El rostro de Hagrid reflejó una serie de emociones ante las palabras de Kara. Primero fue confusión, como si no comprendiera lo que ella dijo por completo. Luego sus ojos se abrieron bien grandes, llenos de sorpresa. Y finalmente, el rostro del guardabosques se ensombreció. —¿Cómo saben acerca de Fluffy? —preguntó el guardabosques, bajando la voz, como si temiera que alguien los oyera—. ¿Acaso… no me digas que… han estado en el corredor prohibido? ¡Pero si está prohibido! ¡Es muy peligroso! >> Prometanme que no se acercarán más a ese lugar… Fluffy y ese corredor… son muy peligrosos… >> Opción A: Hablar acerca de Fluffy >> Opción B: Hablar sobre lo ganado en Cabeza de Puerco >> Opción C: Hablar acerca del corredor prohibido
Victoria Stone Poco después, mientras Hagrid respondía a mi pregunta, Melinda apareció en la cabaña también, acompañándonos en la fiesta de cumpleaños. ¡Qué bien! Cada vez se animaba más el ambiente, ¡seguro que Hagrid estaba realmente feliz por ello! Y, en el fondo, aunque Ryder hiciese como que no, sabía que también le agradaba estar con todos juntos. Aunque nunca lo admitiría, seguramente... El gran hombre siguió hablando, después, explicando un poco más sobre su relación con Dumbledore. Como me esperaba, su relación iba más allá de un simple director-profesor. Eran grandes amigos y se notaba que Hagrid lo admiraba mucho, tanto como mago como persona. Pero eso era de esperarse, pues gran parte de los alumnos y adultos del mundo mágico sabían del poder del mago y lo admiraban, ya fuese por eso, su bondad o ambas cosas. Y después, todo se tensó repentinamente. Kara preguntó acerca del perro del pasillo prohibido y Hagrid... no parecía muy contento sobre nuestras acciones. Nos explicó que era un sitio muy peligroso, así como el perro, que se llamaba Fluffy y lo mejor era no acercarnos más. Pero... los niños son seres curiosos, ¿no? —¿Por qué es peligroso Fluffy? —lo cierto era que su nombre no tenía nada que ver con su aspecto y seguramente mucho menos con su actitud...—. ¿Y por qué está en ese sitio? [A: Hablar acerca de Fluffy]
—Yo… —Hagrid miró en todas direcciones, como esperando ver a alguien que estuviese oyendo su conversación—. Muy bien, escuchen… >> Fluffy es mi gran perro guardián. Y está ahí para proteger algo… y es por eso que es peligroso que anden por ahí. Además de que no tienen ningún asunto ahí. Lo que hay en ese sitio es solamente de incumbencia del profesor Dumbledore y de Nicholas Flamel. >> Por eso, por favor… prométanme que no van a ir nunca más a ese corredor. Está prohibido por una razón, es peligroso y… no quiero que ninguno de ustedes resulte herido. >> Opción A: Hablar acerca de Nicholas Flamel >> Opción B: Hablar sobre lo ganado en Cabeza de Puerco >> Opción C: Hablar acerca de la chimenea
Kyle Gray Desde que he entrado en la cabaña, una sensación de acogida me ha invadido por todo el cuerpo. Meciendo las piernas que nunca llegarán al suelo, sentado en la silla, escucho la conversación intensamente. La cabaña de Hagrid me fascina, tener tanta cosa desperdigada por allí, le da un encanto especial. En cuanto oigo el nombre del perro Fluffy, mis papilas recuerdan el sabor dulce de los caramelos. ¡¡Que nombre tan adorable!! Si no tuviera esos dientes, iría a acariciar al perrito todas las tardes. Eso me recordó lo que tenía guardado en la bandolera. —Por cierto, Hagrid, te he traído unas piruletas riquísimas de mi despensa secre... Digo, de algún lugar jeje —Y reparto por la mesa las piruletas con el caramelo haciendo una espiral azul y naranja. —¿Y dinos, quien es ese Nicholas Flamel? Seguro que tiene una tienda de fuegos artificiales —me pongo una mano en la boca y me río disimuladamente ante mi propia gracia.
Hagrid abrió la boca, perplejo, ante lo que había dicho. Enseguida se llevó la mano a la boca, como si así fuese a eliminar todas las palabras que acababa de pronunciar. —No debí decir eso, no debí decir esa parte… yo y mi gran bocota… Parecía ser que no le iban a sacar nada más al guardabosques sobre el corredor o el tal Nicholas Flamel. Quizás lo mejor era cambiar de tema… >> Opción A: Hablar sobre lo ganado en Cabeza de Puerco >> Opción B: Hablar acerca de la chimenea
Victoria Stone No parecía que pudiésemos sacar más información del guardabosques, y eso que parecía ser el que más tenía al respecto. Aunque, ¿qué tenía que ver Nicholas Flamel con todo esto? Lo conocía, claro, aunque solo de oídas. Era un famoso alquimista, alguna vez mis padres habían hablado de él pero nunca atendí a lo que decían pues escapaba de mi comprensión. Quizás tenía que haberlo hecho en su momento. Sea como fuere, parecía que lo mejor era cambiar de tema. No quería que Hagrid se sintiese incómodo en su día especial, además, habíamos ido ahí por su cumpleaños no por un interrogatorio. —Bueno... retomando el tema de antes, estoy curiosa, Hagrid, ¿qué es lo que ganasteis en la apuesta aquella de anoche? [A: Hablar sobre lo ganado en el Cabeza de Puerco]
De repente, el guardabosques se puso un poco nervioso. Como si acabara de recordar que no debió haber hablado de eso tampoco. —Ehm, esto… es una larga historia, pero… ¡ah! La chimenea que estaba detrás de ellos empezó a largar humo. Había algo allí detrás, sobre el fuego… ¿qué era eso? >> Opción A: Preguntar a Hagrid sobre eso >> Opción B: Acercarse a la chimenea e investigar
Melinda Rechacé con un movimiento de cabeza, la invitación del guardabosque. Una infusión suave y caliente habría resultado gratificante luego del congelado camino hasta su cabaña, pero había desayunado lo suficiente como para no precisar ninguna ingesta más. De modo que preferí sentarme sin quitarme la capa para el frío de encima. Al tomar lugar, un perro gigantesco se acercó a mí y apoyó su cabeza colosal sobre mis piernas. Lo aparté con delicadeza apenas noté sus babas pegajosas sobre mis rodillas. Qué desagradable. Y casualmente, en ese momento, Kara había preguntado sobre otro can. Concretamente, el de las tres cabezas que nos habíamos encontrado en el corredor prohibido de Hogwarts. Hacer semejante pregunta a un empleado del colegio me pareció completamente peligroso, pues había que recordar que terminamos en ese pasillo por haber incumplido reglas del colegio: una era la que no nos permitía salir de nuestras Salas Comunes a la noche, y poco faltó para que rompiéramos la norma de no trabar duelos entre estudiantes. Si algo así llegaba a descubrirse… No estaba dispuesta a entregar mi atención a la imaginación de escenarios futuros, probables o improbables. Sin embargo, el guardabosques no pareció hacer ademan de que informaría al director Dumbledore del hecho. Mencionaron también al alquimista Flamel y hablaron de algo que Hagrid había ganado en una apuesta nocturna… El guardabosque se mostró bastante incómodo ante el último tema. Pero la atención de todos se desvió a la chimenea… Mis ojos se clavaron en el fuego. Allí había algo... Pero era un hecho que Hagrid no nos diría qué era eso si le preguntábamos. De modo que... indiferente a lo que pudieran reprocharme, me incorporé y me acerqué a la chimenea, colocándome la bufanda sobre la boca y la nariz para impedir una inhalación perjudicial. [ Opción B: Acercarse a la chimenea e investigar]
Melinda se acercó a la chimenea a investigar el origen de aquella cortina de humo y… lo que vio fue, realmente, algo inesperado. Había un pequeño caldero sobre el fuego. Por si sólo, el caldero no era nada especial realmente, pero su contenido… eso era otra historia. ¿Acaso eso era un huevo? Sí, era un huevo… y uno muy grande. Era completamente negro y tan grande como una de las enormes manos del guardabosques. El caldero desprendía humo… ¿acaso era porque había estado calentando aquel huevo sobre el fuego todo este tiempo? —Ahm, bueno, ya lo han visto así que… —dijo Hagrid con un suspiro—. Ahí lo tenéis. Eso me gané en Cabeza de Puerco. ¡Un huevo de dragón! ¿Verdad que es maravilloso? Los dragones son criaturas hermosas y maravillosas, siempre he querido uno, desde que era un niño, ¿saben? Es como el regalo de cumpleaños perfecto…
Victoria Stone Una hilera de humo desde la chimenea hizo que la atención de todos se centrara en la misma, donde parecía haber un caldero hirviendo algo. ¿Pero el qué? La primera en levantarse fue Melinda. Se puso en pie y se acercó a la chimenea para investigar que es lo que ahí había. Y, segundos después, yo la seguí. Efectivamente, lo que ahí había era una caldero, simple a primera vista pero si fijabas tu atención... el interior era verdaderamente interesante. Dentro había lo que parecía un huevo, un enorme huevo negro que desde luego nada bueno podía traer. —Ha-Hagrid... es genial, los dragones son maravillosos pero... ¿piensas quedártelo? Hum, ¿aquí? ¿E-eso no está prohibido? —dije, cuando acabó su explicación, mirando al guardabosques con el ceño levemente fruncido, confusa y algo entristecida. No me gustaría estropear su ilusión pero... un dragón... era una gran criatura.
Kara Willson El rumbo de la conversación cambió al notar que Hagrid realmente no estaba cómodo hablando de eso, y en cierta forma me había sentido algo mal por eso, dado que en ningún momento planeaba que el comentario que había hecho por mera curiosidad lo pusiera así de nervioso e incómodo, para mi suerte (y quizás para los demás también) Victoria cambió de tema rápidamente. "Ahí lo tenéis. Eso me gané en Cabeza de Puerco. ¡Un huevo de dragón! ¿Verdad que es maravilloso? Los dragones son criaturas hermosas y maravillosas, siempre he querido uno, desde que era un niño, ¿saben? Es como el regalo de cumpleaños perfecto…" Casi de inmediato me levanté de mi asiento y corrí hacia donde se encontraba Melinda y Victoria, ver ese huevito en el caldero hizo que mi corazón se acelerara de la emoción —¡Hagrid, es precioso! —di un par de saltitos de emoción sin quitar mi vista del futuro dragón. —¿Tendrá nombre? ¡Ya me gustaría ver como es cuando crezca!
Danielle Abbadie. Al entrar a la cabaña le hice un héroe de saludo al resto de mis compañeros, pasa luego tomar asiento en una silla desocupada. Mientras la plática avanzaba habían llegado más personas, así que terminamos siendo un grupo algo diverso, al igual que la conversación que mantuvimos, estaba un tanto sorprendida de la naturalidad que se admitió el recorrer el piso prohibido y el encontrar al perro de tres cabezas, pero rápidamente el tema fue cambiado, así hasta llegar a hablar de un huevo de dragón. Hagrid se mantenía muy emocionado por tener uno, yo, por mi parte, estaba un poco confundida, había leído que eran criaturas algo peligrosas, (bueno, muy peligrosas), no estaba segura de si era buena idea el tener uno, pero al ver la cara de felicidad que ponía el señor Hagrid no pude comentar mucho. Claro que mis compañeras no se quedaron calladas, Victoria me había quitado el pensamiento, sonreí levemente por ello. Por otro lado Kara se mostró emocionada, preguntando si tendría un nombre y que gustaría verlo cuando crezca, trague saliva, si era como lo pintaban los libros no me apetecía verlo cuando crezca.
Andrew Aldridge ¡Amaba el frío! Invierno era mi estación favorita del año, definitivamente: era época de vacaciones, por lo que siempre habían otros niños con quién jugar; las decoraciones navideñas y el ambiente festivo; la familia reunida y ¡ah, la comida! No se me ocurría otro tiempo mejor que vísperas de Navidad. Esa mañana había visto en un tablón de anuncios que era el cumpleaños de Hagrid, el guardabosques, y que para celebrarlo, invitaba a todos los alumnos que quisieran asistir. ¡Definitivamente iba a ir! El barbudo me caía muy bien y no podía faltar a su fiesta. Incluso le había conseguido un regalo. Salí del castillo exhalando vaho de mi boca, avanzando por la nieve de camino a la casa del guardabosques con mi regalo en las manos. Llegué a la puerta de la cabaña con la nariz roja y respiré hondo antes de entrar: —¡FELIZ CUMPLEAÑOS, HAGRID! La puerta de la cabaña se abrió de golpe dejando entrar, de paso, una ráfaga de viento que casi apaga la chimenea. Cerré la puerta detrás de mí sin borrar la sonrisota de mi cara y al girarme de vuelta, pude ver en el rostro de mis compañeros una mezcla de susto y sorpresa. Como cuando te descubren robando galletas de la alacena en medio de la noche. —¿Qué les...? ¡Un huevo de dragón! ¡Wooooow! —exclamé abriéndome paso hasta llegar a la chimenea junto a Kara, Victoria y Melinda. >>¿Tiene nombre ya? ¿No? ¿Qué tal Salamander? ¡Debería llamarse Salamander! Estaba súper emocionado con aquel huevo, pues era la primera vez que veía uno fuera de las ilustraciones de los libros. Las criaturas mágicas habían llamado poderosamente mi atención desde que empezamos a estudiarlas en clase. —Oh, por cierto... —dije saliendo del trance en el que estaba admirando el huevo y extendí mis manos hacia Hagrid, entregándole su regalo—. Espero que te guste, Hagrid. Era un paquete de varitas de regaliz. No sabía qué tanto le gustaran las golosinas al barbudo, pero nadie rechazaba nunca una buena varita de regaliz. Una vez Hagrid tomó mi regalo, me volteé de vuelta hacia el caldero en donde se encontraba el huevo y me puse de cuclillas para tenerlo a la vista aún más cerca.
Hagrid se sintió un poco abrumado ante las reacciones de los estudiantes. Kara parecía tan fascinada con la criatura como el guardabosques, pero Victoria y Danielle no parecían tan contentas al respecto; se mostraban un poco asustadas de lo que pudiese hacer el tener un dragón de verdad ante ellos. —No tienen que temer, de verdad, los dragones son criaturas hermosas y muy buenas —dijo Hagrid, como si estuviese hablando con tiernos y esponjosos conejos—. Claro, seguramente escucharon historias sobre dragones salvajes… ¡pero este no será así! Yo lo criaré y será bueno, muy bueno, sí… Y dicho eso, Hagrid se acercó al fuego para avivarlo un poco. En el exterior de la cabaña, ya se había hecho de noche sin que se dieran cuenta; negras nubes cubrían el cielo nocturno. El dragón estaba allí por nacer, pero eso no podía significar más que problemas; criar a un dragón, una criatura salvaje y para nada doméstica, era una tarea que como mínimo estaba contra las reglas, y como máximo podía significar un peligro para vuestras vidas. Y sin embargo… ¿una parte de ti sentía que quería quedarse allí? ¿Qué deberíais hacer? >> Opción A: Quedarse para el nacimiento del dragón >> Opción B: Regresar al castillo Contenido oculto Nekita Amane Hey Miguel EliLover Bruno EVF LuKe Steve Yops TODOS debéis elegir una de las opciones antes de continuar con la misión :3
Victoria Stone Y, al final, yendo en contra de mis principios y haciendo más caso a mis sentimientos, decidí quedarme a hacer compañía. Porque tener un dragón debía estar prohibido, pero también lo era entrar en aquel pasillo y, más teniendo en cuenta que huíamos de un club de duelo ilegal. Y Hagrid no parecía que fuese a chivarse, así que no sería capaz de abandonarlo en una situación así. Suspiré y me crucé de brazos, alejándome un poco de mi posición pero pudiendo tener el huevo vigilado de todas formas. —En fin... Con un poco de suerte, alguien se daría cuenta antes de que fuese demasiado tarde. Contenido oculto 1. Victoria 2. Kara 3. Ryder 4. Andrew 5. Danielle 6. Kyle 7. Melinda
Kyle Gray ¡Un dragón! Hasta el momento, solo había oído hablar de ellos, en ningún momento he podido ver alguno. Quitando las ilustraciones del libro de la sala de los Menesteres, que a parte de la imagen de un dragón pude ver sus movimientos y demás, jamás me habían llevado a ver uno en persona. ¡Y estoy delante de un huevo, ni más ni menos! Mis piernecitas no pueden evitar la excitación y comienzan a balancearse con fuerza en la silla, mientras me pongo los puños cerrados casi mordiéndome la uñas. El huevo de la chimenea podría abrirse en cualquier momento, y no pienso perderme un acto tan especial. Para evitar la histeria extrema, agarro una piruleta de la mesa, y sin levantarme demasiado de la silla (por muy emocionado que esté el fuego me da un poco de respeto, no quiero acercarme), me meto el dulce en la boca para distraer mis nervios. En cualquier momento, Kyle...
Ryder Parker "Can't read my-- can't read my-- can't read my Poker face ♪♫" ¡Gracias a Dios por Lady Gaga! El recordar esa canción me ayudó para aplicar una estrategia que se me hacía muy útil en estos momentos. } La "Poker Face", que es una expresión que Melinda Frenerich parece tener dominada desde su nacimiento, es esa expresión que no demuestra emoción alguna, es estar con "cara de nada". Y esto me sirvió de escape porque... oh, Dios. Qué bochorno todo. Después de que yo empezara a hablar, Victoria se puso a hacer preguntas casi a monólogo, hasta que Karina--digo Kara intervino y siguió con el interrogatorio con el ánimo de un programa de concursos de pre-escolares. ¡Y ojo! Hay más. Después llegaron Melinda PokerFrenerich, cuya presencia transforma la fiesta en la hora de la siesta, y Chico Circo que llegó entrando y gritando como Pedro por su casa. Pero como se supone que estoy trabajando para ser mejor persona, respiré y me mantuve con mi cara neutra, sin omitir ni un solo comentario al respecto. Sin embargo, la Poker Face no es aprueba de Dragones. ¡Sí! D-r-a-g-o-n-e-s. ¡Hagrid tiene un dragón! En forma de huevo en realidad... ¡pero esa cosa está a punto de eclosionar! La pensé bastante. Podía irme como todo ser inteligente avispado, digo... Hello!, ¡esto sería meterse en problemas gratis! Pero vi el gemelo de Kara, Karo, y Victoria Stoyeverywhere decidieron quedarse, y ellos tenían fama de buenas personas. ¡Buff! Espero que esto sea lo que llaman ser bueno y no bobo. Me quedo. —Espero que seas mejor que Khaleesi y Ash Ketchum... —le dije a Hagrid algo escamado, para luego mirar el huevo.
Kara Willson "No tienen que temer, de verdad, los dragones son criaturas hermosas y muy buenas" —¡Claro que lo son! —sonreí, cualquier criatura mágica con buenos cuidados y gente amorosa resultaban ser criaturas hermosas y amorosas, muy buenas e inclusive podrían llegaran a ser animales realmente muy nobles —, será un dragón muy muy afortunado por tenerte a ti Hagrid, estoy segura que será muy majestuoso o majestuosa... En definitiva me quedaría a observar su nacimiento —¿Crees que le quede mcho para que rompa el huevo, Hagrid? ¿Sabes qué clase de dragón podrá ser? —Sí, en definitiva estaba emocionada por el nuevo bebé que vendría al mundo.
Andrew Aldridge —¡No se preocupen, chicas! Estoy bastante seguro de que Salamander será el dragón más amistoso y pacífico que podrán llegar a conocer —dije con seguridad volteando a verlas—. ¡Hagrid será un gran papá... y mamá! Tras decir eso, mi vista volvió a posarse en la caldera donde se encontraba Salamander. La noche había caído y el huevo del pequeño dragón parecía tener muchas ganas de nacer, lo notábamos por los movimientos que hacía, ya no faltaba mucho. En eso, me asaltó la duda de lo que pasaría si alguien nos descubría y se llevaba al dragoncito. Definitivamente no podía concebir la idea de que apartaran al dragón de Hagrid, quien parecía tenerle ya mucho cariño al animal. >> Y si alguien intenta quitártelo, Hagrid... ¡yo te ayudaré a protegerlo! ¡Nadie se llevará a Salamander! —exclamé llevando la mano al pecho con emoción y gesto determinado. Decidido a proteger el huevo, elegí quedarme y me senté con las piernas y brazos cruzados, sin apartar la vista de la caldera, vigilando.
Melinda Ponerme cerca de la chimenea me permitió distinguir lo que había entre el humo que sobresalía de ella. Había un caldero tan común y corriente como cualquier recipiente que se le pareciera; pero si contenido distaba mucho de ser algo usual de ver. Se trataba de un huevo muy grande, de color negro, que estaba siendo directamente calentado con el fuego de la chimenea. Antes de que Hagrid revelara la naturaleza de esto, yo ya me había dado cuenta: era un huevo de dragón. Había leído mucho sobre ellos, ya que me parecían criaturas fascinantes. Fascinantes, sí, pero terribles. Kara y Stone se acercaron a la chimenea para, al igual que yo, apreciar más de cerca el cascarón oscuro. Casi al mismo tiempo entró Andrew con mucha algarabía y se abrió paso entre nosotras para admirar el huevo con marcada emoción. Mis amigos parecieron más preocupados por el nombre que tendría la criatura, pero mi interrogante se acercaba al de Stone: ¿Era realmente seguro tener un dragón rondando por los terrenos de Hogwarts? Pregunta que me hacía pensando a largo plazo, ya que una cría no causaría demasiados problemas. O al menos, eso era lo que creía. Sin embargo, más que eso, estaba la pregunta de cómo se sentiría ver un dragón en persona. Creo que no todas las niñas de mi edad podían jactarse de una experiencia semejante. Y los dragones me parecían fascinantes. Eran terribles, pero no dejaban de ser fascinantes. —Me quedo —dije sin más, con la voz algo apagada debido a la bufanda que cubría mi boca y nariz.
