Gran Garladia Ragnarok, el último bastión

Tema en 'Final Fantasy: Crimson Sky' iniciado por MrJake, 15 Noviembre 2022.

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    Amane

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    Prácticamente al mismo tiempo, tanto Jazz como yo formulamos nuevas preguntas para los guardias, y no pude evitar dedicarle una sonrisa de pura diversión al asesino en cuanto di con su mirada al girar el rostro. Los guardias en cuestión siguieron respondiendo de manera bien diligente, explicándonos que aquellas máquinas eran para traer esencia del mundo exterior y todo el rollo aquel de por qué los ángeles solo podían procrear si eran hombres, con todo lo que eso implicó el momento en el que descubrieron que ambas especies podían mezclarse.

    Entre tanta cháchara, al final logramos recorrer toda Ragnarok hasta la zona central, y no mucho después fuimos llevados ante la Soberana. Fue una cosa de lo más extraña, a decir verdad, pero desde que dimos el primer paso dentro del palacio, me mantuve en completo silencio; un silencio totalmente anómalo en mí.

    No tenía idea de lo que iba a pasar a partir de ese momento, qué sería de mí y que sería de los otros una vez le entregase el orbe a la Soberana, y a pesar de que sabía que no era algo que debía importarme o preocuparme, simplemente no podía ignorar el vacío que sentí en el estómago ante aquella incertidumbre. Me mantuve impasible ante la reacción de la Soberana por el comentario de Myura, también durante la conversación entre la mujer y Jazz, y finalmente, tras un buen rato sin moverme en lo más mínimo, carraspeé para llamar la atención de la Soberana.

    —Antes de nada... —murmuré, aguantándole la mirada con firmeza—. Me gustaría saber qué es lo que soy exactamente.

    No podía ser un pecado tan grande querer definirse a uno mismo, ¿verdad?

    >>Preguntar qué eres.

    valimos verga, let's go (???
     
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    Void

    La explicación de los guardias siguió durante todo el trayecto, y terminé escuchando cosas que hubiese preferido no saber. La relación entre ángeles y demonios era tan tensa como me podía imaginar, aunque de cierta manera, el rencor que les tenían y las ganas de poder combatir contra ellos me hacía sentir extrañamente más tranquilo. Quizá porque hasta ahora siempre los había imaginado como criaturas que, en cuanto te encontraban, acababan contigo en un instante. Y bueno, aunque era un poco de eso —por lo que decían, los ángeles eran muy superiores a los demonios en capacidades físicas— al menos tenían ciertas armas para defenderse.

    Aunque esa fue la única "buena" noticia que escuché. El odio no solo se dirigía a los ángeles, sino también a los humanos, mestizos de estos o de sus descendientes, y a quienes acusaban de tóxicos. Sus palabras me recordaron a aquello que mencionaron los moguris y que Claire casi nos confirmó. No lo entendía en lo absoluto, ¿Por qué los humanos iban a resultar tóxicos para los demás? No sentía que me pasase nada alrededor suyo, ni un malestar generalizado. La única vez que me ocurrió algo, el día en el que lo perdí todo, sólo estábamos mi madre, yo y los monstruos por la lluvia carmesí. Cuando me desperté con mi rostro desfigurado, bueno, no parecía tener relación con las personas, sino con los ángeles.

    No me gustaba que se tratase a los humanos como errores, menos que ese estúpido guardia tratase tan mal a Myura. Eso me dejaba mal cuerpo, lo que se sumaba a la inquietud de lo que nos iba a pasar ahora que estábamos yendo directo hacía el hogar de la gobernante de todo este sitio, debido a Roxy. ¿Quién era realmente? No quería meterme en más problemas, sólo necesitaba econtrar respuestas sobre mi madre. Aunque en lugar de respuestas, lo primero que nos llegó fue silencio.

    Silencio cuando frente a nosotros había un montón de personas llevadas en una extraña procesión, cubiertas, sin nadie que dijese nada. La conexión entre los tributos que habían mencionado antes y lo que estaba viendo no fue muy difícil de hacer, pero se me encogió el corazón cuando vi que incluso llevaban bebés consigo. Y más aún, sentí que se me detuvo el mundo cuando Myura mencionó que prácticamente todos eran morfomantes.

    A partir de allí todo fue en declive. Volvieron a sacar el tema de la toxicidad, ahora con más detalle, y cómo era que los humanos, con su existencia, habían alterado el ciclo natural de esencia y antiesencia. Con un tercer elemento: El vacío. Myura me miró expectante cuando mencionaron ese término, y yo le devolví la mirada, escuchando con atención. Era más o menos como Nayen nos había contado, algo que no era esencia ni antiesencia, expulsado por todos los humanos, y que cuando los demonios u otros humanos con afinidad mágica lo absorbían, podía causarles daño. Causar morfomancia, y al final, justo como a Nayen, le hacía perder el control.

    Myura se alejó instintivamente de mí en ese instante, y confuso, traté de buscar sus ojos: Afligidos, como si sintiese que me ponía en peligro solo por estar cerca de mí. Quise decirle que no pasaba nada, que no había manera de que su existencia me hiciese daño, pero mis palabras no consigueron salir de mi boca. Porque una idea corrió por mi cabeza en ese momento.

    No la de que myura pudiese hacerme daño... sino que yo les estuviese haciendo daño a ellos. Nunca se había borrado de mi cabeza la imagen de Nayen perdiendo el control en el momento en el que entró en contacto conmigo, al tiempo que recuerdos de cuando era aún más pequeño aparecían en mi cabeza. Siempre me he sentido culpable por ello, pero nunca supe qué lo causó. Ahora, quizá, lo sé.

    El vacío. Aunque el vacío nos separe, yo siempre te querré.

    Lo último que me dijo mi madre antes de desaparecer. ¿Por qué el vacío nos separaría? Aún si vivir con los humanos de verdad nos hacía daño, ¿por qué eso nos separaría? ¿N-No... no podíamos vivir juntos apartados del mundo? Si no era eso, entonces solo se me ocurría que uno de los dos expulsase vacío. Quizá mi madre se había alejado de mí para mantenerme a salvo del vacío que ella creaba, o, viendo lo que le había hecho a Nayen... quizá había huido de mí.

    La idea de que yo podía ser quien expulsase vacío de alguna manera me mortificó enormemente. Estaba poniendo a Myura en peligro, así como lo había hecho con Nayen... y como quizá lo hice con mi madre. Las lágrimas escaparon rápidamente por debajo de mi máscara, mientras trataba de fingir para el resto que no me pasaba nada.

    ¿Por eso te fuiste mamá, porque estar conmigo te hacía daño? ¿Yo era... una carga?

    Las lágrimas siguieron brotando a borbotones de mis ojos, cubiertas por aquella coraza que me había puesto en la cara, con la que había tratado de ocultar mi naturaleza. Y que ahora me ocultaban una vez más.

    Siempre pensé que si me encontraba con mi mami una vez más, de alguna manera todo volvería ser como antes. Que algo le había ocurrido esa noche, la de la lluvia carmesí, y que había tenido que escapar sin poder volver conmigo. Que estaba bien, quizá cautiva en algún lado, y podría ir a rescatarla una vez que la encontrase. Pero ahora, si lo que estaba pensando era verdad, ¿No iba a poder ver a mi mamá aun si la encontrase? ¿M-Me rechazaría si me aparecía frente a ella en algún momento?

    Negué con la cabeza agresivamente de manera reiterada, tratando de desvanecer aquella terrible idea que había tenido. N-No tenía sentido que yo expulsase vacío, ¿cierto? Era un demonio después de todo, ¿no? Mi madre así me lo había dicho, Claire tampoco lo desmintió y hasta los detectores de esencia lo confirmaron. Y los demonios no expulsan vacío, sólo antiesencia. Repetí esta idea un par de veces, tratando de asentarla en mi cabeza para sentirme mejor, cuando salió el tema de los hijos.

    S-Solo las mujeres demonio podían tener hijos con los ángeles, y algunas de esas relaciones n-no habían sido deseadas.

    Se me revolvió el estómago. ¿Por qué todos los recuerdos que había recuperado tenían que ser tan devastadores? Bebés, muchos de ellos, mi madre, tirada en el suelo, con varios hombres entrando con los bebés en los brazos. El llanto de mi madre, el vacío en sus ojos. ¿Eran ángeles? ¿E-Ellos habían...?

    No quise desarrollar más esa horrible idea, pero si de verdad había sido así, existía la posibilidad de que yo fuese uno de ellos, un niño nacido de un demonio y un ángel, como Jazz, y que expulsase vacío por ello. Pero entonces, ¿Por qué Jazz había dado positivo como un 50-50 y yo seguía apareciendo como un demonio? No tenía sentido.

    "Ah, no... él no . Ese es especial".

    Eso había dicho uno de los tipos aquella vez. De verdad, ¿Qué era yo realmente?

    Estaba tan destrozado mentalmente que no me importó en lo más mínimo cuando estuvimos frente a la tal soberana, hasta que empezó a señalarnos uno a uno. El último clavo que necesitaba fue cuando le dijo a Myura que le quedaba poco. ¿A-Acaso Claire no había podido salvarla del todo? ¿Myura iba a morir pasase lo que pasase?

    No pude ni siquiera asimilar el shock cuando llegó mi turno.

    "¿quién... eres tú? La esencia que desprendes, tu heterocromia... todo en ti grita "morfomante", pero... cuando te escruto no percibo un ápice de monstruosidad creciendo en ti. Entonces, ¿por qué tu ojo está "encendido" con la marca de la bestia?"


    Eso... eso era justo lo que quería saber yo también. Apuntó sus manos hacía mí, como si quisiera hurgar en mi interior, pero se detuvo. Aunque inicialmente me asustó, cuando decidió no hacerlo una extraña emoción me embargó. ¿Por qué se detuvo? ¿Por qué no me dijo lo que soy realmente? Necesito... necesito saberlo.

    Habían muchas cosas que quería saber, pero la que más me apremiaba ahora mismo, la que me estaba destrozando por dentro, era yo mismo.

    —¿Qué soy? —pregunté débilmente, mirándole con ojos llorosos—. Necesito saberlo.

    >> Necesito saber todo lo que sepas sobre mí.
     
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    MrJake

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    La Soberana esbozó una ligera sonrisa, y comenzó a levantarse, poco a poco, de su asiento regio. Sus pasos la llevaron a avanzar hasta estar cerca de Jazz. Lo miró de cerca, sus ojos rojizos entrecerrándose mientras lo escrutaba. Y dejó escapar una ligera risa nasal.

    —Ah... entiendo. Tal y como imaginaba. No era difícil de deducir, después de todo. Así que... una reunión con mi invitado, ¿eh? No hay problema, pues... acompaña a mis guardias, entonces. Pero te advierto de que mi compañero angelical viene bien custodiado, me temo. Y las condiciones para nuestra reunión fuese no perder su protección en ningún momento, así que le acompañan todos en la sala de reuniones. Te lo informo para que... bueno, para que no cometas alguna locura~.

    Así, con un chasquido, varios guardias salieron, invitando a Jazz a seguirle. Y el asesino se perdió en el interior de la sala, siguiéndoles.

    Jazz se separa del grupo


    ***



    Conforme Jazz se alejaba, Roxy lanzó su pregunta. Y la Soberana no pudo sino alzar una ceja, analizándola de arriba abajo. Caminó hasta ponerse frente a ella, y la escrutó.

    —... ¿y eso qué te importa, exactamente? ¿Traes el Ojo, o no? Hm.

    Arisca, se cruzó de brazos.

    —No percibo nada irregular en ti, a simple vista. Así que espero que no tenga que considerarte defectuosa. Voy a asumir que tu pregunta es fruto de un cuestionamiento lógico, y no tiene nada de emocional. Y siendo ese el caso, la responderé... o, mejor aún. Dejaré que la respondan para mí. Ve a esa sala, mi Roxanne. Allí encontrarás respuestas a esas "preguntas" tuyas. Y, además, encontrarás el lugar donde entregar el Ojo. Mis hombres sabrán indicarte todo. Vamos. No pierdas el tiempo, y obedece.

    De otra sala, en el lado opuesto al camino que tomó Jazz, un hombre salió, pero... este no parecía un guardia. Iba vestido, más bien, con una especie de capa blanca, una bata extraña, y estaba repeinado. Llevaba muchísimos papeles entre las manos, y, en cuanto vio a Roxanne, sonrió.

    —Qué gusto ver a nuestro experimento más exitoso seguir en la senda correcta y no mostrar fallos de diseño —dijo. Luego, con un gesto, la invitó a seguirle—. Vamos. Ven, tenemos que hablar, nosotros dos...

    Y Roxy, también, se marchó de allí.

    Roxy se separa del grupo

    ***


    —¿Tú? Oh, tú, mi precioso niño...

    La Soberana se acercó a Void, y puso sus manos en los hombros del niño, agachada ligeramente. La vio esbozar una mueca de.. ¿dolor? cuando llevaba un tiempo con sus manos sobre él, y al final las terminó retirando, mirando luego sus palmas y con el ceño arrugado. Pero pronto sonrió.

    —... tú eres exactamente lo que imaginaba, cielo. Por supuesto que lo eres. Debí imaginarlo desde que llegaste. ¡Cuán grata sorpresa la que he recibido hoy! No solo regresa mi enviada, sino que también regresa mi pequeña fiera. Qué maravilla~.

    Myura arrugó el ceño, confusa.

    —Tu... ¿"pequeña fiera"?

    Ella, sin embargo, asintió.

    —Es algo complicado de explicar, me temo. ¿Por dónde empiezo?

    Se dio la vuelta, y, con el gesto de una mano, le invitó a seguirla.

    —Venid conmigo, chicos. Es mejor si lo veis con vuestros propios ojos. Después de todo, no tengo problema alguno en que podáis conocer la verdad~.

    Parecía tranquila y confiada... y Myura, al ver a Void algo afectado y asustado, pasó junto a él, poniendo suavemente una mano en su cabeza. Cuando le miró, asintió. Y un leve susurro surgió de su boca.

    —... estoy contigo, enano, ¿vale? Pase lo que pase.

    Y los dos, así, siguieron a la Soberana.



    ***



    Perspectiva de Void

    Void y Myura siguieron a la Soberana por un largo pasillo, y la vieron frente a una pared, tocando algo en ella. Al hacerlo, la pared pareció echarse a un lado, como si fuese una puerta secreta. Y unas largas escaleras aparecieron frente a ellos, tras la misma. Escaleras que conducían a una impenetrable oscuridad. La Soberana, con un chasquido de sus dedos, creó una llama en su mano, que iluminó el camino. Y, con la otra mano a la espalda, empezó a bajar las escaleras lentamente.

    —Vamos. Seguidme.

    Así lo terminaron haciendo, con Void delante y Myura a pocos pasos del niño, guardándole las espaldas. Poco a poco, conforme descendían, iban viendo como sus alrededores se... "metalizaban", de alguna manera. Lo rústico y oscuro del castillo iba dando paso a un entorno plateado, como si todo estuviese recubierto de acero. Y conforme iban andando, se fijaron en algo: a sus lados, a izquierda y derecha de aquel pasillo, había grandes puertas fortificadas, todas ellas con un número asignado en un cartel, al lado de los mismos.

    —¿Q-Qué es este lugar...?

    —Este es el Laboratorio Archidemonio —comentó con tranquilidad la Soberana—. Es solo posible gracias a la tecnología de los ángeles, claro. Nuestra fábrica personal de Tributos, la que nos permite mantenernos vivos como sociedad demoníaca. La que nos permite mantener nuestro pacto con los ángeles.

    —¿C-Cómo...? N-No entiendo...

    La Soberana emitió una ligera risita.

    —¿Confundida? Entiendo que es normal. Vayamos poco a poco, ¿quieres? Mirad.

    Se detuvo en un lugar concreto, mirando a una pared. Y conforme la tocó, esta pareció empezar a hacerse transparente, como si una ventana enorme surgiese en su lugar. Myura, impresionada, quedó con la boca abierta. Y su expresión cambió más aún conforme vio lo que había dentro de una de esas salas.

    Una mujer yacía dentro... rodeada de niños pequeños. Algunos bebés, otros con algunos años, pero ninguno era muy mayor. En esa sala amplia tenían camas y comodidades básicas, pero la mujer no parecía especialmente contenta. En la sonrisa que tenía mientras jugaba con los niños se reflejaba una innegable tristeza. Pero no parecía ver a la Soberana y a los demás. Como si el cristal no fuese bidereccional, y solo ellos pudiesen verla.

    —¿Q-Qué significa esto?

    La Soberana suspiró.

    —Ella es una de las Madres. Está aquí recluida, en los Laboratorios Archidemonio, con el objetivo de tener descendencia repetidamente. La tecnología médica que los ángeles nos facilitan nos permiten acelerar el ciclo reproductor de estas mujeres, y generamos sus embarazos artificialmente, usando "muestras" de otros demonios voluntarios. Así, tienen hijos continuamente, los hacen crecer y desarrollan, y cuando se nos requiere, los tomamos para que sirvan de tributos, junto a aquellos ciudadanos que están al borde de la pérdida de control.

    Ante la horripilante revelación, Myura se cubrió la boca, escondiendo el gesto de sorpresa. Y su otra mano apretó el hombro de Void, como si quisiese transmitirle tranquilidad. Aquello era, quizá, demasiado para él. Pero a la Soberana no pareció importarle lo complicado que fuese para un niño todo aquello. La morfomante terminó, al final, hablando.

    —¿Estás diciendo... que encerráis a mujeres demonios para que tengan hijos, con el único propósito de sacrificar niños? ¿¡Por qué hacéis algo tan terrible!?

    Y ahí fue cuando la Soberana apretó los dientes, sin dejar de mirar a través del cristal.

    —... ¿crees que me agrada? No. Por supuesto que no. Pero es la condición para que Ragnarok siga en pie. Querida, ¿crees que los ángeles no saben dónde estamos? ¿Crees que calculo mis acciones al milímetro sin razón? No. Mi secretismo, la necesidad de no salir de Ragnarok, el hecho de que nadie en la ciudad conozca esta terrible verdad, estos laboratorios... es porque los ángeles nos tienen asfixiados por completo. Si no cumplimos sus demandas y creamos un número de tributos regularmente cada vez que son pedidos, esos hijos de puta pueden aniquilarnos con un solo chasquido. La gente en Ragnarok cree que está oculta y protegida, pero eso no es cierto. Los ángeles, pese a todo, controlan el mundo. Y nosotros solo podemos estar aquí porque nos necesitan.

    —N-No lo entiendo... pero, ¿por qué es necesario esto? ¡Son niños! ¡Niños...!

    —¿¡Crees que no lo sé!? —exclamó la Soberana, sus ojos brillando en un rojo intenso. Luego se serenó, tomó aire, y recuperó la sonrisa ególatra—. Lo sé bien. Pero créeme, aunque haya que hacer estos sacrificios, no son en vano. Intento que no lo sean. Porque lo que los ángeles no saben es que no nos estamos limitando a usar su tecnología para cumplir con nuestro trato. Pero no es cierto; hemos podido aprender. Y ahora, todos nuestros esfuerzos se centran en pararles los pies... de forma discreta, a ser posible.

    Caminó algo más, y, en otra sala, hizo lo propio, tocándola y revelando lo que había al otro lado a través del cristal. Apreciaron la misma escena: muchos niños en la zona, una única mujer. Y... un hombre con bata blanca junto a ella. Le tomaba el brazo a la mujer, y usaba un aparato para inyectar algo dentro de esta. Luego se acercó a algunos niños, y parecía estar haciendo algunas revisiones en ellos, con instrumental extraño. Les medía el pulso con los dedos, les miraba las pupilas, y también extraían sangre de ellos, guardándola en botecitos. Myura lo observó con los ojos enrojecidos por la tristeza que sentía.

    La Soberana estaba seria cuando les explicó la verdad.

    —... las Madres son sometidas a ciertos tratamientos y experimentos. Estamos... manipulando el vacío para intentar usar sus propiedades positivas. Nuestra idea es que el vacío puede hacer que, si lo porta la madre de forma correcta, haga nacer a un niño demonio que lleve el vacío innato en su cuerpo, en su sangre. Que lo porte de forma natural, y que eso le permita volverse extraordinariamente poderoso. Sería un demonio inmune al efecto nocivo del vacío, un demonio que solo se refuerza y no padece ante su presencia. Sería tomar todo lo bueno del vacío y obviar lo malo. Si consiguiésemos eso, crearíamos al... verdadero Archidemonio que tanto temen en la superficie. Esa figura ficticia que inventaron los ángeles para engañar a los humanos con sus historias. Yo quiero convertir esa historia en realidad. Y dado que estos niños y estas Madres van a ser sacrificados igualmente... son el sujeto experimental perfecto.

    Myura contuvo ganas de vomitar conforme ella hablaba, y, al final, la miró con ceño fruncido.

    —Los ángeles os obligarán y todo lo que quieras, pero... lo que hacéis es imperdonable, y no eres mucho mejor que ellos si lo permites. No solo encerráis a mujeres y las condenáis a una vida eterna de crianza de niños para luego irlos sacrificando... sino que además experimentáis con ellas y su descendencia. ¿Qué os da derecho a eso?

    La Soberana la analizó de arriba abajo. Aunque sus ojos rojos mostraban frialdad, su expresión no pudo ocultar cierto grado de tristeza. Con todo, forzó la sonrisa cínica cuando respondió.

    —... hmpf. Nada nos lo da. Igual que nada se lo da a los ángeles para hacer todo lo que hacen solo por su subsistencia. Así pues, ante enemigos sin escrúpulos... solo una líder sin escrúpulos puede triunfar. Si tengo que ser yo esa líder, créeme, lo seré.

    >> ¿Prosigo con mi explicación, o vuestros cuerpos endebles no pueden tolerar más emociones?

    Myura apretó los dientes, pero guardó silencio. Pese a la crudeza de todo, querían saber la verdad. Los demonios creían que los tributos eran solo personas de las calles de Ragnarok apunto de transformarse, y en parte era cierto, pero... la verdad era que la Soberana también fabricaba más tributos, encerrando a Madres para que los criasen sin parar. Pero, ¿por qué los ángeles querrían eso? Ellos eran los que "pedían" cierta cantidad de tributos, quizá más de los que podían proporcionar. Hasta el punto de que aceleraban la crianza y fecundación de los hijos para acelerar el proceso. Pero, ¿qué ganaban con eso? ¿Por qué querrían los ángeles tal cosa? ¿Y por qué no acababan con Ragnarok, si sabían dónde estaba y tanto odiaban a los demonios?

    —... como digo —siguió la Soberana—, mis esfuerzos siempre han girado en torno a crear a algún niño que pueda llegar a convertirse en el Archidemonio. En el demonio definitivo, uno capaz de competir con la fuerza de los ángeles. Y para eso, el vacío era la única forma de lograrlo, pero ya sabréis que su efecto a largo plazo es... complicado. Por eso, nuestros experimentos empezaron muy mal, y las Madres sucumbían rápidamente. Los niños nacían ya con signos morfomantes, incluso. Era complejo. Pero poco a poco, lo fuimos puliendo, y... aunque no daba los resultados deseados, iba funcionando un poco. Pero no todos estamos hechos igual; la genética es diferente en todos nosotros. Por eso, igual que un ángel resultó ser capaz, por su genética, de engendrar hijos, confiamos en que lo mismo sucedería con los niños demonios: aunque a la mayoría el proceso de herencia de vacío les afectaba negativamente, a algunos les sería indiferente, y quizá, con la genética adecuada, en el caso adecuado... funcionaría. Era cuestión de perfeccionarlo, y de encontrar al sujeto adecuado.

    Se giró, y miró de cerca a Void. Myura ya se imaginaba, desde hacía tiempo, lo que sucedía. Por eso, quizá, no separó sus manos de los hombros de Void en todo el tiempo.

    —... y tú, mi amor, eres el tributo perdido. Ahora estoy convencida de ella. Eso explica todo.

    >> Hace un tiempo, mis científicos me informaron del éxito de los experimentos en un niño joven. Parecía haber funcionado, aunque no podíamos asegurarlo del todo... había que mantenerlo en observación. Por eso, cuando el niño fue creciendo y nuestras pruebas daban resultados positivos... creímos tenerlo. El verdadero Archidemonio, por fin, tras tantos años. Tantos, y tantos años... —miró hacia arriba, emocionada, como si sintiese un profundo alivio al recordar aquel momento.

    Pero pronto apretó los puños semi-monstruosos.

    —Pero en cuanto a esa Madre y al Archidemonio se les dio trato especial y fueron sacados del Laboratorio para hacerles un mayor seguimiento, ella aprovechó el menor descuido para fugarse con él. Y le perdimos la pista.

    Suspiró, y de nuevo sonrió. Esta vez, miró a Void... y, casi por instinto, Myura se colocó ligeramente delante de él, protectora.

    —... pero mírate, mi pequeño Archidemonio. Has vuelto conmigo... tú solo, ¿huh?

    >> Necesito saber todo lo que sepas sobre el Vacío.
    >> Necesito saber todo lo que sepas sobre los ángeles.




    ***


    Perspectiva de Jazz:


    Los pasos de Jazz le llevaron hasta una sala amplia, con una gigantesca mesa llena de sillas. Justo antes de entrar, los guardias de la Soberana interactuaron con otros guardias que custodiaban la entrada de la sala, unos vestidos con uniformes diferentes. Uniformes que eran bastante conocidos por Jazz, por supuesto.

    Uniformes eleanos.

    Al final pudo entrar, aunque antes de hacerlo le desarmaron por completo. Y no pudo sino caminar sin armas hasta el interior.

    —Nuestra ciudad está invadida, y es cuestión de tiempo que lo esté toda Elérea. ¿Asumís eso, o no? Nuestras acciones no han sido lo suficientemente discretas, y hemos atraído la atención de ellos. Ahora ya no hay vuelta atrás... si los Caballeros Blancos están en Elérea, nosotros-

    El hombre calló cuando vio entrar a Jazz, inclinando la cabeza a un lado. Estaba sentado junto a varios soldados en aquella sala... dos de ellos parecían llevar uniforme de comandante, el resto lucían como oficiales. Pero él, el que hablaba, con sus profundos ojos brillantes... no era ni una cosa ni la otra.

    Era el mismísimo Emperador.

    Emperor Zael.jpeg

    —Ah. ¿Tú eres la visita de la que nos informó la Soberana?

    Todo el mundo le miraba. Jazz estaba en el centro de atención, pero... ahí estaba. El núcleo duro de Elérea, frente a él. Y Zael al otro lado de la mesa, dedos entrecruzados entre sí, codos sobre la madera, gesto serio.

    —... ¿y bien? ¿Cuál es el propósito de esta visita, exactamente? Estimo que si Umbra te ha dejado entrar a esta sala es porque eres alguien relevante, sin duda. Pero como comprenderás, soy el Emperador de Elérea. Que esté aquí es algo que no debe ser de conocimiento popular de nadie, y no tengo tiempo para perderlo con visitantes, menos en este contexto en el que nos hallamos. Así que hazme el favor: sé conciso. ¿Qué quieres?

    De pronto, alzó una ceja.

    —... tu rostro me es familiar. ¿Acaso nos conocemos...?

    Jazz creyó notar cierto temblor en la coz conforme formulaba esa pregunta.

    Lo tenía ahí... delante. Por fin. Después de tanto tiempo.


    >> Pedir reunirse a solas con el Emperador.
    >> Preguntar por lo sucedido en Elérea.
    >> Preguntar por su alianza con la Soberana.



    ***


    Perspectiva de Roxy

    Por su parte, Roxy siguió un camino parecido al de Void y Myura... y descendió a una zona secreta del Castillo, revelada detrás de una pared. Conforme descendía, el científico que iba delante de ella fue hablando.

    —Bueno, bueno... Roxanne. Qué gusto que estés aquí, sin duda alguna... ¿es cierto lo que he oído? ¿Que pareces interesada en saber sobre tu origen, sobre quién eres? Hmm. Me preocupa ese hecho, a decir verdad. Cuando te programamos, no fue con eso en mente. Estábamos convencidos de que al usar el material base que usamos para tu creación, esta vez saldría todo bien. No debería haber influencias externas... pero bueno, no saquemos conclusiones precipitadas. Analizaremos qué te sucede en breve. ¿Pasas por aquí, por favor?

    Abrió entonces una puerta, y, tras la misma, una camilla esperaba, de puro metal, plana y fría. Y no solo eso... al fondo de la sala, en una especie de "cápsula", dormitaba una mujer. Una mujer desnuda por completo... que tenía un aspecto algo escalofriante para ella.

    Un aspecto idéntico al suyo, solo cambiando ligeramente, como si se mostrase más joven que ella, en cierto modo. Pero no había duda de que era igual a Roxy.

    SISTAH!.png

    Y el hombre siguió hablando, mirando una serie de notas que llevaba en la mano.

    —Bien... déjame que te explique, pues. Si tu código lógico te hace preguntarte de dónde vienes, entiendo que no es necesariamente un fallo de funcionamiento en ti, sino un resultado de tu forma de pensar racionalizada. Así pues... te diré la verdad.

    >> Eres una criatura artificial, diseñada en base a tecnología de los ángeles manipulada por nosotros. En síntesis, aunque tu cuerpo es real, de carne y hueso y con las necesidades y características fisiológicas de cualquier otro cuerpo, todo lo demás en ti es artificial. Te creamos en una incubadora usando la replicación de un cuerpo demoníaco. Los ángeles disponen de un nivel tecnológico muchísimo más avanzado que el nuestro que han ido desarrollando desde hace mucho tiempo; pero tienen una desventaja respecto a nosotros, y es que nuestros cuerpos son fértiles. Así, la combinación de nuestras características fisiológicas y de la tecnología que nos han facilitado, ha permitido que podamos, básicamente... lo que podrías llamar "clonar" a un demonio. Y tú eres ese clon.

    ¿Un... clon?

    —Por supuesto —siguió diciendo—, aunque logramos hacer muchos clones en el pasado, ninguno tenía vida. Y es que faltaba un elemento crucial: una mente que moviese ese cuerpo. Y no disponemos de la capacidad de reproducir una, por mucho que lo intentemos. Descubrimos que el principal problema que generaba esa incapacidad era el hecho de que los clones no interactúan con la esencia y la antiesencia, y eso provoca, en definitiva, que no tengan vida ni raciocionio, ni voluntad. Nada. Por eso, centramos nuestros esfuerzos en tratar de crear un sistema que permita a los clones desarrollarse en base a un ciclo de esencia y antiesencia, como todo ser viviente en nuestro mundo. El prototipo inicial fue exitoso, en cierta medida: le dimos, con la combinación de nuestra magia y la tecnología angelical, la posibilidad de absorber la esencia de la misma forma en la que podemos los demonios, pero sin interacción alguna con el vacío. El resultado fue exitoso. Al impregnar de la posibilidad de absorber esencia, el clon al fin obtuvo conciencia y autonomía. Y se le asignó, así, la tarea para la que creímos que estaría preparado. Pero no tuvimos en cuenta el detalle de que... al crearlo de forma idéntica a aquel del que era clon, incluyendo una misma capacidad de drenaje de esencia, acabó desarrollando su propia voluntad, imitando a la del original. Y terminó desarrollando una voluntad propia, unos deseos propios y una rebeldía indeseable.

    >> Por eso, seguimos investigando, y llegamos, al final, a ti —miró a la cápsula con la mujer, esbozando una sonrisa—. Contigo el enfoque... fue diferente. Si te hacíamos una "demonio artificial", pasaría lo mismo que con el prototitpo. Acabarías desarrollando las características de tu versión original y, en esencia, te convertirías en un ser autónomo, con deseos propios, aunque sea basados en los de tu versión original, en su personalidad, en sus rasgos. Por eso, tomamos la decisión de no darte la misma "alma" que a ella. Y creamos un sistema de absorción total en ti.

    "Absorción total". Por algún motivo, Roxy sintió un escalofrío al escuchar aquello.

    —Te añadimos el elemento mágico a través de la absorción de esencia, pero lo hicimos de manera en que no absorbas tú misma la esencia, sino la de otros. Es decir... tú no tienes la capacidad de asimilar esencia. Tú, simplemente, tienes la capacidad de "sustraer" parte de la esencia que otros a tu alrededor absorben. Es más, estar cerca de un ángel te permitiría, incluso, absorber también antiesencia. Tu cuerpo no se alimenta de nada por sí mismo: se alimenta de lo que otros absorban. Los emula.

    ... ¿era de eso de lo que Claire estaba "asustada", acaso? ¿Tal vez percibía que, al estar cerca de ella, Roxy "emulaba" su forma de interactuar con la esencia y antiesencia...?

    —El problema de base era que no comprendíamos del todo hasta qué punto nos define la esencia y la antiesencia. Pero, como te dije antes, básicamente esa relación con el flujo es el "alma" de una persona. Y a raíz de ahí, se crea todo lo demás. Sin ella, no es más que un cascarón vacío. Con ella, sin embargo, ese cascarón empieza a tener vida. El problema era que si nada en la conexión con el flujo variaba respecto al original, nada en ti variaría respecto al original. Por eso, la idea de darte la posibilidad de absorber de otros, de forma, digámoslo así, "parasitaria", fue increíble. Al no poder tener tu propia conexión con el flujo y depender de la del resto, nunca podrías desarrollar una personalidad definida, ni una voluntad clara. Todo en ti sería un compartimento en blanco que jamás podría llegar a rellenarse.

    >> ... y el único "relleno" que le dimos fue aquello con lo que se te diseñó, claro. Tu primera orden al "nacer" fue encontrar el Ojo de Shinryu. Al ser incapaz de desarrollar pensamientos, sentimientos o emociones propias, nunca podrías llegar a sustituir esa idea de tu cabeza, ni a cuestionarla, ni a añadir nuevos deseos. Para tener deseos hace falta una personalidad y una mente. Para tener ambas, hace falta un alma. Para tener un "alma"... hace falta individualidad. Y esa individualidad se nutre del ciclo con la esencia y la antiesencia.

    Entonces... Roxy era un clon vacío de pensamientos y que era, en teoría, "incapaz" de pensar o setir nada más allá de su primera orden, todo porque aquello cuanto sentía era siempre ajeno, nunca "propio".

    ¿Era era su verdad? ¿Eso era ella? ¿Un clon? ¿Un ser artificial, "parasitario", incluso...?


    >> Preguntar por tu "versión original".
    >> Preguntar por tu magia.
    >> Preguntar por el motivo de tu misión.
     
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    Gigi Blanche

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    La Soberana reaccionó a mi pedido, bajándose por fin de su trono para acercarse a nosotros. Le sostuve la mirada sin perder la soberbia de mi sonrisa en ningún momento, me escrutó al detalle y pareció darse cuenta. Avispada, la dama.

    No esperaba menos.

    Alcé las manos en señal de paz ante su advertencia, desentendiéndome del asunto, y le eché un vistazo breve a mis compañeros en lo que giraba sobre mis talones y me retiraba del salón. Qué va, qué va, ¿no había pensado lo del territorio neutral, acaso? ¿Qué clase de invitado sería si derramo sangre bajo el techo de tan hospitalario anfitrión? Tendría que contenerme, pero ya me había contenido muchas veces en el pasado.

    Porque las ganas, de seguro, no me faltaban.

    Seguí a los guardias hasta que identifiqué el uniforme eleano de los hombres que custodiaban la puerta frente a nosotros. Tuve que tragarme la risa, de veras. Una cosa era sospecharlo y otra la cruda confirmación. De repente tenía tantas... preguntas para ese hijo de puta. Aguardé, como si no me estuviera llevando un jodido demonio, aguardé y me deslicé hacia el interior de la sala lleno de confianza. Oh, ¿estaba interrumpiendo en plena reunión militar?

    Ups~

    La mirada de todos esos imbéciles viró en mi dirección, me escanearon y no pudo darme más igual. Lo único que me interesaba era aquel par de ojos jade, regios y afilados. Se lo notaba más entrado en años, pero en esencia era él. Era él.

    El jodido Emperador de Elérea.

    Me detuve a una distancia prudencial, sin mirar a nadie más que Zael, con la barbilla alzada y la ligera sonrisilla que, al parecer, no planeaba abandonar mis labios. Estaba en mi puta salsa, la satisfacción corría rauda por mi sangre, pero no estaba sola. También había ira, resentimiento y un odio visceral. Por los Sagrados, si habría fantaseado durante años con este preciso momento.

    Y todas las formas de matarlo.

    Aguardé a que acabara su monólogo innecesario, y estuve por responder cuando Zael arqueó una ceja. Algo chispeó en sus ojos, algo indescifrable, y la primera pieza se tambaleó. Mi sonrisa se ensanchó y alcé los brazos hacia los costados, dejándolos caer luego. Suspiré, dramático.

    —¿Así me recibes? Qué frío~ —Comencé a caminar por la estancia, como si el puto lugar me perteneciera, y fui husmeando a la pasada las expresiones de los oficiales; no había titanes, ¿huh?—. Igual lo entiendo, no te preocupes. Imagino que para esta altura debías imaginarme... ¿cómo? ¿Convertido en una bestia salvaje, irracional? ¿Muerto, quizá, pudriéndome en una zanja?

    Una risilla vibró en mi pecho, meneé la cabeza y volví a soltar el aire, lentamente. Me detuve justo frente a la mesa, en el extremo opuesto al Emperador, y me incliné poco a poco hasta apoyar las manos sobre la madera. Me clavé a sus ojos de jade, disfrutando cada segundo, y afilé la mirada.

    Zael, el Emperador de Elérea.

    —¿Y si conversamos un rato a solas? —sugerí, sedoso, y la boca prácticamente se me hizo agua antes de agregar—: Ya sabes, de padre a hijo.

    Sorpresa~


    >> Pedir reunirse a solas con el Emperador.

    :shani:
     
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    MrJake

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    Zael lo observó mientras hablaba, y casi podía escucharse el latido de su corazón acelerarse conforme más iba hablando Jazz. Parecía darse cuenta él solo. Como si reconociese algo en él, como si notase que esa familiaridad que claramente sintió en un inicio estuviese creciendo más y más al escucharlo.

    Y, al final, lo dijo.

    "¿Y si conversamos un rato a solas? Ya sabes, de padre a hijo".

    Los ojos verdes de Zael se abrieron mucho, y se echó hacia atrás en la silla. Pronto, todos sus hombres empezaron a cuchichear, a hablarle, a mirar de un lado a otro; el caos reinó por un instante. Pero Zael lo sentenció pronto. Se levantó de golpe, y alzó la mano.

    —¡Fuera todo el mundo! Fuera de esta sala, ya. Dejadme a solas con el visitante.

    —Pero señor... —replicó uno de los comandantes.

    Zael no parecía tener tiempo para él.

    —Largo, dije, Jason. Vete. ¡Ya!

    Y la sala entera no tuvo más remedio que marcharse. Al final, solo quedaron dos personas. Zael y Jazz.

    —... ¿Adrien? ¿Eres tú?

    Adrien. Hacía muchísimo tiempo que nadie le llamaba así, desde luego. Desde que era un mero adolescente, como poco. El Emperador caminó alrededor de la mesa, siempre dejando entre ambos la misma, de un lado a otro. Nervioso, sí, pero manteniendo la compostura. O al menos intentándolo.

    —Sabía que había algo familiar en ti. Desde que te vi. Tienes mis ojos. Veo que te ha crecido el pelo, además... y que eres todo un hombre.

    Paró, mirándolo con severidad, manos a la espalda. Aquel cabrón estaba inmóvil, y su reacción emocional se limitó al primer momento, cuando expulsó a todos de la sala. Después de eso, actuó con la misma formalidad de emperador de siempre. ¿Era de piedra, acaso?

    —Confiaba en que estarías vivo, sin duda. No pensaba que estuvieses muerto. Eso es lo que le dijimos a todo el mundo, porque... se hizo necesario hacer algo contigo. Cuando empezaste a desarrollar morfomancia... estuvimos en peligro. No solo tú, también tu madre, Alyssa, y tu hermano Gael. Todos estábamos en peligro. Me alegro, en todo caso, de que estés bien. Como digo, confiaba en tu supervivencia, pero... nunca pude garantizar que siguieses en este mundo. Sobre todo sabiéndote solo, perdido en esta ciudad. A estas alturas, no contaba con que te acordases de tu padre, ni mucho menos. Ni esperaba que vinieses aquí, en persona.

    >> ¿Qué es lo que te mueve, qué te hace venir aquí? ¿La búsqueda de respuestas? ¿Venganza, acaso? Tus ojos, sin duda, no ocultan amor filioparental... y no te culpo por ello. Es lógico. Debes pensar que soy escoria. Tal vez es cierto.

    Colocó ambas manos en la mesa. Jazz pudo comprobar cómo sus dedos temblaban, ligeramente. También le temblaba el labio. No, no era de piedra; al revés. Estaba a punto de derrumbarse, en cualquier momento, pero se forzaba a controlarse. No quería derrumbarse.

    —Así pues, dime. ¿Qué quieres de mí? ¿Qué quieres de tu padre, Adrien?


    >> ¿Por qué me abandonaste?
    >> ¿Qué pasó realmente con mi madre y mi hermano?
    >> ¿Eres un ángel?
    >> ¿Qué hace Elérea aquí?
     
    Última edición: 4 Diciembre 2022
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    Gigi Blanche

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    Jackson "Jazz" Bullseye Adrien pa los amigos

    Sabía que, por muy ineludible que fuera la realidad, no había como el golpe que las confirmaciones te daban en la cara. Había ocurrido hace ya veinte años, cuando mi propia madre me arrancó de mi habitación y me echó del palacio, gritándome que era un monstruo. Que no me quería. Que más valía muerto. Había ocurrido hace cinco minutos, cuando la flamante visita de la Soberana resultó ser el Emperador de Elérea. Y estaba ocurriendo ahora.

    Disfruté lo que provoqué en la sala con tres simples palabras, la cara de Zael y los cuchicheos confundidos de sus subordinados. Debía ser por demás inquietante, ¿no? Tener frente a ti al príncipe eleano, aquel que falleció trágicamente y todo un pueblo lloró. Tenerlo en carne y hueso, y no siendo un fantasma.

    Me había inclinado sobre la mesa, de modo que me erguí lentamente a medida que la inquietud aumentaba. Zael la cortó de raíz, echó a todos fuera de la habitación y me mantuve allí, con las manos entrelazadas a la espalda y la eterna sonrisa en mi rostro. El silencio se tornó delator, el hombre me llamó por aquel nombre perdido y algo, una estaca helada, se me enterró en el pecho. ¿Era yo? ¿Adrien, su hijo? Vaya, qué pregunta compleja.

    No respondí. Zael comenzó a andar, nervioso, y yo seguí cada uno de sus movimientos. De repente se detuvo, me clavó la mirada y su rostro, su gesto, la complexión física, estatura y pose; espalda recta, manos a la espalda, la tez oscura y los ojos jade. Todo era un reflejo que rebotaba de uno al otro, indefinidamente.

    Qué mal chiste.

    Y reinició el discursito de mierda. Que hubo que hacer algo conmigo, que había puesto a todos en peligro. Que se alegraba de verme vivo. Sí, claro. Mantuve una expresión infranqueable a casi todo momento, pero fue oírlo escupir esas palabras y que la sonrisa se me torciera. Dioses, qué pedazo de hijo de puta. ¿Se alegraba de que estuviera vivo el hijo de trece años que había pateado de su casa? ¿Al que había metido en un barco y envió a Garladia? Entendía que la jodida morfomancia pusiera en riesgo la reputación de la familia imperial, pero aún así.

    Aún así.

    Se apoyó en la mesa y deslicé la mirada a sus manos; temblaban ligeramente. ¿Qué pasaba? ¿Estaba conmovido por la repentina reunión familiar? ¿O mi supervivencia trastocaba sus planes?

    ¿Qué es lo que te hace venir aquí?

    Ah, tenía tantas, tantas preguntas. Algunas me acechaban desde hace veinte años, otras me las habían escupido en la cara horas atrás. Pero no planeaba darle el gusto, obedecerlo. ¿Las manos le temblaban? ¿Se estaba esforzando un huevo y medio por mantener la compostura? Pues bien, que lo siguiera haciendo. Que se empujara hasta los límites humanamente posibles (si la idea seguía teniendo algún sentido), me daba igual. Es más, por mí que se rompiera. Que el corazón se le reventara dentro del pecho y se creyera haber caído dentro de una auténtica pesadilla.

    Quería que sufriera.

    —Luces muy triste, Zael —murmuré, saboreando su nombre con una frialdad muy similar a la que él había pretendido sostener—. ¿Tan conmovido te tiene mi aparición? ¿O tanto te estropea los planes mi existencia? No me extrañaría, digo, considerando cómo te deshiciste de un niño por la puta cara. Tampoco espero nada ya del hombre que instauró el terror por todo el continente. Hombre por decir algo, claro.

    La sonrisa me descubrió la dentadura, fue jodidamente amplia y me dejé caer en una de las sillas previamente ocupadas por los oficiales, estirando la espalda y poniéndome bien cómodo.

    —No debías poder creerlo, ¿no? Te imagino la puta cara de desconcierto y decepción al enterarte que a tu hijo, perfectamente creado, le estaban saliendo plumas y garras de repente. Quién lo hubiera predicho, ¿verdad? Pero ni modo, había que enmendar la situación. —Suspiré, alzando la vista al techo y sin perder la sonrisa—. Cuéntame, anda. ¿Qué historia de mierda le contaron a los eleanos? ¿Qué metieron en mi ataúd? ¿Rocas, arena? ¿El cuerpo de un jodido criado? Dime, ¿cuánto duró la procesión y cuánto me lloraron?

    El pobre príncipe Adrien, muriendo a una edad tan joven.

    Oh, sus padres deben estar desconsolados.

    Una risa vibró en mi pecho, fue gutural y cargó, quizá, la primera pizca de lo que realmente sentía; pues al bajar la mirada a Zael, a ese patético y despreciable hombre, lo único que le concedí fue odio. El más puro de los odios.

    —Mi madre y hermano —solté, repentinamente serio—. Dime la puta verdad sobre ellos. ¿Qué les ocurrió?

    >> ¿Qué pasó realmente con mi madre y mi hermano?
     
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    MrJake

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    Mientras Jazz empezaba a soltar su retahíla de reproches, Zael no fue casi ni capaz de sostenerle la mirada por mucho tiempo. A cada rato desviaba los ojos verdes, y en un momento dado a Jazz le pareció notar cómo apretaba el puño y los dientes con rabia. O quizá con impotencia, o remordimiento. Quién sabe, pero, desde luego, la emoción le desbordaba.

    —Estás bien informado, por lo que veo —musitó en voz muy baja mientras Jazz hablaba, particularmente ante todas las insinuaciones veladas que hacía, que dejaban entrever que tenía bastante claro la naturaleza verdadera del Emperador.

    Luego, suspiró, y negó con la cabeza.

    —Adrien, cuánto odio has acumulado dentro... y lo peor es que es culpa mía, lo sé. No hicimos las cosas bien, pero, ¿qué hacer si no?

    Se aclaró la voz, tomó asiento frente a él, y le miró con severidad. Cuando habló, lo hizo con secretismo, con un tono más bajo de lo usual, como si, pese a estar solos, temiese ser oído.

    —... hubo que engañar a todo el mundo. No quedaba más remedio. Las gentes de Elérea debían pensar que estabas muerto, para ocultar la verdad. Y sí, las ceremonias fueron falsas. El príncipe al que lloraron no estaba en esa tumba. Debía ser así. No espero que me entiendas, pero... supongo que te mereces que te responda, Adrien. Sobre tu madre y sobre Gael.

    >> De cara al ejército eleano, a la gente de Elérea, de Fayar, de Shinryu y de toda Ilumbra, y de cara también a ángeles y demonios... tu madre y tu hermano están muertos. Alyssa se suicidó hace más de un año, por no poder aguantar la pérdida de sus hijos, tras pasar por una profunda depresión. Todos cuentan que Alyssa que fue quien mató a Gael por su estado mental inestable, y eso es lo que deben creer. Eso es lo que quiero que crean. Pero no por la gente de nuestro Imperio, no. Por la gente de arriba. Por mis jefes.

    Suspiró, echándose hacia atrás y apuntando la cabeza hacia el techo. Pareció contener lágrimas, lágrimas que reflejaban tanto tristeza como... ¿odio? ¿Rabia?

    —Nada de lo que creen es verdad. Bueno, algo sí, pero eso lo saben bien: la única verdad es que tu madre está muerta. Y ellos la mataron. Esa es la verdad, Adrien. Tu madre no se suicidó, tu madre fue asesinada por los ángeles.

    ¿Qué... qué decía? ¿Que a Alyssa la mataron ángeles? Pero si él era, precisamente, un ángel... al menos según lo que la Soberana dio a entender. Por la forma en la que hablaba, casi parecía que aquello le servía de "excusa". Desplazaba la culpa a "ellos", a los ángeles. Pero, ¿acaso ese "ellos" no era un "nosotros"?

    —... por otro lado, tu hermano, Gael... sobrevivió, Adrien. O al menos hice todo lo que pude porque así fuese. Como sucedió contigo, lo mandé lejos cuando las cosas se torcieron. Ya no había forma de salvar a mi familia, desde que tu madre... empezó también su proceso. Era cuestión de tiempo que Gael cayese con ella. Y no podía permitirlo. Por eso lo hice. Por eso lo mandé muy lejos, y traté de asegurarme de que era protegido. Ojalá... no haya desarrollado poderes morfomantes. Cuando lo mandamos fuera de Elérea era muy pequeño, todavía, y no tenía tales rasgos, pero siendo tu hermano... quién sabe.

    "Empezó también su proceso", dijo Zael. ¿Qué proceso era ese, la morfomancia? ¿También tenían los ángeles que deshacerse de ella si se hacía morfomante? Todos alrededor del Emperador morían o desaparecían, salvo él. Él parecía intocable, aparentemente.

    Pero... dijo algo que quizá Jazz esperaba, o quizá no. Algo que quizá pudo llegar a sospechar, aunque puede que estuviese convencido de lo contrario. Que Gael no murió como todos creían. Entonces... ¿tenía un hermano? ¿Era siquiera posible?

    No era suficiente. Posiblemente, nada satisfaría a Jazz en aquel momento, sin duda. "Adrien" sí murió aquel día, hace unos veinte años. Y aunque anhelase muchas respuestas, ¿habría alguna que le dejaría satisfecho? ¿Acaso matar a Zael le ayudaría en algo? Quizá no lo sabía, pero algo estaba claro.

    Si era un ángel, lo segundo iba a estar más complicado de lo previsto.

    Y si Jazz, o Adrien, era un humano perfecto... entonces eso decía mucho de su madre, ¿no? De Alyssa...

    >> ¿Quién érais tú y Alyssa?
    >> ¿Por qué "los ángeles" nos querían muertos?
    >> ¿Qué hace Elérea aquí?
     
    Última edición: 5 Diciembre 2022
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    Gigi Blanche

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    Zael lucía afectado, fuera por las razones que fueran. Quizá me habría convenido que siguiera siendo el monstruo en el cual lo había convertido dentro de mi mente, que me observara con desprecio y, aún tras veinte años, me siguiera confirmando las ideas a las cuales parecía querer aferrarme. Que todo este odio era justificado, que mi naturaleza era monstruosa e indeseada.

    Que la venganza tenía algún sentido.

    Pero no fue así. Frente a mí había un hombre confundido, roto y consternado. Fuera por las razones que fueran, Zael lucía afectado y... eso no me servía en absoluto. Me empeñaba en creer que sí, pero cada vez que pronunciaba mi nombre la estaca perforaba un par de centímetros extra. Al menos, me dije, por fin conseguiría respuestas.

    Me mantuve serio y rígido mientras Zael hablaba. La idea de que fuera un ángel modificaba enormemente el panorama y, en cierto modo, lo dotaba de sentido. Un sentido que aún no comprendía, pero sentido en fin. Era el Emperador de Elérea pero, a su vez, debía obedecer. Había otros por encima suyo. Lo vi echarse hacia atrás, su mirada se perdió en el techo y su voz, grave y pausada, siguió rebotando dentro del espacio. El cuerpo se me tensó por un instante.

    Alyssa estaba muerta.

    Pero Gael no.

    Arrugué el ceño y apoyé los antebrazos en la mesa, bajando la mirada a mis manos. Había escuchado la noticia en Fayar, entre algún que otro soldado eleano, haría ya un año atrás. La Emperatriz se había suicidado por depresión, aparentemente; nunca me lo tragué. Llevaba veinte años sin saber qué pensar de mis padres, pero jamás me lo había tragado.

    Asesinada por los ángeles.

    Considerando lo que acababa de aprender aquí, en Ragnarok, un demonio viviendo en medio de la capital eleana era una absoluta bomba de tiempo, y eso... no tenía mucho sentido. ¿Por qué se había sometido a semejante... destino? Luego estaban las condenadas pistolitas, sin embargo, arrojando un 50-50. Gael, por otra parte, había corrido con la misma suerte que yo.

    Pero no había muerto.

    —No podía superar los tres años —murmuré, pensativo, y clavé mis ojos en Zael—. Supongo que lo enviaste con alguien de confianza, ¿no? Alguien que supiera y pudiera cuidarlo.

    Ya eran casi veinte años de eso, pero podía ser información de utilidad si había una persona que se hubiera mantenido junto a Gael, al menos hasta que fuera capaz de valerse por sus propios medios. Tomé mucho aire, lo solté lentamente y volví a distraerme en mis manos. Las ganas de joder ya se me habían pasado, y fuera lo que fuera que sentía por el hombre frente a mí... Acababa de recibir respuesta a preguntas que me habían perseguido por veinte años.

    Mamá estaba muerta, lo estaba de veras.

    Le creía.

    Arrugué el ceño, pretendiendo controlar mis emociones, aunque el nudo en la garganta se tornó doloroso. Era la mujer que me había echado del palacio, sí, pero también la que se había mantenido trece años a mi lado. Cuidándome, conteniéndome. Ningún amor se había equiparado al suyo. Y estaba muerta.

    —¿Cómo interferimos en los planes de los ángeles? —indagué, en voz baja—. ¿Es porque no debíamos convertirnos en morfomantes? ¿Por qué nos querían muertos?

    >> ¿Por qué "los ángeles" nos querían muertos?
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

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    Roxanne 'Roxy' Flamair ♥

    No me tomó por sorpresa que la Soberana reaccionase así a mi pregunta, pues ya me había logrado hacer una idea de la clase de mujer que era gracias a los "recuerdos" que había tenido a lo largo de mi viaje. Quería a alguien que cumpliese su misión, sin sentimientos ni deseos; una máquina, antes que una persona humana, y no había nada más humano que cuestionarse la existencia propia, ¿verdad? Pero ya había decidido hacerlo, así que me mantuve firme en mi lugar a la espera de su respuesta definitiva.

    La Soberana acabó autoconvenciéndose de que aquella duda no tenía porque significar "un fallo en mi creación", si no una simple cuestión lógica, y fue más que suficiente para notar una oleada de alivio que me relajó considerablemente la postura. Seguí a Jazz de reojo mientras se separaba del grupo y, no mucho después, acabé haciendo lo mismo al seguir a un hombre de bata blanca al interior de una especie de sala secreta que supe, incluso de antemano, que no podía augurar nada bueno.

    La escena que nos recibió me lanzó una escalofrío a lo largo de la espalda, apenas perceptible, aunque el científico aquel parecía demasiado metido en sus notas como para percatarse de todos modos. No había mucho dentro de la sala, en realidad, pero no hacía falta nada más, ¿verdad? No cuando era capaz de ver a una chica idéntica a mí metida en una... cápsula.

    El científico empezó a explicarme, pues, qué era yo exactamente y cómo había sido mi origen; decir "qué" era lo adecuado, porque solo bastaron unas pocas palabras para confirmar la sospecha de que no era humana, al menos no propiamente dicho. Y siguió hablando sobre cómo habían llegado a crearme, pero ni siquiera era capaz de prestarle toda la atención que debía, ¿para qué? Ya me había respondido a la pregunta, realmente.

    —¿Entonces ella... —empecé a preguntar aun así, después de un rato, señalando con la cabeza a la chica que seguía atrapada dentro de la cápsula—. ...es de quien soy clon?

    >>Preguntar por tu "versión original".
     
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    MrJake

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    El científico levantó la vista de sus notas, y, con cierta lentitud, asintió. Se acercó a la cápsula, poniendo la mano sobre su cristal, y sonrió de forma algo... extraña. Casi morbosa, se diría.

    —Esta hermosura se llama Ilua, y es tu versión original, sí. Una joven encantadora, que dio su vida a la causa, y ofreció su cuerpo para nosotros. Aunque sigue viva, está en un estado de coma del que no puede levantarse, inducido por la minimización de esencia a la que la hemos sometido artificialmente. Tiene la energía justa para mantenerse viva, pero insuficiente para moverse.

    Ilua... una mujer a la que habían "matado" en vida, todo para experimentar con ella y usarla de molde para su creación. ¿Y ella misma se ofreció a eso? ¿Por qué... perdería su vida así, de ese modo?

    —Al principio usamos un sujeto experimental distinto, para el prototipo. Pero entonces éramos inexpertos, claro. El primer sujeto era un demonio con altos poderes mágicos... y eso interfería en la regulación de esencia. Descubrimos que era mucho mejor usar a alguien cuya fuerza mágica fuese prácticamente nula, pero que albergase una gran cantidad de esencia en su interior. Por ello, la hermana de la Soberana era la candidata perfecta.

    ¿Hermana de la Soberana? ¿Ilua...?

    —Ilua es la hermana mayor, y nació como una demonio sin magia. Es algo poco frecuente, pero a veces se da el caso. Al fin y al cabo, los poderes mágicos son otra de esas cosas que va en la sangre, de algún modo, algo muy individual. Se hereda de padres y madres, sí, pero hay casos donde la herencia es mayor, otros menor. La magia no es sino la forma en la que nuestro cuerpo puede controlar un poder innato que todos tenemos, y hay quienes no pueden.

    >> Ilua era así, carente de habilidades mágicas. Pero también era la hermana de la Soberana, quien es el demonio más poderoso jamás existente. Por ello, su código genético sería parecido al de la Soberana Umbra, y su poder interno sería inmenso, pero inhábil. ¿Entiendes? Era un molde perfecto. Un molde ideal para tu creación. El proyecto R0-XY, ese fue el que dio resultados, al fin. De ahí surgió tu nombre... R0-XY. Roxy... Roxanne. La parte de "Flamair", bueno... en cierto modo, te considero mi hija. Y yo fui el jefe de diseño de tu proyecto, querida. Llámame, pues, "doctor Flamair".

    Sonrió de forma, de nuevo, algo perturbadora. El Doctor Flamair, ¿eh? Así que él era el principal responsable de su creación. Su "padre". Y aquella mujer, la tal Ilua, era su versión original, su "hermana gemela", en cierto sentido.

    Qué gracia. Era más cercana a la Soberana de lo que parecía.

    Quizá por eso eligieron también a Ilua. Porque siendo la querida hermana mayor de Umbra, algo en Roxy estaría seguramente inclinado a acercarse a ella, a seguirla. Incluso ante un "fallo" de "programación"... quizá elegiría seguir a su hermana. ¿No dijo Flamair que el prototipo empezó a tener sus propias motivaciones basándose en el original? Quizá la original, si estaba dispuesta a sacrificarse así por la Soberana y su causa, habría seguido a su lado, no importaba qué.

    —Por ese motivo —siguió diciendo—, entre otros, es por lo que tu magia funciona como funciona. Habrás notado lo... irregular que es, cuanto menos. Eso se debe a dos cosas. Primero, a que tú no tienes capacidades naturales de uso mágico, igual que Ilua no las tenía. Nosotros te dimos esa posibilidad artificialmente, y lo reforzamos mediante tu sistema de absorción total. Al principio, podrías usar magia muy voluble... magia que, de algún modo, está saliendo de forma "forzada" de tu cuerpo, y por eso no siempre funcionará como deseas. Pero eso no es problema, sin embargo, porque podrías llegar, potencialmente, a regular tu magia. Tu diseño está creado, de inicio a final, desde la volubilidad: no tienes una relación fija con el flujo, no tienes un control firme sobre tu magia... para ganar todo eso necesitas contacto con otros, de los que obtendrías toda la regulación mágica que necesitas. Toda persona con la que entres en contacto te servirá de punto de drenaje de esencia o antiesencia, y al "inmiscuirte" en su absorción, te aferrarías a ellos para estabilizarte. ¿Entiendes la magnificiencia del proceso?

    Como un lunático, echó ambas manos a los lados, y esbozó una tétrica sonrisa de oreja a oreja.

    —¿Lo entiendes? Tu energía te desborda y es irregular... y eso te impulsará a buscar a otras personas para poder "serenar" esa volubilidad en ti. Aproximarte a otros te permitirá actuar como un parásito con su energía, permitiéndote manipularles fácilmente, a la vez que te aprovechas de ellos y los debilitas. Y todo sin comprometer tu falta de emoción, pues no podrás adquirir ningún sentimiento predefinido al depender todo lo que experiencias de quienes te rodean. No podrás llegar a ganar voluntad propia, no podrás "sobreescribir" la misión de la Soberana, nunca. Porque nunca echarás raíces y siempre estarás incompleta.

    Nunca estará "completa"... y nunca desarrollará personalidad y voluntad propia. ¿Era eso... cierto? Los experimentos pasados habían hecho que Flamair creyese que, al no permitirle ser idéntica incluso en su relación con el flujo a su versión original, no desarrollaría su personalidad y sus emociones, y podría así quedar siempre como un lienzo en blanco. Pero la decisión de permitirle "robar" la absorción de otros... él pensaba que lograría dejarla siempre incompleta, pero, ¿era eso verdad? ¿Funcionó realmente su "brillante" idea? Cierto que su magia era irregular, y que el contacto con otros ayudaba a serenarla. De hecho, aprendió a usar el trance justo cuando estaba muy involucrada en el asalto al Bismarck I, metida de lleno en el conflicto de Galio y Mark.

    ... pero, además, justo después del asalto al Portón fue cuando algo la impulsó a despedirse de Tilkin y de Mark. Y ellos, tras eso, la siguieron para protegerla. Esos vínculos que su "absorción total" creaba... ¿funcionaban como aquel científico loco pretendía?

    Recordaba cómo Mark empezó siendo el perrito faldero de Kalef, apegado a él, confiado e inocente. Se apegó a Roxy, viajó con ella, y, cuando llegó la hora de la verdad... hizo lo que nadie esperaba, y asaltó a Kalef, matándolo. El Mark inicial jamás lo hubiese hecho, pero el Mark de aquel momento no dudó. ¿Fue eso por Roxy? ¿Su "absorción total" le pudo llegar a afectar? ¿O fue, simplemente, el contacto humano que Flamair parecía ser incapaz de comprender? De uno u otro modo, Mark cambió. Su personalidad se moldeó por el contacto con otros.

    ... ¿era ella igual? Siendo un clon artificial, esas interacciones no debieron suponerle nada. Pero se la diseñó precisamente para obtener energía de otros. Se la diseñó para depender de otros. Incluso si tenía incapacidad de desarrollar afecto y conexión real con otras personas, por su diseño, como cualquier humano común... igual que los prototipos acabaron, al usar el mismo proceso de absorción de esencia que el original, desarrollando su personalidad... ¿era posible que ella se hubiese desarrollado con fragmentos de personalidad de todos aquellos con quienes interactuaba?

    Flamair, desde luego, no parecía pensarlo. Estaba demasiado convencido de que Roxy fue todo un "éxito". Pero quizá... quizá se equivocaba.

    —¿Alguna pregunta más, hija mía?

    "Hija mía". Solo escucharlo decir aquello era repulsivo.

    >> Preguntar por el motivo de tu misión.


    ***


    Ante la pregunta sobre su hijo menor, Zael apartó la vista, ojos empañados. Y asintió lentamente.

    —Lo mandé con uno de mis mejores hombres, tranquilo. Era... una persona excepcional, que no dudo que supo cuidarlo. No mandaría a uno de mis hijos a un lugar en el que sepa que no estará a salvo; haré lo que esté en mi mano para protegerle —y miró, severo, pero con ojos enrojecidos, a Jazz, directamente a los ojos. Perlas verdes contra perlas verdes—. Por eso te mandé aquí, a Ragnarok. Porque no había otro sitio donde pudiese asegurar tu seguridad, solo aquí. Tuve que negociar con la Soberana y aliarme con ella, solo para permitirte la entrada.

    ... e-entonces, ¿el trato entre Soberana y Emperador... vino a raíz de su marcha? ¿Zael se vio obligado a aliarse con ella para permitir el refugio de Jazz?

    Con todo, a Jazz le faltaba información. Una información muy importante. Un por qué. Por qué todo eso fue necesario. Por qué tuvo que suceder así. Habían sido, después de todos, años creyendo que sus padres le odiaban por ser un monstruo, y que lo abandonaron. El golpe de realidad fue duro, pero seguía sin poder apartar todas sus dudas.

    Por eso Zael, incorporándose y con puños apoyados aún en la mesa, suspiró hondo.

    —... hace años, el ángel Eldrick tomó el poder por la fuerza, matando al último Rey Elroy y usurpando su posición, como Emperador de Elérea. Sabrás esa historia, imagino. Lo que no sé si sabrás es que Eldrick actuó, junto a sus dos compinches, traicionando a los ángeles, y él inició toda la revolución de los Profetas, robándonos los árboles sagrados. Cuando eso aconteció, los ángeles empezaron a experimentar medios para arrebatar la profetización de las manos de los tres traidores... e idearon un modo de hacerlo, creando a una "Profeta artificial". Un Profeta no es sino un ángel que se ha unido al flujo de esencia de un Árbol Sagrado, haciéndose parte de este, de manera que si muerte uno de los dos, el otro caerá también. Si los matábamos sin más, perderíamos los árboles, vitales para la subsistencia de la especie.

    "Vitales para la subsistencia de la especie". Claire ya le contó toda esa historia, más o menos, pero... nunca quedó muy claro por qué los árboles sagrados eran tan importantes para ellos, para los ángeles.

    —Para poder matarlos —dijo— sin dañar el árbol al que se unieron, otro Profeta tenía que matarlos y absorber sus poderes; era la única forma. Así que nuestra Profeta artificial fue enviada con ese propósito, y mató a Abdhel, haciéndose con el control de Edén. El proyecto fue un éxito, pero... algo salió mal. No sabemos cómo, no sabemos de qué manera, Eldrick murió, pero Yggdrassil seguía en pie, intacto, con su flujo aún activo. Alguien le arrebató los poderes, pero dejó su puesto de Emperador vacío. Eso... eso era un gran problema para los ángeles. Perdimos un Profeta, y no teníamos idea de cómo recuperarlo. Y la artificial no parecía ser la responsable.

    >> Pese a que nunca se averiguó eso, sí que se tomó una determinación: aprovecharíamos para tomar el control político de Elérea. Así, se me eligió a mí para gobernar Elérea, como el supuesto "nieto" de Eldrick. El traidor ya había diseñado todo un entramado, fingiendo tener descendencia, solo para asegurarse de que seguiría eternamente, sin cuestionamientos, en el poder. Cuando llegó la hora, solo debió fingir su muerte, modificar algo su aspecto, y hacerse pasar por su propio hijo, "Eldrick II". Aprovechando esa mentira, entré en escena, como el supuesto nieto de Eldrick. Y así, me convertí en Zael I... aprovechando su propia estratagema. Algo de magia, un buen discurso, y... la gente puede creer todo.

    Aquello sonaba a una manipulación burda y ridícula, pero no era de extrañar que funcionase. Sobre todo cuando Jazz ya sabía cómo los ángeles habían manipulado el curso de la historia desde siempre, a placer. Sabían bien cómo mover a las masas, y estas no hacían méritos de inteligencia, aparentemente.

    —... pero Zael I cometió un "error". Enamorarse. Enamorarse de Alyssa, una demonio. Imaginarás lo mucho que me reprendieron mis compatriotas ángeles. El peligro de que nuestro matrimonio crease descendencia, crease humanos perfectos, era terrible. Pero al final, conseguí convencerles de que una relación real era mucho más creíble para el pueblo que una fingida con alguien que no sería nunca la Emperatriz. Y que Alyssa estaba profundamente desconectada de sus raíces demoníacas y dispuesta a colaborar. Al fin y al cabo, ¿qué posibilidad había de que yo fuese uno de esos ángeles especiales capaces de reproducirse con demonios? ¿Cuál era la probabilidad...?

    Agachó la cabeza, suspirando.

    —Sabes el resto, ¿no? Naciste. Nuestro pequeño Adrien. Ocultamos tu existencia de los ángeles todo lo posible, pero escapar de sus ojos es... harto complicado. Si tú existías, habría un príncipe. Un heredero legítimo. El pueblo te conocería, y, con el paso del tiempo, habría que dejar que gobernases, tú, un humano. Y los ángeles perderíamos el control sobre Elérea.

    >> Traté de hacer lo posible por convencerles de que te educaría para ser un Emperador leal a los ángeles. Que serías un Emperador que, pese a ser humano, serías obediente e involucrado con la causa. Y aceptaron... con una condición. Ante la más mínima señal de morfomancia, debíamos entregarte a ellos. Entregarte como tributo.

    Tributo. Como los que usaban en Ragnarok... ¿se los entregaban a los ángeles también aquí abajo? Lo que los guardias les dijeron fue que los "mataban", pero... era curioso que su padre usase la misma palabra.

    —Aceptamos el trato. ¿Qué íbamos a hacer, si no? Nos dieron a elegir entre tu vida en ese mismo instante, o... la posibilidad de que sobrevivieras. Tomamos la segunda opción, claro.

    >> Tu hermano nació después. No estaba previsto, no esperábamos que sucediese, pero sucedió. En esos momentos, los ángeles estaban en un punto bastante complejo. Seguía sin haber rastro del asesino de Eldrick; las Profetas de Baobab y de Iifa se mantenían leales, pero negándose a iniciar contiendas contra Zénit; la Profeta artificial también se desligó de los ángeles, convirtiéndose en otro problema para ellos. Poco a poco, perdían el control sobre nosotros, los enviados en la tierra, y... sobre toda Ilumbra en general. Por eso, Gael nació en un contexto en el que pudimos permitirnos que su existencia pasase desapercibida por los ángeles, que tenían muchas otras cosas de las que ocuparse. Pero sabíamos que solo habíamos... ganado tiempo.

    Parecía completamente consternado, roto por tener que recordar todo aquello. Y apretó los dientes, lleno de rabia. Rabia, rencor. Por su propia especie.

    —... el horror vino cuando desarrollaste morfomancia. P-Pasó... lo impensable. Y no tuvimos más remedio que hacer lo que hicimos para salvarte. Si no lo hacíamos, en cuanto lo descubriesen, los ángeles te llevarían y acabarían contigo. Cumplirían su palabra, no tengo duda alguna. Así que... tuvimos que dejarte ir. Que fingir tu muerte. No lo fingimos por el pueblo, únicamente, sino también de cara a los ángeles.

    >> En ese momento, yo propuse que tu hermano fuese contigo. Pero tu madre se negó en rotundo. La destrozaría por completo perder a sus dos hijos en el mismo día. Pero... lo único que estaba haciendo con eso fue prolongar lo inevitable. Toda Elérea sabía de Gael, y solo era cuestión de tiempo que en una de las "revisiones" de mis jefes, estos descubriesen la verdad. Ya no aceptarían un segundo trato, no aceptarían con Gael lo que aceptaron contigo. Pero no pude convencerla. Se aferró a tu hermano, como a un clavo ardiendo. Y yo traté de evitar todo lo posible, todo lo que pude, llamar la atención de los ángeles. Pero al final, era inminente.

    Miró a Jazz, y sus ojos parecían inyectados en sangre. Contenía tanto las lágrimas, que los ojos parecían... apunto de estallar.

    —¿Sabes lo que tuve que hacer? Secuestrar a mi propio hijo. Tu madre entró en profunda depresión, eso es cierto. Y no entraba en razones. Así que no tuve más remedio, sabiendo que si no hacía algo, ambos morirían, que arrebatarle a Gael y mandarlo lejos, muy lejos, fuera del alcance de esos hijos de puta. Y ella se destrozó por completo cuando lo supo. Jamás... jamás me lo perdonó. "Te odio, eres igual que ellos", me dijo. Esas fueron sus últimas palabras. Las últimas palabras... que mi esposa me dijo.

    >> Cuando los Caballeros Blancos llegaron, el ejército personal de los ángeles, ya habían descubierto todo lo sucedido con nuestros hijos. Por supuesto, no nos creyeron, por más que juré que ambos estaban muertos. Pero no tenían ni tiempo, ni recursos como para permitirse perderme; en esos momentos, sería complicado para ellos, después de que todo el pueblo eleano supo de las muertes de los príncipes, colocar a un sustituto. No podían perderme. Pero tampoco me iban a dejar sin castigo. Así que... se llevaron a Alyssa como tributo.

    Y fue entonces cuando empezó a llorar. Dio un golpe en la mesa, uno tan fuerte que la quebró, dejando un pequeño hueco en la misma. Las venas de su cuello y frente se hincharon con violencia. Sus ojos verdes brillaban con más fuerza de nunca.

    —Y entonces empecé mi cruzada. Mi cruzada para acabar con todos esos cabrones, Adrien. Todos. Y cada uno de ellos. Incluso si yo muero en el proceso, no me importa. Acabar con los ángeles y su tirarnía... se convirtió en mi meta. Movido por mis emociones, sí, pero no solo con la idea de vengar a Alyssa y vengar vuestra pérdida; también con la idea de liberar a todo mi pueblo y a toda Ilumbra de su yugo. Las lluvias carmesíes, los árboles sagrados... todo eso es su culpa. Todo eso es su sistema. Y yo no pienso formar parte ni un minuto más del mismo. No después de lo que hicieron.

    Esa... esa era la verdad. Zael debió haber vivido todo un infierno por culpa de esos ángeles que controlaban en secreto la sociedad. Y ahora, se había propuesto vengarse de ellos... y acabar con el dominio que tenían sobre el mundo. Dijo que los árboles y la lluvia eran culpa de los ángeles, pero... ¿cómo se relacionaban con todo eso? Esos malditos ángeles... parecían estar detrás de todo. En las sombras... por mucha luz que representasen.

    ¿Era Claire parte de todo eso, acaso?

    "Mátala", le dijo Aidan...

    >> ¿Cómo pretendes acabar con los ángeles?
    >> ¿Qué hace Elérea aquí?


    Nota: si Juanjo no responde, no os puedo seguir respondiendo, porque se me descoordinan mucho las tramas y las tengo que llevar al hilo todo lo posible. Solo lo comunico para que sepáis que si posteáis y no os respondo, es por eso (?)
     
    Última edición: 7 Diciembre 2022
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

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    Aquella chica no solo resultó ser mi "versión original", si no que también descubrí que se trataba de la hermana de la misma Soberana. ¿De verdad se había ofrecido ella para todo esto, o acaso la habían obligado a ello? Me resultaba genuinamente inimaginable que alguien decidiese por propia voluntad meterse en ese estado de muerte-no-muerte, especialmente sabiendo que lo que querían era intentar clonarme en una especie de vida artificial.

    Claro que, de por sí, toda la situación era bastante inimaginable en general.

    El científico, que tardó bastante poco en auto-proclamarse también como mi padre, me explicó entonces que Ilua, la muchacha encerrada que era la hermana mayor de la Soberana, había nacido sin poderes mágicos y que eso la hacía ser ideal como molde para mi creación. Eso explicaba porque mi magia era tan inestable, aunque tenía que admitir que parte de los términos se me escapaban; sin embargo, lo explicaba.

    Lo que no explicaba era cómo al tal "doctor Flamair" se le había parecido escapar el detalle de que era imposible mantenerme "incompleta" si mi existencia se basaba, justamente, en depender de los demás. Quizás haya estado empeñada en mi misión de conseguir el Ojo sin importar lo que sucediese por el camino, tal y como ellos habían planeado, pero a aquellas alturas era imposible negar el hecho de que había logrado formar... relaciones con los demás; joder, hasta había estado a punto de sacrificarme por Mark y Tilkin.

    Mark, Tilkin, Kalef, Raif, Jazz y la guardería... hasta las locas de Thorna y Shawka.

    Todos me completaban, estaba segura de ello.
    Aun así, decidí mantener impasible en todo momento, pues si ciertamente no había resultado ser tan "perfecta" como él creía que era, no estaba dispuesta a que se diese cuenta en un futuro cercano. No sabía lo que podían hacerme al descubrir que existía la posibilidad de que hubiesen fallado otra vez, pero estaba convencida de que no iba a ser algo agradable para mí, y no quería tener que enfrentarme a ello.

    Así que me mantuve impasible, incluso cuando escucharle decir "hija mía" me revolvió completamente el estómago, y simplemente deslicé la vista desde la cápsula hasta sus ojos, pestañeando lentamente al dar con la misma.

    —¿Y por qué el Ojo? ¿Qué queréis hacer con él?

    >>Preguntar por el motivo de tu misión.
     
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    Lelouch

    Lelouch Rey del colmillo

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    Jazz y Roxy salieron de la sala, todos cosas aparentemente por hacer. Solo quedamos Myura y yo, en silencio, mientras contenía el aliento expectante por la respuesta de la soberana.

    Pero no esperaba para nada el comportamiento de la misma, de pronto actuando tan familiar conmigo, con un tono y gestos que me ponían incómodo e incluso me causaban cierta repulsión. Me puse tenso cuando me sostuvo de los hombros, pero pronto mi expresión cambió a desconcierto cuando vi en su rostro una mueca de dolor o sufrimiento tras un rato de sostenerme, mirándose las manos luego de retirarlas, con el gesto fruncido. Y entonces, tras unos instantes, lo entendí.

    No necesité más confirmación; mi peor pesadilla, aquella idea que se me había cruzado por la cabeza hacía un par de minutos, acaba de convertirse en realidad.

    Yo era el vacío.

    De alguna manera, mi cuerpo expulsaba vacío en lugar de antiesencia. Eso lo explicaba todo. La soberana siguió hablando, llamándome su "pequeña fiera", apodo que me desagradaba enormemente. Había tantas cosas que no entendía, y parecía que la soberana tenía la respuesta a todas esas preguntas, pero al mismo tiempo
    quería mantenerme alejado de ella todo lo posible.

    Myura puso su mano en mi cabeza y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, recordando instantáneamente lo que acababa de pasar con la soberana. No iba a dejar que Myura acabase como Nayen; instantáneamente sacudí mi cabeza para quitarme su mano de encima, antes de sentirme terrible tras lo que me dijo.

    "... estoy contigo, enano, ¿vale? Pase lo que pase."

    Ahora que sabía lo peligroso que era, no había manera en que pudiese permanecer al lado de Myura. Seguimos a la soberana por un largo pasillo, hasta dar con unas escaleras secretas.
    Bajamos a una profunda oscuridad, iluminados por la magia de la gobernante, mientras las paredes a nuestro alrededor comenzaban a volverse de metal, y varias puertas de habitaciones aparecían a los costados. Estábamos en lo que la soberana llamaba un laboratorio, lugar que disparó todas mis alarmas en cuanto mencionó que era su fábrica personal de tributos.

    ¿Acaso era aquí donde...?

    No me cupo la menor duda, en cuanto el muro se volvió transparente y pude ver a través de él, mirando con horror lo que había dentro de la habitación. La misma escena de mis recuerdos, aquel criadero de bebés en el que mi madre y yo nos encontrábamos. Apreté los puños con furia, habiendo encontrado el lugar donde mamá había sufrido tanto, la causa de todos nuestros males.

    Éramos tributos, sacrificios para los ángeles, y más aún, habían estado experimentando con todas estas madres y todos estos niños, inyectándoles vacío, destrozándoles por dentro para encontrar un "salvador", deshaciéndose de los demás. Pude ver el dolor y la tristeza de mi madre reflejado en el de aquella mujer a través del vidrio, y golpeé con impotencia el mismo, furioso.

    Cuando comenzó a hablar específicamente de mí y de mi madre, con ese tono doble, en el que me adulaba a mí, pero hablaba con desprecio escondido por mamá, estuve a punto de saltarle encima para intentar ahorcarla. No tenía ganas de nada más en el mundo; aquel odio que había sentido alguna vez por el tal Kalef ahora se había volcado multiplicado, dirigido a la soberana.

    Lo único que me detuvo de hacerlo fue que Myura se interpusiese entre ella y yo, tratando de protegerme. Y fue cuando recordé que yo también tenía que protegerla a ella. Si atacaba ahora a la soberana, quién sabe lo que le pasaría a Myura si no conseguía mi objetivo. Además, aún quedaban los otros culpables. La reina demonio era basura, la responsable de todo lo que me había pasado, dijera lo que dijera; pero tenía razón en algo: si quería ponerle un fin a todo el sufrimiento que habíamos padecido, no solo yo y mi mamá, sino todos estos niños y sus madres, tenía que acabar también con los ángeles.

    De alguna manera, por imposible que fuera, iba a acabar con los dirigentes de ambos bandos, hasta que nos dejasen en paz. Tenía que deshacerme de los dos lados podridos de la manzana.

    "Has vuelto conmigo... tú solo, ¿huh?"

    —Mi madre murió —respondí secamente, aun temblando de ira; no iba a dejar que arrastrasen de nuevo a mamá a sus horribles experimentos, después de todo lo que había sufrido ya—. De todos modos, ¡¿Qué rayos pasa con los ángeles?! —solté, al fin, rabioso—. ¡¿Para qué se supone que quieren estos malditos tributos?! ¡¿Cuál es el motivo por el que mi madre tuvo que pasar por todo esto?!

    >> Necesito saber todo lo que sepas sobre los ángeles.
     
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    MrJake

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    La Soberana esbozó una mueca de tristeza, una que se notó tan falsa que casi era hiriente. Con todo, había algo artificial en esa actuación... como si hubiese una capa más en su actuación. Como si estuviese fingiendo que estaba fingiendo, de algún modo.

    —Pobre tu mamá... ¿cómo murió, exactamente? ¿Tienes idea de lo que le sucedió? ¿Fue el vacío lo que terminó acabando con ella? Me interesa saberlo... ya que a ella se le inyectó vacío artificialmente, pero resultó exitosa, como dije, por lo que me interesa especialmente saber cómo le afectó al final el vacío... aquí no mostró síntoma alguno de morfomancia, así que-

    Myura, no pudiendo aguantar más, intervino, interrumpiéndola. Como por instinto, se echó hacia Void, y pasó su mano sobre su cabeza, apoyando la palma en uno de sus hombros y envolviéndolo en su regazo, de forma algo maternal.

    —¡Para ya! Eres... ¿no tienes corazón? Void es un niño. ¡Un niño! Por mucho que haya tenido que madurar a base golpes y que actúe de forma distinta, por mucho que por tu culpa haya perdido prácticamente toda su infancia, ¡sigue siendo un niño! Así que respeta al menos algunos límites, ¿quieres? No vamos a hablar de lo que le pasó a su madre. No así, no contigo.

    La Soberana quedó en silencio por un instante, paralizada. Pareció atragantarse en sus palabras, y su mueca se torció en una de desconcierto. Pronto, sin embargo, sonrió ligeramente.

    —"Void", dijiste, ¿no? Je. Qué curioso nombre. Muy, muy curioso.

    Myura frunció el ceño, pero pudo relajarse. Porque la Soberana, aclarándose la garganta, decidió seguir hablando, pero en un tono mucho más sereno y menos brusco esta vez.

    —Bien... responderé a tu pregunta, entonces. Sobre los ángeles. Tranquilo, pequeño, estoy aquí para ayudar. Ambos nos podemos ayudar mutuamente; tenemos un enemigo común, ¿no? Ellos: los ángeles.

    >> Aún no he dicho del todo qué es lo que el vacío provoca en los ángeles, ¿verdad que no? El vacío afecta a demonios y a ángeles de formas negativas al final, sí, pero el proceso es muy, muy distinto. A los humanos, por su parte, no les afecta prácticamente nada, y solo aquellos que tienen mucha sangre demoníaca o mucha sangre angelical pueden empezar a experimentar síntomas de uno o de otro... pero esos son casos raros. Tú, chica, eres uno de esos casos, seguramente porque tu sangre sea más demoníaca. Y vuestro otro amigo, el de la coleta, sí que es un caso extremadamente raro, siendo un humano perfecto.

    La morfomante agachó la mirada. Ella dijo ser hija de morfomante y demonio, ¿no era cierto? En ese caso, a lo poco, sería hija de un humano y un demonio, y, por tanto... su sangre estaría claramente inclinada hacia la estirpe demoníaca. Lo de Myura podía ser esperable, incluso pese a que siendo humana tenía menos posibilidades; quizá incluso la morfomancia tenía algo genético, y si su ascendiente era morfomante cuando la concibió, ella estaba más predispuesta.

    Lo de Jazz... sí que era mala suerte.

    —A demonios, pues —siguió explicando—, el vacío los hace muy fuertes. Por ello, imaginaréis que cuando iniciaron los conflictos entre nosotros y los ángeles, la presencia cada vez mayor de humanos hizo que hubiese más vacío y, por ello, que fuésemos más y más fuertes, desbalenceando el poder a nuestro favor. Claro, ese vacío tiene un efecto nocivo en nosotros, pero a largo plazo. Empezamos a transformarnos, poco a poco, en monstruos. Pero hasta que eso llega, el vacío es positivo para nosotros, en cierto sentido.

    >> Para los ángeles no. Para ellos, tan eternos como creen ser, el vacío es debilitador desde el inicio. Grandes cantidades de esa energía ya les empieza a afectar negativamente, y donde nosotros ganamos mucho poder, ellos lo pierden. Hasta el punto de que, directamente, les mata. Y es por eso que hoy en día, los ángeles están ocultos y escondidos de los humanos. Porque si estuviesen entre ellos, morirían.

    Con un dedo, señaló hacia arriba, y esbozó una sonrisa.

    —Están allí arriba. En el célebre "cielo". Sobre los árboles sagrados, ahí mismo. Ese es su escondite, y los árboles les sirven de "barrera" física entre nosotros y ellos. Más concretamente, entre humanos y ellos. Además, los pocos ángeles que habitan entre los humanos, ¿sabéis quiénes son? Los líderes políticos. Los gobernantes. Las élites. Aquellos que se dejan ver poco, y que se esconden todo lo posible de estar mucho tiempo cara al público, de paso. De hecho, para quienes están entre los humanos, esas posiciones de poder son indeseables. En el cielo están mucho, mucho más cómodos. Quienes tienen que bajar aquí están sometiéndose a un riesgo innecesario.

    Myura suspiró, y decidió intervenir.

    —Muy bien, pero, ¿y los tributos? No has respondido a la pregunta. ¿Para qué los quieren los ángeles?

    Ella, siniestra, inclinó la cabeza a un lado.

    —... nunca hice muchas preguntas al respecto, si te soy sincera —explicó, indiferente, fría—. Los ángeles han creado su mundo idílico en el cielo, aislados del resto, pero aun así, lo siguen controlando todo en Ilumbra, chica. Todo. Incluida esta ciudad. Piénsalo: estamos bajo uno de sus Árboles Sagrados. Por supuesto que saben de nuestra ubicación. Pero permiten que estemos aquí solo porque llevamos años, muchos años, negociando con ellos. Nos piden tributos, y yo se los doy. No necesito saber nada más. Solo acato lo que dicen... mientras intento aprovechar esa despreciable orden para encontrar la forma de acabar con ellos. Mientras sigo labrando poco a poco la forma de acabar con ellos de una vez por todas.

    Myura apretó el puño entonces, y su cuerpo tembló ligeramente.

    —Toda esta mierda de esencia y antiesencia, ángeles y demonios... vacío y humanos. Es una lucha eterna. Nunca se va a acabar. Siempre vais a estar... peleando, por toda la eternidad. No podéis mataros unos a otros, porque os necesitáis. Así que no tiene sentido.

    Ahí fue cuando la Soberana negó con un dedo. Y, extremadamente seria, miró a Myura con ceño fruncido.

    —No, querida. Te equivocas. Realmente, los ángeles podrían llegar a extinguirse. Sin embargo, nosotros podríamos llegar a vivir, con un ligero control sobre el vacío, humanos con demonios. O ángeles con demonios, también sería posible. Lo que está claro, es que quienes jamás pueden convivir son humanos y ángeles, porque el vacío es letal y debilitador con ellos. Así que sobran o los humanos, o los ángeles —curioso que no incluyese a los de su especie. Los demonios sí eran imprescindibles para ella, claro. Dijo con tanto énfasis que los que sobraban eran uno de los otros dos bandos, que parecía demasiado empeñada en descartar la idea de que fuesen los demonios los que podían ser prescindibles—. Y sin embargo, si mis experimentos consiguiesen ayudarme a mejorar el control del vacío, quizá hasta podríamos anular la parte negativa del mismo en nosotros, ¿lo entiendes? Los experimentos que hago podrían... podrían servir para que, en efecto, la convivencia de demonios y humanos fuese posible, y se pueda erradicar a los ángeles para siempre.

    —P-Pero no lo entiendo, ¿no se supone que los ángeles son imprescindibles, también? Sin ellos, la antiesencia no volverá a ser esencia...

    —Je. Eso es cierto, pero... los ángeles son limitados, no se reproducen, ¿recuerdas? Por eso, el Creador —otra vez ese "Creador", ¿huh?— se aseguró de evitar esa posibilidad, la de que los ángeles desapareciesen para siempre por guerras o conflictos donde muriesen. Así, cuando un ángel muere, de su cuerpo brota algo similar a un árbol, algo que se llama "sempiterno". Y ese pequeño arbolito queda ahí, por siempre, y sigue haciendo la labor de purificación de antiesencia, toda la vida. Por ello, incluso si todos los ángeles "desaparecen", cuando ellos mueran, tendríamos en su lugar preciosos sempiternos que cumplan su función. Pero sin quejas, sin órdenes, sin mentes, sin poder mágico, sin tiranía.

    Myura quedó genuinamente impactada ante aquello. Tras unos segundos de silencio, dijo:

    —... n-no nos habían dicho eso. Se nos vendió todo como que... los ángeles eran imprescindibles.

    —Ya, claro —asintió ella—. Prácticamente nadie entre los demonios sabe del secretito de los sempiternos, y los pocos que lo saben seguramente crean que es algo inventado. Los ángeles se han preocupado mucho de no revelar esa preciosa información. Son todos unos... acomplejados e infelices que saben que sus vidas son inútiles, y que su especie está condenada a la extinción, tarde o temprano. Por eso actúan como actúan.

    >> Pero tú, mi Archidemonio querido —le dijo a Void, mirándolo con entusiasmo—. Contigo podremos lograrlo. Tú y el vacío que es parte de ti... eres el demonio perfecto, el único capaz de controlar el poder positivo del vacío por completo, sin mermarte, sin transformarte, solo ganando pura fuerza. Sí... eres la clave, lo sé.

    El vacío... el dichoso vacío. Ella decía que, si aprendía a controlarlo, quizá podría permitir que humanos y demonios conviviesen. Entonces solo serían los ángeles el problema, ¿no? Ellos sobrarían. Eran prescindibles, decía.

    Void fue un "resultado exitoso" en esos experimentos suyos con el vacío. A su madre se lo inyectaron artificialmente, de forma forzosa. Claramente, la Soberana conocía bien aquella energía, aquella cosa horrible que tanto daño causaba. Aquello que Void, de algún modo, tenía dentro.

    ¿De verdad... Void era inmune? ¿Lo llevaba dentro? ¿Podría usarlo?

    Como de costumbre, todas las preguntas giraban en torno a lo mismo: el vacío. Siempre el vacío.


    >> Necesito saber todo lo que sepas sobre el Vacío.
     
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    Gigi Blanche

    Gigi Blanche Equipo administrativo Game Master

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    La respuesta que me dio sobre Gael fue, al menos, tranquilizadora. Estábamos discutiendo eventos ocurridos hace ya más de quince años, sonaba estúpido aliviarse cuando en medio podían haber ocurrido tantas cosas, pero era un comienzo. Si yo había sobrevivido solo y en un continente extraño, Gael también, ¿no? Era la única esperanza que me quedaba, ahora que sabía de primera mano que los rumores sobre la muerte de la Emperatriz eran ciertos. Mi madre estaba muerta. Me había pasado años y años convenciendome de que no me importaba lo que les ocurriera, ni a ella ni a mi padre, pero... estaba muerta. Jamás podría volver a verla.

    Y lo último que me había dicho era que me aborrecía.

    Había juntado las manos sobre la mesa, adoptando una postura bastante similar a la del hombre frente a mí, cuando sus ojos verdes se fijaron en los míos y confesó haber buscado la alianza con la Soberana únicamente con el propósito de garantizar mi seguridad. Algo se removió en mi interior, no supe definirlo pero bastó para tensarme el cuerpo y obligarme a desviar la mirada en un gesto bastante mezquino. El jodido angelito iba a ser que tenía razón y la realidad, por mal que me pesara, no era tan simple como me había empeñado en pintarla. Mis padres no parecían los monstruos que había creado, al menos no Zael; no allí, frente a mí, a medio pelo de derrumbarse.

    Este no era el hombre regio y formidable que recordaba.

    El golpe de información era tal que aún no había sido capaz de repasar mi vida entera en busca de las incoherencias. Así, por ejemplo, todavía no me había detenido a analizar el asunto de mi ascendencia, por muy obvio que fuera. Eldrick no era mi abuelo, claro, si los ángeles eran inmortales. No había nadie por encima de Zael, con él literalmente había iniciado su linaje. En cuanto arribó la mención de mi madre, pillé algo de aire antes de separar los labios.

    —Desconectada de sus raíces demoníacas —repetí, procesando la idea; suponía que se refería a que no compartía o al menos participaba de la causa de Ragnarok—. ¿Vivía entre los humanos, acaso, con el enorme riesgo que eso le significaba?

    El relato siguió avanzando y apareció de nuevo la palabrita mágica: tributo. Tributos eran los morfomantes que la Soberana expulsaba de Ragnarok con motivo de garantizar la supervivencia bajo tierra, pero ahora resultaba que los ángeles recibían exactamente lo mismo. Tenía pinta de que ambas especies ya no sólo intercambiaban esencia y antiesencia, ¿eh? La duda evidente de por qué los ángeles querrían morfomantes apareció en mi mente.

    Remover el pasado parecía estar destrozando a Zael por dentro, ya ni se esmeraba en disimularlo, y honestamente no pude convencerme de que fuera teatro. Había mucho en su voz y en su gesto, y era tan diferente al padre que había conocido que... de a ratos se sentía un completo extraño. La historia, además, encajaba. Me incomodaba y conflictuaba, pero encajaba. Y era particularmente extraño encontrar tanto dolor en mi familia cuando, estaba siendo consciente, me había convencido de haber sido la única víctima.

    Zael, a merced de los ángeles.

    Alyssa, viéndose forzada a abandonar a sus hijos.

    Y la relación de ambos destrozándose en el proceso.


    El punto culmen arribó con la muerte de Alyssa. Zael ya no logró manejarlo y me tensé instintivamente cuando su puño impactó contra la mesa, enviando una intensa vibración hasta mi lugar. Había despegado los brazos de la mesa apenas unos centímetros, y conforme mi padre se quebraba, los regresé a su posición lentamente. Solté el aire poco a poco. La alianza con la Soberana cobraba aún más sentido. Había dicho que los ángeles habían empezado a perder control sobre sus enviados en la tierra y aquí estaba, frente a mí, un claro ejemplo de ello.

    Zael realmente estaba del lado de los demonios.

    En cuanto hubo silencio en la habitación no supe bien qué hacer. Todo este momento había existido muy diferente en mi cabeza hasta entonces, y el choque de realidad era... contundente. Bajé la mirada a mis manos, al movimiento ligeramente nervioso de mis dedos, y me repasé los labios antes de hablar. Sentía grilletes en los pies, el cuello, hasta la jodida lengua, mierdas que me ataban y me retenían de hacer lo que Zael: dejar de disimular. Llevaba veinte años jugando a ser el bufón sin emociones, el asesino fanfarrón que vive de su reputación.

    Ya no sabía cómo quitarme la máscara.

    —Que Elérea esté aquí, supongo, es parte de tu magnífica cruzada —dije sin elevar el tono, con una ligera cuota de sarcasmo impresa en él—. Si los ángeles son inmortales, ¿cómo pretendes acabar con ellos? ¿Hay alguna técnica super oculta que sólo los de la especie conocen?

    >>¿Cómo pretendes acabar con los ángeles?
     
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    Lelouch

    Lelouch Rey del colmillo

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    Void

    ¿Qué pasaba con esa mueca? ¿Se estaba burlando de mí? Cuando comenzó a hacer preguntas sobre mi madre, supe que no me creyó en lo absoluto. Solo fingía para acorralarme, acribillándome con preguntas para desmontar mi historia. Fue entonces cuando Myura intervino, interrumpiendo a la soberana y cubriéndome con sus brazos.

    Me quedé en silencio; la combinación entre sus palabras y su "abrazo" hizo que algo dentro de mí se desmoronara. Aquella rabia que sentía desapareció repentinamente, y solo me quedaron las lágrimas que comenzaron a salir de mis ojos antes de que me diera cuenta.

    Me quedé acurrucado junto a Myura, escuchando a duras penas las palabras de la gobernante. Siguió hablando del vacío, de como no solía afectar a los humanos, salvo en
    casos contados como los de Myura y Jazz. Tenía que ser una maldita broma que justo dañase a la única persona que me quedaba, con lo improbable que se suponía que era.

    Luego, a los demonios, el cómo el vacío nos fortalecía. Lo había notado en la cueva, y concordaba con el hecho de que nos metiesen el vacío a la fuerza en este maldito laboratorio. Aunque los efectos negativos eran los que conocíamos. Y los ángeles eran, al parecer, los que salían peor parados de esta relación. Tanto que se habían escondido en el cielo para no morir. Se habían limitado a salir lo mínimo, ostentando los puestos de poder en la sociedad humana. ¿Era por el supuesto control que la soberana decía que querían mantener?

    No repondió en lo absoluto la pregunta sobre los tributos, y estaba seguro de que allí se escondía algo importante. ¿Para qué si no harían algo así? ¿Estaban a caso haciendo lo mismo que los demonios, experimentando para encontrar algo que les diese ventaja en la guerra? Con todo, al final la conversación volvió de nuevo a enfocarse en mí, y en el vacío. El único que se supone que puede enfrentar a los ángeles, y el medio para hacerlo. Me separé de Myura cuando la reina dejó de hablar, sosteniéndole la mirada con dificultad.

    —El vacío, al final todo se reduce a eso. Llevo dando vueltas por su culpa desde hace tiempo, sin ninguna pista aparente. Pero ya estoy cansado de eso.

    >>Si hay alguien que debe saber todo sobre el vacío tienes que ser tú, ¿no? después de todo has experimentado hasta el cansancio con él -le miré con asco-. Así que quiero que me digas todo lo que sepas sobre el vacío. Tengo derecho a saber lo que tengo metido en mi cuerpo y cómo usarlo, ¿correcto? Y de paso, sobre la lluvia carmesí.

    >> Necesito saber todo lo que sepas sobre el Vacío.
     
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    MrJake

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    Flamair sonrió con malicia, observando a Roxy de arriba abajo.

    —Veo que tienes una curiosidad insaciable, ¿eh, reina? Je... je, je, je. Permíteme que resuelva tus dudas, entonces. Sin problema alguno, R0-XY.

    >> Verás. Existen dos Ojos de Shinryu... el que protegía y custodiaba el Héroe Zénit, y el que protegía y custodiaba Abdhel. Ambos protegieron bien sus orbes, por supuesto... pero, ¿no te has preguntado por qué motivo solo te mandamos a por el de Fayar y luego te ordenamos regresar?

    Sonrió una vez más, deleitado.

    —Eso es porque la Soberana no necesita el otro. Verás... los Ojos de Shinryu son... como una miniatura de los árboles, en síntesis. Representan el flujo continuo de esencia y antiesencia, cada uno con un extremo. Dentro de ellos, esos orbes tienen un gran torrente de esencia y antiesencia, extraído directamente de los árboles. Con nuestras investigaciones, descubrimos que el Ojo que obtuvo Abdhel era el que almacenaba la pura esencia, y el de Zénit el que almacenaba la pura antiesencia.

    >> Así pues, la Soberana no quiere los Orbes para entrar al Cielo ni nada así. Todo lo que quiere es obtener su máximo poder... y para eso, necesita pura esencia. Nuestra Soberana... es un ser hecho de antiesencia en casi su totalidad, un ser especial, una emisaria del mismísimo Creador. Su cuerpo está construido de pura antiesencia, y por ello, se siente atraída y detecta la esencia. Pero, pese a que esa energía le da una fuerza mágica inimaginable, si pudiese completarla con la parte que le falta, con la esencia, sería imparable. Sería completa. Sería... como si se convirtiese en la reencarnación misma del Creador. Y ella está convencida de que con ese poder, podría dominar el mundo en su totalidad.

    L-La Soberana... estaba completamente loca, entonces. No era más que una maníaca megalómana. Si ella era pura antiesencia y todo cuanto buscaba era "completarse" con el Ojo, entonces si Roxy se lo daba, ¿qué acabaría creando? ¿Una criatura más poderosa y peligrosa incluso que los Profetas? ¿Alguien capaz de, tal y como la propia Soberana parecía buscar, dominar el mundo entero?

    De repente, en Roxy empezaron a surgir toda una maraña de sensaciones que no podía siquiera describir. Como si un instinto o una voz dentro de ella le gritase que saliese corriendo. Que no solo ella, sino el mundo entero, corría peligro. Pero, ¿qué tanto le daba, acaso? Roxy no estaba "programada" para eso, ¿no? Para tener... sentimientos. Para preocuparse.

    —Así pues, entrégame el orbe, Roxanne. Lo tomaré y procederé a iniciar la extracción de su poder, de su esencia. Cuando la hayamos extraído, solo tendremos que unir a Umbra con ella, y el proceso habrá terminado. Con ese poder, y la ayuda del Archidemonio, la Soberana reescribirá la historia, ¡y los demonios gobernaremos de una vez por todas! Cuando obtenga ese poder, solo le faltará una tercera parte, ¿verdad?

    Por inercia, su mano se dirigió a sus bolsillos, buscando el Orbe. Pero entonces, se paralizó. Sus músculos no reaccionaron. Y, en su cabeza, resonaron palabras que, como ecos, se repitieron en su mente.

    "L-Lo siento de verdad. Pero no puedo permitir que esto siga, yo... no me sentiría tranquilo conmigo mismo si lo permito. Tú lo has dicho. Fayar se merece a alguien que lo dé todo por su pueblo, alguien que se haga respetar y que respete a los demás, alguien leal, fiel. Y tú... tú no eres nada de eso. El poder te ha vuelto... loco por completo, Kalef. O no sé si siempre fuiste así, quizá".

    Kalef era todo en cuanto Mark pensaba, sí... y Mark desafió todo eso cuando supo que sus acciones estaban desviándose de lo que él sabía que era justo, de lo que él sabía que era correcto. Mark fue capaz de actuar de una forma contraria a todo cuanto siempre creyó sobre sí mismo, fue libre, y eligió por sí mismo y por lo que creía, no por lo que Kalef le había enseñado.

    "Por eso, Tilkin lleva tiempo dedicando mucho esfuerzo a mejorar en la caza y a perfeccionar sus kupopoderes. Porque Sisi será un monstruo ahora, ¡pero en realidad es una humanita, kupó! Así que pensé... que si puedo usar mi kupopoder para convertir a monstruos en objetos, ¡tal vez sea capaz de convertir a Sisi en humana de nuevo! Porque así, su energía está... como muy inestable, kupó. Sé que, aunque esté feliz, sufre estando así".

    Tilkin apreciaba a Sisí pese a que se transformó en un monstruo, y dedicó todos sus esfuerzos a ayudarla. Apreció a la pequeña incluso aunque su energía fuese inestable, incluso aunque ella fuese un "caso perdido". Nunca se rindió, porque para él, no había causas perdidas.

    "Ahora, "Roxanne" no es solo lo que tú piensas de ti misma, ni lo que piense la persona que te ha encomendado la misión. Quieras o no, ahora eres otra cosa, también. Esa es tu identidad. Y creo que el hecho de que yo esté aquí, sea por lo que sea, lo prueba".

    Ella ya no era la carcasa vacía que diseñaron, ¿eh? Había absorbido, tal y como la programaron, "parte" de todos los demás. Había aprendido de todos, hasta de Kalef, hasta de Shawka Raif, ¿eh? O hasta... de Thorna.

    "A ti... aún te queda. Te queda para siquiera darte cuenta de cuál es tu propósito de verdad, y cuál es el que te han metido en el coco. Que son dos cosas distintas".

    ¿Por qué todo eso palpitaba en su cabeza de repente, de pronto? Todas esas imágenes, incluso esos "duelos" que tuvo. Los muertos... los muertos aparecieron en su mente. Tal vez eso se explicaba, precisamente, por su naturaleza. Porque una pequeña parte de ellos estaba con Roxy, y, en su subconsciente, seguían vivos. Dentro de ella, dentro de sí misma. Ella tenía una parte de todos.

    Thorna era una maníaca que jamás se habría dejado manipular, aunque le costase la vida; Shawka era una revolucionaria que detestaba a la Soberana por encima de todo; Raif era un manipulador capaz de todo por su propio beneficio; Kalef era calculador, inteligente, frío y meticuloso; Mark era emocional, justo, y capaz de desafiar incluso al orden establecido si hacía falta; Tilkin era un idealista que creía que siempre era posible mejorar y cambiar.

    Y Roxy... no era nada, era un hueco vacío. Pero ahora, ese hueco estaba lleno. Ahora, Roxy era alguien que jamás se habría dejado manipular, que detestaba a la Soberana por encima de todo, una manipuladora capaz de todo por su propio beneficio, alguien calculador, inteligente, fría y meticulosa, pero también emocional, justa y capaz de desafiar incluso al orden establecido si hacía falta, y una idealista que creía que siempre era posible mejorar y cambiar.

    Se la programó para absorber partes de los demás.

    Y eso había hecho.

    —¿A qué esperas? Dame el orbe —insistió el doctor Flamair, mano extendida.

    ...
    ...
    ...
    ... quizá ella seguía sin tener una capacidad de "decisión propia", sí. Porque en esos momentos, no pudo decidir. En esos momentos, fue Mark, fueron todos los demás, los que tomaron la decisión. Todos aquellos que la "construyeron", tal y como el "gran Flamair" pretendía, ¿no?

    >> Entregar el orbe
    >> No entregar el orbe




    ***


    La Soberana rio entonces, casi como si Void solo fuese un pobre niño inocente que hacía preguntas tontas. Y, agachándose para quedar a su altura, lo miró con una ternura fingida.

    —... claro que sí. Tranquilo, que te contaré lo que sepa, ¿vale?

    >> Como te dije, pequeño Archidemonio, el vacío surge de los humanos y nos corroe a demonios y a ángeles por igual, ¿correcto? Pero esa corrosión es distinta en ambos. A los ángeles, los debilita y los mata. A los demonios... nos refuerza y, a la larga, nos puede convertir en fieras, en monstruos. Por ello, mis experimentos aquí giraron en torno a usar vacío artificialmente en las Madres, para así intentar producir niños que ya llevasen vacío en su sangre. ¿Mi objetivo? Lograr a alguien inmune al vacío, que tenga todas las ventajas que este otorga, sin los inconvenientes.

    Entonces, estiró la mano y, de un tirón, arrancó la máscara de Void. Por suerte, allí solo estaba Myura, que ya vio su rostro.

    Un rostro que parecía... quemado. La parte del rostro de Void donde su ojo brillaba en rojo estaba desfigurada, como si estuviese completamente quemada. Y eso solo surgió en su cara el día en el que cayó la lluvia, el día en el que perdió a su madre, el día en el que todo aquel viaje, toda aquella aventura, comenzó. El día, también, en que su ojo enrojeció.

    —Tú fuiste un éxito porque el vacío no parecía dañarte, solo reforzarte. Eras un demonio común, pero uno... que estaba completamente integrado con el vacío. Por supuesto, aún estabas incompleto. Era cuestión de que crecieses, y fueses, poco a poco, potenciando esos poderes, asimilando más y más vacío de forma natural. En teoría, deberías ser capaz de usar el vacío sin perjudicarte... pero tu madre se fugó contigo, y no pudimos hacer el proceso de forma controlada.

    Pasó su mano por su rostro, y, aunque Void intentó apartarse, la Soberana siguió "acariciándole".

    —Esto es el resultado de una exposición repentina, pequeño. Cayó la lluvia, ¿verdad? Eso fue lo que pasó. Cuando cae la lluvia carmesí, en esencia se produce una gran exposición al vacío a gran escala. Porque la lluvia son monstruos, ¿no? Y los monstruos... tienen enormes cantidades de vacío en su interior.

    Myura arrugó la nariz, molesta. Algo le seguía perturbando en eso... en la idea de los monstruos, la lluvia, el vacío, los humanos, los demonios, los morfomantes. Pero no dijo nada, pues estaba aún preocupada por Void y su reacción ante todo lo que sucedía.

    —Seguramente, esa gran exposición al vacío aceleró tu proceso, y por eso tu cuerpo reaccionó así. Fue violento y repentino... —se incorporó, y suspiró, cruzándose de brazos—. Temo que tu madre falleció en ese momento, cuando tu poder estalló. Pudo ser por los monstruos, pudo ser por el efecto de tu propio poder... pero sin duda fue a causa de ese momento concreto, chico.

    Extendió entonces una mano, ofreciéndole que la tomase. Ofreciéndole ir con ella. Y Myura, instintivamente, colocó de nuevo su mano en el hombro del niño.

    —Ven conmigo, y te despejarás de dudas, pequeño. Todo en ti es... movido por el vacío, y determinado por el vacío. De hecho, es curioso hasta qué punto está en ti... te has hecho llamar "Void", posiblemente porque la exposición repentina a la lluvia bloqueó tus recuerdos, incluyendo tu propio nombre. Pero... usaste "Void", porque es el nombre de la siguiente fase del experimento, a la que íbamos a someterte una vez que el Archidemonio fue creado. La "fase Void" del proyecto.

    >> Pero si vienes conmigo, lo sabrás todo, todo sobre tu madre, todo sobre ti... y podrás por fin encontrar el hogar que buscas, chiquitín. O, quizá, debería llamarte por tu nombre, ¿no? El que te puso mamá... Evan.

    E-Evan... solo con oír ese nombre, Void se retorció, sintiendo un profundo escalofrío. Ese nombre le provocaba una sensación extraña. Le era familiar, muy familiar.

    —Evan... —susurró Myura, impactada al oír por primera vez el nombre verdadero de Void.

    —Así es, Evan —dijo, sonriente, la Soberna—. Así pues... ¿vendrás conmigo, pequeño? ¿Para que ambos nos ayudemos mutuamente?

    >> Ir con la Soberana
    >> Rechazar la oferta


    ***

    Zael suspiró, manos sobre su rostro, superado por la situación. Y, aún tapando sus ojos, dijo:

    —Elérea está aquí porque no tuve más remedio que huir. Llevé a cabo mis acciones de forma discreta, fingiendo que solo estaba llevando a cabo una cruzada por conquistar el resto de naciones, cuando en realidad aprovechaba eso para ir progresando en la meta de tumbar a esos... desgraciados. Pero deben haberse dado cuenta de lo que pretendo, y mandaron a los Caballeros Blancos a por nosotros. En cuanto los vi aparecer, supe que había que fugarse. Elérea estará perdida ya, dominada por ellos. Todos... mis hombres empezaron a perder el control, como si estuviesen siendo manipulados por alguien, y se armó el caos. Caos que aprovecharon los Caballeros para invadirnos.

    Los Caballeros Blancos, ¿eh?

    —... son el ejército del Cielo —confirmó Zael, señalando hacia arriba con un dedo, casi adivinando los pensamientos de Jazz—, de donde vienen los ángeles. Ellos están muy cómodos allí arriba, protegidos y aislados por los árboles. Y rara vez bajan a la superficie... mucho menos con aquel despliegue militar.

    >> Por eso ya no hay vuelta atrás, Adrien. Hay que seguir adelante —dijo otro golpe en la mesa con el puño, esta vez menos violento, más por una determinación ciega que otra cosa—. Te diré... en qué consistía mi plan. Es bien simple, en realidad. Quiero acabar con la lluvia carmesí, y con los ángeles de paso. Liberar al mundo de su yugo y darles su justo castigo a todos. Para ello, el primer paso es derrumbar su principal protección y la fuente de su poder y su subsistencia, los Árboles Sagrados. Pero ya comprobé por las malas que... no pueden derribarse así como así. Han sido colocados ahí de forma concienzuda, desde luego.

    Colocados, ¿huh? Los ángeles fueron los que colocaron los árboles, sus creadores. Todos los cuentos de la Iglesia, que ya se sabían pamplinas, se desmoronaban todavía más, si eso cabía.

    —Por eso, mi cruzada pasa por acabar con los Profetas. Los Profetas son... ángeles vinculados a los árboles. Creo que ya sabrás algo al respecto, ¿no? Pues, si matamos a un Profeta... el árbol entero se desactivará, "morirá" con él. Por ello, mi objetivo es encontrar a los cinco Profetas y acabar con ellos. Mis Titanes estaban ya destinados para acabar con tres de ellos... la Profeta de Iifa, en Áurea; el Profeta de Tahkian, en Hashmal; y la Profeta de Baobab, en Kholod. Esta última estaba capturada por nuestros hombres en la base de Sahgwa.

    ... oh. Se debía referir a Claire, ¿eh? Así que, sin saberlo del todo, la intervención de Jazz en aquella base hizo que la meta de su padre se viese truncada... y por eso, además, Aidan le dijo que la matase. Porque esas eran las órdenes, ese era el objetivo que le encomendó Zael.

    Recordó entonces el encuentro entre Claire y el Relámpago, y cómo este intentó negociar con ella, pidiéndole que cesasen la lluvia carmesí. Ella, sin embargo, se negó, tachando como un "mal necesario" la existencia de la lluvia. Ahora que Jazz hablaba con su padre, se preguntaba... ¿hasta qué punto era realmente necesaria? Seguía sin tener del todo claro cuál era la verdad sobre la lluvia, después de todo, pero... parecía ser necesaria solo para los ángeles y su superviviencia.

    Al resto de especies que les jodan, ¿no?

    —Soy consciente de que no todos los Profetas siguen necesariamente las órdenes de los ángeles de arriba —indicó Zael, serio, cerrando los ojos—, pero no hay otra forma. Si no cortamos el suministro del Cielo, si no eliminamos los árboles, será imposible acabar con ellos. Solo debilitándolos podremos luego vencerlos. Por eso, una vez encontremos a los Profetas y los eliminemos, el siguiente paso será... obtener los dos Ojos de Shinryu y con ellos acceder a uno de los árboles. La única forma de subir al Cielo es a través de ellos, después de todo. ¿Bajar? Bajar pueden bajar todos, pero subir... necesita de esos ojos. Y la Soberana, al parecer, está a punto de conseguir uno... el que pensaba que tenía yo en mi poder. Uno que resultó falso.

    >> Por eso mi alianza con ella es necesaria, no solo por cobijarme de los ataques de los Caballeros Blancos. ¿Entiendes ahora todo, Adrien? Solo me queda... explicarte qué es exactamente la lluvia carmesí, y qué función tiene.

    Sí... saber qué era la lluvia, exactamente. Necesitaba saberlo de una vez.

    >> Escuchar la explicación de Zael.
     
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    Amane

    Amane Equipo administrativo Comentarista destacado fifteen k. gakkouer

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    Lo que aquel hombre, al que por supuesto me negaba a reconocer como posible padre, seguía contándome no estaba consiguiendo en lo absoluto ponerme de su parte. Claro que él no consideraba aquello como una posibilidad, pero también era justamente eso lo que le estaba permitiendo que me proporcionase toda aquella información sin mucho reparo por lo que pudiese pasar por ello.

    Grave error para alguien que tanto se autoproclamaba como un genio.

    En resumidas cuentas, la Soberana quería hacerse con un poder que parecía demasiado grande para que una sola persona lo tuviese, y aun si no supe muy bien de dónde surgió exactamente, sentí una oleada de pánico asolándome de pies a cabeza, tanto por mí como por el resto de personas que habitaban este mundo; incluso si se suponía que no debía preocuparme por el resto del mundo.

    Cuando el hombre me pidió el orbe, mis manos se dirigieron de manera automática al bolsillo donde lo tenía guardado, pero el impulso me duró apenas un segundo, porque inmediatamente después mis músculos se agarrotaron y me fue imposible sacar la joya de donde estaba. Una montón de recuerdos se agolparon en mi cabeza; palabras de Mark, Tilkin, Kalef y Thorna, palabras que no deberían haberme afectado en absoluto y que, sin embargo, estaban consiguiendo hacerme dudar.

    Lo tuve claro en ese momento, cuando sentí un montón de sentimientos tan impropios de mi creación y que solo podían ser culpa de esos idiotas con los que había pasado tiempo. Tuve más claro que nunca que ellos me habían influenciado, exactamente como se influencian todos los humanos que pasan tiempo juntos, y supe que, aunque me estaba arriesgando a enfrentarme a algo que me era completamente desconocido, no podía simplemente entregarle ese poder a la Soberana y quedarme con la consciencia tranquila.

    Qué jodida ironía, en serio, hablar de mi consciencia.

    —No... —murmuré, negando con la cabeza al mismo tiempo, y apreté la mano alrededor del orbe con algo de fuerza excesiva, dispuesta a protegerlo a toda costa—. No os voy a dar el Ojo.

    >>No entregar el orbe.
     
    Última edición: 11 Diciembre 2022
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    Gigi Blanche

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    El hecho de que Zael estuviera aquí habiendo huido de los ángeles ratificaba la increíble preocupación que parecía pesarle sobre los hombros; incluso la cargaba de sentido. Ahora que estaba aquí, que me había soltado tantas cosas, que se mostraba ante mí de esta forma y ya ni siquiera contaba con el control sobre Elérea, ¿qué me quedaba? ¿A qué se suponía que me aferrara?

    Gael.

    Mis recuerdos del niño eran extremadamente vagos, pero estaban ahí y de vez en cuando adquirían fuerza. Si los ángeles eran el verdadero enemigo y si Zael realmente había hecho tanto contra su voluntad, entonces mi única esperanza radicaba en la supervivencia de mi hermano.

    Las intenciones eleanas que había conocido al principio se mantenían en boca de Zael, sólo que ahora, sabiendo de su objetivo central, tenían más sentido: acabar con los profetas, y en consecuencia, los árboles. De eso se había tratado siempre. Las palabras de Aidan retumbaron en mi mente y tensé ligeramente la mandíbula. ¿Cómo se suponía que matara a un ángel, de todos modos? Bajé la vista a mis manos, dubitativo. Y pensar que Claire se encontraba literalmente sobre nuestras cabezas, la misma que afirmaba las lluvias como un mal necesario pero que, a su vez, se desvivía por asistir a cualquiera. Además, si lo pensaba, había sabido quién era desde un principio, entonces ¿por qué no me había delatado? ¿Tendría un motivo ulterior para haberme ayudado? Y a Zael, ¿se suponía que se lo dijera? ¿Que tenía a la profeta de Baobab al alcance de la mano?

    No estaba seguro.

    Cuando me preguntó si había entendido todo, me tomé un segundo y al final asentí, pensativo. Zael me estaba haciendo parte de su plan como si existiera entre nosotros una confianza irrompible, o quizá lo hacía precisamente para demostrarme que podía bajar la guardia a su alrededor. De la forma que fuera, una cosa tenía segura: aún no me apetecía alinearme con ninguno de los jodidos bandos.

    Nadie parecía merecerlo lo suficiente.

    —Pues bien, suelta ya la sopa —lo insté, alzando un brazo brevemente.

    No me gustaba, sin embargo. Las lluvias se componían de monstruos horribles, monstruos que, si me estiraba lo suficiente, podrían asemejarse a los morfomantes. Y Ragnarok se deshacía de ellos, y los ángeles se los llevaban y las lluvias caían del cielo. Tenía una sensación atorada en el pecho, era amarga, desagradable y acuciante. No quería creerlo, no quería creerlo en absoluto.

    Porque a mamá se la habían llevado como tributo.

    >>Escuchar la explicación de Zael.
     
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    Lelouch

    Lelouch Rey del colmillo

    Aries
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    Void

    La soberana siguió con su actitud que tanto me enfermaba, tan condescendiente, y sin embargo no decía nada nuevo. Ya sabía lo de los experimentos con el vacío, tratando de quitar lo negativo y mantener lo positivo. ¿De verdad no había nada más que me pudiese decir?

    Mientras pensaba en eso se acercó a mí, y antes de que pudiese procesarlo, me arrancó la máscara del rostro. Me quedé helado, totalmente expuesto. No importaba que sólo estuviese Myura allí o que la soberana pareciese ya saber cómo se vería mi cara. No podía mostrar mi rostro. Era una marca que me era imposible mostrar, y que me quitase la máscara de pronto era lo que menos me esperaba.

    Siguió hablando del vacío, pero a mí me zumbaban los oídos, y cuando se acercó a "acariciar" mi rostro traté de alejarme inmediatamente , asustado y repugnado, pero siguió pasando su mano por mi cara como si no pasase nada.

    Lo único que rompió aquello fue escuchar aquel nombre.

    Evan.


    En el momento en el lo escuché todo mi cuerpo tembló con un escalofrío, completamente diferente al de hacía unos momentos. ¿D-De verdad ese era mi nombre? Por más que me había reforzado en recordarlo, nunca fui capaz de hacerlo, ni siquiera en los recuerdos que vinieron a mi mente al entrar en contacto con el vacío. Pero ahora que lo había escuchado, se sentía como si una parte de mí hubiese vuelto. Aunque no podía confiar en las palabras de la soberana de que este de verdad fuese mi nombre, sonaba tan familiar al escucharlo que me costaba creer que fuese mentira.

    Y entonces me extendió la mano. Decía que si iba con ella podría tener todas las respuestas a las preguntas que me habían atormentado hasta ahora.

    Me quedé en silencio unos segundos, y entonces extendí mi mano hacía ella.

    ...Y le arrebaté mi máscara de sus garras.

    —Ni loco colaboraría contigo —escupí, colocándome la máscara de nuevo rápidamente en su sitio—. Acabaré con toda la locura de los ángeles a mi propio modo, pero no volveré a ser usado en uno de tus experimentos.

    Ni yo ni nadie.

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    MrJake

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    Capricornio
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    Perspectiva de Kein
    madarauchiha

    Junto a Tiger, Kein descendió poco a poco hasta alcanzar la entrada de Ragnarok. Durante todo el tiempo, Tiger no paró de agitar el pie, golpeando rítmicamente el suelo de la plataforma, algo nervioso. Incómodo, miró a Kein y lo miró de arriba abajo, y dijo:

    —... chavalín, una cosa. Eso de ser un "Profeta", como dices... no es posible que seas un... ángel, ¿verdad que no?

    Apretó los dientes, mirando hacia delante. Los guardias que vigilaban la entrada se aproximaban, la plataforma ya estabilizándose en el suelo, al final de las calles de la ciudad. Tiger puso una mano en el hombro de Kein, tomó aire, y, con un tono de preocupación, susurró:

    —Si fueses un ángel te acordarías de ello, ¿verdad? Chico, si lo eres, aquí... no serás bien recibido. P-Pero no lo eres, ¿verdad que no?

    Por un momento, Tiger empezó a asustarse, y el sudor frío recorrió su rostro. Aquellos guardias se les acercaron, con los esenciadores, los aparatos que les permitían saber si los visitantes eran o no demonios, ya apuntándoles desde lejos, dispuestos a verificar su identidad. El cazador llevaba tiempo dándole vueltas al asunto, sin duda, pero cuanto más lo pensaba, más claro empezaba a tener que había motivos para pensar que Kein era... un ángel. Y de ser así, lo había llevado a la boca del lobo.

    —Hola, Tiger —saludó el Guardia, mostrando que, en efecto, Tiger era un habitual en aquella zona. Pero los ojos del tipo, enfundados en un casco y con gruesa armadura en su pecho, bailaron hacia Kein, con cierta sospecha en la mirada—. ¿Quién es este chaval que traes hoy?

    —U-Un amigo, sí. Es nuevo en los Coyotes —comentó, tenso, visiblemente alterado—. Pero, ¿sabes qué? Mejor nos vamos. Solo quería mostrarle a Kein cómo era la ciudad, pero una vez vista, suficiente, ¿no?

    —Alto, alto —dijo el compañero del guardia—. Deja que primero lo chequeemos, ¿no? Así lo tenemos fichado para cuando venga solo. Si va a ser un Coyote a tu mando, vendrá a traer provisiones en alguna ocasión, ¿o no?

    Así, el esenciador se acercó a Kein, y el chico se vio con una especie de "pistola" apuntándole directamente a uno de sus ojos, a menos de un palmo de este. Un par de pitidos se escucharon, y el soldado miró el utensilio, desconcertado. Luego, acercó otra vez el esenciador, y su compañero, entre tanto, dijo:

    —¿Eres humano, chico? ¿O demonio puro?

    No supo responder. ¿Qué diría, acaso, si ni siquiera sabía qué era? Un Profeta, eso era lo único que sabía... alguien que parecía haber caído del cielo. Tiger sospechaba que podía ser un ángel, uno de esos que se suponía que habían muerto hacía muchísimo tiempo. Ángeles, demonios, humanos... Kein no sabía nada de eso. No entendía nada de eso.

    La "pistola" volvió a reaccionar, y el hombre que la examinaba alzó una ceja.

    —Huh, este valor es...

    Pero, en ese momento, un terrible estruendo sacudió la ciudad entera.


    ***

    Perspectiva de Jazz
    Gigi Blanche

    Zael tomó aire, mirando a Jazz con las manos bajo el rostro, dedos entrecruzados. Y de pronto, apartó los ojos verdes, ocultando el empañamiento en estos.

    —Perdona —susurró—. Me cuesta hasta mirarte. No puedo creerme que estés aquí, delante de mí, Adrien... debiste odiarme tanto. Y con toda la razón.

    Se aclaró la voz, y luego tomó, una vez más, una bocanada de aire.

    —Sabrás que los morfomantes no son más que demonios o humanos con más sangre demoníaca que... están en proceso de convertirse en monstruos, ¿verdad? Por el efecto del vacío. Tu caso, Adrien, es algo especial, porque tu sangre es la mínima posible para transformarte en morfomante... por eso apostamos a que quizá no pasaría, y... pasó. Pero obviemos eso, por un momento. Hablemos de la lluvia. La lluvia son... monstruos, ¿verdad? Y los morfomantes son el paso intermedio entre humanos o demonios y monstruos. De lo que se extrae que los monstruos son morfomantes, humanos y demonios, que han terminado su transformación y han perdido la razón. Y si la lluvia la componen monstruos...

    ... ¿era eso cierto? Entonces, la lluvia sería... los monstruos que mataban eran...

    —La pregunta ahora debe ser... de dónde salen, ¿no? Porque caen del cielo. Si sabes, sin embargo, que los ángeles son los causantes de la lluvia, la conclusión debe ser sencilla. Los ángeles se esconden arriba, Jazz, en el Cielo. Y desde allí, lanzan periódicamente oleadas y oleadas de monstruos. Monstruos que no son sino demonios y humanos que son transformados después de su paso por la morfomancia, perdiendo la razón. Ellos los condensan en pequeñas partículas y los dejan caer, creando el efecto de la lluvia. La lluvia carmesí que siempre ha amenazado Ilumbra no es sino algo artificial, creado por los ángeles y compuesto de demonios y humanos, aquellos que son víctimas de sus implacables efectos. Esa es la verdad.

    >> Y los Tributos que en Ragnarok son mandados frecuentemente al exterior no son ejecutados, sino enviados al Cielo. Así es como los ángeles consiguen sus "reservas" para preparar la siguiente lluvia. Tu madre, Adrien... fue una de esas personas a las que se llevaron. Pero lo suyo no fue por ser morfomante, no. Fue como represalia. Ahora, quizá ha muerto ya a manos de cualquier cazador, convertida en un monstruo cualquiera. Esos son los horrores a los que los ángeles nos han sometido. Los de mi propia especie, a los que tantos años cubrí.

    Apretó el puño.

    —Por eso, de una vez por todas, quiero acabar con ellos. Si los Profetas, y con ellos los árboles, desaparecen, carecerá de sentido crear la lluvia, y se verán obligados a descender. Podremos atacarles entonces y sentenciar de una vez por todas esta eterna lucha y este ciclo de muertes continuo.

    ¿Por qué si los árboles desaparecían "carecería de sentido" la lluvia? ¿Qué ganaban los ángeles haciendo aquello?

    De pronto, una imagen cruzó la mente de Jazz: Claire. Claire dijo, hablando con Aidan, que la lluvia era un mal "necesario". Sin embargo, la historia de Zael no revelaba beneficio alguno para demonios y humanos; ellos eran víctimas y armas, todo a la vez. Si alguien salía beneficiado de alguna forma... eran los suyos, desde el Cielo, a salvo tras sus queridos árboles.

    —Por eso, Adri-

    De pronto, Zael se detuvo, enmudeciendo. Y fue entonces cuando un resplandor y un terrible estruendo se escuchó.

    —¡Hijo-!

    Lo último que el asesino notó fue cómo una luz blanca inundó su vista, y el tacto suave y frío de algo le envolvió por completo.


    ***


    Perspectiva de Roxy
    Amane

    Flamair quedó en silencio, mudo, mirando a Roxy con estupefacción. Los segundos parecieron eternos, y el hombre de bata blanca la miró de arriba abajo, casi temblando.

    —¿Cómo? —terminó diciendo al final, con un escalofrío recorriéndole la espalda—. ¿C-Cómo que no? No, no, algo debe estar mal, ¿no me has escuchado bien? Es lo que la Soberana quiere. Lo que tú quieres. Porque tu única voluntad es la de la Soberana, no tienes una propia, no... n-no deberías ser capaz de...

    Dio un paso atrás, y entonces tragó saliva. Roxy había empezado a brillar. El orbe entre sus manos brilló junto a ella, como si de alguna forma la esencia que albergaba en su interior estuviese reaccionando a ella. Al fin y al cabo, Flamair lo dijo, ¿no? Ella podía colarse en la relación con el flujo de otras personas y absorber la esencia igual que ellos lo hacían. Por lo que era un contenedor vacío que aceptaba cualquier tipo de energía. La del Ojo... no era excepción. De alguna forma, el Ojo reaccionó a ella, y notó su fuerza fluyendo entre sus manos, subiendo por sus brazos y llenándola de arriba abajo.

    Los recuerdos de todas y cada una de las personas que había conocido palpitaron en su mente, de repente. Y los notó, vívidos, en su interior. Una parte de todos estaba en ella... el Ojo solo había ayudado a que todo eso que estaba dentro pudiese salir. Sí, ella quizá era una copia, un clon, un cascarón vacío... pero precisamente por haber estado vacía, había podido "llenarse". Y ahora, una parte de todo el poder que había absorbido era solo suyo.

    Desbloqueas un nuevo panel: Placeholder. Al ser un panel muy especial, coméntame cualquier duda al respecto.
    Tu habilidad pasiva de trance, Suerte Rosada, gana un nuevo efecto.

    Fue entonces cuando Roxy avanzó, de manera algo amenazante, hacia Flamair, moviéndose casi por impulso. Y él, asustado, se fue echando hacia atrás hasta que no pudo más, chocando con la pared.

    —¡A-Aléjate de mí! ¡Monstruo! Copia defectuosa, ¡la Soberana te aniquilará y absorberá todo ese poder! ¡No es tuyo, ni el ojo, ni ese cuerpo, nada, tú no eres-!

    Y, entonces, un potente ruido se escuchó, y en la mente de Roxy, la imagen de Shawka, por alguna razón, se dibujó. Con su sonrisa afilada y su gesto sibilino, la oyó decir en su cabeza:

    "Buena chica".

    Y sintió los temblores del suelo justo antes de notar unas garras sujetándola por los hombros.


    ***


    Perspectiva de Void
    Lelouchdelaperdición

    La Soberana se llevó una mano al rostro, y, de forma sarcástica, dijo con fingida sorpresa:

    —¿Oh? ¿No quieres saber lo que pasó con tu madre, pequeño Evan? ¿No quieres venir conmigo, en serio? Qué sorpresa, y qué desilusión. Es adorable que quieras acabar con los ángeles tú solo, en serio. Pero no son esos los planes, querido.

    >> Mi pequeño Archidemonio... solo te pregunté por cortesía. Tu opinión no me importa, ¿sabías? Te he criado aquí como al experimento que eres, y después de tantos intentos, una vez he conseguido el prototipo final, ¿crees de verdad que le dejaré escapar solo porque diga "no"? Ah, cariño, no tienes ni idea.

    De pronto, lo tocó con un solo dedo, y Void sintió un calambre que le tensó todos y cada uno de los músculos. Quedó totalmente inmóvil, incapaz casi de parpadear; y la Soberana, con cuidado, lo levantó y lo cargó en sus brazos. Void podía verlo todo, estaba plenamente consciente, pero... el poder de aquella mujer era muy grande, y lo había usado para paralizarlo por completo. Por eso, cuando empezó a alejarse con él en brazos, no pudo hacer nada por evitarlo. No pudo retorcerse, no pudo moverse, no pudo reaccionar. Solo pudo contemplar con pavor cómo era llevado lejos.

    Pero escuchó la voz de Myura, a lo lejos, a la que la Soberana no prestó ni la más mínima atención, dejándola atrás.


    —Alto.

    La Soberana se giró, y cuando lo hizo tanto ella como Void, vieron a Myura con un brazo alzado, y la mano de este convertida en la garra de un bégimo. El cabello rosado ensombrecía el rostro de Myura.

    —... suelta a Void, ahora mismo.

    La Soberana la miró, y rio.

    —¿O si no?

    —... o si no, volaré en pedazos este castillo entero, con todo lo que haya dentro. Contigo, con tus experimentos, con tus soldados, con todo lo que tengas aquí guardado. Me transformaré en un Bégimo y lo haré pedazos.

    La risa de la Soberana se incrementó entonces. En lugar de alejarse o soltar a Void, lo siguió cargando y caminó hasta ella, desafiante.

    —Querida. Sabes que, bégimo o no, podría acabar contigo con un solo dedo, y no hablo en sentido figurado, ¿verdad? Lo que menos te interesa, créeme, es desafiarme. Si lo haces, pones en peligro no solo a todos los que viven aquí, sino también a Ragnarok entera; te haces enemiga no solo de mí, sino de Ragnarok entera. No tienes ni una posibilidad... lo sabes, ¿no?

    —... lo sé. Pero también sé algo. Y es que, aunque puedas acabar conmigo, no podrás evitar que me transforme. Y todos tus años de investigación serán en vano si destrozo todo.

    —... no lo harás —dijo ella, parándose en seco, ceño fruncido—. Baja la mano. No harías algo así.

    —Suelta a... a Evan —exigió ella—. Hazlo y, entonces, no pasará nada.

    —... no eres capaz —la sonrisa, de repente, volvió a su rostro—. Nunca harías daño a gente inocente. Lo sé. ¿Qué es este niño para ti, acaso? Por muy importante que sea, ¿harías algo tan terrible, querida? Bah. El Archidemonio estará en buenas manos conmigo, gatita —Umbra se giró y comenzó a andar en sentido contrario, alejándose de nuevo de Myura, dándole la espalda—. Gato que maulla, no muerde~.

    Pero en ese momento, Myura dijo algo, seria, respiración agitada.

    —... te avisé.

    Y todo su cuerpo brilló, mientras los muros, paredes y techo a su alrededor eran destrozados al cambiar de tamaño abruptamente. El bégimo surgió, poco a poco, y el castillo se desmoronó sobre sus propios ladrillos.


    Continuaremos en otro post, más adelante.
    Not me dejándoos con el cliffhanger (?)
     
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