The Constantine

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Gente que no ha visto la peli no hay problema pues esto es una pre-secuela. ​

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Capitulo 1: Furtivo​

Era un día nublado, a él nunca le había agradado ese clima, en esos días todo se ponía aún más extraño. Era demasiado serio y callado para su edad, mientras los otros niños jugaban futbol o charlaban con sus amigos, podía vérsele a lo lejos vagando solitario entre los salones de la escuela, para varios maestros ya pasaba totalmente desapercibió y él se había acostumbrado a esa soledad, después de todo era mejor así. Suspiró y dio una mordida al emparedado que traía mientras se sentaba cerca de las escaleras de la última hilera de edificios, esa estaba casi por completo abandonada, tumbarían todo ese complejo y construirían unos nuevos en cuanto la escuela tuviera fondos, en ese momento lo único funcional era una pequeña habitación que empleaba el conserje para hacer sus labores.

— Muchacho, ¿otra vez por aquí? — preguntó el hombre obeso mientras tomaba una escoba y un recogedor entre sus manos y le sonreía.

El chico solo se le quedaba mirando frunciendo el ceño, había algo en el que le desagradaba demasiado, una especie de presentimiento que hacía que su estómago se revolviera cada vez que lo tenía cerca.

— El director me dijo que no causaba ningún daño estando en este lugar—respondió el chico ofensivamente viéndolo a los ojos.

— Pero en esta parte de la escuela reino yo, ¿lo entiendes? — indicó altanero acercándose más a él.

El chico apenas pudo contenerse, realmente le parecía repugnante, su mismo olor, le causaba cierta aberración.

— Rayos ¿por qué tiene que estar tan cerca? — pensó— en ese tipo hay realmente algo malo, pero no puedo explicarlo, es como un extraño presentimiento de que él fue hacer algo malo, él quisiera hacer daño…— se detuvo en ese momento, el conserje sonreía de una manera extraña y en ese momento tuvo el presentimiento que podía adivinar lo que estaba pensando, se sintió verdaderamente incómodo y como pudo lo esquivo y salió corriendo.

Entró a los sanitarios y comenzó a mojarse el rostro con agua de una manera frenética, se presionaba a los ojos con sus manos temblorosas, se encontraba de una manera inexplicable completamente alterado, se observó por unos segundos al espejo intentando volver en sí. De entre las sombras reflejadas de uno de los cubículos surgían unos ojos grandes y de un rojo intenso que le producían un gran terror, poco a poco un rostro se dibujaba, una cara redonda, bigote fino, barba sin rasurar, un tono de piel moreno y sucio, era el conserje, sonriendo de la misma manera torcida mientras que su rostro se volvía cada vez más inhumano, descarnándose dando lugar a una piel húmeda y viscosa de un gris enfermizo, la nariz se consumía volviéndose solo un hueco en medio de su rostro, sus dientes se quebraban quedando solo vestigios deformes en sus fauces negras al igual que sus ojos que ahora solo eran dos oscuros abismos con una fantasmal luz roja en su interior, mientras se acercaba a él con lentitud. Precipitadamente volteó hacia atrás para hacerle frente a pesar del temor, casi a punto de desvanecerse por él miedo se dio cuenta de que no había nadie ya.

— Me estoy volviendo loco— dijo con tensión en su voz mientras se presionaba el rostro con las manos.

Pero de pronto ese presentimiento volvió a él, era algo similar a cuando estas por caer de un lugar algo, ese mismo temor esa adrenalina triplicada. Junto a su oído sentía una respiración, pesada e ininteligible, seguida por una especie de rugido, al voltear observó a aquel hombre sobre el lavabo en una posición inhumana ni siquiera animal, era como si en ese momento su cuerpo careciera de cualquier tipo de huesos, frente a él se mirada humano, con excepción de que su cabeza volteaba hacia el lado opuesto del que debería, pero en el espejo era una especie de monstruo esquelético y bestial.

— ¿Tu puedes verme no muchacho?, lo presentía…

— Esas desapariciones que hubo hace unos años cuando la escuela abrió, yo lo sabía…— el niño no daba crédito a todo lo que bombardeaba su cabeza en ese momento. — yo siempre lo he sabido, yo siempre…

Esas sensaciones que tenía a lo largo de su vida, esos presentimientos, tantas ocasiones estuvo por convencerse que eran alucinaciones, que estaba loco, que había algo mal en él, cientos de secciones en el psicólogo en las que por sus padres se había forzado a convencerse que esto no era real y ahora, ahora ocurría esto.

Mientras buscaba recuperarse del Schock emocional que tenía, sintió un fuerte golpe que lo hizo volver a realidad, el monstruo de había abalanzado contra él y se disponía a morderlo en la yugular, logró pegarle un puntapié y aprovechó para zafarse y salir corriendo, sus pies se enredaron y estuvo a punto de caer de bruces si no fuera por que puso las manos y se terminó raspando. Volteó hacia atrás, el tipo corría tras el en cuatro patas en medio de la multitud como si fueran invisibles para ellos, estaba a punto de llorar, realmente tenía miedo. Salió a la calle angustiado y esquivó apenas unos autos pero ya demasiado exhausto para moverse y atrapado observó a un autobús venir a toda velocidad hacia él sin tiempo para detenerse y del otro lado a esa criatura, como fuera estaba perdido, cerró los ojos esperando el fin cuando.

— Jonh Costantine, estas a salvo…— le susurró femenina una voz mientras perdía la conciencia envuelto en un resplandor de luz.

Continuara.

 

Me tarde un ratito en publicar continuación de esto, ahora vuelvo, esperando contar con mas lectores.

Capitulo 2: El cielo y el infierno.
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Los Simpson se escuchaban a lo lejos, podía reconocer esa voz nasal de Homero Simpson cantando una de esas canciones que al verlas terminas repitiéndolas todo el día. Sus ojos le pesaban y la cabeza le daba vueltas, recuerda haber tenido una sensación así cuando tres mastodontes de octavo grado de cayeron encima, como destellos que se precipitaban de pronto a su cabeza volvían ciertos recuerdos a su mente sobre lo que había ocurrido lo que él creía habían sido unos minutos tal vez unas horas atrás, dio un suspiro todavía sin abrir los ojos y aún poco mareado se reincorporó en el sofá donde estaba recostado.


—Hola, es una suerte que al fin estés de vuelta—le dijo una voz dulce y casi melódica próxima a él.


Brincó un tanto sobresaltado a causa de los recuerdos que tenía y abrió los ojos. Era una chica rubia, bastante bonita, tenía unos labios finos color rosado, una piel blanca, unos ojos color mie, unos pómulos prominentes y el pelo en una melena corta que descendía en forma de caireles.


John sonrió levemente, por alguna razón le evocaba bastante confianza.


—Estás viendo los Simpson— apunto hacia el televisor— yo solía verlos con un tío— hizo una pausa y puso una mirada melancólica—,…antes


—¡Mira!, pues si—dio una risita la chica— ahora tenemos algo en común— ¿Tienes hambre?, tengo un poco de pizza.


—Emmm, me preguntaba, ¿Qué estoy haciendo aquí?—dijo el niño, forzando un poco las palabras.


La chica puso un semblante serio y se acercó a él, dio un suspiro. Su reacción fue tal que avergonzó a Costantine que creyó que había dicho algo indebido.


— Yo te salvé…— lo dijo con una expresión como si esto estuviera mal.


—¿Eso es malo?


— Yo he roto el equilibrio, el contrato inicial de las superpotencias— susurró como si esto se tratará de un secreto, John no comprendía ni un poco lo que ocurría, pero ella continúo—los ángeles se quedan en el cielo, los demonios en el Hades…—quedo en silencio— ¡Entonces, que rayos hacia un alcanzar en una primaria!—exclamó un tanto furiosa, pero luego se volvió hacía el niño— pequeño, tú, eres alguien especial, a tu corta edad haz visto cosas terribles, espantosas que muchas personas no verán jamás, tú tienes ese don…


¿Acaso había dicho don?, había vivido temiendo toda su vida, era una marginado, un anormal que era señalado por tanto por causa de eso y ¿Lo llamaba un don?...


—No podía permitirlo, ¡además!, ellos han enviado a un demonio a este plano para cazar a un niño pequeño…—se acercó a él y lo rodeo con sus brazos—, yo he de cuidarte, sé que todo esto te debe de parecer una locura, pero yo estoy de tu lado John Costantine, puedes sentirlo.

Era cierto, así como con esa criatura había sentido cierta repulsión aún antes de saber lo que era, con ella sentía una enorme plenitud y tranquilidad, como al estar en un plácido sueño, poco a poco la ansiedad causada por todo lo que había pasado de desvanecía y lanzaba un suspiro de alivio. De pronto y para su sorpresa, la mujer comenzaba a cambiar, su piel ya blanca se volvía tan pálida y brillante como la luz plateada de la luna, en sus ojos que ahora lo observaban vagaba un halo de luz que se dispersaba como bruma en ellos, pero de su espalda, de los omoplatos ahora surgían dos gigantescas alas como de pájaro que lo envolvían de la misma manera que sus manos.


— Eres, un ángel…—murmuró mientras ella sonreía.


— Me llamo Vera—sonrió


Su sonrisa lo tranquilizaba de alguna manera, pero sintió una opresión en el estómago al recordar lo había ocurrido en la escuela.


—Lo que me perseguía era un demonio…


Ella afirmó con la cabeza.


— Pocas personas nacen con la habilidad que tu poses, eso en manos de los caídos sería un alma poderosa, por eso debes de permanecer en este lugar, al menos…hasta que todo se calme.


Para una persona común esto le hubiese parecido una locura, habría buscado e instante en el cual poder escapar he ir a casa, pero John Constatine no tenía una vida normal, no era persona común. Todo lo que había escuchado y vivido en ese día le parecía más real que lo había sido el resto de su vida, además sus padres realmente no interesaban por él esa no sería la primera ocasión donde desaparecería por varios días sin que ellos hicieran nada por dar con su paradero.


El resto del día en lo que Vera se encontraba dentro de su habitación, había preparado unas palomitas y se disponía ver Jumanji en un VHS, de regreso a la cocina hasta el sofá, se percató que todas las ventanas se encontraban llenas en los bordes de varios símbolos extraños, creía que era hebreo. A través del vidrio de la ventana observó una palomilla, tenía cierta curiosidad por ese tipo de animales por lo que se dispuso a abrir la ventana para atraparla, giro una de la manijas sin dificultad y luego la otra, pero cuando se dispuso a abrir la ventana ésta no cedía, jalo con fuerza en varias ocasiones pero sin ningún resultado. En ese momento miró que ante sus ojos había tres símbolos dibujados que de alguna forma resaltaban más que los otros, los tocó con el índice uno a uno y como por arte de la magia la ventana se abrió. En ese momento la palomilla ya no se encontraba en el lugar donde la había visto y solo pudo percibir el aire frío de afuera.


—¡John!, ¿Pero qué estás haciendo? —escucho la voz de Vera detrás de él.


Ella llegó a donde estaba y apresuradamente cerró la ventana. Sus hermosos rasgos se encontraban tensos como si hubiera visto un fantasma o algo similar.


— Yo sólo quería atrapar a una palomilla…


— Te dije que permanecieras dentro ¡No tienes idea de lo que has hecho! —exclamó y vio en ese momento que el chico estaba asustado.

—Yo lo siento, lo siento…—insistía el niño sin saber el porqué de la reprimenda.


Ella lo tomó de los hombros y dio un suspiró.


— Tranquilo no lo sabías, vamos a ver la película—dijo mientras lo empujaba de la espalda para que se alejará de la ventana.


Ella sabía que ese instante que tuvo contacto con el exterior bastaba para que lo hubieran rastreado y fueran por él, mas no valía la pena aterrarlo con esa idea, en este momento.

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Le parecía un espléndido espectáculo, el terror en sus rostros, el olor a sangre en el aire, la gente corriendo aterrada. Tenía el pelo negro y un traje de diseñador color gris, era un centro comercial, su acompañante había entrado como un chico normal hasta que había comenzado a disparar indiscriminadamente a quien se encontraba allí, aún lo hacía. Demasiadas frustraciones, demasiada ira y discriminación, ese era el detonante, pero la mecha que lo había encendido y ahora ponía la mano en hombro con una sonrisa llena de un orgullo torcido por lo que hacía en ese instante, su alma ya le pertenecía. El chico Fred como le decían sus amigos no era más que un juguete, un títere que movía placer, él era Baltazar, un demonio de alto rango refugiado en el cuerpo de un gigante corporativo, el mismo le había proporcionado las armas, él había fingido ser su amigo mientras envenenaba su alma.

A pesar de todo el ajetreo él pudo percibirlo en ese momento era un olor pestilente casi similar al de todos los mortales, pero en definitiva en este había algo especial lo presintió al sentir esa picazón en la nariz.

— Es cierto, hay una persona con el don en esta ciudad…

Levantó su pie para evitar pisar uno de los cuerpos y comenzó a caminar hasta alejarse del muchacho demente con el que se encontraba.

—¡Baja el arma o abriremos fuego! —eso una lluvia de disparos fue lo último que escuchó antes de partir.


Continuará