Steve Stone ¡W-whoa! A pocos pasos de llegar a la gran torre, una cosa voladora con la cabeza hacia abajo nos interceptó. Exhalé aire fuertemente para mantener mi compostura. Esto era demasiado perturbante, pero también era pasajero. Me bajé del lomo de Togekiss, y ésta sonrió decidida. Sabía que llegó el momento de batallar nuevamente. —¡Denle su merecido a esta cosa! —exclamé, ferviente, lanzando dos pokébolas. Junto al hada maternal, apareció la diva de hielo, y alguien digno de estas circunstancias: Raikou, el legendario de mi equipo. La leyenda de Trueno pegó un feroz rugido que hizo retroceder un par de centímetros a la Aberración Alada. Y la diva de hielo hizo un elegante movimiento con sus manos para ponerse en posición de combate, mirando muy peyorativa y perturbadamente a la Aberración en el proceso. —¡Raikou: Trueno! ¡Froslass: Canto Helado! ¡Togekiss: Brillo Mágico! RAIKOU: Eléctrico (Legendario) Absorber electricidad: los movimientos de tipo eléctrico restauran PS a este pokémon en lugar de dañarle. Salud: 180/180 Ataque: 20 Velocidad: 115 Movimientos: -Trueno (70 Potencia, Eléctrico) (Usos: 4/5) -Rugido (Obliga al enemigo a relevar a su pokémon) (Usos: 1/1) -Paranormal (40 Potencia, Psíquico; el rival lanza un dado de 5 caras. Si sale 1, retrocede) (Usos: 15/15) -Ataque Rápido (30 Potencia, Normal) (Usos: 20/20) FROSLASS: Hielo/Fantasma (Ágil) Manto níveo: en granizo, baja la prioridad de movimientos rivales. Salud: 150/150 Ataque: 25 Velocidad: 130 Movimientos: -Canto Helado (30 Potencia, Hielo) (Usos: 19/20) -Mismodestino (Si al turno después de usarlo el rival lo debilita, se lo lleva con él) (Usos: 2/2) -Rayo Confuso (Confunde) (Usos: 3/3) -Viento Aciago (60 Potencia, Fantasma) (Usos: 7/7) TOGEKISS: Hada/Volador (Resistente) Entusiasmo: los movimientos con límite de usos que causen daño reducen la cantidad de usos a la mitad a cambio de más potencia (x1.5) Salud: 190/190 Ataque: 21 Velocidad: 90 Movimientos: -Tajo Aéreo (60 Potencia, Volador; el rival lanza un dado de 5 caras. Si sale 1, retrocede) (Usos: 7/7) -Paranormal (40 Potencia, Psíquico; el rival lanza un dado de 5 caras. Si sale 1, retrocede) (Usos: 15/15) -Maquinación (Sube 20 Fuerza Propia) (Usos: 5/5) -Brillo Mágico (50 Potencia, Hada) (Usos: 9/10) Contenido oculto Tengo dudas con la cantidad de usos de: Rayo confuso, Mismodestino y Rugido (si es que tienen utilidad en este tipo de combates)
Contenido oculto Ninguno de esos tres son válidos. Únicamente contamos movimientos de protección, curación y ataque Los golpes del equipo de Steve dañaron mucho a la Aberración. Gritando y retorciéndose, traqueteó cerca de Raikou, dañándole. ABERRACIÓN ALADA: Siniestro/Volador Salud: 175/400 Ataque normal: 30 Velocidad: 0 Movimientos: -Tornado (30 Potencia, Volador, golpea a todos los pokémon de un holder) -Energía oscura (imposibilita a todos los rivales usar ataques de protección o curación por 3 turnos) -Traqueteo (50 potencia, Siniestro) -Viento blanco (Cura en 50 PS a un aliado)
Steve Stone La Aberración se acercó a Raikou y... comenzó a traquetear. Entrecerré los ojos disgustado, pero me mantuve atento. Estas cosas se volvían cada vez más bizarras. —¡Quítatela de encima, vamos! Raikou se quitó de encima a la criatura con un movimiento brusco, y junto a Froslass y Togekiss, repitieron los mismos ataques anteriores, para acabar con la Aberración de una vez por todas. RAIKOU: Eléctrico (Legendario) Absorber electricidad: los movimientos de tipo eléctrico restauran PS a este pokémon en lugar de dañarle. Salud: 180/180 Ataque: 20 Velocidad: 115 Movimientos: -Trueno (70 Potencia, Eléctrico) (Usos: 3/5) -Rugido (Obliga al enemigo a relevar a su pokémon) (Usos: 1/1) -Paranormal (40 Potencia, Psíquico; el rival lanza un dado de 5 caras. Si sale 1, retrocede) (Usos: 15/15) -Ataque Rápido (30 Potencia, Normal) (Usos: 20/20) FROSLASS: Hielo/Fantasma (Ágil) Manto níveo: en granizo, baja la prioridad de movimientos rivales. Salud: 150/150 Ataque: 25 Velocidad: 130 Movimientos: -Canto Helado (30 Potencia, Hielo) (Usos: 18/20) -Mismodestino (Si al turno después de usarlo el rival lo debilita, se lo lleva con él) (Usos: 2/2) -Rayo Confuso (Confunde) (Usos: 3/3) -Viento Aciago (60 Potencia, Fantasma) (Usos: 7/7) TOGEKISS: Hada/Volador (Resistente) Entusiasmo: los movimientos con límite de usos que causen daño reducen la cantidad de usos a la mitad a cambio de más potencia (x1.5) Salud: 190/190 Ataque: 21 Velocidad: 90 Movimientos: -Tajo Aéreo (60 Potencia, Volador; el rival lanza un dado de 5 caras. Si sale 1, retrocede) (Usos: 7/7) -Paranormal (40 Potencia, Psíquico; el rival lanza un dado de 5 caras. Si sale 1, retrocede) (Usos: 15/15) -Maquinación (Sube 20 Fuerza Propia) (Usos: 5/5) -Brillo Mágico (50 Potencia, Hada) (Usos: 8/10)
Steve Stone Sonreí, triunfoso. Me acerqué al trío para darle una breve caricia, en agradecimiento a su excelente desempeño, y los devolví a sus pokébolas para que descansar un rato. Volteé a mirar hacia arriba. Teníamos unas largas y enormes escaleras frente a nosotros. Una pequeña porción estaba despejada, y un grupo de gente ya estaba ahí. Eran los chicos, alcancé a reconocer a algunos entre medio. —Bien, necesito velocidad —musité. Lancé un esférico y salió el hiperactivo murciélago al campo. Me monté en su lomo e inmediatamente despegamos con su velocidad ultrasónica. Teníamos que aprovechar que no había moros en la costa para alcanzar al grupo, antes de que nos interceptara alguna otra cosa en el camino.
—¡Ah! Skarmory había sido rápido, pero no lo suficiente ahora. Una de aquellas criaturas, una cuyo cuerpo se asemejaba al de un arácnido, nos perseguía y parecía determinado a acabar con nosotros. Pues… ¡no le daríamos aquella satisfacción! —¡Adelante, Dragonite! ¡Gallade! ¡Arcanine! ¡Acaben con ese insecto! —ordené, liberando a los tres pokémon—. ¡Dragonite, usa Carga Dragón! ¡Gallade, Psico-corte! ¡Arcanine, Llamarada! DRAGONITE: Dragón/Volador (Potente) Rompemoldes: ignora el efecto de habilidades enemigas a la hora de atacar. Salud: 182/182 Ataque normal: 27 Velocidad: 90 Movimientos: -Carga Dragón (70 Potencia, Dragón) (Usos: 4/5) -Puño incremento (30 Potencia, Lucha) (25/25) -Golpe Aéreo (40 Potencia, Volador) (Usos: 20/20) TURBO: 0/75 (Paciencia) -Gravito: Reduce en 1/3 el PS del jefe -Artema: los dos compañeros del pokémon quedan con 1 punto de vida. Hace siempre 150 de daño. -Meteo: 99 Potencia, Dragón. GALLADE: Psíquico/Lucha (Balanceado) Justiciero: Ataques tipo siniestro que reciba este pokémon subirán en 20 su Fuerza. Salud: 136/136 Ataque normal: 28 Velocidad: 90 Movimientos: -Psico-corte (60 Potencia, Psíquico) (Usos: 6/7) -Puño incremento (30 Potencia, Lucha) (25/25) -Hoja sónica (50 Potencia, Lucha) (Usos: 10/10) -Tensión (Todos los usos de todos los movimientos del usuario en el campo bajan inmediatamente a 1; por cada uso perdido a consecuencia de este ataque, aumenta la fuerza del usuario en 20. Si ningún movimiento tiene más de 1 uso, falla) (Usos: 1/1) ARCANINE: Fuego (Potente) Absorber Fuego: los movimientos tipo fuego curan en lugar de dañar a este pokémon. Salud: 160/160 Ataque normal: 21 Velocidad: 95 Movimientos: -Velocidad Extrema (45 Potencia, Normal) (Usos: 15/15) -Llamarada (70 Potencia, Fuego) (Usos: 4/5) -Nitrocarga (30 Potencia, Fuego) (Usos: 25/25) TURBO: 0/60 (Competitividad) -Megapiro (99 Daño, Fuego) Contenido oculto Pido perdón desde ya si me equivoco en algo, estoy algo oxidada en esto xD (?
La aberración gritó con ira. No dudó en lanzar, tras eso, su Miasma, inundando con una humareda verdosa la atmósfera. ABERRACIÓN ARÁCNIDA: Bicho/Veneno Salud: 235/500 Ataque normal: 20 Velocidad: 0 Movimientos: -Infectar (30 Potencia, Veneno. El rival perderá, desde ese momento, 10 PS extra en cada uno de sus turnos. Es acumulativo con Miasma, pero no con otro Infectar) -Miasma (10 Potencia, Veneno. Afecta a todos los pokémon de un holder. Los afectados perderán, desde ese momento, 5 PS en cada uno de sus turnos. Es acumulativo con Infectar, pero no con más Miasmas) -Traqueteo (50 Potencia, Siniestro) -Chillido (Baja la potencia de todos los ataques de los pokémon de los holders en 10 puntos. Puede usarse dos veces sobre el mismo objetivo. Los efectos solo desaparecerán cuando el usuario caiga debilitado) -Picadura (50 Potencia, Bicho)
—¡Gah! —exclamé con asco, observando a mis pokémon ser infectados por aquella siniestra miasma—. ¡Resistan, chicos! ¡Repitan los ataques! ¡Carga Dragón, Psico-corte, Llamarada! ¡Acabemos con esto de una vez! DRAGONITE: Dragón/Volador (Potente) Rompemoldes: ignora el efecto de habilidades enemigas a la hora de atacar. Salud: 167/182 Ataque normal: 27 Velocidad: 90 Movimientos: -Carga Dragón (70 Potencia, Dragón) (Usos: 4/5) -Puño incremento (30 Potencia, Lucha) (25/25) -Golpe Aéreo (40 Potencia, Volador) (Usos: 20/20) TURBO: 0/75 (Paciencia) -Gravito: Reduce en 1/3 el PS del jefe -Artema: los dos compañeros del pokémon quedan con 1 punto de vida. Hace siempre 150 de daño. -Meteo: 99 Potencia, Dragón. GALLADE: Psíquico/Lucha (Balanceado) Justiciero: Ataques tipo siniestro que reciba este pokémon subirán en 20 su Fuerza. Salud: 121/136 Ataque normal: 28 Velocidad: 90 Movimientos: -Psico-corte (60 Potencia, Psíquico) (Usos: 6/7) -Puño incremento (30 Potencia, Lucha) (25/25) -Hoja sónica (50 Potencia, Lucha) (Usos: 10/10) -Tensión (Todos los usos de todos los movimientos del usuario en el campo bajan inmediatamente a 1; por cada uso perdido a consecuencia de este ataque, aumenta la fuerza del usuario en 20. Si ningún movimiento tiene más de 1 uso, falla) (Usos: 1/1) ARCANINE: Fuego (Potente) Absorber Fuego: los movimientos tipo fuego curan en lugar de dañar a este pokémon. Salud: 145/160 Ataque normal: 21 Velocidad: 95 Movimientos: -Velocidad Extrema (45 Potencia, Normal) (Usos: 15/15) -Llamarada (70 Potencia, Fuego) (Usos: 4/5) -Nitrocarga (30 Potencia, Fuego) (Usos: 25/25) TURBO: 0/60 (Competitividad) -Megapiro (99 Daño, Fuego)
Y, finalmente, Effy acabó con aquella aberración. ... era hora de seguir. ¡Los demás la estaban esperando en el Ascenso al Destino!
Contenido oculto Liza White Amane Lucas Diamond Steve Yops Bru Nami Roronoa Graecus Gold-Kun Juanjomaster Kurone Los acontecimientos del Núcleo original sucedieron al mismo tiempo en que, en la pradera Arte, la estructura que era el Ascenso al Destino se hundía en la tierra, ocultando al Núcleo, regresando al lugar original donde una vez estuvo. Irvine, que acababa de levantarse, era ayudado por Joel, Karina, Rhyme, Ethan, Lion, Julia, Talía y Nikolah, que habían logrado escapar antes de que todo el Ascenso desapareciese. Y observaron, allí, cómo la tierra se cerraba, regenerándose y ocultando el núcleo una vez más. Irvine, angustiado, no podía evitar seguir llorando. Y fue Rhyme la que lo abrazó. —Y-Ya ha pasado, Irvine —le dijo, consolándole tanto como pudo. Ella también lloraba—. ... por favor, levántate. Estamos contigo, ¿vale? Joel y yo, tus amigos, estamos aquí. Joel puso una mano en el hombro de Irvine. —... sabes, dije que te pegaría un buen golpe por todo esto, pero... qué demonios —él también se sumó al abrazo. Karina, aliviada, suspiró, mirando al cielo. Ethan y Julia se acercaron a ella. —¿... estarán bien? —preguntó, con evidente tono de preocupación, Ethan. —T-Todo esto es culpa nuestra, ¿eh? —Julia se notaba profundamente arrepentida—. V-Vuestros amigos no lograron salir de allí. Talía y Nikolah fueron los únicos, junto al resto de involucrados allí presentes, que lograron salir del Núcleo. Tras la batalla contra Arceus e Irvine, Liza, Lucas, Alpha, Ian, Mimi, Effy, Emily, Drake, Steve y Hubert desaparecieron. Intentaron entrar de nuevo al núcleo, pero fue imposible. Y, poco a poco, el inminente derrumbe de todo el Ascenso les obligó a huir de allí, dejándolos atrás. —No los conocía mucho —dijo Lion, brazos cruzados—, pero esos chicos son los más valientes que me he cruzado nunca, sin duda. Estarán bien, seguro. Estoy convencido. Karina asintió, sonriente. —Sí. Yo también lo creo. Pero entonces, un extraño portal se abrió allí mismo. Los pokémon de los holders, magullados, lo atravesaron, muchos de ellos colapsando frente al grupo de gente que había allí. Alarmada, Julia se dirigió rápidamente allí, liberando a algunos de sus pokémon para que comenzasen a curarlos. Y pronto, al ver las expresiones de los pokémon, comprendieron lo que sucedió. Ellos no habían... logrado volver. El ánimo, pronto, se vino abajo de nuevo. La tristeza se contagió rápidamente. ... En el Núcleo de aquel mundo, Arceus había vuelto a tomar su puesto como la inteligencia del mismo. Podía verlo todo... y había visto la tristeza en los ojos de sus pokémon. La tristeza en los ojos de Ethan y los demás. Sus recuerdos, que resonaban en sus oídos, palpitaban con fuerza. Todos ellos pensaban en los holders. Todos ellos los recordaban. En el silencio de su sueño, los pensamientos de Arceus resonaron dentro de su cabeza. —Holders... no fuisteis de este mundo. Ni siquiera fuisteis creados por un proceso natural. Pero, sin embargo, echasteis raíces aquí. Lograsteis, sin que ese fuese el plan para vosotros, crear un pasado. Crear una vida tan normal como la de cualquier otra persona. Y habéis cumplido vuestro objetivo... uno mucho más allá que el que vuestra creadora quiso daros: salvar el mundo. Y no, no estabais movidos por un destino fijo, porque nunca os habéis caracterizado por obedecer al destino. Os debemos todo lo que tenemos ahora mismo... y eso puede verse, pues vuestra huella no se ha borrado. Sigue latente. Así es como habéis logrado echar raíces: los recuerdos de los demás, sus sentimientos hacia vosotros, vuestros vínculos con vuestros pokémon y con otros entrenadores... os han dado una identidad que no se ha desvancedio. Y el dios pokémon comenzó a mover sus patas delanteras. La energía vital se movió frente a él. Contenido oculto —... por eso, fuisteis parte de este mundo. Y seguís siéndolo. Vuestra esencia permanece, así que... permitidme daros, de nuevo, forma, conciencia, recuerdos. Permitidme daros otra oportunidad. Los salvadores del mundo la merecen. >> ... porque no solo habéis salvado el mundo. También habéis logrado lo imposible. Salvarlo a él. Once haces de luces flotaron, pues, frente a Arceus. —¡Volad! ... En la pradera Arte, Karina y los demás seguían tristes y abatidos... e Irvine, que estaba sombrío, mudo, inmóvil, no era distinto. La noticia de la muerte de todos los holders había sido un duro golpe. Todos contaban con que volverían, porque... siempre volvían. Pero parecía ser que sus oportunidades se habían acabado. Aquel era el fin. —¿Eh? Fue Irvine el que habló. Extendió su mano: una especie de mota de polvo cayó sobre esta, brillante, como un pequeño trozo de una estrella. Miró hacia el cielo, y las lágrimas siguieron brotando, ojos muy abiertos por lo que vio. Once figuras descendían, brillantes: tanto, que costaba identificarlas. Poco a poco, cuando alcanzaban la tierra, bajando a poca velocidad, fue viéndose la forma que tenían. Ian. Alpha. Lucas. Liza. Drake. Emily. Steve. Effy. Hubert. Mimi. Los diez estaban regresando. Y las sonrisas se dibujaron cuando sus pies tocaron el suelo y la luz dejó de bañarles. Pronto, los pokémon de cada uno corrieron, emocionados y contentos, hacia ellos, abrazándoles. Karina sonrió, con Ethan y todos los demás a su lado, imitando su gesto. Solo Irvine quedó al margen, pues sus ojos estaban enfocados en el cielo. Una última figura seguía flotando, cayendo poco a poco. El Campeón, caminando con lentitud hacia ella, como movido por un impulso, extendió sus brazos... y la figura descansó, al final, en ellos. La luz se evaporó, y su sonrisa pudo verse, más brillante que cualquier rescoldo de energía vital. —... hermanito, he vuelto. Irvine, incrédulo, comenzó a reír. Melissa estaba entre sus brazos, sana y salva. La abrazó con dulzura, derramando lágrimas sobre sus hombros. —Melissa... oh, Melissa... e-estás aquí... estás conmigo. Y la niña, apretando sus brazos a la nuca de su hermano, le dijo, suavemente y con una voz dulce: —Siempre he estado contigo, hermanito. Fin. Contenido oculto Bueno, qué deciros, chicos... lo hemos hecho. Esto supone, de una vez por todas, el final del rol. Por supuesto, queda contenido de sobra para seguir, tanto opcional como a nivel de historia... y la llegada de la octava generación, posiblemente, me de pie para volver a desarrollar más historias, más tramas. Seguiremos en el rol tanto como vosotros me dejéis seguir, eso seguro. Pero, y eso sí, todo lo que hasta ahora hemos construido, durante estos seis maravillosos años, ha visto, al fin, un cierre, y es este. Todas vuestras aventuras, todas nuestras aventuras, han llevado a este desenlace. Y no suelo hacer finales tan felices, pero... no puedo sino darle a algo que tanta felicidad me ha dado un final igualmente feliz. No puedo sino darle a personajes que tanta vida os han dado a vosotros esa felicidad. Disfrutemos juntos el camino que nos quede por recorrer juntos, y... ... gracias por haber llegado hasta aquí, holders.
Lucas Diamond Uh... ¿Q-qué...? De un momento a otro, abrí los ojos. Abrí los ojos en aquella pradera que tantas veces había visitado, la Pradera Arte. ¿Pero... Tau no había...? Mi cabeza daba mil vueltas. Tenía un dolor espantoso, me costaba mantenerme en pie. Sentí de repente cómo me elevaba por los cielos. —¿¡E-eh!? —Me fijé entonces en qué estaba siendo sostenido por Meganium, quien me llevó a su lomo, donde pude sentarme. El Pokémon sollozaba alegre por verme de nuevo. Me abracé fuertemente a su cuello, y junto con Meganium, los demás Pokémon vinieron a abrazarme. Un recuerdo afloró en mi mente, como si hubiera sido algo artificial. Era el Pokémon dios y creador, Arceus. Él... Él nos había devuelto a la vida. Gracias a él, estábamos todos aquí. Así que... Quizás era el momento de decirlo. Habíamos ganado a Tau. Junto a mí y mi equipo, todos los Pokémon de los demás holders, y ellos mismos, estaban también en la pradera, regenerados por Arceus. Tau acabó con todos nosotros. ¿Entonces cómo había sido derrotada? Pude ver a Flareon, Jolteon y Vaporeon muy heridos, descansando junto a los Pokémon de Julia, para ser sanados. Ellos... ¿¡Ellos habían luchado!? Claro, ¡nuestros Pokémon! ¡Ellos no eran criaturas artificiales del mundo original, ellos podían cambiar el curso de las cosas! Me sentí tremendamente orgulloso y finalmente acabé por romper a llorar. A llorar por mi equipo, por mis amigos, por todos los que estábamos allí. A llorar por el recuerdo de Melanie. De Mike... Finalmente bajé del lomo de Meganium y vi cómo Arceus hacía su último acto de dios. Ante Irvine descendía una figura que, aunque no habíamos visto nunca, todos pudimos reconocer. Ella era la persona por lo que todo esto había empezado. Ella era Melissa, la hermana de Irvine. ¿En serio esto era real? ¿En serio no estábamos soñando? ¿Esto no era el más allá? Al final todo había resultado tan idílico que costaba creerlo. Pero no, esto definitivamente era la realidad. Era nuestra vida, nuestros recuerdos. Decidí dejar a Irvine hablar con Melissa de todo lo que debieran y me acerqué a los demás, tras devolver a todos mis Pokémon a su ball. —Chicos... Parece que hemos ganado, ¿eh? O algo así. —Me sequé las lágrimas con la manga de la camiseta, para poder ver con claridad—. Joder... Todo esto al fin acaba. Al fin Galeia está tranquila, al fin podemos seguir siendo personas normales que viven su aventura Pokémon. Supongo que debemos volver a la rutina, ¿no es así? Probablemente todo esto quede marcado para siempre. >>... Estoy muy orgulloso de todos vosotros. Me alegro de haberos conocido. Sois los mejores amigos que un holder podría tener. Abrí mis brazos y todos nos juntamos en un fraternal abrazo. Esos chicos eran los mejores. Al separarnos, me dirigí ahora a Talía, una de las entrenadoras más bisoñas. Sin embargo, pese a todo, había mostrado un arrojo y una destreza inesperada, haciendo frente a tantos peligros. Se merecía realmente un buen premio. Y creo que tenía justo lo que ella necesitaba. —Talía... —la llamé—. Has sido muy valiente, y has luchado estupendamente. Sé que Nikolah y tú habéis empezado hace poco, así que imagino que algo de ayuda no os vendrá mal. Toma, quiero que tengas este Pokémon. Es un Minccino, lo capturé hace tiempo, y aún es un bebé. ¡Estoy seguro de que tú sabrás criarlo muy bien! En mi viaje por Teselia capturé un Cinccino y son Pokémon muy cariñosos, ¡ya verás como os lleváis genial! Yo le pediré a mi madre que me envíe a Cinccino, así cubriré ese hueco en mi equipo. ¡Seguro que lo entrenarás de maravilla! —finalicé. Luego miré a Nikolah. Sentía no tener nada para él, no poder ofrecerle nada. >>Nikolah, amigo... No puedo ofrecerte nada a ti, pero estoy seguro de que no te hace falta. ¡He visto que te desenvuelves genial! Alicia parece muy fuerte, al igual que Parcheao y el resto. Te deseo mucha suerte, y espero que podamos vernos en otra ocasión. Volví a mirar a Irvine, y pude ver que estaba bien atendido. Se encontraba con Rhyme y Joel, así como Karina y Melissa. Parecían felices juntos. Esperaba que pudieran volver a su vida normal y que pudieran ser felices. En el fondo, aunque sus medios no fueran los mejores, sus fines eran nobles. Y lo habían conseguido, después de todo. Se merecían, de hecho, ser felices. Y sin más, me despedí de todos. Éramos libres al fin, podíamos volver a nuestras vidas. Hablé con mi madre por el holomisor y le pedí que enviara a Cinccino a la sede del gran campeonato. Dejé allí algo a medias, y ahora que volvía a poder elegir el rumbo de mi vida, acabaría con ello. —Espero veros a todos de nuevo, chicos. Os quiero mucho. ¡Hasta la próxima! Una vez más, monté a lomos de Archeops, y desaparecí de allí.
Contenido oculto Perdón si esto no va mucho con lo que habían puesto arriba, pasa que quería terminarlo rápido antes de irme. Nikolah Cruz Vaya, todo...había terminado. Al fin. Arceus había caído después de un ataque devastador por parte de nuestros pokémon, e Irvine había sido derrotado por Liza. Martina nos había agradecido y se había hecho cargo del lunático, saliendo del núcleo con él en brazos. Yo me giré aliviado hacia donde se encontraba Talía, a la cual alcé para volver a ponerla sobre mis hombros. Habíamos triunfado. Habíamos salvado a toda la región. Al fin, todo iba a terminar, e iba a hacerlo bien. Iba a poder volver a la Pradera, para descansar de todo esto, e incluso comer algo, que estaba muerto de hambre. Y hasta...para disculparme con Liza, por todo lo que había hecho. Pero como solía pasarme, me había equivocado. Oh, cómo me había equivocado. Las cosas estaban lejos de terminarse. Cuando Talía y yo salimos del núcleo, siguiendo a Martina y a Irvine, me di vuelta, para ver que el resto nos estaba detrás nuestro. De hecho, lo estaban, pero no parecían tener demasiadas ansias de salir de allí. O al menos, algo se lo impedía. Bajé a Talía de mis hombros, preocupado, mientras observaba como todos estaban platicando entre ellos y con aquellas dos personas que estaban dele decir cosas sin demasiada coherencia en nuestra subida hacia aquí. Luego, ¿Lucas era? ingresó al núcleo, seguido del muchacho, que entró en él impetuosamente. Fueron momentos agobiantes, entre lo único que podía hacer era mirar a través de aquél extraño material semi-translúcido que me impedía llegar hasta donde ellos se encontraban. Al final, suspiré aliviado al ver que Lucas volvía a salir del núcleo. Parecía que al final, todo había acabado. Pero las cosas estaban lejos de eso. El cuerpo de Arceus comenzó a contorsionarse, y de él parecieron surgir dos enormes manos, que tomaron al resto de mis compañeros...y los hizo desaparecer. Me quedé sin aliento, sin habla, sin fuerzas. Caí de rodillas, mientras veía...nada. Vacío. Mis amigos habían desaparecido. Todos y cada uno de ellos. Lucas, Emily, la rubia esa que daba miedo, Alpha, el castaño que parecía tener una relación interesante con Alpha, Rupert... y Liza. Ya no estaban. Comencé a temblar, todo mi cuerpo se encontraba agitado por lo que acababa de ver. No podía procesarlo. No quería procesarlo. Apreté los dientes con tanta fuerza que pude sentir un quejido en mi mandíbula, y mis puños se tiñeron de blanco debido a la presión. — ¡NO, NO, NO!— grité, completamente fuera de mis casillas. Comencé a golpear las paredes que me impedían entrar, enloquecido.— ¡NO, NO, NO! ¡NO PUEDE SER! No le prestaba atención a nada de mis alrededores, ni a Talía, ni a cualquier otro que quisiera detenerme. Me había desconectado, y lo único que podía hacer era golpear con mis puños aquella pared. Intentaba abrirla, pero mis uñas resbalaban sobre ese extraño material. No había ninguna grieta, ningún lugar en donde agarrar. Golpeé el núcleo hasta que mis nudillos se pelaron y comenzaron a sangrar, y aún así, seguí martillando hasta que las fuerzas me abandonaron. Y luego todo desapareció, como si nada hubiera ocurrido. Las aberraciones se convirtieron en polvo, todos los destrozos fueron arreglados como por arte de magia, y el día volvió a ser brillante y soleado. Pero nada de eso me interesaba. Lo único que hacía era permanecer encorvado, de rodillas, mirando el suelo. Los ojos vacíos y perdidos, lágrimas cayendo. Se habían ido...se habían… Oh no, no lo habían hecho. No iba a dejar que eso ocurriese. No otra vez. Si el núcleo se había ido, yo iría hasta el núcleo. No me importaba si tenía que llegar al centro del planeta. Exasperado, comencé a excavar con mis propias manos en el suelo de la Pradera, desgarrando pastos tiernos y la tierra fértil que la componía. Estaba desesperado. Podía sentir como las uñas se me rompían y la piel se me desgarraba, haciendo que la sangre se me acumulara en los dedos. Pero no me importaba. Lo único que hacía era seguir escarbando en la tierra, ajeno a todo a mi alrededor. Tan solo murmuraba incoherencias, en voz baja, casi inaudibles. Mi mirada estaba perdida, estaba fuera de mí mismo. Tan solo cavaba, y cavaba, y cavaba. No podía rendirme ahora, no podía. Cuando estábamos tan cerca de terminar. Tan cerca… Las lágrimas que caían de mis ojos me impedían ver bien, empañándome la mirada y haciendo que lo único que pudiera captar al frente mío fueran manos borrosas y el hueco que estaba haciendo. Hasta que...ya no pude más. Todo el cansancio y el estrés acumulado de estas últimas horas cayó sobre mí como un yunque. Sentí todo su peso en mis hombros, junto a la realización de que...se habían ido. Y yo no podía hacer nada. Apoyé mi frente sobre el suelo, mientras encogía mis puños sangrantes y dejaba que las lágrimas corrieran libres. Me agarré el pecho, mientras sollozaba. — ¿Cómo...había ocurrido todo esto? ¿Por qué siempre terminaba con sangre en las manos? ¿Por qué…? ¿Por qué tenía que perder todo lo que amaba? Mis padres primero, Dan luego, y ahora...ellos. ¿Por qué todo siempre iba de bien, a mal, a peor?— mi voz se quebró, y me rendí al llanto.— ¿Por qué tenía que perderlos también a ellos? ¿Por qué también tenía que perderla a ella? ¡¿POR QUÉ TE TENÍAS QUE IR?! ¡¿POR QUÉ, MALDITA SEA, POR QUÉ?! Mi voz se quebró, incapaz de poder seguir gritando. Tan solo lloraba, con la frente apoyada en el suelo, las manos ensangrentadas agarradas a mi pecho, todo mi espíritu destrozado. No podía procesar absolutamente nada alrededor mío. No existía nada más. Lo único que quedaba era el profundo sentimiento de pérdida. ... Sentí como algo acariciaba mi cabeza y mi cuello expuesto, como si fueran pequeñas motas que se posaban en mi piel, y brindaban una extraña sensación de calma. Pude notar un resplandor a mis espaldas, y lentamente, comencé a girar la cabeza, extrañado. Pude notar como el corazón se me frenaba, mientras al frente mío ocurría una escena propia de un milagro. Las motas de luz, de a poco, fueron formando figuras. Figuras que yo conocía. Mis ojos no pestañaban, abiertos como estaban ante la sorpresa. No podía soltar palabra alguna. Ellos...estaban allí. Habían vuelto. Me incorporé lentamente, sin llegar a creer lo que estaba ocurriendo. Solo podía mirar con cara de atónita a aquellas personas que se encontraban formadas por luz. La mayor parte de ellos deberían seguramente conocerme por el nombre, y lo más probable es que no les importara demasiado. Pero, ellos seguían siendo mi familia, a pesar de todo. Comencé a sonreír, lentamente, mientras sentía como las lágrimas volvían a bajar por mi rostro manchado de tierra. Sin embargo, la sensación que aquél contacto me provocaba no era el frío que estaba sintiendo hace unos minutos. Por el contrario, era una sensación cálida. Habían vuelto, al fin. Rupert, Emily, Lucas...Alpha, y…y... Apreté los labios, pero ya no podía contenerme más. Sin pensarlo más, salí corriendo hacia donde ellos estaban, con las lágrimas siendo desparramadas en todas direcciones, las manos todavía chorreando sangre por debajo de las uñas, moviéndome más a trompicones desordenados que a una marcha normal. No tenía nada más en mi mente, más que correr. Hacia ella. Me abalancé sobre Liza, y la abracé con fuerza, estrujándola y alzándola en el aire, mientras giraba. — Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento.— era todo lo que podía repetir mientras sollozaba y la abrazaba. La abrazaba porque no quería que volviera a irse. Nunca más. La bajé al suelo, manteniendo el abrazo.— Lo siento, lo siento de verdad. Yo no… no sé que me ocurrió, y actué sin pensar, y...te hice daño… Y, luego, cuando te fuiste...yo...pero luego te volví a ver, pero no tenía el valor para decirte que lo sentía mucho...pero luego...te volviste a ir...y parecía como si hubieras desaparecido para siempre (?), y yo...y yo… Intenté calmarme, inspirando y exhalando un par de veces, para luego verla a los ojos. >> Y yo no quería que te fueras, porque...porque eres muy importante para mí... En ese momento, abrí grandes los ojos, y mantuve el sonido en el aire, con la boca abierta, dándome cuenta de lo que acababa de decir. Pude sentir como el calor comenzaba a inundar todo mi rostro, y me di cuenta de todo lo que estaba ocurriendo a mi alrededor. Pude ver como mis manos estaban cubiertas de costras de sangre y barro, que habían manchado completamente a Liza, pude ver cuán cerca estaba de ella en estos momentos, y pude notar al resto de la gente a mi alrededor. La solté rápidamente. — …¡para mi familia, obviamente! ¡Eres super importante para todos ellos, obviamente, mira si no lo serás! Uff...que comenzó a hacer calor en la Pradera, ¿eh? El sol sí que pega fuerte. Qué...qué cosas. Este…— me encontraba rígido, con las manos a los costados, mirando para todos lados, hablando de forma vertiginosa. De pronto, recordé algo.— ¡Oh, cierto! Toma, esto era tu manta que me la habías dejado pero yo la rompí porque me caí de un árbol y se rompió más cuando la intenté bajar y no quería darte una manta rota entonces tomé varias de mis ropas y las rompí y las hice tela para agregarle a la manta y la estuve cosiendo durante todo este tiempo incluso peleando contra Arceus y te la quería devolver y pedirte perdón y eso. Me callé de improviso, después de soltar toda esa tracalada de palabras de un tirón y sin respirar, y estiré los brazos de forma casi robótica, con la manta ofrecida hacia Liza, la cara completamente roja, mirando hacia otro lado. En cuanto la hubo tomado, me di la vuelta rápidamente, mientras seguía hablando de forma frenética y nerviosa. — Bueno, ya estamos todos aquí, ¿no? Bueno, tenemos que seguir, ¿eh? Todavía hay un Machoke que encontrar, ¡obviamente, no me voy a olvidar! Eso sí, la miel está prohibida, completamente.- me reí de forma nerviosa de mi propia broma estúpida, y seguí avanzando, sin prestar atención a lo que tenía en frente. Por eso, me tropecé con mis propias piernas, y mi cara impactó de forma directa contra el suelo. Me quedé allí un rato, como reflexionando sobre por qué estas cosas me solían ocurrir bastante seguido.
Liza White Jamás había sentido en mi cuerpo una paz tan inmensa como la que desprendía en ese momento. Mis músculos habían dejado de tensarse, el peso sobre mis hombros desapareció, pude volver a respirar con normalidad. Me sentía flotar entre el sueño y la vigilia, sin abrir mis ojos, una brisa refrescante acariciándome el rostro con cariño. Era la misma paz que podía sentirse un niño al ser acunado por su madre; maternal, efímera. Y de pronto, mis sentidos volvieron en sí al notar mi cuerpo sobre algo más. A pesar del peso de mis párpados y de la vista borrosa, el rostro feliz de mi querido Samurott desde su lomo me dio la bienvenida a la realidad una vez más. A la vida. Se sentía como... como si hubiese vuelto a nacer. Me sentía más viva que nunca. Intenté reincorporarme a lomos de mi fiel inicial, pero mis brazos temblaron ante el esfuerzo y perdí el equilibrio, siendo recogida por las cálidas alas de Togekiss. Me arrullaron, maternales, mientras todos mis fieles compañeros de aventuras nos rodearon con la intención de unirse al abrazo, emocionados por mi regreso. Aún me encontraba aturdida y débil, y mis ojillos somnolientos recorrieron con curiosidad el lugar donde me encontraba. Fue entonces cuando, al divisar las figuras de los holders reencontrándose con sus equipos, todos sanos y salvos, todos desprendiendo esa felicidad y ese alivio al ver que todo por fin había acabado, algo dentro de mí acabó estallando: comencé a romper en llanto. Un llanto sonoro, casi desesperado. Lloré como nunca lo había hecho antes, con los brazos ocultando mi rostro mientras recibía todo el amor y el cariño de mis pokémon, dejando fluir todas aquellas emociones que habían estado acumulándose en aquel nudo horrible dentro de mi garganta. Dejé que el llanto me purificase el alma, dejé que se llevase consigo todo el dolor y todo el sufrimiento que había tenido que pasar para poder estar ahí en este momento. Y cuando ya no quedó nada más que expulsar, cuando pude desahogarme por completo rodeada de la calidez que me brindaba mi equipo, las lágrimas que le sucedieron fueron de completa felicidad. Lloré porque mis amigos estaban allí, conmigo. Lloré porque Galeia se había salvado. Lloré porque Irvine había logrado volver a recomponer su corazón hecho pedazos. Lloré porque, al fin, todo había terminado. Lentamente, con ayuda de Togekiss, logré ponerme en pie. A penas podía sostenerme, y sentía que de un momento a otro acabaría cayendo inconsciente por el tremendo agotamiento que azotaba mi cuerpo. Pero aún así, tozuda de mí, comencé a caminar hacia los holders, lágrimas aún recorriendo mis mejillas sonrosadas. Lucas extendió los brazos, y no dudamos en fundirnos en un abrazo que reflejaba mucho más que la amistad de unos simples entrenadores. Aquel abrazo reflejaba la unión de una serie de personas cuyas existencias se encontraban entrelazadas por un nexo común: Galeia. Con aquel abrazo, dimos por finalizado nuestro recorrido como "héroes" de Galeia. Con aquel abrazo nos felicitamos, nos dimos ánimos. Y a su vez, nos recordamos que aquello estaba lejos de terminar. Que nuestra verdadera aventura solo acababa de comenzar. Aún teníamos mucho más por vivir, y nadie nos impediría alcanzar nuestros sueños. Nunca más. Togekiss extendió sus alas, aconsejándome que subiese a su lomo para poder encontrar un lugar donde descansar, ahora que todo había terminado. Pero mi corazón aún se sentía inquieto. Busqué con la mirada a ciertas personas que necesitaba ver, ansiosa por saber si estaban bien. Me llevé una mano al pecho, buscando entre todas las personas allí reunidas, cuando unos brazos rodearon mi cuerpo y me alzaron con energía sobre el suelo. Apenas pude rodear su cabellera rubia con fuerza, pero supe al instante de quién se trataba, y las lágrimas volvieron a acudir a mi rostro. "Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento". Apenas podía emitir palabra alguna, más que simples sollozos inconexos. Enterré mi rostro en su hombro, sintiendo mi corazón liberarse de un enorme peso de encima. Había tenido tanto miedo. Tanto miedo de que no volviese a dirigirme la palabra. Mis manos se aferraron en su espalda mientras acrecentaba el llanto, verdaderamente feliz de estar allí. De estar viva, de quitarme aquella espina con la que no quería morir clavada en mi pecho. No comprendía cómo, pero aquel muchacho alocado y su tierna hermanita se habían ganado un lugar en mi vida tan rápido que costaba imaginárselo. Solo sabía que no quería volver a dejarle ir de nuevo. "Y yo no quería que te fueras, porque...porque eres muy importante para mí..." Cuando nos separamos de aquel abrazo, sus palabras provocaron en mí la sonrisa más sincera que pude dirigirle nunca. Con los ojos entrecerrados por las lágrimas, una sonrisa de oreja a oreja y un evidente rubor decorando mis ya de por sí sonrosadas mejillas, quise transmitirle que yo sentía lo mismo. Que Nikolah había acabado siendo una parte importante de mi vida en los escasos días en los que llevábamos conociéndonos, y que no permitiría marcharme así de nuevo. Y quise hablar, de verdad que lo intenté, pero pronto pareció percatarse de algo y se separó de mí con cierta brusquedad, poniéndose especialmente nervioso por algo. Allí, de pie con ayuda de Togekiss, sostuve entre mis manos un trozo de tela bordada con cierta inexperiencia, con motivos de mi inicial y de su línea evolutiva con todo el cariño y el cuidado impregnados en una simple prenda. Una prenda que acabó por tomar una profunda importancia desde aquel mismo instante. Perpleja, sin saber qué decir, noté cómo el chico comenzaba a alejarse, tropezando varias veces con sus propios pies. Y cuando se hubo alejado lo suficiente, mis piernas acabaron por flaquear y caí sentada, con la mirada aún posada en la tierna manta que tenía entre mis manos. Un pequeño papel de origami apareció entre sus pliegues, con unas palabras escritas en su interior: perdón. La sonrisa volvió a mis labios, viendo al chico alejarse en la distancia. —Gracias, de verdad... Me alegra haberos conocido. Pronto sentí otro cuerpo abrazarme con alegría, se trataba esta vez de la pequeña Talía. Fue en ese instante, cuando la rodeé con mis brazos y le dije que me alegraba de verla, que todo se volvió oscuro y las fuerzas abandonaron mi cuerpo. Togekiss, alarmada, me tomó en brazos ante la mirada de Sylveon y de Glaceon. Pronto, pudieron percatarse de mi respiración acompasada y pacífica, y suspiraron: había caído rendida por el cansancio. Mi equipo decidió regresar a sus pokéballs, y Togekiss tuvo intención de poner rumbo hacia la ciudad más cercana, ciudad Témpera, para que su entrenadora pudiese descansar como se merecía. Pero Glaceon y Sylveon supieron que no podían dejar allí a Talía y a Nikolah, y decidieron aguardar junto a ellos para dirigirles hacia donde Liza se encontrase. Así, Togekiss emprendió el vuelo hacia Témpera, ante la mirada de Talía, Glaceon y Sylveon. Esta última le sonrió, saludándola con sus patitas, mientras Glaceon corría a avisar a Nikolah de lo sucedido... como podía, claro. Al fin era momento de un buen descanso.
Drake Orestes Mis ojos se abrieron lentamente poco después de que Tau nos borrara a Effy y a mi los últimos. Observaba nervioso todo a mi alrededor, el verde paisaje bajo el ardiente sol de la tarde, y lo tranquilo que se veía todo en comparación a tanta destrucción que había vivido en carnes propias minutos antes. —Jum, así que esto es el más allá—susurré con total calma, mirando al cielo. Luego, extrañado, fruncí el ceño.— Pues que raro, si es igualito a la Pradera Ar...¡Arg! De repente mis huesos quemaron de dolor, amenazando con romperse. Eso es lo primero que logras sentir cuando un Snorlax te abraza con todas sus fuerzas. Por lo menos el abrazo me sacó de mi aturdimiento y me hizo entender que para estar sintiendo como se molían mis huesos tenía que estar vivo. De alguna forma, lo había logrado. —¡Snorlax, basta!—chillé, buscando zafarme de su peligroso amor. Al final el coloso terminó soltándome, y así mi equipo pudo aglomerarse a mi alrededor para llorar por mi regreso. Le acaricié el hocico a Arcanine y el plumaje de Chatot en cuanto volvió a su habitual puesto en mi hombro. Crobat decidió descansar en mi brazo mientras se acurrucaba en mi pecho, y Sableye se las arregló para subirse a mi camisa y trepar hasta mi cabeza. Todos estaban allí, heridos y cansados pero felices. Todos excepto dos. El primero, aquel amigo a quien le confiaría mi vida con los ojos vendados. Aquel ser que había estado conmigo en las buenas y malas, y me había acompañado en cualquier idea loca que se me pasara por la cabeza. Me ayudó a planear la huida de la mansión de mi padrastro, recorrió conmigo uno tras otro lugar peligroso al que se me ocurriera entrar; entrenó conmigo y planeó tácticas de combate junto a mí como si fuéramos iguales. Y ahora se encontraba alejado del grupo y sin saber donde mirar, porque también era orgulloso y terco y muy difícil de dejarse llevar por sus sentimientos, y lo quería por ello. Emperador, muy lastimado y con una mirada de fingida indiferencia en los ojos, me miró de reojo. Empoleon era muy difícil de tratar. Era muy tozudo, se enfadaba con facilidad y solía actuar frío y serio. El día en que decidí ponerle un nombre me pasé una hora tras otra siendo bañado con una poderosa Hidrobomba hasta que encontré un nombre a su gusto: Emperador. Otro día había descubierto que no podía llevarse comida diminuta a la boca por culpa de sus grandes aletas, y había volcado la mesa del restaurante movido por la vergüenza. Y aún así, no podía querer que fuera de otro modo. Emperador tenía otras formas de demostrar su cariño, como cuando pasó un año entero con una bufanda de tridentes que le había regalado por navidad, o cuando me despertaba a las cinco de la mañana los domingos para entrenar hasta el mediodía, solo él y yo. Y incluso ahora, luego de haber sobrevivido a una inevitable muerte, no era capaz de dar el primer paso por mucho que quisiera hacerlo. Así que tuve que darlo yo. Corrí hacia Emperador. Habían sido años de aventuras, misterios y alegrías, y al parecer solo era el comienzo de algo más grande. Y estaba contento de poder compartir lo que seguía con quienes más quería. Emperador hizo la carrera de regreso para disminuir la distancia, y nos dimos un abrazo, probablemente el primero en años. Y, por primera vez desde la muerte de mamá, vi a Emperador dejarse llevar por las lágrimas. * * * El segundo pokemon que no se acercó a mi en ningún momento no fue otro que Meloetta. La busqué minutos después entre la gran multitud de pokémon de los otros holder, sin encontrarla. Temí por varios minutos que Meloetta de alguna forma hubiera desaparecido, o que en realidad la gran verdad fuera que Meloetta se hubiera sacrificado por nosotros. Sin embargo, la encontré luego de un poco de esfuerzo. Se encontraba al lado de Mimiko Honda. Meloetta había sido una compañia un tanto extraña desde semanas después de capturarla. Desde que Mimi la había conocido el día en que había capturado al Arce del Verano, su compañía se había dividido entre los dos: algunos días Meloetta me acompañaba mientras pasaba tiempo con mi equipo y alentaba nuestros entrenamientos, y otros días se iba a pasar unos días de chicas junto a Mimi y hacer cosas como visitar tiendas de ropa o arreglarse el cabello entre ambas. No podía evitar pensar en Meloetta como alguien que aún no había decidido cual sería su hogar, y alternaba entre dos posibles vidas para ver cual era más de su agrado. Y, al parecer, al fin había tomado una decisión. Nuestras miradas se encontraron, y cuando sus ojos me confirmaron lo que pensaba asentí sin más. Meloetta sonrió, y flotando en el aire se arrojó en los brazos de Mimiko. Aceptando esto como la representación de su decisión, saque la pokeball con la que había capturado a Meloetta meses antes. La observé un rato antes de tirarla al suelo y presionarla con mi zapatilla, hasta que un crack me dijo que ya estaba hecho. Meloetta era ya libre para elegir a su siguiente entrenadora. Y yo estaba feliz de poder permitírselo. Contenido oculto ¡NO ESTOY LLORANDO! Kurone no encontré mejor momento para esto :D (? Toda tuya uwu/
Mimi Honda La segunda vez. Aquella era la segunda vez que regresaba de la oscuridad. De la nada más absoluta... Como en Sinnoh. Estaba viva de nuevo. Los eventos de la Columna Lanza en aquella ocasión danzaron frente a mí como los fotogramas de una película antes de que abriese los ojos. Arceus también había estado implicado aquella vez. —¿Huh? Exhausta, dolorida y hecha polvo tanto física como emocionalmente... pero viva. Eso era lo más importante. Confundida aún me vi rápidamente rodeada por mi equipo. Los más expresivos estaban eufóricos. Incluso Raiden tan sereno y frío de usual estaba sonriendo con una alegría poco característica. Chie lamió mi mejilla con cariño—gesto que le permití— y Monomaru y Kichiro me abrazaron. Este último me apretó hasta el punto de hacer crujir mis huesos. Sentí que terminaría quebrándolos de uno u otro modo. —Kichi... —lo llamé dolorida— yo también me alegro de verte... ¡Ya, suéltame! Pero no sonaba molesta. De hecho, no podía dejar de intercalar mis regaños con pequeñas risas, feliz de estar viva. De estar de nuevo con todos. Feliz de tener una nueva oportunidad. Si estábamos allí... significaba que habíamos vencido a Tau. Habíamos ganado. De nuevo. De una u otra forma habíamos acabado con aquella maldita zorra. Todo retomó de forma definitiva su curso vital. Me dolía la cabeza y me sentía mareada pero todas aquellas emociones eran enmascaradas por la alegría de estar viva. De poder cumplir todo lo que aún quería lograr. Debía hacerme más fuerte. Lograr al menos dos miembros más para mi equipo, regresar a la Sede del Gran Campeonato. Y... los ojos se me abrieron repentinamente de la impresión. Emily. Eché un vistazo alrededor escaneando el concurrido grupo de Holders con la vista. Pude ver a Liza, sana y salva... pero no hallé rastros de la entrenadora. O no tuve tiempo de hacerlo porque en determinado momento una conocida y etérea figura se acercó flotando hasta mí. La conocía, por supuesto. ¿Cómo no hacerlo? Era el Pokémon de las historias de mamá; una criatura hecha de música. Hacía tanto que no sabía de ella que no pude disimular mi sorpresa. —¿M-Meloetta?—inquirí. Y ella asintió, feliz, girando a mi alrededor. Parecía alegrarse profundamente de que estuviese viva. No tardó en lanzarse a mis brazos, gesto que yo, aún contrariada aún correspondí. Me sentía llena de alegría y del calor de todos, arropada como pocas veces en mi vida. Era... una sensación bastante bonita y agradable. Podría terminar acostumbrándome. Pero si Meloetta estaba allí eso significaba que Drake Orestes también lo estaba. Me encontré con su perpetuo rostro de cansancio nada más levantar la vista. Lo vi a él y vi aquel esférico hecho pedazos a sus pies... y las piezas del puzzle encajaron completamente. ... ¿Me la estaba dando a mí? ¿Al fin se había dado cuenta de que yo era una entrenadora mucho mejor cualificada para ella? No, aquel gesto respetaba los deseos de la propia Meloetta. Y ella deseaba estar conmigo. Meloetta me quería a mí. Meloetta... me prefería a mí. Me incorporé del suelo con Meloetta a mi lado. Y entonces, cuando me aseguré de la situación, tomé una lujoball de mi bolso. Una de las más bonitas y lustrosas. En un gesto casi solemne se la mostré. —Gracias—le dije a la Pokémon presionando el botón del esférico—. Y bienvenida al equipo. Y entonces, solo entonces, solo cuando me di cuenta de que ahora la tenía a mi lado, de que el pokémon de las historias de mamá quería estar conmigo y no con Drake, mi corazón dio un salto. Y miré al entrenador henchida de falso orgullo. —¿Ves?—le dije obstinada—. Yo era mucho mejor entrenadora que tú para ella. Tú y tu barbárico equipo no estabais al nivel de las sutileza y elegancia de una criatura tan grácil como ella. Me alegra ver que lo notaras a tiempo. Y volteé el rostro. Pero en aquellas palabras orgullosas estaba implícito un puro y absoluto "gracias" que mi fiero orgullo no me permitía mostrar sin más. Estaba implícita la emoción de una niña que tenía a su lado el último recuerdo de su madre. Estaba implícito en la felicidad que era incapaz de ocultar, en mis ojos vidriosos por las lágrimas y mis mejillas sonrojadas. Simplemente era... demasiado evidente. Contenido oculto AAAAAAAAAAA Lástima que no tenga creatividad para más ;-;
Emily Hodges Lo primero que pude sentir una vez recuperé la consciencia fue una sensación húmeda en la palma de mi mano. Me costó abrir los ojos, me costó darme cuenta de lo que estaba sucediendo. Cuando conseguí enfocar la vista, después de un largo rato, pude percibir el azul cielo de Galeia. ¿El cielo... de Galeia? Las difusas voces de los demás empezaron a hacerse cada vez más claras. Logré escuchar a los demás, a los Holders de la tercera generación, a mis amigos y prácticamente familia. Me incorporé levemente, rodeada por mi equipo. Había sido Espeon la que se encontraba lamiéndome la mano, en un intento de hacerme despertar. ¿Estaba... viva? Llevé mis manos al frente, mirándolas con incredulidad. Las moví, aun sin creerme lo que estaba sucediendo. Pude moverlas, las sentía... —Estoy... viva... —murmuré con voz pastosa, sintiendo mis ojos nublarse una vez más. Las lágrimas fueron inevitables. Los llantos llenaron la Pradera, tanto míos como del resto. Mi equipo me rodeó, de manera cálida, todos estaban ahí. Emboar, mi inicial, el pokémon que había estado ahí desde el principio. Espeon, el pequeño Eevee que recibí de Dante mientras estaba en mi casa y que ahora era una parte fundamental, tanto en mi vida como en mi equipo. Todos mis compañeros que durante estos tres años me habían estado acompañando en la aventura. Incluso los que menos tiempo llevaban conmigo, incluso los que originalmente tuvieron otro entrenador, todos se alegraron enormemente de verme. Virizion, con su solemnidad, me miraba con cierto aprecio, parecía desprender respeto. Había demostrado mi fortaleza en combate, algo que los espadachines siempre buscaban en sus entrenadores, me había aceptado finalmente como su entrenadora. Zeraora, el legendario que había recibido gracias a un extraño sorteo, también se alegró de verme. No habíamos luchado aun juntos, pero parecía haberme tenido cariño. ¡Incluso los pokémon de Udan estaban ahí! Incineroar, Bisharp, Lycanroc... todos se unieron junto a mi equipo de Galeia para darme la bienvenida. Tardé un tiempo en tranquilizarme. No podía evitar seguir derramando lágrimas. Habíamos muerto porque Tau así lo deseaba, pero nuestros pokémon fueron más fuertes que ella. Le demostraron que nosotros no éramos simples creaciones, nos demostraron que teníamos unas raíces y un pasado de verdad, que no todo era mentira. Y ahí estábamos, de nuevo, gracias a Arceus. El Dios Pokémon... realmente tengo que visitar a mi padre, demasiadas historias que contarle. Fueron mis pokémon los que me ayudaron a incorporarme para poder unirme al abrazo de los Holders. Un abrazo que hizo aliviar mi corazón. Un abrazo que nos hizo recordar que éramos mucho más, que éramos una familia y que al fin éramos libres de elegir lo que queríamos. Que ahora podíamos escribir nuestro propio destino, que nosotros decidíamos, y nadie más. Después de un tiempo, solo pude dejarme caer en la hierba de la Pradera una vez más, exhausta. Las lágrimas habían cesado, pero mis ojos estaba rojos e irritados. Casi todo mi equipo pokémon había vuelto a sus respectivas pokéball, queriendo descansar de emociones tan fuertes. Solo Espeon, la fiel Espeon, se encontraba a mi lado, acurrucada. —Galeia es preciosa, ¿verdad? —dije, mirando el cielo.
Alpha Xenodis. Cuando pensé que ya no volvería a sentir algo, repentinamente la luz inundó mis ojos. Tuve que parpadear dos veces antes de siquiera poder enfocar algo, pero apenas pude hacerlo solo vi el cuerpo amarillento de Milotic alrededor del mío. Además de ella se encontraba el resto de mi equipo, intentando unirse a un abrazo grupal, aunque con ciertas excepciones. Respiré hondo cuando pude escapar de tantos abrazos. Pasé el dorso de mi mano por mi frente, aliviado, y fue ahí cuando observé que la sangre casi seca se había pasado sobre mi piel blanca. Eso significaba que nos regresaron tal como nos habíamos ido, ¿no?... Ya me pudiste haber puesto en mejor forma, ¿no, Arceus? Pero al final solo suspiré. Suspiré aliviado de volver a estar vivo. Aliviado de poder respirar una vez más a diferencia de aquél vacío donde ni siquiera podía sentir mi cuerpo, era un nada. —Al final sí que pudieron ganar—Le dije a mi Charizard, quien me miraba fijamente.—. Me equivoqué, Flame. Ustedes sí que podían ganar, fui yo quien perdió—Entonces solo me acerqué a acariciar su hocico. Ver su mirada solo me hizo reír un poco.—. Y sí, no te preocupes. Te prometo que yo entrenaré para ganar siempre que pueda. Ahí fue cuando su expresión cambió a una más serena. Sí, entiendo tu punto, amigo. —¿Alguien vio mi cinturón? Curioso pregunté antes de sentir como algo tocaba mi espalda. Me dio un pequeño susto, así que inmediatamente me alejé antes de voltear. Suspiré al ver quien era, aunque un poco sorprendido. Tenía mi cinturón y me lo estaba ofreciendo. —Gracias, aibou.—Fue lo único que le pude contestar cuando lo tomé de su mano, fue ahí que él simplemente se adentró en su esférico sin más. Supongo que era un pequeño paso, ¿no? Tras eso solo decidí regresar uno por uno a mis compañeros, a excepción de Rayquaza quien simplemente abandonó la Pradera tras que le levantase el pulgar con mi ojo cerrado. Creo que entendía que estaba bien ahora. Y luego vino nuestro abrazo como grupo de holders. Fue todo muy emocional, con todos liberando un poco o muchísimas lágrimas. Se había cumplido nuestro ciclo de salvar Galeia y supongo que... Ya podíamos descansar un rato. Pero antes... —Bien hecho contra Rhyme—Le comenté antes de colocar mi índice y corazón sobre su frente. Sin embargo, la emoción fue más. No pude mantenerlo en algo así y simplemente la rodeé con mis brazos antes de mirar a sus ojos, con los míos rodeados por lágrimas.—. Estoy orgulloso de ti—Fue lo segundo que pude decirle antes de que las gotas de agua lentamente se empezaran a deslizar pos mis mejillas de nueva manera. Cerré mis ojos con fuerza, como intentando evitar la caída involuntaria, pero era imposible.—. Y también estoy muy feliz de verte bien... No te vuelvas a ir, baka. Y entonces la liberé de mis brazos. Le dediqué una pequeña sonrisa antes de limpiar mis ojos con la manga de mi sudadera. Decidí darme la vuelta y acercarme a otra persona. —No nos veremos de nuevo en bastante, así que te aplastaré aquí y ahora—Le dije mientras sostenía una de mis esferas en mi mano, apuntando hacia él.—. Eres mi estúpido rival, así que más te vale asu- No pude acabar la frase porque sentí todo irse a negro. Mi cuerpo y mi mente se desconectaron en ese momento y simplemente sucumbí ante el cansancio que llevaba acumulando. No caí al piso únicamente porque Flame había salido a amortiguar mi caída. Le dedicó una sonrisa soberbia a Ian y entonces abrió sus alas, alzando el vuelo fuera de la Pradera. Sí... Eso de luchar podría esperar. ¿Qué tal si tomamos un buen descanso por hoy?
Ian Lockhart Francamente, no sabía cuanto tiempo había pasado. ¿Cómo podría saberlo? Lo último que recordaba era haber sido engullido por el núcleo, y luego, simple vacío. Un vacío que podría haber durado segundos, minutos, horas o simplemente nada. Cuando abrí los ojos me encontraba de pie, rodeado por el resto de holders de tercera generación, incluso... Abrí los ojos de la sorpresa al ver en la multitud también a Emily y Liza. E-Eso significaba que... que lo habrían logrado. ¡Realmente lo habían logrado! No solo derrotaron a Tau, si no que también habían encontrado una forma de traernos de vuelta, algo que creía imposible. Cuando estaba por felicitar al resto de holders y preguntarles cómo lo habían hecho, sus rostros de sorpresa me confundieron. Todos se miraban unos a otros sin saber muy bien lo que había pasado. E Irvine, Karina y los demás estaban igual. Fue entonces cuando los vi. Se nos acercaron en cuanto comenzamos a despertar: Nuestros pokémon nos miraban con un rostro lleno de felicidad, y pronto nos rodearon a todos. Fue entonces cuando lo comprendí, ellos... ellos habían sido quienes ganaron la batalla. Tau solo nos había borrado a nosotros, pero ellos siguieron el combate y... habían ganado. Las lágrimas comenzaron a resbalar por mi rostro inmediatamente; no me importaba llorar, no frente a mi equipo pokémon. Los abracé a todos, quedándome junto a ellos un largo rato. No era el entrenador más expresivo o afectuoso de todos, pero valoraba mucho a mis compañeros. Quizá Blastoise fuese el que más derecho tuviese a opinar que eso no era cierto, con las veces que tomé provecho de él para molestar a los demás, pero incluso él estaba allí, abrazándonos a todos. El pequeño Squirtle con el que había iniciado mi viaje, y con el que más cosas había compartido. Cuando nos separamos, Slaking se dejó caer en el suelo, dispuesto a tomar un descanso después de todo el trabajo que había hecho. Se había vuelto mi pokémon insignia rápidamente, y le debía mucho. Así como se lo debía a todos, a mi fiel compañero de viajes Salamence, al Roserade que me acompañaba practicamente desde comienzos de mi viaje, a Luxray, Machamp, Metagross y a todos los demás. Ho-oh flotaba agitando sus alas suavemente, y Zekrom se mantenía impasible. Al final, todos habíamos defendido nuestros ideales hasta el final. Y Eelektross, la antigua Trituradora Eléctrica, se mantuvo quieta en su sitio, mientras miraba de manera extraña a Karina, Irvine y Melissa. Se quedó allí, mirando unos segundos y luego se marchó, dando la vuelta en nuestra dirección. Sonreí; probablemente no fuese sencillo reintegrarla, pero lo más difícil ya estaba hecho. —Bueno Salamence, creo que es momento de marcharnos, ¿No...? —fue entonces cuando me vi arrastrado a un abrazo entre holders de tercera generación que no me esperaba, pero que terminó por quebrarme una vez más. Con tantas lágrimas que había derramado en tan poco tiempo, ya no me quedaban más para una larga temporada. Pero así era mejor, no me gustaba llorar. Aún así, esta última vez, rodeado por todos estos chicos, por todos mis amigos, se había sentido completamente diferente. Como una brisa que se llevó todos los problemas, ahora me sentía como alguien nuevo. Unos momentos después de todos nos separáramos, escuché una voz dirigirse a mí. No nos veremos de nuevo en bastante, así que te aplastaré aquí y ahora. Eres mi estúpido rival, así que más te vale asu- Por inercia di un paso al frente, inclinando todo el cuerpo para poder atraparlo, pero Flame lo detuvo por sí mismo. Y entonces sonrió, con la misma sonrisa irritante que tenía su entrenador, y se marchó. Suspiré. ¿Me había agotado tan de repente por algo como eso? —Supongo que, después de todo lo que pasó, debería darte una segunda oportunidad, ¿No? —fijé la vista en el cielo, donde Charizard se había perdido en el horizonte—. Para que me demuestres que aún puedes ser el mismo Alpha de antes —agité la cabeza ligeramente y sonreí—. No, eso no va a pasar, ¿Cierto? Este sin duda será un Alpha que superará al anterior. >>Parece ser que tendré que seguir entrenando entonces, por lo que veo. En verdad no has cambiado en nada, ¿Eh? Sigues siendo un amasijo de energía vital envidioso, ¿Cuántas medallas tenés? Un enorme suspiró volvió a salir de mis pulmones, y me dejé caer en suelo, con la vista aún clavada en las nubes. Allí donde aquel avión de papel que era mi eterno rival se había marchado. Sonreí. Parece que aún me quedaban muchas cosas que hacer en Galeia. —Bueno chicos, es hora de irnos. Salamence, ¿Nos harías los honores? —el dragón de Hoenn estiró sus patas y extendió sus alas, mientras el resto de mis pokémon volvían a sus pokéball— ...Un momento, aquí faltan varios —me dije. Sí, tal y como había sospechado, varios de mis pokémon estaban extraviados. Y tal y como ellos se habían esforzado tanto por mí, yo debía hacer lo mismo e ir a buscarlos. >>¡Hey! —grité, agitando la mano cuando Salamence se elevó lo suficiente, llamando la atención de los que aún seguían en la pradera—. ¡No crean que porque resultamos venir de donde mismo ahora somos amigos! Aún así, me alegro que todos estén bien. ¡Estaré ansioso por apalstarlos en el campo de batalla la próxima vez que los vea! Y con aquellas últimas palabras que no expresaban del todo lo que pensaba, Salamence partió definitivamente. La historia de los holders de tercera generación estaba recién por comenzar de verdad.
Mimi Honda —"Bien hecho contra Rhyme" Aquellas palabras me asaltaron en ese momento al mismo tiempo que sentía el tacto cálido de dos dedos sobre mi frente. Solo conocía a una persona que había hecho suyo aquel gesto tan ridículo. Alpha. Lo miré entonces guardándose mis quejas porque estaba feliz y porque él... estaba llorando. Alpha estaba llorando. Apretaba los ojos y se esforzaba por no ceder pero las lágrimas no dejaban de abandonar sus ojos. Creo que era la primera vez que lo veía llorar desde que lo conocía. Era una estampa extraña, impropia, pero hizo que mi corazón se agitase. Sus palabras hicieron que mis propios ojos se aguaran aún más. No iba a llorar pero... que Alpha estuviese orgulloso de mí me hizo feliz de alguna forma. Él, que era mi senpai, que siempre fue mejor que yo y me forcé a mí misma a seguir sus pasos... —No fue culpa mía, lo sabes de sobra. Esa zorra de Tau era demasiado fuerte—le respondí desviando brevemente la mirada. Y cuando volví a mirarlo le sonreí levemente con ojos lacrimosos y voz pastosa—. Más te vale que tú tampoco vuelvas a irte ¿me oyes? No te perdonaré si mueres una tercera vez. Lo vi acercarse a Ian, hablar con él y tambalearse—si no hubiera sido porque Flame le sirvió rápidamente de apoyo— se habría desplomado contra el suelo. Estaba agotado. Tanto tiempo sin dormir y tantas emociones habían terminado pasándole factura. ¡Y él ya estaba para el arrastre desde antes! No pude evitar preocuparme y seguir el vuelo de Flame hasta que hubo desaparecido en el cielo. Me preguntaba si estaría bien. Si podía dejarlo solo. Confíar en él era difícil en tales circunstancias pero confiaba en Flame y en el equipo que le rodeaba. Ellos se ocuparían de él. Estaba segura de ello. "Descansa idiota. Ahora más que nunca lo mereces" Ian también se marchó de la pradera tras dirigirnos unas palabras que no esperé escuchar de sus labios... y poco a poco el grupo de Holders congregados empezó a disolverse. Fue en ese momento cuando, bajo la sombra de un frondoso roble, mis ojos se encontraron con ella. Emily. Sería ridículo pensar que si Arceus nos había dado otra oportunidad a todos no se la hubiese dado a ella. Sería ridículo emocionarse tanto cuando todos habíamos pasado por lo mismo. Pero sencillamente no pude evitarlo. Mi corazón se encogió en un puño prieto. Me senté a su lado bajo la sombra de aquel árbol. No hablé, no saludé, solo me senté junto a ella y apoyé mi cabeza en su hombro. Cómo si eso lo resolviera todo. Cómo si eso fuese suficiente. No tenía necesidad de decir nada y al mismo tiempo quería decirlo todo. Sentía un nudo en la garganta, en el pecho, mi corazón iba a romperse. Cerré mis ojos e inspiré profundamente el fresco aire de la pradera. Mis pulmones se llenaron. Estaba viva. Estábamos... vivos. Todos. A pesar de todo. A pesar del horror que habíamos vivido. Del miedo. De los esfuerzos de Tau. Estábamos allí. Porque éramos los héroes de Galeia. Porque incluso el propio Arceus lo creía. Fue en ese entonces cuando la rodeé con mis brazos. Hundí aún más el rostro en su hombro, estrechándola cuanto pude. Buscando sentirla lo más cerca posible de mí. Y entonces, así, ocultando mi rostro en su hombro y abrazándola, finalmente sollocé. Mis hombros temblaron, trémulos, y yo la abracé con más fuerza, redoblando los sollozos que solo lograban intensificarse a medida que finalmente y de una vez dejaba escapar todas las emociones reprimidas dentro de mí. No había llorado con el grupo, no había demostrado abiertamente como me sentía, pero con Emily todo era distinto. Era una especie de catalizador. Me hacía sentir segura... y verla viva después de ver con mis propios ojos como se convertía en polvo conllevaba una serie de emociones que ya no podía reprimir más tiempo. Ni siquiera podía hablar entre las lágrimas. Cada vez que trataba de decir algo sobrevenía un sollozo. Lloraba por Irvine y por Melissa. Lloraba por Karina. Por Rhyme y Delta. Lloraba por el miedo que pasé, por el horror que presencié, porque aún estaba temblando por dentro. Porque aún tenía miedo. —E-Emily...—sollocé—. Em... Y lloré. Y lloré más. Y lloré por minutos que parecieron horas.
Emily Hodges La tranquilidad que se respiraba en la Pradera después de todo lo sucedido era algo realmente de agradecer. La sombra que aquel árbol me proporcionaba y la suave brisa que únicamente se escuchaba después de que los Holders se fuesen, cada uno por su lado, hicieron que cerrase mis ojos. La adrenalina del momento ya se había disipado, y las lágrimas que durante tanto rato había derramado me habían dejado aun más cansada, por lo que no necesitaría mucho más para acabar quedándome dormida. Mientras me debatía entre el sueño y la consciencia, sentí una presencia que se sentó a mi lado. Quise abrir los ojos, curiosa por saber quien había sido la persona que no se había ido aun de allí, pero no hizo falta. Cuando esa misma persona apoyó su cabeza en mi hombro y comenzó a sollozar, pude saber al instante quién era. Llevé mi mano a su cabeza, acariciándola levemente en un intento de calmarla. —Ya está, ya estamos bien, ¿sí? No pasa nada... Fueron varios minutos los que estuvimos así, hasta que finalmente Mimi se tranquilizó, y ambas caímos rendidas bajo la sombra de aquel árbol. * * * Cuando me desperté, volví a mirar al cielo. Seguía siendo de día, no parecía que hubiese pasado mucho tiempo desde que me dormí, pero la verdad es que me encontraba completamente descansada. Había sido una buena siesta. Esperé hasta que Mimi se despertó para poder finalmente ponerme de pie. Me estiré en toda mi totalidad, siendo copiada segundos después por mi Espeon. A ella también le había cansado aquella aventura. —Uf... que bien sienta una siesta después de revivir, ¿eh? —dije con una risilla. Miré a mi alrededor. Galeia era realmente preciosa, y ahora que ya estaba a salvo, así como Udan, quizás fuese buena idea seguir entrenando por ahí. ¡Claro que sí! Eso era lo que tocaba, ¡seguir entrenando! >>Bueno, ¿qué planeas hacer ahora, Mimi? Yo creo que iré al Frente, ¡quiero retar de nuevo el Coliseo! He mejor mucho mi equipo desde la última vez, ¡pero quiero seguir entrenando! Ahora que podemos... —miré a Espeon con una sonrisa para posteriormente volver a fijar mi vista en la rubia—. ¿Y bien? Contenido oculto No puedo evitarlo, dentro de relativamente poco voy a estar desocupada (con suerte) y quiero hacer muchas cosas en el rol(?