo. Si eso pasaba, no solo tendría que apurarme con los cuidados, sino que incluso podría llevármelo adentro del centro para que me ayudara el personal... Pero nada. Ni medio ruido.

    Solo quedaba el golpe aéreo.

    —Yo—Con esto no fallaría, ¿verdad? Ahora ya no se sentía como algo tan certero. ¡Necesitaba un crítico, por favor!—... ¡Lo siento! ¡Te prometo que le diré a la Enfermera Joy que yo saqué esa comida y así te sacarán de los carteles! ¡Lo siento!
     
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    Yugen

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    ¿Qué demonios debía decir? Aquella vez peleamos por mi culpa—y la de Lockhart, pero no venía al caso ahora—. Ser tan orgullosa solo me traía problemas y no había cambiado nada. Traté, pero las palabras no salieron.

    Así que simplemente me quedé allí, cruzada de brazos y esperando... no sabía qué. Quizás se marcharía para no tener que aguantar mi carácter. O tal vez me diría que él no me había pedido ayudarle y yo me molestaría y volveríamos de nuevo a lo mismo.

    Le miré de soslayo cuando mencionó el tiempo que duraría la prohibición.

    Diez días... eran demasiados días. Alpha era un salvaje comiendo pero no era excusa. Y sin tener otra opción a la que ir seguramente terminaría muerto en una zanja o robando comida a otros entrenadores o mendigando con un cartel de cartón. Era un castigo demasiado duro.

    Me alegraba haberle buscado comida. Con esa cantidad tenía suficiente para aguantar unos días.

    ¿Huh?

    Entonces Alpha exclamó y lo miré con perplejidad, como si no pudiera entender por qué se estaba disculpando. ¿De verdad me estaba pidiendo perdón por eso...?

    Parpadeé.

    Fue tan repentino y tan anticlimático que sin venir a cuento estallé en carcajadas. Era la primera vez que me reía de forma genuina delante de él. La tensión que sentía y gran parte del orgullo que siempre me acompañaba se disolvió con eso.

    No sabía si reí por alivio, si porque Alpha se estaba disculpando por algo que era una estupidez o si era porque...

    Al cabo de unos segundos me sequé las lágrimas de los ojos. Se sentía tan nostálgico. Como haber colocado la pieza del puzzle faltante.

    —De verdad no has cambiado nada.

    Me recompuse.

    >> No estoy en los carteles y aun si lo estuviera no me importaría. Puedo comer en cualquier otro sitio. Tú...—le extendí un pañuelo— simplemente no quería que terminases comiéndote a Flame.

    >>Anda, límpiate la cara.
     
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    Ella... ¿Se rió?

    Y no solo una simple risita, sino que pareció explotar como si hubiera contado el mejor chiste de la historia. ¡Ni siquiera el artista de esa casa se había reído tanto con mi chiste de la guardería! No lo entendía... ¿De qué se reía? Tuve que esperar hasta que se calmara con una expresión confusa en mi rostro... Es que nunca la había visto así. Siempre era una cara de enfado o me respondía con una hostia, y menos mal ya no usaba ese bolso de la primera vez, cada que decía una tontería. ¿Por qué se reía ahora?

    —De verdad no has cambiado nada.

    —¿Estás ciega o qué?—Pregunté tras coger su pañuelo y limpiar las migajas de arroz y restos de comida que quedaron en mi rostro... Y también de poner en una balanza la idea de comerme a Flame. Solo entonces me levantaría para observarle.—¡Claro que he cambiado! ¡Estoy más alto—Aunque apenas eran unos centímetros que me hacían llegar al metro y setenta.—, más fuerte—No dudé en dejar caer mi chaqueta para lucir la musculatura de mis brazos en los tirantes.—y por supuesto soy mucho mejor entrenador! ¡Incluso hice un par de capturas geniales durante estos días!

    Tan pronto como acabé, me sentí más aliviado. Giré mi rostro hacia los campos de entrenamiento donde mi equipo continuaba comiendo lo suyo. ¿Realmente sabría muy mal un Charizard? Al menos ya venía cocinado de base por ser tipo fuego... ¡Quita esa idea de tu cabeza, que es tu compañero! ¡No puedes comerte a tu compañero!

    Zamorree mi cabeza para sacar hasta el último pensamiento al respecto. Incluso me daría vuelta hacia Mimi de nuevo.

    —... La que sí que parece distinta eres tú. Pensé que venías a pelear, pero me diste comida e incluso te ríes—Pensándolo bien...—. Creo que jamás te había visto reír; Siempre estás enojada. Es como si tu madre solo te hubiera dado caramelos furia de pequeña.
     
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    Yugen

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    —De personalidad, tonto. Eres exactamente el mismo Slaking bobalicón que recordaba. Mucho músculo y poco cerebro.

    Observé y me puse en pie para estar a su nivel.

    >>Bueno, aunque lo de mucho músculo es relativo.

    Sí que estaba más alto, eso era algo que podía notar incluso cuando estaba sentado. Mi metro sesenta y seis no tenía gran cosa que hacer contra eso... aunque yo había crecido también algunos centímetros. ¡Estaba muy orgullosa de eso!

    Pero su personalidad seguía siendo la misma. Llevaba el sello "Alpha" pegado en la frente. Y seguía teniendo la mirada inocente de un niño.

    Mi pecho se vio estremecido por un suspiro.

    —¿Por qué iba a venir a pelear después de tanto?—repliqué—. No tendría sentido ni siquiera tratándose de mí.

    Quizás sí había cambiado. Habían pasado muchas cosas, varios meses con ellos. No me sentía la misma ni en cuerpo ni en alma. Ahora tenía un trabajo, algo que siempre soñé y era conocida y admirada.

    Me sentía diferente en muchos aspectos. Incluso si había cosas que parecían no cambiar nunca.

    >>Mi madre me daba los mejores éclairs—puse la mano en mi cintura—. Y son dulces. ¿Qué te daban a ti de pequeño? ¿Extracto de piedra eterna?
     
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    Naiki

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    Fruncí el ceño apenas escuché eso. ¿Poco cerebro decía? Claro que no me podía comparar a Hubert o Ian, pero no es que fuera tonto... Era muy bueno en los combates pokémon, era bueno criando y en el resto de cosas... Solo era un poco lento, ¿vale? Encima ¿qué era eso de relativo de mis músculos? Si hasta tenía los cuadraditos en el abdomen... Que ahora no se notasen por haber comido era una cosa distinta, ¡pero estaban ahí! Apreté los dientes con algo de enfado. No quería pelear, pero eso realmente me había molestado.

    —Contigo nada tiene mucho sentido—Partí.—. Esa vez ni siquiera sé porque te habías enfadado, fuera del imbécil que es Ian, pero con él hasta yo me logro enfadar—Solo un santo como Dante o el hermano Nikolah podrían aguantarlo en cualquier situación.—. ¡Y ahora pensaba que pelearíamos tan solo al vernos! ¡Llevaba meses cada que te recordaba con esa idea y ahora vienes riéndote y siendo amable! ¡No te entiendo!

    Había levantado más la voz de lo que quería, pero realmente me había enfadado. ¿De verdad era eso lo normal? ¿Era mi cerebro tan pequeño que no podía entenderle? ¡Una mierda! ¡Ella era la extraña, ella con sus cosas, sus golpes y luego sus "me gustas" de la nada! Me sentía confundido y frustrado. ¿¡Por qué no podía ser solo como un combate, eh!? ¡Fácil de entender, aun si cada uno era distinto del otro!

    —¡Y no, mi madre no me compraba dulces de pequeño, ni ese extraño de piedra eterna!—Exclamé. Claro que no, era mi tía la que me daba de esas cosas, sobretodo los caramelo furia, ¡pero ese no era el punto! ¿Qué cual era? ¡Ni yo lo sabía, pero sentí la necesidad de decirlo!
     
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    Yugen

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    Repentinamente Alpha alzó la voz. De un segundo a otro estaba prácticamente gritando, reclamándome todo tipo de cosas. ¿Que conmigo nada tenía mucho sentido? Bueno... sí. ¿Pero por qué tenía que echármelo en cara?

    Sentí la necesidad de replicar, la sangre ne hirvió en las venas. ¿Por qué estaba molesto siquiera? ¡No era tan difícil de entender!

    Logré contenerme y serenar mis ánimos.

    No podía olvidar el hecho de que lo sucedido había sido mi culpa. Me removía por dentro, ¿de verdad creía eso? ¿Que aparecería de la nada y pelearíamos como si realmente fuéramos un Seviper y un Zangoose? Esa era... ¿la idea que tenía de mí?

    Apreté los labios.

    —No soy un monstruo, Alpha—dije a media voz—. Siento haberte hecho creer que sí.

    No había hecho otra cosa, ¿no? No podía culparle por pensar que era algún tipo de desalmada. Si esa es la imagen que das, esa es la fama que te ganas. Y quizás ya era tarde para cambiarlo.

    >>Ian es gilipollas pero ese no es el punto. No te he tratado lo que se dice bien nunca. He sido... Arceus, insoportable.

    >>Y lo siento, ¿de acuerdo? Tienes derecho a estar molesto, pero lo que conoces de mí no es todo lo que soy.

    Probablemente no entendería lo que quería decir pero no iba a quedarme allí a explicárselo.

    >>Considera la cena una disculpa.

    Y pasé de largo.
     
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    Todo acabó al fin, tal como había pensado que acabaría. Ella se piró y yo me quedé tal cual estaba antes de que apareciera, pero sin hambre, claramente, y ahora con un sentimiento que soportaba menos que nada: La derrota.

    Terminó como siempre imaginé, pero estaba muy lejos de lo que quería. ¿Qué mierda estaba haciendo? Si desde el principio yo no quería pelear y por solo un tonto comentario me había enfadado... Realmente tenía un cerebro de chorlito.

    —No soy un monstruo, Alpha. Siento haberte hecho creer que sí.

    Encima de todo, esas palabras. ¡Jamás había creído que era un monstruo! Solo creía que tenía un genio horrible y sabía que era violenta, pero... Pero no un monstruo. Para mí siempre había sido una compañera, una amiga y alguien con quien me divertí desde el primer momento que le acompañé a la ruta 301. Incluso aquél golpe con el bolso lo recordaba con risas o los gritos tras dejarle sola en el bosque con los bichos o incluso las veces que nos enfrentamos. Desde ese Shinx que no podía tocar a mi Glaceon hasta ese MegaRaiden que podría tumbar a Flame de un rayo.

    —Mierda.—Me lamenté.

    ¿Pero ahora qué? Mi golpe aéreo había fallado y ella había cambiado y huído de esto... No quedaban muchas opciones, ¿verdad? Un movimiento que arreglara toda esta situación. Un golpe perfecto que no fallara aun cuando el rival se retiraba; algo que diera vuelta la tortilla.

    Persecución.

    Me paré de golpe y corrí. Con todas las fuerzas que había entrenado en Udan, corrí detrás de ella a máxima velocidad. Para mi suerte, había estado a tiempo. Su figura estaba a punto de desaparecer tras las puertas del Centro Pokémon.

    —¡¡Mimi!!

    Grité su nombre en un intento por detenerla mientras mis piernas lograban recortar la distancia. Únicamente cuando estuve cerca de ella, lo suficiente para agarrar su brazo por la muñeca y así evitar su huída, me detuve.

    —¡Eres un Gyarados!—Exclamé, casi gritando por la exaltación que tenía.—¡Son violentos, peligrosos e incluso dan un montón de miedo! ¡Pero también son fuertes, confiables y excelentes compañeros en combate! O... ¡O los Haxorsu! ¡Son muuuy agresivos, les encanta pelearse con todo lo que ven y tienen esas cuchillas gigantes sobre su rostro! ¡Incluso algunos idiotas los han donado al centro de adopción y siguen ahí sin que nadie los quiera por eso mismo!—Continué. ¿A dónde quería llegar con todo?—... O... ¡Darkrai!—Ésta vez sí grité.—¡Ustedes deben creer que es un monstruo, pero yo creo que es mi compañero! ¡Aun si me da pesadillas, aun si intentó comerse el mundo y aun si usó a Bruno como recipiente! ¡Darkrai es un miembro de mi equipo y lo protegeré y ayudaré cuanto pueda!

    Había empezado sin un plan real, pero... Había algo que tenían en común esos tres pokémon.

    —¡A... A mí me gustan ese tipo de pokémon! ¡Pienso que son realmente lo mejor de lo mejor, aun si todo el resto del mundo les tiene miedo!—Miré a sus ojos justo en ese momento. Mi mirada estaba llena de determinación. Ardía en la pasión de no querer perder un combate hasta el último segundo y daría el ciento mil porciento antes de rendirme.—¡Y lo mismo pienso de ti! ¡Siempre creí que eras mi amiga! Yo...
    >>Jamás creí que fueras un monstruo. ¡Ni una puta vez, ¿me oyes?!
     
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    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Las palabras del imbécil de Ian hacían eco en mi mente una y otra vez.

    »... Esos arrebatos de ira que siempre terminan en combinaciones de golpes dignos de una boxeadora son los que siguen y seguirán que Alpha te tema para siempre aunque él no lo quiera porque por más manía que me tengas, aquella bofetada ha sido más un impulso que algo consciente. [...] Pero incluso Alpha, que pareces "apreciar" tanto, no quedaría a salvo de un ataque de ira tuyo, Mimi. Un desliz y en un instante todo lo que puedas sentir por él se convertirá en una rabia que se canalizará en tu puño y lo dejará k.o."

    Apreté el paso.

    »Y Alpha lo sabe bien, no podría quitarse el miedo aunque quisiese porque sabe que a tu lado no está seguro. Cada vez que te ve levantar la mano es imposible que su trauma no vuelva a salir. Pobre chico, de verdad me da pena.«

    Era como una sentencia. Como esos antiguos juicios de brujas... y yo estaba atada en la pira con el culpable por bandera y esperando a arder. Cada vez que cerraba los ojos escuchaba la risa de Ian y veía el miedo en los ojos de Alpha. Un miedo que yo misma había provocado porque era un manojo de ira sin dirección incapaz de controlar sus jodidas emociones.

    Me ardían los ojos. No... no tenía ningún sentido que me quedase allí.

    Apenas tuve tiempo de girarme al oír su voz, en cuestión de segundos estaba sosteniendo mi muñeca y diciendo toda clase de incoherencias.

    Parpadeé con lentitud.

    —¿H-huh?

    ¿Cómo que era un Gyarados? ¿Me había seguido para insultarme?

    Eso fue lo primero que creí, incluso mascullé para que me soltara y me dejara en paz. Ya le había dicho que lo sentía, ¿cuánto más pensaba humillarme? No quería largarme a llorar como una imbécil delante de él.

    Sin embargo, a medida que hablaba, su discurso dejó de parecer un insulto.

    Todos los Pokémon que mencionaba eran aterradores y violentos pero según él tenían algo bueno. Alpha estaba... usando lo mejor que conocía—los Pokémon y los combates—para hacerme entender que estaba equivocada. Incluso mencionó a Darkrai, con quién yo sabía que ahora tenía una mejor relación.

    Era la forma más Alpha de intentar hacerme ver que aún no era tarde. Sus ojos estaban llenos de determinación, brillantes y decididos. No sabía cuándo fue la última vez que lo vi así.

    Siempre había sido honesto pero no de esa forma. Al mirarme siempre veía miedo en sus ojos, hartazgo tal vez. A veces parecía resignado a tener que soportarme.

    Ni siquiera entendía cómo podía pensar en mí como una amiga. Le había humillado, insultado, abusé de su confianza... incluso le había golpeado en más de una ocasión. No merecía ningún tipo de compasión, ni siquiera fingida. No merecía ser su amiga.

    No merecía que me mirase como lo estaba haciendo.

    —¿Qué... qué estás diciendo, idiota...?—farfullé por toda respuesta con un hilo de voz incapaz de encontrar las palabras correctas.

    Desvié la mirada. Entendía lo que decía pero mi cerebro era incapaz de procesarlo.

    O creerlo siquiera.
     
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    Naiki

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    Eso había salido... ¡Bien! ¡Muy bien, al parecer! No solo no había huído, sino que no estábamos gritando e incluso parecía haberse debilitado un poquillo hasta el punto que ya no me miraba. Sonreí contento: Ahora solo me bastaba lanzar la pokéball.

    —¡Estoy diciendo que estoy harto de todo esto! ¡Nunca me molestaron tus golpes—Tampoco es que me gustaran precisamente.—, o que me dijeras baka una y otra vez o cualquier tontería! ¡Cuando eso no pasaba, me divertía mucho viajando contigo!... Excepto esa vez en Témpera, o la última vez que nos vimos, ¡pero en ambas fue culpa de Ian!—Exclamé.—¡Es el mismo tío que me lanzó a su Litwick en medio de una carrera e incluso me lanzó un Gyarados encima! ¡Eso no cuenta!

    Por supuesto que no contaban, pff. Lo único que contaba con él eran las victorias o derrotas, para el resto era solo un tipo que le gustaba causar problemas. Y justo esos problemas me involucraban a mí y a los golpes de Mimi... Me dolió la cara solo de recordar la hostia que me metió en Témpera.

    —¡Y yo ya me decidí con esto!—Reclamé.—¡Y si estás en contra, tendrás que derrotarme en un combate para que cambie de opinión!

    Busqué con rapidez mis pokéballs en mi cinturón: Si la oportunidad se presentaba, iba a estar listo... Excepto que mis balls no estaban ahí. ¡Mierda, las había dejado en el banquillo de antes con el resto de mi equipo!

    >>¡B-Bueno, quizás vas a tener que esperar a que vaya a buscar a mis bichos, pero de eso no te salvas!
     
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  16.  
    Yugen

    Yugen D e p r e s s e d | m e s s

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    Volví a mirarlo sorprendida cuando procedió a explicarse. ¿Nunca le molestaron mis golpes? ¿Era masoquista, acaso?

    Pero nuevamente sus palabras fueron puras y genuinas. Alpha no me odiaba ni tampoco me quería lejos de su vida a pesar de todo. Incluso si realmente no había sido culpa de Ian. Lockhart era solo la chispa que inició el incendio pero un fuego no puede producirse sin combustible derramado y yo era en según qué momentos un bidón de gasolina.

    Ian lo sabía y sabía cómo aprovecharlo. Ese maldito bastardo.

    —¿Me... estás diciendo que no me tienes miedo por todo lo que hice?—logré decir finalmente, incrédula. Miré su agarre en mi muñeca aún y sintiéndome contrariada me zafé de él— ¿Cómo no me odias? ¡No lo entiendo! ¡Si yo estuviera en tu lugar no querría volver a verme!

    Tal vez simplemente éramos personas muy diferentes en ese sentido. Y yo nunca había tenido eso. Después de todo tenía serios problemas de abandono.

    Alpha no me había odiado nunca, ni una sola vez. De hecho ahora estaba ahí, tirando por tierra todo lo que había creído hasta entonces.

    No sabía como hacer frente a eso.

    En el fondo me hacía feliz, ridículamente feliz de hecho, así que cuando dijo que combatiría conmigo si era necesario negué con la cabeza.

    —Claro que no—repliqué—. No voy a combatir contigo para hacerte cambiar de opinión. Si esto es lo que has decidido... voy a respetarlo.

    Todo por no reconocer que me hacía feliz... de verdad seguía siendo un desastre orgulloso. Una parte de mí, quizás incluso aún, no podía creer que estuviera dispuesto a perdonarme.

    Me aclaré la garganta y más confiada alcé el mentón, esbozando una sonrisa orgullosa. Cierto, él no sabía eso ¿verdad? Era el momento de lucirme un poco.

    —Pero estoy segura de que ahora podría vencerte.

    >>Después de todo, estuve a punto de convertirme en Alto Mando de Gérie.

    Ni siquiera Ian había estado tan cerca.
     
    Última edición: 22 Noviembre 2023
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    Naiki

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    Me crucé de brazos con el ceño fruncido.

    —Bueno, de verdad que no quería verte hasta ahora—Contesté.—. No importaba lo que hiciera, siempre te recordaba de alguna forma en Udan, aun si no quería. ¡Si es que hasta hay un pokémon que lleva Mimi en su nombre, era imposible sacarte de mi vida! ¡Encima que me ayudó bastante en la Fábrica!—Claro que sí. Cómo pegaba ese bicho con la Danza Espada-Z.—Siempre pensé que pelearíamos apenas vernos y bueno... No pasó... No de inmediato.

    Pero eso fue mi culpa, idiota, descerebrado.

    —Y bueno—Proseguí tras un poco de silencio.—... Sentí que había sido derrotado cuando te fuiste. ¡Y odio sentir que perdí! ¡Lo odio más que al café!—Y vaya que odiaba esa cosa.—Así que no iba a dejar que se quedara así.
    >>... Y... También me diste comida como disculpas, ¿no? Eso fue suficiente para mí. ¡Tampoco es que golpees tan fuerte! Destiny o mi madre tienen la mano más dura. La tuya es como un peluchito en comparación.—La mayoría del tiempo, al menos.

    Quizás no tenía una razón como tal, pero tenía claro que no quería prolongar más estas peleas. A ver si algún día me enteraba también de cómo empezaban. Igual y podía esquivar el problema... Bueno, a Ian sí que no puedo evitarlo. ¿Debería buscar un Litwick yo también? Hm... Necesitaba pensar una estregia para eso. La fuerza bruta no iba a servir.

    Me llevé la mano al mentón para pensar, pero Mimi me interrumpió con unas palabras que realmente me emocionaron.

    —Pero estoy segura de que ahora podría vencerte. Después de todo, estuve a punto de convertirme en Alto Mando de Gérie.

    ¿Ella un Alto Mando? ¿Cómo Lance antes de ser campeón? ¿O como Bruno y Koga? Eso era... Fuerte. Demasiado fuerte. ¡No por nada eran llamados la Elite 4 y las personas más cercanas a convertirse en campeones! ¡Si eran gente elegidas por el campeón mismo! Imaginar que Lance me eligiera y tener la oportunidad de derrotarle me hacía temblar del entusiasmo... Y ahora tenía a alguien que estuvo cerca de eso frente a mí.

    —¡¡Combate conmigo!!

    No contuve mis ganas de gritarlo. Esta era una oportunidad única en la vida y no dejaría que se escapara de ninguna forma. La excitación que sentía ahora mismo incluso me hizo tomarla de la mano para arrastrarle conmigo a los campos de práctica. ¡Era ahora o nunca!

    Pero al llegar... Mis bichos estaban tumbados, casi durmiendo.

    —¡Oi! ¡Venga, arriba! ¡Tenemos un combate de ensueño ahora mismo!—Solté a la rubia y me apuré hacia mis pokémon. Moví primero a Flame, por supuesto.—¡Vamos, panzón! ¡Es hora de pelear!—Lo zarandee una y otra vez, pero en un solo coletazo me hizo caer de espaldas. Claro que me levanté de inmediato y seguí por intentar con Incineroar e Infernape, pero nada; Omega incluso me lanzó lejos con una llave. Estaban agotados después de un largo día... ¡Pero esto era importante!

    Me quedé mirando el cielo lleno de estrellas. ¿¡Qué iba a hacer ahora!? ¡Rook, Rotom y Excallibur estaban fuera de forma! ¡Gligar se negaba a nacer aún y tampoco había combatido con Greninja! ¡Mierda, mierda, mierda! ¡Necesito opciones!

    Aibou—Empecé a murmurar.—, Hound, Ferro... Venus me matará si la despierto—Esa bicha tomaba sus sueños de belleza por la noche. Según mi madre, eran importantes para su piel y otras cosas a las que no presté atención.—... Puedo contar con Shen... ¡Pero no hacen seis! ¡Agh!

    Me quejé tan fuerte como pude, aún en el suelo, y simplemente acabé rendido, de brazos abiertos por varios segundos. Acabé por levantarme con frustración. Me dirigí de inmediato a quien había retado, pero con la cabeza baja y una expresión de decepción en mi rostro. ¿¡Cómo podía perderme esto aquí y ahora!?

    >>Lo siento... No puedo hacer un equipo de seis. Groudon y Kyogre no han entrenado conmigo y son muy peligrosos aún... ¡P-Pero cuando acabe en la plataforma—Hice una pausa abrupta: No era suficiente.—-¡Cuando acabe en el Coliseo te derrotaré!
     
    Última edición: 14 Noviembre 2023
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