Justa revancha

Justa revancha
​

Al Norte de Erie, Pensilvania se encuentra una pequeña comunidad, rodeada por la lúgubre naturaleza del bosque, no hay vivienda alguna que escape de su asecho. Existe también un hermoso y cristalino lago, que refleja la excesiva serenidad de sus habitantes — ¡Ah, sus habitantes! — Magnificas criaturas, rebosantes de dicha y malicia reprimida, perfecta combinación para tan tétrico lugar. Cada vivienda posee una mínima porción de bosque, pero existe una excepción, en las colinas, cerca de los límites del pueblo, se aprecia una vieja casona que es abrazada por la espesa negrura del bosque — ¡Dichosa la morada, que tiene por guardián al espíritu de la naturaleza —

Los huéspedes de dicha morada son una diminuta familia — Andrew Bennett — sujeto rudo, corpulento, alto, de un mirar ojiazul penetrante, sus facciones lo asemejan a un tirano; — Danna Bennett — frágil mujer, que en su verde mirar se enmarca la tristeza sin menguar su belleza; fruto de su vientre — Kathryn Bennett — inocencia pura de piel nívea, rostro angelical que es adornado por dos lumbreras chocolate, idénticas a las de su progenitor.

— Igual que ayer — los primeros rayos del sol iluminan la patética morada, muy pronto comenzaran sus predecibles labores. Es agradable vislumbrar a los juguetones rayos del astro rey; iluminan cada rincón de oscuridad, apaciguan lo taciturno de las cosas dejando entre ver su belleza; — ¡Oh, ahí vienen! — será interesante escuchar su conversación:

— ¡No quiero ir! — chilla la pequeña mientras patalea y se arrastra.
Danna con calma, le dice — Kathryn, por favor — pero ella no sede, continua con su espectáculo.
— ¡Basta ya! — ordena una voz mientras se acerca a ambas — Apártate Danna — le dice a su esposa dedicándole una mirada amenazante, ella obedece, y poniéndose a la altura de Kathryn espeta — Atente a las consecuencias de tus actos — finaliza cogiéndola en brazos, para dársela a su madre.

Eso fue — Extraño — él nunca es así, siempre intenta ser cariñoso para no parecer un monstro, esta vez logro atemorizarla. — Ahora, la cuestión, ¿Qué hacer? — podría seguir al sujeto de mi interés y contemplar una vez más la crueldad humana, pero eso desgataría mi fuerza, además ya he perdido bastante tiempo, lo mejor será esperar. El tiempo es tan trivial, pero necesario, y la espera es larga y tediosa — ¡Que fastidio! —

Los abrazadores rayos del sol anuncian su llegada — En mejor lugar no puedo estar — la copa de un árbol tan alto como el cielo, pero se hunde en el infierno con tan lóbrego aspecto. — Música para mis oídos — sus diminutas pisadas resquebrajan las hojas secas, avanza dando pequeños saltos que hacen volar sus onduladas hebras rubias, sus frágiles manos sostienen el abombado vestido rosa; la inocencia que desborda es nauseabunda — ¿A qué viene aquí? — lo único que hace es dar vueltas cual cachorro, balbucea idioteces a la nada, y termina tumbándose sobre la tierra para ver las nubes — Siempre tan sola, casi siento lastima —

El molesto sol se ha marchado, puedo divisar las primeras estrellas y en el firmamento una hermosa luna ambarina ilumina el lugar — Ya es hora —

— ¡Hola, pajarito! — me dices con tu angelical voz.
— ¿Pajarito? — te respondo, me miras con asombro y sonríes.
— ¡¿Hablas?!, los pájaros no hablan —
Me acerco a ti para decirte — No soy un pajarito, soy un “cuervo” —
Ahora tu mirada es ingenua, enarcas una ceja y hablas — Me tengo que ir —

Eres rápida, corres como caballo desbocado; despliego mis negras alas para alcanzarte, desciendo con gracia delante de ti mostrándote mi imponente ser, permitiéndote apreciar mi majestuoso plumaje del color de la noche, y también mi alargado pero filoso pico; clavo mis penetrantes ojos negros en los tuyos, y con voz lúgubre y severa te anuncio — “Soy el guía hacia las puertas del paraíso y las llamas del infierno, me encargo de las almas en desgracia, otorgándoles una segunda oportunidad” — en tu expresión hay miedo, tus ojos están cristalinos, tus piernitas te fallan haciéndote caer al suelo — Aun no termino, “La peor de tus pesadillas te abrirá a la verdad” — Estas tumbada en la fría tierra llorando, gritas por papá y mamá, casi puedo palpar tu miedo; oigo sus pasos acercarse, emprendo el vuelo y contemplo la lastimera escena, ambos intentando consolarte, tu solo tiemblas en los protectores brazos de él; vuelvo a la copa de aquel árbol, contemplo mi obra de arte y de nuevo me toca esperar.

—Ya es media noche, ha llegado el momento — me veo forzado a regalarle un tortuoso sueño; sus ojos y los míos están conectados — ¡Ah, pobre! — es un mal necesario, tan solo basta con cerrar mis ojos con suavidad, para conducirla a la peor de sus pesadillas.

— Twinkle, twinkle, Little star; how I wonder what you are?, up adove the world so high, like a diamond in the sky. Twinkle, twinkle, Little star; how I wonder what you are?, — entona Kathryn mientras recolecta pequeñas flores en un hermoso y verde prado, dentro de su mundo de ensueño. El escenario cambia estrepitosamente, Kathryn se encuentra en el bosque dando vueltas de un lado a otro, observando sus manos nerviosas frente a ella.

Es sacada de su pensar por una voz — ¡Maldito infeliz! — espeta la voz al propinarle un golpe en el rostro.
— Siempre tan sutil, Bennett — dice la pequeña limpiándose la sangre del rostro.
Con una mueca parecida a una sonrisa le responde — ¿Acaso esperabas un abrazo?, Ubriacco — arrastra su última frase con veneno, dándole otro golpe, esta vez en la quijada.
— ¡Tú, siempre tan imprudente Andrew! — articula Kathryn poniéndose de pie — ¿A qué has venido? — lo cuestiona viéndole a los ojos.
— Simple, a deshacerme de la basura — objeta Bennett.
Kathyn tiene un gesto de molestia e incredulidad, estaba a punto de articular palabra, cuando siente un líquido pestilente sobre ella, seguido de un golpe en la boca del estómago, haciéndola caer de boca al suelo.
— Fácil — comenta Bennett — Sumamente sencillo, pan comido — dice mientras vacía el resto del líquido sobre ella.
— ¡¿Gasolina!? — grita con dificultad — ¿Acaso estas demente? —
La mira con repulsión y burlón responde — No — le dice posicionándose frente a ella para continuar — Sera rápido, pero para ti, lento y doloroso — termina arrojándole un fosforo; retrocede lentamente, apreciando su obra maestra, los gritos de dolor son música para sus oídos, su rostro refleja la satisfacción de sus acciones, la superioridad con la que la mira y la falta de escrúpulos en su risa son incomparables. Se acerca cauteloso y triunfal al carbonizado cuerpo para dedicarle sus últimas palabras — Cuidare bien de Danna —

—Espantoso — aunque, he de confesar que ese sujeto tiene agallas — Admirable — terminar con la vida de alguien sin titubear, rápido y sin errores, no cualquiera; ahora estoy divagando, tengo que acercarme, ella está por despertar. Sus desgarradores gritos corrompen el silencio, estoy por llegar, a tiempo para el espectáculo.

— ¡Aaahh, no papi, por favor! — es lamentable el alarido que escapa de su boca.
Sus padres irrumpen su habitación alarmados.
— ¡Mamá, ayúdame! — clama a gritos a su progenitora.
Incrédula de tan terrible espectáculo ella avanza hacia su hija — Abre los ojos, aquí estoy —
Con su cuerpecillo bañado en sudor, y sus ojos derramando gruesas lágrimas es tomada en brazos, alza su patético rostro y vuelve a gritar — ¡No, tu no! — patalea y manosea a su captor, queriendo deshacer el agarre.
Su padre la deja sobre la cama en compañía de su madre, solo observa el miedo que le tiene su ángel, su razón de ser, paciente y delicado se acerca para decirle — ¿Qué es lo que pasa mi niña? —
Refugiada en el pecho de su madre responde — ¡Ya no te quiero, eres malo! —ambos adultos se miran incrédulos y ella continua — Tú me lastimaste, ¡No me quieres! —

Ahora el silencio es tortuoso, el llanto es apenas perceptible, — Siniestro — esa niña no dijo mucho, pero si lo suficiente para plantar la duda en él, — El — que se lucia de su valentía, está dudando, puedo sentir su nerviosismo — Cobarde — al fin se muestra tal cual es; por hoy es suficiente, mañana todo terminara.

Con el alba se aprecia la llegada de majestuosas aves; fieles compañeros de la muerte y la vida, su imponente ser se apodera del paisaje, no hay árbol libre de su presencia, son el augurio al retorno —¡Justicia! — es mi grito de guerra; despliego mis alas dejando libre su alma — ¡Ve por tu revancha! — es majestuoso contemplar su andar, directo a ella, aquella criatura que facilitara el trabajo; un trabajo impecable, el pequeño cuerpo sale de casa a toda prisa siendo perseguido por aquel sujeto, ninguno se ha percatado de nuestra presencia — Divertido — centenares de ojos están atentos a sus movimientos, escrudiñan cada paso, vigilando, esperando el momento para actuar.

Han llegado a un pequeño recoveco del bosque, en donde los árboles son aterradores e imponentes, los rayos del sol los traspasan cual si fuesen fantasmas, descendemos tomando asientos de primera fila sobre sus ramas, las dos siluetas están inmóviles, mudas, expectantes, ella de espaldas a él; claramente él, impaciente se acerca, le coge su escuálido hombro girándola — ¡Horroroso! — su piel pálida como cadáver, su rostro serio y frio, sus lumbreras chocolate sin brillo lo miran fijamente con odio, traspasando su ser, mirando fijamente su alma, su miedo.

— Tanto tiempo sin vernos — espeta la pequeña con voz sarcástica.
Andrew la mira fijamente y responde — ¡Déjate de bromas, y vámonos! —
En su rostro se forma una sonrisa de lado — ¿Así es como tratas a tus viejos amigos?—
— ¡Kathryn, me estas colmando! — le dice molesto.
— ¡Vamos!, no desesperes, será rápido, pero para ti lento y doloroso — culmina su frase con odio.
Bennett queda estático ante esas palabras, solo puede articular — ¿Qué fue lo que dijiste? —
— Solo repetí lo mismo que tú hace seis años, ¿Lo has olvidado? — le informa divertida.
— ¿Daniel?, ¿Daniel Ubriacco? — pregunta incrédulo.
Con una sonrisa macabra adornando su palidez le dice — ¿Quién más? — divertida por su patética reacción continua — ¿Acaso esperabas a San Nicolás? Ya estas bastante grandecito Bennett —
Andrew recobra un poco de cordura y logra hablar — Es imposible, tu estas muerto —
— Muerto — dice en susurro regalándole una mirada amenazante acompañada de una siniestra sonrisa
Bennett se queda inmóvil, observando cautelosamente la figura frente a él; físicamente se trata de su hija, pero su esencia le pertenece a Daniel Ubriacco. Con cautela retrocede un par de pasos, siendo advertido por ella — ¡Ten cuidado papi, te estamos vigilando! — al mirar su rostro angelical, se topa con una maligna mirada carente de emociones, que viene acompañada por una mueca de malicia; Bennett alza la vista solo para toparse con un terrorífico espectáculo, centenares de majestuosos cuervos posados sobre las ramas de los árboles, escudriñándolo con sus penetrantes y espantosos ojos negros.

— ¿Qué es lo que planeas? Y ¿Para que necesitas a mi hija? — pregunta Andrew
La mirada de Kathryn se enfurece, sus facciones demuestran cólera reprimida y con dureza reclama — ¡¿Tu hija?! — inhala y exhala con brusquedad — Que yo recuerde, ¡Es mía! — clavo sus penetrantes ojos chocolates en los azules de el — ¡Mírala!, mira bien estos ojos, ¿No te recuerdan a alguien? — continuo mirándolo fijamente, en espera de una respuesta, sin embargo solo obtuvo silencio. El silencio se hizo presente, el lugar se tornó nauseabundo, indescriptible ante mis ojos, dos sujetos frente a frente expectantes el uno del otro, pero nada sucede.

— ¡Basta! — grita Kathryn desesperada — ¡No más juegos, terminemos con esto! — le dice a su padre mientras se acerca a él, estando a una distancia considerable levanta su diminuta mano y la coloca en su rostro, Andrew queda impactado al ver de nuevo la calidez de ella, desesperado la coge en brazos estrujándola contra él.
— Papi, bájame — le pide ella con voz dulce
Antes de hacerlo el besa su frente en señal de cariño, la deposita con suavidad en el suelo y le tiende su mano para irse, ella lo sujeta con fuerza, — Vámonos, mamá espera — dice dando un paso al frente, siendo detenido por ella
— ¿Te puedo contar un secreto? — le pregunta con una cara angelical e ingenua
— Claro pequeña, lo que quieras —
Jalándolo de la mano lo obliga a ponerse a su altura, con delicadeza se acerca a su oído y le susurra — Tú no eres mi papi — apartándose levanta su rostro

Me mira fijamente — ¡Es hora! — Mis hermanos y yo desplegamos nuestras alas, lanzándonos en picada hacia aquel infeliz, con audacia clavamos nuestros picos en su tibia carne, nuestras garras desprenden su piel, el olor a hierro impregna el aire — ¡Tortuoso martirio para ti, glorioso manjar para nosotros! — gritamos al unísono, esta fiesta apenas comienza. Nuestras plumas arden, nos ordenan liberarlo; de nuestros picos escapan graznidos de placentero dolor, las llamas del infierno nos cobijan, veloces nos impactamos con su cuerpo, sus gritos son deliciosos, poco a poco se consume en agonía, las vivaces llamas del infierno claman por su alma. Tortuosos instantes parecen eternos, las llamas carcomen todo a su paso, dejando pedazos carbonizados de lo que alguna vez fue un cuerpo, las lumbreras celestes siguen brillando —¡ Delicioso! — vuelo con rapidez hacia ellas, y de un solo movimiento las obtengo, dejo su venenosa lengua a merced de mis amigos — Basura — a eso te has reducido.

Kathryn continua perdida, se ve débil, con un andar torpe se acerca, su lánguido cuerpo flaquea y cae junto a él, ladea su rostro para toparse con el tuyo, sonríe satisfecha y dice — Me apodere de tu vida, compartiremos el mismo destino— se ríe de nuevo, observa por última vez el cielo y habla — Te veré en el infierno — Cierra sus ojos con pesadez, su respiración es pausada, su resplandeciente inocencia reluce extrañamente ante los dorados rayos del medio día.

Un pequeño dolor punzante en mi pecho y la liberación está hecha — Placentero — grotescos sentimientos inundan mi ser, hordas desgraciadas de recuerdos me abordan, espectrales siluetas claman a gritos mi presencia, etéreos ecos fantasmales resuenan mis oídos, embriagadoras almas demoniacas danzan ante mí, un millar de distorsionadas figuras destrozan mi caótico cerebro, ante mis ojos desfilan burlones los fantasmas, abrazadoras llamas del infierno marcan mi plumaje, tiñendo de sangre el frio suelo, trazando grotescos dibujos emprendo el vuelo en busca de mi revancha.