Ciegxs en su fe de lo divino aquellxs que voltean el dolor a ojos vendados dibujados. ¡Oh! Qué paradoja es reconocer la propia herida solo para negarla. ¡Sí, tú! hablo de ti, que te pierdes en los laberintos de tu mente intrincada; y sumerges un pie tras el otro en las aguas puercas del drenaje, para después dedicarles a lxs dioses del río una plegaria. Amor, amor es lo que proclaman tus labios, pero solo aceptas migajas. Miras en el inconsciente monstruos maléficos de maquiavélica sociopatía, para juzgar sin juzgar lo que no debería ser juzgado. Las palabras que profieres cortan como esquirlas de obsidiana, pero tus manos santas curan, llenas de hipocresía. Revuelve los dichos cuanto quieras, ahógate en las enredaderas de tus propias malicias reflejadas. ¡Clama a la tierra! Que te ha escupido y golpeado. Llámale aprendizaje o designio divino. Azótate como monja cada mañana de ayuno, y luego voltea al bosque en la ventana. Toma una fotografía, vamos. Y escribe en el pie de página. Avanza en círculos pero di que avanzas. Que yo te conocí con una estrella en la mirada y ahora solo queda bruma. Pretenciosa y artificial.
¡Qué veo aquí! Tus versos hablan de varias cosas. Puedo llegar a pensar en una persona que antes era de una forma y ahora es otra, es decir, se efectuó un cambio para mal. Puedo pensar en la hipocresía que puede mover a alguien para conseguir algo e incluso pienso en aquél que por cobardía no ve o no acepta que está mal, que sus actos no lo van a llevar a ningún lado y que no sólo se hace daño a sí mismo sino a esa persona que ama. Esto es lo bonito de la poesía, que se puede interpretar de diferente manera. Sigue así, gracias por compartir tus bonitas composiciones con nosotros. Bonito fin de semana.