Senda del Pecado

Zuko

Abrió sus orbes dorados al sentir una voz en su cabeza, penetrante. Se encontraba tumbado en un suelo frío y lacio, admirando el cielo de tonalidades rojizas como la misma sangre, sin un atisbo de nubes o estrellas en la totalidad de su extensión. De un ágil movimiento encogió las piernas a la altura de su pecho y se inclinó hacia delante, quedando de cuclillas. Escuchó un pequeño crujido y se preguntó cuánto tiempo llevaba allí dormitando. Al dirigir un rápido vistazo a su alrededor, sin embargo, se sorprendió al ver que no era el único en su misma situación: dos hombres y tres mujeres se encontraban inconscientes cerca de donde él había despertado. Se acarició el cabello con cierta irritación, sopesando la situación.

Probablemente habría bebido de más la noche anterior, sí. Era la mejor explicación para su repentina y conveniente amnesia.

Se encogió de hombros, echando una breve caminata por el lugar, manos en los bolsillos de su túnica. Un paisaje postapocalíptico, cientos de cadáveres esparcidos por el suelo, una puerta a sus espaldas a la que parecían querer llegar a toda costa empleando todas sus fuerzas antes de que la muerte les alcanzase como al resto. Alzó la mirada, prestando atención en el muro que rodeaba aquella extraña plaza, y alzó una ceja. ¿Eso que veía eran restos de huesos? ¿Qué habría ocurrido allí? Sin duda, aquello llamaba completamente su atención. Todo lo que no comprendiese tenía en enorme efecto en él, sentía la necesidad de anteponerse a todo. Necesitaba respuestas con urgencia, y no se quedaría echando una siesta esperando a que llegasen por sí solas.

Mientras su mirada, analítica, recorría cada recoveco de aquella plaza desértica a la que había ido a parar, comenzó a patear los cuerpos huesudos a su paso, distraído. Pero pronto aquello comenzó a aburrirle, y la soledad y el silencio empezaban a resultar ciertamente molestos. Así, sus pasos le encaminaron hacia los cuerpos inconscientes del resto de humanos presentes, y comenzó a patearlos uno por uno sin demasiada fuerza, buscando hacerles despertar con aquel gesto. Se detuvo frente a uno de ellos, el de una chica que parecía comenzar a despertar, y le dirigió una mirada de soslayo, felina. Parecía disfrutar con cada uno de aquellos rostros desconcertados.

—Oops, parece que me equivoqué de cadáver, mi error —comentó con tranquilidad, paseando su mirada en cada uno de los presentes—. Supongo que no soy la única persona viva en este lugar después de todo. En ese caso, os sugiero que os levantéis cuanto antes... —señaló con la cabeza uno de los cadáveres a los que le había pateado la cabeza a su lado—. ...quién sabe si aquello que ha matado a todas estas personas no seguirá rondando por aquí.

Y sin más, se encaminó con calma hacia aquella puerta que había captado tanto su atención, clavando su atención en el pomo donde aún manos huesudas se aferraban, completamente rígidas.

Parece que el día comenzaba a ponerse interesante.

 

Los cadáveres que se amontonaban en la puerta estaban en todas partes: literalmente, uno tenía que pasar sobre los cadáveres y pisar sus huesos si quería acercarse a aquel gran portón. Algunos estaban adheridos a la misma puerta, como si hubiesen tratado de trepar desesperadamente por ella, rogando que fuese abierta, pero hubiesen muerto en el camino. Las manos cerradas en forma de puño, con nudillos huesudos junto a la gruesa piedra de la puerta, indicaban que muchos habían llamado, desesperados, buscando alguna respuesta en su interior.

Pero por más que uno empujaba la puerta, la intentaba abrir, tirando en una u otra dirección... nada parecía hacerla reaccionar. Estaba firmemente cerrada, y el corazón de Zuko palpitaba con fuerza cuando la miraba, por algún extraño motivo. El éter de su cuerpo parecía estar revolucionándose, como si reaccionase su alma ante aquel portón.

Parecía ser que, por el momento, no era una opción cruzar al otro lado.

 

Charlotte.

Una voz en mi cabeza fue lo que me hizo abrir los ojos. Llevé mi mano sobre mi rostro de inmediato y recorrí con el índice la parte central de mi frente mientras que mi pulgar y corazón pasaban por mi ojo derecho e izquierdo, respectivamente. Pude aclarar la vista y entonces de inmediato me lancé hacia atrás. Habían más personas aquí, dos chicas y tres chicos. Tres se vestían igual, los otros dos estaban distintos. Podrían ser de algún mismo culto, quizás conocidos de alguna forma. No lo sé.

Un albino fue el primero en despertarse y decidió examinar a una de ellas antes de advertirnos sobre levantarnos... Porque algo había matado cosas aquí. Y tenía razón, nuestros cuerpos estaban rodeados por algunos cadáveres en la zona. Prosiguió a despertarse una chica, en silencio, que se dirigió a investigar otro lugar.

Por mi parte, la curiosidad me estaba ganando. Necesitaba revisar los muertos, aunque fuesen únicamente huesos, con tal de poder llegar a la deducción de qué tipo de animal o con qué estaba armado la persona que las acabó. Quizás descubrir zonas óseas rotas o algún tipo de desgaste o ruptura en sus harapos podrían darnos algún tipo de señal... Aunque no creo que esta gente vaya a cooperar precisamente. De todas maneras, si el rival es muy grande tampoco veo una manera clara de huir ahora mismo. Lo mejor sería... Prepararnos para cualquier cosa, sí. Lo mejor será revisar los cadáveres.

 

Kashya trató de asomarse al otro lado del muro, alzándose un poco a través de este. El muro estaba hecho con piedras, de forma basta rudimentaria, y de hecho, estaba desgastado, sucio y manchado de sangre. Los montones de huesos que se suponía fueron personas alguna vez, amontonados a sus pies, no ayudaban a darle a aquel muro un aire mucho más moderno, a decir verdad: parecía ser muy antiguo, mucho más que tiempo debían llevar muertos aquellos humanos.

La cuestión era que, al mirar al otro lado, Kashya vio a varios esqueletos tratando de escalar. Eran decenas, repartidos por todas partes del muro, adheridos a este como si fuesen mera decoración. Y, al mirar abajo, solo se veía el vacío y la oscuridad. La nada más absoluta. ¿De dónde habían venido todas esas personas...?



Por su parte, Charlotte se preocupó de revisar los cadáveres más cercanos a la entrada, repartidos por la plaza en la que se encontraba. Fue la primera en notar que, de hecho, no todos, si bien la mayoría, tenían forma humana. En sus escosas recuerdos no había registros de otra forma que no fuese la humanoide, pero... algunos esqueletos, si bien no aportaban buenos indicadores para determinar qué clase de criaturas fueron una vez aquellos seres, sí que eran lo suficientemente detalladas como para poder desligarlos de la misma especie que la suya: había algunos muy pequeños, que en un principio parecían bebés o niños humanos, pero por su columna drásticamente encorvada y una enorme protuberancia saliendo del coxis parecía ser el indicador de que antes hubo una cola ahí; y otros, los más destacables, eran más grandes de lo usual, casi idénticos a los humanos, pero... sin cuencas para los ojos en su cráneo, y, en su lugar, en lo alto de la cabeza, dos pequeñas protuberancias, similares a lo que un día fueron cuernos.

¿Qué eran esos seres...? Uno de ellos, al menos, parecía haber dejado tras de sí una traza de éter considerable. Podría ser de utilidad.

Obtienes: Pequeño cúmulo de éter

 

Espella

Se revolvía en su lugar, tensa, mientras aquella voz le hablaba. La escuchaba sin entender nada, hasta que un impacto la despertó. Abrió los ojos con rapidez, pero le costaba moverse.

¿Donde estaba? Pilas y pilas de cadáveres se veían hacia donde enfocaba la vista, y el panorama en general no lucía prometedor en lo absoluto.

Y aquel chico, el que supuso la había pateado, se alejó alegremente dirigiéndose hacia otra parte. Fue entonces cuando se levantó, y, obviando momentáneamente todo lo demás, se acercó con pasos rápidos por detrás suyo y le tomó por sus ropas de mago, las mismas que ella vestía.

—¿Qué hago yo aquí? —giró al chico a la fuerza, clavando su gélida mirada en la suya, y amenazandole con el arma que traía—. Responde, rápido.

 

Zuko

El crujido de los huesos que aplastaba a su paso se hacía más incesante a medida que se acercaba a aquel portón. Decenas y decenas de restos de aquellas criaturas se amontonaban a su alrededor, obligándole a patear sus cadáveres huesudos y polvorientos a un lado sin la menor compasión. Inclinó su cuerpo hacia delante, escrutando el pomo minuciosamente con sumo interés. Apartó las manos que rodeaban el pomo y trató de empujar, pero no obtuvo respuesta alguna. Lo repitió varias veces, incluso imitando el gesto de aquellos cadáveres, cerrando su puño y tocando la puerta con sus nudillos.

Pero no hubo respuesta.

Se alejó soltando un suspiro, encogiendo los hombros mientras volvía a revisar la puerta, alzando ceja. Estaba completamente cerrada por el momento. Pero no se rendiría hasta no ver lo que ocultaba su interior, desde luego.

Antes de poder girarse con calma y regresar sobre sus pasos, alguien lo agarró por su túnica con brusquedad y lo giró, encarándole ahora el rostro de la joven de cabello rosa que acababa de patear. Aquella que precisamente llevaba su misma indumentaria, hecho que le causaba una notoria curiosidad. Ladeó la cabeza, alzando levemente su labio superior mientras mostraba sus colmillos en una extraña sonrisa. Sus orbes dorados, burlones, no separaron su mirada de ella en ningún momento.

—¿Qué te hace pensar que voy a darte la respuesta así como así, chica feroz? —dejó caer sus palabras con lentitud, poniendo especial énfasis en las dos últimas. Su cuerpo se encontraba tan tranquilo que no parecía temer ante una posible agresión—. Puede que yo sea el causante de que estéis aquí; puede que no. Tú tienes preguntas, yo guardo respuestas. Visto lo visto, solo hay una forma de averiguarlo, ¿no crees? —sin borrar aquella sonrisa cínica aprovechó el desconcierto de la joven y separó los dedos de su túnica, apartándose con tranquilidad para dar media vuelta, manos en los bolsillos—. Gánatelas.

Y sin más, comenzó a emprender el único camino que podrían seguir desde su lugar, soltando una breve risa en medio de aquel mar en calma. Por el momento, aquel lugar ya había perdido todo su interés para él.

Necesitaba más.

 

Sorec

“Ascended hacia Edén. Aguarda tras las cinco puertas, cada una con su llave. Buscadlo, encontradlo, liberadlo. Acabad con este estado de letargo infinito y de dolor continuo. Es vuestro momento, elegidos.”​

Fueron tanto estas palabras como un ligero impacto en la zona de mis costillas, los que me llevaron a separar el párpado. El cielo carmesí fue lo primero con lo que se encontró mi único ojo; verlo me despertaba un sentimiento de extrañeza e inquietud, sobre todo porque apenas estaba empezando a reparar en la situación en que me encontraba. No tenía recuerdos, ni uno solo, de todo cuanto había acontecido antes de encontrarme con este firmamento del color de la sangre. Pero se sentía como despertar de un largo sueño, con el cansancio y el dolor de cuerpo que eso implicaba, ya que mi colchón era poco más que un suelo de baldosas. Así las cosas, me incorporé.

Al mirar a mí alrededor pude distinguir la presencia de otras personas vivas. O por lo menos, de seres que aún conservaban la carne pegada a los huesos. Porque… el ambiente a nuestro alrededor estaba compuesto, en su mayor parte, por esqueletos. Fruncí la expresión. Hurgué rápidamente en mis bolsillos y tuve la suerte de encontrar un pañuelo limpio en ellos, el cual llevé con elegancia a mi boca, para prevenir las nauseas que amenazaban con sacudirme la garganta. Caminé un poco, para volver a acostumbrar las piernas al movimiento, mientras seguía observando.

Era tal y como dijo la voz del maleducado chico que me pateó: una amenaza desconocida había pasado por el sitio y, a juzgar por la posición de los cadáveres, todas estas personas habían tratado de escapar. Bueno, mejor expresado, personas y criaturas, porque pude adivinar formas con cola.

Concentrado en eso, pisé sin querer la mano de unos de los individuos que seguían yaciendo en el suelo.

—Sepa disculparme por este leve incidente, caballero —me disculpé tras mirarlo— ¿Le he lastimado en demasía los dedos?

Era un anciano de rostro noble , al que condecoraba un divertido bigote blanco. Era el más mayor de los señores aquí presentes y, supuse, debía de estar tan confundido como yo. Miré la mano que le había pisado, sólo para notar que era una prótesis.

—Sí, definitivamente esos dedos se encuentran bien. Es un alivio para mí saber que no le he provocado dolor alguno —no sabía si me estaba escuchando, ni siquiera si había despertado—. Pero si esa prótesis no le responde como siempre, me gustaría que me avise. Por una respetable suma podría dejarla acorde a sus necesidades.

 

Zuko

Avanzó con calma a través de aquel curioso sendero, su mirada puesta en cada cadáver que iba encontrando por el camino, todos en dirección hacia la plaza que dejaba atrás. Sea lo que fuese que les había dejado en ese estado, parecía querer impedir que llegasen a aquella puerta. Y mientras más avanzaba a través del sendero, más acusada se hacía la pendiente. Grande fue su sorpresa al divisar, pocos metros más adelante, a varios restos de cadáveres en pie, moviéndose. Y parecían llevar consigo armas, incluso.

¿Muertos vivientes armados hasta los dientes? Necesitaba ver eso con sus propios ojos. Así, sin más, comenzó a enfilar sus pasos en dirección a una de aquellas curiosas criaturas.

—Hey, buenos... ¿Días? ¿Tardes? ¿Noches? ¿Cómo demonios notáis el paso del tiempo aquí? —inquirió entonces, echando un rápido vistazo hacia el cielo impregnado de aquella tonalidad carmín perpetua. Alzó el bastón y lo colocó tras su nuca, sobre los hombros, dejando caer ambos brazos en cada extremo a paso tranquilo mientras se acercaba—. ¿Serían tan amables, caballeros, de decirme por dónde se va hacia la civilización? —aguardó un par de segundos, sin respuesta, acercándose cada vez más a una de aquellas figuras armadas y cadavéricas. Frunció el ceño, fingiendo molestia—. ¿Huh? ¿Me estás ignorando?

Un rápido movimiento hacia él hizo que diese un salto hacia atrás, a la defensiva. Ladeó su sonrisa, colocando el bastón en su mano derecha. Con la restante, movió su dedo índice, en señal de negación.

—Tsk. Así no es que como se recibe a los extranjeros. Me temo que habrá que enseñarte modales.

 

Y así, aquella "persona", que no era más que una especie de soldado, aún portando una espada y un escudo y una agujereada cota de malla y oxidado casco de hierro, gritó al aire, iracundo. Su rostro era casi una calavera, sí, pero aún había trozos de carne sobre el cráneo. Las cuencas de los ojos, eso sí, estaban vacías. Las costillas, bajo la cota de malla, podían verse, mostrando trozos de carne colgando de ellas. En general, era una especie de hombre... en un extraño proceso de descomposición y putrefacción. El hedor que desprendía se olía desde lejos...

Y, aunque no parecía muy "vivo", sí que parecía peligroso.


SOLDADO DESCEREBRADO
PS: 600/600
Movimientos:
-Desconocidos.
Debilidades y resistencias:
-Desconocidas
Drops:
-Desconocidos.
Éter obtenido:
Desconocido.

Posición actual: Media distancia
Posiciones disponibles:
- Cerca (-20 ST)
- Lejos (-20 ST)
- A la espalda (-35 ST)

 

Sir Remmy

— ¡Malditos rebeldes, si quieren mi dulce cargamento de bollos deberán arrancármelo de mis helados dedos muertos!— grité en sueños, para luego despertarme de improviso, mirando a mi alrededor desconcertado.

Mis ojos se posaron primero en el apocalíptico color del cielo, teñido de una fuerte tonalidad sanguinolenta. Incliné la cabeza hacia un costado levemente, mientras examinaba luego todo a mi alrededor. Cadáveres a montones, jovenzuelos despertándose e incluso amenazándose entre ellos, muchos vestidos de forma similar, que podían ser identificados como usuarios de magia, y una plaza sin mucho más sobre ella excepto el escenario macabro que exhibía me dieron a entender de que ya no estaba en Verghal. La cuestión era saber si había llegado allí debido a alguna especie de magia incomprensible, o me había puesto demasiado intenso en alguna fiesta campesina. Lo que más me preocupaba era que cualquiera de las dos podía ser una causa lógica de la cual se desprendía la situación en la cual me encontraba.

Una suave voz hizo que saliera de mis cavilaciones y me concentrara en el interlocutor que tenía al lado, un joven de aspecto noble y educado, con un parche en uno de sus ojos, y un fusil y un arco en la espalda. Extraña combinación de armas. Uno generalmente elige una de las dos, no sabría el porqué de tener dos armas de rango al mismo tiempo podría servirle. Parecía estar excusándose por pisarme la mano, para luego darse cuenta de que era una prótesis, e incluso, ¿ofreciendo sus servicios para arreglarla? A cambio de una suma, obviamente. Mi respuesta se basó principalmente en una sonora risa, que retumbó en la casi desértica plaza.

— No le pasa nada, ¿ves?— dije sonriente, sacándome la mano y volviéndola a colocar, para luego mover los dedos sin ningún problema.— Esta prótesis necesita mucho más que un suave pisotón para destruirse. ¡Me aseguré de ello!

Me incorporé rápidamente, y miré alrededor. Parecía que de toda la gente que había alrededor nuestro, tan solo un puñado estábamos vivos. Los otros esqueletos estaban en una pose que denotaba desesperación, en lo que parecía ser un vano intento de escapar de lo que fuera que estuviera tras la puerta que uno de los jovenzuelos (que parecía un poco maleducado, hmph) había abierto ya, y se dirigía a hablar con un esqueleto armado. Vaya, no solo era maleducado, también le patinaba un poco el coco. Otra muchacha se había puesto a rebuscar entre los restos, seguro buscando o respuestas o alguna especie de tesoro oculto. No era una mala idea, la verdad. Por último, las otras dos hechiceras que quedaban se habían repartido entre el muro y entre estar enojada con el maleducado anterior. Chisté por lo bajo. Esta juventud.

Me giré hacia el muchacho que me había hablado, mientras me acomodaba la armadura y me ajustaba el casco, que se había caído mientras estaba dormido, se ve. Tomé mi espada y la coloqué en su funda, asegurándome de que no se moviera, y me até el escudo al brazo. Si bien ninguno de los esqueletos que había por aquí parecía querer moverse, los individuos del puente me habían demostrado que tranquilamente uno de ellos podría despertarse y darnos una muy mala sorpresa.

— Disculpa mis modales, joven amigo. Me presento, soy Sir Remmington Percival Gauthier Frederick Theodore Von Sergei Leblanc III, aunque mis amigos me dicen Remmy. Si siguieran vivos, o al menos en el mismo lugar en donde estoy, cosa que no ocurre, al parecer.— dije, mientras soltaba otra sonara carcajada, y le estrechaba la mano con fuerza al muchacho.— Dime, niño, ¿cuál es tu nombre?

 

Charlotte.

Revisar los cadáveres me había brindado la suficiente información como para poder llegar a una teoría: Estas cosas eran alguna especie de demonio. Quizás algunos pudieron ser algún tipo de ogro, por los cuernos que portaban sobre su cráneo. Pero lo que definitivamente quedaba en claro era que no pertenecíamos a la misma raza, ni tampoco eran algún tipo de forma anterior a nuestro humano actual.

Por otro lado, pude encontrar una pequeña bola entre esas cosas. La miré atentamente antes de cogerla, intentando identificar que no hubiese algún tipo de trampa cerca de ella o que esas cosas pudieran cogerme la mano al hacerlo. Pero nada ocurrió. Solté un pequeño suspiro de alivio al poder llevar la esfera frente a mis ojos y observar la energía moverse dentro... Supongo que descubriría en poco como utilizarla, aunque me llamaba a romperlo de alguna forma. Como si fuese un instinto animal o algo así.

De todas formas, miré hacia el cielo y no ver el azul común simplemente me desconcertó. Debía andar algo mal, ¿no? Hm... No se me ocurre nada ahora, pero actuar con precaución sería lo mejor. Quizás hasta colaborar con alguien que pueda cuidarme las espaldas. Nuevamente redirigí mi mirada, pero ahora fue hacia los humanos que estaban en el lugar. Uno se marchaba, una era conflictiva, dos se estaban saludando y quedaba una chica con cara de poker ante la vida... El primero iba a ser un problema, la segunda también probablemente, los otros dos ya se estaban haciendo amigos y otra chica... Bingo, seguro ni tengo que compartirle recompensas.

—Hey—Le hablé mientras metía aquél tesoro dentro de mi ropa.—. Los cadáveres no son humanos, por lo cual podría haber algo con una fuerza extrema afuera, o bien algo con alguna cualidad específica que los vuelva peligrosos. De todas maneras, pensaba en cooperar para enfrentar las cosas si nos las llegamos a topar, pero eso sí: Trataré de evitar el peligro en todo momento.

>>¿Qué dices, chica poker?

 

Sorec

El anciano señor respondió, en primer término, con una carcajada demasiado sonora para mi gusto, para luego mostrarme que su prótesis se encontraba intacta mientras se enorgullecía de la gran resistencia de la que gozaba. Lástima.

—No quisiera ser descortés con usted, mi estimado Sir Remmington Percival Gauthier Frederick Theodore Von Sergei Leblanc III —empecé con una pequeña sonrisa, mientras le estrechaba la mano—, pero aunque gozo de una muy buena memoria para, entre otras cosas, recordar nombres largos; por una cuestión de comodidad me dirigiré a usted, simplemente, como “Sir Remmington”. Deseo de todo corazón que no le moleste —continué, soltando su agarré para sacudir ligeramente mis dedos; para ser tan entrado en años, gozaba de bastante fuerza—. Mi nombre es Sorec. Es todo cuanto puedo decirle, pues perdí todo recuerdo anterior a este momento. A lo sumo le puedo añadir que usted acaba de conocer a uno de los mejores Tiradores que existen. Le diría que lo soy en todo el mundo pero… —miré a mi alrededor— Tengo mis dudas de que estemos en el mundo de siempre.

>>Por eso mismo, lo invito a que exploremos juntos. En una situación como esta, intuyo que sería peligroso ir solos.

Contenido oculto

El farmeo cósmico ha comenzado.

 

Charlotte.

Perfecto. Al menos tendría un poco de apoyo en la extrema necesidad de combatir.

Nos decidimos a salir por la puerta para toparnos con aquél largo sendero de una sola dirección. Hacia el fondo solo se podían observar seres... Bastante peculiares. Incluso uno de ellos había encontrado a uno de nuestros no queridos compañeros, al chico albino que había decido abrirse paso como carne de cañón. Y ugh, hasta para mí el hedor del lugar era bastante grande.

—Tsk, no hay opción—Comenté al aire, retirando las dos dagas de sus fundas, preparada para cualquier enfrentamiento.—. No hay donde esconderse, así que lo más probable es que sí acabemos peleando.

Pero de momento... Avanzar con precaución.

[2/10]

Contenido oculto: uwuwuwu

Para 2 jugadores:
1- Enemigos
2- Nada
3- Enemigos
4- Enemigos
5- Enemigos
6- Enemigos
7- Nada
8- Nada
9- Enemigos
10- Enemigos

 

Sir Remmy

— Cómo tu prefieras, mi noble amigo Sorec. Tal como te dije, la gente me suele decir Remmy, así que tú puedes dirigirte a mí por cualquiera de mis 7 nombres, el que más te plazca.— dije con una sonrisa. Con qué Tirador, ¿eh? Digo, fácil de identificar con ambas armas equipadas, pero uno nunca sabe.— Así que también perdiste los recuerdos. Debe ser cosa recurrente de este lugar.

Miré a mi alrededor. No niño, obviamente no estábamos en el mundo de siempre. Al menos, no en mi mundo, por decirle de alguna manera. Volví a verlo, con resolución en los ojos, y una sonrisa de dientes blancos que se confundía con el poblado bigote.

— Me parece una excelente idea, mi noble amigo. Deja que inicie la marcha, que, sin ningún ánimo de ofender, siento que yo podré resistir un poco más los golpes que tú. No me traigas a mal, la armadura ayuda. Y el físico también. Y puedo notar tu languidez a través de tus ropas, acentuada por tu estatura. Si quieres, luego puedo darte unos ejercicios para que pongas algo de músculo en esos huesos.— dije, mientras comenzaba a avanzar hacia el puente que había encontrado nuestro buen amigo maleducado.— Te vendrán bien para aumentar tu resistencia física y despejar la mente. Y no hay que olvidarse de acompañarlo de una buena dieta. Una buena dieta siempre debe acompañar un buen ejercicio. Si no, nunca se llega a los resultados deseados.

>> Sugiero que comencemos a remover los enemigos que vayamos encontrando en el puente, sin dar cuartel. Servirá para que los otros puedan pasar sin demasiados problemas, a nosotros para desentumecernos, y para todos también, ya que podremos averiguar sus capacidades combativas. La primer regla para ganar cualquier enfrentamiento es conocer al enemigo.

Dicho eso, desenvainé mi espada, tomé un fémur del suelo, y se lo arrojé hacia uno de los esqueletos armados.

— ¡Oye, tú, saco de huesos desnutridos! ¡Ven y demuestra lo bueno que eres muriendo de una vez por todas!— grité, mientras golpeaba mi escudo con mi arma, para llamar su atención. Me giré hacia mi nuevo compañero, con una sonrisa salvaje.— Tú tranquilo, mi noble amigo Sorec. Quédate detrás mío y demuéstrame que tus aclamaciones de ser el mejor tirador del mundo son ciertas.

Exhalé, emocionado. Ah, cuanto me hacía falta un buen combate.

Contenido oculto

Para 2 jugadores:
1- Enemigos
2- Nada
3- Enemigos
4- Enemigos
5- Enemigos
6- Enemigos
7- Nada
8- Nada
9- Enemigos
10- Enemigos

Vamos de cabeza contra un enemigo. Modo chino farmer: on

 

Y así, otra de aquellas aberraciones, una especie de soldado cadavérico, a mitad entre la vida y la muerte (aunque seguramente más cerca de la muerte), se cruzó en el camino de Charlotte y Kashya. Furibundo, agitó su espada en el aire. No parecía, sin duda, amigable... emitía sonidos guturales por toda respuesta, completamente carente de voluntad.

SOLDADO DESCEREBRADO
PS: 1300/1300
Movimientos:
-Desconocidos.
Debilidades y resistencias:
-Desconocidas
Drops:
-Desconocidos.
Éter obtenido:
Desconocido.

Posición actual:
- Media (Charlotte)
- Media (Kashya)
Posiciones disponibles:
- Cerca (-20 ST)
- Lejos (-20 ST)
- A la espalda (-35 ST)

 

Otro más asaltó a Remmy y a Sorec. ¿Qué eran...? ¿Criaturas que habían resurgido de la muerte, o personas que aún caminaban con vida, pugnando por no perderla? ¿Fueron una vez soldados? Su armadura, sin duda, denotaba que, en algún momento de su vida, fue guerrero.

... pero lo único seguro era algo: ahora parecía que, fuese guerrero o no, lo único que era capaz de hacer era atacar.

SOLDADO DESCEREBRADO
PS: 1000/1000
Movimientos:
-Desconocidos.
Debilidades y resistencias:
-Desconocidas
Drops:
-Desconocidos.
Éter obtenido:
Desconocido.

Posición actual:
- Media (Remy)
- Media (Sorec)
Posiciones disponibles:
- Cerca (-20 ST)
- Lejos (-20 ST)
- A la espalda (-35 ST)