Drama Domingo 25

Tema en 'Relatos' iniciado por Sonia de Arnau, 18 Marzo 2018.

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    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

    Leo
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    Escritor
    Título:
    Domingo 25
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    2627
    Este relato fue escrito para la actividad “The Last Days” de Fenix Parker. No sé si hice bien pues no me enfoqué en un fin del mundo o Apocalipsis, mas si lo hice en los últimos días de alguien. Así que espero que sea tomado como bueno xD


    Domingo 25

    Cuéntame, si de una u otra manera fueran los últimos días de tu vida, ¿qué harías?

    ¿Alguna vez, en alguna parte de su vida, se han planteado esa pregunta? Tal vez sí, como yo, que quizá lo hice en su momento, sin embargo, no la tomaba muy en serio. Solo respondía por responder. Ahora, me hago esa misma pregunta cuando sé que tengo los días contados. Y es apenas que la puedo responder en serio. ¿Qué haría? Esto es lo que haría...




    Viernes 23

    La alarma sonó a las cinco. Abrió los ojos con pesadez mientras silenciaba el ruido. Se sentó en el borde de la cama y observando un punto en la nada, se llevó las manos al rostro para tallarse los ojos y espabilarse por completo; al lograrlo un poco, dirigió la vista hacia el otro extremo de la cama matrimonial y sus ojos se inundaron de nostalgia; desde aquel día nunca había añorado tanto la compañía de ella. De la compañía de alguien.

    En un suspiro ahogado, tomó el celular y marcó al trabajo. Su jefe tomó la llamada. Entre disculpa y disculpas, le informó que hoy no había amanecido muy bien y que faltaría al trabajo. Su jefe no estaba muy convencido de eso y mucho menos porque la próxima semana tenía dos días libres.

    —Está bien, Jorge, te lo daré —dijo al final—, pero ten en cuenta que vendrás a trabajar cuando te toque tu día libre. Para compensar este, ¿de acuerdo?

    —Sí, muchas gracias —finalizó. Sin embargo, aquel gracias fue solo de cortesía porque no lo sintió de verdad. Tantos años trabajando en ese lugar, dedicándole su tiempo, siendo un buen ejemplo de trabajador, ¿para qué? Para que no puedan ser considerados con él solo un día.

    Jorge se fue al baño, se lavó la cara y luego se contempló en el espejo. Observó sus ojos hundidos en la más profunda tristeza. ¿Cómo podía reflejar su rostro otro sentimiento cuando sabía que muy pronto moriría? Pero no. No se dejaría vencer por eso, debía aprovechar muy bien el par de días que le quedaban. Decidido, y con una mente más positiva, salió del cuarto, se vistió y fue a visitar a su madre.

    —Hijo, pero qué sorpresa —dijo la señora, sorprendida de ver al menor de sus hijos frente a su puerta. Teniendo en cuanta que era viernes, que solía trabajar mucho y que tenía meses sin verlo, realmente le sorprendió su repentina visita.

    —Buenos días, madre. —Jorge le dio un beso en la mejilla—. Espero que no estés ocupada. —Esperaba que no. Ella solo rio como si su comentario le pareciera muy gracioso.

    —Claro que no, hijo, pasa. Te prepararé algo. ¿Ya has comido?

    —No, todavía no. Vine con el estómago vacío para comer algo preparado por ti.

    La señora sonrió, lo invitó a que tomara asiento y comenzó a prepararle algo.

    —¿Hoy no hubo trabajo?

    —Pedí el día libre.

    —Ya te hacía falta descansar un poco. Hoy es día en que vas a recoger a Junior, ¿cierto?

    —Sí, aunque lo recogeré a eso de la cuatro. ¿Quieres que te ayude en algo? —Jorge se levantó de la silla con la intención de ayudarle, sin embargo, la madre se apresuró al decir:

    —¡Qué va! Tú quédate ahí que eres mi invitado.

    Realmente estaba contenta de que estuviera ahí. Desde que sus hijos se fueron de casa e hicieron su propia vida, no la visitaban. Añadiendo que desde que enviudó le hacía falta la visita de sus hijos y nietos.

    —Un fin de semana deberías traerme a mi nieto.

    —Eso haré, aunque debí hacer eso hace mucho tiempo.

    —Pues sí, debiste haberlo hecho, pero nunca se es tarde, hijo.

    —Pero dime, ¿cómo has estado?

    Madre e hijo se entablaron en una amena charla. Una plática que duro varias horas. Jorge, siendo muy atento con lo que decía y ella escuchándolo y aconsejándolo. Hacía muchos años que no disfrutaban un momento de madre e hijo. Hasta salieron un rato a dar la vuelta, caminando por los alrededores; la llevó al centro comercial; aprovecho esas horas en hacerla feliz. Sin embrago, el día transcurrió y despidiéndose de ella con otro beso en la mejilla, se fue de ahí para ahora recoger a su hijo.

    Al llegar a la casa de su ex-mujer. Bajó del automóvil y tocó la puerta.

    —Llegas tarde —dijo ella al abrir, mirando su reloj. Había llegado media hora después de lo acordado.

    —Lo siento, estaba con mi madre.

    —¡Junior, baja, ya llegó papá!

    El niño de nueve años de edad bajó las escaleras con una mochila en mano. Y antes de que se fueran, la madre le dijo al padre las tareas que debía hacer y lo de siempre, que se debía lavar los dientes antes de dormir y demás. Los dos se encaminaron al vehículo.

    —¿Cómo has estado? ¿Qué tal la escuela?

    —Bien.

    —¿Bien? ¿Pues qué respuesta es esa entonces? —Hizo cosquillas a su hijo. El niño rio divertido mientras intentaba despegarse de su progenitor.

    Poco después los dos se subieron al auto. Jorge observó a su hijo un tanto decaído.

    —¿Qué tienes, hijo? —preguntó.

    —Nada.

    —Vamos, dímelo —insistió. Quería saber qué era lo que le preocupaba tanto—. ¿Te molestan en la escuela?

    Junior negó y aunque lo pensó mucho, al final mencionó:

    —Es que te extraño mucho.

    Jorge se entristeció al escucharlo decir eso.

    —Yo también, hijo. Yo también.

    —Entonces —Miró a su padre con ojos llenos de ilusión—, mamá y tú pueden volver a estar juntos. ¿Podemos volver a estar juntos?

    —Mamá y yo hemos tomado una decisión, no se puede romper así como así y creo que es mejor así. Pero eso no quita que te queramos mucho. Pero ¿sabes?, te prometo que este fin de semana será el mejor fin de semana.

    Junior se animó un poco al escucharlo. Disfrutaba pasar tiempo con él y esperaba que sus palabras fueran ciertas y que por una vez su padre dejara de ver tanto el teléfono. Llegaron a la casa, Jorge le dijo que se pusiera a hacer su tarea y aunque el niño se negó a hacerlo, le prometió que mañana lo llevaría al zoológico y al acuario. Contento se puso a hacer los deberes.

    Jorge se quedó a su lado para ayudarle y de esa forma la tarde transcurrió. Vieron una película juntos hasta que llegó la hora de dormir. Ya tarde, Jorge abrió con cuidado la habitación de su hijo y lo observó durmiendo. Se arrepintió de no haberse preocupado por sus sentimientos hace tiempo. Aunque, nunca era lo suficiente tarde para remediarlo, no mientras se viviera.


    Sábado 24

    —Papá, papá, despierta, despierta.

    Jorge abrió los ojos con mucho esfuerzo; sintió como Junior, arriba de la cama, se movió inquieto, provocando que la cama se moviera de la misma forma.

    —Hijo, es muy temprano para ir al zoológico —susurró mientras observaba el reloj sobre el buró, este mostraban las ocho, después dirigió la vista hacia el triste rostro de Junior—. Es temprano para ir al zoológico, pero no para salir a desayunar —dijo, provocando que su hijo se emocionara ante la idea de salir a comer.

    Él se levantó con un poco de pesadez, era un sábado por la mañana y las ocho era muy temprano para estar de pie.

    —Vete a cambiar mientras yo despierto del todo —dijo, bostezando.

    Junior salió disparado como pólvora. Jorge sonrió divertido al verlo reaccionar de esa forma y una lágrima recorrió su mejilla, era tan feliz estando a su lado. Ese niño tenía una energía admirable.

    Aquel día fue de lo más divertido. Fueron a desayunar; Junior eligió el lugar. Después fueron al zoológico y una vez terminó, se dirigieron a un pequeño parque de diversiones. Se tomaron muchas fotos, disfrutaron de los juegos, rieron como nunca y por la tarde fueron al acuario; comieron y finalizaron el día yendo al cine. Llegaron a casa derrotados; fue divertido, pero también un día muy agotador. Ambos cadetes cayeron rendidos en sus camas.


    Domingo 25
    Se levantaron temprano para bañarse. Jorge se sentó a un lado de su hijo, quien comía cereal mientras veía las caricaturas, por su parte, él bebió su café acompañado con un pedazo de pan.

    —Siempre me he preguntado cómo es posible que se pueda prender fuego bajo el agua —comentó al ver una escena del show animado que su hijo veía.

    Junior rio y luego contestó:

    —Hay papá, es solo una caricatura. Por cierto, ¿hoy a dónde vamos a ir?

    «Papá, ¿podemos salir?»

    —Mmm, ¿a dónde podrá ser? —miró de reojo a Junior, que se mostró ansioso de contar algo—. A ver, dime, ¿a dónde te apetece que salgamos hoy?

    «¿A dónde quieres ir?» le preguntó sin dejar de prestar atención a la pantalla de su laptop.

    —¿Qué te parece ir al Museo Natural? —Se mostró entusiasmado.

    «Al museo Natural» contestó el niño.

    —¿Al museo Natural? Se escucha fantástico. Pues entonces ve a lavarte los dientes que nuestro próximo destino será el Museo Natural.

    «¿Al Museo Natural? Pero eso queda muy lejos, hijo. Como a tres horas de aquí.»

    «Pero es que mis amigos...»

    «Esta bien, te llevaré al museo.» dijo levantándose del asiento.

    —¿Y por qué quieres ir al Museo Natural? —preguntó curioso el padre, ya listos para subir al auto.

    —Porque todos mis amigos han ido, y me han presumido, y hablan muy bien de él. Mi mamá no me ha podido llevar porque la semana pasada estuvo trabajando por la tarde. Pero a decir verdad, quiero ir contigo, papá.

    Jorge sonrió. Le parecía tierno que su hijo pensara en él. De esa forma se encaminaron hacia el museo. Vieron todo y cada una de las áreas; también había zonas para que los niños pudieran interactuar y jugar mientras aprendían. La mañana transcurrió. Como tenía el teléfono en modo silencio para que nadie lo interrumpiera, le echó un ojo para ver si tenía algunas llamadas. Se sorprendió al ver ocho llamas perdidas de su ex-mujer. Le devolvió la llamada antes de que se impacientara o algo peor.

    —Solo llamaba para saber si Junior está bien —dijo inmediatamente.

    —No te preocupes, está bien.

    —¿Ya hizo toda su tarea?

    —Eso desde el viernes.

    —Oh, qué bueno. Recuerda que hoy voy a pasar por Junior a las seis.

    —Está bien. Por cierto —dijo antes de que colgara—, quería decirte que lamento mucho lo que te hice —se sinceró—. Nunca te lo he dicho, pero lamento mucho lo que te hice. Fui un tonto al no pensar en tus sentimientos.

    —Jorge… olvídalo, está bien…

    —¡No, no lo está! Lo que hice no tiene perdón. Me arrepiento de no haber sido un buen esposo, un buen padre y, sobre todo, me arrepiento de no haber sido sincero. Sé que no puede existir nada entre los dos, pero, podemos ser amigos.

    Ella rio.

    —Claro, podemos ser amigos.

    —¿Estás ocupada? —preguntó mientras observaba el reloj, faltaba poco menos de dos horas para que dieran las 3:25 p.m.

    Por su parte, a ella aquella pregunta la tomó por sorpresa.

    —Pues no en realidad, ¿por qué?

    —¿Por qué no vienes y nos acompañas?

    —¿Dónde están ahora?

    —Estamos en el Museo Natural.

    —¿En el museo Natural? —se sorprendió ella.

    —Oye, que fue idea de tu hijo el venir.

    —No me gustaría arruinar el momento de padre e hijo, la verdad.

    —Para nada, al contrario, ven, te esperamos.

    —No lo sé, Jorge, el viaje es largo y…

    —Hazlo por tu hijo, por favor —dijo con mucha seriedad.

    Por unos segundos a ella se le a figuró que el tono que utilizó fue de súplica.

    —Está bien, los acompañare —aceptó al final—, lo haré por Junior.

    —Gracias.

    —¿Quieres que lleve algo en especial?

    —No. No te preocupes que aquí podemos conseguir cualquier cosa.

    —Muy bien, entonces salgo para allá.

    Jorge colgó. Escuchó a su hijo llamándole.

    —¡Papá, papá, ven, apúrate, vamos a ver la zona de los dinosaurios!

    Se fue a su lado y todo el tiempo se la pasó a su lado. Los minutos transcurrieron; minutos que se transformaron en una hora. El lugar se iba llenando más y más de gente. Continuó pasando el tiempo, hasta que dieron las tres de la tarde.

    —Junior, quédate aquí un momento —pidió a su hijo, cerca de la recepción—. Mamá llegara pronto, así que espérala. ¿De acuerdo?

    —¿A dónde vas?

    —Iré a comprarte un helado. Pero como mamá llegará en unos minutos, le dije que la esperaríamos aquí, en la recepción.

    —¿Le compraras un helado a ella también?

    —Claro.

    —Su sabor favorito es la vainilla.

    —Un barquillo de vainilla en camino.

    —A ella no le gusta la galleta.

    —¿Qué no? Qué va, qué mal gusto tiene. Entonces sin cono será.


    «Papá, ¿puedes comprarme un helado? Vi una heladería por allá.»

    «Está bien, vamos» En eso, su teléfono sonó. «Dame un minuto, hijo, después vamos por tu helado.»


    Junior tomó asiento y esperó a su padre, aunque para un niño un par de minutos eran eternos. Comenzó a impacientarse. Se llevó las manos a los bolsillos y dibujó una sonrisa al descubrir que en uno de ellos había un billete. No molestaría más a su padre, así que, decidido, se encaminó hacia la tienda esperando ajustar para comprarle algo a su papá.


    Jorge se encaminó a la heladería más cercana. Se detuvo un momento para ayudar a una madre embarazada que se le cayó una de las mochilas para su pequeño que estaba en una carriola. Ella agradeció y volvió con su camino. Había mucha gente. La heladería estaba alejada de las instalaciones del museo, por lo que para llegar a ella se tenía que cruzar un calle; no venía nadie, estaba solo, pero esperó a que el semáforo cambiara y cuando lo hizo, escuchó la alarma de su teléfono y al dar el primer paso un carro que iba a alta velocidad lo envistió.

    El auto frenó en seco, derrapando en la calle y el cuerpo de Jorge se elevó hasta caer en el asfalto. Los gritos de horror de los pocos presentes no se hicieron esperar. Llamaron inmediatamente a la ambulancia mientras que Jorge, lleno de sangre y agonizando admiró el cielo azul; el hermoso y perfecto cielo azul.

    El domingo 25 a las 3 y 30, Jorge murió.

    Murió al tomar el lugar de la muerte de su hijo. Él ya había vivido ese mismo fin de semana. Con la diferencia de que fue Junior quien había sido atropellado, siendo él quien originalmente perdió la vida. Quedó completamente devastado; rogó y rogó a los cielos a voz en cuello que fuera él quien quedara en el lugar de su amado hijo.

    Ante la muerte de su hijo comprendió que su vida, a pesar de tener lujos, un buen trabajo, ser atractivo, no era nada porque nunca disfrutó al cien aquello. Fue en ese momento en que el arrepentimiento lo golpeó, zarandeándolo; sacrificó todo, pero lo que nunca sacrificaría sería a su hijo. Y fue así, que una deidad se apiadó de aquel abatido y devastado hombre y le concedió aquel deseo; volvería a vivir ese fin de semana siendo ahora él quien tomara el lugar de su hijo.

    Y en ese último segundo de aliento, antes de que su alma pereciera, Jorge se dio cuenta que su verdadera felicidad se resumió en aquel fin de semana; los mejores días de su vida. Expiró con una gran sonrisa en su rostro, realmente satisfecho.

     
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    Fénix Kazeblade

    Fénix Kazeblade Creador de mundos Comentarista destacado

    Cáncer
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    La historia es sumamente conmovedora, mientras que leía sabiendo la premisa del escrito esperé encontrar alguna enfermedad o situación que bueno dictara sentencia a uno de los personajes que buscaría valientemente sobrellevar, sin embargo desde este giro argumental, se formó un nudo en la garganta:

    Hay personas que nos permiten sentirnos vivos, Jorge lo sabía.

    Gracias por participar en The Last Days.
     
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    The Makoto

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    Aries
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    No puedo decir que la historia no sea conmovedora ni inmersiva. Con esos aspectos has hecho un buen trabajo y conseguido un resultado muy eficaz. Y resalto bastante el factor duda que nos propones, pues el hombre está muy seguro de cuando será su final, pero no parece ni enfermo ni encontrarse encaminado hacia el final de niguna manera.

    Pero así como este bello y abritamente culminado pasaje está lleno de bondades también pudo ser más bello aun. Principalmente porque algunas cosas son contadas muy superficialmente, sobretodo los eventos del día sábado. Hubiese sido mucho más poderoso mostrarnos la felicidad que llena al protagonista que solo contarnosla. Enseñarnos parte de lo que hicieron un sabado en vez de el domigo decir "ayer la pasaron bien y fueron felices" (claro, exagerando un poco).
    Inclusl con algo de temor a que la historia quedase un poco larga, pienso que la redacción del día sábado se queda demasiado corta respecto a los otros dos dias. Incluso me atrevería a decir que queda un poco fuera de lugar con el resto del escrito.
    Pero bueno, es tan solo un aspecto que podrías (o no) tener en cuenta para tus siguientes escritos.

    De cualquier modo este pequeño problema que le veo tampoco es tan grande como para sacarnos de la inmersión. Lo cual habla buend de tu obra en general.
     
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    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

    Tauro
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    Wao, yo también de pronto imaginé que se trataba de alguien que padecía alguna enfermedad y de ahí lo que haría el personaje en sus últimos días. He visto algunas películas basadas en esta idea, así que también pensé: "bueno, otra de esas". Pero nada de eso, sino que quedé gratamente sorprendida por lo que lograste al transmitirnos las emociones de un hombre joven, tan lleno de vida como de salud. A medida que iba leyendo y descubrir que no había nada de lo que me había imaginado, pensé, ¿de qué va entonces esto, pues? Él iba a morir, pero ¿cómo? El querer descubrir por qué estaba seguro que sus horas estaban contadas, fue lo que me mantuvo en expectativa todo el relato, disfrutando de hecho de esos bellos momentos que padre e hijo estaban pasando y luego entonces, viene ese final tan inesperado y conmovedor.

    Un emotivo relato. Nos vemos en otro.
    TAM
     
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    Lionflute

    Lionflute Usuario popular Comentarista empedernido

    Aries
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    Hola! Primero lo primero, un par de detalles técnicos:

    Cuidado con repetir palabras tan cerca una de la otra. Entorpece la lectura.

    ¿Hay papá? Pues si está hablando con él, claro que hay. Si no, como exclamación sería: ¡Ay, papá!

    Fuera de eso debes revisar la acentuación de algunas conjugaciones de verbos, pero no profundizaré mayormente en ello.

    Respecto a la historia, tiene elementos muy buenos y otros no tanto. Rescato por sobre todo la premisa y la planificación de los hechos. Pasando a puntos amargos, crei que a veces hay sobrecarga de información innecesaria. Siendo una historia corta, más que en los hechos en sí y su descripción, debieras enfocarte más en qué pasó y cómo eso afecta a los personajes. Me parece extraño que el narrador sepa lo que piensa el jefe, pero no lo que piensa el protagonista al ver a su hijo. Eso tipo de sutilezas hace que la visión de la historia cambie. Como lector, a mi no me interesa el detalle de lo que hicieron, sino más bien entender el por qué esas acciones son significativas, o todo se vuelve relleno de texto.

    Creo también que el final pierde fuerza, puesto que toda la explicación de lo ocurrido me parece innecesaria. Es demasiado directo y le quita importancia al resto del texto. Pude haberme saltado todo y comprender el texto sólo con ese párrafo. Toda la relación de Jorge con su entorno era más provechoso explicarlo durante el texto, dejándolo entrever, si no es como si subestimaras al lector, que puede sacar sus propias conclusiones.

    Me gusta la idea de esa «historia paralela» que se nos cuenta en cursiva. Hay muchos aquí que no se atreven a hacer cosas así, pero creo que la explicación final también le resta fuerza a esto. Debiste continuar con ello hasta el final y dejarnos sacar a nosotros las conclusiones.

    Como consejo, limita los diálogos a lo necesario, a lo que aporte a la comprensión de la historia. Esos son mos momentos en los que puedes hacer que el lector entre en la piel del personaje, así que debes pensar bien las relaciones entre estos para hacer de los diálogos algo más vívido y creíble.

    Un par de cosas a mejorar, pero me gusta el estilo. Sigue así :)
     
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  6.  
    Lionflute

    Lionflute Usuario popular Comentarista empedernido

    Aries
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    Otra cosa que no me queda clara (perdón, estaba pensando un poquito más) es el por qué, sabiendo que va a morir, no se despide ni simbólicamente de su hijo. Tampoco la muerte me cierra del todo, porque pudo evitarla... sabía cómo murió su hijo. Sí, una deidad se apiadó del él y todo, pero entonces quizás lo mejor era que no supiera ni él mismo que iba a morir. Creo que hay un agujero argumental ahí. Cuidado con eso
     
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  1. Amy Akimoto
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