Mitología 1. Herba.

Tema en 'Otros Fanfiction' iniciado por Kohome, 31 Julio 2017.

  1.  
    Kohome

    Kohome Fanático Comentarista destacado

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    Título:
    1. Herba.
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Romance/Amor
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1278
    Éste relato fue hecho para la actividad: Actividad - ¡Agosto te desafía!
    Reto número: 5.
    - Los nombres utilizados son traducciones del español al Galo.
    - El relato no tiene relación con ninguna religión pagana, indígena, europea... en fin. Salió de mi cabeza.

    Estará dividido en tres partes. Pondré los links a medida que los suba.
    2. Lúa
    3. Sol
    ~
    1.
    HERBA

    Alguna vez un chiquillo se acercó preguntando, con tono inocente y suave, el por qué de que la hierba fuese verde y no azul, o púrpura. Y creí demasiado irrespetuoso soltar una explicación escueta ante tan maravilloso pasado y amor que ocultaba no sólo esa razón, sino el por qué de todo a nuestro al rededor.
    Y mi relato, temeroso de ser falso, empezó con un sencillo:

    Se dice que…

    Al cerrar los ojos y permitir que el viento arrulle tu alma con su suave cántico, podrá escucharse en aquella voz dulce, de antaño; un lamento que pocos seres entienden. Un lloriqueo bañado en palabras de lenguajes muertos e indescifrables por sencillos mortales y animales. Sólo los druidas son, pues, los privilegiados con el pleno entendimiento de aquel suave mensaje, casi escondido en códigos milenarios.

    Vento llora a su amada Herba.

    Centenas atrás, cuando el humano era tan sólo un intento de barro y yeso —un proyecto abandonado y planeado para otros planetas—, cuando los fuegos feroces devoraban la tierra en una lucha eterna con el agua, dos dioses vieron en ella una esperanza de vida. Un pequeño paraíso que podrían empezar juntos para ver cómo germinaría tras su esfuerzo, convirtiéndose seguramente en un pequeño oasis divino.

    Herba poseía en su pecho aquella esperanza, que motivó a Vento a seguirla fiel y ciegamente.

    Juntos, habían hecho un pacto con aquel bello líquido incoloro y las bravas flamas viscosas, densas y rojizas, destinando a cada uno un reino intocable y donde no tendrían por qué batallar.
    Así, el frío y el calor se hubieron posado uno sobre la tierra, y el otro bajo de ella, permitiendo un equilibrio mutuo que apaciguó las catástrofes del pequeño planeta, tornándolo en un manto tibio aunque de aspecto muerto.

    El dios de vientos fuertes y susurros no veía aún el provecho y potencial que aquella joven divinidad, nacida del encuentro de Sol y Lúa, vislumbraba con tal emoción digna de un infante.

    Pero Herba tenía tanto empeño en su pequeño proyecto, que había incluso arrastrado a sus progenitores a participar de él, generando así días y noches, además de un mínimo equilibrio en las aguas.

    “Aún mi alma inquieta desearía saber” había comentado el dios a la fémina en una de sus charlas de reposo sobre la grava oscura de aquel lugar “… ¿por qué, de todos los lugares en que podría esto tener más éxito, decides quedarte aquí como si fuera un capricho?”.

    Y ella, acompañada siempre de sus ademanes sutiles y suaves, envió una sonrisa llena de picardía hacia su único acompañante en aquel desolado territorio.

    “Tengo certeza de una cosa, al igual que tú” murmuró volviendo la vista hacia las olas de las aguas frente a ellos, que enviaban olores salinos o dulces según el sitio en donde se acomodaran “. Mi alma no tiene cuerpo eterno, al igual que la tuya, o la de mis padres en su tiempo… Por ello cada uno escogió un astro especial, uno que se acomodara a lo que son y representan”.

    Y esa hubo sido toda su respuesta.

    Vento no lo entendió en el momento, más la acompañó con empeño y siguiendo cada indicación suya, fiel a ella y a sus ojos soñadores, a ese amor que destilaba y que, lamentablemente, no era dirigido a su corazón antes tan libre como su espíritu.
    Su Herba, empeñada en volver aquella bola de tierra, agua y lava su perfecto hogar había convencido a otro dios de unirse, de generar allí una especie, un mundo donde serían señores. Donde las voces de sus creaciones se alzarían en coros de gozo, alabando sus capacidades y rindiéndoles culto.

    Así, las aguas fueron domadas por completo, rompieron entre aquella antes impenetrable grava hasta generar ríos, chorros de agua hirviente desde las entrañas de aquel cuerpo estelar, lagos y océanos. Todo bajo el control del gran Auga, un dios tan joven como ella.

    En el cielo se generaron nubarrones de aspecto suave, y fue él mismo quien decidió pintarlo en bellos tonos azules, que variaban según el momento en que alguno de los padres de la diosa se cerniera imponente y vigilante, así como por los colores de las pequeñas florecillas que a veces nacían en el cabello denso y verde de la muchacha. También, al ver la forma en que ella bailaba de gozo bajo aquellos chorros de agua temporales, decidió dar vida a la lluvia… Porque no había mayor gozo que verla divertida y empapada.

    La lava no quiso ser domada, así que le permitieron asentarse en algunas de las enormes montañas que se habían quedado alzadas y vacías, como montículos sin causa; y permanecer además en el centro de aquel planeta, manteniéndolo aún tibio, pero no demasiado.

    Así, los siglos siguieron pasando, cada vez más deidades volteaban hacia ellos con curiosidad, queriendo saber a qué se debía tanto esfuerzo por un simple trozo de tierra en aquel infinito universo lleno de vida.

    Vento seguía con ella, fiel y firme… al igual que su segundo enamorado, Auga. Ninguno de los dos se lo expresaría jamás, pero se mantendrían a su lado porque ya no vislumbraban futuro sin su presencia.

    “No le dirás” sentenció un buen día el mayor de los tres, con tono de voz seguro y autoritario “. Herba no sabrá de los sentimientos de ninguno… porque ella no puede amar más que a éste trozo de universo que decidió volver propio”.

    “Te doy mi palabra” había respondido él, ambos tan firmes como su código de honor y respeto por el otro.

    Se hubieron enviado un asentimiento, y continuado con sus días de reposo entre el trabajo de crear montañas, valles, formaciones en el agua y demás cosas que la joven pedía.
    No se habían dado cuenta, pero lentamente ella había empezado a dejar de platicar, a dejar de mostrarse tan seguido como en antaño.

    Cuando sus ojos y corazones, alarmados, notaron la ausencia ya demasiado larga de la voz dulce y las sonrisas inocentes, el suelo bajo sus pies se había pintado de un suave verde, decorado con pequeños trozos que parecían cabellos suyos, con flores, campos tan variados como su vestimenta.
    El trigo, los árboles, plantas, arena y todo tipo de decoraciones los vislumbraron en un parpadeo. Aquel planeta ahora era bañado en vida, casi podían escuchar los latidos que emitía.

    Aquel planeta era Herba.

    Se dice también… que cuando ambos dioses jóvenes se hubieron enterado de la prematura muerte de su amada, quien convertida en planeta ahora no tenía voz ni sonrisas que darles, habían renunciado también a sus libertades, quedándose en aquel sitio.

    Auga besaba la piel de Herba con sus lluvias, sus olas suaves… y Vento se permitía susurrarle cosas dulces cuando pasaba agitando sus cabellos y sus plantas.

    Fue eones luego, ya habiendo criaturas sin habla ni raciocinio habitándolo, que una nueva generación de dioses vio en aquel planeta… potencial de vida, dando origen al hombre, quien por mero instinto… adoró a la diosa.
     
    Última edición: 1 Agosto 2017
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  2.  
    Zireael

    Zireael Equipo administrativo Comentarista empedernido seventeen k. gakkouer

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    Escritora
    Kohome, por Dios. Te juro que no tengo palabras, simplemente me has dejado muda.
    Vi un par de errorcillos pero ni siquiera me voy a molestar en mencionarlos, para empezar porque ni siquiera los recuerdo ya.

    Es una belleza lo que escribiste, es tan hermoso que, en serio, sentí escalofríos conforme iba leyendo e imaginando todo este proceso de creación, y a ambos dioses enamorados de Herba a tal grado que permanecieron en su planeta incluso después de su muerte.
    Herba es un ejemplo precioso, puso tanto esfuerzo y amor en su creación que, al morir, pasó a ser ese planeta al que tanto había querido. Herba se volvió lo que tanto amaba.
    Y siento que eso aplica para relaciones de cualquier tipo, para trabajos artísticos y bueno, toda una serie de cosas. Incluso al morir, lo que creaste con esmero, te mantendrá con vida para los demás.

    Te felicito.
    Iré a leer los otros ;u;
     
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  3.  
    Shani

    Shani Maestre Comentarista empedernido Usuario VIP

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    Que preciosa historia. A medida que leía más y más era como estar leyendo una leyenda de creación de alguna cultura antigua y no un relato salido de tu imaginación. El desarrollo, las formas, en verdad muy similar a las leyendas y cuentos populares de culturas aborígenes, no puedo evitar relacionar tu historia con este tipo de relatos porque tiene características similares y que me encantan: una es el profundo amor que los dioses creadores sienten por la naturaleza y segundo, la forma en que se funden con el mundo natural y dan vida a través de su muerte.

    Te he dado un creativo porque me parece el rating ideal. Esto ha sido muy creativo, has encarado el reto de una forma fenomenal y además te ha dado pie para encarar la leyenda de la nieve.

    Lo que me ha dejado la curiosidad picando ha sido la muerte de Herba. Me hubiese gustado saber porqué murió. Si fue intencional para, de una vez por todas, dar vida a ese amado lugar o en realidad le pasó algo.


    Sólo vi un pequeño error y fue al principio, antes de sumergirme por completo en la historia:


    Excelente relato.
    Saludos :SMILE1:
     
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  4.  
    Ichiinou

    Ichiinou Amo de FFL Comentarista destacado

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    Ese momento en el que te quedas pensando: ¿Y ahora qué rating pongo? ¿Creativo? ¿Fangirl? ¿Ganador? ¿Cásate conmigo? Dios, simplemente un relato maravilloso. Tal y como lo has desarrollado, dios mío, derrochas creatividad y dedicación.
    El personaje de Herba simplemente me ha encantado. Y el cómo has explicado el hecho de que luego, se convirtiese en el mando que recubre el planeta de hierba. No sé, simplemente me ha parecido totalmente hermoso. Y lo de sus dos enamorados, madre mía, me ha parecido tan hermoso el hecho de que se quedasen ahí, aún cuando ya no podían estar con ella, tal como era, simplemente por susurrarle palabras hermosas y por besar su dulce cabello. Ains. No sé qué más decir, me has dejado sin palabras. De verdad, escribes muy muy muy bien, creo que este tipo de relatos se te dan muy pero muy bien.
    Ahora me voy a por la segunda parte. ¡Gracias por escribir esto! ¡De verdad! ¡Gracias!
    ¡Un saludo!
     
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