Spin-off Cabaña del bosque [Pokémon Rol]

Nikolah Cruz

Luego de que todos levantaran la mesa y lavaran los platos, se dispusieron frente a la chimenea, algunos sentados en el sillón y otros en el suelo. Se los veía a todos un poco pasados de copas, la verdad, aunque no sabía si era por la cena o por el estado en el cual se encontraban antes. Nos hacíamos muy los grandes, pero seguíamos siendo adolescentes. Aunque había algunos adolescentes con estómago de hierro. Bueno, no iba al caso.

Al principio, decidieron jugar póker. Sin embargo, la idea no acarreó demasiados adeptos, pues prontamente la dejaron de lado. No se podía culparlos. Había sido un día bien largo, y ya era bien entrada la noche. Además, después de una cena tan abundante como aquella, siempre comenzaba a bajar la pachorra, y a uno se le apagaba el cerebro. Pero se tenía que ser fuerte. Había que batallar contra el calorcito de la chimenea, la somnolencia, y el cansancio de estar cerca de palmarla en un bosque helado. Tenía una misión que cumplir.

Acaricié a Yukio, que parecía bastante cómodo en mi regazo, pues no se había quejado ni se había movido, y le dediqué una sonrisa.

— ¿Viste que puedes mantenerte contento por unos momentos? No es tan difícil.— le sonreí, para luego desviar mi mirada hacia el fuego.

Mimi mencionó realizar el juego de la botella, lo cual era bastante curioso. Nunca lo había jugado en mi vida, pero había visto muchísimas series y películas en las cuales se practicaba. Y siempre era estando medio borracho. ¿Sería una regla del juego? Tal vez de ahí siempre sacaban la botella vacía. No vas a estar girando una botella llena, obviamente.

Sin embargo, en cuanto escuché el reto que Mimi le dedicaba a Emily, fruncí el ceño. Me di la vuelta, mientras la castaña se acercaba hacia Liza, y le plantaba un beso. Sentía algo raro adentro al verlo, que era difícil de describir. Tenía las orejas algo coloradas, pero bien podía haber sido por sentarme frente a la chimenea. Es decir, ese era el mejor lugar para encontrar a Santa.

— No deberían estar haciendo todo eso.— dije severo, con el ceño fruncido.— Es peligroso.

Ante las miradas algo confundidas, parpadeé perplejo, como si la advertencia implícita no fuera obvia. Tal vez tenía que explicarles. No debían tener tanta experiencia como yo.

— Siempre que un grupo de adolescentes en una cabaña en medio de un bosque algo borrachos comienza a jugar al juego de la botella.— comencé mi explicación.— Suceden cosas horribles. Puede que un asesino se despierte en el lago congelado y venga a matarnos con un machete, o un grupo de zombies campesinos cultistas se levanten de su tumba y nos cacen con herramientas de agricultura. Lo vi en muchas películas, así que tiene que ser cierto.

>> Es decir, ¿cuáles son las probabilidades de que siempre que haya un grupo de adolescentes en una cabaña en el bosque estos terminen siendo perseguidos y asesinados por un ser sobrenatural? Uno ya se pregunta si no están basadas en hechos reales, esas películas.

Volví a darme la vuelta, contemplando las llamas.

— Tengan cuidado si siguen haciendo eso. Es muy peligroso. No quiero tener que lidiar con un asesino paranormal; en especial, después de todo lo que ocurrió en el bosque.

Contenido oculto

Sorry to crash your zukulhemzia, pero no podía pasar por alto esto (?

 

Liza White

Solté un suspiro pesado ante su reto, perdiendo parte de la liviandad de antes. Empezaba a sentirme forzada, y no me gustaba. Las intenciones eran genuinas pero los métodos poco ortodoxos. Lo sabía, se lo había dicho aquella vez; era una romántica de manual, era evidente que me iban otra clase de cursilerias. Declararme a alguien porque escogí reto jugando a la botella no se veía como algo que me nacería hacer y tampoco estaba tan ebria como para aceptar hacerlo sin más.

¿Le hubiera parecido bien hacerlo con Alpha? ¿Con Emily? ¿Declararse empujada por otra persona, delante del resto de holders? ¿No sonaba más lindo que sucediese de repente, sin planearlo, solo porque así lo sentiste y ya? Aunque tuviesen que pasar semanas, meses. Merecía completamente la pena.

Quizás había sido una estupidez por mi parte haber aceptado en primer lugar.

Solté el aire por la nariz ante el monólogo repentino de Nikolah, y le sostuve la mirada a Mimi frente a la chimenea. "¿Ves?", parecía querer decirle. El método adolescente desesperado no iba con nosotros. Realmente habíamos hecho ya un avance sin pensarlo, con todo lo sucedido en la tarde. Y estaba bien con eso.

—Decidme qué prenda tengo que pagar cuando regrese —pedí con tranquilidad, levantándome de la alfombra—. Voy a por algo de beber.

Moví con la punta del pie la botella, escogiendo una nueva víctima, y me alejé sin más hacia la cocina.

 

Mimi Honda

Las palabras de Nikolah me sacaron un poco de onda. ¿Eso eran celos? Hablaba con demasiado seriedad. Todo lo que estaba diciendo sobre asesinos y psicópatas era ridículo de todas formas. Le dirigí una mirada de circunstancias antes de volver a mi posición inicial. Hastiada, dejé caer hacia atrás la cabeza.

—Solo son películas Nikolah, por Arceus—dije en un amago de suspiro de resignación—. Ningún asesino psicópata va a masacrarnos mientras dormimos. Esta cabaña está en el culo del mundo.

Fuera cual fuere el caso y dejando al margen todo lo que Nikolah había comentado, mi plan no funcionó. La expresión de Liza cambió de súbito, ensombreciéndose y agravándose. Y durante el breve tiempo que me sostuvo la mirada, ceñuda, comprendí que había dado un paso fatal. Solo estaba tratando de ayudarla. Todas mis relaciones habían salido mal porque era una estúpida incapaz de ser honesta. No quería que a ella le sucediese lo mismo.

La seguí con la mirada hasta que abandonó el salón. Con Hubert y Effy había pasado exactamente igual. Si no hubiera sido por mi empujón, Hubert seguiría detrás de Effy como un Lilipup moviendo la cola. Era francamente triste de ver.

—Tsk.

Me incorporé poco después sin musitar palabra, sin mirar a nadie y pasé tras ella para abrir la nevera al alcanzar la cocina. No entendía exactamente por qué pero estaba molesta. Decepcionada más bien.

Tomé una botella de agua.

—Solo estoy tratando de ayudarte ¿sabes?

 

Nikolah Cruz

Liza se había levantado, al parecer algo molesta, con el reto de Mimi. Esta otra se levantó poco después, con el rostro algo hastiado. Pero bueno, ¿qué les pasaba a todos? Era Navidad. O al menos, a punto de serlo. Había que tener mucha más alegría y todo eso. Encima el pobre Cayden, que tampoco se veía con muchas ganas de jugar, había quedado algo expectante, esperando que alguien le dijera su reto. Y la que estaba tirando todos los retos se había ido a la cocina. Algo medio maleducado, la verdad.

A mí no me interesaba especialmente el juego, tenía otras cosas más importantes a las que dedicar mi atención (o sea, la aparición de Santa; aparecé de una vez, gordo flojo), pero no podía dejar al pelirrojo colgando. Así que me giré ciento ochenta grados sobre mi trasero, con Yukio en brazos, y le sonreí al muchacho.

— Muy bien Cayden, te reto a...

Me rasqué la barbilla, pensando. La cara se me iluminó.

>> Te reto a saltar en una pierna, mientras haces círculos en con una mano sobre tu panza, y cantas un villacinco. ¿Qué? Necesito entretenerme también. Si no me duermo.

 

Liza White

Entré a la cocina con pasos ligeros, tomé un refresco de la encimera y me senté sobre ella, dándole un sorbo con el murmullo del resto de fondo. El calor de la chimenea y de la estupidez del juego se me fue bajando y fui consciente del frío de las baldosas sobre mis pies descalzos. El confort de la cabaña me distraía del hecho de que seguía nevando allí fuera.

No me sorprendió ver a Mimi entrar a la cocina, era terca como un Mudbray y aún así no diría que estaba molesta del todo con ella. Cansada, exasperada quizás. Apoyé la cabeza contra la pared, cerrando los ojos por un momento e inspiré profundo. Escuché la nevera abrirse y solté una risa sin gracia desde mi lugar.

—Gracias por la aclaración. No me había dado cuenta.

La única razón por la que no le había pedido explícitamente que me dejase tranquila era porque conocía sus intenciones. Estaba intentando ayudarme, lo sabía bien, pero lo único que estaba consiguiendo era abrumarme en respuesta. Estaba agotada, había sido un día de mierda y casi perdía a alguien importante para mí y lo que menos necesitaba era obligarme a hacer algo que no me nacía de momento.

Me llevé la lata a la mejilla. Me ayudaba a centrarme un poco si se quiere.

—Siento decepcionarte y todo eso pero tus métodos de casamentera no funcionan con este par de idiotas —La voz de Nikolah proponiendo un reto a lo lejos llenó el silencio por un instante y abrí los ojos, posándolos en algún punto indefinido de la cocina. No era estúpida, había notado su desagrado durante toda la cena—. Si Niko siente o no algo por mí este no es el momento ni el lugar indicados para descubrirlo. Tiene otra clase de prioridades, Mimi. Y supongo que seré esa clase de tonta, pero por mí lo esperaría todo el tiempo que haga falta si es necesario.

Sentí la garganta algo seca y volví a darle un sorbo al refresco. De repente el cansancio me pesó en los párpados y la idea de perderme bajo las sábanas sonaba placentera. Señalé la puerta desde mi lugar sin demasiado interés.

>>Parece que te están quitando el puesto.

 

Mimi Honda

Mantuve la botella en mi mano pero no la abrí. Estaba fría y agradecí el choque de temperaturas teniendo en cuenta que aún tenía algo de calor. Nada más escuchar el tono apagado en la voz de White giré sobre mis talones para encararla y apoyé la espalda contra la nevera. No había que ser un genio para ver que estaba molesta. Estaba más que eso y era muy notable cuando casi nunca lo estaba.

No me gustaba esa situación de mierda.

Aún así no era especialmente buena aceptando ni reconociendo mis propios errores. ¿La había cagado? De acuerdo, pero no iba a aceptarlo. Era orgullosa, demasiado para mi propio bien. A pesar de que era perfectamente consciente que solo me daba problemas.

—¿Esperar por Santa son otra clase de prioridades?—solté con una risa sin gracia pero inmediatamente me di cuenta de que no tenía caso alguno hacerme la orgullosa en ese momento. Cerré los ojos y exhalé con fuerza, irritada conmigo misma, y dejé caer la cabeza contra la puerta cerrada de la nevera—. Lo siento ¿de acuerdo? Soy un desastre, ya deberías saberlo.

Por mi mentes pasaron todas las veces en las que había metido la pata hasta el fondo. Mis intenciones eran buenas la mayor parte del tiempo pero mi forma de llevarlas a cabo eran un desastre. Quizás me salía mucho mejor ser una perra. Escuché la voz de Nikolah a lo lejos. Al parecer se había unido al juego con el resto y parecían estar divirtiéndose. Podía escuchar sus risas, la cacofonía que formaban sus voces.

Algo hizo clic en algún lugar de mi cabeza.

>>En cierta forma me dais envidia—dije a bocajarro y sin anestesia. Fijé los ojos en cualquier punto de la cocina—. Si yo tuviera alguien que me quisiera como yo le quiero no perdería el tiempo dando rodeos ridículos. Pero se me olvida que no todo el mundo es como yo. Quiero decir, Alpha también... Alpha es un completo idiota. Pero entiendo cómo puede gustarte alguien como Nikolah. Es genuino, verdadero como un niño. Es el tipo de persona torpe que no mide las consecuencias y tiene una sonrisa boba para cualquier ocasión.

>>Es... alguien que puede ayudarte a mirar hacia delante. Y tú necesitas eso para dejar ir a Bruno de una vez.

La miré directamente a los ojos, en silencio. Por Arceus, solo estaba tratando de ayudar. Pero al parecer era demasiado estúpida para eso.
Cuando ella mencionó que me estaban quitando el puesto solté un "pttf" bajo y sin gracia.

>>Bueno, seguro se divierten más con Nikolah que conmigo—sentencié como si nada—. Sin dramas ¿no?

No dije nada más. Le di un trago a la botella hasta vaciarla por completo y la arrojé a la papelera.

 

Liza White

Si bien mi expresión seguía siendo severa, dejé de fruncir el ceño cuando escuché aquella suerte de disculpa. No solía hacerlo a menudo, como yo no solía molestarme en general, pero allí estábamos. Era un día atípico en toda su extensión.

Mantuve la lata rozando apenas mis labios en el momento en el que dijo que le dábamos envidia. Me sorprendió. Éramos unos críos bastante torpes, y vistos desde fuera debíamos dar hasta risa, pero de repente parecía empezar a ver las cosas como las veía yo. El encanto de las personas que no tenían nada que ocultar, que se mostraban tal y como son. El hecho de que le recordase a Alpha de alguna forma me hizo sostenerle la mirada al fin.

Suponía que eso explicaba muchas cosas.

—Créeme, cuando llegue la persona indicada llegarás a verle cierto encanto a los rodeos absurdos —Tamborileé las uñas sobre la lata, relajando ligeramente mis facciones—. Como intentar compartir habitación con ella, que casi te rebane un cuchillo salido de la nada y desencadenar así una serie de eventos místicos dignos de una novela fantástica que casi nos arruinan las vacaciones.

Solté una suerte de risa nasal, pero lejos de la vez anterior no fue sarcástica. Había llorado hasta caer rendida, había estallado y gritado a gente que ni siquiera lo merecía. Solo me quedaba tomar las cosas con gracia.

Terminé el resto de la bebida sin decir nada, pero aunque no lo reflejé la mención de Bruno terminó por despejar cualquier duda. Aquella idiota de verdad deseaba mi felicidad. Era mi amiga, a fin de cuentas. Yo hubiera querido exactamente lo mismo para ella.

Dejé la lata a un costado, rumiando algo en silencio, y finalmente no sin cierta resignación extendí los brazos hacia ella, aún sentada sobre la encimera. Desvié la mirada hacia la puerta. Era estúpido estar así cuando en el fondo simplemente nos queríamos y ya, aunque no hiciésemos las cosas bien a veces.

Mucho menos en vísperas de Navidad.

>>Ven aquí, anda. No hagas que me arrepiente más tarde.

 

Mimi Honda

Enarqué una ceja al escucharla. Rodeos absurdos había por cientos. No estaba segura si en algún momento me gustarían, los veía totalmente innecesarios. Pero las palabras de Liza me sacaron una pequeña sonrisa. Una genuina y honesta por primera vez. Había sido un día horrible. Me había perdido en la nieve, Nikolah había aparecido lleno de magulladuras, ella había llorado. Nos merecíamos un poco de paz. Aunque fuese efímera.

Descrucé los brazos.

—Vamos tonta, le sacaste un beso a Em. Deberías agradecérmelo—solté con seriedad fingida pero no pude evitar una risa genuina y me separé de la nevera para alcanzarla en la encimera y rodearla con mis brazos.

Qué par de bobas podíamos ser.

Siempre era tan cálido. Tan indescriptiblemente cálido. Solté una especie de arrullo mimoso cuando hice contacto con su cuerpo agradeciendo el hecho de que hubiéramos solucionado ese problema y de que las cosas estuviesen bien entre nosotras. Y entonces ladeé el rostro y aproveché la corta distancia para hablarle al oído.

>>¿Estuvo bien? ¿Mejor que el nuestro?

En mi tono podía notarse que no hablaba en serio. De hecho era divertido y tampoco pude contener otra risa nasal. Sinceramente me traía sin cuidado si Emily besaba mejor que yo. Cerré los ojos y me quedé allí, abrazándola, hasta que aquella estúpida pseudo-discusión se disolvió como un azucarillo en una taza de té y mi irritabilidad con ella. Mi cuerpo también se destensó y exhalé profundamente por la nariz. Éramos amigas al final del día. Aunque a veces podía parecer todo lo contrario, lo último que quería hacer era lastimarla.

Porque la quería. De verdad.

Las risas rompieron el silencio procedente del salón. Estaban riendo juntos, como una verdadera familia el día de Navidad. Ni quería pararme a pensar en el hecho de que nunca había tenido algo como eso.

Nos separamos entonces.

>>Sin presiones, tienes mi palabra—le aseguré—. Pero no vamos a dejar que se diviertan sin nosotras.

Y así, tomé su mano y tiré de ella.

 

Liza White

Una pequeña sonrisa se me dibujó en los labios en el momento en el que descruzó los brazos y terminó por aceptar mi abrazo. La atraje hacia mí, soltando el aire hasta destensar el cuerpo por completo.

Había que ver, solo había bastado un poco de cariño para quitarme la molestia de encima.

—Bueno, gracias por hacer que me comiera la boca delante de todos —repliqué, sin verdadera incomodidad en la voz. Me quejase o no, no podía engañarme a mí misma; había estado bien. Solté una risilla baja—. Soy exhibicionista, pero no tanto.

Mi mano viajó hacia su cabello, acariciándolo con suavidad mientras simplemente nos quedábamos allí, volviendo un poco a nuestro eje. Su cuerpo estaba tibio y la cercanía se sintió reconfortante. Su pregunta me hizo gracia y fingí por un momento que reflexionaba algo importante, para simplemente encogerme de hombros.

—Digamos que cada una tiene su punto —murmuré con cierta complicidad, divertida, y le dejé un beso sobre el flequillo dorado antes de separarnos y bajar de la encimera de un salto. Me dejé arrastrar por ella sin oponer resistencia, escuchando las risas de fondo, y asentí. Ese había sido mi deseo de Navidad, después de todo.

Poder pasarlo en familia.

Nos habíamos tardado lo suficiente como para no alcanzar a ver todo el show de Cayden del todo, pero no pude contener la risa mientras lo veía regresar a su asiento y la botella giraba para señalar a una nueva víctima. Al parecer era el momento de Lucas de brillar, qué interesante.

Esta vez tomé asiento en el sillón, soltando la mano de Mimi finalmente, y una idea repentina se me cruzó por la mente para matar el tiempo. Le dirigí una sonrisa mientras tomaba asiento.

>>¿Me dejas que te haga algo en el cabello? Prometo que soy bastante buena~.

 

Aleck Graham

La noche llena de intensidad y frenetismo que habíamos estado viviendo las ultimas horas, se había desvanecido finalmente con la cena y una acogedora estancia frente a la chimenea, sentados cómo un grupo. Si bien ya me encontraba más que dispuesto para jugar unas cuantas partidas de poker, Mimi había discrepado a la idea, y "propuso" jugar a algo más atrevido; una lastima la verdad, ya me había hecho ilusión de ganarles a todos su dinero, o incluso acabar convirtiendo esto en algo más salvaje como el poker de prendas. Ni hablar, ya tendría que ser en otra ocasión.

Evidentemente nadie se opuso a la idea de Mimi, después de todo no era tan malo ¿Verdad? Sólo unas cuantas rondas de Verdad o Reto, cómo en aquellas fiestas del colegio. En serio, nada podía salir mal ¿No?

Tomé nuevamente la botella de Whisky y decidí servirme un poco en mi vaso antes de tomar asiento en uno de los apoyabrazos del sillón, sabía perfectamente que si me acomodaba demasiado, acabaría durmiéndome por haber comido tanto y por el día tan cansado que habíamos experimentado todos, además, la noche era joven y no tenía intenciones de ser el primero en dormir; podrían acabar rayando mi cara con plumones...Cómo en esas fiestas del colegio.

El juego comenzó bastante..."Potente", por decir lo menos, pues en cuestión de instantes lo ultimo que vi fue a Emi y Liza compartiendo un momento conmovedor y un tanto apasionado a decir verdad, para este punto, creía fervientemente que cualquier cosa podría pasar, justo cómo esas fiestas del colegio...¿Por qué carajo iba a esas fiestas?

El show debía continuar, y vaya que continuó, si esto era un extraño movimiento para provocar celos en el pobre Niko, bueno, de una manera extraña, había dado resultados, de una manera peculiar, el buen Niko se dio media vuelta encarando directo hacia el fuego de la chimenea, mientras fruncía un poco el ceño y comentaba sobre cómo esta situaciones acababan mal, más que nada por la intervención de asesinos psicópatas o espectros vengativos. No pude evitar soltar una pequeña risa nasal por el comentario.

— ¿Ah? ¿Entonces también te ha pasado a ti? — Curiosamente, la misma frase con la que me había presentado con Mimi. La vida puede dar muchas vueltas en sólo un par de horas ¿Eh? Estaba claro cuales era las intenciones de la rubia al haber hecho que las dos chicas se besaran, vamos, hasta yo me había dado cuenta, y eso que no soy el miembro más avispado del grupo, pero, parecía que Niko no terminaba de entenderlo del todo. Fue en ese momento que me di cuenta de lo mucho que me faltaba por conocer de Cruz, en el fondo no era infantil, no del todo, más bien, demasiado inocente.

Tras esto, Mimi de manera indirecta retó a Liza a finalmente declarar sus sentimientos por el rubio, pero, cómo era de esperarse, no era la mejor idea ni la más prudente, tanto fue así que la castaña prefirió retirarse un momento a la cocina para buscar algo de beber, y Mimi salió tras ella.

Bueno, ahí va la tranquilidad, no duro mucho.

Di un trago más a mi vaso mientras las cosas se calmaban un poco, lo próximo de lo que me enteré era del reto sin dudas imaginativo que Niko le había lanzado al pobre Cay, algo sobre saltar y cantar, la verdad no había logrado escuchar muy bien. Pero vamos, no había posibilidad de que eso pasara, no había manera humanamente posible de ver eso hecho realidad, era imposible ver al Pelo de Fuego hacer algo así ¿Verdad?...¿Verdad?

— ¿Estoy acaso en una especie de sueño lucido o es que ya todo el mundo perdió la cabeza? — Solté, algo confuso entre un par de risas. Era oficial, esto se iba a descontrolar.

Después de un par de minutos y un par de fotos discretas al espectáculo de Cay, Liza y Mimi habían vuelto a la sala, parecía que las cosas habían acabado bien, ahora sólo quedaba proseguir.

Contenido oculto

Cómo vuelvan a dejar morir este rol, yo mismo los mataré. No es amenaza, es una promesa (????

 

Mimi Honda

Se me escapó otra risa que no pude contener. Qué cosas aprendía una. Venga, ¿Liza excibicionista? ¿Qué seguía? ¿Alpha ingeniero? Era tan rocambolesco que de hecho podía ser perfectamente cierto. Y era bastante interesante saberlo.

Mi cuerpo se había relajado considerablemente con ese abrazo. Después de un día de mierda siempre era bien recibido un poco de cariño. Y yo podía ser terca y orgullosa pero no era lo suficiente tonta como para dejarlo pasar. Siempre resultaba como un bálsamo capaz de alejar todos los problemas. Además, tampoco era como si fuera a aceptar un abrazo de cualquiera... pero Liz era bienvenida dentro de las murallas de mi castillo.

Cuando regresamos al salón alcancé a ver a Cayden saltando a la pata coja. Enseguida terminó, pero lamenté tanto no haber llegado antes para ser testigo presencial de semejante espectáculo. La botella había vuelto a girar, deteniéndose frente a Lucas.

—¿Huh?—murmuré ante la pregunta de Liza, confusa. Inconscientemente me llevé la mano al cabello que caía sobre mis hombros. Dorado, suelto, ligeramente ondulado. Era el cabello de mi madre—. No dejo a nadie que me toque el pelo.

No era que no me gustara, simplemente no lo permitía. Aunque ella me había acariciado la cabeza en la cocina, ¿así que qué importaba? No era como si fuese a cortarlo.

Jugueteé con un mechón cualquiera, distraída.

>>Pero... teniendo en cuenta que la cagué, puedes tomarlo como una disculpa—sentencié y me mordí ligeramente el labio inferior—. Solo... un ratito.

 

Lucas Diamond

¿En qué momento nos habíamos descontrolado de esa forma? Estábamos por ponernos a jugar al póker cuando Mimi intervino, haciéndonos cambiar de opinión. Su propuesta fue verdad o reto (madre mía, lo que podía salir de ahí), y todos aceptaron sin oponerse. ¡Pero vaya panda de descabezados! ¡Esto no podía acabar bien!

La primera elegida fue Emily, y el inicio no fue nada suave. Elegir besar a Mimi o a Liza, ¡vaya decisión difícil! ¡Claramente no iba a querer besar a ninguna! Pero por favor, ¡si eran amigas! ¿Qué clase de persona se besa con sus amigos? Esas cosas eran para los novios, ¿no? O algo así... En cualquier caso, no pude evitar sentirme algo intimidado ante la naturalidad con la que Emily realizó su reto. V-vaya, ¿nos harían besarnos a alguno más? Esperaba que no...

Seguidamente, Liza: ir a decirle a Nikolah eso. Pero... ¿qué diantres le importaba a Nikolah que se hubiesen besado ella y Emily? ¿Por qué era un reto? ¿¡Y por qué Liza no quiso cumplirlo!? ¿Me estaba empezando a afectar demasiado el alcohol a mí? ¿A ellos? ¿Había segundas intenciones que no estaba pillando? Uy, uy, uy... Liza se marchó, acompañada de Mimi, cuando Nikolah se acercó para pedirnos que dejáramos de jugar a la botella. Su argumento era algo... Bueno, propio de él. Pero, si no hubiese sido por la rápida intervención de los demás para decirle que no iba a pasar nada, lo hubiese secundado. Cada vez que empezaba a girar esa botella temblaba, ¡no era divertido que te hicieran girar en torno a Nikolah a la pata coja mientras hacías gestos raros y cantabas un villancico!

... Bueno, en realidad verlo sí. Ver como Cayden casi se cae encima de Nikolah fue algo gracioso, ¡pero seguro que vivirlo no era tan divertido! Cayden hizo girar la botella de nuevo, y...

Mierda.

—Uhm... e-está bien, elijo verdad.

"No os paséis, por fi", pensé.

 

Liza White

No iba a mentir, me dio bastante ternura la reacción medio cohibida de Lucas. Teniendo en cuenta lo que nos había tocado hacer a nosotros, el listón estaba algo alto para lo que su propia personalidad le permitiría. Sentí la necesidad de intervenir en su ayuda, y ya había empezado a maquinar algo suave que proponerle cuando Mimi aceptó mi petición, no sin cierta reticencia. Pero me lo había permitido de todas formas, aunque fuera motivado por la propia culpa, de modo que no dejé pasar la oportunidad.

—Será rápido, lo prometo —le aseguré en voz baja, retrocediendo un poco en el sillón para dejarle espacio en el borde, a no ser que prefiriese sentarse en la alfombra. Tomé dos mechones pequeños de su cabello desde ambos lados, con movimientos suaves y cuidados, y comencé a trenzarlos lentamente entre sí. Los afiancé con la seguridad y la soltura que solo otorgaba la experiencia. En eso estaba cuando alcé ligeramente la mirada, buscando la atención de Lucas. Seguía esperando algo tenso a que le dijesen qué hacer. Sonreí—. Has dicho verdad, ¿cierto, cielo? Déjame pensar.

Había muchas cosas que podía preguntarle, pero lo divertido del juego era que nos involucrase de alguna forma a los presentes. Cuando tuve una idea en mente volví a hablar, concentrada en mi tarea como estaba. Esperaba que no fuese demasiado.

>>Si tuvieras la oportunidad de tener una cita con alguno de los presentes, ¿quién sería y por qué?

 

Lucas Diamond

Diablos, ¿por qué tuvimos que llegar a esto? Ya lo había dicho: verdad. Ahora todos estaban buscando en su cabeza qué pregunta hacerme, ¡y seguro que conseguían sacarme los colores! Aparenté algo de indiferencia (malamente), y esperé el golpe con entereza.

No tardó en llegar, de manos de Liza, quien se encontraba en el sillón, jugueteando con el pelo de Mimi, haciéndole trenzas, o... yo que sé qué. En fin, ahí estaba la pregunta:

"Si tuvieras la oportunidad de tener una cita con alguno de los presentes, ¿quién sería y por qué?"

¿¡Cómo que una cita!? Pensé con detenimiento, escaneando el salón para ir valorando las opciones uno a uno... Realmente, no sabía bien qué responder.

—Pueees... Hm. R-realmente, creo que no tendría ninguna cita romántica con nadie. O sea, a mí eso no me va, no es lo mío —dije, algo titubeante. Siempre era algo complicado hablar de estos temas, ¿no?—. Creo que desde que tengo uso de razón, nunca me ha gustado nadie, ni he tenido sentimientos por nadie más allá de la amistad, ni me ha atraído nadie. Simplemente no me surge nada. Supongo que soy algo así como asexual y arromántico, eso no va conmigo. No siento la necesidad de querer a nadie, no siento la necesidad de conocer a alguien de forma más íntima o personal. Yo solo me siento completo. E-es algo extraño, supongo. Pero es así como me siento. Así soy. —Me recosté entonces en el sofá, evitando la mirada de los demás. ¿Por qué me sentía algo avergonzado de repente? ¿Por qué me sentía como expuesto? No pasaba nada: eran mis amigos. No era como si me fuesen a reñir.

... ¿Era cosa mía o de repente había un silencio incómodo?

—Igualmente, si debo responder, creo que le daría una cita no romántica a M-Mimi. Creo que podríamos compartir buenas vivencias de Sinnoh, nuestra región natal, y... Bueno, tampoco se me ocurre un motivo mayor para dar una cita a uno por encima de otro, la verdad —finalicé, esperando no haber incomodado a la chica.

Sin decir nada más, hice girar la botella.

 

Mimi Honda

Después de aceptar la petición de Liza me senté en el borde del sillón y la dejé hacer con mi cabello lo que considerara. No iba a cronometrar el tiempo ni nada de eso aunque le había dicho que sería por un rato. ¿Qué ridiculez era esa? Además sus movimientos eran suaves y ligeros, casi ni lograba notarlos.

Destensé los hombros y cerré los ojos con calma, sintiendo como empezaba a relajarme. No dejaba que nadie tocase mi cabello porque... mi madre lo tenía igual. Y sentía que era algo así como perturbar su memoria. Mis ojos eran de papá pero el cabello largo y dorado como una cascada de sol era indefectiblemente de mi madre. Lo amaba tal y como era, incluso si siempre terminaba por recogerlo en dos coletas por darle algo más de personalidad.

En cualquier caso oí la pregunta que Liz le hizo a Lucas y la respuesta de este y su tono bajo, casi temeroso al hablar me hizo abrir los ojos. Era... la primera vez que oía de alguien así. Alguien que no sentía atracción alguna por nadie. Lucas parecía bastante avergonzado, evitativo, y esquivaba la mirada del resto.

—¿Y?—inquirí acomodándome mejor en mi lugar pero no estaba reprochando nada. No estaba molesta. Si acaso, me crispaba un poco la actitud esquiva de Lucas, como si fuéramos a matarlo o algo así. Pero mi intención no era hacerle sentir mal con todo eso—. ¿Y qué si no te atrae nadie? ¿Tan grave es? ¿Tienes idea de cuanta gente preferiría ser asexual antes de meterse en líos?—aparté la mirada, tensa. Y apreté los labios en una fina línea, sintiéndolo sumamente personal—. Que te guste alguien puede ser una putada. ¿Y si esa persona no siente lo mismo que tú? ¿O si ya tiene pareja? Te ahorras un montón de problemas.

Hablaba con la seguridad que solo podía dar la experiencia. Con cierta amargura, también, medio solapada por mi actitud algo hosca. Probablemente entre los presentes nadie tenía menos suerte en materia romántica que yo.

>>Yo no lo veo extraño ni creo que seas un bicho raro o algo así—aseguré—. Y cualquiera que piense lo contrario puede irse a la mi— ¿Huh? ¡¿Yo?!

Me sorprendió genuinamente escuchar que Lucas tendría una cita conmigo. Abrí los ojos al máximo, contrariada. Incluso sentí mis mejillas arder repentinamente por la sorpresa y el shock. ¿En serio? Aunque no fuera romántica ni nada de eso... Lucas y yo ni siquiera teníamos una relación cercana. Éramos paisanos conocidos. Habíamos estado juntos en alguna que otra misión pero poco más.

Fuera como fuere, el caso es que al sobresaltarme tan bruscamente Liza terminó tirando sin quererlo de mi cabello y mi semblante se contrajo en un ligero gesto de dolor.

>>Auch—mascullé quejumbrosa— ¡Liz, cuidado!