de Dragon Ball - Una pregunta inoportuna

Tema en 'Dragon Ball' iniciado por Dororo, 28 Mayo 2014.

  1.  
    Dororo

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    Aries
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    Una pregunta inoportuna
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    Comedia
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    Para la actividad: «Eterno resplandor de una mente Sayajin» de Fenix Kujo. Gracias a mi hermanito por la misma. Advierto que no acabé de entender el objetivo hasta el final, por lo que creo que no cumplí con lo que se pedía. Lo siento, pero cuando me di cuenta ya no tenía tiempo de escribir nada más, así que esto tendrá que valer.


    Adivinanza:
    Con un niño y un deseo recorrió el mundo entero
    Sin que nadie esperara ayudó a un guerrero a comenzar desde cero.


    Respuesta: Bulma

    Recuerdo: ¿Qué enamoró a Vegeta de Bulma?


    UNA PREGUNTA INOPORTUNA


    Odiaba esa sensación de estar pasando algo por alto. El no poder concentrarse en su necesario entrenamiento por tener la mente puesta en otro lado y la tensión acumulada en sus músculos, provocada no sólo por el esfuerzo físico.

    Aborrecía escuchar una y otra vez en su cabeza la inoportuna pregunta. La imagen de su hijo, mirándolo inocentemente desde la mesa del desayuno, y el abrumador silencio que se había hecho después de la misma; acompañado de cinco pares de ojos clavados en él —incluyendo los del minino que descansaba en el hombro del doctor—. ¡Por Kami, si hasta el gato tenía curiosidad!

    No podía dejar de oír el sonido de la silla, chirriando contra el suelo, cuando se había levantado abruptamente y salido de la cocina como si le persiguiera el mismísimo diablo, murmurando incongruencias en su huida y perseguido por el brillo expectante en los iris azules de Bulma, en espera de una respuesta.

    —¡Maldito crío! —masculló entre dientes. Había algo más que curiosidad en esos ojos azules. Mucho más.

    Su mañana de sábado había comenzado como cualquier otra: ducha rápida de agua fría y taza de café en la cocina para acabar de desperezarse, mientras esperaba impaciente su copioso desayuno, antes de iniciar una de sus interminables sesiones de entrenamiento en la cámara de gravedad.

    Hasta aquí todo normal, exceptuando el hecho de cuando se sentó en la mesa su hijo ya estaba allí escribiendo alguna cosa en su cuaderno de la escuela. Al parecer el mocoso estaba haciendo los deberes. Eso no auguraba nada bueno, si el niño terminaba los deberes demasiado pronto tendría el resto del fin del semana libre para andar enredando por la casa.

    Poco después se les habían unido el loco doctor y la rubia descerebrada que, como era habitual, no había dejado de soltar sandeces desde el momento en que entró por la puerta. Por suerte para él, Bulma llegó a los dos minutos acaparando la atención y la charla de su madre, mientras trajinaba en la cocina.

    Sólo el tiempo lo había inmunizado a la perorata de ambas mujeres y ahora era capaz de ignorar completamente su absurda verborrea como si no estuvieran en la habitación. Algo que agradecía profundamente. No entendía cómo el doctor podía quedarse tranquilamente sentado y escuchándolas, participando incluso de vez en cuando en la conversación, como si el solo hecho de que abrieran la boca no le produjera un dolor de cabeza.

    Aún absorto en sus pensamientos, se dio cuenta que Trunks había levantado varias veces los ojos del papel y le había mirado dudoso, devolviendo la vista a lo que estaba haciendo. No iba a caer en la trampa y preguntarle qué pasaba. No, no iba a correr el riesgo de que se lo explicara y, por una cosa u otra, sus planes para el sábado se fuera al garete. Iba a tomar su desayuno en cuanto se lo sirvieran, se alejaría de la cocina lo antes posible y dedicaría su mañana a entrenar.

    Para su desgracia, la rubia chiflada también había notado las miradas y las dudas de su nieto.

    —¡¿Qué le pasa a mi chiquitín?! —gritó, despertando a todo aquel que no lo estuviera ya a esa hora de la mañana en ciudad del Oeste, al tiempo que apapachaba y estrujaba al niño que trató de deshacerse del abrazo de su abuela, ruborizándose visiblemente cuando ésta le plantó un sonoro beso en la mejilla.

    —¿Tienes algún problema con tus deberes, cielo? —preguntó Bulma, endulzando su voz y desviando de inmediato toda su atención a su hijo.

    A su espalda algo chisporroteaba en la sartén. Vegeta no pudo evitar fijarse en el humo que empezaba a elevarse de la misma. Confirmado, era casi seguro que acabaría quemando el desayuno. «¡Cómo si no fuera suficientemente malo con el sabor!», pensó.

    Una vez libre del acoso de su abuela, Truks bufó sonoramente sabiéndose ahora el centro de todas las miradas y se volteó para enfrentar la amplia sonrisa de su mamá. A su espalda, el humo comenzaba a adquirir un sospechoso color negro.

    —La profesora de lengua quiso que escribiéramos una redacción acerca de cómo se conocieron nuestros padres —dijo, tímidamente y con aire preocupado, como si estuviera reflexionando acerca de la cuestión. Por un breve segundo la sonrisa amenazó con borrarse del rostro de su madre, pero sorpresivamente se mantuvo allí e incluso pareció ampliarse—. Y a mí… Bueno yo… —titubeó, volviendo de pronto la mirada a su padre por enésima vez aquella mañana.

    «¡Uh, uh!», negó mentalmente el príncipe, enarcando su ceja izquierda y presagiando el desastre cuando los ojos de todos los presentes se posaron en él. Aquello, y el vivo sonrojo que cubrió el rostro de su hijo, no auguraba nada bueno.

    —Quisiera saber qué fue lo que te enamoró de mamá —concluyó en voz baja, clavando expectante sus ojos azules, tan parecidos a los de su madre, en su progenitor.

    Y con esa simple pregunta, todos sus planes de una placentera mañana entrenado, se fueron al traste.

    El olor a chamusquina y el tenso silencio se apoderaron de la cocina, después de aquello lo único que pudo hacer fue salir de allí lo antes posible, maldiciendo en voz baja ante tanta tontería. Al fin y al cabo, el desayuno ya se había quemado…

    …​

    —¡Joder! —voceó, cuando uno de los disparos laser de sus «bot» de entrenamiento pasó rozándole el hombro, desgarrando su «espandex». Sólo sus rápidos reflejos evitaron que saliera herido.

    La ira destempló sus nervios, destrozados por la falta de concentración. ¡No había manera de que pudiera entrenar así! Airado, formó una bola de ki tras otra en su mano y se entretuvo en desquitarse con los estúpidos engendros mecánicos, hasta acabar con todos ellos.

    Se acercó al panel de control y lo golpeó con saña, enseguida la cámara dejó de zumbar y la gravedad se normalizó, al tiempo que las luces se encendían. Tomando la toalla del respaldo de una silla, la pasó por sus hombros y limpió el sudor que escurría de su frente.

    «¡Joder!», repitió, está vez para sus adentros, cuando observó el desastre que había dejado alrededor. Su rabia había arrasado el lugar. «Bulma no estará feliz con esto», pensó, negando con la cabeza. Ya podía oír sus gritos y reproches por tener que reparar tal destrucción.

    No pudo evitar la sonrisa que se formó en sus labios ante la idea de ella gritándole. Desde que había vuelto, después de su batalla con el androide XX, se la había pasando gritándole. Arrugó el ceño pensativo, de hecho, siempre le había gritado. Recordó de pronto que, cuando se conocieron, achacó todas esas voces a que era una humana vulgar.

    ¡Y cómo se enojaba cuando la llamaba así! Humana y vulgar.

    Su sonrisa se ensanchó y una avalancha de imágenes inundó repentinamente su cabeza. Rememoró cuanto le irritaba por aquel entonces, la de veces que él la amenazó y le gritó aún más fuerte. Las discusiones en que tenía que apretar sus puños y pegarlos a lo largo del cuerpo para evitar que sus manos la estrangularan. Los insultos que había proferido en su contra y las burlas que ella enfrentaba siempre con descaro, a pesar de saber que podría aplastarla de un manotazo, como si de un insecto cualquiera se tratara.

    ¡Ah! Pero eso no amilanaba al torbellino de pelo azul.

    Ella era valiente, decidida y agresiva. Digna de un príncipe. Se había dado cuenta de ello el día en que todos salieron al encuentro de Freezer, ese día que, sin saberlo, vio por primera vez a su hijo. Bulma había llegado en su nave mientras sus temblorosos amigos y él mismo esperaban el aterrizaje del tirano. No había miedo en su aptitud, sólo curiosidad. Y a pesar de los reproches de todos por su presencia, había hecho frente a sus comentarios con tesón y valor. Era testaruda cuando se lo proponía.

    La sonrisa amenazó con instalarse permanentemente en su rostro al igual que todos y cada uno de los recuerdos que le sobrevenían. «A mí ninguna mujer vulgar me da órdenes», le había dicho aquella vez que hizo explotar la cámara de gravedad, podía revivir el momento como si apenas hubiera pasado el tiempo. ¡Qué equivocado estaba! Desde el principio obedecerla se había convertido en algo natural para él. No entendería jamás el porqué.

    La luz se hizo en su memoria y su semblante se volvió mucho más serio… Ahí estaba ella, justo después del accidente, cuando despertó aún herido y la sorprendió velando su descanso. Y aunque su pasado todavía era un libro en blanco en muchos aspectos, algo le decía que nunca, antes de aquel momento, alguien había hecho algo así por él. Nunca nadie se había preocupado lo suficiente por su bienestar, a nadie antes le habían importado sus heridas, a nadie le había interesado si vivía o moría. Sólo a esa indómita mujer de corazón salvaje y profundos ojos azules.

    De repente, su estómago rugió sonoramente. Dejó de vuelta la toalla en la silla mientras la sonrisa reaparecía en sus labios. Mucho más tranquilo echó a andar hacia la puerta. Por supuesto no iba a contarle a nadie lo que había recordado y, mucho menos, contestar la inoportuna pregunta de Trunks por más que ya supiera la respuesta. ¡Aún tenía su orgullo! Pero la tensión se había diluido y estaba seguro que nadie mencionaría el incidente, así que era hora de volver a la cocina para su almuerzo. Al fin y al cabo, ya se había saltado el desayuno.
     
    Última edición: 7 Junio 2014
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    InunoTaisho

    InunoTaisho Orientador del Mes Orientador

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    Ya te había extrañado en este foro!!! A mi parecer la historia esta bien aunque no concuerde mucho con la adivinanza planteada. Es que la pareja de Vegeta y Bulma es atrayente aunque también tiene sus detractores, y sobre todo, cuando se trata de recuerdos juntos o buenos momentos que hayan pasado como pareja, ya que al Príncipe le resulta muy difícil abrirse y aceptar todos los sentimientos que su mujer le despierta. Buen trabajo y de verdad te deseo una buena calificación. Desde ya cuentas con mi voto... ☺
     
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    Fénix Kazeblade

    Fénix Kazeblade Creador de mundos Comentarista destacado

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    Antes que nada gracias por participar en la actividad hermanita.
    @InunoTaisho aclarando aquella inquietud, es por que entre la adivinanza y el objetivo había poca relación ha excepción de que eran de dragon ball, se conectaban en el hecho de que la adivinanza formó parte de un juego previo a encontrar el objetivo a escribir y se refería al avatar del personaje que contenía dicho objetivo.
    Comenzando por el comentario, veía bastante difícil el poder alcanzar a narrar el enamoramiento de Vegeta sin rayar en OoC o algo similar al menos presentarlo en las actitudes más recientes del sayajin -que igual no estoy en contra en lo personal- pero nos encontramos con el Vegeta clásico y con una historia bastante verídica que como pudo ocurrir este hecho, bien narrada, estructurada y argumentada de como se dio, acompañada además hasta con una breve introducción de hechos con los deberes de Trunks que bueno cumple su papel de darle un proposito a la historia y le da la coherencia necesaria.

    Mi calificación:

    Excelente


    -Fenix Kujo-
     
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    Víngilot

    Víngilot Usuario común

    Virgo
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    Me ha agradado el relato, no es muy común profundizar en el lado sentimental de Vegeta y además acertar, respetar a uno de los íconos de la villanía de Dragon Ball sin hacerlo pasar por un simple guerrero domesticado, la escencia de este personaje lo exige. La verdad ya había olvidado algo de la serie, así que leer estas líneas me ha hecho volver a ver mis discos y álbumes.
    Principalmente me gustaron algunas frases: llamar "torbellino de pelo azul" a Bulma, muy representativo; "Nunca nadie se había preocupado lo suficiente por su bienestar, a nadie antes le habían importado sus heridas, a nadie le había interesado si vivía o moría", debe ser una daga en el alma guerrera de Vegeta haber encontrado en el universo a alguien, que a pesar de todos sus crímenes, lo valorara y aceptara.
    Y qué monada el buen Trunks poniendo en apuros a nuestro villano, y éste haciendo lo mismo con su mujer después que se entere cómo ha dejado la cámara de entrenamiento, je, je.
    Muchas felicidades Dororo, sabes que se te estima y me alegra que hayas obtenido el primer lugar, excelente relato. Hasta pronto. Un placer.
     
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