1 Maldita sea la hora en la que caminando por el borde de la pileta, tomando un jugo de la más roja sandía, gané inspiración para ponerme a escribir. Talentosa, quizá muy poco, casi nada. O quizá demasiado para tan pequeño entorno. Los extremos en muchas oportunidades suelen tocarse. En el caso de Greta no existía cercanía más grande que la de los polos de su grandeza, o pequeñez, como prefieran llamarle. Bastaron 3 capítulos de la más nata fluidez del poder de sus palabras, mente e imaginación para que su nombre fuera escuchado en varios, pero no tantos, quizá sea mejor decir pocos, países de América. Diecisiete millones de personas leyendo. Publicaba un capitulo por semana y los comentarios y reacciones caían del cielo como la más hermosa tormenta de felicidad. Ocho, tal vez diez páginas por vez. Chica ordinaria, círculo casi tan pequeño y simple como el de su madre. Nacida, criada y preparada casi profesionalmente para estancar en su pueblo, le pertenecía a él. Pero Greta nunca le perteneció a nadie más que a sí misma. En la vida bastan pequeñas cosas para que sucedan los hechos grandes; ya sea con papel y lápiz o un teclado, ella tenía suficiente para conmocionar al mundo. Pero así como bastaban pocas cosas como un talento innato y algún elemento para plasmar ideas, eran también pocas cosas las necesarias para derrumbarse. Los extremos suelen chocar, y la vergüenza tiende ganar. El primer desmoronamiento no fue mucho después del capítulo 16 de “Katana”. En su gran mayoría, los escritores suelen hacer investigaciones sobre hechos concretos que sin la información correcta podrían acabar con algún bruto fragmento en una pieza extraordinaria. Greta no era la excepción. Pero al estar técnicamente diseñados para no creer hasta comprobar, solo son quienes viven determinadas situaciones los únicos capaces de comprender y transformar un hecho tan simple en un desierto de una acción inexplicable. En el historial de la computadora Marta, su madre, encontró cuestiones como la cantidad necesaria de pastillas para acabar con una vida o elementos que conlleven dolor nulo en el intento de acabar con uno mismo. El cuestionamiento se derivó en las insistentes e infinitas peticiones de Marta a su hija por ver que era lo que escribía, tras no estar del todo convencida de las declaraciones con excusas de “es para un cuento “. Sinceramente, yo tampoco lo creería. Esta parte de la historia acaba con Greta sumergida en un pozo con una balanza en el fondo. De un lado; su increíble éxito, del otro; el hecho de que su madre no viera lo que había escrito. A eso yo, personalmente, lo llamo la cercanía de los polos, ¿o acaso me equivoco? Jamás, a pesar de su posible proximidad, dejan de ser extremos.
¡Hola de nuevo! Debo admitir que me pudo la curiosidad y tuve que venir a echarle un ojo. Honestamente, estoy encantada. Pocas son las veces que encuentro algo tan bien escrito y con este poder de atracción, porque de verdad fue leer la primera frase y no poder parar. Sin embargo, no sé si fue porque mientras leía me distrajeron, pero la lectura en ciertos puntos me resultó algo densa y de hecho tuve que darle una segunda leída al texto antes de ponerme a escribir un comentario. Debo decir que me deja mucha intriga y un buen gusto de boca. Particularmente luego de leer esto: Me interesa muchísimo cómo se irá a desarrollar esta historia. Tiene una pinta muy buena, misteriosa, algo oscura. Por otro lado, creo que por aquí faltó algo: ¿No sería, "y la vergüenza tiende a ganar"? En fin. Creo que no tengo más que decir sin terminar repitiéndome. Saludos~ Espero que disfrutes el foro.
