de Inuyasha - Silencio (NarakuxKagome)

Re: Silencio (NarakuxKagome)

沈黙​

[Silencio]​

-¡Shirômaru!- grito Nataku, segundos antes de que este descargara un ataque mortal contra el indefenso hombre y lo despedazará con sus garras.

El demonio se dio la vuelta y lo miró con furia. Esto preocupó de sobremanera al hanyou de cabello castaño y rizado. Desde que salieran del palacio de sus padres para defender la zona Este, donde algunos banidos estaban robando y asaltando aldeas, su medio hermano se había convertido en una maquina de matar.

Ni siquiera detenía sus garras cuando le suplicaban.

Sabía lo que pasaba. El de cabello plateado jamás se había sentido bien entre sus familiares, quizás por que ninguno pertenecía a su misma raza y solo en esos momentos dejaba libre su instinto de demonio completo. Nataku lo comprendía y lo aceptaba, pero más de una vez se había visto en la obligación de pararlo, cuando se descontrolaba y, con los ojos rojizos, trataba de atacar a los propios aldeanos que debía defender.

Por suerte, ese no era el caso. Ya habían terminado y, tras pasar por el poblado, en dónde les dieron las gracias y varios sacos de trigo y verduras, emprendieron el camino de regreso a casa.

Nataku, de ánimo más alegre y un poco retorcido, siempre hablaba tratando de enfadarlo o como mínimo de recibir una respuesta seca y fría, que era al parecer lo único que Shirômaru sabía decir, pero desde el principio hasta el final del trayecto, su hermano no le respondió.

Llegaron al palacio en apenas dos horas, uno volando gracias a sus poderes antinaturales y el otro por tierra, a gran velocidad y sin quedarse atrás. Los recibió Kagome, su madre, contenta de tenerlos de nuevo con ella.

-¿Qué tal fue?- preguntó a ambos, parándose un momento a pensar en lo mucho que se parecían a sus respectivos padres a sus veintiún años. El hanyou se adelanto para hablar con ella, peor Shirômaru se fue sin decir nada, dejando los sacos que llevaba en el suelo. La antigua sacerdotisa miró preocupada a su otro hijo, como pidiendo una confirmación a sus sospechas.

-No, no ha perdido el control- la tranquilizó- pero mató a varios de esos saqueadores incluso cuando le suplicaban clemencia. No creo que se sienta muy orgulloso.

-Si tan solo Sesshômaru viviera y pudieses enseñarle a controlar sus impulsos- se lamento ella- Inuyasha, por ser medio demonio, no puede ayudarlo demasiado.

-Ya aprenderá- dijo una voz a sus espaldas y los dos voltearon para encontrarse con naraku, que los miraba desde la puerta principal- Controlar sus instintos y sus poderes le costara años, incluso una o dos décadas, no tenéis que preocuparos tanto, yo me ocuparé de él mientras tanto.

Todos callaron, el recuerdo de la última pelea entre el poderoso señor del castillo y el heredero de Sesshômaru regresó a sus mentes. Naraku había vencido al de cabellos plateados con suma facilidad y aunque este se había mostrado bastante ofendido, en el fondo sabían que lo tranquilizaba tener a alguien que le parase los pies cuando su conciencia de demonio lo dominaba.

-¿Y si hablases con él?- sugirió Kagome, cuando Nataku se hubo marchado a buscar a Inuyasha para entrenar un rato, cosa que pasaba con frecuencia por que, consciente de que su poder como medio demonio era menor al de su hermano, no quería quedarse atrás.

-No es necesario, él lo sabe, se lo dije hace tiempo- le informó su esposo, lanzándole una mirada que la hizo temblar- ¿Nos ocupamos de otros asuntos de mayor importancia?

-¿Cómo cuales?- pregunto inocentemente Kagome, siguiéndole el juego mientras se acercaba lenta e insinuantemente a él.

Naraku la tomo en sus brazos, encantado, como siempre, por lo rápidamente que ella pasaba de la preocupación a la seducción con él. La beso despacio en los labios, luego recorrió su cuello, mientras se iba deshaciendo del kimono azulado que se había puesto hoy.

-Naraku- gimió, cuando lo sintió tocar sus pechos- La puerta está abierta.

Este se alejo un momento, sin soltarla, y, tras cerrar la puerta, retomo su pequeña tortura.


En el otro lado del palacio, sentado en el tatami de madera que daba a los jardines, Shirômaru repasaba mentalmente lo sucedido durante el viaje, sin que sus facciones detonaran la preocupación que lo corroía por dentro. Había vuelta a llenarse las manos de sangre sin sentido. Como llevaba pasándole desde hacía ya un año, cuando alcanzo las dos décadas de vida. En su casa se sentía bastante mejor, pues Naraku estaba allí y era consciente de que no permitiría que hiriese a nadie, pero cuando salía de viaje con Nataku no dejaba de preguntarse que pasaría si su instinto lo llevaba a matar a su hermano.

Y en el fondo sufría pro ello. Deseaba poder controlar ya esa fuerza que había heredado y fluía por sus venas. En ocasiones incluso había maldecido a su padre por no estar allí para enseñarle a dominar el poder y lo único que le impedía odiarlo era…

-¿Ya has vuelto?- escuchó a sus espaldas a la persona que estaba esperando, con esa voz alegre y tranquila que lo reconfortaba- ¡Bienvenido!- anuncio y por fin se sintió en casa.

-Rin- dije él débilmente, maravillándose de nuevo con la bella muchacha que tenía ante sí, de largos cabellos castaños con una coletita al lado izquierdo y esos enormes ojos marrones que lo miraban con felicidad- ¿Y Kohaku?- pregunto de nuevo y al momento la sonrisa de ella desapareció. Como odiaba cuando hacia aquello.

-Supongo que cazando monstruos, es su deber como exterminador-le informó- ¿Por qué preguntas? ¿Querías hablar con él?

Shirômaru no contestó. No, claro que no quería hablar con él. Era el ser que más detestaba en el mundo y el único del que no se arrepentiría de matar por sus impulsos demoníacos De hecho, si eso sucedía, probablemente daría una fiesta. Y todo por que sabía del amor de Kohaku por Rin. Aunque ella nunca le había dado esperanzas de que fuera correspondido, el chico se pasaba todo el tiempo que estaba en palacio al lado de ella, acaparándola como si fuera suya.

-No deberías estar celoso- le reprochó la chica mientras se sentaba a su lado, haciéndolo regresar del mundo en el que Kohaku es un feliz cadáver.

-No estoy celoso- rebatió, como un crío pequeño, asombrado por lo absurdo de la suposición. Él, un poderosos demonio hijo del más puro youkai Señor de las Tierras del Oeste ¿celoso por una humana? La noche se convertiría en día antes de que eso sucediera – Solo eres una insignificante humana.

Al momento se arrepintió de lo dicho, cuando vio que la expresión divertida de Rin s e convertía en una mueca de tristeza. Capto el olor a agua salada, la chica quería llorar, peor no iba a hacerlo delante de él.

-Rin, yo…- trató de explicarse, pero ella ya se había levantado y se disponía marcharse, cuando de un rápido movimiento él la tomo de un brazo, impidiéndoselo.

-¡Déjame! ¡Te pareces demasiado a tu padre!- le gritó, tratando de zafarse del agarre- ¡No sé como puedo ser tan idiota!

-¿Por qué dices eso?- exigió saber Shirômaru, sin darse cuenta de que ella ya estaba llorando.

-¡Por que sois igual de orgullosos! ¡Estúpido! ¡Idiota cabeza hueca!

El demonios e enfado pro los insultos, ¿pero es que Rin no sabía con quien hablaba? Tenía que ponerla en su sitio, hacerle entender que ella no era nada ante él para que nunca más se atreviese a insultarlo. Tiro del brazo y, para sorpresa de la chica, la besó. Esperaba un rechazó, un intento de separase y así poder demostrar que no lo podría hacer, pues él era mas fuerte, pero no ocurrió.

Rin se quedo quieta en sus brazos, que aflojaron el agarre y la rodearon suavemente, a medida que Shirômaru se dejaba llevar por otras sensaciones que dejaban el odio y la rabia atrás. Al cabo de unos minutos ella correspondía al beso, sin dejar de llorar, pasándole los brazos por el cuello.

Cuando fue de nuevo consciente de lo que estaba haciendo, se separo despacio. Su mente era un torbellino de ideas confusas y emociones ridículas, que él sabía eran una debilidad innecesaria. Dio unos pasos atrás.

-Esto no volverá a ocurrir- anuncio, para después marcharse y dejarla sola, para que llorara su pena.

Pero Rin no lloró, al contrario, se secó las lágrimas con la manga de su kimono y sonrió. ¿Besos que nacen del odio? ¿Impulsos? Aquella historia le era muy familiar. Comenzó a canturrear una canción que hacia tiempo llevaba en la cabeza dándole vueltas y se alejo por otro pasillo. Dejaría a Shirômaru analizar con tranquilidad lo sucedido y después ya vería. Quizás se acercaría un poco más a Kohaku, los celos a veces ayudan, sobre todo con demonios orgullosos e intransigentes.

-Ya no tengo palabras, de todo y de nada, el tiempo se las llevó, solo queda la noche en mi interior y este frío de amor. Y esta calma que rompe el corazón, de esta guerra yo he sido el perdedor y se clava muy dentro este silencio….

FIN​

Dedicado a las miembros del Kayazarami Fans en CemZoo.​

¡Gracias por re-abrir la discusión, Pami!

 

Re: Silencio (NarakuxKagome)

¿Es que no he avisado de que aún haré otros dos One-Shot más para terminar este Fanfic debido a las 400 peticiones que se me han hecho desde que puse el Epilogo?

En serio, os complaceré, pero una vez diga "Se terminó definitivamente" acepten que termine. ;)