Estimado Rencor: Te amaba, te amaba tanto que me sentía entregada. De rodillas contemplaba aquel luminiscente presencia, jovial sonrisa, tranquilo temple. Te quiera y, sin darme cuenta, quería que me quisieras de vuelta... Pero, entre desperfectos, mis ojos veían cosas que mis oídos tergiversaban. Esas voces en mi cabeza enloquecieron mi razón y torcieron mi comprensión, condenando mi criterio a la locura misma. Ah, ¿Pero no es amar una cosa de locos? Caía y sentía mi cuerpo comprimirse ante lo incomprensible. Inconsciente quedé cegada de dudas y abrumada de sensaciones, ¿Cómo haría para evitar hacer lo que todo mi cuerpo pedía con vehemencia? Acaba, acaba con el causante de todos tus males. Adiós pedestal, adiós ilusorio brillo celestial. Ahora reconocía que eras como yo, con las mismas sensaciones, pero un criterio que solo seguía retorciendo mis entrañas. Seguí, seguí, continué hasta que no quedó nada. Puede que haya muerto, porque desde ese día las cosas no volverían a ser iguales. Encontraría pedestales en injusticias, fulgor en los días, cariño en las acciones, rencor en la envidia. Y ya no se puede negar el amor como tampoco la ira, aunque si se puede negar que estuve bien y que hice lo correcto. Nada lo es cuando muere un corazón y la mente despierta atroces recuerdos. La catarsis nunca llegó, pero si me conmovió. Ahora, más por mi cuenta que antes, repaso con otros ojos la lectura de esas historias y sigo comprendiendo cómo ninguno es igual por más coincidencias que existan. Como ninguno es igual, pero para sufrir hay que gozar y para confrontarse no ceder a lo que quiere uno... a lo que quiere otro... Oh, querido, querido y cariñoso amor, ¿Cuántos corazones más romperás hasta demostrar que lo único real es que no eres de a dos? Que el amor es uno solo, puro. Que se entrega y esperar algo a cambio un mero negocio, contratos de necesidades... angustia de inseguridades.
Me han gustado algunas personas y he soñado con que mis sentimientos sean correspondidos..... me identifico con tu relato...