Prisión Boceto

Nikolah Cruz

— ¡Cómo no pequeñaja! ¡Me gusta tu iniciativa!— dije, bajándola de mis hombros con una sonrisa.— Que Mimo te acompañe, puede resultarte de ayuda.

El Sableye me miró extraño, pero de inmediato siguió a la chiquilla, imitando su forma de caminar. Mientras tanto, yo me dirigí hacia el que parecía el tal Erwin, que al parecer, estaba hablando con la muchacha que había llegado con aquella otra que le había lanzado una piedra a Orgen. Me sentía emocionado, tanta gente nueva para conocer.

— Disculpen mi interrupción, me presento. Soy Nikolah, de la Compañía de Detectives Talía, Nikolah & Mimo.— dije, estrechando la mano de cada uno.— Puedo intuir que tú eres Erwin, ¿eh? Bien, me interesaría saber cómo asesinaron al sujeto en cuestión. Con lujo de detalles, si es posible.

Intenté tener una pose y tono serio. Incluso había sacado un paraguas de mi mochila y lo estaba usando como bastón para apoyarme, lo que me venía bien, porque la quemadura en la pierna volvía a molestar. Sentía una emoción y adrenalina que nunca había sentido antes, como si estuviera vivo por primera vez. Lo cual era apropiado, teniendo en cuenta que estaba muerto probablemente.

 

Hubert

No obtuve, de parte del guardia, información que pudiera considerar relevante para la resolución del caso. Deslicé de todas maneras el bolígrafo sobre la página abierta de la libreta; su declaración de que no tenía información al respecto, por estar trabajando en un módulo diferente al del crimen, podría ser algo a considerar… o no. Pero no estaba de más tenerlo anotado.

—Gracias por responder —sonreí, girando sobre mis talones. Serperior me siguió y Hoopa, por su parte, dirigió una mueca burlona al nervioso guardia, sin que yo lo advirtiera.

Alpha estaba hablando con Pamela, por lo que decidí encaminarme hacia él para formar parte de la conversación. En tanto lo hacía, miré hacia el patio.

 

Al principio, en cuanto me apersoné frente a él, Sear me reconoció como uno de los holders culpables por haberlo puesto detrás de las rejas, y adoptó una actitud agresiva y malvada… que afortunadamente, no resultó ser más que una fachada. Se relajó y volvió a ser tan torpe y relajado como cuando lo conocí, como cuando no era más que un inocente breakdancer…

Me llamó la atención que su Pansear lo acompañara en aquel lugar. Quise preguntar sobre el por qué podía conservar a su pokémon, ¿no era un peligro? ¿Y si lo ayudaba a escapar? Pero me contuve; primero debía ir a la razón por la que me encontraba aquí.

—He oído que ha ocurrido algo muy curioso en esta prisión —comencé, cruzándome de brazos—. Así que aquí estoy. Y bien, ¿qué sabes sobre ese incidente?

 

Orgen

Luego de una larga travesía logramos llegar a la Sede de la CSG lugar de gran tecnología. La prisión estaba dividida en cuatro módulos a según nos explicó Farrow, norte, sur, este y oeste. Luego de escuchar un resumen sobre los tres casos decidí ir a la Sede principal y observé que ya se había adelantado Emily, la amiga de Mimi. Dejé que ella hablase primero con el tal Erwin, luego interrumpí. —Buen día Detective Erwin, un placer, me llamo Orgen. —saludé de igual manera a Emily y escuchando la plática entre ambos pregunté con curiosidad.

>>¿Como va la autopsia?

 

Ian Lockhart

Escuché a la lejanía el resumen de los casos anteriores, sobre todo el caso contaminado, el único en el cuál no había estado presente. Algo que llamó mucho mi atención fue el hecho de que todos los casos anteriores tenían alguna relación con el P.A.M. y no sólo el caso imaginario, como yo creía.

El P.A.M.

La razón de que el pokémon que ahora se encontraba confinado en una de mis pokeball, con un refuerzo extra, la Trituradora Chispeante, fuese como es ahora. Y la razón de que aquello sucediese. Otra cosa que despertó mi interés fue el hecho de que al parecer todos los casos tenían a alguien en común, alguien que se había dedicado a plantar pruebas, mover hilos y tejer planes para que todos los sucesos ocurriesen. Todo con el aparente objetivo de que las verdades sobre el P.A.M. saliesen a la luz.

Sospeché que había mas involucrado desde ese momento, desde el instante en que aquel viejo me dijo que alguien le había ayudado a escapar del hospital en el que lo tenían recluido. ¿Quién podía ser?

Quizá, de los presentes, sólo yo tuviese una pequeña clave sobre su posible identidad. Un "regalo" que se me había dado por cargar con "ese" peso.

Con las ideas funcionando, me dirigí a la Sede de la CSG, colocándome, curioso, frente a un cartel de señalizaciones, justo al lado de una pequeña niña.

No hay dos sin tres.

Tampoco cuatro sin cinco.

 

Al ver, o más bien intuir la reacción, Deino ladró. No fue un ladrido de algo que estuviera dispuesto a morder, sino de un Pokémon amistoso con extraños. Mi desdén pasó a ser condescendencia, aunque seguí sin mostrarla. Aquella mujer parecía echar demasiado de menos el dinero.

— Mi nombre es Devan —comencé en un intento probablemente vano de calmarle los ánimos—. Me he enterado de... cosas que han pasado en esta prisión. Un incidente con un muerto. ¿Qué sabes al respecto?

 

—.... oh —Pam quedó impactada al ver que se dirigían a ella, y, asustada, dio un pasito atrás, tocándose el pelo con nerviosismo—. ¿Q-Qué es lo que querías e-exactamente?

>> ¿Qué sabes del incidente?
>> ¿Qué tal va tu estancia aquí?
>> Preguntar sobre Henry

—Oh, exacto. Llamamos a este módulo "el refugio", porque es, precisamente, donde refugiamos a los pokémon de los reclusos. Ellos no han cometido ningún delito, y como mucho, han sido utilizados por sus dueños... pero no dejan de ser compañeros. No podemos dejarles plena libertad de entrada y salida porque eso sería peligroso, ¡algún preso podría usarlos como vía de información o para planificar alguna huida! Así que los propios pokémon deciden: se quedan aquí, cerca de sus dueños, o se marchan, sin más. Aun así, hacemos salidas con ellos para que estén en el aire libre, pero siempre controladas y muy vigiladas.

>> Los presos del módulo este pueden venir aquí tres veces por semana a ver a sus pokémon... y los del módulo norte pueden venir una vez a la semana. A los del módulo sur, sin embargo, no solemos dejarle ver a sus compañeros más de una vez al año, y la visita es super reducida y muy controlada.

Obtienes la prueba "El refugio".

Tanto Talía como Ian quedaron mirando con detenimiento el cartel que había cerca del ascensor en la sede de la CSG. Parecía ser una relación de los diferentes pisos de la torre. Pudieron ver que, en la planta más alta, se encontraba el Despacho del Jefe, y a la mitad de la torre estaba la Sala de reuniones. Más abajo se encontraban los archivos. Parece que a todos esos lugares se podía acceder, únicamente, desde el ascensor... tal vez fuese buena idea ir a alguno de esos sitios.

Pero lo curioso, por cierto, era que... el cartel parecía estar reescrito. Como si, originalmente, hubiese otras cosas escritas ahí, pero lo cambiasen colocando nueva información encima.

Obtienes la prueba "Cartel de los pisos de la sede".

Erwin vio llegar a todos los demás, y, sonriente, les saludó.

—Vaya, parece que tenemos nuevos miembros en nuestro comité investigador, ¿eh? —se rascó la cabeza, algo tenso, al escuchar todas las preguntas que le bombardearon de golpe—. ¡Wow, wow, tranquilos, poco a poco! A ver... responderé todo lo que pueda.

>> Respecto a la autopsia... aún está en proceso, pero apuesto a que estarán terminándola ya. En cuanto acaben, se podrá entrar en el módulo norte. Hemos pedido a los forenses que dejen el cuerpo en el sitio para que podáis investigarlo tranquilamente, así que podréis entrar. ¿Por qué no vais antes a hablar con el jefe? Seguro que él podrá dar la voz para que entréis cuando terminen. Lo encontraréis arriba, está algo liado, pero seguro que os atiende encantado. Es un poco serio, pero muy majo y agradable.

>> Sobre cómo murió Henry, bueno, eso es lo más misterioso de todo, sin duda alguna. Le mataron de un tiro preciso en la cabeza, o eso es lo que saltaba a la vista, al menos: la autopsia confirmará ese extremo, en cualquier caso. Pero, muriese o no por ese disparo, que recibió un tiro es innegable. Y eso nos deja dudando... porque, ¿dónde está la pistola? No pueden introducirse pistolas en el recinto, hay controles en todas las entradas... los funcionarios no llevan ni pueden llevar estando dentro de la cárcel, y ni siquiera nosotros, miembros de la CSG, podemos llevarla aquí dentro; todas las armas son depositadas en un almacén, bajo llave, que hay en el puerto de este sitio, lejos de la prisión, a los bordes de la isla, y solo las cogemos al salir a alguna misión.

Obtienes la prueba "Pistola misteriosa".

>> ¿Qué más? Ah, ya, los sospechosos. La investigación aún está en fase muy primaria, por lo que no podemos decir nada con certeza. Pero lo primero en que hemos pensado es... que fuese un recluso el culpable. Claro que eso no cuadra del todo con las pruebas, pero es que nada lo hace. ... creo que tenéis que ver la escena del crimen para entender el contexto de todo el crimen; cuando podáis entrar, vosotros mismos veréis a lo que me refiero.

>> ¿Algo más?

El patio era simple, sin nada especial, y rodeado de infranqueables muros. Sin embargo, los presos caminaban por allí tranquilamente, sin demasiada vigilancia, poca más que un par de guardias asentados en las entradas al patio. Poco más había que mirar ahí.

Sear se encogió de hombros.

—Huh, damn. He oído sobre el tema, se ve algo muy oscuro, ¿no? Pero el tipo era un asesino, por lo que he oído... y uno a sangre fría —suspiró, probablemente al pensar que él también era un asesino. No uno a sangre fría, sino alguien que lo hizo para defenderse, pero... no dejaba de haber matado a alguien—. No le conocía de nada, no estaba en mi módulo, porque nunca le vi. Así que, huh. Poco puedo decirte, lo siento.

Obtienes "Testimonio de Sear".

—Ptché —sin darle la cara a Devan, Ellie se limitó a musitar palabras en tono bajo, susurrante e hiriente. Cuando alzó la voz, no fue para hablar con mucha más amabilidad, desde luego—. No tengo nada que decir. No conocía al muerto de nada, así que déjame en paz. No tengo nada que declarar.

 

Alpha Xenodis.

Pues parece que esto va a ser difícil. Todos se ven algo asustados y nerviosos... ¿Sería cosa de Darkrai que me acompañaba? No, lo más seguro es que se tratase del miedo infundido por lo ocurrido... Aunque Dar da bastante miedo... Ahora tengo mis dudas. El punto es que lo mejor sería acabar rápido con la entrevista.

—Dígame, ¿qué sabe precisamente de lo ocurrido?

>>¿Qué sabes del incidente?

 

Deino volvió a ladrar igual que había hecho antes. No parecía que fuera a obtener mucha información de aquella mujer, pero decidí seguir presionando:

— ¿Qué tal tu estancia aquí? No pareces muy contenta.

"Aunque no es sitio para estar contento", pensé.

 

Nikolah Cruz

Escuché con atención toda la información que Erwin había soltado. No podría saber más sobre el modus operandi (je, otra frase de detective, modus operandi) del asesino si no sabíamos la causa exacta de la muerte, a pesar de la mención de un tiro en la cabeza. Bien podría haber sido la causa de la muerte, o lo podían haber dejado para distraer sobre ese hecho. Y sorprendía más el hecho de que no pudieran usarse armas dentro del complejo, aunque obviamente alguien había entrado el arma de incógnito. Lo mejor sería ir a ver la escena del crimen cuanto antes, y luego intentar conversar con los allegados de ese tal Henry. Tal vez consiguiera más información charlando con el jefe del lugar.

Saludé con un sombrero imaginario y fui a buscar a Talía y Mimo, para planear nuestro siguiente movimiento.

— ¿Qué han podido averiguar, colegas? ¿Algo interesante en la estructura del edificio? ¿Dice algo sobre el despacho de un tal jefe?— dije, con mi paraguas y una sonrisa.

 

—... uh... l-le pasó a Henry, ¿verdad? L-Le han matado —la informática ocultó su mirada tras sus gafas, asustada, y su voz tembló—. ¿E-Estoy en peligro? Y-Yo fui su cómplice... u-ugh...

... parecía demasiado tensa como para razonar con tranquilidad.

—Tché. No me vengas con tu barata condescendencia. ¿Cómo estarías tú en un sitio así? Esto es una mierda. Sin más. Maldigo el instante mismo... en que la zorra
de Nina... se cruzó en mi maldito camino.

Uh... desde luego, la reinserción no estaba funcionando mucho con ella. No era de extrañar que estuviese en el módulo sur.

 

Alpha Xenodis.

Por un momento miré a Hubert. Estaba observando hacia el patio de la prisión, ¿pero qué haría en mi lugar? De seguro calmar a la mujer y hablarle racionalmente antes de... Antes de incomodarle con preguntas si la ve nerviosa... Ups.

—B-Bueno—Hablé un poco nervioso; la había cagado de cierta manera, pero aún estaba a tiempo de arreglarlo.—. Dígame, ¿la ha pasado muy mal aquí?

 

Orgen

Escuchando la declaración de Erwin decidí asentir con la cabeza, es decir, si presuntamente murió de un headshot entonces deben de haber algunas pruebas en el lugar del crimen. —Erwin, háblame sobre la escena del crimen, por favor. —le pedí amablemente al agente.

>> ¿Qué hay de la escena del crimen?

 

"Al menos tienes un techo", pensé en decir aunque no lo hice. Deino volvió a ladrar y tuve que susurrar:

— No tienes que ladrar en cada silencio.

Deino agachó levemente la cabeza, pero volvió a ladrar. Supuse que de aquella mujer no iba a sacar nada, pero aun así seguí insistiendo:

— Háblame sobre tu familia. Y te dejaré en paz.

 

Ian Lockhart

El cartel mostraba tres puntos de interés, ubicado cada uno de ellos a distintos niveles de altura. Aunque comenzar con la exploración era lo que prefería, en este caso debíamos ser más diplomáticos.

¿Qué han podido averiguar, colegas? ¿Algo interesante en la estructura del edificio? ¿Dice algo sobre el despacho de un tal jefe?

—Lo dice, sí —respondí al chico que al parecer era amigo de la niña, sin prestarle demasiada atención—. Yo me dirijo para allá, al despacho del jefe; son libres de hacer lo mismo.

Entre al ascensor, oprimiendo el botón que me llevaría hasta la planta de arriba. La puerta tardaría unos instantes en cerrar, ¿Qué harían esos chicos?

 

Nikolah Cruz

Bueno, al parecer, el otro muchacho estaba apresurado, pues después de confirmar mis sospechas de que el despacho del jefe se encontraba, efectivamente, en ese lugar (que buen detective que soy), se dirigió hacia el ascensor. Me preguntaba porque el 90% de los holders con los que me encontraba parecían como desconectados de la realidad, estaban enojados con el mundo, no parecían darles importancia a la vida en sí, etc. Lo que sí, era que todos parecían actuar como una gran familia, juzgando por lo amigable que habían sido sus saludos y sus reencuentros, o por lo menos, lo emocionales, ya que el encuentro de aquellas dos chicas rubias no parecía así como super alegre, al menos, una de las dos parecía enojada. Me quedé un rato meditando esa palabra. Familia. Vaya, hacía años que no la decía.

El ruido de las puertas del ascensor abriéndose me sacó de mi ensoñamiento, y volví a la realidad. Raudo, tomé a Talía con un brazo, a Mimo con el otro, y poniéndolos debajo de cada axila, fui corriendo hacia el elevador, entrando justo antes de que las puertas se cerraran, con mi paraguas en la boca.

— Fuff, por poco. Bueno, a visitar al dichoso jefe del lugar. Veamos que nos puede decir.— dije con una sonrisa, depositando a mis compañeros en el suelo y sacándome el paraguas de la boca.

 

Mimi Honda

Tener razón me hizo sentir orgullosa de mí misma... pero no dejé que aquello se reflejase en mi expresión.

Quizás lo más rescatable de aquella información era el tiempo de visitas de los reclusos a sus pokémon. Si abandonaban sus módulos y se reunían aquí... quizás podía ser una prueba para el caso. Aunque faltaba averiguar cómo.

—Gracias por la información.

Me alejé del guarda. Por el rabillo del ojo vi a Effy hablando con Sear, el excéntrico Breakdancer que contaminó la ruta 310 para ocultar un asesinato, pero por el momento no pretendía aproximarme allí. Así que decidí acercarme a las habitaciones.

Debían ser los habitáculos de los pokémon si este lugar era un refugio. Pero decidí probar a ver que encontraba de todas formas.

>> Investigar: Habitaciones

 

Talía Wells~

Sentí detrás de mí los pasos de Mimo y me sentí relajada teniendo su compañía.

—Me pregunto si te llamarás Mimo porque te gustarán los mimos... ¿te gustan?—Pregunté sonriéndole amigablemente. Éramos parte de un equipo ahora, y parecía un pokémon tan inocente y bonachón que me recordó a mi Chikorita—. Hey hey, luego te voy a presentar a alguien~

Con la idea de que se hiciesen amigos apartada de mi mente momentáneamente, dirigí la mirada hacia el cartelito que señalaba las distintas plantas de la sede. Se veían lugares realmente importantes y serios, y la sola idea de que podamos entrar en ellos con la intención de investigar me emocionaba. ¿A quién no le gusta curiosear los típicos lugares prohibidos a los que no eran parte del personal?

Pero aún así era extraño apreciar letras por debajo de los nombres de cada planta, ¿hicieron reformas? ¿No era más fácil hacer un nuevo cartel en vez de escribir por encima?

Di un pequeño respingo al sentir la presencia de un chico desconocido a mi lado y observé lo serio que se veía observando el mismo cartelito que yo. Extrañamente su rostro me sonaba de algo.

"¿Qué han podido averiguar, colegas? ¿Algo interesante en la estructura del edificio? ¿Dice algo sobre el despacho de un tal jefe?"

Me giré hacia Nikolah en cuanto le escuché y le sonreí. ¡Sí, tenía información, podía responderle!

"Lo dice, sí"

Antes de poder decir nada lo hizo el desconocido por mí y mi sonrisa decayó por un momento. Rayos, debía ser más rápida a la próxima

"Yo me dirijo para allá, al despacho del jefe; son libres de hacer lo mismo."

Volví a sonreír emocionada mientras observaba al chico dirigirse al ascensor. Sentí el brazo de Nikolah cogerme y delante de mis ojos el suelo pasaba muy rápido. ¡Era como volar!

Ya de nuevo en el suelo observé con curiosidad el paraguas que Nikolah cargaba consigo pero no le di mucha importancia. A estas alturas lo esperaba todo de él.

—Oye, ya que vamos todos al mismo lugar, uhm... —empecé, mirando al otro chico—. Me llamo Talía, ¿tú quién eres?

 

Pam jugueteó con su pelo, tensa.

—Oh, uhm, no... es mejor de lo que parece. Estoy en un módulo leve y tengo una pena muy corta, así que, bueno... no me quejo, supongo, dada la situación. Al menos no me consideraron cómplice de asesinato. P-Pobre Mark...

Y poco más pudo decir aquella muchacha.

—¡Ja, ja, ja! ¡Esos imbéciles! Mi madre huyó de Galeia tan pronto como las cosas se torcieron, con Frederick. Me abandonaron. Y, claro está, Ronnie quedó solo, sin su madre, y también sin su "otra" madre. Bah, qué más da. No necesito a nadie, ¡a nadie! Ya pueden pudrirse donde quiera que vayan. Ellos son cómplices de todo, y cuando les pillen, que los pillarán, ¡aquí estaré para reírme de ellos!

Daba incluso lástima ver lo desmoronada que estaba. Su coraza de elevado ego se tambaleaba con cada palabra que decía... se notaba que, en el fondo, no era más que una mujer a la que no le quedaba nada.

Para sorpresa de Mimi, en las "habitaciones" había una... llamativa. No por su aspecto, aunque también fuese particular, llena de plantas y decoración selvática y con un largo palo en el centro; era llamativa porque, subido a ese palo, yacía un pokémon muy familiar para Mimi. Un Chatot... ¿sería ese pokémon...?

—Ah... la escena del crimen, ¿eh? Podréis verla con vuestros propios ojos pronto, pero... toma esto. Es una foto tomada nada más descubrirse el cadáver. Curioséala si quieres. Sucedió dentro de una celda, en el módulo sur... y ese es el aspecto que tenía cuando le encontramos.

Obtienes la prueba "Foto del crimen".

Así, Talía, Ian y Nikolah terminaron ascendiendo en el ascensor, llegando lo más alto de la torre. Y entraron en aquella sala. Lo más alto de la torre... el despacho del jefe de la CSG.

El despacho estaba rodeado de cristales en toda su extensión, y desde ellos se podía ver una panorámica de toda la isla, avistando, por supuesto, los tejados de los distintos módulos y los patios de los mismos, también. De hecho, unos curiosos prismáticos estaban apostados en los cuatro puntos cardinales, uno en cada punto, dispuestos para que uno pudiese mirar a través de ellos a cada uno de los módulos.

Por lo demás, el despacho se componía de varias librerías cargadas de libros y otros archivos que parecían ser documentos, e igualmente se acumulaban pilas y pilas de archivos en la mesa que había en el centro de la estancia, sobre la alfombra. Un hombre, grande en altura (pues estaba sentado, y, con todo, aun así era más alto que Talía y poco tenía que envidiarle a los chicos), de barba tupida pero corta, color negro intenso, y cabellos también negros unidos por las patillas a esta, curioseaba con atención uno de esos archivos. ¿Sería ese el jefe de la CSG? Desde luego, iba vestido como tal: con un traje de chaqueta de color azul marino, camisa blanca y corbata negra, y llevando una placa de policía colgando ostentosamente del pecho. Parecía tan centrado en su lectura que no se dio cuenta de la presencia de los visitantes...