Las 5 monedas del amor

Era una mañana nublada y friolenta en la ciudad de Londres, Inglaterra. Y Elizabeth Haslon caminaba por las calles a paso rápido mientras repetía en su mente, vestido, invitaciones, salón, lo repetía constantemente, mientras se abotonaba su abrigo color gris y su cabello negro que se alborotaba con el viento helado de aquella mañana.
-¡Hola Elizabeth!- le grito desde lejos una chica de pelo negro y encorvado, para después correr hacia ella
-Hola Fanny- le saludo Elizabeth siguiendo su apresurada caminata con Fanny a un lado de ella, tratando de seguirle el paso
-Oye ¿A dónde vas con tanta prisa?- le pregunto Fanny a Elizabeth mirando su semblante nervioso y serio a la vez
-Por mi vestido de novia y si no te importa no tengo tiempo para charlar- dijo Elizabeth, a lo cual Fanny solo la miro con una mueca de enojo, pero después de 5 segundos la chica le sonrió alegremente a Elizabeth.
-¡Te acompaño!- dijo Fanny juntando ambas manos envueltas en unos guantes- además de que después de recoger tu vestido quiero que me acompañes tu por algo-
-De acuerdo pero solo si no tardamos mucho- acepto Elizabeth sonriéndole a la chica, ya que esta se había puesto a dar de saltitos como si aun tuviera 12 años, pero aun así le alegraba ya que Estefanía Clifton sabia como sacarle una sonrisa siempre.
Hasta que, por fin llegaron a donde Elizabeth recogería su vestido de novia ya listo para usarse, ambas chicas se rieron y se emocionaron con el solo hecho de pensar en aquella boda llena de felicidad y amor.
-Bien ahora es tiempo de que me acompañes tu- dijo Fanny tomando la mano de su acompañante, llevándola hasta la salida de donde partieron hasta llegar a una tienda de antigüedades, porque lo que era Estefanía Clifton amaba ese tipo de cosas, así que una vez adentro ambas jóvenes empezaron a mirar los objetos de aquella tienda hasta que, a Elizabeth le llamo la atención un pequeño estuche que al abrirlo tenia dentro 5 monedas de color plata la cuales tenían dibujado un corazón incompleto.
-Estas son las 5 monedas del amor- dijo la dueña de la tienda saliendo de repente y provocando que Elizabeth se asustara
-¡Me asusto!- dijo la joven con un tono de voz desagradable y posando una mano en su pecho tratando de relajarse
-Lo siento jovencita- se disculpo la dueña- sabes estas monedas tienen el poder de juntar a una persona con otra- comenzó a decir la dueña sosteniendo el estuche entre sus manos
-Y ¿Cómo funciona?- pregunto Fanny saliendo de entre los estantes de la tienda, y eso daba a entender que había escuchado todo
-Se arrojan las 5 monedas a una fuente diciendo y por cada moneda tienes que decir el nombre de alguien y solo te quedaras con la persona que verdaderamente era para ti-
-¡Wow! Que bien ¿Cuánto cuesta?- pregunto Fanny mirando la caja
-Nada se los regalo es un obsequio- dijo la dueña pero, entregándole directamente el estuche a Elizabeth- feliz boda jovencita-
-¡Gracias! Ya vámonos Elizabeth- dijo Fanny para después caminar hacia la salida seguida por Elizabeth quien miraba de reojo a la dueña
-Chiflada- musito Elizabeth antes de salir de la tienda, dando a entender que no creía ni una sola palabra de lo que había dicho aquella persona. Ya una vez afuera de la tienda Fanny se despidió de su amiga y se fue porque tenía una cita con su novio y se le había hecho tarde, olvidándose completamente de el estuche de las monedas.
Después de un rato de vagar por el Regent`s Park decidió volver a su casa, pero en el trayecto, al ver una fuente recordó lo de las monedas sintiéndose algo patética con el simple hecho de pensar en intentarlo, ya que Elizabeth no era una persona que creía en el amor eterno ni ninguna de esas cosas melosas, y tal vez por puro capricho de Dios estaba por casarse.
-Esto es ridículo- dijo para sí misma, mientras se acercaba a la fuente sacaba las monedas, hasta que estuvo frente a la fuente y tomo una moneda, ella estaba dispuesta a probar que era una bobería diciendo nombre de hombres que ni siquiera conocía.
-Ricardo Ocampo- dijo lanzando una moneda al agua,- Reinaldo Ortega- dijo nuevamente y lanzando otra moneda- Alejandro Ruiz, Luis Olmeda y Antonio Robles- y así dijo los nombres sucesivamente hasta que termino, dio una sonrisa triunfal y se fue estando muy segura de que nada ocurrirá a dos semanas de su boda.

 

Ya era una nueva mañana, y Elizabeth despertó muy somnolienta para ir a la puerta a recoger su correo con el cabello aun desordenado y con el pijama puesto. Y después de aventar sobres por sin ningún lado se topo con una carta muy extraña que por alguna razón hiso que el corazón de Elizabeth te acelerara un poco, la carta decía mas o menos así
Querida Elizabeth
Desde que te conocí mi vida ya no es la misma, y por alguna extraña razón no puedo dejar de pensar en ti por eso te invito hoy a las 8pm a una fiesta que ofrecerán mis compañeros por haber publicado al fin mi libro, espero verte ahí mi linda florecilla.
Te quiere Ricardo Ocampo.
—No puede ser posible—pensó Elizabeth mientras miraba la carta con pánico y se mordía las uñas de las manos, pero sus pensamientos fueron interrumpidos por alguien que tocaba la puerta, era Estefanía Clifton
—Hola chica—saludo Fanny entrando en la casa de Elizabeth y sentandose en el sofá de la sala
—Hola Fanny pero que madrugadora—contesto el saludo Elizabeth nerviosa y ocultando la carta detrás de ella
—Si verdad es que vine para ver si iras a la fiesta que organizara el escritor—dijo Fanny con total emoción mientras juntaba sus manos
—¡Enloqueciste! Ni siquiera lo conozco—grito Elizabeth enojada y agitando los brazos con la carta en una de sus manos
—¿Eh? Como no lo vas a conocer si has salido con el dos veces—contesto Fanny mirando a su acompañante con cara de “¿Qué te pasa?”
—¿Enserio? Mira mejor ya vete que tengo muchas cosas que hacer—dice Elizabeth tomando de la muñeca a su amiga y sacándola de su casa
—Bueno ya me voy pero ¿Iras o no?—Pregunto Fanny quedándose en la entrada y mirando a Elizabeth con una sonrisa burlona
—¡NO!Respondió— Elizabeth aun con mas enojo y cerrándole la puerta en la cara a la chica
—Tengo que averiguar que está pasando—murmura para sí misma Elizabeth. Y acto seguido se fue corriendo a su habitación para arreglarse y tratar de resolver sus dudas, ya que ella trataba de buscar una explicación lógica a lo que estaba pasando.
Después de caminar por las calles de Londres, encontró lo que estaba buscando, la dirección de aquel chico que según todos conocían menos ella pero justo antes de tocar la puerta alguien llamo la atención de la joven, era un hombre joven, de cabello cortó color café obscuro, ojos cafés y piel blanca. Era nada más y nada menos que Anthony Rosella, su prometido.
—Hola cariño—le saludo el hombre besándole la mejilla a Elizabeth
—Hola amor—contesto la chica girándose para mirar a Anthony a la cara, y sonreírle nerviosamente
—¿Vienes a buscar a Ricardo?—Le pregunto Anthony a Elizabeth la cual se estremeció un poco al escuchar ese nombre
—¿Qué relación tienes tú con él?—Dijo Elizabeth evadiendo la pregunta de su prometido mientras jugaba con sus manos ya que temía de la respuesta del joven
—Amor te lo eh dicho muchas veces el es mi compañero de trabajo, yo le pedí que te invitara a la fiesta que le organizamos—contesto Anthony
—Con razón ese nombre me lo había sacado de algún lado—pensó la joven lamentándose de haber dicho ese nombre, pero antes de decir algo, un chico de unos 19 años salió de la puerta que se deponía a tocar hace unos instantes, el chico era alto, rubio, ojos color miel y piel blanca.
—Oh Rick que bueno que sales, Elizabeth te estaba buscando—comento Anthony tomando a la chica de los hombros
—Que bien seguro venias a confirmar que asistirás a mi fiesta ¿Verdad?—Dijo Ricardo sonriéndole a Elizabeth muy coquetamente
—Ahm si…bueno eso creo, saben chicos tengo mucho que hacer por lo de la boda es así que los dejo—concluyo ella despidiéndose de los dos jóvenes y alejándose de ellos rápidamente sin darle oportunidad a alguno de hablar.
Ya habían pasado varias horas después de que Elizabeth había conocido a su primer pretendiente, ya aun trataba de convencerse de que lo de aquellas monedas no era cierto, que solo era una coincidencia muy grande.
—¡Genial! Me caso en dos semanas y esto pasa y para colmo es 3 años menor que yo — pensó Elizabeth mientras caminaba con total apuro con rumbo a recoger sus invitaciones y en su rostro se reflejaba total enfado. Pero por estar tan metida en sus pensamientos y caminando tan deprisa no se fijo por donde iba y choco con un chico derrumbándolo
—¡Hay lo siento!—Se disculpo Elizabeth extendiéndole la mano a aquel joven para que se levantara
—¡Oye fíjate por donde vas!— le grito el chico llevándose una mano a la frente y su cara hacia una expresión de dolor, el joven era pelinegro, ojos negros como la noche y piel blanca como la nieve que empezaba a caer en esos momentos.

 

Las 5 monedas del amor capitulo 3

—¡Oye fíjate por dónde vas!— le grito el chico llevándose una mano a la frente y su cara hacia una expresión de dolor, el joven era pelinegro, ojos negros como la noche y piel blanca como la nieve que empezaba a caer en esos momentos

—¿Pero que…? Si el que se debería fijar es otro— le contesto Elizabeth muy enojada y cruzando los brazos

—Si claro, ahora las locas andan sueltas—Bufo el chico de cabellera negra mientras se levantaba del suelo aun muy enojado

—Oye amor ¿Estás bien?— Dice Anthony apareciendo de la nada y tomando a la chica por los hombros

—¿Ella es tu novia? Porque si es así deberías pensar en amarrarla— dijo el pelinegro, haciendo una mueca y mirando a otro lado

—Mira tú, yo no sabía que los zombis nos estuvieran atacando— se burlo Elizabeth, por el color de piel del chico ya que era muy blanca-pálida

—Tonta, mejor me voy no tengo tiempo para discutir con una mujer tan infantil— finalizo por fin el chico para después darse media vuelta—por cierto yo que tu consideraría el amarrarla— dijo el sacando la lengua, para después irse.

—¿Eh? ¿Qué rayos fue eso?— Dijo Anthony muy desconcertado ya que no entendió muy bien lo que había pasado

—Infantil ¿yo? Jaja que idiota— pensaba Elizabeth sin prestarle atención a su prometido

—Oh mira a olvidado su billetera, tal vez se le cayó cuando chocaste con el comento Anthony recogiendo el objeto del suelo— vamos a devolvérsela.
—Ah sí claro y también de paso le invitamos un café— dijo Elizabeth con total sarcasmo en cada una de las palabras

—Ya entendí, ahora vuelvo—dijo el joven de mirada café, pero antes de irse Elizabeth le quito la cartera de la mano para averiguar algo que le daba miedo saber. Pero solo confirmo lo inevitable, abrió la cartera encontrándose con una identificación a nombre de Reinaldo Ortega, la joven le entrego la carta a su prometido y este salió corriendo en busca del chico dueño del objeto, mientras Elizabeth se quedo ahí parada analizándolo todo.

-Muy bien esto ya parece verdad… pero no lo es- pensó la joven tratando de convencerse aunque en el fondo sabia que todo aquello estaba pasando y que era verdad. Pero aun así mejor decidió olvidarlo eh irse por la invitaciones para su boda la cual ahora dudaba que se llevaría a cabo.

 

Las 5 monedas del amor capitulo 4

En cuanto Elizabeth recogió sus invitaciones saco una hoja de papel de uno de los bolsillos de su abrigo, desdoblándola y diciendo en voz baja los nombres y direcciones que se encontraban apuntados en la hoja, dirigiéndose a cada una de aquellas direcciones y entregando sus invitaciones hasta que llego a un domicilio que no se le hacía para nada familiar, era una casa grande pintada de color blanco y en las orillas de las ventanas tenia detalles café obscuro definitivamente aquel domicilio parecía como si se hubiera metido en un cuadro. Elizabeth toco la puerta de aquella casa, de la cual unos segundos después salió un joven alto, de cabello café claro, ojos color miel y piel blanca, vestido con unos jeans azul marino, una camisa botones roja y unos tenis Converse negros, a simple vista a Elizabeth le pareció un hombre interesante, fresco y nuevo.

—En que te puedo ayudar?— pregunto el chico sonriéndole a la pelinegra mientras se recargaba en el marco de la puerta con un vaso de limonada en su mano

—Estoy buscando a Beatriz Villas ¿ella está?— pregunto Elizabeth ladeando un poco su cabeza para poder ver hacia el interior de la casa

—Por el momento no está.

—Oh ya veo entonces puedes darle esta invitación de mi parte por favor—dijo Elizabeth extendiendo sus manos con el objeto

—Claro— respondió con normalidad el joven pero al abrir la invitación se sorprendió de de ver el nombre de la novia— Elizabeth… ¿Eres tú?

—Nos conocemos— hablo Elizabeth desconcertada

—¿Acaso no me recuerdas? Soy yo Alejandro Ruiz éramos mejores amigos en la primaria.

—¿Alejandro? ¿Cómo es que tú vives aquí?

—La dueña era una amiga de mi mamá y me deja vivir aquí con la condición de que le ayude a adornar su casa con pinturas.
—Oh ya veo cuanto tiempo sin vernos.


—Si ya lo creo, pero pasa tenemos tanto de que hablar.

Después de esa charla, Elizabeth entro a la casa la cual era igual de impresionante por dentro aunque estuviera pintada de igual manera solo que a diferencia de afuera, adentro estaba adornado con muchas pinturas de diferentes paisajes. Alejandro condujo a Elizabeth hasta la sala en la cual había muchas cosas para pintar regadas por todas partes, Elizabeth se sentó en un sillón pequeño de color vino mientras Alejandro en una silla de madera.

—Ahora dime como es que te vas a casar— pregunto Alejandro mirando a Elizabeth

—Créeme que ni yo me lo creo—respondió esta con un tono burlón para después reír

—Ya lo creo pero…— Alejandro no pudo terminar porque Elizabeth se levanto del sillón y comenzó a caminar a la salida seguida por el chico

—Lo siento pero no puedo quedarme— dijo Elizabeth para después abrir la puerta de la casa y salir quedándose parada en la entrada

—Está bien entonces luego nos vemos— respondió Alejandro de manera tranquila pero triste

—Sí, adiós- se despido Elizabeth para después irse seguida por el sonido de una puerta cerrándose.

La joven ahora tenía su rostro triste y pensativo, porque a decir verdad ella no recordaba nada a Alejandro Ruiz, es mas ni al momento de lanzar las monedas le paso por la cabeza que ella conocía a cierta persona. Pero no apropósito había olvidado la existencia de Alejandro en su vida, sino que aquel joven la había lastimado de una forma tan fea y jamás lo pudo perdonar. Y fue que cuando ellos entraron a 6to grado el chico por alguna razón extraña le dejo de hablar pero esto paso de no hablar a una ley del hielo mortal que termino por lastimar a Elizabeth. Mientras ella recordaba todo eso caminaba a paso lento y cabizbaja por el Regent`s Park hasta que se canso de andar sin rumbo por ahí que se sentó en una de las bancas del lugar mientras una bolita de personas admiraba a un chico tocar la guitarra y cantar tan maravillosamente, y aquella hermosa voz llamo la atención de Elizabeth acercándose a la bolita para ver mejor.