Explícito de Pokémon - Spies

5​

Sintió una curiosa sensación de cosquilleo en su espalda, que sabía fue transmitida desde el dorso de su acompañante. Y como leyendo sus ideas, un sonido característico sonó ligeramente.

No pudo evitar soltar una risilla divertida, al tiempo que retiraba sus cabellos de su rostro y los acomodaba detrás de su oreja.

― ¿Tienes hambre?

En lugar de respuesta, sintió cómo Ash asentía ligeramente. Y en respuesta, ella se acurrucó más contra el pecho del azabache, antes de hacer el ademán de levantarse.

Tenía que admitir que eran esos pequeños detalles que se quedaron en Ash los que más le hacían creer que las cosas realmente podrían estar peor.

Ciertamente, aquel joven entrenador había cambiado mucho desde hacía 13 años. Había muchas nuevas facetas que de alguna manera la fascinaban, como la confianza que a veces desbordaba, su nueva tranquilidad y sobriedad tanto para hablar como para actuar. Aunque Ash sería Ash el resto de su vida y había algunas cosas, como su estómago, que simplemente se quedarían allí.

Pero no todos los cambios de Ash fueron para bien.

Ya lo había demostrado algunas veces, pero cuando perdía los estribos se transformaba en otra persona, en una persona brutal y feroz, casi como si fuera un salvaje. Eran situaciones que particularmente vio cuando llegaba mágicamente a salvarla de los tantos intentos de violación que hubo en su contra.

Parte de las heridas más importantes de Ash se debían a eso.

Había noqueado a personas para ayudarla, y vio en primera fila cuando asesinaba a dos hombres que tenían intensiones de lastimarla.

No sabía cómo sentirse al respecto de eso.

Recordaba que era una noche particularmente oscura, aproximadamente tres años luego de que llegaron a Portual. Ella trabajaba de mensajera y solía correr por toda la ciudad, por lo que su rostro terminó siendo conocido. Desafortunadamente, no solo fue así por su trabajo o porque intentaba sonreír lo más que podía.

Para dos personas, ella era más que una cara bonita, pero menos que una persona.

Alguien la había empujado a un callejón diferente al suyo y cuando intentó gritar por ayuda, sintió el frio acero de una daga en su garganta, tan solo postrado contra su tráquea.

Un segundo hombre la empujó bruscamente al suelo y comenzó a desvestirla frenéticamente mientras ella se debatía si era más importante su vida que su virginidad. Comenzó a llorar, pensando que quizá sería lo mejor ―pues esa no era la primera ocasión que atentaban contra ella.

Igual, no quería que fuese así.

Entendía que ya no estaba en un sitio donde era lógico pensar en abstenerse y cuidarse para su matrimonio, pero eso no quitaba su deseo de, por lo menos, poder elegir a la persona con quien quería tener relaciones.

Una única imagen se le vino a la mente al pensar eso, y fue la del único varón que ahora había en su vida.

Sintió las frías y delgadas manos de uno de sus violadores acariciar sus ya descubiertas piernas. Recorrió sus senos, pasando en repetidas ocasiones por su sexo. Ella solo trataba de evitar sus ganas de vomitar por miedo a que la mataran mientras lloraba silenciosamente en desesperación y su mente desbordaba el pánico.

Apretó los ojos con miedo y frenetismo cuando escuchó la bragueta del hombre que la tocaba y cuando notó que separaba sus piernas.

Fue entonces que escuchó un golpe hueco.

Abrió los ojos y se encontró a Ash golpeando salvajemente a uno de los hombres, mientras el segundo decidió ignorarla y se lanzó contra el joven con su daga lista.

Ash se levantó rápidamente para intentar evitar el filo que iba dirigido hacia su torso, pero la daga perforó un costado de su abdomen. Para la quizá suerte de Ash, el cuchillo debió rebanar el riñón, pero ese era el que se la había extirpado. Y aunque su herida soltara sangre de manera considerable, retrocedió un paso antes de lanzarse contra ese segundo hombre, embistiéndolo y tomándolo por sorpresa.

Forcejeó con él por la daga hasta que finalmente logró despojarla de él, aunque también la había lanzado lejos de sí mismo. Con una fuerza que no sabía que Ash tenía, logró lanzarlo y hacerlo caer de espaldas, cerca del otro sujeto, que trataba ineficazmente de espabilar sus sentidos luego de los golpes. Ash se colocó detrás de él y lo ayudó a sentarse, para luego romper su cuello girando bruscamente su cabeza hasta un ángulo antinatural. El sonido de las vértebras de aquel hombre reventar aún se mantenía fresco en su memoria a pesar de los años. Duró años preguntándose dónde había aprendido eso.

Pero el varón tardó demasiado y el hombre restante se lanzó por la daga. Sin apuntar intentó una estocada que, oportunamente, su compañero bloqueó con su antebrazo derecho. La daga estaba muy filosa, y no le costó a dicha arma atravesar su brazo, obligándolo a soltar un quejido por el dolor.

Esto solo enfureció más a Ash. Evitando que la hoja saliera de su brazo, lanzó una patada al pecho de su agresor para alejarlo. Aquel sujeto estaba demasiado asustado por la berserker en que se había convertido ese joven de quizá veinte años como para poner resistencia.

Sacó de su brazo la daga y luego la sostuvo con su mano herida, con su mano izquierda tomó del cuello a su agresor y lo empujó agresivamente contra la pared. Sin dejar de presionar su tráquea con la mano, insertó el arma en el torso de aquel sujeto, perforando al instante su corazón, y luego levantó el cuchillo a través su tórax, abriendo sus costillas y forzando la salida de mucha sangre.

Cuando aquel que sería violador comenzó a escupir sangre, Ash retiró el arma y la lanzó lejos, dejándose caer él.

Para ella, habían pasado horas desde que su compañero comenzó a pelear de esa manera, pero solo habían sido unos segundos.

Ash entonces respiró profundamente y su rostro denotó una mueca de dolor. Entonces su respiración comenzó a volverse irregular. Llevó su brazo herido a su pecho y comenzó a intentar retener sollozos. Esto fue su alerta.

Acomodó fugaz y austeramente sus ropas, y luchó contra el dolor de los empujones y la rigidez de su cuerpo por el shock para intentar socorrer de alguna manera a Ash.

Lo llevó al único médico que había en la ciudad y allí se le atendió. Su herida en el abdomen no era muy seria. El médico, juzgando por donde y cómo atravesó el filo su brazo derecho, dijo que perdería casi toda la sensibilidad en su mano y, si no tenía tanta suerte, la movilidad.

Comenzó a acariciar suavemente las manos de Ash al recordar eso. Pequeños círculos en el dorso de su insensible mano derecha. Él le decía que podía sentir algunas cosas, como la temperatura y la rugosidad de un material aún podía notarlas. Esas eran las terminaciones nerviosas más complejas de su mano, justo en la palma y un poco en el dorso.

No podía regular su fuerza del antebrazo hacía abajo, por lo que dependía más del bíceps para las labores físicas, mientras que procuraba un agarre firme con el resto de su brazo. En parte, eso lo hacía perfecto para su trabajo en el muelle.

Suspiró sutilmente para evitar que Ash adivinara que estaba pensando en todo eso de nuevo y se sentó en la cama. El azabache parecía más renuente de hacerlo, pues no había soltado su abrazo aunque ella ya estaba espabilada.

― ¿Quieres que te traiga algo? ― Le preguntó sinceramente. Ash generó un extraño ruido desde su garganta y se reincorporó entonces. ― Tú te lo pierdes. ― Le bromeó.

Ambos fueron a su cocina y repitieron la dosis de la mañana, aunque además compartieron una pieza del pan que había ganado.

Una comida-cena silenciosa, con ambos adultos disfrutando de sus alimentos con la mera compañía del otro.

“Solo nosotros dos…”, pensó con un sabor amargo en la boca.

Aunque aún le dolía, sentía que ya había superado la peor parte de la muerte de su madre. Pero había pérdidas que jamás se hubiera imaginado tener, ni en sus peores pesadillas.

Para ella, esa mesa debía tener a cuatro personas comiendo.

Ash nunca reveló realmente cómo había conseguido el colchón matrimonial que tenían a cambio de uno individual. Solo dijo algo de un trueque en los muelles. Había cosas que ella misma no se atrevía a preguntar.

Comenzaron a dormir juntos un tiempo después de la muerte de su madre y de otro intento de violación en su contra, que llevó a Ash a clausurar una ventana de la habitación, incluso.

El mayor pero que encontraron, a pesar de las grandes ventajas que aparentemente conllevaba dormir juntos, era que no eran niños.

Para ese entonces, ella ya había cumplido sus diecinueve años y Ash estaba próximo a cumplir veintiuno. Compartir cama con el otro les dejaba sensación de seguridad a ambos, pero no era lo único.

A alguien escuchó decir que la mayoría de los seres vivos, con un nivel alto de estrés, suelen buscar salidas aceleradas. Peleas, ejercicios y gritos, era lo que se acostumbraba antes. Pero, en su caso en específico, la salida más sencilla estaba recostada en el otro extremo de la cama.

Unas semanas luego del cumpleaños de Ash, tuvieron por primera vez relaciones sexuales.

Le daba algo de gracia recordar ahora que luego de ‘esa’ ocasión ambos habían estado evitándose tanto como fuera posible, sin salirse de su acto de ‘una pareja cualquiera de novios’ que habían optado por usar.

En algunos festivales, cuando Dawn solía coordinar aún, la charla sobre sexo solía salir de vez en cuándo. Siendo ella una niña, no solían darle detalles ni consejos, solo advertencias.

Le dijeron que dolería la primera vez y que no sería nada especial, aunque por algún motivo le guardaría especial aprecio a esa memoria.

Ella, consciente de las circunstancias, se sentía afortunada: Pudo elegir a la persona con quien quería tener relaciones ―aunque esa parte se podía discutir―, pudo tenerlas en su casa, confiando en que tendría un poco de intimidad y, sobretodo, estando consciente y dispuesta, aunque le avergonzara usar esa última palabra. Ash había sido muy considerado con ella. Incluso sentía que actuaba como si no hubiese sido su primera relación íntima, y en su momento se sintió molesta y triste por ello.

Teniendo un poco más de experiencia en el tema por los años, se preguntaba cómo había logrado mantener el autocontrol su compañero en aquella ocasión. Logró resistir cualquier tentación hasta que su dolor se mitigara lo más posible. Logró mantener un ritmo lento para evitar herirla más. Y no la presionó para nada de ninguna manera. Básicamente, había logrado combatir todos sus impulsos naturales para no lastimarla y confiaba en que, como le dijo esa misma noche, también fue la primera vez de Ash.

En varios sentidos, no sabía qué pensar acerca de su primera relación.

Pero el 'problema' real se dio pasados los meses.

Al caer dormidos aquella particular noche, habían dormido abrazados por primera vez también. La noche siguiente durmieron tan alejados como el colchón se los permitió. Ella sentía nerviosismo por las aún frescas imágenes en su memoria del azabache encima de ella, mirándola fija e intensamente a los ojos tan de cerca. Era bochorno, nerviosismo, vergüenza y algunas otras cosas que le hacían imposible ver a su compañero a los ojos, además del ligero dolor en su entrepierna que le dio varios problemas ese día porque no podía correr al ritmo que le hubiera gustado.

Días pasaron así, pero comenzaron a superar su vergüenza y a convivir como antes. No podía, al menos ella, actuar como si nunca hubieran pasado ‘ese’ límite. Algo en su mente y en su cuerpo la hacían recordar las sensaciones y las imágenes de esa noche cada que pensaba algo como “Comienzo a sentirme como antes de ‘eso’…”.

Y si bien luego de varias semanas las cosas habían vuelto a la normalidad, las ideas de ambos comenzaban a dar más vueltas en torno a la mera esencia de su primera vez. El calor del otro, su respiración en su piel, los cosquilleos cada vez que se tocaban o rozaban, el brillo extraño en los ojos del otro y los gemidos cada vez que sus sexos se acariciaban.

Al menos ella comenzaba a sentir mucha curiosidad.

La lujuria entre ambos comenzó a crecer y llegó un momento en que, atravesando todas la incomodidades, volvieron a unirse. Más de una vez a la semana. Incluso varias veces al día. Al punto de que ambos faltaron al trabajo en algunas ocasiones, particularmente en días de invierno.

Se estaban convirtiendo en una pareja real y feliz, aunque su relación no estaba tan bien fundamentada como debería.

Cuando ella ya tenía sus veintiún años, llegó a su punto más crítico esa ‘relación’. A una verdadera culminación, para que su compañero se convirtiera en algo mucho más querido e importante.

Cuando lo confirmó, no supo cómo reaccionaría Ash.

Y cuando él lo supo, la abrazó con euforia y la besó con dulzura, con lágrimas en los ojos y una sonrisa tan sincera como la de un niño.

Ash, unas semanas después, le confesó que no se había sentido tan contento antes. Ella misma no se creía totalmente que su compañero estuviera tan contento por la noticia. Estaba más alegre que nunca antes en esos 10 años de conocerlo ―según sus cuentas en aquel entonces―. Aunque para ella, tampoco pudo haber pasado otra cosa mejor.

Fue un momento en que ambos comenzaban a mandar todo al carajo. La esclavitud, los trabajos, la ciudad sitiada y el control mundial.

Sus vidas ahora girarían ante otra cosa.

Otra estrella.

Una que no desaparecería tras las nubes.

Ambos habían decidido, sin platicarlo antes, hacerte totalmente devotos del hijo que cargaba en su vientre.

​

Contenido oculto: Comentarios del autor

Hay elementos persistentes en ambos personajes, y al mismo tiempo hay cosas inconsistentes. Primeramente, quizá alguno se ha preguntado "¿Cómo Ash, de acuerdo a la narración de Dawn, es una persona tan tranquila? ¿Cómo si, según la narración de Ash, pasaron demasiadas cosas para no ser un amargado de primera?". De la misma manera, para este punto seguramente pensaron ya "¿Dawn no le da demasiadas vueltas a cómo ha sido Ash con ella? ¿No puede pensar en... el color del cielo esa mañana?"

Pues, gente bonita, este capítulo muestra UNA PARTE del por qué la relación que describe Dawn, con bastante cercanía, se está dando entre un Ash 'amolado' y una Dawn 'cobarde'.

Y es que para los dos personajes quería mostrar una evolución simétrica, pero al mismo tiempo diferente. Aún no se muestra todo de ninguno, pero por favor, tengan en mente que ambos han narrado, hasta ahora, cómo llegaron al hoyo en el que están. Dawn quizá le da varios saltos aquí y allí, con notas de que las cosas pueden ser peores, pero a final de cuentas muestra sus heridas lentamente. Donde, 'lentamente' es una palabra clave. Recordemos, de nuevo, que Ash hasta ahora ha narrado un par de años, y Dawn sigue mostrando todo lo que se le pasa por la mente 13 años luego. Esto, si lo pusiéramos en una gráfica, demostraría que Ash es una persona más 'estable' a lo largo de los años.

Ahora, sabemos que Ash arrancó un volante de reclutamiento al TR (Lo que sea que eso signifique :v) y Dawn... estuvo embarazada.

Es por esto que el cuenta-gotas es un MUST para Spies.

Sus reacciones son la salsa de mis tacos. <3

Lo sé. Pero en realidad Serena tiene su papel acá. Forma parte del concepto de 'Forced Pearlshipping' que intenté usar. xdd

No hay como tal un backstory. Básicamente, es una idea 'condensada' propia de apoyo al personaje. Lo tomo por la influencia de Brock en Ash aunado a que ser entrenador conlleva a saber sobre la salud de los pokémon. Por tanto, algo de conocimiento básico de la medicina es requerido. El que lo haya usado aquí en particular es para 'sazonar' más a Ash, pero en sentido tipo

Hay elementos usados más adelante que sí tienen un poco más de pensamiento previo. Podía comentar cual fue mi razonamiento para eso, pero lo diré más adelante, como menciono. Es algo que aplica básicamente a todos los personajes de Spies, teniendo en cuenta que prácticamente todos los personajes de esta historia eran jóvenes cuando comenzó todo, y por lo tanto, crecieron y descubrieron fortalezas y debilidades nuevas.


Y, poco más puedo comentar gente. Mi suerte... no ha cambiado TAN para bien, lastimosamente. Resulta que mis padres deben mudarse de nuevo por cuestiones de trabajo a unas... 6 horas de donde vivimos actualmente. Yo me vine a esta ciudad porque era más práctico y mejor para mi salud estar aquí, pero si he de quedarme aquí solo habría sido un desperdicio venir aquí en primer lugar, dado al avance que perdí en la U. Ahora tengo que pensar si mudarme de nuevo o no. Desafortunadamente, el sistema de U donde estoy no permite cambios luego del 4 semestre (Estoy virtualmente en tercero) o más de dos cambios (Aunque no se especifica en ningún lado si el ingreso se considera como primer cambio. O sea, si la cuenta empieza en 0 o en 1.). Cambiarme si no puedo caer al campus de esa nueva ciudad, tendré que cambiar de U, y mi opción allá es un sistema distinto, por lo que tendría que hacer un proceso de revalidación de cursos. Es el mismo proceso que me quitó año y medio de avance DENTRO DEL MISMO SISTEMA. No tengo muchas esperanzas de que eso salga bien, pero tras revisar los planes de estudio, noto que son prácticamente lo mismo con diferentes nombres (Tipo, acá estudio Lenguajes y AutómatasI, pero allá se llama Compiladores I). Como tampoco he tomado nada de especialidad, estoy en posición de hacer el cambio. La nueva ciudad es un poco más pequeña, pero el clima es mucho mejor y quedo más cerca de mi familia en mi ciudad natal. Supongo que al final todo dependerá de lo que me digan en las U, pero en lo personal estoy más dispuesto a irme que a quedarme, a pesar de que dejaría la rondalla a la que pertenezco y que aprecio mucho.

Fuera de eso... por fin comencé a comprar componentes para mi PC. Mi edmozo Ryzen 3 1200 y mi zukulenta Gigabyte 1050Ti esperarán a que tenga el capital para el resto de las piezas.

Así que dicho eso, espero que tengan o hayan tenido un excelente día.

Como siempre, muchísimas gracias por darle la oportunidad a Spies!

Later. ~

 

Sex​

Era un día relativamente tranquilo en el muelle, recordaba.

Habían pasado ya casi 4 años desde que llegó a Portual y muchas cosas habían cambiado.

Las personas se habían resignado a la nueva realidad. El muro alrededor de Portual se había terminado, y ahora la ciudad parecía una versión artificial de Arrecípolis. La ‘economía’ se había normalizado y había incluso agencias de trabajo y hospitales, aunque ambos requerían un precio a cambio de sus servicios. La ventaja de los hospitales era que trataban todo tipo de heridas a cualquiera que diera el precio mínimo. Una persona con un resfriado, en otras palabras, pagaba lo mismo que una persona que había perdido un brazo ―Si alcanzaba a sobrevivir a la pérdida de sangre― y tenía derecho a regresar siempre que quisiera hasta que estuviera totalmente curada, aunque por lo general dejaban de ir en cuanto pudieran hacer su trabajo nuevamente.

Petrel había comenzado a trabajar en las ‘leyes’ de la ciudad y estaban anotadas en “La constitución”.

En la torre central, donde la alarma fue colocada e inaugurada dos años atrás, están esculpidas todas las normas de la ciudad. Dentro de la torre, existía un recinto similar a oficinas civiles donde las personas pueden libremente ―y gratuitamente― pasar a informarse acerca de cualquier tópico existente, e incluso había secciones dedicadas para cada tipo de legislación.

Johanna solía reírse amargamente de que los servicios ‘de gobierno’ de Petrel fueran mucho más eficientes, atentos y amables, incluso, que los que tenían las regiones antes de la conquista. “Es absurdo y conveniente”, solía decir.

Dawn, podría decirse, había superado la pérdida de su dedo meñique quizá un año y medio atrás, aunque tanto él su madre podían ver que estaba muy afectada a un nivel profundo. Sabían que Dawn estaba perdiendo la fé mucho más rápido que ellos y su trabajo no la ayudaba a distraerse.

Si bien ser mensajera era un trabajo decentemente pagado considerando el esfuerzo y las ventajas, tenía que ver diariamente a los Rocket de frente y hablar con ellos. Ningún mensaje o paquete entre ninguna dependencia de la ciudad no pasaba antes por la Oficina de Información del Ciudadano, como se llamaba el sistema que regulaba y se aseguraba de que no se planteaban complots dentro de la ciudad. Dawn trabajaba en para esa dependencia y debía ir a los lugares que más recordaban que la ciudad estaba tomada y vivían como esclavos sin poder aspirar a nada. Ella era de las personas más conocidas en la ciudad y era algo que podía cortar y cortarla.

― Ketchum, se terminó tu descanso. ― Escuchó.

Era su hora de descanso y para pasarla había subido a la azotea de uno de los almacenes a escuchar el mar y poder disfrutar de la fría brisa de ese otoño.

Simplemente asintió y comenzó a caminar de vuelta a la zona laboral del muelle. Tendría que reportarse con el capataz y regresar a sus labores comunes, que ese día eran meramente supervisar el cargamento que había llegado de Ciudad Canal.

El recordar la ciudad le trajo memorias tanto de Brock como de May.

Suspiró mientras regresaba, consiente de que ya no podría hacer nada más por ellos. Al menos nada particularmente útil. Brock había sencillamente muerto 4 años atrás, y lo único que podría hacer por él era darle una sepultura digna, pero no sabía cómo llegar a su cuerpo. No sabía siquiera si aún había un cuerpo.

May estaba viva.

Se encontraba, según sabía, en Ciudad Azafrán, en donde el Team Rocket había asentado su metrópoli capital. Ella estaba de alguna manera luchando por su vida allí, dando lo mejor de sí misma ―casi literalmente― por sobrevivir y, quizá, tener una posibilidad de ser transferida a una ciudad donde las personas pudieran llevar una vida más o menos normal, como era el caso de Portual o Canal.

En silencio, cada noche, suplicaba porque resistiera un día más y que eventualmente pudiera ser ‘liberada’.

Sabía que estaba viva y su ubicación porque leyó un documento que llegó a la ciudad y el capataz no estaba presente. Ese día estaba ocupándose de ordenar la oficina, y abrió el expediente porque notó que había muchas fotografías adjuntas y sencillamente le dio curiosidad.

Pasó rápidamente entre todas las fotografías, notando que eran únicamente mujeres, y su corazón se detuvo un momento al ver la fotografía de una castaña que él conocía muy bien. En el archivo, había mucha información sobre ella, su paradero, sus datos antes del ataque, ex-ocupación y “grado”.

El expediente se llamaba “Esclavas”.

Un adjunto de todas las mujeres del país que fueron tomadas prisioneras y llevadas a las ciudades capitales con el único fin de engendrar niños con capacidades genéticas óptimas, que luego se convertirían en la elite combatiente del Team Rocket. Según el expediente, May había sido elegida para ese ‘papel’ 2 años antes del ataque. Lo que le decía que May había resistido esa tortura desde que tenía 16 años. Para ese entonces, la castaña tendría recién 20 años, pues en unos meses más se cumplirían 5 años desde la conquista.

Lo que no sabía, era si realmente era cierto que el único objetivo de las ‘esclavas’ era traer niños al mundo. Deseaba que fuese una metáfora, pero en su mundo, las cosas podrían ser incluso peores.

No tenía ninguna información de Eureka aún. Había pagado muchas veces con trabajo para obtener alguna información sobre ella, pero no había nada. Nada sobre una transferencia, sobre un registro a un hospital o a un trabajo. Lo mismo con Max. Su mayor incógnita era lo que el Team Rocket hizo con los niños.

Si tuviera que adivinar, quizá iría con la idea de que también estaban siendo entrenados, pero entonces el tema de ‘engendrar niños’ que había leído carecería de sentido. Sería lo mismo que recoger a los niños que nacieran en las ciudades y entrenarlos. Era lo que lo hacía dudar de que May estuviese siendo usada como un mero vientre.

― Capataz, me reporto de regreso al trabajo. ― Dijo en cuanto regresó a la oficina. El viejo hombre que estaba a cargo del puerto lo miró para reconocerlo.

― Enterado. ― Dijo secamente una vez que lo reconoció y siguió revisando los documentos que estaban esparcidos por su escritorio. ― Supervisa el muelle B hasta que llegue alguien más y después ve al depósito de provisiones. Estarás para subastar y adquirir en el grupo 3.

― Entendido, señor.

Ash había ‘ascendido’, por llamarlo de alguna manera.

Al comienzo trabajaba como el resto de las personas en el muelle: Cargando las tantas mercancías que jamás tuvo sentido que llegaran al puerto. Luego comenzó a conocer gente y aprovechar oportunidades, logrando entonces hacer distintos trabajos dentro del mismo muelle que no eran tan físicamente demandantes, aunque igual o más agotadores. Claro que su paga había mejorado lo suficiente y tenía derecho de participar en las subastas y adquirir mercancías antes que muchas otras personas.

Ninguna de las Berlitz sabía eso.

Dawn simplemente trabajaba entregando mensajes alrededor de la ciudad. Johanna por sí sola era otra historia.

Aunque ella nunca lo había dicho antes o había hecho comentario referente, Ash sabía que trabaja el doble de lo que Dawn y él mismo trabajaban. Se explotaba físicamente para poder llevarles dinero suficiente, aunque aún no sabían qué hacer con el dinero que tenían.

Ash había dicho ya que podría investigar desde los muelles si había casas en venta. No aseguraba que fuese barato, pero podrían rentar la casa también, si les iba bien en el trabajo. También estaba la posibilidad de pagarla a crédito, aunque no tendrían el derecho de habitar el hogar hasta que terminaran un 80% del precio total más intereses, que se congelarían cuando el dichoso 80% se alcanzara.

Johanna solo le dijo que pensarían por ahora en juntar una buena suma, mientras las cosas cambiaran un poco. Tanto él como la señora sabían que los precios irían decayendo con los años, y su plan era comprar la casa una vez que hubiese alguna oferta o alguna liquidación.

Como sea, Ash tenía entendido que la mayor de las Berlitz trabajaba en la maquiladora, y hacía hasta el triple de la carga que hacían el resto de las empleadas. Además, más temprano de la hora en la que ella iba a eso, hacía trabajo de intendencia barriendo las calles de la ciudad, aledañas al callejón donde dormían. Después del trabajo en la maquiladora, iba a preparar comida a un comedor comunitario y se quedaba también para lavar platos, utensilios y hacer aseo en el mismo establecimiento. En esos trabajos, despertaba a las 5 am y llegaba a su ‘hogar’ pasada la media noche.

Él sabía, en todo caso, que no siempre llegaba a quedarse.

Los fines de semana, ella no llegaba a dormir y eran las noches en las que él se quedaba en el callejón a cuidar de Dawn o a dormir él mismo.

Juntando la información necesaria preguntando a las personas adecuadas, se enteró que en Portual existía una red de prostitución a la que Johanna también pertenecía. La paga por ese trabajo era el doble de lo que ganaba en sus trabajos normales, que de por sí era mucho mayor a la que él ganaba en los muelles con su nuevo ‘puesto’. Pero no había seguridad en el empleo además de los preservativos. Quien pagaba por el ‘servicio’ adquiría derechos de matrimonio provisionales, lo que significaba una total sumisión de ambas partes ―pues también había varones en esas redes de prostitución―.

Con esas ideas en la mente llevó a cabo su trabajo el resto del día.

Cuando fue de noche al fin, regresó al callejón, donde Dawn lo esperaba. Era martes, así que Johanna regresaría a dormir en algunas horas más.

― Bienvenido, Ash. ― Lo saludó Dawn, con una sonrisa de alivio en sus ya firmes facciones, sentada justo al centro . ― ¿Estás muy cansado? ¿Todo bien?

― Sí, descuida. ― Le dijo simplemente. ― Fue un día tranquilo.

― Me alegro. ― Dijo ella. ― Hoy tuve que entregar un documento en la maquiladora donde trabaja mamá. ― Comentó. ― Me dijo que hoy llegaría más temprano. No debería de tardar, en realidad.

― Ya veo… ― Respondió, recostándose en ‘su orilla’ del colchón, cerca de donde Dawn estaba sentada. Como el colchón era pequeño, decidieron que sería mucho más conveniente y cómodo para los tres si lo usaban horizontalmente. Eso era, únicamente recostar la mitad superior de sus cuerpos y dejar los pies en el piso, 'aprovechando' que no tenían base. Dawn solía dormir con sus rodillas en su pecho, quizá porque descansaba mejor así.

Para ese entonces, los tres habían dejado de usar la ropa que solían.

Primeramente, Dawn ahora tenía 19 años. Su cuerpo había madurado bastante en esa última etapa de crecimiento y su antiguo atuendo era demasiado apretado en algunas zonas de su cuerpo. Principalmente sus caderas y sus pechos. Él mismo, gracias a su trabajo, había ensanchado bastante de los hombros. Para sus inciertos 6 pies de altura, se veía ejercitado. Sus brazos también habían crecido y sus piernas eran más anchas. Con Dawn, los brazos habían mantenido una proporción regular y sus piernas también habían crecido un poco producto de las caminatas, trotes y carreras diarias que tenía qué hacer por su trabajo. La estatura de la joven se estancó quizá 8 centímetros más debajo de la de Ash.

Ahora y principalmente por la temporada, usaban ambos pantalones. Por su puesto, Ash había obtenido unas botas bastante cómodas negras y usaba una simple camiseta negra en conjunto con un pantalón gris-azul cualquiera y un cinturón de algún material sintético que encontró manchado de aceite. Para protegerse del frío usaba un chaleco gris claro que encontró unos meses atrás. Dawn usaba básicamente un uniforme que se le dio al comenzar a trabajar: pantalones algo holgados para ella, sujetados por un grueso cinturón café. Usaba una blusa blanca y un abrigo de mangas a la altura del codo, de un color rojo oscuro ―Granate, según Dawn― con un segundo cinturón a través de su torse que tenía diversos compartimentos para guardar monedas y documentos o paquetes pequeños. Usaba, finalmente, unas botas altas que había encontrado en los muelles, de un tono más intenso que el beige. Fue una suerte inmensa que fuesen de su medida, considerando que tenía que correr en ellas.

Ash tenía que admitir que, para vivir en la calle, Dawn se veía muy bien. Y no hablaba solo de su conjunto de ropa.

Quizá un año antes de esta particular noche, la señora Johanna platicó con ambos jóvenes por separado. Fue una plática sobre sexo, que llegó algo tarde considerando que ya había dos intentos de violación contra Dawn.

La plática abarcó todo lo que debían saber en su particular situación. Y también les dijo que, en caso de que la protección fallara ―o que Dawn quedase en cinta―, había únicamente dos futuros para el niño o niña: Ser tomado por el Team Rocket o vivir escondido el resto de su vida o hasta que alguien pudiera quitar al Team Rocket del control.

Era un caso que ni Dawn ni él habían siquiera llegado a considerar. Porque para comenzar, ¿quién sería su pareja? O más importante aún, ¿qué de bueno tendría tener una pareja en esa ciudad?

A pesar se que ambos se lo dijeron, Johanna no hizo más que hacer hincapié en ese punto.

Ash había visto los cambios que había sufrido Dawn durante esos años. Recordaba la jovial y linda niña que era cuando la conoció por primera vez, la vio madurar como entrenadora y como persona y para sus quince años, cuando la encontró de nuevo, notó inmediatamente muchos detalles diferentes.

Su caminar era más balanceado, su espalda se mantenía más erguida, su voz había cambiado sutilmente de tono y usaba palabras más precisas. Posiblemente debido a que el mundo de un Coordinador es más glamuroso que el de un Entrenador, pensó una vez, ella había tenido que adquirir ademanes más ‘elegantes’, por llamarlos de algún modo. Aún con el miedo que tenía profundamente sembrado y con la inseguridad que le provocaba la pérdida de su meñique en la mano izquierda, ella recuperó e intentó mantener mucho del espíritu jovial que él le conoció.

Verla crecer y madurar, ahora que podía realmente detenerse a pensar, era algo maravilloso y lo llevó a verla como una de las mujeres más bellas que conoció. Claro que para él no había mujer más bella que su propia madre, pero eso no le quitaba puntos a Dawn.

Le hubiese gustado saber desde qué momento había notado el lado puramente animal de Dawn. Independientemente de que fuera su mejor y quizá ya única amiga, veía muchos de los rasgos femeninos en ella que solo llegó a notar en otra chica antes.

Comenzaba a ver a Dawn como una mujer. Y siendo él un hombre, no podía negar que sentía una atracción hacia ella.

Y ella viéndolo fijamente a los ojos desde arriba, con su cabello dándole una sombra hipnótica a su rostro, no lo ayudaba a pensar en otra cosa.

― ¿Niños? ― Sacándolo del trance, escucharon a la señora Johanna acercarse. Gruñendo en el proceso por el esfuerzo, Ash se reincorporó para poder ver cuando llegara.

La mayor de los Berlitz también había sufrido cambios.

Su cabello comenzó a caerse y ahora la cantidad era menor a cuando vivía en Sinnoh. Su piel se volvió más pálida y delicada. Su espalda se había encorvado un poco hacia adelante. En sus manos había muchos rasguños, sus venas resaltaban y parecían casi esqueléticas. Además de que había perdido mucho peso. La única razón por la que Ash no la había cuestionado por su trabajo de prostituta era porque ella lo único que quería era darles tanto a su hija como a él todo lo que pudiera.

No faltaban palabras para que ella y Ash se entendieran y supieran que esa era una noche muy importante, que afectaría el resto de sus vidas.

― Junté el dinero que teníamos. Y revisé los panfletos que me diste, Ash. ― Le dijo con una débil sonrisa. ― Creo que si trabajamos un par de meses más, podremos pagar una casa al norte de la ciudad, lo suficientemente lejos del muro para que no incomode. Es algo pequeña, pero mucho mejor que éste callejón.

Dawn sonrió con ánimo y alternó su mirada entre su madre y Ash. Él solo sonrió con alivio. Un poco más de trabajo y podrían tener un techo para soportar el invierno, que se había vuelto increíblemente crudo en Hoenn. No se enteraría hasta tiempo después por qué en Portual no había día que no estaba nublado.

― Así que a partir de mañana les propongo trabajar un poco más duro, para terminar de juntar rápido el dinero. ¿Está bien? ― Sonrió nuevamente la mujer. Tanto la joven como él asintieron antes eso. ― Mientras, descansemos. A partir de mañana, las cosas serán un poco más difíciles…

Sin más palabras, ella se recostó donde Dawn estaba sentada mientras su hija se acomodaba a su izquierda. Ash se volvió a recostar y comenzó a contar los minutos antes de levantarse para montar guardia.

Siempre contaba hasta 140.

Y llegado el número, se levantó silenciosamente y se recostó en la orilla del contenedor, que quedaba también del lado de Dawn.

Miró a su amiga un momento, disfrutando de la paz en su rostro mientras respiraba lentamente y aprovechaba al máximo sus horas de descanso.

―… ya está dormida, Johanna. ― Dijo en voz baja.

Entonces, la mujer a la derecha de la ex-coordinadora abrió sus ojos y se levantó lentamente, procurando no despertar a su hija. Le dedicó una pequeña sonrisa a Ash y se fue a sentar a su lado.

― Sabes lo que pasará por la mañana, ¿verdad? ― Preguntó simplemente ella. El azabache asintió con la mirada seria que portaba desde hacía unos años. ― Te has vuelto muy agudo, Ash.

― He tenido qué. ― Se limitó a contestar. ― Era necesario por su bien.

― Te lo agradezco.

Quedaron en silencio entonces, sintiendo levemente el calor del otro y respirando el fresco aire del puerto, que por la falta de vehículos había comenzado a purificarse. Quizá esa era razón de que el ambiente se sintiera más frío.

Ash sabía lo que pasaría a la mañana siguiente, y en parte le sorprendía que Johanna también lo supiera y se despertara a la mitad de la noche, encima de regalarle una sonrisa.

Sabían que todo, como dijo ella antes de dormir, sería más difícil por la mañana. Mucho más difícil para Dawn, en particular. También por eso Ash se había quedado despierto: Porque sabía que Johanna quería decirle algo.

― Ash. ― Le llamó la atención. ― Sé que tu trabajo no es el mismo que el de hace 4 años. ― Le dijo suavemente, mirándolo. ― Y sé que sabes que mi trabajo tampoco es el mismo. ― Él solo asintió. ― No sé cuál sea tu nuevo trabajo… pero tengo la confianza de que no estás tomando riesgos que no puedas manejar. Siempre has sido osado, pero sabes controlar las situaciones y aprendes de las que no lograste llevar.

― He procurado pensar mucho más antes de tomar una decisión, si eso la hace sentir más segura… ― Le comentó, abriéndose por primera vez en algunos días. ― Evito arriesgar más de lo que puedo ganar.

― Y te lo agradezco. ― Sonrió de nuevo. ― Por eso, Ash, quiero pedirte algo muy importante para mí. ― Johanna entonces se tomó un momento y dio un profundo respiro. ― Quiero pedirte que por favor, cuides mucho a mi Dawn. Es lo único que tengo.

Ash miró en los ojos de la mujer la plegaria. Más que una petición, le estaba rogando que velara por Dawn.

Entendía la preocupación y hasta cierto punto la compartía. Entendía que frente a él estaba una madre pidiéndole a un simple amigo la seguridad total de su más grande tesoro, y él tendría que tomar la decisión de una responsabilidad que acarreaba el peso de una vida humana.

Pero él mismo llevaba meses considerando la posibilidad de ese escenario y había logrado encontrar la respuesta más sincera que pudo encontrar tanto para ella como para sí mismo.

― Cuidaré de ella. ― Dijo con total seriedad. ― Dawn es también lo único que tengo.

Recordaba con dolor las lágrimas en los ojos de la mayor de los Berlitz antes de atraerlo hacia ella con sus delicados brazos, para abrazarlo con lo que le quedaba de fuerza luego de todo ese tiempo trabajando sin descanso. Escuchaba los murmurios agradecidos en su oído y solo pudo regresar el abrazo esperando que su resolución lograra brindarle tranquilidad a la señora por el resto de la noche.

Antes de finalmente soltarlo, tomó su rostro con delicadeza y besó dulcemente su frente con labios cálidos y temblorosos. Lo miró a los ojos con una pequeña sonrisa y lo invitó a recostarse nuevamente junto a ella. Ash accedió.

Ambos tomaron sus lugares acostumbrados y trataron de conciliar el sueño. Se sorprendió al notar lo rápido que se quedó dormido, y lo último que recordó fue el suave “Buenas noches” que le regaló la señora antes de caer presa del cansancio y del estrés.

Lo siguiente que recuerda es despertar muy fácilmente a la siguiente mañana. Sus ojos se abrieron con la facilidad de un parpadeo, y lo primero que notó fue el dulce rostro de Dawn recostado cerca del suyo, además de que ambos estaban dentro del abrazo de Johanna.

Cuando Ash intentó inhalar, notó un cosquilleo en sus ojos. Pronto notó que eran lágrimas comenzando a brotar de sus párpados libremente. Intentó tomar aire para tranquilizarse, pero fue un sollozo lo que se escapó de su boca, lo suficientemente fuerte para alertar a la joven del otro extremo del pecho de Johanna.

― Uhm… ― Se quejó ella. Intentando abrir los ojos, lo primero que notó fue a Ash. Para ella era sumamente extraño, pues él ya estaba despierto para cuando ella aún intentaba espabilar. ― ¿Ash…? ― Comenzó a parpadear con fuerza para quitarse el adormecimiento y hacer trabajar su mente. Concentrándose nuevamente, notó las lágrimas en los ojos de su compañero. ― ¿Ash? ¿Qué pasa? ― Le preguntó con preocupación. Notó entonces el abrazo de su progenitora tanto en sus hombros como en los de Ash. ― ¿Mamá? ― Confusa, miró hacia arriba, pero solo encontró el pacífico rostro de su madre descansando. ― ¿Qué está pasando? Por favor, dime, Ash. ¿Por qué lloras? ¿Mamá, por qué llora Ash? ― Comenzó a balbucear, totalmente perdida de lo que estaba pasando. ― ¿Mamá? ― Fue entonces cuando notó que su madre, quien normalmente ya se habría ido a trabajar, aún dormía. Miró de nuevo al ex-entrenador con confusión.

Ash no logró formar las palabras a través de sollozos que tenía años sin poder sacar. Tomó con delicadeza la mano de la señora Johanna mientras se levantaba lentamente y la colocó suavemente sobre su vientre.

La joven peliazul abrió los ojos con pavor ante el gesto, comprendiendo al fin lo que sucedía.

― ¡¿Mamá?! ¡Mamá! ¡Mamá! ― Comenzó a gritar, retirando también el brazo de la señora y dejando que cayera al colchón, fríamente. La tomó de los hombros y comenzó a llamarla, agitándola para que despertara, con la fantasiosa esperanza de que espabilara y comenzara a regañarla por ser tan brusca.

Pero la paz en su madre y su frío cuerpo la hizo darse cuenta de la realidad. Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas mientras aún la llamaba, negándose a creer lo que estaba pasando.

Sin poder sacudir sus deseos de soltar su llanto se acercó a Dawn, quien había dejado de sacudir a su progenitora y se limitaba a llorar sobre su rostro. El joven tocó delicadamente su hombro para llamar su atención.

― Ma… mamá… ― Sollozaba suavemente.

Finalmente regresó a mirar a Ash. Y entonces comenzó a sollozar más fuertemente, al tiempo que el azabache la atraía a su pecho y la envolvía en sus brazos.

Segundos después, gritos y sollozos de dolor inundaron el callejón.

Y la imagen de dos jóvenes llorando ante el cadáver de una mujer fue lo que encontraban las personas que se asomaban.

Contenido oculto

Últimamente tengo pocos comentarios qué hacer...

Johanna es el ejemplo crudo de lo que un padre hace. Hace un tiempo yo perdí a mi bisabuela. No fue hasta ese momento que caí en cuenta que no sé nada de ella. Absolutamente nada. A penas y sé su nombre, y no completo. Pero fue mi bisabuela. Y siempre estuvo allí. Tuve que perder a un familiar al que recuerdo como alguien siempre sonriente y que vendía dulces, para darme cuenta de que, en realidad, poco o nada sé en realidad de la vida de mis familiares. Y es algo que aprendí el mes que estuve trabajando: Mi abuelo ha sido técnico en electrónica desde los quince años, mi abuela dejó su casa para trabajar, no casarse, y pagarle la educación a sus hermanos, mi bisabuelo fue un jardinero muy querido en algunas zonas de mi ciudad natal, mi abuelo fue oficial de tránsito y trailero antes de asentarse y mi abuela era la hija de un hombre con tierras y dinero. Y eso es lo poco que en realidad confirmo sobre ellos. Porque, si nos detenemos a analizar el clima de cada etapa en la vida de nuestros mayores... ¿qué tanto vivieron? Y de lo que vivieron, ¿qué tanto los cambió?

La familia es un tema irónico para mi tocar, dado que he tomado varias decisiones muy estúpidas, pero que fueron necesarias para no terminar en depresiones peores. Y ahora, a quizá dos o tres años de comenzar a vivir de forma totalmente independiente, comienzo a sentir el miedo de que, a diferencia de mis mayores, aún tengo control de mi propia vida. Es algo que los personajes de Spies también han pensado. Y mucho.

Primer tema: ¿por qué no dije nada de la ropa de Johanna? Porque Ash no se fijaba en eso. Estaba muy ocupado fijándose en Dawn para ello. Realmente es la única respuesta.

Hay una parte en uno de los capítulos de Dawn donde menciono algo más o menos así: "A pesar de los esfuerzos de su madre y Ash de hacerle ver que no estaban tan mal, sabía que la realidad que vivían era mucho más oscura". Aunado a este capítulo, creo que podemos concluir que no es la única, sino la única que nos interesa narrar. También con este capítulo, hago ver que este es un tema recurrente, básicamente por el nivel del psiquis que trato de manejar.

Aparecerá uno, dado que tiene un papel importante... pero tendrás que esperar. Bastante, en realidad.

Pero sí dice 'bragueta'... Tanto en el doc original, como en la primera revisión, primera edición y segunda edición (que es esta)...

Tienen su papel. Una es más importante que otra, pero son personajes de los que no me olvidé por sus características. Son personajes útiles para este universo. Además de que una salió en los papelitos con los que determiné qué rol tiene cada personaje del fic.

Porque es divertido. c:

Así que sin más... pues, creo tener ya todo lo que necesito para terminar el fic. Necesito solo tiempo y un poco de inspiración, porque le perdí mucho la bola a Spies al estar trabajando. Quizá, para Noviembre o mediados de Octubre, pueda comenzar a subir capítulos semanalmente.

Dicho eso, solo me queda agradecerles nuevamente por la oportunidad! Ojala esté siendo tan de su agrado como lo es para mi hacerlos sufrir. <3

Later. ~

 

6​

Escuchó un suspiro que la regresó a la realidad.

Ash ya había terminado su comida y ella seguía picando en su plato.

Solo pudo sonreírle difícilmente al darse cuenta que se quedó demasiado metida en sus memorias para acompañarlo durante la comida. Su compañero le sonrió de regreso y negó suavemente con la cabeza.

Muy probablemente, él no sabía en qué estaba pensando en ese preciso momento.

Ash podía leerla fácilmente cuando se distraía pensando en los aspectos negativos de su nueva vida ―lo cual era bastante frecuente―, pero en temas diferentes siempre optaba por preguntarle directamente en qué pensaba. No sabía si era bueno o no porque no supiera en qué estaba pensando en esos casos.

Sí, era su esposa ―desde hacía algunas horas―, su mejor amiga, su compañera y fue su pareja sexual, pero no evitaba que sintiera algo de vergüenza en abrirse totalmente. Había cosas que no se sentía del todo cómoda platicando abiertamente, como el tema y las memorias que recién tuvo.

A lo que además debía agregar que nunca supo por qué Ash no sabía cuando pensaba de su hija. Era un tema difícil, sí, pero también lo era la muerte de su madre y los asesinatos de Serena y Citron. No lograba entender del todo lo que pasaba por la mente del azabache sobre su retoño.

¿Era un tema que a él tampoco le gustaba tratar? ¿Quizá prefería tratar de olvidarlo para protegerse y protegerla a ella? ¿O posiblemente confiaba en que ella estaba bien, donde quiera que estuviera?

“Debió cumplir 7 años hace unos meses…”, pensó.

― Es un nombre hermoso.

Dawn saltó un poco por la sorpresa. Tardó un segundo en entender que se sumió en su cabeza de nuevo, y ahora Ash parecía sumido en su propio mundo. Entendió de qué hablaba al instante, sin embargo.

― Autumn… ― Susurró en respuesta.

La pequeña niña, Autumn, que jamás podrían ver crecer.

Jamás pudo hablar con ella.

Y tampoco pudo verla.

Solo sabía que era una niña sana, según les dijo el médico aquella noche.

Ella perdió a su madre, y de hecho murió protegiéndola del frio. Igualmente, a ella no le hubiera importado dar su vida para que Ash estuviera con su hija.

Pero entonces, quizá, Autum estaría triste y hubiese llorado como ella lloró por su madre. Y era algo que no quería. Preferiría mil veces que la recordara pensando que murió protegiéndola del peligro ―como hizo Johanna―.

Y probablemente, Johanna hubiese querido lo mismo con ella.

Era contradictorio no querer que su hija llorase por ella, cuando ella lloró por su madre.

― Dawn, vamos a dormir. ― Le dijo Ash.

― Aún es… temprano. ¿Trabajaste mucho hoy? ― No tenían manera de medir el tiempo, pues no había relojes, pero recién había oscurecido y por la estación del año podía calcular que no pasaba de las 8 pm. Normalmente ellos dormían un par de horas después.

― No en realidad, pero necesitaremos la energía. ― Se limitó a contestar el azabache.

Tuvieron que adaptarse a los cambios en las personalidades de ambos. Eso los llevó a comprenderse a un nivel increíble, entendiendo tanto su forma más sencilla de pensar a la forma más madura. El mejor ejemplo era que cada mañana bastaba una mirada y un apretón de manos para que no se rindieran ante todo lo que los años les había acumulado y que ahora cargaban en sus espaldas.

Dawn entendió con el tiempo, por esto, que Ash sabía más cosas de la ciudad que ella. Muchas más. Por lo regular no erraba.

Si él decía que necesitarían la energía, entonces, era por algo. Y confiaba en él.

Le sonrió y asintió entonces.

Rápidamente terminó el resto de su alimento y se levantó de la mesa junto a su compañero.

Dentro de su ya oscura recamara, ambos se desvistieron sin vergüenza y volvieron a usar las ropas que acostumbraban para dormir. Ash con una vieja y delgada sudadera gris y unos pantalones de piyama regulares. Ella con un largo camisón color salmón. Un color bastante bonito para su situación, en realidad.

Escuchó un quejido, ya habitual en Ash al recostarse. Era característico desde que comenzó a trabajar en los muelles y su señal para recostarse también.

Incluso para dormir se habían adaptado. Tenían esa especie de 'ritual' cada noche.

Ella usando el brazo derecho de su compañero como almohada y él mismo usándola a ella como almohada para abrazar. Abrazar algo, le dijo Ash con bochorno un día, le daba seguridad cuando dormía; para ella, ahora su mejor amigo era también su inmenso y cálido Piplup de felpa.

Sonrió un poco divertida. ¿Cuánto habían cambiado las cosas desde la primera noche que compartieron cama?

Pocas semanas luego de la muerte de Johanna, recibieron una fuerte cantidad de dinero producto de una asquerosa apuesta de la misma Johanna. En ella, apostaba que moriría entre Septiembre y Noviembre de ese año, mientras que la otra persona Apostaba que moriría exactamente en Octubre. Los términos de la apuesta indicaban también la carga de trabajo y se aseguraba una autopsia para determinar que la muerte no haya sido provocada.

Johanna falleció durante los últimos días de Septiembre, ganando así la apuesta y fue probada legítima al considerarse muerta por causas naturales. El dinero fue suficiente para que adquirieran el 100% de la casa y compraran algunos muebles que ofrecía el Team Rocket con descuento por adquisición, un bono del 30% del valor del inmueble para aquellas personas que lograran pagar una casa de contado. Con ese dinero lograron comprar estufa, algunos utensilios, una base para cama matrimonial ―idea de Ash― y un comedor con 3 sillas, además de obtener el derecho a agua en la vivienda. Sabía, en todo caso, que se cobraba derecho de piso. Nuevamente, el azabache se encargó de ello y jamás supo qué sucedió con esa tarifa extra.

En fin, movieron sus muy pocas cosas, incluyendo un sofá que Ash había pagado una semana antes, y su colchón individual a la casa.

Luego del intento de violación dentro de la casa, le pidió a Ash compartir habitación. El azabache solía descansar sobre el sofá de la sala y el primer pensamiento era moverlo a la recámara, pero su inseguridad le dijo que no sería suficiente. Fue entonces bastante complicado dormir junto a otra persona en un espacio tan pequeño, aunque ofrecía la ‘ventaja’ de que el calor del otro se regaba por el mueble y los mantenía un poco más cálidos a pesar de la falta de cobijo. Y es que debían usar usar el colchón a lo largo y no a lo ancho, como antes, pues ya tenían la base para la cama.

Unos días después, llegó de trabajar a su nueva casa y no encontró el colchón. Inmediatamente pensó que lo habían robado. Se sintió muy triste y preocupada de qué le diría a Ash cuando regresara, pues era el colchón que él había conseguido partiéndose la espalda en el muelle.

Su sorpresa fue mucho mayor cuando, al llamar él la puerta, lo primero que ingresó al inmueble fue un nuevo ―para ella― colchón de tamaño matrimonial, seguido de un sonriente hombre joven.

De esa manera fue más fácil para ambos dormir sin temor a incomodar al otro. Y fue así antes de su primer encuentro sexual.

Fue justo pasada la etapa de la vergüenza y del bochorno, cuando las noches se tornaron crudas.

La ventana de la casa no protegía del frío y por debajo de la vieja puerta de acero se filtraba aire frío de las calles. Tampoco tenían mantas y sus abrigos no eran suficientemente gruesos para soportar el anormal y creciente frío.

Una particular noche de lo que ella cree fue Enero, Ash soltó un bufido que logró atraer su atención, pues hacía demasiado frío para dormir. Lo siguiente en sus recuerdos era oscuridad más profunda de lo normal y una muy cálida sensación esparcirse por su pecho, por su espalda y hombros.

Unos minutos después de relajarse en el calor trató de alejarse del abrazo del azabache sin resultados positivos.

― A-Ash, oye. ― Recordaba que mientras intentaba zafarse, también intentaba pensar en qué decirle. Si quería decirle que la soltara, quizá él le preguntaría por qué. Y justo era el por qué lo que no sabía. Era cálido, se sentía protegida y definitivamente podría dormir así. Fugazmente recordó su ‘primera noche’ y la sangre fluyó a sus mejillas.

― No tiene nada de malo, Dawn… ― Le dijo él, mientras respiraba a través de sus cabellos. Su voz era extrañamente profunda y sentía las vibraciones en su pecho al hablar. Era demasiado hipnótico.

― ¿Pero tan solo… de pronto?… ― Su corazón comenzaba a latir con más fuerza y notó que el calor que crecía en su cuerpo ya no solo provenía del pecho del azabache.

― Hace demasiado frío… Solo una noche.

Y luego de acceder con vergüenza y algo de emoción a una invitación errónea, esperó hasta quedarse dormida a que Ash la estimulara de alguna manera.

Sonrió un poco más al recordar que esa fue la razón que la había hecho no dirigirle la palabra a Ash la mañana siguiente.

Regresando de sus recuerdos, finalmente se recostó en el brazo derecho del azabache ―que casualmente había estornudado―, con su nariz en el hueco de su cuello y esperando a que él la abrazara completamente.

Ash la arropó con su mano derecha en su cintura. Con la izquierda, acariciando suavemente su espalda, trasero y piernas en el trayecto, acomodó su cabello a la longitud de su cuerpo. Y por último, ella llevó sus manos a la espalda del azabache, finalmente descansándolas por debajo de su camisa para dormir.

Luego de un pequeño suspiro, cayó dormida.

Con la extraña sensación de que se levantaría muy temprano al día siguiente.

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Contenido oculto: Comentarios del autor

Tenía muchos comentarios sobre este capítulo antes de comenzar a editarlo, pero sinceramente se me olvidaron con un pequeño temblor y una investigación rápida sobre refrigeración para PC.

Lo que sí he de mencionar es:

1) Este es un capítulo corto, y algo... 'apresurado'. Esto tiene un por qué. Y espero que se hayan dado cuenta de que la respuesta a por qué es tan corto está en el capítulo mismo.

2) Cambié los nombres de varios capítulos. Los tenía con número romano porque en el otro sitio estaba subiéndoles con número romano, pero porque esos capítulos corresponden a otra parte del fic. O sea: Hay capítulos con nombres en latín, capítulos con nombres arábigos, y capítulos con nombres romanos. Inicialmente los tenía aquí con números romanos y latinos, pero debían ser arábigos y latinos. Eso se arregló.

3) Autumn. Vendrá para Octubre parte de su historia.

Este capítulo es más corto, indeed. Pero esto se compensa en el siguiente. Me parece que es el capítulo más largo de Spies, y originalmente pensé en dividirlo, pero no lo hice porque solo compraría tiempo para adelantar la historia. Aquí tampoco planeo dividirlo. Solamente le daré su respectiva detallada propia de esta versión.

Ok... eh... Pues, de este lado de México las cosas están bien. Está pasando mucho en materia política y duele ver a mi país más hundido en la ignorancia que nunca. Quiero decir: Ya han salido como 5 weyes diciendo que predijeron el terremoto y que vendrá otro de 10.6 grados y wea y media. Wey, no. Plis, no. No crean eso. Los terremotos no se predicen. Es imposible predecirlos con tecnología actual. Ojalá algún día podamos predecirlos para minimizar la pérdida humana, pero estamos en 2017. Y aún así, hay gente más estúpida que fanáticos religiosos del siglo V. Y ojalá se quedara todo esto es supersticiones, pero meh.

Ahora, leeré y responderé sus reviews

Pues... Petrel en Spies está basado en Porfirio Díaz. Esto se notará MUCHO más adelante.

De nuevo, es algo que se tomará MUCHÍSIMO más adelante. Spies tiene 3 capítulos especiales. Dos son en el arco siguiente, y el último, el que les interesa, viene hasta el cuarto arco. A todo esto, debería pensarles un nombre a los arcos... "Ciudad", "Bosque", "Utopía" y "Orden" suenan adecuados. Lo pensaré en mis ratos libres.

No están dichos como tal esos criterios, pero se intuyen. Hay pocos capítulos en donde se habla de May a este nivel, pero esos criterios existen. La descripción más completa aparece en el cuarto arco. Esto tan lejos porque es donde se explican muchísimas cosas que no quedan claras a lo largo de la historia.

¡Bien visto! Por allí comenté algo de la evolución de los personajes, y de que ambos crecieron de forma similar, a diferentes ritmos. Estás en lo correcto en pensar ese Ash piensa demasiado. Lo descrubrirás en los capítulos de Octubre.

Nuevamente, estás bien, pero al mismo tiempo no. Johanna habló con ellos para que tuvieran en mente el tema de que podrían interesarse en alguien dado el tiempo y las circunstancias. Su única intención era que estuvieran atentos y fueran conscientes, pero no se imaginó que se dieran entre ellos dos. Su tirada era 'activarles' esa curiosidad para buscar a alguien y formar dos parejas en lugar de una. Dawn con alguien y Ash con alguien, para que pudieran protegerse más, pensando que ellos buscarían no separarse. Cuando encomienda a su hija, lo hace con esa intención. El que casualmente se hayan 'juntado' esos dos fue coincidencia desde la perspectiva de Johanna.

Hay respuesta, pero Ash nunca la dice. <--- Respuesta con trampa. :D

Existe una línea del tiempo. Todas las fechas de este fic fueron pensadas con mucha antelación, de forma que los eventos sean comprobables para quien tenga el tiempo libre de hacer cuentas. De hecho... tanto en paralelo a este capítulo como al anterior, están ocurriendo dos eventos de increíble importancia para el universo de Spies. Ambos, fuera de Portual. Puedo dar, por ahora, lo siguiente:

En Spies, cada viaje de Ash duró entre un año y un año y medio. Para el comienzo de Spies, May, Dawn y Serena tienen 15 años. Ash y Citron tienen 16 (Siempre imaginé a Citron mayor). Eureka tiene 8 y Max tiene 12. La edad de Brock es irrelevante.

Para el presente de Spies, Dawn tiene 28 y Ash 30. No diré más sobre el presente.

Y... pues, no puedo responder a mucho más. El siguiente capítulo contiene algunas 'imágenes' fuertes. Normalmente he narrado la violencia con cierto grado de crudeza porque Spies es crudo en ese sentido, pero en el siguiente soy más explícito (Pero no BRUTALMENTE explícito, como para llegar a ser Gore o Lemon IMO). Por ello, pido que se mentalicen un poco si no es muy de su agrado. El capítulo es así porque así debe ser. Los siguiente capítulos terminan de explicar cómo se llegó finalmente a las personalidades del "presente" -recuerden que Ash sigue narrando el pasado, y Dawn el presente-.

Así que, gracias por leer!

Espero estén teniendo un excelente día, y mucho cuidado para quien me lee desde las zonas afectadas por desastres naturales en Caribe y mi México. Si hay alguna otra zona con afectaciones, les pido una disculpa por no mencionarlos específicamente; las noticias son más falsas que la dentadura de ce-erre-7.

Later. ~

 

Nota importante.​

Antes que nada, buen día. Esta ocasión traigo una nota previa al capítulo, a diferencia de los 'comentarios del autor' que normalmente coloco al final, con la finalidad de alertarlos.
Anteriores capítulos, los temas 'fuertes' como la violencia o el sexo fueron plasmados de manera discreta. En esta ocasión, el capítulo contiene un par de explicaciones (Que al menos yo mismo no consideraría gráficas o muy explícitas) sobre métodos usados para asesinar a una persona y tortura. Aviso esto por si alguno no es muy abierto con este tema. Probablemente sea el único capítulo donde incluya explicaciones de este tipo.
Aparte de eso, aviso que es un capítulo más largo que los anteriores. Por dar un ejemplo, el capítulo Piloto fue de una página, el capítulo anterior de 6 y este es de 18 páginas. Pensé que sería ideal dividir el capítulo (De hecho, lo escribí en dos partes que pueden considerarse independientes), pero concluí que sería en parte injusto para quien lee que lo divida.
Lamento si este fragmento es muy largo, pero es importante dar a conocer ese par de notas. Los veo al final del capítulo. ~

Septem​

La imagen de varios reclutas del Team Rocket levantando a la madre de Dawn esa misma mañana lo atormentaba cuando sentía debilidad.

A veces, simplemente se sentía decaído o sin más ánimos de vivir.

Sin Johanna, ahora tenía que mantenerse más firme que nunca, para soportar su pesar y el de Dawn.

― Ya sabes qué decir, Ash. ― Le dijo uno de los reclutas que se llevaban con sorprendente delicadeza el cuerpo de la señora de Sinnoh. El azabache asintió al sujeto y lo vio partir.

Ash tenía muchos contactos dentro del Team Rocket. Así se enteró de los tantos trabajos de Johanna. También así tenía un acceso más o menos regular a la vigilancia y eso le permitió un par de ocasiones salvar a Dawn de algún violador, aunque hubo ocasiones en que simplemente sabía que estaba en peligro y sabía donde estaba. En su momento pensó que se debía al lazo de los legendarios de los lagos de Sinnoh, pero sin Brock y en otra región era algo cuestionable.

La noche que arrancó el volante supo que daría un paso muy importante con resultados muy peligrosos, dependiendo de cómo se desenvolviera.

Contactó a la ‘oficina de reclutamiento’ y se le dio una cita 3 semanas después de que le pidieron a llenar documentos muy variados sobre su vida antes del ataque. Preguntas tan comunes como el lugar de nacimiento o profesión hasta extrañamente específicas como el tipo preferido de pokémon y velocidad promedio de caminata en relación Ciudad-Ciudad/Tiempo.

A pesar de los años luego de eso, Ash seguía siendo tan solo un candidato a recluta, pues se le dijo que se prepararía una prueba específica para él, que lo definiría como Recluta o como Desertor. Un Desertor era algo similar a un Recluta ‘retirado’. Tenía algunos beneficios que se enfocaban más bien a la tranquilidad. Un ejemplo podría ser la evasión de impuestos de piso y el impuesto de compra mínimo, así como acceso a trueques de grado 2, habiendo tres grados encima de ese y 4 por debajo.

El trueque de grado era como se les conocía a las subastas en el muelle. Así, el trueque grado 6, el más bajo, era un mero intercambio de mercancías, mientras que el trueque de grado más alto permitía el intercambio de mercancía por personas, derechos de propiedad y hasta permiso para abandonar e ingresar a la ciudad con total libertad.

El grado de Ash le permitía acceder a mercancías muy específicas y valiosas. Ya había hecho algunos intercambios de ese grado, pensando que realmente terminaría convirtiéndose en Recluta.

Durante ese tiempo, no obstante, tenía que entrenar para ser un recluta. El entrenamiento era en parte muy simple: Cuestión física, cuestión mental, cuestión de destrezas y cuestión de leyes. En el entrenamiento mental recibía clases de física, química, anatomía, matemáticas avanzadas y filosofía. El de destrezas consistía en sigilo, parkour, forzamiento de cerraduras, rastreo y algo que conocían como ‘lectura humana’, que era básicamente la interpretación de las posturas de otra persona para sacar conclusiones, casi como leer la mente a través del cuerpo. La cuestión de leyes era meramente derecho y lo que se puede, debe y no se puede o debe.

El entrenamiento físico era combate.

Artes marciales simples, ejercicios cardiovasculares, fuerza leve ―Al menos para él, pues en los muelles ejercitaba para fuerza mucho más― y técnicas de asesinato. Lamentablemente para él, era la parte que mejor se le daba.

Había ganado mucha fuerza en ese tiempo. Le costaba poco trabajo levantar costales de 20 kilos e incluso en sus jornadas de trabajo manual en los muelles, frecuentaba cargar un costal por brazo o hasta tres en la espalda. Tanto trabajo forzado lo había llevado a soportar bastante bien el dolor, aunque eso no quería decir que no lo sintiera. Durante algunos combates libres había roto un par de narices, dos brazos y muchas costillas.

El asesinato era algo simple para él con su fuerza. Forzar el cuello o la mandíbula de un hombre más grande que él era poco desafío, pues aún era muy ágil. Conocía los lugares donde debía golpear para inmovilizar a una persona, como las rodillas, la ingle, el estómago, las costillas bajas, cuello y coronilla. Aplicando un doble golpe a los oídos de otro infortunado candidato, logró reventarle los tímpanos por la presión de aire que aplicó.

Le daba miedo y asco de sí mismo que el dolor ajeno no le causara ninguna emoción. Pero sabía que decidía eran ellos o él. Ya había cometido antes ese error.

En los entrenamientos morían personas con relativa frecuencia. Durante un mes hubo incluso un deceso diario. Siendo él el causante de al menos cinco de ellos. Lo único que agradecía era que los entrenamientos de Reclutas femeninas iban orientados a otras cosas y no al combate directo. Una Recluta era capaz de asesinar en total sigilo, mientras que un Recluta estaba entrenado para comenzar combate y luego terminarlo abruptamente. Era como sí ellos fuesen soldados y ellas arqueros.

Si algo rescataba del entrenamiento en leyes, no obstante, era una condición muy específica cuando se le preguntara de algún fallecimiento civil en la ciudad. Decía según el libro: “Hállese en presencia de un Civil moribundo o ya muerto, deberá responder que el cuerpo se desmembrará en grandes grupos y los restos serían usados para alimentar a los pokémon guardianes de Portual de Petrel, o diga que mismo cuerpo entero será empaquetado y enviado al Centro de Avanzada de la Ceniza en Pueblo Verdegal, de donde será trasladado a la cima del volcán y arrojado allí bajo la igualmente específica condición de ‘quemado para que no genere espacio muerto’. Únicamente serán válidas estas dos respuestas y en caso de que un Civil informado pregunte por el paradero de los restos de algún otro, se concluirá inmediatamente falta al Código de Reclutas y se le será confiscado todo bien adquirido luego del ingreso a la candidatura y toda oportunidad de reingresar al Team Rocket, ésto en un plazo de 36 horas.”.

¿Por qué tendría que dar motivos tan específicos y no simplemente decir que, sorprendentemente sensible de parte de Petrel, los restos serían llevados a Verdegal donde se construirá un camposanto?

Y ahora debía tomar la decisión de decirle a Dawn qué sucedió con los restos de su madre. Ya no sería nuevo para él mentirle, pero le dolía tener que mentirle específicamente a ella sobre algo tan delicado y que la había afectado tanto. Ella misma estaba noqueada en sus brazos. Desamayada por el shock y el llanto.

La miró un segundo antes de volver dirigir su mirada al pequeño grupo de Reclutas que llevaban con ellos a una mujer que él ahora consideraba tan santa como fue su madre.

Ash dejó a su compañera sobre el colchón para que intentase descansar un poco del estrés. Iría luego a la oficina de Dawn y explicaría la situación y diría quién era él. Debería ser suficiente con eso para que se le perdonen algunas cosas de allí en adelante.

Él mismo se quedó sentado junto a ella en el frío contenedor, hasta que notó los suaves pasos de una persona acercarse, relativamente decidida, hacia ellos. Notó que no tenía intensiones agresivas tan solo por el ritmo de sus pasos, así que se levantó tranquilamente para recibir a la persona.

Al momento de salir, un sujeto en un totalmente fuera de lugar traje gris con camisa negra le hizo un pequeño gesto con la cabeza a manera de saludo. Tenía la cabeza calva y varios kilos extra. Su piel era sorprendentemente ‘viva’, por describir de alguna manera el saludable color crema que poseía.

― Candidato Ash Ketchum, ¿me equivoco? ― Ash lo miró con frialdad y llevó uno de sus dedos a sus labios, en señal de que quería que fuese más silencioso o más discreto. ― Comprendo. ¿Gusta hablar fuera del callejón? ― Negó con la cabeza, no queriendo dejar a Dawn sola. ― Que así sea, entonces. ― Suspiró el otro hombre. ― Su ‘fama’ hace razón a su persona, permítame añadir. ― Dijo en tono bajo.

Entonces de alguna bolsa dentro de su saco tomó un folder amarillo notoriamente usado. El hombre miró y buscó un poco antes de tomar un par de hojas en concreto.

― Éste es un decreto firmado por la señora Johanna, que en paz descanse, que lo acredita a usted y a su hija, Dawn Berlitz, como únicos y totales herederos de todo lo que poseía. ― Ash asintió. Era justamente una herencia. Leyó fugazmente el documento y notó la irregularidad de que se le otorgaba el 100% a ambos. O sea, no era 50% para cada uno. Si sus clases le habían dado los frutos adecuados, asumía que si ellos no estaban juntos al momento de recibir la herencia, ésta se perdería. Le pareció algo extraño que fuese así, pero Johanna ya lo había sorprendido totalmente al predecir con esa escalofriante exactitud cuando moriría. ― Lo que me lleva a este otro movimiento… ― Continuó el hombre. ― La señora Johanna poseía la única nota a su contra en una apuesta legal. Los detalles de la misma están en el documento para que los lean en calma, pues ya no hay nada que se pueda hacer para éste punto. ― Suspiró una vez más. ― Quise darle la herencia antes de la apuesta, porque es la herencia misma lo que se apostó. La apuesta triplica la cantidad heredada, y la señora Johanna ganó. La condición de la apuesta fue por muerte natural, así que antes de validar la cantidad y su pago, la llevaremos a la morgue a los respectivos exámenes. Pero en mi opinión y experiencia... la señora Berlitz simplemente no resistió la noche. ― Ash pasó saliva. Era tan preciso y tan oportuno que logró darle un nuevo escalofrío. Ahora la idea de que esa buena mujer que fuese su madre durante algunos pocos años hubiese pensado mucho más de lo que él mismo llegó a siquiera imaginar era palpable.

La idea de que la señora de Sinnoh hubiese llevado su cuerpo a ese punto durante meses, para morir al tiempo de esa apuesta era sencillamente brillante y deprimente al mismo tiempo. ¿Era ESE el límite de lo que un padre podía hacer por sus hijos?

Por un segundo, Ash deseó tener una razón para morir tan buena como esa.

― Siendo eso todo, me retiro. Tenga mi pésame por la señora Johanna y pido dé mis condolencias a su hija también. Con permiso.

Leyendo ese documento, explicando con más detalles esa bizarra apuesta, la escena se tornó negra en su mente.

Y la luz volvió otros años después. Como si fuese una tercera persona, Ash vio a Dawn y a sí mismo sentados en el sofá. Dawn parecía dormida en su abrazo, aunque sabía que solo tenía los ojos cerrados. Él la mantenía recostada en su pecho con su brazo derecho delicadamente presionándola contra él y su mano izquierda dando ligeras caricias en el inflado vientre de la peliazul.

Era una tarde luego del trabajo de ambos, de uno de los raros días en que tenían oportunidad de relajarse así sin tener hambre.

― Mañana entro más temprano a trabajar. ― Le comentó a su compañera.

― ¿Sucede algo? ― Pregunto ella, con su relajada expresión aún puesta.

― Una… buena oportunidad, digamos. Algo como un posible ascenso.

Dos días antes le llegó la notificación de que la prueba para terminar su Reclutamiento al Team Rocket había sido terminada de montar. Solo quedaría presentar la dichosa prueba para finalmente ser miembro, y quizá entonces sabría qué sucedía con los niños y, aún más importante, podría pedir un permiso para poder criar él mismo a la pequeña persona que justamente había pateado su mano.

Ambos futuros padres rieron ligeramente ante el eso.

― Creo que te deseó buena suerte. ― Le dijo Dawn, por fin mirándolo. Él solo rio un poco ansioso antes de quedar pensativo unos segundos. ― ¿Qué pasa?

― Es tiempo de decidir un nombre… creo. ― Respondió. La peliazul asintió y musitó un ligero “Uhm” mientras intentaba pensar en algo.

― ¿Qué clase de nombre estaría bien? ¿Algo con significado?

― ¿Significado?

― Ya sabes, algo que nos recuerde siempre que la llamemos que es lo más importante para ambos.

― Ah, entiendo. Yo estaba pensando en algo similar, pero relacionado en el momento en que nazca. O incluso en su personalidad.

― Aún no sabemos cómo será, Ash. ¿Cómo decidir su nombre con algo que no conocemos?

― Bueno… las pataditas pueden significar algo. ― Dijo. Dawn lo miró interesada. ― Serena me platicó un día que la estación del año en que un niño nace dice cosas de él. Por ejemplo, los niños de Otoño son tranquilos y los de Primavera más activos.

― No había escuchado eso… ― Admitió. ― Suena… lindo. Interesante y lindo. Pero si Otoño y Primavera son contrarios, entonces Verano e Invierno también, y nosotros seríamos contrarios. ¿Qué se dice de los que nacimos en Invierno?

― Creo eran más cálidos. ― Pensó. Su compañera lo miró con incredulidad. ― Algo de que incluso en situaciones difíciles muestran su verdadero ser. Citron incluso me dijo algo de ‘Optimismo’, pero ya son muchos años… Verano se refería a que nos adaptamos. Y creo que es cierto… A pesar de todo, nunca dejaste de ser la misma niña dulce de hace 10 años. Yo… he intentado de todo para poder conseguir algo que nos dé un lugar donde estar tranquilos. Me adapté a las circunstancias y fui evolucionando de acuerdo al mundo.

Finalizando su oración, Ash suspiró pesadamente y quedó en silencio. Dawn lo miró con tristeza y un quedo de preocupación. Tomó entonces su rostro y lo besó dulcemente por la duración de un respiro.

― Ash, todo esto es gracias a ti. ― Le dijo suavemente. ― Lo supo mi madre, yo misma, y estoy segura que también nuestra hija. Te debemos todo. Así que quita esa cara y dame un beso. ― El azabache miró como la dulzura en la voz de Dawn se reflejó en su rostro. Y sonrió al recordar que su compañera con ese tono burlesco y esa sonrisa coqueta podía rápidamente hacerle olvidar lo que sea que lo tuviese preocupado.

Derrotado, cumplió la petición de la peliazul sonriendo divertido.

― ¿Hija? ¿Cómo sabes que tendremos una niña? ― Le preguntó cayendo en cuenta de ese detalle.

― Intuición femenina. ― Rio Dawn.

― Entonces, su nombre deberá ser aún más lindo…

― Me gustó lo que dijiste de las estaciones. ¿Qué te parece un nombre en base a eso?

― Pues… Sabemos que nacerá alrededor de Diciembre. Pero no sabemos si alcanzará a nacer en Otoño o si será hasta el Invierno.

― O sea, será tan bella como su madre o será una niña bien portada. ― Asintió la joven. Ash rió un poco.

― ¿Si la llamamos como una estación? Podría ser Spring, Summer, Autumn o Winter.

― Nunca he conocido a nadie llamado Spring o Winter. ― Pensó ella. ― Si nace en Otoño, entonces será un poco distinta a mí. Quizá sea como mi madre…

Y la plática siguió por horas.

La emoción y la diversión de encontrar el nombre más adecuado para la pequeña era algo que Ash jamás olvidaría.

Decidieron Autumn al final. La niña sería un recordatorio diario de la vida que han tenido que llevar: De las noches frías, pasando por las frescas mañanas y las intensas tardes. Soportando el clima cambiante de potente sol y frío aire. Hasta que llegase el atardecer, y el mundo pintase de dorado. La niña sería su atardecer. Aquello por lo que resistirían todo. Soportar el frío por ella. Pasar sed por ella. Insolación o irritación por ella. Por ese rayito dorado. Ash sorprendió a Dawn comentando que, en química, ‘Au’ es el nombre del oro. Decirle ‘Au’ a la pequeña sería lo más acertado para ambos.

Satisfechos por la decisión, ambos se retiraron a su alcoba, donde en un abrazo descansaron de un tranquilo y excelente día de Octubre.

― Entonces, me iré primero. ― Dijo él a la mañana siguiente, luego de almorzar más temprano que de costumbre.

― Mucha suerte, Ash. ― Le dijo su compañera, acompañándolo con pasos lentos y un poco torpes hasta la puerta de su pequeña vivienda. ― Ve tranquilo y no te sobre-esfuerces, ¿ok?

Y con un sincero pico de despedida, Ash salió del inmueble sin revisar a sus alrededores, como normalmente hacía, en dirección a la Torre, donde en uno de los pisos más altos lo esperaba una prueba para asegurarse un futuro tranquilo en una ciudad difícil.

No notó cómo 4 personas salieron detrás de varias casas contiguas en dirección a su propia vivienda.

Caminó a paso rápido al torrente de la avenida principal de Portual y se integró a la corriente del centro, caminando rápido para terminar con esa prueba y poder regresar con Dawn.

En su mente, comenzaba a hacer cálculos de las cosas que necesitaría cambiar para conseguir un bonito anillo y pedirle a Dawn ser su esposa, aunque fuese solo en espíritu, para que su hija pudiese estar en una pequeña familia más o menos normal.

Al llegar a la Torre, inmediatamente en la recepción preguntó por su prueba, cambiando su habitual ser por aquel Ash que había decidido para integrarse a una organización criminal.

La joven recepcionista le dio las indicaciones necesarias y lo llevó por dentro del recinto hasta un elevador. Allí, un hombre de cabello corto y mirada arrogante lo esperaba.

― Candidato Ash Ketchum. ― Fue lo que dijo para recibirlo. Ash por su parte solo mostró un practicado rostro inexpresivo y mirada vacía. El odio que sentía por los Rocket, irónicamente, fue lo que lo llevó tan lejos en la organización. ― Has sido recomendado muchas veces y tuvimos que acelerar tu prueba, aunque fue algo difícil encontrar los medios necesarios para montarla. Afortunadamente, por fin se dieron y en estos momentos los últimos detalles se están puliendo… ― Explicó, mientras veía su reloj. ― Muchos queremos ver tu prueba, chico. Queremos ver cómo se desempeña el famoso paladín de Kanto. ¿Cómo te dicen los otros candidatos? ¿"Silent fiend"? ― Sonrió.

Ash tan solo miró fijamente a los ojos de aquel hombre. Internamente sonreía, pues notó que incluso ese hombre con esa actitud estaba intimidado con su mera mirada. Mientras dicho sujeto contaba en el reloj, la recepcionista regresó a su estación de trabajo y un segundo después, aquel hombre volvió a hablar.

― Bien, la primera condición es simple: Solo puedes usar el elevador una vez. Puedes subir por las escaleras ahora mismo o subir rápido. ― Asintió. Usaría el elevador, pues era más rápido bajar escaleras que subirlas. ― Y tu prueba consiste en simplemente permanecer en el cuarto donde estarás. Allí habrá con qué te entretengas… ― Sonrió de nuevo el sujeto. ― Pero, la puerta que da con las escaleras estará abierta. Tú sabrás cuando la prueba acabe tan solo estando allí. Si te quedas el tiempo que sabrás que es necesario, accederás al Team Rocket como un Recluta muy prometedor. De lo contrario, serás un mero Desertor y tus privilegios se reducirán. ¿Todo claro?

Ash nuevamente asintió y presionó el botón del elevador, que se abrió inmediatamente. “Diviértete”, fue lo último que escuchó de ese sujeto antes de que la puerta se cerrara y el aparato comenzara a funcionar.

Calculando austeramente la velocidad, Ash promedió su altura a unos 50 ó 60 metros, lo que era encima de los cuarteles de vigilancia de la Torre, y significaba que lo único entre él y el cielo era la alarma.

La puerta se abrió entonces.

La habitación era un cubículo. La puerta del elevador detrás de sí y otra salida a su izquierda, que supo que eran las escaleras. Había una silla y, frente a la misma, una mesa con dos televisores encendidos, que emitían tan solo el logotipo del Team Rocket.

Junto a cada televisor notó un papel, que eran mapas. En ellos había un círculo rojo mostrando zonas contrarias de la ciudad. Uno era un punto al sur, cerca de donde se había estado quedando hasta la muerte de Johanna, y el otro era un punto al noreste, una zona que en realidad visitaba muy poco. Recordó que allí estaba la arena de Concursos.

¿Qué significaban esos lugares?

Probablemente tendría que salir en un momento dado a esos lugares. Si bien la prueba consistía en quedarse allí un tiempo que, supuestamente, él sabría, no quería decir que terminara allí. Probablemente eran etapas-

Y su tren de pensamiento se interrumpió cuando los televisores cambiaron de imagen.

Su corazón se detuvo.

En el de la izquierda, del mapa marcado al sur, se mostraba a Dawn atada a una silla en un callejón demasiado familiar. Su cabeza estaba hacia abajo, así que probablemente estaba desmayada.

Supo entonces de qué se trataba la prueba.

Empuñó su mano con fiereza y cólera pura al ver a quien debería ser su esposa atada de tal manera. ¿No tenían compasión ni siquiera porque estaba embarazada?

Pero Ash recordó que era tan solo una prueba. No porque Dawn estaba allí quería decir que la fueran a herir. Quizá era solo para probar sus nervios. Además no alcanzaba a ver del todo su rostro, pues además de estar con la cabeza gacha, la imagen era a blanco y negro y con poca calidad. Probablemente era tan solo un señuelo.

Contento con esa conclusión, miró al monitor del lado derecho y encontró una imagen de la vacía arena. Una imagen estática sin enfocar a nada en particular. Encontró eso un tanto extraño.

Pero la imagen cambió, y de pronto fue como si estuviera viendo un combate de Liga televisado.

La cámara enfocó a un pequeño roedor amarillo, un Pikachu. Ash dudó durante un segundo. Podía o no ser su Pikachu. La imagen tampoco era muy clara para apreciarlo a todo detalle. Solo sabía por su cola que era un macho.

Entonces dicho roedor comenzó a caminar con un toque de curiosidad y confusión por la arena. No parecía haber cambios en ningún lado de la arena, notaron ambos.

Miró de regreso al monitor donde se encontraba la mujer y la encontró espabilando. No podía decir realmente si era o no Dawn. El tono del cabello de su compañera se volvía negro en escala de grises, pero no era el único color al que le sucedía eso. Los rasgos de su rostro tampoco eran demasiado detallados para sacar conclusiones por su rostro y su vientre podía ser relleno o algo por el estilo. Las manos de la joven estaban atadas en su espalda, así que no podía ver si le faltaba el dedo y el ángulo de la cámara no le permitía ver la longitud de su cabello tampoco. Adivinó que si se tratara de una actriz, le habrían dicho su nombre. Ash podía leer los labios por su entrenamiento, así que decírselo a la actriz y ordenarle que gritara ‘Ash’ sería otro buen señuelo.

Pero había algo que no encajaba.

Regresó a la arena, y notó como el Pikachu estaba en guardia. Probablemente había escuchado algo. Fue entonces que, debajo de él, un Garchomp salió disparado, golpeándolo violentamente.

Mientras caía, el enfoque de la cámara cambió y mostró al Garchomp. Y detrás de él, salió otro dragón, y un tercero, y un cuarto…

La arena entonces mostró a 6 dragones y a un Pikachu. Un combate 6 vs 1.

Regresó la mirada al monitor de la izquierda. La cámara se había alejado, y ahora aquella silla con la joven atada estaba rodeada por cuatro hombres con máscaras. Cada uno sostenía una herramienta diferente, y al estar los cuatro frente a una mujer aparentemente embarazada no era una buena señal.

No escuchaba nada. Eran solo imágenes y las dudas comenzaban a azotar sus sólidas teorías sobre si eran o no señuelos. Pensó atinadamente que de no tratarse de Portual, ya habría corrido a asegurarse de que todo estaba bien en casa.

Porque Portual no poseía telecomunicaciones. La única manera de contactarse mediante algún aparato era por radios, y las radios no servían para crear imágenes. O sea, lo que estaba viendo eran videos. Y como Dawn lo besó esa mañana antes de partir, sabía que la mujer en el video no podía ser ella. No podían haberla herido sin que él se diese cuenta y no podían transmitir ese video desde otra ubicación. Lo mismo con la arena, aunque la probabilidad de que ese fuera su viejo y perdido amigo era palpable. ¿Por qué otro motivo les habría tomado tanto tiempo montar ese examen? Probablemente estaban buscando a su Pikachu… o tan solo tardaron todo eso para hacerle pensar eso.

¡¿Qué demonios debía pensar?!

Su mirada fue a dar al monitor de la arena. Vio que uno de los dragones se lanzaba con lo que parecía ser un Giga Impacto hacia el Pikachu, y el mismo corría hacia él.

El roedor se lanzó también, sin usar ningún tipo de ataque.

Y Ash supo entonces que ese se trataba de su Pikachu, al verlo girar en el aire para evadir el ataque y después girar sobre su espalda, lanzando un Impactrueno, para eludir los Lanzallamas del resto de los dragones.

Si ése era su Pikachu, entonces la probabilidad de que la mujer que aparentemente gritaba su nombre fuera Dawn se había disparado. Pero no había manera de transmitir eso en vivo, pues era la única manera en que podía explicar la etapa de embarazo y el que su compañera no le comentó nada acerca de un secuestro.

No había manera, ¿cierto?

Ash cayó en cuenta de que si eso no era una transmisión, debía ser una grabación. O sea, de algún sitio se estaba emitiendo directamente a sus pantallas. Se precipitó y miró detrás de los aparatos. Encontró solo un pequeño cable coaxial conectado, pues no tenían entrada RCA. Al final del cable, una pequeña caja negra con una pequeña luz verde parpadeando.

Una antena.

Comprendió del todo la prueba. Debía quedarse allí y ver lo que sea que les hicieran a Dawn y a Pikachu si quería ser parte del Team Rocket.

Con pánico, intentó pensar en positivo. Pikachu no había recibido un impacto directo muy grave, solo aquel al inicio del combate. Dawn por su parte no había sido herida, solo intimidada con las herramientas de los hombres enmascarados. Quizá realmente solo era para probar sus nervios.

O eso pensó, hasta que vio cuando, con su pesada cola, un Garchomp derribó a Pikachu, dejándolo aturdido y sin poderse levantar. Los seis dragones entonces comenzaron a brillar y el peligro se volvió real. 6 Mega-evoluciones contra un único Pikachu en total desventaja de tipo.

Debía ir por él. Debía salvarlo.

Pero en el otro monitor, un sujeto comenzó a hacer pequeños cortes en el cuello de Dawn.

Entendió que solo podría ayudar a uno, y su mente comenzó a incendiarse.

¿Salvar a su mejor amigo? ¿Salvar a la futura madre de su hija?

Para su gran pesar, era una decisión muy sencilla.

Debía salvar a Dawn, pues con ella había dos vidas en riesgo. Además, salvar a Pikachu en primer lugar no le aseguraba que pudiera quedarse con él.

Una única lágrima brotó de uno de sus ojos mientras veía como cruelmente golpeaban al pequeño roedor; jugaban con él. Pikachu estaba al borde de perder la conciencia. Y probablemente no se detendrían por eso.

No pudiendo ver más, tomó el mapa de la izquierda y salió bajando las escaleras con toda la prisa que permitían sus piernas, sabiendo que cada segundo contaba para salvar a Dawn, mientras mentalmente se despedía y se disculpaba con Pikachu.

Los quizá 60 metros de escaleras iluminadas por sistemáticas velas que se iban apagando a su paso lo marearon y le hicieron pensar que era una mera pesadilla. Que estaba corriendo en un bucle de tormento. Una pesadilla por miedo a lo que sea que enfrentaría en la prueba. Pero, ¿qué otra cosa podría temer más que eso? En un lado de la ciudad, su mejor amigo moriría, y en la otra, su única amiga y su hija morirían.

Aumentando su pesar, la escalera terminó, diciéndole que todo era real. El último escalón dio a un pasillo y la puerta al final del mismo se abrió, mostrando al hombre que le habló antes de la prueba sosteniendo un arma, pero sin apuntarle, y a dos mujeres rondando sus treintas. Ash se quedó quieto un segundo, antes de regresar a la carrera.

― Es una lástima... ― Decía el sujeto con falsa tristeza. Ash no tenía tiempo que perder con él y estaba demasiado enfurecido y en pánico. Las imágenes de Pikachu siendo azotado contra el piso y Dawn recibiendo cortes en el cuello le rebotaban por la mente sin piedad. Y ese tipo no sabía que ‘la bestia muda’ solo una vez perdió el temperamento, y fue cuando su única compañía estuvo a punto de ser violada. ― Hubieses sido un buen recl-

Para sorpresa del hombre y del par de mujeres tras de él, el azabache no tenía la menor intención de detenerse. Los músculos de sus piernas podían con tres veces su propio peso y su velocidad era casi olímpica. Y por eso fue fácil para él lanzarse como depredador sobre el hombre y girar hasta un ángulo antinatural la cabeza del mismo, antes de que siquiera se diera cuenta. Con el momentum, Ash rodó una sola vez en el suelo para no perder velocidad, se reincorporó y de una poderosa zancada volvió a su velocidad en el pasillo y en dirección a la calle.

La cámara de seguridad registró como para ‘la bestia muda’ solo eran necesarios 2 segundos para matar a un hombre armado y consiente de su presencia.

Afuera, Ash revisó fugazmente el mapa y encontró la ruta óptima para llegar hacia allí. Por esa zona había muchos edificios abandonados, con las ventanas rotas y sin puertas, lo que le daba una oportunidad perfecta para moverse por zonas sin gente.

Se apresuró y con su velocidad y corpulencia, iba apartando a la gente del torrente como un camión haría con bicicletas.

Entró a uno de los edificios abandonados y subió tres de las 7 plantas. Corrió hacia el sur y encontró una ventana abierta dando hacia otro edificio, a unos 7 u 8 metros. Con su velocidad, no fue problema saltarlos y caer, aprovechando de nuevo el vuelo que traía para seguir saltando entre edificios.

Revisando el mapa mientras corría en uno de los pasillos, confirmó que estaba a quizá dos o tres manzanas de donde pasó varios años con Dawn y la señora Johanna. Tenía en mente que los dos edificios contiguos a ese callejón no tenían ventanas dando hacia el otro, parte del motivo que les hizo elegir ese sitio para dormir.

Lo que significaba que tendría que ir a la azotea o salir a la calle una vez. Por la altura de los edificios optó por regresar a la calle, pues la caída de las azoteas era más de la que estaba entrenado para soportar.

Así, dando un último salto entre edificios, comenzó a bajar las escaleras y saltó de la segunda planta a la calle, sorprendiendo a varios transeúntes.

Corrió el ancho del edificio sin ventanas y giró prácticamente patinando para encarrerarse al callejón, resguardado por dos reclutas.

Sin dudarlo, Ash se lanzó sobre ambos y con impulso y su peso azotó las cabezas de ambos contra el pavimento. La sensación de algo romperse en sus manos no lo detuvo de la carrera, pero la sensación vino acompañada por el único sonido que había escuchado desde que comenzó a correr.

El sonido de dos cráneos humanos fracturándose y gritos. Agónicos gritos de una mujer llamándolo.

Se acercó rápidamente al origen de ellos y encontró lo que la televisión emitía, con colores y sonidos.

Los cuatro sujetos simplemente veían y se reían del sufrimiento de Dawn, causándole ligeros cortes que la hacían sangrar por toda la piel que tuviese expuesta. Su camisón azul claro estaba bañado en sangre que brotaba de su cuello, y en el mismo cuello había pequeños caminos limpios de sangre, que se habían formado por las lágrimas.

Fue lo último que Ash toleró.

Rugiendo, se lanzó contra el primero de ellos y totalmente fuera de sí, arrancó la máscara, metió sus manos en la boca del sujeto y con escalofriante facilidad separó la mandíbula del resto de la cabeza sin romper la piel.

Otro sujeto se lanzó hacia a él con el martillo que poseía, apuntando por su cabeza. Ash sencillamente evadió el golpe y estrelló al sujeto de frente contra uno de los muros, recogió el martillo y lo lanzó hacia uno de los sujetos que no se había movido aún, enterrando el acero en la cara del sujeto. Regresó su atención al sujeto que se retorcía del dolor junto al cuerpo convulsionante del otro con mandíbula luxada, con una patada en la sien terminó de abrir el cráneo del sujeto, esparciendo parte de sus sesos en el gris pavimento, y al otro le arrancó la mandíbula de la cabeza con las manos, pisando su rostro. Esa zona ya estaba repleta de sangre.

― ¿¡Qué mierda te ocurre!? ― Le gritó el único sobreviviente de esa fugaz masacre, retirándose la máscara. ― ¿¡Crees poder hacer lo que quieras!?

Y con esa frase, enterró su destornillador en el vientre de Dawn repetidas veces veces antes de que Ash siquiera se moviera hacia él.

Su colérica y animal furia se apagó con preocupación.

El sujeto lo miró con superioridad y sonrió.

El azabache, en su mente, había alcanzado un estado mental que ni él sabía que tenía.

Ash se irguió y lo miró con una mirada mecánica e inexpresiva. Llevó su mano derecha a su cinturón, a la parte trasera.

Sacó la mercancía que más le había costado.

Una de las armas usadas durante el ataque. Y el otro recluta inmediatamente perdió la sonrisa y empalideció, teniendo un flashback de los recuerdos aún frescos de ese letal día.

Ash apuntó con lo que, a los ojos de aquel recluta, era toda la tranquilidad del mundo.

Entonces se escuchó una muy, muy pequeña explosión. Casi controlada.

El recluta cayó al piso a causa de la bala perforando su rodilla. Ash se acercó y disparó por segunda vez, ahora a uno de sus codos, y finalmente apuntó al área de la cabeza.

Temblando de pánico, aquel hombre comenzó a rogar por su vida. Y en respuesta, Ash disparó a su cuello y guardó el arma, dejando que muriera por falta de aire o desangramiento.

Lo último que vio ese recluta fue cómo aquel salvaje hombre joven de pronto se transformaba en un niño y corrió con cara de total preocupación hacia la silla.

Y Ash, por fin regresando un poco a sus cabales, comenzó a desatar a una ensangrentada Dawn que tenía problemas para respirar.

Le habló, pidiéndole que le dijera cualquier cosa, pero era obvio para él que no podría por la pérdida de sangre. Los cortes eran ligeros, solo para hacerla sangrar, pero su vientre estaba perforado y había mucho peligro tanto para ella como para Autumn.

Tras finalmente deshacer el nudo de sus muñecas y tobillos, la tomó en sus brazos. Le rogó perdón al punto de las lágrimas, porque tenía que correr y le dolería. Teniendo en cuenta que no recibiría una respuesta, solo se echó a correr al único médico de la ciudad, muy al norte de allí, pero en línea recta.

Fuera del callejón, la gente corría presa del miedo al escuchar de nuevo los disparos, entorpeciendo su movimiento hacia el Centro Pokémon.

Solo pensaba en ellas.

Lo único que tenía era a ellas.

Solo estaba vivo porque podía ver a Dawn.

El arrollar gente en su paso era lo que menos le importaba.

Su único objetivo era llegar al centro, pero le era difícil ver entre tanta gente y sus propias lágrimas.

Sentía como Dawn se volvía más pesada conforme pasaban los segundos y en respuesta aceleraba el paso.

Maldijo que solo en ese momento sus piernas comenzaban a cobrarle el esfuerzo de la carrera inicial. Sentía que iban a ceder en cualquier momento al cargar, literalmente, el destino de su familia.

Para cuando llegó al Centro, Dawn era peso muerto y comenzó a tener las peores ideas de su vida.

Pateó la puerta para que se abriese y atravesó el recinto hasta donde sabía que estaba el doctor, ignorando las preguntas histéricas de la enfermera de la recepción. Con otra patada rompió las bisagras y el pedazo de madera que servía de puerta cayó al piso con un fuerte ruido, alarmando al médico dentro de la oficina.

Dejó a Dawn sobre la camilla allí y luego sacó su arma.

― ¡SÁLVELAS! ― Le gritó al médico azotando su arma en el escritorio y dejándola allí. ― ¡SE LO RUEGO!

Tras procesar rápidamente la situación, el médico le ordenó a Ash salir de allí para poder revisar el estado de su paciente.

― ¡ Y llame a mi enfermera! ― Fue lo que le gritó y lo último que su mente registró.

Obedeció y regresó corriendo a la sala de espera, donde la enfermera lo esperaba con una mirada molesta y confusa. Le dijo lo que el doctor le pidió y la mujer tan solo lo miró con desconfianza antes de ir con el médico.

Entonces él mismo se desplomó en el suelo, sobre rastros de la sangre de su amiga.

Paralelamente, en la torre, la televisión que mostraba a Pikachu ahora mostraba a los 6 dragones de vuelta en su forma normal, mirando tranquilamente al roedor sangrando y tendido en la arena.

Ash recuperó la conciencia luego de un rato.

Se levantó torpemente del suelo y se dirigió a donde había dejado a Dawn. Luego de un tiempo supuso que no lo habían levantado para llevarlo a una camilla porque era muy pesado para la enfermera y el doctor solos.

La puerta había sido retirada a algún sitio y pudo ver fácilmente por ello a Dawn durmiendo en la camilla, vendada totalmente salvo por su rostro y piernas, vestida con un camisón del centro.

Había dos irregularidades con Dawn.

Su vientre no estaba inflado como antes. De hecho, estaba de vuelta a su tamaño regular, si el vientre plano de la misma tenía tamaño, para empezar. Y la otra era la pequeña manta amarilla envuelta en forma de capullo junto a su rostro.

Pasando saliva, el azabache se acercó.

― ¿Dawn? ― Llamó. Se tranquilizó un poco al notar que el pecho de la peliazul se movía. Respiraba. Y se asustó un poco al notar que al capullo también se movía. ― ¿Dawn?

Estando finalmente a la altura de la joven y el capullo, Ash retiró algunos pliegues de la manta para ver su interior. Lo primero que encontró fue una minúscula pero hinchada y rosada nariz. Con curiosidad, llevó su índice a dicha nariz. La yema de su índice era más grande, y muchísimo menos tersa. Comenzó a picarla un poco, como si fuese un niño moviendo algún objeto extraño con un palo, hasta que escuchó un agudo quejido. Y como si el objeto que el niño picaba con un palo se moviera, él también se retiró asustado.

Sí, ESO era un bebé. Pero, ¿era su hija?

Ciertamente, el vientre de Dawn estaba muchísimo menos inflado… de hecho, no estaba para nada inflado. Sentía que si hubiese pensado eso en voz alta, Dawn se había molestado por algún motivo que no entendía y que igual jamás entendería.

Entonces escuchó otro quejido, más grave y Dawn se movió un poco.

― Dawn, despierta, por favor. ― Le llamó de nuevo, tratando de sonar lo menos ansioso posible y en voz baja. Al mismo tiempo, el bulto comenzó a retorcerse. ― Vamos, Dawn. ― Re-intentó sacudiendo ligeramente a su compañera, sin quitar los ojos del bulto. Aunque ya había confirmado que era humano, sentía que podía saltar a morderlo en cualquier momento. ― Aunque no tendría dientes, si es un bebé… ― Se dijo finalmente en voz alta.

― ¿Ash…? ― Lo llamó con voz dolorida.

― ¡Dawn! Gracias a Arceus.

― Me duele todo el cuerpo… ― Se quejó. Llevó por hábito su mano derecha a su vientre y de inmediato notó que no estaba inflado. Abrió los ojos con pánico e intentó levantarse para ver, pero Ash la detuvo por miedo a que alguna de sus heridas se abriera. ― ¿¡Qué pasó!? ¿¡D-dónde está Autumn!? ― Comenzó a gritar.

― ¡Shhh! Dawn, tranquilízate. ― Respondía. Tenía que evitar que gritara si no quería que el bebé-bulto-cosa comenzara a llorar.

Aunque igual lloró. El azabache solo suspiró.

Dawn lo miró con duda y luego miró a su izquierda. El llanto venía de la manta amarilla. Pestañeó varias veces seguidas en confusión.

― Se… mueve. ― Fue su inteligente conclusión.

― Mucho… ― Fue la inteligente respuesta.

Y los dos se quedaron callados por algunos segundos viendo atentamente al pequeño y ruidoso capullo amarillo ―con nariz―.

― Es… ¿Autumn?

―… No lo sé…

―… Es muy pequeña…

―… Sí…

Y nuevamente hubo silencio, a excepción de los sollozos de la recién nacida.

Dawn lentamente llevó una de sus manos al bulto y cuando esta estuvo tocando al caliente capullo, el mismo dejó paulatinamente de llorar y de moverse. Los ojos de Dawn comenzaron a llenarse de lágrimas.

― Es ella, Ash… ― Susurró. ― Nuestra hija…

En ese mismo momento el médico regresó a la habitación. Ash lo volteó a ver y además de a dicho hombre, entraron dos reclutas del Team Rocket, una mujer y un hombre.

Ambos se acercaron a la cama y sin titubear tomaron a la pequeña ante la mirada atónita de ambos. Ash estuvo a punto de levantarse hasta que el médico habló. "Niña, dos kilos 100 gramos. Prematura. La llevarán a un sitio con la tecnología necesaria por su salud.", fueron las palabras que lo detuvieron de enviar dos cuerpos más a la morgue.

Ambos ―ahora― padres miraron con un quedo de tristeza cuando su pequeña era llevada, pero al mismo tiempo estaban tranquilos que la atenderían adecuadamente. Solo Dawn hizo la pregunta luego de que los reclutas se retiraran.

― ¿Cuándo podrá regresar con nosotros?

El médico solo los miró, antes de retirarse sin decir nada.

---

… Y entonces, abrió los ojos.

Su cuerpo se sentía un tanto renuente de moverse a tan altas horas de la mañana al descansar tan bien y sus ojos no enfocaban nada por que no había luz.

Eran quizá las 4 de la mañana, hora y media antes de la hora en que normalmente se despertaban.

Había tenido nuevamente ese sueño. Como todas las noches.

Su mente jamás le había dejado no soñar o soñar con otra cosa que no fuera eso. Las memorias de todo lo que le sucedió en los últimos trece años.

Ver morir a sus amigos y familiares. Ver la clase de personas que gobernaban las naciones ahora. Las personas que había asesinado durante su entrenamiento o salvando a Dawn. La muerte de Johanna. La decisión más fácil de su vida.

Perder a su hija y casi perder a su esposa.

No había día en que no soñara lo mismo desde aquel día en el Centro Pokémon.

Aunque los primeros días luego de eso no durmió. Pasaba toda la noche llorando, culpándose de todo lo que había pasado.

¿Cómo pudo ser tan estúpido como para confiar en aquellos que habían asesinado ya a tanta gente? ¿Cómo pudo para empezar convertirse en asesino?

Sacudió su cabeza un poco para sacarse ese pensamiento.

En ese momento tenía cosas más importantes qué hacer.

― Dawn, despierta. ― Llamó a su compañera. La misma se quejó por casi ser despertada y apretó más su agarre en su espalda. Ash sonrió un poco por eso.

Lo único que lo detenía para lanzarse al mar y morir ahogado, era ella.

Sin ella allí, él moriría de todas formas.

Sentía que si por algún motivo ella le llegaba a faltar, él perdería motivos para vivir, y no resistía la idea de estar vivo sin un motivo.

Tenía en cuenta que era demasiado egoísta de su parte el poner ese anillo en su dedo aún cuando habían decidido que no estarían atados al otro solo por vivir juntos. Que si alguien más entraba en su vida, estarían libres para intentar perseguir la felicidad.

Pero Dawn no se negó.

Por eso su plan seguía en marcha y era hora de terminar lo que él consideraba su último plan.

― Vamos, Dawn. Debemos irnos.

Se levantó y despertó a Dawn en el proceso. Le dijo que se vistiera y se peinara mientras él hacía algo de almorzar. La joven mujer medio dormida asintió e hizo. Él puso un desayuno ligero igual al de la mañana anterior y el resto de la comida la metió en el saco que obtuvo en el muelle la tarde anterior, mientras también veía a su alrededor por cualquier otra cosa útil.

La peliazul más espabilada se sentó a desayunar con él. Le dijo que lo esperara un poco, y se fue a cambiar. Tomó las dos cobijas que los mantenían abrigados durante las crudas noches y las llevó a la sala, donde Dawn comenzó a darse cuenta que había algo extraño.

Antes de responder a cualquier pregunta de ella, le ayudó a levantarse. A una cobija le hizo un pequeño doblez a lo largo, y colocó una orilla sobre el hombro de Dawn. Por su espalda pasó la cobija hasta envolverla y luego lanzó el resto de la misma sobre el hombro de su compañera, haciendo así una capa improvisada. Repitió el proceso sobre sí mismo con la otra y agarró el costal con la comida y algunos objetos varios.

Se acercó a su confusa esposa y la besó dulcemente.

― Nos vamos de Portual.

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Contenido oculto: Comentarios del autor

Septem es el final de los capítulos desde la perspectiva en pasado de Ash.

Así que, si no quedó muy claro, lo digo aquí: El capítulo anterior de Dawn (Donde se van a dormir) y el final de este capítulo son sucesivos. O sea, si Dawn narró la noche de ayer, Ash narró la mañana de hoy.

Aquí terminamos el primer arco de Spies. El siguiente arco es... pasivo, por llamarlo de algún modo. Y es que nunca había escrito un género similar a lo que hago en el segundo arco. Fue algo totalmente nuevo y, más importante aún, las posibilidades son infinitas, al punto que conectar la idea A con la idea B me fue sumamente complicado. He de añadir que Dawn como personaje aún no termina de crecer. Es la idea principal del segundo arco.

El tema de Autumn en Spies y la razón real para decidir ese nombre son ligeramente distintas. Me explico: Dawn significa Amanecer. Y Ash significa Fresno. Amanecer + Fresco sencillamente me suena a bosque. Por eso debía ser algo que en los bosques se refleje mucho, y el Otoño es uno de los más fuertes cambios. Si hubiese sido niño, quizá hubiese usado Forest a secas. Lo que sí: Ni me acordaba de las hermanas en la granja Miltank de Sinnoh. Eso fue coincidencia.

Creo que es todo lo que puedo comentar respecto a este capítulo. Espero que las escenas "fuertes" no hayan causado incomodidad. Fueron editadas un par de veces.

Ahora, responderé los reviews. ~

... Aunque en realidad hay poco o nada qué responder. Claro, con un capítulo tan corto...

En fin, les dejo este chorizaso pa' que se atasquen como Dios les dé a entender. ;D

Espero que hayan tenido un excelente día. Aviso también que hay posibilidad de que no suba capítulo en dos semanas por motivos de mudanza. Mis padres se van de la ciudad, pero yo me quedo. Es quizá la última vez que viva con mis padres. Es un poco... intimidante, saber que a partir de aquí es muy probable que ya vea por mi mismo, a diferencia de hace dos años que recién comenzaba la carrera.

Gracias por leer!

Later. ~