The Hunger Games Futuro

Todo comenzó con un espectáculo para sobrevivir
– ¿Una última vez? ¿Para la audiencia? –pregunté de manera vacía. Ella me tomó de la mano con inseguridad ¿Cuándo me dejaría ir? Un dolor cubrió mi pecho.

Y continuamos con algo mayor.
–No te preocupes. Te veré a medianoche– me das un beso antes de que pueda objetarme. Esa media noche nunca llegó. Me alejaron de tu lado, solo para hacerme poner en tu contra ¿Cómo iba a ser posible? Te amo más allá de mis pensamientos y ¿esperan que te odien? Aún si me cortaran un brazo nada cambiaría.

Hasta que algo que comenzó como un espectáculo…termino en algo más allá de la realidad.
–Tú me amas ¿Real o no real? – pregunto de manera nerviosa. No me queda duda de que yo te amo.

–Real– y en ese momento la pequeña parte de mi felicidad apenas estaba comenzando.

¿Qué siguió después? ¿Una familia feliz? Sí, creo que es eso. Jamás me cansaré de mirarte, jamás me cansaré de decirte lo mucho que te pienso y lo mucho que te amo. Ahora mismo en la pradera juegan los frutos de nuestro amor y estas a mi lado ¿qué más podría pedir?

–Peeta ¿Qué haces? –preguntas sacándome de mi ensoñación, ni siquiera noté cuando te acercaste –El pan se está quemando– te colocas un guante de cocina que dice mi nombre, regalo de cumpleaños que amablemente me diste.

–Pensando en ti Katniss– te digo sin dudar mientras observo como sacas la bandeja del horno, te quitas el guante y colocas un mechón que se ha escapado de tu hermosa trenza: aquella que llevas desde la niñez.

–Ya no somos adolescentes Peeta, con esta ya son dos charolas que se queman– miras el pan y recuerdo la vez en la que te ofrecí un pan similar, me arrepiento de aquel día.

–No importa. Vale la pena si vas a venir a regañarme cada que ocurra– comento con una sonrisa cariñosa sin dejar de mirarte.

–Tú sí que eres despreocupado– sé que lo que dices no tiene que ver nada con tus pensamientos, siempre ha sido así desde que te conozco. Ocultas tus sentimientos Katniss pero ¿Por qué?

–Lo soy –esta vez tu me miras. Tus ojos brillan ¿Qué piensas? Desearía poder leer tus pensamientos, saber que hay en ellos para así poder entenderte más. No puedo creer que hayan pasado tantos años y aún parece que hay tantas cosas por saber.

–Eres una persona muy confiada– me dices con una sonrisa mientras te acercas. ¡Oh! Así que pensabas en mí, un sentimiento de felicidad inunda mi ser. Tus brazos rodean mi cintura y tu frágil cabeza pero fuerte cuando lo requiere se reposa en mi pecho. Agachó el rostro y aspiro tu aroma. Tan único, tan inigualable.

–Te amo Katniss– las palabras son tan dulces. Nunca me acostumbraría a ellas simplemente porque decírtelas se convierte en algo nuevo cada día

–Real– repites las palabras que sellaron nuestro amor aquella vez. Suelto una risita ¿Cuándo te atreverás a decir que me amas? No digo que me molesten esas palabras, pero alguna vez quisiera oírte decir eso– ¿Peeta? –preguntas mientras mi rostro aún permanece en la coronilla de tu cabeza llenándose de tu embriagador olor.

– ¿Si? – te contesto. Te echas hacía atrás soltándote de mi agarre.

–¿Cuánto durará esta felicidad? –preguntas insegura…temerosa. Oh Katniss en ocasiones eres tan frágil y no quieres demostrarlo. Ahora mismo lo veo: esa pose llena de valentía pero tan oculta de verdades.

–Todo lo que desees que sea. La felicidad es diferente para muchas personas, yo estoy feliz, más que feliz, estoy dichoso contigo y nuestros hijos. Mañana y pasado será lo mismo– te contesto con una sonrisa estúpida en mi rostro. Jamás me aburriré de ti ¿aún no lo entiendes?

–Tienes razón. Mi felicidad ahora está contigo y con esos dos pequeños que están en alguna parte del prado– contestas mirando hacia la puerta esperando que en algún momento entren. Y como si los invocaras, ellos aparecen. Te alejas de mi lado para abrazarlos.

–Mami, mami. Encontré esta flor ¿puedo colocarla en el libro? –pregunta nuestra hija con sus vivaces ojos azules.

–Claro. Pregúntale a papá donde lo ha colocado– le dices. Ella me mira y se acerca a preguntarme lo que le has dicho, con una sonrisa me adentro a nuestra habitación y de lo más del alto del armario bajo el cuaderno ya desgastado por el tiempo.

–¿Este? Tenemos muchas aquí dentro, creo que comienzas a volverte una experta en el tema. Me siento orgulloso– ella me contesta con una sonrisa y un “papá te quiero”. Tan pronto la coloca en su lugar con una serie de descripciones salimos juntos. Ella a mi lado y yo llevando debajo del brazo ese único tesoro de nuestras memorias en la juventud.

–Te amo hijo. A ti, a ella y sobre todo a tu padre. Amo a tu padre– dices al niño que duerme entre tus brazos. Con sorpresa dejo caer el cuadernillo. Es la primera vez que te escucho decirlo y me hace tan feliz. Cuando escuchas el impacto volteas a mirarme y tus ojos se abren de la sorpresa. Nuestra hija suelta una risita tan apropiada a su edad.

–¿Real? –pregunto esperando la respuesta que siempre sueles darme

–Te amo– sueltas repentinamente. Solo he desaparecido unos cuantos minutos y te veo ya tan diferente –Real– era de esperarse que dijeras esto último.

–Katniss– digo entre un suspiro resignado.

–No me malinterpretes. Pensé en lo que me dijiste de la felicidad y el mañana. Nunca sabemos lo que nos va a pasar a un futuro. Quiero permanecer a tu lado por siempre, sé que mi felicidad está contigo y nadie más– Y en ese momento comprendo lo que dices, por fin hemos llegado a la misma línea del camino.

–Nos falta aún más por vivir: verlos jugar, verlos crecer…morir

–Lo sé– interrumpes. No quieres hablar del tema y te comprendo, tampoco me agrada esa palabra desde aquellos días. –Solo quiero esperar y estar preparada para lo que venga– Me miras, sonríes, te pones de pie, te acercas y besas mis labios para después llevar a nuestro pequeño rubio a su cama.

Pues deberías estar preparada porque…quiero tener otro hijo contigo.