Aula 2-2

Una parte de mí estaba bastante segura de que Dante era el tipo de persona que se arrancaría un brazo antes de hacerte sentir mal, algo similar a Emi, de modo que había pocas chances reales de que, pensara lo que pensara de mí, no me siguiera el rollo de los modales ceremoniales. Pero bueno, al mismo tiempo no quería darle tantas vueltas al asunto, mejor me quedaba con lo que saltaba a la vista y si el chico no evidenciaba conflicto, tenía que convencerme de que todo iba bien. Seguí sus movimientos al ejecutar la reverencia, lo cual me ayudó a mantener la sonrisa.

Se montó en la tontería y me ayudó a seguir relajándome. Mantuve mis ojos en los suyos a todo momento, como si quisiera darle aún más intensidad al suspenso, y extendí entre nosotros la mano que había elegido. Estaban las monedas de veinte y cincuenta yenes.

—Planta baja descartada. Adiós, patio norte, que la fuerza te acompañe —le dije a la moneda, de lo más dramática, y me la regresé al bolsillo antes de repetir el proceso. Ya que estábamos, colé una pregunta en lo que revolvía las monedas tras mi espalda—. ¿Qué tal ha ido todo, noble caballero? ¿Listo para las pomposas vacaciones de primavera?

 

Era un bicho inquieto, vamos. Lo había sido toda la vida, si para mamá fue un infierno cuando aprendí a caminar y me le escapaba en todas direcciones; ya gateando me las ingeniaba para salir de donde me dejaban, vete a saber qué había pasado con toda esa presunta inteligencia. El caso era que me encantaba andar, me encantaba ir a lugares diferentes y disfrutar de, no lo sé, lo que el mundo tenía para ofrecer. Había crecido entre la naturaleza en todas sus expresiones, me gustaba el verano, así que sí, si me daban a elegir claramente iba a preferir comer bajo el rayo del sol antes que en el salón de clases.

Me quedé quietecita, si acaso mecí el torso suavemente de lado a lado en lo que Dante me respondía, prestándole atención. Se lo veía como un chico tranquilo, claro, de esos que valoraban mucho la paz y la comodidad. En definitiva lo único importante era que él la hubiese pasado bien así que sí, me alegraba que no se hubiera topado con nada demasiado loco. Pestañeé ante la mención de los cupones, creyendo poner mi mejor cara de poker para pasar desapercibida, y sonreí al oírlo mencionar que le había resultado lindo. No sabía que había sido yo, ¿verdad? Nunca le había hablado del martes de abrazos.

Era una tontería pero me entró un poquito de vergüenza, aunque me concedió una alegría bastante sosegada.

—¿Cupones? ¿Y eso? —indagué, porque tonta se nacía, no se hacía, y con vergüenza o no me picaba la curiosidad de sacarle algo más al respecto.

Sentí su toquecito en la izquierda y la descubrí, disimulando la ligera decepción. No iba a quejarme, había sido mi idea dejarlo en manos del universo, de modo que renové la sonrisa y me regresé las monedas al bolsillo, cazándolo del brazo sin reparo alguno para arrastrarlo a mi pupitre. Su comentario me arrancó una risa floja. Normalmente tendría ya mil planes para la Golden Week, suponía, pero las cosas no habían ido como habría querido.

—Tengo la pinta, ¿no? Pero lamento decepcionarlo, noble caballero, no he planificado una sola cosa para mis vacaciones —hablé en tono firme y pomposo por la pura gracia, acomodando dos mesas para enfrentarlas y así podíamos sentarnos. Lo invité a hacerlo, ya de paso, y me acomodé en mi lugar—. Pero algo saldrá, supongo, además papá vendrá a casa y es tan culo inquieto como yo.

Sonreí amplio al decir aquello último, la noticia me había caído encima ayer y, Dios, estaba tan contenta. Con lo mucho que había esperado que pudiera regresar no había otra manera. Lo único ¿malo? fue que su mención me recordó precisamente al papá de Dante, ese que le había impedido ir a la mascarada y que se me asemejaba a un dragón malvado. Fruncí un poquito el ceño, sacando el bento que había traído de casa, y lo miré antes de agregar:

—¿Pensaste en ir a algún festival? —medio indagué, sin saber si sería un tema agradable o si le traería alguna sensación incómoda al chico—. Oí que habrá uno en Taitō con fuegos artificiales y todo.

 

Contenido oculto: today i discovered this beauty and i cant stop

Me pareció notarlo ¿avergonzado? o quizá nervioso, no estaba muy segura de por qué, aunque el grueso de mi atención se lo llevó el resto de lo que dijo. Cierto era que algunos cupones me habían sobrado y acabé metiendolos en casilleros aleatorios, ¿pero no era Sean el tío de la azotea? Vamos, el mismo al que había visto con Dante antes de los quemados. ¿A ese idiota le había dejado un cupón? Joder.

De la forma que fuera tampoco lo exterioricé, porque llegados a este punto no quería echarle nada encima a Dante que pudiera llegar a perturbarlo y, bueno, si era amigo de Sean... pues era su amigo y punto. A veces se me olvidaban las lecciones pero esta seguía bien fresquita.

Que Dios se llevara mi alma el día que me enterara que esta criatura adorable era la misma del club de fotografía.

—Un trabajo de ninja, ciertamente —comenté en aire ligero y le eché un vistazo—. ¿Y de qué son los cupones? ¿La promo de un café o algo así?

Luego de acomodarnos en nuestros respectivos asientos y todo el rollo, Dante mencionó lo de la improvisación y solté una risa floja, meneando la cabeza. Mira, podía no tener muchas neuronas en funcionamiento pero si algo hacía siempre era improvisar, así que no tendría que haber problema. Por otro lado, su sonrisa ante la noticia de papá se me antojó de lo más genuina y, no sé, me resultó muy bonito. Algo triste también, de repente sentí que estaba comiendo frente a los pobres pero ni modo. Ya lo había dicho y me limité a reflejar su sonrisa, asintiendo emocionada. Tampoco le solucionaría nada mi compasión, todo lo contrario.

Al menos, se veía que no habría ningún dragón malvado impidiendole ir a los festivales y eso me entusiasmó.

—¿Minato? Uh, la, la~ —lo molesté, siendo que vivía en una zona bastante chula de Tokyo, pero me cambié la sonrisa pícara por una emocionada en cero coma—. ¿Sí piensas ir al festival, entonces? Podríamos ver de coordinar alguna noche, si quieres, ¡seguro será super divertido!

Y si reajustaba un poco los planes, igual y podía convencerlo de ir conmigo al festival y montarme ahí la pequeña sorpresa en la cual ya había metido a todo un equipo técnico, ¿verdad?

Ya lo último que dijo no me lo esperaba, si debía ser honesta, y me congeló un par de cables por un instante. Parpadeé, buscando sus ojos, y así como había hecho con Cayden repasé sus facciones por si... no lo sé, por si no lo decía en serio o algo. Sabía que era ridículo, que Dante no bromearía con una cosa así, pero era un hábito, suponía.

Le concedí una sonrisa pequeña y solté el aire por la nariz lentamente, bajando la vista a su almuerzo por ningún motivo en particular.

—Gracias —murmuré, lo dije de todo corazón y fruncí tantito el ceño, aún sonriendo—. No pensé que lo hubieras notado. Digo, mi ausencia, sé que... lo del quemado fue bastante notorio.

La simple palabra me atoró un nudo en el pecho, pero tomé aire con ganas y volví a buscar sus ojos.

—Gracias por buscarme. La verdad, tenía mucho miedo de que... no sé, que te hubieras ¿asustado? o algo así, que ya no quisieras hablar conmigo. —Ensanché la sonrisa, redoblé la apuesta y mandé los miedos un poquito al carajo—. No quería que pase eso. Quizá sea apresurado pero ya te considero un amigo, ¿sabes?

Aflojé una risa suave y me encogí de hombros, echándole ligereza al asunto.

—Nada que hacerle, tienes una Alteza de lo más llorica ¡y tú también eres muy querible! En parte es su culpa, sir Dante, hágase cargo.

 

Probablemente me estuviera agotando todos los dotes de actuación del año en este receso, que de por sí no eran muy abundantes, porque no me explicaba si no cómo Dante no había notado nada extraño en mi comportamiento. O quizá la cara de poker me salía mejor de lo que creía, ni idea. Alcé las cejas al contarme que eran cupones para abrazos y solté una risa liviana, sin malicia alguna.

—Bueno, confío que le darás buen uso —respondí y me detuve a medio camino por una idea repentina—. Ah, pero antes de eso me avisas, que va a ser un momento para la posteridad. ¡Hay que preparar la cámara!

En líneas generales no me imaginaba a Dante usando el cupón, siendo sincera, pero lo mismo me pasaba con otras personas y eso no me había detenido. Quería confiar que con las condiciones precisas o el empujoncito adecuado la gente era capaz de sorprender, y además no había forma terrenal en que un abrazo le hiciera daño a alguien. Todo lo contrario, de hecho. No sabía si Dante lo usaría, en definitiva, pero si se atrevía a darle una oportunidad estaba segura que sería un momento muy bonito y, bueno, ese era todo el objetivo de los cupones.

Luego aceptó mi invitación y extraje papel y un bolígrafo de mi mochila para anotarle mi número nuevo a las apuradas. Bueno, aún no lo memorizaba, así que primero tuve que chequearlo y de rápido no tuvo nada el trámite, pero en definitiva le deslicé el papelito en su dirección y le pedí que me escribiera, así me agendaba también su contacto.

No me gustaba hablar del incidente de las pruebas físicas, pero al menos sacar el tema sirvió para que Dante me dijera que sabía no había sido intencional. La tontería me quitó algo de peso de encima, me alivió y meneé la cabeza con cierto impulso, el suficiente para que mi cabello fuera de acá para allá.

—No me incomoda —quise aclarar antes que nada, porque lo veía necesario—. Entiendo que a nadie le gusta meterse donde no lo llaman, pero no me incomoda para nada. Estoy algo tonta, en definitiva, y a veces necesito que me jalen de las greñas para volver a enderezarme.

Conocer a las personas no era tarea fácil en líneas generales, pero con el tiempo al menos uno era capaz de definir pequeños hábitos o costumbres, también crear nuevos. Fue lo que pensé cuando Dante se estiró para acariciarme el cabello y lo recibí con una sonrisa, que hacer algo así empezaba a ser típico de él y me gustaba la idea de reconocerlo. Además yo era la loca del contacto físico, así que me hacías dos mimos y ya estaba meneando la cola.

Al final me dijo que yo también era una buena amiga y la ilusión se me tuvo que notar desde el piso de abajo, más o menos. Sonreí amplio y asentí, contenta a cagar, y retomé el almuerzo antes de decir nada.

—Bueno, igual sí lloro por todo, en especial con series y películas. ¡Me encariño demasiado rápido! Soy un caso perdido. —Suspiré, bastante dramática, y señalé su almuerzo con los palillos—. ¿Qué trajiste tú?

 

En la vida iría a invadir su espacio personal lo suficiente como para genuinamente sacarle una foto si abrazaba a alguien, incluso para mi neurona achicharrada eso era excesivo y seguro ponía al chico en una posición incómoda, pero aún así me pareció un detalle de su parte que me siguiera la broma. Correspondí con otra risa animada y dejé morir el tema ahí, sin ver por dónde agregar algo de interés.

Luego le di mi número y el móvil que Cayden me había facilitado no tardó en vibrar. Le eché un vistazo y volví a reírme al ver los emojis, de paso no perdí el tiempo y le respondí con un emoji de corona y otro de princesa, así lo tuviera frente a mí. Regresé el aparato a su lugar y lo miré, con esa complicidad tonta que se desprendía del chiste.

—Listo~ Sir Dante te llamas —anuncié con mucha honra.

Cuando arriesgó que ver películas conmigo era un espectáculo, bueno, probablemente no se equivocara. Al menos Kakeru siempre parecía divertirse bastante, en especial cuando eran de terror o muy dramáticas. Cuando llegaban las peores escenas y yo estaba ahí, que me dolía la garganta de lo mucho que intentaba tragarme las lágrimas, ya empezaba a sentirme observada y le echaba vistazos de reojo hasta que, efectivamente, me miraba. Igual se le notaba en la cara que sólo se había estado aguantando las ganas y que había adivinado al vuelo cómo la escena me afectaría, lo cual me hacía enojar, y él se reía y me arrastraba para que llorara sin vergüenza. Ese siempre había sido un detalle suyo, la verdad.

—Bueno, no puedo negarlo —me resigné, encogiéndome de hombros, y presté atención a su menú del día. La mención de los camarones empanizados me hizo ilusión y no sabía si era correcto, pero acababa de ofrecérmelo y era una señorita simple, de modo que sonreí casi a modo de disculpa y pillé uno para llevármelo a la boca. No hablé hasta tragar—. Comida casera, qué envidia~ Digo, luce fresca, lo mío es un recalentado de ¿ayer al mediodía? Ya ni recuerdo. Pero eso, que está muy rico, gracias.

Le sonreí, animada, y luego de comer un poco más de mi propio arroz alcé la mirada a él.

—Ah, tú también puedes agarrar algo si quieres, claro, aunque el tuyo está mucho mejor así que... ¡Daifuku! —Lo señalé con los palillos y ensanché la sonrisa—. Puedo invitarte al postre, unos daifuku. ¿Qué dices?

 

Si había algo más histórico que la salida y la puesta del sol, esa era la pereza de Shuichi Nakano. Sus alumnos ya se habrían habituado, en teoría, era eso o considerar ideas extremistas, pero para los estudiantes que recién llegaran a la institución sería bastante curioso ver cómo un hombre de cuarenta y tantos, pero que caminaba cual anciano, iba arrastrando las getas hasta alcanzar su escritorio. Desde allí volteaba en dirección a los chicos, los observaba con ojos cansados y suspiraba.

¿Por qué él podía vestirse así y los demás debían cumplir un protocolo occidental? Eran dudas que permanecerían en misterio.

—Hola. —Su voz era bastante monótona, ligeramente rasposa, y parpadeó con suma lentitud antes de tomar aire para seguir hablando—. Antes de que me olvide, eh... Sera-kun, ¿no? Bienvenido. ¿Quieres que alguien te muestre la escuela? Bah, te lo asignaré de todos modos.

Hizo un ademán con la mano, aunque casi pareció morir en la intención, y repasó al resto del alumnado con la vista.

—Bueno... Tú, la niña enérgica. ¿Cómo era tu nombre?

Anna pareció tener que tragarse la risa antes de contestar.

—Hiradaira, señor.

—Hiradaira-san, ¿le mostrarías la escuela al chico nuevo?

—Claro. —La chica se encogió de hombros, indiferente pero alegre, y Shuichi dio el tema por concluido.

Sin agregar nada más al respecto, giró sobre sus talones y se rascó el cabello antes de dar inicio a la lección del día.

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hola Kaito, dado-sama me dijo que te aventara a alguien familiar JAJAJA

Bueno, esta es la primera interacción que le facilito siempre a los nuevos personajes. You can take it or leave it, of course. Si te interesa rolear con Annita, pos be my guest *le abre la puerta*

 

A eso de las once de la mañana se me ocurrió que realmente alguien debería darme un premio por intentar prestarle atención a este señor, que parecía más predispuesto a morir que a dar clases. Encima yo, que no era precisamente un ejemplo de compromiso escolar o inteligencia. Pero vaya, con el tiempo suponía haberme habituado a su extrema pereza; era eso o desaprobar.

Al comienzo de la mañana, el señor Tengo demasiado sueño para ser una persona decente me había asignado el tour para el chico nuevo. Le eché un vistazo, él me identificó también y me dedicó una pequeña sonrisa, la cual reflejé al instante. Bueno, parecía no tener problema con el asunto así que todo bien por mí.

Con la campana del receso recuperé las ganas de vivir que el profesor me drenaba. Me incorporé, estiré los músculos y le di unos golpecitos a la mesa del chico nuevo, quedándome de pie frente a él.

—Sera-kun~ —canturreé, liviana, y le concedí una sonrisa animada—. ¿Listo para que te arrastre por los... muchos metros cuadrados que tiene esta Academia?

 

Después de aquella curiosa casualidad mañanera, el resto del día se sucedió con la normalidad de siempre; esa que en el fondo tanto agradecía, a decir verdad. Atendí a las clases como siempre y, cuando tocó la campana anunciando el receso, recogí mis cosas con quizás algo más de rapidez de la que usualmente consideraba necesaria. Generalmente no me preocupaba en absoluto por esas cosas, pero no podía negar que había tenido algo de suerte con parte del grupo que me había tocado para el proyecto.

Quizás no había tratado mucho personalmente con Anna, pero era consciente de que se había convertido en una amiga muy importante para Emily, y si bien era cierto que la chica tenía cierta tendencia a ver lo bueno de casi todo el mundo, confiaba plenamente en su criterio cuando se trataba de relaciones sociales. Además, me daba la sensación de que Anna tenía mucho más potencial del que posiblemente se daba crédito, académicamente hablando, y que si se esforzaba podía estar a la altura de muchas cosas; me parecía que podía ser muy trabajadora también, si se lo proponía.

Me daba miedo que se desapareciese del aula antes de poder hablarle, eso sí, y por eso me di especial prisa para recoger y poder interceptarla antes de que se escapase. Así pues, me acerqué a su pupitre en cuanto tuve oportunidad, y levanté la mano para saludarla con un gesto breve antes de hablar.

—Anna, estamos en el mismo grupo para el proyecto. También están Dante y Catherine, creo que van a clase de Emi. ¿Los conoces?

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Gigi Blanche heyo precious im kinda excited por estas dos, cuz ambas tienen en común a emi y aun no se conocían bien bien u-uwu

 

El receso con Emi había acabado transcurriendo de maravilla, y tras regresarme a mi clase me di cuenta que me había quedado contenta como una chiquilla. Que, quizá, toda la tontería del super plan bueno-malvado me había echado encima una cuota de ansiedad, de incertidumbre, porque sabía que más allá de mis intenciones no había garantía de que a Emi le sentara como esperaba. Eso era algo que había aprendido este último tiempo, ¿verdad?

Las mejores intenciones no siempre dan los mejores resultados.

Pero no había sido el caso, la chica se había levantado para abrazarme y ese simple gesto disolvió cualquier rastro de tensión que hubiera alojado en mi cuerpo. El resto del día me lo eché haciendo mis cosas, atendiendo a la gente en el gimnasio y pensando en la quedada improvisada que se nos había ocurrido. La verdad, no dejaba de emocionarme de una forma estúpida.

La idea de tener una amiga de verdad.

El fin de semana estuvo bien, normal, tranquilo. Me había quedado en casa, y el sábado a la noche que mamá salía, casi por obra del Espíritu Santo, Kakeru propuso hacer algo en el grupo. Con el bug a la mano les dije que podían venir si querían y, obviamente, eso hicieron. Lo agradecí mucho, la verdad. Si mamá salía era para ir donde los Hiradaira, lo sabía aún si no abría la boca, y la idea seguía dejándome una sensación muy amarga en el cuerpo. En fin, no fue nada muy loco. Cenamos sushi comprado, trajeron unas cervezas y varias frituras. Elegimos una película prácticamente al azar y luego nos comimos diez mil videos de tonterías en YouTube. Me resultaba aún bastante increíble la idea de que todo hubiera nacido absolutamente torcido y hoy pudiéramos estar así, siendo un grupo de amigos normal, haciendo estupideces normales.

Era casi... mágico.

El lunes llegó y qué pereza, Dios, pero ni modo. Me acerqué un instante al tablón de anuncios y, tras comprobar que se trataba de los grupos para el proyecto, agradecí internamente haber quedado separada de Kurosawa. No sabía si era una mierda surgida del resentimiento, si era irracional o si tenía derecho a sentirlo, pero me daba bastante igual porque no me generaba cargo de consciencia. Algo se había roto desde el conflicto con Shinomiya de la azotea, algo que había resistido hasta ese momento.

Y no me interesaba recomponerlo.

Además me había tocado con Dante, así que genuinamente estaba contenta. Lástima que Emi hubiera quedado fuera, o si no habría sido el grupo perfecto. Subí al segundo piso y la mañana transcurrió como todas las demás hasta que sonó la campana del receso. Siquiera tuve tiempo a pensar mucho qué hacer cuando noté a Kashya acercándose a mi pupitre. Le dediqué una sonrisa amplia y asentí, animada.

—¡Sip! Bueno, a Catherine no, pero a Dante sí, así que... un cincuenta por ciento sip. —Una risa breve se me coló en la voz y me incorporé—. ¿Quieres que vayamos a la 2-3 a buscarlos? Quizá tenemos suerte y podemos empezar a ver el asunto del proyecto.

Cosa que no me moría de ganas por hacer, pero me daba a la idea de que Kashya sí era una alumna responsable y, además, era amiga de Emi. No me atrevería a decepcionar a una amiga de Emi.

¡Tenía que esforzarme!

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heyo uwuwu Si quieres puedes arrastrarlas a la 2-3, bebi

 

El resto de la mañana conseguí atravesarlo con una sensación bastante más liviana en el pecho, y Emi tenía todo el crédito por ello. Si no hubiese aparecido en los casilleros estaba segura que no se me habría ocurrido buscarla, no eran cosas que aún me surgieran de forma natural, y me habría encerrado en el aula a seguir espiralando dentro de mis cacaos mentales. No que hubieran desaparecido, por supuesto, pero ahora, al menos, junto a la voz caótica en mi cabeza aparecía también la suya. Era dulce, paciente y lograba apaciguarme.

Decidí aferrarme a eso.

Me había estado mensajeando un poco con Kohaku antes de que comenzaran las clases y entre ellas, más que nada para soltarle el chusmerío y pasarnos stickers de mascotas sorprendidas; ya que estaba, se me activó la neurona y le pregunté si sabía qué coño le había ocurrido a Cayden en la cara. Justo entró el profesor, entonces, así que dejé el móvil hasta una hora después. En el ínterin había decidido cómo pasar el receso, así que aproveché y, tras su negativa, le pedí si no me hacía el favor de averiguar; no era urgente, sólo por si acaso. Podía sonar lunático, pero un poco me rayaba.

Cuando sonó la campana del receso, me levanté de mi asiento con un brinco y sorteé las mesas hasta detenerme precisamente frente a Kashya. Lo había decidido hacía un rato, en mi super plan para mantenerme distraída y no seguir dándole cuerda a los problemas. Además, eso implicaba ser responsable y avanzar con el proyecto. Todo ganancia, ¿no?

—Hola~ Estaba pensando, ¿dices de seguir con el proyecto? ¿Pudiste pensar alguna canción de música clásica? Yo tengo... —Hundí la mano en el bolsillo de la falda y desplegué, muy orgullosa, mi super lista de k-pop escrita con muchos colores y dibujitos azarosos—. ¡... un montón de opciones! Seguro Catherine puede ayudarme a elegir una.

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Amane holitas y Nekita iba a ir a la 2-3 pero pensé en cambiar de aula just because, so si quieres caernos aquí tamos uwu

 

Los días estaban pasando sin demasiados eventos que reportar, algo que definitivamente no me molestaba en lo más mínimo. Kenneth se iba sintiendo mucho más cómodo con el idioma y la ciudad, algo que yo podía notar a pesar de que aparentemente hubiese estado igual de tranquilo desde el primer día, y eso era algo bastante bueno para los dos en general. A él le gustaba salir de casa mucho más que a mí, desde luego, y dado que seguramente íbamos a vivir juntos hasta final de curso, prefería que tuviese la facilidad de irse cuando quisiera sin tener que depender de mí de alguna manera.

Las clases, de igual manera, no presentaban mayor cambio a lo habitual. Cuando sonó la campana anunciando el receso, me dispuse a recoger mis cosas y encerrarme en la biblioteca como venía siendo costumbre, pero la repentina presencia de Anna delante de mi pupitre interrumpió esos planes. Le presté atención sin mostrar cambio alguno en mi semblante, sin embargo, y asentí con la cabeza antes de repasar con la vista la lista de canciones que sacó de su bolsillo.

—Mhm, yo también he apuntado unas cuantas opciones —murmuré, y saqué un cuaderno de mi maletín para abrirlo sobre el pupitre y enseñarle la lista que también había hecho—. ¿Deberíamos esperar a estar todos para decidir? —cuestioné, y después de un par de segundos en silencio esperando su respuesta, volví a hablar—. ¿Crees que podrías aprenderte una coreografía de ballet corta? He pensado que podríamos grabarte para adjuntar los vídeos con el trabajo. Solo si estás cómoda, claro.

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relleno rico mientras llegan cathy y dante uwu

 

Kashya me recibió con su actitud usual y acepté la lista que me ofreció, echándole un vistazo mientras la oía. Me alegraba ver que ambas habíamos estado preocupándonos por el proyecto. Bueno, era probable que no extrañara viniendo de ella, pero a mí se me había pegado el sentido de la responsabilidad al cuerpo ¡y era agradable! Al menos en lo que me durara la motivación, claro.

—Uhm, sí, podemos ir a buscarlos...

La respuesta la di de forma algo vaga, bajando la hoja para encontrar sus ojos, así que debió comerse toda mi sorpresa ante su propuesta. ¿Ballet? Vaya... Nunca me había dedicado a la danza clásica puramente dicha, me llevaba mejor con cualquier cosa menos estructurada.

—Bueno, me sé las posiciones de ballet —analicé, buscando una silla para sentarme frente a ella—. No prometo nada super elegante ni preciso, pero puedo intentarlo si es con tal de comparar estilos. Eso, al menos, supongo que quedaría cubierto.

Estaba terminando de hablar cuando la voz de Dante se alzó a mis espaldas. Giré el torso y una chispa de alegría burbujeó en mi cuerpo. ¡Habíamos tenido la misma idea, al fin y al cabo!

—Ah, casi vamos a buscarlos —le conté a ambos, sonriente—. ¡Bienvenidos a la flamante 2-2!

Se acomodaron a nuestro alrededor y Dante extrajo unas partituras de su mochila. En cuestión de pocos minutos, sobre la mesa de Kashya se apilaron muchas cosas concernientes al proyecto y estaba kinda messy, así que algo de gracia me hizo. Buceé entre los papeles para pillar una partitura y analizarla. Bueno, "analizarla". Si supiera algo de teoría musical.

—Podemos buscar las partituras de las dos canciones que definamos, la clásica y la de k-pop, y ver si de cómo están escritas conseguimos sacar algo decente —propuse, alternando la mirada entre los tres—. Tengo un amigo que toca la guitarra, así que quizá pueda darnos una mano con esto de leer música escrita. Por mi parte... aquí tengo mi lista.

Volví a bucear hasta extraer mi hoja de canciones y se la extendí primero a Cathy. Había un par de canciones de Dreamcatcher, Scream y Red Sun, Crazy de 4MINUTE y Uh-oh de (G)I-DLE. No mucho más. Aguardé un par de segundos para picarle el brazo, pretendiendo llamar su atención, y sonreírle con cierta energía contenida.

—Oye, estaba pensando... ¿te gustaría bailar conmigo~?

Contenido oculto

gabi me estuvo evangelizando pero aún me cuesta todo este mundo (??? así que mencioné las que más me gustaron. IF U ASK ME im a sucker for Crazy and Uh-oh, y creo que serían las que más le gusten a Annita

Kashya:
Anna: 0.5 puntos
Catherine:
Dante: 1.5 puntos
TOTAL: 2 puntos