Una de las cabañas individuales del Hotel Mirai. Por la imágen pixelada que se encuentra en la puerta, esta pertenece a Crow. Hacia la izquierda de la entrada, había una cama de dos plazas con sábanas blancas. Había dos ventanas pequeñas con cortinas color gris, y junto a la cama había una pequeña mesita de luz con una lámpara sobre ella. Hacia la derecha había una pequeña biblioteca; consistía de varios estantes llenos de libros de novelas policiales y de detectives. Junto a estos estantes había un armario donde se encontraba toda su ropa. También había una puerta más a la derecha que llevaba a su baño personal. El mismo contaba con todo lo básico de un baño; lavabo, retrete, bidet, y una ducha con cortinas negras. Había allí shampoo, jabón y acondicionador listos para ser usados. Por último, pegado a la pared y sobre la ventana, se hallaba uno de los monitores de la isla. Contenido oculto MonoMonedas: 4 Fragmentos de Esperanza: 0 Inventario: -Ganzúas (regalo de Adam Valenti) -Micrófono.
Desperté una vez más en el dormitorio de aquellas islas que ahora eran nuestro hogar. O más bien nuestra celda. Por la noche había tenido horribles sueños. Sueños... Con él. Con el momento en el que entré en la mansión y me lo encontré frente a mí. Y ningún sueño era del todo fiel a la realidad, pero todos ellos se tornaban horribles pesadillas. El final siempre era más cruel que la realidad, siempre más duro, siempre me hacía retorcerme aún más. La sangre bañaba mis pies en el mundo onírico. Y sufría al recordar cómo se torció todo en aquel momento. Cómo su muerte, aquel accidente, iba a destrozar todo por lo que había trabajado. Por suerte, acabé en la isla, de algún modo. En teoría iba a entrar en la academia Pico de la Esperanza... Y eso parecía, aunque no recordase nada. Era una perfecta vía de escape, pero no, tuvo que convertirse todo en una especie de macabro juego dirigido por un maldito oso de peluche con vida y con mucho, mucho sadismo. Me peiné con bastante mimo mientras reflexionaba, y me vestí con prendas oscuras, como siempre. Después de todo, en parte me beneficiaba estar aquí encerrado: aquí estaba a salvo de las consecuencias. Pero el video que me enseñó ese Monokuma, ¿¡cómo, cómo pudo haberlo hecho?! Hundido en mis pensamientos, mi vista, por un momento, se detuvo en un cajón de la mesilla de noche. Acaba de caer en la cuenta de que no había investigado a fondo la habitación. ¿Habría algo útil por allí? Contenido oculto Nami Roronoa
Revisando en el único cajón de la mesita de noche, Crow encontró una moneda de bronce... ¡que inesperado! ¡MonoMoneda obtenida!
