Tokorozawa Lago Sayama [Lago]

[Zona de acampada]

Emily me estaba cayendo muy bien y me sentí muy feliz de haberme podido acercar por primera vez a alguien desde que comencé las clases en la academia. Era una muchacha muy simpática, amable y carismática. En lo poco que teníamos de charla, ya sentía que hasta la admiraba un poco por su forma de ser, por cómo se había acercado a mí y por lo que me contaba sobre ella misma, sobre sus gustos y demás. Estaba tan encantada que me percaté un poco tarde de que un leve rubor iba subiéndose a sus mejillas, lo que la hacía aún más bella y más tierna si se quiere. Se me hizo un poco extraño el repentino rubor, ¿por qué será? ¿Hacía mucho calor?

Decidí no darle tanta importancia y simplemente seguí con la conversación.

—¿Lo conoces? ¡Oh, qué suerte la mía! ¿Y cómo es él? —le pregunté con mucha curiosidad—. ¿Será muy estricto? —Quizás me estaba pasando de la línea al hacerle preguntas sobre otros compañeros, pero es que, como no los conocía y ella sí, quería aprovechar la oportunidad. Además, ella tenía una personalidad tan agradable que tal vez, y solo tal vez, los demás igual fueran así. Aunque estaba mal de mi parte empezar a suponer antes de tiempo. Sería mejor que me lo tomara con cuidado y siempre recordar ser cortés con los demás.

Noté que Emily se ponía un poco nerviosa y se tocaba el cabello. Si bien, yo no era muy lista para traducir el lenguaje corporal, algo me decía que ahí había pasado algún hecho o ¿tal vez el vínculo era especial? Quién sabe. Pero esta vez no indagué demasiado. No era mi lugar. Correspondí su sonrisa alegre. Qué raro es sonreírle tan fácilmente a una persona a quien acababa de conocer.

—¿En serio? ¿También conoces a las del club de lectura? Wow, Emily, conoces a mucha gente. Me hace ilusión entrar en ese club y aprender de los demás. Ojalá me lo permitan —le comenté—. ¡Sí, me gustan los videojuegos! Pero no estoy segura de crear un club de eso, puesto que necesito disponibilidad horaria y ahora mismo no la tengo. Además… no me veo como una líder. No sabría cómo manejar un club. Creo que no tengo la confianza suficiente para tener un puesto así.

Era un poco triste aceptar esa realidad, pero decidí ser sincera en vez de poner una tapadera o alguna excusa. Considero que las relaciones que comienzan con sinceridad pueden sostenerse más en el tiempo.

—En cambio, a ti sí te veo como una persona con bastante confianza. Eres muy amable y carismática. Recién nos conocemos, pero has sido muy cálida conmigo. Me alegro de haber venido aquí.

Le dediqué mi sonrisa más genuina.

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¡no pasa nada! perdona por la tardanza ;w;

 

Muelle

Respire lentamente tratando de tranquilizarme de por si, desde el momento que iniciaron contando la historia del niño y su familia había empezado a recordarme de mis padres y para ser sincera ni supe en que momento las lagrimas habían empezado a caer pero si del algo estaba segura era que me iba acostar demasiado superar la muertes de mis padres, y mas si tenia a casi la mitad de mi familia echándome la culpa de eso. Deje de pensar tanto en cuanto me dirigí a Maze, me había limpiado las lagrimas de los ojos con mis nudillos pero sabia que ellos se notaba tristeza, como siempre decía a mi se me notaba de todo cuando me miraban fijamente y mas si estuve apunto de llorar.

Era mas que un libro abierto.

Asentí solo cuando me respondió la pregunta, note que la mayoría se estaba acercando para preguntar y para ser sincera tampoco tenia ganas de ir. Llego la hora de regresar al campamento, camine junto a Maze sin decir ninguna palabra no hasta que llegamos al campamento, necesitaba alejarme un poco para cuando llegara la hora de cenar para así estar mas tranquila, así que apenas tuve la oportunidad lo mire antes de sonreír.

—Fue un placer conversar contigo —fije mi vista en algún lugar atrás de el para después regresar mi vista—. Espero que llegue la oportunidad de hacerlo otra vez, —obviamente no conmigo casi llorando—. Voy a tomar un poco de aire antes de comer —sonreí—. Nos veremos por hay.

Con eso me aleje no sin antes levantar mi mano es forma de despedida y sonreír un poco, llegue aparar cerca del muelle no se cuantos segundos pasaron pero quedarme aquí mirando todo el panorama era algo que me tranquilizaba, aparte de tocar el piano estar al aire libre me ayudaba poner mis pensamientos en orden al igual que mis emociones.

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Holis uwu Pau espero que no te moleste que haiga asumido que Fiore, regreso con Maze uwu, si hice algo mal solo me avisas y corrijo.
Y Belu Gigi Blanche por aquí te dejo a la niña <3.

 

El relato del anciano Oda rondó por mi cabeza durante el camino de regreso e incluso siguió presente durante los primeros minutos desde que regresamos a la zona de acampada. Había anticipado que el concepto de los burakumin podía referir a una etnia por el modo en que esa palabra apareció en su evocación, mas no imaginé que implicara alcances tan crudos, tan... duros. Él no sintió la discriminación durante la niñez, lo que hablaba muy bien de la implacable fortaleza de su madre; ella había logrado darles una infancia como a todos, frente a un contexto que parecía insalvable. Honestamente, sentí gran admiración por ella y por todas las mujeres que debieron cuidar a los niños de aquel lugar, en aquel tiempo tan lejano y hostil… La conversación encontró su final con el llamado de los profesores. El propio anciano admitió sentirse cansado, mención que me hizo sentir inoportuno con él; terminé por darle las gracias y despedirme con otra reverencia un poco menos torpe, expresando así mis respetos.

La zona de acampada estaba bastante animada para la hora de la noche que era. No pasó mucho tiempo hasta que perdí de vista a Altan, Cayden y Clementine, tampoco pude detectar la presencia de Adara. No me preocupé demasiado por sus ausencias. Al fin y al cabo, estaríamos en un mismo lugar, lejos de los peligros del bosque. Nuestro regreso era, al mismo tiempo, el cierre definitivo de la prueba de valor. Más allá de los yokais, tenía la sensación de que había cumplido el objetivo porque el que me apunté a dicha prueba: acercarme a la gente. Si llegaba a ver a Altan o a Cayden entre el gentío, no dudaría en ir con ellos. Pese a lo cual, todavía me sentía en falta con la otra chica cuyo nombre desconocía, a la que cedí espacio con Donnen… Pero tampoco sabría muy bien con qué palabras abordarla. ¿Era siquiera necesario disculparme? ¿No le parecería extraño?

Los llamados del hambre detuvieron los engranajes de mi mente. Me miré el cuerpo. Repentinamente era consciente de que se me había abierto el apetito y de que mis músculos se encontraban ligeramente exigidos. Di por seguro que me agoté durante el incidente de Clementine, a decir verdad no tenía el mejor de los estados físicos. Recordar aquello hizo que suspirara con una pequeña negativa de la cabeza: quizás era un buen momento para despejar la mente. Así las cosas, me fui hasta las zonas de las parrillas, donde me serví una ración pareja de carne y verduras, para luego tomar asiento cerca de una fogata. El libro que me había traído no lo tenía cerca, por lo que me limité a mirar la luna mientras dejaba que el sabor de la comida en el paladar terminara de relajar mis sentidos.

La noche era agradable y había que aprovecharla en cada pequeño momento…

Por ahora estoy bien aquí, cariño, contigo y con Copito. Sé que no van a dejarme sola.
​

Esa frase de Jez, que podía parecer sencillita a oídos de los demás, tenia muchos elementos que me hicieron sentir tan contenta que, bueno, mi sonrisa fue una de las más amplias de la noche. Por empezar seguía sintiendo el calor de su abrazo en el cuerpo incluso después de separarnos, y a mí me encantaban los abrazos; Pero también decía que estaba bien con nosotros, lo que me dio alegría inmensa ya que sentía lo mismo con ella; y nos entregó toda su fe al asegurar su saber de que no la íbamos a dejar sola.

Pero lo que más me gustó fue que me peinara. Jez era parecida a mí en ese sentido: cada movimiento, cada gesto estaba lleno de expresión, nos mostrábamos en nuestra forma más pura y auténtica. Por eso sentí, a pleno, el mimo con el que me trató al peinar mi blanco cabello. El tacto me cerró los ojos y suavizó mi sonrisa, seguro notó en toda mi carita lo mucho que disfruté de eso. Pocas personas tocaron mi cabello a lo largo de mi vida, y que lo hiciera otra chica albina era sencillamente mágico y hermoso. Luego recibí con gusto su brazo; creo que iba a ser algo habitual de nuestra amistad, enredar nuestros brazos de esta forma. Me gustaba la idea.

Hicimos juntas el camino de regreso al campamento. El bosque seguía ahí, todo oscuro y tenebroso, pero no pasaron cosas extrañas (por suerte). Al llegar a la zona de descanso, dejé escapar un ligero suspiro de alivio.

Le devolví la sonrisa a Jez cuando se puso frente a mí y asentí ante lo que me dijo. Se la notaba mejor que hace unos momentos, pero comprendí la situación.

—Entendido, yo me iré adelantando —respondí asintiendo con la cabeza—. Estaré cerca de las parrillas o en el fogón, ven cuando quieras así te cuento cositas sobre mí y nos conocernos más —le dije en todo jovial, por si quería buscarme más adelante; extendí los brazos y volví a acariciarle los hombros a modo de saludo, mientras le mostraba una sonrisa— ¡Luego nos vemos, Jez!

Seguí caminando para darle el espacio que estaba necesitando. Copito aprovechó que estábamos en una zona segura para alzar vuelo y estirar sus musculitos de pájaro. En el camino hacia las parrillas, donde me serviría buenas raciones de carne, busqué con la mirada a Fuji. Se había apartado un poco en el humedal y ahora lo tenía perdido de vista. Me llevé una mano al mentón mientras caminaba, pensando...

—Debo preguntar a los profes si hay flan de postre —dije por lo bajo, para mí misma, con el aroma de la comida alcanzando mis sentidos. Y dándome hambre.

 

[Muelle]

Respire profundo cerrando los ojos, estaba segura que estar aquí quitaba todo lo que sentía encima de mis hombros, era algo que siempre me ponía mal de una forma que no llegaba a reconocerme siempre cuando me pasaba esto evitaba a todo el mundo, y a la única que alguna vez deje que se quedar conmigo cuando sufría en silencio era a Adara, ella era mas que una hermana para mi aunque a veces no lograba entenderla por completo, después de todo ella también sufrió desde muy pequeña.

Para decir verdad no se cuanto tiempo paso, por que para ser sincera no escuche a nadie a cercándose, solo supe que alguien estaba detrás de mi cuando escuche su voz, mire por encima de mi hombro sin querer virar completamente aunque también estaba sorprendida al ver quien era. Era Kohaku. No hable mucho con el durante la prueba, solo cuando nos reunimos antes de empezarla.

Escuche lo que dijo y cuando me miro solo pude responderle a la sonrisa, estaba pensando a lo que había dicho y no supe por que, pero ni yo misma sabia si eso fue un sueño o una pesadilla. Regrese mi vista al frente para de mirar el panorama.

—Si muy bien para decir verdad, te ayuda a olvidar por un momento —inquirí aunque mi noto de voz tuvo algo que no logre identificar pero solo sonreí ante mirarlo una vez mas por encima del hombro—. Puedo tomarlo como una pesadilla a la cual debería de alegrarme de haber podido salir viva ¿creo? y tu ¿como estas con todo?.

 

Los primeros bocados de la cena se sintieron reconfortantes cerca del calor del fuego. El paisaje coronado por la luna se veía espléndido y el murmullo de muchas voces, lejos de resultarme agobiante, también me permitía disfrutar del momento. Siempre me era grato oír a las personas, una de las cosas que más me gustaba percibir del mundo era esa conexión invisible que las unía de diferentes maneras. Con los sentidos así acompañados, el comienzo de este merecido descanso estaba siendo de lo más ameno. En algún momento bajé la mirada hacia mi plato para cortar una discreta porción de vegetales, y fue ese el instante en el que un sonido suave sobre la mesa me hizo levantar la cabeza con tranquilidad.

Era la chica que se había acercado en los humedales, durante mi conversación con Altan. Aquella misma persona a la que, en un acto que consideraba educado, dejé atrás con intención de otorgarle espacio con la persona que conocía. Mi sorpresa emergió en forma de una sonrisa de curiosidad, pues no esperaba verla ante mí tan pronto. Por algún motivo que no llegaba a explicar, tenía asumido que yo sería quien se aproximara a ella antes de que el campamento finalizara, de modo que su aparición también desarmó mis diferentes planes de iniciar la conversación que creía deberle. La chica primero preguntó si me molestaba su compañía, luego se presentó como Anna y mencionó que no conocía mi nombre. Lo último me hizo poner una expresión apenada, si bien no dejé de sonreírle.

—Un gusto, Anna, soy Hubert —dije con voz calma—. Lamento no haberme presentado cuando se dio la ocasión —añadí mientras, con un gesto de la mano, la invitaba a tomar asiento enfrente mío—. Claro que puedes acompañarme, no es ninguna molestia. Hasta diría que me alegra que hayas venido —reconocí mientras me rascaba la mejilla con el índice.

 

—Bueno, es que… cómo empezar a explicarme… —me llevé una mano al mentón, pensativo— Allá en los humedales, Altan volvió conmigo y nos quedamos charlando un poco. Pero al principio me pidió disculpas. Por si dio la sensación de que me dejó colgado, según dijo…

La misma mano viajó hasta mi nuca y creo que un poco de nervios se me empezó a manifestar en el semblante, pues detectaba cierta ansiedad manando de Anna, pese a que no la dejaba entrever. Cosas como esas no solían escapar a mis sentidos, para bien o para mal. Con Altan había compartido la prueba de valor y eso me permitió intuir parte de su manera de ser, por lo tanto me hice una idea de cómo acercarme a hablarle. Era distinto en el caso de la chica que estaba sentada frente a mí, con ella me hallaba conversando por primera vez y no tenía forma de saber si estaba afrontando bien el comienzo de esa charla. De hecho, creo que acaba de ponerla un poco nerviosa y eso despertó mis temores de volver a cometer otro error en el afán de la buena intención. Suspiré, los engranajes comenzaban a correr.

—Cuando te acercaste a nosotros en los humedales, yo decidí por mi cuenta darles un poco de espacio, ya que no nos conocíamos mucho y consideré que mi presencia podría ser inoportuna. Suelo ser así... —mencioné, volviendo a rascar mi mejilla con el índice; hablaba con calma pero mis nervios debían ser más notorios, porque sentía mi explicación algo excesiva—. Al final, creo que terminé haciendo que Altan se sintiera culpable o en falta, y cuando se disculpó me quedó el temor de que te hubiese ocurrido lo mismo... Por eso digo que me alegra que hayas venido, ya que quería saber si te hice sentir mal o algo, y aclarar las cosas de ser necesario.

Esbocé una sonrisa lo más amable que mi inquietud me permitió. Su aparición había resultado oportuna para expresarle mi preocupación. No sabía cómo podía reaccionar Anna debido a que solté todo de golpe, pero guardé la fe de que podríamos empezar a llevarnos bien una vez transcurrida esta conversación.

 

[Muelle]

Sonreí en poco cuando note que el se sentó a mi lado, había escuchado lo que el me decía con calma, a decir verdad no preste tanta atención lo que Kohaku hizo después de hablar con el chico con el cual lo había visto, estaba demasiado concentrada en mi dolor que si lo que conto el anciano le afecto pues ni cuenta me di, mi mente estaba bloqueada por las emociones que me sumergían que hasta había olvidado que Maze estaba a mi lado.

—Puedo decir que nos afecto a la mayoría —sonreí con algo de tristeza mientras fijaba mi vista en el—. La historia del anciano me hizo recordar a mis padres.

De por si, nunca me iba a olvidar de ellos, no podía así quisiera. Mi vista aun estaba en el cuando me dijo lo de su hermana, alce una ceja sorprendida no pensé que me lo diría así, por que si, pero llegaba a pensar que tal vez ya me tenia confianza, ni yo misma lo sabia el era como esa clase de amigo que no llegue a pensar que tendría aquí que también le gustaría la música.

Aunque Enzo Lombardi ya era otro caso.

Ese chico simplemente además de ser mi mejor amigo, era el karma de Adara.

—¿Momento de honestidad? —reí mientras lo murmuraba antes de cerrar mis ojos brevemente—. Es algo que siempre hacemos con mi mejor amiga cuando ella se da cuenta que estoy triste, o soy yo la que me doy cuenta, alguna de las dos dice la palabra y —pare un poco antes de volverlos abrir para poder fijarlos en el—. Decimos todo lo que sentimos —termine de explicar con voz baja.

>> Puede que ya te hayas dado cuenta ya que lo mencione dos veces, una en la sala de música y ahora, perdí a mis padres hace diez años y por en eso empecé a tocar el piano era para mantener el recuerdos de ellos aunque la que tocaba piano era mi madre —sonreí—. Aunque tocarlo ya es algo que me empezó a gustar desde que tengo memoria.

Listo lo dije...

Y ahora la pregunta era de ¿Cómo me sentía al respecto?.

—Pero como dijiste puedo decir que ahora me siento bien, supongo que solo fue el momento ¿creo? —lo mire brevemente ante mencionar algo por lo cual me sentía curiosa: —¿Cómo se llamaba tu hermana?..

 

Una sonrisa apareció en el rostro de Anna como primera reacción a mi repaso de la situación en el humedal. Notar el tono de su expresión me sirvió para sentirme aliviado y que parte de la tensión que comenzaba a asaltar mi cuerpo se viese liberada. Aunque no del todo, debido a que necesitaba escuchar su respuesta. Con una mano sobre el semblante y el codo en la mesa, afirmó que éramos un par de tontos, frase que me tomó desprevenido. Su comentario fue acompañado de una risa que se me hizo agradable y contagiosa, pero no llegué a reírme porque la vergüenza fue más influyente en mí, y terminé sonriendo con timidez, entre confundido e interesado sobre por qué decía eso. Así fue como Anna reveló que, tal y como me temía, se había sentido mal a causa de mi acción, en la creencia de que su cercanía me molestó de alguna forma. Ella solamente había querido integrarse con nosotros y yo terminé leyendo mal la situación. Aunque el ambiente entre ambos se acababa de volverse ameno, no pude evitar sentir culpa.

Pero la mano extendida de la chica y su frase marcadamente formal me ayudaron a no dejarme llevar por esa sensación. Me preguntó por recomendaciones para cenar y habló de la noche. Empezar de vuelta, como ella decía. Al final, mi sonrisa adquirió una tonalidad más agradable y relajada y, no sin cierta timidez, estreché la mano de la chica en un suave saludo.

—Señorita Anna, el placer es mío —dije—. Agradezco que me acompañe en esta noche, que es espléndida, y confío en que nos llevaremos bien de ahora en más —afirmé, luego soltando su mano mientras volvía a reparar en mi cena—. No soy experto en cocina, pero la carne está deliciosa y la variedad de vegetales es amplia, recomiendo tomar un buen surtido para recuperar a pleno las energías.

 

[Zona de acampada]

Escuché a Emily hablar sobre los clubes de fotografía y de lectura con entusiasmo. La verdad, la idea de conocer a más personas, aunque en un principio me daba completo terror y hasta me auto aislaba constantemente, me generó esperanzas y emoción luego de haber conocido a Emily.

—Está bien, lo tendré en cuenta. Muchas gracias por el consejo —le dije, luego de escuchar su comentario sobre la idea de que yo cree un club de videojuegos. A pesar de que me gustaba mucho eso, no me veía siendo la líder de ningún grupo, a decir verdad. Pero claro que lo voy a pensar. Quién sabe, quizás en un futuro tenga la suficiente confianza para hacerlo, ¿no?

De repente, vemos a lo lejos que varios grupos de jóvenes estudiantes iban llegando desde el bosque, lo que provocó que Emily se despidiera rápidamente y se dirigiera a su tienda. Sonreí ante su comentario de que también le alegraba de haberme conocido y asentí con la cabeza.

—Bueno, es hora de enfrentar a la muchedumbre… —susurré, sintiendo que esta me intimidaba un poco.

Si bien, tenía mucha hambre, decidí esperar un rato a que los demás se sirvieran y luego me acerqué a recoger un poco de carne con verduras. Me senté en una mesa vacía y me concentré en la comida, echándole un vistazo profundo al reflejo del lago en medio de la noche. Su belleza me encandilaba y sentí que me encontraba en otro mundo. Bajé la mirada y sonreí misteriosamente, pensando en que por fin era libre de las ataduras de mi padre y podía disfrutar de estos pequeños momentos en paz.

Contenido oculto

¡gracias por rolear conmigo, Amane! fue divertido <3

 

[Zona de Acampada]

La reacción de la profesora fue... más o menos la que esperaba. Por eso había intentado sacarle importancia al tema, pero me parecía que quizás había sido demasiado directo o demasiado sincero. Hasta se inclinó y todo. Yo ya estaba algo avergonzado desde que se había acercado y se había puesto de puntillas, pero esto ya era un poco mucho, ¿no? Había sido un accidente, y era principalmente por mi culpa. La verdad tampoco era muy bueno el hecho de que anduvieran arrojando palas, y estaba seguro de que había un chiste escondido ahí, pero por suerte nada había pasado a mayores.

Dejando eso de lado, prontamente volvimos al campamento. Las respuestas de los profesores no habían logrado calmarme del todo, por lo que el camino de regreso lo hice absorbido en mis pensamientos, mientras iba al lado de Ale. No dejaba de darle vueltas al hecho de que había escuchado aquella voz... ¡Basta, por Dios! Me iba a volver loco. Ya está, ya había pasado. No era momento para seguir insistiendo. No iba a poder dormir, en caso contrario. Por suerte, el olor a comida asada sirvió para despejar un poco mi cabeza, por lo que saludé a Ale con una sonrisa, y con un intento de abrazo que terminó siendo más que nada una palmadita en la espalda bastante incómoda, y me dirigí hacia las parrillas. Me serví una porción abundante de comida, principalmente carne, y me dirigí hacia el lago, para tener un momento de contemplación frente a la naturaleza, y también para poder poner la mente totalmente en blanco mientras comía de manera automática.

La soledad no duró demasiado tiempo, pues escuché que alguien se acercaba a mis espaldas, y luego Ali apareció colgada como una niña, sin darme tiempo a darme vuelta. Y menos mal, porque estaba con la boca totalmente llena.

— Oa, Ai —saludé, y luego hice un esfuerzo por tragar, mientras la chica me comentaba sobre sus planes a la noche. Jack-o-Lantern, ese apodo era nuevo. Y fitting, suponía. Sonreí, divertido.— ¿La doctora Ali? ¿Y te vas a vestir con un ambo y todo?

Me callé al instante, porque algo me decía que estaba caminando enterito hacia una trampa. Hice una mueca, pero luego decidí encogerme de hombros, a pesar de tener a la muchacha todavía colgada. Bueno, nada podía ser peor que lo que había pasado esta noche, ¿no?

— ¿Dónde la orilla? ¿O sea, acá mismo? ¿O hay algún otro lugar secreto? —pregunté, mientras me mandaba más comida a la boca.— Pero sí, obvio. No pensaba hacer más que dormir esta noche, después de todo, así que un poco de distracción no me vendría mal. Y hace mucho que no nos reunimos los tres a conversar un rato. Puedo llevar mi guitarra, también.

Le dediqué una sonrisa tranquila, y luego paseé mi mirada hacia el frente. Bueno, era un campamento, después de todo. No podía terminar sin una buena noche de fogón y guitarra, ¿no? Me quedé unos segundos en silencio, y luego volví la vista hacia la chica, divertido.

— ¿Y te tengo que cargar hasta allí, o vas a caminar por ti misma?

 

[Zona de acampada]

La sonrisa de Anna fue amplia cuando terminé de oficializar nuestra presentación. Alzó los ojos hacia el cielo bañado de estrellas y luego los volvió en mi dirección. Detectaba mucha energía en sus movimientos y también en el brillo de su mirada. Ella estaba disfrutando mucho de nuestra espontánea reunión, ahora que los malentendidos fueron resueltos. Supuse que a ambos nos había venido bien el saber que nuestras preocupaciones al final fueron compartidas. Yo me caracterizaba por ser más tranquilo en diversos sentidos, pero me sentí cómodo y, como dije al principio, me alegraba compartir este momento.

Fui su digno oyente. Anna contó sobre los encuentros por los que su grupo pasó durante la prueba de valor y su expresividad hizo que se me escapara una pequeña sonrisa, al tiempo que con asentimientos de cabeza la alentaba a seguir revelándome las desventuras de su grupo. Fue algo breve, pero me pareció una relatora muy carismática. Al mencionar la pala que les fue arrojada, su rostro mostró sorpresa genuina, y con los brazos ilustró el tamaño de otro de los yokai, señalando a su vez un árbol cercano hacia el que me giré, reparando en que era enorme; completó la imagen comparándolo con los seres de una popular serie de animación. Como yo sospechaba, ningún grupo se vio libre de infortunios que desafiaban a la lógica.

De pronto, Anna se inclinó sobre la mesa y pidió que hablara sobre mi grupo. El brillo de sus ojos expresó tanta expectativa que tuve que tragar saliva para darme tiempo a pensar. Logré mostrar una pequeña sonrisa, bebí un leve trago de agua de un vaso que había junto a mí y carraspeé. Así como disfrutaba leer, me consideraba un buen narrador. Y el crepitar del fuego generaba un ambiente idóneo para contar una historia. No pensaba decepcionarla

—Así que tu grupo se ha cruzado con un Mōryō y un Taka nyūdō. En nuestro caso fueron tres yokais —comencé a decir con la mano en el mentón, suavizando la voz de una forma que captaba el interés—. Las personas que estuvieron conmigo se llaman Cayden, Adara y Clementine. Fuimos liderados por Altan —me sonreí al recordar la forma en que reconoció mi valía, con el toque del mapa en la frente—. Nuestro primer encuentro con un yokai fue bastante amable, comparado con los dos restantes…

>>Se trataba de un Ijū. Una criatura grande, fuerte, con frondoso pelo cubriendo su cuerpo. Pero nosotros sólo llegamos a ver sus grandes ojos, que comenzaron a observarnos desde los arbustos. Era como si absorbiera la oscuridad para cubrirse con ella. Se deslizó a nuestro alrededor y, cuando parpadeaba, era como si desapareciera por un segundo. Nuestro pequeño guía le obsequió flores que aparecieron en el camino. Los Iju, según la leyenda, son tímidos y gentiles. Siempre mantuvo la distancia con el grupo, y lo dejamos en paz.

>>El segundo yokai apareció en el lago, junto al llanto de un bebé —la sonrisa se me desdibujó un poco, pues la historia se tornaba más oscura a partir de este punto—. Era una mujer clamando ayuda, sentada en las orillas de las aguas. Traía un bulto de tela entre sus manos y logró captar la atención de uno de nosotros, como atrayéndolo —por respeto a Cayden, evité mencionar nombre, de la misma manera que protegería la privacidad de Clementine. Miré a Anna con una expresión de seriedad algo exagerada, para mantener su atención en el relato—. Era una Nure onna, una mujer serpiente que atormenta las orillas. Al lograr rescatar a nuestro compañero lanzándole pequeñas piedras, llegamos ver su cola con escamas desapareciendo hacia las profundidades.

Al mencionar esto, miré a Anna a través del agua en mi vaso, como para ilustrar que ahora nos encontrábamos orilla abajo. Cuando lo coloqué junto a mi plato le mostré una sonrisa tranquilizadora, para que supiera que todo estaba bien.

>>El último yokai provocó un escándalo —proseguí, al tiempo que buscaba las palabras para suavizar esa parte—. Casualmente, también tenía apariencia de mono: nos enfrentamos a un Hihi. Son altos, feos y se te ríen en la cara. Cuando muestran su sonrisa, el labio superior les cubre los ojos —fruncí el ceño con algo de desagrado, pero exagerando un poco para nutrir la narración—. Esta criatura atrapó a uno de nosotros por la muñeca y empezó a zamarrearlo. Yo me colgué de su brazo para intentar liberar a la persona en apuros y… me caí de cara al suelo —me ruboricé un poco por la vergüenza, rascándome otra vez la mejilla con el índice—. Pero al final conseguimos ahuyentarlo, básicamente porque le dimos risa. Hacerlos reír es la mejor manera de combatirlos, por extraño que suene.

Dejé escapar un ligero suspiro y volví a beber agua.

—Y esas fueron las aventuras de nuestro grupo —finalicé—. Espero que no se te haya hecho muy largo mi relato. No suelo contar historias, pero aprovecho bien la oportunidad cada vez que se presenta —volví a mostrar una sonrisa amable y la miré—. No conozco a mucha gente de la academia, pero, ¿cómo se llaman las personas que hicieron grupo contigo? ¿Los conoces de antes?

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Querías detalles, ahí tenés los detalles, Annita, TKM

Creo que el yokai de la pala era el Moryo, si me equivoqué me avisas y edito eso.