Te amaba antes de conocerte y lo haré hasta el fin de mis días

**Te amaba antes de conocerte y lo haré hasta el fin de mis días**​

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Angustia, nervios, entusiasmo, alegría. No sabía cuál de estas emociones me describía en aquel momento, muy posiblemente todas aquellas. Lo único seguro es que no podía predecir lo que pasaría a continuación, no había manera de saber si serían buenas o malas las noticias.


Horas eran lo que llevaba esperando afuera de aquel consultorio con la mano entrelazada firmemente a la del hombre a mi lado, mi esposo. Antes de aquello habíamos tenido que esperar severos días a mí parecer para poder confirmar un solo hecho; estaba embarazada. La felicidad era tan inmensa que hasta podía sentir como se desbordaba de mí cuerpo para extenderse por todo a nuestro alrededor. Recuerdo a la perfección como las manos de mi esposo sujetaron mí cintura y me elevaron por los aires dando vueltas y vueltas, aun tenía esa sensación del suave beso que depositó en mí vientre que ahora albergaba a nuestro hijo.


Y desde aquel momento le amé, y los días imaginando como sería cargarle, las desveladas por las que pasaría y muchos momentos más con nuestro futuro hijo o hija pasaron de una a una. Ahora como ya he mencionado antes, me encontraba en la sala de espera del consultorio para el momento de mi revisión. Los primeros cuatro meses se fueron volando y mi vientre fue tomando forma. Ya era el momento, momento de conocerle y verle por primera vez (aunque fuese por una pantalla).


Diez minutos más pasaron antes de que la puerta se abriera dejando salir a otra pareja que pude observar estaba más que contenta. El doctor salió y estrechó nuestras manos para a continuación invitarnos a pasar al interior. Después de unas breves instrucciones hacia mi persona me recosté en la camilla.


Aquellos segundos antes de que iniciara la revisión fueron cruciales y significativos para mí. Lo había hablado tantas veces con mi esposo, niña o niño le amaríamos. Durante esos precisos momentos fugases imágenes pasaron por mi mente, en unas me encontraba yo con una hermosa nena y después otras más de una pequeña con el rostro borroso pero sabía que sonreía en cada ocasión .Desde cuando vestía de princesa hasta las compras en el centro comercial, todo.


Luego fue lo opuesto, esta vez era yo con un varón en brazos. Imágenes de él jugando con su padre, nuestras primeras discusiones por sus travesuras, su cumpleaños y más. En ambos casos el sentimiento fue inmenso y gratificante.


Para cuando me di cuenta el gel ya estaba extendido a lo largo de mi estómago, una sensación fría que no sabía si clasificar por agradable o molesta, pero daba igual pues era para verle a él o ella. Mi esposo tomó mi mano entre las suyas y besó mi frente. En la pantalla comenzaron a formarse unas figuras y para antes de que el doctor lo dijera yo ya me encontraba con el rostro mojado por lágrimas, lágrimas de felicidad y pude percibir que mi esposo estaba a punto de ponerse en la misma situación que yo, y vi el amor en sus ojos, el mismo amor que sentía yo en aquellos instantes.


No se trataba de una niña o un niño, era aún mejor, ambos. Lo supe cuando el doctor después de ver nuestras lagrimas explicó el sexo de los dos bebes.


Y me enamoré de sus cuerpecitos, de sus diminutas manos y pies, me enamoré de la forma en que ambos parecían abrazarse, y el sentimiento fue hermoso. Recibí una de las más grandes bendiciones en este mundo. Besé como nunca a mi marido y al mismo instante ambos acariciamos el lugar en el que residían nuestros hijos ignorando la presencia del gel, eso ya no importaba. Solo importaba el amor que sentíamos, pues antes de conocerles ya les amábamos y será así aun mas allá de nuestra muerte.








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¿Ya se imaginaban algo como esto a partir del titulo o pensaron sería otra cosa?
¿Se han preguntado como fue ese momento para sus mamas, el como paso?
¿Les gusto?