Orgullo y prejuicio

Tema en 'Fanfics Abandonados de Naruto' iniciado por Titati, 29 Octubre 2012.

  1.  
    Titati

    Titati Iniciado

    Escorpión
    Miembro desde:
    24 Septiembre 2012
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    2
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Orgullo y prejuicio
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2974
    Bueno primero debo aclarar algunas cositas!!!.
    Soy nueva así que es mi primer fics pirfii no sen malos (Si alguien lee esto).:confused:
    Neji Hanabi y Kurenai son hermanos.
    Tenten e Ino son también hermanas.
    Naruto es un don juan.
    Hinata no es familia de ningún Hyuga.
    Sasuke y Sakura están casados

    Bueno aii vaaaa
    Capítulo 1

    -Han llegado los Ama -anunció lady Hanabi Shaw desde la entrada del estudio, donde su hermano mayor estaba sentado tras su escritorio en medio de un montón de libros de contabilidad.
    El sol del atardecer se colaba a través de las enormes ventanas rectangulares de cristal tintado, que eran la única ornamentación de una estancia cuyas paredes estaban cubiertas con paneles de palisandro.
    Neji, lord Hyuga, levantó la vista de su trabajo con un siniestro ceño fruncido que unió sus cejas por encima de los ojos color café.
    -Que empiece el caos... -musitó.
    Hanabi se echó a reír.
    -Supongo que te refieres a las hijas. En realidad no son tan malas, ¿verdad?
    -Son peores –afirmó Neji de forma sucinta; su ceño se acentuó todavía más cuando vio que la pluma que había olvidado entre sus dedos acababa de dejar una enorme mancha de tinta en la, hasta ese momento, inmaculada columna de números-. No he conocido dos jóvenes tan maleducadas en toda mi vida. Sobre todo, la mayor.
    -Bueno, son americanas -señaló Hanabi-. Sería justo que gozaran de cierta flexibilidad, ¿no te parece? No se puede esperar que conozcan cada uno de los complejos detalles de nuestra interminable lista de reglas sociales...
    -Puedo permitirles cierta flexibilidad con los detalles -interrumpió Neji de forma cortante-. Como bien sabes, no soy el tipo de hombre que se quejaría por el ángulo impropio del dedo meñique de la señorita Ama al coger la taza de té. Lo que no puedo pasar por alto son ciertos comportamientos que se encontrarían inaceptables en cualquier rincón del mundo civilizado.
    -« ¿Comportamientos?»- Vaya, aquello se estaba poniendo interesante. Hanabi se adentró en el estudio, una habitación que solía resultarle de lo más desagradable debido a lo mucho que le recordaba a su difunto padre.
    Ningún recuerdo del octavo conde de Hyuga era agradable. Su padre había sido un hombre frío y cruel que parecía absorber todo el oxígeno de una habitación cuando entraba. No había nada ni nadie que no hubiera decepcionado al conde en vida. De sus vástagos, tan sólo Neji se había aproximado a sus elevadas expectativas, ya que, sin importar lo imposibles que fueran sus requerimientos o lo injustos que resultaran sus juicios, Neji jamás se había quejado. Hanabi y Kurenai admiraban a su hermano mayor, cuyo esfuerzo constante por alcanzar la excelencia lo había conducido a obtener las más altas calificaciones en la escuela, a romper todas las marcas en sus deportes preferidos y a juzgarse con más dureza de lo que lo habría hecho nadie. Neji era un hombre que sabía montar a caballo, bailar una contradanza, dar una conferencia sobre una teoría matemática, vendar una herida y reparar la rueda de un carruaje. No obstante, ninguna de su vasta colección de habilidades había merecido nunca una felicitación por parte de su padre.
    Al volver la vista atrás, Hanabi se dio cuenta de que la intención del anterior conde debía de haber sido eliminar cualquier vestigio de amabilidad o compasión que poseyera su hijo. Y, al parecer, durante una época lo había conseguido. Sin embargo, tras la muerte de su progenitor, cinco años atrás, Neji había demostrado ser un hombre muy diferente al que se suponía que debía ser. Hanabi y Kurenai habían descubierto que su hermano mayor nunca estaba demasiado ocupado para escuchadas; sin importar lo insignificantes que le parecieran sus problemas, siempre estaba dispuesto a ayudar. A decir verdad, era comprensivo, cariñoso e increíblemente atento; lo cual no dejaba de ser un milagro si se tenía en cuenta que la mayor parte de su vida había transcurrido sin que nadie le demostrara esas cualidades.
    Aparte de todo lo dicho, también había que admitir que Neji era un poco dominante. Bueno... muy dominante. Cuando se trataba de aquellos a quienes amaba, el actual conde de Hyuga no mostraba reparo alguno en manipularlos para que hicieran lo que él consideraba que era mejor. Ésa no era una de sus virtudes más encantadoras. Y si Hanabi se viera obligada a ahondar en sus defectos, también tendría que admitir que Neji poseía un molesto convencimiento acerca de su propia infalibilidad.
    Con una sonrisa cariñosa dirigida a su carismático hermano, Hanabi se preguntó cómo podía adorarlo de esa manera cuando se parecía tanto a su padre en el aspecto físico. Hanabi poseía los mismos rasgos severos, la frente ancha y la boca de labios finos. Tenía el mismo cabello abundante y negro como el ala de un cuervo; la misma nariz amplia y prominente; y la misma barbilla, pronunciada y tenaz. La combinación resultaba más impactante que hermosa... pero era un rostro que atraía con facilidad las miradas femeninas. Al contrario que sucedía con los de su padre, en los atentos y oscuros ojos de Neji solía brillar una chispa de humor y poseía una particular sonrisa que permitía que sus blanquísimos dientes iluminaran su atezado rostro.
    Al ver que Hanabi se acercaba, Neji se reclinó en el sillón y entrelazó los dedos de ambas manos sobre el vientre. En deferencia al calor tan poco usual para una tarde de principios de septiembre, el conde se había quitado la chaqueta y se había alzado las mangas, dejando al descubierto sus morenos antebrazos, que estaban ligeramente salpicados de vello negro. Era de altura media y se encontraba en un estado de forma extraordinario, con el poderoso físico de un ávido deportista.
    Deseosa de escuchar más sobre el comportamiento de la maleducada señorita Ama, Hanabi se apoyó sobre el borde del escritorio, de cara a Neji.
    -Me pregunto qué habrá hecho la señorita Ama para ofenderte tanto... -discurrió en voz alta-. Cuéntamelo, Neji. Si no, mi imaginación conjurará de seguro algo mucho más escandaloso de lo que la pobre señorita Ama sería capaz de realizar nunca.
    - ¿La pobre señorita Ama? -resopló Neji-. No preguntes, Hanabi. No estoy en libertad de hablar sobre el tema.
    Al igual que la mayoría de los hombres, Neji parecía no comprender que nada enardecía tanto las llamas de la curiosidad femenina como un tema acerca del cual uno no estaba en libertad de discutir.
    -Suéltalo ya, Neji -le ordenó-. O te haré padecer de formas indecibles.
    Una de sus cejas se enarcó de forma irónica.
    -Puesto que los Ama ya han llegado, esa amenaza resulta algo redundante.
    -Trataré de adivinarlo, entonces. ¿Pillaste a la señorita Ama con alguien? ¿Acaso estaba permitiendo que la besara algún caballero... o algo peor?
    Neji respondió con una sarcástica sonrisa de medio lado.
    -Más bien no. Basta echarle un vistazo para que cualquier hombre que esté en sus cabales salga huyendo y sin dejar de gritar en la dirección opuesta.
    A Hanabi le dio la impresión de que su hermano estaba siendo demasiado duro con Tenten Ama y frunció el ceño.
    -Es una chica muy guapa, Neji.
    -Una fachada bonita no basta para esconder los defectos de su carácter.
    - ¿Y cuáles son esos defectos?
    Neji soltó un breve resoplido, como si los defectos de la señorita Ama fueran demasiado evidentes como para requerir que se los enumerara.
    -Es una manipuladora.
    -También lo eres tú, querido -murmuró Hanabi.
    Su hermano pasó por alto el comentario.
    -Es dominante.
    -Como tú.
    -Y arrogante.
    -También como tú -dijo Hanabi con jovialidad.
    Neji la miró echando chispas por los ojos.
    -Creí que estábamos discutiendo los defectos de la señorita Ama, no los míos.
    -Pero es que, al parecer, tenéis mucho en común -protestó Hanabi con fingida inocencia. Observó cómo él dejaba la pluma y la alineaba con el resto de artículos que había encima de su escritorio-. Respecto a su comportamiento inapropiado... ¿Me estás diciendo que no la atrapaste en una situación comprometida?
    -No, no he dicho eso. Lo único que he dicho es que no estaba con un caballero.
    -Neji, no tengo tiempo para esto -dijo Hanabi con impaciencia-. Debo ir a darles la bienvenida a los Ama, y tú también tendrías que hacerlo, por cierto; sin embargo, antes de salir del estudio, exijo que me digas qué es esa cosa escandalosa que estaba haciendo Tenten Ama.
    -Resulta demasiado ridículo decirlo siquiera.
    - ¿Cabalgaba a horcajadas? ¿Estaba fumando un puro? ¿Nadando desnuda en el estanque?
    -Nada de eso. -A regañadientes, Neji cogió un estereoscopio que había sobre la esquina del escritorio, un regalo que le había enviado su hermana Kurenai, que ahora vivía con su marido en Nueva York.
    El estereoscopio era un invento reciente, fabricado con madera de arce y cristal. Cuando una tarjeta estereoscópica -una fotografía doble- se introducía en la extensión que había tras la lente, la imagen aparecía en tres dimensiones. La profundidad y la calidad de las fotografías estereoscópicas resultaba sorprendente: las ramas de los árboles parecían a punto de arañar la nariz del espectador y la sima de una montaña parecía abrirse con tal realismo que a uno le daba la impresión de que podría caerse y morir en cualquier momento. Neji se llevó el aparato a los ojos y examinó la imagen del Coliseo de Roma con ardua concentración.
    Justo cuando Hanabi estaba a punto de explotar de impaciencia, Neji musitó:
    -Vi a la señorita Ama jugando a rounders en paños menores.
    Hanabi lo miró con ojos como platos.
    - ¿Al rounders? ¿Te refieres a ese juego en el que se utiliza una pelota de cuero y un bate plano?
    Neji frunció los labios con impaciencia.
    -Ocurrió durante su anterior visita. La señorita Ama y su hermana estaban haciendo cabriolas con sus amigas en un prado que se encuentra en el cuadrante noroeste de la propiedad cuando Sasuke Uchiha y yo pasamos cabalgando por allí de casualidad. Las cuatro mujeres estaban en ropa interior... y todas alegaron que resultaba muy difícil jugar a ese deporte con esas pesadas faldas. Supongo que se habrían aferrado a cualquier excusa para correr por ahí medio desnudas. Las hermanas Ama son unas hedonistas.
    Hanabi se había llevado una mano a la boca para reprimir, sin mucho éxito, un ataque de risa.
    - ¡No puedo creer que no lo hayas mencionado hasta ahora!
    -Desearía haberlo olvidado -replicó Neji con una mueca al tiempo que apartaba el estereoscopio-. Sólo Dios sabe cómo vaya enfrentarme a Inoichi Ama con el recuerdo de su hija desnuda aún fresco en mi mente.
    La diversión de Hanabi se aplacó un tanto mientras contemplaba los fuertes rasgos del perfil de su hermano. No se le había pasado por alto que Neji había dicho «hija», lo que dejaba claro que apenas había prestado atención a la más joven. Había sido Tenten la que acaparaba su atención.
    Puesto que conocía muy bien a Neji, Hanabi habría esperado que su hermano se riera de aquel asunto. Pese a que poseía un estricto sentido de la moralidad, no era ningún mojigato y tenía un saludable sentido del humor. Si bien nunca había tenido una amante, Hanabi había oído rumores acerca de unas cuantas relaciones discretas... e incluso un chisme o dos acerca de que el supuestamente estricto conde se mostraba muy intrépido en el dormitorio. Sin embargo, por alguna razón, a su hermano le perturbaba esa audaz muchacha americana de carácter fuerte, modales atroces y que, por añadidura, era descendiente de nuevos ricos. No sin cierta perspicacia, Hanabi se preguntó si la atracción de la familia Hyuga por los americanos - después de todo, Kurenai se había casado con uno y ella misma acababa de contraer matrimonio con Genma Shaw, uno de los Shaw de Nueva York- podía aplicarse también a Neji.
    - ¿Tan arrebatadora estaba en ropa interior? -preguntó Hinata con astucia.
    -Sí -respondió Neji sin pensar y, acto seguido, frunció el ceño-. Quiero decir, no. Bueno, no la miré el tiempo suficiente para hacer una evaluación de sus encantos. Si es que tiene alguno.
    Hanabi se mordió la parte interior del labio para reprimir una carcajada.
    -Venga, Neji... Eres un hombre saludable de treinta y cinco años... ¿Ni siquiera le echaste una miradita a la señorita Ama en calzones?
    -Yo no echo miraditas, Hanabi. O miro las cosas de arriba abajo o no las miro. Las miradita son para los niños o para los pervertidos.
    Ella le dedicó una mirada lastimera.
    -Bien, siento muchísimo que hayas tenido que pasar por una experiencia tan espantosa. Sólo nos queda desear que la señorita Ama permanezca completamente vestida en tu presencia durante esta visita con el fin de no escandalizar tu refinada sensibilidad una vez más.
    Neji frunció el entrecejo en respuesta a sus burlas.
    -Dudo que lo haga.
    -¿Quieres decir que dudas que permanezca vestida o que dudas que te escandalice?
    -Ya es suficiente, Hanabi -gruñó, y ella se echó a reír.
    -Vamos, tenemos que saludar a los Ama.
    -No tengo tiempo para eso -replicó su hermano con brusquedad-. Encárgate de darles la bienvenida e inventa algo para excusar mi ausencia.
    Hanabi lo miró con incredulidad.
    -No irás a... ¡Por Dios, Neji, tienes que hacerlo! Jamás te había visto comportante con tanta grosería.
    -Me encargaré de saludarlos más tarde. Por todos los santos, ¡van a estar aquí casi un mes! Ya tendré tiempo de aplacarlos. Está claro que hablar de la señorita Ama me ha puesto de un humor de perros y, ahora, la posibilidad de encontrarme en la misma habitación que ella me pone los pelos de punta.
    Hanabi negó con la cabeza antes de mirarlo con una expresión especulativa que a él no le hizo ninguna gracia.
    -Mmm... Te he visto conversar con gente que no te gusta y siempre has conseguido comportarte de forma civilizada, especialmente cuando quieres conseguir algo. No obstante, por alguna razón, esta señorita Ama te irrita sobremanera. Y tengo una teoría acerca del porqué.
    - ¿Sí? -En sus ojos brillaba un sutil desafío.
    -Todavía la estoy desarrollando. Te la haré saber cuando llegue a una conclusión definitiva.
    -Que Dios me ayude. Ahora vete, Hanabi, y da la bienvenida a nuestros invitados.
    -Mientras tú te encierras en este estudio como un zorro que corre a esconderse en su madriguera, ¿no?
    Neji se puso en pie y le hizo un gesto para que lo precediera al atravesar la puerta.
    -Vaya salir por la parte trasera de la casa y a dar una buena cabalgada.
    - ¿Cuánto tiempo estarás fuera?
    -Estaré de vuelta a tiempo de cambiarme para la cena.
    Hanabi dejó escapar un suspiro de exasperación. La cena de esa noche sería un acontecimiento muy concurrido, el preludio del primer día de la fiesta campestre que comenzaría a la mañana siguiente. La mayoría de los invitados ya se había instalado, aunque aún quedaban unos cuantos rezagados cuya llegada se esperaba en breve.
    -Será mejor que no llegues tarde -le advirtió-. No me dijiste que tendría que ocuparme de todos los detalles cuando accedí a ejercer como tu anfitriona.
    -Nunca llego tarde -respondió Neji con voz tranquila antes de alejarse con el mismo entusiasmo de un hombre que acabara de librarse de la horca.

     
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    Una Cosa

    Una Cosa Usuario VIP

    Aries
    Miembro desde:
    18 Marzo 2011
    Mensajes:
    729
    Pluma de
    Escritora
    Señorita, sólo por avisar, el plagio se encuentra prohibido en este foro.
    Esta historia la encontré publicada en otro foro, con otro título y la persona que lo publica tiene diferente nickname. Ya me he puesto en contacto con ella para saber si se tratan de la misma persona.

    Mientras espero la confirmación, queda cerrado este fic.

    Saludos~
     
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