La conserjería es un lugar en la planta baja del castillo. Es donde reside Argus Filch, celador del castillo, además de servir como su despacho. Se trata de una habitación simple, pequeña y sin ventanas. Es iluminada por un candil que cuelga del techo, y huele vagamente a pescado frito. En el fondo de la habitación hay un gran mueble que sirve de archivador, donde Filch lleva un registro de todas las fechorías realizadas por los estudiantes de Hogwarts. Hay otro mueble al lado que sirve para guardar los objetos confiscados a los alumnos, y sobre ambos cuelgan unas cadenas y esposas relucientes. Hay una pequeña puertita a la derecha que lleva a la habitación donde duerme el celador. Aunque generalmente Filch deja la zona sin llave, cualquier estudiante sabe que no es prudente entrar ahí, pues lo último que uno quiere es que el celador lo agarre allí con las manos en la masa…
Kara Willson Al final, Wolfgang se había venido tan castigados como lo estábamos nosotros, el ir a acusarnos le había salido mal, muy mal y eso, de cierta forma me hacía sentir satisfecha aunque... por más satisfecha que estuviera no me quitaba los nervios de lo que pasaría si mis padres se enteraran de este castigo. ¡En teoría no tenía que meterme en problemas! En teoria... Así que, pasado todo un día donde creí que en cualquier momento una lechuza de la casa Willson llegaría con una carta vociferadora en su pico (que, por suerte, no llegó en ningún momento), me dirigí hacia la consejería un poco más tranquila con el alivio en mi cabeza de que era probable que este pequeño acontecimiento no saldría de Hogwarts. Una vez allí, abrí la puerta con lentitud, adentrando primero mi cabeza para visualizar quién podría haber llegado antes que yo, siendo sincera... había esperado ver a Melinda como la primera de esta sala pero al ver a nada más y nada menos que Wolfgang mis ojos no pudieron ocultar mi sorpresa. —Vaya... —murmuré, terminando de entrar a la habitación para colocarme frente a él con mi ceño ligeramente fruncido y mis brazos cruzados frente a mi pecho. >> ¿Por qué tienes que ser siempre tan malo con nosotros, Wolf? —pregunté sin cambiar el puchero que tenía mi rostro en estos momentos. Contenido oculto Nami Roronoa Perdonen si el post quedó medio raro (?
Andrew Aldridge Entré a la conserjería de mala gana, maldiciendo al bocafloja de Wolfgang con todos los improperios que me sabía, los cuales no eran pocos para un niño de mi edad (de algo servía haberme criado en las calles). Inmediatamente cuando entré, lo primero que vi fue al Slytherin que nos había metido en ese lío. Mi vista se clavó en él y lo fulminé con la mirada sin siquiera percatarme de que Kara estaba allí también. Caminé hasta él con paso rápido sacando mi varita de mi capa y apuntándola a su cara de comadreja. —¡Dame una buena razón para no convertirte en rata ahora mismo para que el gato de Filch te coma de un bocado!
Victoria Stone Al final, el bonito día del cumpleaños de Hagid acabó siendo un desastre cuando el señor Flich nos atrapó fuera de la cama y la profesora McGonagall nos castigó a todos. Al menos, también lo había hecho con Wolfgang que tendría que reunirse con nosotros en la conserjería al día siguiente. Así, después de las clases y de las responsabilidades varias que tuve en el colegio, por la noche tuve que ir a la conserjería en busca del castigo que tendríamos. Esperaba que fuese algo fácil y que nuestros familiares no se enterasen. Los abuelos estarían decepcionados... —¡Andrew! ¿Qué pasa? —exclamé, con sorpresa y algo alterada, no común en mí, al ver como el chico apuntaba con la varita al Slytherin—. Ey, sé que ha hecho mal, pero si haces alguna locura, te van a castigar aun peor, así que tienes que calmarte... —le dije, depositando una mano sobre su hombro, en un intento de qe se tranquilizase y alejase.
Andrew Aldridge Escuché a alguien más entrar a la habitación, una voz femenina me dirigió unas palabras y a continuación sentí una mano posarse en mi hombro. Bajé la varita y me giré para quedar frente a Victoria, pero sin apartar la vista de la pequeña sabandija. —Si la Sra. Norris se lo come nadie sabrá qué le pasó —dije en voz alta asegurándome de que el Slytherin me escuchara. Luego miré a Victoria con el gesto tranquilo y me encogí de hombros. Satisfecho luego de haber asustado un poco a Zeller, fui junto a Kara, la saludé simplemente con una sonrisa y me senté sobre unas cajas viejas llenas de humedad. —Todavía hay lugar aquí —dije dándole palmadas a las cajas que se encontraban a mi lado, mirando a Kara principalmente, pero invitando también a Vic. >>Me pregunto qué clase de cosas tendrá Filch confiscadas ahí... —comenté fijando mi mirada en el mueble bajo las cadenas. Mi instinto me decía que podía encontrar cosas interesantes dentro y estaba sopesando la idea de ir a echarle un ojo y quizás tomar unas cuantas cosillas prestadas, no es como si alguien las fuese a reclamar de todos modos...
Kyle Gray Una gota de sudor recorre mi frente, deslizándose por la mejilla mientras me entran temblores en la mano. A poco se me cae la nota que llevo sujeta en las manos, mirándola para no confundirme de puerta. Mientras detrás mío oigo la algarabía de los alumnos que ríen y charlan sin ningún problema, disfrutando de sus horas libres para relajarse a sus anchas, yo estoy con los nervios a flor de piel. Me paso una mano por mi pelo rubio alborotado, sin peinar por los nervios de lo que está a punto de suceder. Con la mano temblorosa, agarro el pomo de la puerta y lo giro suavemente, intentando alargar el momento antes de entrar lo más que pueda. A intervalos recuerdo los hechos de ayer. La cabeza de Wolfgang por la ventana de Hagrid. Como echamos a correr detrás de el para pararle los pies antes de que nadie nos pillara. Y, como no, nos pillaron, Slytherin incluido. Y aquí hemos llegado, a la Conserjería del señor Filch, a la espera de un castigo horrible, como colgarnos de los pulgares o algo mucho peor. ¡Yo quiero a mis manos!
Melinda Asomé la cabeza, lentamente, hacia el interior de la Conserjería. Allí se encontraban Andrew y Kara, al igual que Stone, Gray… y esa serpiente. El responsable de que nos viéramos obliados a soportar el olor a pescado frito que impregnaba el desastrado “despacho” de Filch. No lo entendía, sencillamente. Sin conocernos, ese niño se esforzó dos veces por delatarnos; aun no olvidaba la forma en que nos engañó con el supuesto Club de Duelo. Pero por lo menos, ahora había caído en su propia trampa, y eso daba la suficiente satisfacción para no dejarle la mejilla roja de una bofetada. A mí podía delatarme todo lo que quisiera, pero no pensaba perdonar que se metiera con mis primeros amigos… Con Kara, con Andrew. —Permiso —dije con voz serena. Entré sin mirar a nadie y me paré junto a Andrew. Observé que se había sentado encima de unas cajas. —Yo que tú me levantaría… —le advertí— El celador puede tomárselo a mal.
Andrew Aldridge Poco después de que me acomodara en las cajas, llegó Kyle con una genuina cara de miedo. Las manos le temblaban y parecía estar sudando. Al rato le siguió Melinda, quien saludó con su habitual cortesía y se unió a Kara y a mí. —¿Sabes qué? Tienes razón, de hecho, ya me aburrí de estar sentado —dije poniéndome de pie y señalé el mueble de objetos confiscados—. Aquel mueble está diciendo mi nombre. Fui hasta el mueble e inmediatamente intenté abrirlo, pero como la vida nunca es así de sencilla, era obvio que tenía que estar llaveado. Resoplé exasperado y miré a mi alrededor hasta que di con la puerta de la habitación de Filch. Tiene que tener alguna llave en su habitación, ¿no?. Una sonrisa pícara se dibujó en mi rostro ensanchándose de oreja a oreja y caminé hasta ella confiado. Puse mi mano en el picaporte y éste giró sin oponer resistencia. —Bingo...
—Hahahaha —Wolfgang no pudo evitar reír ante la amenaza de Andrew—. ¿Es en serio, Aldridge? Porque de verdad… si quieres una buena razón, te diré que no podrías; he visto tus patéticos avances en la clase de Transformaciones, al fin y al cabo. >> Un asqueroso sangre sucia como tú jamás podría siquiera tocarme. Wolfgang se volteó y tomó asiento en una silla que se encontraba en la conserjería. Al parecer, tendrían que esperar allí hasta que llegara el Sr. Filch para impartirles su castigo. Todos esperaban algo impacientes, aunque Andrew parecía dirigirse al mueble de Filch para investigar, pero entonces… —Meow… Al voltearse al oír ese sonido, Andrew vio que la Sra. Norris acababa de aparecer en la conserjería…
Kara Willson Las cosas se habían vuelto algo muy intensas de un momento a otro, Andrew sin siquiera pensarselo dos veces había amenazado con su varita a Wolfgang, diciéndole que iba a convertirlo en una rata. No lo culpaba por estar así de molesto pero no podíamos simplemente amenazarlo para quitarle esas ganas de ir a acusarnos una y otra vez. Tan siquiera no ahora con nuestros conocimientos actuales... ¡ehm! Por suerte Victoria terminó calmando un poco más las cosas y Andy prefirió centrarse en otra clase de cosas para evitar tener un mayor conflicto con nuestra querida serpiente. Poco a poco otros de nuestros queridos amigos comenzaron a llegar y parecía que el ambiente de tranquilidad hasta que de pronto... la voz de Wolfgang llegó a mis oídos de nuevo, mis ojos se abrieron con genuina sorpresa y pude sentir cómo el enojo subía lentamente por mi cuerpo. ¡Llamar a alguien así era totalmetne inacceptable! —¡No te atrevas a decir eso de Andy! —grité casi de forma inconsciente, una de mis manos ya se había colocado en la corbata verde del Slytherin para acercarlo a mí, ¡tenía muchas ganas de darle un golpe! Pero... agh, eso solo podría empeorar las cosas —No se porque eres tan malo con todos nosotros... pero no permitiré que digas eso de mi amigo, él es un gran hechicero y si crees que él no puede hacerte nada, yo perfectamente puedo hacerlo... Contenido oculto: Lo que pasó en la mente de Kara (?
Danielle Abbadie. Había llegado un poco atrasada al castigo, ello por una de las bromas por partes de las escaleras, estas siempre me llevaban al piso y lado equivocado, por lo tanto estuve unos minutos intentando orientarme, llego un momento en el cual comenzaba a sentir nauseas con tantas vueltas por el castillo, pero ya me encontraba en la puerta de la conserjería, justo para ver llegar a la gata del señor Filch, la señorita Norris. Entre al lugar tras la gata, antes de que el conserje haga acto de presencia y me gane otro costigo por llegar tarde al castigo por llegar tarde a la cama. Contenido oculto: IDK Sin ideas y con una enfermedad no me ayudan a escribir, sorry :(
Ryder Parker "Boom... boom... boom..." Ya estaba volando por los aires. Giraba sin cesar e iba en una dirección determinada. "¡Boom! ¡boom! ¡boom!" Iba cada vez más rápido. Rodaba tan velozmente en el aire, que era casi irreconocible, sólo se veía una especie de mancha borrosa. Una azul, gomosa y rellena mancha borrosa. "¡Splash!" Y por fin... mi objetivo había sido cumplido. Después de tanta espera, un globo de agua especialmente recargado para esta ocasión había caído sobre la cabeza de Wolfgang, empapándolo por completo y "bajándole los humos" que bien encendidos tenía en ese momento. —Oh... ¡no! ¡Pero que acabo de hacer! Wolfgang se dio media vuelta para mirarme. Yo me llevé una mano al pecho, fingiendo pesar. Él se veía totalmente indignado, y bueno... uno como todo chico educado tiene que responder frente a la indignación ajena, ¿no? —Oh, Wolfgang, lo siento tanto yo... no, no tenía idea. ¡Fue todo un accidente! —comenté, dramatizando—. Te prometo que no quería hacerlo, yo... >>Yo en realidad esperaba en que el globo te diera en toda la cara pero tuve que conformarme con la nuca. Peor es nada dicen por ahi. Lentamente mi tono fue cambiando a uno completamente frío, a medida que una descarada sonrisa se formó en mi rostro, para terminar mi frase. Seguí caminando hasta llegar al lado de Kara, y espontáneamente chocamos los cinco. Finalmente la misión había sido todo un éxito y ya mi desquite había sido concretado. En la versión de Kara... habíamos sido buenos niños. —Good news! —exclamé—. Ahora que hizo su trabajo, al papi globo de agua lo ascendieron, por lo que los bebés globos crecerán sanos y fuertes.
—Zestos —musitó Wolfgang con sencillez, apuntando su varita a su cabeza. La varita del Slytherin comenzó a emitir un suave aire caliente que en cuestión de segundos lo secó por completo. Se volvió hacia Kara y Ryder, que aún estaban cerca, así como al resto de los presentes. —¿Un globo de agua? Patético… como era de esperarse de alguien patético como Parker —comentó la serpiente, sonriendo de lado—. Y Willson, tú preguntaste… ¿soy malo con ustedes? ¡Pero si ustedes se lo buscaron solitos! Haciendo amigos con magos de sangre sucia, peor que la escoria… es imperdonable, realmente. Los sangre sucia no pertenecen en Hogwarts, y aquellos que quieran ser sus amigos y los acepten como si nada, tampoco pertenecen aquí… no dejaré que se lo olviden… >> Oh, y por cierto, Parker… Wolfgang levantó su varita una vez más y parecía listo para lanzarle una maldición a Ryder, pero repentinamente la puerta de la conserjería se volvió a abrir y por ella ingresó Argus Filch, el celador, y todos callaron. Éste los fulminó con la mirada uno por uno y luego abrió la puerta para que salieran. —Afuera —ordenó Filch; su rostro estaba curvado en una sonrisa macabra—. No será aquí donde cumplirán su castigo. Debemos ir a la Cabaña de Hagrid.
Ryder Parker Kara y yo estábamos felices de la vida, celebrando por la buena vida de la familia falsa y obviamente inventada, cuando el payaso de Wolfgang McDonald empezó a ladrar de nuevo. Suspiré con aburrimiento y volteé a verlo junto a Kara para ver que iba a decir ahora... Y la verdad, es que me sentí como en un aburrido discurso de una abuela conservadora que no puede aceptar que ahora el racismo es mal visto. "Sangre sucia", "escoria"... que ridiculez, peor que la vecina chismosa de la tía Blanca. —¿No te pasa que te dan ganas de darle un puñetazo cada vez que abre su boca? —dije en medio de su monólogo de señora oligárquica. "Oh, y por cierto, Parker… " Me volteé a verlo con fastidio, y entonces me apuntó con su varita. Yo alcé las cejas, indiferente. ¿Se supone que debería estar asustado? Pero entonces llegó Filch, y admito que ese si me hizo pegar un brinco del susto, sobretodo cuando sonrió. Éste anunció que teníamos que salir de ahí, lo cuál para mí fue un real alivio, porque esta conserjería tenía unas condiciones higiénicas totalmente precarias. ¡Iugh!