Otro Alma Artificial

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Sonia de Arnau, 9 Abril 2016.

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  1. Threadmarks: Capítulo 1.- Andro
     
    Sonia de Arnau

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    Alma Artificial
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    Para adolescentes. 13 años y mayores
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    Drama
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    14
     
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    1963
    Título súper original :XD: Ya saben, soy buenísimo para ellos *modo sarcasmo*

    Esta historia está basada con los nombres de Esbozando lo Prohibido, no obstante no tiene nada que ver con la misma, es por decirlo así, una historia alterna al universo original de EloP.



    Capítulo 1
    Andro


    Toda la nación se encontraba de luto; las noticias en la televisión, en las redes sociales y en el periódico, anunciaban la misma terrible noticia. Uno de los mejores científicos había fallecido tras muchos años luchando contra el cáncer. Aquel famoso hombre hizo que la humanidad siguiera creciendo tanto en robótica como en cualquier ámbito de la misma. Por esa misma razón, llegó a convertirse en un hombre famoso, su fallecimiento significaba una gran perdida para el futuro de la nación. No obstante, quienes lo conocían personalmente, no solo habían perdido a un genio, sino a un buen amigo y a una excelente persona.

    Su entierro fue un sábado, por lo que el panteón estaba lleno y quienes asistieron fueron muchos de la prensa, colegas del trabajo e inversionistas; la mayoría lloraba en silencio mientras que el resto lo hacían en sollozos. Una vez que la última persona lo vio, cerraron la tapa del ataúd y lo sepultaron, fue hasta entonces que las personas empezaron a abandonar el cementerio.

    Solo un hombre, el mejor amigo del fallecido, se lamentaba profundamente por lo sucedido y quien continuaba allí, observando la lápida con gran pesadumbre, como si lo que estuviera viviendo fuera solo una ilusión. Pese a su sentimiento, todavía contaba con la esperanza de que ahora podía descansar de tan terrible enfermedad. Continuó en ese estado hasta que el frío aire de la tarde comenzaba a penetrar hasta sus viejos huesos, caminó hacia la salida con la intención de regresar a casa. Tan solo salir de la instalación, se encontró con un hombre menudo que lo detuvo.

    —¿Es usted Marino White?

    —Sí, lo soy —afirmó, receloso—. ¿En qué puedo ayudarte?

    —Me alegra dar con usted —le dijo mientras buscaba algo en una bolsa, fue hasta entonces que Marino se percato que aquel hombrecillo trabajaba en el correo. El morral que colgaba de su hombro tenía el logotipo—. Tengo ésto para usted.

    El cartero le entregó un sobre.

    —¿De parte de quien? —indagó el varón mientras observaba ambo lados de la carta en busca del remitente, pero solo estaba su nombre en la parte delantera.

    —Solo me indicaron que le entregara esta carta al señor Marino White, explícitamente en este día y después del entierro del señor Val.

    —¿Quién dio esas indicaciones? —Frunció el ceño extrañado.

    El cartero se encogió de hombros, mirando a White de la misma forma que éste lo miraba a él, sin comprender nada.

    —Recibí esa orden de mi superior —dijo—. Yo solo estoy acatando lo que me dijeron, lo siento, señor. Si me disculpa, tengo que irme ahora.

    Y sin decir más, el trabajador dio media vuelta, se subió en su motocicleta y se alejó de allí, dejando a un Marino White muy confundido. El hombre se encamina a su vehículo y subiéndose a él, dejó la carta sobre el asiento del copiloto, en el transcurso del camino se preguntaba quién pudo ser quien, y por qué no se la enviaron por correo normal. Solo había una forma de saber esa respuesta y era leer el contenido de la carta. Decidió esperar a llegar a casa para hacerlo, pero su curiosidad fue más grande así que, buscando un lugar para detenerse, se estacionó, tomó el sobre y lo abrió para leer el contenido.

    Abrió los ojos de par en par, incrédulo de lo que sus ojos. Se dio cuenta que aquella carta fue escrita por Klaus Val. Hasta hacia pocos minutos que lo había despedido y ahora recibía esa carta. Pero definitivamente se trataba de él, las palabras escritas estaban de su puño y letra.


    Sé que mi muerte está muy próxima, ya siento cómo ésta está acechándome.
    He vivido muy feliz y no me arrepiento de nada. Dejaré este mundo en paz.
    Sin embargo, amigo mío, quiero pedirte un gran favor.
    Quiero que te encargues y que cuides de mi hijo Andro;
    lo último que deseo es que se sienta solo


    Att:
    Klaus Val”.



    Su sorpresa no cabía en si. Su difunto amigo le estaba pidiendo un favor.

    ¿Andro? Juraría que había escuchado ese nombre meses atrás. Le era muy familiar. ¿De dónde? Ahora lo recordó. Val le había contado algo respecto a qué por fin había creado a El robot perfecto; un robot con la inteligencia artificial más avanzada que alguien había creado, cuando llegaba a hablar de eso, lo hacía con gran orgullo. No obstante, solo dejó de tocar ese tema, nunca más habló de ello, ni él se animaba a preguntar. Era cierto, eran amigos de años, pero no significaba que pasaran todo el tiempo juntos y conviviendo, debido a sus trabajos, eso era imposible. Val como un científico creador y él como comandante de la policía de la ciudad.

    Klaus Val no tenía familia. Debido a la dedicación y pasión que tenía a su trabajo nunca se dio la oportunidad de conocer a alguien, así que nunca se casó; no tuvo hijos, ni a ningún heredero, por lo que sabía. Mas eso nunca fue deprimente para él porque vivía rodeado de lo que más amaba y disfrutaba. Por lo que escuchó de los abogados, todas las pertenencias de él irían al gobierno, al igual que todas sus investigaciones que se irían a otras instalaciones de investigación científica. En lo único que podía pensar era que no deseaba que Andro; ese autómata, pasara a esos científicos. Era lo más lógico porque ese “proyecto” fue siempre un secreto. Trabajó en esa idea en incógnito así que ninguna organización sabía de él.

    Meditó en eso. Era cierto que esas palabras eran la última voluntad de su mejor amigo, pero, ¿era correcto llevarse un logro de tal magnitud a su hogar? Pensó en el gran avance que la humanidad tendría ante esa inteligencia artificial. Pero por algo Val le pidió específicamente que lo cuidara, tal vez no deseaba que nadie más lo tuviera. Qué más daba. ¿Por qué no? Haría la última voluntad de Val y se traería a ese robot con inteligencia artificial a vivir con él, después de todo hacía falta un poco de compañía, que importaba que fuera de un androide.

    Decidido ir a conocer a ese robot llamado Andro. Regresando a la calle, dio media vuelta para dirigirse hacia el hogar de su viejo amigo. La casa de Val era en realidad una gran mansión que estaba situada sobre una colina; al hombre siempre le gustó vivir alejado de los demás pues como decía, necesitaba de paz y tranquilidad para concentrarse en sus proyectos. White cruzó por una pendiente y al llegar observó la colosal casa, salió del auto y se encaminó a la entrada esperando a que no estuviera cerrada.

    Lo primero que hizo fue observar a su alrededor y admiró el enorme patio de enfrente decorado por un sinfín de flores color carmesí y moradas, y alguno que otro árbol frutal. Era la primera vez que pisaba el lugar, siempre que se reunía con Klaus lo hacían en algún lugar especifico, no en sus casas. Sabía su dirección por un par de veces que llamó para reportar que intentaron entrar a su casa a robar. Caminó por el sendero de piedra pero antes de llegar a la entrada principal, se detuvo al escuchar un ruido. Desvió su vista hacia la derecha y volvió a escuchar otro ruido, se extrañó y lo primero en que pensó fue que quizá había ladrones intentado entrar a robar, aprovechando el día. Marino se movió con precaución hacia esa parte, un pequeña camino que llevaba hasta la parte trasera, con la mano a una lado de la pistola para desenfundarla si era necesario. Allí vio una pequeña zona de juegos para niños, y una alberca que estaba vacía, entonces por el rabillo del ojo alcanzó a ver una silueta entrar a la casa, desde una puerta que estaba a medio cerrar. Acercándose lentamente se pegó a la puerta de madera y comenzó a abrirla despacio, se asomó un poco. Desde allí pudo ver a un niño, mirándolo fijamente. Marino se asombró y entró por completo.

    —Hola —alzó la mano para saludarlo—, voy a pasar.

    El niño no dejaba de mirarlo, enseguida se giró y corrió, el mayor lo siguió, deseó preguntarle quién era y por qué se encontraba en ese lugar. Se detuvo al llegar a la sala de estar y vio al niño limpiar un robot de limpieza, fue en ese momento que lo observó con detenimiento, Marino parpadeó varias veces, quedó mudo ante una pensamiento fugaz. El pequeño se giró para ver de nuevo al recién llegado. White no evitó sorprenderse aún más al verlo de rostro, sus ojos eran de diferente color; uno era azul y el otro verde mientras que la mitad de su cabello era igualmente diferentes; la mitad rubio y el otro de un café claro.

    —Mi papá no se encuentra en este momento —dijo el pequeño.

    ¿Ese niño era Andro?

    Por un momento lo dudó, sabía que se encontraría con un robot humanoide, pero nunca se imaginó que se trataría de algo igual. Incrédulo de eso, se acercó al pequeño y lo observan, con admiración pero a la vez con desconfianza.

    —Me refiera al señor Klaus Val —continuó el pequeño—. Él no se encuentra ahora.

    El hombre salió de su embebecimiento y aún mirando con asombro al niño, preguntó:

    —¿Cómo te llamas? —preguntó Marino.

    —Andro. Andro Val.

    Al escuchar ese nombre su corazón se contrajo. Aquel niño de apariencia semejante a un niño de nueve años, era el famoso Andro.

    —¿Hace cuánto es que tu papá no ha venido?

    El pequeño pareció hacer cálculos, y después mirando al mayor para responder:

    —Poco más de tres meses.

    —Ya veo —suspiró, el tiempo en que estuvo hospitalizado antes de morir. Sus ojos se nublaron—. Sabes, creó que tu padre no volverá más, porque él, tu padre, murió ayer por la madrugada.

    Andro bajó la cabeza antes de decir:

    —Así que, murió. Él decía mucho que los seres humanos morían, que era el destino de ellos. La muerte en los humanos es algo normal y natural.

    White colocó su mano sobre sus labios, sí, definitivamente era la reacción de un robot. No cabía duda, ese niño debía tratarse de ese Andro. Nunca pensó que ese robot se trataría de un niño con apariencia tan real, se preguntó qué tan desarrollado estaba. Aunque no sabía si podría llegar a cuidarlo bien, ¿necesitaría algún tipo de mantenimiento?

    —¿Usted era amigo de mi padre? —la pregunta de Andro lo sacó de sus pensamientos y mirándolo le respondió:

    —Así es. ¿No te frustra estar aquí solo? —El niño no dijo nada, se limitó a observarlo—. Sabes, a petición de tu padre y como última voluntad, quiso que fueras a vivir conmigo.

    —Entonces, ¿de ahora en adelante nosotros viviremos con usted?

    —¿Nosotros? —Le echó un vistazo a las máquinas que estaban en la sala—. Oh, ¿hablas de ellos? —Se encogió de hombros—. Vivo en departamento no muy grande.

    Marino observó como Andro sonrió al momento que negaba con la cabeza, cosa que le extrañó al mayor. Era alucinante ver cómo articulaba y hacía esos movimientos. ¿De verdad estaba frente a una máquina?

    —No, no me refiero a ellos —dijo al final escaneando con la vista lo que el mayor había visto—. Esos son solo robots sin vida. Me refiero a mi hermano y a mí.

    —¿A tu hermano? ¿Tienes un hermano?

    —Sí, lo tengo.



    Eso es todo por hoy, gracias por leer :)
     
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    Me gusto como va la historia, Aunque no se nada de Elop . Igual ¿ que extraño , en la carta del profesor Klaus Val no mencionaba que Andro tuviera un hermano ? supongo que explicaras la razón luego.

    un saludo :)
     
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  3. Threadmarks: Capítulo 2.- Los dos hermanos
     
    Sonia de Arnau

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    @mastermystery Muchas gracias por comentar y, no te preocupes que no conozcas EloP, no será necesario. Todo tiene explicación y esa duda se aclarará mientras avance la historia.


    Capítulo 2
    Los dos hermanos


    Marino quedo mudo ante tal afirmación. No supo que decir o cómo reaccionar ya que desconocía sobre un hermano. Val nunca le informó sobre otro androide. Meditando un poco mejor, quizás Andro se refería a alguien más o a algo más como hermano. Para quitarse las dudas que su mente comenzó a formular, decidió finalmente preguntar:

    —¿Dónde se encuentras tu hermano ahora, Andro?

    —Él ahora está en su habitación —giró su rostro dirección a un pasillo, el que probablemente guiaba a la recamara dicha—. Se rehúsa a salir de allí. Ni aunque yo se lo pida, sale. Dice que no se siente con ganas de nada. Le he dicho que dejara de comportarse así y abra la puerta, pero nada.

    —¿No se siente con ganas? ¿Dónde está exactamente el cuarto, puedes llevarme?

    Andro asintió al mismo tiempo que daba media vuelta y guiaba al mayor, quien no se hizo esperar y siguió al pequeño llevándolo más adentro de la casa mientras él aprovechaba para echarle la vista. Poco después, Andro se detuvo al llegar a una puerta y apuntándola le advirtió:

    —No está abierta. La ha cerrado desde dentro.

    —¿La cerró? ¿Por qué? ¿Sabrás algo al respecto, Andro? —observó como el niño negaba con la cabeza al momento que levantaba los brazos y se encogía de hombros.

    —No lo sé —respondió, su expresión no parecía acorde a lo que decía.

    El mayor dirigió su vista hacia la puerta, se acercó e intentó abrirla desde el picaporte, pero Andro tenía razón, la puerta no cedió y después tocó la puerta, no hubo respuesta, ruidos ni palabras, levantó la ceja todavía más extrañado mientras miraba al niño. Comenzó a dudar de las palabras de Andro, pero ¿qué ganaría con mentirle? Es más, ¿los androides podían siquiera mentir?

    —Él no quiere salir, ya se lo he pedido contables veces, pero me responde con lo mismo.

    —¿Qué te dice?

    —Dice que saldrá hasta que nuestro padre llegue.

    White volvió a tocar la puerta para obtener el mismo resultado. Podía derribarla o hasta abrirla, pero desconocía con lo que estaba del otro lado de la puerta y no se sentía seguro de querer hacerlo. Probablemente lo mejor sería buscar la llave.

    —¿Cuál es su nombre? —deseó saber White—. El de tu hermano.

    —Ruber. Su nombre es Ruber.

    El hombre volvió a mirar la puerta mientras de reojo observa como Andro se aleja de allí, perdiéndose dentro de la casa. Volvió a tocar esperanzado de que esa vez hubiera respuesta. No sabía que existiera otro robot, La nota que había dejado Val nombraba solo a Andro y no a un Ruber. Además, las veces que llegó a escucharlo hablar sobre una Inteligencia Artificial, solo nombraba a una, no a dos, por lo que supuso que el otro hermano debía ser un robot más pequeño, probablemente hasta una mascota, y que tal vez el mismo Andro había encerrado en esa habitación. Dejó escapar un suspiro.

    —Ruber, ¿estás allí? ¿Puedes salir un momento? Necesito hablar contigo sobre algo.

    Por un segundo se sintió incómodo hablándole a una puerta pues no sabía con certeza si había alguien vivo o consciente dentro que pudiera siquiera responder.

    —¿Quién es usted y qué hace aquí?

    Se sorprendió de escuchar una voz infantil. Aunque era algo similar a Andro, era ligeramente diferente, lo pudo notar.

    —Mi nombre es Marino White y soy un viejo amigo de Klaus Val.

    —¿Y qué esta haciendo aquí?

    —Bien, a petición de... —por un momento dudó cómo continuar; si como padre, creador o simplemente Val, pero recordó que anteriormente Andro lo llamó “padre”, por lo que continuó—: Por petición de tu padre y última voluntad, me haré cargo de ustedes. ¿Puedes abrir la puerta?

    —¿Y dónde está él ahora? Él fue quien me dijo que estuviera aquí y no saliera hasta que llegara.

    —¿A qué te refieres? ¿Hace cuánto te dijo eso?

    —Poco más de tres meses.

    —¿Quieres decir antes de que se fuera? ¿Por qué te daría esa orden? —susurró, pero como debía imaginarlo, la persona del otro lado lo escuchó y respondió con un tono, que admirándolo le pareció, melancólico.

    —No lo sé. Él volverá, ¿verdad?

    —¿Podemos hablar afuera? Rostro a rostro, ¿te parece?

    —¿Por qué? Yo soy tan solo una máquina.

    Le sorprendió tal respuesta.

    —¡Ruber deja de payasear y sal ahora! —ordenó Andro sobresaltando a White porque no lo escuchó llegar.

    —Bueno, bueno —El hombre se giró para ver a Andro e indicándole con el dedo que guardara silencio, Andro volvió a dar media vuelta y salió disparado como bala, y Marino ignorando la actitud de él se volvió a dirigirse a la puerta, o mejor dicho a quien estaba del otro lado—. Ruber, quiero hablarlo cara a cara más que nada por educación, pero si quieres que lo diga aquí, lo haré. Él ya no volverá porque está muerto. Murió exactamente ayer.

    Hubo un largo silencio por lo que White se obligó a volver a tocar, después escuchó pasos acercarse a la entrada, y enseguida vio la manilla moverse, él dio un paso hacia atrás y la puerta se abrió de par en par, dejando ver a Ruber. Marino no evitó abrir la boca sorprendido de verlo, era idéntico a Andro, parecían ser gemelos. Ambos eran un par de gotas idénticas. Entonces escuchó el correteó del otro, quien apresurado se acercó y deteniéndose a un lado del señor White dijo con tono que le pareció sorprendido.

    —Ah, ya has salido. Enhorabuena —Se acercó analizándolo—. Increíble.

    —¿Es cierto que ha muerto? —preguntó Ruber con aparente mirada triste e ignorando completamente la mirada de su hermano—. Así que ya no volverá —susurró—. ¿Lo has escuchado Andro? Eso quiere decir que ya no volverá, que ya no lo volveremos a ver nunca más.

    Andro lo miró para contestarle:

    —Él decía constantemente que los seres humanos mueren, los que poseen vida real son los que mueren, es su destino, ¿qué se puede hacer con la ley de la vida que solo dejar que fluya?

    —Ruber, ¿estás triste por eso? —preguntó White muy interesado por la respuesta.

    Ruber levantó la vista y contestó:

    —Debería estarlo, ¿cierto? Es momento para poner este rostro, ¿verdad?

    Sabía que era un robot pero, con la apariencia que tenía, White no evitó sentir compasión ante el intento de poner un rostro triste, se inclinó y mirándolo a los ojos le respondió:

    —Así es. Y lo estás haciendo bien.

    No supo por qué le dijo eso último pero imaginó eran palabras que él estaba buscando porque la mirada de Ruber, por extraño que pareciera, le pareció que le agradeció el gesto.

    —Pero no hay nada como sentirlo real —soltó Andro.

    White se levantó y miró detenidamente a ambos pequeños. Los eran completamente diferentes, se dio cuenta en tan solo esos minutos de conocerlos. Klaus los creo de esa forma, utilizando el típico estereotipo de los gemelos idénticos que eran completamente diferentes, o ¿existía otra razón ante sus diferencias? Por ahora esa duda no era la principal, lo que le preocupaba era cómo sería vivir con ellos, a penas los conoció y ya se sentía agotado emocionalmente. Había tenido un día muy largo, deseaba regresar a su departamento, quitarse los zapatos, ducharse y recostarse.

    Andro estiró la camisa del mayor, quien lo miró y el jovencito sin despegar su vista a su hermano.

    —Ahora sí podemos irnos —dijo Andro con voz pausada.

    Ruber levantó la vista para mirar al mayor y después pasarla a Andro.

    —¿Estás de acuerdo en ir con él?

    —No hay problema. Ya lo escuchaste, es un amigo de nuestro padre, ¿por qué no confiar en él?

    —No me refiero a eso.

    —Entonces, ¿a qué?

    —Seremos una carga para él. Independientemente si es un amigo o familiar, seremos una carga para él.

    —¿Quieres quedarte aquí? Quédate entonces —refutó Andro.

    Por unos instantes, aquella conversación a White le produjo un extraño sentimiento de cuidado y escalofrío. Estaban hablando como dos niños completamente normales, ¿en verdad se trataban de robots? ¿Esa era el poder de la Inteligencia Artificial de la que con orgullo Klaus estuvo trabajando? No evitó ponerse nervioso y es que fácilmente podían ser confundidos, tal vez ese era el verdadero objetivo. ¿Qué pensaba Klaus Val cuando trabajó en ellos? ¿Cuál fue su verdadero objetivo?

    —¿Podemos irnos ahora? Yo me quiero ir de aquí —decía Andro.

    —¿Por qué te quieres ir de aquí? —preguntó White, curioso.

    —Porque estoy aburrido, por eso.

    —Bueno, bueno, si no tienen nada más pendiente, nos vamos. Tan solo recojan sus cosas que quieran llevar. Ruber, vamos.

    De esa manera, los niños salieron disparados para hacer lo sugerido, White se encaminó a la entrada trasera, por donde había ingresado y vio el patio realmente seco. Luego de unos segundos, volvió a mirar la enorme mansión, observó detenidamente cada rincón que podía ver y su rostro se tornó serio al ver la gran e inmensa casa, no obstante en ella se podía sentir la soledad.

    Su viejo compañero de estudios vivió la mayoría de su vida encerrado en aquel lugar, solo y, apenas en año pasado fue que le dio la grata noticia de que por fin había conseguido su más preciado deseo. Desvió la vista a las dos pequeñas máquinas que se acercaban a él cada quien teniendo en su poder una pequeña mochila en donde supuso llevaban sus ropas. Le sonrió, sí, tal vez se trataban de máquinas, pero eran máquinas que con tanto esfuerzo Klaus les dio la vida, así que cuidaría de ellos de ahora en adelante.


    . . .​
     
    Última edición: 20 Diciembre 2021
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    Así que el profesor creo dos inteligencias artificiales , en estos casos siempre es interesante ver cuanto puede imitar al ser humano una inteligencias artificial . Veremos que nivel de similitud o diferencias tienen Andros y Ruber con los seres humanos .

    un saludo :)
     
    Última edición: 14 Abril 2016
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  5. Threadmarks: Capítulo 3.- Dudas
     
    Sonia de Arnau

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    Pido disculpas por el retraso. Fuerzas mayores que impidieron actualizar con rapidez :XD: Muchas gracias mastermyster por tu comentario, no sabes lo feliz que me hace.

    Capítulo 3
    Dudas

    Por fin llegaron al departamento y por si fuera poco, en todo el transcurso White estuvo meditando más a fondo sobre el “cuidado” de ellos. Y todo aquellas dudas y pensamientos lo agotaron psicológicamente. No había sido el mejor día para todas esas emociones, pero supuso que si Klaus mandó esa carta específicamente ese día y después de su entierro, pensó que tal vez él quería que fuera inmediatamente. Subió por las escaleras con pies de plomo, detrás de ellos iban Andro y Ruber. Buscó las llaves para abrir la puerta y una ves la abrió, los invitó a pasar.

    —Creo que si fue un error haber venir —comentó Ruber.

    —No comprendo por qué dices eso —cuestionó el hombre estirándose al momento que bostezaba—. Estoy agotado, he tenido un día muy largo. Hablemos de eso mañana, ¿sí?

    Andro fue quien entró a la casa y comenzó a recorrer el pequeño departamento, visitando cada rincón de éste, Ruber fue detrás, algo tímido, era como si no se sintiera a gusto estando allí. Los dos gemelos tenían una pequeña bolsa en la que contaban con un par de muda de ropa. Marino pensó en ir a comprarles más, pero eso sería para otra ocasión.

    —¿Cuál va a ser mi habitación? —inquirió Andro asomándose desde la habitación de Marino.

    —Moveré algunas cosas, podrán dormir en el sofá por esta noche —dijo, aunque sin pensarlo muy bien.

    —Los robots no duermen —le recordó Andro, mirándolo con seriedad—. No tenemos la necesidad.

    —Pero necesitamos recargar energía —se interpuso Ruber, mirando a

    —Apariencias —susurró Andro, pero fue audible para el mayor.

    —Eres muy diferente —le dijo a Ruber—. Puedo preguntar, ¿quién es mayor?

    —Diría que Andro —respondió y luego continuó—: Klaus Val, nuestro padre…

    A Marino le indagó lo que podría expresar, pero el joven no continuó la oración, simplemente pareció que miraba la nada. ¿Estaba meditando? ¿Pensando? Sonrió.

    —¿Qué sucedió con tu padre? —preguntó al final el hombre, intrigado—. Soy un hombre de fiar, puedes confiar en mí.

    Ruber negó como si hubiera estado pensando en algo que al final optó no decir, enseguida se dirigió al adulto.

    —Quiero pedirle un favor. Tenga mucha paciencia con Andro, él acaba de despertar. Y como puede ver, es muy curioso. No le gusta estar quieto, suele ser muy testarudo, pero no es de malos sentimientos.

    —¿Te preocupa eso? —El mayor se enterneció ante esas palabras, lo acarició de la cabeza. Se sorprendió, su cabello se notaba tan natural, nada sintético—. No será ningún problema, te lo prometo —finalizó para no hacerlo preocupar.

    Le dio la sensación de que de ambos, Ruber era el que interpretaba el papel de hermano mayor. Se levó la mano a su rostro y lo frotó, estaba cansado y necesitaba un buen baño. Así que, dejando a los hermanos solos por un momento, se fue a bañar y mientras sentía el agua recorrer su espalda, se preguntaba que sería el momento de tener una bañera para poder relajarse unos minutos. La edad le estaba pesando mucho.

    ¿Por qué estaba haciendo eso? ¿Por qué decidió hacer ese trabajo de niñera? Se terminó preguntando si la razón había sido por haber descuidado a su propia hija, de no haber estado con ella en su niñez debido al trabajo. Dejó escapar un suspiro. ¿Qué tan hipócrita era al cuidar a niños ajenos en vez de haber cuidado de su hija? Ahora ella estaba muy apartado de él, pocas veces hablaban por teléfono y lo máximo que duraban era quizá cinco minutos, eran como dos extraños. Ni siquiera conocía a su nieto de tres meses en persona, solo en fotos.

    Escuchó un fuerte y agudo ruido que lo sobresaltó, pero volvió a mantener la calma. Pasó su mano sobre el vidrio y lo limpió, se miró al espejo antes de que el vapor le impidiera ver su reflejo. Frunció el ceño. ¿Por esa razón Klaus le pidió que cuidara específicamente a Andro y no mencionó nada de Ruber? ¿Qué estaba haciendo Ruber en esa habitación? ¿Por qué Andro acababa de despertar? Su mente volvía a hacerle lo mismo. Como su trabajo de policía le imponía el preguntarse mucha cosas, había vuelto eso como una normalidad, pero ahora era diferente, ahora cada pregunta que se formulaba no lo dejaba descansar y terminaba abrumándolo. Se estaba volviendo mayor. Intentando dejar esas cuestiones de lado, salió del baño, entró inmediatamente al cuarto y se vistió, desde allí podía escuchar la televisión de la sala.

    Al salir los vio a ambos frente al televisión, Ruber sentado en el sofá mientras que Andro estaba sentado en el suelo, más cerca del televisor. La imagen de su hija de más o menos esa edad llegó a su mente.

    —¿Qué es lo que ven? —preguntó, extrañado, esperaba ver lo que su hija solía ver a esa edad, caricaturas o una serie para adolescentes. Lo que veían era un documental del universo.

    —El universo —respondió Ruber.

    —¡Es impresionante! —habló Andro, sin mirarlo—. No somos nada ante la inmensidad del universo. ¿Usted cree que se pueda terraformar la Luna? Mi padre constantemente decía que sí es posible, pero es mucho más fácil para los humanos terraformar Marte. Y que si la tecnología continua avanzando al ritmo en que va, la terraformación está a la vuelta de la esquina… bueno —Se giró para mirarlo—, con su muerte, dudo que eso sea rápido, ¿qué opina usted?

    —Ah, bueno —En realidad no había pensado; no era precisamente un tópico que frecuentaba en su vida diaria. Por ello no tenía una respuesta concreta así que sería completamente sincero—. La verdad no sabría que responder, nunca me lo he planteado. Pero sí creo, desde mi punto de vista, que antes de pensar en poder vivir en otro lugar, deberíamos hacer algo por nuestro hogar, la tierra...

    Andro volvió su vista a la pantalla y Marino juraría que escuchó un “Ah” en tono decepcionante de su parte, o por lo menos le dio esa sensación.

    —Yo iré a acostarme ahora, estoy cansado.

    —Es una buena idea —dijo Ruber mirándolo y luego volver su vista a su hermano—. Dormir, ¿no lo crees, Andro?

    El hermano se mantuvo callado, no respondió nada, se quedó inmóvil, mas si pareció bufar.

    Entro a su cuarto, era cierto que deseaba acostarse y descansar los ojos, pero antes que nada, quería hablar con alguien, por lo que tomando su celular, marcó a una conocida que era amiga de él como de Klaus.

    —Buenas noches, Evel. Disculpa llamarte tan tarde, pero necesito de tu ayuda.

    Hola, Marino —escuchó la voz de la mujer desde el otro lado de la línea—. Mis más grandes condolencias, sé que Val era muy amigo tuyo.

    —Muchas gracias. Hoy se efectuó su funeral.

    Me dolió no poder asistir, era un gran colega mio —La voz de ella se escuchó apagada, lamentando el no haber podido estar en el funeral de un viejo compañero, y todo porque estaba fuera del país debido a una conferencia a la que no pudo faltar.

    —No te preocupes. Disculpa que te este llamado así nada más.

    ¿De qué hablas? Es lo menos que puedo hacer, ¿se te ofrece algo? ¿Puedo hacer algo por ti?

    —Sí —Marino no sabía cómo comenzar con la explicación—. ¿Crees que es posible la fabricación de robot con apariencia similar a la nuestra?

    Evel se extrañó ante tal pregunta.

    Claro, existen prototipos de muchos de ellos, ¿por qué?

    Marino lo sabía, ya había ido a una convención cuando Klaus lo invitó, y se sorprendió de ver a aquellas máquinas muy parecidas a unos, sin embargo, hasta esas máquinas se diferenciaban de un humano cuando se les veía con detenimiento. Su pregunta iba más allá que solo la apariencia de un ser humano.

    —¿Es posible qué tengan las características de un humano; piensen, razones, se expresen como uno? Me refiero a que si los vez, no sabrías si son robots o humanos.

    Hubo un silencio que a Marino le pareció bastarte incómodo, después ella continuó:

    Marino, disculpa, no te estoy entendiendo.

    —Ahora mismo tengo en mi apartamento a dos robots creador por Klaus, que me encargó, y honestamente estoy dudando que sean robots, realmente parecen ser niños.

    —¿D-dos robots? ¿Son creaciones de Val?

    —Más que “robot”, diría que son robots autónomos. Ambos hablan y se mueven con una fluidez alucinante. Y no solo eso, al parecer ambos pueden razonar por sí mismos, elegir sin que nadie les diga cómo ser. Expresarse, teniendo casi una personalidad sin órdenes de los humanos. En la última carta de Klaus me dijo que los cuidara.

    —¿Me estás diciendo que ahora estás cuidando a dos robots que te hacen dudar si son realmente máquinas? —Marino pudo notar un poco de inseguridad o hasta incredulidad en la voz de ella.

    —Así es. Necesitarías verlos por ti misma, Evel.

    —No me malinterpretes, no lo estoy dudo. Ahora recuerdo que hubo un tiempo en que Klaus iba a verme para que le explicar un poco el funcionamiento de la mente y la conducta humana, y en un comentario dijo que pensaba crear al robot definitivo. No dudo que lo haya logrado, después de todo se trataba de Klaus Val.

    —Por eso te llamaban, quisiera saber tu opinión, si es posible que los evalúes. Quisiera saber qué tan humanos pueden ser.

    ¿Alguien más sabe de esto? —preguntó en un tono preocupado.

    —Qué yo sepa no. Ni siquiera yo sabía de ello.

    —¿De verdad? —se escuchó alegre—. Eso es impresionante, me encantaría evaluarlos y conocerlos.¿Puedes llevarlos a mi oficina pasado mañana por la tarde? Ya estaré en la ciudad.

    —Claro, allí estaré. De nuevo, gracias por escuchar y disculpa que te haya llamado a estas horas.

    Qué no te disculpes. Adiós.

    —Adiós.

    Marino observó su teléfono pensativo cuando terminó de hablar con Evel.

    Evel Knoop era psicóloga, una de las más reconocidas de la ciudad, era conocida por Marino, deseaba saber más sobre lo que cruzaba por la mente de los gemelos. Su sangre de investigador no lo dejaba descansar y en su mente resonaba una y otra vez varias dudas. Así era Marino White, el jefe de la policía de esa ciudad.


    . . .​
     
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    mastermystery

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    Interesante la incredulidad de Evel ,aunque dos robots con total autonomía y indistinguibles de los humanos son muy difíciles de creer , curioso lo que dijo ruber que Andros por despertar hace poco tenga mas curiosidad , supongo que es como un niño pequeño que empieza a aprender y reconocer el mundo a su alrededor . Y estoy igual que Marino me pregunto ¿ por que Val solo menciono a Andros ? pero como pusiste la duda se despejara luego.

    Un saludo.
     
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    Ichiinou

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    He de decir, que este long-fic me está agradando mucho. Ya de por sí, me suelen gustar los relatos de ciencia ficción y este me gusta sobremanera porque trata un tema bastante interesante, la inteligencia artificial y deduzco que irá un poco sobre la diferencia o las similitudes de estas con los humanos, a modo de historia, claro. xD
    Me intriga mucho el hecho de que solamente le pidiese cuidar a Andro y al otro, le dijese expresamente que se quedase en la habitación hasta que él viniese. ¿Quizás ambos robots no se lleven bien? ¿Quizás Ruber es peligroso? No sé, me parece raro. Aunque quizás le encargó a otro amigo cuidar del segundo robot, aunque me parece menos probable.
    Me gusta como estás llevando la historia en cuanto a acontecimientos y a desarrollo de personajes, además la narrativa está bastante bien. Solamente te recomiendo que repases, tienes bastantes dedazos y te falta alguna tilde. Nada grave, por supuesto, pero sí es mejor que repases antes de publicar, con más esmero.
    Quiero hacerte una pregunta, ¿por qué está tu relato en "literatura experimental"? Creo que bien podría ir en originales o en 'foro libre de fanfics', ya que no sé... ¿está basado en un universo que no es tuyo? Si es así, pues sería un fanfic, no un original. Si es completamente original, pues iría en la sección de originales, valga la redundancia.
    Y bueno, seguiré leyendo, me ha enganchado mucho esta historia. ¡Ánimo y sigue trabajando!
    ¡Un saludo! :)
     
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  8. Threadmarks: Capítulo 4.- Su nombre es Ruber
     
    Sonia de Arnau

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    @mastermystery Yo más bien diría que quien muestra más incredulidad es White, sigue dudando que los niños que están con él sean robot. Y sobre Evel, tienes razón, ella pudo mostrarse desconfiada pero al final emocionada al pensar que se logró algo muy grande.

    @Ichiinou Muchas gracias por tomar mi pedido. Me alegra que te haya gustado esta historia a la que en realidad no me toma mucho tiempo escribir. Me esforzaré más en el mantenimiento de la misma y en las faltas. Me gustaría responder a la pregunta: Verás, en realidad EloP es un universo creado por mi, este vendría siendo un “fic” pues esta y el “original” son historia que nada que ver. No estoy segura donde debería ir (no, en realidad sí, en originales) y estoy consciente que esta sección es para otra clase de escritos, pero no sé... quise publicarlo aquí (cosas raras que cruzan por mi mente).

    Agradezco mucho a las personas que pasan a leer esta fic, espero este capítulo sea de su agrado.


    Capítulo 4
    Su nombre es Ruber

    Había despertado.

    Sus ojos miraban lo que su campo de visión le permitía ver desde detrás de ese vidrio. ¿Dónde se encontraba? ¿Por qué estaba en esa cápsula? ¿Quién era él? No sabía nada. En su mente solo estaba registrado las imágenes de dos persona. Levantó los brazos y tocó el cristal transparente con su palma. Parpadeó varias veces sin saber por qué lo había hecho. Y aunque no lo supiera, o mejor dicho, no lo entendiera del todo, todas las extremidades de su cuerpo tenían cables que lo monitoreaban y que éstos estaban conectados a unas computadoras que estaban en el exterior.

    Su mente se encontraba completamente vacía, sin embargo, hizo presión en el vidrio y éste cedió, rompiéndose. Él se incorporó y miró a su alrededor, lo primero que vio fue un escritorio llenó de papeles y hojas, y del otro lado un sinfín de máquinas que desconocía su funcionamiento, salió de la cápsula y comenzó a indagar, a tomar algunas de esa extrañas cosas y verlas detenidamente, su mente progresivamente procesaba lo que observaba llenándose de información gradualmente y guardándola para poder utilizarla en un futuro.

    Estaba programado para saberlo una vez que lo veía porque en realidad era una máquina. Sin embargo, las cosas que tenía programado solo eran las cosas materiales y en su defecto, cosas que el creador conocía. Estaba solo, podía ver la soledad, debería haber esperado a alguien o ver a alguien cuando despertara; tenía esa sensación, ¿pero a quién era? Se supone que cuando despertara debía estar alguien allí, no obstante, mirara adonde mirara solo veía soledad y silencio.

    Había sido creado para un propósito.

    Caminó por el estudio en busca de esa persona. Después de unos minutos vagando por la enorme mansión y recolectar más información; llegó hasta la puerta principal y salió hacia el mundo exterior. Caminó y caminó y siguió caminando hasta salir del terreno del hogar Val. No parecía haber mucha gente por esa zona pues al igual que en la mansión, solo veía soledad. Tan solo visualizaba los árboles frondosos que se movían de aquí allá gracias al viento. Más adelante, por fin escuchó algunas voces. Había llegado a un pequeño parque lleno de niños jugando. Se acercó a paso lento y comenzó a observarlos para minutos después empezar a imitar lo que ellos hacían. Si alguien se subía al columpio el hacia lo mismo. Si alguien se deslizaba por la resbaladilla, él lo imitaba. Comenzó a aprender a comportarse como ellos.

    —¿Quieres jugar con nosotros? —preguntó un de los niños al haberlo observado imitándolos.

    Él comprendió sus palabras, el idioma le era familiar, pero él todavía no podía expresarlas por lo que simplemente asintió, y el niño sonriente lo llevó hasta sus compañeros.

    —Miren, traje a un amigo —presentó el niño—. Ahora si podemos jugar. Tres contra tres. Él estará en nuestro equipo, ¿estás de acuerdo, Sebas?

    —Sí. ¿Cómo te llamas?

    Él abrió un poco la boca y comenzó a mover los labios intentando formular vocablos, pero aunque lo pudiera hacer no sabía que responder. ¿Un nombre? ¿El tenía un nombre? Si era así, ¿cómo se llamaba? No estaba en sus datos.

    —¿Eh? —Sebastián se acercó haciendo un además de que no escuchaba nada—. No te escuché, habla más fuerte.

    —Déjalo, quizás es tímido o mudo —mencionó el muchacho que lo invitó.

    —Eso no importa, vamos a jugar de una vez —alzó la voz otro de los niños deseoso de empezar a jugar.

    Todos estaban de acuerdo, se pusieron en sus respectivas posiciones y comenzaron a jugar al fútbol. A él lo habían puesto como portero, limitándose a seguirlos con la mirada hasta que uno del equipo contrario se acercó y tiró la pelota, ganando un punto.

    —Ah, ¿por qué no la detuviste? —se quejó el nombrado Sebastián—. Sabes jugar ¿no? Es muy fácil ser portero, solo debes evitar que la pelota entre a la portería, no es nada del otro mundo.

    Evitar —fue su primera palabra.

    —Ajá, que no pase el balón de la portería. Detener la pelota.

    —¡Ya! Vamos a seguir jugando —dijo el niño que metió el primer gol—. Uno contra cero. Aprendan a vivir con esa derrota.

    Volvieron al juego y esa vez él intentó detener la pelota tal como observaba hacia el portero del otro equipo, igualmente notaba la alegría en el rostro de sus compañeros cuando detenía la pelota ante de llegar a la portería. El tiempo transcurrió y poco a poco el cielo fue tornándose naranja, indicando lo tarde que era. Los muchachos se despidieron con una sonrisa de satisfacción, empapadas de sudor y sucios de tierra.

    Cada uno se retiró a sus respectivos hogares a excepción de él, quien observó de nuevo el alrededor y aquel sitio, que una vez estuvo lleno de risas de niños y ruidosos juegos rechinando, ahora estaba solitario. El cielo había oscurecido y de nuevo se encontraba solo. Levantó la vista para ver en lo alto de la colina una pequeña parte de la mansión. Tomó asiento en una de las bancas y se estuvo allí toda la noche hasta que amaneció. Poco a poco el lugar se iba llenando mientras el robot esperaba a los chicos del día anterior. Se levantó cuando escuchó un extraño sonido, curioso se acercó de donde vino el ruido, había sido detrás de unos arbustos. Desde allí pudo ver a una niña, del otro extremo, estaba arrodillada bajo la sombra de un árbol.

    Ella parecía estar escarbando con una pala de plástico mientras se limpiaba las lágrimas que sus ojos dejaban salir de forma incontrolable, sollozando. Él se acercó, mostrando curiosidad ante esa escena.

    —¿Qué... haces? —preguntó, tomando la misma posición que la de ella, a su lado.

    La niña lo miró, sus orbes grises estaban rojos, se limpió la nariz a la vez que bajaba la mirada hacia el cuerpo de un conejo inerte de pelaje marrón. Él volvió su vista al conejo e iba a tomarlo.

    —¡No lo toques! —gritó ella mirándolo con ojos irritados y él se detuvo alejando su mano del cuerpo.

    La observó. ¿Hizo hecho algo malo? ¿Por qué tenía esa mirada? Apretó el puño a la vez que bajaba la cabeza para observar detenidamente el agujero que ella estuvo escavando. Los ojos de ella se entristecieron mientras volvía a su labor, se sintió terrible al haberle gritado.

    —Estoy excavando una tumba para mi mascota —dijo con voz muy profunda—, porque murió.

    ¿Murió?” No tenía conocimiento de aquella palabra.

    —¿Q-qué sig-nifica “murió”? —articuló.

    —Significa que alguien ya no tiene vida y que ahora ya no lo volveré a ver más.

    Él observó su reacción, cada vez que hablaba de eso más agua fluía de sus ojos. ¿Era la reacción que se debía hacer cuando algo moría? No lo comprendía del todo, pero llevó sus manos hacia el agujero y comenzó a ayudarla. Ella se sorprendió y un poquito más animada le explicó:

    —Ruber, era el nombre de mi mascota, y yo veníamos a este parque a jugar juntos, específicamente en esta zona, y por eso quise que su tumba fuera aquí. Por eso estoy haciendo su tumba bajo este árbol. Por cierto, me llamo Eva, ¿cuál es tu nombre?

    Todos tenían un “nombre”. Los chicos con lo que estuvo jugando también se nombraban con uno, ella tenía uno y hasta su mascota, ¿por qué él no? ¿Tenía uno? ¿Cómo se llamaba?

    —N-no tengo nombre.

    —¿No tienes? Es extraño, todos tiene uno, ¿no te gusta el tuyo? —preguntó al momento que colocaba con cuidado el cuerpo del conejo dentro del agujero—. Si no te gusta el tuyo —continuó ella terminando de enterrar a su mascota—, puedes tener un apodo.

    —Ruber —soltó.


    . . .​
     
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    Interesante saber de donde saco su nombre Ruber y su primer contacto con el mundo exterior , aunque aun queda el misterio de ¿por que despertó sin nadie a su alrededor para recibirlo? . Me agrado este capitulo.

    ¡saludos! :)
     
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  10. Threadmarks: Capítulo 5.- Eva y Ruber
     
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    Capítulo 5
    Eva y Ruber


    —¿Ruber? —Se sorprendió ella—. ¿Por qué Ruber?

    Eva comenzó a enterrar al conejo.

    —E-es un nombre bien.

    —Es el nombre de una mascota —razonó ella, pero no evitó sonreír, ese chico era muy extraño.

    Ella se incorporó una vez terminó su trabajo y Ruber también lo hizo.

    —Te manchaste, mira —dijo ella apuntando las rodillas sucias de tierra.

    —Te manchaste, Eva —respondió él, apuntando el pantalón de ella.

    —Los dos nos ensuciamos —dijo sonriendo—. Me tengo que ir.

    —¿Ahora?

    —Sí, es que si no me voy ahora, mis padres se preocuparan. Tú también deberías irte o tus padres se preocuparan, pero nos veremos mañana, ¿sí? Claro, si tus padres te dejan venir. Espero que sí.

    Él asintió y como mero reflejo sonrió al ver que ella esbozó una calurosa sonrisa y dando media vuelta se alejaba. Por otra parte, Ruber se quedó meditando en aquella nueva palabra: Padres. ¿Padres? ¿Qué era un “Padres”? Se le olvidó preguntarle. No sabía lo que eran, pero supuso que debían ser alguien importante para que ella no quisiera preocuparlos.

    Posteriormente, se quedó allí, tal como se lo prometió, la esperó mientras se juntaba y jugaba con aquellos niños. Pasando otro día más, los niños junto con los padres se fueron retirando del parque. La noche cayó y las estrellas se levantaron en lo alto y Ruber se mantuvo de pie, con la vista fija al lugar dónde la vio desaparecer.

    Al día siguiente, Ruber observó como el pequeño parque volvía a cobrar vida, hasta que por la tarde se volvió a encontrar con Eva.

    —Hola, perdón por la tardanza, ¿me esperaste mucho? —se disculpó ella—. Tuve que insistir a mis padres que me dejaran venir, les dije que había prometido a un amigo volver. Me alegra que este aquí.

    —Llevas... ropa diferente —dijo él al verla detenidamente.

    —Sí, es lo normal —Ella se percató de la misma vestimenta de él, aunque por educación no dijo nada, al contrario, dio una vuelta completa como quien modelaba su vestimenta—. ¿Te gusta mi ropa? ¿Qué opinas de mi sombrero, es bonito verdad?

    Él asintió con una sonrisa en su rostro.

    —Me gusta… —Apuntó la enorme flor sobre el sombrero.

    —¿La flor? Sí, lo sé. Me encantan las flores. Le rogué a mami que me comprar este sombrero.

    Ruber pudo notar el diferente semblante que ella tenía ahora al día anterior, se veía mucho mejor así. Le agradaba su compañía. No hacían nada como jugar o subirse a los juegos al lado de ella, lo único que hacían era platicar, o mejor dicho, ella contar pequeñas anécdotas, y él se limitaba a escucharla con mucha atención. Estaba aprendiendo mucho con ella. Aprendía mucho de sus acciones y reacciones. Fue de esa manera que, una amistad nació entre ambos niños. Eva nunca preguntó por la familia de él, más que nada porque cuando lo hacia Ruber se quedaba callado. La pequeña llegó a pensar que quizá no se llevaba bien con ellos o tenía algunos problemas familiares. No deseó inmiscuirse en el asunto.

    Dos días después, ella lo invitó a su casa para presentarle a sus padres, pues ellos deseaban conocerlo porque que su hija había estado hablando mil maravillas de él.

    —¿Puedes venir a mi casa? —preguntó ella—. Me gustaría presentarte a mis padres, son buenas personas. ¿Puedes acompañarme?

    —Claro que sí.

    De esa manera fueron a la casa y jugaron en el patio. Los padres de Eva estaban muy felices de ver a su hija feliz jugando con un nuevo amigo. La hora de la comida llegó y todos se sentaron la mesa, Eva estaba muy contenta de poder invitar a un amigo a casa. Y también de ver a sus padres felices de eso. La madre de Eva sirvió la comida a todos. Comenzaron a comer a excepción de Ruber quien dirigía su vista inquisitiva a la comida, como esperando a que de ella saliera algo extraño, y después volvió a mirar a la familia. Parpadeó un par de veces, miró los cubiertos al lado del plato, los tomó para mirarlos, observó a las personas de la mesa.

    —Es guisado, espero que te guste —aclaró la señora ante la mirada del niño.

    —Es que... no se si pueda —admitió el niño.

    —Vamos, come, no seas tímido —insistió la mujer, con una amplia sonrisa en su rostro, malinterpretando las palabras de Ruber.

    Ruber observó por unos segundos el plato y después a la madre de Eva. Agarró el tenedor y poniendo un poco de sopa se la llevo a la boca, empezó a masticarla, no le sabía a nada. Era como si masticara aire o algo insípido, sin sabor, pero él no lo sabía.

    —¿Te ha gustado? —cuestionó la mujer con ojos grandes.

    Él simplemente seguía masticando, aparentando degustar la comida.

    —Querida, no le insistas —Se interpuso el padre—. No le obligues a comer, quizás ya comió en casa. Le hará daño si le fuerzas a comer.

    —Tienes razón querido —dijo la madre mirando al muchacho—, disculpa mi insistencia. Pero cuéntame, Ruber, ¿tus padres saben que estas aquí?

    Ahora Ruber comprendía un poco más sobre lo que era un padre, al escuchar a Eva hablar de ellos. Eran personas mayores a quienes se les quería y le obedecían.

    —Yo… —el tenía en el sistema a alguien igual, a un padre, el tenía a un padre. La diferencia es que él no sabía dónde estaba porque no lo vio cuando despertó. A él era quien debía haber estado a su lado.

    —Obviamente lo saben, mamá —contestó Eva por él.

    —Yo tengo un padre —dijo Ruber, teniendo la atención de todos.

    —¿Y tu mami? —preguntó la señora. Se enterneció al ver como la mirada de Ruber se tornaba seria.

    —Yo… no tengo una, pero si un padre —respondió.

    La madre de Eva cambió el tema al creer que algo le había sucedido a ella. No quiso entristecer al niño.



    . . .​


    El Lykan, color rojo plateado, de Klaus Val se iba acercó a la mansión. Una vez llegó a la cochera lo estacionó y bajando del automóvil llenó sus pulmones del fresco aire. Le estresaba tener que viajar en aviones, aunque fueran privados, y le cansaba tener que viajar a ciudades grandes, ruidosas y contaminación ambiental. Antes no era así, ahora era diferente, su cuerpo y salud ya no eran los mismos de hace diez años atrás, si quiera cinco atrás. Esos últimos años parecía un viejo cascarrabias que se quejaba de todo. Le gustaba esa pequeña ciudad porque no era tan grande, todavía no era ruidosa y continuaba teniendo buena seguridad. La mejor decisión que había tomada fue levantar su casa en esa colina que emanaba paz y tranquilidad.



    Hogar dulce hogar, pensó al ver su refugio después de estar casi una semana fuera del país. Con pies de plomos entró a la casa y fue recibido por la ama de llaves. Su nombre era Margarita Cuéllar.

    —¿Cómo le fue en su viaje, señor?

    —Algo estresante. Tomaré un baño, llámeme cuando el agua esté caliente.

    —Está bien.

    La mujer se retiró a la vez que Klaus se encaminaba hacia el laboratorio para echarle un vistazo a su pequeña creación, quien estaba apunto de despertar cuando lo llamaron para ir a hacer aquella conferencia para incentivar a los jóvenes científicos. Se vio en la obligación de programar su desesperar y mientras bajaba las escaleras miraba la hora, según estaba previsto despertaría en poco menos de 24 horas. No obstante, su semblante cambió al llegar a su laboratorio y ver la capsula vacía. Con el corazón en la mano subió las escaleras como si de un niño de diez años se tratara. Comenzó a buscar por la mansión, salas, habitaciones y en cada rincón Comenzó a sentir un sentimiento que nunca creyó experimentaría: impotencia y miedo lo consumían. ¿A dónde podía ir? En su memoria tenía un básica conocimiento, pero solo eso, ¿a dónde podía ir, prácticamente, un recién nacido?

    —¿Le sucede algo, señor? —inquirió la ama de llaves al notarlo alterado—. Por cierto, el agua está lista.

    El varón acortó distancia.

    —¿A notada algo inusual estos últimos días? —preguntó. Estuvo tan apurado en buscarlo que no observó la fecha en que el que el robot despertó—... quizá a un niño, deambulando por las cercanías.

    La reacción de la mujer fue desviar la vista ha cierto lugar. Los ojos oscuros de él no evitar seguirla, poco después Margarita lo volvió a mirar a la cara, pero no le respondió nada, solo negó con la cabeza. Desde su posición, el varón de mirada oscura suspiró.

    —Gracias, Margarita. Antes de meterme a bañar, iré a hacer algo. Pero si nota algo raro, avíseme cuanto antes.

    No podía quedarse con los brazos cruzados, necesitaba encontrarlo, tanto por la seguridad de él como la de los demás. Desconocía como pudiera reaccionar ante nuevos estímulos o fuertes emociones. Antes que nada, lo que él quería hacer era educarlo él mismo. Tampoco sabría que pasaría si hubiera algún accidente en que estuviera involucrado, después de todo aunque fuera un niño era una máquina y lo último que quería era escuchar en las noticias sobre eso. Nadie sabía lo que hacía. Nadie sabía lo que estuvo asiendo bajo el sótano durante esos dos años. A pocos les comentó, palabras que fueron barridas por el aire. Subió al Lykan y bajó la pendiente, estacionó el auto cerca del parque de juegos y salió en su búsqueda.

    Nada.

    Exhaló de forma cansada, pesada. Como si su aire fuera hecho de plomo, le dolía el pecho al respirar. Observó a su alrededor, el griterío de los niños, el ladrido de los perros, el motor de los autos, el rechinar de los juegos... inundó sus oídos, su mente. ¿Por dónde debía comenzar a buscar? ¿A dónde iría? No sabía si seguía dentro de la propiedad o si se había alejado, o si quiera estaba en la ciudad.

    Caminó de nuevo hacia su automóvil y subió a él. Tomó su movíl y buscó en sus contactos el nombre de Marino White. No tenía opción que pedir la ayuda de la policía. A lo mejor lo vieron vagando y al ser un niño perdido, buscarían a sus padres. Era un niño con características muy definidas, darían fácilmente con él. Klaus se llevó el teléfono a la oreja y escuchó como la llamada entraba, sonaba, pero colgó de inmediato. No estaba preparado para contarle a Marino sobre ese niño, su hijo. Nunca fue de muchas palabras y siempre prefirió guardar silencio a lo que se refería su visa personal, valorando la privacidad.

    Era cierto que White es su mejor amigo, el único quizá, pero tampoco solía ser muy abierto con su vida personal. Decidió dar una vuelta, preguntar a los vecinos y si de verdad no llegaba a encontrar, no tendría más opción que recurrir a la policía.
     
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    Bueno el misterio del por qué despertó Ruber solo ya fue revelado y pobre del señor Klaus que tuvo la desagradable sorpresa de volver a su casa y encontrar a su creación extraviada, también me gusta mucho la relación entre Ruber y Eva ,siendo ella la primera persona de la que aprendió sobre el comportamiento humano . Espero en los siguientes capítulos averiguar que paso con ella.

    ¡Saludos!
     
    Última edición: 24 Julio 2017
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  12. Threadmarks: Capítulo 6
     
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    mastermystery Gracias por el apoyo a pesar de haber tardado tanto en actualizar la historia. Espero que la historia siga siendo de tu agrado; poco a poco las dudas se irán disipando. Un saludo.


    Capítulo 6

    Klaus informó a la policía sobre un niño perdido. Una vez le pidieron sus rasgos, él se los describió. No iba a ser difícil dar con él puesto un rasgo evidente era que tenía heterocromía. No había registro de que hayan reportado a un niño con esas características. No obstante, con más razón los oficiales se apresuraron a buscarlo.

    A pesar de que le aconsejaron a Klaus que no se preocupara y que regresara a su casa a esperar su llamada, el hombre no hizo caso a lo sugerido y, aparcó su vehículo frente a la entrada de su mansión. Bajó por del carro y comenzó a caminar por los alrededores, buscando por si solo al androide. Primero pasó por el parque, posteriormente pasó por las calles próximas, preguntando a los vecinos si lo habían visto. Tenía la esperanza de encontrarlo antes que los hombres de la ley.

    Kluas suspiró cansinamente al levantar la vista y ver lo tarde que era; el atardecer así lo indicaba. El día había concluido muy rápido. Se encaminó de nuevo al carro y, aunque no estuvo conforme con el resultado, sabía que mañana sería otro día.

    —Disculpe —dijo un hombre, acercándose al trajeado una vez subió al auto.


    —¿En qué puedo ayudarle? —preguntó Val mirando al hombre desde abajo.

    —Alguien me dijo que estaba buscando a un niño.

    —Así es —Aunque lo disimiló, sus ojos brillaron de emoción de escucharlo decir eso—. ¿Sabe algo?

    —Sí, lo vi estos pasados días jugando por el parque. La última vez que lo vi iba acompañado de una niña más o menos de su edad.

    —¿Hacía que dirección iban?


    —Por ésta de aquí—El hombre apuntó dicha dirección.

    Klaus bajó del vehículo sin dejar de mirar la calle. Agradeció al hombre por la información y se encaminó hacia el vecindario. No estaba seguro en que casa podía estar, así que tocó y preguntó a quienes vivían ahí si vieron al muchacho. Tocó en tres casas cuyo resultado fue negativo, mas la cuarta vivienda, la señora asintió al recordar a la niña; a Eva, era muy fácil reconocerla e igualmente a su peculiar nuevo amigo.

    Mientras tanto, en el hogar de Eva, los niños se encontraban viendo la televisión, entretenidos cuando el timbre de la casa sonó. Escucharon los pasos de la señora dirigirse a la puerta para después escucharla llamarlos:

    —Niños, ¿pueden venir aquí un momento?

    Ruber y Eva se miraron mutuamente. Se levantaron del sillón y haciendo caso a las palabras de la mujer se encaminaron, agarrados de la mano como ya lo hacían de costumbre; Eva se había encariñado mucho con él y él, también con ella por ser su primera amiga. Con curiosidad los dos se asomaron para mirar al moreno desde la puerta.

    Klaus, desde el otro lado de la puerta al ver a Ruber se asombró, intentó disimular aquel sentimiento con un rostro serio; era perfecto, mejor de lo que creyó. Tenía la perfecta apariencia de un niño humano. Kalus desvió la vista de los niños hacia la ama de casa. Su creación había sido todo un éxito.

    —¿Qué sucede, mami? —preguntó Eva mirando a los adultos.

    —Este señor busca a Ruber.

    “¿Ruber?” pensó Klaus pasando su vista y ver que él agarraba la mano de ella.

    —¿Es tu papi? —inquirió Eva mirando a su compañero.

    Ruber parpadeó un par de veces y sin dejar de mirar a Klasu. No contestó.

    —Me tenías preocupado —dijo Val. Extendió la mano hacia Ruber—. Vámonos, hijo. Te llevaré a casa.

    —Disculpe las molestias, señor…

    —Val.

    —Señor Val. Yo pregunté a su hijo si sabía que estaba aquí.

    —No. No lo sabía. Salió de casa sin mi consentimiento y, terminé llamando a la policía.

    —De verdad me disculpo —continuó la señora muy apenada, miró a su hija con un poco de severidad. Eva agachó su rostro avergonzada pues supo que había mentido, quería que Ruber se quedara a dormir.

    —Él no hizo nada raro, ¿verdad? —indagó Val.

    —Oh no, para nada. Ruber es un buen muchacho, se aportado muy bien —se colocó detrás de los niños, tomó de los hombros a Ruber y continuó con una sonrisa—. Usted tiene un niño maravilloso. Ha hecho muy feliz a mi hija.

    Klasu volvió a y esta vez Ruber la tomó. ¿Él era su padre tal como el señor y la señora lo eran de Eva? Sí, lo era. Lo reconoció facialmente pues estaba en sus datos; A ese hombre ya lo conocía, él era lo que Eva llamaba padre. Los dos se despidieron y se encaminaron hacia el auto del científico. En el transcurso, Klaus echó un vistazo a Ruber.

    —Escuché que te llamaron Ruber.

    Él asintió.

    —Así me llamo, Ruber.

    —No, tú te llamas Andro.

    Ruber alzó la vista para ver al hombre. Soltó su mano y contestó:

    —Se equivoca, mi nombre es Ruber, no Andro.

    —Tu nombre es Andro —repitió Val, molesto.

    —Ruber es mi nombre, así me llamó Eva, mi amiga. Yo soy Ruber, no Andro.

    Val se detuvo. Ruber hizo lo mismo. A Klaus le molestaba escucharlo decir eso. Su nombre debía ser Andro. Andro. Andro, no otro.

    —Escucha, Andro —se inclinó para estar a la altura de él—. Despertaste antes de lo previsto y, desafortunadamente has estado en contacto con otros y quizá estés confundido, pero, debes saber que tú no eres igual que esa niña o que cualquier otro niño. Me gustaría que no volvieras a verla.

    Klaus retomó el camino y Ruber se quedó parado por unos segundos antes de retomar el camino alcanzando a Klaus.

    —¿Por qué? ¿Por qué no puedo verla más? ¿Y por qué no soy igual a los demás?

    —Porque tú eres una máquina. Eres un robot con un alma artificial, programado para aprender la reacción de los humanos y comportarte como ellos. Aquellos sentimientos que puedas sentir solo serán un reflejo de los sentimientos que aprendiste de otros. No nacen por tu propia cuenta. Eva crecerá, pero tú te quedarás igual, con esa apariencia, por eso no quiero que ella se encariñe contigo y mucho menos que tu lo hagas con ella. Ahora, sube al auto, Andro.

    —¿Puede llamarle Ruber?

    Klaus frunció el ceño, en verdad le molestaba que menospreciara su nombre. Él debía ser Andro. Era Andro.

    —Sube, anda.

    —Puedo hacerle una pregunta, señor —cuestionó Ruber ya en el auto—. ¿Por qué nací? ¿Por qué estoy aquí?

    —Porque te creé con un propósito —respondió.

    —¿Cuál es? —preguntóRuber con un semblante serio.

    —Tú único propósito es...


    ***​


    No eran sueños porque no podía soñar. Eran recuerdos que se formaban de vez en cuando como sueños al cerrar los ojos. Tampoco podía, o mejor dicho, necesitaba dormir; la energía que necesitaba la sacaba del mismo sol, gracias a pequeñas celdas que convertían la luz en energía, funcionaban como los paneles solares y que además, éstos estaban estratégicamente distribuidas en su piel y uñas.Además de que podía almacenar energía hasta por un mes, si hipotéticamente, permanecía encerrado en un cuarto sin ninguna clase de luz.

    Daba la ilusión de que podía dormir simplemente porque así lo deseó Klaus. Sencillamente porque daba más la apariencia de un ser humano.

    Ruber se levantó del sillón donde había descansado. Buscó a Andro mas no lo encontró, así que lo llamó.

    —¡¿Andro?!

    —¡¿Qué?! —lo escuchó a lo lejos.

    —¡¿Dónde estás?!

    —¡Afuera, en el patio!

    —¿Qué haces? —preguntó mientras se dirigía al lugar a paso calmado.

    —Miro.

    —¿Qué miras?

    —A los animales.

    Ruber corrió a toda prisa al patio para efectivamente, ver a su hermano acuclillado, con un recipiente color blanco en su poder. Andro se giró y dibujó una sonrisa de oreja a oreja al ver a Ruber ahí. Despuéslevantó el recipiente y preguntó a su hermano:

    —¿Sabes lo que hay aquí dentro?

    Ruber se acercó e intentó arrebatarle aquel bote blanco.

    —Lo vas a matar —dijo lo obvio el mayor—. Necesita aire para respirar.

    El bote se movió frenéticamente. Lo que fuera que estuviera allí, deseaba salir. Andro no dejó que Ruber se lo quitara.

    —Debes hacerle un par de agujeros para que entre el aire.

    —Lo sé.

    —Iré por el señor Marino.

    —Él no está. Se fue.

    —¿A dónde?

    Andro se encogió de hombros.

    —A trabajar, supongo. Lo vi salir en la mañana, temprano. Una vez que me preguntó si estaba despierto me dijo que debía salir y, antes de abrir la puerta, se volvió de nuevo a mí y me preguntó: “¿Estarán bien sin mí por unas horas?” Yo le dije que sí. Y luego salió.

    Ruber se giró para volver a entrar a la casa y, poco antes de entrar vio algo que le sorprendió, abrió los ojos de par en par al ver una jaula de ave abierta, tirada a un lado de la puerta. Se giró lentamente para volver a dirigir la vista al bote blanco que se seguía movía en las manos de Andro. Rápido se dirigió de nuevo a él para quitarle de las manos sí o sí el recipiente.

    —Tienes que dármelo. Es la mascota de Marino, no puedes hacerle esto.

    A pesar de que se rehusó, Ruber por fin se lo quitó y abrió la tapa para dejar salir a un pajarito azul que cayó al suelo, imaginando que había pasado lo peor, pero luego, lo vio mover la cabecita. Lo tomó en sus manos con mucha delicadeza y lo llevó hasta su jaula, lo metió de nuevo allí.

    Lo último que quería era hacerlo enojar; y así lo hizo. Andro lo miró con un semblante serio, como quien asesinándolo con la mirada, sin embargo, terminó dibujando una sonrisa y posteriormente concluir con un:

    —Bueno.

    Ruber siguió con la vista a Andro hasta verlo desaparecer dentro del edificio.
     
    Última edición: 8 Agosto 2017
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    mastermystery

    mastermystery el enigmático

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    Pobre Ruben me dio mucha pena que Val lo alejara de Eva , aunque se entiende que lo hizo para no arriesgarse a que descubran que es un robot y por que como dijo el mismo Val ,Eva al final crecería y el seguiría viéndose igual , además alegaba que Ruben solo imita emociones humanas , pero si las imita y comprende ¿No podría llegar el a desarrollar emociones propias? . También Andro parece carecer de empatía o no comprender del todo el comportamiento humano, al casi matar ese pájaro, cosa que lo hace muy peligroso , esperare con emoción el siguiente capitulo.
     
    Última edición: 30 Julio 2017
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    Borealis Spiral

    Borealis Spiral Fanático Comentarista destacado

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    ¡Ay Dios mío! No sabes lo mucho que estoy amando esta historia. Me trae tantos recuerdos de Esbozando lo Prohibido :'D

    Ruber y Andro, dos entidades totalmente creadas a manos de Kalus Val (amo a ese hombre, tú lo sabes, por muy Gary Stu que creas que sea xD), que también muestran ser completamente diferentes uno de otro. También me ha gustado conocer un poco más de Marino White, quien sin duda ha mostrado ser un gran amigo del difunto Klaus al acoger a sus dos pequeños. Ahora, me pregunto si esto que pasó con Ruber de su despertar inesperado y antes de fecha y su relación con Eva tuvo que ver con el hecho de que Klaus le encargara a Marino sólo a Andro... No, espera, en este capítulo Klaus ha sido muy persistente con llamar a Ruber Andro, lo que significa que no reconoce el nombre de Ruber para él. ¿Podría ser que al decirle que cuidara a Andro, se refería exactamente a ambos? ¿Los consideraba una entidad única de algún modo? Porque si no, ¿cómo sería llamado Andro si Ruber era originalmente Andro?

    Dudas y más dudas. Esas no pueden faltar en tus escritos, ¿verdad? Pero está bien, sabes que aún así te quiero. Y nada, espero con ansias y paciencia el próximo capítulo a ver cómo avanza esto y si se desarrolla más el asunto con Andro quien sí, carece de empatía. Por cierto, cuida esos errores que te pasan; ya no tanto la ortografía, sino las frases inconclusas.

    Estas dos frases se te pasaron, mira, si hasta la segunda tiene el punto y todo pero sin concluir xD
    Y nada más, yo me despido y te cuidas.

    Hasta otra.
     
    Última edición: 7 Agosto 2017
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    Marina

    Marina Usuario VIP Comentarista Top

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    Hola, aquí para decirte que esta historia contada en esta perspectiva, me ha parecido no sólo interesante, sino tierna. Imaginarme a Ruber y Andro siendo niño se me hizo muy lindo.

    Es genial que aunque fueron fabricados por la misma mano, la del ingenioso Val, ambos niños son diferentes, como la noche del día. Me pareció un gran detalle que Ruber consiguiera su nombre de la fallecida mascota de Eva, asimismo me pareció muy dulce la relación que rápido se desarrolló entre Eva y Ruber y tampoco yo pude evitar recordar pasajes de EloP; muchos recuerdos y vaya, qué nostalgia sentí de pronto xD

    Ya existen varias incógnitas que están en el aire, como esa por ejemplo de por qué Val en su carta a Marino se refiere sólo a Andro: quizás sea como ha dicho Bore-chan y su creador se refiera a los dos como una única entidad y Val simplemente haya querido que ambos niños tuvieran el mismo nombre, pero como que no me parece lógico. Otra incógnita es la de por qué Klaus hizo una réplica del primer niño, ¿quizás vio una falla en Ruber cuando notó que este puede casi pensar por sí mismo, como si estuviera cobrando un grado de libre albedrío? Porque así me lo ha parecido al defender el niño su nombre y sobre todo, ese momento con el ave de Marino:

    Ruber mostró preocupación y ternura al tratar al animalito. Me pregunto también si Klaus los hizo así a propósito, tal vez experimentaba algo importante, pero el experimento quedó a medias porque murió. Por cierto, comienza muy triste esta historia. La muerte de Val no deja de lamentarse. Otra cosa, sé por lo que he leído que esta historia es muy independiente de EloP, así que supongo que Eva y Evel no son la misma :)

    Bueno, también supongo que poco a poco irá despejándose cualquier duda.
    Saludos. TQM
     
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  16. Threadmarks: Capítulo 7
     
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    Por compensación de que la semana pasada no actualicé debido a que estuve muy ocupado, les traigo un capítulo más extenso de lo normal, por lo que, espero lo disfruten. Pero antes:

    Mastermistery, gracias por comentar y, allí está la cuestión: ¿será posible que Ruber pueda expresar propios sentimientos o simplemente es un reflejo del humano? Y sobre Ruber, bueno, solo puedo decir que sí, si no se hace algo con él puede que resulte algo peligroso.

    Marina y Borealis, qué grata sorpresa verlas por aquí. No saben lo feliz que me sentí al leerlas. Me alegra que hayan preguntado todas esas cuestiones, cada una de ellas tiene una respuesta y, que más rápido de lo que creen serán respondidas. Solo quiero aclarar que, esta historia no tiene nada que ver con el universo de Esbozando lo Prohibido, por lo que si existen similitudes son solo coincidencias. Así que, Marina, aquí Evel y Eva son diferentes; Evel es una señora con ese nombre y Eva es una niña con ese nombre :SMILE1:


    Capítulo 7


    El avión de Evelina arribó poco después del medio día. Por fin había llegado a la ciudad después de ese largo viaje de negocio. Mientras bajaba del avión su mente vagaba al recordad la última conversación que tuvo con su viejo amigo, Marino. Estaba ansiosa de poder conocer a los dos androides que se alojaban en su hogar.

    Deseaba pasar primero a la casa de él antes de la suya para dejar, pero no podía hacer eso. Su vista posó a la bolsa que colgaba;antes que nada debía terminar un informe para pasárselo a su jefe y hasta entonces, no podía hacer nada. Tomó la maleta y salió a paso veloz del aeropuerto. Se sorprendió al casi llegar a la salida y ver a alguien allí, esperándola porque levantó la mano en son de saludo al divisarla.

    —Comandante, qué sorpresa —dijo ella, acortando distancia entre él y ella—. De verdad no esperaba verlo por aquí.



    —Cómo no iba a recibirte, Evel —El hombre de buen aspecto alargó la mano hacia la maleta que Evel tenía, ella se la dio—. Y por favor —continuó—, cuando estoy fuera de mi trabajo llamame por mi nombre.



    —Lo siento, Fabián. Pero en serio, ¿por qué estas aquí?



    Fabián Fumera era el comandante de la base militares de la ciudad y que por cierto estaba afiliado a la empresa en la que trabajaba Evelina, por eso la conocia. Era un hombre alto y de buena apariencia, y de buen nombre. Todo el mundo hablaba bien de él. Evelina y Fabián se habían conocido en una fiesta de negocios aun a pesar , desde aquel día, frecuentaban una que otra vez, especialmente él, quien insistía más en ir a beber o comer algo.

    —¿Cómo que por qué? Sabía que vendrías sola, y como te habías ido con un grupo, supuse que al llegar llamarías a un taxi, ¿cómo iba a permitir que subieras a uno? —Fabián la miró brevemente con seriedad al concluir—. ¿Por qué no me llamaste?

    —No quería ser una molestia —terminó diciendo.

    —Sabes que nunca lo es.

    Los dos salieron, y lo primero que sintió la mujer fue la fresca brisa. Que agusto era volver a su ciudad y sentir aquella fresquedad que carecia el lugar donde vicitó. Fumero guió a Evel al vehículo y una vez arriba del mismo, Fumero alcanzó a ver a su amiga pensativa y para romper el silencio, preguntó:

    —¿Viaje largo?

    —Ni que lo digas. Y mucho trabajo; todavía tengo que terminar algo.

    —Siento mucho tu perdida —dijo Fabían al pensar que su seriedad se debía a esa lamentable noticia—. Había escuchado que Klaus y tú eran amigos.

    —Sí, lo eramos. Últimamente no frecuentábamos mucho debido a nuestros trabajos. Precisamente, mañana tengo pensado ir a visitar a otro amigo.

    —¿Así? Oye, ¿te apetecería ir a comer algo? Debes tener hambre.

    —Agradezco la invitación, Fabián, pero como veras, acabo de llegar de un largo viaje y lo primero que deseo es darme una ducha y descansar un poco antes de terminar con un informe.

    —Claro, tienes razón.

    De esa manera la llevó a su casa. La ayudo y ella por fin pudo respirar con tranquilidad. Antes de entrar a la casa revisó el buzón, tomó todas las cartas que había dentro. Al salir de bañarse ojeó las cartas; vio cada sobre fugazmente, dejando uno a uno sobre la mesa al ver que solo se trataba de facturas o simplemente de propaganda, sin embargo, uno de ellos llamó completamente su atención. Era un sobre completamente banco, tan solo en medio del mismo estaba escrito su nombre “Evelina Knoop”, le dio la vuelta para ver que tampoco estaba escrito ni su dirección ni el nombre de quien se la envió.

    —¿De quien será? —se preguntó en voz alta.

    Más extrañada que nada, abrió el sobre y desdoblando la hoja, comenzó a leer solo para abrir los ojos llenos de incredulidad mientras inconscientemente su boca se abría ante lo que leí. Definitivamente debía comunicarse con Marino lo antes posible.

    Una vez de terminar de leer la carta ni tarda ni perezosa agarró su celular para marcar a susodicho.


    ***​


    Marino se encontraba en su trabajo, sentado frente al escritorio de su oficina, ojeando un par de informes de un caso. No obstante, su mente no estaba en el trabajo, estaba en los dos robots que tenía en casa. No estaba seguro si había sido lo más correcto haberlos dejado solos. Ahora estaba preocupado por no haber hecho lo correcto.

    Exhaló al momento que dejaba las hojas sobre el escritorio. Ya deseaba que su trabajo terminara. En eso, escuchó su celular sonar, se puso nervioso ante la repentina llamada pues no esperaba ninguna. Rápidamente sacó el teléfono y se extrañó aún más al ver el número; era desconocido. Descolgó.

    —Ah, hola —se escuchó la voz preocupada de una señora—. ¿Estoy hablando con el señor Marino White?

    —Así es, soy yo. ¿Sucede algo? —no evitó preguntar igualmente preocupado y, con voz seria con gran expectativa a lo que dijera.

    —No es nada grave, en realidad. Solo deseabacomunicarme con usted.

    —Perdone, ¿puedo saber con quién estoy hablando y de dónde me conoce?

    —Disculpe mis malos modales, no me presenté correctamente. Mi nombre es Margarita y era la asistente que iba a la mansión del señor Val. Le ayudaba con la limpieza y también a cuidar de sus cosas mientras iba de viaje.

    —Oh, ya veo —Marino se acomodó en el asiento un poco más tranquilo—. ¿Se puede saber a que se debe su llamado?

    —Quería preguntarle si usted recogió al muchacho… ¿a Andro?

    Marino, inconscientemente, se levantó del asiento, provocando que sus compañeros que estaban al rededor lo miraran con rareza. Y es que no pudo evitar no sorprenderse al escucharla, por lo que le respondió inmediatamente:

    —Así es, ahora está en mi casa.

    Marino pudo distingue un suspiro de tranquilidad desde el otro lado de la línea, y posteriormente escuchar a la señora continuar más calmada.

    —No sabe el peso que me quita de encima. Sé que Andro estará en buenas manos. Si el señor Val le dijo que lo cuidara es porque confiaba en usted. El ya me había mencionado que tenía pensado encargarselo a usted, y me dejo su número de teléfono por si ocurría algo.

    White se avergonzó de escucharla decir eso. No se consideraba el el mejor que dijeran.

    —Ah, una cosas más, señora —dijo Marino poco antes de que la mujer colgara—, ¿usted sabía lo de Andro? —inquirió.

    —Sí, lo sabía. Como le mencioné, trabajaba con el señor Val.

    —¿Y usted sabe que él... Andro es...? —No supo cómo preguntárselo, o si quiera si debía hacerlo.

    Sin embargo, no fue necesario que continuara porque la señora Margarita concluyó con un:

    —Sí, lo sé. Muy pocos, o mejor dicho, pensé que nadie lo sabía y que el señor solo me lo contó a mí. Pensé que era la única que lo sabía. Por eso me sorprendió mucho cuando el señor Val me dijo que usted iba a cuidarlo después de su muerte, que en paz descanse. Yo, en realidad, me propuse a cuidarlo, y se lo mencioné, pero... vera, tengo nietos y... pensé mucho en si iba a poder o no. Ya tengo mi edad, después de todo. No sabía sí iba a ser capaz...

    —La entiendo —No deseó que se explayara de algo que quizás le incomodaba—. Comprendo que cuidarlo es una responsabilidad enorme. Muchas gracias por hablar conmigo y hacerme saber ese dato.

    Los dos se despidieron.

    Colgó. Marino miró el aparato pensativo. Había sido una llamada inesperada.

    Al parecer Blanca era de las pocas personas que sabían lo de Andro, aunque se le hizo extraño que no mencionara a Ruber. Deseó preguntarle por este último, pero al final no se ánimo y terminó con esa incógnita en su mente; algún día llegaría la respuesta. Volvió a sentarse una vez regresó a la realidad y también porque se percató que algunos curiosos lo seguían mirando. Un poco más animado, estaba apunto de agarrar el informe que estaba leyendo para ponerse al día cuando volvió a recibir una llamada. Extrañado, de nuevo, descolgó solo para llevarse una nada grata voz disconforme:

    —¡Marino! —escuchó la voz alterada de Evelina—. ¿Dónde estás? Te he estado marcando y marcando pero la llamada no entraba.

    —Estaba atendiendo otra llamada —contestó en voz baja, sorprendido de recibir una llamada de Evel, ya que, desde que se intercambiaron los números, en contadas ocasiones era él quien la llamaba y solo por ocasiones “especiales” o urgentes; como lo había sido el día anterior para contarle lo de Ruber y Andro—. ¿Qué es lo que sucede, por qué te escucho tan alterada? —preguntó al final el hombre, alarmante ante el tono de voz de ella.

    —Necesito hablar contigo ahora. Es sobre algo de suma importancia.

    —¿De suma importancia? —Esa palabra no le gustó nada —. ¿De qué es? —preguntó mientras se levantaba para ir a un lugar más privado.

    —No por teléfono sino cara a cara —contestó.

    Aquella respuesta más que saciar su incertidumbre, la incrementó todavía más. ¿Qué tan importante era "eso" para llamarlo con esa urgencia además de no poder decirselo por teléfono?

    —¿Nos vemos en tu casa o en la mía? ¿O prefieres reunirnos en otro lugar?

    Evel meditó en la respuesta, aunque ya tenía pensado dónde deseaba reunirse, mas sus ansias de ir a la casa de Marino para conocer la creación de Klaus era tan grande que estaba apunto de decir que la esperara en su casa. No obstante, me mordió la lengua y al final contestó:

    —Me gustaría vernos en la casa de Klaus.

    Marino, por su parte, se asombró que la cita fuera en ese lugar, pero sin titubear estuvo de acuerdo. Se verían ahí a las cinco de la tarde y, aunque Evelina quería que fuera directo de su trabajo, Marino se negó porque primero quería pasar a ver a Ruber y a Andro para cerciorarse que todo estaba en orden.

    Al salir de su trabajo manejó hasta el departamento, se estacionó enfrente de éste y bajó para estirarse un poco. Tenía muchas cosas en mente, seguía preocupado por cómo estaban los niños, pero también intrigado de lo que quería hablar Evelina y por qué había elegido la casa de Val; se masajeó su cuello mientras caminaba a su hogar. Estaba cansado. Su vida, literalmente, había cambiado de la noche a la mañana.

    Se detuvo poco antes de llegar al ver a unos metros a uno de los gemelos. Él estaba allí, parado mientras observaba algún punto de enfrente. Marino se giró para ver lo que el joven observaba; era un enorme árbol que se situaba a un lado de los apartamentos. Después volvió su vista al gemelo para ser testigo de como su rostro reflejaba tranquilidad, seriedad y, hasta pudo distinguir un grado de ¿aislamiento, tristeza? Quizá no pero, así es como lo veía; era como si el jovencito estuviera apreciando o meditando en algo. Apreciando la belleza de la naturaleza como él en ese momento apreciaba la capacidad de aquel robot de plasmar emociones.

    —¿Ruber? —preguntó retomando de nuevo el paso para acercarse al joven—, ¿qué haces aquí afuera?

    El chico apuntó hacia el árbol y añadió:

    —Una ardilla. Quería acercarme a ella al verla perocorrió y subió al árbol.

    Marino dirigió al lugar señalado y luego volver la vista al muchacho.

    —¿Te gustan los animales?

    Él asintió.

    —¿Por qué te gustan? —preguntó.

    Intentó responder, mas sus labios se quedaron paralizados.

    —¿Por qué le gustan a usted? —le planteó.

    Y Marino no supo contestarle algo concreto: ¿nunca se lo había planteado en realidad? Le gustaban porque eran criaturas maravillosas, eran adorables, eran una buena compañía o… simplemente porque era parte natural del ser humano amar y protegerlos. No lo sabía con exactitud. Cuando joven tuvo varias mascotas; desde gatos, perros, conejos, y desde que tiene memoria siempre le gustaron; tal vez unos más que otros, pero siempre gustándole alguno.

    —¿Y tu hermano, dónde está? —intento cambiar el tema preguntándole otra cosa.

    —Adentro, en la cocina, creo—contestó levantando el rostro para ver al mayor.

    —Vamos adentro, Ruber. Quiero decirles algo a ti y a tu hermano.

    Él estiró la mano para que Ruber la tomara, la asió con fuerza y los dos comenzaron a subir por las escaleras. Entonces fue cuando, a mitad de camino, el joven se dirigió al mayor y rectificarle un error:

    —Por cierto, señor,no soy Ruber, soy Andro.

    Marino abrió los ojos de par en par ante la aclaración, quedó petrificado, por unos segundos había creído que se trataba de Ruber; el chico más tranquilo y sereno. Había jurado que se trataba de Ruber. Y como si Andro hubiera sospechado su aturdimiento, esbozó una sonrisa y soltándose se alejó del hombre.

    Andro corrió el tramo que le faltaba para llegar al alojamiento.

    —¡Ruber, ya llegó el señor Marino! —le escuchó gritar desde arriba.



    ¿Más incógnitas? No se preocupen que para el próximo capítulo se responderás varias de las dudas ya mencionadas. Así que, no se lo pierdan.


    Si has llegado hasta aquí, gracias por el apoyo.
     
    Última edición: 12 Agosto 2017
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    mastermystery

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    Sin duda nuevas incógnitas trae este capítulo, sobretodo el ¿Que había escrito en la carta que recibió Evel , para que quisiera comunicarse lo más pronto posible con Marino en persona? ¿Sera algo relacionado con Andro o Ruber? .También Andro pudo actuar como Ruber, logrando incluso que Marino lo confundiera con este, lo cual demuestra su gran habilidad para imitar emociones pese a su falta de empatía y lo hace mucho más peligroso de lo que ya es, esperare el siguiente capítulo con emoción y de nada por el apoyo, tu historia es interesante y se lo merece.


    ¡Saludos!
     
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    Hola. Encontré esta historia en la cima de la sección de originales y decidí pasarme a leerla. Cuando dijiste que se trataría de una historia alterna (o fanfic) de Esbozando lo prohibido, decidí que iba a leer dicha historia antes de pasarme a leer esta. Sin embargo, como tiene 35 capítulos y mi tiempo libre está pronto a terminar, no podría avanzar demasiado. Así que decidí que leería esta historia corta y luego (cuando esté de vacaciones) le daré un vistazo a EloP. Igualmente dijiste que no hace falta haber leído esa historia para comprender esta.

    Me está gustando mucho esta historia, a decir verdad, la disfruto demasiado. Me leí 7 capítulos en un solo día, y yo nunca leo tanto en tan poco tiempo. Está bien que los capítulos son algo cortos, pero aun así me encantan.

    Las personalidades de las "almas artificiales" son muy diferentes. Ruber, o el Andro sentimental, me parece un chico muy tierno, y por más que Klaus le diga que sus sentimientos son simples imitaciones, creo que eso no cambia el hecho de que sean reales. El pobre de seguro ha sufrido un poco por las palabras que Klaus le ha dicho, y por el propósito que debe cumplir (que me deja intrigado que es lo que podría ser). El Andro frío, o simplemente Andro, por su parte, hace lo mismo que su hermano. Imita lo que ve pero sin sentirlo en realidad. Y no me pareció muy agradable el hecho de que haya intentado matar al pájaro de Marino.

    Creo que la diferencia está en que Ruber vio por él mismo que es la muerte y como hace sentir a las personas (con el conejo de Eva), mientras que Andro solamente conoce el concepto de la muerte más no lo que es realmente y lo que causa en otros, y que al intentar matar al pájaro estaba experimentando para averiguarlo. Pero eso son teorías mías.

    Sí que tengo varios interrogantes:

    ¿Por qué Klaus no le dijo que había dos Andros? La carta decía "Quiero que te encargues y cuides de mi pequeño Andro; lo último que deseo es que se sienta solo". Pero menciona a un solo Andro, y no habría manera de que se sintiera solo puesto a que tenía a su hermano. Eso es algo que no me dejará dormir.

    ¿Cual será el propósito de la existencia del primer Andro? Además de que el hecho de que Klaus haya decidido crear a uno nuevo luego de que el primero se mostrara un poco rebelde.

    ¿Qué es lo que dice la carta de Klaus a Evelina, y por qué ella quiere reunirse con Marino? Tal vez Klaus le encomendó a ella cuidar de Ruber, y a Marino de Andro; y puede haber creído que Evel llegaría primero a su casa y se llevaría a Ruber, y por ende no sería necesario decirle a Marino sobre el otro androide.

    El caso es que eso me tendrá pensando hasta que reveles la verdad.

    He notado que hay veces en donde cometes errores de ortografía, o faltan tildes o algunas palabras están unidas. Eso es algo que puede pasarle a cualquiera. Sin embargo, hay partes en donde una oración queda incompleta o no se entiende bien que es lo que quieres expresar en ese párrafo.

    Más allá de eso, la historia me encanta. Estaré esperando la continuación de esta al igual que la de O.N.E. Melodías de la vida, aunque esta me agrada más. Saludos.
     
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  19. Threadmarks: Capítulo 8
     
    Sonia de Arnau

    Sonia de Arnau Let's go home Comentarista empedernido

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    Ayer pensaba subir este capítulo pero, al final me secuestraron y me llevaron a una fiesta y llegue a casa a las diez y me fui directo a la cama.


    Que sorpresa, Reydelaperdicion, muchas gracias por leer y comentar. Cada una de las dudas y preguntas que se han hecho serán respondidas poco a poco. Y bueno, sé que tengo varios errores porque, (perdón por las excusas) es una historia muy leve y simple a lo que se refiere narración y descripción pues un capítulo lo escribo en una tarde. Pero intentaré arreglar eso. Lo de las palabras unidad es, creo, problema del programa que utilizo para escribir pues al copiar para pegar aquí la mayoría de las palabras se unen y tengo que despegarlas una por una y, evidentemente, se me pasa una que otra.



    Capítulo 8

    —Ruber, ¿qué estas haciendo?

    Fue lo primero que preguntó Marino al entrar al apartamento y ver a Ruber arreglando la cocina.Por otro lado, Ruber dejó de hacer lo que estaba haciendo para mirar al mayor y con voz preocupada respondió:

    —Solo estaba limpiando, no quise importunar —contestó como si lo que acababa de hacer era algo malo.

    —No, claro que no —rectificó el mayor.

    Lo había preguntado más bien porque le sorprendió verlo ahí. Al ver que todo parecía estar bien, los reunió a los dos para hablar con ellos.

    —Quiero que conozcan a una amiga; también era amiga de su padre.

    Andro ladeó la cabeza para mirar detrás de Marino como buscando a esa amiga.

    —Ella no está aquí, por ahora —aclaró el hombre—. Quizá venga mañana o dentro de los días próximos.

    —¿A qué vendrá? —interrogó Andro.

    —A conocerlos. Le hablé de ustedes y ahora desea verlos.

    —¿Por qué? —preguntó Andro.

    —Bueno, porque ella es…

    —No —le interrumpió—, me refiero a por qué le habló de nosotros.

    —Creo que necesitaré de su ayuda...

    —Podemos sustentarnos solos —dijo Ruber rápidamente—. No necesitamos ayuda externa.

    Marino desvió la vista a su izquierda para mirar a Ruber y por ese momento Marino no supo que contestar. Permaneció mudo por unos segundos hasta que se dio cuenta que el par de ojos lo miraban fijamente, los niños a su frente deseaban una respuesta.

    —Lo sé —terminó contestando—. Pero… es de confianza. Es una vieja amiga y —tomó a cada uno de un hombro para concluir con un—, les prometo que no les va a pasar nada.

    —Pues yo no tengo ganas de verla —aclaró Andro dando media vuelta y alejarse de allí.

    —Yo, yo confió en usted y si usted confiá en ella entonces yo confiaré en ella.

    Ahora comenzó a dudar. ¿Había sido lo correcto haberle contado a Evelina sobre ellos? No, Evelina era de confianza. Por ahora no deseaba mortificarse por eso así que volvió sus pasos a la puerta para salir de ahí y dirigirse al hogar Val en donde Evelina lo estaba esperando y así fue, al subir por la colina alcanzó a ver a lo lejos un automóvil, imaginando que se trataba de ella.

    Al estacionar el suyo cerca, bajó para observar a una impacientada Evel frente a la entrada. Marino desvió su vista a la mansión y acercándose lentamente, preguntó:

    —¿Esperaste mucho?

    No obtuvo respuesta a su pregunta, por lo que él continuó:

    —No sé porque nos reunimos aquí. A estas alturas debe estar cerrada la casa.

    —Quiero enseñarte algo —dijo ella una vez lo tenía al frente. Le enseñó el sobre que solo decía su nombre. Marino se sorprendió al recordar el mismo sobre que le habían entregado el día del funeral. Miró a Evel con sorpresa para después volver a mirar el sobre, así lo hizo varias veces hasta que Evelina tomó la palabra mientras sacaba del sobre dos cartas, abrió una de ellas.

    —Son instrucciones que me dejó Klaus. Aquí hay un pequeño bosquejo de donde debería dirigirme —le mostró dicho mapa—. No hay más que eso. Quise reunirnos aquí para descubrir a donde me llevará ese lugar. Y no solo eso —continuó ella sacando de su bolsillo dos llaves—, dentro del sobre estaban estas lleves. Supongo que una de ellas debe ser la llave que abre la puerta principal.

    —¿Y la segunda?

    —Tal vez abre la puerta al lugar que apunta el mapa. Hay que entrar y averiguarlo.

    Evel estaba muy emocionada y, para que mentir, Marino también; los dos deseaban saber lo ese lugar escondía. Así que al introducir una de las llaves a la cerradura abrió la puerta. Los dos entraron a la vivienda y empezaron a guiarse por el pequeño croquis y una vez que llegar al lugar Evel se extraño al asomarse a la puerta y, no solo verla abierta, ver que la alcoba estaba vacía mientras que, Marino estaba extrañado al ver el lugar

    “Ruber estaba allí” pensó porque la sorpresa lo enmudeció.

    —Qué extraño —Evel miró pensativa el cuarto vacío—, no hay nada aquí —Volvió a dirigir su vista al mapa y luego a la segunda llave; estaba segura que había seguido correctamente las indicaciones.

    —Sí había algo aquí —por fin respondió Marino—. Aquí estaba encerrado Ruber, uno de los gemelos.

    —¿En cerradó? ¿Ruber? Entonces...

    Los dos se miraron. Ahora comprendían que Klaus quería que Andro se quedara con Marino mientras que Evel con Ruber.

    —Evel, sobre eso…

    —No te preocupes —interrumpió al saber lo que intentaba decir—, dices que son gemelos, ¿verdad? No los separaré. Estoy segura que los dos se necesitan mutuamente, sería una barbaridad separarlos —Una vez que la mujer notó la confusión dibujada en el rostro de su colega, continuó—. No estoy segura de si lo que pienso sea correcto, es solo una hipótesis, pero puede ser que, los dos necesitan estar juntos.

    Tal vez esa era razón por la que los dos eran tan diferentes; por esa complementación de la que hablaba su compañera.

    —Si es así, ¿por qué te pediría a ti cuidar uno de ellos y el otro a mí? —preguntó.

    —Es solo una hipótesis. No estoy segura de lo que Klaus pensaba o lo que deseaba hacer. Tal vez quería aligerar el peso de cuidar dos robots. Pero, aparentemente, hay algo más aquí, en esta casa.

    Evel se acercó a la puerta y vio la cerradura de la misma y la llave solo para darse cuenta que la llave en su posición no encajaba con la cerradura de esa puerta y eso solo indicaba una cosa.

    —Esta llave abre otra puerta.

    —¿Qué crees que abra?

    Evel sonrió al responder:

    —Hay que averiguarlo.

    De esa manera los dos comenzaron a indagar por la vivienda, abriendo toda puerta que estuviera cerrada, sin embargo, esas puertas no estaban cerradas con cerradura. Se tomaron su tiempo. Mientras hacian eso, Marino le preguntaba si no había problema en estar allí y si no era peligroso que alguien del gobierno viniera

    —Tengo entendido que Klaus dio una semana antes de que lean sus testamento después de su muerte y, que todo lo demás que estaba en la casa pasaría a los militares, eso me contó Fabián.

    —¿Fabián? ¿Quién es? —preguntó mientras abrían la puerta de lo que parecía llevaba al sótano. Los dos se habían reunido allí una vez terminaran de inspeccionar los dos pisos de la casa. El último lugar iban a verlos ambos, el sótano.

    —Es el comandante de la milicia. Al parecer toda la robótica pasaría a los investigadores militares para ver que pueden sacar de eso.

    —Oh, así que tienen un amigo de ese calibre, ¿eh?

    Ella rió divertida.

    —Sí, lo tengo.

    —Pero no pensé que Klaus terminaría dando sus investigaciones a los soldados.

    —Él nunca lo quiso —sinceró ella mientras bajaba detrás de Marino las escaleras—, pero el gobierno podría decirse que lo obligó a cerrar un contrato con ellos. Klaus nunca se especializó en crear robots militares pues rechazó ese tipo de creaciones a pesar de que éstos insistieran en que aportara para armas militares, sin embargo, para obtener los fondos del gobierno prometió que cuando él muriera, todas sus investigación se iría al centro de investigación de la milicia, pero con la condición de esperar una semana después de su muerte.

    —Así que todo eso te lo contó ese Fabián.

    Ella asintió y luego miró a su alrededor; habían llegado al laboratorio de Klaus. Había un montón de máquinas, computadoras, prototipos de robots. Buscaron al rededor del inmenso lugar hasta que se toparon con una pequeña caja fuerte. Sin duda, esa llave era para abrir ese candado. Evel introdujo la llave y éste se abrió y después abrió la puerta para encontrarse en su interior una USB.

    De nuevo, los dos se miraron como niños sorprendidos de haber descubierto aquella caja de galletas que su madre había escodido.

    —Ese margen de una semana era para que tú alcanzarás a descubrir esto —concluyó Marino.
     
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  20.  
    Agus estresado

    Agus estresado Equipo administrativo Comentarista empedernido

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    Hola. Tal parece ser que una de mis teorías dio en el clavo. Pero al responder esa pregunta, se me generó una nueva. ¿Por qué Klaus le daría a Evel la responsabilidad de cuidar de Ruber (el primer Andro), y por qué a Marino le dio al segundo Andro? Según entiendo, el primer Andro tenía un propósito, y cuando Klaus vio su comportamiento, fue ahí que creó al segundo, creyendo que el primero no podría cumplirlo.

    Ahora bien, ¿por qué entregarle uno a Evel, y otro a Marino? Tal vez el propósito de Andro sea cumplir en tareas de vigilancia y seguridad en la ciudad, y creyó que a Marino le vendría bien su ayuda. Mientras que Ruber podría ayudar a Evel en sus investigaciones. Esto es simplemente una teoría mía, pero vamos a ver como avanza.

    Aun estoy intrigado por conocer el propósito de la creación de Andro, y también por ver que es lo que habrá en esa memoria USB que han encontrado. Tal vez allí se revelen todas mis dudas.

    He notado algunos errores, pero son pocos, y desde mi notebook se me dificulta señalarlos. Además de que no son demasiado graves como para dificultar la lectura.

    Saludos.
     
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