Explícito La Maldición de Kakariko - TLOZ Twilight Princess

Hola, Hoy tuve ganas de escribir una historia de horror, si no cumple alguna de las normas del foro avísenme y lo corregiré porque es mi primera historia de este estilo jaja.

La Maldición de Kakariko​

La oscuridad de la penumbra que anunciaba la media noche invadía lo que parecía ser la aldea Kakariko, donde me disponía a descansar del viaje. Estaba agotado por el largo camino que había recorrido hasta aquí, mi pueblo, Ordon ya se encontraba muy lejos por lo que mi único objetivo era el encontrar un sitio donde dormir para continuar mi viaje por la mañana pero cosas extrañas estaban por ocurrir, una misteriosa niebla invadía totalmente la zona del pueblo, acompañada de un sentimiento de soledad, no lograba escuchar nada en absoluto esto en un principio me pareció normal ya que me encontraba en un pueblo a media noche, no podía pretender que alguien estuviese fuera sin embargo, las velas y antorchas que iluminaban el pueblo se encontraban apagadas, si esta gente quería incomodar a los viajeros al menos conmigo ya lo habían logrado, encendí el candil y noté como una posada que tenía un letrero de madera colgante aparecía delante de mí, intenté llamar al que atiende la posada tocando la puerta para entrar y evadirme de la incomodidad que sentía en ese momento pero no respondía nadie, para mi sorpresa, el letrero que ponía abierto fue volteado muy rápidamente por una mano que salía de la puerta dejándolo en cerrado. Sin contener mi indignación grité a los cuatro vientos.

— ¡Increíble, que les jodan! — noté como el eco de mi voz invadía la zona, este detalle me hizo comenzar a plantearme varias preguntas. Ya desahogado decidí comenzar a merodear por el pueblo en búsqueda de respuestas, tocando las puertas con fuerza a ver si me escuchaban, pero no me salió nadie, creí estar vagando por ahí entre una hora y media, llegué a la conclusión de que ningún aldeano quería hablar conmigo o todos se habían esfumado por lo que me desanimé casi de inmediato, ya no quería estar más en ese sitio pero necesitaba un lugar donde descansar.

Decidí encender una fogata en la entrada del pueblo, aún me quedaban palos y podía encenderla con el candil por lo que me dispuse a encadenar mi caballo cerca y sentarme cerca del fuego puesto que hacía un frío insoportable. creí poder conciliar el sueño por un momento hasta que bruscamente escuché un grito desolador, sonaba como una niña a los alrededores, no sabía si era una alucinación o si realmente había pasado pero estaba claro que este no era un buen sitio. Miré brevemente la entrada del pueblo para ver si podría escapar en caso de que las cosas se complicaran, pero no estaba, ahora que me había fijado estaba en medio de una intensa oscuridad. No veía absolutamente nada además de mi fogata, mi caballo ya no estaba en su sitio, es como si me hubiese transportado a otro sitio totalmente diferente, asustado pero dispuesto a combatir lo que fuese desenfundé mi espada y escudo, encendí el candil y lo deje en mi cinturón para poder ver mi camino con el poco aceite que le quedaba, rezaba porque que no se apagase ya que me dejaría en completa oscuridad.

Otro alarido desgarrador se escuchó en el fondo, tenía que comprobar que demonios estaba pasando. Alguien estaba en peligro y tenía que ayudarlo. Mientras me acercaba al lugar, símbolos extraños escritos con lo que parecía ser sangre se encontraban esparcidos por el piso, de verdad este no era un sitio seguro. La sangre estaba caliente lo cual indicaba que se acababa de cortar alguien aquí. Escuché pasos detrás de mí, parecían unos pies descalzos, al darme la vuelta me encontré con el escalofriante rostro frío y blanco de una niña con oscuridad y sangre en donde deberían estar sus ojos, su boca tenía sangre, al parecer se estaba comiendo algo, me fije en su brazo derecho, había sangre en donde debería estar, se lo estaba comiendo. No sabía que hacer en esa situación ¿Como demonios estaba viva? ¿Era un demonio?

— ¡Maldita sea! — Mi estomago estaba revuelto, no podía luchar contra esa cosa, no sabía si de verdad era una niña o un demonio y comencé a correr intentando alejarme. No me arriesgaría a matarla sin saber si podía hacer algo para salvarla, noté que no me seguía, no podía verme.

Unos extraños coros comenzaron a sonar, y escuchaba muchas voces. Me parecía que estaban recitando un conjuro en una ceremonia. Ruidos de carne y huesos cortándose se escuchaban desde el fondo de la mazmorra, lo había comprendido, estaba en un templo de sacrificios de alguna secta. Tuve que detenerme en seco e intentar que no me escucharan en aquel momento entendí que a quien tenía que salvar en ese momento era a mí mismo. Experimenté una sensación de angustia como nunca la había sentido antes y seguía haciéndome preguntas mientras caminaba por el templo. Tenía muchas cosas en la cabeza en ese momento, no me dí cuenta que tropecé algo.

Era sólido pero a la vez blando, iluminé el suelo con el candil, no debí haber hecho eso. Era una pierna cortada, la sangre se encontraba esparcida por lo que acababan de cortarla. Escuché una risa constante que provenía de algún lugar en el templo, decidí acercarme para averiguar de donde provenía. Noté como varias cosas como la primera que me encontré me ignoraban, se estaban comiendo entre ellas. Dirigí mi atención a una pared que ponía lo siguiente escrito con sangre:

"Donde la luz no llegue, la oscuridad cubrirá. Cuando el héroe de la leyenda no acuda, el héroe del más ...."
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Cuando terminé de leer el texto las figuras caníbales comenzaron a verme y se lanzaron contra mí rugiendo con un tono de voz grave que a sus cuerpos no les correspondía, es aquí donde la catástrofe había comenzado, tenia que luchar o morir. Me los quité de encima atacándolos con mi espada haciendo mucho ruido pero el combate no parecía importarle a quienes estaban realizando el rito, no podía dejar de escuchar como una niña sufría una tortura mortal por lo que no me podía quedar allí. Debía ayudarla antes de que la matasen, eliminé con mucha pena a lo que quedaba de los niños que me estaban atacando mientras escuchaba sus gritos desgarradores, me sentía horrible por ello, pero al menos descansarían en paz. Corrí hacia la habitación y me encontré con algo que nunca olvidaré, niños y mujeres destripados, asfixiados, desmembrados, corazones, hígados, cabezas decapitadas entre muchas otras cosas que no quiero describir.

Todo completamente esparcido por la sala. Una auténtica carnicería asquerosa y repulsiva, hombres encapuchados se encontraban haciendo la extraña ceremonia mientras yo preparé mi espada y mi escudo para atacarles, ver tanta masacre en una habitación me llenó de asco, rabia, impotencia y una profunda decepción en mi mismo al no poder ayudar a nadie, no pude salvarlos, yo era el héroe de nadie, al menos los vengaría, el olor era el de la sangre y descomposición que rodeaba la mazmorra.

— Nos obligaste a hacer esto Link, no podíamos esperar eternamente por tu llegada. El reino caía... — El encapuchado que parecía ser el líder se plantó frente a mí y continuaba torturando a la niña.

— ¡Has condenado a un pueblo! ¡Todos han muerto por tu culpa! — Noté muchas voces familiares, los aldeanos de Ordon, acompañados del sacerdote de la villa, ellos organizaron todo este desastre, querían hacerme creer que yo era el culpable yo no dude en ese momento, nunca les perdonaría la masacre que habían cometido.

— ¡Ustedes han cometido un terrible error, imperdonable por el reino de Hyrule! ¡Seréis castigados por vuestra impaciencia! — Comprendí inmediatamente que los miembros de la secta intentaban replicar el héroe de una leyenda mediante ritos, me enfrentaba a los niños que resultaron ser intentos fallidos. Levanté la espada maestra, esta emitió una luz que comenzó a quemar toda la mazmorra, una lluvia de fuego se cernía sobre aquél sangriento lugar, los gritos de furia y odio no se hicieron esperar me maldijeron mientras se escuchaba el sonido de las llamas que los consumía, me costó encontrar la salida pero escapé de la mazmorra esperando no volver a encontrarme con ese pueblo jamás, hay cosas que todavía me preguntaré por el resto de mi vida, pero será mejor olvidarme de todo esto.