Tragedia La última carta

Sinopsis

Portada​

*Mentiras inocentes han de provocar la más dulce tragedia.

Han de confesar los ecos del viento que todos hemos de pasar por ésta vida por dos amores: Con el que te casas y el que es el amor de tu vida. Hay grandes amores que no nacieron para estar juntos... aunque la verdad llegue demasiado tarde.

*Por favor comenta y dale tu "like" si te ha gustado el prólogo.

*Subiré capitulo cada 10 días como max.

¡Gracias Amigos!

 

Prólogo.
​

"Ésta es la última carta que jamás será leída.

Nunca fui buena diciendo lo que pienso, mucho menos lo que siento. Irónicamente, no puedo decir lo mismo cuando me atrevo a tomar un papel y pluma. Cada palabra ha de confesarme sin darme tregua, haciéndome victima de mí misma.

Para muchos ésta última carta puede ser una confesión para salvar mi alma. Quién lo pudiera pensar... ¡qué poco me conocieron!

Escribo por última vez para que quede registrado en mi alma, que a pesar de todos estos años de castigo, no cambiaría nada de mi vida.

Fui la hija, hermana y amiga más amada. Fui idolatrada por mi belleza y gocé de todos los lujos como si hubieran sido sólo hechos para mí. Lo más importante que ha hecho bendita mi vida y dio verdadero valor: fui la mujer más amada por el hombre más amado.

Y por si acaso no se ha comprendido bien: No me arrepiento. Estuve en la gloria y ahora el infierno me es poco, porque ni así cambiaría nada... me volvería enamorar del mismo hombre y, si existen las reencarnaciones ésta vez haría de todo para que me volviera a elegir, pues es el amor de mi vida, de toda mi existencia como de mi muerte, por lo tanto, no pido perdón por enaltecer el amor, la pasión, la ilusión y el dolor.

Mi nombre es Julia, tengo veintinueve años y ésta es la historia de cómo me enamoré del hombre tan imperfecto, que era tan perfecto para mí. Sólo tenía un inconveniente: Es mi hermano."



* Si te ha despertado curiosidad, dale "Me gusta" Y por favor compartan y comenten.

 

*Amigos, les agradezco su tiempo y su paciencia. Muchisimas gracias por su lindos comentarios. Lamento que tenga errores narrativos, por favor si hay un Beta con la paciencia de un santo le agradecería mucho que me quite lo animal. Tambien quiero agradecer por aceptar con tan buena gana un tema tan delicado y controvercial. La historia pretendo tenga su dosis de picante pero no se convierta en lectura xxx, ya con el tema creo que la parte tabú tomé con todo.

¡Muchas gracias! Y de todo corazón espero no fallarles. Saludos.

Espero con ansias sus comentarios.

1. La novia.
​

Cinco años antes...

―Amenázala con ser despedida ―ordena furiosa la dueña de la agencia mientras golpea con fuerza su escritorio de mármol― ¡Qué se cague con una demanda!

―Me encantaría joderle la existencia, como lo ha hecho con nosotros, pero nos tiene agarrados.

―¿¡Pero por qué!? Ella es quien no permite que avancemos. No perderé una firma tan importante porque la estúpida es una diva. Ve en éste momento con Juan Carlos y terminemos con el maldito circo...

―Señora Renata, ―la mujer joven morena, Estel, al ser su mano derecha y tener la absoluta confianza de su jefa se atreve a interrumpirle― no le hubiera hecho hacer un viaje tan largo desde Nueva York si la solución fuera hablar con los abogados. Ya vi con ellos como disolver el contrato y la única manera es por incumplimiento...

―¡Touché, querida!

―Pero no es así. Llega puntual a todos los llamados y con profesionalismo se comporta. Sólo no le gusta el trabajo que nuestros fotógrafos le han realizado. Además, y lo más importante: Pronovias es a quien quieren en su catálogo, por eso nos ganamos la firma, la alemana fue la condición.

―Ocho de nuestros mejores fotógrafos los ha mandado a la mierda, es que es absurdo. ¡Sólo son putas fotos!

―Fotos que tenemos una semana para entregar sino la empresa Pronovias nos demandaría por incumplimiento.

― ¿Quién fue el imbécil que aceptó por escrito que la tipa sería quien diera el visto bueno a las sesiones?

La joven de veintinueve años se sonroja de manera tan excesiva que la mujer de supuestos cuarenta años comprendió todo.

―No es su culpa, nunca pudimos imaginar que trabajar con la señorita Kähler fuera tan complicado.

La señora Renata mientras maldice toda la prole alemana Kähler se recordó por qué nunca acepta trabajar con la farándula, siempre son imposibles e impredecibles.

― ¿Qué es lo que dice Julia? ¿Dónde se encuentra?

―Pide un fotógrafo que "esté al nivel de su trabajo". Se encuentra en el gimnasio.

―Por lo menos tenemos al enemigo cerca.

* * *

Renata Cabrera es una mujer bella que no perdona que el tiempo no tenga piedad en atormentarla, porque por más operaciones y tratamientos ya no se ve tan joven como quisiera. Para sus cincuenta seis años conserva el toque sensual y sofisticado, sin embargo, a la mujer no le es suficiente. Hace diez años su mayor orgullo era su belleza pero por más intentos reconoce en esas noches largas, mientras llora con amargura, es una pelea perdida. Entonces, lo único que evita que no se suicide por la juventud perdida es su empresa de publicidad. No será la más famosa de España, no obstante, después de quince años contaba con un respetable prestigio y una estúpida alemana no acabaría con lo que tantos divorcios le habían provocado.

Subió las escaleras de madera y al llegar a la pequeña explanada, donde habían acondicionado para un gimnasio bastante eficiente, se detuvo y vio con envidia a la pareja de ropa deportiva.

Rodrigo Suarez sonrió a su clienta favorita.

―Diez sesiones más de brazos con descanso de un minuto y habremos acabado por hoy.

La joven de largo cabello azabache recogido en una alta coleta y de mirada azul cielo asintió con una respiración agitada.

Se detiene por fin la caminadora.

Cuando la alemana se baja del aparato es el instante que ve a Renata Cabrera y por su actitud fría, más los últimos acontecimientos, sabía que no era una visita social.

―Fue todo por hoy, Rodrigo, gracias.

El entrenador privado sabiendo que jamás su clienta acorta su arduo entrenamiento frunce el ceño.

Cuando iba a cuestionarle el guapo joven de rizos castaños y de cuerpo de calendario, ve a la joven pasar frente de él. Inmediato al ver a la dueña de la agencia lo comprende todo.

Renata comienza su andar hacia la personificación de sus pesadillas: la juventud y la excesiva belleza.

―Querida Julia ―saluda con falsa simpatía―, espero no cause inconveniente la interrupción.

Julia sabe perfectamente que interferir en su entrenamiento a Renata le tiene sin cuidado.

Y como las sutilezas no es lo suyo y el tiempo es dinero,y estaba harta de tanto perderlo últimamente, al grano fue la joven:

― ¿A qué hora llega Valentino?

La mujer de mucho maquillaje borra su idiota sonrisa.

Ninguna de las dos se percata de la salida del entrenador Rodrigo.

―No contrataremos a un fotógrafo tan costoso por una simple sesión de fotos de novia.

―Espero Pronovias sepa ya la ineficiencia de ésta agencia ―la joven modelo se seca con una pequeña toalla blanca el poco sudor que le resalta en el cuello―. En una semana termina mi contrato con ustedes, haya fotos o no.

La dueña del negocio le hierven en su garganta miles de palabras para destruir a la alemana, pero reconoce con rabia que tiene todas las de perder.

―Señora Cabrera, por fin la encuentro ―llega un adolescente que es el mensajero, gana poco pero trabajaría gratis por sólo continuar viendo a la joven Kähler.

Luis le entrega un sobre amarillo con toda prisa y torpeza por culpa de la sonrisa vibrante que la mujer de sus sueños y fantasías le obsequia.

La mujer mayor no esperando el paquete se le cae, regando el contenido por el piso.

―Niño estúpido, mira lo que hiciste ―le grita Renata al apenado adolescente.

Conociendo Julia perfectamente el efecto que causa en las personas, sobre todo en lo hombres, se apiada de su querido fan y se agacha para ayudarlo a recoger.

―No señorita, por favor no se agache.

―Me sirve de ejercicio ―le guiña el ojo y le vuelve a sonreír.

Luis hipnotizado toma a tientas las fotografías, no puede dejar de ver a la modelo como todo el soñador que es.

―Con cuidado ―se encuentra a nada de explotar la señora Renata― ¿Son las fotos para National?

―Si señora, acaban de llegar.

La exquisita modelo alemana no presta atención a la conversación jefa-empleado, su interés e incluso sentimientos están acariciando las imágenes que tiene en las manos.

Son fotografías de lo que parece ser, para Julia, de gente turista caminando por las ramblas. Sonríen, se divierten, bromean, aman. Los instantes congelados en los grandes cuadros de papel grueso dejan ver impresionantes matices de grises, blanco y negro, pero sobre todo, permiten sentir, anhelar el momento, envidiarlo, necesitarlo.

Poniéndose de pie Julia dice:

―¿Quién las tomó? Quiero quien hizo este trabajo sea mi fotógrafo.

―¿Santiago?

―Si tú no conoces a las personas que trabajan para ti, menos yo ―A Julia no le importa ser amable.

Renata Cabrera respira profundamente varias veces para no mandar a la mierda a la alemana.

―Santiago es un simple fotógrafo urbano, un tipejo bohemio que me vende fotos cada vez que necesita dinero. Nunca se sabe cuándo va aparecer.

―Ofrécele lo doble. Estoy segura que no sería ni la mitad de lo que le pagas a tus "fotógrafos" ―añade con ironía.

―Si él toma tus fotos... ¿Por fin terminaremos con esto?

―Tienes mi palabra.

* * *

Más de diez personas revoloteaban alrededor de la modelo. ¡Podría ser hoy el día!

Julia profesional aceptaba y daba instrucciones.

―Magnifique ―declara encantado su maquillista metrosexual de piel oscura―. Trabajar siempre contigo me es natural.

―Lo mismo digo, Donat.

―Ya tiene todo listo el fotógrafo ―anuncia fuerte Estel, la mano derecha de la mujer que firma los cheques de los presentes―. Salgamos, será un día pesado.

Todo el equipo se moviliza para que llegue perfecta la modelo con el primer vestido blanco de la sesión.

El escenario es a estudio cerrado y es simple: Blanco como el vestido que se modelará y unas telas traslúcidas colgando desde los techos.

Terminando los últimos toques en la modelo, Estel, que su primer nombre debería ser "Maniática", ve en Julia imperfecciones inexistentes.

―Buenos días, señorita Kähler, soy Santiago Carrera, su fotógrafo.

La voz gruesa del catalán remueve en la modelo sensibilidades que no sabía que guardaba.

Voltea Julia con una sincera sonrisa y se queda por unos segundos sin raciocinio lógico. No obstante su cuerpo, con respiración amenazadoramente rápida, ha de reclamar vida propia.

Con dificultad la joven cierra la boca y traga saliva.

Santiago Carrera es un hombre alto de más de uno noventa metros, cuerpo fuerte, espalda ancha, ojos grises, cabello oscuro chocolate como su barba de un par de días. Sus ojos en ocasiones gris claro o azul suave brillaban intensos entre unas largas y rizadas pestañas.

Julia no podía casi pensar, sólo disfrutar y estaba haciéndolo mucho más de lo apropiado y profesional.

―Será un día bastante pesado como para cargarlo todavía más con tantas propiedades: Soy Julia.

El fotógrafo no tiene mucha idea lo que le dijo la modelo, pero seguro está de algo: Es la mujer más hermosa que existe. Su belleza para el hombre es de tal divinidad que no le es posible que sea real.

Sin poderlo evitar ni quererlo, puesto se está quemando por dentro, levanta su varonil mano y toca con suma delicadeza la mejilla de la alemana.

―Estás preciosa.

Sin comprender semejante estupidez de su propio comportamiento Julia se sonroja como adolescente. A sus veinticuatro años lejos ha dejado esa etapa, al igual, de ser el fotógrafo el primer hombre que se rinde a su atractivo.

―Agradezco que pudieras venir con tan poco tiempo.

―Me habían dicho que eras extranjera, sin embargo no tienes acento.

―Nací en Alemania pero mi madre es española, de San Sebastián.

―Es precioso.

―No conozco.

―Es una pena, de seguro te encantaría ―Estel que no se ha movido de estar como lapa alrededor de Julia, carrasquea la lengua. Por tal impertinencia Santiago es obligado de salir del mágico trance―. Bueno Julia, eres hermosa y estás radiante porque es el día más importante de tu vida: Eres la novia... ¡Comencemos!

* * *

Julia como pudo, después de varios minutos dando vueltas en las calles, encuentra donde aparcarse.

No era tarde pero empezaba a oscurecer en Barcelona.

Después de dieciocho horas de sesión con uno y otro vestido de novia, y dos días de espera, Santiago llamó a la agencia para decir que las fotos estaban reveladas, nada más faltaban unos toques. Y todos ansiosos esperaban la aprobación de la señorita Kähler.

Julia por la vanidad característica y vital en su trabajo deseaba ya conocer los resultados del trabajo de todo el equipo ese día, pero sobre todo quería tratar más íntimamente al fotógrafo. Es por esa razón que la famosa joven no tardó en llegar al domicilio, indicado por Estel, de la ubicación del pequeño piso en donde vivía y trabajada el señor Carrera. Éste ya la esperaba.

Suena su móvil con el característico tono de la compañía de la manzana mordida.

Sonríe al leer quien le llama:

―¿Cómo se encuentra mi bicho favorito? ―saluda en alemán al hombre de veinte años.

―De maravilla, Medusa, ¿Y tú?

―Feliz de escucharte.

―Nosotros más por asegurarnos que sigues viva.

―No empieces ―exhala fastidiada, Julia de verdad se enoja―. Trato de contestar siempre que llaman.

―No queremos ser pesados pero nunca nos llamas tú.

―Justo haces eso.

―Mamá estaba preocupada sin saber nada de ti.

―He estado muy liada ―lo corta sin más.

―La próxima semana es la fiesta del Gran señor.

―¿A qué viene esto? Jamás he faltado a un cumpleaños de papá.

―Qué en un año apenas hemos sabido de ti. Si no vienes iremos por ti y no es juego, papá está perdiendo la paciencia.

―Mira, estoy ocupada ahora.

―Dime algo nuevo.

Le molestaba mucho a la modelo lo pesado que siempre se pone el vocero familiar cuando le llama.

―Prometo que iré a casa y me quedaré una semana.

―Un mes.

―Quince días.

―Hecho. Te extraño mucho.

―Soy la peor hermana, pero lo compensaré.

―Muchas promesas ―suspira su hermano Eric―. ¿Cómo van los ánimos?

Julia sabe que su único hermano se refiere al rompimiento que tuvo con su último novio: Ancel.

―Bastante bien, me hizo bien dejarlo.

―¿Ya no te ha buscado?

―No ―dice pensativa―, desde que me vine a Barcelona no he sabido nada de él.

―Me alegro. Bueno, te dejo. Impresiona a los catalanes como al resto del mundo.

―Trataré ―ríe con cariño―. Yo te quiero más. Saludos a los grandes, diles que les quiero también.

Cuelgan.

Julia sale de su BMW blanco con bolsa en mano y cierra el vehículo con el control. Cuando guarda las llaves en el bolso siente un calambre congelado atravesar su estómago.

Aunque no comprende lo que pasa quiere gritar pero una mano grande en su boca se lo impide.

―¿Me extrañaste, gatita?

Es en ese momento que Julia comprende el gran dolor que le atraviesa el cuerpo, pues al visualizar el origen del mal ve como una daga sale del lado izquierdo de su estómago, empapando su blusa turquesa.