Harry Potter A través de la tormenta.

Tema en 'Fanfics sobre Libros' iniciado por SilRock, 14 Marzo 2022.

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    Título:
    A través de la tormenta.
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    5
     
    Palabras:
    2642
    Hola a todos! Me apetecía mucho empezar algo sobre Harry Potter y darle mi toque, presentaros a mis gemelos y saber qué os parece ^^


    Prólogo: Un paseo por los años
    .​

    Para los nuevos estudiantes, la primera noche en Hogwarts estaba llena de magia, emoción, ilusión y nerviosismo. Nuevas amistades se forjarían aquella noche, chiquillos de apenas once años que empezaban una nueva e importante época de su vida que duraría siete años si todo iba bien. El castillo les había parecido enorme, como el Lago Negro, muchos de los jóvenes estudiantes habían tenido que aguantarse las ganas de vomitar o los gritos al notar las sacudidas de sus botes, quizá alguno pareció ver algo atravesar el agua y desaparecer, o incluso las ganas de llorar del puro nerviosismo al enfocar la mirada en sus oscuras aguas. De noche, Hogwarts era mucho más impactante que cualquier castillo que habrían podido desear descubrir, y les esperaba a ellos, los estudiantes nuevos de primero para presentarse.

    Se arremolinaban frente a las escaleras y escuchaban con atención lo que la profesa McGonagall tenía que contarles sobre la elección del sombrero seleccionador y las casas. Era una mujer de mediana edad, que vestía de verde oscuro, llevaba su cabello recogido en un tirante moño y un majestuoso sombrero. Parecía una bruja impresionante allí plantada frente a los estudiantes de primer año. Hablaba con autoridad, pero concisamente, y había captado la atención de muchos al hablar de las cuatro grandes casas de Hogwarts. Sin embargo, algunos habían ignorado a la profesora mientras observaban a un muchacho moreno de grandes ojos verdes y una peculiar cicatriz que miraba a los lados con nerviosismo, sabiendo que era la comidilla de aquellos niños y niñas curiosos.

    Harry Potter había tenido la suerte de encontrar a un amigo en aquel trayecto, y estaba agradecido de que le acompañara bajo aquellas atentas miradas…

    -Oh, disculpa…

    Harry estuvo a punto de caer, Ron le había sujetado justo a tiempo, había chocado con dos niños que iban tomados de las manos y miraban, como él mismo, todo con grandes ojos de sorpresa e ilusión. Se dio cuenta de que no era el único que estaba asombrado por cómo era el castillo y cada pequeño detalle que podía captar frente a las grandes puertas del Gran Comedor. Los niños se giraron hacia él y le sonrieron, amigablemente, haciéndole sonreír a él a su vez.

    -Descuida, estábamos en medio.-Dijo uno de ellos, un niño risueño, de cabello rubio y grandes ojos color esmeralda. A su lado, había una niña idéntica a él, a diferencia de la tonalidad de sus ojos, más oscura y porque era un poco más regordeta que él. Harry pensó que eran indudablemente mellizos.

    -¡Trevor!-Un niño saltó a los pies de la profesora para recuperar a su sapo perdido, haciendo que muchos de los demás soltasen alguna que otra risa e interrumpiendo el momento de las presentaciones. El niño, que no era otro que Neville Longbottom, alzó la vista hacia la profesora y se encogió ante la mirada que la misma le echó.-Perdón…

    Neville volvió a su sitio entre la muchedumbre de niños muy sonrojado.

    -La ceremonia de selección tendrá lugar en unos instantes.

    Y la profesora se retiró, dejando a los niños a solas unos instantes en los que no tardaron en compartir su nerviosismo con aquel que tenían al lado. La excitación era palpable, ¿a qué casa de Hogwarts les enviaría el Sombrero Seleccionador? Gryffindor, aquella en la cual la valentía, la disposición, el coraje y la caballerosidad eran las cualidades de selección. Hufflepuff, donde los leales, honestos y que no temieran al trabajo duro eran bienvenidos. Ravenclaw, quien busca a los más estudiosos, inteligentes y decididos. Slytherin, caracterizada por la ambición y la astucia. Algunos tenían en su mente su casa deseada, sin embargo, ¿se llevarían alguna sorpresa?

    -Veo que es cierto lo que se decía en el tren,-habló uno de los niños, adelantándose al frente, rubio platino y de ojos grises, seguido de otros dos niños más robustos que él.-Harry Potter ha venido a Hogwarts…

    Los murmullos no tardaron en hacerse eco entre el gentío de niños que observaban a Harry, repitiendo su nombre entre incógnitas.

    -Estos son Crabbe y Goyle, yo soy Malfoy, Draco Malfoy.-Y sonrió con altanería.

    Ron, el chico pelirrojo que acompañó a Harry durante el trayecto en tren, no pudo evitar soltar una risotada que se cortó ante la mirada fulminante que le había lanzado Draco Malfoy.

    -¿Te hace gracia?-Preguntó el niño rubio platino, frunciendo el cejo. Le echó una mirada disgustada a Ron y añadió:-No necesito preguntarte el tuyo, pelirrojo y túnica de segunda mano. Debes ser un Weasley.

    Ron bajó la mirada, avergonzado, y Harry le sostuvo la mirada al niño maleducado. Un corrillo se había formado a su alrededor, incomodándole, pues no le gustaba ser el centro de atención y menos, nada más llegar a Hogwarts.

    -Pronto descubrirás que hay familias de magos mejores que otras, Potter. No te juntes con la gente equivocada… En eso puedo ayudarte.-Y Draco le ofreció la mano a Harry.

    -Creo que sé elegir por mí mismo, gracias.-Le respondió Harry, fulminándole con la mirada.

    -¡Cállate Malfoy, estás dando el espectáculo!-Gritó el niño rubio con el que se había chocado Harry.-Búscate amigos en el circo, payaso.

    -¡Tú no te metas, Evans!-Exclamó Draco rojo de ira, dándose la vuelta y encarando a los gemelos. La niña se protegía detrás de su hermano mientras éste se enfrentaba al de pelo platino.

    La sombra de McGonagall apareció detrás de Draco, le dio unos golpes con el pergamino en el hombro y Draco se quitó de en medio, seguido de los dos gorilas que tenía por amigos.

    -Ya está todo preparado, seguidme.-Habló la profesora de Transformaciones.

    Harry traspasó las puertas al lado de Ron, con sonrisas maravilladas al ver el techo del Gran Comedor y ambos miraron al niño que se había enfrentado a Draco Malfoy, que caminaba a su lado de la mano de su hermana.

    -Soy Kilian Evans, y esta es mi hermana Kaisa. Somos gemelos.-Se presentó con una radiante sonrisa.-No hagáis mucho caso a Malfoy… es un caraculo.

    -¡Kilian!-Le riñó su hermana.

    El chico rubio sonrió con picardía y siguió caminando al lado de Harry y Ron, que no tardaron en presentarse también.

    La ceremonia de selección fue un poco larga y tediosa, cada vez que un nuevo alumno era consagrado a una de las cuatro casas, la mesa donde le esperaban sus compañeros rompía en vítores y aplausos. Hubo para todas las casas, y los nuevos estudiantes de primero no tardaban en correr a sentarse, sintiéndose acogidos. Incluso cuando Harry Potter se puso el raído y viejo sombrero seleccionador y todos parecieron olvidarse de respirar, fue bien acogido en Gryffindor.

    -¡Qué alegría, Harry!-Exclamó Kilian, aplaudiendo con ganas mientras veía llegar a Harry y sentarse al lado de Ron y sus hermanos gemelos.-¡Estamos todos en Gryffindor!

    Harry le sonrió.

    -¡Seguro que seremos grandes amigos!-Añadió Ron, muy contento.

    Y así, empezó la aventura de nuestros jóvenes estudiantes.

    Durante cinco años se forjaron amistades entre los que habían empezado aquel día en Hogwarts, algunas duraron, y otras fueron pasajeras. Harry agradeció con todo su corazón que Hermione Granger y Ron Weasley se convirtieran en sus mejores amigos, y vivieron aventuras juntos sin quererlo…

    2º Año. Pasillos de Hogwarts.

    -La Cámara de los Secretos ha sido abierta, enemigos del heredero… temed. Vosotros seréis lo siguientes Sangre Sucia…-Draco miraba a Hermione y sonreía.

    Kilian se acercó a él y lo empujó.

    -Retíralo, Malfoy…

    -¿O si no qué?

    Kilian gruñó, justo en aquel momento aparecieron los profesores y Kaisa lo cogió de la túnica para quitarle del camino de Draco.

    -Eres imbécil, Malfoy.-Dijo la chiquilla rubia envalentonada y con el rostro sonrojado, empujando a su hermano para salir del gentío que se había arremolinado entorno a la grotesca imagen.

    3º Año. Terrenos de Hogwarts.

    Todo el mundo aplaudía a Harry por la asombrosa demostración al montar sobre hipogrifo.

    -¡Ha sido brutal, Harry!-Lo aclamó Kilian, junto a Dean y Seamus.- ¡Leones al poder!

    Draco, rodeado de más serpientes, les empujó para hacerse paso ante la criatura emplumada, que le miró desde su altura.

    -Tú no tienes nada de peligroso, sucio engendro de pollo.-Le dijo, con prepotencia.

    -Malfoy… no…-Hagrid trató de moverse hacia su estudiante, pero Buckbeack se encabritó ante el insulto.- ¡Malfoy, no!

    El hipogrifo atacó a Draco que cayó al suelo y Hagrid se interpuso entre el chico y el hipogrifo, que desplegaba las alas amenazadoramente.

    -¡Me ha matado!-Gritaba desde el suelo Draco, agarrándose el brazo herido con dolor latente en su cara.-Me ha matado.

    -Cálmate, es solo un rasguño…

    -¡Hagrid!-Exclamó Hermione.- ¡Hay que llevarlo a la enfermería!

    Hagrid asintió, cargando con Draco entre sus gruesos brazos.

    -Soy el profesor, yo lo haré.

    -Te arrepentirás de esto…-Decía con una vocecilla Draco.-Tú y tu gallina deforme…

    -¡Fin de la clase!

    Los alumnos se dispersaron oyendo de fondo los alaridos de dolor de Draco.

    Mundial de Quidditch.

    La gente estaba eufórica por el partido que se iba a disputar en breves. Las gradas estaban a rebosar de fanáticos que querían disfrutar del mejor juego y gritaban y coreaban las canciones de su equipo. Los colores rojo y negro contra verde y blanco. Bulgaria contra Irlanda. Solo uno podía salir vencedor de aquel partido.

    -¡Potter, Weasley!

    Ron y Harry se voltearon para ver como Kilian les saludaba desde una grada junto a su hermana, que se sonrojó al verlos. Iban vestidos con los colores de Bulgaria, y junto a ellos estaba su padre, hablando con otros adultos que habían saludo a Arthur Weasley mientras subía las escaleras en busca de sus sitios.

    -¡Kilian Evans!-Ron le saludó con el brazo para seguir siguiendo a su padre y hermanos.

    -Disfrutad del partido.-Dijo Kaisa, tímidamente.

    -¡Gracias Kaisa! Nos vemos pronto.-Respondió Harry, sonriéndole.

    -Dios papá… ¿estamos más arriba aún?-Preguntó Ron, mirando a la gente sentada en sus cómodos palcos.

    -Plantéatelo así,-dijo la voz de Lucius Malfoy apareciendo en escena- si llueve seréis los primeros en saberlo.

    Todos fulminaron a los Malfoy, que entraban en el palco donde estaban los Evans y los miraban con superioridad.

    -Nosotros vamos al palco del Ministerio por invitación personal del mismísimo Cornellius Fudge.-Y Draco sonrió con autosuficiencia hasta que se topó con los Evans.

    Kilian miró a su padre enfadado y este se encogió de hombros, ellos también habían sido invitados a ese palco.

    -No alardees, Draco.-Y su padre lo golpeó con su bastón.-Está de más con esta gente. Que disfrutéis el encuentro mientras podáis.-Y les sonrió.

    -¿Tenemos que quedarnos aquí con este insufrible?-Preguntó por lo bajo Kilian a su padre.

    Su padre, un hombre alto y de cabello castaño muy claro, puso los ojos en blanco.

    -Podéis iros con vuestros amigos si queréis, y nos vemos al final del partido.

    -¿De verdad? ¡Genial! Kiito isä. Gracias papá.-Kilian agarró la mano de su hermana y siguió a Harry y los demás en su subida en busca de sus sitios.

    4º Año. Pasillos de Hogwarts.

    Harry iba cabizbajo hacia su siguiente clase, de nuevo solo.

    -Potter es un tramposo…-Susurraban a su paso alumnos de Hufflepuff.-Potter pringado…

    Risas. Harry usaba todo su talante para seguir hacia el lugar donde sabía que iba a poder encontrar a Cedric Diggory.

    -¡Viva Cedric!

    -Todas con Cedric.-Dijo el grupito de amigas de Hannah Abbot, en el que encontró a Kilian llevando una de esas estúpidas chapas antiPotter. El rubio desvió la mirada al encontrarse con la de Harry, avergonzado.

    -Gracias.-Dijo Harry, respirando hondo. Atisbó a Cedric sentado en uno de los bancos con sus amigos y fue hacia allí. Logró llegar hacia él y sus amigos y aguantar estoicamente las bromas por parte de todos.- ¿Podemos hablar?

    Cedric se levantó del banco y les pidió a sus amigos silencio entre risas.

    -Vale…

    -Apestas Potter…-Dijo uno de los amigos de Cedric bien alto para ser escuchado.

    -Dragones. Es la primera prueba, un dragón para cada uno.

    Cedric desvió por un momento su cara de asombro a sus amigos que le llamaban.

    -¿Vas en serio?-Preguntó preocupado, volviendo hacia Harry.

    Una vez Harry terminó de hablar con Cedric salió de allí sintiéndose fatal. Nadie quería ponerse en su piel y experimentar por lo que estaba pasando.

    -Oye Harry…

    -¡Dejadme todos tranquilo!

    Harry se volteó y se topó con Kaisa Evans, que le miraba con algo de miedo y dejó caer sus libros al suelo de la impresión.

    -Yo… lo siento Kaisa… pensaba que…-Harry observó como la chica se agachó a coger sus pertenencias rápidamente.

    -No quería molestarte, perdona…-La muchacha forzó una sonrisa y trató de darse la vuelta, pero Harry la retuvo por el brazo. Ella, sorprendida, le miró con aquellos enormes ojos verdes.

    -Perdona, Kaisa, estoy muy nervioso por… todo.-Se disculpó tratando de sonreír.

    -Solo quería desearte suerte en el torneo y…-Kaisa desvió la mirada hacia el grupo en el que estaba su hermano gemelo junto a su novia del momento.-No le tengas en cuenta a mi hermano todo esto… cree que está enamorado.

    Harry asintió.

    -¿Vamos juntos a clase?

    -Cla-claro…

    Y juntos caminaron hacia su siguiente clase.

    5º Año. Biblioteca de Hogwarts.

    -Si sigues haciendo tanto ruido, la señora Pince te va a echar…

    La voz de Kaisa le sacó de su ensimismamiento. No se había dado cuenta de que había estado tamborileando con los dedos sobre la tapa dura de su libro de pociones.

    -Estoy nervioso.-Replicó Kilian, buscando con sus ojos verdes claros a la bibliotecaria por si podía evitar una reprimenda usando sus encantadora sonrisa.

    -Lo sé,-terció su gemela, sin mirarle, corrigiéndole su ensayo sobre el gusarajo para el día siguiente.-pero el resto no tiene la culpa de que no lleves bien tus TIMOS.

    -Solo me preocupa Pociones, Snape odia a los leones.

    Kaisa soltó un suspiro mientras tachaba algo sobre el pergamino y lo escribía bien y se lo devolvía a su hermano.

    -Así está bien, creo que te pondrán un notable.-Le dijo y comenzó a recoger sus cosas.-Estudia para pociones, yo tengo que ir a la enfermería a ver a la señor Pomfrey.

    -¿Quieres que te acompañe?

    Kaisa forzó una sonrisa.

    -No es necesario, Kil. Te veo en la sala común.-Y la rubia se marchó.

    Kilian siguió la figura menuda de su hermana hacia la puerta, y se estiró, observando como Malfoy le había estado observando a él y a su hermano. Frunció el cejo y le fulminó con la mirada.

    -¿Algún problema, Malfoy?-Le espetó. Malfoy le ignoró centrándose de nuevo en sus libros.-Imbécil…

    -¿Puedo sentarme?

    Kilian alzó la mirada y se encontró a Hermione Granger cargada de gruesos libros. Se levantó para ayudarla y le hizo hueco en la mesa.

    -Por supuesto, mi mesa es tu mesa.

    Hermione le sonrió y se sentó a su lado, observando los pergaminos y el libro de pociones sobre la mesa.

    -¿Problemas con Pociones?-Preguntó, acomodándose y abriendo el primer libro.

    -¿Quién no los tiene?-Sonrió Kilian.-La tengo atravesada…

    -Puedo echarte una mano si quieres…-Dijo la castaña tímidamente.

    -¿De verdad?-La mirada de Kilian se iluminó, haciendo sonrojar a la Gryffindor.-Me harías un franco favor…

    -Claro, si no tienes nada que hacer después de la reunión del ED podemos venir y estudiar.

    -¿Te he dicho alguna vez que eres la mejor?
     
    Última edición: 14 Marzo 2022
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  2. Threadmarks: Capítulo 1: Los Gemelos Evans.
     
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    A través de la tormenta.
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
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    Romance/Amor
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    5
     
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    Capítulo 1: Los Gemelos Evans.

    5º Año. Gran Comedor.

    El Gran Comedor estaba repleto de gente que cenaba después del discurso de Dumbledore, que había vuelto a asumir el cargo de director de Hogwarts después de todo lo ocurrido en el Ministerio de Magia. El Señor Tenebroso había vuelto y todo el mundo mágico estaba revolucionado por lo que estaba ocurriendo, había opiniones dispares sobre cómo proceder a partir de ahora, incógnitas sobre lo que ocurriría de ahora en adelante. Sin embargo, aquella última noche escolar en Hogwarts, los alumnos sabían que estarían a salvo y que podían confiar en que seguiría así.

    Casi todos los alumnos se alegraban de tener de vuelta a Albus Dumbledore y de haberse despedido de la odiosa Dolores Umbridge, aunque había alguna que otra opinión diferente de los seguidores de la ex subsecretaria del Ministerio. Sin embargo, estaban teniendo una última noche agradable entre todos, y las sonrisas se dejaban ver aquí y allí pese a las despedidas y los abrazos deseándose buen verano. Se oían las voces de los estudiantes hablar entre las cuatro largas mesas de cada casa, ya fuera Gyffindor, Ravenclaw, Slytherin o Hufflepuff. Los alumnos estaban animados por la llegada del verano y las próximas vacaciones, muchos ya tenían hechas las maletas para tomar el tren al día siguiente, y algunos, los que más apuraban, tenían pensado hacerlas aquella misma noche.

    -Ginny… Ginny…

    La pelirroja se volteó a mirar a Hermione, que había chasqueado sus dedos frente a su cara y le miraba con cara de circunstancias mientras volteaba los ojos a su derecha, donde estaba sentado Ron Weasley y parecía querer hacerle señas.

    -¿Eh? ¿Qué?

    Ron tenía la punta de las orejas encendidas y miraba a su hermana pequeña suspicazmente. Neville, que hablaba con Harry y Dean sobre algo, había enmudecido para prestarles atención a ellos, igual que el resto de sus amigos. Ahora todo giraba alrededor de aquella conversación. ¿Qué se podía decir de los cotillas que solían ser los leones?

    -¿Otra vez mirando a Evans?-Parecía que Ron estaba apretando la mandíbula.

    Ginny carraspeó, pillada en falta, negó con la cabeza enérgicamente, con un leve sonrojo en sus mejillas pálidas.

    -¡Qué va! Solo estaba pensando en…-Pero ciertamente no sabía qué decirle a su pesado y protector hermano mayor, tratando de no llevar sus ojos marrones a la personificación de su falta.

    -Que no has hecho la maleta, ¿verdad?-Le ayudó Hermione, intentando quitarle hierro al asunto.-Yo te ayudaré después de cenar.

    -¡Claro! La maleta… soy un desastre.-Y trató de sonreír con una falsa dulzura que no sabía si iba a colar, pero no iba a ser por no intentarlo.- ¿Tú la tienes hecha, Ronald?

    Ron, que miraba primero a Hermione y después a Ginny, negó con la cabeza y volvió a su cena, no sin antes echarle otra de esas miradas de padre protector a su hermana pequeña, y se llevaba el tenedor a la boca con tranquilidad. Ginny suspiró y le dio las gracias a Hermione con la mirada, la cual negó con la cabeza con una sonrisa cariñosa y se centró en lo que Neville seguía diciendo. El pobre Longbottom se había recuperado perfectamente de las heridas que le habían causado en la cara durante su aventura en el Ministerio de Magia, y menos mal, porque no era capaz de pronunciar bien al hablar.

    Ginny se apoyó en el brazo con aburrimiento, tratando de concentrarse en la conversación de sus amigos, pero imposible, y menos teniendo el pecado tan cerca. Se mordió el labio inferior y desvió la mirada hacia su izquierda, donde estaba aquel pastelito de limón. No era la única que lo miraba, se dio cuenta en aquel momento, pero no podía culpar a todas aquellas jovencitas que como ella no podían evitar mirarle y que se les cayera la baba. Las hormonas estaban desatadas a esas edades.

    Allí, sentado en un corrillo de chicas que le miraban con adoración y se despedían de él con lágrimas de cocodrilo en los ojos, estaba uno de los chicos más guapos de todo el colegio. No era solo opinión de Ginny, Hermione había comentado por lo bajo lo apuesto que era mientras se sonrojaba, incluso Luna le miraba fijamente cuando recorría los pasillos. Se trataba de Kilian Evans, un apuesto chico de cabello rubio oscuro que llevaba peinado como si de un joven vikingo se tratara, varias trenzas en uno de los lados de la cabeza, mientras que el otro estaba completamente afeitado, dándole un toque rebelde que parecía engañar a todos, porque luego era una persona alegre y sociable. Algunos mechones rebeldes le caían por la frente, pero no podían boicotear a aquellos ojos de color verde esmeralda, no, aquellos ojos tenían su propia fama en el colegio, brillantes y llenos de una inteligencia que muchos no esperaban. Iba vestido con el uniforme de Gryffindor, evidentemente, pero lo llevaba de una manera informal debido a las horas que eran ya, y le daba un aspecto desenfadado y juvenil. Sus labios, deseables y apetitosos, se movían al hablar con sus compañeros mientras gesticulaba y todos a su alrededor explotaban a carcajadas. Ginny deseó estar en aquel corrillo, ¿cómo no hacerlo?

    En un momento dado, Kilian miró en su dirección y sus miradas se cruzaron. Él le guiñó un ojo y le sonrió, enseñando sus perfectos y blancos dientes. Ginny dejó de respirar durante largos segundos y se sonrojó sin poder evitarlo, pensando que podría desmayarse en cualquier momento.

    -¿Estás bien, Ginny?-Hermione la cogió por los hombros, pues se había resbalado en el banco y había estado a punto de caer. La castaña miró en la dirección en la que la pelirroja miraba y suspiró.-Esto tiene que acabar, Ginny…

    -Es tan guapo… ¡No puedo evitar no mirarlo! Debería ser pecado…

    -Lo sé…-Se quejó Hermione, mirando a Kilian hablar con sus amigos y mordiéndose el labio inferior.

    -Desearía ser su hermana y verle en bañador… seguro que usa de esos estrechitos y cortitos…

    -¡Ginny!

    La pelirroja rio y Hermione se unió a ella.

    -Pues a mí me gustaría ser él para ver a su hermana en bañador.-La voz de Seamus Finnigan les llegó desde el otro lado de la mesa. Parecía que lo que el joven Longbottom estaba contando no era de su agrado, y se había dedicado a escuchar a las dos jóvenes que babeaban por su compañero.-Este año está irreconocible…

    Hermione le fulminó con la mirada, soltando a Ginny y sentándose mejor en el banco.

    -¿Antes no era guapa?-Preguntó, mordazmente.

    -¿Si no hubiera adelgazado no querrías verla en bañador?-Añadió Ginny, con el cejo fruncido.

    -¿Eh? No… o sea… yo… no quería decir eso…

    -Has cavado tu propia tumba, amigo.-Harry le apretó el hombro, parecía que también había oído algo de la conversación de las chicas y trataba de sacar a su amigo del problema en el que se había metido.-Kaisa ya era muy guapa antes… y ahora, se le ve feliz.

    Hermione asintió, más contenta por lo que había dicho Harry, Seamus se encogió y centró toda su atención en su plato a medio comer.

    -¿De qué habláis?-Preguntó Ron, que había alejado su plato y se giraba hacia Hermione y Ginny cuando quedó palpable que Neville y Dean se habían enfrascado en un debate en el que ninguno quería perder.

    Hermione y Ginny se miraron entre ellas con cara de circunstancias y cuando Harry abrió la boca para inventarse una excusa. Una vocecilla les interrumpió.

    -Hola, chicos.

    -¡Hola, Kaisa!-Le saludó Hermione.

    Harry se volvió y miró a la chica en cuestión, era muy guapa, con el cabello rubio oscuro recogido en una coleta alta, unos ojos verdes oscuros como aceitunas y con las mejillas ligeramente sonrojadas.

    -¿Qué tal?-Le preguntó Ginny.- ¿todo preparado para las vacaciones?

    La muchacha asintió, jugando con uno de los botones de su túnica y mirando a Harry con aquellos preciosos ojos. Harry le saludó con la mano.

    -Yo… esto…-La muchacha parecía estar muy nerviosa, y balbuceaba con una inocencia que incluso caló el corazón de Harry Potter, que estaba pasando por momentos muy difíciles en aquel momento.-Luna Lovegood me ha dicho que… has perdido a alguien muy querido recientemente, Harry, y… y… y quería darte mis condolencias.-Y le hizo una reverencia, con las manos apretando los pliegues de su falda.

    Ginny y Hermione se miraron entre ellas antes de mirar a Harry. Todos habían presenciado el grito desgarrador de Harry cuando el hechizo había impactado en el pecho de Sirius Black y este se había perdido a través del velo. Les había helado la sangre, y todos habían sentido en el corazón aquella perdida como ninguna otra.

    Harry tragó saliva y trató de sonreír.

    -Gracias.

    Kaisa le sonrió y miró a las chicas esta vez.

    -Espero que todos paséis un buen verano.

    -¡Tú también!-Exclamó Ginny.-Y tu hermano…

    La muchacha rubia asintió y se marchó hacia su hermano. Ginny la observó llegar hasta a él, que dejó de hacer lo que estuviera haciendo para levantarse para hablar con su hermana. Pese a que eran gemelos, Kilian era diez centímetros más alto que Kaisa, y sus ojos un poco más claros. Siempre había envidiado la relación fraternal que tenían aquellos dos, porque ella no la tenía con Ron, el único hermano que le quedaba en Hogwarts.

    -Ginny, ¿vamos a la sala común?

    -Claro…


    -¿Estás bien, Kai?-Kilian se veía preocupado mientras miraba a su hermana, que estaba más pálida de lo normal y ojerosa, y le tocaba el rostro caliente.-No tienes buena cara y estás muy caliente, tienes fiebre…

    Kaisa trató de sonreír para que su hermano no se preocupara, cogiéndole de las manos y alejándoselas.

    -Creo que me voy a ir a dormir ya… estoy cansada.-Dijo con pocas fuerzas, había empezado a sentirse muy mal.-Venía a darte las buenas noches, Kil.

    Kilian frunció el ceño.

    -¿Seguro? Yo…

    -Buenas noches, Kil.

    Kilian suspiró, su hermana era demasiado cabezota, miró hacia la mesa donde estaban sus amigos esperándole y apretó un puño mientras le atraía hacia él con el otro brazo, acostando su cabeza en su pecho.

    -Buenas noches, Kai.-Dijo, dándole un fuerte abrazo.

    La muchacha aspiró el aroma familiar de su hermano y pareció que se relajaba un poco, se separó y se marchó hacia el pasillo. Había decidido que iría a la enfermería para que madame Pomfrey le examinara, igual podría darle un brebaje que le hiciera sentir mejor.

    Salió del Gran Comedor todo lo rápido que pudo sin llamar la atención. Notó el cambio de temperatura, y fue como un soplo de aire fresco para su enfebrecida piel. El pasillo que recorría estaba vacío, frío e iluminado por grandes antorchas que guiaban su camino. Nadie le echaría de menos, aunque ella no supo que dos pares de ojos le habían visto salir apresuradamente.

    Cada paso que daba parecía consumirla, su cabeza daba vueltas y no era capaz de enfocar la mirada hacia la alfombra del suelo, que parecía bailar bajo sus pies. Le faltaron las fuerzas y se apoyó en la fría piedra de la pared, donde descansó unos segundos para recobrar el aliento ya que de repente le estaba faltando. Tragó saliva, notando como gotas de sudor frío le recorrían la espalda. Se aflojó la corbata para poder respirar mejor, notaba como la fiebre le iba subiendo y no podía hacer nada para detenerla. Cerró los ojos pesadamente, dejándose llevar por la oscuridad que había saltado sobre ella y resbalando por la pared.



    Un aroma predominaba por encima de toda la oscuridad que la rodeaba, era agradable y dulce, le hizo despertar de la inconsciencia. Abrió los ojos con esfuerzo, encontrándose en el suelo, la cabeza le daba vueltas y notaba un molesto pitido en los oídos que embotaba por completo sus sentidos. Se removió torpemente y se encontró en el suelo, entre unos brazos desconocidos que le estrechaban fuertemente. No pudo contener las ganas de volver a cerrar los ojos y dormir plácidamente rodeada de aquel olor embriagador y que le relajaba, y al volver a abrirlos, frente a ella encontró dos orbes grises que creía no haber visto nunca. No los reconoció, pero un último pensamiento recorrió su mente antes de perder de nuevo el conocimiento. “Que ojos tan hermosos y tristes.”

    /////​

    La luz que se colaba a raudales por las grandes ventanas la despertaron. Se removió entre las sábanas y abrió un ojo soñoliento tratando de ubicarse. El olor a limpio y antiséptico de la enfermería le revolvió un poco el estómago, nunca le había gustado ese olor, y le recordó todas las veces en las que tuvo que dormir en un hospital. Se incorporó un poco y notó el cuerpo de su hermano usando su regazo de almohada, con el resto del cuerpo sentado en una de las incómodas sillas y tapado con una manta para que no cogiera frío.

    -Kil…-Le zarandeó un poco para despertarlo.-Kilian…

    El muchacho se revolvió un poco y abrió los ojos, mirándola con sueño.

    -¿Kai?-Se incorporó y la manta resbaló por su espalda al suelo.- ¡Oh, Kaisa! ¡Estás bien!-Le cogió de la mano y se la besó.- ¡Qué susto me has dado! Sabía que te pasaba algo…

    -Kilian… ¿qué ha pasado?-Lo interrumpió la muchacha, que se dio cuenta de que tenía una vía con goteo en uno de sus brazos. Se sentía un poco mejor, pero seguía notando que no estaba recuperada del todo.

    -Te desmayaste en medio del pasillo.

    -¿Qué? No, por favor… dime que nadie me vio…

    -Eh… no lo sé… me avisaron de que alguien te había traído a la enfermería y vine corriendo.-Su respuesta no era del agrado de su hermana, pero no podía decirle nada más, solo aquello. Ojala supiera quien había cargado con ella para agradecérselo de todo corazón.-No creo que mucha gente lo hiciera… Estábamos todos en el gran comedor con todo ese royo de la despedida y…

    -Qué vergüenza… ¿no puedo tener un año normal y corriente como tú?

    -Vamos, Kai… este ha sido un buen año.

    -No, ha sido horrible, como todos.

    Kilian le ofreció una sonrisa para animarla, pero Kaisa, pálida y ojerosa, no se la devolvió, se levantó de la cama de la enfermería bajo la atenta mirada de su hermano.

    -¿Seguro que estás bien?-Kilian seguía preocupado por su hermana. La noche anterior había intuido que le pasaba algo, pero había sido engañado por su hermana muy fácilmente, y es lo que más le molestaba. Se suponía que eran gemelos, debían cuidarse el uno al otro, apoyarse en cualquier cosa y estar siempre ahí para el otro. Sin embargo, su hermana se había desmayado y un desconocido se había encargado de ella.

    Kaisa trataba de quitarse la vía que llevaba al brazo, pero no se atrevía a arrancársela de cuajo por la aguja. Iba vestida con uno de esos horribles camisones blancos que le estaba grande y quería huir de allí, sus pies notaban la fría piedra bajo ellos, pero no le importó.

    -Sí… tenemos que terminar de preparar el baúl y el tren…

    -El tren salió esta mañana, lo hemos perdido.-Dijo tranquilamente Kilian, sentándose de nuevo en la silla y doblando la manta.

    -¿Cómo?

    Unos pasos interrumpieron su conversación, la enfermera Pomfrey se acercaba ojeando unos papeles hasta llegar a los dos hermanos. Les brindó una sonrisa y le tomó la temperatura a la muchacha.

    -No tienes fiebre, ¿qué tal has descansado?-Preguntó.-El director hizo llamar a vuestros padres para que viniera a buscaros, no tardarán mucho en llegar.

    -Bien…-Contestó Kaisa, sentándose de nuevo en la cama, retorciendo el bajo del feo camisón con nerviosismo.

    La enfermera asintió y le quitó la vía del brazo con delicadeza, asombrando a Kaisa, que tenía experiencia y sabía que aquello siempre era desagradable. Kilian se levantó para dejar espacio a su hermana para que se vistiera con su uniforme. Por el rabillo del ojo vio el pálido cuerpo de su hermana en ropa inferior, tenía que admitir que ese año su hermanita había dejado la niñez y las formas redondeadas que la acompañaban atrás para convertirse en una jovencita muy bonita. Tendría que vigilarla mejor el año que viene para que nadie se aprovechara de ella.

    Kaisa se vistió en silencio, algo torpe, pues aún estaba convaleciente. Se estaba abrochando la camisa blanca cuando volvieron a oír pasos por el pasillo de la enfermería.

    -¡Isä!-Exclamó Kilian, que se lanzó a los brazos de su padre, y el mayor le beso en el cabello con una sonrisa.

    Kaisa se acercó tímidamente a él con la cabeza gacha. Su padre, la miró con preocupación y la abrazó con fuerza. Era un hombre alto, de grandes ojos azules y cabello corto castaño. Iba vestido con ropa formal, pues seguramente luego tendría que volver al Ministerio a trabajar, donde ya le estarían esperando en el Departamento de Cooperación Mágica Internacional.

    -¿Estás bien, princesa?-Le preguntó, mirándola a los ojos.

    Ella asintió, tratando de no parecer desvalida, pero después de aquel abrazo ya se sintió mucho mejor. Parecía que su padre tenía el poder de alejar todo lo malo de su lado.

    Su padre, Christopher, Chris, Evans, no iba solo. El director de Hogwarts estaba a su lado. Albus Dumbledore los miraba a través de sus gafas de media luna con una sonrisa en el rostro.

    -Espero que ya se encuentre mucho mejor, señorita Evans.

    Kaisa asintió tímidamente.

    -Mucho mejor.

    -Me alegro. Sus baúles han sido enviados a su nueva casa, una suerte que lo tuvieran todo preparado. Espero que pasen un buen verano, y nos vemos en septiembre.

    -Gracias.-Dijeron los gemelos al unísono.

    -Siempre es un placer, Christopher, quizá podamos hablar con más tiempo en otra ocasión.

    -Por supuesto, Albus. Muchas gracias por todo.-Chris tenía una sonrisa muy bonita, se giró hacia sus hijos y les hizo una seña para dirigirse hacia la salida de la enfermería mientras Dumbledore y madam Pomfrey firmaban los papeles del alta.

    Kaisa pensó que era una suerte que no hubiera nadie en Hogwarts que la viera salir de allí por enésima vez y se prometió que prepararía pociones que la ayudaran con su salud antes de volver al castillo.

    Wiltshire, Inglaterra.

    -¿Os gusta?

    Kaisa y Kilian estaban frente a las verjas de su nuevo hogar. Se trataba de una gran mansión solariega rodeada de un muro de dos metros y medio elegantemente decorado con pequeñas estatuas cada metro y medio. En la verja se veían las letras Evans forjadas en hierro oscuro y tras ellas, un largo pasillo decorado con arbustos bien cuidados. Al fondo, impresionante, una mansión de dos pisos les daba la bienvenida a su nuevo hogar.

    -¿Todo esto es nuestro?-Kilian miraba a su padre con los ojos muy abiertos por la sorpresa. Aquella casa era tres veces más grandes que la casita en la que habían estado viviendo desde que tenían once años, pero que mucho.

    -Sí, es la herencia que nos ha dejado el abuelo Artie, donde yo me crie.-Habló Chris, mirando la casa con añoranza.-Hace años que está vacía, la salud del abuelo era muy delicada y el frío del ambiente no era adecuado para él.-Sus hijos le miraban con los cejos fruncidos y él suspiró.-Tiene piscina, está justo detrás de la casa, y también un jardín muy bonito donde solía tomar el té con la abuela Sue.

    -¿Piscina? ¡Haberlo dicho antes!-Kilian atravesó la verja rápidamente y se perdió de la vista de su hermana, que seguía mirándolo todo con ojo crítico.

    -¿No te gusta, princesa?

    Kaisa se volvió hacia su padre con una mueca.

    -Me gustaba nuestra casita en el Valle de Godric… era pequeña y acogedora. Además, vamos a pasar muy poco tiempo aquí. En unos días nos vamos a Helsinki y…

    -Hablando de eso, cariño,-la interrumpió su padre mirándola con paciencia-Isoisä abuelo y Mummo abuela celebran sus bodas de oro este año y se van de crucero por el Mediterráneo y luego a París unas semanas. Por lo visto son costumbres muggles, así que pasaréis el verano aquí conmigo, ¿no es genial? Iba a contároslo durante la cena a tu hermano y a ti… pero las cosas han salido de esta manera.

    -Oh… ¿no los veremos este verano?

    -Quizá en Navidad. Lo siento, cielo.

    Kaisa asintió, no iba a crear un problema cuando su padre estaba tan contento de enseñarles aquella casa nueva y de pasar el verano con ellos. Ya vería a sus abuelos maternos en Navidad, o quizá para su cumpleaños, o cuando quisieran venir a verlos.

    La tradición de viajar a Finlandia y pasar el verano con ellos había empezado cuando eran muy pequeños, cuando su madre aún vivía y quería que sus abuelos maternos formaran parte de su vida. Sus padres se habían conocido gracias al trabajo de su padre, que era diplomático mágico en Helsinki, y se habían enamorado perdidamente. Una historia de amor preciosa que su abuela le contaba de vez en cuando. Su äiti madre era una bruja nacida de muggles que era una gran sanadora en el Hospital de San Juniper, así que su padre se mudó allí hasta que nacieron ellos. Por eso ella quería ser sanadora. Kaisa no quiso pensar en su äiti, pues apenas tenía recuerdos de ella, había fallecido cuando tenían escasamente dos años, y los que tenía era por los vídeos caseros que su isoisä les ponía para recordarla. Les encantaba ver esos vídeos, o la televisión, cuando estaban con sus abuelos paternos hacían todas esas cosas que hacían los niños muggles. Su padre siempre les decía que äiti quería que tuvieran lo mejor de los dos mundos, y así había sido. Veranos muggles e inviernos mágicos. Hasta ahora.

    Kaisa observó a su alrededor, el barrio le pareció frío, aunque también podía ser porque las nubes se arremolinaban en el cielo, como si quisiera empatizar con su estado de ánimo aquel día. Había otras casas solariegas escondidas por altos muros y hierro forjado, pero le importaron bien poco. Debía centrarse en la que tenía delante. Tomó aire y traspasó la verja seguida de su isä. Aquel verano empezaba muy bien.

    -¿Qué hay de los vecinos?-Le dijo a su padre que caminaba a su lado con la misma sonrisa de añoranza de antes. Le gustaba esa sonrisa, pero no lo admitiría.

    Christopher observaba cada arbusto, árbol y piedra que se encontraban en el camino. Había adecentado el jardín y la casa para que sus hijos pensaran que era una pasada y no estuvieran negativos. A Kilian ya se lo había ganado, lo sabía, un chico de quince años con todo el verano por delante para disfrutar en una casa gigante con piscina era todo lo que ese gemelo podía pedir. El problema residía en la gemela.

    -Nadie importante, alguna de las mansiones están vacías, es un barrio muy elitista y poca gente puede permitirse vivir por aquí. Una suerte que tengamos esa herencia en Gringotts, ¿verdad?

    Kaisa asintió y subieron los peldaños hacia la puerta de su nuevo hogar. Kilian apareció con una gran sonrisa en el rostro, estaba entusiasmado con aquella mudanza. Y sí, la sonrisa de Kilian era contagiosa. Kaisa no pudo hacer nada, su gemelo la agarró de la mano y la paseó por toda la casa contándole todas las cosas que podrían hacer allí.

    La magia ayudó a colocar todas las cosas de los gemelos, así que tuvieron mucho tiempo para explorar la casa, el jardín y decidir planes para invitar a sus amigos íntimos a la piscina la semana próxima. Eligieron dos habitaciones contiguas que se conectaban por una puerta interna, una puerta que prometieron no cerrar si no era necesario. Cenaron pizza y jugaron al Monopoly hasta que Chris se retiró, ya que a la mañana siguiente volvía al trabajo y se levantaba muy temprano.

    Kaisa y Kilian subieron a sus habitaciones.

    -Me encanta esta casa.-Kilian se dejó caer en la cama doble de Kaisa y miró al techo, con la sonrisa bailándole en los labios.-Va a ser un verano increíble.

    Kilian se había tomado muy bien la noticia de que no viajarían aquel verano a Helsinki, algo que molestó a Kaisa, pero para variar no dijo nada. La muchacha se había sentado en la alfombra y colocaba sus zapatos por enésima vez. Era algo que hacía cuando se ponía nerviosa.

    -Apenas hemos estado aquí, no te puede encantar todavía… y seguro que te cansas de la piscina en dos días.

    Kilian se colocó boca abajo en el colchón y miró a su hermana alzando una ceja.

    -¿Por qué no puedes ser un poco positiva por una vez? Isä está muy contento de estar aquí… Y seguro que tu también te alegras de tener un verano con nuestros amigos, para variar.

    Kaisa estuvo tentada de decir que no tenía amigos íntimos como él, pero frunció los labios y no dijo nada.

    -Puedes invitar a los Weasley o a Lovegood… Incluso aceptaría que invitaras a Potter. Yo invitaré a Hermione.

    Kaisa levantó la vista y miró a su hermano, con una sonrisa traviesa en los labios.

    -¿Sigue siendo tu crush?

    -No es mi crush.-Dictó Kilian, levantándose de la cama.-Solo una compañera de estudio.

    -No, qué va… Solo es la chica por la que bebes los vientos y con la que te quieres casar…

    -¿No te enseñó Umbridge a no decir mentiras?-Kilian le sacó la lengua y se dirigió hacia la puerta que conectaba sus habitaciones.

    Kaisa le fulminó con la mirada. Aún le picaba la mano cuando pensaba en ello.

    -Tyhmä. Imbécil.

    -Pero soy tu hermano y me quieres. No lo olvides nunca,-Kilian se giró con un floritura y le hizo una reverencia.- cuando nadie te quiera porque eres un amargada yo te amaré por siempre.

    -¡Te voy a…!-Y Kilian cerró la puerta en las narices de su hermana.

    -¡Te quiero, Kai!-Dijo entre los gritos amortiguados de su hermana.- ¡Buenas noches, princesa!
     
  3. Threadmarks: Capítulo 3: ¿Qué cara poner cuando te enteras de que Draco Malfoy es tu vecino?
     
    SilRock

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    A través de la tormenta.
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    Capítulo 2: ¿Qué cara poner cuando te enteras de que Draco Malfoy es tu vecino?

    Kaisa tenía que admitir que la primera semana de vacaciones no estaba siendo como la esperaba. Sus planes eran disfrutar en su pequeña casita del Valle de Godric con su padre y su hermano a modo de despedida antes de viajar todo un mes a Helsinki. Sin embargo, allí estaba, cocinando galletas de chocolate como su Mummo le había enseñado, sin magia, y esperando a que su hermano llegase de ver a sus amigos Cormac McLaggen y Lucas Prewett en el Callejón Diagon. Estaba acostumbrada a la soledad en su vida, desde bien pequeña ignoró la estrella fugaz que era su hermano gemelo mientras ella era un pequeño asteroide que volaba solo por el espacio. Sus compañeros de clase se quedaban en eso, compañeros de clase con los que convivía durante su estancia en Hogwarts y poco más, la palabra amistad le quedaba grande.

    El horno moderno que había instalado su padre emitió un pitido avisándola de que sus galletas ya estaban listas y las sacó usando las manoplas. Las galletas tenían una pinta deliciosa, y las depositó junto a la humeante bandeja en la encimera de la cocina. Miró el reloj colgado en la pared de la cocina y arrugó el cejo. Las 17:45, su hermano llegaba tarde.

    Le puso de comer a Fin, el perro de la familia, un ejemplar de Jack Russel que hacía compañía a su padre cuando no estaban en casa y a Riki, su gata mestiza. Recogió la cocina, de nuevo sin magia, así estaba entretenida con algo, y cuando se estaba secando las manos la puerta de la cocina se abrió y Kilian apareció por ella.

    -Hola, hola, hermanita.-La besó en la cabeza y se llevó una galleta a la boca.-Wow, te has superado, están deliciosas. ¿Me pones un vaso de leche?

    Kilian se sentó en uno de los altos taburetes después de quitarse la chaqueta y dejarla en el perchero. Fin apareció por la puerta que conectaba con el salón moviendo la cola y se puso a dos patas para que le rascara la cabeza, como le gustaba. Kilian le acarició con ganas.

    -Hola, chico, ¿me has echado de menos?

    Kaisa le sirvió un vaso de leche de la nevera y le miró.

    -¿Qué? ¿Tengo chocolate en la cara?-Le preguntó su gemelo.

    -Llegas tarde.-Refunfuñó su gemela.-Llevo todo el día sola…

    -Te dije que vinieras conmigo, sabes que eres bienvenida.-Dijo tranquilamente Kilian, untando otra galleta en la leche y poniéndole caras a Fin.-Tampoco te has perdido gran cosa, ha llovido.

    -No me apetece ser el bicho raro de tu grupo.

    -Princesa, tú nunca serás el bicho raro.-La riñó Kilian con la boca llena, tragó y añadió:.- Lucas trajo a su hermana Dotti, preguntó por ti…

    -Dotti me odia.-Espetó Kaisa, cogiendo una galleta y llevándose un trozo a la boca. Sí, estaban muy buenas.

    -No digas eso, es mentira. Solo estaba celosa de que Cormac te hiciera un poquito de caso en Navidad.

    -¿Y tengo yo la culpa de que lo hiciera? Cormac ni si quiera me cae bien.

    -Y por eso no le he roto los dientes. Skál.-Kilian alzó el vaso de leche y lo apuró de un largo sorbo.-Voy a darme una ducha. ¿Isä viene a cenar?

    -Sí.

    -Genial, ¿vemos la tele luego?

    Kaisa se encogió de hombros mientras metía las galletas en un cuenco y recogía el vaso de Kilian. Así como había aparecido su hermano, desapareció. Kaisa tiró a la basura las migas del plato de Kilian mientras Fin remoloneaba a su lado y lamía el suelo donde habían caído algunas y sacó la basura. Luego se daría un baño relajante y quizá se hiciera la pedicura, tenía pensado salir al día siguiente a comprarse algo de ropa, pues todo su armario le había quedado grande aquella temporada. Aún no estaba acostumbrada a las miradas que había atraído en Hogwarts aquel año, siempre pasaba desapercibida para todos, hasta ahora. Y sí, comprendía que su cuerpo había dejado de ser el de una niña rellenita, pero no le hubiera importado quedarse un poco más así si la dejaban en paz.

    El primero problema lo tuvo con Cormac, siempre le había parecido un idiota, pero desde que se vieron en las compras de antes de su regreso a Hogwarts, le había tratado diferente. Por suerte, Kilian le había dejado las cosas claras y ella también, antes besaría a un escorbuto de cola explosiva que a Cormac. El resto… prefería no pensar en ello y sus miradas curiosas. Sin embargo si que pensó en como Harry y Ron le habían saludado en el Expreso a Hogwarts y la sorpresa en los ojos verdes del Niño que Vivió.

    Recorrió el camino hacia la verja que su hermano se había dejado abierta y refunfuñó por lo bajo, al menos Fin era muy casero y no se había escapado, algo que no compartía con Riki que seguro que habría aprovechado el momento para explorar el nuevo vecindario. Metió la bolsa de basura en el contenedor con esfuerzo.

    El cielo estaba encapotado de nubes grises, y la brisa le traía el olor de la lluvia. Pronto volvería a llover, y había dejado la ropa tendida en la coladuria. Buscó su varita en el bolsillo trasero de sus vaqueros y se dijo que esa tarea la haría rápido. Recogió algunas latas que se habían caído del contenedor y escuchó voces no muy lejos de allí.

    -No camines arrastrando los pies, hijo.

    -No lo hago, madre.

    Kaisa se volteó hacia sus vecinos para saludarlos y se quedó muda.

    -Oh, que encantadora chiquilla.-La mujer que se había detenido ante ella era alta y esbelta, con el cabello muy rubio e inteligentes ojos azules que la miraban con sorpresa. Su piel resultaba pálida por la ropa oscura que llevaba, y Kaisa tuvo que admitir que iba muy elegante pese a eso y la hizo sentir fuera de lugar con sus vaqueros gastados y su jersey.-Tu debes ser la hija de Christopher, ¿verdad?

    Kaisa asintió en silencio, mirando a la figura que acompañaba a aquella elegante señora. Podía decir que la sorpresa de su cara era igual a la del chico allí plantado. Pero claro… ¿qué cara poner cuando te enteras de que Draco Malfoy es tu vecino? Cuando se lo contara a Kilian iba a alucinar… o blasfemar, puestos a decir.

    Draco la miraba en silencio, alto como su madre, su cabello rubio platino y aquellos profundos y penetrantes ojos grises.

    “¿Grises? ¿Por qué me resultan familiares?”

    -Hola.-Saludó Kaisa, tímidamente. Pese a la sorpresa, no quería ser desagradable. Su relación en la escuela no era cordial, pero tampoco podía decir que era mala, simplemente no se acercaba a él y otros Slytherins y lo único que intentaba es que su hermano no acabara metido en problemas con ellos.

    Draco alzó la cabeza a modo de saludo y miró a su madre.

    -¿Continuamos, madre?

    -No seas irrespetuoso, Draco, déjame presentarnos a nuestra nueva vecina…-Le riñó Narcissa Malfoy, frunciendo el cejo.

    -Yo ya la conozco,-aquello la sorprendió, pero trató de que no se le notara-es Kaisa Evans, estudiamos en el mismo año en Hogwarts, pero ella está en Gryffindor.-Draco parecía aburrido cuando decía aquello.

    -Oh, Kaisa, querida, un placer conocerte. Solo había tenido el gusto de conocer a tu hermano, el apuesto Kilian. ¿Sois gemelos, verdad?

    -Igualmente, señora Malfoy. Y sí, somos gemelos.

    Quiso el destino que un trueno se oyera en la lejanía y comenzaran a caer lentas y esporádicas gotas.

    -Vaya, se acerca una tormenta. Draco, es momento de volver a casa.-Dijo la señora Malfoy, volviéndose por donde había venido.-Espero que nos veamos pronto de nuevo, Kaisa Evans.

    -Por supuesto… que tenga una buena tarde, señora Malfoy.

    Draco le lanzó una última mirada y siguió a su madre. Kaisa sintió un escalofrío y se frotó los brazos, cerrando la verja tras ella y dirigiéndose con rapidez hacia la coladuria, donde con un movimiento de varita recogió la ropa y la dobló.

    -¡Kilian!-Exclamó subiendo las escaleras de dos en dos hacia el piso de arriba. La bola de pelo multicolor que era Riki salió de su habitación y corrió entre sus piernas. Abrió la puerta de la habitación de su hermano y entró en tromba.- ¡Kilian, no te vas a creer lo que…! ¿Qué haces?

    Kilian estaba desnudo frente al espejo y hacía poses de gimnasta musculado. Pegó un brinco y cogió lo primero que vio por el suelo, un cojín, y se lo puso para tapar sus partes nobles mientras enrojecía de vergüenza por haber sido pillado así y por la rabia contenida.

    -¡Toca a la puerta antes de entrar!-Exclamó.- ¡Se lo voy a decir a papá!

    Kaisa se encogió, pero una sonrisa burlona bailaba en sus labios.

    -¿Estás practicando para seducir a Hermione? No creo que eso le guste…-Kilian le lanzó el cojín con todas sus fuerzas y ella estalló en carcajadas mientras cerraba la puerta.

    -¡Te juro que esta me la pagas, enana!-Oyó la voz amortiguada de su hermano y se dirigió hacia su habitación intentando no reírse de lo imbécil que le había parecido frente al espejo.

    Se tumbó sobre la cama y se puso a leer hasta que su hermano irrumpió en la habitación al cabo de media hora después, evidentemente no tocó a la puerta. Llevaba el pelo rubio mojado y revuelto y masticaba lo que parecía una de las galletas que había horneado.

    -¿Tenías algo que decirme?-Dijo, mientras gateaba en la cama hasta tumbarse a su lado y le robaba el libro.- ¿Otra vez Buenos Presagios?

    Kaisa se incorporó y le miró.

    -Adivina quién es nuestro vecino…-Kilian la miró y pasó un par de hojas sin mucho interés.- ¡Draco Malfoy!

    Kilian la miró de nuevo, alzando las cejas.

    -¿En serio? ¿Cómo lo sabes?-Kilian dejó el libro a un lado, incorporándose para mirar a los ojos a su hermana. Riki saltó a la cama ronroneando y la cogió para acariciarla.-Ese imbécil…

    -Le he visto a él y a su madre cuando estaba tirando la basura.

    -Pues no te acerques a ellos… Lucas me ha dicho que su padre está en Azkaban por mortífago, se lo ha contado su padre. Tiene la Marca Tenebrosa, son seguidores de Tu-ya-sabes…

    Kaisa se sorprendió, llevándose una mano al pecho.

    -¿Son seguidores del Señor Tenebroso?

    -No puedes fiarte de ellos… No entiendo cómo Isä nos ha traído a vivir aquí, ¡al lado de mortífagos!-Kilian se sentía indignado, sabía que esa información tenía que haber llegado a su padre de alguna manera, y no entendía cómo sabiéndolo estaban allí, conviviendo en el mismo vecindario.

    Kaisa se había quedado pensativa mientras miraba a su gemelo. ¿Significaba eso que Draco Malfoy era un futuro mortífago? Siempre había defendido la pureza de sangre y se había metido con los nacidos de muggles o mestizos, y era por todos conocido que El Señor Oscuro tenía las mismas opiniones. Se le revolvió el estómago de pensar en eso.

    -Su madre no parecía mala persona…-Comentó la joven, rememorando el encuentro con madre e hijo. Riki saltó a su regazo y la acarició.-Me ha parecido… simpática.

    -Yo la conocí hace un par de años, y sí, lo parece… pero se ha casado con Lucius Malfoy y está en Azakaban… y su hermana está loca, ¿lo recuerdas?

    Kaisa sintió un escalofrío al recordar a la mortífaga Bellatrix Lestrange y las historias que contaban de ellas.

    -No me gusta nada de esto… Tenemos que hablar con Isä cuando llegue.

    -No lo dudes, princesa. Me imagino tu cara de sorpresa al verlos.

    -Dime tu qué cara tengo que poner al enterarme de que Draco Malfoy es nuestro vecino.

    /////

    Su padre no tardó en llegar, y tras escuchar las quejas de sus hijos estoicamente, más bien de Kilian, Kaisa se mantuvo a su lado callada, les habló de la presunción de inocencia y de que no debían juzgar sin saberlo todo. Kilian refunfuñó hasta que su padre le ofreció cenar pizza y pareció que nada hubiera ocurrido aquella tarde.

    La cena fue como si estuvieran en Helsinki, se llevaron los platos y las dos cajas de pizza al salón y comieron viendo la televisión, como si de una familia muggle se tratara. Aquello aplacó un poco el corazón de Kaisa, que se sintió en casa gracias a ello. La velada fue muy divertida y llena de cariño por parte de Christopher, que pese a ser un padre que trabajaba muchas horas en el Ministerios, les daba a sus hijos el cariño de un padre y de una madre que no estaba. Hablaron sobre su día, sobre todo Kilian, que les contó que almorzó con los padres de Lucas en un restaurante muggle muy rico y que visitaron el Callejón Diagon donde Cormac se compró una nueva lechuza. El postre fueron el resto de galletas que Kilian no había devorado, y Kaisa se sintió bien cuando su padre alabó la nueva receta de chocolate.

    -Bueno chicos,-su padre se levantó del sofá, donde habían estado sentados viendo un programa cómico-me voy a dormir, estoy cansado y mañana tengo una reunión muy importante en Glasgow.

    -¡Buenas noches, isä!-Se despidieron los gemelos.- ¿Vamos a pasear a Fin antes de dormir?-Añadió Kilian una vez su padre se perdió por la puerta de la cocina.- ¿Verdad que quieres pasear, Fin bonito?

    Kaisa asintió con una sonrisa mientras observaba a Fin saltar emocionado por el paseo.

    -Voy a por mí chaqueta.

    -Te acompaño.

    Echaron una carrera para ver quien llegaba el primero por las escaleras, seguidos por los ladridos de Fin, que movía la cola emocionado, y Kilian ganó, pero porque en el último momento saltó y cayó de bruces sobre a alfombra.

    -¡Eso es trampa!

    -Pero he ganado.-Kilian sonreía triunfante mientras se levantaba, quitándose a Fin de encima que le había lamido toda la cara y entraba en su habitación.

    Kaisa se dirigió a la suya y cogió una chaqueta con capucha por si volvía a llover mientras pensaba que su hermano era un niño grande. Miró a través de la ventana, el oscuro cielo seguía encapotado, parecía que se avecinaba una tormenta.

    -¿Estás lista?-Su hermano apareció por la puerta que conectaba sus habitaciones abrochándose la cremallera de la chaqueta.-Odio este clima…

    -Estoy lista.-Respondió Kaisa, y fue a añadir algo, pero un repentino repiqueteo en la habitación de Kilian la interrumpió y se miraron extrañados, Fin comenzó a ladrar y corrió hacia allí.- ¿Qué es eso?

    Kilian volvió sobre sus pasos y se apresuró a correr hacia la ventana.

    -Una lechuza…-Abrió la ventana y una hermosa lechuza de color canela aterrizó sobre su escritorio y se sacudió la lluvia de las plumas.-Lleva una carta... Hola, amiga. ¿De quién eres?

    Kaisa se acercó a su hermano y acarició la lechuza, que era muy servicial y tranquila.

    -Creo que ya la he visto antes.

    Kilian la miró y se encogió de hombros, se había sentado en la cama y abría la carta.

    -No me suena mucho, Lucas tiene una negra y Cormac suele usar la de sus padres.

    -¿De quién es?-Kaisa, que siempre llevaba algo en los bolsillos, le estaba dando miguitas de galleta y la lechuza de color canela las agarraba con delicadeza y se las comía agradecida.

    -Es de… Hermione.

    -¿De Hermione?

    -Sí… voy a leerla… ¿por qué no te adelantas tú y luego voy a buscaros? El pobre Fin está esperando.

    Fin le miró ladeando la cabeza mientras Kaisa reprimía una sonrisa pícara.

    -Claro… porque quieres leerla en privado y así contestar pronto, ¿verdad, Fin?

    El perro ladró a modo de respuesta.

    -Bah, no tenía pensado contestar… pero ya que está su lechuza aquí…

    Kaisa soltó una risa y silbó para que el Jack Russel la siguiera.

    -No te pongas muy romántico…

    -¡Oh, cállate!

    Mientras Kaisa abría la verja y paseaba por la calle iluminada por las farolas, no pudo evitar pensar que su hermano estaba coladito por Hermione. No le importaría que se hicieran pareja, siempre la había tratado muy bien y era una estudiante modelo. Su trato a lo largo de los años era cordial, le parecía muy simpática y agradable, y solían comentar los libros que leían cuando tenían ocasión. Y si se hacía novios, ella podría pasar más tiempo con Harry Potter, del cual estaba un poco colada desde el Torneo de los Tres Magos. Suspiró, era muy guapo y siempre la sonreía cuando se veían por los pasillos… Pero no era tonta, él nunca se fijaría en alguien como ella, sin autoestima y confianza.

    La calle estaba desierta, y en alguna que otra de las mansiones que rodeaban la suya había luces encendidas. Fin iba delante, olisqueándolo todo y disfrutando del paseo mientras ella se abrochaba la chaqueta y disfrutaba de la soledad que siempre la acompañaba.

    Una rama de la hojarasca se le enredó con el bajo de los pantalones y se detuvo para quitársela, cuando hubo acabado, no veía a Fin por ninguna parte.

    -¿Fin?-Lo llamó, tratando de ver al perro por algún lado.- ¡Fin!

    No era un perro que se escapase, siempre caminaba al lado suyo cuando paseaban y por eso no lo llevaba sujeto con la correa, ahora se arrepentía de ello. Sin embargo, era muy aventurero y explorador, y ahora mismo se abría ante él un jardín enorme que querría explorar. Volvía sobre sus pasos por si se hubiera escondido en algún rincón oscuro, pero no fue así, echó a correr mientras gritaba su nombre, aunque parecía que servía de poco.

    -Maldito chucho… ¡¡Finral, como no aparezcas te voy a…!!-Kaisa apresuró el paso y buscó la bola blanca que era su perro de nuevo, mientras recobraba el aliento.

    Diez minutos después el perro seguía sin aparecer y Kaisa empezaba a desesperarse. ¿Y si le había pasado algo malo? Nerviosa como estaba, continuó subiendo y bajando la calle sin dar con el perro. Giró en una esquina y se topó de bruces con alguien, cayendo de culo sobre el frío suelo y cerrando los ojos por el susto.

    -¡Perdón!-Dijo desde el suelo, con un chillido.

    -¿Estás bien?

    Kaisa abrió los ojos y vio a Draco Malfoy ofreciéndole la mano para ayudarla, iba vestido tal cual le había visto esa misma tarde, pero con el cabello rubio platino revuelto por el viento. Irremediablemente se sonrojó sin poder evitarlo.

    -Oh… yo… sí…-La aceptó y el chico la ayudó a levantarse. Se sacudió la tierra de los pantalones tímidamente y le miró.-Esto… ¿no habrás visto a un perro blanco, verdad? Tiene las orejas marrones y… mueve mucho la cola.

    Draco la miró alzando una ceja, confuso.

    -¿Has perdido a tu perro?

    -Sí… somos nuevos en el vecindario y puede que se haya desorientado. Normalmente no hace estas cosas, pero…-soltó un suspiro nervioso- no sé dónde está.

    -¿Te ayudo a buscarlo?

    Kaisa no podía evitar que por su mente vagara la conversación que había tenido con su hermano aquella misma tarde. Lucius Malfoy en Azakaban… el padre de Draco en Azkaban… Draco defendiendo la pureza de sangre… Sin embargo, el chico que tenía plantado frente a ella no le pareció en absoluto nada de eso, solo un chico paseando por el barrio tan solo como ella. Quizá, y solo quizá, las apariencias engañaran.

    -Por favor… estoy muy nerviosa.-Se sinceró.-Es el perro de la familia y si le pasara algo… no quiero ni pensarlo.

    Draco negó con la cabeza y la tomó de la mano, guiándola por la calle desierta.

    -No pienses en ello, vamos a encontrarlo.-Le dijo sin mirarla.-Cerca de aquí hay un parque donde la gente suele pasear a sus perros. Puede que se haya dirigido hacia allí.

    Kaisa asintió, mirando su mano unida a la de Draco, era suave y cálida. ¿De verdad aquel era el Draco que martirizaba a todos en Hogwarts? ¿El que siempre buscaba una excusa para molestar a Harry Potter? ¿Por qué, en aquel momento, le parecía tan gentil y amable? ¿Acaso siempre lo era y había creado un personaje en el colegio? Sacudió la cabeza, y desconfió, no podía fiarse de nadie… Kilian le había dicho cientos de veces que las Serpientes y los Leones debían odiarse y llevarse mal. Y vale, no solía hacer mucho caso a su hermano sobre eso, porque siempre estaba sola y pasaba desapercibida, evitaba los conflictos a toda costa. Aunque en aquel momento, junto a él, quiso darle un voto de confianza por la ayuda que le estaba brindando.

    El camino fue silencioso y corto, cuando menos se lo esperaba, Kaisa vio la entrada a un parque al final de la nueva calle por donde habían girado, tal como había dicho Draco, no había mentido en eso. Entraron y Kaisa se percató de algunas parejas en bancos de un modo muy cariñoso y al fondo, un grupo que veían jugar a perros.

    -Puede que esté allí.-Draco tiró de ella hacia el sonido de ladridos.- ¿Cómo se llama el perro?

    -Finral… Fin…

    Draco la miró y la sonrió, haciendo que Kaisa desviara la mirada y se sonrojara. ¿Siempre había sido tan guapo? Y esos ojos grises… ¿por qué le resultaban familiares? Estaba muy confusa y nerviosa, no debían pensar en nada más que encontrar a su perro y volver a casa antes de que estallase la tormenta.

    Draco se detuvo a unos metros de un grupo de jóvenes que hablaban entre ellos animadamente mientras observaban a un grupo de perros jugar. Les saludaron dándoles las buenas noches y siguieron a lo suyo. Kaisa, aún unida a la mano de Draco, dio unos pasos y notó como al mano de Draco se aflojaba y la soltaba.

    -¿Fin?-Llamó tímidamente, esperanzada de encontrarlo.- ¿Finral?

    Un ladrido conocido la contestó y una bola de pelo salió del grupo de perro y corrió todo lo que sus cuatro patas le permitían para llegar hacia la rubia.

    -¡Finral!-Kaisa lo cogió al vuelo y lo apretó contra su pecho.-Oh, Fin… me tenías tan preocupada.

    -¿Está bien?-Preguntó Draco, que se había acercado y le acariciaba detrás de las orejas. Kaisa sonrió y asintió.

    -Perdona, ¿es vuestro?-Uno de los chicos se había acercado a ellos.-Apareció de repente y se puso a jugar con mi perra.

    -Sí… es mío.-Respondió Kaisa.-Me ha dado un susto de muerte.

    El chico la sonrió.

    -Me veía empapelando el vecindario con carteles de perro encontrado. Me alegro de que haya quedado en un susto. Buenas noches.-Y silbó para que una preciosa Golden Retriever apurara el paso hasta llegar a su lado.

    Kaisa se despidió y bajó a Fin, le enganchó la correa y miró a Draco.

    -Muchísimas gracias.-Le dijo.-De verdad… no sé qué hubiera hecho sin ti.

    -No hay de qué…

    Kaisa miró el parque, era muy bonito y parecía que a Fin le había gustado. Podría enseñárselo a Kilian para venir por las tardes a pasearlo.

    -¿Sabrás volver a tu casa?

    La pregunta de Draco la sacó de su ensimismamiento y le miró.

    -Oh… no creo, no me he fijado en el camino por los nervios.-Sonrió nerviosa.

    -Puedo acompañarte… si quieres…

    -Sería maravilloso, gracias.

    Caminaron hacia la salida del parque en silencio, Fin iba a la cabeza moviendo el rabo, parecía que se lo había pasado muy bien en su aventura en solitario. “Menos mal que está castrado… ya me veía una caja repleta de cachorros en la puerta de casa.”

    La noche, más oscura que cuando toda la odisea había comenzado, empezaba a ser más fría. Kaisa se arrebujó en su chaqueta y vio como Draco metía las manos en los bolsillos de sus pantalones.

    -Parece que va a llover otra vez.-Comentó Draco por lo bajo, como para él mismo. Se había adelantado un poco y caminaba al lado de Fin, que parecía cómodo a su lado.

    Kaisa le observaba en silencio. Minutos después llegaron a su casa y se detuvieron frente a la verja.

    -Muchas gracias, de verdad, me has salvado dos veces esta noche.-Se apresuró a decir. Se sentía muy agradecida con el chico, había encontrado a su perro y vuelto a casa sin un rasguño, y eso que la desesperación la había llenado por completo y la negatividad la acompañaba.-Si puedo hacer algo para agradecértelo… sé hacer galletas y…

    -Podemos vernos otro día.-Aquello cogió desprevenida a Kaisa que miró a Draco sorprendida.-O sea… te he ayudado a encontrar a tu perro, es lo menos que puedes hacer.

    Ese Draco ya le sonaba un poco más, arrogante y orgulloso. Kaisa frunció el cejo y fue a replicar cuando oyó la voz de su hermano:

    -¿Kai? ¿Estás ahí?

    La chica tragó saliva, si su gemelo la encontraba con su peor enemigo podría estallar una guerra que no le apetecía empezar. Kilian podía ponerse muy pesado, y Kaisa no estaba de humor para aguantarle de aquella manera.

    -Está bien… nos veremos otra vez.-Susurró, abriendo la verja para entrar.

    -Mañana por la noche.-Dijo Draco, cerrando la verja para que la chica no se escapara.-Como hoy.

    Kaisa miró el brazo que la impedía entrar en su hogar.

    -¿Mañana?

    -Sí, mañana por la noche.-Repitió Draco, insistente, mirándola a los ojos.

    -¿Princesa?-La voz de su hermano empezaba a sonar impaciente.- ¿Qué haces?

    -¡Ya voy, Kil!-le dijo Kaisa a su hermano.-Está bien… mañana por la noche en el parque.

    Draco apartó el brazo y se alejó en dirección a su casa.

    -Buenas noches.-Se despidió sin mirarla.

    Kaisa bufó.

    -Buenas noches.-Y atravesó la verja, encontrándose a su hermano a unos metros de allí. “Por Merlín que no haya visto a Malfoy…”

    -¿Hablabas con alguien?-Preguntó Kilian, frunciendo el cejo y tratando de otear entre la oscuridad.-Me ha parecido que decías algo…

    -Con Fin.-Respondió Kaisa tranquilamente, tratando de serenar su nerviosismo. El perro caminaba a su lado tranquilamente.- ¿Has escrito ya tu carta de amor?

    -Sí… ¡Digo no!-Se apresuró a corregir Kilian.-No era una estúpida carta de amor.

    Kaisa estalló en carcajadas y su gemelo la empujó.

    -Ya, claro, seguro que no lo era.

    Cuando Kaisa se acostó mucho rato después a solas en su cama con Fin a su lado durmiendo a pata suelta, no pudo evitar maldecir al perro por el lío en el que la había metido. Había quedado con Draco Malfoy, que era su vecino y el enemigo número uno de todo Hogwarts, a escondidas de su hermano, que parecía estar tonteando por carta con Hermione Granger, una de las mejores amigas de Harry Potter, que le gustaba… mucho, aunque nunca lo admitiría delante de su hermano. ¿Y si escribía ella a Harry? ¿Le parecería raro? “Más raro es verte mañana con Draco Malfoy…”

    Kaisa se dio cuenta en aquel momento de que tenía que empezar a echarle valor a su vida, ¿no era Gryffindor? Pues que se notase.
     
  4. Threadmarks: Capítulo 3: El callejón Diagon.
     
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    A través de la tormenta.
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
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    Capítulo 3: El Callejón Diagon.

    La tormenta la despertó cuando los relámpagos iluminaron su habitación y retumbaron no muy lejos de allí, dando evidencia de que la tormenta que llevaba todo el día preparándose había estallado con ímpetu y las gotas acribillaban las ventanas con fuerza y estridencia. Kaisa se levantó de la cama sintiendo un escalofrío y, con su fino camisón de tirantes y los pies descalzos, caminó de puntillas por la fría madera hacia la habitación de Kilian, observada en todo momento por Riki, que ronroneaba a los pies de la colcha de su cama. Se metió entre las sabanas oscuras de su hermano y se acurrucó en su espalda.

    -¿Otra vez, Kai?-Preguntó Kilian removiéndose bajo la sábana sin abrir los ojos. Era algo habitual que compartieran las noches de verano en la misma cama, como cuando eran pequeños. En Hogwarts era algo imposible, ya que ni si quiera estaban en la misma habitación, y era algo fácil de extrañar cuando estabas acostumbrado.

    Kaisa no dijo nada y cerró los ojos una vez se acomodó junto a su hermano gemelo. Los nervios que había sentido por la tormenta se esfumaron como si Kilian fuera bálsamo para sus heridas y cayó profundamente dormida en cuestión de minutos.


    Kilian abrió los ojos cuando la luz del sol se coló por la ventana e iluminó demasiado la habitación para su gusto. Se estiró en la cama y se rascó la cabeza con un gran bostezo, mirando el reloj despertador en su mesita de noche las 10 de la mañana. A su lado, Kaisa dormía con una mano sobre su brazo para sentirle. Tenía la larga cabellera rubia esparcida por la almohada.

    -¿Kai?-Pronunció su nombre con voz ronca, ella arrugó la nariz y sus ojos se movieron bajos sus párpado.- ¿Kaisa?

    Su gemela abrió los ojos con lentitud, pestañeó varias veces y bostezó con timidez.

    -Buenos días.

    -Buenos días, princesa.

    Kaisa se incorporó, frotándose los ojos y se estiró. La habitación de Kilian era igual a la suya, pero en color azul predominaba sobre todo, al contrario que en la suya, que era el morado.

    -Tengo hambre.-Dijo Kilian, levantándose de la cama y buscando su ropa por el suelo.- ¿Desayunamos?

    Kaisa se había levantado y estaba mirando por la ventana. El día había amanecido despejado y el sol brillaba con fuerza en el cielo. Parecía que la tormenta había sido un sueño, pero los charcos en el jardín eran la evidencia de que no. Los gemelos bajaron a la cocina donde encontraron el desayuno dejado por su padre y una nota dándoles los buenos días y avisando de que no volvería para cenar.

    Se atiborraron de dulces y chocolate entre risas y recuerdos, y decidieron pasar el día juntos los dos solos. Kilian se sentía un poco culpable por dejar a su hermana sola el día anterior y quería compensárselo de alguna manera.

    -Hoy haremos lo que tú quieras… pide por esa boca y lo haré realidad.

    Kaisa frunció el cejo pensativa.

    -Quiero ir a Flourish y Blots… y ropa nueva, necesito… ropa nueva.-Y sonrió con timidez.

    Kilian hizo una mueca, ir de compras con su hermana no era la ilusión de su vida, pero se lo debía y la acompañaría al fin del mundo si se lo pedía. Solo por ver más esa sonrisa, era capaz de pasar horas y horas entre tiendas y cargando bolsas. Su hermanita se merecía todo lo que quisiera.

    -Está bien… ¿Te apetece comer en el Caldero Chorreante?

    -¡Sí!

    Kaisa estaba emocionada por el día de hermanos que iban a pasar juntos.

    -Voy a darme una ducha… hoy hace mucho calor.-Kilian recogió la cocina mientras Kaisa le ponía de comer a Finral.

    -Podrás estrenar la piscina.

    Kilian se detuvo en el marco de la puerta y se volvió hacia su hermana.

    -Hablando de eso, podríamos invitar a nuestros amigos. Seguro que a Isä no le importa.

    Kaisa se encogió de hombros.

    -¿A quién invitarías?-Preguntó.

    Kilian se volvió a sentar y sacó un pergamino y una pluma.

    -Pues… Cormac está de vacaciones con sus tíos y Lukas tiene a su odioso primo en casa… así que… supongo que podríamos decírselo a Ron y el resto.

    -¿Quiénes son el resto?-Kaisa se imaginaba un nombre, y no podía evitar esconder la sonrisa traviesa mientras miraba a su hermano escribir los nombres en el pergamino.

    -Venga, ya lo sabes: Dean, Neville, quizá a Ron y luego a… Hermione.

    -Apunta a la hermana de Ron y a Harry… siempre es muy majo.

    Kilian la miró alzando una ceja y reparó en sus sonrisa en la cara.

    -Hecho. ¿Tienes que tener esa sonrisa estúpida en la cara? Voy a borrar a tu amiguito Harry de la lista…

    -¡No!

    Kilian dejó la pluma en la mesa y miró a Kaisa.

    -¿Alguien más?-Ante la negativa de su hermana se levantó y se apresuró a salir de la cocina.-Voy a escribir las invitaciones, te veo en un rato.

    Kaisa asintió feliz del plan del día y lo que se avecinaba la semana próxima. Necesitaba un bañador nuevo, quizá se atreviera con un biquini para impresionar a Harry y el resto. Se sonrojó sin poder evitarlo y sacudió la cabeza, tenía que demostrar más valentía y confianza en sí misma… “¿Cómo se hace eso?” pensó sin poder evitarlo. Tendría que averiguarlo…


    Kilian, duchado y listo para salir con unos vaqueros y una camiseta de manga corta verde, había escrito cuatro invitaciones sin ningún problema, había copiado casi lo mismo en todas, la misma información que trasmitir y el mismo trato, incluso para la de Harry… Sin embargo, en aquel pergamino que tenía delante no sabía qué escribir. “Querida Hermione… no, no, Hola, Hermione… no me gusta… Arj, ¿por qué tiene que ser tan difícil?” Se apretó la cabeza para tratar de exprimir algo con lo que hablar con ella. La noche anterior le había escrito para recomendarle los mejores sitios que ver en Helsinki, ya que la joven Gryffindor iba de vacaciones con sus padres en unas semanas y quería saber qué lugares emblemáticos visitar. La carta le había llenado de ilusión, una extraña ilusión que calentaba su pecho y le hacía hervir la sangre que recorría sus venas. Y aquello no le gustaba… Desde el año anterior tenía algo, porque no iba a ponerle más nombre que eso, algo, con Hermione Granger. Había arrastrado a su hermana, aunque después supo que había sido al revés, al ED para pasar más tiempo con ella, vagabundeaba por la biblioteca intentando encontrarla para estudiar juntos… Y eso tenía que acabar, le daba miedo volver a sufrir como había sufrido por Lavender… ¿Por qué tener dieciséis años era tan difícil?

    Se separó un poco de la mesa y dejó la pluma soltando un gran suspiro.

    -¿Te ayudo con algo, Kil?

    Kilian alzó la cabeza y se encontró a su hermana sonriéndole con cariño. Iba vestida con un peto vaquero y una camiseta de tirantes azul. No pudo evitar pensar que su hermana había crecido y que ya no era una regordeta niña de trenzas que pasaba desapercibida por los pasillos de Hogwarts. Ahora todos se fijaban en su figura, y le molestaba, era su hermana gemela y nadie iba a tocarla nunca.

    -Ya casi he acabado.-Señaló la pila de cartas y Kaisa las cogió para examinarlas.-Solo me falta una…

    -La más difícil.-Kaisa se había apoyado en la mesa y le miraba una sonrisa tímida en los labios.

    Kilian negó con la cabeza enérgicamente.

    -Qué va, no digas estupideces… voy a poner lo mismo…-Cogió la pluma y trató de escribir algo, pero las palabras se habían ido muy lejos de allí.

    -¿Quieres que la escriba yo? Me llevo muy bien con ella… seguro que aceptaría venir, y más si sabe que Harry y Ron vienen.-Se ofreció Kaisa, arrebatándole la pluma y el pergamino.-Querida Hermione, espero que estés pasando un gran verano…-Kaisa comenzó a escribir con tranquilidad.-Te invito como al resto… mi casa… nos vemos la próxima semana. ¡Listo!

    Kilian leyó la carta tres veces hasta que Kaisa preparó la lechuza de su padre para enviar las cartas. Le dieron una chuchería y vieron las plumas rojizas alejarse hacia el horizonte. No pudo evitar sentir nervios… ¿vendría ella a su casa? ¿Se atrevería a tratarla de forma más íntima o…? Volvió a sacudir la cabeza, miró a Kaisa diciendo adiós a la lechuza y le sonrió.

    -¿Nos vamos?


    Callejón Diagon.

    Kilian y Kaisa paseaban disfrutando del agradable calor del verano y mirando cada escaparate que veían y que pensaban que iba a poder interesarles. Kilian le había regalado una nueva novela a su hermana y ella estaba eufórica, señalando la siguiente tienda que quería visitar. Él asintió y la sonrió. ¿Cuánto tiempo hacía que no tenían un día de hermanos? Deberían tener uno cada semana…

    -¡Evans!

    Kilian se giró para saludar a su compañero de pociones, que iba a acompañado de un grupo de Ravenclaws y conversar un poco. Una vez hubo acabado se dio cuenta de que perdió de vista a Kaisa. Frunció el cejo y se acercó al escaparate que su hermana había señalado, era una tienda de ropa juvenil. Se asomó por la puerta y la vio hablando con una de las dependientas. Entró y se acercó a ellas.

    -Aquí estás…-Kilian miró a la joven dependienta, que le miraba con los ojos muy abiertos- no te encontraba.

    -Perdona…-se disculpó Kaisa- he visto algo que me gusta y no he podido evitar entrar.

    -No te preocupes.

    Kaisa volvió su atención a la dependienta y siguió mirando ropa mientras Kilian se paseaba aburrido por la tienda.

    -¿Te ayudo con algo, guapo?

    Otra de las dependientas se había acercado a él y le sonreía.

    -Solo estoy mirando, pero muchas gracias.

    -De verdad, pídeme lo que quieras…

    -Así lo haré.

    -¡Ya estoy lista!

    Kaisa llegó a su lado con dos bolsas y una radiante sonrisa. Kilian se apresuró a cogerle las bolsas y su hermana le besó en la mejilla. Salieron de la tienda, donde las dos dependientas suspiraron al ver pasar a Kilian y pasearon por la calle, que parecía más abarrotada que antes. Kaisa se colgó del brazo de su hermano y fue mirando los escaparates con tranquilidad.

    -¿Te ha gustado lo que te has comprado?-Preguntó Kilian.

    -¡Mucho!-Exclamó Kaisa.- ¿Tú no quieres nada? Me siento mal comprando y que tú no quieras nada…

    -Tú la necesitas, yo no, princesa.-Y Kilian sonrió con comprensión.

    Kaisa le miró con ternura y le sonrió con toda la dulzura que tenía para él.

    -Te quiero mucho, Kil.

    -Y yo a ti…

    -Que enternecedor…

    Kilian y Kaisa se detuvieron y miraron a la persona que había dicho aquello. Sentados en los escalones de un edificio de viviendas había un grupo de Slytherins, en los que destacaban Theodore Nott, Pansy Parkinson y Draco Malfoy de su curso.

    Kaisa tragó saliva al encontrar la mirada de Draco, pero la desvió sonrojada y tiró de su hermano para evitar problemas.

    -Sigamos…

    -Sí, no vaya a ser que nos hagáis vomitar de tanto amor fraternal.-Bromeó Pansy, soltando una risa mordaz.-Cualquiera diría que soy amantes.

    -Retira eso.-Le espetó Kilian, con sus ojos verdes brillando de ira.

    -¿Y qué pasa si no lo hace?-Dijo Theodore Nott, levantándose de uno de los escalones.

    Kilian soltó las bolsas y se hubiera arremangado las mangas si hubiera llevado chaqueta. Se puso delante de Kaisa y esta le agarró de la camiseta.

    -Kil… vámonos.

    -Deberías hacer caso a tu hermana, Evans.-Dijo Draco, sentando en el escalón y sin mirarle.-No hay leones aquí para ayudarte.

    -Un león no necesita ayuda para acabar con unas cuantas culebrillas.

    Draco agarró del brazo a Nott, que estaba dispuesto a lanzarse sobre Kilian, que le esperaba con los brazos cruzados sobre el pecho.

    -Vámonos, no me gusta perder el tiempo con tonterías.-Se levanto y Pansy Parkinson se apresuró a seguirle, igual que el resto.-Hace demasiado calor para esto.

    Cuando pasó entre los gemelos le dedicó una intensa mirada a Kaisa, que se sintió muy pequeña en ese momento y trató de ocultarse tras su hermano.

    Kilian soltó un resoplido y cogió de nuevo las bolsas.

    -¿Estás bien?

    -Sí…

    -Son unos capullos…

    -¿Cuántas veces te he dicho que no…?

    -Kaisa, déjalo, no estropeemos el día.

    Kaisa frunció los labios y comenzó a caminar sin mirar a su hermano.

    -Tú has estado a punto de hacerlo.

    Kilian se apresuró a seguirla entre el gentío.

    -Venga, no te enfades… ¡Te invito a un helado!

    Kaisa caminó muy digna seguida de su hermano.

    -¿De Florean Flortescue?-Preguntó como si nada.

    -De donde quieras.-Respondió su hermano.

    -¡Hecho!

    Se dirigieron a la heladería y se sentaron en una de las mesas de la atiborrada heladería. El calor que hacía aquel día era muy favorable para aquel tipo de establecimientos, los jóvenes aprovechaban para entrar y tomarse un helado o un batido y disfrutar de una entretenida charla. Los gemelos fueron otra pareja en la heladería.

    -¡Kilian, Kaisa!-Dean Thomas estaban a unas mesas de ellos tomándose un batido con Seamus Finnigan, y les saludaron con una sonrisa. Kaisa les saludó con timidez y Kilian se levantó.

    -Voy a hablar con ellos… igual a Seamus le apetece venir a la piscina también.

    Kaisa asintió, llevándose una cucharada de helado de vainilla de su tarrina a la boca y paladeando el intenso sabor. El helado estaba buenísimo, y se lo comió con muchas ganas. Su hermano se había entretenido hablando con Dean y Seamus, parecían tener muchas cosas que decirse, incluso se reían a carcajadas, y sintió envidia. Ella no tenía la misma confianza con la pareja de amigos que su hermano, siempre habían sido educados y correctos con ella, pero su inseguridad le había hecho crear un muro a su alrededor que la separa de todos los que intentaban acercase a ella, como una armadura que se había convertido en una maldición. Si quería cambiar aquel año, tenía que aprender a deshacerse de ella.

    Repasó con la mirada la heladería, de verdad que estaba llena, habían tenido suerte de encontrar una mesa libre. Reconoció muchas caras de Hogwarts, compañeros de otras casas que hablaban animadamente entre ellos y disfrutaban de su verano y amistad. Se sintió sola al verlos, solo tenía a su hermano para poder compartir algo y eso la entristecía. De nuevo se repitió que tenía que salir de su zona de confort, ser una leona y dejarse conocer. Ese año tenía que replantearse muchas cosas…

    Sintió una mirada clavada en la nuca y se volvió, encontrándose con los ojos grises de Draco Malfoy, que la atraparon por completo. Su grupo estaba sentado a varias mesas de ellos y disfrutaban de un helado y charlaban, pero él no le quitaba los ojos de encima y se mantenía ajeno a lo que sus compañeros decían. Kaisa se giró y cerró los ojos, había olvidado por completo la noche anterior, cuando le había pedido… bueno, pedido no, más bien exigido que se vieran otra vez. Estaba decidida a no acudir al parque, ni loca, no iba a entablar una amistad con alguien como él. Aunque fuera arrebatadoramente guapo… ¿en qué demonios estaba pensando? Harry le daba mil patadas… y era majo, educado, agradable, siempre le ayudaba con todo, era una persona maravillosa, tenía unos ojos verdes increíbles… Soltó un suspiró.

    -Hola.

    Kaisa pego un respingó en su silla y abrió los ojos para encontrarse a Draco delante suya.

    -H-Hola.-Se removió incómoda, sin poder evitar mirar hacia su hermano, que les daba la espalda y seguía hablando con Dean y Seamus ajeno a todo.- ¿Quieres algo?-Se atrevió a preguntar.

    -Recordarte lo de esta noche.-Respondió Draco, impasible y sin mirarla directamente.

    Kaisa tragó saliva, nerviosa.

    -Ah… Sí, me acuerdo…

    -Entonces no faltes.-Y se marchó.

    Kaisa, con el corazón latiéndole a mil por hora, se acordó de volver a respirar, tomó aire profundamente por la nariz para quitarse el nerviosismo que le había causado todo aquello y se repantingó en la silla a la espera de su hermano.

    ¿Dónde se había metido? ¿De verdad él no tenía dudas de que apareciera en el parque? ¿Tan iluso era? Tratando de olvidarlo todo, esperó a que Kilian volviera para salir de allí. Necesitaba poner tierra entre Draco Malfoy y ella, y solo lo haría en casa.

    -Seamus se apunta a lo de la piscina. Va a ser genial.-Dijo, sentándose y dando un sorbo a su batido.-Qué rico…

    -M-me alegro…

    Kilian se percató de la palidez de su hermana y la miró extrañado.

    -¿Te ocurre algo? ¿No te encuentras bien?-Preguntó, preocupado.

    -Estoy cansada… quiero volver a casa.

    -¿Tan pronto?

    -Sí, por favor…


    /////​

    Una vez en casa, Kaisa se encerró en su habitación donde se probó toda la ropa que había comprado y se dio un largo baño de agua caliente que la relajó por completo. Kilian aprovechó para ver la televisión tumbado en el sofá con Finral y para cenar cocinó una rica sopa que devoraron con ganas. El día había estado lleno de imprevistos que no esperaban, pero había sido positivo. Kaisa se había comprado ropa, y aunque seguía teniendo el armario medio vacío, ya podía ir cómoda con ropa de su talla. Planearon un poco lo que iban a preparar para cuando llegaran sus amigos la semana próxima y pensaron que lo mejor era pizza para todos.

    La noche cayó rápidamente, y aunque refrescó un poco, el verano parecía haber aterrizado con ganas en Wiltshire. Kaisa aprovechó la soledad para empezar la novela que le había regalado su hermano, así que después de ponerse el camisón y tumbarse en la cama con Riki ronroneando a su lado, se perdió entre las letras, la historia y los personajes.

    Tan perdida estaba que no oyó los ruidos en su ventana hasta que Riki bufó.

    Kaisa miró hacia la habitación de su hermano por la puerta que compartían ambas habitaciones y no vio a nadie, pero si oyó el televisor muy alto y las carcajadas de su hermano en el piso de abajo. Se levantó dejando el libro sobre la mesita de noche y se acercó a la ventana.

    La oscuridad hacía que su jardín pareciera ajeno, desconocido, y le causó un escalofrío, no vio nada extraño. Abrió la ventana para dejar entrar la brisa de la noche y sacó la cabeza para ver mejor. Nada.

    -No has venido.

    Kaisa no pudo evitar soltar un chillido y caer de culo sobre la alfombra. Draco Malfoy estaba de pie sobre su ventana y la miraba con el cejo fruncido y los ojos llenos de enfado.

    -¿Princesa? ¿Ocurre algo?

    Kaisa miró hacia la puerta y luego hacia Draco Malfoy entrando por su ventana como si nada. Si Kilian subía y le pillaba allí… se desvanecía solo de pensarlo.

    -¡No!-Exclamó, corriendo hacia la puerta.-Me he tropezado… está todo bien. ¡Me voy a dormir, buenas noches!

    -¿Quieres que suba?-Preguntó la voz de Kilian desde el piso inferior.-Puedo ver la película otro día…

    -¡No! M-me ha bajado la regla y-y quiero dormir tranquila. ¡Buenas noches!-Y cerró la puerta.

    Draco estaba examinando su habitación y ella pensaba que podía morir en ese momento de estrés acumulado.

    -¿Qué demonios haces aquí?
     
  5. Threadmarks: Capítulo 4: El comienzo de una extraña amistad.
     
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    3597
    Capítulo 4: El comienzo de una extraña amistad.

    Kaisa había tenido muchísimas pesadillas a lo largo de su vida. Algunas eran tan fantasiosas que al despertar las olvidaba completamente y seguía su vida como si nada hubiera ocurrido. Desde grandes monstruos que la devoraban a terremotos que destruían por completo su hogar y a su familia. Otras eran tan reales que se acumulaban en su mente y agrandaban sus miedos, atrayendo la inseguridad y la desconfianza a su vida. Aún recordaba una particularmente horrible en la que acudía a clase de Pociones en pijama y todos sus compañeros, incluso su hermano y el profesor Snape, se reían a carcajadas de su camisón de conejitos blancos comiendo zanahorias. Lo peor es que no tenía ningún camisón así, pero sí recordaba las risas en su mente cuando paseaba por los pasillos de Hogwarts por las mañanas, esperando que cualquiera le sacase alguna falta a su uniforme.

    Y tener allí a Draco Malfoy, el alumno más odiado de Hogwarts, una etiqueta que se había ganado al menos para su curso de Gryffindor, significaba que las pesadillas sobre aquella escena serían recurrentes en su vida. Podía decir que el miedo a que su hermano les pillase en la habitación eclipsaba todo lo demás, y de verdad rezaba porque su hermano no subiera.

    Kaisa comenzó a hiperventilar peligrosamente mientras Draco se sentaba en la silla de su escritorio. Se fijo que la puerta que separaba su habitación de la de su hermano estaba abierta y se apresuró a cerrarla con llave. Se apoyó en la puerta y volvió a mirar a Draco. El rubio platino se había cambiado de ropa respecto a lo elegante que iba en el Callejón Diagon, esa noche llevaba unos vaqueros muy normales y una sudadera verde con el escudo de su casa, Slytherin. Kaisa pensó que estaba muy guapo con aquellos mechones cayéndole desenfadadamente por la frente y dándole un toque jovial. Se sintió un poco desnuda con su corto camisón de finos tirantes y se apresuró a abrazarse los brazos, sonrojada hasta la raíz del pelo.

    -No has venido.-Volvió a repetir el rubio por segunda vez aquella noche.

    Kaisa le miró a los ojos, y sí, había enfadado, pero también había un atisbo de… ¿dolor? ¿Le había dolido que no hubiera acudido a la dichosa cita? Kaisa sacó todo el valor que había escondido en ella y habló:

    -¿De verdad pensaste que iba a acudir?-Preguntó con timidez. Sí, había sido valiente… pero no podía dejar de ser ella misma en tan poco tiempo, aunque iba a conseguirlo, era su meta del año.

    Draco no dijo nada, solo le sostuvo la mirada con aquellos orbes grises que tenía por ojos y que eran tan peculiares. La joven no pudo evitar pensar que aquellos ojos la habían mirado siempre de una forma diferente, ¿o se equivocaba?

    -Pensaba que eras diferente del resto.-Draco se levantó, como si estuviera dispuesto a irse tras aquella frase que descolocó a Kaisa.

    -¿Diferente?-Repitió Kaisa, sin entender.- ¿Qué quieres decir?

    -Siempre apartada, siempre sola… Te he observado a lo largo del curso. No tienes muchos amigos. Como yo.

    -¡Ja! Tú siempre estás rodeado de gente, Malfoy…-Le atacó Kaisa.-Hoy mismo te he visto con todos tus amigos.

    Draco hizo una mueca.

    -Me llamo Draco, Evans.-Se defendió, acercándose peligrosamente a ella.

    Kaisa se fijó en que le sacaba fácilmente una cabeza y tuvo que alzar la cabeza para seguir mirándole a los ojos.

    -Estar rodeado de gente no significa que sean tus amigos.-Añadió.-Solo son una panda de imbéciles que me siguen por mi apellido… Puede que me haya labrado una reputación en Hogwarts, pero se queda allí en vacaciones. Aquí no quiero ser Malfoy, quiero ser solo Draco.

    Kaisa alzó las cejas, sorprendida. ¿Veía vulnerabilidad en aquel chico que se comía el mundo en Hogwarts?

    -¿Y dónde entro yo en todo eso?-Preguntó, confundida.-No entiendo… siempre nos hemos ignorado en Hogwarts, yo trataba de que mi hermano no se metiera en problemas contigo y tu… tú me ignorabas.

    -No es del todo cierto… pensaba que podíamos ser amigos.-Draco soltó un suspiro y se pasó las manos por el cabello casi blanco.-Cuando te vi la otra noche… creí que podría ser una oportunidad para conocerte. La chica que siempre está sola en Hogwarts y que no está loca como Lovegood. La chica eclipsada por la fama de su hermano… La chica que se aleja de todos… como me gustaría alejarme a mí.

    Kaisa tragó saliva, las palabras de Draco le habían tocado cierta fibra sensible y se sintió vulnerable. Cerró los ojos y respiró con profundidad, no iba a llorar delante de él, no iba a dejar que sus palabras se colaran en su interior y la destrozaran, era más fuerte de lo que todos pensaban. Las palabras podían herir como las espadas, y ella llevaba una armadura para protegerse de todas las que querían destrozarla.

    Algo hizo clic dentro de ella.

    -Y apareces en mi ventana… cuando mi hermano gemelo está en la misma casa y te odia… ¿piensas que así podríamos hacernos amigos? Vaya comienzo…-Kaisa bufó, cruzándose de brazos.-No puedes obligar a alguien a ser tu amigo con tus actos.

    -No lo pretendo…

    Kaisa negó con la cabeza.

    -¿De verdad te pareció esto una buena idea?-Le preguntó, suspirando.

    -No sabía cómo hablar contigo.

    -Solo soy una chica, no un témpano de hielo. Si te hubieras acercado…

    -Si me hubiera acercado te hubieras ido corriendo, no nos engañemos, Kaisa. O tu hermano me hubiera partido la cara.-La interrumpió Draco mirándola fijamente.-Sé mi reputación…

    -A mí… a mi me da igual tu reputación.-Kaisa se encogió de hombros, no era realmente cierto, pero podía darle una oportunidad, ¿no?-No me importaría conocerte mejor… si dices que dejas atrás a ese Draco Malfoy narcisista, estúpido y… arrogante…

    -…Gracias por la parte que me toca.

    -… y yo podría aprender de ti a tener más confianza. Quiero dejar de ser la chica de la que hablas.

    Aquello sorprendió a Draco, que no escondió el asombro en su rostro. La miró durante largos segundos y relajó el rostro de nuevo, asintiendo.

    -Quid pro quo.

    -Algo así.-Sonrió Kaisa. Se separó de la puerta y caminó hacia su cama, donde se sentó, cogiendo a Riki y poniéndosela en el regazo para acariciarla. En cuando su mano tocó el lomo de la gata empezó a ronronear.-Siéntate, empezaremos por conocernos mejor…-Le señaló la silla donde ya se había sentado y Draco no tardó en volver a sentarse.- ¿Quién empieza?

    Draco se encogió de hombros.

    -Quizá una pequeña presentación, ¿no te parece?

    Kaisa asintió enérgicamente.

    -Me llamo Kaisa Evans… tengo dieciséis años y en un hermano gemelo.

    Durante varias horas, Draco y Kaisa perdieron la noción del tiempo y hablaron de sus vidas, conociéndose mejor de lo que uno podría esperar. La sorpresa los acompañó durante esos momentos, Draco no sabía que los gemelos Evans pasaban los veranos en Finlandia con la familia muggle de su madre y Kaisa no sabía que Draco tocaba el piano, algo que le gustó mucho saber.

    -¿En serio te disfrazaste para que no te reconociera?-Preguntó Draco, con una sonrisa divertida en la cabeza.- ¿Y se creyeron que eras un chico?

    Kaisa había dejado de sentirse incómoda mientras hablaba con Draco. Se sentía muy bien con él, podía contarle cosas que apenas había hablado con su hermano y eso le gustaba. ¿De verdad encontraría a su primer amigo en Draco Malfoy?

    -Mi hermano puede ser muy convincente cuando quiere, y así se olvidó de mí.-Respondió Kaisa.-Le contamos que Kaisa había vuelto a Inglaterra y que yo era Karin, uno de sus primos. Me teñí el pelo y usé gafas de sol durante dos semanas.

    -Espera, espera… ¿te teñiste el pelo e hiciste todo eso para que un chico te dejara en paz?

    Kaisa hizo una mueca y asintió.

    -Era muy persistente, ¿sabes? Y como a Kil le gustaba su hermana… pues no quería partirle la cara sin más, creía que ese sería su verano triunfal…-Kaisa se sonrojó-ya sabes, perder la virginidad… Yo acababa de cambiar… y no quería que nadie me atosigara con indirectas.

    -¿Cambiar?-Preguntó a Draco, pero se dio cuenta de a lo que se refería la chica y se apresuró a añadir.-A veces es un coñazo llamar la atención de la gente… tengo a Pansy hasta en la sopa, es una plasta.

    -Es una chica muy mona.

    -Pero no me interesa, y más claro no se lo puedo decir.

    -Oh, vaya…-La joven no pudo añadir nada más porque escucharon un golpe en la puerta que interrumpió la conversación.

    -¿Kaisa?

    Kaisa se levantó como un resorte, haciendo que Riki saltara grácilmente al suelo, y miró a Draco con miedo en los ojos.

    -¿Kai?-La voz de su hermano era impaciente, trataba de abrir la puerta que unía sus habitaciones.- ¿Has cerrado con llave?

    Draco se levantó de la silla y miró a Kaisa sin saber qué hacer.

    -¡Escóndete debajo de la cama!-Le susurró Kaisa, señalándole la cama doble.

    Draco no tardó en hacer lo sugerido y sus pies estaban terminando de esconderse bajo la cama cuando la voz de Kilian exclamó “Alohomora” y la puerta se abrió con brusquedad.

    Kaisa se volvió hacia su hermano, muy nerviosa y pálida.

    -¿Hablabas con alguien?-Kilian miró por encima del hombro de su hermana la habitación vacía.-Me ha parecido que lo hacías…

    -Hablaba con Riki…-Y miró a la gata, que se había hecho un ovillo sobre su cama.- ¿Quieres algo?

    -Isä acaba de llegar… le he dicho que no te encontrabas muy bien y me ha pedido que venga a echarte un ojo.

    -Ahora bajo a verle.

    Kilian se estiró y bostezó.

    -Me voy a dar una ducha y a dormir, princesa.-La besó en la mejilla y se perdió en su habitación.

    Kaisa esperó hasta que su hermano se encerrara en su baño y se apresuró a mirar bajo la cama, donde Draco estaba tumbado mirando el somier.

    -Rápido… tienes que irte antes de que acaba en el baño.-Dijo en susurros. Draco asintió y salió arrastrándose sobre la moqueta.-Mi padre está abajo, ¿puedes salir por la ventana?

    -Tengo mi escoba preparada.

    -Genial.

    Draco se encaramó a su escoba, que había permanecido levitando todo el tiempo que habían estado conversando en la habitación y que gracias a Merlín nadie había visto y miró a Kaisa.

    -¿Podemos vernos mañana?-Preguntó.

    Kaisa le sonrió y asintió.

    -Y esta vez prometo no dejarte plantado.

    -Lo agradezco.

    -¿En el parque por la mañana?-Sugirió Kaisa.-Por la tarde tengo planes con mi hermano. Iré con Fin.

    -De acuerdo. Gracias por darme una oportunidad, Kaisa… buenas noches.-Y la escoba se lanzó a la oscuridad.

    Kaisa se mordió el labio inferior, pensando que aquello podía salir bien. Se había sentido cómoda en todo momento, la conversación había fluido de maravilla y aquel nuevo Draco que estaba conociendo le había caído muy bien. Incluso había sentido como la armadura que la rodeaba baja sus defensas para dejarle entrar, y era muy bueno. Si conseguía hacerlo con Draco, podría hacerlo con muchos más. Fantaseando con su nuevo amigo, no notó la presencia de su hermano tras ella.

    -¿Qué haces?

    Pegó un salto y se giró a ver a su hermano con el cabello mojado, sin camiseta y con unos pantalones cortos. Llevaba una toalla en la mano y se secaba el cabello trabajosamente.

    -Hace mucho calor…-Se apresuró a contestar Kaisa.-Quería dejar entrar la brisa.

    -¿Cómo estás de… lo tuyo?

    -¿Lo mío?-Kaisa frunció el cejo sin entender.

    -Ya sabes… lo tuyo.-Y Kilian le miró el vientre.

    -¡Ah! Lo mío… falsa alarma, eran gases.-Mintió.

    -¡Genial!-Kilian abrazó efusivamente a su hermana.-No me gustaría que se estropeara el plan que tenemos montado para la semana que viene por eso.

    -Ni yo.-Dijo Kaisa entre los brazos de su hermano.

    Kilian se separó y la besó de nuevo en la mejilla.

    -Buenas noches, princesa.

    -Buenas noches, Kil.

    /////​

    A la mañana siguiente, Kaisa no faltó a su cita con Draco. Se deshizo de Kilian fácilmente y con Fin a su lado, caminó hacia el parque donde Draco ya estaba allí esperando. Cuando el joven Slytherin la vio, una enorme sonrisa se dibujó en su rostro. Pasaron la mañana paseando por el parque y jugando con Finral. Antes del mediodía, se despidieron frente a la verja de la casa de los Evans y prometieron verse pronto. Draco le había dicho que tenía familia en casa y que no podría escaquearse como él quería, pero prometió que le avisaría para volver a verse.

    Los días siguiente pasaron rápidamente. Draco y Kaisa se vieron en algunas ocasiones. La amistad que estaba creciendo entre los dos era atesoraba por ambos y de verdad que la disfrutaban. Cuando Kaisa estaba acompañada de Kilian y se encontraban a Draco, ya fuera en el barrio o en algún otro sitio, sabían fingir muy bien, pero no podía evitar que sus miradas se encontrasen, igual que alguna sonrisa esporádica. Por suerte, Kilian no sospechó nada en ningún momento y estaba contento porque casi todos habían confirmado asistencia a la fiesta que querían hacer en la piscina. Habían recibido respuesta por parte de Neville, Ron y su hermana, de Hermione, Kilian estuvo todo el día de muy buen humor cuando leyó la carta, aunque esta fuera para Kaisa. El único del que aún no tenían respuesta era Harry, algo que entristecía a Kaisa, pues pensaba que era una maravillosa oportunidad para conocer al chico y acercarse a él.

    Tres días antes de que llegaran sus invitados, Kaisa pasó la tarde con su hermano y su padre, querían preparar las habitaciones que usarían sus amigos en unos días. Fueron de compras a Hogsmeade, donde había una tienda magnífica de ropa de cama. Kilian le pidió a su padre hacer una parada en la Tres Escobas y tomarse una cerveza de mantequilla, a lo que Christopher no dudó en aceptar. Estaban allí cuando vieron a Draco y su pandilla.

    Kaisa le miró con una sonrisa y él se la devolvió cuando nadie miraba.


    -Voy un momento al baño.-Kaisa se levantó de la mesa donde había estado cenando con su familia y al salir del baño se encontró a Draco.-Hola.

    -Hola… Mañana puedo escaparme un rato por la mañana, si no tienes planes podemos vernos. ¿Vamos al parque?

    -Ven a mi casa.-Sugirió Kaisa.-Mi padre y mi hermano van a estar fuera… Puedo hacer galletas si te apetece, me salen muy ricas… y tengo piscina.

    Draco se sorprendió ante la invitación, pero asintió.

    -Claro… envíame una lechuza cuando quieras que vaya.

    -¡Eh, Kaisa!

    Kaisa le dio la espalda a Draco, que se metió en el baño de hombres.

    -Nos vamos, date prisa.-La apremió su hermano.

    /////​

    -¡Están realmente buenas!

    Draco devoraba la galleta de chocolate que había cogido de la bandeja que había horneado Kaisa. Los dos se habían sentado en la mesa de la cocina y disfrutaban de un vaso de leche y las galletas.

    -Gracias… me gusta mucho cocinar, mi Mummo… mi abuela, me enseñó a hacerlas.-Explicó Kaisa.-Es una gran cocinera, tuvo un restaurante durante cuarenta años y mucha gente iba desde diferente sitios para probar sus famosas galletas de chocolate.

    -Lo entiendo perfectamente. En casa solo comemos lo que los elfos domésticos cocinan…

    -Así no tenéis que limpiar luego la cocina. Mira que desastre…-Kaisa se levantó y empezó a recoger todos los utensilios sucios de cocina y a fregar como si nada.

    Draco la sonrió, cada vez le gustaba más estar con ella, le daba igual el estatus de sangre, la casa a la que pertenecía en Hogwarts o su apellido. Kaisa era un soplo de aire fresco en aquellos oscuros días que estaba viviendo en casa, una chica corriente que escondía muchas cosas buenas que le atraían a querer saber más. Quería detener el tiempo para disfrutarlo a su lado… quizá podría llegar a sentir algo puro por aquella hermosa chica. Sin embargo, no quería pensar en eso, solo en conocerla y disfrutar el tiempo con ella.

    Se levantó de la silla y se puso a su lado, ella le sonrió con aquel hermoso rostro redondo y esos ojos que le hipnotizaban e hizo algo que no había hecho nunca, se puso a fregar a su lado. Lo hizo con torpeza, pero ella le enseñó sin decir nada hiriente. Por eso le gustaba tanto, porque nunca quería herirle, las cosas entre ellos fluían. Sus manos se llenaron de espuma y sopló, llenando la cara de Kaisa de espuma blanca y ella rompió en carcajadas, música para sus oídos.

    No supo cuando tiempo estuvieron jugando con la espuma, solo supo que odió la lechuza blanca que se coló por la ventana abierta de la cocina en cuanto la vio y la reconoció.

    -¡Es Hedwig!-Exclamó Kaisa, apresurándose a secarse la manos en los pantalones y acercarse a la nívea lechuza.-Hola, preciosa…

    La lechuza le entregó la cara y ella la miró emocionada.

    -Acabo de recibir una carta de Harry Potter… Una carta… ¿será la confirmación?-Se apresuró a abrirla y la leyó rápidamente.-Por Merlín… Harry va a venir a mi casa…

    Se sentó porque las piernas le flaquearon.

    Draco la siguió y leyó por encima del hombro de la rubia la carta, frunciendo el ceño y sin entender absolutamente nada de lo que estaba ocurriendo en aquella cocina.

    Queridos Kilian y Kaisa,

    Gracias por pensar en mi para invitarme a vuestra nueva casa, será un placer pasar unos días con vosotros y salir de Privet Drive. Siento no haber confirmado antes, pero mis tíos son odiosos y… en fin, llegaré con los Weasley.

    Nos vemos en unos días.

    Harry Potter.

    -¿El Cararajada va a venir a tu casa?-Preguntó.

    Kaisa, que tenía la carta pegada a su pecho y miraba hacia la nada con una sonrisa soñadora, miró a Draco y frunció el cejo.

    -Sí, Kilian y yo les hemos invitado a pasar un par de días aquí en casa. Van a venir Harry, los Weasley, Hermione…

    -Una fiesta de leones.

    Draco se sentó frente a ella y miró con pocos amigos a la lechuza blanca, que ladeó la cabeza y le observó con sus grandes ojos ambarinos.

    -Si fueran otras las circunstancias, te invitaría también a venir a ti, Draco.-Explicó Kaisa.-Ahora eres mi amigo… y me encantaría poder hacer más cosas contigo.

    -Sí, ser amigos secretos es una mierda.-Draco se levantó y cogió su chaqueta.-Será mejor que me vaya…

    -¿Tan pronto?-Kaisa dejó la carta sobre la mesa y le siguió.-Pensé que podríamos…

    Draco se detuvo de golpe y Kaisa se golpeó contra su espalda.

    -Oye Kaisa, ¿te gusta Potter?

    Kaisa se sonrojó.

    -¿A qué viene esa pregunta?-Preguntó sin entender.-Es como si yo ahora te pregunto si te gusta Pansy Parkinston.

    Draco puso los ojos en blanco.

    -No, no es lo mismo… Te he dicho muchas veces que Pansy es una pesada y no quiero nada con ella. Sin embargo, esa carta que has recibido parece un tesoro.

    -No sé si estoy preparada para hablar de este tema contigo, Draco… Preferiría no abordarlo todavía. No quiero que te molestes por ello.

    -No lo hago, lo entiendo. Nos vemos otro día.-Draco abrió la puerta de la cocina y Kaisa le cogió del brazo.

    -Draco…

    El joven Malfoy se giró a mirar a la chica, le seguía tomando del brazo y tenía las mejillas levemente sonrojadas. No pudo evitar pensar que estaba adorable con el delantal sucio de chocolate, el cabello revuelto y las mejillas arreboladas. Todo el enfado que pudo haber tenido se esfumó ante esa imagen, como si nunca hubiera estado allí. ¿Cómo tenía ese poder sobre él?

    -Me gusta Harry…

    No iba a decir que no lo sospechara dado las evidencias, aún así le molestó bastante, y tuvo que ocultar, por primera vez desde que habían empezado su amistad, lo que sentía para que ella no le notase.

    -Tienes un gusto pésimo, si me dejas añadir.-Draco cerró la puerta y lanzó la chaqueta de nuevo sobre la mesa.- ¿No te van los pelirrojos? Weasley me parece mejor partido… O incluso Longbottom…

    -¡Draco!

    -¿Él lo sabe?-Kaisa negó rotundamente, aún con las mejillas sonrosadas.

    -Solo lo sabe Kilian… no tengo muchos amigos para contarles mis intimidades. Empezó a gustarme en cuarto… pasamos mucho tiempo juntos, y… bueno, siempre se ha portado muy bien conmigo, incluso cuando yo era…-No continuó la frase.-Un patito feo.

    Draco la miró en silencio. “Ahora eres un majestuoso cisne.”

    -No sé por qué me emociono tanto… si seguro que no seré capaz de mirarle a los ojos.-Dijo Kaisa, para quitarle hierro al asunto, cogiendo una galleta y dándole un bocado.

    -¿Por qué no?

    -Es Harry Potter, nunca se fijaría en mí.

    -No digas eso, cualquiera se moriría por estar contigo.

    Kaisa le miró extrañada y Draco carraspeó.

    -Que yo sepa, no tiene una larga lista de candidatas, en eso tienes suerte.

    Kaisa se encogió de hombros, masticando la galleta.

    -No sabría por donde empezar…

    -Eso tiene fácil solución.

    Kaisa le miró sin entender.
     
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