Capsa Musicae

Tema en 'Relatos' iniciado por nAluRules, 25 Octubre 2015.

  1.  
    nAluRules

    nAluRules Atrapo moscas al vuelo, así como Natsu a Lucy.

    Escorpión
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    Título:
    Capsa Musicae
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    Para todas las edades
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    Horror
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    1
     
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    One Shoot para la actividad Morne Melodie de @DRex. La canción escogida para la caja de música es Once Upon a December de la película Anastasia, de Disney. (No me digáis que no da mal rollo y más en versión lenta, y con todos los acordes menores). Anyway, aunque no es la primera vez que escribo terror, no es ni de lejos mi género más fuerte, así que espero que lo disfrutéis igualmente.



    En el fondo sabía que no era una buena idea. Cualquiera que la viese entrando de nuevo en aquella casa, después de tantos años, la tacharía de demente sin siquiera pensárselo dos veces. Pero no podía dejarlo pasar, no podía seguir evitándolo. O no podría volver a pegar ojo jamás.


    Aquella casa, en la que había vivido los dieciséis mejores años de su vida, seguía atormentándola, invadiendo sus sueños, privándola de dormir, volviéndola loca. Este, el lugar donde su padre había asesinado a su madre, tiñendo las paredes y sus recuerdos de rojo para siempre, es un lugar que ella pensó que no tendría el valor de volver a pisar.


    Un grupo de arañas atravesando el pasillo le dieron la bienvenida cuando consiguió, sin mucho esfuerzo, forzar la puerta años atrancada. El derruido interior volvió a construirse ante sus ojos, apareciéndose tan impecable como su madre solía mantenerlo: las paredes llenas de fotos de la familia, los muebles sin una sola mota de polvo, el frutero a rebosar, siempre, en la cocina; las estanterías repletas de libros, los cojines perfectamente alineados, que su padre no tardaría en desordenar; y las sillas perfectamente dispuestas contra la mesa. El panorama, que nada distaba de lo impoluto, se desvaneció tan rápido como había llegado. La humedad y el moho agrietaban ahora las paredes, cuyos marcos pendían vacíos y rotos, con los cristales todavía en el suelo, pegándosele a las botas a medida que avanzaba hacia las escaleras, pisando los escombros de lo que un día habían sido las estanterías, las mesas, e incluso la mecedora heredada de la abuela, una abuela que nunca conoció.


    Las escaleras chirriaron bajo sus pies, obligándola a subirlas de dos en dos por miedo a que se desplomasen en cualquier instante. Lo primero que haría sería volver a su habitación, forzarse a recordar todos los momentos felices que había vivido allí con su familia, y luego enfrentarse al lugar donde había tenido que ver, impasible, como su madre yacía en el suelo rodeada de su propia sangre, con su pelo, que siempre había sido del color de las estrellas, sucio y manchado; los ojos abiertos, de par en par, con aquella expresión que no iba a olvidar nunca en lo que le quedaba de vida: el dolor de la tradición. El horror de ser traicionado por la persona que más quería. Y el pecho rasgado por las incontables puñaladas con las que su padre se había desquitado.


    No, no iba a poder olvidarlo.


    Continuó por el pasillo hacia el fondo, saltando un agujero producido por la humedad que la dejaba ver el piso de abajo, hasta su habitación. Seguía igual de destrozada que la había dejado; su cama estaba volcada, su enorme colección de peluches esparcida por el suelo, con el relleno acumulándose sobre la alfombra, apenas reconocible al mezclarse con el polvo; el armario abierto de par en par y vacío, sirviendo ahora para nada más que un nido de enormes y peludas arañas blancas.

    Lo que quedaba de sus cortinas se balanceó con el viento, y tan pronto dio un paso hacia uno de los muñecos, la puerta se cerró tras de sí con un estrépito. Se mantuvo rígida, aún con el peluche destrozado en sus manos, mientras oía claramente el crujir de la madera del suelo del pasillo hacerse más sonoro. Era imposible que hubiese alguien más en la casa, ¡imposible!

    Cuando los pasos resonaron justo al otro lado de la puerta, se quedó estática, esperando a que se abriese y apareciese cualquier otro loco que pudiese haberse metido allí.

    Pero la puerta no se abrió, y los pasos no volvieron a escucharse.

    Decidida, de nuevo, a llegar a su objetivo principal, y aún con el pequeño y enmohecido pingüino azul de peluche en las manos, se acercó de nuevo a la puerta. Pero esta no se abrió, ni al primer, ni al segundo, ni al tercer intento. Desesperada, zarandeó el pomo todo lo que pudo, hasta que se obligó a recurrir a todo lo que sus clases de artes marciales le habían enseñado: aporreó la puerta a patadas hasta que esta cedió, quedando colgada de una de sus esquinas.

    Apurando de nuevo por el pasillo hasta la habitación de sus padres, se detuvo en seco al saltar el agujero en el suelo, estando segura de que no se había vuelto loca y aquella persona que la observaba desde abajo era real, algo más que un amasijo de sombras difuminadas con una cara perturbadora y una sonrisa que de algún modo le recordaba a su madre. Cuando parpadeó y aquella persona ya no estaba allí, no supo si era en realidad un alivio. Así que corrió hasta entrar en el cuarto de sus padres, el más hecho pedazos, con su madre todavía en el suelo, muerta, sangrando -o eso veía ella- en vez de la sangre reseca del suelo, la cama partida en dos, los muebles nada más que astillas… Y la caja de música. Cómo no. La caja de música intocable estaba perfectamente intacta sobre lo que quedaba de cómoda. Se acercó a ella con odio, con rabia y con miedo. Nunca había podido ver lo que había dentro de ella, mucho menos sabía si todavía funcionaba o no, o si algún día lo hizo. Ni siquiera su padre sabía nada de ella; era el objeto intocable y mamá no dejaba a nadie acercarse.

    La observó, indefensa en sus manos hasta que descubrió cómo abrirla. La cajita marrón, con un Lucy, el nombre de su madre, en la cubierta, el único de los detalles dorados que todavía conservaba; se abrió dejando ver a una pequeña bailarina rubia, con un traje que recordaba al cielo nocturno. Pero esta no se movía. El espejo de la tapa estaba roto, y el gran cajón que contenía cerrado y atrancado. No había nada más dentro, así que forzó todo lo que pudo el cajón hasta que, de un golpe, se abrió.

    Todas las puertas y ventanas de la casa se cerraron con un golpe. La bailarina, de repente, comenzó a girar con una música de fondo lenta, siniestra y ronca por los años sin uso. La conocía, la había oído antes. La oía siempre durante las pesadillas que tenía por las noches cuando era pequeña, justo antes de que su madre, en su largo camisón blanco, apareciese para arroparla y continuar tarareándosela a pesar de lo mucho que ella le rogaba que parase.

    Cerró la caja de un golpe, pero aún así la melodía continuó, ahora acompasada con las nuevas pisadas sobre la madera del pasillo, las cuales esta vez corrían en su dirección.

    Se levantó lo más rápido que pudo, y corrió hacia el lado opuesto de la puerta, la ventana. Aunque tan pronto se acercó, esta se rompió en pedacitos que se le clavaron en la piel y en la ropa, obligándola a apartarse. Caminó, aún con la caja en la mano y el peluche ya perdido en el suelo, hacia la puerta.

    Se abrió, invitándola a salir de nuevo al pasillo.

    Corrió hacia las escaleras, la madera chirriando bajo sus pies. Tropezó en el primer escalón, la caja resbalándose de sus manos y un peso intangible colocándose sobre sus hombros, empujándola y haciéndola rodar hasta la planta de abajo. Las paredes resonaron, rompiéndose por la mitad ante sus ojos.

    Viendo todavía borroso por el golpe en la cabeza y el ruido de las paredes temblando, sin dejar de oír la tétrica musiquita de fondo, se abalanzó de nuevo a por la caja de música, dispuesta a salir con ella de allí y descubrir aquello que había en su cajón.

    La puerta de la salida estaba delante de sus narices y se arrastró hacia ella, las rodillas quejándose si se apoyaba en ellas.

    Cuando consiguió levantarse, por fin delante de la puerta, esta se abrió lentamente delante de ella, desde fuera.

    Allí, en el umbral, volvió a ver a aquel cuerpo etéreo, con una forma apenas descriptible, lo que suponía un brazo alzándose hacia su mejilla, y la sonrisa de su madre, la que aparecía en su cara cada vez que la arropaba antes de dormir. Una que nunca le había parecido tan aterradora.

    Se echó a llorar, tembló de miedo y el corazón se le encogió en el pecho. Sintió cada uno de los pelos de su nuca erizarse e intentó forzarse a dar un paso hacia atrás. Pero las piernas ya no le funcionaban.

    Aquella oscura faz abría los labios en una ladeada sonrisa, que funcionó como amplificador de la melodía, tal y como la boca de su madre después de sus pesadillas.

    La mano de la sombra, que por fin le acarició la mejilla, sintiéndose como piel humana, señaló hacia la caja, aún en sus brazos, y no pudo más que mirar aquello que había en la cajón, la promesa de un corazón palpitante, que se temía siempre había estado allí, antes de que la casa se desmoronase sobre ella.
     
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  2.  
    Poemy

    Poemy Guest

    Hola.

    Me gustó mucho la melodía, aunque más que aterradora, me parece muy triste y nostálgica. Siento que no pegó mucho al principio de tu escrito, ya que como mencioné, tiene un toque nostálgico, y al principio de la historia apenas estamos conociendo el ambiente.
    Ahora, a medida que iba leyendo el final y la canción terminaba, sentí que todo marchaba muy bien, era como si estuviera dentro de la historia, eso realmente me gustó.

    Y bueno, siendo sincera, la trama no me atrapó mucho, sin embargo, si me pongo en los zapatos del personaje principal y empiezo a profundizar un poco más los detalles, perder a una madre en unas condiciones como esas es muy duro. Yo no podría meterme en la casa en la que se supone que años atrás mi padre asesinó a mi madre, siento que eso es de locos xDDD
    Otra cosa que me gustó mucho fue tu narración, no hubo ningún error, y eso se agradece mucho.

    Muy buen escrito, sigue escribiendo y harás grandes cosas.


    Buen día.
     
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  3.  
    Shani

    Shani Maestre Comentarista empedernido Usuario VIP

    Sagitario
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    Saludos.

    Vaya relato, leerlo mientras escuchaba la melodía elegida fue acertado. La historia me encantó, no sé si ya había leído algo tuyo antes, pero debo decir que amé tu forma de escribir, tu redacción. Cumple con la premisa de la actividad, aunque se va más por el terror gráfico que por la descripción de las sensaciones y sentimientos del personaje.

    El momento en que la chica ve a su madre por el agujero del piso fue bastante espeluznante, si me pongo en la piel de la muchacha. Aunque es una historia de fantasmas no me resultó predecible, al menos no mucho, ya que por momentos pensé que la chica saldría ilesa de la casa mientras el fantasma de su madre la observa alejarse, y por momentos pensé que la chica moriría, lo que finalmente sucedió.

    Excelente narración, no he visto faltas de ortografía y todo está muy bien estructurado.

    Calificación: 8/10
     
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    Lionflute

    Lionflute Usuario popular Comentarista empedernido

    Aries
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    Escritor
    Es cierto que tu narración es buena y tu ortografía igual, pese que vi un par de problemas que no me molestaré de momento, puesto que no afectan demasiado. Lo que sí me parece es que a la trama le falta profundidad. En qué sentido, te preguntarás, y es que siento que todo sucede un poco porque sí. Las historias de terror son un género que no es sencillo de abarcar y no se puede apelar simplemente al horror de una escena sangrienta o a los mismos recursos cliché de las películas. Lo que hace a un escrito de terror ser realmente bueno es la conexión de la historia con el personaje. Dudosas son las razones de por qué decide volver en ese momento a la casa, dudosas también las razones del padre para asesinar a la.madre y la relación de esta con el padre, el paradero del padre y, en fin, varias incógnitas que dejan un poco vacío el texto. El terror se logra en una escena bien contada, sí, pero se pierde mucho de historia. El final pierde fuerza también, porque no parece tener importancia para el personaje, sino que un simple evento fortuito, desmerecido y desgraciado, por cierto, pero que le pudo suceder a cualquiera.
     
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  5.  
    Mana

    Mana Equipo administrativo Líder de Orientadores Orientador

    Virgo
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    Escritora
    Hola, bien la verdad me gustó mucho y la canción le va bien, el final me fue inesperado y por eso me encantó, aparte de que tengas muy buena redacción y tu ortografía sea muy buena, hiciste un gran trabajo.

    Te felicito por tu trabajo, sigue así que lo haces muy bien.

    R//: 8/10

    ¡hasta luego!
     
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  6.  
    nAluRules

    nAluRules Atrapo moscas al vuelo, así como Natsu a Lucy.

    Escorpión
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    Escritora
    Tienes razón en que probablemente no tenga una trama de lo más desarrollada, pero supongo que el hecho de que sea un One Shoot tampoco deja que me explaye en detalles sobre el pasado, etc, todo lo que me gustaría. Igual sí debería haberme mojado un poco más las manos con los personajes, así que gracias por la crítica, la tendré en cuenta la próxima vez :)
     

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