Frozen FROZEN

Tema en 'Fanfics sobre TV, Cine y Comics' iniciado por FanFrozen, 3 Septiembre 2018.

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    FanFrozen

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    01-LA POSADA MAS LEJANA






    Entró en la posada caminando lentamente y se dejó caer en una de las mesas más alejadas a la puerta deseando pasar desapercibido. Suspiró desentumeciéndose los dedos. El posadero, conocedor de las personas con tan solo mirarlas, puso un vaso de vino caliente frente a él y le dijo que la cena del día era Farikal, como si fuera la gran novedad y no el plato del día anterior y del anterior y del anterior. Solo asintió y esperó su comida mientras el vino calentaba su garganta.


    No le gustaba mucho esa posada, casi al límite del pueblo, pero la prefería si con ello evitaba cruzarse con alguien conocido. La puerta se abrió y un hombre algo encorvado, enfundado en un largo saco negro, ingresó y fue directo a la barra. El rubio que esperaba su plato le pareció desde lejos reconocer el rostro del recién llegado, así que hundió su cabeza, clavando su mentón al pecho, maldiciendo por lo bajo. Lo último que quería era ser visto. Había atravesado todo el pueblo y debía volver a atravesarlo después de comer hasta la posada casi pegada a palacio donde se hospedaba, tan solo por buscar un lugar donde comer tranquilo sin ojos sarcásticos y burlones observándolo o con los comentarios venenosos de Thorsson y aun así se aparece de la nada alguien que quizas le ... Casi estaba por levantarse e irse cuando llegó el posadero con la comida. El cansancio y el hambre pudieron más. Resignado, el rubio proveedor de hielo Arendelle, apoyó la cabeza en una mano tapándose la cara para asegurarse no ser reconocido y comenzó a comer.


    El corpulento posadero volvió a la barra e hizo una mueca al ver la encorvada figura sentada allí. Justo cuando había pensado que sería una noche tranquila, apareció él. Suspiró e inconscientemente se masajeo la cintura, aún dolorida de la última vez que le había cargado y arrastrado hasta la calle.


    —Gamble, ya te dije que no volvieras a pisar nunca más aquí. Estoy harto de que te termines mi vino y solo me des promesas a cambio. Creí que había sido claro.


    —Me dijiste que no volviera a pisar si no te pagaba lo que te debía — saca una mano del bolsillo y pone una pila de monedas doradas en el mostrador. — Así que esto es por lo que te debo y aun sobra bastante.


    El posadero tomó las monedas incrédulo y verificó su autenticidad.


    —¿Es día de pago en el castillo? — volvió a mirar las monedas— No, no. Esto es más de lo que ganarías en tres meses ¿qué te has robado?


    Gamble se irguió ofendido.


    —¡Robado! ¡Jamás he robado ni un mísero pan! No te lo permito. Esto me lo he ganado en buena ley.


    —¿Ganado? ¿Como? Que yo sepa tu suerte para el juego es pésima y no creo que nadie te dé un trabajo, aún no sé cómo en el palacio te siguen soportando. No eres más que un borracho bueno para nada.


    —Pues señor para que se entere soy un excelente narrador —dice levantando el mentón orgulloso.


    —¿Un qué?


    —¡Un narrador! Se contar buenas historias y me han pagado por ello.


    —¿Alguien puede estar interesado en lo que puedas tú contar? Ja, ja, ja – río sonoramente el posadero.


    —Pues para que sepas si. Soy un sirviente de palacio que conoce cada historia de él y eso puede resultar fascinante para los forasteros.


    —Creí que tenías prohibido hablar de tu trabajo.


    —No puedo hablar sobre la vida de la familia real ¡y no lo he hecho! Gamble Stronger jamás faltaría a su juramento —el posadero hizo una mueca burlona— Pero puedo hablar del castillo, puede resultar fascinante para aquellos que viven en simples y burdas casas.


    El posadero lo miró torvamente, no se tragaba ni una palabra, pero el oro era verdadero y en definitiva era lo que le importaba, más si venía a saldar una deuda que creía perdida.


    —Bueno, no sé de dónde has sacado esto, ni me interesa — llena una copa de vino y deja la botella— aquí tienes tu vino, pero trata esta vez de poder caminar por tus propios medios cuando termines. Si debo cargarte una vez más, ni aunque vengas con todo el oro de las arcas reales te dejaré entrar.







     
    Última edición: 1 Febrero 2019
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    InunoTaisho

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    Ante todo bienvenida a nuestro cálido lugar, esperando te la estés pasando bien.

    Me llamó la atención tu historia y he de decirte que es placentero el darle un origen a los poderes de Elsa, a mencionar la existencia de una hermanadad y la introducción de Ada como alguien con el mismo poder que está dispuesta a ayudarle a cumplir con algo más allá de sus deberes como reina de Arendelle.

    Sin embargo, y aunque a mí no me disgusta, creo que pudiste haber hecho los capítulos más cortos en cada parte, pues nuestros amigos del foro no están acostumbrados a leer capítulos muy largos. Te sugiero consultes a un beta o un orientador para mejorar en algunos aspectos dado que también has usado mal el guión largo.

    Por lo demás continúa escribiendo esta historia que yo espero un buen clímax con Elsa enfrentando a la dichosa hermandad esa ya con poderes mejor utilizados, con Anna entendiendo todo lo que su hermana a tenido que cargar y lo que ha tenido que sacrificar por amarla, con Kristoff sintiéndose más útil y valorándose a sí mismo, y con Olaf pudiendo tomarse un café... XD


    P.D Edito, qué bien el que hagas los capítulos más cortos y cortes (valga la redundancia) en esas partes que le dan mayor interés. Sigue adelante con la historia.
     
    Última edición: 14 Septiembre 2018
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    FanFrozen

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    Muchas Gracias por la Bienvenida y comentarios :) hacen que uno se sienta cómodo de inmediato :)
    Voy a tratar de editar y hacer un post por cada capitulo.

    pd: Todos queremos que Olaf tome su cafe, pero creo que le costara un poco convencer a Gerda :D
     
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    02- SOLO DE PASO



    “…completamente de hielo, yo lo vi con mis propios ojos, aunque no me crea. Y luego de pronto volvió como por arte de magia a la vida. Creo que la Reina debe haber tenido algo que ver, aunque algunos dijeron que fue que la Princesa se sacrificó por ella y con eso…”


    “…apenas pisó el agua se convirtió en hielo, fue increíble. ¡Los barcos quedaron encallados en hielo sólido! ¡Y como corría! El primo de mi marido, que estaba de guardia en la muralla, dijo que parecía que flotaba sobre el agua…”


    “… esa comadreja se la pasó diciendo que lo había atacado ¡ojalá hubiera sido así! De yo ser la Reina, lo hubiera devuelto a su país en un bloque de hielo para que aprendiera a no hablar de más. ¡Llamarla monstruo! Yo estaba en el patio del castillo y la Reina Elsa parecía más asustada de nosotros que nosotros de ella… Y ese maldito sureño también hubiera merecido pudrirse en un calabozo por…”


    “…¡siiiii! ¡Es espectacular! La Reina hace todo hielo el piso y podemos patinar, y también hace caer nieve y nosotros jugamos… y hace parecer columpios de hielo y… y si tenemos mucho frio nos hace traer chocolate caliente y jugamos con la nieve y también esta Olaf… aunque él me da un poco de miedo…”


    “...No puedo creer que alguien tan bueno y elegante como el príncipe Hans haya hecho lo que dicen. Para mí que son inventos. Cuando estábamos muriéndonos de frio, el único que se ocupó de nosotros fue él…”


    “...Y la Princesa fue tras la Reina, no sé qué pasó allí fuera, pero dicen que volvió muy enferma y que casi muere en medio del fiordo. Algunos dicen que se volvió hielo, pero me suena a chisme de viejas.”


    No era la mejor aguamiel que había probado, pero su garganta estaba tan seca que de todas maneras le supo deliciosa.


    —Varios me han dicho que vieron a la Princesa convertirse en hielo y volver a la vida después.


    —¡Ja! ¡Volver a la vida! Lo que se muere, muerto esta. Y si algo se congela se muere, como casi nos morimos todos. Solo creo lo que veo.


    —¿Usted no vio a la Princesa y a la Reina en el fiordo la tarde del deshielo?


    —Lo único que vi los días que la Reina Elsa nos "regaló" un invierno en pleno verano fueron las llamas de mi chimenea, ¿Va a ordenar algo más o no? —dijo finalmente el posadero molesto.


    —Solo algo de queso y pan y alguna fruta. Ah, y un poco más de aguamiel para beber. — agregó mientras terminaba el vaso.


    —Comida Frugal. Nada de equipaje. ¿Viajando ligero eh? — acotó al tiempo que se dirigía al mostrador.


    —Podría decirse que voy tan solo de paso.


    —Se que ha estado toda la mañana preguntando por ahí, — dijo con tono de superioridad, queriendo demostrar que nada se le escapaba de lo que ocurría en el pueblo, mientras ponía el pedido en la mesa— Parece tener mucho interés en Arendelle para alguien que esta solo de paso ¿eh?


    —Debe admitir que un reino donde la Reina puede crear hielo solo con chasquear los dedos resulta algo interesante, aun para alguien que está de paso.


    —¡Ja! ¡A mí me resultaría más interesante que hiciera aguamiel!


    —Puede ser, pero no creo que fuera lo más conveniente para su negocio — dijo sonriendo mientras comenzaba a comer.


    —No, tiene razón —reflexionó Thorsson — ¿Quiere una habitación?


    —No gracias, solo la comida, como dije, estoy de paso.


    —Cualquier camino que tome le sorprenderá la noche antes del próximo poblado.


    —No se preocupe, mi próximo destino está muy cerca. — dijo bajando un tono la voz y mirando por detrás del posadero, a través de la ventana, una de las torres del castillo de Arendelle.




     
    Última edición: 18 Octubre 2018
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    03- LEALTADES




    —No.


    —Oh, por favor….


    —He dicho que no Anna. No puedo simplemente dejar todo e ir contigo y Olaf cada vez que quieres hacer un picnic.


    —¡Pero es que tenemos todo preparado! — dijo haciendo pucheros al tiempo que levantaba la canasta.


    Anna había entrado al despacho real con la canasta de mimbre, preparada seguramente por Gerda, y a pesar de encontrar a Elsa en su escritorio rodeada de papeles, había insistido le acompañara al prado cerca del puente a pasar juntas el resto de la tarde.


    —Ve con Kristoff. — Indico sin levantar la vista de su escritorio.


    —Uff Kristoff se fue a "cortar hielo" o como sea que se llame lo que hace —se deja caer en uno de los sillones, apoyando una pierna en el apoyabrazos, mientras deja la canasta a un costado sobre la mullida alfombra. — Dice que es el “Proveedor oficial de Arendelle — imitó con burla un tono solemne — y que eso “no debe tomarse a la ligera”. — agrega mientras mueve una mano.


    —Bueno, me alegro que por lo menos "alguien" —enfatizó la palabra mientras daba vuelta otro documento recién firmado y tomaba el siguiente para intentar leer — tome en serio sus responsabilidades.


    —¡Ey! Eso sonó a reproche. — dijo dando un respingo y sentándose mejor en el mullido sillón.


    —¿Lo crees? — dijo mirando a la pelirroja y levantando una ceja.


    —¡Yo tomo muy en serio mis responsabilidades!


    —¿Lo haces? – dijo con media sonrisa.


    —Si. Mi principal responsabilidad es ser tu hermana menor — pega un salto de su asiento, rodea el escritorio y toma de un brazo a la Reina, tratando de hacerle levantar y llevarla consigo— y mi responsabilidad es obligarte a que me consientas. —


    —Anna, por favor.


    —Vamos Elsa – rogo casi — me lo debes — bajó la cabeza y se apoyó contra el borde del robusto escritorio — Fueron muchos los años que me alejaste… — finalmente dijo con profunda tristeza.


    Elsa sintió una punzada en el corazón y se levantó para acercarse a su hermana.


    —Anna, lo siento en verdad. —replicó en voz baja mientras tomaba las manos de su hermana entre las suyas.


    —¿Sabes? Podrías habérmelo dicho, yo hubiera guardado tu secreto.


    —Anna — se acercó y con un dedo en el mentón de la pelirroja le hizo levantar la cabeza para mirarla a los ojos — fue por tu bien dejarte al margen de todo este asunto, más después de…


    —¿Después de qué? — pregunta intrigada al notar el repentino silencio de su hermana.


    Elsa cerró los ojos y tragó saliva. De alguna manera, no había podido decirle a Anna que en el castillo de hielo no fue la primera vez que le golpeó con su poder. Por más accidental que fueran las circunstancias, no podía confesarle a Anna algo que ella misma no había podido perdonarse aún. Cerro los ojos, movió un poco la cabeza, y continuo hablando.


    —De… de que nuestro Padre pensara que era conveniente no revelar mis poderes a nadie.


    —Pero yo no hubiera hablado, lo juro — casi lloriqueo — Si me lo hubieras dicho entre las dos hubiéramos convencido a Papá.


    —Anna ya basta. Revivir todo esto nos hace daño a las dos. Trata de dejar el pasado atrás y…


    —SESENTA — se sintió gritar desde la puerta mientras se abría — ¿y vamos de picnic o no? — La voz chillona del muñeco de nieve retumbo por todo el amplio despacho.


    —Elsa no puede y yo ya perdí el apetito. Creo que mejor me voy a esperar a Kristoff al otro lado del puente. Sven ama que le dé zanahorias y las huele a kilómetros, así que apura el paso para volver.


    Elsa vio cómo su hermana se alejaba por el pasillo, pero aun podía sentir el halo de tristeza alrededor de ella. Camino unos pasos, pero finalmente se detuvo.


    —Ve con Anna Olaf, no la dejes sola por favor. – le rogó al muñeco.


    —Ok, no la dejaré sola, pero… si me voy te dejaré sola a ti — se quedó dubitativo — Quizás puedo dejarte mis piernas… Oh no. Si las dejo no podré seguir a Anna, podría dejarte un brazo — dijo a la par que se lo saca — pero si lo necesito no lo tendré.


    Elsa sonrió.


    —Ve todo con ella Olaf. Yo estaré bien.


    —Ok. ANNA ESPÉRAMEE… — grito mientras corría y saltaba — no puedo caminar rápido en esta alfombra, ou ouu, ouuu… Ok, puedo caminar rápido en este pasilllooo…..


    Elsa suspiró y regresó a su lugar tras el escritorio en cuanto los guardias cerraron la puerta, aunque no pudo volver a concentrarse. En realidad, se había sentido incómoda hacía ya un buen rato. Normalmente podía pasar horas y horas revisando los asuntos de estado. Estaba acostumbrada a estar encerrada en una habitación días enteros, completamente aislada, así que eso no era el problema, pero ese día sentía algo raro que no podía definir. Algo impreciso en el aire que le molestaba sobremanera. No podía explicarlo, pero estar en el despacho le resultaba hoy agobiante.


    Un suave golpe en la puerta la apartó de sus pensamientos.


    —Adelante.


    —Majestad. Si ya ha terminado con los documentos, los retirare para guardarlos en el archivo real.


    —Solo unos momentos más Kai. Pasa — dijo mientras trataba de sobreponerse y volver a su tarea, pero luego de unos segundos bajo el papel que tenía entre sus manos — ¿Kai?


    —¿Si Majestad? — el Senescal ya había caminado hasta la mitad del despacho, pero apuro un poco el paso para acercarse al escritorio.


    —¿Puedo preguntarte algo?


    —Alteza, normalmente esa pregunta sería más propia en mis labios, que en los suyos. Usted no debe consultar si puede preguntar, simplemente lo hace.


    Elsa sonrió. Aun le resultaba chocante el formalismo de ese hombre que durante toda su niñez vio más como un tío que como un súbdito pero que, desde que sus padres murieron y ella se convirtió en la futura soberana, había cambiado radicalmente su trato.


    —De acuerdo, pongámoslo de otro modo ¿puedo pedirte que me contestes franca y honestamente lo que te pregunte?


    —No se me ocurriría contestar una pregunta suya de otro modo Majestad.


    —¿Crees que mi Padre hizo lo correcto a separarnos a Anna y a mí y ocultar a todos mis poderes?


    Kai enderezó su espalda. No se esperaba esa pregunta.


    —El Rey — carraspeo — hizo aquello que considero conveniente, Majestad.


    —Kai… dijiste que serias franco y honesto con tus respuestas.


    El leal vasallo bajo la vista.


    —Su Padre no solo era mi Rey, Alteza, tengo el honor de decir que era mi amigo.


    —Lo sé — dijo mientras miraba el cuadro que se había negado fuera cambiado por el de ella — y es por eso que espero que no sea el Senescal quien me conteste, sino la persona en la que él más confiaba y le conocía. ¿crees que mi Padre actuó correctamente?


    —El Rey puso a sus Altezas por delante de cualquier cosa, incluso de él mismo. Para el Rey era más importante que su Majestad y la Princesa Anna estuvieran a salvo de todo. Su temor más grande era que los pod… que su Majestad fuera incomprendida. Enfrentó una situación extraordinaria y la resolvió como juzgo conveniente.


    Elsa suspiro.


    —Pongámoslo de esta manera ¿qué hubieras hecho tú?


    Nuevamente Kai se sorprendió con la pregunta.


    —Yo hubiera acudido al Rey con mi problema y confiado en su juicio y consejo.


    Elsa bajo la mirada.


    —De acuerdo. Entiendo. Espero algún día ser merecedora yo de tanta lealtad y confianza.


    —Estoy seguro que su Majestad se esforzará en ganarlas de aquí en más.


    Elsa alzó su cabeza y lo miró fijamente, había pedido respuestas honestas y era lo que estaba recibiendo, aunque no fueran las esperadas. Sabía que, por más que nunca había oído un reproche de Kai, este aún se encontraba molesto por lo sucedido el día de la coronación.


    —Ten por seguro que lo haré. — Visiblemente molesta, volvió su atención a los papeles sobre el escritorio y sin mirar al Senescal dijo —Puedes retirarte, cuando termine con los documentos te avisare — El Senescal hizo una reverencia y se dirigió a la puerta. —Kai — el hombre se detuvo y al levantar la vista se encontró con unos ojos azules que le miraban firmemente— La niña asustada que corrió a esconderse a una montaña abandonando todo y a todos nada tiene que ver con la mujer que bajó de ella.


    —Lo que diga su Majestad. — y realizando otra reverencia se retiró.


    Elsa refunfuñó por lo bajo. Ya no podía concentrarse, se sentía molesta, pero más que nada consigo misma. Además, estaba esa sensación extraña que le había acompañado en todo momento desde que entró al despacho. Se reclinó en el asiento y cerró los ojos tratando de calmarse, pero no lo logro. Aunque sabía que su pueblo le comprendía y amaba no estaba segura del todo que aún algo de temor no se escondía tras las sonrisas y reverencias. Como también sabía que su corte no estaba del todo cómoda con el hecho de aceptar que les rigiera alguien que había desaparecido sin más ni más y dejando un invierno detrás, por si fuera poco.


    Abrió los ojos y se sorprendió al notar nieve a su alrededor. Frunció el ceño, creía que lo tenía controlado. Con un gesto la hizo desaparecer, pero en una forma tan completa e instantánea que dio un respingo. Aun sobresaltada miró su mano. De alguna manera parecía que su poder era más grande, podía sentirlo. ¿aún seguiría creciendo? Y si crecía aún más ¿podría controlarlo? Movió la cabeza. No debía dejar que los temores le volvieran atrapar, pero de alguna manera hoy todo parecía más intenso. Levantó la vista y vio la canasta de picnic olvidada en un costado de los sillones. Quizás no era tarde para tratar de alcanzar a Anna y las dos esperar a Kristoff mientras comían y se reían de las ocurrencias de Olaf. Si, eso debía hacer. Hoy el despacho le parecía sofocante. Miró los documentos que le faltaba revisar. Kai comprendería y si no… bueno. Se levantó decidida, tomó la canasta y salió.


    Apenas se cerró la puerta las cortinas se movieron levemente mientras alguien abría uno de los ventanales y salía al exterior.

     
    Última edición: 18 Octubre 2018
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    04- COMO HERMANAS




    Elsa estaba recostada sobre su costado en una de las mantas, con la cabeza reclinada y apoyada en una mano tratando, de disimular la risa. Anna volvía con el disgusto pintado en la cara.

    —Te dije que no aceptarían.

    —Sip, te lo dijo - acotó Olaf que había recolectado un gran puñado de flores y las acomodaba y volvía a reacomodar sobre la canasta.

    —¿Como alguien puede decirles no a los sándwiches?

    —Están de servicio, no querrán nada.

    —Ufff. - refunfuño al tiempo que se dejaba caer al lado de su hermana - bastante es tenerlos pegados todo el día para encima sentirme culpable si tienen hambre.

    —Bueno, el que tengan hambre es por lo último que deberías sentirte culpable.

    —¿Qué? No entiendo.

    —Digamos que se me ha informado que es un tanto difícil seguirte el paso. Creo recordar reportes de - simulando seriedad y contando con los dedos - dos guardias caídos en un lago, uno resbalando por una ladera, uno que quedó enganchado boca abajo de un andamio...

    —Oooh y recuerda al que debió ser ayudado a bajar de un árbol cuando se atoró entre las ramas.

    —Olaaaffff - dice entre dientes Anna.

    —Es cierto, lo había olvidado. Gracias Olaf. -Elsa cambio el tono- Lo que trae a colación. ¿Me harías el favor de tratar que por el único lugar que pises sea suelo firme? Podrías lastimarte seriamente.

    —¡Ey! Ellos son los que se lastimaron, no yo. Y no se hubieran lastimado si no los tendría todo el día pegados atrás mío.

    —Da gracias que son solo dos y no seis - agrego con un suspiro Elsa mientras miraba a la distancia los ocho guardias.

    —¡Aja!¡ A ti también te molesta!

    —No importa si me molesta o no Anna - replica al tiempo que se incorporaba para sentarse abrazando sus piernas - Tenemos responsabilidades y deberes y uno de ellos es amoldarnos -no podía ocultar su fastidio- al protocolo.

    —No disimules… lo odias, lo odias, lo odias - dijo riendo triunfalmente y recostándose sobre su espalda, con las manos detrás de la cabeza, pero su sonrisa desaparece al dar un suspiro- No entiendo porque han cambiado tanto las cosas. Antes podía ir y venir sin problemas a donde quisiera.

    —Podías ir y venir "dentro" del palacio y con solo los sirvientes de confianza alrededor.

    —¡Justamente! Me he pasado la vida entre cuatro paredes.

    —Creo haber contado más de cuatro paredes en el palacio… están las del tres de salón, las del hall - comenzó a enumerar Olaf mientras las hermanas no le prestaban mucha atención.

    —¡Hay tanto para ver! ¡Tantas personas que conocer! - salta entusiasmada y se pone de rodillas frente a la Reina - ¿Sabías que en la calle principal hay una familia que viene de un lugar llamado Suiza que hace los mejores chocolates de todo Arendelle? ¡Y justo del otro lado del pueblo hay una calle entera de puestos de comida! ¡Una calle entera Elsa! Y… - se para señalando - y detrás de esos árboles hay un pequeño lago tan cristalino que se refleja el cielo y no sabes dónde empieza uno y termina el otro.

    —…las cuatro de la cocina, aunque no sé si la despensa cuenta como pared y…. oh perdí la cuenta. Eran las tres del salón….

    Elsa sonríe con algo de pesar.

    —Comprendo que por tantos años de aislamiento tengas ansias de conocer todo y a todos. Solo pido que seas más cuidadosa y menos confiada. A veces puedes llegar a ser muy ingenua Anna.

    —¡Ey! ¡Yo no soy ninguna ingenua! – levanta el tono ofendida.

    —¿Ah no, señorita te presento a mi prometido que he conocido hace unas horas y nos casaremos si podemos en este instante?

    —¡No es justo que traigas eso a cuento! – iba subiendo el tono.

    —Hans casi te mata y me mata Anna y tú lo dejaste a cargo del reino sin más… - Elsa tampoco se quedaba atrás.

    —Bueno, si vamos a empezar hablar de dejar el reino creo que… - replica con más enfado Anna.

    —Ooohhhh ¿ósea que esto pelearse como hermanas? - ambas se volvieron a ver a Olaf que estaba sentada fascinado observándolas, se miraron mutuamente y echaron a reír.

    —Si, supongo que sí, esto es pelear como hermanas Olaf- dijo Elsa.

    Anna se sentó a su lado y rodeando el brazo de su hermana con los suyos apoyo la cabeza en el hombro de esta.

    —Lo siento, no debí haber gritado.

    —No, yo lo siento, y tampoco debí haber gritado – apoya su cabeza en la de Anna - Es que comprende que me preocupo por ti.

    —Elsa, no es necesario que te….

    No pudo terminar la frase, a lo lejos se oyó un grito sostenido cada vez más cercano. Ambas voltearon sorprendidas.

    —SVEEEENNNNNNNN.

    El reno venía a todo galope, lo que hacía que el trineo prácticamente no tocara el suelo. Se detuvo bruscamente frente al montón de zanahorias que Anna había dejado cerca del camino, haciendo que Kristoff terminará teniendo que sostenerse para no caer y casi provocando que el trineo vuelque.

    —¡ANNA! ¡Te dije que no le traigas zanahorias! Se baja y acerca - Sabes que se pone como loco y es imposible… - cae en cuenta de la presencia de Elsa. - Oh perdón Alteza - hace una reverencia - yo no quería… es que yo venía… y entonces…. yo no debí…

    —No te preocupes Kristoff - réplica Elsa con una sonrisa - y ya te dije que cuando estamos solos no debes hacerme reverencias ni utilizar los títulos, eso solo déjalo para seguir las formas ante los demás.

    —Si Majestad, digo no Majestad, digo….

    —Di menos y dame mi beso - dijo Anna en tono protestón poniéndose en pie y acercándose al rubio.

    —Eh… si… ejem… mirando a Elsa de reojo, Kristoff se besa dos dedos y los apoya en la frente de Anna.

    —¿Estas de broma? ¿Desde cuándo me besas así? – dice la pelirroja.

    —No sé de qué hablas... – mira a Elsa- En serio Majestad no sé de qué habla. - el muchacho estaba rojo como un tomate -Creo que mejor llevo el cargamento a palacio, ya se está derritiendo - dijo mientras se volvía solo para ver una bruma alrededor del trineo que dejo al cargamento como recién extraído de la montaña tras el sonido de un chasquido.

    —Ven, siéntate a descansar un poco con nosotras Kristoff. Parece que el cargamento estará bien por un tiempo - dice Elsa.

    —Seee, eso parece - comentó sentándose en el pasto.

    Elsa no pudo dejar de notar el fastidio en el tono del joven.

    —Anna, ¿porque no vas y le das de un poco de jugo a los guardias? - pidió Elsa al tiempo que retiraba con cuidado las flores de la canasta y sacaba una botella.

    —Dijiste que estaban de servicio y no querrían nada.

    —Si, pero hace mucho calor - refresca un poco la botella con su mano - y hace un buen rato que estamos aquí. Toma - le da la botella - diles que es orden de la Reina.

    —Ok... Orden de la Reina, orden de la Reina - se va diciendo por lo bajo - podría haberme dicho que les dijera que eran orden de la Reina que se comieran los sándwiches. ¿Vienes Kristoff?

    —No, mejor que se quede aquí sentado. Debe estar muy cansado.

    —¿Lo estoy?

    —Lo estas. -dice cortante- Olaf, -cambia el tono -Anna olvido los vasos, toma y llévaselos. Bien - se volvió a mirarlo en cuanto Anna y Olaf se alejaron los suficiente - he buscado la oportunidad para hablar a solas contigo hace un tiempo - el rubio tragó saliva - Kai me informo que rechazaste las habitaciones que te asigne en el palacio y no puedo dejar de notar que pareces estar molesto la mayor parte del tiempo – su tono era serio y hablaba apresurada, sabiendo que tenía poco tiempo antes que volviera su hermana- Seré directa, quiero saber si es que te sientes obligado a estar con Anna y eso es lo que te…

    —Oh, no por Dios, no es por eso, amo estar con Anna, es decir, no es que amo, amo, o no, si amo, es decir, me gusta… ella es grandiosa... digo…

    —¿Entonces qué es lo que te molesta Kristoff?

    Suspiró.

    —Es que… es que… soy el proveedor de hielo de Arendelle.

    —No entiendo ¿Creí que te gustaba trabajar con el hielo?

    —¡Amo trabajar con el hielo! ¡El hielo es mi vida! Es que Majestad "soy el proveedor de hielo de Arendelle" de "Arendelle" ¿no lo ve?

    Elsa seguía confundida.

    —Majestad ¡Usted puede hacer hielo solo con chasquear los dedos! -casi grita mientras señalaba el trineo con una mano - ¿Para qué quiere un proveedor de hielo? Está dándome trabajo solo por caridad.

    Elsa ríe aliviada.

    —Kristoff, Kristoff no te estoy regalando nada. Tú te has ganado el privilegio y el lugar por propio mérito. Tú estuviste para Anna cuando ni siquiera yo estaba. Te di el título de proveedor porque te lo ganaste y porque supe que no aceptarías quedarte si no era por un motivo. En realidad, podrías no hacer nada y aun así tener el derecho de estar en el palacio. Kristoff, entiende, eres parte de la familia ahora.

    Kristoff no pudo ocultar su emoción.

    —Sería la segunda vez que tengo una familia por Ustedes.

    —¿Segunda vez? - preguntó Elsa extrañada.

    —Hace años, cuando éramos solo Sven y yo estábamos en el bosque cuando vi pasar dos caballos dejando un rastro de hielo - a Elsa se le corto la respiración - Los seguí hasta el valle de las piedras vivientes y así fue como Bulma me adoptó.

    —¿Estuv… estuviste ahí esa noche? -pregunta Elsa aterrada - sabes que Anna casi muere por m…

    —Majestad, sé muy bien que no fue su intención hacerle daño y…

    —Por favor, no debes decirle - dijo mientras apoyaba su mano sobre la de Kristoff - Anna no debe saber… no debes decirle...

    —Pero Majestad….

    —Promételo…

    —¡Ey! - dijo Anna con disgusto, notando la mano de Elsa sobre la de Kristoff- ¿qué pasa aquí? - agregó con algo de celo en la voz.

    —Nada - replicó Elsa recomponiendo - solo estaba tratando de convencer a Kristoff que aceptara mudarse palacio.

    —¡SI! - chillo Anna y se arrodilló al lado de Kristoff.

    —¡SIIII! -salto de la alegría Olaf- ¡Podríamos compartir el cuarto tu Sven y yo!

    —Creo que Sven estará más cómodo en el establo real Olaf - agrega Elsa.

    —¡Oh vamos Kristoff! ¡Di que sí! - chilla Anna- podríamos comer todos los días juntos y nos quedaríamos charlando hasta tarde, y me ayudarías a distraer a Gerda mientras me robo los ..… je je - Se vuelve a su hermana- No es que suela robarme algo de la despensa. Bueno, no siempre, solo de vez en cuando y cuando Gerda se pone regañona y no quiere...

    —Creo que le diré a Gerda que deje de estar tan preocupada por los ratones que según recuerdo dijo "no entiendo, dejan el queso de las trampas intactos, pero aun así se comen todos los dulces".

    —Oh, vamos Kristoff, ¿te mudaras?

    —Lo pensare Anna, lo pensare.

    —Bueno, creo que ya va siendo hora que volvamos, Kai debe estar aun esperándome. - comenta la Reina.

    —¿Podrías llevarte mi caballo? Quiero volver con Kristoff en el trineo y ya que estamos, ¿podrías llevarte a esos dos también? - agregó la Princesa mientras señalaba con el pulgar a sus espaldas.

    —Me llevare el caballo, pero los guardias te escoltaran.

    —Ouuuu

    —¡Yo también quiero ir en el trineo, yo también quiero ir en el trineo! - dice saltando Olaf.

    —Ouuuu - volvió a protestar Anna.

    La Reina lanzó una suave carcajada.

    —Adelántense y díganle a Kai que no me tardo - dijo Elsa al tiempo que hacía una seña para que los guardias se acercaran.

    —De acuerdo. Vamos Anna. Sven, por Dios santo ¿ya te comiste todas las zanahorias?

    Anna monta al trineo de un salto mientras Kristoff sube a Olaf y poniéndose en el asiento del conductor ordena a Sven avanzar.

    —Te esperamos en el palacio. – grita la Princesa agitando la mano.

    Elsa sonríe al notar que los guardias de Anna, al darse cuenta que esta se alejaba en el trineo, vuelven corriendo tras sus pasos para subirse a sus caballos y tratar de darle alcance a todo galope.

    —Pobres, tengo que recordar decirle a Kai que les aumente el sueldo.

    —Majestad - se cuadra uno de los soldados.

    —Recojan todo y vamos a la ciudad.

    —¿A la ciudad Majestad?

    —A la ciudad, quiero hacer una parada antes de volver al palacio.

    Todos se quedaban atónitos sin dar crédito a que era la Reina en persona quien estaba pasando a caballo delante suyo.

    Elsa devolvía con una sonrisa las reverencias.

    —Hemos llegado Alteza.

    —¿Estás seguro que es aquí?

    —Es lo que me han informado Alteza.

    Elsa se apeó y sonrió mientras se acercaba una niña con unas flores.

    —Gracias cariño son prec…

    De pronto sintió algo extraño. Como si una ola le golpeara. La sorprendió a tal punto que debió sostenerse del caballo. Ahora sentía la misma sensación que había sentido más temprano en el despacho. Cerro los ojos y respiro tratando de tranquilizarse.

    —¿Se encuentra bien Alteza? - se preocupó el soldado.

    —Si Capitán, no se preocupe. Solo fue un simple mareo – mintió.

    —Deberíamos volver al palacio de inmediato. – dijo con voz preocupada.

    —No, no. Estoy bien y esto solo tomara unos momentos, espérenme aquí - dijo mientras se dirigía a la pequeña puerta frente a ella, sin notar que del otro lado de la calle alguien le miraba muy fijamente.

    La puerta se abrió de un chirrido y un hombre y una mujer se quedaron sin habla al ver a la Reina parada en el umbral de su negocio.

    —Buenas tardes. Me han dicho que Ustedes preparan los chocolates más exquisitos que se puedan probar en todo Arendelle.


     
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    05- BISCOTIS Y GEITOST



    —Vaya, vaya, pensé que ya estaría lejos de aquí para estas horas.


    —El lugar ha resultado más interesante de lo que esperaba. Si aún está libre, tomaré esa habitación.


    —Bien. El pago es por adelantado y solo cubre el desayuno que se sirve a las 7 de la mañana, el resto es aparte.


    —¿7 de la mañana? ¿Tan tarde?


    —¿Tarde? ¡Ja! Más temprano solo se despiertan las gallinas. No importa, es a las 7, no voy a cambiar el horario por cada uno que se hospede.


    —Bueno entonces lo tomaré luego de mi entr… de mi caminata matutina. Creo que esto cubrirá varios días de habitación, y esto por una comida más al día, empezando por la cena de hoy —va apilando monedas de oro sobre el mostrador— y esto — agrega unas más — cubrirá alguna charla extra.


    —¿Charla?


    —Digamos que tengo algo de nostalgia y me vendría bien la plática para pensar en otra cosa.


    —¿Y de qué quiere charlar?


    —No lo sé, de todo y de nada. Un poco la historia del pueblo, sus costumbres, del anterior Rey…



    La falta de cortinas hacía que el sol iluminara tras apenas despuntar el cuarto. Kristoff se despertó con pereza y se estiró cuan largo era. Aún no se acostumbraba a dormir todas las noches en una cama de verdad, pero no se estaba quejando.


    Restregándose los ojos se terminó de desperezar y pudo ver por la ventana una de las torres del castillo. Suspiró con angustia. No podía dejar de pensar en Anna y la charla del día anterior. Todo el camino de regreso al castillo la joven no hizo más que hablar continuamente de cuan grandiosa era la idea que se mudara a palacio. Entre ella y Olaf habían ya organizado por lo menos veinte actividades diferentes que podían realizar juntos si él se mudaba, antes de tan siquiera terminar de cruzar el puente. Y no quedo allí. Durante la cena fue el único tema de conversación. Bueno, en realidad el único tema de conversación entre Anna y Olaf, porque les había sido, tanto a él como a Elsa, imposible decir tan solo un simple comentario entre el continuo parloteo de ambos. Anna estaba tan entusiasmada que no había tenido corazón para confesarle que no estaba cómodo con la idea. Ya bastante se sentía molesto con su "título", por más que Elsa le hubiera recalcado sus méritos, para que encima le creyeran un parásito que se instalaba a vivir con la familia real. Suspiró nuevamente y se levantó para cambiarse.


    —Buenos Días Lord Master del hielo y distribuidor de Arendelle — dijo con burlona ceremonia el posadero mientras parodiaba una reverencia.


    —Cállate Thorsson.


    —Oooh… Lord Master se ha levantado sensible…. — dijo juntando los labios.


    —No sé porque continuó alquilándote la habitación – protestó.


    —¡Ja! Porque es la única posada cercana al castillo y no quieres sacarle de encima el ojo a tu princesita ¿no?


    Kristoff refunfuño. Imagino desayunar nuevamente con los comentarios sarcásticos de siempre y se le fue totalmente el apetito.


    —No tomaré el desayuno, solo dame las zanahorias —dice acercándose al mostrador.


    —¡Ja! No cenas, no almuerzas y ahora no desayunas, ¿te parece muy insulsa mi comida comparada a la de palacio? ¿Quieres que te ponga mantel con bordados y floreritos para que así te sientas cómodo?


    Kristoff estuvo a punto de mandarlo al diablo, pero prefirió ignorarlo y tomando las zanahorias se dirigió a la puerta.


    —Aunque no tomes el desayuno no te lo descontaré — gritó. — Algunos debemos trabajar en serio para obtener algo de oro.


    El rubio se puso ciego de ira, pero aun así no quiso contestar. Salió como una tromba de la posada y giró con dirección al establo con tanto ímpetu que no vio que alguien venía en sentido contrario. Chocó fuertemente con una joven y ambos terminaron rodando hasta mitad de la calle. La joven quedó bajo Kristoff y este se levantó un poco apoyándose en sus manos y tartamudeando una disculpa. Ambos sintieron a la vez el ruido de una carreta acercándose y miraron en dirección al sonido, dándose cuenta que estaban acostados justo en el camino de ella. La joven empujó a Kristoff con un rápido movimiento levantándolo y haciéndole rodar hacia un costado mientras que ella rodaba hacia el otro justo a tiempo para que la carreta, con sus cuatro caballos, pasara a toda velocidad por donde hace solo unos instantes atrás estaban ambos. Kristoff se paró y corrió a ayudar a la joven, que ya también estaba incorporándose.


    —Lo siento… yo no quería… es que yo salía y no vi…


    La muchacha se quedó mirándolo fijamente casi con la boca abierta. Era solo un poco más baja que el rubio, y evidentemente, por como logró levantar a Kristoff con tan solo un movimiento, bastante fuerte, aunque tuviera apariencia algo desgarbada. Movió levemente la cabeza llamándose a la realidad.


    —No, no hay probl… — miro la boca de Kristoff — tu labio, está sangrando — dijo al tiempo que con el dedo pulgar limpiaba la sangre.


    —Ouch..


    —Oh, lo siento — dijo mientras realizaba una empática mueca de dolor — Siento haberte hecho doler y siento haberte golpeado tan fuerte, perdona, fue algo instintivo.


    —Si, bueno, no hay problemas, de todos modos, la culpa fue mía y de hecho si no hubieras... — La joven seguía mirándolo casi fascinada por lo que Kristoff empezó a sentirse incómodo — Bueno, yo, yo… debo irme —recoge las zanahorias — es que debo darle de comer a mi reno… tú... ¿tú estás bien no?


    —¿Eh? Si, no ha sido nada. Prácticamente no lo he sentido.


    —¿No? — dijo extrañado repasando mentalmente todos los lugares donde él estaba adolorido — Si bueno, tienes razón, no ha sido nada, ejem… bueno, debo irme… adiós.


    —Si, adiós.


    Kristoff se alejó lo más rápido que pudo. A medio camino se dio cuenta que no se había presentado. Ni siquiera había preguntado el nombre a la muchacha, pero prefirió agachar la cabeza y llegar lo antes posible al establo. La joven seguía al borde de la calle mirándole alejarse y solo repitiendo para sí "es increíble… ¿cómo será posible que él...?"


    Anna se despertó, o mejor dicho se incorporó en la cama sin despertarse del todo al oír los golpes en su puerta.


    —Alteza, Alteza, ya es hora de levantarse.


    —Pero si ya estoy levantada, solo estoy medit….


    —Alteza… su hermana le espera en el comedor…


    —Mi hermana me espera en el come… — repetía aún dormida — ¿para qué me espera mi hermana en el comedor?


    —Alteza, el desayuno ya está listo. Gerda preparó biscotis y geitost solo para usted Alteza.


    —¡Geitost! — grito al tiempo que se levantaba de un salto totalmente despierta.


    Elsa aprovechaba el tiempo leyendo unos papeles que había hecho traer al comedor. Cada vez era más y más la cantidad de documentos que requerían su atención. Reportes económicos, informes disciplinarios de soldados por dormirse en la guardia, los cuales parecía haber afectado a media guarnición. Balances de cosecha y minucias de palacio. A veces algunos podía resultar muy triviales, pero Elsa sabía que era su deber prestar igual interés a cada uno de los documentos. Llamó su atención en particular como había aumentado los informes de personas desaparecida los últimos meses. Hizo una mueca, al tiempo que levantaba la vista para observar la silla, aún vacía, al otro extremo de la larga mesa y suspiró. Olaf estaba sentado a su lado en el suelo, pero en lo absoluto era una silenciosa compañía, lo que a veces podía llegar a desconcentrarle.


    —¿Puedo probarlo ya?


    —Aún no.


    —Pero huele muy bien.


    —Lo sé, pero esperaremos a Anna.


    —Tengo hambre.


    —No tienes estómago, no puedes tener hambre.


    —Ok, no tengo hambre, pero tengo sed, quiero probarlo.


    —Lo harás cuando Anna baje — deja el documento — y aun así, no estoy del todo segura del efecto que pueda hacer en ti el café caliente —acota mirando al muñeco.


    —No hay problema, tengo mi nube personal — dice señalando sobre su cabeza.


    —Bien, supongo que sí, pero, de todas maneras solo tal vez… y solo una pequeña probada.


    —Si es solo una pequeña probada ¿puedo hacerlo ahora?


    —No, ya te he dicho que esperaremos a An…. — de pronto se escucha un fuerte ruido metálico desde el pasillo, evidentemente alguien volvió a llevarse por delante una de las armaduras — Bien, no te preocupes, creo que ya está llegando.


    Anna entró dando tumbos al comedor y frotándose uno de los brazos.


    —¡Buenos días!


    Corrió y se abalanzó sobre su hermana y le abrazó. Si bien Elsa adoraba los abrazos de Anna no podía dejar de sentirse algo incómoda, tras tantos años de no tener contacto con nadie, ni aun con sus padres.


    —¡Buenos Días! — grita Olaf al tiempo que abraza las piernas de Anna con tanto ímpetu que casi le hace caer. — ¿Podemos empezar el desayuno ya? Se está enfriando mi café.


    Anna ríe extrañada y luego mira su lugar en la mesa. Suspira y se va a sentar seguida de cerca por el muñeco. Elsa con un ademán indica que empiecen a servir. La pelirroja observa a su hermana al otro extremo del comedor con la mirada fija en unos papeles y resopla. Se para, toma su silla y la arrastra por todo el largo de la mesa. Elsa al principio no da importancia, pero cuando el ruido de la madera contra el piso continúa, levanta la vista y ve a su hermana acercándose con la silla acuesta.


    —¿Que… que haces?


    —Pre...tendo de…sayu…nar junto a mi herma..na. ¿Pero de que madera está hecha esta silla para pesar tanto?


    —Estamos desayunando juntas —dice extrañada.


    —No, estamos desayunando en la misma habitación, no juntas.


    —Anna, no creo que sea conveniente…


    —¿Que? ¿Tienes miedo que me coma todos tus biscotis?


    —¡Biscotis! ¡También quiero probar! ¿que son los biscotis?


    —No Olaf, no comerás biscotis, y no Anna, no temo eso.


    —Y no deberías, yo tengo los míos con geitost.


    —¡Y eso también!


    —Que no Olaf. Pero Anna, estos han sido por años nuestros lugares.


    —Creo que ya no es necesario que te sientes sola en la otra punta de la mesa Elsa.


    —Es difícil cambiar las costumbres Anna. — baja la vista — Además, aun no estoy segura de poder controlar del todo…


    —¿Tu poder? — ladea la cabeza —Tengo un muñeco de nieve parlante saltando alrededor todo el día, creo que podré manejar un poco más de hielo Elsa.


    —¡Oye! Yo no salto. Yo solo girooo y me deslizooo con gracia — dijo al tiempo que daba vueltas.


    Anna y Elsa rieron a la par.


    —De acuerdo, siéntate aquí, al lado mío — dijo con una sonrisa — aunque creo que pensándolo bien —toma su plato de biscotis— esto estará más seguro si lo pongo del otro lado — dice al tiempo que suelta una carcajada.


    Ya entrada la tarde, Kristoff llegó con Sven al establo real, de regreso de la montaña, con intención de dejarlo allí mientras pasaba el resto del día con Anna. El reno enseguida corrió al espacio que tenía asignado para devorar la mezcla especialmente preparada para él en el comedero.


    —Tranquilo muchacho, tranquilo… es que es exquisito —dijo Kristoff con la voz que siempre simulaba ser la de Sven — lo sé muchacho, lo sé…— le quita el arnés, sin que el reno deje de comer y comienza a acariciarle el lomo — ¿Te gustaría mudarte aquí permanentemente no? Oh si… sería fantástico ¿porque no lo hacemos? … no es tan fácil Sven… no es tan fácil…


    Anna, que a través de una ventana les había visto pasar con dirección al establo, había corrido para alcanzarlos, no sin antes convencer a Olaf que Gerda estaría encantada de darle biscotis para así sacárselo de encima. Justo llega a la puerta para oír el monólogo que pretendía ser conversación y se queda allí parada, escuchando y sonriendo con ternura.


    ¿Es que no quieres estar con Anna?… Si Sven, adoro estar con Anna y quisiera estar todo el día con ella – el corazón de la Princesa comenzó a latir fuertemente — pero no puedo dejar de sentir que lo hacen por lastima… Elsa te dijo que te lo habías ganado… No Sven, ella cree que me lo gané. Pero es la Reina, si lo dice debe tener razón… Por más que sea la Reina no quiere decir que siempre tiene razón. Puede equivocarse igual, o acaso no piensas tú también que se está equivocando y de una manera muy grande, al ocultarle a Anna …


    —¿Ocultarme qué? Preguntó Anna completamente sorprendida por el comentario.


    Kristoff por poco se desmaya al darse cuenta de la presencia de Anna.


    —¡Anna! No te había oído. Buenas tardes luces herm…


    —¡No cambies de tema! ¿Ocultarme qué?


    —¿Ocultarte qué? — trata de fingir ignorancia, aunque lo hacía fatalmente.


    —¡Kristoff! Te oí cuando decías que Elsa estaba equivocada en ocultarme algo.


    —No, no… te habrá parecido…


    —Que parecido, ni parecido. ¡He oído muy bien lo que dijiste!


    —Anna, yo, yo no pue… yo prometí…


    —¿Prometiste? ¿A quién? ¿A Elsa? — de pronto parece comprender — Ah…. ¿Eso era lo que te estaba pidiendo en verdad ayer no? ¿Qué es tan secreto para que ustedes dos estén dándose promesas a mis espaldas?


    —Anna no, ella solo me pidi.. ella solo me dijo… —intentó comenzar a hablar, pero se detuvo.


    —¿Que te dijo?


    —Anna, por favor… —rogó.


    —Ok, si tú no puedes hablar, iré con la que sí puede.


    —No Anna, ¡espera! — Fue inútil, la pelirroja corrió tan velozmente que casi había alcanzado la escalinata de palacio para cuando Kristoff llegó a la puerta del establo. — Rayos, ahora sí Elsa me matara.


    Elsa estaba en su despacho cuestionándose si no era mejor trabajar en la sala de reuniones, pues nuevamente sentía esa extraña sensación que le molestaba tanto. Miró la caja de bombones a un costado del escritorio y recordó como se había sentido de igual manera en la ciudad. Entonces no debía ser el despacho. También notaba que se le hacía más y más difícil contener su poder. Si se distraía comenzaba a helarse aquello que estaba tocando. Por un momento le recordó esos años de la adolescencia, cuando ya pensaba que tenía todo bajo control, solo para descubrir que su poder había crecido y debía encontrar nuevas maneras de controlarlo. Quizás era eso. Quizás su poder estaba creciendo otra vez. ¿Qué ocurriría si continuaba haciéndolo? ¿Llegaría al punto que no podría retenerlo? ¿Se saldría su vida de control otra vez? ¿Volvería a congelar todo de nuevo? ¿Volvería a herir a Anna? Por seguridad ¿debería comenzar a usar sus guantes? No, negó con la cabeza, ahora podía controlarlo, debía hacerlo, tenía que estar convencida de eso. Volver a usar los guantes sería admitir que estaba otra vez dejándose ganar por el miedo. Ahora sabía cómo debía controlarlo. Pero ¿si por accidente pasaba algo? Recordó esa noche de niña. Como había caído y sin querer entonces….


    —¡QUE ME ESTÁS OCULTANDO!


    Por un momento Elsa creyó que la voz de Anna resonaba solo en su cabeza reclamándole al recordar el accidente, pero se sobresaltó al notar que era su hermana en persona la que había entrado, gritando casi sin aliento, abriendo de un golpe la puerta del despacho y hecho la pregunta.


    —¿De qué estás hablando?


    —Sé que me estas ocultando algo, lo sé. Oí a Kristoff charlando con Sven sobre eso.


    —¿Charlando con el reno? —miró extrañada — ¿con el reno? — volvió a repetir.


    —No cambies de tema. Se que me ocultas algo y quiero saber qué.


    —Anna yo no estoy…


    —Mírame a los ojos y dime que no estás ocultándome nada.


    Elsa por un momento sostuvo la mirada, pero terminó bajándola.


    —Anna, por favor, no me obligues, no es algo que quiera admitir delante de ti.


    —¿Admitir? ¿algo que no quieres admitir delante de mí? ¡Je! — ríe tristemente. Endereza su espalda y el dolor se refleja en su voz — ¿No admitir delante mío lo que ya sé?


    —¿Saber? — se le entrecortó la voz — ¿Lo… lo sabes?


    —Estaba ahí ¿no lo recuerdas?


    —Yo lo recuerdo, pero... ¿tú lo recuerdas?


    —Como olvidarlo. Estábamos las dos solas, juntas en el balcón y tú me volviste a apartar, me volviste a echar de tu lado.


    —¿Qué? — pregunta confundida— ¿Apartar? Pero, ¿de qué estas hablando?


    —En tu palacio de hielo. Eso es de lo que Kristoff hablaba porque se lo contaste, pero yo estaba ahí, no necesito que me digas nada para saber.


    —No Anna, estás equivocada…


    —¿Equivocada? ¿En qué me equivoco, eh? ¿En que jamás te vi tan feliz como cuando estabas sola y alejada de todos? ¿En qué te transformaste completamente y estabas orgullosa de eso? ¿En qué preferías estar en la cima de esa montaña sola, dejando a todos atrás, incluso a mí? ¿En qué admitiste que nunca te sentiste tan libre en tu vida?


    —Anna…


    —Diablos Elsa. — su tono de voz iba elevándose a la vez que sonaba más y más dolido — Me hiciste arrojar por un monstruo de nieve. Yo quería estar ahí para ti y tu solo me apartaste lo más lejos que pudiste.


    —Te aparté porque te había lastimado...


    —¡Mentira! Mentira – grita primero y dice casi sollozando después— Por lo menos ten la decencia de no mentir. Cuando me echaste de tu palacio no sabías que me habías alcanzado con tu poder. Me apartaste porque preferías estar sola.


    —Anna yo…


    —No digas nada. Como verás no necesito digas nada para saber.


    —Es que no sabes….


    —¿Que no sé? ¿Que por años te alejaste? ¿Qué me hicieron crecer sin nada más que cuadros y puertas cerradas a mi alrededor?


    —Anna nuestro Padre…


    —¡No metas a Papá en esto! De niñas éramos lo más unidas que dos hermanas pueden ser. Aunque Papá dijera que no, tu deberías habérmelo contado. ¿Cuántos secretos teníamos que nadie más que nosotras sabíamos? Solo que cuando aparecieron tus poderes lo quisiste guardar para ti. Preferiste estar sola, pero no te diste cuenta que me dejabas sola a mí.


    — Anna… —sollozó Elsa.


    —Ese día, — Anna le dio la espalda mirando de frente el retrato de su padre — en el sepelio, ¿sabes lo que fue que no estuvieras a mi lado? ¿Sabes lo que fue tener que estar allí parada sola, completamente sola? Tuve que llevar el duelo de nuestros padres frente a todo el pueblo y tratar de ser fuerte por mí misma Elsa. Maldición –la Reina puede ver como aprieta fuertemente las manos — Ese día, vine a tu puerta como siempre, te clamé como siempre y solo escuché silencio de tu lado, como siempre. ¿Te querías aislar del mundo porque podías hacer un poco de hielo? Gran cosa. —bajo su cabeza y la tristeza de su voz era casi palpable — Yo hubiera comprendido. Yo merecía saber, Elsa. Yo tenía derecho a saber.


    —Anna, no tienes idea de lo que hablas.


    —No, no debo tener idea. Solo he pasado toda mi vida golpeando una puerta sin respuesta — se volvió a mirar a su hermana — Y por lo que parece, aun lo estoy haciendo. — se da media vuelta y dirige al pasillo, pero a medio camino se detiene y apenas moviendo a un costado su rostro dice— Respondeme, aunque más no sea una cosa. Si Hans no te hubiera capturado ¿aun estarías en tu palacio?


    Elsa cerró los ojos y una lágrima rodó su mejilla. La pregunta le golpeó de lleno porque era lo que ella misma se había preguntado y respondido con mentiras mil veces, pues sabía que el peso de la respuesta era demasiado para su alma y también sabía que destrozaría el corazón de Anna al confesarlo, pero suspiró y por esa vez dijo la verdad que no había querido admitir antes, ni siquiera ante sí misma.


    —Si — tragó saliva — Lo más probable es que si.


    —Bien — Anna cerró los ojos y trató de contener el llanto — era lo que quería saber. Elsa, no quiero una relación de media hermana. Sabes que te amo a pesar de todo. He tratado de ignorar tu reticencia y te he tratado como cuando éramos las más grandes compañeras, pero no puedo seguir siendo yo la que siempre esté acercando la silla. Si alguna vez decides abrirte conmigo, si alguna vez decides intentar reconstruir lo que teníamos, aquí estaré. Te recuerdo que la puerta siempre estuvo con llave de tu lado, no del mío.


    Anna no puede contener más el llanto y sale corriendo cerrando con un golpe la puerta del despacho tras de sí. Elsa instintivamente se levanta con intención de ir tras ella, pero se queda parada en el lugar. Las lágrimas también corrían por sus mejillas y un sollozo la ahoga. Mira su mano apoyada en el borde del escritorio y notó que este comenzaba a congelarse. Se abraza a sí misma y se dirige a uno de los ventanales. Se siente enferma. Enferma por esa sensación que le acompaña hace días, pero también enferma por sentirse culpable de todo el dolor de Anna. Su hermana había abierto su corazón y ella solo pudo balbucear medias excusas. Estaba furiosa consigo misma. Cerró los ojos y comenzó a llorar sin tan siquiera notar el bulto tras la cortina del ventanal. Se volvió con intención de sentarse, pero solo logro hacer unos pocos pasos. Por detrás una fuerza la golpea desmayándole al instante.


    —Maldición — resuena la protesta de quien hace un momento estaba ocultándose tras las cortinas y ahora se encontraba mirando en el piso a la inconsciente Reina de Arendelle.



     
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    06- SACRIFICIO



    Elsa se recobró poco a poco. Levantó su cabeza y sintió un fuerte dolor en su cuello que le hizo emitir un débil quejido. Abrió los ojos, pero le tomó unos instantes poder enfocar y distinguir el retrato de su padre frente suyo. Ya completamente lúcida trato de moverse solo para darse cuenta que estaba fuertemente atada en su silla, incluyendo brazos y manos. Trato de zafarse, pero solo consiguió sentir el dolor del roce de las ataduras que le oprimían.


    —Era hora. Empezaba a creer que el golpe había sido demasiado fuerte y que en verdad no despertaría.


    La Reina se sobresaltó y miro en dirección a la voz. Solo pudo distinguir una rubia cabellera de mujer, la cual cubría su rostro con una mano, apoyada en la frente, sentada delante del tablero de ajedrez, totalmente compenetrada en solitario juego.


    —No gaste energía en llamar a los guardias. Aún queda un buen rato para el recambio y que descubran que están dormidos.


    Su voz era suave y monótona. Elsa trato nuevamente de zafarse con todas sus fuerzas.


    —Es inútil — dijo mientras movía una pieza — solo lograra lastimarse.


    —Suéltame — ordena furiosa Elsa mientras se retuerce y las ataduras se van cubriendo de hielo.


    —Aha, aha, ahaa — dice quien le había atado, al tiempo que movía negativamente un dedo. Levanto la vista y Elsa puede ver el rostro de su atacante. Era joven, muy joven, de rasgos suaves pero comunes. En medio de una multitud seguramente hubiera pasado desapercibida. Su aparente juventud contrarrestada con su actitud, la que parecía serena y decidida, mucho más madura para la edad que aparentaba tener. Elsa pudo notar una media sonrisa burlona y unos ojos grises violáceos de mirada profunda que la observa con algo de altanería — Espero que los estandartes que tenía colgados a sus espaldas no tuvieran un valor sentimental. Sabrá disculpar que hice jirones de ellos, pero necesitaba algo que fuera lo suficientemente difícil congelar. No queremos ataduras que pueda romperse con facilidad ¿no? — Vuelve a bajar la vista al tablero. — He estado tratando de encontrar la manera de romper esta defensa sin sacrificar más que una pieza, mmmm ¿Qué opina? puedo entregar mi alfil, lo que daría a vía libre a la rei... — vuelve a observar a Elsa — Oh perdón, ¿usted juega Majestad o este tablero es solo adorno?


    —¿Quién eres?


    La joven agita levemente la cabeza y se apoya en el respaldo de la silla al tiempo que cruza sus brazos.


    —Alteza, Alteza. Debe siempre tratar de obtener respuestas que le sean totalmente útiles. Decirle quien soy solo le conseguiría un nombre. Ahora por otra parte —gesticula con una mano — si me preguntara que busco…


    —¿Que buscas entonces?


    La joven se paró y rodeando la mesa del tablero se sienta al borde de ella.


    —Busco cumplir, no, más bien, debo cumplir con un encargo. Vera aquí hay una inusual... ¿cómo diría?... situación y me envió alguien que aún no puede entender como se le escapó de sus manos.


    —¿Hans? —abre los ojos— Hans te envió — repite con odio.


    —Mmmm, prefiero no revelar tanto, pero si usted lo dices. — Acercándose, se para frente al escritorio y apoya sus manos en él. Era bastante alta, por lo que debió reclinarse para quedar al mismo nivel visual de Elsa.— ¿Sabe? Me cae simpática Alteza, y vamos a ser sinceras, ese poder que tiene es bastante... ¿cómo dijo ese niño en el pueblo? "espectacular", quizás en vez de sacarle del mapa, por decirlo de alguna manera, podríamos llegar a encontrar juntas alguna otra solución.


    Elsa sonríe con una mueca. Una simple mercenaria.


    —¿Quieres oro no? Di el precio.


    —Tsk, tsk, tsk. Querer comprarme con oro… Que mala impresión debe tener de mi Majestad.


    —No creo poder tener otra.


    —Ouch. ¿Debo ofenderme? —dice sonriendo al tiempo que se cruzando los brazos— Aunque en verdad tendría que ofenderme por tomarme por una tonta sin visión, que aceptaría solo oro cuando existen posibilidades mucho más… interesantes. — Le da la espalda y vuelve a acercarse al tablero de ajedrez. — La riqueza va y viene Majestad. —mueve una pieza — Pero con un poder como el suyo se puede llegar a conseguirse muchas cosas, aún más valiosas que el oro.


    —Pues si pretendes mi poder, siento decirte que hasta donde yo sé, no es transferible.


    La joven vuelve a sonreír levemente.


    —Y seguimos pensando en transacciones — vuelve a mover la cabeza — Alteza, la hacía más imaginativa.


    —Si no quieres oro y sabes que no puedes obtener mi poder, no veo entonces que pretendes.


    La joven mueve otra pieza del tablero.


    —Siempre se puede tratar de encontrar una solución, una que deje a la mayoría conforme y por lo que he oído — vuelve a sentarse frente al tablero — en este caso — mueve una pieza, retira el alfil blanco y tomándolo entre dos dedos lo mira — usted puede llegar a estar tan conforme con el trato como él que más. Podría al fin obtener lo que tanto ansia — la joven clavo en la Reina una mirada que parecía perforarla — libertad.


    —No sé de qué hablas.


    —Alteza, no disimule conmigo. Creo, no, estoy segura que si le darían a elegir preferiría una vida tranquila y solitaria a —señala con la mano a su alrededor— este castillo. Una vida sin las ataduras de las obligaciones y las pompas de una corte. — Elsa gira su cabeza desviando la mirada — Una vida en algún lugar, donde se sintiera completamente libre. Donde pudiera ser y hacer lo que le plazca. No lo niegue. Lo que anhela con cada fibra de su ser Alteza es esa libertad. ¿O me equivoco? — mueve la Reina blanca — Una libertad que por ahora, solo con mi ayuda puede obtener.


    —¿Y cómo pretendes lograr eso?


    —Digamos que, para empezar, como dije, tendremos que buscar juntas una solución que conformes a todos, principalmente a… a quien respondo.


    —¿De qué hablas?


    —Vera, —mueve sus manos — podría disfrazar el no haber cumplido el encargo creando una situación en la que haya sido imposible cumplirlo directamente. Usted saldrá viva de esto y quedará libre para hacer lo que quiera. Sin ataduras, sin obligaciones, sin necesidad de mirar atrás y esperar que alguien le reclame.


    —¿Y qué pretendes ganar tú?


    —Digamos que si bien no de la manera esperada, pero se me recompensará por solucionar el problema por una parte y por otra alguien — se adelanta un poco reclinándose en su asiento — alguien —repite— con un gran, gran, potencial me deberá un muy, muy gran, gran favor, por lo que no dudo esta persona —sonríe— estará dispuesta a digamos, colaborar cada vez que se lo solicite.


    —¿Cuál es tu plan?


    Por un segundo la joven se tensó y apretó su mandíbula fuertemente. Elsa estaba demasiado furiosa para notar que el rostro de la rubia se desencajo completamente, pero solo por un instante, luego del cual volvió a tener una expresión burlona y un tono jocoso.


    —Veamos, esto me entusiasma— se frota las manos y parándose comienza a caminar de un lado a otro frente al escritorio — ¿Qué le parece esto? Empezare diciendo que vine a Arendelle y luego de investigar un poco, logré introducirme a palacio para "terminar con el problema". Solo que resultó que su poder, ahí entra usted en la historia, era mucho más grande de lo esperado, — a medida que hablaba gesticulaba e impostaba su voz como quien relata un cuento a una audiencia — por lo que me presentó dura batalla. Claro que yo venía bien preparada y luchamos encarnizadamente —cambia el tono —Disculpe si pueda llegar a alardear un poco en esta parte, pero considerando lo furiosos que estarán por no cumplir discretamente la misión, creo que me lo merezco —vuelve a impostar la voz — Solo para que finalmente, en un acto desesperado, usted congelo el reino, ya lo hizo así que la credibilidad no es problema, convirtiendo todo Arendelle en la montaña de hielo solido más grande jamás vista, quedando atrapada en su interior y de la que yo apenas y de milagro pude escapar. taraaara ¿Qué le parece? — Se vuelve entusiasmada a mirar a Elsa.


    —¿Congelar todo Arendelle?


    —Si, si. Pero esta vez deberá ser algo más contundente ¿entiende no? No solo un "invierno eterno", no, no, congelarlo completamente, palacio, ciudad, animales, habitantes.


    —¡Estas loca! — grita Elsa desesperada.


    —Vamos Majestad, no diga que no puede hacerlo, me han comentado que puede crear edificios enteros de hielo. Piénselo, en definitiva, congelando el reino se termina sus problemas, no deberá preocuparse más por sus "deberes" Además si la creen muerta ya no estará obligada a rendir cuentas a nadie. Tendrá la libertad que tanto ansia. Deberá ser discreta un tiempo, eso sí, pero yo puedo ayudarla a encontrar un lugar donde pasar totalmente desapercibida.


    —No, no, es imposible, eso no pasara jamás, JAMAS.


    —Pero es la única opción que tiene, Alteza. — dice con un tono condescendiente primero, pero luego su voz y su mirada se vuelven más duras y profundas — Esta "situación" terminara hoy —golpea con un dedo el escritorio — O la termino yo de una forma definitiva —se señala a si misma con el pulgar— o lo termina usted —señala con el índice a Elsa— y de una manera en que salgamos ganando las dos.


    —No lo hare, nunca. NUNCA. — Los brazos de Elsa estaban ya lastimados, pero ella no los sentía, solo continuaba tratando de zafarse, al tiempo que las ataduras comenzaban a congelarse más y más.


    —Si quiere seguir viva, lo hará. Es la única opción, una gran montaña de hielo que logre su libertad. No hay otra manera de convencer a todos que el problema "se solucionó". Por un tiempo todos hablarán del "monstruo" que se congeló a sí misma junto a su reino y a su hermana, pero lue...


    —¿¡Hermana!?


    —Creí que era obvio — agrego la joven con tono extrañado — Si congela a Arendelle deberá congelar a todo el mundo, su hermana incluida. Puedo ayudarla a hacerla desaparecer a Usted, pero solo a Usted.


    Fue la gota que colmó el vaso. Sin saber de dónde provenían tantas fuerzas, helo las ligaduras que se rompieron sin más y con una rabia que jamás había sentido lanzo una ráfaga de poder que le cegó a ella misma por un instante. Cuando se disipo la luz, la joven estaba tan solo allí parada con su mano en alto sosteniendo una esfera brillante.


    —Lección número uno: no lances tanto poder en lugares cerrados, puede rebotar y terminar golpeándote a ti — observa la esfera — Vaya que eso ha sido intenso, debes estar furiosa —dijo arrastrando la última palabra — me está costando bastante controlarlo — baja un poco la esfera hasta sostenerla delante suyo, entre ambas manos y se concentra con evidente esfuerzo. La esfera poco a poco va perdiendo su brillo y volviéndose más sólida hasta convertirse en una pelota de hielo macizo que cae pesadamente al suelo. — Se sienta en uno de los sillones con evidencias de estar agotada— Uff, que duro fue eso. Hazme un favor, si vas a lanzarme otra cosa dame cinco minutos para recobrar el aliento, ¿sí?


    Elsa estaba sorprendida pero instintivamente mueve sus brazos para atacar de nuevo. Su contrincante solo realiza un leve movimiento con una mano y Elsa siente como es empujada por una fría onda que la lanza hacia atrás hasta su silla, sentándola al golpear en ella y unos gruesos grilletes de hielo aparecen en un instante inmovilizan sus manos en los apoyabrazos.


    —Te pedí cinco minutos — replica con algo de enfado— Bueno, reconozco que con la ira que sientes debe ser algo difícil contenerse.


    —Tu, tu... también pued...


    —Shhhhh, es un secreto —dice al tiempo que se lleva un dedo a los labios — y uno bastante difícil de ocultar, por cierto. Quizás ahora comprendes porque me caes simpática. Imagina lo que podríamos llegar a lograr juntas —dice sonando entusiasmada— Las posibilidades son infinitas. Podremos utilizar nuestro poder sin ningún temor a ser descubiertas. Cuando empiecen a sospechar de ti podré, digamos, distraer el atención yo y viceversa. Nos cubriremos las espaldas una a la otra. —sonríe pareciendo esperanzada— Bien — golpea con ambas manos los apoyabrazos y se para. Rodeando el escritorio se acerca a la Reina y apoya una mano en el respaldo de la silla — ya que tenemos las cartas sobre la mesa, volvamos a nuestro asunto. Opciones: Arendelle, hermana, montaña de hielo, libertada o ...


    —Mátame — dijo la Reina serenamente.


    —¿Qué?


    —Mátame. Nunca, haré lo que me pides. Prefiero morir aquí y ahora que vivir una vida habiendo pagado ese precio. — se voltea a mirarla con odio.


    —¿Esta segura? Piénsalo bien, tendrías la libertad que tanto deseas.


    —Mátame Me ofreces una libertad que creía ansiar, pero lo único que ansió en este momento es liberar a mi pueblo, a mi hermana de ti. Sería capaz ahora mismo de terminar contigo con mis propias manos para salvarlos —replica con furia — pero si no puedo salvarlos con mi poder, lo hare con mi vida. Si ese es el precio porque los dejes en paz, pues entonces pagare gustosa. Mátame, MATAME porque jamás, ¿escuchaste? jamás aceptare lo que me propones. — baja la vista — solo te ruego que luego de hacerlo te vayas sin dañar a nadie más, es mi único pedido.


    —Bien, si esa es tu elección.


    Elsa cierra los ojos esperando lo inevitable. Por un instante recuerda la última conversación con Anna y le duele el alma. Debería haber corrido tras ella, debería haberle dicho. Ahora ya era tarde. Solo esperaba que de alguna manera Anna comprendiera, que de alguna manera Anna llegara a saber, que de alguna manera le perdonara. Que encontrara la forma de continuar sola, de sanar… También pensó en Arendelle y deseo de corazón que Anna llegara a ser la soberana que el pueblo necesitaba, que el pueblo merecía.


    Elsa se extrañó. Nada había pasado ¿Es que ya le había matado y no lo sintió? ¿Era eso morir? De pronto noto que podía moverse, sus manos estaban libres. Abrió los ojos y vio a la joven sentada en uno de los sillones, abatida y cansada, pero con expresión aliviada.


    —Pero…


    —Por un momento me llegaste a preocupar en serio. Cuando parecías tentada a aceptar el trato, me desespere bastante. Fue un gran alivio que no lo hiciste. De todos modos, aunque era evidente que no harías lo que te pedía, no sabía si estabas dispuesta a morir después de todo.


    —No... no entiendo.


    —Te estaba probando. Te estuve investigando hace un tiempo y tenía que saber si eras capaz de dar tu vida por tu reino y tu familia.


    —Pero dijiste que te envió Hans para…


    —No, yo no dije eso, tú lo dijiste. —le señalo con un dedo — Y debo decir que llenaste un hueco en la historia que no tenia del todo resuelto. — Elsa la mira incrédula sin comprender, la joven suspira con un gesto de fastidio – Que no conozco a ningún Hans. —dice mientras abre los brazos— Aunque ciertamente me intriga este Hans. He oído versiones que van desde ser santo hasta un asesino usurpador.


    —¿Entonces no te enviaron terminar conmigo?


    —Bueno… digamos que esa parte de la historia si es cierta, aunque algo distinta y un poco, un poco bastante, más complicada de lo que parece a primera vista. —se incorpora en el sillón — ¿Te molesta si tomo unos chocolates? debo recuperar energía. —dice mientras saca unos bombones de la caja, y se vuelve a recostar en su asiento — Mmmm ¡por todas las estrellas! son exquisitos — suspira saboreando.


    Elsa estaba cada vez más confundida, no sabía si la muchacha continuaba con un sádico juego o en verdad no quería matarla. La miro de arriba abajo tratando de discernir si podía confiar en ella o no y por muy extraño que le pareciera se sintió segura y se dio cuenta que, en verdad, jamás llego a sentir miedo de la joven, aunque no pudiera entender con claridad sus intenciones.


    —¿Por qué hiciste todo esto?


    —Necesitaba saber.


    —¿Saber qué?


    —Necesitaba saber que te importaba alguien o algo más que tú misma. Necesitaba saber si aceptarías pagar el precio por salvar a alguien más. Necesitaba ponerte al borde de un barranco y saber si estabas dispuesta a saltar, pero también necesitaba saber si estabas dispuesta a pelear por no hacerlo.


    —¿Por qué?


    —Porque eras mi única esperanza. – de pronto su mirada se nublo. Sus ojos se volvieron más grises y su voz parecía entrecortada — En camino hacia aquí las había perdido todas. —Elsa no pudo distinguir si era tristeza o furia lo que reflejaba su rostro al decirlo — continúe con la misión que se me encomendó más por no saber que hacer que por otra cosa – dijo al tiempo que levantaba sus hombros — Continúe porque necesitaba seguir aferrándome a algo, aunque renegara de ese algo. Entonces cuando fui escuchando sobre la magnitud de tu poder empecé a pensar que podría llegar a haber una salida. Todas las historias sobre lo que podías hacer ciertamente eran fantásticas y quería auto convérseme que exageradas. Hasta que logré estar cerca tuyo y sentí tu poder y comprendí cuán grande era.


    —¿Sentir? ¿Puedes sentir mi poder? … —Elsa abre los ojos comprendiendo las sensaciones de los últimos días — ¡Puedo sentir tu poder!


    —¿Sí?… Bien. Supongo entonces que es reciproco. Suena lógico. ¿Es algo molesto no? —dice con una mueca al tiempo que toma otro chocolate – Una sensación difícil de explicar, aunque como todo creo que será acostumbrarse. Al principio, de lejos, creí que era mi propia ansiedad que me estaba jugando una mala pasada, pero en cuanto te tuve más cerca noté de inmediato no solo tu poder sino cuanto aumentaba el mío. Eso me lleno de esperanzas. No tienes ni idea cuánto. Sabía que ahora tenía una chance, pero debía estar segura no solo de lo que podías hacer, sino de ti. Debía saber si serias parte del problema o de la solución antes de solo pensar cómo prepararnos.


    —¿Prepararnos? ¿Prepararnos para qué?


    —Para evitar una guerra, su Majestad, para evitar una guerra.



     
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    07- SOLO EL TIEMPO DIRA






    —Majestad, por favor –dice casi perdiendo la compostura el Senescal— no puede decirme que crea una palabra de lo que está diciendo.


    —No tengo motivos para pensar que es mentira.


    —¡No tiene motivos para pensar que es verdad! — replica casi con desesperación Kai.


    —Kai, no puedo arriesgarme a que sea verdad y no haberle creído.


    —¿Y va a creerle y arriesgarse a que no lo sea?


    —Si es verdad, Arendelle entero está en peligro, si es mentira, solo yo lo estaré.


    —No puedo permitirlo— dice firmemente— Alteza es mi deber como Senescal, mi deber como el amigo de su padre evitar que siga adelante con esta locura.


    —Y es mi deber como soberana de Arendelle hacer lo que crea mejor para mi pueblo, y ante las posibilidades, ir con ella es la única forma de asegurarme que estén a salvo — dice al tiempo que señala con una mano a la joven rubia sentada en uno de los sillones.


    Kai mira a la joven con desprecio.


    —Permítame dudar de de esta, esta ... joven — dijo con un mohín — aparecida de la nada y con una historia fantástica sin ninguna prueba de que sea verdadera. Y aunque lo fuera, ¿qué puede hacer pensar que se encuentra más capacitada para manejar la situación que todo su ejército? ¿Qué experiencia puede tener, en comparación con generales de carrera?, ¿qué edad puede tener para consid… ?


    La joven sonríe.


    —Para empezar, no se pregunta la edad a una dama Lord Senescal, para continuar, sin desmerecer a su ejército entrenado, he entrado y salido de este castillo a antojo bajo las narices de sus guardias…


    —Durmiéndolos.


    —Como sea, lo he hecho y nadie ni siquiera sospecho y sobre experiencia y conocimiento de lo que se viene, le puedo asegurar que comparado a la que pueda tener sus generales de carrera soy lo más cercano a toda una experta que pueda obtener.


    Desesperado el Senescal se vuelve a la Reina.


    —Alteza, se lo ruego, se lo suplico, recapacite.


    —Kai, lo siento, pero no te llame para pedirte tu consejo, te llame para informarte mi decisión.


    —Al menos lleve una escolta —suplica angustiado— o permítame ir con Usted.


    —No, no pondré a nadie en riesgo. Si es verdad todo esto, cualquier ejército es inútil. Solo yo tengo posibilidades de hacerle frente. Y aun si no pudiera, por lo menos, lejos de Arendelle evitare que quede en medio del fuego cruzado.


    —Fuego cruzado — ríe sonoramente — Suena irónico, pero bueno supongo que es una manera de decir — comenta la joven.


    —Veo que toda la situación le resulta divertida — dice con desprecio Kai.


    —Le puedo decir que la situación puede resultarme de todo menos divertida Lord Senescal — se para y le mira a los ojos — Para que quede claro, si le preocupa la seguridad de su Reina, le puedo asegurar que, de haber sido mi intención, hubiera podido raptarla o matarla y estar fuera del reino antes siquiera que usted terminara de darse cuenta que demonios pasos. Así que Lord Senescal —remarcaba cada palabra — espero de Usted por lo menos el beneficio de la duda, considerando todo lo que pongo en juego.


    —En lo que a mí respecta, lo único que está poniendo en juego es la vida de la Reina. ¿Quién me asegura que no es todo un plan para llevarla dócilmente a una trampa alejándola de la seguridad de palacio?


    —¿Quiere que le demuestre cuan buena puede resultar la seguridad de palacio? —la joven cada vez se iba acercando más al Senescal y Elsa pudo notar como la mano de la muchacha iba crispándose —Puedo demostrarle en un segundo donde quedan usted, sus generales y sus guar …


    —¡Basta! Lo último que se necesita es un enfrentamiento entre nosotros – dice en tono firme Elsa mirando a ambos— Kai, te repito, la decisión está tomada. Da las ordenes necesarias para que realicen todos los preparativos y partir lo antes posible y vuelve a que arreglemos el funcionamiento del reino en caso…— no termino la frase sabiendo que de hacerlo se le quebraría la voz.


    —Alteza no permitiré…


    —Kai, hubiera preferido que comprendieras y me acompañaras en la decisión que he tomado convencido, pero si tengo que imponer mi autoridad, lo haré —cambia el tono – Sir Kai, he dado una orden, y lo único que espero es que sea cumplida.


    El Senescal se pone firme y su cara se endurece.


    —Lo que su Majestad ordene, con su permiso me retiro a cumplir su voluntad.


    Elsa lo ve marcharse y apoya la frente en una mano con angustia cuando Kai finalmente cierra la puerta.


    —Te reconozco que eso debe haber sido difícil. — dice mientras vuelve a sentarse la otra joven.


    —Si eso te pareció difícil, espera a que se lo tenga que decir a mi hermana. — cerro los ojos con una mueca de angustia — ¡Dios! No tengo ni idea que decirle a Anna.


    —La verdad directamente y sin rodeos siempre es una buena opción.


    —Sí, claro y tú lo predicas con el ejemplo — la Reina la mira con cara de burla.


    —Dije que era una buena opción, no que era la única. Además, en mi descargo, la conversación que terminaba de oír no te pintaba de tan buena manera para te importara la verdad sin rodeos que pudiera contarte, si me disculpas.


    —Justamente, esa conversación… Dios... ya resulta difícil enfrentarla después de eso para además decirle que me voy.— La Reina apoyo en el escritorio los codos y oculta su rostro entre sus manos — No quiero seguir ocultándole cosas, pero si le digo la verdad no solo le haré desesperar, sino que será imposible lograr que se quede. — Con un suspiro levanta la cabeza mientras masajea su cuello.


    —¿Aún te duele? — pregunta con algo de arrepentimiento la joven mientras frunce su rostro con expresión de dolor. La Reina solo le dirige una mirada reprochante y suspira.


    —Creo que necesito una copa ¿quieres beber algo? — dijo al tiempo que se levantaba.


    —No bebo, solo de vez en cuando algo de aguamiel en la comida… ¿tú lo haces? —pregunta.


    —Solo vino blanco, pero si me preguntas, creo que si hay un momento para empezar con algo más fuerte es este.


    —Si me preguntas, creo que no es momento de que empieces con algo más fuerte, así que no lo hagas.


    —Perdón… ¿te importa?


    —Tenemos poco tiempo, cualquier cosa que te pueda volver más lenta me importa.


    La Reina sirve una copa y la observa detenidamente mientras la enfría un poco y suspira.


    —Y cuanto es el tiempo que tenemos.


    —No lo sé, pero el que sea, me temo que no es suficiente. Cuando consideren que ya ha pasado demasiado para seguir esperando mi regreso enviaran a alguien más. No le tomara mucho tiempo descubrir lo que descubrí yo de ti y sacar las deducciones y entonces tendremos a la Hermandad cazándonos donde sea.


    Elsa se dirige a uno de los ventanales y se apoya en el mirando el cielo. Bebe un poco.


    —Tanto tiempo creyéndome única y resulta que había todo un reino de hielo allí fuera.


    —Hermandad, hermandad, no reino. Los reinos son para los simples humanos y sus simples vidas, pertenecer a una de las hermandades va más allá de solo nacer en un lugar. Eres parte de algo más grande, algo que te une aun de una manera indesc… — tiene que aclararse la voz — De cualquier forma, no puedes culparte, durante siglos las hermandades se han ocupado de permanecer ocultas y borrar cualquier rastro posible, al punto que se han convertido solo en lejanas y distorsionadas leyendas.


    La Reina apoya su espalda en el ventanal mientras observa a la joven.


    —Al que no puedo culpar es a Kai, aun yo misma no entiendo porque te creo.


    —Porque en lo más profundo de tu interior sabes, sientes que es verdad.


    —Ya no sé lo que siento o dejo de sentir. — vuelve a darse vuelta y mirar el cielo — una comunidad de hielo, ¿cuán probable puede ser?


    —Hermandad, hermandad. Lamentablemente mucho más de lo que desearías.


    —¿Y quién me asegura que Kai no ha tenido razón y lo único que quieres es llevarme dócilmente a una trampa?


    La joven suspira.


    —Creí que ya habíamos superado esta parte. Si hubiera querido llevarte, ya estaríamos en camino. Si hubiera querido matarte, ya estarías muerta.


    —Disculpa la desconfianza, pero aun creyéndote es difícil ver el interés que puedes tener en ir contra de tu.. tu…


    —Hermandad, hermandad. ¡Por las estrellas! Como te cuesta asimilar la palabra — suspira— Tengo mis motivos — un destello de odio cruza sus ojos—. Escucha —dijo moviendo la cabeza con fastidio — quieres creerme, créeme, no quieres creerme, no lo hagas y solo dilo. Me iré por donde vine y tú arréglate sola con tus "experimentados" generales de carrera cuando tengas a la Hermandad rodeando Arendelle.


    Elsa solo realiza una mueca y termina su copa.


    —Dije que ya tome una decisión, solo el tiempo dirá si correcta o no.



     
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    08- ¿POR QUÉ CONFIAR?



    —¿Es suficientemente alejado?


    —Bastante. Se puede llegar en menos de un día. Solo son unas horas hasta el bosque y de allí no más medio día de camino, pero la cadena de montañas lo separa completamente del reino.


    —No estoy muy convencida de estar a solo un día de aquí.


    —Pues es el único lugar a que estoy dispuesta a ir — dijo firmemente la Reina de Arendelle.


    —Bien, si así lo prefieres —sonríe — y en cierta forma lo comprendo. Una cosa es que me creas, otra que confíes. Si es allí donde te sientes segura, pues allí iremos.


    Elsa se sorprendió que la joven pudiera leerle tan fácilmente, cuando para ella la recién llegada era un misterio. Cruzo los brazos y apoyándose en la ventana la miro. Quería tratar de entender porque le había creído cada palabra que había dicho. ¿Se estaba equivocando? ¿El peligro era verdadero o el real peligro era la joven que estaba sentada en su despacho? Sea lo uno o lo otro, estaría más tranquila en cuanto pusiera distancia de Arendelle, sabiendo que estaba alejando el peligro, cualquiera que este fuera.


    —En cuanto ponga todo en orden partiremos.


    La rubia se adelanta y toma otro chocolate.


    —Esto es verdaderamente adictivo — saborea — por favor quítalos de mi alcance — suspira— en cuanto antes partamos mejor— vuelve a recostarse en la silla — ¿Ya decidiste si vas a decirle a tu hermana la verdad o no?


    La Reina cambio el semblante y salto como si le hubieran puesto el dedo en la llaga.


    —Anna solo tiene que saber que he partido en una misión oficial.


    —Sin guardias, sin a decir a donde y después de discutir, no creo que se lo cre…


    Elsa se paró firme y pareció crecer varios centímetros.


    —Puedo haber confiado en ti para enfrentar el peligro que dices Arendelle corre, pero eso no te da en lo absoluto derecho a opinar en nada más, en especial en cualquier cosa referente a mi hermana.


    La rubia endureció su mirada por un momento, pero luego bajo la cabeza asintiendo.


    —Tienes razón, no me da derecho y no me interesa tampoco. En lo que a mí respecta lo único que me impor…


    No pudo terminar la frase. La puerta se abrió de golpe al tiempo que Olaf entraba dando saltos.


    —¡Elsa! ¡Elsa! No encuentro a Anna ¿La has vist….? — de pronto se da cuenta de la presencia de la otra joven — ¡Hola! Soy Olaf y me gustan los abrazos cálidos ¿y tú eres…? — dijo al tiempo que se acercaba.


    —Hola Olaf. Estaba deseando conocerte en persona — se arrodilla delante del muñeco — Soy Ada — dijo al tiempo que estira la mano y toma la de Olaf.


    —Oooooohhhhh —se sorprende el muñeco mientras mira la mano de Ada tomando la suya y abre los ojos— me das las mismas cosquillas que Elsa cuando me toca.


    La Reina se pone serie.


    —Olaf, ya te he dicho que no puedes entrar sin llamar, principalmente al despacho.


    —Oh, cierto, lo has dicho antes, pero bueno — juntas las manos y mira de costado a Elsa — Ya que entre ¿Sabes dónde está Anna? Gerda no me cree que ella me dijo que me de biscotis.


    —No sé dónde está Anna y no puedes comer biscotis.


    —¿Por?


    —Porque pueden que no te hagan bien.


    —¿Por?


    —Porque los biscotis son para humanos, no para muñecos de nieves.


    —¿Por?


    — Porque no sabemos qué puede pasar si comes biscotis.


    —¿Por?


    —Porqu ... — Elsa mira a Olaf que tiene cara de inocente— Olaf ¿No estarás tratando de cansarme para que ceda y te deje hacer lo que quieras como siempre no?


    Olaf da un brinco simulando sorpresa.


    —¿Yo? ¿Por qué dices eso?


    —Porque es lo que haces siempre que quieres… ¡Olaf! —replica Elsa al darse cuenta que estaba nuevamente cayendo en el juego del muñeco.


    Olaf sonríe tiernamente


    —¿Estas enojada?


    La Reina sonríe.


    —No, no estoy enojada, pero estoy ocupada, así que ve a buscar a Anna y déjame sola con Ada antes que si me enoje.


    —Ok — Se vuelve a la rubia, quien aún estaba arrodillada al lado de él y lo miraba fascinada— nos vemos Ada.


    —Adiós Olaf, no sabes el gusto que ha sido conocerte.


    El muñeco sale mientras va enumerando en voz alta los lugares donde puede estar Anna. La recién llegada lo mira irse y continua en esa posición aun después que los guardias cerraran la puerta.


    —Creí que exageraban, pero está vivo, no solo vivo —abre las manos en señal de sorpresa— sino que tiene vida propia — se gira a la Reina— ¿Como rayos pudiste darle vida?


    Elsa se sorprende.


    —¿Tú no sabes cómo?


    —No, y nunca he visto tal cosa.


    —¿Como que no?


    —No. Si puedo hacer gollems y dotarlos de cierta independencia, pero de allí a darles vida propia...


    Elsa de pronto sintió orgullo. Aparentemente había algo que la volvía única después de todo.


    —En realidad, no lo sé, simplemente le cree y ni siquiera me percate en el momento que estaba vivo.


    Ada torció un poco la boca en un mohín.


    —¿En que estabas pensando cuando lo creaste?


    —No sé, no sé, más que pensar, sentía. Me sentía por fin libre, sin ataduras, sin temores. Pensar, no se — se da vuelta y mira por la ventana— quizás en Anna… en que podía por una vez dejar fluir mi… — Se vuelve bruscamente— no creo que eso sea importante.


    —Pero quizás si …


    —Déjame decirlo de otra forma —le corta— no creo que eso te importe— dijo enfadada, aunque su enfado era más con ella misma que con la rubia que aún estaba arrodillada. No podía creer como esa desconocida parecía influenciarle al punto de confiar sin reparos y contarle cosas que no había compartido con nadie.


    Antes que cualquiera de las dos pudiera decir otra palabra se siente unos golpes en la puerta y la voz de Kai solicitando permiso para ingresar al despacho. Ada se levantó con expresión seria al tiempo que Elsa le indicaba al Senescal que podía entrar mientras se sentaba detrás de su escritorio.


    —Majestad. Ya he dado las órdenes para que se realicen todos los preparativos.


    —Muy bien. Anna se quedará a cargo, descuento que contará con tu ayuda Kai, pero debemos poner en orden algunas cosas antes de mi partida.


    —Bien, creo que será mejor que me retire antes que la Reina me lo pida —Elsa se sobresaltó, otra vez Ada parecía saber que estaba pensando.


    —Daré la orden a los guardias que le acompañen a la…


    —No es necesario Lord Senescal —sonrió— conozco cada entrada y salida de palacio.


    —Si algún guardia la ve vagando sola por los pasillos la detendrá.


    —¿De igual manera que me detuvieron para llegar aquí? — dijo con una media sonrisa y tono burlón. Ada se odiaba a sí misma, pero no podía evitar gozar el incomodar al Senescal y verle contener su furia —Si su Majestad me lo permite —dice con exagerado tono ceremonial inclinándose a la Reina— vendré por la mañana a verificar que sean correctos todos los preparativos — el Senescal estaba a punto de estallar.


    —¿Ahora pides permiso? — replicó la Reina levantando una ceja y creyendo darse cuenta de que la joven estaba buscando sacar de sus casillas a Kai. Ada sonríe.


    —Nos vemos por la mañana — se vuelve al Senescal y simula que está pensando en voz alta al tiempo que con un dedo dibuja lo que va diciendo— recto, izquierda, escalera, escalera, escalera derecha y al frente ¿no? Espero no perderme — Elsa le mira seria mientras Ada sonríe y parpadea con falsa inocencia ante el Senescal.


    En cuanto se cierra la puerta Kai prácticamente se abalanza sobre el escritorio.


    —¡Majestad le imploro! ¡Le ruego!¡No sabemos nada en absoluto de ella!


    —Lo sé Kai, lo sé. Yo misma me resisto a la idea de creerle ciegamente, —mira la puerta que acaba de cerrarse — pero de alguna manera que no puedo explicar, por más que todo buen juicio diga lo contrario, sigo sintiendo que debo confiar en ella.



     
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    09- SOLLOZOS TRAS LA PARED





    Si bien había descripto a Kai la salida más directa, no tenía en absoluto intenciones de cruzarse con nadie, por cuanto no sería ese el camino que tomaría. Apenas dio vuelta el final del pasillo y salió de la vista de los guardias de la entrada al despecho real, comenzó a caminar apoyando los dedos en las paredes. Sintió la casi imperceptible brisa que buscaba y observo fijamente el decorado hasta que noto la medialuna formada por el repetido roce del giro de la pequeña perilla disimulada. La movió y al instante se abrió un panel dando paso a la red de corredores de servicio que utilizaban los criados para moverse por el castillo de un lugar a otro, cortando caminos y permitiendo no ser vistos, tal como ella deseaba no serlo. Le había costado sus buenas monedas de oro, tanto saber el trazado principal de los corredores como que a esa hora todos estaban en las tareas en las habitaciones o en la cocina, así que tenía esperanza de no cruzarse con ninguno de ellos.


    Los pasillos no eran muy amplios, pero estaban bien iluminados y tenían repisas con implementos de limpieza y alguna que otra alacena donde se guardaban cortinas y alfombras arrolladas. Ada más de una se había ocultado en ellas para dejar pasar a algún sirviente sin que le viera y, más de una vez también, creyó distinguir una que otra botella oculta entre los pliegues de las cortinas. Caminaba con algo de prisa, pero prestando atención a cada sonido que delatara si alguien se acercaba y de esa manera, tener el tiempo suficiente de salir del corredor.


    Calculaba que solo había descendido uno de los pisos cuando le pareció oír un sollozo. Trato de agudizar el oído para saber si debía adelantarse o retroceder a la próxima alacena, solo para comprobar que los sollozos provenían de detrás de la pared. Busco y miro por la pequeña ventanilla que, como en todas las salidas, estaba disimulada de una manera que era difícil verle desde el otro lado. Tan solo vio una joven sentada en un amplio banco sin respaldo, frente a un ventanal. Estuvo a punto de reanudar su camino, pero algo en esos sollozos le trasmitían tanta angustia que le impidió seguir adelante. Abrió la pequeña portezuela y se encontró con un amplio salón, cubierto de enormes y hermosos cuadros.


    La joven estaba tan abstraída que ni se percató de su presencia. Ada se deslizo silenciosamente a una de las puertas y la abrió tratando de hacer el mayor ruido posible con el picaporte y se quedó parada delante de la puerta abierta como si recién hubiera ingresado.


    —Perdón creo que estoy perdida, ¿está muy lejos la salida de palacio?


    La joven se sobresaltó y poniéndose en pie rápidamente. giro dándole la espalda al tiempo que se limpiaba las mejillas con ambas manos, para después mirarla de frente con una sonrisa. Era joven, muy joven. De hermosos ojos y cabellera pelirroja. Ada creía ver en su cara facciones que le resultaban familiares.


    —Aun debes bajar un par de pisos para llegar.


    Apenas le oyó hablar, reconoció la voz y supo quién era.


    —¿Tú debes ser Anna, no es así? — dijo más para sí que para la pellirroja e inmediatamente se dio cuenta que uso una familiaridad que no correspondía— Perdón —hizo una leve reverencia con la cabeza— Usted debe ser la Princesa Anna ¿no es cierto? —repitió en tono más formal.


    —Oh no, no, —se adelantó unos pasos —digo, sí, soy Anna, pero no uses formalismos por favor —rogó— Me siento más cómoda cuando me llaman simplemente Anna.


    —De acuerdo, entonces, prin… Anna, soy Glada, pero puede llamarme simplemente Ada.


    —¿Glada? ¿Cómo se le decía ante a los cometas?


    Ada se sorprendió.


    —No muchos saben eso.


    —Observar las estrellas era una de las pocas cosas que podía hacer junto a papá cuando era niña. Él amaba contarme historia de cada una de ellas y nos pasábamos horas mirándolas. Papá traía libros enormes y dibujos de constelaciones, estrellas y todo lo relacionado a ellas y trataba que me aprendiera sus nombres, pero a mí solo me gustaba verlas brillar — miro por la ventana como recreando el momento con nostalgia. Suspiró y volvió a mirar a Ada— De todas maneras, me aprendí una que otra cosa.


    Ada sonrió.


    —Espero no importunar, pero iba de camino a la puerta y creo que di un giro que no debía — se volvió a ver los cuadros— hermosa galería tienen aquí. Después de todo, voy a alégrame haberme desviado y poder ver esto.


    —Amo estos cuadros. — se acercó y paro al lado de Ada— Por mucho tiempo fueron los únicos amigos que tuve, y a veces creo que son los únicos que tengo. — dijo con tono triste.


    La rubia miro de reojo a la Princesa y noto cuanto pesar tenía. Cerro los ojos y lamento saber cuánto más podía llegar tener en los próximos días y cuanta carga seria puesta en sus jóvenes hombros en un futuro muy cercano. No le incumbía involucrarse, pero no podía dejar de hacerlo. Sentía que Anna no era el tipo de persona que como Elsa se encerrara en si misma, pero sabía que, aun así, en la situación que pronto enfrentaría la joven, la tentación de aislarse al enfrentar el peso de la responsabilidad sería muy grande.


    —Uno puede amar algo tan bello ciertamente, pero no creo que puedan reemplazar a relacionarse con personas Princesa, perdón, Anna. Estos cuadros no dejan de estar colgados en una pared, y como ella, al hablar solo se recibe el eco de la propia voz. Siempre es bueno escucharse a uno mismo sí, pero a veces también es bueno escuchar a los demás.


    La joven baja la vista y dándose vuelta se sienta nuevamente en el banco frente al ventanal. Ada también gira y por un momento parece que va a sentarse, pero a medio camino se detiene, cierra un minuto los ojo y finalmente se para firme en el lugar cruzando los brazos con expresión seria.


    —A veces no hay nadie más cerca y a veces, aunque haya alguien, uno puede intentar, pero los demás no te dejan opción con sus actos. Hay veces que te preguntas si de cualquier forma no estas hablando con una pared.


    Ada solo veía el perfil de la joven, pero pudo distinguir que estaba tratando de no llorar. Leve y casi imperceptiblemente, movió la cabeza a un costado esperando alguna reacción. Nada. Suspiró. Ciertamente era mejor seguir camino. Se lo decía su cabeza, debía irse, pero, sus pies no respondían. No, no tenía que involucrarse. Elsa había sido clara, pero por más que cada pensamiento racional le gritara eso, no podía, no quería dejar de hacerlo. Miro directamente a la joven. No mecería pasar por lo que tendría que pasar y menos guardando tanta amargura. Algo debía decir, aunque sabia podía arrepentirse después.


    —Y a veces, uno puede estar confundido y mal interpretar esos actos. O puede tener una idea equivocada de las cosas. Las personas pueden levantar paredes alrededor suyo, pero eso solo quiere decir que, de cualquier forma, hay alguien detrás de esa pared.


    Anna solo refunfuño y clavo su vista en el mar que se veía por la ventana. Ada suspiró y se sentó al lado de la Princesa. Por un momento miro el mar también. No entendía muy bien porque sentía una conexión especial con la joven y porque en definitiva le preocupaba. Una idea le cruzo por la cabeza e iba a desecharla inmediatamente cuando se dio cuenta que podría ayudar a la Princesa. Apretó la mandíbula, no estaba muy segura de querer que ella supiera, pero le importaba más ayudar a la pelirroja sentada a su lado que descubrirse.


    —Voy a contarte algo. — Hizo una pausa y por un momento se evidencio que estaba tomando coraje para hablar— Se me dijo que fui abandonada apenas con unos días de nacida en medio de la montaña entre la nieve. La nevada había borrado cualquier huella, pero era evidente que había sido dejada allí adrede y no por algún accidente.


    —¡Eso es horrible! — dijo Anna horrorizada.


    —No hubiera sobrevivido si no tuviera, digamos, cierta predisposición a resistir el frio. De todas maneras, si no me hubieran encontrado, lo más probable es que no hubiera vivido mucho más.


    —¿Quién puede hacerle eso a un bebe?


    —Siempre creí que mis padres me habían abandonado, o por miedo o vergüenza.


    —¿Miedo o vergüenza? ¿Pero de qué?


    —A veces — baja la cabeza —cuando el hijo no es lo que se espera que sea, y los hechos le sobrepasan, puede empujar a alguien a hacer cosas desesperadas.


    — ¿Pero abandonar a un bebe solo en la nieve? Ningún padre puede hacerle eso a un hijo.


    —¿Verdad que no? Justamente, estaba convencida que ningún padre podía, que ningún padre debía hacer eso a un hijo, fuera la circunstancia que fuera y por eso crecí odiando a mis padres desde lo más profundo de mi ser.


    Anna trato de articular palabra, pero no pudo, sorprendida por lo crudo de la confesión.


    —No voy a decir que tuve una niñez traumática o infeliz porque no lo fue. Crecí rodeada de toda una… de todo un pueblo que me amo y me tomo cada uno de ellos como propia. Incluso tuve a alguien que me crío como una hija y a la cual siempre vi como mi madre, pero eso no borraba el dolor que me provocaba que las personas que más debían amarme me habían dejado abandonada para morir.


    —Oh — solo pudo decir Anna con angustia.


    —Pero — Ada debió carraspear nuevamente— pero — suspiró— pero hace poco me enteré que los hechos no habían sido tal cual me los habían contado y que en realidad mis padres no habían sido responsables en lo absoluto. — Ada se volvió y miro fijamente a los ojos de Anna— Crecí culpando a quienes no tenían culpa alguna y te puedo asegurar, saber eso, fue un dolor mucho más grande. No te apresures a sacar conclusiones. Si descubres que estabas equivocada en juzgar, más a quien está a tu alrededor, te será casi imposible perdonarte a ti misma.


    —En verdad es horrible.


    Ada cerro los ojos. Se dio cuenta que la empática Anna había quedado tan impactada por su historia que no lograba captar del todo lo que en realidad quería decir.


    —Anna, lo que quiero que entiendas es que antes de juzgar los actos de los demás te asegures de saber todos los hechos, de conocer toda la histo…


    —¡Allí estas! Fui a los establos y no te encontré, pero si encontré a Kristoff. Te estuvimos buscando por todo palacio.


    La voz chillona de Olaf se oía desde una de las puertas mientras entraba seguido del rubio proveedor de hielo.


    —Oh Ada, ¡gusto de verte nuevamente!


    —¿Tú?


    —¿Tú?


    Ada y Kristoff se sorprendieron al reconocerse.


    —¿Cómo está tu labio? — dice la rubia preocupada.


    Anna se para y mira a uno y a otro.


    — ¿La… labio? ¿Qué? ¿Ustedes se conocen?


    —Si, esta mañana le lastimé el labio cuando debí quitarlo de encima mío.


    —¿De encima tuyo? ¿Qué hacías encima de ella? — grito al tiempo que se abalanzaba a donde estaba Kristoff.


    —Es que yo y ella rodamos juntos y ento..


    —¿Rodaron juntos? —preguntó sorprendida la Princesa.


    El rubio sentía que este se estaba convirtiendo en el peor día de su vida.


    —Si es que yo salía y ella…


    Anna estaba tan roja que la línea de la cabellera comenzaba a confundirse con su frente.


    —No, no te preocupes, no tienes nada que explicarme. Vamos Olaf creo será mejor que los dejemos solos.


    —Ok, si lo dices tú. Adiós Ada— dijo mientras agitaba una mano y salía al trote tras la Princesa.


    Ada movió su cabeza de un lado a otro. Acababa de decirle que no se apresurara a juzgar y era justamente lo que Anna estaba haciendo. Río ante la impulsividad de la Princesa. Kristoff se había quedado petrificado y solo atino a volverse en la dirección que había tomado Anna con la boca abierta y expresión angustiada y confundida.


    —Creo que será mejor que vayas tras ella y le expliques.


    —Sí, o no… creo que si… o quizás mejor cuando se calme…. ¿tú crees que no sería mejor…?


    —¡Ve! — le ordenó.


    —Sí, creo que si… ¡Anna espera déjame explicarte! — grito Kristoff mientras salía a la carrera para alcanzar a la Princesa y el muñeco.


    —Lección numero dos: —dijo cuándo se quedó sola, volteándose en dirección contraria y observando un rincón en sombras del salón— Si pretendes escuchar sin que nadie se dé cuenta, en verdad debes esforzarte para no emitir absolutamente ningún sonido, ni siquiera una queda exclamación. Si Anna no hubiera estado tan angustiada por lo que le contaba te hubiera oído.


    —¿Desde cuándo sabes que estoy aquí? – dijo Elsa saliendo de las sombras y acercándose.


    —Prácticamente desde que antes que entraras, pero en tu favor, pude sentirte acercándote.


    —Cierto. Debí darme cuenta que si yo te percibía tú también. Aunque, — comienza a acercarse — solo pude sentirte cuando ingrese a la galería.


    —Supongo que puede sea más sensitiva que tú, pero lo dudo. Te aseguro que la única diferencia entre tu poder y el mío es el entrenamiento. — Alza un poco la cabeza para mirar directamente a la Reina — ¿No estabas ultimando detalles con Kai? – pregunto extrañada.


    —Era lo que pretendía, pero estaba tan alterado por alguna razón — miro seriamente a Ada que solo sonrió con expresión algo avergonzada y girando volvió su rostro al ventanal— que preferí dejarlo para dentro de un rato y salí a buscar a Anna.


    La Reina hace unos pasos y se sienta al lado de Ada dando la espalda al ventanal.


    —¿Es verdad lo que le dijiste a Anna?


    El rostro de Ada se tensó.


    —Sé que puedo no haberte causado una muy buena primera impresión, pero por favor no me tomes por una mentirosa.


    —No, lo siento, no quise…


    La joven suspiró. Sabía que había sido un error hablar y que Elsa escuchara, pero ya no había vuelta atrás.


    —Si, es verdad —dice repentinamente. — Crecí pensando que mis padres me abandonaron, probablemente porque mis poderes se manifestaron demasiado pronto y me vieron como un monstruo y que, si la hermandad no me hubiera encontrado, ni siquiera mis poderes me hubieran salvado.


    —Debe haber resultado difícil crecer sabiendo eso.


    —Tampoco por lo que he entendido ha sido fácil para Anna y para ti. — Se vuelve a mirarle — No quiero ponerme de lado de nadie, pero por lo que he oído hasta tú crees que hubiera sido conveniente que Anna supiera la verdad, ella tiene razón, deberías haberle contado.


    Elsa se para y camina hasta mitad del salón.


    —Por favor, sigue tu propio consejo y no saques conclusiones en temas que desconoces — replica enfadada.


    —Lo siento, tienes razón, no es algo que me incumba.


    Elsa baja los ojos.


    —Anna sabía desde niña sobre mis poderes.


    —¿Cómo? Pero si tengo entendido que se enteró junto con todo el mundo.


    —Anna siempre supo de mis poderes. Cuando era un bebe le encantaba que hiciera nevar en el cuarto, hasta que mis padres me hicieron entender que solo provocaría que se resfriara. Así luego solo creaba la suficiente nieve para hacer pequeños castillos junto a su cuna mientras ella reía y aplaudía. — suspira con congoja y angustia — Éramos apenas unas niñas. Habíamos bajado a escondidas a jugar al salón del trono. Anna amaba mi poder. Jugábamos deslizándonos y haciendo muñecos de nieve. De pronto comenzó a saltar y yo creaba montañas para amortiguar su caída, cada vez más altas, cada vez más rápido. – Cerro los ojos y comenzó a temblar— Resbale y vi como caía riendo sin nada que se interpusiera entre ella y el suelo, quise evitar se golpeara y solo logre pegarle en su frente. Cayo inconsciente, tan helada que hasta a mí me parecía fría. Trate de abrazarla para darle calor, pero todo a mi alrededor no hizo más que congelarse aún más. Hasta mis padres debieron casi derribar la puerta porque todo el salón estaba hecho hielo. Fuimos con los trolls a implorar su ayuda...


    —¿Con los trolls? —corta el relato completamente sorprendida— ¿Los trolls sabían de tu poder?


    —Sí. Ellos le curaron, pero borraron todo recuerdo de mi magia para asegurarse que estuviera a salvo. Allí fue cuando mi padre decidió que debería aprender a controlar mi poder, ocultándoselos a todos, especialmente a Anna.


    — ¿Cómo supo tu padre que los trolls podían ayudarlos?


    —No lo sé con seguridad. Solo corrió a la biblioteca y luego salimos los cuatro a caballo hasta el valle de las piedras vivientes.


    Ada se volteo a mirar la ventana y por unos momentos, ninguna de las dos dijo palabra.


    —No veo razón para que le ocultes esto a Anna.


    —No puedo decirle.


    —Parece una joven impulsiva y algo apresurada para sacar conclusiones y actuar, pero creo que ella entendería.


    —No puedo decirle.


    —Estoy segura que ella no te culparía.


    —No puedo decirle porque soy yo la que no puedo dejar de culparse.


    —Es que tú no tien…


    —Este es un tema que no te incumbe Ada – Dijo Elsa cortante y enojada. Otra vez se había dado cuenta que se había dejado llevar por la confianza que la joven le inspiraba y auto reprochándose volvió a subir sus muros.


    —Como prefieras — se levanta y dirige a la puerta de salida — solo espero que no lo lamentes después. Nos vemos por la mañana.


    Sin decir más sale del salón dejando sola a la Reina. Elsa cruza sus brazos y se acerca a los cuadros. Gerda le había contado que Anna se pasaba horas hablando con ellos como si fueran personas. Camino lentamente y se detuvo frente al cuadro de Juana de Arco. Miro con detalle cada una de las pinceladas y se detuvo en los ojos que parecían mirarla fijamente.


    —¿Tu qué harías eh? — movió la cabeza de un lado a otro— ¿Que estoy haciendo? —pensó— Es mejor que vuelva al despacho. Espero que Kai ya se haya calmado y podamos seguir adelante con los preparativos.





     
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    10- PLAN B




    Kristoff entro en el establo de la posada cabizbajo seguido de cerca por Sven. El reno se acomodó con desgano frente al comedero, resoplando al olfatear la comida y el muchacho se dejó caer sobre un montículo de heno. Doblo un poco la rodilla y apoyo un brazo en ella, reclinando la cabeza en su mano, solo para quitarla con una expresión de dolor al tocar sin darse cuenta su labio. Suspiró profundamente.


    Desde muy temprano ese día había sido cualquier cosa, menos tranquilo. Sonrió recordando la primero discusión y posterior reconciliación cuando Anna por fin había comprendió que todo no había sido más que un mal entendido de su parte. Kristoff había dado gracias mentalmente que Anna parecía había olvidado lo que escucho en el establo y no lo había vuelto a interrogar y en cambio le pidió salir de palacio. Pasaron el resto de la tarde caminando por el puerto cerca de palacio, mientras Olaf seguía tratando de convencer a Anna que intercediera con Gerda para no recordaba le diera qué. Fue un paseo hermoso, hasta que Anna en un momento, frente a uno de los muelles, se había detenido en seco y repentinamente se quedó callada mirando fijamente el atracadero y los botes. Su cara se volvió blanca y pareció que estaba a punto de llorar. Quiso volver de inmediato a palacio sin más explicación y sin decir palabra. Kristoff trataba de repasar mentalmente si había sido algo que él había hecho o dicho, pero no podía recordar nada en particular, aunque estaba casi seguro que debía ser su culpa. Hablar de más lo había metido en problemas más de una vez ese día.


    La cena, a diferencia el paseo, no había sido nada placentera, con un Olaf lloriqueando que no le daban a probar Rakfisk y Anna continuando sin decir palabra y tan solo mirando de reojo la silla vacía de Elsa. El muchacho sintió un nudo en el estómago al recordar a la Reina. El mismo nudo que se le había hecho cuando, al dirigirse al establo por Sven, luego de despedirse de Anna, dos guardias lo detuvieron y le dijeron que la Reina quería verle inmediatamente. Mil cosas se le habían cruzado por la cabeza camino al despacho mientras lo escoltaban los soldados, desde destierro hasta pasar el resto de su vida en un calabozo. Mil cosas, menos lo que Elsa le dijo en realidad.


    Volvió a suspirar y levantándose comenzó a empacar las pertenencias que tenía en el establo.


    —Bien Sven, esta será la última noche aquí…


    —Espero que todo esté bien con Anna.


    Kristoff salto y casi se le cae las mantas que estaba recogiendo. Se dio vuelta al mismo tiempo que Sven, y vio a la muchacha con que había chocado temprano en la mañana y que Olaf había llamado Ada, apoyada en la puerta con los brazos cruzados.


    —Ah… eres tú… Ho… Hola…


    —Siento haberte asustado.


    —¿Qué? No, no... ¿Cómo piensas que voy a asustarme…? Solo me sorprendí.


    —Ok. Siento haberte sorprendido.


    —Es que no te oí llegar. Estaba empacando…


    — ¿Te metí en problemas con la Princesa? — pregunto con tono algo angustiado.


    —No, no… en lo absoluto. Anna es algo algo…


    —¿Impulsiva?


    —Si impulsiva… y a veces se arrebata y se enfada fácilmente, pero si le explicas… si le explicas ella… ella enseguida…


    —Recapacita.


    —Sí, recapacita y es como si nada hubiera pasado, es incapaz de guardar rencor. Es demasiado buena y dulce para guardar rencor — La cara del proveedor de hielo de Arendelle se iba iluminando mientras hablaba de la Princesa — Siempre está viendo el lado bueno de las cosas y de las personas… — suspiró.


    Ada sonrió y se acercó un poco más hasta uno de los troncos cruzados que dividían los compartimientos para los animales sentándose en él.


    —Me alegro. Pero si está todo bien ¿porque estas empacando?


    —Es que me mudare a palacio — dijo con fastidio.


    —Me parece que no te gusta tanto la idea.


    —Si… no… es que… es que… en realidad Els... la Reina me había pedido varias veces que me mudara, pero yo prefería no hacerlo.


    —¿Por? No muchos dejarían pasar la oportunidad de vivir en palacio…


    —Si… es que… Anna y Els… y la Reina son tan amables... y me han dado mucho... y se la pasan diciendo cuan agradecidas están, pero yo en realidad… no he hecho nada para merecerlo. No me parece correcto. Siento que me estoy aprovechando.


    —Ya veo… y entonces ¿porque te mudas?


    —Es que la Reina lo pidió de nuevo y me dijo que, si esta vez no aceptaba, me lo ordenaría, ya que quería quedarse tranquila que cuidaría de Anna cuando ella… —se detuvo en seco recordando que Elsa le había dicho que nadie debía saber de su partida.


    —Cuando ella se ausente.


    —¿Qué? — casi grito Kristoff — ¿Cómo lo sabes? ¿No es por algo que dije no? — replicó angustiado el muchacho al tiempo que pensaba “yo y mi enorme bocaza”.


    —Tranquilo, tranquilo… lo sé, pero no por algo que tú hayas dicho. — Kristoff suspiro aliviado. — ¿Elsa debe confiar mucho en ti para encargarte a su hermana no?


    —¿Qué? No lo sé. Supongo… Ella siempre dice que ayude a Anna cuando más lo necesitaba y todo eso, pero… — levanto los hombros — no lo veo como la gran cosa.


    Sven miraba distraídamente a uno y otro cuando hablaban mientras comía a disgusto, recordando la comida del establo real.


    Ada observo al rubio de arriba abajo e hizo una mueca.


    —Desde el primer momento que nos… cruzamos, digámoslo así, que me percate de algo que en verdad me tiene intrigada de ti.


    —¿De mí? — pregunto mientras sentía que la sangre le empezaba a subir a la cara.


    —Si… —lo miraba algo extrañada — hueles a troll.


    Kristoff se sorprendió.


    —Si quieres ofenderme, déjame decirte que deberás buscar otra cosa…


    —Oh, no, no buscaba ofenderte— salta del tronco y se acerca un poco más — es que en realidad... hueles a troll — repitió con tono sorprendido. — Nunca me he cruzado a nadie que huela a troll que no sea... un troll.


    —Y yo no me he cruzado con nadie que supiera como huele un troll.


    —Si bueno, digamos he tenido contacto una y otra vez con ellos.


    —¿De verdad? No es muy común que ellos tengan contacto con nadie.


    —Justamente eso hace más raro que tú huelas a troll.


    —Es que en realidad, yo… yo...


    —¿En realidad tu…?


    —En realidad yo fui criado por los trolls.


    —¿Criado por los trolls?


    —Si, vivo con ellos desde niño…


    —Creí que los trolls ya no raptaban niños humanos…


    —¡No me raptaron! — grito, sorprendiendo tanto a Sven como a Ada— ¡Ellos me adoptaron! ¡Ellos son mi familia!


    —Ok... ok… —dijo la joven, al tiempo que levantaban ambas manos— perdona.


    —Yo estaba solo y ellos me dieron un hogar. – acoto algo avergonzado dándose cuenta que había levantado el tono de voz.


    Ada lo miro firmemente.


    —Entonces... ¿desde niño vives con los trolls?


    —Si, una noche llegue al valle de las piedras vivientes y ellos me tomaron como uno más. — comento al tiempo que se volvía para seguir empacando sus cosas.


    — ¿Y creciste entre ellos?


    —Si.


    La expresión de Ada iba volviéndose cada vez más seria.


    —Creciste entre ellos, con sus costumbres… con sus hábitos…. con sus… historias.


    —¿Historias? Creo que si… Bulma, mi madre — aclaro — me contaba historias como creo que todas las madres cuentan. Me relataba cuentos de árboles parlantes, de princesas y príncipes, pero las mejores eran las de Gran Pabbie. –sonrió con expresión nostálgica— Las que él contaba siempre estaban llenas de grandes batallas y guerras entre el hielo y el fuego, entre las montañas y los bosques, el mar y el cielo…


    Ada lo miro seriamente, puso una de sus manos detrás y la apretó fuertemente. “No quiero hacer esto, no quiero hacer esto, pero no tengo otra opción” pensó al tiempo que de su puño cerrado se escapaban finos rayos de luz entre sus dedos.


    Kristoff se volteó y sorprendió al ver a la joven en una actitud extraña.


    —¿Ada? ¿Pasa algo?


    Ada abrió los ojos y lo miro fijamente.


    —Verdaderamente no quiero hacer esto, no lo quiero, pero es necesario.


    —¿De qué hablas?


    —Sinceramente espero que me perdones, pero no tengo otra opción


    —¿Perdonarte? ¿Perdonarte qué?


    La muchacha retiro la mano de la espalda y con el puño aun cerrado la levanto delante suyo. Volvió a mirar a Kristoff y la abrió.


    —Que me perdones la carga que voy a darte. — Kristoff observo confundido la mano de Ada mientras Sven al mismo tiempo olisqueaba. Un cristal con forma de lagrima, con un intenso brillo blanco y destellos celestes y violetas claros descansaba en su palma — ¿Sabes lo que es esto?


    —Creo que lo he visto antes, por lo menos, algo parecido. Es un cristal como los que tiene Gran Pabbie en su cueva, pero de otro color.


    —Escucha y escucha bien. — el tono de su voz era firme, pero parecía preocupado— Pronto la Reina y yo partiremos. Si tardamos mucho en volver o tú te das cuenta de que Arendelle está en algún peligro, quiero que vayas a tierra troll y le des esto a Pabbie. Hasta ese momento debes guardarlo y no mostrárselo a nadie, absolutamente a nadie — suspiró — Si Elsa te confió su hermana, entonces yo voy a arriesgarme a confiar en ti también.


    Kristoff estaba confundido, pero sintió que la joven le estaba hablando muy seriamente.


    —Ok — intento tomar el cristal, pero Ada cerro su mano.


    —Quiero que entiendas cuan serio es esto. — le apunto con un dedo— No tienes ni idea lo que te estoy confiando, no lo tomes a la ligera. Debes jurarme que no se lo mostraras a nadie y debes jurarme que de ser necesario harás cualquier cosa para que el líder troll lo tenga. Quiero que comprendas que la vida de cientos dependerá de eso.


    —De...de acuerdo, te lo prometo — dijo con mezcla de sorpresa y temor y volvió a intentar tomar el cristal de la mano nuevamente extendida, esta vez con éxito.


    No quiero hacer esto, no lo quiero, pero siempre es necesario un plan B” pensó Ada.

     
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    11-EQUIVOCADOS PREPARATIVOS



    —Puedes explicarme como tienes un vestidor del tamaño de una habitación y aun así no ropa que sirva — gritó Ada desde adentro del guardarropa de la Reina, mientras se le oía pasar y pasar vestidos.


    Elsa estaba sentada al lado de la ventana, algo incomoda en ser solo una observadora y aun no entendiendo como dejo que Ada prácticamente desarmara todo el equipaje que los sirvientes prepararon sin una leve resistencia. La joven había abierto los baúles diciendo que estaba loca en pretender llevar, según sus palabras, "semejante cantidad de cosas inútiles", vacío totalmente el más pequeño de los baúles, lo puso en medio de la cama y colocó en el solo varias mudas de ropa. Abrió los restantes y solo repitió "no, no, no no, definitivamente no" mientras revisaba cada uno. Luego que reviso los baúles había resoplando e internado directamente en el vestidor.


    Ada salió con varios trajes de montar y dos o tres vestidos sencillos.


    —¿No tienes alguna ropa cómoda, que te permita moverte con libertad?


    —¿Moverme con libertad?


    —Si, nada que necesite corsé, lazos, tenga más bordados que una cortina o que se pueda mantener en pie por sí mismo.


    Elsa se molestó un poco y replicó con enfado.


    —Disculpa si mi vestidor no es de tu agrado. Solo es el guardarropa real confeccionado por los sastres de palacio. Siento que no cumpla con tus “altas” expectativas— dijo girando levemente una mano.


    Ada se sentó en el borde de la cama.


    —No estoy diciendo que no me agrade. Solo que no tienes la ropa que vas a necesitar —suspiró mientras miraba al vestidor — En verdad tienes vestidos preciosos allí, aunque pareciera que nunca han sido tocados.


    La Reina bajo los ojos.


    —Muchos no lo han sido. El protocolo exige mínimo cada seis meses los sastres confeccionen vestidos nuevos, aunque no se usen — giró la cabeza a la ventana. — No necesitas cambiarte tanto cuando pasas tus días tan solo de una habitación a otra de palacio — dijo con pesar, pero al instante se recompuso, no quería mostrar ningún signo de debilidad ante la joven.


    Ada volvió a mirar al vestidor.


    —Algo tiene que haber — y se internó nuevamente en él.


    —Sabes... no es necesario que sigas buscando, podrías decirme que consideras útil y convertiré alguno de los vestidos — dijo con algo de orgullo.


    —No estamos para juego de niños Elsa — se sintió desde el vestidor.


    —¿Juego de niños? ¿Te parece poder transformar algo en otra cosa un juego de niños?


    —¿Acaso no lo es? No me digas que desde chica no te la pasabas cambiando las cosas en otras de hielo —Elsa abrió los ojos sorprendida—. Ya estamos grandes para andar jugueteando y malgastando poder y tiempo en transformaciones innece…. —Elsa se sorprendió ante el repentino silencio, Ada salió del vestidor sosteniendo en una mano el vestido de hielo — .. sarias — terminó la frase con tono de reproche. La Reina solo sonrió y levanto un hombro. — ¿Tienes pocos que necesitas andar haciendo uno tu misma?


    —Bueno, no puedes culparme, cuando lo transforme quería explorar todo el potencial de mi magia.


    —¿Magia? ¿crees que tu poder es magia? Por favor, no somos de las legiones del bosque o seres del mar, ni mucho menos troll para pensar que tenemos magia.


    —¿No lo es?


    —¿En verdad no tienes idea no? —suspira al tiempo que deja el vestido en la cama y se sienta en la silla frente a Elsa— Puede parecer magia, pero no lo es y mientras antes lo entiendas más rápido aprenderás a dominarlo plenamente. —Elsa solo la miraba extrañada. Ada toma una de las frutas de la mesa entre las sillas — ¿Ves esta manzana? Puede parecerte solo una manzana, pero esta manzana, este mantel, esos vestidos tú, yo, aun el aire contiene agua. Todo contiene agua. El agua es vida y el agua está presente en todo, como lo está la vida. Aun la piedra más dura tiene en el interior de sus grietas agua. Bien, la base de tu poder es manipular el agua. transformarla, hacerla que sea suave como la nieve o dura como el hielo. Que fluya como un río o que corte como un cuchillo. Puedes solidificar el agua del aire y convertirlo en bloques impenetrable de hielo o puedes —extiende la mano con la manzana en ella— hacer que el agua se convierta en hielo cambiando la forma de aquello que la contiene — la manzana comienza a congelarse y transformarse de a poco en una rama de hielo de brezo—Pero tienes que tener cuidado, una vez que has hecho que el hielo se imponga sobre la naturaleza de lo que transformaste, no puedes volver atrás, tan sólo puedes seguir manipulando como tal.


    Elsa tomo la rama helada de brezo de la mano de Ada y la acarició suavemente.


    —Digas lo que digas, sigue pareciendo mágico para mí.


    Ada mostro disgusto.


    —No tenemos tiempo para discutir esto ahora — se levanta con dirección a la puerta— iré a la cocina a asegurarme cómo preparan las provisiones —miró la pila de baúles a un costado y movió la cabeza — no estoy tan segura que tus sirvientes entiendan el concepto de solo lo necesario, y de paso veré si me cruzo con alguna de las mujeres del servicio de tu altura.


    —¿De mi altura? —pregunto extrañada al tiempo que se levantaba y le seguía a la puerta.


    —Si, supongo que no tendrá problemas en ceder algo de su ropa a la Reina —dice mientras gira a la izquierda del pasillo.


    Elsa cruza sus brazos y se apoya en el marco de la puerta sonriendo sarcástica.


    —Ese no es el camino a la cocina.


    Ada se voltea.


    —Ah… ¿No lo es? — pregunta mientras sigue caminando lentamente de espaldas, mirando de reojo la pared del pasillo.


    —No. Debes ir hacia allá —señala en dirección contraria— bajar la escalera y atravesar el salón comedor.


    —Aja —se acerca a la pared y apoya una mano sobre ella — ¿por allá? —dice señalando con la otra— ¿por allá donde está el cuadro de las ninfas?


    —¿Ninfas? No son ninfas… son bailarinas alrededor de un lago — dijo mientras se daba vuelta a mirarlo — es clara la difere…


    Elsa había girado nuevamente hacia Ada y solo se encontró con el pasillo vacío. — ¿pero cómo…? — camino hasta donde había estado la joven y con la boca abierta miró en todas direcciones — esto es imposibl…


    —Antes que se te cruce que es magia — se oyó una voz tras la pared con tono burlón— hay una explicación lógica. No pierdas tiempo y empaca en el baúl solo lo que consideres que no puedes vivir sin ello, pero que no ocupe más de la mitad de él, volveré lo antes posible.


    La Reina se acercó a la pared sin salir de su asombro y le pareció escuchar unos pasos alejándose tras ella. Comenzó a examinarla con cuidado hasta que noto una pequeña hoja del decorado en posición extraña y que parecía estar sobre una medialuna desgastada en la pared. La giro un poco y uno de los paneles se movió. Apoyó la mano sobre él y se sorprendió al notar que cedía. Empujó y abrió el panel totalmente. Introdujo la cabeza en la abertura y se encontró con un pasillo que continuaba paralelo al principal.


    — Pero ¿qué es esto? — se preguntaba extrañada al tiempo que giraba la cabeza mirando de un lado al otro — Maldición, hasta conoce mi castillo mejor que yo.


    — ¿Qué haces?


    Elsa se sobresaltó y golpeó su cabeza con la parte superior de la abertura.


    —Ouch— exclamó al tiempo que giraba y se encontraba cara a cara con su hermana.


    —¡Anna! me asustaste.


    —¿Qué haces entrando al pasillo de servicio?


    —¿Pasillo de servicio? ¿Tus sabias que esto existía?


    —Claro, es la manera más practica de ir a un lugar a otro de palacio, los sirvientes lo usan todo el tiempo, para ir más rápido y para que no los vean.


    —Para que no los vean… no digas… — dijo despacio.


    —Si ¿Nunca te preguntaste como es que los sirvientes aparecían de la nada con las bandejas de servicio casi al instante que los llamaras?


    —La verdad, no…. ¿Y a dónde lleva este pasillo?


    —Todos se interconectan, la red entera desemboca en la cocina.


    —Aja ¿y tú como puedes saber eso? —pregunta creyendo haber descubierto la ruta de Anna para sus golosos saqueos.


    —Cuando pasas tu vida sola entre cuatros paredes sueles terminar sabiendo todo de esas cuatros paredes Elsa.


    El tono de Anna era de reproche. Elsa lo noto y no pudo evitar suspirar con pesar, abrazo a su hermana y se sorprendió al notar que esta no le devolvía el abrazo. Se separo un poco y miro fijamente su cara.


    —He estado toda la mañana con Kai y me ha apabullado con un montón de información sobre próximos compromisos reales y quehaceres del palacio que según el debo saber para poder dar mi opinión y aprobarlos o no. " Diablos, debí decirle a Kai que esperaba para hablarle " pensó la Reina — ¿Elsa? ¿qué está pasando?


    —Anna —suspiró y se mordió un labio, había pospuesto la conversación con su hermana con el secreto e infantil anhelo que ocurriera un milagro y no debiera irse, pero ya no podía posponerla más. La tomó por un brazo y la condujo con dirección al dormitorio — Debo decirte algo…


    — ¿Te vas? — había llegado a la puerta y Anna estaba mirando atónita el equipaje desparramado — ¿Te vas? — se soltó bruscamente de la mano y Elsa y volteándose la miró furiosa — ¿Te vas?


    —Anna yo…


    —Te vas… — repitió con dolor — Ya veo — retrocedió algunos pasos — Otra vez te vas y me dejas atrás…


    —Anna no es lo que parece, yo debo…


    —Debes… debes — su voz era dura y cortante — por favor, no inventes excusas. Evidentemente es lo que siempre quisiste, me lo dijiste en tu castillo, que te dejara sola, que me fuera. Creí que a pesar de todo no era lo que realmente sentías, evidentemente estaba equivocada.


    —Anna, no es eso lo que pasa es…


    —Te dije que no inventes excusas — grita al tiempo que se voltea ya no pudiendo contener las lágrimas, pero aun así trata de mantener un tono sereno — No te preocupes, se cuáles son mis deberes — lo intentaba pero su voz se quebraba — pensé que el principal era ser tu hermana, apoyarte en todo y estar ahí para ti, pero es evidente que tú piensas de otra mane… — ya no pudo contenerse pero no quería llorar ante Elsa, así que sin decir más hecho a correr por el pasillo con dirección a su habitación.


    —¡Anna! ¡Anna espera! — Elsa tuvo el impulso de seguirla, pero sin saber porque se detuvo, volvió al dormitorio, se sentó en la silla frente a la ventana y mirando a través de ella los arboles del jardín, comenzó a llorar.




     
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    12-ADECUADOS PREPARATIVOS



    —¿Con que derecho se atreve a …?


    —Buenos días Lord Senescal. Si, he descansado bien, aunque me salte el desayuno. Al posadero creo no le gusta madrugar. Gracias por preguntar ¿Y usted? ¿Como ha dormido? – dijo Ada sin levantar la mirada del libro que estaba hojeando.


    Luego de pasar por la cocina. Discutir por casi una hora con Gerda sobre las distintas opiniones que tenían ambas de lo que eran las adecuadas "provisiones para un viaje" y ubicar a una joven con la contextura física de Elsa, para pedirle algunas ropas y una capa, había ido a los establos. Allí había ordenado volvieran a guardar el carruaje que estaban preparando y elegido dos caballos de monta y dos de tiro, perdiendo casi la paciencia cuando vio las sillas, correas y bridas bordadas en oro con el sello real que le estaban preparando para usar. Hacía ya un buen rato que estaba en la biblioteca y a pesar de haber encontrado el que buscaba, continúo seleccionando varios libros hasta que un enfurecido Kai había ingresado a los gritos.


    —¡Usted no tiene ningún derecho a desautorizar las ordenes de su Majestad la Reina Elsa!


    —No estoy desautorizando ninguna orden real Sir Kai. Simplemente las hago cumplir correctamente. – replica sin inmutarse mientras guarda un libro en el pequeño baúl en medio de la mesa, se apresura a poner algunos más encima y gira a seguir buscando entre los estantes. — Si tiene algún inconveniente con eso puede consultar la opinión de la Reina sobre el tema.


    —¡No voy a permitir que se salga con la suya! —dice rojo de ira.


    —¿Salirme con la mía? —Ada se voltea enfadada y a pesar de no gritar el tono de su voz era intenso— Dígame Lord Senescal –se adelanta varios pasos — ¿qué cree exactamente es salirme con la mía?


    —Está manipulando a la Reina contándole una historia fantástica que ni usted puede creer, para alejarla de Arendelle, simulando estar preocupada por la seguridad del reino, pero en realidad es lo que menos le importa.


    —No tiene idea de cuanto daría para que mi historia fuera fantasía, no tiene idea. —tira sonoramente una pila de libros sobre la mesa y apoya las manos en ella – No tiene idea. —baja un poco la cabeza y la mueve de un lado a otro. Pero en algo tiene razón Lord Senescal, —Ada no podía evitar decir Lord Senescal con tono de burla cada vez que lo pronunciaba— no me preocupa la seguridad del reino —Kai crispa una mano— No más que la seguridad del reino vecino y el vecino a ese y el vecino a ese, porque entérese Lord Senescal, si esta locura no se detiene antes de empezar, la devastación será tal que lo único que evitara que se cuente la historia por siglos es que no habrá nadie para contarla.—Ada trata de controlarse pero es evidente que aun el enfado la domina— Si Elsa no tiene éxito no quedara nada en pie ni aquí ni en ninguna parte. Y – se incorpora y rodeando la mesa, se para delante de Kai mirándolo fijamente a los ojos— para que ella tenga éxito es necesario que aprenda no importa el costo, no importa el sacrificio, no importa lo que tenga que sufrir en días lo que lleva años aprender y eso no lo hará aquí entre algodones rodeada de testarudos e incom… —respira, cierra los ojos y mueve la cabeza. Volviendo a mirar al Senescal termina de decir con una falsa sonrisa— e imprácticos obsecuentes.


    Kai se endereza y casi pone en puntas de pie para poder mirar a los ojos a Ada sin necesidad de elevar su rostro, cosa que era difícil ya que la joven le sacaba varios centímetros de altura.


    —Si le hace daño a la Reina no habrá agujero donde pueda esconderse y que no lo la encuentre para hacerle pagar.


    Ada sonríe y ladea un poco la cabeza.


    —Falto decirme que no me está amenazando, sino advirtiendo Lord… Senescal


    —¿Que está pasando aquí?


    Elsa estaba en la puerta de la biblioteca observándolos a ambos con gesto severo.


    —Nada. Simplemente estábamos charlando amigablemente con Sir Kai – ríe y volviendo a la pila de libros acomoda algunos en el baúl, lo cierra y tomándolo con ambas manos se dirige a la puerta. Se detiene al lado de Elsa. —No creo será posible terminen con los adecuados —recalca la palabra mirando despectivamente a Kai— preparativos lo suficientemente temprano para poder partir hoy. Vendré mañana antes del alba. Indique te dejen ropa y una capa en tu cuarto, esperemos que con ellas pases desapercibida. Trata de irte a dormir lo más temprano que puedas. —se cuadra como lo haría un soldado — Alteza, Lord Senescal, con vuestro permiso me retiro – exagera una reverencia y se va riendo.


    —¿De que estaban hablando Kai? – pregunta la Reina cuando finalmente quedaron solos.


    El Senescal baja la cabeza y aprieta ambas manos.


    —Majestad – finalmente dice — Majestad – se vuelve a la Reina y se acerca a ella sorprendiéndola al apoyar sus manos sobre sus hombros – Elsa, recapacite, no siga adelante con esto, por favor, como su Senescal, como su súbdito, se lo ruego, se lo imploro.


    Elsa abre los ojos sorprendida, no recordaba que Kai hubiera tenido una actitud como esa jamás.


    —Kai… yo… yo tengo que hacer esto.


    —No, no tiene. No tiene que creer en esa… en esa… —toda palabra que se le ocurría era impropia de pronunciar delante de la Reina— en esa mentirosa y dejarse arrastrar por ella.


    —No me está arrastrando Kai, yo estoy yendo porque en el fondo sé que lo que dice es cierto, no puedo explicarlo, pero siento que lo que dice es cierto.


    —¡No se deje engañar por sus palabras Alteza!. Si en verdad existía una hermandad como ella dice alguna vez habríamos oído de su existencia.


    —Kai, si por 21 años yo pude ocultar mis poderes, ¿no crees que una hermandad que considera vital para su supervivencia ocultar su secreto no haya encontrado los medios para hacerlo?


    —Al menos déjeme ir con usted para protegerla. Esa fue la última orden que me dio su padre en la escalinata del barco antes de partir, que cuide de Usted y su hermana. Déjeme cumplir la orden de mi Rey. —baja la mirada — se lo suplico.


    —Kai. Te necesito aquí para cuidar de Anna y de Arendelle. —apoya una mano en la del Senescal que continuaba en su hombro— no te pido que no cumplas la orden de tu Rey, te ruego que cumplas el pedido de tu Reina.


    Nadie en palacio recordaba a Olaf tan callado. Este estaba sentado al lado de Kristoff que no paraba de retorcerse en la silla incomodo también sin emitir sonido. En realidad, todos en el comedor estaban en un profundo silencio, como temiendo que de decir palabra, algo se rompiera. La Reina había pedido se adelantará varias horas la cena y si bien el muñeco había llegado saltando alegre en un primer momento, el tenso ambiente también había hecho mella en él y hacia un buen rato que tan solo estaba en silencio expectante. Elsa, tamborileando sus dedos, intercalaba miradas entre su plato vacío y la silla también vacía. Finalmente se abrió la puerta y todos voltearon, pero no entro quien esperaban. El sirviente se sobresaltó al notar todas las miradas sobre él y se detuvo un momento. Finalmente, cerró la puerta, se acercó a la Reina e inclinándose dice:


    —Su alteza Anna dijo que… —carraspea— Su alteza Anna manda a decir… —el sirviente parecía estar muy incómodo— Su alteza Anna –dice finalmente con voz algo más decidida —pide encarecidamente a su Majestad dispensen su ausencia, pero se encuentra muy cansada, por cuanto se ha retirado a sus aposentos. Le desea buenas noches y le augura un buen viaje.


    —¿Es eso lo que en verdad te dijo?


    El sirviente volvió a carraspear y no pudo evitar sonrojarse.


    —En otras palabras, Majestad. —Elsa lo mira— Pe.. pero estoy seguro que la Princesa estaba algo alterada por el cansancio y eso es lo que en realidad quiso decir.


    Elsa aprieta la mandíbula, apoya las manos en la mesa y se levanta, obligando al sirviente a sostener la silla que casi cae. Con paso decidido sale del comedor. Olaf intenta seguirla, pero Kristoff lo detiene.


    —Espera, espera Olaf, —dijo sosteniendo al muñeco— creo que por ahora es mejor dejarla sola.


    —Pero… pero…


    —Pero nada Olaf. Hay veces que si quieres conservar el cuello es mejor apartarse.


    —Pero no necesito conservar mi cuello — dice el muñeco al tiempo que levanta su cabeza con ambos brazos despegándola del cuerpo— no tengo.


    Elsa azota la puerta de su cuarto. Camina de un lado a otro tratando de calmarse. De pronto ve el baúl, la ropa y la capa sobre la cama. Se dirige a su cómoda y abre un cajón y otro hasta que encuentra lo que buscaba. Saca varias prendas tan bruscamente que no nota el cofre que también levanta con ellas. Este cae a medio camino de la cama, abriéndose al golpear el piso. Varias hojas se desparraman. Elsa enojada deja las prendas junto al baúl y se agacha a recoger los papeles. Eran sus dibujos. Casi había olvidado que guardaba allí ese cofre. Se sentó en el suelo y fue pasando las hojas. La vista desde su ventana, retratos de sus padres, el escudo del reino, Anna corriendo por el patio, columpiándose. Elsa iba recogiendo y guardando cada uno mientras recordaba los momentos que los estuvo dibujando, y recordó también que en muchos de esos momentos Anna estaba tras su puerta hablándole y rogando saliera. Se paro, volvió a guardar el cofre en su lugar y cerro el cajón. Apretó los labios y tomo una decisión. Salió con ímpetu en dirección al cuarto de Anna, pero se contuvo antes de entrar. Suspiro y girando volvió sobre sus pasos, pero a medio camino se detuvo y otra vez camino en dirección al cuarto de su hermana. Golpeo suavemente la puerta.


    —Anna, Anna, tenemos que hablar —solo silencio— Anna, déjame explicarte, te lo ruego —nada. Elsa cerro los ojos y un empezó a sentir un ahogo en su garganta. Ahogo porque de pronto se dio cuenta que esa sensación de desolación, de abandono, de impotencia y casi enfado por la falta de respuesta que sentía, era la que ella le había hecho sentir a Anna durante casi toda su vida. Reprimió el llanto, pero no pudo evitar que de todas maneras las lágrimas rodaran por sus mejillas. Carraspeo y volvió a rogar. —Anna por favor, sal. —nuevamente sin respuesta – Anna, en serio debemos hablar – la Reina finalmente se acerca a la puerta con intención de entrar al cuarto de su hermana, solo para con sorpresa y dolor descubrir que estaba cerrado con llave.



     
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    13- SOBERANA REGENTE




    Las muchachas habían echado suerte de quien llevaría la bandeja y debería esperar sosteniéndola, seguramente, un buen rato mientras la otra llamaría repetidamente la puerta. Marie Louie aun con la misma cara de disgusto de cuando la moneda cayo mostrando el sello real, caminaba entre las otras dos que conversaban animadamente. Shona entro a la habitación que tenía designada arreglar y ella y Tatiana continuaron por el pasillo. Tatiana solo hizo un golpe en la puerta y antes de tan siquiera llamar en voz alta a la ocupante, esta se abrió mostrando a una Anna ya totalmente vestida y arreglada. Ambas quedaron tan sorprendidas al punto que no pudieron articular palabra alguna y Marie Louie casi deja caer la bandeja.


    —Buenos días.


    —Bue… buenos días Alteza – dijeron a coro mientras realizaban una reverencia.


    Anna miro la bandeja que le traían como todos los días que no desayunaba en el comedor real y sonrió al notar el plato de biscotis con geitost preparado con el más que evidente esmero y el pequeño florero con girasoles, acaricio una de las flores y sonrió.


    —Den las gracias a Gerda, pero no tengo ganas de desayunar – dijo sorprendiendo a un más a las ya sorprendidas sirvientas.


    Sin agregar palabra, salió del cuarto y comenzó a andar por el pasillo. Se detuvo un momento frente a la puerta de su hermana y sintió un nudo en la garganta recordando como le ignoro la noche anterior. En ese momento noto unos leves ruidos dentro del cuarto y se esperanzo…


    —La Reina…


    —La Reina ha partido muy temprano esta mañana alteza. —respondió Marie Louie



    —Entiendo — cerro los ojos y bajo la cabeza— no estaba segura si era enojo o desasosiego lo que sentía, pero algo entre esas dos cosas. Sin decir más continuo su camino al despacho del Senescal.


    Kai no había dormido en toda la noche. Había estado tentado a mandar un escuadrón a la posada para apresar a Ada y que Elsa se quedara en vano esperando en lo establos su llegada, pero sabía, muy a su pesar, que algo de verdad podría haber en la historia de Ada y si así fuera, hacer eso solo acarraría desastres. Sin mencionar la reacción de la Reina.


    Estaba sentado con el uniforme desabrochado y tomando la décima taza de café. El leve golpe en la puerta y la voz de la Princesa pidiendo permiso mientras entraba lo sobresalto al punto de casi derramar el contenido de la taza.


    —Alteza que… que hace tan temprano.


    —Perdón Kai si te inoportuno.


    —No Alteza, en lo absoluto. Solo que me sorprende que ya se encuentre levantada y que venga aquí, esperaba verle más tarde en el despacho real— dice mientras trata de abotonar su chaqueta y arreglarse lo mejor que puede.


    —Si es posible prefiero reunirnos en algún otro lugar —hace una pequeña pausa— tal vez aquí…


    —Alteza, el protocolo indica que los asuntos reales deben ser debatidos en el despacho real…


    —El protocolo también debe decir en algún lado que quien los debata debe ser la Reina no? Y en este caso…


    —Y en este caso Alteza, hasta el regreso de la Reina, Usted es la soberana regente —dijo.


    Anna cierra la puerta y camina hasta uno de los ventanales. Por varios minutos queda en silencio solo mirando el cielo. El Senescal puede sentir la tristeza de la joven y le gustaría acercarse y consolarla como hacia cuando era una niña y ella venia con la cabeza baja entre los guardias que la traían luego de encontrarla tratando de salir de palacio. No recordaba la cantidad de veces que esto había ocurrido, pero siempre terminaba de la misma forma, ella después de soportar el repetido sermón lo más posible, prometía llorando a gritos que no volvería a hacerlo y él le abrazaba hasta que esta dejaba de llorar.


    —¿Crees que ella regrese Kai? — La voz de la joven lo saco de sus recuerdos y por un momento debió pensar sobre quien preguntaba Anna.


    —Es lo que espero Alteza. —Observa a la joven con pesar mientras esta apoya una mano en el vidrio.


    —Y yo esperaba que no se fuera nunca más, pero parece que pegar portazos sin mirar atrás es su costumbre.


    —Alteza, la Reina tuvo sus motivos para irse.


    —Si, encerrarse en sí misma como siempre. Como lo hizo toda la vida.


    —Alteza, hay algunos hechos que desconoce y no puedo rev…


    —Todos se empeñan en decirme que sé y que dejo de saber — se vuelve enojada al Senescal— Quizás seas tú el que no sepa Kai. Quizás seas tú el que no sabe que luego de discutir con Elsa y que yo le pidiera una señal que ella querría reconstruir nuestra relación de hermanas su respuesta fue hacer las maletas e irse. —Vio la sorpresa del Senescal en el rostro— Je… Quizás seas tú el que desconozcas algunos hechos después de todo —vuelve a mirar por el ventanal— Me estoy preguntando si el corazón congelado que debió derretirse esa tarde en el fiordo era el de ella o el mío— Baja la cabeza y comienza a llorar.


    —Alteza, por favor.


    —¿Por favor qué? ¿Qué no habla así de la Reina?, ¿Qué no piense eso de mi hermana? ¿Que no llore? ¿Que no me enoje? —Se limpia con el torso de la mano los ojos— no te preocupes, se cuáles son mis deberes. Debo comportarme como la soberana regente de Arendelle y parece que guardarse para si las cosas es una de las obligaciones de la corona. —Suspira— Esta bien, si dices que el protocolo dicta que los asuntos reales se traten en el despacho real, te esperare ahí, pero no pretendas que me siente en su maldito escritorio. —Sale intempestivamente.


    —Alteza esp… —Pero antes de terminar la frase, la Princesa ya había salido del despacho del Senescal azotando la puerta. Kai no puede evitar caer en su asiento abatido. Sin incorporarse estira un poco un brazo y abre un cajón de donde extrae un pequeño retrato de los padres de Anna y Elsa. – Como te estoy fallando amigo, como te estoy fallando – dice con casi solo un hilo de voz.


    Kristoff no había querido desayunar en su cuarto solo. Él mismo había llevado la bandeja a la cocina y convencido a Gerda que prefería comer allí. Esta había protestado en un primer momento, pero al final cedió, un poco por la cara suplicante del rubio, otro poco por darle el gusto a Olaf que empezó a saltar de alegría cuando vio al muchacho entrar y pensó tener un aliado que le ayude convencerla que le diera café. Secretamente se alegraba pues estaba disfrutando de ver como el rubio devoraba goloso todo lo que le ponían delante. En cierta forma le recordaba a Anna. De niña, y de grande aun a veces, cuando había un plato era de su agrado, comía con tanto placer y rapidez que a menudo se inflaban sus cachetes pues, antes de terminar de tragar, ya estaba poniendo más comida en su boca. Aún estaba sonriendo con el recuerdo cuando Marie Louie llegaba con la bandeja de la Princesa, intacta.


    —¿Pero porque has vuelto? ¿Acaso olvidaste algo? —dice enfadada el ama de llaves de palacio.


    —No Madam, no. Es que la Princesa no quiso desayunar.


    —¿No quiso qué? – dijo el rubio ahogándose con el trozo de pastel de manzana— ¿Anna? ¿Están seguros que lo llevaron al cuarto correcto?


    —No, no parece que fueran al cuarto de Anna, no… pero si ese café esta algo frio ¿puedo aprovechar tomarlo yo Gerda? — Esta no responde, pero mira severamente al muñeco y luego nuevamente a la joven.


    —Si, si. Eran el cuarto de la Princesa – replica algo ofendida la muchacha – Ya se encontraba levantada para cuando llegamos, su Alteza misma nos dijo que agradecía a Madam Gerda pero que no deseaba desayudar.


    —¿Anna ya levantada a esta hora y sin hambre? Bien, eso lo confirma –dice Kristoff levantando ambos brazos — definitivamente se equivocaron de cuarto.






     
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    14-BOSQUE, BARRANCO Y CASCADA




    —Creo recordar a alguien mencionado que estábamos a menos de un día, que nos tomaría solo unas horas llegar al bosque y que de allí eran no más medio día de camino – gira con cara de fastidio mientras señala con un dedo el cielo – Y oh, mira —dice con tono de burlona sorpresa— Ya está anocheciendo y recién hemos llegado al bosque.


    —Tú no quisiste usar el camino real y además, olvide que había que rodear el fiordo


    Ada detuvo su caballo tan bruscamente que casi hace que los otros que cargaba los baúles y provisiones golpearan las grupas del que montaba y miro con total sorpresa a la Reina.


    — ¿Olvidaste que había que rodear el fiordo? ¿Olvidaste que…? ¿Como diablos pudiste olvidarte que había que rodear el fiordo?


    Elsa resopló.


    —La otra vez simplemente lo atravesé y llegue casi al límite norte del bosque — Ada la miro con más sorpresa — es que el fiordo se congelaba a mi paso. – acota finalmente.


    —Oh, si…—dice Ada mientras indicaba con un leve movimiento a su montura que reanude el paso — he oído algunas historias sobre ello en el pueblo — su tono cambio a uno más jocoso — ¿sí que montaste todo un show eh? — Elsa se irguió molesta en su montura — Creí que más de la mitad de lo que me contaban eran habladurías y exageraciones, pero voy a terminar creyendo que se han quedado cortos.


    —No fue mi intención, —dice con voz severa, aun con la espalda totalmente recta— ni siquiera sabía que estaba haciendo. —suspira y se relaja— Creí que tan solo el agua que pisaba se congelaba, no fue hasta que Anna… —cerro los ojos y dejo de hablar un momento sintiendo la punzada de angustia al decir el nombre de su hermana. – No fue hasta que Anna me lo dijo que supe que había sumido a Arendelle en un completo invierno.


    —Si bueno, esperemos que aprendas a enfocar y no desperdiciar tu poder lo antes posible.


    —Creo que lo he estado haciendo bastante bien por mí misma últimamente gracias– replicó con algo de fastidio.


    —No creo que pistas de hielo y adornos festivos sean muy efectivos contra la Hermandad Elsa. Además, ten en cuenta algo – detiene el caballo para mirarla de frente – cualquier cosa que uses para enfrentarles, ellos pueden devolverlo. No se trata de simplemente de usar tu poder, se trata de saber cómo usar tu poder.


    —Hablas como si fuera yo la que quiere enfrentarlos – su voz muestra disgusto— Tú fuiste la que me metiste en todo esto y la verdad, aun no estoy del todo segura que es "esto".


    —"Esto" mi estimada Reina, son las consecuencias de tus actos, así que mejor hazte cargo – dice Ada también disgustada.


    —¿Mis actos? — ríe— Mis actos. ¿Qué tengo que ver yo con los supuestos planes de la Hermandad para conquistar Arendelle?


    —Si no hubieras montado semejante numerito —Ada recalca la palabra despectivamente— ni la Hermandad ni nadie se hubiera enterado de tu existencia, ni tampoco pensaría que tus —hace un gesto con la mano— helados y para nada discretos actos pudieran ser tomados como un quiebre del tratado entre las hermandades, por lo tanto prefieran tomar posesión de un enclave estratégico antes que esperar sentados ver si el resto actúan o no y, si hacen eso, terminaran provocando con la alianzas antigua el enfrentamiento que dicen querer evitar.


    Elsa aún estaba un poco perdida y no podía seguir mentalmente muy bien que decía Ada. Recordaba lo que esta le había contado en su despacho sobre unas lejana en el tiempo guerra y de los terribles enfrentamientos que terminaron gracias a una tregua y que desde entonces una alianza de seres había existido por siglos en las sombras, pero seguía sin poder visualizar del todo el panorama.


    —Puedes decir lo que quieras, pero no pretenderás echarme la cul…


    —Cállate – ordena secamente Ada.


    —Soy la Reina – apretó la mandíbula— A mí no me mandaras callar cuando est…


    —He dicho silencio – vuelve a ordenar Ada mientras no solo detiene su caballo, sino que toma las riendas del de Elsa y hace lo mismo….


    — ¿Qué haces?


    —Estamos rodeadas —indica Ada mientras mira a un lado y al otro del camino.


    — ¿Rodea…? ¿Rodeadas por quién?


    —Lobos.


    Elsa siente el terror crispándole todo su cuerpo y mira a su alrededor. Entre los arboles primero distingue un par de luces rojas, como luciérnagas y luego otras y otras y otras… sabe que no deben ser más de una docena, pero siente como si fueran miles.


    —Olvide que había lobos en los bosques —intenta disculparse— no me atacaron cuando… quizás porque iba a pie… tal vez ahora…


    —No es momento de especulaciones sino de actuar Elsa…


    —Quizás podríamos dejarlos atrás —susurra.


    —No existe caballo más veloz que una manada de lobos. —La voz calmada de Ada desconcierta a la Reina— desciende muy lentamente —indica al tiempo que ella lo hace. —toma las riendas de los caballos y adelántate unos pasos por el sendero. —dice mientras camina en dirección contraria.



    —Son demasiados Ada, no podrás atacar a todos, déjame ayu…


    —No pienso atacarlos, —dice y continúa caminando— pelear siempre debe ser el último recurso.


    —Sinceramente no les veo muchas intensiones de tener una charla amistosa Ada —dice Elsa mientras ve con más claridad las fauces de las bestias que van apareciendo entre los árboles y gruñen.


    Ada se aleja un poco más y se detiene. Cierra sus ojos y a pesar de estar de espaldas Elsa puede notar como se concentr54ente como el poder de Ada parece enfocarse en un punto delante de esta. Ada abre sus ojos y ve el remolino de nieve frente a su cara, muy despacio levanta una mano hasta ponerla junto a su boca y sopla. El remolino se acrecienta y se transforma en una espesa bruma que parece tomar vida propia y envuelve por completo a la manada, cuando esta se disipa todos los lobos yacen en el piso. Elsa los cree muertos, pero luego del primer instante nota el sonido de las pesadas respiraciones. Ada se vuelve y sonríe divertida al notar la cara de desconcierto de Elsa.


    —Si bajas la temperatura los suficiente, nadie podrá evitar… que les de sueño, por decirlo de alguna manera — ríe.


    —Dormidos – dice casi imperceptiblemente Elsa— Están dormidos… —repite— los guardias, así dormiste a los guardias…


    Ada solo afirma con la cabeza mientras corre para alcanzar a la Reina y los caballos.


    —Si, pero a diferencia de tus guardias Elsa, estos lobos no creo que estén muy bien comidos, así que mejor apuremos el paso antes que el hambre les despierte. – indica mientras monta.


    La luz de la luna les permite llevar un trote rápido a pesar de ser noche cerrada. Llegan al borde de un precipicio y Elsa decidida gira a su derecha, guía a su caballo por el borde, seguida de Ada y llega a una saliente que se bifurca y crea un puente de piedra solida que atraviesa hasta la otra orilla.


    —Sera mejor que nos apeemos. No sé si los caballos puedan asustarse y provocar caigamos – indica la Reina. Elsa mira el fondo del precipicio tratando de adivinar el lugar donde estarían los restos del trineo de Kristoff que Anna se empeñó en indicar por su culpa fuera destruido y debía ser repuesto. Luego mira la distancia entre ambos bordes y se le estrujo el corazón imaginado el peligro que corrió su hermana al saltarlo. —Un poco más allá están las cascadas, ahora si no es más que unas horas. – indica cuando finalmente cruzan.


    —Eso espero, no me gustaría nos retrasáramos más por alguna otra cosa que hayas olvidado que hay por aquí.


    Elsa no contesta, pero Ada nota el enfado. La Reina monta su caballo y emprende galope. La rubia la imita y pronto le da alcance.


    — Tras ese peñasco está el castillo – desciende del caballo y lo guía por el costado, delante de ambas jóvenes la imponente construcción de hielo refulge bajo la luz de la luna haciendo que toda la ladera este iluminada.


    —Oh vaya… — dice Ada mientras Elsa sonríe mirándole de reojo – oh vaya pero que… —Elsa cada vez se siente más orgullosa – oh vaya pero ¡Por las estrellas! ¡Qué desperdicio de poder…!


    — ¿Que qué?


    — ¿Es que no puedes crear nada simple y practico? ¿A todo debes ponerle adornos y hacerlo del tamaño de una montaña? — Elsa no puede contener su enfado y camina decidida a la escalera "¿Y ahora qué le pasa? " se pregunta para si Ada. —Ey, ¿a dónde vas? — grita— tienes que ayudarme a llevar los ba….


    Pero la Reina, que finge no escucharle, ya está subiendo la escalera y se detiene dónde está rota, mira un momento y moviendo una mano la repara. Supone que son vestigios de la batalla, cuando vinieron por ella, entre los soldados a las órdenes de Hans y Malvavisco... Malvavisco. En ese preciso instante recuerda al gigante.


    Ada toma la rienda de los caballos mientras ve alejarse a la Reina y los lleva a un costado donde la roca forma un pequeño semi circulo con suficiente pasto. Primero baja el equipaje y volviendo a tomar la rienda de los animales, los acerca más a la piedra. Con un gesto hace aparecer una pequeña contención para que no se escapen, desensilla a los de monta y luego crea un pequeño bebedero. Estaba acomodando las mantas sobre ellos cuando los caballos parecen impacientarse. Ada trata de calmarlos, pero nota que una sombra empieza a cubrirlos, se da vuelta y eleva su cabeza recorriendo todo el cuerpo hasta llegar al rostro de una tremenda montaña de hielo con ojos. Trata de articular palabra, pero no puede.


    — Se que puedes tener algo que objetar acerca del tamaño – dice divertida Elsa a un lado de Malvavisco – pero de lo que si no puedes decir nada es de la practicidad – agrega mientras con un gesto indica al gigante que tome los baúles – te esperamos en el muy adornado castillo cuando termines. – y sin decir más, gira con prestancia y a paso firme y decidido se aleja.



     
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    InunoTaisho

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    Bueno, me faltó agregar unas cositas...

    El hecho de que Kristoff haya sido criado por los trolls y que Ada, aprovechándose de eso, le encargue algo muy importante en caso de emergencia me pareció algo inesperado y hasta misterioso... quiere decir que los trolls saben todo de la Hermandad... mmm.

    Ciertamente hay momentos en los que tanto Elsa como Anna son bastante inconscientes de muchas cosas la una de la otra, tan encerradas en su dolor propio sin pensar en nada más dado que así fueron obligadas a crecer, técnicamente separadas en el mismo castillo; pero sobre todo que Anna y sus arranques de niña caprichosa no le permiten vislumbrar que también Elsa sufrió por esa separación y además ahora tiene que cargar con la responsabilidad del reino.
    Anna es adorable pero hay veces que dan ganas de golpearla para que entre en razón.

    Vamos bien en una historia que promete, casi para que Disney la haga un corto de navidad... :Okibeta:
     
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    Spoliers. Los troll tienen mucho que ver con las hermandades y Pabbie deberá en caso de cruzarse con Ada dar mas de una explicación.

    ;) gracias por los comentarios aparte de dar animo ayudan para ver si las pistas que se van tirando se entienden o no :)
     
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    15 - TRAZOS DESCONOCIDOS


    Ya había anochecido hacia bastante y aun Anna y Kai se encontraban en el despacho real. El Senescal había insistido en varias ocasiones terminar la reunión y continuar al día siguiente, pero la Princesa se había negado. Ambos se encontraban sentados en el sillón con varios documentos desparramados en rededor. La bandeja con la comida estaba en la mesa frente a ellos, pero apenas había sido tocada, y esto solo porque Kai había dicho varias veces durante, las últimas horas, con todo el tono severo que le permitiera el protocolo, que o la Princesa comía un bocado o él no continuaba.

    Anna se estaba esforzando y si bien era rápida para entender, le faltaba la preparación necesaria, por cuanto muchas de los puntos a considerar tenían que ser explicados varias veces. Era la tercera vez que Kai exponía los detalles del tratado y Anna aun no podía captar cual eran las ventajas y desventajas que según él debía evaluar ella para decidir si aceptarlo o no.

    —Pero si dices que el tratado con el ducado nos brindara las materias primas y los especialistas que necesitamos para remodelar los barcos, no entiendo porque no lo firmamos y ya.

    —Le recuerdo Alteza lo que he mencionado sobre el duque Wexler. Este se encuentra abiertamente enfrentado el conde Nox, su antiguo amigo y aliado, el cual está en alta consideración en la corte francesa.

    —¿Y eso era importante por…?

    —Porque no queremos tener en la corte francesa alguien que pueda levantar ánimos contrarios para con el reino Alteza.

    —Ok, entonces no firmemos.

    —Pero necesitamos las materias primas y los especialistas, de otra manera nuestros barcos se volverán obsoletos y no podremos hacer frente, ni ser considerados una amenaza para flotas que ya en este momento nos superan, como por ejemplo la inglesa.

    —Y no queremos eso.

    —No, no lo queremos. En muchos casos para evitar un enfrentamiento, basta con que los demás sepan que no es buena idea que este se produzca.

    —¿Entonces que hacemos? —Pregunta Anna con tono suplicante.

    —Alteza, yo solo puedo mostrar los hechos y aconsejar, pero la decisión es de la corona.

    —De la corona…

    Anna sintió como se le aceleraba el corazón. En su mente se dibujaban mil y un escenarios consecuencia de sus decisiones, uno más catastrófico que otro y todo por firmar o no un “sencillo tratado” como lo había llamado Kai. Miro el escritorio de su hermana y por un momento le pareció ver a Elsa como la había visto tantas veces que había entrado al despacho. Ahora el gesto adusto, la total concentración y la severidad con que ella leía cada uno de los documentos cobraba otro significado. Kai noto como Anna parecía perderse en sus pensamientos, quiso hablar, pero comprendido que la joven necesitaba ir a su propio ritmo para asimilar los hechos. La Princesa por primera vez se daba cuenta del peso que su hermana tenía sobre sus hombros. Hasta casi se sintió culpable por los reclamos de más atención que había exigido. Siempre había creído que Elsa exageraba la gravedad de su tarea y mentalmente la había tildado de ser una aburrida, que solo le gustaba estar entre papeles y que ponía como excusa sus responsabilidades para permanecer horas encerrada. Por primera vez comprendido que detrás de esos papeles había decisiones que afectaban a miles de súbditos que dependían de la corona. Se dio cuenta no solo de la capacidad que debía tener Elsa para evaluar cada decisión, sino del valor que necesitaba para tomarla. Comenzó a entender tantas cosas de Elsa, tantos silencios, tantos momentos que parecía totalmente abstraída. En verdad ella debía ser muy valiente para enfrentar todo eso. De pronto sintió un gran orgullo de su hermana y… y entonces recordó que estaba enojada con ella. Muy enojada. Enojada porque se había ido y la había dejado atrás nuevamente sin decir… ¿sin decir nada? ¿Acaso no fue ella la que se tapó la cabeza con la almohada para no oír a Elsa mientras movía el picaporte pidiendo entrar? ¿Acaso no fue ella la que se sintió por partes iguales culpable por haber echado llave y satisfecha que fuera su hermana y no ella la que golpeará una puerta cerrada? Había tenido el impulso de ir tras Elsa apenas sintió que esta se alejaba, pero no lo hizo. Había reprimido el deseo de correr tras ella y abrazándole pedirle que no se fuera, que no la dejara otra vez. ¿Elsa habría hecho caso? No, ella seguro se habría ido igual, tenía todo preparado para partir, pero de todas maneras si hubieran hablado quizás ella entendería mejor porque… si hubieran hablado… hablar siempre es…

    —¿Y si hacemos que el duque y el conde hablen y arreglen sus problemas?

    —¿Alteza?

    —Si… dices que no nos conviene tratar con el duque porque molestaremos al conde. ¿Por qué no intentamos que hablen? Me dijiste que antes eran amigos y ahora no. Quizás es un simple mal entendido y de esa manera no solo podremos hacer el tratado sino lograríamos que dos amigos se vuelvan a llevar bien. – Kai sonríe moviendo la cabeza— ¿Qué? ¿Tan descabellado y fuera de lugar es lo que digo?

    —No, no Alteza, no es eso es que… — su risa se hace más pronunciada— si se me permite hablar con libertad —Anna tardo unos segundos en entender que Kai estaba pidiendo permiso y que este no hablaría hasta que se lo indicara así que cuando se lo dio, lo hizo moviendo afirmativamente la cabeza en un gesto rápido, casi infantil— No pueden negar que son hermanas.

    —Hermanas… no entiendo.

    —La Reina y Usted. No pueden negar que son hermanas, ambas tuvieron la misma idea.

    —¿Elsa pensó lo mismo?

    —Si, incluso estuvo realizando algunas investigaciones. No mencione nada por pedido expreso de la Reina, ya que ella me ordeno que le dejara a Usted tomar sus propias decisiones, que no dijera nada sobre ninguna de las posturas que ella tenía sobre diversos asuntos para que Usted no se sintiera obligada a seguirlas. – Anna abrió sus ojos sorprendida— Pero en este caso, dado que Usted Alteza llego a la misma conclusión por su cuenta, creo que no hay inconveniente en mencionarlo – se levanta, va al escritorio de la Reina y toma una pila de documentos de uno de los cajones. — Estas son las anotaciones personales de su Majestad con las conclusiones de las investigaciones. En ellas están las personas a las que podemos contactar para que sirvan de puente y nexo entre el conde y el duque, como así los posibles motivos del entredicho entre ambos y los argumentos para lograr un entendimiento.

    El Senescal pone la pila de papeles sobre la falda de Anna. Esta la mira e inconscientemente acaricia el papel al reconocer la letra de su hermana. Comienza a pasar las hojas y de pronto nota que sobre los márgenes hay pequeños dibujos primorosos y detallados.

    —¿Que significa estos dibujos?

    —¿Dibujos? —Kai mira las hojas – Oh. Probablemente nada, la Reina suele dibujar. Dice que le ayuda a pensar, pero no creo que tenga algún significado referente a lo escrito.

    —Pero son… son… son… hermosos —dice mientras sigue pasando las hojas ya sin leer sino buscando cada uno de los dibujos.

    —Su Majestad es una dibujante exquisita. No solo tiene un trazo sensible, sino que su comprensión de la perspectiva y las proporciones es asombrosa, principalmente para una autodidacta —Anna levanta la vista extrañada. Kai vuelve a sonreír— Le recuerdo Alteza que tanto su padre como yo teníamos en común el amor por el arte. La galería sur es una prueba de cuanto le apasionaba al Rey. Desde muy jóvenes compartimos charlas y estudios, por cuanto creo poder dar una opinión calificada sobre el tema.

    —No dudo de eso Kai, solo que me sorprende. Jamás hubiera pensado que Elsa supiera dibujar y menos que lo hiciera tan bien – baja la cabeza— hay tanto que no se de ella, hay tanto que —su voz se quiebra, pero se trata de recomponer – Kai creo que tienes razón, es mejor que dejemos todo para mañana.

    —Como prefiera Alteza.

    Anna se levanta y mira el escritorio de su hermana. No puede definir cuál es el sentimiento que le domina en ese momento. Enojo, preocupación, culpa, malestar, tristeza y todos resumidos en esa silla vacía. Suspira cerrando los ojos.

    —Buenas noches Kai.

    —Buenas noches Alteza.

    Anna se retira del despacho y se dirige a su habitación. Al pasar por uno de los ventanales le parece reconocer un bulto cerca de uno de los faroles del jardín. Se acerca un poco para ver mejor, no había duda, eran ellos. Cambia su destino y se dirige a la puerta este del palacio. Al notar que la Princesa se dispone a salir dos guardias se cuadran y comienzan a seguirla.

    —¡Ni se les ocurra!— Anna se sorprende como automáticamente los guardias vuelven a cuadrarse y retornan a sus lugares. —Oh vaya —y sin querer demostrar mucha más sorpresa y antes que cambien de opinión, apura sus pasos al jardín. Parece que después de todos ser la Soberana Regente tiene sus ventajas, principalmente en que le hagan caso.

    Kristoff, Sven y Olaf estaban recostados en el Jardín. Olaf y Sven dormían roncando sonoramente mientras Kristoff tocaba una dulce balada mirando el cielo.

    —¿Hay lugar para alguien más? —pregunta la Princesa en voz baja para no despertar a los durmientes.

    —¡Anna! Se sorprende el joven.

    —Shhhh —La Princesa lleva un dedo a su boca indicando que haga silencio y dice suavemente: —Había muchos asuntos para tratar, pero ya he terminado por hoy. ¿Hay lugar o no?

    —Para ti, siempre – dice mientras se mueve apenas dejando el lugar suficiente para que la Princesa se recueste a su lado apoyándose en el reno, quien protesta un poco, pero continua profundamente dormido.

    —Gracias. —se recuesta y suspira.

    —¿Cansada?

    —Ha sido un día agotador. No sé cómo Elsa puede… —otra vez se quiebra su voz, pero carraspea para disimular — ¿y que hacen aquí fuera?

    —El palacio puede ser a veces agobiante.

    —Dímelo a mí.

    —Si, bueno, —trata de cambiar de tema— de todos modos prefiero pasar un rato bajo las estrellas, me relaja verlas brillar.

    Anna rodea uno de los brazos de Kristoff y apoya su cabeza en el hombro del joven.

    —Dímelo a mí – y suspira.

    —¿No está solo cansada no?

    Anna hace una mueca.

    —¿Tanto se nota?

    —Digamos que en cuanto a ocultar sentimientos para que nadie se dé cuenta, no eres la hermana adecuada —Anna solo sonríe tristemente— Si necesitas hablar, recuerda que estoy aquí.

    —Lo sé, tú estas aquí y no sabes cuánto lo valoro, solo que hay alguien más que desearía que estuviera aquí, pero luego que lo pienso, siento que si incluso estuviera seria como si no.

    —¿Elsa?

    —Elsa. Un minuto me siento tan unida a ella, siento que la comprendo y al siguiente descubro que prácticamente es una desconocida de la que casi no sé si puedo llamar hermana.

    —No digas eso.

    —¿Que? ¿Que conozco mejor a extraños que a ella? ¿No es acaso cierto? Me pregunto si uno pude verdaderamente amar a quien no conoce.

    —Eso puede ser cierto Anna en algunos casos, pero en este jamás. Nada cambia que son hermanas. Pueden conocerse perfectamente o pueden no saber absolutamente nada una de la otra, pero nunca podrán dejar de amarse como se aman. Pase lo que pase. Se que Elsa te ama con todo su corazón y se cuánto amas tú a tu hermana, diablos el reino entero sabe cuánto amas a tu hermana y nada que hizo, haga o deje de hacer cambiara eso. Puedes estar furiosa con ella, puedes no entenderla, pero te conozco y sé que eso no hará que le ames ni una pizca menos de cuando diste tu vida por ella en el fiordo.

    Anna, que se ha emocionado cada vez más con cada palabra del rubio, vuelve la cara para mirarlo.

    —¿Y desde cuando eres tan sabio tú eh?

    —Desde que necesitaste que lo sea. —Voltea hacia el rostro de la Princesa — Anna, siempre seré lo que necesites que sea —dice mientras se miran a los ojos.

    Kristoff levanta una mano y la apoya en la mejilla de la Princesa acariciándola con el pulgar. Ambos sonríen y casi sin darse cuenta se funden en un tierno beso, mientras alguien no deja de mirarlos desde uno de los ventanales.



     
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    InunoTaisho

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    Menos mal que Anna esté abriendo los ojos a la realidad sobre las responsabilidades de Elsa como reina, qué no es sólo como coser y cantar sin preocupación.

    Tengo la sensación de que quien los vigila por la ventana no es Kai... :.O.:
     
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