Historia corta Si la niebla no llegara a disiparse

Tema en 'Novelas Terminadas' iniciado por Cygnus, 20 Noviembre 2017.

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    Cygnus

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    Si la niebla no llegara a disiparse
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    7
     
    Palabras:
    1547
    Notas previas:

    *La historia NO contiene ningún elemento de fantasía. Al contrario, algunas cosas están basadas en sucesos reales.
    *Recomiendo leer con calma. Muchas frases aparentemente cortas y vagas tienen pistas sustanciales de la trama.
    *Se manejarán varias líneas temporales. Es sencillo identificarlas a menos que se lea con mucha distracción.
    *Hay dos narradores. Uno de ellos lleva letra itálica. Por supuesto, para ambos narradores la realidad de los acontecimientos puede ser distinta por cuestión de visión.
    *La historia ya está casi terminada, por lo que prometo que no quedará inconclusa.
    *Agradezco a Kashey por su ayuda en lo concerniente a psicología/psiquiatría.


    Es la primera historia que escribo después de años de sequía. Espero que sea de su agrado.




    SI LA NIEBLA NO LLEGARA A DISIPARSE


    1. ...elegiría la línea recta


    Yo estaba de rodillas en el segundo jardín cuando de pronto los empecé a escuchar. La voz de mi padre es como el ruido de la madera al ser traspasada por una sierra. La de mi maestra Leticia recordaba al terciopelo. Y aunque estaban pacíficos, al hablar parecían combatir, como si esas voces fueran espadas chocando. Aquel era un día luminoso y vivo, con un sol frío. Los escuché. Lo bueno de juguetear con insectos en la tierra es que no requieren de toda mi atención. Son para relajar un par de sentidos corporales a lo sumo. La vista y el tacto. Pero no el oído.

    “Mileva no es como las otras niñas”. “Entiendo su preocupación”.

    Y me tocó escuchar la cantaleta de toda la vida. Que yo era diferente. Me tocó oírlo una vez más en ese jardín. Sólo nueve días antes, aquel hombre, mi padre, le había pronunciado exactamente las mismas palabras al guardia de seguridad de la farmacia local. Juro por cualquier cosa sagrada que apenas me había paseado por fuera de la tienda, cerca de la vitrina de exhibición, sin tocar ni romper nada, cuando la mano de mi padre se convertía en una tenaza cruel en mi brazo, y jalándome, me llevaba ante aquel regordete celador para explicarle mis malas acciones con lo mismo. “Mi hija no es como las otras niñas…”. “Descuide”.

    No soy como las otras niñas.


    ~~~



    El aire de la ventana le mecía los mechones de la sien derecha con tenacidad. Mileva se lo apartaba de sus pestañas como un autómata, devolviéndolo a su lugar. En los últimos meses había adquirido la manía de iluminar su habitación sólo con una vela de cera violácea que se consumía frente a sus ojos, cuando escribía en su diario. Le gustaba ver su silueta bailarina, negra, dibujada sobre la pared contraria mientras mordisqueaba la lapicera. Tenía la capacidad de escribir en tandas de quince palabras exactas y levantar la vista para descansar, inequívoca. Mileva seguía sin ser como las otras en muchos aspectos. Pero ya no era una niña.


    ~~~


    Me levanté de la hierba. Tuve un impulso repentino, violento, por saber sus razones al fin. Nunca las había cuestionado, porque entender mi condición era una especie de dogma religioso. Mi padre, mi padre. Él y su hábito de ocultar sus problemas para proyectarlos en mi persona.

    “Por favor, cuídela de los otros niños”.”Lo entiendo, señor”.”Ellos no saben cómo tratar a alguien como Mileva”. “Lo comprendo, señor”.

    No me habían visto. No sabían que yo escuchaba la conversación condenatoria desde el jardín. Tal vez hubiera sido escandaloso que lo supieran y me aplicarían algún correctivo autosatisfactorio. Así que me volví a sentar en la tierra junto a los insectos. La maestra prometió que me cuidaría de los otros niños. Pero yo tenía que cuidarme de mi padre.


    ~~~



    Mileva oprimió la lapicera con su puño fuertemente. Pero no sentía nada. Era un movimiento tan mecánico como el de llevar una cuchara a su boca. Después de oprimirla siempre terminaba escribiendo con una presión bárbara en su mano, que brillaba carmesí bajo la luz de la débil flama.

    La sombra proyectada en la pared se movía tan graciosa que Mileva se sintió ridícula. Quería salir a tomar aire fresco en la mitad de aquella noche cerrada y silenciosa, de cielo negro como el carbón. Allá donde se sintiera íntegra. Y sin embargo, algo le advirtió que quizá encontraría un monstruo entre la puerta de su dormitorio y la de la cochera. Esa imagen le hizo aspirar aire tan rápido que la tos le sobrevino. Más valía no hacer ruido, o aquella criatura bizarra podía encontrar el rumbo hasta su lugar, como ya lo había hecho antes.

    Todas las sombras danzantes de la pared eran recuerdos de un pasado difuso.



    ~~~


    Yo no era frágil. Las demás personas eran demasiado complicadas. Pero en general, yo estaba bien y disfrutaba mucho, sobre todo en soledad, lejos de las preguntas inquisitivas de los otros niños que no tenían fin. Me gustaba sentarme en los escalones amarillos que conducían al jardín muerto de la escuela, justo detrás del salón. Eran unas escaleras agrietadas y breves que nadie usaba porque a nadie le apetecía ir a un lugar olvidado. En ese tiempo, no me daba cuenta de que algunas acciones que yo realizaba me hacían remar en la dirección contraria.

    Los niños jugaban al balón del otro extremo. Yo no los veía. Pero me llegaban ante todo sus gritos hacia mi siempre perceptivo oído. Gritos competitivos, apasionados. De alguna manera, para los otros, el conflicto puede ser divertido. El conflicto…

    La tierra brillaba al fondo de los escalones como si poseyera diamantes semienterrados. No hay nada más relajante que contemplar esos pequeños brillos cubriéndolo todo. Pero no había hierbas que pudieran sobrevivir. Me encantaba ir a esconderme a ese lugar. Porque todo moría ahí.



    ~~~



    Se quedó largo tiempo viendo las palabras que acababan de brotarle. El diario se estaba transformando en una especie de autobiografía incompleta, creada a partir de retazos desordenados de su vida. Cualquiera diría que era una colección de justificaciones que la ahogaban en su existencia cotidiana. Mileva trasnochaba diariamente para continuar llenando las hojas de aquel cuaderno de pasta dura, con páginas de colores. Ya llevaba llenas por lo menos unas sesenta de ellas. Usaba la parte amplia del cuaderno para escribir recuerdos desordenados de su pasado. El presente no importaba mucho, porque las cosas eran como eran. El sueño de una existencia estaba a sus espaldas. Recordarlo era volver a comprobar que había vivido.

    Se levantó con desgano. Se sentía liviana. Era una sombra arrastrándose por aquellas paredes rojas, intensas; una sombra que jugaba a bailar. A veces era necesario estirar las piernas y adquirir conciencia; los recuerdos no fluían en ocasiones, se atoraban, parecían difusos y dispersos. Nadie podía guiarla, es verdad, pero nadie podía calificarla tampoco. Su diario, su biografía, era su verdad oficial.

    Después de dar quince vueltas a su habitación, contándolas una detrás de otra, cuidando de no despegar la vista de sus pies iluminados por la flama, quiso volver a sentarse. En su cuarto no había nada realmente. Tenía la sensación de que las cosas que estaban ahí agrupadas —la cama, su armario, su estantería—, no pertenecían a nadie.

    La lapicera no siempre era su amiga, pero era mejor tenerla cerca.



    ~~~



    Mi padre había estado preparando aquella tarde un guiso que en algún lugar del mundo llaman Obara. Un platillo denso y salado que me obligaba a comer. Yo había puesto la mesa como si fuera un ritual sagrado. Lo veía por el borde del ojo mientras extendía el mantel rojo, sin denotar ninguna expresión. Él estaba absorto en su receta, sin cruzarme ni una palabra. De alguna manera, sentía dentro de mí una especie de aflicción: la misma que puedo experimentar cuando estoy cerca de alguien de quien desconfío. Pero no tenía escapatoria. Tenía que sentarme a la mesa con él. Probar su comida y agradecerle. Y en lo único que podía pensar era en irme al patio, a un pequeño cuarto de lavado hecho de ladrillo que teníamos al fondo de aquella casa. Era un lugar techado, sin ventanas y sin escape, pero muy apropiado para jugar sola. Yo tenía una colección de pequeños muñecos, tan pequeños como mis dedos, que deslizaba entre los resquicios de la pared, y aquel laberinto de ladrillos era su casa improvisada, roja y llena de pasadizos. Mi padre usualmente no me encontraba ahí.

    Pero en aquellos momentos tenía que estar sentada comiendo. Y así lo hice. Lo veía llevar sus alimentos a su boca sin prestarme atención. Parecía también inquieto mientras comía, y sus ojos se desviaban de los míos como huyendo de un cazador. De pronto entendí que mi padre tenía una enorme incomodidad por estar junto a mí. Mientras hundía mi cuchara en la sopa y me apresuraba por llevármela a la boca, volví a sentir la amargura. Era igual que todos los que me rodeaban. Pero él era mi padre. Él era el monstruo.

    Aún siento mi vista nublada. Pero ese día sólo pude hacer lo que estuvo a mi alcance.



    ~~~


    La lapicera fue depositada suavemente a un lado del cuaderno.
     
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    ¡Por fin ha llegado! <3

    Vaya inicio, he tenido que releer unas 4 veces en total, y en cada una sentía ir descubriendo más cosas. Incluso leí de corrido todo lo que está en itálica, ignorando lo que está normal, y viceversa.

    En primer lugar quiero decir que me encanta esa personalidad tan distinta en las dos versiones de Mileva que planteas. La niña me parece muy inocente y me ha encantado, también me da la impresión de que era más optimista y alegre, y creo que en efecto era así, porque ella misma menciona que disfrutaba mucho de las cosas, sobre todo en soledad. Cuando la Mileva mayor aparece se percibe un gran cambio, ella emana un aura mucho más pesada y parece estar bastante acomplejada. Noto cierto TOC en ella, me pregunto cuán marcado está en su vida cotidiana además de su obsesión con el 15 y qué fue lo que la llevó a ello, ¿qué cosas le sucedieron en todos esos años que aún no se cuentan? ¿Es su manera de sentir que puede mantener el control de determinadas cosas y no perder la cordura?

    Por otro lado, me causa mucha intriga que se refiera a su padre como "el monstruo"... Aún más por la manera en que lo dice:
    Creo que... Mileva no tenía ninguna clase de condición rara cuando era niña, aunque en su faceta mayor claramente parece tenerla. Pero su padre, el monstruo, era el de los problemas... el que tenía "el hábito de ocultar sus problemas para proyectarlos en Mileva". ¡Oh, sí! Ahora que escribo esto le encuentro más sentido, puede que Mileva no tuviera absolutamente nada, pero que el padre le hiciera creer a todos que sí, porque el de los problemas era él.

    Asumo que en la narración de cuando ella es mayor, el monstruo del que se aterra es su padre. ¿Será que ahora su enfermedad ha avanzado y llegó a la demencia? ¿O será que mi teoría se está yendo lejos?

    Esos puntos suspensivos. ¿De qué conflicto se acordó Mileva? ¿Qué sucedió para que ella prefiera aislarse de todo el ruido?

    .......

    A veeeeer, ¡momento! Estaba volviendo a leer todo, porque realmente me ha hecho pensar bastante. Hace rato había tenido la teoría de que hubo un incendio, por esto:
    Porque, sí, se hablaba de que la vela proyectaba su sombra, pero en esa oración se habla en plural, entonces pensé, ¿y si no se refiere a ese momento específico, sino a otro momento de su vida, donde las llamas provocaban múltiples sombras en las paredes? Y ahora que vuelvo a leer el final creo que eso podría tener sentido...
    ¿Será que aquí tampoco se refería a ese mismo día, sino a otro momento del pasado? ¿Tal vez ese día el humo le nubló la vista y perdió algo que quería mucho (o tal vez sólo parcialmente la vista) y por eso racionaliza diciendo que hizo todo lo que estaba a su alcance? ¿Y si realmente perdió parcialmente la vista y por eso el padre la sobre-protege?
    Ahora no sé si pensar que ese monstruo era su padre... De hecho se me hacía raro que mencionara que no quería que llegara hasta ella, como ya lo había hecho antes. Su padre claramente sabría dónde está su habitación... Además, se sintió agitada de pensarlo y la hizo toser, ¿y si son recuerdos del incendio?
    ...
    ¿Y si esos recuerdos difusos sólo se aclaran un poco cuando hay fuego, porque la acercan un poco más a aquel momento?
    ...
    ¿Y si la niebla (el humo) que le nublaba la vista no la dejó escoger la línea recta, en donde estaba la salida, y por ir a salvarla su padre no pudo rescatar a su madre y ella de paso se quedó medio ciega? Porque en todo el relato no se menciona a su madre D:

    ¡Necesito respuestas! Ya teoricé mucho, jajaja. En fin, espero desesperadamente el siguiente capítulo. <3
     
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    Ichiinou

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    He pasado directamente a comentar, sin leer el comentario que te ha dejado Kashey más arriba, para darte mis puras impresiones sobre el relato. Como has aconsejado, lo he leído atentamente para poder tratar de desentrañar la miga del relato. Empiezo.

    Primero de todo, tengo que decir, que está exquisitamente escrito y me ha interesado muchísimo y además, voy a tratar de dar mis primeras impresiones, sobre lo que ocurre con Mileva y con su entorno. Alguna de las cosas que has escrito, como que le gustaba escribir de 15 en 15 o que le gustaba sentarse en aquellas escaleras amarillas, me hacen denotar un ligero caso de TOC, quizás me esté obsesionando yo, pero al ver el trato que tiene con el entorno, al ver su carácter introvertido (o quizás no) y las miles de preguntas de todos los que le rodean y a su padre diciendo que ella es diferente, creo determinar que se trata de un caso parecido al autismo o al menos, un diagnóstico tal y como ese. Quizás un autismo leve, uno que influya más en lo social. Ya que según tengo entendido tienden a, digamos, "encapricharse" de ciertas cosas.

    Me da la impresión, que el padre -desconozco qué ocurrió con la madre-, no entiende para nada cómo es su hija, por lo que simplemente la califica como alguien especial y no se toma la molestia de comprenderla. El hecho de que Mileva califique a su padre de monstruo e incluso se haga alusión a este monstruo cuando se supone que es mayor, me da que pensar que además él no la trata muy bien, quizás un maltrato físico, pienso. No lo sé, especulaciones. También pensé en que quizás, lo del monstruo se refiera a lo que se convirtió su padre al verla a ella como la ve. Quizás. Incluso le rehuye la mirada. Interesante.

    No sé, me ha causado mucha curiosidad tu relato, Cygnus. Hacía mucho que no leía nada tuyo y realmente, me alegro de que hayas decidido publicar algo por aquí. Seguiré leyendo. :/*-*\:
     
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    Gabrieluchini

    Gabrieluchini porque voy renovandome día con día...

    Leo
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    Gracias por la invitación ;) Me gustó. Es algo intrigante y misteriosa, tengo que admitir que al comienzo me incomodó los cortos abruptos entre un párrafo y otro, pero a medida que iba leyendo mi subconsciente se acomodaba a tu texto y fue más fácil disfrutar la historia. Que dé intrigada en algunos subtramas, no acabé a entender todo con exactitud, pero como dije anteriormente me gustó.
    Posdata: Me encantó tu léxico y creatividad literaria. :*
     
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    NubiMari

    NubiMari Hansen♥

    Capricornio
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    Hola!!
    Antes que nada gracias por la invitacion.

    Con respecto a la historia solo puede decir ¡Wow! que forma mas exquisita de captar la atencion, entre mas va uno leyendo vas creando teorias de lo que paso, de lo que pasa. Me toco leerlo como 3 veces para ir captando la esencia clave de la historia.

    Mileva siento que tiene problemas para sociabilizar con su entorno. Y eso la convierte en una niña diferente por no seguir un patron "normal"

    Porque su padre es un monstruo para ella, porque su obsesion con el numero quince. Tantas interrogantes surgenque te carcome la paciencia de tener las respuestas.

    Pero bueno solo queda esperar de tu gran nobleza y nos liberes de la incertidumbre!
     
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  6. Threadmarks: 2. La luz es el alivio de un mundo naturalmente oscuro
     
    Cygnus

    Cygnus Maestre Usuario VIP Comentarista destacado

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    Muchísimas gracias a Kashey Ichiinou Gabrieluchini y NubiMari por darle una oportunidad a esta historia. Me gustaría contestar a sus teorías pero no es posible, sólo diré que en algunas tal vez acertaron y hay otras que no se me hubieran ocurrido ni en cien años, jaja. En todo caso amo sus teorías. Especialmente Kashey, me encantó que te fijaras en los detalles más pequeños. En varias ocasiones jugué con las palabras para darles doble sentido, ¡la mayoría de ellas las encontraste!
    Lo que sí quiero responder de manera específica es que recuerden que la narración en itálica no es de la niña, sino de la Mileva adulta recordando su infancia, con los matices que le da en la actualidad.
    Nuevamente gracias por seguir el proyecto. Estaré actualizando cada cinco días más o menos :)




    SI LA NIEBLA NO LLEGARA A DISIPARSE



    2. La luz es el alivio de un mundo naturalmente oscuro



    Le gustaba respirar el aire fresco, tan fresco como su propia lozanía. Era casi un hábito que a veces tenía que interrumpir por un miedo irracional. Pero esa noche no era así: Mileva se hallaba tranquila, sentada afuera en el escalón previo a la puerta de su casa. Seguramente pasaba de las doce, pero ella no lo tenía por seguro. Era la hora en la que las constelaciones se dibujaban en el firmamento y el aire traía el aroma de flores blancas.

    A veces soñaba despierta con ser una lechuza. Eran los animales que parecían ocultarse detrás de la montaña, salir de sorpresa en la complicidad de la noche y arrebatar pequeñas víctimas del suelo. Tenían una fiereza y una libertad que Mileva anhelaba. Pero ella no era libre. Eso la diferenciaba de esos animales. Tenía que compartir un mismo piso con la persona que, a su parecer, le estaba desgraciando la vida.

    Cuando salía al jardín por las noches no olvidaba su libreta. Tenía una misión: terminar de contar sus recuerdos desperdigados. No le importaba el orden en el que los contaba, y frecuentemente hacía saltos de tiempo. Colocándola sobre sus rodillas, continuó con la labor.



    ~~~​


    ...El problema comenzó a agravarse aquella mañana clara en la que el sol apenas amenazaba con asomarse por los altos muros. Era un alba fría y misteriosa. Formados en filas en el patio de aquella nueva escuela, desde un micrófono un hombre viejo nos recordaba, como si no fuese una obviedad, que comenzábamos un ciclo más en nuestras vidas. Que el paso de la primaria a la secundaria era largo y crucial. Que enfrentaríamos nuevos retos, que estaban dispuestos a ayudarnos. Pero, ¿cómo enfrentar nuevos retos si yo aún no había podido cumplir los que llevaba pendientes?

    A mi costado los muchachos de mi nuevo grupo, en formación, estaban quietos. Nadie se conocía entre sí aún. Era una mañana de descubrimiento y exploración. De modo que contuve mi ansiedad y continué escuchando las palabras vacías que salían de aquellas bocinas instaladas en lo alto de los edificios y que retumbaban por todos los rincones.

    Comencé mi escrutinio silencioso. Todos lucían diferentes a mí. Pero por el momento, no me habían prestado atención. Me arrebujaba en mi pequeña chaqueta azul porque el viento matutino cortaba como hacha, mis manos pálidas se volvían moradas. No podía explorar los ojos de mis nuevos compañeros porque no quería que ellos exploraran en los míos. Entonces sólo me dispuse a verlos con disimulo. Con miedo. Y a escuchar en segundo plano la voz fangosa que teníamos que soportar.

    Después, dentro del aula noté que todos me miraban de soslayo, con el rabillo del ojo. Comentaban por lo bajo entre sí y alguno sonreía burlonamente posando su vista veloz y pícara en mí mientras cuchicheaba algo que yo no entendía. Sentí que me acostumbraba a una rutina, que esto podría ser una réplica de un ciclo supuestamente cerrado. Los chicos son malos. Y éste es un mundo demasiado hostil como para poder disfrutarlo.

    El sol comenzó a calentar mientras clareaba el día, como un vasto manto de lana sobre la espalda, y las sombras largas se empezaban a difuminar a la salida al recreo. Paseando entre los diversos caminos del colegio, sola, me di cuenta que en el fondo, estaba huyendo de ellos. De los demás. De los maestros, de los alumnos y de los recuerdos. Quería estar aislada. Pero ya no podía hacer eso. En la mente me repicaban las palabras sempiternas de mi padre, de aquel hombre. “Mileva no es como las otras niñas”. Y esa misma negativa ante mi propio potencial, ese torpe intento de protegerme de un mal que él mismo me abalanzaba, fue lo que causó que me hubiera enroscado en una esquina, como tejón en su madriguera, durante toda mi etapa de la infancia. Pero eso ya no podía ser. Los niños que se rieron y que me señalaron en el colegio anterior serían los últimos en hacerlo.


    Y lo pensaba mientras yo misma pateaba, molesta e insistente un sucio bote aplastado durante mi caminata por el pasillo más angosto del colegio, en tanto los demás niños comían en las mesas del patio. Lo pateaba sin pensarlo. Hasta que el impulso de mi pie hizo que éste diera contra un resquicio de un muro y se quedara atorado. La mañana era clara y el sol me bañaba como una cascada. Ya no iba a permitir el abuso de los demás y su menosprecio constante. Si el mundo estaba en contra mía, iba a encontrar mi completa hostilidad.






    ~~~




    Un auto negro pasó de repente por la acerca muy cerca de donde Mileva se encontraba sentada escribiendo en su diario y la sacó de sus pensamientos de forma abrupta. Para ser más de medianoche, era una situación por demás curiosa e inquietante. Mileva se levantó de un salto, abriendo los ojos como una pequeña liebre asustada mientras su corazón batía con intensidad. Los faros de aquel auto lo iluminaron todo a su alrededor. Transitaba despacio por un costado de la acera y sus ventanas negras no dibujaban ni la silueta del conductor. La chica intentó resguardarse enseguida, pero el coche pasó de largo, y mientras ella asomaba el rostro sobre el semimuro de su jardín para observar cuál era el destino de aquel vehículo, notó que entraba en el garage de la casa contigua. Era la señora Ernestina que vivía en la casa de al lado. No le representaba ninguna amenaza. Pero los dedos de Mileva no dejaban de temblar, y sentía un frío tenaz recorriéndole la espalda aun sabiendo que no había ningún peligro. Sin embargo, de alguna manera, aquella señora de rostro cálido y discreto, que había llegado esa noche luego de un largo viaje a la capital, se había convertido desde hacía años en otra de sus incontables enemigas.

    Sin embargo había algo positivo de aquel encuentro. Una vez más, como por reflejo, un destello de luz paseó por sus labios secos cuando la vio, y se apresuró a continuar escribiendo.



    ~~~


    Conocí a Luz hasta el tercer día. La recordaba de antes, y sin embargo se presentaba como una novedad ante mis ojos en aquellos tiempos nefastos. Me encontró una mañana clara en el jardín trasero, antes de que comenzaran las clases. En aquellos tiempos mi padre continuaba fingiendo que me hacía un favor al acercarme al nuevo colegio. Decía que yo no tenía que tomar el transporte público y, con un recital de palabras violentas, me hacía entrar en su auto. Por lo tanto, callada y sin opinión, arribaba a la escuela por lo menos media hora antes de que las clases comenzaran, cuando aún la Gran Cordillera de la ciudad se esforzaban en ocultar la luz del alba tras sus muros de roca, y a falta de qué hacer, me dirigía al jardín a matar el tiempo.

    Yo tenía clavadas en la tierra mis rodillas desnudas, y mis manos estaban sucias por la desesperada búsqueda de insectos rastreros. Fue cuando levanté mis ojos tristes y me di cuenta de que estaba ahí, de pie frente a mí. Ella me observaba sin cruzarme ninguna palabra. Su mirada lucía más curtida que la mía, que estaba tan llena de niebla y negrura. Una ráfaga juguetona lamió sus cabellos de manera fugaz, y la coleta de su peinado se meció junto a las briznas que volaban.

    “Luz”, le dije. Yo sabía su nombre después de tres días de clases. Ella giró su vista hacia los lados. Sus ojos oscuros rodaban como dos esferas de platino, brillantes. “Tú eres Milena, ¿sí?”. Tardé bastante en rectificarla. Qué más daba el error de una letra si Luz cometía el acierto de hablar conmigo.




    ~~~


    Sentía frío. En ocasiones Mileva no despegaba su vista de su libreta porque quedaba demasiado absorta viajando al pasado. Ahora tenía 19 años. Pero nada podía causarle más ansiedad que regresar a aquel verano de 1998, cuando apenas rebasaba los 12 años de edad y afirmaba el pie derecho en el terreno fangoso de su propia identidad, mientras aún no retiraba el izquierdo de los fantasmas de su pasado.



    ~~~


    La recuerdo sentándose a mi lado derecho. Mi corazón latió con desenfreno por aquella presencia, pues era la primera vez desde hacía mucho tiempo que alguien se había sentado junto a mí de forma deliberada. Tener a una persona en compañía me hizo sentir una responsabilidad tan grande que me superaba. Y por un instante, por un breve instante, sentí que Luz era una más de todos ellos.

    Pero en su rostro no leía aquello. Su mirada aguda, que se posaba en cualquier lugar menos en mí, me tranquilizaba. Y sacudiéndome la suciedad, yo también me senté. Y al sentarme, tal como ella lo hizo, me sentí una persona normal.

    Luz me hizo una observación acerca de mi manera de pronunciar las vocales abiertas. Quiso saber si yo era extranjera. Le dije: “sí”. Se quiso informar más, pero esta vez callé. Tenía la constante sensación de que no recibiría nada bueno de cultivar aquella conversación en algo más de cercanía, y por una vez desee que ella no estuviese ahí, que me dejara sola con los insectos rastreros del jardín y se marchara de una vez.

    Pero Luz se quedaba conmigo conforme transcurrían los minutos y creo que a mi estómago, revuelto e inquieto, aquello parecía gustarle.

    Mi uniforme estaba sucio, al igual que mis rodillas y mis manos. Y mi cabello cenizo y descolorido estaba revuelto y lleno de tierra. Y por primera vez en la vida sentí vergüenza de mi propia suciedad al ver sus zapatos relucientes. “Si quieres, vamos a desayunar algo”, me propuso. Le negué con la cabeza, con firmeza y agitación. Mi padre ya me había hecho comer a la fuerza uno de sus horribles guisados, al despertar. Pareció entender y aspiró el aire fresco de la mañana en una gran bocanada, como quien quiere olvidar el tema. Con mis manos entrecruzadas, yo apretaba tanto mis dedos entre sí que sentí que se iban a romper. Pero alguna sensación tenía que desviar mi atención de la realidad.

    Luz era real. Luz siempre ha sido real.




    ~~~



    Mileva se levantó del escalón sin hacer mucho ruido. La calle estaba silenciosa y oscura como boca de lobo, y parecía que veinte metros más adelante el mundo se terminaba, sumido en la negrura total de la arboleda. Los pequeños grillos cantaban su melodía sobre el silencio sepulcral a su alrededor. Por algún motivo, la joven bajó su cabeza para pasar desapercibida del otro lado del semimuro, en donde la señora Ernestina ya debía haberse metido a su respectiva casa. Mileva no quería que la viera su enemiga. Tampoco quería ser vista por su otro enemigo, el que la esperaba en casa, así que se decidió a abrir la puerta principal con mucha cautela para que las bisagras no sonaran. Por supuesto, llevaba consigo su fiel libreta de colores.

    —Estás despierta, Mileva —escuchó que alguien pronunciaba en medio de la noche; aquella voz surgía de la cocina.

    La joven, como si hubiera sido víctima de un rayo, se detuvo de pronto. Tragó saliva.

    —No deberías estar afuera tan tarde. Puede ser peligroso, hija —escuchó nuevamente y ahora distinguió una silueta móvil, enorme, entre el comedor y la ventana.

    Mileva contuvo el aliento y, con sus ojos muy abiertos, se movió mecánicamente hacia las escaleras. Sin mediar palabra con su padre, avanzó con prontitud y en un santiamén los escalones fueron subidos. Como si sintiera que un espíritu del mal la perseguía infatigable, no se detuvo hasta llegar a su cuarto, y una vez ahí, cerró su puerta tras de sí con terror colocando su espalda en ella. Sus manos le convulsionaban de miedo.

    Un par de minutos después, cuando hubo contenido su respiración, se dejó caer al suelo en medio de la oscuridad y se hizo un ovillo. El mundo era hostil. No podía explicarse por qué pensaba aquello. Pero le parecía que sus enemigos estaban al acecho.

    La negrura invadía la habitación. Le hacía falta una luz.
     
    Última edición: 26 Noviembre 2017
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    Ñaaaam, primero quiero decir que este capítulo me ha parecido sumamente adorable <3 La aparición de Luz ha sido inesperada y sumamente bonita, aunque ahora que mencionas que se trata de Mileva escribiendo sus recuerdos en el diario, me pregunto si aquella situación ocurrió tal cual se plantea. Después de todo, los recuerdos son siempre difusos...

    Bueno, respecto a mis teorías... Uhm, creo que esto ha sofocado mi loca idea del incendio y un nuevo planteamiento ha nacido. Me parece que lo de la vela tiene un nuevo sentido ahora y que la razón nunca fue un incendio, sino más bien fue Luz. Incluso me parece que esto guarda relación con que últimamente le gustara estar a oscuras salvo por la luz de la vela; quizá aquello de las sombras danzantes que de la pared que eran recuerdos de un pasado difuso hacen alusión a que Mileva no puede recordar con exactitud lo que vivió en compañía de Luz, sólo tal vez es una advertencia al lector, para que no se fíe de las cosas que Mileva está próxima a narrar sobre sus vivencias con aquella amiga.

    Por otro lado, sobre aquello que volvía diferente a Mileva, eso que la volvía una niña distinta, he comenzado a pensar que se trata de una esquizofrenia paranoide. El primer indicio que encontré sobre este padecimiento fue lo siguiente:
    Luego volví a leer absolutamente toda esa entrada de diario con una intención diferente, y en donde creí que "por un breve instante, sentí que Luz era una más de todos ellos" significaba que creyó que Luz iba a molestarla como los niños de su escuela anterior, entendí más bien que se refería a que "era otra de esas criaturas bizarras"... Otra de sus alucinaciones.
    Y esto queda muy bien con su conducta de aislamiento, incluso calza perfecto con la sensación de que todos los niños la observaban el primer día de clases. Quiero decir, ¿por qué rayos sucedería eso, si todos los demás chicos estaban en su misma situación? No había motivos que la hicieran destacar para que la catalogaran como "rara" o comenzaran a molestarla, ella misma fue quien comenzó a hacerse de ideas paranóides.

    ¿Qué cosa no leía Mileva en Luz?

    Y es que sí, calzaría perfectamente que de pronto Mileva simplemente se sintiera "normal" porque al fin alguien la trataba como si no fuera diferente:
    Pero creo que es algo muy simple, y que en esta lectura siempre hay que ir más allá y no quedarse con las primeras impresiones.

    Eso me llevó a analizar nuevamente el primer capítulo, y cito:
    ¿Por qué decir dos veces que los escuchó? Creo que no se refería a la misma cosa... Me parece que en la primera oración se refiere a que escuchó a "las criaturas bizarras" (tal como se refirió a una de ellas luego de decir que su padre era un monstruo en el cap 1), y en la segunda, ahora sí, se refiere a su padre y su maestra.
    En ambas ocasiones, creo que su padre no está proyectando sus problemas en ella... Tal vez eso es lo que la chica quiere creer, que ella está bien y su padre es el loco; eso calzaría, de hecho, con la esquizofrenia paranoide que dije anteriormente. Me parece que tal vez su padre estaba genuinamente preocupado por la condición de su hija, y que por eso quería protegerla de los demás niños, porque le preocupaba lo que pudieran hacerle ya que ella no era "normal".
    La escena de la farmacia yo creo que simplemente es para confundir, me parece que de alguna manera el padre de Mileva está consciente de que algo le pasa pero que ella nunca ha recibido ninguna clase de atención profesional, porque de ser así estaría medicada y su padecimiento estaría más controlado... eso creo yo.

    Esto ha tomado un nuevo sentido también... Probablemente las separaciones por puntos sean una gran revelación.
    1) En ese sitio no había hierbas que pudieran sobrevivir, no hay más sentido que ese.
    2) Le encantaba esconderse en ese sitio. Eso está claro... pero no dice de quién. ¿De las criaturas bizarras, tal vez?
    3) Tampoco podemos saber si se refiere a la hierba. Tal vez en ese lugar lograba calmar sus pensamientos, quizá eran sus miedos a las criaturas bizarras los que morían ahí.

    Recuerdo también que hubo una parte donde Mileva decía que en su cuarto no había nada realmente, y que sentía que las cosas que tenía en él no pertenecían a nadie... Creo que se refiere a sus alucinaciones, que generalmente suelen ser violentas.
    También me llamó la atención el hecho de que siempre presione la lapicera muy fuerte, tal como hacía de niña con sus dedos para evadir la realidad. No sé si sea de mucha relevancia, pero lo dejo como una curiosidad que creo haber notado.

    Estas otras cosas también me llamaron la atención pero no he sabido interpretarlas... Espero lograrlo después, en siguientes capítulos.
    Y por último quiero comentar esto, que es también del primer capítulo pero que encuentro muy relevante ahora:
    Por alguna razón acabo de pensar que la mente de Mileva era así, como un cuarto sin ventanas y sin escape, lleno de caminos que se volvían un laberinto... y que su padre no podía encontrarla ahí.

    Tal vez Mileva está oculta en el fondo de ese laberinto, y toda su realidad es una fantasía. Quizá, si la niebla llegara a disiparse podría darse cuenta de que las cosas no son como las ve, y que el mal siempre ha estado en su mente.

     
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    The Condesce

    The Condesce Usuario común

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    ¿Te he dicho que te admiro muchísimo? A que sí lo he hecho. Y como lo dije que sería, aquí me tienes. Ya sabía yo que me iba a encantar. Lo sabía desde que me leí el primer párrafo hace ya un rato, cuando recién me llegó la alerta y dije: "no, esto lo tengo que leer con calma", y la verdad es que tengo pocos ratos en libres en general en mi ajetreo diario, y peor, en los que no esté rumiando en mi propia contra (????

    Lo primero que me salta, es la manera en que está narrado. No sólo el juego de los dos narradores, sino el lenguaje mismo. Estuve todo el rato concentrándome en figurarme las imágenes y las sensaciones que describías porque, diablos, son fabulosas. Ni siquiera puedo identificar exactamente qué es lo que tienen pero, tienen un algo que logra prólijamente el objetivo de engancharte e incitarte a leer palabra por palabra, oración por oración, párrafo por párrafo sin el impulso de saltarte a ver lo que sigue... es que simplemente es mi tipo de narrativa xD la que más estética encuentro. Es raro, no sé. Tengo la vaga sensación de que es una correspondencia cultural que me hace sentirme identificada con el estilo, con el ritmo. Y amo que no esta historia no esté contada tal cual, porque no hay nada más soso que ilustrar textual.


    Durante todo el primer capítulo me la pasé preguntándome exactamente, por qué es esta niña tan diferente? Y también durante el segundo. Me da curiosidad tremenda entender de dónde viene el pánico, el terror que le tiene a su padre. Qué ha hecho realmente este hombre? Y... no lo sé. Me llama la atención el personaje de Luz, no sé, encuentro algo romántica la relación (??? No estoy segura de en qué sentido.



    Y pues bueno, no soy mucho de teorizar o imaginar conspiraciones (? Soy mala para esas cosas así que no me pondré a especular (?? Sólo iré siguiendo la historia
     
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    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

    Tauro
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    Hola, que grata sorpresa ver que has vuelto al foro :) ¡Bienvenido!

    Te felicito por esta historia tan interesante y la que me ha hecho plantearme una infinidad de interrogantes sobre Mileva. Desde su propia percepción todo está mal, todos le hacen daño y el que más su padre, el monstruo.

    No me parece la observación de un monstruo, sino la de un buen padre que vive preocupado por su hija y es el único que sabe o se da una mayor idea sobre la condición de ella, aunque también es posible que el hombre no ha sabido cómo tratarla y lo está haciendo de la manera equivocada agravando más dicha condición.

    Y quizás sea que Luz, a pesar de decir que es real no lo sea y solo exista en su mente porque necesita un eslabón al qué sujetarse antes de perderse por completo y comience a...

    Mejor espero el capítulo que sigue.

    Saludos.
     
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    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

    Leo
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    A veeeer D: vine a leerte porque hice un tiempito libre y como mañana solo tengo la clase de la noche, puedo dormir hasta mediodía. (?)

    ¿Tienes idea de lo que extrañaba leer algo con la calidad que tiene esto? Es que lloro y todo.

    Primer capítulo.
    Bueno, entre Kashey e Ichii me dejaron sin mucho que decir.
    Concuerdo con la cuestión del TOC en su adultez y también sospeché algo cercano al espectro autista en su infancia. El padre realmente no hace mucho por entender o explicar por qué su hija es tan diferente de los otros niños. Y entre tanto, se me pasó por la cabeza el trastorno facticio impuesto a otro, sí, básicamente que sea el padre atribuyendo cosas y que realmente la niña no tuviese nada. Esto me lleva al porqué lo considera un monstruo, podría ser este el motivo aunque tal vez estoy delirando demasiado.
    Me pareció raro que no se mencionara a la madre en absoluto, pero también la actitud del padre cuando estaba comiendo con ella.
    En este punto voto firmemente por la teoría del incendio de Kashey, o algo del estilo que pudo haber deteriorado (o destruido) la relación padre-hija y acabado con la vida de la madre.
    Creo que hasta aquí queda lo del primer capítulo y veré si se me confirman cosas con el segundo. (?)

    Segundo capítulo.
    Desde la narración de Mileva sigo teorizando el trastorno facticio (a pesar de la imposición, podría mostrar preocupación como se pudo ver aquí) del padre, pero pongo en duda qué tan real es lo que está narrando esta chica. Los recuerdos tienden a verse difuminados con el pasar del tiempo en sí, pero quizás por otras cosas. No estoy tan segura de la esquizofrenia paranoide, me inclino más por paranoide a secas o esquizoide por la falta de interés en las relaciones en general, explicaría también posibles, pero breves, episodios psicóticos con alucionaciones que fueran principios de esquizofrenia.
    La cuestión con Luz de repente la vi muy metafórica porque por error leí: "La Luz siempre ha sido real". ¿Era luz lo que necesitaba para salir de su aislamiento? ¿Es luz lo que le hace falta porque la niebla no la deja pasar completamente y si no se disipa quedará sumida en la oscuridad? Aunque, nuevamente, quizás se me está aflojando un tornillo por la hora y porque me gusta la conspiración.
    Con la teoría de la tragedia ya no sé qué procede, aunque descarto que haya sido algo tan fuerte, pero sigo pensando que algo tuvo que pasar más allá del posible trastorno para que la relación con su padre se vea de la forma en que se ve y para que la madre esté ausente desde su infancia y ni siquiera se le mencione.
    Creo que de momento eso es todo~

    Puede que le dé una releída para teorizar más.

    Estéticamente la historia es una belleza, leerla es hermoso porque tus descripciones son precisas y detalladas. En cuanto a trama espero muchas cositas interesantes de esto y tengo la sensación de que cuando la termines, quedaré con la idea de que me hizo falta leer más.
    Te recuerdo que siempre me ha gustado y he admirado mucho tu forma de escribir.

    Ha sido un placer leerte, Cyg. Ahora ya sabes que me tendrás por aquí para el siguiente capítulo. <3
     
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  11. Threadmarks: 3. ...como los ríos que bordean el mar sin unirse a él...
     
    Cygnus

    Cygnus Maestre Usuario VIP Comentarista destacado

    Libra
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    Escritor
    Título:
    Si la niebla no llegara a disiparse
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    7
     
    Palabras:
    2045
    Notas previas

    Millones de gracias a mis lectoras, Kashey The Condesce Marina Yáahl por continuar aquí y por darle la oportunidad a esta historia. Me llena de gusto que encuentren en ella puntos de interés, y las teorías que formulan me ayudan bastante a calibrar si las cosas toman los rumbos que he planeado. Además son muy creativas y en verdad es muy bonito que sean lectoras cuidadosas, que pongan atención a los detalles. Muchas gracias por todo eso.


    SI LA NIEBLA NO LLEGARA A DISIPARSE



    3. ...como los ríos que bordean el mar sin unirse a él...



    Cada vez que me subía a su auto, sentía que me invadía un olor penetrante y profundo, desagradable, extraño. Distante. A mi padre le iba bien en su trabajo en aquel tiempo, y su auto era moderno, su pintura azul resplandecía y sus curiosos vidrios se subían y bajaban con solo pulsar un botón. Pero yo no me daba cuenta de eso, ni tampoco me interesaba el valor que él le daba a las cosas cotidianas más mundanas. Porque el auto representaba su escape de la realidad.

    Y también el mío, de cierta forma.

    Aunque para él, lo que sí tenía valor, en este caso negativo, eran mis zapatos llenos de fango. Y del brazo del que le gustaba atenazarme, me castigaba con dureza cada vez que una mancha de suciedad le mancillaba el orgullo por mi culpa. Yo bajaba la cabeza y rezaba un “tendré más cuidado”. En aquellos momentos, a mis ocho o nueve años, no me cuestionaba sus acciones. Siempre fui la muñeca que le rescató su honor. O por lo menos eso fui desde que nos mudamos. En mi infancia las cosas eran como eran. Las palabras duras, un régimen por el que se debía vivir. La vida marginal, una extensión de mi condición. Y sus ojos de lumbre dejaron de ser una pesadilla con los años. “Perdón, papá. No lo vuelvo a hacer”.

    Aquel lejano día de 1994 está plasmado en mi memoria como un grabado en piedra, si bien por la mañana no había transcurrido nada interesante. Íbamos en el auto de regreso de la escuela. Esa jornada en clases no la recuerdo. Sólo que la maestra Leticia había castigado a un niño por obsceno, pero no recuerdo su nombre. Fue intrascendente. La vida cambiaba cuando salía de una atmósfera para entrar a otra.

    Todos los niños eran “ellos”; mi padre y yo, “nosotros”.

    Pero ese día mi padre iba inquieto. Llevaba su pequeña licorera a sus labios aun mientras manejaba, y su mirada inquieta parecía rebasar las calles, volar al firmamento. Apretaba el volante del auto con la firmeza de alguien que no desea perder tierra. Yo, apesadumbrada en el asiento del copiloto, miraba hacia ambos lados, como deseando que mi vista no tuviera que posarse en algo fijo. Al final terminó sobre el anillo que llevaba mi padre en su mano izquierda. No era usual que lo portara. Era grande y bonito, dorado, con una piedra negra, ostentosa. Creo que era una obsidiana.

    No era usual.

    Le hice saber que me causaba extrañeza. Él fue agresivo como un lobo en su territorio: “no es tu asunto”. Pero yo sabía que determinados días, lo utilizaba como un símbolo extraño de algo que corría por su mente. Sus rituales. “No tendrías por qué usarlo”, me animé a comentarle por última vez en la vida. Porque también sabía que él me debía esa charla.

    Frenó en el crucero y me vio, me vio con una mueca que recordó a la repugnancia.


    ~~~


    En ocasiones, la joven sentía que un destello tenaz surgía desde el vacío de la noche. Con una ansiedad contenida, como quien tiene un suspiro ahogado en el pecho, Mileva se asomaba incesante por la ventana, apartando las cortinas color magenta con una calma involuntaria. Necesitaba ver algo que le diera fuerzas. Pero allá abajo, en la negrura, sólo el viento agitaba las ramas de la arboleda. Quizá por la mañana podría ver a Luz de nuevo, pasar por la acera, apresurada, impoluta. Con su mochila cruzada. De alguna manera, la paz de aquel rostro era lo único que necesitaba. Pero durante la noche, en su habitación, lo que se desataba era una horda de fantasmas.

    Por eso no le gustaba ver por la ventana de noche.


    ~~~


    Ese día llegamos primero a la lavandería. Pasar por algún establecimiento antes de llegar a la casa me ponía contenta. Me sentía parte de una planificación hogareña y la rutina se rompía. Mi padre, con el semblante aún alterado, descendió del coche dejándome la tarea de llevar la ropa sucia adentro del local mientras él se adelantaba. A mí la pesadumbre se me desvaneció cuando pude distraer mi mente.

    La tarde era blanca y me hacía pensar en un enorme y limpio mantel de comedor sobre la ciudad. Al sacar la canasta llena de ropa del maletero, comencé a divagar para relajarme de las presiones del día. Y no podía sino sonreír por sentir el aire frío en la punta de la nariz, con el aroma de la frescura natural. Olor que pronto se convirtió en el denso jabón de la lavandería al cruzar la puerta.

    Mi inocencia de aquel tiempo todavía me escudaba de las miserias de la vida. Todavía tengo presente el cosquilleo de alegría en el estómago que sentí ese día, ¡hace tantos años!, cuando mi padre me dijo que podía irme por ahí a pasear o jugar en cuanto hubiera echado la ropa a la lavadora y comenzado el ciclo de lavado. Ese sentimiento de felicidad al otorgarme ese permiso concordaba con el hecho de estar lejos de todo, en un ambiente seguro. Lejos de mi padre. Lejos también de mis compañeros. Porque, poco a poco, iba entendiendo que el mundo se compone de los que ya son tus enemigos y los que lo son potencialmente.

    Cuando corría feliz por la acera, en pequeños óvalos, a las afueras de la lavandería, sentía que el aire fresco me alimentaba, y la soledad me arrebujaba. Entonces el mundo era mío. Podía pensar por mi cuenta y las cadenas se aflojaban. Yo podía no ser una niña normal. Pero dentro de mi peculiar existencia, yo podía ser quien era, con toda confianza, mientras estuviera conmigo misma.


    ~~~

    Mileva mordió con fuerza la punta de su lapicera.


    ~~~


    Una señora desconocida, con facciones que ya no registro en mis recuerdos, me interrumpió mi felicidad. “¡Pero qué niña más bonita, con sus cabellos de oro!”. Mis cabellos ni siquiera eran realmente dorados. Pero aquella mujer, que también llegaba con su respectivo canasto de ropa e iba acompañada de otra anciana, quiso idealizarme como siempre hacen los adultos. Me quedé de pie ante ella, y ella ante mí. Mis ojos abiertos y fijos delataban mi indecisión. ¿Debía ser cortés, o huir?

    Tengo un recuerdo oscuro de su cara. Es como ver en mi memoria a una mujer cuyo semblante es completamente negro. Aun así, la señora seguramente me habría sonreído y me tocó mi cabello. “¿Dónde están tus padres?”, me dijo con una voz pegajosa. Yo me encogí de hombros con miedo. Volvió a la carga, insufrible: “¿cómo te llamas, nena?”. Yo volví a encogerme de hombros en un gesto nervioso y estúpido. Me sentía muy incómoda y alerta. Me habían arrebatado algo aquella tarde clara.

    Mi estómago hormigueaba. Y sentí la repugnancia de aceptar que quería estar con mi padre en aquellos momentos. Lo deseaba con desesperación. Porque aquel hombre grotesco, aquel monstruo, me protegería de esa terrible señora. Quise echarme a llorar ahí mismo, porque tenía los nervios destrozados, pero pensé que eso me haría ver débil ante aquella vieja mujer, y en un arrebato patético, me aparté de sus tentáculos y me eché a correr hacia dentro de la lavandería, en búsqueda de mi padre.

    Estaría segura con el hombre que me hacía sentir la persona más insegura del mundo.

    La señora sin rostro se había convertido en una nueva enemiga mía.

    Y yo sólo quería gritar cuando me encontré con mi padre; de pánico, de rabia, de odio, de nada.


    ~~~


    Mileva se levantó repentinamente de la pequeña mesita en la que escribía todas las noches. Dejó escapar un suspiro trémulo, que iba acompañado de un gemido sombrío y raro. Sus rodillas temblaban, pero se afirmó de un mueble. No podía acertar en entender, más de diez años después de aquel raro incidente, qué era exactamente lo que la ponía tan mal. Había algo desordenado dentro de ella que necesitaba aclarar, y llevar el diario, con retazos de recuerdos que de una u otra forma llegaban a herirla, era una especie de ejercicio para intentar dar con las respuestas a sus interrogantes, de alguna manera.

    Pero no podía abrirse tanto a sí misma. La Mileva del pasado, la pequeña niña distinta, no podía simplemente exponerse a la mirada de inquisidora de la Mileva actual. Eso podía destrozarla. Y aun así sabía que había asumido el valor de continuar explorando su vida a través de sus recuerdos, que era un compromiso hecho consigo misma y con aquella niña atormentada y atribulada por la vida, aquella que había sido y que se desvanecía, se fundía con la sombra bailarina de la pared.

    Mileva se aproximó a la puerta de su habitación. La aseguró con el cerrojo de acero, y sintió que algo dentro de ella también se volvía a resguardar en lo más profundo.



    ~~~

    Luz me estuvo esperando aquel día. Ella y su blanca sonrisa, y sus ojos danzantes, negros. Llegué tarde, como de costumbre cuando tomaba el autobús por mi cuenta. A mis 16 años, ya podía moverme más libremente por la ciudad, y además mi padre había conseguido un trabajo que lo absorbía buena parte del día. Yo iba con Luz cada vez que me sentía perdida en mi propio hogar. Resultó que, al cabo de unos años de haberme conocido, se había mudado al lado de mi casa, justo en el terreno desocupado de la izquierda. Pero en ocasiones no podía ir a verla directamente o salir a pasear con ella por la acera del frente. Cuando sospechaba que mi padre estaba a punto de llegar a la casa, prefería citarla en el restaurante de su madre, al que ella asiste diario desde entonces, para ayudarla.

    No quería que mi padre también me la quitara, como todo lo demás que yo quería.

    Luz me esperó mucho. Siempre fui un desastre con la puntualidad. Pero de alguna manera, ella siempre lograba entender mis excusas. Tenía en su mirada una paciencia infinita.

    Cuando llegué, el restaurante estaba vacío. Su madre, la señora Ernestina, le permitió sentarse en un rincón del local conmigo, aunque hacia mí era suspicaz. Creo que no le gustaba mucho que le quitara el tiempo a su hija o verme ahí varios días a la semana, sólo para platicar con Luz, para estar con la bella presencia que me comprendía. Cuando estuvimos solas, comencé a sentirme aliviada. No sé de qué hablábamos. Sólo sé que lo hacíamos y que el regocijo de poder encontrar una especie de alma gemela siempre me invadía.


    ~~~

    Mileva apoyó el mentón en su mano izquierda. Ciertamente, no podía recordar la conversación de esa memoria en específico que evocaba. Era como si una sombra inmensa bloqueara ese recuerdo. Pero algo le decía que aquellos eran los días mágicos del pasado y de su existencia.

    La joven escuchó una voz gruesa, pero alegre, del otro lado de la puerta.

    —¡Hora de comer!

    Apretó sus manos entre sí y su respiración comenzó a agitarse de manera descontrolada. No había en aquella voz surgida desde la otra estancia ningún rastro de amenaza, pero Mileva en el fondo sabía a lo que tenía que enfrentarse tras esa apariencia.
     
    Última edición: 2 Diciembre 2017
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  12.  
    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

    Tauro
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    Por el comienzo de este capítulo, noto que el padre de Mileva es un hombre estricto, pero me sigue dando la impresión de que él es como es porque desea lo mejor para ella, además, dentro de la ansiedad que las personas le causan a Mileva, como esa señora que le habló afuera de la lavandaría, ella optó por refugiarse al lado del monstruo. Es como si dentro de esa fobia que le tiene Mileva a la gente, supiera a pesar de todo que su padre es el menor de los males.

    La verdad es que me intriga mucho el padre de ella. ¿Qué representa ese anillo que el hombre usa ocasionalmente? ¿Estará relacionado con la madre de Mileva? ¿Será como un pequeño salvavidas que él tiene cuando siente que ya no puede más, cuando siente quizás perder la batalla en ayudar a su hija?

    Espero que esta exploración le ayude a encontrar la paz que necesita.

    Y en cuanto a Luz, a pesar de que se menciona a su madre y un restaurante de su propiedad, me sigue pareciendo irreal por esto:

    Dice que se mudó al terreno "desocupado" de la izquierda, así que visualicé un lote baldío, aunque claro, quizás sí había alguna casa ahí y lo interpreté mal :), pero entonces viene lo de que no quería que su padre le quitara todo lo que ella quería. ¿Será que su padre solamente intenta quitarle aquello que es irreal? ¿Que él unicamente desea sacarla de su propio mundo?

    Con seguridad que no sé nada, que estas no son más que conjeturas mías, así que mejor espero el que sigue.
    Saludos.
     
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    Kashey

    Kashey Usuario VIP

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    Este nuevo capítulo me ha hecho sentir una especie de conexión con Mileva... Creo que he logrado empatizar muy profundo con ella, quisiera poder estar a su lado y ayudarla a esclarecer lo que le pasa, hacerla sentir acompañada y que logre superar lo que le pasa :C

    Bueno, pasando a lo que respecta del capítulo:

    En primer lugar, me parece que tal vez el olor del que Mileva habla es el aroma de su padre. No sé por qué he llegado a eso, pero eso me parece. Creo que por eso utiliza la palabra distante, porque ella siente que hay distancia entre ellos dos.
    Creo que por eso el auto también era un escape para ella, porque en él estaba distante de su padre, a quien consideraba el malo de su historia. Entonces, en el auto podía descansar del hombre que tanto la incomodaba.


    Me llama la atención esta frase. En primer lugar, que Mileva se incluya en un grupo y se excluya del otro... Esto me hace pensar que por aquel entonces se sentía parte de una relación (la que tenía con su padre) aunque no con esto quiero decir que fuera la mejor de las relaciones. Al sentirse parte de ella, Mileva sabía que tenía cierta carga encima ya que tenía que lidiar con la convivencia que tuviera con él, cosa que ella quería evitar. Entonces, creo que ese "nosotros" es uno muy apesadumbrado.

    Después de esto, para mí está claro que el padre se estaba embriagando ya que eran días cercanos a las fechas en las que su madre falleció, o los abandonó, o lo que sea que haya pasado con ella, el punto es que ella ya no está. El anillo que portaba claramente era el de matrimonio, y la charla que Mileva decía que él le debía seguramente era la de qué pasó con su madre. Por supuesto, él no quiere hablar sobre el tema porque no ha sabido manejarlo y le lastima mucho, por eso la mira de esa manera cuando ella le hace el comentario de que no tendría por qué usarlo.

    Creo que después de escribir este relato Mileva se siente vacía, a ella le falta esa charla y eso no ha dejado de ser así.

    Ella no quiere estar sola, quiere llenar ese vacío, así que tiene la vaga idea de ver a Luz pasar fuera de casa, creo que a eso se refiere el texto con el "destello"... No creo que haya sido literalmente un destello el que ella vio.
    Los fantasmas que se desataban en las noches en su habitación creo que son sus propios recuerdos intentando materializarse... Creo que no le gustaba ver por la ventana de noche porque su soledad no hacía más que crecer.

    Después empieza el relato de la lavandería, continuación de lo que estaba narrando antes de pararse a ver por la ventana. En esta parte empaticé muchísimo con ella y sólo quise abrazarla <3 Bueno, aquí vemos que ella prefería alejarse de todos, ella optaba por cerrarse y no dejar que nadie pasara... Creo que su padre estaba realmente mal por cosas de su pasado que no se mencionan y que no creo tampoco que se aborden más adelante, pero a su manera estaba tratando de ser el mejor padre para Mileva y de protegerla de todo. Creo que ella, al ser tan pequeña e inocente, no lograba comprender muchas de las cosas del mundo adulto que aquejaban a su padre... Entonces, entre su tristeza y las cosas que le pasaban a su padre y que los alejaba, ella optaba por encerrarse y tratar de que nada ni nadie la dañara... Esto se reforzó por la experiencia de bullying que sufrió alguna vez.

    Cuando aprieta su lapicera, me parece que es por el dolor de la añoranza de aquel momento en el que pudo sentirse plena y feliz, olvidándose de todo, sabiéndose por un rato dueña de su identidad y libre, tan libre como ella siempre añoró ser.

    Cuando sucede lo de la señora podemos ver que ella es realmente introvertida y asocial, temerosa y ansiosa. Por supuesto que ella quería a su padre, y por supuesto que en la actualidad aún lo quiere... eso es lo que yo creo. Él siempre ha sido su refugio, y aunque sea una relación tan tóxica por las heridas que están ahí sin cicatrizar de la manera adecuada, él es el hombre que siempre ha visto por ella y que ha buscado darle lo mejor, a su manera, aunque a Mileva esa manera no le agrade del todo y la considere dañina... Pero creo que él ha tratado de protegerla, y lo ha conseguido, y ella en el fondo lo sabía, que él no iba a dejar que nada le pasase. Porque sabe que la quiere.

    Creo que eso le duele, y ella lo nota pero después lo bloquea. Creo que parte de su vacío tiene también que ver con esa relación dañada con su padre.
    Entonces, hasta ahora, me parece que lo que a ella le falta, que ese vacío, se puede llenar con una relación con su padre que la lleve a tener mayor comunicación con él y que por fin puedan tener aquella plática que él le debe.

    Después se encierra, tal y como cuando iba a jugar a aquel lugar cerrado y sin ventanas cuando era niña. De nuevo, me parece que es una representación de Mileva cerrándose al mundo, ella no quiere ser lastimada. Es frágil y lo sabe, y eso también la molesta... Entonces vuelve a hablar de Luz, porque su recuerdo la hace sentir mejor, eso la estabiliza, recordar días buenos en los que una amiga la acompañaba. Creo que por eso ni siquiera se molesta en narrar algo de lo que ella pueda recordar una conversación. Ella sólo trata de narrar algo cálido, que la haga sentir mejor.

    A diferencia de Condesce, yo no creo que haya ninguna relación romántica entre las chicas... Sólo creo que Mileva la quería demasiado...

    En fin, me parece que su padre no es tan malo como ella lo pinta, aunque para ella realmente sea así. Después de todo, estamos viendo todo a través del ojo de ella, Mileva nos narra su realidad y para ella su padre es un monstruo. Pero yo creo que no lo es. Creo que Mileva debería comenzar a responsabilizarse de lo que siente y piensa y dejar de culpar a su padre... ¡Dios, por qué la gente no va al psicólogo!(?)

    Hasta ahora ella no ha contado nada bueno acerca de su pasado con su padre, se está enfocando en todo lo negativo... Y no es raro. Está activando su memoria a través de una emoción negativa, y todos sus recuerdos se acoplan a esa emoción.

    En fin, ya me explayé mucho jajaja. Dejo otros comentarios que quería hacer para la próxima♥
     
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  14.  
    The Condesce

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    Jelou! no me había dado el tiempo para leerlo con calma, pero sha (?

    Yo también sigo con la duda del padre... me causa mucha incertidumbre, la verdad. Es como si me encontrara dividida. Una parte de mí, al leer los recuerdos de Mileva, su miedo tan aparentemente irracional, toda la ansiedad... me da la impresión de que hay algo más de lo que nos ha contado. De que realmente el padre es un monstruo horrible, y algo, algo ha pasado o pasó o pasará que lo dejará muy en claro... sin embargo, por el otro lado, juzgando las acciones como tal que hasta ahora se han descrito, no me parece que el padre sea ningún monstruo. Entonces ya no sé si Mileva está simplemente loca y le atribuye muchísimas cosas a su padre, lo cual, bah, tampoco es tan raro ni tan loco... la verdad es de lo más normal. En menor o en mayor grado creo que nos pasa a todos y he visto gente a la que le pasa de forma muy marcada... no sé, la relación con el padre generalmente es conflictiva.... muchas veces el padre es una figura violenta para uno como niño cuando está creciendo... y es muy curioso cuando dialogas esas cosas con tu padre ya de grande y a él le sorprende mucho que tú hayas tenido esas impresiones de él o que lo hayas padecido de esa forma, cuando él lo vivió de una forma radicalmente distinta... pero así son los recuerdos, nunca coinciden de una persona a otra... Entonces ya no sé en qué impresión confiar, más que en la impresión de que hay algo ahí oculto a lo que todavía no hemos llegado, independientemente de lo que sea, si es sólo Mileva, o es en realidad su padre o cualquier cosa más allá. Pero es una impresión más o menos inútil porque, me parece que es la sensación general que produce la historia xDDDD


    También concuerdo con el comentario anterior de que, en este capítulo en particular logramos empatizar mucho más con el personaje. Y realmente... sentirlo. Para mí en particular fue de igual manera la escena de la lavandería, cuando le habla la señora. Es que por Dios, lo entendí tan bien... el pánico, la ansiedad... me parecieron muy reales, y fue algo con lo que me pude identificar bastante. No sé, siento que la actitud y forma de actuar del personaje es muy congruente consigo misma, y es muy comprensible, sobretodo si alguna vez has tenido problemas de ansiedad... es... simplemente verosímil.


    Oh, aunque con romántico no me refería necesariamente a "romántico" en el sentido popularmente atribuido a la palabra, I mean, el sentido de "pareja", sino que me parecía una relación muy... bella. Profunda, poética... como lo que menciona en este capítulo "almas gemelas", no necesita ser en un sentido sexual... pero no deja de ser una relación idealizada, al menos para Mileva, lo cual la hace en sí misma romántica... y a mí ese tipo de cosas me gustan xDD

    Y como siempre disfruté mucho las imágenes, y las sensaciones de tu narrativa :3 es lo que más me gusta de toda la historia xD que lo puedo imaginar todo vívidamente y eso, sólo la forma en la que está narrado ya le da una increíble calidad estética...

    See ya <3 <3 esperando el próximo capítulo :3
     
    Última edición: 9 Diciembre 2017
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  15. Threadmarks: 4. Nadie detuvo a las aves del Estínfalo.
     
    Cygnus

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    Gracias a Kashey Marina The Condesce por sus observaciones y comentarios. Los valoro muchísimo. En verdad espero que quieran seguir acompañándome en este viaje. Le estoy dedicando mucho empeño a esta historia para que quede linda.
    Por cierto, ya afiné todos los detalles. Nos restan, sin contar éste, tres capítulos más. La historia consistirá en total de 7 capítulos.
    No dejen de comentarme sus impresiones porque eso me ayuda muchísimo a saber si voy llevándolo como necesito que sea :) Mil millones de gracias, los fangirls y adorables que les doy se quedan cortos.


    SI LA NIEBLA NO LLEGARA A DISIPARSE

    4. Nadie detuvo a las aves del Estínfalo.



    Le transcurrían las lunas entre recuerdo y recuerdo. El paso del tiempo no le perdonaba su experimento de exploración. Pero la noche era su caja de arena personal.

    Y Mileva soñaba con vivir el presente, pero continuaba atrapada en el fantasma de los acontecimientos. Y una vez más, a la luz de su eterna vela violeta, con las sombras danzantes de las paredes y la capa negra del cielo estrellado tras su ventana, ella se encontraba pensativa. Con sus dedos acariciaba la tapa de un enorme álbum familiar de colores opacos. Era un tesoro que guardaba detrás de su armario, donde su padre no pudiera dañárselo.

    Pero el álbum la dañaba a ella.

    Las fotografías de una árida tierra lejana le bailaban en sus pupilas cuando contemplaba aquellas escenas condenadas a ser inmortales. La imagen de una Mileva pequeña, más pequeña que los recuerdos que podía extraer de la mente, le recordaban que alguna vez tuvo una infancia entre sus semejantes. Pero no era eso lo que parecía apesadumbrarla.

    Mileva estaba consciente de caminar sobre suelos que no le pertenecían. También entendía las razones. Pero no entendía, sin embargo, aquellas fotografías antiguas, que más de quince años atrás retrataban los momentos que ella pasó junto a su joven madre. Era un número suficiente como para remembrar retazos de una vida que jamás iba a volver. Que, en parte, le fue arrebatada. Y que, sin duda, la había despedazado por dentro.

    Los escenarios golpeaban las paredes de su mente. Su madre y su familia. Las escenas no terminaban de aclararse mucho cuando se esforzaba. Pero sabía que la vida consiste en enfrentar al resto. Porque el resto, en escalas jerárquicas, componían el muro de sus enemigos.

    Tomó la lapicera. Dudaba si debía escribir sobre aquello. Pero en verdad tenía que hacerlo.



    ~~~

    Hay mucha niebla en aquellos recuerdos, los más antiguos de mi vida. Me parece que mi vida se creó con base en fotografías personales. De momentos que capturé con mi vista y de muy pocas sucesiones congruentes. En ellas estaba mi madre. Ella siempre estaba ahí. Se llamaba igual que yo. Mileva. A juzgar por las fotografías, también soy muy parecida a ella cuando era joven. Además estaba la tía Živa. Ellas fueron las personas que me educaron y me criaron durante mis primeros cinco años, cuando más necesité de seguridad. Y yo sólo sé que fui arrancada de ellas como una hierba virgen de la tierra.

    Mi madre y mi tía me cuidaron hasta las últimas consideraciones durante las grandes guerras. Me enseñaron lo que tenían que enseñarme sobre la vida y la supervivencia. Pero eso también implicaba que me inculcaran a temer morir al poner un pie en la calle. Porque me enseñaron a sobrevivir pero nunca a defenderme. Todos los días tenía que pasarlos encerrada en la casa que nos servía de refugio, con las ventanas tapiadas con sacos de arena apilados, mirando los juguetes de números y letras que a veces me traía la tía Živa al llegar por las mañanas con el mandado, o coloreando mis cuadernos. También me pedía que estudiara mi libro de matemáticas y otro de español para ocupar mi mente.

    En raras ocasiones también se me permitía dar breves paseos por el pequeño patio trasero, techado y sin ventanas, en mi triciclo rojo, cuando la actividad bélica de los aviones bombarderos parecía disminuir, o según se juzgara oportuno en las noticias. Me gustaba ir ahí porque me sentía un poco más libre, o mejor dicho, menos presa. Pero en general, la vida con ellas se limitaba a ver sus rostros tensos, tristes y desesperanzados aparecer por la puerta del sótano —en donde estaba mi dormitorio— o subir a la cocina a comer las tres juntas en la misma mesita cuadrada, casi en un silencio sepulcral.

    No recuerdo la voz de la tía Živa. Pero sí el tono seguro y firme de mi madre cuando hablaba. Está en las aguas más profundas de mis memorias. En el mismo tono solemne en el que me mandaba a dormir, también me hablaba cuando tenía algún bocadillo para mí que había preparado con cuidado. Porque ella era así, permanentemente protectora. Por lo general el tono alerta lo tenía hasta cuando nos sentábamos en la orilla de mi cama por las mañanas y nos compartíamos mutuamente los sueños que habíamos tenido la noche anterior. Y su mano tibia siempre estaba firme para sujetar la mía y conducirme, incluso cuando estábamos dentro de la casa. No le parecía correcto que yo fuera sola ni siquiera a la cocina. Y a mí me gustaba mucho la mano de mi madre. Creo que terminé desarrollando un temor a hallarme fuera de su presencia, porque cuando ella se iba, yo me quedaba quieta y sin hacer ruido envuelta en mi cobija.

    Aquel sótano en el que dormía no tenía luz eléctrica. Lo iluminábamos con varias velas de colores. Y aquella atmósfera de sombras perpetuas, con los ruidos de explosiones de fondo, aun siendo pleno día, me hacía convertirme en un pequeño animalito que tiene miedo de la luz y que huye de ella como quien encuentra una amenaza en ciertos elementos. Lo único cierto es que mi madre no me dejaba salir a la calle, nunca. Nunca. Yo a veces le preguntaba por qué. Su respuesta casi siempre era invariable ante mis cuestionamientos. “Ker ne želite vedeti, kaj se dogaja tam zunaj, Mileva”.

    No recuerdo mucho más de mis días cotidianos con mi madre y mi tía. Pero sí tengo otra escena incrustada en mi memoria. Una tarde desde mi cama, encerrada en el sótano, escuché a la tía Živa en la cocina decirle a mi madre que un serbio le acababa de volar la cabeza a alguien allá afuera. No era necesario que me lo explicaran. Yo entendía que los serbios eran los malos. Pero hasta ese momento tenía la sensación de que los conflictos no ocurrían en la calle de enfrente. Y entonces tuve un miedo profundo de darme cuenta que ellas seguirían saliendo por las mañanas porque tenían que seguir haciendo sus vidas de adultas.



    ~~~


    Mileva levantó su vista y atisbó su reflejo en el espejo opuesto de la habitación. Cuando se observaba, creyó ver el retrato completo de su madre, aquel que estaba impreso en el polvoriento álbum opaco. Su misma nariz hundida; sus ojos verdes, demasiado pequeños. El cabello cenizo. Su misma sangre eslava, desdichada.

    Y se quedaba pensando largamente, con una profundidad poco saludable, si ella sería ahora lo que su madre siempre quiso que fuese.

    Su madre la cuidó contra todo lo humanamente posible. Pero quizás Mileva no se había convertido en nada que valiera la pena de ser cuidado.

    Ahora ella vivía atrincherada en su propio sótano interior, con sacos de arena tapiando su alma.

    Contra sus enemigos, contra todos.

    Cuando se levantó finalmente de su mesa y cerró su diario, dejó escapar un suspiro pequeño y tomó el álbum de fotografías con ambas manos. Tenía que cuidar de sus tesoros más invaluables. Había cosas en la vida que le podían ser arrebatadas en cualquier momento por sus enemigos. Más valía no invocarlos.

    Una vez que hubo guardado su álbum detrás del armario, tuvo una sensación gélida recorriéndole su cuerpo. Se dio cuenta de que era capaz de recordar. Todas aquellas nubes enormes que poblaban su mente se apartaban cuando ella se determinaba a encontrar la verdad. Su misma mente deseaba darle una invitación para que se conociera a sí misma, pero ella terminaba rechazándose. Tenía la impresión de que la Mileva del pasado era un ser minúsculo y patético. Pero no podía convivir consigo misma rechazando constantemente una parte de ella. Y aún así, tuvo miedo de continuar relatando aquellos episodios traumáticos en las lejanas tierras yugoslavas.

    Echó un vistazo a la ventana. La noche lo era todo. Los árboles negros silbaban una melodía dispar cuando el viento atenazaba sus ramas. Mileva cerró sus ojos. En la oscuridad no iba a encontrar nada. Era tan inútil. Allí no estaba Luz, otra vez.



    ~~~


    Por fuera, la pared del salón era un buen lugar para pasar las horas de recreo. Creaba un pasillo largo entre ella y el jardín delantero, y conectaba al fondo con un patio árido. Al frente, los niños hacían de cualquier terreno plano una cancha de fútbol. Gritaban con la pasión de aquél que sabe que no volverá a ver el amanecer jamás. Yo me quedaba sentada, recargada contra la pared del salón, observando el vaivén de mis compañeros, que se integraban jugando, que les gustaba aquello de las alianzas y las rivalidades. Las tardes las pasaba así y es lo que más recuerdo de aquellas clases insípidas.

    Yo solía tener un complejo por mi apariencia. Pero en ese tiempo, estaba tan derrotada en ese aspecto que no me molestaba potenciarlo. Y los niños de pronto no se burlaban ya por mis rasgos, ni por mi acento ni por mi timidez. El apelativo de “sucia”, con todos los sinónimos peyorativos que la mente de un pequeño de diez años podía conocerle, comenzó a sentarme como mi segundo nombre de pila. Ello, supongo, por mi gusto de jugar con los insectos en la tierra y mi escaso aseo personal. Y una mañana en la que dos niñas paseaban por el jardín frontal una y otra vez, de derecha a izquierda, viéndome en cada ocasión y diciéndome entre risas cómplices “rusa mugrosa”, entendí que yo no tenía nada que compartir con ellas. Las palabras de mi padre, tan eternas, tan dolorosas, comenzaban a tener sentido poco a poco. Todos los demás eran “ellos”; mi padre y yo, “nosotros”.

    “Mileva no es como las otras niñas”, le había dicho mi padre a la maestra Leticia aquella tarde fría. Y de algún modo había prometido cuidarme de ellos. Pero no hizo nada al respecto y me alegré por aquello. Porque la maestra Leticia también era otra enemiga más.

    Poco a poco comencé a esconderme de las miradas. Desarrollé un pánico a ser vista, a que me encontraran. Al principio me comía las poticas o los guisados que mi padre me daba para desayunar en el recreo, mientras me sentaba en el pasillo, recargada en la pared, viéndolos jugar. Pero poco a poco esa tampoco fue una buena idea. El segundo deporte de ellos era ir a provocarme, sin éxito siempre. Porque yo no hablaba nunca con mi feo español de aquel tiempo, y porque me limitaba a mirarlos como una patética liebre asustada cuando venían a invadir mi pequeño espacio personal. Les gustaba porque no había nada que perder en ello, porque no existía amenaza. Porque sabes que cuando a un ave la has herido y derribado, acercarte a ella no hará que vuelva a emprender el vuelo. Por eso, después de varios atentados contra mi comida y un centenar de insultos, prefería irme sola a agonizar al jardín trasero, al de las hierbas muertas. Porque si no existe un escondite para ti, debes creártelo.

    No quiero seguir mencionando mi vida en la primaria, y creo que no volveré a hacerlo. No me parece sacar muy en claro nada de aquellas vivencias. Fue una etapa concisa en la que yo no tuve un nombre ni una identidad. Sólo era la niña rara y sucia de la escuela. Aquello que no se le puede exigir a nadie que se le entienda. Lo invasor, lo intruso y por lo tanto, lo abominable.

    Estoy segura de que el conflicto es anterior. No puedo seguir escondiéndolo.
    O escondiéndome.




    ~~~


    Unos golpes duros, contundentes, eternos, resonaron de pronto en la puerta de madera que resguardaba el mundo de Mileva. Sobresaltada, dejó su lapicera roída y cerró a toda prisa el cuaderno, pero no había razón de tales movimientos. Pensó que sería su cruel padre, llamándole nuevamente para lo mismo... Y había que atender pronto.

    Se planchó sus ropas con las manos, ágilmente, con nerviosismo. Miró la puerta.
     
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  16.  
    The Condesce

    The Condesce Usuario común

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    Ohhhhhhhh bueno, esa no me la esperaba xD de repente, esto tiene un trasfondo histórico... siento que, de alguna forma, muchas cosas tienen sentido ahora. Esta búsqueda del personaje para entenderse a sí misma, la razón por la que a pesar de lo doloroso que es, está haciendo este ejercicio de escribir sus memorias, la sensación constante de un suceso en particular que desembocó todo...

    Y su madre...
    Desde que leí esto, well, desde que menciona el álbum, como que supe que se trataba de eso (? pero lo del sótano, y las bombas... eso sí que no me lo veía venir ahah y mientras lo leía sólo pensaba en lo traumático que ha de ser vivir así de encerrada y el lo asfixiante que ha de ser que tu madre nunca te acompañe a todos lados xDDD y bueno, supongo que ahora su extrema introversión tiene mucho sentido (? xD Anyway, este capítulo me gustó en particular. Pero me dejó un poco turbada... el final...

    Nuevamente para lo mismo? qué diablos es lo mismo? DDDDD: menudo cliffhanger xDDD
     
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  17.  
    Zireael

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    Me encanta que esto cada vez va tomando más forma. De a poco vamos viendo por qué Mileva es cómo es y un poco de por qué tanta insistencia con el asunto de que no era como los demás. Con el capítulo anterior, me sentí un poquito más cerca de ella como personaje, uno particularmente introvertido y ansioso.

    Ahora no sé qué hacer con mis teorías. (?) Sigo esperando el capítulo en que se aclaré qué volvió al padre de Mileva en un monstruo a sus ojos. De alguna forma, no sé por qué, tengo la sensación de que a él su hija le recuerda a la madre, lo pensé en el capítulo anterior y la idea adquirió algo de fuerza ahora que ella dice que se parecen.

    Lo que más rescato es el trasfondo que al fin nos presentas, el de un conflicto bélico, una cuestión histórica y, claramente, traumática para nuestra protagonista. ¡Esto tiene muchísimas implicaciones! Hasta te puedo hacer un ensayo al respecto. (?) Y al fin tenemos a su madre, que desde sus ojos se nos presenta como una persona protectora, cálida y alguien a quien ella quería mucho. Siento que me va a doler cuando sepamos qué causó la separación y que quizás esté mezclado con el asunto de su padre como "el monstruo", porque si no recuerdo mal, por ahí la narración de Mileva nos decía que él le arrebataba todo lo que quería.

    Ahora, con lo de Luz, sigo pensando que la idealización que tiene Mileva de ella, realmente hace que literalmente ilumine la oscuridad en la que está inmersa.

    Y... bueno, creo que por ahora esto es todo.
    :/*-*\:
    Es una lástima que queden tan poquitos capítulos.
     
    Última edición: 10 Diciembre 2017
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  18.  
    Kashey

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    Me ha encantado. Por fin tenemos este giro en la historia que lo vuelve todo más interesante, ahora puedo comprender mejor la situación de Mileva y el por qué de su conducta. Me he quedado como "auch" durante el relato, es que para ser una niña tan pequeña pasó por mucho. Sería raro si no tuviera tantas secuelas...

    Ahora entiendo por qué es que su padre se esmeraba en protegerla y decía que ella era una niña "diferente". También comprendo un poquito mejor la actitud desconfiada de Mileva y su aversión hacia las nuevas relaciones. Creo que a Mileva le hizo mucho daño no sólo ese conflicto bélico ni el bullying que recibió, sino también la sobreprotección de su madre. Mileva en su momento se volvió dependiente de ella, no imagino aún cómo ocurrió que fue separada de su madre y lo mucho que sufrió.
    Me encanta que por fin una de las partes que más me tenían en suspenso por fin ha sido revelada:
    Además de la esquizofrenia que había dicho, también creo que podría tener estrés postraumático, y que sus ideas de que todos son sus enemigos provienen fuertemente de la forma en que su madre la criaba, siendo todo esto reforzado por el bullying recibido en la escuela. También creo que en la actualidad, con la Mileva adulta sería muy difícil entablar una relación, creo que la amistad que forjó con Luz ocurrió en el momento adecuado, ya que ella aún no se cerraba completamente. Aunque estoy comenzando a pensar un poquito en que quizá Luz no sea real del todo, la hipótesis de Marina sobre que el terreno vacío donde ella vive es una clara referencia de ello me ha gustado mucho, pero no es sólo por eso sino porque me parece que entre tanta soledad ella necesitaba de un amigo, aunque fuese imaginario, para poder sobrellevar de mejor manera todo lo que le estaba pasando... para encarar con una mejor actitud la vida sin terminar de quebrarse.

    Ahora también comprendo por qué a Mileva le gusta la oscuridad de la noche, y por qué le agradan tanto los sitios completamente cerrados. Es que así era protegida por su madre cuando era niña, en un sótano. De hecho, no sé si podría llamársele regresión a lo que hace de poner la vela en su cuarto oscuro, creo que lo hace para sentirse más cómoda y segura, así como en su infancia.

    Me llama la atención que durante todo el tiempo que describe haber compartido con su madre, su padre no hace ninguna aparición. Esto me ha hecho formularme algunas dudas, ¿podría ser que el padre estuviera en la guerra? ¿Por qué parece que su padre no formaba parte de su vida en una infancia temprana? ¿Qué acontecimiento tuvo que suceder para que su padre se quedara con ella y viajaran a otro lugar del mundo? ¿Tendrá eso que ver con que ella lo vea como un monstruo?

    No lo sé... Este capítulo me ha dejado más dudas que respuestas. Sigo sin comprender completamente por qué ella ve a su padre como el malo de la historia. En el fondo yo sigo creyendo que no es un mal padre, que hizo todo lo que estuvo a su alcance por darle a Mileva lo mejor en un nuevo país alejado de la guerra, que luchó y dio todo de sí para su bienestar, pero que ella se ha enfocado en las cosas malas de su padre para justificar un poco lo malo que siente hacia él, quizá. Sí, está bastante claro que su padre tiene malos momentos, como la vez de la lavandería, pero francamente creo que él quiere mucho a Mileva y que hace lo mejor que puede por ella, creo que ella distorsiona las cosas para acomodarlas a que todos son sus enemigos por su pasado en un ambiente violento y por la influencia materna.

    Mileva se esconde dentro de sí misma, y todo lo que existe fuera de ella le resulta dañino. Por eso todos son sus enemigos... Y aunque trata de tener un espacio seguro en su habitación no lo logra (digo esto por la forma en la que se refiere a lo que tiene dentro del cuarto en el capítulo 1 si no mal recuerdo, donde dice que le parece que nadie es dueño de lo que está ahí dentro). Creo que todas las paredes, los muros enormes que ha construido entre ella y los demás son parte de ese escondite. De hecho también por esto estoy comenzando a considerar rara a Luz... es un caso verdaderamente excepcional. Mileva menciona en este capítulo que absolutamente todos son sus enemigos y que van por escalas, pero dudo mucho que Luz sea parte de ella. ¿Será entonces que es parte de Mileva misma?

    Bueno, esperaré ansiosa el próximo capítulo. Espero que se me puedan resolver más dudas...Ya nos acercamos al final de la historia y por fin sabré qué es lo que ha pasado en realidad jasdjahdkajdskl <333
     
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  19.  
    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

    Tauro
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    Wao, ya voy comprendiendo más a Mileva, del porqué desde sus años más tiernos comenzó ella a fomentar ese miedo al mundo exterior. Su madre fue muy sobreprotectora, pero no se le puede culpar por ello, pues en ese tiempo de guerra lo único que querían tanto su madre como su tía era que a la pequeña no le sucediera nada, sin embargo tal vez hubiera sido mejor para ella que se le explicara de la manera más sencilla lo que estaba sucediendo afuera en vez de la respuesta que su madre le daba:

    Qué error tan grande cometemos algunos padres cuando pensamos que entre menos sepan los hijos de algunos asuntos, mejor. En el caso de Mileva es como ella misma ha dicho: que la enseñaron a sobrevivir, pero no a defenderse.

    Es muy trágico lo que Mileva vivió desde tan temprana edad, no sólo el haber sido arrebatada de su madre, sino esa marginación racial tan cruel que la ha marcado durante la mayor parte de su vida y me parece que recuperarse de eso es muy, pero muy difícil, así que espero de verdad que este viaje para enfrentar los fantasmas del pasado la ayuden mucho.

    El final del capítulo me ha dejado con una interrogante cuya respuesta tal vez eche abajo la buena opinión que tengo de su padre, así que estaré esperando el capitulo que sigue.
     
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  20. Threadmarks: 5. Pagó, mártir, por las dos
     
    Cygnus

    Cygnus Maestre Usuario VIP Comentarista destacado

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    The Condesce Kashey Yáahl Marina gracias por continuar aquí. Muchas gracias en verdad. Espero poder actualizar con brevedad, a la medida de las posibilidades de todos, las suyas y la mía. También me gustaría contestarles tantas cosas, jaja, pero eso sólo podrá ser hasta que termine, ya no falta mucho :D

    SI LA NIEBLA NO LLEGARA A DISIPARSE


    5. Pagó, mártir, por las dos.





    Una tarde fue distinta y definitiva. Lo sé, porque es una de las pocas de esta etapa que en verdad recuerdo con claridad. La agitación que sentí la tengo tan presente. Era una tarde en la que yo me encontraba utilizando unos colores nuevos que me habían traído al refugio recientemente. Fue muy raro, pues de pronto mi madre entró corriendo al sótano, hecha un torbellino; me tomó por la espalda y, con una energía que jamás hubiera previsto, me levantó sin dudarlo. Yo no vi su rostro. Pero sabía que era ella. Y cuando su presencia irrumpía, aunque luciera agitada, de alguna manera todo terminaría saliendo bien...

    Pero ese día me cargó con fuerza y me puso una mano sobre el rostro, a la altura de mis ojos. Me dijo con dulzura que por favor cooperara, que sólo sería un momento, y me sacó rápidamente del sótano, y luego de la casa. Los rayos del sol, hirientes sobre mí, de pronto se filtraban entre los dedos de mi madre y me lastimaban la vista. Mi madre corrió durante algunos instantes indefinidos, conmigo en sus brazos, hasta que oí la voz de la tía Živa enfrente. “Ima srbske registrske tablice”, escuché decirle muy agitada, apremiándole. No sé qué respondió mi madre. Yo sentía ganas de orinar.

    Me hizo entrar al asiento trasero de un auto sin despegarme de su cuerpo. Su mano seguía cubriendo mis ojos, y yo los apreté con fuerza, porque realmente quería cooperar con ella. Escuchaba algunos gritos de mi tía mientras cerraba su propia puerta al frente. El ruido del motor me daba miedo, porque rugió con estrépito. Y todavía recuerdo el momento en el que me pegué con energías al costado de mi madre, mientras el auto de la tía aceleraba haciendo rechinar las llantas. Mi madre no había olvidado su perfume de flores aquella tarde.

    Quería dormir, dormir no por somnolencia. Dormir por necesidad. Porque “no quería saber lo que había allí afuera”. Y porque no quería estorbar en lo que estaban haciendo ellas. Pero era muy importante y por eso, por primera vez dentro de mis recuerdos, me habían sacado de la casa. Pero al final no pude dormir ni respirar tranquila. Porque las llantas chirriaron y nos detuvimos al costado de un enorme edificio. Mi madre me quitó la mano de los ojos, pero me pidió que sólo mirara hacia enfrente. Yo no quería desobedecerla. Y mi rostro no giró hacia ningún otro lado mientras me bajé del auto y caminé torpemente.

    El edificio era una gran biblioteca. Estaba llena de gente. Había familias enteras y niñas como yo. La tía Živa fue a conversar con alguien y yo me quedé con mi madre. Recuerdo el ambiente, con el olor a humedad de madera. Y el brazo de mi madre rodeándome por los hombros mientras caminábamos al fondo de aquel colosal edificio.


    ~~~

    Mileva comenzó a sentir la inquietud manifiesta en temblores a medida que iba escribiendo. Aquel ejercicio de exploración daba frutos, aunque mínimos: cada vez más, su memoria se refrescaba. Lo que consideraba imágenes estáticas de un pasado que había querido borrar de su cabeza, comenzaba a revivirse en todo su horror. Y tenía claro, más que nunca, que aquello nunca se había ido.



    ~~~


    Se me explicó sólo lo necesario como para que yo dejara de sentirme angustiada. Mi madre se había quedado conmigo en silencio, ella y su aroma. Luego me explicó que no volveríamos a casa en un buen tiempo. Que ahora íbamos a acompañar a todos esos señores y niños de la biblioteca, pero que no me preocupara y mejor aprovechara el tiempo para hojear algunos libros de la sección infantil, y que le preguntara a mi tía por dónde podía pasear. No sé cómo, pero de pronto esa noche estuve sentada ante las mesas de la sala principal, con cuatro o cinco libros —uno de mapas del mundo, otro de insectos de los pantanos— que nos había prestado la tía Živa a mí y a otras dos niñas, ante la mirada eterna de mi madre.

    El desastre vino pronto. Tal vez algunos días después, quizá una semana. La realidad es que, tal como había explicado mi madre, no volvimos a abandonar aquella enorme biblioteca. Unas personas nos traían suministros de alguna parte, y no se nos permitió volver a asomar la nariz fuera del edificio. Mi madre insistía en que un día, pronto, los problemas iban a terminar. Pero no pregunté mucho porque no entendía la situación ni se detenía nadie para explicármela. Además, tampoco me interesaban los detalles. Porque jamás imaginé que estaría sin ella, ni por un minuto.

    Cuando ocurrió la gran explosión (después me enteré de que fue por morteros serbios), todo a nuestro alrededor comenzó a arder con desenfreno en cosa de instantes, y una parte del techo de la segunda planta se desplomó al momento. Algunas estanterías repletas de libros, sobre todo las que se encontraban cerca de la entrada trasera, se encendieron como una enorme pira, como un gran árbol de fuego. Mi madre corrió cargándome en brazos, otra vez por la espalda, siguiendo a un grupo de gente. Pero todos gritaban con mucho terror y una señora lloraba como si le estuvieran arrancando el alma. Comenzamos a dar vueltas en círculos, y unos señores tapiaron la entrada frontal como pudieron. Enseguida entendí que no podíamos salir, pero tampoco quedarnos dentro. Y a los gritos de las familias que nos rodeaban en la biblioteca, se unieron las atronadoras balas serbias. Vi desplomarse a una muralla de personas, como coordinadas, a mi derecha. Y a una niña más grande que yo, que intentó salir huyendo por el jardín trasero, le habían volado un brazo de cuajo. Mi madre no tuvo tiempo de cubrirme los ojos esa vez.

    Yo había enmudecido. Quería preguntarle a mi madre que dónde estaba mi tía, pero no lo hice. Me dejé llevar. Ella me cargaba firme, con su brazo fuerte, y evitando el fuego, nos escurrimos por la salida de emergencia hacia el angosto pasillo lateral. Yo giraba mi rostro hacia todos lados, esperando verla, pero no lo conseguí. Sólo había caras deformadas por el llanto y la crisis nerviosa.

    Mi madre me metió por un resquicio, tras una barricada de metal. Luego me siguió y se instaló a mi lado, rodeándome con su brazo. Me pidió que no me asustara, pues ella estaría conmigo en todo momento. Que no iba a separarse de mí. Y fue así como nos quedamos en aquella madriguera improvisada, en un rincón del patio de la biblioteca, durante un rato que me pareció eterno. Los llantos de fondo iban menguando poco a poco, y yo sólo vi como un grupo de hombres, dentro de mi escaso campo de visión, lanzaban los libros de los estantes por la ventana del segundo piso, para salvarlos del fuego eventual.



    ~~~


    La amargura recorría la boca de Mileva, hasta su garganta. Porque aunque varios no eran recuerdos vívidos, y muchos de ellos eran confusos y retorcidos, sabía que algo malo había ocurrido ese día. No podía determinar qué cosas había visto ella misma y qué otras las había incorporado a su recuerdo por las investigaciones que hizo a escondidas muchos años después.

    En todo caso, tenía la sensación de haber llegado al punto cumbre de su exploración. Aquellas memorias, como pergaminos maltratados en un rincón, nunca habían salido de su memoria. Sólo habían sido barridos una incontable cantidad de veces hasta donde no estorbaran. Sin embargo, algo aún faltaba…

    Como plumas finas, las hojas fueron plegadas, y Mileva sostuvo su cuaderno de colores por un instante, viéndolo con fijeza. Probablemente nada de esto tendría más sentido que volver a lastimarla y a refrendarle la vida que no tuvo nunca el derecho a gozar. Porque el hecho de que se encontrara ahí, sentada frente a aquella mesa, no le significaba nada para nadie. Y llegaría pronto el día en que no podría más con tal situación.

    Apesadumbrada, no tuvo más remedio que tomar sus cosas y guardarlas en su mochila gris. Y como había algunas corrientes en la vida en las que no se puede nadar en contra, Mileva tenía que repetir los patrones de su existencia. Un vistazo al espejo de su habitación le hizo acomodarse el cabello sucio y cerrarse los botones sueltos de una blusa desgastada. Otro a sus pies le hizo calzarse, y uno más a su mochila, recogerla del suelo. A paso lento, se fue a fingir que le importaba vivir en el presente.


    Sí, había descubierto que la Biología era lo único que le interesaba en su mundo. Pero eso no era suficiente para que sacara jugo a su lugar en la facultad. Dejaba, plácida, que los demás le aventajaran. Buscar insectos en el lodo, después de todo, era más productivo que escuchar aquellas clases insípidas sobre taxonomía, porque al menos eso le ayudaba a despejar del ruido sus sentidos. Y aunque para los estudiantes ver agazapada en el jardín a aquella mujer de cabellos desordenados y ropa mugrienta era una excentricidad de la cual comentar entre sonrisas, Mileva se tomaba aquella exploración con mucha seriedad.

    Y entre clases, casi enroscada, con las rodillas fuertemente unidas una con la otra y la continua ansiedad de ser vista por los demás jóvenes, sacaba un cuaderno de portada colorida y una lapicera roída hasta la deformidad. Algo fallaba cuando el presente le invadía demasiado sus ojos. Ella no estaba hecha para ese mundo cruel y oscuro.


    ~~~


    Luz y yo comenzamos a hacernos inseparables desde el primer grado de secundaria. Ella sabía en dónde encontrarme y yo sabía cuándo debía girar mi vista para verla llegar. Creo que al principio, los primeros días, le causé poco más que simple curiosidad. Me hizo preguntas que para ella eran la rutina de las personas con educación, y que para mí eran destellos de alegría. Le contesté dónde vivía y cuáles programas de televisión me gustaban. También, al ver que se interesaba en el escarabajo que había capturado una mañana, le enseñé a diferenciarlos de los gorgojos negros. Luz me escuchaba con atención, cordial. En la cafetería de la escuela, le confesé que llevaba casi siete años viviendo en América, y sentadas en la escalera del taller de costura, le enseñé a pronunciar mi apellido, entre risas, pues ningún maestro lo hacía bien. Quizás a la segunda semana, me vio comer potica en el recreo, y le prometí que le diría a mi padre que me preparara una para regalársela a ella, aunque nunca lo hice.

    Tener a Luz en mi vida, a mi nueva amiga, me hizo muy feliz. Por las noches me sentía muy ansiosa de regresar a la escuela al día siguiente, para hablar con ella otra vez. Entonces, antes de dormir, comenzaba a lustrar mis zapatos negros, hasta sacarles brillo, para tenerlos listos por la mañana. También empecé a bañarme diario, por algún tiempo. Porque Luz era muy limpia, y mi suciedad no era justa con ella.

    Todos los días iba a encontrarla a la puerta de la escuela, antes de que ella llegara y diera la vuelta por el edificio para hallarme en el jardín trasero. Y al verla la saludaba con mucho gusto y le pedía que me acompañara atrás, lejos de la vista de todos. A veces no importaba que no entráramos a clases. Eran tiempos felices en los que coincidíamos a diario, y podíamos hablar a solas. Pronto ella también comenzó a confiar en mí y a contarme su vida. Todas esas cosas que tengo presente…

    Los compañeros pronto comenzaron a ser graciosos conmigo, pero a Luz la respetaban todos. Una vez a la salida, un muchacho alto de cabello erizado hizo estallar un petardo a mi espalda, y el grito de terror que lancé fue suficiente como para darles una dosis de risa a los compañeros por varios días. Pero esa tarde tuvieron que reprimirla, porque Luz les dio un discurso altivo, duro y casi amenazante, que dejó a todos callados al momento. Por supuesto que a partir de aquel día, mi amiga se colocó una enorme soga al cuello contra las burlas de los compañeros. Pero ella sabía cómo hacer para que nunca se la apretaran, a la vez que aflojaba la mía. Sí, seguramente nos convertimos en el nuevo remedio contra el estrés escolar de los demás, siendo el blanco de ataques silenciosos. Pero mientras Luz estuvo conmigo —y no dejó de estarlo—, nada malo volvió a ocurrirme.

    A ti, Luz, te debo tanto. Porque forjaste mi carácter y mi ánimo endureció a tu lado. Porque representaste aquella línea entre la Mileva patética que fui, y lo que soy ahora. Y aunque el tiempo pase yo te sigo necesitando. Ya estamos en facultades diferentes, pero siento muy cálido por dentro saber que seguimos siendo las grandes amigas de siempre.



    ~~~


    Mileva quiso seguir escribiendo, pero era la hora de clases, y el profesor Beltrán no había dudado antes en echarla del salón por estar distraída sin apuntar la cátedra. Y ser el blanco de atención del resto era lo que menos necesitaba. Guardó su cuaderno de colores y lo cambió por uno negro y sobrio que encontró en su mochila.
     
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