Rundus Fustus Detoxo fue respondiendo mis preguntas, dejándome incómodo en cierta medida para con lo mencionado, sin en cambio, se podía notar que era la respuesta que buscaba acerca de lo que había preguntado, sumado a que no había sido con malicia. Lo segundo lamentablemente no hubo mucho, pero al menos me dejó un sitio a donde ir, tal vez debería pasarme pronto a ver qué me podrían decir. Para con lo de mi amigo Iulian, Detoxo pareció totalmente dispuesto, era un simple mensaje, después de todo. Y accedió sin problemas, aunque se puso serio y comenzó a decirme sobre un encargo que me tenía, un extraño objeto que era un tanto grande me lo entregó y tenía que buscar a alguien en su habitación. Eso sería complicado, más si no podía ver lo que tenía esta cosa, no tenía intenciones de hacerlo, pero para que inclusive Detoxo me dijera que estaría en deuda conmigo es un detalle que me dejó sorprendido pero sin delatarlo, mientras escuchaba la última parte y me puso nervioso, pronto se aclaró pero de igual manera le sonreí agradecido... yo también esperaba que no sucediera nada extraordinariamente malo. Se retiró, y yo oculté el objeto de forma discreta para comenzar a desplazarme, pero al ser un sitio tan enorme era abrumador, ya estaba perdido y no parecía hallar la manera de subir a la segunda planta cuando me topé con mi guía... Mierda —Oh, Rosefo, estaba buscando la herrería, quería preguntar por un trozo de madera que hallé en la mazmorra cuando fui allí, es un material muy, pero que muy resistente y quería saber qué clase de uso podrían darle, sumado a saber dónde podría guardarlo, no es la gran cosa—. Dije con seguridad, pero claro que era mentira, era para ver si podía colar y que me dejara sólo mientras intentaba hallar a mi objetivo.
Tendrán que esperarme que rehaga sus post porque lo tenía en borrador aquí y ha desaparecido T.T Con lo bien que me habían quedado sus roleos. Denme un poco de tiempo, lo siento.
Gente, lamento estos roleos que les voy a dejar, no son ni la mitad de buenos de lo que eran pero la verdad perdí bastante la inspiración con eso del borrador u.u La próxima ni bien lo tenga actualizo. Sextus rapuma Contenido oculto Parecía que todo era burlas en esa casa, muy diferente a la seriedad de Casa Nitodrius. Si no te sentiste intimidado por gladiadores, mucho menos por unas mujeres. Te desnudaste y no te pusiste nada encima, directamente empezaste a actuar. La cara de Lorela y de la chica de baja estatura con la que tenías que representar el papel fue de gran pero gran sorpresa. No eras muy agradable hablando pero tu cuerpo era suficiente para decir de todo. Los grandes y marcados músculos surcados por gran cantidad de cicatrices impresionaban y te hacían ver muchísimo más rudo de lo que imaginabas. Desde lejos, Marina se quejó. —¡Mamá, no puede actuar así! Él… nosotras… ¡Ángela está presente! La muchacha, que representaba un árbol, se meció levemente de un lado a otro sin cambiar sus gestos. —Veo a papá bañarse todo el tiempo. Sólo es un poco más grande. Sonreíste cómplice a la muchacha, ella estaba de tu lado. No aclaró qué se veía más grande pero ver a Lorela toparse la boca con manifiesta picardía te dio una idea. Tu compañera de escena estaba un poco perdida pero diste el empujón inicial acercándote a ella. La tomaste de la cintura con mucha fuerza, la apretaste contra ti y hablaste. Tu voz se oía bastante horrenda al menos eso pudiste percibir en las caras de Lorela y de la chica pero igualmente seguiste adelante con tu interpretación. A pesar de tu falta de carisma, tus movimientos, tu fuerza y tu postura fueron muy buenos lo que dejó a tu compañera con pocas palabras y lo único que atinó a hacer fue acercar su cara lentamente a la tuya buscando un beso. Quizá era parte de la actuación porque Lorela no interrumpió. Sin embargo, Marina entró en escena. No se movió tan bien como tú, al contrario, se la veía un poco intimidada. —¡Q-qué es esto! ¡Basura, engendro horrendo! ¡Te desprecio y los dioses verán desde sus palacios este… acto desagradable que presencian mis ojos! Su voz sonaba bellísima, nada que ver con la tuya, pero no estaba ni de cerca tan seguro. A propósito intentaste vestirte frente a ella quien intentaba desviar la mirada con el mismo éxito que tú tratabas de colocarte la toga. Tus palabras fueron duras, firmes, inexpresivas. Eso congeló a Marina quien esperaba un poco más de apoyo para continuar la escena. —Eres horrible. Nunca estuve en una situación tan… incómoda. Me das mucho asco, quiero arrojarme a las fauces de mil monstruos marinos, de ninguna otra forma sentiría tanto daño. A pesar de tu posición distractora la muchacha hacía un papel magnífico, no podías dudarlo, su actuación te llevaba a una realidad incómoda donde sentías que realmente la habías lastimado. A último momento, puedes ver de reojo como la muchacha de baja estatura corretea detrás de ti. En ese momento gritaste sacudiendo tu potente timbre de voz en el anfiteatro y lo sentiste retumbar en las gradas. Ella cayó al suelo envuelta en una manta y mirándote como un perrito recién rescatado de un río. Inclusive la propia Marina, dio tres pasos atrás, amedrentada por tan terrible impacto. —¡Muy bien! —afirmó Lorela desde fuera de escena mientras la mujer alta en las gradas aplaudía incrédula y Ángeles daba saltitos de alegría. ¡Ganas 10 puntos de Carisma! Te vestiste mientras ayudabas a la joven que se había caído a incorporarse. —Te falta muchísimo carisma, joven, pero la actitud la tienes. —Marina, exijo una explicación, nunca actúas con esa pasión conmigo —reclamó la mujer alta mientras la chica balbuceaba sin creerlo. —Luego hablaremos de eso, por favor, retírense. Él acomodará lo que haya quedado. Con lentitud las mujeres se fueron, Ángeles y la chica que había actuado de prostituta no dejaban de verte como una extraña nueva mascota. La visión fría de Lorela te calaba la espalda. Ella no te tenía miedo. —Bien. Trae todo eso a mi habitación. Rápido que no tenemos todo el día. Su orden fue clara al señalarte a ti y todo tu vestuario. Órdenes eran órdenes pero estabas bastante cansado físicamente y podías quedar bastante mal. Por otro lado, tu objetivo claro era Marina y necesitabas saber más de Ángeles algo te decía que ellas eran las mujeres de tu profecía. ¿Qué excusas podías poner si decidías ir por ellas? No parecía haber salida a menos que desobedezcas a tu dominus. Rundus Fustus Gigavehl Contenido oculto Rosefo era un muchacho servicial pero parecía que ya empezaba a cansarse de ser tu niñero. Asintió ante tu solicitud y te guio hasta la escalera que daba al segundo piso. Casa Gribau realmente era enorme y esas escaleras parecían estar hechas de un material muy difícil de ver en residencias normales. Era un poco resbaloso. Sin embargo, no tuviste problemas en subir junto al gladiador. La escalera daba a un largo pasillo, llegaba hasta donde tu vista alcanzaba a ver, y había muchas puertas a los lados, la mayoría de ellas cerradas bajo llaves que sólo los dominus tenían. Para tu suerte, como llevabas varios objetos en la bolsa que colgaba de tu cintura, pudiste llevar el paquete de Detoxo junto con los elementos de la herrería sin problemas. Rosefo no te dijo que había en las habitaciones, sólo siguió caminando hasta detenerse frente a una de las puertas que estaba abierta. A diferencia de la pintoresca forja de Justino esta parecía mucho más cuidada, con paredes pintadas y sin tanto calor. En una esquina podías ver un pequeño fuego y nadie estaba martillando, más bien afilaban espadas o pulían gemas. Rosefo te dejó ahí y se retiró sin darte más importancia. El lugar donde se habían detenido no era la última habitación, había muchas más seguramente siguiendo por el pasillo. Dejaste los elementos indicados para la herrería cuidando de no mostrar nada del paquete. Un sujeto delgado de rostro cansado te habló. —¿Qué vas a querer para el próximo combate? No nos dejas mucha variedad pero es bastante hierro como para hacerte un par de buenas armas o una armadura. De paso, estamos buscando dos minerales muy raros, si logras encontrarnos alguno podríamos darte unas ayudas para hacer artefactos de gran poder que te van a dar mucha ventaja en el campo de batalla. Estabas distraído pensando en cómo llevar a cabo lo que te encargó Detoxo cuando oíste lo que dijo. Pusiste algo más de atención y le pediste que continuara con la mirada. —Necesitamos Fluorita y algunas Perlas. Puedes encontrarlas en la mazmorra, aunque vas a tener que ir con uno de los guías para que te de una mano por dónde tienes que ir. Cualquiera de los dos nos sirve. Ya imaginas a Rosefo teniendo que llevarte a la mazmorra y odiándote por eso. Pero parece algo sencillo y podría traerte muchos beneficios. Si decides llevar a cabo eso tu próxima ida a la mazmorra podrás buscar esos minerales. Tienes además al herrero ahí para hacerle todas las preguntas que necesites pero también recuerda lo de Detoxo, si te emocionas mucho con las preguntas podrías perder el valioso tiempo que tienes para dar una vuelta por ahí. Pide por armas o armaduras. Consulta lo que quieras con el herrero. Cuando estés listo, puedes elegir buscar en el pasillo del segundo piso por lo que te pidió el comerciante o mejor dejarlo por el momento.
Sextus Tomó los disfraces y las ropas mientras la mirada recorría la espalda de Ángela; ¿a dónde se iría? Un nudo en su estómago le oprimió durante unos segundos mientras su mente transmitía los sentimientos a su corazón. Sentía que debía sacar a esa niña de ahí... Se reincorporó con las ropas en sus manos y siguió a Lorela mientras volvía a mirar por sobre su hombro. También tuvo la visión de Marina, la muchacha asquerosa que debía de conquistar. Que extraño que era todo. —Aún no sé de qué me servirá todo esto cuando me enfrente a un gladiador y a su arma en la arena. Allí el carisma no sirve, solo la fuerza y la destreza... Habló para llenar el hueco de mutismo que se había generado en su andar. Miró a Lorela esperando una respuesta.
Rundus Fustus Por fortuna Rosefo parecía cansado y no se puso a analizar mucho mi excusa, además, parecía venirme de perlas ya que resulta y acontece que la herrería estaba en el segundo piso. El lujo y material por el que estaba hecho las escaleras era algo digno de admirar, ¿de dónde sacarán tales materiales? Era increíble y denotaba mucho el poder económico de los Gribau. El segundo piso fue demasiado abrumador, pero literalmente demasiado, las habitaciones eran decenas o tal vez hasta centenares, el pasillo, su final, se perdía en la vista. Si así de enorme es... ¿Cómo serán el resto de niveles? Tragué saliva con clara impresión y asombro, miré discretamente por algunas puertas pero no solo no parecía estar por ahí el que buscaba, si no que además, parecían cerradas con llave y dudo mucho que cualquiera pueda tener acceso a ellas. Minutos más tarde llegamos y solo me dejaron entrar para dejar las cosas, Rosefo se retiró y solo pude seguir reflexivo por las palabras de Detoxo hasta que un señor de mirada cansada me habló, poco después le escuché mientras me platicaba un poco lo que me decía. ¿Pedirle ayuda a Rosefo para los dichosos materiales? Para con su mirada conmigo se notaba que se estaba cansando de tenerme que cuidar, pero podría ser el último favor que le pidiera, además del primero, creo, no recuerdo pedirle algo realmente desde que llegué, tal vez si le digo que el mismo señor de aquí me lo recomendó le haga cambiar un poco de parecer. Me crucé de brazos, reflexivo, para poco después hablar por fin. —¿Qué clase de armadura me ofreces? ¿Y hay alguna persona o personas en la Casa que me pueda ayudar un poco más en lo que me pides?—. Pregunté, con claro interés. Contenido oculto Cielos, siento dejar en el tintero esto. ¡Ojalá podamos recuperar la actividad de antes que estoy intrigado!
Sextus rapuma Contenido oculto Cuando hablaste Lorela te devolvió una mirada de asco. —Mejor no hables. Tu voz es malsonante, ya la entrenaremos. Siguió caminando sin responderte y tú la seguiste por detrás. Caminaron bastante, dejaron atrás el primero y el segundo piso. Llegaron al tercero. Allí Lorela tomó uno de los pasillos echando miradas nerviosas hacia atrás, no hacia ti sino más atrás, como temiendo que alguien los siguiera. Ella empezó a hablar. —Subestimas los poderes de la palabra. De nada te servirá ser el mejor y el más fuerte en la arena si no te ganas a la multitud. Ser el villano está bien, pero la gente debe querer que sigas siendo el villano. Llegaron a una habitación y ella abrió una puerta con una llave. Entraron. La habitación era bastante grande, tenía una cama, una mesita, sillas y… instrumentos de tortura en toda la habitación. Látigos comunes, látigos con punta metálica, un potro, cuchillos varios y otra infinidad de elementos sádicos que no llegabas ni siquiera a entender. Lorela empezó a desvestirse. —Si la gente no pide por ti nunca serás la atracción principal y nos costará caro. Si tenerte nos sale más caro de lo que ganamos te mandarán a trabajar a una mina de plata. ¿Quieres ir a una mina de plata? No lo creo. Esta conversación me está dejando seca, desvístete. Fríamente, la mujer totalmente desnuda espero que hicieras lo que te mandó, cosa que no te costó nada pues solo llevabas la subligaria. Ella sonrió al verte. A pesar de sus años, no se veía nada mal, tenía un cuerpo escultural a pesar del obvio paso del tiempo sobre él, las arrugas y la piel flácida en sus bíceps y su abdomen. Llevabas tiempo muy solo y eso fue visible. Ella volvió a sonreír, halagada por la reacción de tu cuerpo ante la situación. —Si me convences quiero que seas mi campeón. Te mostraré la importancia del carisma en el campo de batalla y aprenderás a usar armas… muy llamativas —al decir eso observó a su alrededor, extasiada por su colección de juguetes—. Busca algo. Y hazme lo que quieras. Sin decir nada más se tendió en la cama y abrió sus piernas frente a ti exponiendo por completo su zona genital. Estabas algo oxidado para eso. ¿Qué arma elegirás? Látigo Látigo con punta Paleta de azote Cuerdas Navajas Tenazas Extraño aditamento masculino Extraño aditamento femenino ¿Dónde lo harás? En la cama Sobre la mesita En el suelo Contra la pared Cerca de la ventana En el potro Vas a tener que usar tu imaginación. Una vez que escojas tu arma deberás tomar la iniciativa pues es lo que Lorela quiere, vas a tener que moverla donde te parezca mejor y recordar que ella es fanática de la actuación. (Tiras 1 dado de 20 y un dado por la característica del arma que elijes) Rundus Fustus Gigavehl Contenido oculto El sujeto te observó pensativo. —No hay muchas clases de armaduras. O llevas una armadura de cuerpo completo o llevas una armadura ligera. La primera te protegerá más y la segunda te dará mejor movilidad, si eres una persona ágil de por sí, te convendrá la segunda. Con ágil se refería a tu resistencia y es un poco lo que ya sabías, cuanto más resistente seas menos necesitarás que la armadura resista por ti. —Con respecto a algún guía, si no quieres al que tienes designado, hay algunos que van a la mazmorra, sobre todo al mediodía que es a la hora que la mayoría de las criaturas duermen. Si te paras en la entrada de Casa Gribau a esa hora seguro verás algún guía con experiencia que te acompañe. Todavía estabas cansado por la incursión del día en la mazmorra y además ya era un poco tarde. El tipejo de la forja se puso a hacer otra cosa y te restó interés. Podrías ir allí cuando tuvieras el material que necesitaban. Así que saliste. Estabas solo en el pasillo del segundo piso. Tenías la posibilidad de tratar de llevar a cabo tu plan. Era un buen momento aunque temías que Rosefo te recordara y volviera por ti. No estabas seguro de lo que debías hacer pero tenías que tomar una decisión. Debías encontrar una puerta con la L. Hasta ese momento habías visto pocas puertas con inscripciones, pero las había. Quedaba a tu decisión. Podrías volver a bajar por tu seguridad o intentarlo. Si lo intentas debes hacer lo siguiente. Arrojar un dado de 100 y luego uno de 10. Cuanto más bajo sea el primer dado y cuanto más alto el segundo será mejor para ti. Puedes intentarlo las veces que quieras teniendo en cuenta eso, si sacas muchos dados altos en el primero es posible que te encuentren, si sacas muchos dados bajos en el segundo es posible que no termines de hallar el lugar. Hay una pista dada que debes pensar para saber más o menos cuanto arriesgarte.
Contenido oculto Sextus Hacía mucho, demasiado tiempo que Sextus no veía un cuerpo femenino a su merced. Se sintió incapaz de responder con palabras y su instinto comenzó a encenderse como una antorcha, iluminando su cerebro y mojando sus neuronas de algo que crecía muy dentro de él. Desde su alma, quizá era su propia esencia, no lo sabía. Y tampoco le interesaba entenderlo. Intentó controlarse pero fue inútil. —Zorra. Escupió con desprecio y arrugó la nariz despectivamente, como si hubiera olido algo en mal estado. Se acercó a ella y se posicionó a su altura, con las manos a cada lado de su rostro. Y aunque la sangre estaba concentrada en su totalidad en su propia erección, eso no impedía que se pudiera ver a simple vista las venas de los antebrazos muy hinchadas, como los de un animal en celo. —Vieja zorra. —dijo otra vez mientras le olía el cuello y luego la oreja, olfateando como si fuera un tigre, jugando con la lengua por las clavículas. Incluso apretó un seno con fuerza, retorciendo al final la punta del pezón con sus dedos. Su propia mano, más grande de lo normal, podía ocupar todo el seno sin mayores problemas. —Nunca un hombre de verdad estuvo contigo. Todos débiles. Todos inferiores. —se movió muy deprisa, el punto justo para tomarla por sorpresa; Sextus le apretó el cuello y acercó el rostro, casi babeando. —Pero yo soy distinto a todos. Soy único. —apretó el cuello con más intensidad mientras con la otra mano le acariciaba el pezón en círculos. —Soy el destino. —se irguió en la cama, atrapando la cintura de Lorela con sus piernas. Se lamió la palma de su mano izquierda y tomando fuerza, abofeteó la mejilla derecha de la mujer con fuerza. —Ahora eres mía. Soy tu destino. Volvió a estrangularla, esta vez con fuerza, mientras nariz a nariz le susurraba. —¿Piensan que están por encima nuestro? ¿Les gusta creer eso? —le lamió los labios y le chupó el dedo índice mientras la ahorcaba con más fuerza. —Eres mía. Mi juguete, no yo el tuyo. Detuvo la intensidad de su mano y liberó el cuello de la mujer mientras Sextus se levantaba de la cama como un resorte y buscaba por las paredes del cuarto algún instrumento que le sirviese. Finalmente lo tuvo. El látigo con punta. Lo tomó y lo probó en el aire, rompiendo con un chasquido de cuero. —Ahora eres Lorela, una mujer común y corriente tomada por un sujeto nada común y nada corriente. Sextus cayó sobre ella con violencia, obligándola a ponerse a cuatro patas como si fuera una perra y él otro. La tomó del cabello con fuerza, obligándola a relajar la cabeza si es que no quería que el gladiador le arranque los cabellos. Le azotó con la mano las nalgas y colocó su erección, totalmente mojada y surcada de venas, sobre el ano de la mujer. Poco a poco y sin muchas delicadezas, Sextus la tomó analmente mientras que con el látigo le fustigaba la espalda con rabia. Poco a poco comenzó a poner su mente en blanco y dejar que fluya; cuando estaba acercándose al momento del clímax, el hombre, totalmente poseído, comenzó a fustigarse su propia espalda.
Rundus Fustus Me quedé reflexivo ante las respuestas del herrero, la opción de una armadura ligera sonaba bien para la parte de ser ágil pues, resultaba que era mucho más bueno de lo que pensaba en ese aspecto. Con el segundo tema no evité cambiar un poco mi semblante a algo más tranquilo y relajado, ahora no me convenía andar molestando a Rosefo, me pregunto si... esa tal persona que mencionó Detoxo sobre llevarme bien podría llegar a dar la casualidad de hacerme el favor, aunque dudaba mucho que fuese un guía, como fuese, después ya pensaría qué hacer, estaba agotado y la hora tampoco ayudaba mucho. Salí de la habitación para verme en los pasillos de nuevo, me quedé unos momentos pensando, no podía perder tiempo y tenía que arriesgarme, si no era ahora podría no volver a tener una oportunidad jamás. Así, comencé a suspirar y a concentrarme, por los dioses. Esperaba hallar esa puerta pronto.