Aclaraciones: Narración. — Diálogo — “Pensamientos”. Advertencias: Posible OoC en los personajes. OC’s. No apto para SasuSaku fans. Género: Romance | Drama. Clasificación: T. Disclaimer: La serie y sus personajes no me pertenece a mí, sino a ®Masashi Kishimoto. Nota de Autor: Bueno, yo por aquí de nuevo... Hace unos días le prometí a Insane que publicaría esta historia en el foro, debido a unos fragmentos que publiqué en mi blog. No es nada excesivamente elaborado, de hecho, aún tiene un sinfín de faltas que apenas he conseguido corregir. Sin embargo, espero que sean comprensivos y, que de alguna manera, les guste. Sin más me despido, nos veremos en una próxima actualización. Un abrazo y un saludo. MATRIMONIO EQUIVOCADO. . ‹‹Las personas con miedo a cometer errores no aprenden mucho debido a que no saben mucho. La mayoría de las personas saben que aprender es un proceso físico, así como un proceso mental››. Anónimo. . Amor o error. La vida es una disyuntiva, un dilema que depende de nuestras decisiones, de lo bueno y lo malo que hagamos a lo largo de los años. De eso depende nuestro destino, de nuestras esperanzas. Sin embargo, no muy distante a esto. Está lo que planeamos, lo que queremos y lo que pensamos. Conforme avanzamos y crecemos, nos damos cuenta que la vida no es como la proyectamos, que no todo sale conforme a lo que nos hemos planteado durante toda la vida. Eso sucede cuando nos enamoramos, entonces nos damos cuenta que el amor no es el sentimiento más hermoso y que tampoco dura para siempre; que el fuego se apaga, que la pasión se extingue. O por lo menos, esa fue la conclusión a la que llegó Sakura Haruno, ahora, Sakura Uchiha. Porque sí, se casó con Sasuke Uchiha. Después de todo el revuelo, de la traición, de su duda acerca de las intenciones al volver a la aldea, si eran sinceras o puras patrañas para engañar a los demás y llevar a cabo otros propósitos, para nada bondadosos. Sakura acababa de darse cuenta que su amor fue tan efímero, como su relación con el menor de los Uchiha. Revisando aquel álbum de bodas, viendo como era su sonrisa. Vivaz y alegre, carente de cualquier sentimiento que no fuera felicidad y amor. Al ver el brillo de sus ojos ya extinto… Entonces notó que ya no era lo mismo. Apenas tenían dos años de casados y su relación se había apagado. Fue como si al decir sí, su relación matrimonial estuviera destinada a fracasar, a acabarse instantáneamente cual chispa muere al tocar el agua. Veía las fotografías, una y otra y otra vez, pero ya no llegaba aquella sensación escéptica, aquella emoción inagotable de felicidad y gozo, de haber logrado casarse con el que consideraba su primer amor, el amor de su vida y que la acompañaría hasta la muerte. Ahora, solo pensarlo, se imaginaba al lado de un ser desconocido y no de su esposo. Lo amaba, de eso estaba segura, pero ese amor se estaba apagando poco a poco y no por su culpa. Sino por la de él y su frialdad, su poco tacto y su indiferencia. Sin contar los múltiples engaños de los que era víctima. Porque sí, ella estaba consciente de que era engañada por su esposo, no con una, sino con muchas mujeres de la villa. Civiles, shinobis… No hacía distinción, si la veía y le gustaba se la llevaba a la cama. Sakura lo sabía, sin embargo, hacía oídos sordos y ojos ciegos a las situaciones. A los reproches de su inner, a las críticas y advertencias de sus amigos. Porque sí, también le advirtieron de que su matrimonio sería un fracaso. Su relación comenzó de la nada, y su boda fue rápida. Con veintiún años ya era una mujer casada y con un matrimonio, que en lugar de ser una luna de miel, era una cruz junto al calvario. No obstante, Sakura era orgullosa, les demostraría que estaban equivocados y que su relación con Sasuke no era un total y completo fallo. Esa era su segunda razón, la primera, que creció en un matrimonio sólido. Sus padres se conocieron y se enamoraron, mantuvieron su relación de forma tan fugaz como la suya con Sasuke, se casaron jóvenes, cuando ella ya estaba en camino y su matrimonio duró por muchos años, aún permanecían así. Fuertes, como una de las relaciones matrimoniales más firmes que había visto. Sus padres supieron sobrellevar las altas y bajas del lazo conyugal, supieron como consolidar su enlace y se veían tan enamorados como en su juventud. Algo digno de envidiar. Eso era lo que Sakura quería para su vida, para su matrimonio con el chico que había amado toda su vida. Eso era lo que haría con su matrimonio. Pasó la hoja del álbum, sonrió escuetamente al ver aquella fotografía donde aparecía un sonriente Naruto (ahora aspirante a Hokage), abrazándola con mucho cariño y alegría. A su lado, Sasuke, con una media mueca que parecía sonrisa, atrás de ellos, su sensei con aquel impecable traje negro y corbatín. Había cambiado su banda por un parche, y la máscara azul oscuro por una negra, tenía el ojo arqueado adivinando una sonrisa bajo su máscara. Y ella… Ella estaba en medio, con aquel pulcro vestido blanco strapless con escote de corazón, ceñido en la cintura y con una hermosa caída hasta el suelo. Esponjoso, con un hermoso y largo velo. Con el cabello recogido en aquel sencillo moño, el rostro enmarcado por un maquillaje sutil, pero con una linda sonrisa. Amplia y feliz. Los cuatro estaban ahí, como en aquella primera foto que se tomaron como equipo. Pero esta fotografía, era la primera que confería su amor y su espera… Más no sabía que sería también la del principio de su infelicidad… Una lágrima furtiva descendió por su mejilla izquierda, la quitó rápidamente como si alguien la vigilara en ese instante. Sabía que nadie la vería, pero era una acción de coacción hacia sí misma, no se permitía lamentarse de su decisión. Sakura amaba a Sasuke, su juicio no fue malo ni erróneo. Solo, quizá, apresurado… Con frecuencia llegaba a preguntarse si el casarse tan jóvenes fue lo correcto. Constantemente se reprendía cuando imaginaba que su pasión se interpuso ante su razonamiento, ante la espera. Sin embargo, ella ya no quería esperar, aguardó por él durante muchos años, no deseaba aguardar más tiempo para que su relación se solidificara. Simplemente su corazón no lo quería, aunque su consciencia se lo recalcara. Suspiró, le dio otra mirada furtiva a la fotografía antes de continuar observando las demás. Nada era como le pareció que sería. — ¿Sigues torturándote con eso? — la voz de su esposo le llegó de repente, con ese toque gélido e indiferente. La peli-rosa se sobresaltó un poco al escucharlo, no lo esperaba tan temprano en casa. — No te esperaba tan temprano en casa. Fue lo único que logró emitir, con una voz bastante suave, indistinta a su tono normal, el cual era fuerte y claro. Sakura ignoraba que, poco a poco, Sasuke había minado su carácter, su seguridad y su autoestima. — Terminé temprano mi misión — contestó simplemente. — Ah. Sakura se quedó en silencio. Así era siempre, él llegaba, intercambiaban unas cuantas palabras y luego se retiraba. Sin embargo, esta vez se quedó ahí, esperando por la respuesta a la pregunta que hizo inicialmente. Su esposa se sintió cohibida ante la mirada profunda, ante el semblante inexpresivo. "Se parece mucho a Itachi…" Se dijo internamente, no perdió de vista el hecho de que su esposo la veía en busca de una respuesta. A Sakura se le atoraron las palabras en la garganta, ¿qué le podía contestar a su Sasuke? “La verdad, que su matrimonio es una mierda por su culpa”. "No todo es su culpa…” le respondió a su consciencia. — Me gusta recordar el día de nuestra boda — respondió finalmente, fingiendo una sonrisa —. Aun no puedo creer que estemos casados. — Ni yo — dijo él, dándose la vuelta para ir a la habitación —. Y no sé si casarme contigo fue una buena decisión. Eso fue un golpe para su corazón, una respuesta que no se esperaba y le generó un horrible sentimiento de angustia en el pecho. El nudo de su garganta volvió, sus ojos picaron, pronto se llenarían de lágrimas. — Sasuke… — murmuró, con voz dolida y ahogada. Uchiha volteó a verla e hizo una mueca. — No empieces, Sakura. No estoy de humor para tus lloriqueos — dijo saliendo de la sala. Dejando atrás a Sakura con la mirada incrédula, el corazón cuarteado y sangrando poco a poco. Debían solucionar sus problemas, o su matrimonio fracasaría por completo. . . . Sakura desahogó su mal, luego se encaminó hacia la habitación que compartía con Sasuke y escuchó el ruido de la regadera. Su esposo se duchaba, seguramente porque estaba cansado y esa misma noche tenía una reunión con los jefes de los Clanes, el consejo y la Hokage. ¿Para qué? No tenía la menor idea. Y mientras su hermano mayor estuviera lejos, él era la cabeza del Clan Uchiha. Debía atender sus deberes. ¿Era verdad la reunión? Tampoco lo sabía, no le gustaba preguntarle a su shishou, seguro sospecharía algo. Y dado que ella fue una de las principales personas que le advirtió acerca de su matrimonio con el Uchiha menor, no quería darle más motivos para tenerle mala voluntad a su esposo. Exhaló profundamente, no quería continuar pensando en lo mismo. No obstante, necesitaba hablar con Sasuke acerca de toda esa situación entre ellos, tenía que encontrar la manera de tocar el tema sin que se sintiera presionado o acorralado por ella. Y terminara reclamándole que de verdad no lo amaba porque deseaba cambiarlo, como siempre lo hacía, cada vez que quería hablar acerca de lo deteriorado que se encontraba su matrimonio. Abrió la puerta de la cajonera y guardó el álbum, con mucho cuidado. En seguida tomó un par de prendas para cambiarse, pronto se iría a dormir. Al instante de haberse cambiado, Sasuke salió del pequeño cuarto de baño con una toalla atada a la cintura. Para Sakura, ver a su esposo con tan pocas prendas ya no era novedad, se había acostumbrado tanto a verlo en paños menores como al hecho de que él parecía no notar muchas veces sus miradas lascivas, su deseo porque le hiciera el amor… Hasta eso se había vuelto mecánico. Por lo menos con ella… Lo observó abrir los closets, las gavetas y tomar unos frascos. Se cambió con mucha rapidez. Sakura registró cada movimiento y forma de comportamiento de su marido, no se le hizo nada raro. Solo costumbre. Evitó soltar un suspiro, Sasuke no le prestaba la más mínima atención, extrajo un grueso libro que tenía debajo de su almohada y comenzó a leerlo. No importaba realmente si estaban en la misma habitación, cada quien hacía lo suyo. No obstante, mientras Sasuke se colocaba bien el botón del puño de su camisa celeste, miró a Sakura por el espejo del tocador. Se le veía muy tranquila, sumida en la lectura. Lo que sucedía cada vez que se sumergía en un libro que captaba su atención, independientemente si era médico o una novela romántica. La peli-rosa se concentraba mucho en cada palabra que leía. — ¿Alguna vez pensaste que las cosas nunca salen como se planean? — soltó él de repente. Haruno no se sobresaltó, esta vez estaba atenta a los movimientos de su esposo y lo único que hizo fue elevar la mirada, encontrándose con los ojos negros de él reflejados en el espejo. Los orbes de su marido se clavaron en las suyas como dagas, en una mirada honda y seria. Algo en su semblante le dio un escalofrío. — ¿A qué te refieres exactamente? — preguntó desconcertada, bajando el libro hasta dejarlo reposar en su regazo. Sasuke continuó arreglando su camisa, por un instante perdió los ojos de su mujer para revisar la atadura del botón de la camisa y en seguida se dio la vuelta. Fijó la mirada en la kunoichi que aguardaba por una respuesta. — A esto, Sakura. ¿A dónde vamos? ¿Te has preguntado eso? — inquirió, con mucha seriedad —. No has pensado, que a lo mejor casarnos no fue una buena idea. Esa no era una pregunta, sino una afirmación, una dolorosa e infortunada aseveración. — Sasuke, somos un matrimonio, debemos resolver esto. No podemos seguir así… — murmuró, en un tono suplicante. Uchiha resopló, ya no sabía realmente si tenía remedio o ella no comprendía que no lo había. Sakura estaba cegada, y él tenía parte de culpa en ello. — Nos casamos muy jóvenes, Sakura, debimos esperar un poco más. Su mujer no respondió, él sabía que ella también lo había pensado, no por una vez, sino por muchas. — Sí, eso me imaginé — respondió él por ella — ¿No has pensado que a lo mejor tú y yo no estamos hechos el uno para el otro? Un golpe más para sus ilusiones y esperanzas. Le caló tan hondo, que tuvo que recurrir a morderse la lengua y deshacer el nudo en su garganta para poder hablar. — ¿Qué quieres decir, Sasuke? — interrogó, agradeciendo que su voz no fallara, pero con mucho temor en el fondo. Tenía miedo de la respuesta que su esposo podía darle. — Nada exactamente. Sakura no le creyó. — ¿Has… Has pensado en alguien más? — indagó, esta vez dudosa y con cierto temblor en su voz. — No precisamente — respondió fríamente. Otro impacto a su corazón… — ¿Estás pensando en dejarme? — su voz salió quebradiza, como un cristal rompiéndose. Él frunció el ceño, ella ya sabía la respuesta a esa pregunta. — No — contestó, tajante —. Ya sabes que en el Clan Uchiha no existe el divorcio — concluyó, seria y fríamente con la mirada clavada en ella —. Me voy, no me esperes despierta. Seguido de esto salió de la habitación, y a lo lejos, escuchó el resonar de la puerta en la casa. Sakura se quedó mirando el lugar donde hacía instantes estuvo su esposo y ahora estaba vacío. Las palabras resonaban en su mente, si bien Sasuke acababa de darle un golpe bajo a sus esperanzas de mejorar su relación, también le dio un motivo para continuarla. “En el Clan Uchiha no existen los divorcios…” Había dicho. Eso le daba una oportunidad, un comienzo para encarrilar su matrimonio. Para hacerlo bien, de la mejor manera posible… Debía encontrar otra forma de llegar a él, convivir un poco más, pasar más tiempo juntos, o buscar el tiempo; aun con las ocupaciones de ambos. Con sus misiones y diferentes demandas. Sonrió interiormente a su consciencia, quien meneaba la cabeza en negativa y se cruzaba de brazos. Como diciéndole: estás demasiado esperanzada, no va a funcionar. La ignoró, era lo mejor, para su corazón, para su mente, sus esperanzas e ilusiones. Les demostraría que sus perspectivas acerca de su matrimonio con Sasuke no eran más que equivocaciones de ellos, no suyas. Aunque mucho después, se daría cuenta que la única equivocada era ella…
OMG OMG. Sakura Dios mío, mujer, debes abrir esos hermosos ojos verdes que tienes y hacer buen uso de ellos. Aunque sé, que si un noviazgo es demasiado difícil de terminar porque se lo está llevando el diablo, no imagino un casamiento. Al parecer la estudiante de Tsunade se le ha olvidado cuán bella es, y cuántos ninjas atrae, por ello la baja autoestima que aún Sasuke, con sus actitudes la hace decaer aún más. Me encantó que decidieras narrar en el mundo original, de verdad que las historias que más llaman mi atención suelen ser desarrolladas en el mundo Ninja. Esperaré la continuación. Contenido oculto Atrévete a comentar los escritos que te gustan, por acá se aceptan muy bien las críticas o el disfrute del lector al leer, saludos.
Hola, hola es agradablr tenerte en este foro. Este capítulo ha demostrado exactamente lo que se buscaba que era mostrar los sentimientos de Sakura y vrr como esta mas que ciega a lo que es evidente. Se aferra a una idea que hace años debió morir y a lo que las mismas acciones le dicen que debe terminar con eso. Sakura, has tomado bastante bien la personalidad de ella por que a fin de cuentas ella siempre le rogó al menor de los Uchiha, por que era perfecto y popular, pero debió pensar tal vez que no era la person indicada para ella, solo debia observarlo. Por la advertencia del inicio y por este final ya esta mas que claro que ese matrimonio terminará, quiero ver comp desarrollas la historia y más que nada quisiera ver como fue posible que Sasuke se casara con Sakura, sin quererla por que si la quisiera, no estarían en este punto, lo veo mas como algo obligado o monótono. El mal de los matrimonios. Quiero ver el papel de los demas personajes y el futuro que tomara la historia para demostrar que tal vez no todos los finales son felices. Me gustó tu forma de narrar, pude sentir los sentimientos de Sakura e imaginar las cosas que estaba viendo. No he notado errores, espero la continuación (:
Aclaraciones: Narración. — Diálogo — “Pensamientos”. Advertencias: Posible OoC en los personajes. OC’s. No apto para fans SasuSaku. Género: Romance | Drama. Clasificación: T. Disclaimer: La serie y sus personajes no me pertenece a mí, sino a ®Masashi Kishimoto. Nota de Autor: He aquí el segundo capítulo de esta historia. De ante mano agradezco los comentarios y aceptación que he recibido, también quiero explicar que esto es una especie de: What if? Ya que hay personajes que se supone deberían estar muertos, pero que aquí no lo están. Nada más lo digo por si se les hace raro. En fin, me despido y espero les guste la actualización, hasta la próxima. Capítulo 2. . ‹‹No culpes a la gente por decepcionarte, acepta que es tu culpa por esperar demasiado de ellos››. Anónimo. . Un nombramiento singular. No pasó un día para que su esposo fuese enviado a una nueva misión en solitario, lógicamente, siendo Jōnin de la Aldea debía atender las peticiones de la Hokage. La misión no sería larga. Puesto que ese mismo día se anunciaba al sucesor de la Godaime. Era, obviamente, su amigo y compañero de equipo. Sakura no olvidaba como Naruto casi se infarta al saber la decisión del consejo y los Clanes de la villa. Fue un gran impacto para él, en realidad se había esforzado mucho por obtener el título de Hokage. Pero, aun teniendo fe y esperanzas, difícilmente creyó realmente conseguirlo. Sin embargo, sus esfuerzos rindieron frutos y ahí se encontraban, esperando su nombramiento. — Estoy nervioso, Sakura-chan — habló, repentinamente el rubio. Haruno lo miró, en sus ojos azules había un pequeño brillo de inseguridad y temor que pocas veces vio. Una de esas veces, fue cuando la atacó poseído por el Kyūbi. También cuando Sasuke abandonó la villa. Provocándole un profundo dolor y, en la Cuarta guerra… Pensando que no lo lograría, no obstante, pudo salir adelante y parar esa masacre. Y ahí se encontraba, dispuesto y esperando su nombramiento como el sexto Hokage. Rokudaime Hokage. — No tienes porqué, Naruto. Te lo ganaste — animó ella sinceramente, con una amplia sonrisa. Provocando una en su mejor amigo. — Oye, ¿Dónde está Sasuke? — preguntó revisando por todos lados. No lo vio por ningún lugar, le parecía raro, se suponía que estaría ahí. Y no vieron señales de él. — Supongo que la misión sufrió algún retraso. Ya vendrá — contestó la esposa de su mejor amigo. Sakura fingió una sonrisa, dudaba de su propia respuesta, no le preocupaba que algo le sucediera a su esposo. Lo más probable era que estaba evitando verse inmiscuido en el nombramiento de Naruto. Solía huirle siempre a las reuniones sociales. Se tragó un suspiro, sus ojos jade se tornaron bastante tristes y distantes. Cosa que Naruto logró captar. — Sakura-chan, ¿qué sucede? — la pregunta la tomó de improviso, lo miró sorprendida. Si bien era cierto que Naruto fue catalogado como un chico hiperactivo, hablador y escandaloso. No era idiota. Y se percataba de casi todo lo que acontecía, sobre todo lo que tenía relación con ella y Sasuke. El rubio se dio cuenta que últimamente no se llevaban bien, y no necesitaba que se lo dijeran. Bastaba con ver a su ex compañera de equipo para saberlo. Porque Sakura no era una persona cerrada, sino transparente. Raras veces conseguía cubrir sus sentimientos y emociones, y también era muy mala mintiendo. Naruto sabía eso, no en balde pasó tantos años como compañero de Sakura. — Y no te atrevas a decirme que nada, porque te conozco muy bien — añadió, al ver que le daría una negativa a su pregunta. La peli-rosa sintió como si la hubiese acorralado. Los ojos azules se encontraban fijos en su figura, se sintió terriblemente, pero no quería estropearle el momento a Naruto con sus problemas. Menos quería que los supiera. “¡Claro! Porque fue uno de los que te advirtió de tu fracaso con Sasuke”. Sakura abrió la boca, pero nada salió de ella… Sinceramente, ¿qué podía decirle a Naruto que sonara creíble? Nada, absolutamente nada. — ¡Naruto, ya es hora! ¡¿Qué haces ahí parado?! — gritó una malhumorada Tsunade que lo llamaba desde la puerta. Tenía el ceño fruncido y las manos puestas en jarra sobre su cintura, mientras su pie izquierdo taconeaba fuertemente el suelo. Naruto tragó grueso y se apresuró a seguir a la que pronto dejaría de ser Hokage, para cederle el puesto. No obstante, antes de irse de ahí, le advirtió a Sakura que eso no terminaba ahí y que después hablarían muy seriamente. Ella no lo deseaba, porque no se creía capaz de mentirle a su mejor amigo… Soltó un suspiro, y finalmente decidió seguirlo, al fin y al cabo, ella también tenía que estar presente. . . . Pasaron dos horas, el nombramiento de Naruto fue una gran celebración. Aunque ya todos se lo esperaban, no pensó que sería tan emocionante. Y hasta ahora, a su pobre amigo no habían dejado de lloverle las felicitaciones. Las chicas no dejaban de acosarlo… Cosa que le hizo reír, ver la cara de apuro que tenía su amigo valía unas buenas risas. Sin embargo, aparte de la diversión que le provocaba ver a Naruto en apuros, Sakura paseó la mirada en busca de su esposo. Se perdió toda la ceremonia y no veía ninguna señal de que estuviera alrededor. ¿Le pasó algo? ¿Su misión se habría complicado y tomado más tiempo del esperado? Una angustia familiar tomó auge dentro de su pecho, una que reconocía desde que Sasuke y ella estaban juntos, cada vez que salía de misión. Comenzó a buscarlo con desespero, hasta un punto que creyó que se le paralizaría el corazón de la preocupación. — Deja de buscarlo, mi hermano está en casa — le llegó repentinamente la voz del hermano mayor de Sasuke. Volteó hacia él rápidamente, ¿en qué momento llegó? — ¿Cómo lo sabes? — preguntó con ojos entornados y desconfiados. — Porque yo soy su compañero de misión — contestó, serenamente. Sakura abrió los ojos sorprendida y a la vez dolida por la actitud de su esposo. Soltó un respiro, miró a su cuñado de reojo. Itachi Uchiha, el criminal rango S, asesino de su Clan. El que fue eliminado por la mano de su marido y ahora estaba vivo. ¿Cómo sucedió eso? Por una razón que pocas personas reconocieron en su momento. En la Cuarta guerra que se libró, se perdieron muchas vidas, civiles, shinobis… Entre esas, la vida del que fue el mejor amigo de su sensei, quien pudo resolver sus conflictos, ayudar a derrotar a Madara Uchiha para poder conseguir su Rinnegan. Porque al final, Obito Uchiha quería retribuir en una pequeña cantidad el daño que les causó a personas inocentes. Y poseer esa línea sucesoria le daba el poder de manipular la vida y la muerte… Lo que le permitió traer a Itachi Uchiha con vida, así y solo de esa manera, todo el mundo supo su historia, y las razones detrás de aquella cruel y sanguinaria matanza… Esa era la versión resumida de los sucesos, Sakura no estaba segura de que una línea sucesoria fuese tan poderosa como para devolverle la vida a alguien que llevaba varios meses muerto. Debía haber algo más, algo que ella desconocía. Un secreto, alguna técnica oculta… Parpadeó un par de veces y se enfocó de nuevo en su cuñado. Sakura notaba el gran parecido entre Itachi y Sasuke, era mucho y tan poco a la vez. El mayor se caracterizaba por su paciencia y calma, a pesar de la reputación que cargaba a su espalda. Itachi no era del tipo frío e indiferente, más bien entraba entre los reservados y tolerantes. Como Kakashi e incluso Neji Hyūga. En carácter y personalidad, los hermanos Uchiha tenían grandes diferencias y también en el físico. Puesto que Itachi era más alto y de cuerpo más delgado, tenía el tono de piel más oscuro y las facciones maduras. “Debes admitir que Itachi es más guapo que Sasuke”. Su mente le recordó que su cuñado, en efecto, era mucho más atractivo que su propio esposo. Se sonrojó ante ese tonto e inadecuado pensamiento que tuvo sobre Itachi. — Supongo que simplemente no quiso venir — articuló en un suspiro Sakura. — Ya lo conoces, no le gustan este tipo de eventos. Ella dudaba seriamente que fuese solo eso. — Creí que haría un esfuerzo por Naruto — replicó decepcionada por la actitud de Sasuke. Guardó silencio, en verdad el hecho de que su marido hiciera un poco de sacrificio por estar ahí, sabiendo lo importante que era para Naruto compartir su alegría con él, hundía el dedo en la llaga. Simplemente no quería esforzarse por mejorar las cosas, por mejorar nada en realidad. Cada día se apartaba más, de todo y de todos. Habían quedado en que lo intentarían. Más no veía mucho esfuerzo de su parte. Itachi lo notó, miró a su cuñada con perspicacia y se decidió a preguntar. — ¿Sucede algo, Sakura? Nuevamente, fue desconcertada por la misma pregunta e hizo lo mismo que con Naruto. — No, nada — respondió rápidamente, tanto que terminó tosiendo con el aire y la saliva que se le atoró en la garganta al hablar. Itachi supo que ese no era el mejor momento para preguntar. — Está bien — dijo —. Debo irme, tengo que entregar el reporte a nuestro nuevo Hokage — añadió con cierto toque divertido. Sakura soltó una risa, apostaba que Itachi no le pondría las cosas fáciles en ese momento a Naruto. Indudablemente se divertiría un rato antes de explicarle todo. Típico en su cuñado, solía hacerlo también con Sasuke. — De acuerdo, nos vemos luego, Itachi — se despidió. El hombre comenzó a caminar, pero antes de irse definitivamente se detuvo y la miró un momento. — Por cierto, felicidades por tu nombramiento como asistente del Hokage — comentó y le regaló una pequeña sonrisa. Parecía sincera, aunque no quitaba que también se mofaría un rato de eso. — Gracias. Enseguida Itachi partió, con la labor de entregar su reporte y molestar un rato al rubio Uzumaki. . . . Sakura llegó a su casa exhausta, en cuanto entró se encontró con su esposo en el sofá bebiendo sake… Dedujo que ya llevaba horas tirado en el mueble, pero que recién había comenzado a beber. Cerró la puerta haciendo un ruido fuerte, se quitó el abrigo y lo puso en el perchero. Con mal semblante se dirigió hacia Sasuke, que blandía un vaso con el líquido transparente a medio tomar. — ¿Por qué no fuiste al nombramiento de Naruto? Él estuvo esperándote por horas durante toda la fiesta y no te apareciste, ¡¿Qué te pasa Sasuke?! — vociferó colocándosele enfrente con las manos en la cintura y el rostro enfurruñado. Su marido elevó la mirada, honda e indiferente, le dio otro trago a su licor, y se dejó caer en el sillón recostando la espalda. A él parecía que le importaban tan poco sus palabras como su enojo. — No quise ir — contestó sin más. — ¿Por qué? Para Sakura saberlo tenía un doble sentido, como un arma de doble filo. Sasuke era tan sincero a veces que no le ocultaba mucho lo que hacía o dónde estaba, pero sí con quién. Por lo menos cuando se trataba de amantes, siempre lo negaba todo. — Porque yo fui uno de los que votó en su contra. Un balde de agua fría cayó en la cabeza de Sakura, se hizo hacia atrás como si acabara de darle una bofetada. Abrió los ojos asombrada, ¿realmente su esposo vetó a Naruto, su mejor amigo, al que éste consideraba su hermano? — ¿Por qué lo hiciste? — interrogó a media voz, incrédula. El Uchiha solamente se encogió de hombros y le dio otro trago a su vaso, terminándose así el líquido, enseguida lo depositó en la mesa de centro de caoba. — Me pareció incorrecto nombrar a alguien tan joven como Hokage. Aún tiene mucho que aprender. Sakura lo miró boquiabierta. — ¡Naruto es digno del título, Sasuke, se lo ha ganado! ¡¿Cómo pudiste hacerle eso?! — exclamó en desacuerdo. — Solo expresé mi opinión. — Su padre también fue joven cuando lo nombraron Cuarto Hokage, ¡no lo puedo creer! — recordó Sakura con voz en grito, dejando fluir su cólera. Sasuke resopló, restándole importancia a la pataleta de su mujer. Se levantó del sillón hastiado con dirección a la puerta. — ¿De qué te quejas? De igual manera lo nombraron Hokage — soltó indiferente y dando un portazo al salir. Entonces Sakura supo que no volvería a dormir esa noche… . . . El siguiente día, Sakura se levantó con mucho dolor de cabeza, los ojos hinchados y el pelo enmarañado. Se la pasó prácticamente toda la noche llorando, por la actitud de Sasuke, por su falta de entusiasmo sobre su matrimonio. A su relación… Lo que hacía replantearse una pregunta: ¿Sería correcto seguir adelante con su matrimonio, valía la pena? Y si era sí, ¿por qué lo haría, con qué fin? Su mente pensaba, cavilaba posibilidades, una nueva plática con respecto a su situación matrimonial serviría. Como también la posibilidad de tomar una terapia de pareja, podría funcionar. Pero primero tendría que convencer a su flamante marido de ir, o no tendría mucho caso. Los dos debían poner de su parte o no avanzarían jamás. Se dio la vuelta en la cama dándose cuenta que el lado de su esposo seguía intacto. “No vino a dormir…” “Seguro se quedó con alguna de sus amantes seguramente”. La recriminación de su consciencia le cayó como marqueta de hielo, sin embargo, la ignoró. Debía estar demasiado molesto para no volver, cosa que sucedía muy a menudo en los últimos seis meses. Con una respiración honda se levantó de la cama para darse una ducha, pronto tendría que partir hacia la torre Hokage para comenzar con sus labores como su asistente personal. Vaya si Naruto no pudo elegir a alguien más… . . . Cuando llegó a la oficina del Hokage, no vio a nadie, o más bien, absolutamente nada. — ¿Naruto? — preguntó, dudosa. — ¡Aquí, Sakura-chan! — gritó él, con la voz un poco deformada y elevando una mano. Extremidad que apenas pudo visualizar en medio de tantos papeles, torres y torres de papeles encima del escritorio. Ella no se quería ni imaginar el tiempo que les llevaría ordenar todo eso… — ¡Mierda! ¡La abuela me dejó el trabajo de seis meses! — gruñó, molesto por todas las filas de papeleo que parecían las próximas torres de vivienda para el Hokage. Miró las torres, luego a su compañera de equipo. Sakura lucía distraída, y no es que su rostro decaído y ojeroso se lo dijera. No. Claro que no. Era el hecho de que no replicara ante el mote cariñoso que acababa de darle a la antigua Hokage, y de no haber recibido uno de sus acostumbrados golpes mata neuronas. — Sakura-chan — llamó, en aquel tono que significaba que le preocupaba en demasía. La peli-rosa lo miró, en sus piedras jade había tantas cosas por descubrir, con frecuencia parecía un libro abierto. Para Naruto conocerla era más que suficiente, no hacía falta mirar sus ojos para darse cuenta que algo iba mal. Ver su semblante bastaba. — ¿Qué sucede, Sakura-chan? Cuando ella estaba a punto de abrir la boca, la puerta se abrió mostrando a la figura de la antigua Godaime. — Naruto, lo que me pediste ya está. Espero que sepas lo que estás haciendo — interrumpió Tsunade, antes de que el Uzumaki pudiera hacerle algún reclamo por todo el trabajo que le dejó acumulado. Claro, era su pequeña venganza después de tantos años sentada firmando papel tras papel. El chico sonrió ampliamente, con ese carisma característico. — Claro que no, yo hice una promesa y la cumpliré — aseguró, seriamente. Arrancando una ligera sonrisa en la antigua Hokage, realmente tenía muchas esperanzas puestas en Naruto. Y estaba segura de que a pesar de su juventud, Naruto no le fallaría. Eso era algo que sí podría apostar. Sakura los miró con curiosidad irritante, se sentía un poco excluida de un diálogo en el que se supone debería ser partícipe por ser la ayudante del Hokage. — Y Sakura-chan me va a ayudar — exclamó entusiasta, miró a la chica de cabellos rosados y le sonrió ampliamente —. Ya te tengo tu primera tarea como la ayudante del Hokage, Sakura-chan. En cuanto citó esas palabras, a Sakura la removió un sentimiento extraño que le provocó mariposas en el estómago. En su mente se plantó que esa tarea le cambiaría muchas cosas. Aunque seguramente, jamás se imaginó que su vida daría un giro de 180° a 360° grados.
Traté de no hacerlo pero me es imposible. ¡No puedo evitar fangirlear con el Itasaku, no sé, es como mi instinto! La narración fue tan dulce en el nombramiento de Naruto como Hokague que me salió una sonrisa al final de todo el capítulo, porque es su sueño y acaba de lograrlo. Además de eso, al Sakura trabajar con él tendrá tiempo sin esperar a que Sasuke, el hijo de sabrá quién, vuelva a casa, centrándose en ella. Pienso que eso ayudará muchísimo a que su autoestima suba, y vuelva a ponerse hermosa, porque toda ojerosa y despelucada no se puede andar por el mundo. Tsunade se lleva el premio en interrupciones hombre. Pero literal, es imposible que me caiga mal, es tan ella. Sasuke me está sacando el odio por quitarme mi avatar. Esperaré el próximo, saludos ♥
Aclaraciones: Narración. — Diálogo — “Pensamientos”. Advertencias: Posible OoC en los personajes. OC’s. No apto para fans SasuSaku o NaruHina. Género: Romance | Drama. Clasificación: T. Disclaimer: La serie y sus personajes no me pertenece a mí, sino a ®Masashi Kishimoto. Nota de Autor: Yo por aquí de nuevo, iba a retrasar el capítulo debido a motivos de fuerza mayor (dícese enfermedad...), pero me di unos minutos para darle unos cuantos toques y subirlo, no había porque demorarlo más de la cuenta. Así que, a quienes leen, espero que lo disfruten. Agradezco los comentarios, muchísimas gracias. Nos leemos la próxima semana. Capítulo 3 . ‹‹ Un pensamiento que no sea el resultado de una acción no es mucho, y una acción que no procede de un pensamiento no es nada en absoluto››. Anónimo. . Misión particular. — ¿Disculpa, cómo has dicho? Sakura estaba atónita, en su voz y su rostro había algo gracioso. Sin embargo, la propuesta no era para nada chistosa. — Sí, como oíste, Sakura-chan. Tú serás la precursora de este proyecto, tienes que llevarlo a acabo o yo me veré mal — dijo él seriamente. — ¿Pero es que acaso no hay jutsu que lo deshaga? — interrogó un poco afligida. — No, no lo hay, Sakura — articuló Tsunade, finalmente. La peli-rosa giró el rostro hacia ella. Su expresión totalmente seria, como la de Naruto —. El Sello del Pájaro Enjaulado se creó específicamente para que no tuviera solución alguna o, por lo menos, no una fácil. Fue hecho para el control mental y la restricción de habilidades de la rama secundaria del Clan Hyūga. — Entonces, ¿por qué quieren dejarme esto a mí? — chilló alterada. Era un gran reto, algo como socavar en un campo lleno de dinamita, ir a ciegas en algo en lo que poco sabía. — Porque después de la abuela, tú eres la más calificada para la tarea — contestó Naruto, adoptando una actitud de diplomático. E ignorando el hecho de que la rubia de grandes atributos y absurda fuerza descomunal, lo asesinaba a miradas por el mote cariñoso. — ¿Por qué no lo hace usted, shishou? — Porque ya tiene suficiente con el hospital y tú debes avanzar — cortó el rubio, evitando que Sakura convenciera a Tsunade —. Además… Hice una promesa y debo cumplirla. “¡Cuando sea Hokage, cambiaré el destino del Clan Hyūga!” Un rayo iluminó la cabeza de Sakura, y esa frase apareció en su mente, lo que provocó una expresión asombrada en su rostro. Miró a su mejor amigo con los ojos abiertos, éste le sonreía genuino y abierto. Supo que recordó de dónde provenía esa promesa. — Está bien… Lo haré — respondió la peli-rosa, finalmente. — ¡Gracias, Sakura-chan! — gritó Naruto, con una gran sonrisa. . . . Si Sakura creyó que ser la asistente del Hokage era estar irremediablemente jodida, atendiendo a un hombre que perdía a cada rato una pluma… Ahora estar en un grupo de investigación, el cual estaba encargado de encontrar la forma de quitar el sello del Pájaro Enjaulado por órdenes de su flamante y nuevo Hokage, era mucho peor que estar metida en su oficina obligándolo a firmar papeles y no dormirse. — ¡Mierda! — masculló molesta. No encontraba nada que le ayudara específicamente con su reciente misión suicida (porque es lo que le pasaría si todo salía mal). Se preguntaba si en realidad el líder del Clan ya lo sabía. No tenía idea, pero si Naruto y la ex Godaime la mandaron a ejecutar tal tarea, era porque Hiashi Hyūga ya estaba enterado del asunto. — ¿Muy ocupada, cuñadita? De repente escuchó la voz serena de Itachi, y estaba tan concentrada en su investigación que ni siquiera lo sintió llegar. “No sueles darte cuenta de eso”. Muy cierto, coincidió con su consciencia. Sin embargo, no le quitó la valentía de girarse con el ceño fruncido. Acentuando más la arruga de su frente al verle sonreír (una sexy sonrisa, cabe mencionar) burlón. ¿No que era un sanguinario serio y para nada cómico? — ¿Y tú qué demonios haces aquí, no se supone que estabas en una misión larga? — reclamó sin poder evitarlo. Lo escuchó reír ligeramente. Obviamente verla molesta era parte de su gracia, y ella como tal le daba gusto. De verdad que no aprendía las mañas de su querido cuñado. — Se supone, pero ahora tengo otra misión más corta y nuestro querido Hokage no tiene planeado mandarme lejos por mucho tiempo — contestó encaminándose hacia ella con una mano metida en un bolsillo de su pantalón. Se acercó lo suficiente como para revisar los pergaminos que estaban desperdigados por la mesa, con una estudiada paciencia y concentración. Solo entonces Sakura vio una pequeña arruga en su entrecejo, signo de que no le agradaba para nada lo que leía. — ¿Qué se supone que estás haciendo? — interrogó serio, levantando los ojos para mirarla. Sintió un ligero escalofrío en la columna, le recordaba tanto a su esposo… — Naruto… Me pidió que le ayudara en la investigación del sello maldito del Clan Hyūga… — murmuró. — ¿Para qué? Él insistió, Sakura suspiró. Después de todo, Itachi no tenía idea acerca de la promesa de Naruto. — Es una promesa que Naruto le hizo a Neji, en su encuentro en los exámenes Chūnin. No necesitaba saberlo todo, solo lo necesario. Claro que Itachi comprendió que esto era más importante para Naruto que para ella. No contrastaba con su personalidad, conocía a la kunoichi, y se percató que a pesar de ser una gran investigación que impulsaría su carrera como medic-nin, no lucía muy entusiasmada. Algo andaba mal, y tenía que ver con su hermano. — Es una gran promesa — mencionó él, enderezándose sin perder detalle de los escritos en la mesa. De reojo, contempló como Haruno volvió la mirada hacia los pergaminos y frunció el ceño, exasperada. — Una grande y prácticamente imposible — rezongó, irritada. — No lo es tanto — divagó Itachi, en voz baja y ligeramente pensativa. La peli-rosa inmediatamente elevó el rostro para mirarlo, entornó los ojos e inspiró. — ¿En qué rayos piensas, Uchiha? Itachi rió suavemente, cuando utilizaba su apellido no es porque estuviera muy contenta con él. O porque sabía que estaba jugando con ella adrede. — El Sello de los Hyūga se originó para destruir su psique, su estabilidad mental y luego sus neuronas. Volviéndolos frágiles y completamente inestables, incapaces de controlar su Dōjutsu, tampoco su cuerpo — explicó —. Fue hecho para que su Clan estuviera a salvo, para que al caer en manos enemigas no supieran el secreto de su Byakugan. — Eso ya lo sé, Itachi, no necesito clases de historia — refunfuñó la chica, él sonrió ante su impaciencia —. Solo dime lo que piensas, ¿por dónde debo comenzar? — Poniendo a prueba el sello de control, las ramas cerebrales y neuronales, donde ataca específicamente. Por ahí puedes partir. A Sakura se le iluminó el rostro, ¿cómo no había pensado en eso ella primero? Sintió envidia de la capacidad de análisis de su cuñado, se parecía mucho a la de Kakashi. Ella literalmente saltó de su asiento y casi corrió hacia la puerta, luego se regresó y le dio un beso en la mejilla a Itachi. — ¡Gracias, Itachi! La escuchó gritar desde medio pasillo, soltó una risa divertido por la euforia de su cuñada. Si tan solo su hermano supiera apreciar lo que tiene… . . . Sakura corrió como alma que llevaba el demonio al despacho de Naruto, cuando entró prácticamente tiró la puerta en el proceso y se encontró con un rubio concentrado en un pergamino. Aunque su rostro lucía muy concentrado, su mirada era distante, ausente… Algo no le gustó en sus ojos azules. — ¿Naruto? — ¿Eh? ¡Oh, Sakura-chan! Perdona, no te escuché entrar. Si su iris ostentaba de privación, su tono de voz no estaba desprovisto de esto. Sonaba igual que una persona desolada. Paró su euforia por el comienzo de su proyecto y se acercó hasta quedar frente a su escritorio, ocupó una de las sillas de enfrente. — ¿Qué sucede, Naruto? — lo oteó preocupada —. Y no me digas que nada, no te atrevas porque lo sabré — advirtió, al verlo abrir la boca con esa intención. El rubio soltó una inspiración, derrotado. No es como que pudiera mentirle a Sakura sin que se diera cuenta, lo conocía demasiado bien como para atreverse a engañar a su amiga. — Me enteré de lo de Sasuke — soltó sin más, sin anestesia —. Supe que votó en mi contra, Tsunade obaa-chan y Hiashi me lo dijeron… Decir que sintió su corazón comprimirse ante el tono decepcionado y triste de Naruto, era decir muy poco. Nunca se sintió más apenada y apesadumbrada por alguien, como podía estarlo por él. No solo era injusto, sino una traición por parte de una persona que él amaba y consideraba de su familia. Su hermano. No de sangre, pero sí de corazón y sentimientos. Aún no comprendía como Sasuke pudo haber hecho eso. Seguía preguntándoselo… — Naruto… — No, Sakura-chan — interrumpió rápidamente —. No es tu culpa, lo sé, no necesitas disculparte conmigo por él. Fue su decisión y por algo debió haberla tomado, no te culpo, ni siquiera a él… Solo… Me entristece que no confíe más en mí de lo que yo lo hago en él. Sakura lo contempló con ojos sorprendidos, a veces, le asombraba la madurez que su amigo podía tener en momentos y situaciones delicadas. Esta era, evidentemente, una en la que necesitaba de esa sabiduría. No descartaba que la influencia de Itachi y Kakashi ayudaron a la causa. — Y-Yo… — No te preocupes, Sakura-chan, estaré bien — le sonrió, con esa alegría habitual. Pero la emoción no llegó a sus ojos, y eso era triste… —. Ahora dime, ¿a qué venías? — preguntó, rascándose la mejilla, recordando la estrepitosa entrada de su compañera. Sakura esbozó una sonrisa, amplia y feliz. Como si hubiese encontrado algún tesoro. — Naruto, necesito que un miembro de la rama secundaria sea mi conejillo de indias y… — Necesitas a un miembro del Souke. Sí, lo sé. Haruno abrió la boca sorprendida, ¿cómo, cuándo…? — Tsunade obaa-chan dijo que podrías necesitarlos para la investigación — se encogió de hombros, pronto se escuchó un sonido sordo… — ¡Ay, Sakura-chan! Si sigues así tus golpes matarán mis neuronas — protestó doliente, sobándose la zona golpeada de su cabeza. — ¡Pues deja de decirle obaa-chan a Tsunade-sama! El rubio hizo un mohín y la peli-rosa gruñó, aunque en el fondo se alegraba de que recuperara su mal genio, aun si él terminase pagando los platos rotos… — Ya, ya. Pronto estarán aquí. Ese pronto se convirtió en inmediato. En cuestión de segundos la puerta sonó por medio de unos toques firmes, presto Naruto dijo un: Pase. En seguida, dos figuras se hicieron presentes. Una era alta, fornida y atlética. La otra, delicada, baja y voluptuosa. Se trataba de Neji y Hinata Hyūga. Ambos primos se presentaban ante Naruto con una reverencia estudiada, aunque la fémina parecía tener un sonrojo permanente cada vez que estaba cerca del rubio. Naruto por su parte, los recibió con una ancha sonrisa. Hacía mucho tiempo que no los veía, desde que tomó su cargo y de eso, casi un mes, tal vez más. — ¡Hinata-chan, Neji, qué gusto volver a verlos! — profirió el rubio desde su cómoda silla. — Hokage-sama — habló, respetuosamente Neji. A Sakura le removió interiormente la voz ronca y estoica del miembro del Bouke. Provocándole una ligera punzada en una parte de su anatomía que no quería mencionar, además unas mariposas se desataron en su estómago. ¿Por qué rayos le pasaba eso? — Ho-Hola, Na-Naruto-kun… — musitó sencillamente la chica de largos cabellos azulados y prominente delantera, que podía competir con la Hokage. El rubio únicamente le sonrió, desprovisto de cualquier malicia. Honesto y amigable como siempre. Ignorando deliberadamente el marcado rubor de Hinata, y el juego nervioso con sus dedos. — Bien, Sakura-chan, ellos te ayudarán con la investigación — anunció Naruto —. Ya están informados del asunto, así que no tendrás mayor problema. Informó formalmente, Sakura miró a sus próximos compañeros de equipo. Dos miembros del Clan más antiguo de la aldea, con los que tendría que convivir los próximos meses. Hinata era una chica tímida, pero dispuesta a ayudar. Al contrario, Neji, un chico reservado y tranquilo. Seguramente su parte analítica le serviría mucho, para el arduo camino que le esperaba en la solución del sello. — Ya pueden retirarse. Avísame si hay algún avance — se refirió a Sakura. Ésta asintió. En seguida se retiraron rumbo a las salas de examinación. Su trabajo comenzaba ya. . . . Horas más tarde, Sakura no pudo avanzar mucho, puesto que ambos miembros del Clan fueron requeridos inmediatamente con carácter de urgente por el líder del Souke. Más no significaba que no hizo nada, todo lo contrario. Fue capaz de ver la efectividad del Sello de Control. Lo que consiguió que su corazón se prensara como si lo sostuviera una tenaza, no era como que ver a Neji retorciéndose del dolor fuera lo más grato del mundo. Pese a que luchó y se resistió, no gimió o gritó, pero su rostro compungido lleno de dolor y angustia era más que suficiente para saber su sufrimiento. Además, tuvo que convencer a Hinata de que utilizara el sello. La sala era grande, espaciosa y con un montón de aparatos ubicados determinadamente para la examinación minuciosa del cerebro humano. Se contaban como cuatro o cinco máquinas diferentes. Desde encefalógrafos hasta escáneres y otros instrumentos que desconocían totalmente. Al llegar, tanto Hinata como Neji evaluaron su alrededor. La primera con admiración, el segundo metódico. — ¿Q-Qué necesita específicamente, Sakura-san? — indagó, la chica Hyūga. Sakura se quedó en silencio un momento, no sería fácil lo que le pediría. Así que se tomó su tiempo, para poder cavilar y encontrar la mejor manera de decir su demanda… — Ahm… — se quedó muda, observó a Neji, éste la observaba a ella con su iris opalino. No hondo, pero sí níveo como el blanco más puro. — El Sello, Hinata-sama — articuló él, a Sakura no le impresionó que él supiera lo que necesitaba. No obstante, las fastidiosas mariposas en su estómago se desataron de nuevo como un enjambre de abejas. Algo molesto, eran nervios. Se sentía inquieta de la mirada aguda y segura del miembro del Bouke. Enfocó su iris jade en Hinata, la chica sobresaltada miró a su primo angustiada. — N-No… Ne-Neji-nii-san… Susurró ansiosa ante las palabras de Neji. — Es necesario, Hinata — intervino Sakura, obteniendo la atención de ambos —. Necesito ver su efecto — titubeó, dudosa de su propia decisión. — Pe-pero… — Es necesario, Hinata-sama — reiteró Neji. Sus facciones inexpresivas no daban atisbo de nada, aunque su mirada lucía formidable. Algo que, seguramente hizo que la Hyūga reaccionara y asintiera en contra de su voluntad. Entonces, Sakura comenzó a preguntarse, ¿por qué razón la habrían mandado a ella en lugar de otro miembro del Clan? Todos sabían del carácter de Hinata, incapaz de hacer o ejercer algún daño a alguien. Menos a un miembro de su misma familia. — E-Está bien — cedió en un murmullo bajo y derrotado. En seguida Neji se alejó, tomando una distancia prudente de ellas. Contempló a Hinata y le hizo una señal afirmativa con la cabeza. Hinata la interpretó e hizo un par de sellos extraños con las manos, algo torpes pero efectivos. Pronto vio como Neji cayó de rodillas preso de un inmenso dolor, gruñía cual animal lastimado y enfurecido. Su mandíbula estaba tensa por la presión que ejercía con los dientes, las venas de su cuello se saltaron y a los segundos lo escuchó gemir quedo. Con dificultad llevó las manos a su cabeza. Para Sakura, observar toda aquella escena fue terrible. Sabía de los efectos del sello pero nunca tuvo la oportunidad de verlo, y en ese preciso momento ya no sabía si había sido una buena idea esa demostración tan dolorosa. Procedió a mirar a la Hyūga, que tenía plantada una mueca de angustia y aflicción, como si el dolor de su primo fuese su propio dolor. No la juzgaba, hasta ella misma podía sentir el martirio de Neji… — Y-Ya… Es suficiente, Hinata… — musitó Sakura, la chica soltó un suspiro de alivio y deshizo el Sello de Control. La medic-nin se apresuró a ver a Neji, éste soltó un jadeo de sorpresa y congoja. Había olvidado lo devastador de su efecto, lo recibió solo un par de veces, además de algunas que lo vio en su padre y por eso odio a la familia primaria. — ¿Neji-san? Él no pudo verla, simplemente se desplomó, preso de su inquieta respiración y el acelerado latir de su corazón. Transpiraba, y su vista lucía cansada y nublada. — ¡Ne-Neji-nii-san! Después de esa demostración tuvo que aplicar un tratamiento. Permitiéndole ubicar con su chakra las neuronas dañadas, no así las partes del cerebro que estaban interconectadas al sello. Fue algo básico, no le permitió gran avance. Necesitaba más, pero no estaba segura si quería que volviera a activarse el Sello de Control en Neji. — ¿Estás lista? Sasuke la llamó, sacándola de sus cavilaciones. Elevó la mirada y lo observó a través del espejo. Su esposo salía del baño, vestido con un traje de etiqueta, tan negro como su cabello obsidiana y sus ojos profundos. Le calzaba tan bien… Lo vio acomodarse el corbatín y mirarla, con simpleza e indiferencia. “Como siempre…” Le recordó su consciencia. — Ya casi — le contestó, con una dulce sonrisa fingida. — Hmp. Pues apresúrate, que ya vamos tarde. Él se retiró, sin detenerse a mirar el vestido negro con cruce en el cuello, ni el largo escote de la espalda que dejaba poco a la imaginación. O su cabello rosado, ahora largo y laceo que caía en ondas suaves por sus hombros y espalda. Ni el sutil maquillaje… Un conocido sentimiento se removió en su interior, se sintió desolada y estúpida. Angustiada y triste. La sensación reverberó en su pecho como un temblor, los ojos se le llenaron de lágrimas y no quería llorar. Estropearía su trabajo, e Ino la regañaría por su estado deplorable. No sin antes recordarle lo equivocada que estaba en cuanto a Sasuke. No, no podía… Inhaló profundamente, miró al techo y se calmó, no valía la pena llorar sobre la leche derramada. Ya no más. — Apresúrate, Sakura, vamos tarde. Le hostigó su esposo. — Ya voy. Contestó, debía recomponer su rostro, no quería que nadie en la fiesta se diera cuenta. No quería que nadie, notara su profunda tristeza…
Cuando ya no sabes si tirar del ItaSaku o Nejisaku, ¿pero por qué no de ambos? Lo sé, lo sé, muy codiciosa de mi parte, pero es lo que hay jaja. Me gusta muchísimo el cómo utilizas a Naruto, porque es literalmente natural su postura y/o comportamiento. Deberías incluirlo más seguido, porque se te da bastante bien. Y eso me lleva a confesar que mi corazón se estrujó al leer el cómo se sintió con la mierda que hizo Sasuke al votar en su contra, mucho hijo de su mamá. Por otra parte, Sakura no disimula su nerviosismo jaja, es cómico, pero más cómico es que creo y ni Neji ni Hinata lo notaron, tal vez porque al parecer no han compartido mucho con ella, pero vamos, que ahora ella tendrá que ver hasta la anatomía de Neji para ver cómo funciona la marca de maldición. Déjenme soñar que nadie cumple mis caprichos explícitos por acá (?) Mira que cuando Sasuke azaró a Sakura creí que ella no le iba a responder, tal vez para sacarle su genio y quitarle un poco de esa maldita indiferencia. Suena bastante bien, pero sé que eso lleva su tiempo, ya que no es como si cambiaras el menú del día, porque las relaciones interpersonal son bastante complejas. Nos vemos en el próximo, saludos.
No puedo creer realmente que Naruto recuerde cada una de sus promesas y más esta que es tan importante, impactante e incrieble. Las tres I. De verdad que el papel de Neji como rata de laboratorio es interesante, tal vez le fue ordenado, aunque muy en el fondo puede que el más que nadie quiera encontrar la solución a esa medida tan lastimera. El matrimonio de Sasuke y sakura esta más que roto, solamente que ella es tan terca y fuerte para poder aceptarlo, por que más que nada no quiere darle la razón a sus amigos y a ella misma que sabe que las cosas estan en ese punto y sigue con é, que no la quiere ni espera nada. Las mujeres que sufren alguna agresión o más que nada Sakura son las que presentan este transtorno tal vez. De verdad que seria completamente impactante un ITASAKU, primero que nada como un golpe en su punto más bajo de Sssuke que no valoró a una buena mujer y que su hermano si pudo, tal vez de igual forma el lo vea como que le quitó a su mujer, lo cual sería como darle una lección, además que has dado unos indicios tan agradables de Itasaku cuando ella reconoce que es mejor que su esposo(? Además que el mismo ha aceptado que Sasuke esta dejando ir a una buena mujer. Fangirleo con esta pareja a mil y más en esta situación donde haces ver a Sasuke como un hijo de su mamita santa. He notado algunos acentos que te has comido peor nada realmente grave, me gusta como narras y tu forma de expresarte, llegar al lector y hacer que visualicemos las escenas. Espero la continuación. Saludos
Daré los lineamientos de siempre. Aclaraciones: Narración. — Diálogo — “Pensamientos”. Advertencias: Posible OoC en los personajes. OC’s. No apto para fans SasuSaku o NaruHina. Género: Romance | Drama. Clasificación: T. Disclaimer: La serie y sus personajes no me pertenece a mí, sino a ®Masashi Kishimoto. Nota de Autor: Bien, por aquí de nuevo llevándoles el capítulo cuatro de este fic, creo que no tengo mucho que agregar más que tengan paciencia porque esta en particular es una historia lenta, bastante cabe recalcar. Estoy tratando de no dañar mucho las personalidades de los personajes, pero con Naruto me cuesta, no me gusta hacerlo parecer idiota... Lo prefiero un maduro bromista, me apego más a eso. Así que espero comprendan. Ya, fuera de eso, espero que los disfruten, de antemanos doy las gracias a los/as que leen y me comentan, en verdad me motivan mucho. Nos vemos el próximo sábado. Capítulo 4 . ‹‹Hay momentos en que las atribulaciones se presentan en nuestras vidas y no podemos evitarlas. Pero están allí por algún motivo. Solo cuando ya las hemos superado entenderemos por qué estaban allí››. Anónimo. . De tratamientos y discusiones. Cuando llegaron a la mansión Hyūga, una linda y angelical Hinata los recibió. La tímida chica llevaba un bonito vestido blanco, de tirantes anchos y poco escote. Largo hasta los tobillos, en sus pies unas bonitas sandalias color plata y su maquillaje natural, ni siquiera parecía que tuviera alguna capa de cosmético. — Bue-Buenas noches, Sakura-san, Sasuke-san — reverenció, respetuosa y educadamente. En sus mejillas se visualizó un pequeño sonrojo, de verdad, observar al matrimonio Uchiha era como dar un vistazo a una belleza exuberante. Sakura había crecido, su cabello ahora se mantenía largo como un recordatorio de los días en que veneraba al menor de los Uchiha. Su cuerpo adquirió más curvas que en su adolescencia, y ya nadie podía mofarse de lo plano de su pecho. Creció considerablemente, pero no tanto como para competir con Hinata o Tsunade. Pero por lo menos ya no era plana. Y ese vestido negro asentaba muy bien su esbelta figura. Sasuke por el contrario, mantenía su belleza Uchiha, tal vez menos gallardo que su hermano mayor, pero no así menos guapo. Juntos, se veían realmente bien. — Buenas noches, Hinata — le sonrió Sakura, con una sonrisa cauta. Por parte de Sasuke, solo recibió un asentimiento. — Pa-Pasen, por favor. La chica de largos cabellos azulados se hizo a un lado para que la pareja pudiera internarse en la mansión. Una exquisita estructura arquitectónica japonesa, muy tradicional y compleja. La organización por excelencia y la combinación de los efectos visuales excelsa. Agradable a la vista, y ahora muy poblada porque la mayoría de familias y conocidos de la Villa se encontraban ahí, para celebrar el cumpleaños número sesenta del patriarca del Souke. Terminado su ligero recorrido en la estancia, se percató de que su marido ya no estaba a su lado. Se había ido, seguramente en busca del alcohol. Se tragó un suspiro decepcionado, se giró hacia Hinata, quien apenada notó lo que pasaba y lo manifestó por medio de un rubor en sus blancas mejillas. Sakura también se sintió abochornada, tanto que tuvo que desviar la mirada y buscar sin proponérselo a la figura de su primo, Neji. Sin encontrarlo por ningún lugar. Intranquila frunció el ceño, comenzó a preguntarse si estaría bien después de aquel episodio esa misma tarde en el laboratorio de prueba. Y si no… ¿Dónde estaría? ¿El Bouke tendría su propia dependencia? — ¿Y Neji-san? La pregunta salió rauda y con un tono interesado, matizando así mismo la inquietud que sentía. Hinata le miró preocupada. — É-Él no se siente bi-bien… Su do-dolor de cabeza n-no cesa… — murmuró, con tono culpable y la mirada gacha. Realmente no tenía cara para ver a Sakura y menos a su primo, sentía que era su culpa. Las sospechas de la peli-rosa se comprobaron. — ¿Podrías llevarme con él? — pidió, inmediatamente la Hyūga elevó la mirada, esperanzada —. Necesito revisarlo y aplicarle otro tratamiento para que se reponga, ¿puedes llevarme con él? La heredera del Bouke la observó, un tanto dudosa aunque estaba más afligida, realmente se sentía lo suficientemente responsable del malestar de su primo. Así que sin pensárselo mucho, la tomó de la mano y la llevó entre pasadizos, largos y cruzados pasillos. Limpios y sobrios, sin poder detallar mucho, puesto que Hinata la llevaba muy rápido. Pronto se vio rodeada de otra mansión, un tanto más grande que la principal, o a lo mejor menos decorada, más parca. La Hyūga la llevó por un largo pasaje hasta una habitación. La heredera tocó dos veces. — Ne-Neji-nii-san. Lo llamó, pero no obtuvo respuesta. Hinata miró a Sakura, acongojada, como esperando una aprobación para poder hacer lo que pensaba. Solo recibió una mirada firme de parte de la medic-nin, así que abrió la puerta corrediza. El lugar era amplio y oscuro, no lo suficiente como para ignorar siluetas, la habitación era sombría, pesada y silenciosa. — ¿Ni-Nii-san? — murmuró Hinata. La visión de la peli-rosa se desvió, su único punto importante era la figura que se encontraba sentada a la orilla de la cama, encorvada, con la mirada y el rostro hacia el piso. Neji estaba vestido con un traje gris plomo, por los puños de la camisa, asumió que el color era negro. Parte del largo cabello castaño de él cubría su rostro, impidiéndole ver su expresión. Se presionaba las sienes con las manos de forma simultánea, como si así pudiese aplacar el dolor. — ¡Neji-nii-san! La alertó el grito de Hinata, el heredero del Bouke se precipitaba hacia el suelo y ambas reaccionaron rápidamente. Aunque por su peso, las dos terminaron en el piso junto a él. — ¡Neji-san, Neji-san!, ¿puede oírme? — clamó Sakura, preocupada al ver su rostro contraído en una mueca aguda. — Agh — gruñó Neji. — Ni-Nii-san… — gimoteó Hinata. — Más bajo — protestó él, con voz gruesa y profunda. A Sakura le provocó un escalofrío irracional. — ¿Qué? — indagó ella sin comprender a lo que se refería. — La voz — objetó él —. Hablen más bajo, siento un martilleo y me lastima. Hinata se llevó las manos a la boca antes de soltar un sollozo. Sakura la miró, aquella pregunta que se hizo en un principio regresaba a ella de forma más insistente, ¿por qué razón la enviaron a ella precisamente a hacer ese trabajo con su primo? Evidentemente Hinata no poseía el carácter para efectuar y menos para lidiar con las secuelas del Sello maldito. ¿Quién pudo decidir algo así? No tenía idea, tampoco había tiempo para especular. Ya que el quejido del heredero del Bouke la atrajo de nuevo a su trabajo, observó cuidadosamente como el entrecejo presentó una arruga leve que le indicaba el grado de molestia. Sus ojos permanecían cerrados, como si la luz proveniente del baño le molestara. A pesar de ser muy leve, lóbrega y tenue. Apropiada para hacer aquellos que quieren hacer el amor sin exponerse completamente. Un momento, ¿hacer el amor? ¿En qué demonios pensaba? Agitó su cabeza asombrada por su pensamiento. Contempló como los ojos de Neji se abrían levemente, una rendija en la que pudo apenas visualizar su dilatada pupila perla. Seguro el dolor era severo, no obstante, tenía una mirada profunda que le generó un estremecimiento aún más raro. Perturbada, preguntó. — Neji-san, debo terminar de aplicar el tratamiento para que pueda sentir alivio, ¿de acuerdo? — él asintió paulatinamente, parecía que incluso parpadear le producía afección. Lo dedujo por la mueca que hizo antes de cerrarlos nuevamente —. Hinata, ¿puedes ir por una toalla, por favor? La chica asintió repetidamente, casi corrió al baño por las toallas que requería para secarle el sudor al chico, el dolor le hacía transpirar. Sakura respiró profundamente y ejecutó su Ryō no Jutsu, llevó una mano a la parte izquierda de su frente. Cuando aplicó su curación hacía unas horas, se centró más en su parte derecha que en su lado izquierdo, así que estaba segura que su dolor provenía de ese lado. El tratamiento que aplicó fue tan apresurado que temió haberle dañado inconscientemente en lugar de aliviarle. Aplicar chakra en la cabeza de alguien, por mucha experiencia que se tuviera es un trabajo arduo y delicado. Si no se tiene el control de chakra perfecto, se pueden llegar a dañar neuronas e incluso, partes cerebrales conectadas a estas u otros nervios de la zona manipulada. Por eso, haberlo aplicado a la ligera a pesar de su práctica, le daba cierta inseguridad en el resultado. No obstante, al escuchar el suspiro de alivio de Neji, supo que estaba haciendo bien su trabajo, que el método estaba funcionando. Sintió el cuerpo masculino relajarse, los hombros se destensaron y la palidez de su rostro comenzó a desaparecer junto a la expresión de mortificación que tenía en un principio. Pronto Neji comenzó a mover sus párpados, los abrió lentamente hasta que se enfocó en sus ojos jade. Su mirada era neutra e insondable. Su rostro inexpresivo, tan impasible que provocaba nerviosismo. Y eso le estremeció, tanto que temió perder el control de su jutsu. — ¡Sa-Sakura-san, aquí están! La voz frágil de Hinata interrumpió la conexión de sus miradas, Sakura izó la suya y le sonrió a la chica. — Gracias, Hinata. La chica de cabellos azulados le pasó la toalla en cuanto el tratamiento concluyó, pasó levemente el paño sobre la frente sudorosa del Hyūga. Éste estaba atento a cada movimiento de Sakura, la seguía de forma sistemática e interesada. Después de unos minutos detuvo su mano, sujetándola a través de la muñeca, el agarre no era fuerte; pero sí firme. El contacto de su piel con la de ella, estimuló una especie de electricidad espontanea. Que obviamente, Sakura no pudo ignorar. — Ya estoy mejor, gracias — tal parecía Neji si lo conseguía. Su tono solemne le dijo todo. Lo único que atinó a hacer Sakura fue asentir, apartó su mano como si la hubiese quemado. Sentía un hormigueo familiar en una zona de su cuerpo que solo reaccionaba al ser tocada, región que había sido olvidada hace más de un mes por su esposo. El cual en ese preciso momento se mantenía en alguna parte de la mansión principal, y seguramente estaría preguntándose en ese instante donde se encontraba. Si es que le importaba… Neji comenzó a levantarse, de forma lenta y resuelta. De inmediato vio alzada la alta, atlética e impoluta figura de Neji Hyūga. Tan elegante y atractivo como un bonito maniquí de aparador, aunque su expresión solemne y seria la dejó sin aliento, antes que de brío. Empequeñecida, así se sintió cuando logró ponerse en pie. — Ni-Nii-san, ¿de verdad estás bien? Porque pue-puedo disculparte con pa-papá y… — No es necesario, Hinata-sama. Iré en un momento — cortó educadamente a su prima. Hinata se sentía culpable, aunque era una chica muy perceptible y observadora, su inocencia le hacía ignorante a muchas cosas. Como sucedía en ese momento, en el que no logró distinguir la tensión y el cambio de actitud de Neji. — Ahora, si me disculpan. Ambas comprendieron que debían dejarlo solo, que seguramente ya se sentía mejor. Salieron de la habitación y retomaron los pasillos para volver a la fiesta, ya habían perdido bastante tiempo, seguramente varios estaban preguntándose en donde se habían metido. — Gra-Gracias, Sakura-san. La detuvo Hinata e hizo una reverencia que le sorprendió, tanta formalidad y educación, para Sakura era demasiado. Ella solo hizo su trabajo, o más bien, lo finalizó. — No hay nada que agradecer, Hinata. Es mi trabajo — dijo regalándole una pequeña sonrisa. Que como sucedió anteriormente, no le llegó a los ojos… — ¡Sakura-chan! — el gritó les llegó de frente. Su flamante Hokage se acercaba a ellas con paso audaz, inmediatamente notó como Hinata pasó de estar pálida a rojo incandescente en un parpadeo. La verdad no era para menos. Naruto se presentaba ante ella con un bonito y pulcro traje en color azul oscuro, elegante y sofisticado. Complementado por una camisa celeste aqua y una corbata azul eléctrico. Con sus cabellos desordenados, esbozando una gran sonrisa. En realidad, estaba para enrojecer a cualquier chica, al igual que su cuñado. Solo que Itachi era fiel a su estilo, no llevaba corbata. Aunque algo le decía que más bien le copió a su ex sensei, porque tampoco solía usarla en reuniones formales. Decía que se sentía como un pingüino con traje, como si fuese a su boda. Desatando bromas y risas, burlándose de su eterna soltería. Kakashi solo soltaba una diminuta risa entre dientes y los ignoraba como si no pasara nada. — Na-Naruto-kun. — ¿Ah? Hola, Hinata-chan — sonrió Naruto, al percatarse de la presencia de la heredera del Souke. La Hyūga pronto aumentó de color y empezó a transpirar, algo muy gracioso. Sakura se obligó a intervenir, la situación podía ponerse seria y la chica terminaría desmayándose, como ya había sucedido con anterioridad. — ¿Qué sucede, Naruto? Silenciosamente, Hinata agradeció la oportuna intervención de la peli-rosa. — Ven conmigo, necesito decirte algo. Si nos disculpas, Hinata-chan. Apresuradamente se llevó a Sakura lejos de la heredera del Souke. Ya alejados, se detuvieron en un lugar neutral, lejos de todos aquellos oídos chismosos, pero lo suficientemente visible para que pudieran tener acceso a ellos sin parecer otra cosa. — ¿Dónde has estado? ¡Sasuke está bebiendo como un puto barril sin fondo! — Yo estaba… ¿Cómo dices? ¿Está borracho? — preguntó, afligida de lo que el alcohol solía causarle a su flamante y respetuoso marido. — No, aún no. Itachi ha logrado frenarlo, y creo que hasta le pidió un café cargado — respondió aliviándola — ¿Dónde rayos estabas? Sus voces eran casi un susurro, para una fiesta en donde la música aburrida reinaba para el festejado. — Atendía al primo de Hinata porque… — ¿A Neji? ¿Le pasó algo? ¿Está bien? — Ahora sí — murmuró, un tanto aturdida y molesta. — ¿Es por las pruebas? — Sí. — ¿Dónde está? — inquirió repentinamente serio y preocupado. — Creo que… — paró un instante, los murmullos de algunas féminas llamaron su atención. Capto las miradas de algunas en una sola dirección. Una que ella también siguió, atraída como por una fuerza gravitacional que no la dejó indiferente. Observó la figura de Neji Hyūga. El chico caminaba hacia el gran salón para encontrarse con Hiashi y algunas amistades de sus amistades; entre ellas, la antigua Hokage y otros líderes que habían llegado especialmente para festejarlo. Entre esos el Kazekage de la Aldea de la Arena. El pelirrojo estaba ahí de visita por cuestiones políticas, y aprovechó para quedarse un tiempo más debido a la celebración. Naruto estaba encantado. Sakura observó cómo Neji se acercaba a las figuras diplomáticas y las saludaba con aplomo, respondía con fluidez y se mantenía al mismo tiempo al margen, sin perder detalle y haciendo intervenciones oportunas. No sonreía, mantenía su inexpresivo rostro. El hombre, porque eso era, un hombre; no un chico de sentimientos fracturados y ego marcado. La medic-nin apreció el arreglo de su traje, acomodó su corbata de color platino oscuro, de una tela brillante como un diamante y delicada como la seda. Su larga cabellera castaña estaba perfectamente atada y acicalada. Se veía excelso. Tan atractivo que robaba suspiros sin proponérselo, y ella llegó a comprender el porque la mayoría de féminas tenían la mirada puesta en uno de los solteros más apetecidos en el mundo shinobi. “Y estoy segura que de la aldea completa”. — No me parece que esté tan mal — comentó Naruto. Dio un respingo, por un momento olvidó que estaba a su lado. Parpadeó y le devolvió la mirada, de reojo. — No lo estaba hasta hace un momento. En menos de dos segundos escucharon una pequeña discusión entre los hermanos Uchiha, al parecer, el menor estaba discutiendo con Itachi porque le parecía que lo controlaba. O algo similar. — Sakura-chan — llamó el rubio, esta vez su tono era serio y aunque no la veía directamente, ya que tenía la vista clavada en las personas a su alrededor, sabía que era con ella —. No me gusta decirte que hacer. No sé qué problemas hay entre Sasuke y tú, pero ve con él y contrólalo antes de que comience a hacer estupideces — la vio abrir la boca, y decidió hablar pronto —. No lo niegues, ya luego me contarás. Por ahora iré a ver que Tsunade obaa-chan no se trague todo el sake y luego no sepa donde durmió ni con quien. Tan rápido como dijo eso se fue hacia el salón a quitarle el vaso con sake a la rubia de grandes atributos, que no pudo darle un zape porque estaba ya bastante borracha y perdió el equilibrio. Mientras que ella fue hacia el lado contrario, a buscar una forma de controlar a su esposo, antes de que dijera cosas que no debían saberse. . . . — Ya no necesito de tu protección, Itachi. Puedo cuidarme solo. — No te estoy protegiendo, te evito una vergüenza. — ¿Y eso qué? No es tu problema. — Pues deberías dejar de beber, no solo será una humillación para ti, sino también para tu esposa. — Como si a mí me… — ¡Ya basta Sasuke! — interrumpió Sakura. Si bien alzó la voz, no se le notaba enfurecida o molesta, sino más bien apenada por la actitud de su esposo. De paso, advirtió lo que iba a decir antes de interrumpirlo. — Creo que no es el momento indicado para que discutan, si quieren arreglar sus diferencias este no es el lugar — los reprendió —. Sasuke, por favor, deja de beber… — rogó con voz ahogada cuando se acercó a él —. Por favor… Realmente para Sakura era algo más allá de una simple borrachera. Sabía que estaban mal, también que Sasuke no era la persona más discreta del mundo cuando el licor circulaba por sus venas en cantidades desproporcionadas y abundantes por su sistema. Volviéndolo hablador e incoherente. Desafortunadamente todo lo que decía eran verdades, nada de falsedades. Le escuchó chasquear la lengua, molesto. — Dame es maldito café. Prácticamente le arrebató la taza a Itachi de las manos y comenzó a beber. Sakura sonrió y soltó un jadeo, aliviada, también feliz. Después de todo, todavía tenía un poco de dominio sobre su esposo. — Que bueno que llegaste, seguro habríamos terminado en guerra de haber seguido por el camino que íbamos. Itachi se acercó a ella en cuanto su hermano se alejó para sentarse en uno de los sillones a terminarse su café. Lo solicitó extremadamente cargado, seguro le pararía la borrachera y de paso el sueño. — Lo sé… — concordó Sakura suspirando agotada —. En realidad no sé en qué pensaba cuando comenzó a beber de esa manera — murmuró, un poco contrariada. — Creo que en la infelicidad que se provoca a sí mismo al no aprovechar lo que tiene. La respuesta de su cuñado la hizo girar en redondo, obvió el hecho de que le sacaba cuando menos cabeza y media de estatura, consiguiendo echar la cabeza hacia atrás para poder mirarlo a la cara. Además, admitía que, enfundado en ese traje negro, se veía recio. Pasando por alto que tuvo que ignorar los botones sueltos de la camisa oscura. Sexy y casual. Enrojecería, de no ser porque estaba consciente del sex-appeal de Itachi y estaba acostumbrada a tenerlo cerca. Asimismo tenía curiosidad por la frase que acababa de escuchar. — ¿A qué te refieres? — A que pronto se dará cuenta de que perdió el tiempo coleccionando piedras, cuando pudo quedarse con un diamante. Su cuñado siempre fue enigmático, en sus frases y su forma de ser. Ahora era un poco más suelto, eso no quitaba que pocas veces le encontraba pies o cabeza a lo que decía. Algo que se le hacía muy familiar… “!Claro, es muy común! En Kakashi-sensei…” Su ex sensei tenía una habilidad innata para hacerles perder la cabeza con unas cuantas palabras, tontas y rebuscadas, decía ella. Pero al final, siempre ciertas. Seguramente Itachi se las había copiado. En ese instante precisamente era donde comenzaba a cuestionarse si ser compañeros en ANBU era bueno y no contraproducente para él, y de paso, para ellos. — ¿Qué…? — Debo irme, alguien acaba de llegar — cortó Itachi, esbozando una diminuta sonrisa. Inmediatamente le vio dirigirse hacia una guapa peli-negra de ojos carmesí, envuelta en un largo y despampanante vestido color vino con caída sutil, tenía una abertura desde el muslo hasta los tobillos. Dejando a la vista sus esbeltas piernas y su piel clara. Observó a su cuñado acercarse a Kurenai Yūhi. La saludó cortésmente, luego los vio perderse entre la multitud de shinobis, todos de su generación. Suspiró, Sakura volvió a buscar a su esposo que se encontraba en el sillón y se dio cuenta que ya no estaba… — Esta será una larga noche… — murmuró para sí. Lo mejor era buscarlo, antes que terminara en la misma situación por la que llegó Naruto la buscó en primer lugar. Vaya problema…
El momento en el que ella acudió en su auxilio se me hizo tan lindo. Verlo sufrir ciertamente por el experimento fue algo que depositó culpa en ambas féminas, pero el cómo se conectó su mirada con la de él fue invaluable. Hinata ahí toda inocente con lo que sucede a su alrededor hasta que llega Naruto, porque ahí si despabila. Sasuke es un idiota al buscar alcohol al solo llegar a la reunión. Debe ser una vergüenza ante su apellido ese comportamiento de adolescente contenido, y más si lleva a su mujer al lado, pero como es todo me importaunculista habrá que esperar, porque cuando se de cuenta que está en brazos de otro ahí si querrá con ella (?) Neji es demasiado sexy, y hoy me he dado cuenta que he leído diversos shippeos de éste. Esto se está llenando de Neji y me toca recurrir a Naruto para hacerlo sobre salir un poco, jaja. Esperaré el próximo, saludos.
Dejo los lineamientos de siempre. Aclaraciones: Narración. — Diálogo — “Pensamientos”. Advertencias: Posible OoC en los personajes. OC’s. No apto para fans SasuSaku o NaruHina. Género: Romance | Drama. Clasificación: T. Disclaimer: La serie y sus personajes no me pertenece a mí, sino a ®Masashi Kishimoto. Nota de Autor: Se suponía que iba a actualizar cada sábado, pero por problemas de salud me he visto imposibilitada para andar por aquí. Sigo enferma, pero no iba a dejar pasar este sábado. Espero que el capítulo sea de su agrado, nos veremos la próxima semana. Capítulo 5. . ‹‹No hay que sobrestimar lo inusitado. Hay que dotar de aguijones a lo común y corriente››. Anónimo. . Traba. Tímida, reflexiva, calmada y muy educada. Un alma bondadosa e inocente, pura y casta. Dispuesta a ayudar a todo aquel que lo necesitara y a quien pueda servir. Agradecida con aquellos que la ayudaban y la querían. Por esa razón, para ella, haber tenido que ejecutar el Sello de Control de su Clan fue un gran paso y una pequeña fractura en su corazón. Ella no era asidua de las peleas, no le gustaban ni siquiera las competencias. Odiaba la guerra y los motivos estúpidos e injustos por las que se formaban. Por eso, para Hinata Hyūga, ser una kunoichi significaba un enorme sacrificio. Para ella matar, aun así fuera en defensa propia, estaba mal y le pesaba en la consciencia. Precisamente así se sentía por el daño que le provocó a su primo hacía unas escasas horas. Todavía tenía ese pequeño cosquilleo que conseguía que le remordiera la consciencia y de paso, le generaba un extraño y pesado dolor. Claramente no se comparaba en nada al que sentía en ese preciso momento al ver a una chica cualquiera, coqueteando con el chico que le gustaba. No. Corrección. Que ella ama. La chica en cuestión se desvivía en flirteos con Naruto, pero éste no se daba por enterado. Simplemente le sonreía con esa vivacidad acostumbrada y le dedicaba una que otra palabra amable, llegando a la galantería, sin vulgaridad o con segundas intenciones. Lo hacía por cortesía nada más. Sin embargo, a Hinata le dolía que incluso en ese momento Naruto prestara más atención a esa chica, en vez de a ella. Que se había arriesgado incontables veces para protegerlo, y quiso salvarle la vida en una ocasión. En aquella terrible invasión que devastó al País del Fuego. En la que por primera y única vez tuvo el valor de confesarle sus sentimientos, ¿y de qué le valió? No de mucho. Ya que desde entonces el chico se portó esquivo y apartado, no indiferente, pero si distanciado. ¿Habrá sido buena idea declararse en un impulso, por miedo a morir? Haberlo dicho fue como provocar que la rezagada relación que tenían se hubiese vuelto más apartada. Como haber partido algo que ya tenía una pequeña hendidura y la hubiese fragmentado de una sola vez, y sin derecho de reparación. Cada vez que se acercaba a Naruto, éste parecía huir de ella, como si tuviese alguna enfermedad contagiosa o la peste misma. No sabía si era porque no quería responder a su declaración, o sencillamente porque le generaba repulsión. No obstante, no significaba que no sintiera celos o inferioridad al ver la atención que le prestaba a aquella chica. No parecía mayor de dieciséis años, tal vez un poco más. Su cuerpo tenía un considerable desarrollo. Hinata admitió que la chica tenía una hermosa y estilizada silueta. Acentuada por el bonito vestido corto, color chocolate con escote de corazón, que mostraba sus esbeltas piernas. Se sentía tan diminuta… Su corazón se comprimía de pensar que algo pudiera surgir entre ellos… La vida no era justa, en ningún sentido y de ninguna forma. Y mirarlos lo hacía más doloroso… — Yo que tú, debería dejar de estar vigilando cada paso que da. La voz masculina le llegó desde un costado, sonaba entorpecida, como si estuviera pasado de copas, razón por la cual su tono de indiferencia habitual repiqueteaba en la ironía. Como la risa divertida ante una situación dolorosa que le producía placer, tal vez… Hinata lo ignoró, se centró en la frase que pronunció. Se le veía despierto, aunque el aroma alcoholizado le decía que no lo estaba al cien por ciento. — Sa-Sasuke-san… — Deberías de comenzar a pensar en que él no te corresponde como quisieras, así podrías avanzar y no estancarte. Te quedarás aquí parada si sigues esperando. Y él no se merece tu tiempo. Si había un modo de clasificar la forma de hablar de Sasuke Uchiha, podía decirse que era venenosa. Para la Hyūga, su nivel de rivalidad con Naruto no sabía hasta donde llegaba, tampoco es como que ahondara demasiado en el asunto. No. Y su inocencia no le permitió ver que las intenciones del Uchiha, era simplemente desquitar su rabia con todo aquel que se le cruzara en ese momento. Abrió la boca, para cuando quiso contestar el menor de los Uchiha ya no estaba. Aunque no sabía realmente lo que iba a decirle… Lo vio marchar detrás de una chica, quizá civil, ya que jamás le había visto entre las kunoichis. Regresó la mirada a Naruto, ¿Sasuke podría tener razón, o eran los delirios de un borracho? No lo podía saber, solo que el dolor de su corazón no se iría, si el hombre que amaba terminaba con otra mujer… . . . — Si quieres que algo pase, debes hacer que pase. Pronto le llegó una voz masculina y suave como el terciopelo, también mantenía la tranquilidad digna de su personalidad con un toque fino de indiferencia. Dio un respingo, no se lo esperaba. Estaba demasiado concentrada en como su esposo le sonreía galantemente a una chica de cabellos rubios platinados y ojos verde aqua. Civil claramente. Sakura se giró rápidamente, visualizó una gran y fornida figura enfundado en un elegante traje en color gris perla, tan fiel a su estilo, llevaba una camisa azul marino desabotonada, dejando entrever sus pectorales y algunas marcas de heridas podían verse en la cercanía. — Kakashi-sensei — exclamó impresionada, al notar el porte distinguido de su ex sensei. — ¡Yo! — articuló él, levantando su mano derecha y arqueando su ojo visible. Adivinó una sonrisa por debajo de su máscara azul oscuro. “Esa no se le olvida ni por casualidad”. Aunque no podía negar, que con lo que se veía dejaba un derrame nasal y un chorro de babas de las kunoichis más jóvenes, y las mayores no se quedaban atrás. También lo miraban con lujuria mal disimulada. — ¿Dónde demonios se había metido? Lo he buscado toda la noche — reclamó, solo para disipar su enigmática frase incomprensible como siempre. — ¿A mí? Si yo he estado aquí todo el tiempo. Lo dijo como si fuera lo más normal del mundo. Estaba claro que en el mundo paralelo de Kakashi, eso era normal. — Kakashi-sensei, ¿en realidad piensa que puede engañarme con eso? — Bueno, por lo menos puedo intentar ¿no? — le sonrió, arqueando su ojo visible. Su tono inocente ya no la convencía en lo absoluto, entrecerró la mirada. — He tenido práctica — masculló, recordando todas aquella excusas absurdas que solía darles — ¿Y ahora por qué llegó tarde? ¡Y no me diga que porque ayudó a una viejecita a cruzar la calle! El hombre soltó una risa divertida, al mismo tiempo que negaba con la cabeza. — Ella — dijo únicamente, mientras señalaba con un movimiento de cabeza hacia una dirección específica. Siguiéndola, se encontró con una hermosa mujer estilizada y esbelta. Demasiado frágil para parecer kunoichi, y bastante femenina como para dedicarse a algo como la vida shinobi. Tampoco la conocía. Era una mujer de no más de veinticinco años, cabellera larga por debajo de la cintura en tonalidad dorado metálico bastante oscuro y ojos frambuesa, aunque lucían tan brillantes que relucían como cristal. Su piel parecía delicada y cuidada, blanca lechosa con un tono rosáceo natural en las mejillas. Su rostro angelical podía hacer llorar a cualquier artista e incluso, parecer mucho más inocente que la misma Hinata. La hermosa joven portaba un bonito vestido plateado metálico, ajustado, lucía como una segunda piel y tenía una pequeña línea que dividía su busto con el resto del vestido. No era largo, de hecho le llegaba a media pierna y su escote no era escandaloso, más bien un discreto escote cuadrado con tirantes anchos. La chica (podía decir chica ya que no lucía más edad que ella realmente), se encontraba al lado de Kurenai e Itachi, parecía que platicaban de forma bastante amena. Aunque se le notaba un poco incómoda y fuera de lugar. — ¿Quién es? — Kaori Yūhi. Escuchar el apellido de Kurenai le generó impresión y curiosidad, ¿acaso eran familia? — Son medias hermanas. Acaba de mudarse aquí — explicó Kakashi, como si supiera lo que pensaba en esos momentos. — Ah. Fue lo único que pudo responder Sakura, la chica llamaba tremendamente la atención, pero también estaba centrada en su esposo que no se encontraba a la vista en ese instante. De nuevo se le perdió, y en su tarea de buscarlo, logró escuchar el suspiro de su sensei. — Las ataduras no te sirven, Sakura. A veces hay que tener el valor de romper las cadenas y aceptar las equivocaciones. ¿Por qué sintió un golpe con esas palabras?, aunque no sabía que significaban. “Mentirosa”. Le repitió su consciencia. Se volteó hacia su sensei, quien como siempre, desapareció antes de que pudiera preguntarle por qué le decía eso. “Farsante”. Oh, su consciencia de nuevo. Suspiró, regresó su atención a su esposo, no estaba… Había volado a quien sabe qué lugar de la mansión y ella le perdió la pista. “Como siempre…” Se sentía cansada, la fiesta no acababa y al parecer todo el mundo se aclimataba, claro, todos menos ella. Inhaló, estaba agotada. Extenuada de pensar, de trabajar, de buscar una solución para sus problemas y no encontrarla porque Sasuke no ponía nada de su parte. No entendía como conseguiría esa susodicha solución, si todavía no se lo decía a su marido. — ¿Qué haces aquí tan sola, frentona? Lo que le faltaba, que Ino llegara a recordarle que estaba sola, buscando a su marido y de paso, que se burlara de su matrimonio mientras le restregaba su excelente y compatible relación con Shikamaru. Se le hacía muy difícil creer, tomando en cuenta quien era Ino Yamanaka… — ¿Dónde está tu flamante esposo frentona? Oh, no me digas, se está ligando a cuanta escoba con vestido se encuentra — se burló la hermosa rubia, mientras jugaba con su larga cabellera. Sakura tuvo que morderse la lengua y aguantarse las ganas que tenía de tirarle esa maldita sonrisa de la cara. Solo quería tirarle los dientes. Ino tenía la misma habilidad que Naruto para sacarla de sus casillas en tiempo record, y hacerle probar su paciencia hasta niveles que no creyó que poseía. Así que como digna aprendiz y alumna de la Quinta, respiró profundo, contó mentalmente hasta diez y se aguantó las ganas de apretar los puños. — No lo sé, Ino. No se supone que tú tendrías que estar vigilando que Shikamaru no se escape con Temari… Mira que yo los veo platicar muy entretenidos, y hasta sonríe más con ella que contigo — le sonrió con descaro, tan hiriente como un cuchillo recién afilado. En cuestión de segundos, la sonrisa de Ino se borró y se instaló una mueca de disgusto, una irritación opacó el brillo sardónico de sus ojos y sus mejillas enrojecieron de ira. Pues Shikamaru sí parecía muy ameno con Temari, sin embargo, desde hacía un rato observaba hacia ella de reojo, vigilando lo que posiblemente su novia (pronto prometida), le decía. — Esa maldita… Está muy equivocada si cree que le voy a dejar el camino libre con mi novio — masculló Yamanaka, con rabia contenida traspasada a sus puños, que estaban blancos de tanta presión. ¿Se había pasado un poco? Terminó de formularse esa pregunta, cuando ya Ino iba encaminada como alma que llevaba el demonio directo hacia Shikamaru y Temari. El primero por lo visto ya sabía lo que le esperaba, por su expresión de aburrimiento extremo, se auguraba que su novia no estaba muy contenta con el acercamiento de la chica de Suna. Está bien, se había pasado… — Mejor huir antes de que Shikamaru se entere que le acabo de fastidiar la noche — murmuró para sí, se desplazó hacia otra habitación, con suerte se encontraría con su esposo. Oh por lo menos, eso esperaba… . . . Cuando se levantó y miró hacia el lado izquierdo de la cama, se dio cuenta de que Sasuke no llegó a dormir. Y eso solo significaba una cosa… “Se fue con esa mujer”. A veces, las afirmaciones de su consciencia eran tan crueles como las realidades a las que estaba sumida. Ignoró esa declaración que le producía vacío y se levantó. Tenía mucho trabajo por hacer ese día y no podía darse el lujo de quedarse ahí, además, del aire no se vivía. Debía trabajar. . . . En el momento que Sakura pisó aquel cuarto en el que hacía un par de días estuvieron los herederos Hyūga, sintió un escozor. Esa sala de examinación comenzaba a parecerse más a un cuarto de tortura. Los recuerdos del día en que vio por primera vez el efecto del Sello de Control le producía sentimientos desagradables, y pensar que debía continuar viéndolos… No era nada grato. Realmente, en ese preciso momento, se dio cuenta que no sabía si podría volver a verlo. No se le hacía muy justo tener que torturar a alguien como Neji, ya había visto las secuelas y dudaba mucho que se hubiera recuperado tan rápido. Por el tratamiento que le aplicó la noche anterior, notó como su chakra disminuyó de forma considerable. El daño cerebral era mínimo, inefectivo de hecho, sin embargo; que no dañara su cerebro no significaba que dejara de sentir dolor. De hecho, comenzaba a pensar que su primera finalidad era esa, infligir dolor hasta la muerte. Todo estaba en su mente, no en su cuerpo. Aunque, claro, era solo una teoría. Se sentó en la silla dispuesta detrás del escritorio, posó sus codos en la base y llevó las manos hacia su cabeza. Dolía, por los tragos ingeridos anoche, por la incertidumbre de saber dónde estaba su esposo, y por no encontrar por donde partir en una investigación que implicaba el sello único de un Clan del cual apenas tenía conocimiento, y del que hasta ahora no había descubierto nada. Sentía que su mundo le daba vueltas sin moverse un centímetro de su lugar. — ¿Sakura-chan? Repentinamente la voz de su mejor amigo llegó sin sorprenderla, esperaba que en cualquier momento la buscara para terminar la plática que dejaron pendiente. Levantó la mirada, y se encontró con un par de iris azul cielo, Naruto le miraba con preocupación. No era común de Sakura estar como alma en pena por cada rincón, tampoco demostrando más frustración y estrés del necesario, menos aún verla angustiada por x situación. — ¿Qué sucede Naruto? — preguntó, con demasiado cansancio en la voz. — Eso es lo que te pregunto yo a ti, ¿qué te sucede? — replicó, tomando la otra silla dispuesta para colocarla frente a ella y sentarse con tranquilidad mientras esperaba su respuesta. — No… — No me digas que no es nada, te conozco Sakura-chan, llevamos años siendo amigos. Es el colmo que creas que puedes engañarme y que no me dé cuenta — dijo el rubio, un poco agotado de la evasiva de su ex compañera de equipo —. Entiendo que han pasado muchas cosas, pero hiere que no confíes en mí — musitó decepcionado. Sakura sintió un gran golpe en el centro de su pecho, su corazón se contrajo y luego latió doloroso, como aquella presión nerviosa que da náuseas y mariposas en el estómago, pero al contrario. Con mucho dolor y decepción de sí misma, por lastimar a alguien que dice querer y que solo le ofrece un oído amigo para desahogarse. — Naruto… No me gusta agobiarte con mis problemas — balbuceó, tratando de disculparse. El rubio le sonrió, como si no lo conociera de verdad. — No me agobias, somos amigos ¿no? — respondió —. Nunca es bueno ahogarse solo en un problema — le sonrió, reconfortante y alegre, como siempre. A Sakura se le formó un nudo en la garganta, Naruto era siempre una especie de luz salvadora en sus momentos más trágicos, más terribles y más agobiantes. Su amigo siempre estaba ahí, listo para escucharla, sin juzgarla, sin cuestionarla, ni engañarla. Solo prestando oídos. Como Itachi. No obstante, no estaba segura si realmente debía decirle esto. Ya que recaía exactamente en la idea de que él también se lo advirtió… — Naruto, yo… No pudo continuar, el estrepitoso ruido de la puerta al abrirse con violencia la interrumpió. Ambos giraron sus cabezas la entrada, se encontraron con la agitada y cansada figura de Hinata. La chica tenía las manos en su pecho y respiraba a bocanadas, aunque en su mirada hubo un atisbo de alivio en cuanto los encontró, sobre todo a Sakura. — ¡Sa-Sakura-san! — tartamudeó, apenas entre respiraciones. La peli-rosa y Naruto se levantaron de sus asientos, se encaminaron hacia la Hinata, algo malo pasaba. — ¿Qué sucede, Hinata? — indagó la medic-nin, preocupada notar la agitación de la heredera. — ¡E-Es… Ne-Neji-nii-san! — urgió la chica. — ¿Dónde está? — preguntó Sakura con apremio. — E-En el hos-hospital. No hizo falta más, en cuestión de segundos los tres corrían por las salas hasta llegar al lobby del hospital. Debía ser grave, Hanabi también estaba ahí e Hiashi. Se apresuró a preguntar por el paradero del heredero del Bouke. Al saberlo corrió entre pasillos nuevamente, entró a una de las habitaciones en la sala de Máxima Urgencia y lo que se encontró fue terrible… “Mierda”.
Como cuando el capítulo no sacia lo que llevaste esperando por el (?) Si no fuera porque estuve toda esta semana hundida en la universidad hubiera ido a tu perfil a preguntarte por la continuación, porque este fanfic me tiene atrapada. Siento que el capítulo se basó en descripción de leves escenas, que no profundizaron mucho en el tema y por eso he quedado picada, jaja. La participación de Kakashi, aunque fue tenue, se sintió profunda. Él es ya un señor, muy experimentado en esos temas, y por lo tanto, bastante sabio; debe ser doloroso, que él y Naruto, los cuales mejor conocen a Sakura la vean desmoronada, y que aún así, ella trata de tapar todo con una cortina imaginaria, fingiendo lo que ya nadie le cree. Ni ella misma lo hace. Sasuke, no sabes cuánto deseo que ese hombre la vea en brazos de otro. Dios mío, estaré en primera fila cuando eso pase. Espero no sea muy grave lo de Neji, o tal vez sí. Así necesitará la enfermera 24 horas al día. ¿Te imaginas? YO SÍ, y muy omg. Saludos Katha <3
Dejo los lineamientos de siempre. Aclaraciones: Narración. — Diálogo — “Pensamientos”. Advertencias: Posible OoC en los personajes. OC’s. No apto para fans SasuSaku o NaruHina. Género: Romance | Drama. Clasificación: T. Disclaimer: La serie y sus personajes no me pertenece a mí, sino a ®Masashi Kishimoto. Nota de Autor: Bueno, debía este capítulo a Insane espero que lo disfrutes. Nos vemos mañana en la actualización semanal, hasta entonces. Capítulo 6. . ‹‹La fuerza y la mente son opuestas. La moralidad termina donde empieza la pistola››. . Desasosiego. — ¡Rápido, traigan las toallas y los cubos de hielo! — su grito resonó en las cuatro paredes de la habitación y en todo el hospital — ¡¿Pero qué están esperando?! ¡CORRAN! — ordenó. Ella se desplazó y lo sostuvo. Neji estaba mal, tenía la piel pálida y sudada, el rostro desencajado y ojeroso, el cabello desordenado y alborotado. Sin contar los incontrolables vómitos. ¿Qué demonios había pasado con él? Lo escuchó quejarse suavemente. Tanto que hubiese sido algo inaudible de no estar tan próxima a él. — ¡Neji-san, Neji-san! ¿Me escucha? ¿Sabe quién soy? — preguntó en cuanto se acercó, decir que corrió sería exagerar, prácticamente voló hacia él. Una inusual preocupación la golpeó cuando lo vio ahí, tirado en esa cama convaleciente y apenas consciente. Se le veía el rostro tan pálido como el mármol, y tan desencajado que no lucía él mismo. — Neji-san, ¿sabe quién soy? — preguntó de nuevo, incapaz la preocupación. El chico apenas pudo asentir, sentía que el cuerpo se le partía con un solo movimiento, enseguida perdió el conocimiento y Sakura la cabeza. . . . Tres horas después, Sakura podía respirar con algo de tranquilidad. Logró estabilizar al heredero del Bouke, con mucha dificultad y un gasto de chakra considerable. Eso sin contar los medicamentos que usó, pues el chakra no era suficiente. Desgraciadamente, Neji poseía una extraña condición que todavía no lograba descifrar, pero no le permitía estabilizarse por completo y ya su familia estaba pidiendo cuentas y razones. De hecho, parecía que la veían como la posible culpable de su condición… Eso debía ser por la investigación con el sello. En ese momento, se encontraba en una sala privada monitoreando al castaño. Soltó un suspiro luego de ver los papeles de los exámenes, esperaba los próximos resultados para poder concluir con un análisis detallado. Terminó de leerlos y guío su iris jade hacia el chico. Neji se encontraba profundamente dormido, después del desmayo tuvo que darle un anestésico para poder mantenerlo lo más tranquilo y quieto posible. Además que le ayudaría mucho con los dolores y calambres que tenía en todo el cuerpo, porque sus músculos estaban agarrotados cuando llegó y los análisis aun no terminaban de confirmar su teoría. Seguramente a Naruto no le gustaría saber lo que había pasado ahí. Sin desearlo, sus ojos vagaron por el rostro pasivo de Neji. Debía admitirlo, tenía un atractivo que seguramente Sasuke envidiaba, sobre todo porque tenía una fuerza de atracción especial. Una potencia gravitacional, capaz de dejarte colgada. Sus orbes viajaron por su rostro impoluto. No pudo explicar lo que sintió al verlo tan tranquilo. Tal vez alivio, tal vez nerviosismo. Aunque el hormigueo de su estómago le confirmara sus últimas palabras. — ¡Sakura-chan, ¿se puede saber qué demonios pasó?! Llegó casi vociferando Naruto. La peli-rosada ni siquiera lo sintió entrar. Únicamente lo vio cerrar la puerta lo menos escandaloso posible. — Naruto, ¿qué pasa? — preguntó, medio aturdida. — Es lo que te pregunto yo a ti — le dijo en voz baja —. Hiashi está muy preocupado, demanda saber qué es lo que le pasa a Neji — comentó, no muy contento de sentirse presionado de tener que dar un informe de algo que desconocía. Ella estaba igual que él. — Y no me sorprendería que empiece a culparme de ello — murmuró el rubio entre dientes. Sakura soltó un suspiro y se dispuso a hablar, se alejó un poco hacia una de las sillas que se encontraban en la sala privada y esperó a que entendiera y la siguiera. Por fortuna, su amigo lo hizo y se sentó en la otra silla dispuesta frente a ella. Uzumaki esperaba con paciencia y sosiego lo que tuviera que decirle, aunque estuviera deseoso por saciar su curiosidad. Y porque en el fondo, se sentía culpable. De no haberse encaprichado con querer cambiar el destino de la familia Hyūga, la vida y dolor de Neji, no estaría así en ese momento. Ayudado con un respirador y sondas con suero para poder hidratarlo. — No te culpes, tú no eres responsable — le dijo Sakura. Éste le miró afligido, preocupado y apenado. En sus ojos azules había una especie de tormento por el dolor ajeno. Ella lo sabía, lo conocía lo suficiente como para saber que en ese instante se estaba auto-culpando por todo, cuando nada tenía que ver con lo que sucedía. Era cuestión de genética. — A alguien tengo que culpar, ¿no crees? — intentó bromear, pero la risa que soltó fue sin humor. Haruno negó con la cabeza y le sonrió tenuemente. — No, no lo es Naruto. Más bien es algo… Genético. El Hokage se enderezó y la observó contrariado. — ¿Genético? — su amiga asintió corroborando —. Sakura-chan, explícame porque no comprendo — se rascó la mejilla. La peli-rosa recordó que su mejor amigo era Hokage, pero no precisamente por tener una inteligencia envidiable. No quería decir que no lo fuese, solo que la medicina no era lo suyo. — No estoy muy segura…, pero creo que la ejecución del Sello de Control desató en Neji algo en su sangre, como un rechazo — comenzó a explicarle —. Su sello nunca fue activado por un tiempo prolongado hasta que Hinata lo hizo, creímos que los efectos eran precisamente del sello del Pájaro Enjaulado, pero no, al parecer es algo más a fondo que aún no puedo descifrar… Sigo esperando los resultados de los otros análisis. — En pocas palabras me estás diciendo que es alérgico a su propio sello — articuló Naruto en palabras más fáciles de entender. — Podría decirse — contestó Sakura, confusa y aturdida. — ¿Los efectos son a largo plazo? — interrogó Naruto, preocupado. Que Sakura le aclarara la situación no aminoraba su angustia, mucho menos su culpa. Al fin y al cabo, él lo puso en esa posición. En parte era su responsabilidad. — No lo sé, debemos esperar a que despierte — respondió la medic-nin, observando levemente hacia donde reposaba el shinobi. El rubio soltó una gran exhalación, profunda y cansada, se levantó de su asiento y el chirrido de la silla hizo eco en la sala al correrla hacia atrás. Su capa blanca con letras rojas ondeó mientras se enderezaba, cerró los ojos levemente y respiró hondamente. Algo le inquietaba, algo aparte de ese problema. — ¿Qué es lo que sucede, Naruto? — indagó Sakura, el chico sonrió, sincero y agotado. Abrió sus párpados de nuevo mostrando sus brillantes ojos azules. Los clavó en ella, con frecuencia, Sakura pensaba que podía perderse en ellos como una mirada hacia al mar. Cálida y apacible. — Te lo diré luego, debo ir a dar informe a Hiashi y Hinata-chan, no ha parado de llorar y culparse desde que trajeron a Neji — comentó, extenuado —. Volveré más tarde a ver cómo sigue. Luego salió de la habitación, esta vez, haciendo menos ruido que cuando llegó. Sakura se quedó viendo la puerta por la que acababa de salir su mejor amigo. Algo le preocupaba, estaba segura, y eso… Comenzó a inquietarla también. . . . Hacía solo unos instantes que Naruto acababa de salir a explicarles las condiciones de Neji, y aunque estaba segura que él les había dicho que estaría bien, que solo necesitaba observación. Ella en el fondo sabía que algo andaba mal y tenía la culpa. Se culpó desde el momento en que ejecutó el Sello de Control, como al recordarse que no debió aceptar la exigencia de su primo de hacerlo. Ahora se sentía responsable, se acusaba constantemente de lo que pasaba y lo que le sucedía a Neji. Por esa razón no podía y no quería irse del hospital, no se le hacía justo. De hecho, nada de lo que sucedía era justo. No obstante, ahí estaría, y esperaría a que Sakura saliera para poder preguntarle cómo se encontraba realmente su primo.Necesitaba estar tranquila. . . . Eran las diez de la noche, cuando una de las enfermeras de turno le informó que los análisis que mandó a hacerle al heredero del Bouke estaban listos. Renuente a dejarlo solo, le pidió que por favor se los llevara para poder revisarlos. No le tomó más de diez minutos a la enfermera regresar con los sobres y luego retirarse a hacer sus labores, mientras que Sakura comenzó a revisar los test. Exhaló profundamente y con aire inquieto, desgraciadamente era lo que se temía… — Mierda… — murmuró. Oteó los otros sobres y finalmente llegó a la conclusión de que tenía razón. Dejó los resultados en la mesa junto a su bata blanca y se acercó al castaño para revisar nuevamente su temperatura. Hacía unas horas no bajaba de treinta y nueve grados, esperaba que hubiese disminuido cuando menos un poco. Estiró su mano en un movimiento ensayado y…, una grande y cálida mano atrapó su muñeca en un desplazamiento inesperado. Inevitablemente y en contra de voluntad dio un respingo, asustada. De repente se agitó y aquella fuerza eléctrica que sintió la primera vez que lo tocó se repitió. “Deseo… Placer…” Le vio abrir los párpados, lucían cansados, pero menos atormentados. — No es necesario, Haruno, me siento mejor — dijo él, con voz un poco enronquecida por el descanso y las drogas que le dieron para anestesiarlo. Un indeseable escalofrío le recorrió la espalda al escucharlo de esa manera, ¿qué demonios le pasaba? Era su paciente y ella estaba casada, ¿por qué tenía deseos fuera de lo normal con él? Tragó saliva. — No lo creo, aún tiene fiebre — respondió ella, deshaciendo el agarre sutilmente. Se dirigió al mueble de nuevo, tomó una lamparilla y el estetoscopio, se encaminó hacia él nuevamente. Observó como el castaño lentamente se enderezaba hasta sentarse, lento, sin ayuda. Sakura tuvo el impulso de asistirlo, pero imaginó qué, el que ella lo viera de esa manera lo hacía demasiado vulnerable. Y Neji era del tipo de hombres al que no le gustaba verse indefenso ante una mujer, no por machismo, sino por orgullo. Lo que desgraciadamente le recordó a su esposo… ¿Dónde estaría ahora? ¿Ya habría llegado a casa? — Espero no le moleste, pero debo revisarle. ¿Desde cuándo ella pedía permiso para revisar un paciente? Neji no emitió palabra, simplemente asintió. La peli-rosa finalmente se acercó hacia él, se sintió nerviosa en cuanto lo tuvo enfrente y lo suficientemente cerca como para revisarle los ojos con la lamparilla para inspeccionar su pupila, reaccionaba favorablemente. Pasó dos veces la lamparilla sobre cada uno de sus ojos. Él la miraba fijamente, de una forma abismal y estremecedora. Era como una fuerza de cohesión, que la obligó a quedarse mirándolo por escasos segundos… Pero en esos cortos instantes, sintió como si aquel iris ópalo la hundiera, la tragara y la llevara al fondo de un abismo inimaginable, desconocido. Provocándole un extraño y retorcido deseo por conocer lo que se escondía detrás, lo que lo movía. Aún en medio de su solemnidad, había algo en sus ojos que le hacía querer saber más. Le resultaba muy curioso, ya que Neji era todo menos transparente. Sakura se tragó un respiro y casi se atoró con el aire, se obligó a separarse con lentitud y enmascararse con profesionalismo para no parecer perturbada, asustada de su propio pensamiento. — P-Por favor, desabróchese la bata — pidió, golpeándose mentalmente por su tartamudeo. Devolvió la lamparilla al mueble de donde la tomó, solo fue una excusa, para disimular la calentura en sus mejillas; que probablemente ahora estaban ruborizadas. Respiró hondo un par de veces, cerró los ojos momentáneamente y los abrió de nuevo. Se dio la vuelta ligeramente y regresó a su labor. Donde Neji Hyūga se encontraba con la bata abierta, semidesnudo ante ella, que tenía un desgraciado ataque hormonal. Eso no ayudaba a su sonrojo, pero debía ignorar que sus hormonas estaban revolucionadas porque su esposo no la tocaba desde hace tres meses. Tuvo que tragar saliva, acercarse a él y poner la mejor cara profesional que podía. — Bien, respire profundo — solicitó, con voz suave y casi susurrante. Acercó el estetoscopio hacia su pecho y… ¡Carajo! ¿Cómo concentrarse cuando ves un par de pectorales bien formados, los recuadros de su abdomen y los músculos de sus hombros y bíceps? — De nuevo. Tenía que hablarle, antes de que se le olvidara donde estaba, quienes eran y sobre todo, que ella estaba casada. — Esto no fue producto del Sello del Pájaro Enjaulado — le escuchó decir repentinamente, con la voz recuperada. Ella dio un respingo, inesperado e inconsciente. Se vio forzada a elevar la mirada, un vistazo ligero, pero lo suficiente para que siguiera revolucionándole las hormonas con su simple estoicismo. Sakura no dijo nada, continuó revisando hasta que finalmente se cercioró de que todo marchaba bien con su corazón y sus pulmones. Tendría que hacer otros estudios para determinar algunas cosas, aunque parecía que sus funciones neuronales se encontraban bien. — Ciérrese la bata — dijo, mientras se enderezaba y colocaba el estetoscopio alrededor de su cuello. Sakura soltó un suspiro —. No exactamente… — titubeó, un poco insegura —. Neji-san, usted tiene una rara condición que le provoca esta reacción a la ejecución del Sello, genéticamente usted… — Tengo un rechazo automático al Sello del Pájaro Enjaulado — complementó él, sorprendiendo a la medic-nin. — ¿Lo sabía? — él asintió — ¡¿Y por qué no me lo dijo?! ¡Nos hubiéramos ahorrado esto! — profirió alterada. — No era necesario que lo supieras porque no lo creí importante — contestó él, con toda la tranquilidad del mundo. — ¡¿No lo creyó importante?! — No, no lo creí importante — corroboró, enfocando su mirada luna en la peli-rosa alterada. Ésta lo miró con ojos asesinos, pues lo que para él no era importante para ella era vital. — ¿Por qué no? — preguntó Sakura, casi entre dientes. — Porque es una condición genética heredada, y solo la poseía una persona de la rama secundaria de mi Clan. La respuesta le generó curiosidad a Sakura. — ¿Quién? — inquirió en voz baja y cohibida. Sabía que no era correcto preguntar, pero debía conocer la información para saber en que se estaba metiendo y qué podía hacer si algo salía mal. — Mi madre — su contestación fue dura, concisa y precisa. Aunque por un momento, le pareció ver un destello de melancolía en su mirada. Pero desapareció tan brevemente como apareció. — ¿Esto… Esto puede…? ¿Por qué le costaba tanto trabajo preguntarle algo que ya estaba acostumbrada a ver? — ¿Si puede matarme?, sí — completó nuevamente por ella —. Fue lo que la mató a ella. Forzosamente y ante la sorpresa de Sakura, dio otro bote en su puesto ante la inminente verdad. Si era así, no debía continuar, por lo menos no con él. No pondría su vida en riesgo de nuevo. — Neji-san, si es así, no creo que sea buena idea continuar con esto. — No es necesario que tengas consideración de mí, me ofrecí a ayudar y no importa el precio que tenga que pagar. Solo continúa. — Pero… — Es mi decisión, Haruno — interrumpió de nuevo, con voz imponente. Su decisión en definitiva a Sakura le parecía noble, también imprudente. No obstante, se calló el pensamiento y luego asintió. No estaba de acuerdo con eso de sacrificarse por un bien mayor y encontraría la manera de pararlo, buscar otra persona o hablar con Naruto o darse por vencida. Aceptando que es algo demasiado grande y peligroso para ella, para él. Soltó otro suspiró, luego miró al castaño y se percató de que había retomado su posición en la cama y tenía los ojos cerrados. Seguramente los relajantes hacían su trabajo de nuevo. Se alejó de la cama, recogió los análisis y se preparó a salir. Todavía tenía rondas que hacer y que pensar, porque realmente no estaba segura que eso fuera a funcionar… . . . Sentado en el alfeizar de las ventanas de esa gran sala, miraba hacia la Aldea, su Aldea, ese pueblo lleno de gente trabajadora a la cual él protegía con enorme gusto. La cual ahora se mantenía más segura porque las amenazas se acabaron con la muerte de Akatsuki, Madara y Obito Uchiha. Dos seres tan despreciables que no valía la pena ni mencionarlos. Su ambición casi los lleva al fin del mundo. Pensaba, pensaba mucho. Sus ojos estaban distraídos y perdidos. Los cerró, soltó un suspiro y le dio un pequeño trago a su whisky. Todo se había distorsionado de un día para otro. Y lo que le pasó a Neji agregó una preocupación extra, no molesta, pero sí más importante para él. Su afán era cualquier otro menos causar daño a nadie, mucho menos a un gran y querido amigo. A alguien a quien apreciaba mucho. Se estaba dando cuenta que nada sale como uno espera… Pronto escuchó dos toques que lo sacaron de sus pensamientos, le dio otro sorbo a su copa y se dispuso a contestar. — Pasé — profirió lo suficientemente fuerte como para que le escucharan las persona al otro lado de la puerta. Él ya sabía quiénes eran. Dos mujeres entraron enseguida. Una de cabello rubio y otra, color azabache. Naruto no se movió de su lugar, al final, ya había pensado suficiente. — ¿Y bien, Naruto? ¿Ya tomaste una decisión? — preguntó Tsunade, con aquella voz extremadamente fuerte y resuelta que la destacó como mandataria de la Aldea siempre. El chico dio un asentimiento, pausadamente se levantó del lugar donde se sentía cómodo. Se puso de pie sin darles la cara, solo podían ver su perfil y la copa que sostenía en su mano derecha. El vaso estaba medio lleno y él, con un aire pensativo y decidido. Tsunade lo observó esperando una respuesta, deseando que fuera positiva. — Sí, ya la tomé — articuló él serio, como pocas veces se le veía. — ¿Y cuál es? Naruto soltó un suspiro pesaroso. — He decidido renunciar a mi puesto. Y esa respuesta Tsunade no la contempló.
Estoy que voy a matarte, por esto y porque Neji puede morir en el experimento sobre el sello. Fue un ataque a mi pequeño corazón. Pero por otro lado me encantó la reacción de Sakura al tenerlo ahí, acostado, con la bata abierta para que lo revisara, jaja. Si supiera... Pero, ¿Y si sabe? Dios, sería monumental. ¿Te imaginas? ¡YO SÍ! Ojalá vuelva a aparecer por ahí Itachi (?) Jaja, es que lo amo. Esperaré el próximo, y reitero que estoy en contra de la decisión de Naruto, no puedes ser cruel D: Saludos.
Dejo los lineamientos de siempre. Aclaraciones: Narración. — Diálogo — “Pensamientos”. Advertencias: Posible OoC en los personajes. OC. No apto para fans SasuSaku o NaruHina. Género: Romance | Drama. Clasificación: T. Disclaimer: La serie y sus personajes no me pertenece a mí, sino a ®Masashi Kishimoto. Nota de Autor: He aquí la actualización de este sábado, espero sea de su agrado, nos veremos la próxima semana. Hasta luego. Capítulo 7. . ‹‹Las decisiones rápidas son decisiones inseguras››. Anónimo. . Determinación. Naruto Namikaze Uzumaki, siempre fue un chico alegre, hiperactivo y vivaz. Prácticamente se crió solo, no conoció a sus padres, no supo quiénes eran hasta aquel episodio en el que perdió el control de su Bijū y estuvo a punto de acabar con la Aldea. A pesar de que creció marginado y detestado por la gente, por la mayoría al menos. Odiado por unos, despreciado por otros, apartado de la convivencia y la amistad. Naruto no se dejó aminorar, pero debía admitir, que en algún momento de su vida los llegó a odiar… Como se llegó a odiar a sí mismo por sentir un sentimiento malsano. Para él, descomunal e imperdonable. Se prometió ganarse el respeto y afecto de todos los habitantes de su país, así tuviera que morir para ello. Y lo hizo, estuvo cerca de perderlo todo. Sus amigos, su familia, su vida… Más salió victorioso, delicado y grave, pero con vida y un propósito nuevo para su existencia. Su ánimo y deseo de proteger a su aldea se renovaron. Ser Hokage era algo que deseó desde que tenía memoria, infantil o no, era su sueño y lo cumplió. Sin embargo, entre sus planes no estaba lo que el concejo y jefes de Clanes le imponían, no lo haría. Él nunca se caracterizó por seguir órdenes, siempre tuvo su propio criterio, estúpido o no, era su discernimiento y nadie se lo quitaría. Y lo que le pedían, para él, era demasiado. — ¡¿Pero qué estás diciendo?! ¡Tanto te esforzaste para esto, para rendirte tan fácil! — vociferó la rubia, obviamente molesta. Se sabía que cuando Tsunade Senju se enojaba, berrear era una de sus cualidades. La otra, su desmedida fuerza, que a menudo utilizaba sin pararse a pensar un momento. Shizune que se encontraba a su lado, se alejó disimuladamente. No fuera la de malas y la pagara con ella… — ¡¿Es tan fácil renunciar ahora que eres Hokage?! Naruto soltó un suspiro, estaba seguro que ella se pondría así, caminó hacia el escritorio con pasos medidos y lentos. — ¿Fácil? — musitó él, tranquilo y paulatino —. No, no es fácil. Pero no voy a hacer lo que ustedes me están ordenando — dijo depositando la copa sobre el escritorio. Sus movimientos eran cautos, manteniendo su aire sereno y serio, mientras daba su respuesta. Una decisión tomada, sin vuelta de hoja. Tsunade lo sabía, pero tenía que atacarlo con todo lo que había a su alcance. Debía ceder. — Tienes que hacerlo, Naruto — su severidad amenazante no contrastaba con la calma del Hokage. Éste alzó una ceja, con una mueca despreocupada y un poco sabihonda. La ex Godaime rechinó los dientes, como odiaba a ese par que le pegaban las mañas a la gente. — No, no tengo — replicó finalmente —. Comprendo que el concejo y los ancianos tomen decisiones con respecto a la aldea, no en lo que concierne a mí. Mi vida es mía, es privada y no le corresponde a nadie decidir con quién me voy a casar, mucho menos a ustedes. Tsunade se sorprendió ante la respuesta molesta. Pocas veces se le veía a Naruto de esa manera. Y la única que recordaba fue cuando murió Jiraiya… — Eso viene con el cargo — rebatió la rubia, sin ocultar la austera irritación que sentía ante su terquedad. — A ti no te hicieron casarte, gobernaste sin tener que hacerlo. ¿Por qué conmigo tiene que ser diferente? — argumentó él. Senju resopló, ¿desde cuándo se había vuelto tan osado Naruto? — Entiende, eres más joven y un matrimonio te hará tener más credibilidad entre los pobladores. — Eso me suena a campaña barata — contradijo él dándose la vuelta y caminando hacia la silla del escritorio, tomando una carpeta de entre tantas ordenadas prolijamente. — ¡No me faltes al respeto mocoso! — No te lo estoy faltando — habló pacientemente —. Además, ¿qué esperas que haga? ¿Qué me siente aquí a esperar como ustedes me escogen una esposa y dirigen mi vida? — alzó la voz, por primera vez demostrando su desacuerdo. Tsunade debía admitir que podía intimidar cuando quería —. Lamento decepcionarte, pero no lo haré, no es para eso para lo que me preparé. Me siento lo suficientemente capaz para gobernar esta nación sin una esposa a mi lado, tú no necesitaste de un esposo y yo no la quiero. — Naruto… — No lo voy a hacer, Tsunade — ésta dio un respingo nunca la había llamado por su nombre y eso no era bueno. La oteó ligeramente y luego desvió la mirada para posarla en la superficie de madera, observaba las líneas difusas que formaban extrañas figuras. Soltó una exhalación — Mi padre se decepcionaría, si en lugar de seguir mis propias reglas obedezca las impuestas por un concilio de ancianos que creen que saben que es lo mejor para mí antes que yo — pausó, con aire y voz melancólica —. Me he esforzado mucho para llegar hasta aquí, a pesar de un amigo que cree que no soy lo suficientemente maduro para el cargo. Tal vez sea verdad… Pero no estoy dispuesto a sacrificar más de mi vida. Yo encontraré mi propia felicidad cuando llegue el momento, no ahora, no será cuando ustedes me lo digan. No tienen ese derecho — la observó serio, impoluto —. Y si eso significa perder mi puesto, lo haré sin remordimiento ni culpa. Shizune y Tsunade debían admitir que éste Naruto no se parecía en nada al chico soñador que años atrás reía, gritaba a vivo viento que sería Hokage algún día. Había cambiado, había madurado. Estar al borde de la muerte cambia la perspectiva. — Naruto, no tienes que precipitarte — trató de calmar, quería hacerlo cambiar de opinión. Éste le sonrió, una sonrisa carente de alegría que no le llegó a los ojos. — No tengo nada que pensar, la decisión está tomada — cortó antes que ella dijera algo más —. Avisa al concejo, entregaré mi puesto y que comiencen sus postulaciones. No seré Hokage así. Estaba dicho y Tsunade lo sabía muy bien, estaba consciente de que a pesar de todo Naruto tenía razón y más que terquedad, era discernimiento propio. — Está bien, si ya lo has decidido… — Sí, la decisión está tomada — respondió, infalible. La mujer asintió y miró a su fiel acompañante. Shizune se encontraba estupefacta, incrédula, quien conociera a Naruto desde su juventud, no lo reconocería en ese instante. — Bien, les informaré. Vámonos, Shizune — dirigió a la azabache. — Sí, Tsunade-sama. Su respuesta siempre sumisa, ambas se encaminaron hacia la puerta de nuevo, le dieron un último vistazo al rubio que ahora les daba la espalda. Se hallaba frente a una ventana, la brisa soplaba encarecidamente haciendo ondear su capa blanca, una réplica exacta de la Minato. Tsunade sabía que no había hecho una mala elección, lo malo era que los ancianos estaban donde no deberían. Y garantizaba que la respuesta de Naruto no les gustaría… . . . Para Tsunade Senju no había tarea más tediosa que tener que reunir a los jefes de los Clanes y a los ancianos, para ella no eran más que un par de vejetes metiches que creían saberlo todo y sus decisiones eran ley. Sin embargo, a margen de todo, tener que decirles la decisión de Naruto no fue lo mejor que le pudo suceder. Habían armado un mercado de gritos y protestas, no aceptaban que el chico renunciara a su puesto porque simplemente no quería someterse a sus imposiciones. — ¡Esto es inaceptable! — vociferó un vejete deslenguado —. No puede renunciar cuando apenas ha tomado el cargo, no tenemos a otro shinobi lo suficientemente capacitado como para tomar el puesto de Hokage ahora. Naruto no puede renunciar. — Si puede y lo ha hecho — replicó Tsunade. — ¡No, no puede hacerlo, tiene que ceder y someterse a nuestras decisiones! — exclamó la anciana, muy molesta. Tsunade se contuvo de soltarle un puñetazo en plena cara a la ciruela pasa. — No son decisiones, son “imposiciones”, y él tiene su propio criterio con respecto a esto. No cree en los matrimonios arreglados, toda su vida lo han obligado a ir más allá de su límite… Si está renunciando es porque ustedes lo llevaron a ese camino. No dará su brazo a torcer — contradijo nuevamente la ex Hokage, enfureciendo más a los ancianos. En sí, la decisión la tomaron ellos. Ya que al parecer, los Clanes y la misma ex Godaime no tenían derecho más que de inclinar y asentir ante sus demandas. Las votaciones no fueron elecciones, sino una obligación por parte del par de ancianos que se creían con el derecho de gobernar la vida de los demás. En especial, la del Hokage. — ¡No puede hacerlo! La anciana se negaba en rotundo a aceptar semejante cosa. — Pues ya lo hizo — contestó seriamente Tsunade —. Y ha pedido que nombren a su sucesor. De ustedes depende si siguen con esa idea retrógrada o se modernizan y la anulan. Pero su decisión es radical. Dicho eso, se levantó de su asiento, miró honda y furiosamente a los ancianos, luego a los jefes de los Clanes que no habían emitido palabra. Excepto por Itachi, quien minutos atrás había dado su opinión con respecto a semejante idea y de la que no tenía ningún conocimiento hasta que llegó. Su respuesta fue clara: “Estamos en el siglo XXI, los matrimonios arreglados son cosa del pasado. No debe ser una imposición para alguien como Naruto tener que contraer nupcias con alguien que no conoce, además, consolidar un matrimonio no le hará ser más creíble. Porque él se ganó a pulso su título”. Les dijo el mayor de los Uchiha, con mucha seriedad y perspicuidad. Claramente estaba en contra de semejante idea estúpida. Tsunade enseguida salió de ahí con Shizune. Quien nerviosamente sostenía a su cerdito en brazos y caminaba a paso ligero por los pasillos siguiendo a su maestra. Le miraba con mucha cautela y después de tanto pensarlo, decidió sacarse la duda de la cabeza. — ¿Usted cree que reaccionarán, Tsunade-sama? Curiosa y angustiada por lo que podía pasar debido a la decisión de Naruto. La ex Godaime suspiró, ni siquiera ella estaba segura de lo que pasaría. — No lo sé, Shizune. Planté la duda, solo hay que esperar a ver qué pasa — contestó la mujer de grandes atributos y carácter volátil. La azabache asintió, ella tampoco sabía lo que pasaría, solo pedía que fuese algo bueno. Naruto merecía gobernar en paz y sin restricciones de ningún tipo. Se lo ganó. . . . Para Sakura, llegar a su casa y ver a su marido dormido en el sofá solo fue la previa de hacerle saber que acababa de llegar a casa. Le recordaba que debían arreglar su situación matrimonial, pero su marido nunca estaba o evadía olímpicamente el tema. Cosa que finalmente la terminaba haciendo llorar y lamentarse por no poder solucionar nada, aunque todavía tenía otra alternativa. Sí, tenía una, a lo mejor un poco extrema… Soltó un suspiro, pese a que quería arreglar su situación con Sasuke, en ese momento no era lo adecuado. Primero porque seguramente él tenía una resaca monumental, y segundo, porque tenía cosas más importantes en las que pensar que en su crisis matrimonial. Y desgraciadamente, ese “algo” tenía nombre y apellido. Neji Hyūga. Debía encontrar la manera de persuadir a Naruto para que el proyecto cesara, o bien cambiaban de estrategia y colaboradores. Por lo menos, para no poner en riesgo la vida del heredero del Bouke. Una tarea titánica, tomando en cuenta que en ese preciso momento solo llegaba a asearse y volvía al hospital de nuevo. Otra razón más para no despertar a su esposo, menos si lo que terminarían haciendo era discutir. Además, su cabeza no tendría la atención debida para abordar temas que eran sumamente dolorosos y de paso, delicados con su esposo. Sin contar que el castaño y su condición seguían rondándole la cabeza. Lo había decidido, tenía que hablar con Naruto. . . . Para cuando Sakura salió de su casa, Sasuke continuaba dormido a pierna suelta en el sofá, en una posición que su esposa aseguraba le acarrearía una torticolis muy buena. Caminó a paso ligero por las calles, saludó a cuanto aldeano se le cruzó en el camino. Iba apresurada, tenía que hablar con Naruto. Y aunque su paso era apretado y rápido, el camino se le hizo largo y lento. Para cuando llegó a la torre Hokage, no saludó a nadie y prácticamente entró en el despacho de su amigo sin permiso como ráfaga de viento. — Naruto, tenemos que hablar acerca de… Sus palabras se quedaron a medio camino en cuanto vio a su amigo arrimando unas cajas y empacando en otras, ¿qué pasaba ahí? — ¿Qué es lo que haces? — preguntó intrigada. El rubio que se encontraba guardando documentación y otras cosas, giró su rostro para mirarla rápidamente y volvió a su tarea de guardar. — Empaco — respondió escueto y simple. Ese no era el Naruto que ella conocía, se le veía desganado. — Eso ya lo sé — señaló la peli-rosa, cerrando las puertas para no ser molestados y acercándose lentamente a él —. La pregunta es, ¿por qué? Su amigo empaquetó unas cuantas cosas más, se detuvo y lo escuchó suspirar con resignación. Al fin y al cabo ella se iba a enterar, de una u otra manera. — Renuncié — contestó rotundo y serio. Una verdad poco creíble para Sakura. No es como que fuera posible que Naruto Uzumaki renunciara al sueño de su vida, a algo por lo que tanto había luchado y ahora había conseguido. No era así de fácil, debía haber una buena razón, una fuerte y poderosa para que lo hiciera renunciar. — ¿Por qué? — su tono de voz salió bajo y asombrado. Naruto paró de almacenar, recargó las palmas de las manos en una de las cajas, agachó un poco la cabeza con la mirada en la superficie de la caja. Su capa blanca ondeaba levemente, gracias a la brisa veraniega que se colaba por los enormes ventanales. Lo oyó inspirar profundo, él cerró los ojos y se dio la vuelta recargándose ágilmente en el escritorio. Un movimiento bastante calculado, ¿y por qué no decirlo? Sexy en su rubio amigo. Contadas veces Sakura se percató de cuan crecido y maduro era Naruto. A lo mejor seguía teniendo aquel complejo de niña tonta y mimada, como para no ver el gran progreso de su mejor amigo, sin embargo, debía admitir. Que lucía diferente. — Quieren que me case para conservar mi puesto, y no estoy dispuesto a sacrificar una decisión que solo debe ser mía, por algo que me he esforzado en obtener — explicó Naruto, en un tono pensativo que solía escuchar muy poco. Siempre significaba algo importante. En su mayoría, un desacuerdo. — ¿Qué? ¿Por qué? — soltó incrédula. — Creen que por ser muy joven la población no me tomará en serio, piensan que por mi edad necesito estabilidad ‘familiar' y así podré ser aceptable — Naruto frunció el ceño, no le gustaba para nada que le vieran como un pelele. — ¡Pero si ellos mismos te escogieron! — profirió, alterada la peli-rosa. — Es lo mismo que yo digo — concilió él —. Pueden meter sus narices en otras decisiones que respectan al país, pero no a mi vida personal Sakura-chan, esas son solo mías — le dijo con aire solemne y resignado. “Sorprendente”. — Pero, ¿es que acaso no hay nada que hacer? Naruto negó con un movimiento de cabeza y luego sonrió de una forma que la kunoichi no supo descifrar. — Ya me habían escogido esposa — musitó el rubio. — ¿Quién? — interrogó Sakura con curiosidad. Naruto soltó otro suspiro, a ese paso, la peli-rosa comenzaba a intuir que se quedaría sin aire. — Hinata — contestó, breve y desinteresado. Su respuesta generó en Sakura una especie de sabor arenoso. Pues le pareció que a su amigo no le interesaba en lo más mínimo la heredera Hyūga, cuando ésta movía cielo y tierra por él. Incluso estuvo dispuesta a morir por salvarle la vida. Venció su propia timidez para declararle su amor, más él jamás contestó. — Sé lo que estás pensando — habló nuevamente Naruto sorprendiéndola, Sakura no hizo el mínimo intento por ocultarlo. Pronto se vio atrapada por una mirada azul profundo, sus orbes parecían pequeños mares a punto de ahogarla. No podía determinar en ese momento si por su profundidad o por no encontrar un sentimiento estable, más allá de la confianza y el cariño que poseía hacia ella. Además, la conocía lo suficientemente bien como para saber lo que pasaba por su cabeza en ese instante. — Sé qué piensas que estoy siendo cruel al rechazar a una mujer que me ama — continúo, causando más impresión en la peli-rosa —. Sé que no es de un caballero rechazar la propuesta de una dama, lo sé. Pero sí de buenos hombres no dar falsas esperanzas. Y eso es precisamente lo que he hecho, no dar pie a algo que sé que no va a funcionar y le rompería el corazón, no me lo perdonaría jamás — explicó, sinceramente. — ¿Cómo lo sabes si no lo has intentado? — contradijo su amiga astutamente, como siempre. Naruto sonrió, se cruzó de brazos e hizo lo mismo con sus piernas, de modo que una descansaba suavemente sobre la otra. Respiró profundamente, miró hacia el encielado y luego a ella esbozando una pequeña sonrisa. — No la amo. Esa es una razón suficiente para no hacerlo — alegó serio, sereno y seguro —. Y no quiero intentar algo que sé que va a fracasar — repitió, continúo al ver la intención de la peli-rosa por interrumpirlo —. Sé que Hinata es una chica dulce, tierna e inocente, eso lo sé, Sakura-chan. Y es por esa misma razón que no le rompería el corazón, la aprecio demasiado como para hacerla sujeto de experimento en una relación. Sé que tú lo comprendes al igual que yo, te sucedió conmigo, ¿no es así? Sakura tuvo que cerrar la boca antes de abrirla para decir algo, realmente acababa de darle un golpe sutil. Y la reflexión de esa situación le llegó como revelación divina. Para ella, era admirable que su mejor amigo sacrificara su sueño por algo tan simple como un matrimonio. Podía haberlo aceptado y seguir con su cargo, sin embargo, para él implicaba mucho más que obtener un título y una credibilidad que ambos sabían, se ganó a pulso con sus acciones y correctas decisiones. Anteponiendo muchas veces su vida, con palabras que su propio corazón le dictaba. Aseguraba que eso era igual. No obstante, ahí, había algo más profundo que una simple negativa rebelde. Y no significaba que para la heredera del Souke fuese mejor. Eso ignorando que el padre de ésta debía estar muy indignado, seguramente, Hiashi Hyūga se sentiría insultado de que el mismísimo hijo del Cuarto, ahora Hokage, rechazara a una de sus hijas. Especialmente a su heredera. — ¿Eso significa que no te casarás nunca? — interrogó, tratando de abordar el tema por otro lado. Naruto soltó una risa divertida y estridente, le vio hacer una negativa con la cabeza manteniendo su postura recostado en el escritorio. — Algún día, pero no ahora. Mi prioridad siempre fue sacar a Konoha adelante, proteger a su gente. El peligro siempre existe, en menor escala pero existe, Sakura-chan — contestó, sabiamente —. No tengo tiempo para relaciones, mucho menos para matrimonios. Si me enamoro, lo haré, por decisión propia y no por mandato de un montón de gente que ya tienen sus vidas hechas. Yo no soy así y lo sabes — pausó —. Eso no va conmigo. “Lo dicho antes, sorprendente”. — Y es por eso que renunciaste… Él asintió lentamente. Vaya que las cosas habían dado un giro, y no uno de 180°, no, era uno de 360°. Entonces se preguntó, ¿el proyecto continuaría o pararía? Era algo que debía saber. — Naruto… Iba a mencionárselo cuando repentinamente escuchó la puerta abrirse de golpe. Ambos giraron para ver quien los interrumpía, se encontraron con Shizune y Tsunade. La segunda no llevaba buena cara, mientras que la primera estaba asustada, al igual que Sakura. La rubia dirigió sus ojos al apacible rubio de brazos cruzados. — ¿En qué puedo servirte obaa-chan en estas últimas horas que me quedan? — soltó el rubio con aire bromista. Y aunque a Tsunade le disgustaba el apelativo tanto como a su alumna, lo ignoró por su bien mental y de paso, para no ser acusada de asesinato injustificado a un niñato de bigotes de gato. — ¡Deja de llamarme así! — sin embargo, eso no significaba que no pudiera reprenderlo a meros gritos —. Y ven conmigo, los del concejo quieren hablar contigo. La declaración sorprendió a ambos jóvenes. — ¿Ah sí? ¿Y ahora qué? ¿Me van a imponer la pena de muerte por no querer casarme o qué? Bien, hasta ese momento, Sakura se percató que la junta con Itachi y Kakashi no le hacía bien, algo le decía que Sasuke también había colaborado a la causa. Pues nunca le vio ser tan sarcástico hasta esa ocasión. — ¡Cállate y ven conmigo mocoso! — vociferó la ex Hokage dándose media vuelta y saliendo de la habitación. Shizune le siguió al paso y Naruto soltó un suspiro, deshizo su posición cómoda y comenzó a caminar hacia la salida. No sin antes volverse hacia a ella y regalarle una sonrisa, de esas conciliadoras que siempre predisponía para momentos tensos y desanimados. — Hablaremos luego, Sakura-chan, si no es que me sacrifican… — bromeó, enseguida salió dejando a una peli-rosa preocupada. Ahora esa idea también formaría parte de sus filas importantes. Al parecer, todavía no concretaría nada y el tiempo avanzaba. ¿Qué más le pasaría?
Jajajaja, lo amo. Y vaya que la mala o buena junta, sabrá Dios, si que le ha hecho madurar inesperadamente. Sakura a de sentirse removida, porque al parecer, el rubio maduró más que ella, que se casó esperando algo que nunca antes le ofrecieron, y todo por la antelación ilusoria de un sentimiento correspondido que no hizo más que arrastrarla por el suelo. Me agradó el trasfondo que llevaste, pero quedé en nada porque me dejaste con mucho en la mano, o sea, ¿cómo lo dejas ahí mujer? Esto debió ser más largo. Por otro lado, mi curiosidad quema por saber de quién terminará enamorado Naruto, o bueno, al menos en una relación abierta. De verdad que quiero ver eso. Nos vemos en el próximo, saludos~
Dejo los lineamientos de siempre. Aclaraciones: Narración. — Diálogo — “Pensamientos”. Advertencias: Posible OoC en los personajes. OC. No apto para fans SasuSaku o NaruHina. Género: Romance | Drama. Clasificación: T. Disclaimer: La serie y sus personajes no me pertenece a mí, sino a ®Masashi Kishimoto. Nota de Autor: Que lo disfrutes Insane . Capítulo 8. . ‹‹Llevadera es la labor cuando muchos comparten la fatiga››. Anónimo. . Arreglo. Cuando Naruto se presentó a aquella junta con los ancianos y cabezas de los Clanes, jamás se imaginó que fuese para que prácticamente le rogaran que no dejara su puesto como Hokage. Tuvo que ocultarse bajo una máscara de indiferencia ensayada (que muy amablemente Kakashi e Itachi le enseñaron a usar, sin contar que tener a Sasuke como compañero durante muchos años ayudó a la causa), que le permitió ocultar su sorpresa y satisfacción. Aunque honestamente, esperó que Hiashi Hyūga le recibiera con un kunai o una katana dispuesto a degollarlo por el insulto de rechazar a su hija, la próxima heredera del Clan. Acción que de una forma u otra le dio curiosidad, pero no se metería en esos líos. Y si las aguas estaban calmas, no sería él quien se encargara de agitarlas. Ya suficiente tenía con todos los problemas y disgustos que esa gente le habían dado como para cargarse la ira del padre de Hinata, quien por supuesto, no era nada conveniente tenerlo del lado enemigo, queriéndole volar la cabeza solo con el pensamiento. Seguramente lo estaba maldiciendo por lo que había pasado con su sobrino, quien, por cierto, todavía no salía del hospital. — Kakashi-sensei, ¿por qué demonios no te hicieron casarte a ti cuando te nombraron Hokage? — le preguntó Naruto al peli-gris que se encontraba cómodamente sentado en el alfeizar de una de las ventanas de su oficina. — Naruto, ese fue un cargo temporal el tuyo es permanente — contestó Hatake, con ese tono calmo combinado con indiferencia parca que con frecuencia rayaba la paciencia de todos. El rubio lo miró con ojos achicados y una cara graciosa. — ¡Por una puta vez podrías dejar esos malditos libros! — vociferó el rubio, desempacando todo lo que había metido en las cajas. Vaya que la tarea de empacar y desempacar es terrible. — Te estoy poniendo atención — respondió simplemente el peli-gris, pasando la página de su preciado libro naranja. El rubio bufó, hastiado. Hatake suspiró, como siempre la hiperactividad de su antiguo alumno no le dejaba en paz. — La única razón por la que no me quedé con el cargo, fue precisamente por la que tú renunciaste. Esa declaración le sorprendió, y no al mismo tiempo, pues conociendo a su sensei, negarse en su caso era lo más sensato. Y eso que Kakashi era mayor que él… — ¿Y no pudiste decírmelo? — le miró con ojos entrecerrados, mientras que Kakashi arqueó el suyo, lo cual significaba que bajo su máscara sonreía descaradamente — ¡Pero qué mal sensei eres tú! Kakashi soltó una risa baja, le divertía ver que su ex alumno no perdía aquella jovialidad que lo caracterizaba, menos el buen humor. Le recordaban que aún era joven e inexperto, que, aunque ahora fuese el mandatario de su nación, seguía siendo aquel chico adolescente que conoció. — No creí que te sucediera a ti también — respondió el peli-gris, demasiado tranquilo para el gusto de Naruto. Le escuchó chasquear la lengua. — Si seguro, como no… — masculló el rubio, que continuó ordenando documentos y demás contenido de aquellas cajas. Kakashi no creyó que tuviera tantas cosas que empacar, pero se le hacía que a lo mejor quería llevarse hasta los muebles para dejar al próximo Hokage en el suelo… — Dime una cosa Naruto — habló el Jōnin, éste no le prestó atención, ya que estaba muy ocupado golpeando papeles contra el escritorio — ¿Cómo tomó Hiashi tu rechazo? La reacción de su alumno ante la pregunta fue inmediata. Pronto dejó de sacar papeles y carpetas, se quedó paralizado y rígido. Con la mirada hacia el frente, serio y pensativo. Lo que a Kakashi le indicó que no se esperaba la pregunta, y que también le incomodaba el tema. — No está muy feliz — murmuró, enseguida soltó un suspiro y tiró la carpeta. Retomó aquella posición que utilizó cuando Sakura llegó a visitarlo antes de que el consejo lo reestableciera como Hokage. Se recargó en el escritorio y se cruzó de brazos, cerró los ojos un instante y luego los clavó en su ex sensei. Hatake pudo notar que estaba muy perturbado, angustiado y preocupado por diferentes razones. También, notó culpa y desasosiego. No muy común en su ex alumno. — Al parecer que rechazara a su hija no es tan terrible como el hecho de que intentara matar a su sobrino — continuó, con algo de ironía y amargura. Una respuesta misteriosa y enigmática para el pragmático ninja de cabellos grises. Curiosa, así podía describirla. Ya que podía esperar la furia del jefe de uno de los más antiguos Clanes del país del Fuego. Sin embargo, el dato de que estuviese más preocupado por Neji que por su hija era llamativo. — Eso es interesante… — musitó Kakashi, guardando el libro en su porta-kunais. — Sí, lo mismo pensé — concilió el rubio —. Y no entiendo por qué — frunció el ceño distraído, buscando a lo mejor alguna razón que encajara en la preocupación desmedida de Hiashi para con Neji. — A lo mejor es culpa. Uzumaki miró bruscamente a su ex mentor y elevó una ceja. — ¿Tú crees que Hiashi Hyūga sienta culpa? Kakashi elevó los hombros. — Tal vez por su hermano, recuerda que el tiempo pasa y las personas cambian, Naruto. No se mantienen siempre en el mismo tono, pueden degradarse o abrillantarse, todo depende de la situación. En ese momento, la respuesta de Kakashi le pareció un maldito trabalenguas, como siempre, con sus contestaciones enigmáticas que parecían un laberinto sin una salida lógica. Si no volabas no salías, así de simple. — No lo sé — dijo Naruto —. Igual y me preocupa, como ya te has dado cuenta no está nada fácil. Reanudó su trabajo de desempacar y ordenar. — Sí, Sakura ya nos lo comentó. Y con decir ‹‹nos›› obviamente hacía referencia a Itachi y él. — ¿Han encontrado alguna forma de ayudarla sin que tenga que recurrir a la ejecución del sello maldito? Aunque no lo pareciera, a Naruto le urgía que le ayudaran a su mejor amiga lo más pronto posible. Ya que ella le informó de la situación en cuanto supo que su destitución no se llevó a cabo, y Neji no estaba dispuesto a renunciar. Tuvo que ser rápido y recurrir a las dos personas más experimentadas y capacitadas que tenía, sin llegar a hablar con Tsunade. — Estamos trabajando en ello — respondió Hatake. — Pues háganlo rápido, no quiero tener que preparar dos funerales. Kakashi le miró con la ceja alzada. — ¿Dos funerales? — indagó, con la curiosidad de saber a quién mataría. Si era él o Itachi. — Sí, dos. El de Neji y el mío. Porque si a él le pasa algo Hiashi me mata — profirió, con exagerada preocupación y drama. Lo que provocó que Kakashi soltara una risa de nuevo, con Naruto nunca se pasaba un momento aburrido. Mudaba de la seriedad al drama cómico en cuestión de segundos. — No te preocupes, encontraremos una solución pronto. — Eso espero — dijo el rubio, luego se detuvo, frunció el ceño levemente y se giró hacia su maestro — ¿No se suponía que la hermana de Kurenai venía? Kakashi asintió. — Sí, pero creo que no será imprescindible — contestó Hatake —. Lo que necesitas saber está en ese pergamino — señaló al pergamino de color verde que se encontraba sobre el escritorio. ¿En qué momento lo puso ahí que no lo vio? — ¿Cómo…? Se giró para preguntarle, pero ya su sensei se había marchado, bufó y chasqueó la lengua con molestia. Siempre le hacía lo mismo, lo dejaba hablando solo. — ¡Sí, claro! Como ahora tiene novia se va al carajo y me deja hablando solo — profirió, levantando los brazos. Luego miró a su alrededor. — Ah mierda… Sí que tengo mucho que hacer — masculló al mirar el montón de cajas juntas. Vaya si era verdad, debía ordenar todo antes de poder sentarse a leer ese pergamino que tanto interés le traía. . . . Era muy tarde, más no lo suficiente como para decir que era de noche, solo media tarde. Pero para ella era bastante evidente que el clima, la hora y el fresco no le importaban. Pequeños y suaves sollozos se oían en la soledad del campo de entrenamiento número siete. Resultaba irónico que después de enterarse de eso, fuese precisamente ahí para llorar. Y es que Hinata Hyūga acababa de enterarse que el hombre que amaba, el amor de su vida la rechazó en propuesta de matrimonio. Naruto prefirió dimitir su cargo para no tener que casarse con ella… Era humillante y doloroso… Hinata estaba al tanto del supuesto compromiso del que la convirtieron en sujeto. Cuando lo supo, no pudo sentirse más que feliz de saber que de entre todas las kunoichis existentes en la Aldea, ella fuera la elegida para estar al lado del Hokage. Claro, en su inocencia, Hinata ya se había hecho ilusiones como la futura esposa de Naruto Uzumaki. Se montó una película a sí misma, donde se casaban, tenían hijos y vivían felices para siempre como en los cuentos de hadas, esos que su madre le leía cuando niña. El día que su padre le informó aquella decisión, se sintió dichosa. Con una felicidad que no le cabía en el pecho. No obstante, se le olvidó un pequeño, pero pequeñísimo detalle… Ignoró por un momento las veces que Naruto la evitó a toda costa por indefinidas e inexplicables razones. En ese instante, no se le cruzó por la cabeza la mínima idea de un posible rechazo de parte del hombre al que tanto amaba e idolatraba. Por eso, cuando su padre le informó que Naruto dejaba su cargo por la “sugerencia” de matrimonio, todo su mundo se vino abajo. Sus ilusiones y esperanzas quedaron marchitas como una rosa seca, a la que habían dejado morir por no regarla. El dolor le sobrevino, para Hinata aquello fue como herirla una y otra y otra vez en el cuerpo, o peor aún, como encajarle un cuchillo en el pecho, retorcerlo hasta hacerla gritar y suplicar la muerte. Era ese tipo de dolor que te hace querer gritar, llorar y sollozar hasta que ya no te quedan fuerzas, hasta que pierdes la consciencia… El tipo de dolor que te hace hipar con gran sentimiento, que te hace querer arrancarte el corazón del pecho. Y por eso estaba ahí, con la espalda recostada en el tronco y las piernas dobladas hacia su pecho envueltas con sus brazos, escondiendo su cabeza entre el pequeño hueco. Parecía literalmente, un ovillo. — ¿Hinata? La repentina voz masculina le hizo dar un respingo, levantar la cara y mirar la gran silueta que le hacía sombra. Cuerpo atlético y alto, con los cabellos de punta. — Sa-Sasuke-san — murmuró la chica. Se sintió cohibida de repente ante aquella mirada y expresión de indiferencia. No esperaba encontrarse a nadie ahí, o por lo menos, deseó que no pasara tal cosa. No quería que alguien más viera su patético estado, producto de sus ilusiones vanas. — ¿Qué haces aquí? — preguntó Sasuke, cuestionamiento retórico, ya que era obvio que no se encontraba bien. Sus ojos rojos e hinchados respondían solos. — Y-Yo a… Y-Yo… La Hyūga se paralizó, no sabía que responder que no fuera una falsedad para ocultar su más profunda verdad. A ella no le gustaba mentir. Sasuke soltó un suspiro pesaroso y fastidiado. — Es por Naruto, ¿no? Porque rechazó su compromiso contigo. Esa no era una pregunta, era una afirmación aplastante y dolorosa, muy al estilo Uchiha. — Na-Naruto-kun… No… Yo… — pronto se le formó un nudo en la garganta, y las lágrimas se agolparon rápidamente en sus ojos cual caudal por río. Y aunque para Sasuke las situaciones sentimentales eran fastidiosas, no significaba que la chica en cuestión no le diera lástima. Le recordaba que su mejor amigo era un idiota, por despreciar a una hermosa y dulce chica que lo idolatraba y lo amaba por encima de cualquier cosa, que moriría por él si fuese necesario. Un momento… ¿Qué estaba diciendo? ¿Por qué pensaba esas cosas de Hinata? — Na-Naruto-kun no me ama… — murmuró la chica, con un sentimiento de pesar que desgraciadamente le tocó el corazón de una extraña manera. ¿Por qué se sentía molesto de repente? ¿Acaso sentía algún tipo de celo o envidia hacia Naruto? — É-Él prefirió re-renunciar a su cargo a-antes que casarse co-conmigo… Decirlo en voz alta no lo hacía menos doloroso, sin embargo, que pudiera decírselo a alguien como Sasuke Uchiha si era toda una revelación. Una muy rara, ya que, por alguna inusitada razón, le nació confesárselo. Por su parte, el Uchiha la miró detenidamente. Se percató, o más bien, cayó en la cuenta de que la heredera del Souke era una chica hermosa, dulce, tierna y apacible. Sumisa. Todo lo contrario a su esposa. Una mujer a la que podría moldear a su antojo si quisiera. — No deberías estar llorando por cada rincón por alguien que no te merece, eso es patético. Sigue con tu vida — respondió nada más Sasuke. Sus palabras fueron como un golpe para Hinata, se tragó un sollozo y las lágrimas. Levantó la mirada, pero se encontró con que él ya le daba la espalda y caminaba alejándose. Se permitió soltar un gemido, seguido de un sollozo. Las lágrimas comenzaron a surgir de nuevo, como pequeños riachuelos. Pese a eso, estos le recordaban que lo más horrible no era la vida, si no el dolor de un amor imposible… . . . Soltó un suspiro, mientras continuaba garabateando líneas en sus libretas. Seguía buscando una salida a ese proyecto, o una continuación que no pusiera en peligro la vida de su sujeto de experimento. Y es que sí, había hablado con Naruto en cuanto supo que no había sido destituido. Sí, le explicó y planteó todas las bases y los riesgos. Pero no, no consiguió que Neji dejara el proyecto o que el mismo Hokage la apoyara para que él lo abandonara. No. Naruto se cerró en redondo antes que ella pudiera argumentar algo mejor y le dijo que buscara una salida que pusiera en el menor peligro posible al heredero del Bouke. Le conllevó a tener que contactar con Itachi y éste terminó llamando a su compinche, Kakashi. Dando como resultado que entre los tres, se suponía deberían encontrar una salida para esa disyuntiva que ahora la aquejaba. Ahora se encontraban ahí los cinco, porque Hinata y Neji también estaban presentes ya que los necesitaban. Para Sakura, tener que estar ahí, en esa sala, no era lo más grato del mundo. — No creo que esto sea buena idea — musitó la peli-rosa, dudosa y preocupada. Los miró a ambos y luego Neji. No le agradaba tener que verlo pasar por eso de nuevo. — Es la única forma en que podemos ayudarte, Sakura — habló Itachi. — Debemos registrarlo y así poder crear una estrategia para desarrollar un jutsu — finalizó Kakashi. A la Haruno hasta le pareció que se combinaban para responder. Cuando no, dos genios… “Tres”. Sí, de verdad eran tres. — Sigo creyendo que es una mala idea — replicó, testaruda como siempre. — Es necesario, Haruno — habló Neji, por primera vez en todo ese intercambio. La potente frecuencia de su voz resonó en su cabeza y desgraciadamente, en su cuerpo también. Atraída lo miró un instante, sus ojos jade no pudieron profundizar sobre los perla y buscar una razón por la cual negarse a la locura que pretendían ejecutar. — Agh, está bien — masculló, molesta e insegura de sí misma. El Hyūga tenía un extraño poder de convencimiento. Lo que le hacía preguntarse si la persuasión peculiar de su mejor amigo se pegaba… — Hinata-sama — llamó respetuosamente el castaño, la chica dio un respingo. Estaba asustada y titubeante, no quería hacerlo de nuevo. Cuando Kakashi e Itachi le pidieron que les enseñara el sello secreto del Clan, pensó que no debía, pero si eso la libraba un poco de la carga que suponía ejecutar ese sello para controlar a su primo lo haría. Y si era para encontrar una solución al problema que ahora pasaban, lo haría con muchísimo gusto. Eso no significaba que se sintiera alegre por lo que su primo pudiera pasar, no, al contrario. Se encontraba en un dilema, entre lo que era mejor para su primo y para su salud. Y lo que era preferible para la rama secundaria. Que como siempre, la colocaba al borde de la balanza. Pese a que quiso y les mostró la ejecución del sello, ninguno pudo ejercerlo en control. Puesto que como clasificación de sello secreto del Clan, era evidente que los únicos capaces de ejecutarlo eran los miembros del Clan Hyūga, según la esposa de Sasuke Uchiha dedujo, es que el sello tenía relación especial con su sangre y solo respondía a esta para ser efectuado. Nadie más podía hacerlo. Así que, sin salida, miró a Sakura en aras de auxilio. Ésta la miró de la misma manera, intentó conciliarla. — Trata de que sea por poco tiempo, Hinata. Le dijo, como único consuelo. — Después de esto ya no tendrás que hacerlo más. Eso era un alivio, aunque lo que se vendría no lo era en lo absoluto. — E-Está bien. Titubeante, comenzó a hacer los movimientos respectivos. Lo que sobrevino después… No es grato contarlo… . . . Ahora, la esposa del Uchiha se encontraba en la misma habitación en la que ingresó hacía solo una semana el heredero del Bouke. Por las mismas razones y con las mismas condiciones. Solo que había una diferencia, tuvo el tiempo suficiente para suministrarle un antídoto temporal a los efectos causados por el Sello de Control. ¿Cómo pudo hacerlo? Fácil no fue. Sin embargo, pudo identificar los síntomas y las zonas afectadas. Le dio un diagnóstico nada favorable. Pues descubrió que cada ejecución del sello terminaba en una rotura del sistema, específicamente del sistema nervioso central. ¿Qué había descubierto? Que cada vez que se efectuaba el sello generaba una rotura, que desgraciadamente no era pequeña, sino progresiva. Algo que al cabo de varias realizaciones más, terminaría generándole una enfermedad degenerativa del sistema nervioso, que acabaría afectándole órganos y tejidos, que empeoraría con el transcurso del tiempo. Un período relativamente corto. En el mejor de los casos, podía terminar con Alzheimer. Poco común en los ninjas, pero no era rara en el mundo en general. Por esa razón le preocupaba que cada ejecución le minara demasiado las funciones cerebrales. En esta ocasión tuvo que estar preparada para por lo menos, parar la rotura del sistema y reponer las células dañadas lo más rápido posible. Así la progresión era mínima y su avance casi nulo. Desgraciadamente existía, y eso no podía pararlo. Miró al castaño acostado en la cama y dormido profundamente por el sedante que paralizó las dolorosas sacudidas. Sin quererlo o por instinto, llevó una mano hacia su frente y apartó unos mechones de su sedosa cabellera castaña. Un gesto tierno y dulce, que la impulsó a acercarse más, demasiado… Hasta que de pronto, unos ojos perla la sorprendieron repentinamente. Soltó un sorpresivo y para nada sutil gemido…
Jajaja, mujer, no sé si lo escribiste con esa intención pero Kakashi es muy maldito, y es tan él. O sea, no decirle esa información tan importante a su ex-estudiante y lo comenta así, como si nada. Lo amo y lo odio a la vez. Lo bueno es que Naruto fue firme, y de verdad que le está afectando juntarse tanto con Kakashi e Itachi, ya quiero saber como se desarrolla esa relación que tienen, es asdfasdf. Por otro lado, Sakura, estoy que voy a matarla, o sea, tiene a Neji ahí, en bandeja de plata y se pone a mariposear, eso es para que hace rato le hubiese dado un beso estando él inconsciente, no sé (?) Me pongo fan.girl mujer. Esperaré el próximo, ansiosa. Y también el NaruIno (?) Saludos.
Me gusta mucho la historia, la verdad he disfrutado leyéndola ^^ Pobre Neji, lo que esta sufriendo y la pobre Sakura Me pregunto si Naruto tiene a alguien en el punto de mira Espero continuación
Dejo los lineamientos de siempre. Aclaraciones: Narración. — Diálogo — “Pensamientos”. Advertencias: Posible OoC en los personajes. OC. No apto para fans SasuSaku o NaruHina. Género: Romance | Drama. Clasificación: T. Disclaimer: La serie y sus personajes no me pertenece a mí, sino a ®Masashi Kishimoto. Nota de Autor: Vengo actualizar a los siglos, que los disfruten Insane y Raimor. Muchas gracias por tomarse un tiempo para leer y comentar mi historia, hasta la próxima. Capítulo 9. . ‹‹Los errores son los umbrales del descubrimiento››. Anónimo. . Avance. Los gemidos de excitación pueden ser los sonidos más hermosos, claro, en un acto sexual. Ese que había dejado su garganta no se comparaba en nada a un gimoteo lujurioso. Más bien, le parecía un grito ahogado de pánico. Como cuando una madre encuentra a su hijo haciendo travesura, augurando un mal pronóstico para una niño pícaro. Algo similar sentía ella en ese momento. Una gran e indomable oleada de pánico. Estaba a unos centímetros de su rostro, tan cerca que juraba que él podía sentir su respiración acelerada y su corazón latiendo. Contemplaba sus ojos opalinos, pero antes que verlos realmente se sentía cautivada por el reflejo de su silueta en ellos… Miraba sus propios orbes abiertos, sorprendidos; sumado a aquella sensación de hormigueo en su estómago… Pronto un ruido se escuchó. Pasos, pisadas largas y pesadas, perezosas hasta cierto punto. Le asombró a sí misma que podía escuchar con detalle algo tan insignificante, sin contar que desgraciadamente, reconocía esos pasos. Se separó de Neji tan pronto escuchó la perilla de la puerta girar, sin embargo, en su cuerpo, fue como si una fuerza invisible la halara de nuevo hacia él. Algo inexplicable y estúpido, pues la comparó con la fuerza de atracción. Aquel enunciado de Isaac Newton que decía: “La fuerza ejercida entre dos cuerpos de masas separados una distancia es proporcional al producto de sus masas e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia”. Lo que en palabras más simples, significaba qué, cuanto más cerca se encontraba de Neji, más atraída se sentía hacia él. Eso le producía una especie de excitación injustificable. Recordando cuál era su estado civil, pero sobre todo, cuál era su lugar y posición en toda la ecuación. — Sakura, estás aquí — escuchó el llamado de una voz apacible y familiar. Dio un respingo y se alejó un tanto más de la cama, no muy disimuladamente para su desgracia. Estaba segura de que ambos hombres lo notaron. Tuvo que respirar, profunda y superficialmente, para que no fuese más notorio su nerviosismo y su bochorno, tenía las mejillas sonrosadas y la presencia de Kakashi no lo hacía más fácil. — ¿Qué es lo que sucede, Sensei? Le miró, notando que no parecía muy interesado en lo que pudiera o hubiese pasado ahí antes de que llegara. La verdad no había pasado nada, físico cuando menos... Sin embargo, ella guardaba un horrible dilema moral que la hacía sentirse culpable, y la constante mirada de Neji no la hacía sentirse mejor. ¿Cómo no se dio cuenta cuando sus niveles de chakra se reestablecieron y recuperó la consciencia? “Eso es porque ver a un monumento de hombre indefenso, tirado en la cama te desató otra cosa…” Y como siempre su mente libidinosa dándole justo en el clavo. ¿Acaso podía sonrojarse más? — Itachi y yo queremos mostrarte algo — dijo escuetamente, en seguida le vio mirar Neji — ¿Ya te sientes mejor? — Sí — le respondió, con aquella voz ronca que lograba revolucionarle las hormonas de forma ridícula. — Me alegra, porque te necesitamos para nuestro experimento. — ¿Experimento? ¡¿Acaso piensan someterlo de nuevo a eso?! — exclamó — ¡Aún no se recupera, no pueden hacerlo! — Es la única forma de probarlo, Sakura, necesitamos a Neji. — Pero… — No hay problema, Haruno — le cortó impasiblemente el heredero del Bouke, ella le observó. En su iris no había nada más que seriedad y determinación —. Salgo enseguida, Kakashi-san — se dirigió al Jōnin, que asintió con la cabeza. Luego miró a la kunoichi, se sintió expuesta ante el escrutinio de su mirada perlada. Como si la analizara minuciosamente —. Haruno. Ese llamado fue suficiente para saber que estaba pidiéndole abandonar la habitación, para quitarse esa incómoda bata de hospital. “Aunque seguramente tú querrías quitársela con los dientes, ¿no?” ¡Kami! ¿Por qué su consciencia no se callaba, acaso no se daba cuenta que no ayudaba en nada a su vergüenza? ¿Por qué Kami-sama la maldijo con tal subconsciente parlanchín? Hizo acopio de toda su fuerza de voluntad para no salir disparada como una bala por la puerta, ya tenía suficiente bochorno con lo que pasó con el heredero del Bouke antes que su ex sensei entrara a la habitación. No quería tener que pasar otra más. . . . Respiró aliviada de que esta vez Neji Hyūga no tuviera que ir a la sala de máxima urgencia, ser atendido con desesperación y darle los primeros auxilios de forma alucinógena. Se sentía mitigada en cierto sentido. ¿Qué había pasado? Afortunadamente y para su gracia divina, (la que le otorgara Kami o cualquier dios que existiera allá arriba). Kakashi e Itachi, idearon una forma en la cual el heredero del Bouke se viera involucrado, pero no expuesto al jutsu de Control. Lo hicieron por medio de un genjutsu que lo inducía exactamente al mismo panorama de la ejecución última que realizó Hinata, era como una acción repetitiva que le permitía sentir el mismo efecto, como si estuviese ejecutándolo verdaderamente la heredera del Souke. Sin embargo, no era más que una ilusión; ‹‹muy real›› del verdadero jutsu. Kakashi e Itachi habían grabado con su Sharingan el efecto, todo, para así poder encontrar una manera de que Neji continuara colaborando sin exponerlo completamente a las consecuencias. Con este jutsu modificado (que prácticamente se sacaron de la manga), podía seguir haciéndolo, Sakura se los agradecía y a la misma vez admiraba. Pues no hacía más de unos días que el asunto se suscitó, que les solicitó su ayuda, y ahora ya tenía una forma con la cual trabajar. Si bien era un Genjutsu revolucionario e ingenioso, no disminuía mucho los riesgos. Lo que significaba que el objetivo de la ilusión mental era que el cuerpo y el cerebro de Neji trabajaran al mismo ritmo que con el jutsu de Control real, significaba que si lo afectaba. No en gran medida, pero lo hacía e igual le preocupaba. Además sucedió otra cosa, aún más asombrosa. Aquella mujer de estilizada y esbelta figura, de cabellos dorado metálico y ojos frambuesa se encontraba en la habitación con ellos y se preguntó, ¿qué hacía ahí? Pues, aunque se le veía un poco incómoda, cuando Kakashi amablemente le pidió que estuviese atenta no hizo más que generarle intriga. Por fin decidió preguntarles el motivo por el cual estaba ahí, en una misión que de por sí, ya era bastante secreta. Itachi ejecutó aquel jutsu que logró poner a Neji en un trance momentáneo. Era solo una demostración, las ondas cerebrales en el monitor lo demostraban. Para preocupación de Sakura, se alteraban demasiado, como si estuviese fuera de control. Se alteró, estaba a punto de pedirles que pararan, Neji no se encontraba cien por ciento recuperado y en su estado, era obvio que colapsaría. Así pasó, no duró más que dos minutos aquella ilusión en la que lo envolvieron y pronto estaba casi cayéndose de la silla de lo exhausto. Si bien no lo demostraba abiertamente, se le notaba en el subir y bajar de su pecho, ese tórax bien formado que vio antes y ahora le preocupaba, pues sus pulsaciones estaban alteradas y las ondas cerebrales no bajaban, aun cuando el jutsu ya había terminado. Cuando se disponía a auxiliarlo, Kakashi la detuvo y le dijo. — Espera —intervino —. Kaori. Aquel llamado suave y con un tinte, cariñoso. La desconcertó. No sabía por qué, pero por la forma en que la chica lo miró y luego asintió, le hizo pensar que ya habían estado en una situación parecida. Le vio desplazarse con la gracia de una bailarina hacia Neji, luego de sus manos emergieron una especie de letras que reconoció como runas, la grafía estaba en un color oscuro que era iluminado por blanco y dorado, comenzaron a expandirse por el cuerpo del chico en una especie de cadena. Abrazándolo suavemente, como un manto. Casi de inmediato las ondas cerebrales, la agitación y la aceleración de las pulsaciones del corazón comenzaron a disminuir, causando una formidable admiración en Sakura. Más se vio interrumpida, cuando notaron que Neji poco a poco perdía el equilibrio, preso del sobre esfuerzo y el cansancio. Ahora se encontraba ahí, de nuevo, en la misma habitación en la que sufrió aquel desliz y dilema moral. Sintió la misma sensación extraña en la boca del estómago, con el corazón latiéndole rápidamente sin motivo. Estaba excitada, o estaba loca. No recordaba haberse agitado tanto, sino el mismo día de su boda y posteriormente en su noche de bodas, en la oscuridad de aquella habitación con los nervios a flor de piel. Su vida se transformaba y ella no lo notaba. Su vida daría un giro, seguramente hasta que no se estampara contra un parabrisas no lo sabría completamente. . . . Sasuke miraba a su esposa. Sakura acababa de llegar a casa después de una larga jornada y un muy suculento regaño de parte de Naruto, pues ya había pasado mucho tiempo de sus turnos y se le notaba en la cara, que a gritos pedía un descanso. Nadie la relevó, Neji se fue a su casa ya que, gracias a la hermana de Kurenai, tuvo una mejoría excelsa y no hubo más razón por la cual dejarlo internado. Su investigación avanzaba, con la captura de las ondas cerebrales podía trabajar sin necesidad de citarlos todos los días. Con lo que tenía le bastaba, si tenía alguna traba, ya se las arreglaría. Sin embargo, aparte de sus pensamientos y su mente, estaban los de su esposo. Sasuke continuaba pensando estúpidamente en la ‹‹conversación›› que sostuvo con la heredera de los Hyūga, no le cabía en la cabeza como entre todas las kunoichis, ella jamás se fijó en él. Nunca tuvo la mínima intención de mirarlo de una forma que no fuera con temor o naturalidad. Como quien ve a otra persona pasar por la calle, la mira y sencillamente gira para continuar su camino en silencio. Tenía la importancia de una mosca en pleno vuelo. Desgraciadamente, una pregunta comenzó a atormentarlo… ¿Por qué Hinata Hyūga nunca reparó en él, como hombre? La respuesta era evidente, la heredera del Souke no tenía ojos más que para Naruto. El rubio era su objeto de admiración y su todo. Su vanidad no le permitía comprender que hay personas para las que no es una necesidad tener un gran físico o una magnífica inteligencia, no era necesario poseer un gran apellido, mucho menos una reputación que podría poner en duda muchas cosas. Para Sasuke Uchiha, Naruto Uzumaki no era más que el vivo ejemplo de la estupidez, la torpeza y la insensatez. Para él, Naruto no era nada más alguien que había tenido ideas idiotas, y personas más idiotas que ahora lo hacían llegar a donde estaba. Su arrogancia exuberante no le permitía darse cuenta que su mejor amigo era mucho mejor persona, con más corazón que él mismo. Que si tenía todo lo que se propuso, fue precisamente porque se lo ganó a pulso. No se lo robó a nadie, tampoco quiso llevarse el crédito por cosas por las que no se preocupó jamás. Pero para Sasuke, Naruto no se merecía la vida que tenía. Aunque hubiese crecido huérfano igual que él. Veía a su esposa descuidada, ojerosa, pálida por los desvelos y con el pelo casi enmarañado. Recordaba a Hinata, con su larga cabellera y tristes ojos perla, con su abundante fisonomía. Elegante, educada… Posiblemente una inútil en el campo de batalla, pero se suponía que excelente en las tareas domésticas, algo que Sakura no dominaba muy bien. Porque no tenía tiempo para esas cosas, su carrera como medic-nin prácticamente la consumía y las veces que estaba en casa era para dormir. El pensamiento de Sasuke resultaba irónico, ya que su mujer pensaba lo mismo. Solo que al contrario, acertaba en sus teorías de engaño, en su poca falta de interés y atención en su matrimonio. La vio retorcer las manos encima de su regazo, nerviosa. Le vio juguetear un par de veces con el adorno que estaba en la mesa contigua al sofá, le miraba constantemente, abría la boca; pero no se decidía a hablar. Y él, por muy raro que resultara, empezaba a impacientarse. — Di lo que tengas que decir, Sakura. La voz le salió fastidiada, y aunque a la peli-rosa le quitó aquella emoción que le generó aquel pequeño instante que compartían juntos, sin discutir, se armó de valor y obvió el latir doloroso de su corazón por la dura expresión de su marido. — Creo que necesitamos terapia de pareja — soltó su mujer, rápido y bajo. — ¿Qué? Desafortunadamente, él no fue bendecido con el buen oído de Kakashi, descifrar esa maraña de palabras le costó mucho y le llevó a soltar esa pregunta. — Quiero que luchemos por este matrimonio y…, creo que una terapia de pareja nos serviría — reiteró, tímidamente con la mirada clavada en el suelo. Por un instante fugaz, Sasuke vio nuevamente a aquella chiquilla que andaba detrás de él idolatrándolo, gritándole a viva voz que lo amaba, que lo esperaría, que no importaba el tiempo que pasara ella estaría ahí para él. Y aquel sentimiento de compromiso renació en él de nuevo, en contra de su voluntad más no de sus principios. No planeaba divorciarse. — Sasuke, sé que para ti puede parecer una ridiculez, pero… — Está bien. El Uchiha le cortó el discurso y ella se quedó estática, le miró con sorpresa. — ¿Cómo? — Dije que está bien, vamos a intentarlo — reiteró él. — ¿D-De verdad? Él asintió. Sakura no cabía en su estupefacción y en su emoción, nunca pensó que su esposo accediera tan fácil a algo que en un momento de su vida pudo tachar de ridículo. Sin embargo, le estaba dando un aval para poder trabajar su matrimonio, para poder salvar lo que les quedaba y así, seguir adelante y formar la familia que tanto deseaban. Él por su Clan, y ella por su amor a él. . . . No pasaron dos días cuando a su marido le tocó que salir a una misión, se enteró que era un tanto larga y tardaría unas cuantas semanas en volver. Las infiltraciones nunca eran asunto sencillo, tardaban bastante tiempo. Por eso tuvo que retrasar la cita con Psicoterapeuta. Si bien en el momento le emocionó que Sasuke accediera a acudir a una terapia de pareja. Ahora, ya entrados en el tema no le parecía una buena idea, no sabría si algún día realmente llegarían a arreglarse verdaderamente. “Y sí…”, pensó, ligeramente dudosa. “No, no estarás pensando en eso, ¿o sí?”, le respondió su consciencia. “Él siempre lo ha deseado, me recriminó que no quisiera hacerlo cuando nos casamos y ahora… Podría ser la solución de todo…” “¡¿Estás loca?! ¡¿Se te zafó un tornillo?!”, contestó exaltada su inner. “Solo sí…”, en su tono había un nimio desatino que indicaba su dilema moral. Entre lo que realmente deseaba y lo que creía correcto. “¡NO! ¡Ni siquiera lo pienses, no cometas más errores!”, intentó persuadir su inner. Su consciencia era solo una voz fastidiosa que se permitió ignorar, en el fondo sabía que Sakura no se caracterizó jamás por ser una persona completamente sensata. Sino más bien impulsiva y terca, estaba segura que su advertencia no solo la pasaría por alto, la desecharía por completo. Lo que en el fondo su inner, sabría que sería un error, a la larga lo sería y lo contaría por el resto de su vida. Sobre todo, porque eso viviría, y le recordaría que fue una equivocación aún mayor, mayúscula. — Sakura-chan — llamó repentinamente Naruto, le miró con una pequeña sonrisa. Producto de lo que acontecería y por su ‹‹gran›› idea — ¿Está todo listo? Ella asintió, emocionada. Por lo que pasaría con su proyecto y por la esperanza de arreglar los problemas con su esposo. — Sí, todo está listo.