Colectivo [Colectivo] Infierno terrenal

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por George Asai, 29 Junio 2016.

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    George Asai

    George Asai Maestro del moe

    Aries
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    Título:
    [Colectivo] Infierno terrenal
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    1739
    Bueno, vamos a ver si este proyecto funciona, segunda vez que hago un colectivo...
    Si hay algo mal con el PRE me dicen :c

    Trama: Los reinos humanos están siendo presionados en todas sus fronteras, la humanidad no ha vivido semejante caos desde hace 3000 años. En los desiertos planos y hambrientos, los malvados orcos se retuercen como animales y marchan hacia las ciudades amuralladas, son individuos feos, salvajes y no tienen piedad. Aplastan todo a su alrededor con sus manos desnudas o usando garrotes afilados que son capaces de matar a un humano de un solo golpe.

    En las montañas, los enanos bajan lentamente en busca de más terreno para probar sus increíbles experimentos, son seres sabios, que han aprendido de su antiguo egoísmo y ahora marchan todos juntos para acabar con los dominios del hombre. Lo que antes fue una firme alianza ahora no es más que un recuerdo, armados con martillos gigantes y hachas brutales, estos pequeños enemigos son una fuerza a temer.

    Dentro de los bosques, los Elfos meditan las posibilidades de una guerra contra los humanos, ellos han invadido sus hogares y han construido ciudades de metal. Ellos consideran a los humanos una amenaza para la madre tierra, por eso, alistaron sus ejércitos y marcharon con toda la intención de recordarle a la humanidad quienes fueron los elegidos de Gaia, armados con poderosos arcos mágicos y dotados de una velocidad sorprendente, los Elfos son enemigos que es mejor no enfurecer.

    Pero ni siquiera estas bellas criaturas se comparan a los temibles Ogros, seres gigantes que viven en lo más alto de los volcanes, comen de todo, incluyendo humanos. Poseen una fuerza descomunal, sin embargo, carecen de intelecto y rara vez se juntan en grupo, pero quien sabe, a lo mejor algún caudillo Ogro decide terminar con la sequía de su especie y marchar a la guerra, ¿y por qué no?, contra las fuerzas humanas. Total, a ellos nada más los mueve su estómago.

    El mundo corre peligro de perder su equilibrio, todas las razas son movidas por sus ambiciones y el descontrol es la única salida posible a semejante caos. Pero lo peor aún está por venir, entre los individuos religiosos de cada especie se cuenta una antigua leyenda, la historia de Satanás, el Rey del Infierno, un hombre que marchó a lado de un ejército demoníaco, cuyas fuerzas casi destruyen el mundo al final de la era de los Dioses.

    Lo que parecía ser una historia para asustar a los niños por fin se está volviendo realidad, debajo de la tierra en los confines más alejados de la civilización, pequeños grupos de seres monstruosos están saliendo y formándose, esperando la llegada de Satanás, su venganza contra la Tierra por fin ha iniciado.

    Y en medio de todo el caos, están los humanos, criaturas fácilmente adaptables y con un valor indomable, han sobrevivido a enfermedades, guerras y peleas internas. No obstante, este desafío amenaza con destruirlos, ¿podrán seguir siendo la especie dominante o el reinado del hombre por fin terminará?

    Número de personas que participarán y tiempo: Serán nueve personas, contándome obviamente, el tiempo para cada avance será de una semana y dos días, para darle tiempo a los escritores de discutir en grupo la trama y cómo avanzar.

    Ficha: A continuación dejaré lo necesario para cada ficha, esto va de acuerdo a la idea general de la trama y claro, a las reglas del sub-foro colectivo.

    Nombre del personaje: (Acá obviamente, el nombre que tendrá)
    Sexo: (Sin restricciones, sexo libre a elección)
    Edad: (Sin restricciones, edad libre)
    Descripción psicológica:
    Raza: (Pueden ser humanos, elfos, ángeles y enanos)
    Descripción física: (¿Cómo luce físicamente su personaje?)
    Ocupación del personaje: Bueno, acá depende de la raza que hayan escogido, voy a decir las ocupaciones de cada raza.

    Humanos
    Campesinos: Personas de rango bajo, viven en la miseria y mueren miles de ellos cada día por culpa del hambre o las enfermedades. No obstante, son una ocupación que les permite ver el mundo con distintos ojos, si un campesino está harto de la vida del campo puede huir y convertirse en un forajido, mercenario, incluso alistarse en el ejército. Las posibilidades son muchas, el campesino es para todo aquel indeciso que no sabe que personaje escoger y puede elegir sobre el rumbo de la trama, las únicas ocupaciones que no puede escoger son Caballero o Magos.

    Soldados: Personas normales que son reclutadas, en tiempos antiguos solamente se le permitía a los hombres permanecer a las filas del ejército humano, pero los tiempos han cambiado, la desesperación y muerte de estos individuos hizo necesario engrosar mujeres también. Los soldados son personas entrenadas en el arte de la guerra, quizá no tienen el mejor equipo y a veces sus armas no son del todo buenas, pero nadie puede negar su indomable voluntad y disciplina de hierro. Van armados con espadas, lanzas, alabardas, mosquetes o ballestas.

    Mercenarios: Viejos soldados o campesinos que se cansaron de la mala vida, estos individuos son tipos nada fiables y solo pelean por dinero. Usan todo tipo de armas y no llevan armaduras, pues no quieren resaltar entre la población, en tiempos difíciles, los mercenarios son muy solicitados tanto por ejércitos, como cazadores de monstruos o policías independientes. Algunos son individuos honorables que siguen un código personal, otros no son distintos a una rata inmunda.

    Mago: Algunos humanos nacen con habilidades sobrenaturales, para ello pueden ser entrenados en una escuela de magia y prepararse para servir al reino cuando sean adultos. O por el contrario, pueden entrenar por su cuenta o ser adoptados por un mago errante, estos magos son menos poderosos que los del Reino, pero poseen más libertad de movimiento y no están restringidos por ningún código. Los hechizos pueden variar, desde dominio elemental hasta control espiritual.

    Emperatríz (solo un cupo): Con la muerte del Emperador, el consejo designó a su hija mayor como sucesora por al falta de candidatos para el puesto. Ella tiene el control sobre todas las fuerzas armadas, menos las Órdenes de Caballería, el futuro de la humanidad está en sus manos, ¿podrá resistir la presión o se dejará hundir por la fuerza de sus enemigos?

    Noble: Los Nobles poseen el control del Reino, son personas adineradas y que controlan ciertas porciones de tierra. Los hombres manejan grandes sumas de dinero y las mujeres son bastante hermosas, bañadas en lujos y sin mucho interés por los problemas de la humanidad. Sin embargo, a lo mejor algún noble o doncella se preocupa por el pueblo y presta sus servicios de vez en cuando.

    Caballero/Dama de caballería: Los Caballeros son la élite de la humanidad, guerreros nacidos en la nobleza que están entrenados desde la infancia, a diferencia de los soldados normales portan armaduras brillantes y prestan sus servicios a distintas Órdenes de Caballería, las cuales están bajo el mando de un Gran Maestre. Montan poderosos caballos blindados en acero y sus cargas son capaces de arrasar con las filas enemigos de un solo golpe, además, están entrenados en todas las armas humanas y también poseen adiestramiento contra los magos.

    Elfos.

    Elfo guerrero: Estos Elfos poseen entrenamiento marcial parecido al humano, además, poseen sensibilidad mágica, una habilidad especial que les permite sentir las corrientes de energía y esquivar a los magos enemigos.

    Elfo mágico: Estos Elfos son magos muy poderosos, al ser unos con la naturaleza pueden ejecutar poderosos ataques de energía y manipular algunos aspectos de la tierra, no obstante, su rareza los hace blancos de francotiradores enemigos. Aún así, poseen los mejores hechizos de regeneración de todo el mundo y las leyendas cuenta que su magia es capaz de regenerar órganos heridos.

    Elfo civil: Estos Elfos forman familias y comunidades como los humanos, ellos son cazadores naturales y evitan por todos los medios entrar en combate. No obstante, una fuerza de Elfos civiles al momento de defender sus hogares pueden ser más mortiferos que los mismos guerreros, pues luchan para defender a sus familias.

    Enanos

    Enano herrero: Aunque pueden pelear como cualquier miembro de su especie, los enanos herreros se dedican a crear armaduras y armas de la más alta calidad.

    Enano soldado: Los Enanos soldados apenas miden un metro y pocos centímetros, pero poseen una musculatura mucho más ancha que los humanos normales, son capaces de blandir armas mucho más grandes que ellos y poseen una resistencia abismal. A diferencia de otras especies, pueden permanecer sin comer por dos meses y dicho aguante les da muchas victorias en batallas prolongadas.

    Enano sabio: Los Enanos Sabios dominan las runas antiguas, son seres que han vivido milenios y poseen conocimiento superior a los mismos Ángeles.

    Ángeles

    Ángel Celestial: Estas criaturas divinas y casi mitológicas son hermosas, poseen dos alas blancas que purifican la maldad y dejan embobados a los campesinos normales. Poseen conocimiento extenso acerca de los demonios y su misión actual es viajar por el mundo en búsqueda de los remanentes de Satanás, dependen de la magia para defenderse, no obstante, ellos son más sacerdotes que guerreros.

    Ángel Guerrero: Aunque su conocimiento mágico es inferior, los Ángeles Guerreros conforman las filas del ejército celestial, poseen dos alas más pequeñas que sus contrapartes celestiales y también menos resistencia a la magia. No obstante, su capacidad de regeneración física es superior y están entrenados en todo tipo de armas, menos los rifles y cañones humanos, ya que estos no existían cuando ellos bajaron del cielo. Los ángeles no son inmortales, una vez que dejan su Reino Celestial pierden su divinidad y se vuelven mortales.

    Heraldo Mágico: Los Heraldos Mágicos son la élite del ejército celestial, poseen armaduras doradas hechas por los antiguos dioses del sagrado sacramento, su presencia es capaz de inspirar a cualquier ejército terrestre. Son una fuerza temible, pero no invencible y al igual que sus contrapartes inferiores, pueden morir si reciben un golpe crítico.

    Historia del personaje: Un trasfondo del personaje que hayan creado.

    Fortalezas:

    Debilidades:


    Extra: Algún dato extra que quieran agregar a su personaje, por ejemplo, las cosas que les gusta comer, lo que no, pasatiempos, mascotas, etc.

    Para el único cargo que hay restricción es para la Emperatríz, de ahí, se pueden repetir o escoger el mismo tipo de personaje. Total, esto es por diversión :33 así que no teman en dejar sus fichas, yo haré la mía en un rato más, muchas gracias por leer y cualquier duda o sugerencia me dicen :33
     
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  2. Threadmarks: Ficha: Sunnifa le Gardyner
     
    Caro Chan

    Caro Chan ~ Last Story~ ❤

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    ¡Me uno!

    Aunque ya te había dicho y demás xD. Siento que será una debilucha mi personaje D:

    Nombre del personaje: Sunnifa le Gardyner.

    Sexo: Femenino.

    Edad: Aparenta de 19 años, no se sabe exactamente su edad puesto a que lleva más de un siglo viviendo.

    Descripción psicológica: Es muy tímida pero siempre sonríe, no quiere mostrarse débil ante los demás o la tomarían como alguien inútil. Suele ser amable pero de escasas palabras aunque al conocer bien a una persona puede darle ligera confianza. Se toma las cosas muy a pecho y puede ser muy sentimental.
    Es muy insegura en cuanto a lo que dice o hace pero en lo que realmente conoce, que es de magia y las habilidades de elfa, sabe exactamente lo que hace y con decisión.
    Teme a que alguna persona que le haya tomado mucha confianza muera y no haya podido hacer algo para protegerla o salvarla.

    Raza: Mitad humana y elfa.

    Descripción física: Sunnifa es una chica realmente hermosa, a pesar de su longevidad. Tiene una tez muy pálida como si fuera una muñeca de porcelana y largos cabellos rubios que le llegan aproximadamente 7 centímetros por arriba de la rodilla. Sus ojos son de un claro color verde similar al de la esmeralda que los hacen resaltar junto a su larga cabellera.

    Estatura promedia, mide 1.62 centímetros y suele usar diversos accesorios en su cabeza ya sean joyas no muy valiosas pero realmente brillantes.

    Suele esconder sus largas orejas de elfa bajo una especie de hiyab con tela organza y traer largos vestidos para pasarse desapercibida ante los demás, normalmente viste de colores blancos o verdes claros sin nunca olvidar portar siempre su báculo por donde puede realizar los hechizos.

    Ocupación del personaje: Maga/ Elfa mágica.

    Historia del personaje: Sunni, nació de una pareja compuesta por una mujer elfa con un hombre humano. Eran una familia realmente bondadosa y humilde, carecían de lujos pero eran felices con lo que tenían.

    Guiscard, el padre, se dedicaba especialmente a trabajos como cortar leña, recoger cultivos y comercializarlos con los nobles aunque no siempre le iba bien en ello, era lo que los sacaba adelante. Mientras que Níniel, su madre, se dedicaba a ofrecer servicios de limpieza para conseguir algo de dinero.

    Su vivienda era en el lugar donde los elfos habitaban. Sunni era feliz junto a sus padres hasta que un día, repentinamente llamaron a su padre para que formara parte del ejército y servir al reino.

    No comprendía por qué de un día para otro tuvo que irse su padre cuando un día, al limpiar la casa, encontró libros mágicos y pergaminos, su madre finalmente le contó que era no solamente un humano sino uno de los más conocidos magos en el pasado y requerían de él.

    Tras el paso del tiempo, fueron mejorando su vivienda ya que el reino les pagaba mejor pero a cambio de la ausencia de Guiscard. Cada vez las peleas eran más radicales en el reino, donde vivían todos los humanos; un día recibieron una carta donde se les noticiaba que había muerto en batalla pero debido a él, habían ganado. Claramente no era una victoria para Sunni y Níniel, habían perdido al hombre a quien más habían amado, por lo que la valentía de Níniel la llevó a reclamar por su marido y sin éxito, murió tras realizar tremendo escándalo ante la realeza dejando así a Sunnifa huérfana.

    Sunni no se rindió ante la pérdida de sus padres, trabajó duro para obtener comida y perteneció un gran tiempo en ser elfa mágica junto a todos los elfos pero se percató que ahí no obtendría beneficio alguno por lo que emprendió su viaje hacia el reino y en el camino descubrió que heredó parte de la magia de su padre. Entrenó sola e intentó perfeccionar su magia y habilidades para así pertenecer parte de los magos.



    Fortalezas:

    —Es buena en la sanación, regeneración.
    —Es de rápido aprendizaje.
    —Es optimista y no se rinde fácilmente.
    —Brinda confianza hacia los demás y los protegería sin duda alguna.
    —Buenos reflejos.

    Debilidades:

    —No puede luchar sin tener un báculo.
    —No sabe leer.
    —Habla muy bajito en comparación a cuando canta.
    —Tiene miedo a estar sola.

    Extras:

    —Le gusta la comida en especial si es algo dulce.
    —No tiene lugar fijo donde vivir.
    —Aprecia mucho la música y le llama la atención la danza aunque nunca lo haya hecho.
    —Tiene una voz melodiosa y adora cantar en solitario.
    —Se sonroja fácilmente ante los halagos.
    —Es buena con los niños y animales.
    —No tiene familiares.
    —No le gusta lo amargo.
    —Cuando se enoja prácticamente no le habla a nadie hasta después de 30 minutos.
    —Le teme a los insectos como los gusanos o arañas.
     
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  3. Threadmarks: Ficha: Gawain Blackmore
     
    George Asai

    George Asai Maestro del moe

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    Acá mí ficha :33



    Nombre del personaje: Gawain Blackmore


    Sexo: Masculino


    Edad: 25 años


    Descripción psicológica: Gawain fue educado desde pequeño en la disciplina marcial de la Orden del Dragón Errante, por lo tanto, mantiene sus valores heroicos totalmente intactos. Gawain es una persona estable, siempre dispuesto a dar lo mejor en cada batalla y con un carisma natural para hablar a las clases más bajas e indisciplinadas.


    Gawain puede mantener la calma incluso en momentos críticos, ya sea en medio de la batalla o durante una negociación política. No es alguien que se deja llevar por sus sentimientos, al contrario, cada cosa que hace debe regirse por el código de la caballería. Debido a esto, Gawain se siente algo incómodo en fiestas o lugares ajenos al camino marcial, ya que no tiene mucha educación fuera de los buenos modales que se le da a cada caballero.


    Fuera de combate suele ser serio y amable, evita meterse en peleas innecesarias y carece de una personalidad explosiva fuera de la guerra. En medio de la trifulca su personalidad cambia, volviéndose más valiente y con una voz grave para poder comandar tropas de soldados o ayudar a sus compañeros caballeros.


    Gawain, como muchos otros caballeros, apoya la justicia y siempre está dispuesto a brindar ayuda a los necesitados. Por desgracia, el hecho de vivir siempre en constante guerra y peligro le provocaron una paranoia grande contra todos aquellos enemigos de la humanidad, además, evita mucho relacionarse sentimentalmente con sus compañeros de armas, ya que podrían morir en cualquier momento y prefiere mantener la profesionalidad.


    Sin embargo, cuando un ser amado corre peligro, Gawain es capaz de romper su código de honor. Por esa razón trata de mantener relaciones frías con todos a su alrededor, al menos, durante la guerra eterna.


    Profesional, poderoso y honorable, son las palabras correctas para describirlo, aunque Gawain no se vea a sí mismo como un héroe, su sola presencia en las clases bajas o con los regimientos lastimados, inspira una tremenda confianza, lo suficiente para darle la vuelta a una situación desesperada.


    Raza: Humana


    Descripción física: Gawain es un hombre de estatura normal, cerca del 1.74, tiene la piel clara, cabello negro lacio, ojos cafés y posee una cicatriz en el labio inferior. Gawain porta una armadura de placas completa, color rojo como toda su Orden de Caballería, en el pecho está el símbolo de la Orden del Dragón Errante, el cual se compone de dos escudos, una espada y una silueta de dragón bañada en oro. Gawain tiene un casco con yelmo normal, es decir, que puede alzarlo para ver y le cubre por completo la cara, esto lo hace para dar mayor impacto psicológico en el campo de batalla. Sin embargo, suele quitárselo cuando entra a una casa.


    Cuando no usa su imponente armadura roja, Gawain viste con prendas comunes de la nobleza, un pantalón negro y una camisa del mismo color, todas de la más alta calidad en los Reinos humanos.


    Ocupación: Caballero


    Historia del personaje.


    Honor, respeto, valor…


    La gran Orden del Dragón Errante es una de las miles de Órdenes de Caballería que existen en el mundo, si bien solo cuentan con 700 miembros, estos son nobles guerreros que nunca abandonan una batalla, aún si son superados en 10 a 1. Gawain nació siendo hijo de un noble caballero y una dama de caballería, desde niño le inculcaron el honor y la gloria de todo un caballero.


    A los 12 años se convirtió en escudero y a los 16 fue elevado a Caballero por el Gran Maestre Dan Willmore, desde entonces ha librado muchas batallas de vida o muerte por el bien de la humanidad. A veces lo ponían como refuerzo para los ejércitos grandes, en otras iba en compañías pequeñas para asaltar unidades o simplemente cargar contra el enemigo.


    —Señor Blackmore, los Orcos están destruyendo nuestra moral, ¿qué hacemos? —Un veterano de guerra llamado Pedro informó a Gawain de la situación, las tropas profesionales aguantaban bien la línea contra semejantes monstruos, pero eventualmente perderían la esperanza. Necesitaban recuperar sus ánimos, demostrarles que aún había fuerza en la humanidad.


    Gawain contó a sus fuerzas, eran apenas once caballeros contándole, no iban a hacer gran cosa y de hecho, cargar era una opción suicida. Las tropas del Reino poco a poco cedían terreno, los cuerpos mutilados de sus aliados disminuían el valor de los guerreros, ¿y cómo iban a seguir en pie?


    Había brazos y piernas en los hocicos de esas bestias, los Orcos cantaban gritos tan aterradores que los menos veteranos salieron corriendo, dejando a sus compañeros desprotegidos para ser brutalmente asesinados por golpes de garrote o espadas carniceras. Pero… La Orden del Dragón Errante no criaba cobardes ni pusilánimes, Gawain se puso el yelmo completo, posteriormente subió a su caballo y gritó a todo pulmón.


    —¡Caballeros! —Al hacerlo, diez jinetes blindados se montaron en sus sementales y exclamaron con gran fervor —. ¡Por la Emperatriz! —Gawain lideró la carga de caballería, empleando así la formación en cuña, ésta consistía en formarse como si fuesen un triángulo gigante. Los caballeros blandían lanzas de caballería, un arma especial diseñada para el primer impacto, ésta se ataba en la montura del caballo y era sujetada por el brazo izquierdo del caballero. De inmediato las tropas menores vieron como un grupo pequeño de choque se lanzó a una muerte aparente contra más de cien individuos brutales.


    El resultado fue impresionante, los Caballeros fueron atropellando a los Orcos que se atravesaban en su camino, una vez que la carga inicial fue exitosa, los Caballeros tiraron al piso sus lanzas de choque y desenfundaron sus espadas, para atacar desde el lomo del caballo a las cabezas enemigas. El descontento y la poca organización de los Orcos les costó caro, gracias a la sorpresa las tropas humanas pudieron reagruparse correctamente y cambiar su estrategia de batalla.


    —¡Alabarderos, al frente! —Un viejo sargento dio la orden, de inmediato, los espaderos retrocedieron, cediéndole sus lugares a un regimiento de alabarderos. Ese tiempo fue crucial, mientras los Orcos trataban de lidiar con los Caballeros el ejército humano regresó al combate con mucha más eficacia, ya que detrás de estos habían ballesteros y uno que otro arcabucero.


    —Hemos logrado lo que deseábamos, ¡toca retroceder! —Gawain comandó a sus caballeros que retrocedieran y se pusieran detrás de los alabarderos, éstos rápidamente se alejaron de los Orcos y volvieron a los dos flancos. El efecto de la carga fue más moral que práctico, solamente mataron a veinte orcos y aún faltaban muchos por despachar, pero el daño psicológico estaba hecho. Los Orcos se dejaron llevar por su sed de sangre. Hambrientos y fastidiados, cargaron sin ninguna estrategia contra el muro de alabardas que se formó frente a ellos.


    Lo que pasó después fue un baño de sangre, a pesar de la superioridad numérica los Orcos fueron asesinados uno a uno, ya sea por el filo de las alabardas o los disparos de las ballestas. Al final, fue una simple carga de caballería lo que cambió el rumbo de la batalla.


    Gawain contempló los cadáveres de sus enemigos verdes, eran repugnantes, deseaba acabar con todos de una buena vez. Pero no iba a ser tan fácil, aquella batalla solo fue una de muchas, donde la única victoria era permanecer con vida.


    —Logré salir con vida, por poco y no lo consigo —murmuró Gawain.


    Así era la vida de un caballero, siempre al borde de la muerte y luchando contra fuerzas que iban más allá de la comprensión humana. Los constantes conflictos por todo el reino y sus fronteras no le dejaban descansar, de hecho, la última vez que tuvo una noche tranquila, lejos de las barracas y los castillos asediados, fue cuando cumplió 17 años, de ahí, ha pasado todo su tiempo en batalla.


    Y ahora, con 25 años, la cosa no ha cambiado ni un poco…


    Fortalezas


    Es alguien firme y fuerte, la sangre y el calor de la batalla no alteran su juicio.


    Dominio de todas las armas humanas.


    Sabe leer las malas intenciones de los demás, en especial aquellos hechiceros malvados o personas ajenas a su raza.


    Sabe montar cualquier tipo de caballo, desde sementales reales hasta los caballos más burdos y comunes del pueblo.


    Extenso conocimiento de todas las razas, al menos en el aspecto militar. Pues ha luchado contra todos en al menos una ocasión.


    Debilidades


    A veces peca de arrogante por sus habilidades.


    Suele querer protegerlos a todos y arriesga su vida inútilmente.


    No es muy bueno protegiendo murallas.


    A pesar de dominar las armas de fuego, prefiere no usarlas, lo mismo pasa con la artillería.


    Tiene mala relación con la soldadesca fuera de batalla.


    Es malo para situaciones sociales que no impliquen la guerra.


    Sufre del síndrome de caballero blanco.


    Es algo terco cuando se trata de la victoria, pues siempre quiere ganar con el menor número de bajas.


    Aunque no lo demuestre, tiene cierta deficiencia usando el arco, ya que no es un arma que los reinos humanos empleen a menudo (Al menos, los Caballeros)




    Extra


    Su comida favorita es la carne.


    Fuera de batalla, su pasatiempo es pasar tiempo solo en la armería y pulir las armas y armaduras, para que brillen.


    Ama leer literatura heroica.


    Sus padres aún están vivos y están sirviendo al Reino como él.


    Tiene una hermana pequeña que también es Dama de Caballería, su nombre es Rose Blackmore, pero no la ha visto en más de 5 años por sus constantes campañas militares contra los Orcos, Enanos y Elfos.


    Nunca se enoja con la gente, ya que mantiene sus emociones firmes como todo un caballero de su profesión.


    Trata amablemente a las mujeres y los niños, aún si se trata de mercenarios o damas de caballería.


    No es bueno con las artes, salvo la literatura, ya que narra sus batallas en un diario llamado: Las crónicas del guerrero.


    Con esto ya somos dos, quedan siete lugares disponibles antes de iniciar n-n
     
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  4. Threadmarks: Ficha: Marmaduke Rumble
     
    Nyxbel

    Nyxbel ♣ El Orgen ♣ Game Master

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    Nombre del personaje: Marmaduke Rumble

    Sexo: Masculino

    Edad: 18

    Descripción psicológica: Es una persona bastante callada e introvertida, no suele relacionarse con los demás a menos que lo vea necesario, pues, prefiero estar solo que mal acompañado.
    Es alguien muy sentimental por mucha rudeza que desee aparentar, quizá, para evitar sufrir decepciones amorosas como las que marcaron su pasado.
    Es Leal y sincero, y no le gusta mentir por muy mal que sea la situación.
    Desconfía en las personas ambiciosas, sobre todo , los hombres, pues sus deseos de poder los lleva a cometer actos criminales y bastante reprochables.
    Su grupo de amistades es bastante pequeño, de hecho, solo son tres personas incluyendo a su hermano y aún así dice que es muy grande, ya que prefiere estar solo.
    Quizá se deba a una barrera emocional que ha creado, pues creé, que tener lazos con otras personas lo hará sufrir cuando estas ya no esten.

    Raza: Humano

    Descripción física: Es un chico de unos 1.87 mts de altura, su contextura es atlética con varios abdominales marcados en su abdomen. Suele ir con una chaqueta negra sin mangas y abierta; muchos piensan que para lucir su cuerpo, pero no es por eso, se debe a que le encanta estar lo más fresco posible. Su cabello oscuro combinan con sus ojos negros, tiene un tatuaje con el nombre de su madre en el pectoral izquierdo. Viste con un pantalón suelto de color blanco, y unos tenis negros con algunas franjas blancas. Prefiere no usar calcetines, por lo que su aspecto deportivo le da un toque de glamour a donde quiera que vaya.

    Ocupación del personaje:Noble

    Historia: Rumble fue el hijo adoptivo del gran maestro de artes militares Dodoria Rumble. Junto con su hermano Mardukai, entrenaban con su padre als Artes marciales. Dodoria y Patroclo Yue eran discípulos del caballero Ying Ya Ang de la escuela de artes marciales Luzcania. Patroclo quería el poder que se escondía en el arte, pero el maestro Ying se negó a entregárselo y decidió otorgárselo a Dodoria. Patroclo no toleró esto, quería el secreto a como de lugar, así que asesinó a Dodoria frente a los ojos de sus hijos Marmadule y Mardukai, y se robo el papiro en donde estaba escrito el secreto. Marmaduke y Mardukai se llenaron de furia, y juraron entrenar para vengar algún día la muerte de su padre. Marmaduke es un peleador callejero, aprendió a pelear en la calle, pero ademas estudió un poco de todos los estilos que pudiera encontrar, hasta formar su propio estilo. El dinero de su padre fue tal, que aún después de muerto, seguían obteniendo grandes ingresos. Marmaduke pasó toda su niñez y juventud retando a todos aquellos que fuesen mas fuertes que él. Después entrenó con el maestro Ying, y junto con su hermano Mardukai aprendieron el secreto de la escuela Luzcania, lo cual consiste en una técnica que permite generar poder de su propia mente y espíritu; el perfecciono esta técnica, y la utilizó para hacer sus técnicas como el "Power Wave", el "Burning Knuckle" y su mas devastador ataque, el "Power Geyser"; técnicas que le permiten estar a la altura de los oponentes mas fuertes. Ahora Marmaduke y Mardukai no descansan hasta ver vengada la muerte de su padre, pero ademas entrenan para llegar a ser los mejores.

    Marmaduke se entera de que en Calabria habrá un torneo patrocinado por Patroclo llamado The Battle of Kings por lo cual se inscribe junto con su hermano Mardukai y su amigo Jonas Magma el campeón del Muay Thai en Izoria. Marmaduke llega a la semifinal del torneo venciendo a todos sus oponentes incluyendo a Mardukai y Jonas, su próximo oponente antes de llegar a Patroclo es Rangrupert guardaespaldas personal del mismo y la mano derecha de Patroclo con el cual tiene una pelea épica en las calles de Calabria, siendo el vencedor absoluto Marmaduke del torneo, sin embargo poco después de saborear la victoria los asesinos de Patroclo lo secuestran hacia la Torre de su propia villa donde lo reta a un duelo, Marmaduke le hace recordar el asesinato de Dodoria Rumble y la verdadera razón para entrar al torneo era para vengarlo, tras terminar la conversación comienzan a pelear, Patroclo es mas poderoso de lo que Marmaduke imaginaba y comienza a tener ventaja en la pelea derribando a Marmaduke con su técnica mas poderosa "Reshuken" en la cual derriba a Marmaduke, Patroclo creyendo que Marmaduke no podía levantarse se confió demasiado y se acerco bajando la guardia pero en ese instante Marmaduke recobro las fuerzas y lanzo su técnica mas devastadora en ese momento, el "Burning Knuckle", gracias a la cual logra derrotar a Patroclo, haciéndolo caer por la ventana de su edificio,con lo cual se creyó que Patroclo habría muerto en ese momento, Tras ganar el torneo de The Battle of Kings es considerado el mejor peleador de Calabría y del mundo, siendo buscado por varios peleadores del mundo para desafiarlo y siendo éstos derrotados fácilmente por Marmaduke

    Pasado un tiempo Marmaduke se enfrenta con un Orco misterioso y es derrotado, esta persona se hace llamar Peter Krauser, quien se burla de el por haberlo derrotado tan fácil y lo reta a un nuevo torneo de The Battle of Kings que él va organizar, tras retirarse Marmaduke entrena de nuevo con el maestro Ying. Tras una larga espera, Krauser anuncia el torneo de forma internacional para que varios luchadores de todo el mundo entraran y lucharan en la final contra el, tras enfrentar a varios adversarios Marmaduke finalmente llega donde Krauser que se encuentra en su castillo personal, donde se presenta la batalla final del torneo. Tras una pelea épica, Krauser cae derrotado ante Marmaduke que había mejorado su estilo de pelea desde su ultimo enfrentamiento y al no aceptar su derrota se termina suicidando arrojándose de su propio castillo hacia el fondo del lago. Haciendo que Marmaduke fuese el campeón por segunda vez del torneo..

    Tras volver a ser campeón de Calabria, Marmaduke es abordado por Leonardo Sparraguo, quien le pide su ayuda para encontrar los pergaminos de los Hermanos Arconte, llamados también "los pergaminos celestiales", Marmaduke, junto con su grupo (Mardukai, Jonas y Elizateb), aceptan ayudarle, en ese tiempo, conoce a un guerrero que sobrevivió a una batalla Orca, Gwain Blackmore, con quien desde entonces entablaría una alianza, también se entera de que Patroclo estaba vivo y que también estaba tras los pergaminos, con el cual Marmaduke quiere enfrentarse; Patroclo se escapa y se esconde, por lo que Marmaduke tiene que enfrentar a un nuevo enemigo que protege a Patroclo: Bronstarf Gllram.

    Fortalezas:
    - Posee un estilo de lucha único.
    - Es alguien introvertido, lo cual lo vuelve un oponente imprescindible.
    - Si te ganas su lealtad y confianza obtendrás un excelente aliado.
    - Ha aprendido a leer el lenguaje corporal de las personas, otorgándole una muy buena intuición.
    - Siempre entrena y estira luego de levantarse por las mañanas.
    - Posee dinero y reconocimiento en los Reinos de Calabria e Izoria.
    - Los luchadores de Luzcania le llaman Maestro, ya que es el único que ha podido derrotar en una ocasión al Maestro Ying Ya Ang.
    - Puede hacer cambiar la manera de pensar de una persona, es muy persuasivo.
    - Es bueno utilizando tubos o palos como armas, pero las demás se le dan fatal.
    - Cuando promete algo lo cumple, dice que la mantener tu palabra te vuelve un hombre.

    Debilidades:
    - Es muy flojo.
    - Le gusta pelear siempre que pueda, dejando muchas veces la diplomacia a un lado.
    - Cuando se enamora, se siente desorientado y no lucha bien.
    - No invierte su fortuna en nada, y solo la utiliza para necesidades básicas.
    - Su primer romance fue Regin Lief, una elfa rubia y hermosa, que desapareció y le causa pesadillas no poder encontrarla.
    - No suele usar armas y no se les da muy bien.
    - Su sinceridad raspa con la mayoría de la gente, sobre todo los hipócritas.
    - A veces suele prometer cosas que parecen imposibles de cumplir, y se esfuerza por lograrlo, esto lo ha llevado a arriesgarse demasiado, donde hubo situaciones donde casi muere.


    Extra:
    - Ama y respeta a los animales.
    - Le encanta el café.
    - Le gusta enfrentar oponentes más fuertes que él.
    - Le tiene miedo a las alturas.
    - Odia las verduras, la fruta y el pescado.
    - A veces suele realizar ayunos como parte de una dieta.
    - Tiene un Consejero que se hace cargo de mantener la fortuna en el mejor estado posible, trabajando junto con Mardukai.
    - Su hermano Mardukai está buscando la manera de invertir su fortuna en negocios de Armería.

    Ya somos tres :D
     
    Última edición: 2 Julio 2016
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  5. Threadmarks: Ficha: Thua
     
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    Por fin traigo mi ficha :'c y aún siento que le faltó, pero bueeh~ (te recuerdo el cupo para @Anh Peárys)


    Nombre del personaje: Thua (como ángel) Clem (como humano).

    Sexo: Masculino.

    Edad:220 pero aparenta unos 22.

    Descripción psicológica: Es un chico muy cambiante, él mismo se describe como un río que fluye pero nunca deja su esencia. A pesar de estar casi siempre tranquilo y alejado de los demás hay ocasiones en las que puede llegar a explotar si se le menciona algo que sea de su debilidad.

    Suele sufrir de ansiedad aunque solo lo demuestre con pequeños tics físicos como morderse los labios o rascarse los brazos, no es muy abierto con los otros ángeles ni con ningún otra especie, no le gusta crear lazos que vayan más allá de lo estrictamente necesario.

    Es muy calculador, siempre suele hacer listas mentales de cosas que necesita hacer.

    A pesar de ser tomado como un asocial, es amable, le gusta más escuchar que hablar.

    No es bueno trabajando en equipo porque puede llegar a ser impulsivo y hacer las cosas siempre a su manera.

    No le gusta trabajar en equipo porque se siente presionado a la hora de actuar a su modo, además de que suele ser reñido por no seguir los planes trazados y odia que lo hagan porque le da la sensación de haber decepcionado a los demás.

    Raza: Mitad ángel y mitad humano.

    Descripción física: Tiene un rostro bastante delicado, en forma de trapecio; su tez natural es pálida pero no tanto, aunque con el pasar de los años se ha bronceado un poco; su cabello es rojizo y lacio, suele llevarlo un poco largo al frente creando un flequillo. Sus ojos son de color turquesa eléctrico, variando en tonos de azul y verde dependiendo de la luz, bastante hipnóticos para los campesinos. Su nariz es respingada y como Clem usa un pequeño piercing septum. Sus labios son un poco gruesos, un poco más el de abajo que el de arriba y suelen estar rosados por su costumbre a morderlos.

    Mide 1.78 aproximadamente y aunque es delgado tiene sus músculos marcados, le gusta correr para distraer su mente, así que también sus piernas son fuertes y resistentes.

    Como Clem le gusta usar gorros caídos para que su cabello no llame la atención, sin embargo siempre le queda por fuera su flequillo que casi le llega a los ojos; suele usar pantalones de mezclilla, camisetas a cuadros o camisas sueltas de colores neutros. Gracias a sus poderes mágicos y también a que es mitad humano puede ocultar sus alas para pasar desapercibido por las aldeas humanas; también es una gran ventaja cuando necesita estudiar al enemigo sin llamar a atención. Es con la apariencia que se encuentra normalmente y solo cambia a Thua cuando es totalmente necesario.

    Como Thua usa una toga celestial por decreto, totalmente blanca; sus alas son largas y grandes de un blanco opaco. Con esta apariencia y este nombre es como todos los ángeles le conocen y le llaman.


    Ocupación del personaje: Ángel Celestial (en rango menor por ser humano).


    Historia del personaje: Lucý era una campesina muy normal, ordinaria, sin una meta y de una familia muy humilde que vivía en uno de los pueblos más alejados y peligrosos; sin embargo la joven chica de tan solo diecisiete años fue colmada con una dichosa belleza, de cabellos rojos como el fuego y unos ojos tan verdes que podían ser confundidos con la paz de los bosques más hermosos.

    Polhus, por otro lado, era un ángel celestial; el más amado, el más valiente. Había encerrado a los demonios más poderosos, había demostrado lealtad, poder y humildad en sus casi mil años de vida. Respetado hasta por la más alta elite. Además de su gran belleza, su cuerpo esbelto y fuerte, sus facciones perfectamente colocadas y esos enormes ojos turquesa que hipnotizaban a todos.

    ¿Qué podrían tener en común estas dos criaturas? Quién pensaría… ni en su más rídicula fantasía, que estos dos diferentes seres se encontrarían y se enamorarían, tan perdidamente el uno del otro, que se atreverían a romper cualquier regla.

    Iba corriendo una gran guerra contra los demonios cuando el pequeño bebé nació, de cabellos tan rojos como los de su madre y ojos tan grandes y vívidos como los de su padre. La maldad andaba corriendo por el mundo, la maldad de aquellos seres asquerosos había acabado con la vida progenitora.

    Y al final, cuando el bien había vencido, pero lo vil no había sido exterminado; los grandes ángeles decidieron no castigar al fruto de aquel desvío. Acogieron al pequeño híbrido y lo criaron como uno de ellos, aunque el pequeño nunca fue normal.

    Así había crecido Thua, aprendió lo necesario y más, había sido tomado como el hijo del más grande. Sin embargo, él nunca había sido como su padre; creció con la necesidad de vengar la muerte de sus padres, metido en sus propios pensamientos, pensando que había perdido una parte de él.

    Nunca se sintió parte de ningún lado, lo que llevó a que desde pequeño prefiriera hacer todo solo y tomara aquella personalidad tan voluble que poseía.

    Por eso, la primera vez que salió por el mundo, decidió que sería Clem. Porque había crecido como solo una de sus mitades, bajo las reglas y la sombra de alguien que nunca podría llegar a reemplazar.

    Sería alguien recordado, pero lo sería por él mismo.


    Fortalezas:

    –Puede crear armas con su mente.

    –Su especialidad es el arco.

    –Puede crear una barrera protectora por 60 segundos.

    –Sabe de curación, aunque no es su fuerte.

    –Puede regenerar células si el daño no es muy fuerte.

    –Camuflaje, ya que es mitad humano pasa desapercibido sin sus alas.

    –Tiene buena memoria y es bueno recordando rostros.

    –Tiene muy buenos conocimientos en magia.

    –Puede hipnotizar a las humanos más comunes.


    Debilidades:


    –Su familia o sus seres cercanos; cada vez que atacan o mencionan mal a alguno suele explotar.

    –Cuando explota puede llegar a perder el control de su fuerza.

    –A pesar de tener buena memoria es malo orientándose.

    –Trabajar en equipo.

    –Es malo en el combate cuerpo a cuerpo, no se coordina muy bien.

    –No es muy estable (se deja alterar) y eso lo puede desconcentrar en encuentros peligrosos.


    Extra:

    –No le gusta la comida picante.

    –Ama estar leyendo en un lugar con naturaleza.

    –Aunque no lo demuestra, tiene mucho aprecio y agradecimiento a los ángeles que lo aceptaron y lo salvaron.

    –Le gusta observar a todos los seres de la tierra, suele mirar sus comportamientos o formas de vida.

    –No le gustan las mujeres porque nunca sabe qué decirles y le parece que son muy complicadas.

    –Nunca ha tenido a alguien tan cercano como para llamar “amigo”.

    –No está muy a favor de las guerras o de luchar, pero, contradictoriamente odia a todos los demonios, su mayor sed es acabar con todos ellos.

    –No se comporta mucho como un ángel, a pesar de ser físicamente hermoso le suele gustar más las extrañas modas que siguen los humanos.

    –La cosa que más lo relaja es poder leer, sobre todo tipo de cosas, pero sus favoritos son los libros de historia y magia.

    –No le gusta hablar sobre sí mismo porque lo considera una debilidad, quiero siempre parecer el más fuerte y estable aunque en realidad no lo sea.

    –Odia que sus superiores lo riñan y le gusta que las cosas salgan siempre como las planea.

    –Tiene un alter ego llamado Thua, es su personalidad más agresiva, más vengativa y compulsiva. Suele salir más que todo cuando se encuentra luchando con demonios o cuando se encuentra en peligro.

    –Algunas veces usa sus poderes para purificar la maldad de las almas y evitar que los demonios las posean y se hagan más fuertes.

    –Se identifica más como humano, por eso prefiere que lo llamen Clem, pero eso no quiere decir que no trabaje como ángel y vaya por el mundo acabando con esos desagradables demonios y seres oscuros.

    –Las chicas lo incomodan, le suelen gustar más los niños por su inocencia.

    –Cuando se siente incómodo toma una personalidad muy arisca e irónica.
     
    Última edición: 2 Julio 2016
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  6. Threadmarks: Ficha: Feyre Ashyver
     
    Eternatus

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    Finally. Después de mil acosaciones por parte de papi moe, me quedé ahí adicta haciendo la ficha en el móvil. Así como duda, por qué nadie adjunta imagen? Se pueden poner, no?

    Nombre del personaje: Feyre Ashyver.
    Sexo: Femenino.
    Edad: 423 años.
    Descripción psicológica: Feyre es una mujer muy compleja, pues con a su edad no hay un solo rasgo psicológico que pueda definirla. Lo único que se le acerca es 'honorable' pues es el honor lo que rige sus acciones. Ella es una elfa leal y honesta, con unos valores muy fijados y con una clara necesidad de defender la justicia. Desde que era joven este es un rasgo que ha estado muy presente en su vida, pues para Feyre el mundo es un lugar cruel e injusto, pero los habitantes de dicho mundo pueden hacer de él un sitio con, por lo menos, un pequeño rayo de esperanza. De justicia y honor. Teniendo en cuenta esto, es deducible su lealtad llevada en muchos casos al extremo. Si hay alguien de quien puedes fiarte, esa es Feyre. Nunca le dará la espalda a un amigo y mucho menos le provocará algún mal o lo traicionará. Esa es su directriz número uno, no hay nada de honorable en clavar un puñal por la espalda.

    Es esta lealtad lo que le ha puesto en situaciones complicadas en muchas ocasiones. No siempre su criterio a la hora de escoger amistades ha sido el correcto y, como tal, ha cometido errores que en muchas ocasiones han estado a punto de costarle la vida. Le cuesta asimilar la traición de un allegado, de hecho tratará de razonar con la persona en cuestión antes de defenderse o atacar. A sus más de 400 años es algo que ha ido mejorando con el tiempo, pero le sigue constando olvidarse de esa lealtad ciega y esa peligrosa confianza que deposita sobre algunas personas.

    Otro rasgo destacable sería su dureza. Como soldado que es, Feyre es capaz de demostrar una seriedad y frialdad que no cuadran con su carácter real. Tiene la cabeza fría en la gran mayoría de situaciones (menos en el caso de una traición, claro está) y no suele dejarse llevar por las emociones. En ella el enfado, la rabia, es algo distinto a la furia ciega que embriaga los sentidos de otras personas. Si Feyre Ashyver siente rabia, es aquella descrita como ira blanca y fría, un tipo de rabia mucho más peligrosa, pues no colapsa tus sentidos ni tu capacidad de raciocinio sino que empuja tu cuerpo y mente al máximo para conseguir su objetivo.

    Es una mujer curtida en la batalla, ya que ha estado en muchas guerras y ha visto muchas cosas. Además, es una persona bastante equilibrada mentalmente, gracias a diversos entrenamientos a los que se ha sometido para aprender a controlar el miedo u otras emociones, por nombrar algunas cosas. Con el tiempo que ha tenido en su larga vida el conocimiento no es actualmente un problema. Podría considerarae alguien sabio, pero Feyre es una mujer hambrienta de conocimiento, que sabe que siempre se puede saber más. Siempre más.

    Disfruta de la lectura y del estudio casi tanto como de entrenamientos físicos o luchas. Ashyver no es una mujer agresiva ni mucho menos, pero sabe ejercer la violencia cuando es necesario, por algo es una elfa guerrera.

    Antes se mencionaba su verdadero carácter, uno que dista mucho de su 'máscara' fría (más que máscara, faceta) es la personalidad tranquila y pacífica que suele tener con todo el mundo (en especial con sus allegados). Feyre es una mujer a la que le agrada conversar y debatir. Siempre suele mantener un tono de voz moderado a menos que crea que necesite ponerse su tono de soldado. Con sus amistades es bastante dicharachera pero no bromista, le gusta reír y pasar buenos momentos. Es amable y valiente y siempre buscará lo mejor para los demás.

    En resumen, aunque Feyre tenga algunos problemas con respecto a su lealtad, compensa estos fallos y algunos otros con su valentía y amabilidad, su sentido de la justicia y ese extraño equilibrio en el que mantiene dos personalidades completamente distintas: una dura y fría como el acero y otra agradable y cálida como un día de primavera.

    Raza: Elfo.

    Descripción física: Feyre, como elfa que es, tiene una altura considerable, sobrepasando con facilidad metro ochenta. (Mide exactamente 1.83) Es una mujer grácil y musculosa, con piernas largas y brazos fuertes. Sus facciones son finas y elegantes, aristocráticas y hermosas como las de cualquier otro elfo. La diferencia entre Feyre y el resto es que las suyas denotan un 'salvajismo' una peligrosidad, que el resto no tienen. Sus pómulos son altos y sus labios rojos y llenos; sus ojos son grandes y exóticos poblados de pestañas largas de un color plateado blanquecino, como su cabello. Sus orbes son doradas, muy brillantes, como el oro fundiéndose. Como se mencionó anteriormente, su cabello es de un color plateado blanquecino muy ténue, más gris que otra cosa. Lo único a destacar es que sus raices son negras, como algunos mechones sueltos aquí y allá que se mezclan con su larga melena gris platino. Su tez es muy clara, como el marfil, pero dista mucho de ser perfecta. Si bien es muy tersa y suave está surcada de pequeñas cicatrices, algunas algo más grandes, tanto en su rostro como en su cuerpo. Tiene una gran cicatriz en el bajo vientre, que la cruza en horizontal de lado a lado. Feyre es una mujer con bastantes curvas que se ven constantemente ocultadas por su armadura de guerrero.

    Cuando no está en el campo de batalla y no le es requerido Feyre viste con ropas ajustadas y cómodas de cuero u otras telas que se adapten bien a su cuerpo y con las que se pueda mover bien en colores algo apagados o poco llamativos, como marrón y negro. De vez en cuando le da toques de color con bufandas, capuchas, cinturones o adornos en colores azules, rojos o dorados. Siempre carga consigo una espada de tamaño medio y multitud de cuchillos, además de destacar que todo lo que se pone durante el día está reforzado para aguantar y proteger de colpes y cortes.

    Tiene una armadura ligera que consiste en ropas ajustadas pero cómodas pero reforzadas y por encima protecciones diseñadas especialmente para que pueda moverse rápido y efectivamente. Si bien no la protege como su armadura pesada, son protecciones de pecho, hombros y brazos concretamente que le han sacado de muchos aprietos.

    Además posee una armadura pesada que es la que utilizó en sus tiempos de guerra y aún ahora utiliza en algunas ocasiones. Es una armadura de cuerpo completo y completamente negra, con un acabado mate que está bastante gastada por el uso. Los componentes de los brazos acaban en afilandos picos y los guantes en grandes garras. Las guardas de los hombros también acaban en picos. En el pecho de su armadura se encuentran grabados diseños geométricos, una mejora otorgada por un elfo mago que le da mayores atributos de protección a la armadura. Con esta armadura porta una gran espada que suele llevar en su funda a la espalda. Es una espada negro mate como la armadura, con filo por ambos lados y con grabados mágicos hechos por el mismo elfo mago que grabó su armadura. La embergadura total de la espada sería 1.6 metros.

    Ocupación del personaje: Elfo guerrero.

    Historia del personaje: Feyre Ashyver nació en el seno de una familia guerrera. Su padre, Eachan Ashyver fue uno de los más famosos comandantes del ejército, habiendo llevado a la guerra a lo que en su momento fueron Los Mil Ejércitos. Su madre, Rowena Galathinus era una afamada elfa guerrera conocida por ser el terror del campo de batalla. Y no solo sus padres fueron grandes comandantea y guerreros, sino también los padres de sus padres y a su vez los padres de estos. Era una tradición que se remontaba eones atrás.

    Desde que era niña Feyre creció nutriéndose del arte de la guerra y formándose con unos valores muy marcados. La honestidad, el valor y la justicia era algo que su familia valoraba por encima de todo. Sus padres la educaron para ser una gran guerrera, pero ante todo una buena persona. Durante muchos años estudió diversos métodos de lucha y desarrolló sus habilidades latentes. Cuando tenía siete años se le permitió blandir una espada por primera vez y desde ese momento quedó vigente su increíble talento para con las armas blancas. Asombrados por la facilidad de su hija con las espadas y cuchillos, sus padres la enviaron al maestro Mevolent, un elfo extremadamente sabio y poderoso del que se decia había sido uno de los mejores espadachines de la historia. Mevolent reconoció el talento de la niña y durante años le enseñó el arte de la espada y de la lucha, convirtíendola a ella misma en un arma extremadamente afilada. También la entrenó en muchos campos de la mente, le enseñó a controlar su miedo y a permitir que éste fluyera a través de ella. Le enseñó a controlar su ira y a convertirla en algo útil, en combustible para su cuerpo. La educó y la culturizó, como héroe de guerra viviente Mevolent era el más indicado para impartirle clases de historia, estrategia y ciencias, entre otras cosas.

    Con su maestro pasó veinte años de su vida. A los 27 años Mevolent reconoció su maestría en todas las artes marciales que le había enseñado, además de en el uso de la espada y otras armas blancas. Feyre se había convertido en una guerrera digna y lo único que le faltaba antes de marchar al ejército era una espada digna de su habilidad. Mevolent, como último regalo deció otorgarle la espada que usó en todas sus batallas y que le dieron su nombre. La espada en sí había sido nombrada Mevolent y, con el pasar de los años, el maestro había adoptado ese nombre. También le reveló cómo había sido llamado antes de tomar ese sobrenombre y grata fue la sorpresa de Feyre al descubir que su maestro compartía el apellido de su madre. Eon Galathinus, el hombre que era tanto su maestro como su abuelo.

    Curtida para la batalla y preparada para entrar en el ejército Feyre se alistó y fue reconocida al poco tiempo de entrar. Era una guerrera digna de pertenecer a la élite, solo había que prestar atención al poder nato que poseía a la espada que cargaba consigo, la espada de una leyenda.

    En el ejército rápidamente se le dio un pelotón y allí conoció a un poderoso mago llamado Oboro, un elfo mágixo ya veterano que llevaba años ayudando a los guerreros cuando era requerido. Reconociendo la sangre Galathinus en ella y la espada de un viejo camarada que llevaba su propia bendición Oboro decidió obsequiarla con un regalo: una armadura grabada por él mismo que protegería a Feyre de cualquier cosa.

    Después de muchos años de sangrientas batallas y algún que otro momento de paz Feyre se topó con un elfo guerrero de la más alta casta, un comandante con fuerza y talento. Ambos se enamoraron rápidamente y más rápidamente aún oficializaron su emparejamiento. Feyre pasó muchos años con Adulialben Mordaen, un elfo del que finalmente quedó embarazada. En su última campaña antes de retirarse por un tiempo, Feyre fue traicionada. Adulialben no era quien decía ser, sino un elfo infiltrado aliado con un bando que a día de hoy a Feyre no le queda claro. La noche previa al inicio de la campaña Ashyver le comunicó a su pareja su condición de embarazada y éste, sin previo avisio, tomo a Mevolent, la gigantesca espada de Feyre, y atravesó su vientre con fiereza, asesinado en el acto a su propio hijo con la espada de su mujer.

    Feyre, al borde de la muerte y en shock, perdió los estribos y gritó como nunca en su vida. Si ahora lo piensa, la única razón por la que sigue viva es porque Oboro había bendecido aquella espada años antes de su nacimiento y por lo tanto su magia estaba tan embuída en ella que podía detectar si algo salía mal. Como poderoso elfo mágico que era Oboro sintió el horror y la desesperación de Feyre y acudió a su llamado. En segundos apareció en la escena y contempló con una ira cegadora como Adulialben trataba de escapar del lugar. Sin poder contenerse y presa de la rabia, Oboro destrozó el cuerpo del traidor de un simple hechizo, volviendo al guerrero a cenizas.

    Con su magia de sanación retiró la espada del cuerpo de Feyre y la estabilizó para después llevarla a un elfo mágico que se especializara en sanación. Ashyver durmió durante 13 días y 12 noches y, cuando finalmente despertó, el mundo se vino a bajo para ella. Tanto Oboro, como su maestro y sus padres se encontraban ahí para darle la triste noticia. Había perdido al bebé y su capacidad de tener más hijos.

    Durante mucho tiempo Feyre fue otra persona. Una vez se hubo recuperado se convirtió en la sucesora de su madre, el terror del campo de batalla. Guerra tras guerra Feyre vivía por y para la lucha tratando de calmar a la bestia que rugía en su interior pidiendo sangre y venganza. Tardó 200 años en volver en sí y, cuando lo hizo, se prometió nunca volver a caer en aquella rabia ciega y roja, tan dañiña para ella como nada lo había sido nunca. Se prometió ser lo mejor de sí para el mundo, porque al fin y al cabo, este no tenía la culpa.

    Fortalezas:

    Tiene una fuerza muy por encima de la media. Puede levantar objetos muy pesados y/o romperlos, así como usar esta fuerza en el combate. La aplicación más usual de dicha fuerza es manejar la gigantesca espada que posee.

    Velocidad aumentada. Como elfo que es, Feyre puede moverse a grandes velocidades que escapan del ojo desentrenado.

    Sentidos agudizados. De nuevo, su condición de elfa le permite tener unos sentidos muy desarrollados. Cuenta además con un sentido 'extra' como todos los elfos guerreros, con el cual percibe la magia, aunque no sepa usarla.

    Alta resistencia. Feyre puede aguantar mucho tiempo en un combate, pues ya fue curtida en largas horas en guerras que en su momento parecían no acabar nunca.

    Gran estratega y luchadora. A sus 423 años conoce un montón de técnicas de lucha y ha estado al frente de muchos ejércitos, por lo que la estrategia y la lucha son uno de sus puntos fuertes.

    Experta espadachina. Con más de 400 años de experiencia en el manejo de espadas y otras armas, su dominio sobre estas es muy elevado. Además, cuanta con una gran espada bendecida por un poderoso elfo mago.



    Debilidades:

    La traición. Esto es una de las pocas cosas que puede cegar a Feyre y descolocarla de tal manera que se convierte durante unos momentos en un blanco muy fácil.

    La magia. Feyre puede sentirla, pero no usarla ni defenderse de forma efectiva contra esta. Si bien es cierto que tanto su armadura como su espada aguantan ataques mágicos, estos pueden tumbarla y dejarla fuera de combate como a cualquier otro.

    Su búsqueda de la justicia a cualquier costo. Esto la ha puesto en situaciones muy complicadas.

    Si bien no es una persona arrogante, en muchas ocasiones confía demasiado en sus habilidades.

    Aunque sea una gran luchadora, sigue siendo susceptible a golpes críticos.

    Las armas de fuego. No sabe usarlas.

    No posee factores de regeneración como algunos otros tipos de elfos o ángeles, aunque sí se cura algo más rápido de lo normal.

    Sus allegados. Para poner a Feyre en jaque lo único que se necesita es a un amigo, familiar o compañero suyo. Son su mayor debilidad, pues por ellos moriría y mataría.

    No le gusta el agua y no es tan buena nadadora.

    Los espacios cerrados son su talón de aquiles.


    Extra:

    -Podría decirse que Feyre es casi completamente carnívora. La carne es un alimento que ingiere mínimo tres veces al día.

    -Tiene los dientes en extremo afilados.

    -Su espada tiene el mismo sobrenombre que su abuelo y maestro, Mevolent.

    -Tiene un gran lobo negro, tradición en la familia Ashyver, el cual es oriundo de las tubdras heladas del territorio élfico y mide más de dos metros. Su nombre es Fenris.

    -Su color favorito es el azul ultramar.

    -Le gusta cazar junto con Fenris.

    -Nunca llegó a dominar el arco y la flecha.

    -Sus uñas son de un inusual color negro grisáceo desde que nació. Le han sido bastante útiles, pues las mantiene duras y afiladas para utilizar en caso de carecer de armas.
     
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  7. Threadmarks: Ficha: Lilia (Liliana) Aurora Galeria
     
    Myriel

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    Nombre del personaje: Lilia (Liliana) Aurora Galeria

    Sexo: Femenino.

    Edad: 26 años.

    Descripción psicológica: Una palabra describiría a la perfección la personalidad de esta mujer a primera vista: Inexpresividad.

    Se mantiene seria y tensa como una estatua la mayoría del tiempo, pero sin salir de su elegancia. Sus reacciones pueden llegar a ser cómicas, pues parece un robot aprendiendo a expresarse adecuadamente o mejor dicho; a integrarse. Es muy curiosa con las cosas que desconoce, muy observadora. Poco sociable, o más bien lo justo, pues al haberse criado apartada de la sociedad ha desarrollado una gran timidez. Por esa razón es bastante desconfiada.

    Suele ser irónica a la hora de hablar y muchos creerán que bromea en vez de estar hablando totalmente en serio.Tiene poco tacto al decir las cosas, es muy sincera, aunque nunca lo hará de mala manera, si te ofende no será consciente de ello, le cuesta distinguir las emociones de los demás, más puede ser compasiva y comprensiva si los descubre. Es bondadosa y aunque distante, muy leal a su casa y pueblo.

    Tampoco tiende a ser muy habladora, prefiere los libros a las personas, pero si le hablas directamente te contestará con frases cortas y firmes.Aunque, además de su aspecto frívolo, Lilia puede ser bastante persuasiva gracias a su destacada belleza. Es una mujer muy culta e inteligente, no hablará mucho, pero cuando lo hace es capaz de conquistar a cualquiera. Y no mencionar la justicia y el orgullo, cualidades claramente destacables ante su rango social, las cuales aprendió de su padre. Y esas dos cualidades juntas hacen que Lilia sea una persona muy decidida a la hora de necesitarlo. Posee una madurez intelectual y lógica más que social.

    Raza: Humana.

    Descripción física: Lilia es dueña de un aspecto fino y delicado. A simple vista se la podría confundir con una muñeca de porcelana, a causa de su pelo albino y su piel pálida, lisa y clara como el marfil. Tiene los ojos muy azules y cristalinos, en forma de almendra, los cuales están poblados por pestañas largas, creándole así una mirada coqueta y seductora. Sus labios siempre están teñidos en una tonalidad rosada y su voz es melodiosa y aterciopelada como el canto de un pájaro. Posee el pelo largo, naturalmente le cae liso hasta la cadera, pero lo suele recoger con adornos y creando algunos rulos para dar volumen a su pelo.

    Mide cerca de 1'76 m y presenta un cuerpo bien dotado y proporcionado. Su forma de caminar es bastante singular y elegante, siempre la verás con la cabeza bien alta. Le gusta vestir con vestidos clásicos y elegantes, con muchos vuelos; de colores grises y azules. De ella colgará en todo momento un colgante con un zafiro que perteneció a su madre, y un anillo con el escudo de su casa que fue de su padre.

    Ocupación del personaje: Emperatriz.

    Historia del personaje: En verdad poco se sabe de la historia pasada de Liliana. Su madre murió al dar a luz y su padre se encargó de instruirla toda la vida, formando un gran lazo entre ambos. Lilia ha vivido de libro en libro y de mapa en mapa sin apenas cruzar las murallas del castillo. El misterio rodea todo su origen en realidad, hasta el día que todos recordarían: La muerte de su padre, el emperador.

    Tal vez aquel, fuese el día más duro para la princesa, al mismo tiempo perdía un padre mientras otros de alto cargo la nombraban emperatriz. Tuvo que afrontar una madurez social de golpe que, aun no sabe afrontar del todo bien pero, gobernará como su padre hubiera deseado ver a un gobernador en ella.

    Su pasado es casi un misterio y su futuro está por escribirse. Tal vez logre, algún día, ser una gran memoria para la historia, y el mejor recuerdo de su familia.

    Fortalezas:

    • Tiene una vista muy aguda. Es capaz de divisar cualquier cosa a largas distancias además de permitirle no perder detalle alguno de nada.
    • Buena memoria. Puede recordar casi cualquier cosa gracias a una larga vida de aprendizaje.
    • Entiende de mapas y estrategias militares.
    • Buena con el arco. Gracias a su vista es capaz de manejar este arma fácilmente.
    • Es ágil. Al tener poco peso y una estatura media puede moverse bastante veloz.
    • El don de la palabra. Sabe persuadir muy bien.
    • Conoce varios idiomas a la perfección.
    • Buena jinete.
    • La lealtad hacia su gente.

    Debilidades:
    • No posee gran resistencia.
    • Mala en la lucha cuerpo a cuerpo, no tiene fuerza.
    • Su orgullo muchas veces puede ser un problema.
    • Su lealtad al nombre de la familia. Haría cualquier cosa por mantener el honor de su casa.
    • A veces puede ser demasiado desconfiada.
    • Su inseguridad y timidez en el ámbito social pueden ser un problema de distracción, sin mencionar que es curiosa por lo que tiende a estar distraída.

    Extras:

    • Le gustan los pájaros
    • No ha viajado más allá del castillo.
    • Sabe tocar el Arpa, es uno de sus mayores entretenimientos.
    • Su mayor miedo es fallar en su cargo.
    • No teme a la muerte.
    • La lectura es casi su único pasatiempo, si no fuera por el arpa.
    • Tiene pasión por el mar. Quiero verlo antes de morir.
    • Lo que más la relaja es pasear por el castillo.
    • Sueña con viajar y conocer el mundo que ha leído en los libros y explorado en los mapas.
     
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  8. Threadmarks: Ficha: Krona Ugg
     
    Ayeah

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    Nombre del personaje: Krona Ugg

    Sexo: Femenino

    Edad:500 años. (En realidad tiene ya 568, pero nunca lo admitirá).

    Descripción psicológica:Krona es una joven bastante coqueta a pesar de su aspecto rudo. Tremendamente enamoradiza y soñadora, aunque matará a golpe de martillo a cualquiera que resalte ese aspecto de su personalidad. Se sonroja fácilmente, ya sea por ira, ebriedad o, en contadas ocasiones, vergüenza (no muchos han visto este aspecto y, de ellos, aún menos son los que viven para contarlo).

    Como la mayor parte de los de su raza, compensa su diminuto tamaño con una gran dosis de mal disimulada brutalidad y bárbaros modales, aunque en presencia de otras razas trata de mostrarse más refinada, fracasando estrepitosamente la mayor parte de las veces.

    Es de mente algo cuadriculada y carente por completo de imaginación, carencia que compensa con un gran ingenio y un carácter vivaracho de risa fácil y trato amable... la mayor parte del tiempo.

    Es una mujer bastante temperamental y cuando monta en cólera no mide su fuerza por lo que los enanos de su aldea procuran siempre adularla y mantenerla contenta, ya que más de uno ha salido gravemente herido por un comentario desafortunado. En cambio, con las mujeres suele mostrarse muy dulce y atenta, siendo extraño que lleguen a sacarla de sus casillas (siempre que no haya un lío de barbas por medio).

    En todo momento dice lo que piensa, aunque no tenga mucho sentido o, incluso, se contradiga con lo que ella misma dijo minutos atrás. A pesar de ser tozuda, cambia de opinión con bastante facilidad si le dan los argumentos adecuados.

    Le cuesta horrores mantenerse en silencio, adora los cotilleos y las bromas e, incluso, los chistes algo subidos de tono o del mal gusto para los más refinados.

    Su cultura no llega demasiado lejos pero en su campo es toda una experta: Ama las armas, casi tanto como las grandes historias de guerra por las que siente gran fascinación. Pone especial interés y esfuerzo en cada obra que realiza y es, sobretodo, persistente.


    Raza: Enana


    Descripción física: Sus rasgos faciales son sorprendentemente delicados para tratarse de una enana. De piel tostada por las horas de trabajo en la forja, su rostro redondeado posee una simetría casi perfecta, adornado con una pequeña naricilla respingona salpicada de pecas.

    A ambos lados de la misma, unos grandes y vivaces ojos violetas rodeados de espesas pestañas negras.

    Labios gruesos, como casi todo en ella, que ocultan una adorable sonrisa mellada (le falta un tercio de uno de sus incisivos por un pequeño accidente en la forja).

    El cabello color de trigo cae en pesados bucles como una cascada hasta la parte más baja de su espalda. Es lindo pero molesto, por lo que acostumbra a recogerlo en una larga trenza que deja caer sobre su hombro durante las horas de trabajo.

    Su estatura… bueno. No es algo que deba preguntarse a una enana si queremos salir vivos por lo que lo dejaremos en que está ligeramente por debajo de la media en lo que a su especie se refiere. Su complexión es redondeada, de curvas generosas y músculos fuertes y trabajados.


    Ocupación del personaje: Herrera.


    Historia del personaje:

    Vaya, vaya. Parece que tengo nuevos clientes, dejad que termine con esta espada y… ¿Cómo? Oh... Disculpad. No recordaba que había planeado este encuentro, lo lamento.

    ¡Y yo con estas pintas! Bueno, será mejor que vayáis tomando asiento pues la historia de mi vida no es precisamente corta, jé.

    Aunque no los aparente, tengo ya 500 años ¡Exactos! Ni uno más. (Esa sonrisa Walter, que te veo. )

    Bien, ¿Por dónde empezar? Imagino que por el principio, como es lógico.

    Nací y me críe en una de las aldeas más cercanas al corazón de la montaña. Aún recuerdo el calor de la piedra aún en invierno y los rostros de mis padres, que en paz descansen. Fueron unos años entrañables pero, por desgracia para mí, escasos.

    A los 15 años de nacer yo hubo un desprendimiento en una de las minas superiores y mi pequeña aldea fue arrasada.- No, no lo sientas, fue hace mucho tiempo.- Mi padre era minero, se dedicaba a la extracción de metales para armamento y formaba parte del pelotón que falleció durante el derrumbamiento, no se salvó ni uno.

    Mi madre y yo, al igual que el resto de supervivientes, nos vimos obligadas a partir hacia la superficie, a un pequeño pueblito muy acogedor, aunque más frío y soleado. - Adoro el sol, no me malinterpretes, pero debes reconocer que no hay nada más acogedor que un buen agujero en la roca-.

    Aquí es donde conocimos al viejo Stur, un amable tabernero que nos ofreció cobijo en su establecimiento a cambio de que mi madre ejerciera como camarera. Él fue como un segundo padre para mí, y siempre se ocupó de que no nos faltara de nada. En el fondo me temo que estaba algo enamorado de mi madre, ella era una enana de muy buen ver… tenía dos tetas como dos carretas si se me permite la vulgaridad.

    Yo ayudaba a servir las comandas en la taberna, atendía a todo tipo de huéspedes y ellos pagaban mis servicios con sus historias. En especial, amaba las historias de guerreros, pues ellos parecían correr increíbles aventuras mientras yo vivía encerrada en aquel lugar, viviendo de la caridad de un buen hombre.

    Fue en ese entonces cuando decidí que había llegado el momento de aprender un nuevo oficio. Aunque la cocina no se me daba mal, disfrutaba mucho más blandiendo los cuchillos jamoneros mientras imaginaba ser toda una espadachina entre fogones.

    Habían transcurrido casi 90 años, ya era toda una adolescente que rondaba el siglo de edad cuando conocí al que sería mi maestro, confidente y tercer padre.- Lo sé, he tenido muchos progenitores. – El Maestro Ruma era el mejor herrero que existía en toda la región, guerreros de todo el mundo venían a realizar encargos e, incluso, traían armas legendarias para que él las reparara.

    No se me traba la lengua si digo que aprendí del mejor. Pues así lo creo firmemente. De él aprendí mucho, pero debo reconocer que fueron las propias armas quienes más me enseñaron. Con el tiempo aprendí a escucharlas y entenderlas, cada hoja es un mundo, cada empuñadura una personalidad, ambas deben ir en la más perfecta armonía para poder funcionar correctamente y eso, amigos míos, sólo se conoce conversando con ellas en situación de respeto y comprensión mutuas.

    Pero me estoy yendo por las ramas.

    Fue un día de verano, lo recuerdo bien porque no había ni rastro de nieve en el pueblo y eso sólo se ve en esa época del año, cuando Ruma marchó en busca de un enorme hacha con ciertas propiedades mágicas que tenía varios miles de años de antigüedad. Yo estaba realmente ansiosa por ver aquella joya e insistí varias veces en acompañarlo, pero el enano fue tajante. Era una empresa peligrosa y yo debía esperar…

    … Pues bien, más de 400 años después aún sigo esperando su regreso. Todo cuanto volví a saber de Ruma es que me había dejado en herencia su forja y ése enorme paquete que se encuentra anclado en la pared.

    Lo trajo uno de los supervivientes de la expedición junto a las más nefastas noticias. Apenas era consciente cuando murió mi primer padre, el biológico, pero la muerte de Ruma aún me entristece a pesar del paso de los años… Dijeron que se trata del hacha que fue a buscar pero, sinceramente, nunca he querido verla. Mi madre quiso que me deshiciera de ella, pero tampoco he sido capaz.

    Así que aquí me tienes, una joven y apuesta enana lista para emprender una aventura y alejarse de esta oxidada forja donde he pasado la mayor parte de mi vida.

    Ojalá fuera más interesante pero… es cuanto te puedo contar.



    Fortalezas:

    - Es capaz de manejar cualquier arma de ataque físico con soltura.

    - Posee una fuerza física y una resistencia desmesuradas.

    - Así mismo, es capaz de reparar y mejorar cualquier arma si dispone de los materiales adecuados, ya sea física o mágica.

    - Es muy perseverante y, aunque algo no sea su fuerte, se esforzará en hacerlo y en no quedarse atrás respecto a sus compañeros.

    - Es muy valiente y fiera en la batalla y no dudará en lanzarse la primera al ataque.

    - Su sentido de la orientación es bastante bueno.

    - Su cocina es excelente.

    - Es buena construyendo otros objetos una vez descubre cómo funcionan.


    Debilidades:

    - Le aterroriza cualquier animal que la supere en tamaño.

    - Aunque está muy versada en temas de batalla y armamento, su cultura es muy limitada en cualquier otro campo.

    - Tiene una puntería pésima y sus cortas piernas la hacen algo lenta y torpe a la retirada.

    - Es completamente nula para la magia.

    - Es torpe, por lo que el sigilo no se encuentra entre sus virtudes.

    - No sabe leer ni escribir.

    - Los hombres apuestos consiguen que se ponga muy nerviosa y haga todo del revés.

    - No sabe nadar.



    Extra:

    - Adora los seres vivos pequeños, por horrendos que sean, su reducido tamaño los hace ver adorables a sus ojos.

    - Siempre canturrea cuando trenza su cabello.

    - Ama la cerveza y tiene muy buena tolerancia al alcohol.

    - Es capaz de comer como dos hombres adultos.

    - Con frecuencia puede ser sorprendida caminando sobre las puntas de sus dedos para parecer más alta.




    Espero que esté bien, cualquier cosa que deba cambiar dímelo y lo haré (/u\) @George Asai
     
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  9. Threadmarks: Ficha: Anael
     
    Ichiinou

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    He aquí mi ficha. Lamento la demora y espero que todo esté en orden. Esta es la primera vez que entro a un colectivo y espero hacerlo bien. ;-; Si cualquier cosa, avísame George. <3

    -------------------------------

    Nombre del personaje
    : Anael

    Sexo: Mujer

    Edad: Cientos de años, pero aparenta sobre 30 años humanos.

    Descripción psicológica: Anael es un ángel tranquilo, siempre se ha caracterizado por alejarse todo lo posible de los conflictos y su mayor preocupación es preservar la paz y encontrar a los remanentes de Satanás. Es una criatura a la que nunca le ha interesado el amor romántico y que siente un gran amor por la humanidad en general. Le gusta mezclarse entre los humanos, pese a que no suele pasar desapercibida. Es alguien amable, muy calmada, que disfruta de adquirir nuevos conocimientos y que siempre tratará de ayudar. Es una persona callada a la que le gusta escuchar.

    Raza: Ángel

    Descripción física: Anael es alta, mide alrededor 1 metro y 80 centímetros, su cuerpo es delgado y estilizado. Su cabello es de un tono rubio platino, muy brillante, tiene una larga melena hasta la cintura, que suele llevar suelta y a veces la adorna con hebras. Su piel es pálida como el mármol y está surcada en su cara, por la zona de los ojos por algunas arrugas que le dan un aspecto más risueño. Su rostro es calmado siempre y sereno, con rasgos afilados y sus ojos azules claros son como un mar en calma.
    Suele vestir vestidos claros, sin mangas, de fina tela, con un par de capas superpuestas, vaporosos que, marcan su busto, ajustados por debajo del pecho, con algún fino cordón dorado o simplemente, fruncidos y con una caída hasta los pies. Los vestidos suelen tener la parte superior de la espalda descubierta, por donde saca sus imponentes alas. Le gusta andar descalza y siempre que puede lo hace, pero cuando no, suele llevar sandalias planas, con delicados cordones con bordados dorados.
    Suele llevar sus grandes y blancas alas en alto, pero no las despliega del todo a menos que sea necesario para imponer o para alzar el vuelo. Rara vez las muestra bajas, porque no suele intimidarse. El plumaje de sus alas es brillante y hermoso.

    Ocupación del personaje: Ángel Celestial

    Historia del personaje:
    Anael estuvo los primeros años de su vida, casi solo rodeada de ángeles, el contacto con otras criaturas era casi inexistente. Su familia es grande, pero con el paso de los cientos de años, se fue alejando de ellos y rara vez los ve, aunque sí les tiene en estima, porque lógicamente son su familia.

    Un par de cientos de años atrás, tuvo que cuidar a una criatura humana porque esta era muy importante para los ángeles, al parecer un tipo de profecía hablaba sobre este niño y de que debía ser cuidado por los ángeles. Así se hizo, pero pese a que los demás ángeles no lo consideraron nada extraordinario al final, Anael supo que no fue así, que a raíz de eso, surgió algo extraordinario.

    Al principio, Anael solamente veía a los humanos como unas criaturas extrañas, con sentimientos que no lograba comprender. Pero pese a que el ser humano le pareció en ocasiones egoísta, envidioso y malvado, vio algo en él que le llamó especialmente la atención, el ser humano era capaz de amar con una intensidad muy fuerte, dándolo todo por ese sentimiento, cosa que un ángel como ella, nunca sería capaz de imaginar. Al caer en la cuenta de esto, se sintió fascinada con el ser humano, ya que ella siempre había tenido poco interés por el amor romántico y aquello era algo nuevo para ella. Se encariñó mucho con la criatura humana que tuvo a su cargo y realmente, lloró su pérdida cuando este partió. Se consideraba un acto excepcional que un ángel derramase lágrimas, se consideraba algo más propio de los seres humanos, pero con aquella muerte, Anael supo sentirse más humana que nunca y de verdad, llegó a querer con mucha intensidad a aquel chico, tanto como si fuese su propio hijo, en ese momento, cuando vertió sus lágrimas por algo así, logró entender que estaba enamorada de la humanidad.

    Tras este episodio de su vida, a parte de su misión principal como ángel celestial, la cual no debía ignorar, de preservar que los remanentes de Satanás no perturben la paz, tenía la misión que ella consideraba más importante, la de ayudar siempre a la humanidad. Pese a todo, sabía de primera mano, que algo hermoso dormía en los corazones de los seres humanos.

    Pese a todo, actualmente lleva una vida más independiente y prefiere no encariñarse con ningún ser humano en particular, sabe cuán frágiles son sus vidas y cuan efímeras y prefiere no tener que volver a sufrir una pérdida como la de antaño, ya que cree que no hay mayor amargura que esa, perder a un ser querido, para siempre.

    Le gusta mezclarse entre la humanidad, pero no suele pasar desapercibida por sus imponentes alas, por lo que no lo hace tanto como le gustaría, a veces.


    Fortalezas:
    —Se le da muy bien la magia, su especialidad son los conjuros curativos.
    —Es confiable y siempre da seguridad a la gente.
    —Tiene mucha memoria y sus conocimientos aumentan día a día.
    —Recuerda con facilidad cada acontecimiento de su vida, pese a tener cientos de años.
    —Pese a su aspecto frágil, tiene un carácter fuerte y no se deja vencer fácilmente.
    —Su bella apariencia.
    —Le gusta escuchar.
    —Tiene mucha confianza en sí misma.
    —Es muy protectora con sus seres queridos.
    —Conoce varios idiomas y tiene facilidad para aprender nuevos.

    Debilidades:

    —Los seres humanos, cualquier ataque contra la raza humana lo considera como algo personal.
    —Pese a que sabe lo básico de defensa personal, es mala en las batallas cuerpo a cuerpo.
    —Tiene un fuerte temor a la muerte de sus seres queridos.
    —Es más frágil sentimentalmente que la mayoría de los ángeles.
    —Es callada.
    —La magia oscura suele afectarle de forma inusual y todavía no ha aprendido a evadirla.
    —Le afectan mucho las auras de maldad o de odio, las que están provocadas por sentimientos negativos.
    —Odia que le toquen las alas sin permiso.
    —Es activa y siempre está dispuesta a ayudar.


    Extra:
    —Le encanta comer productos del mar.
    —Le gustan también las cosas dulces.
    —Le gusta leer y sobretodo practicar la escritura, tiene una caligrafía pulcra.
    —Su voz es suave y serena.
    —Su relación con los demás ángeles es neutral.
    —Recuerda vagamente a su familia, ya que no ha tenido nunca un vínculo afectivo demasiado fuerte con ellos. Y a algunos no los conoce.
    —Adora caminar descalza sobre el pasto.
    —Le gusta cambiar de aires a menudo, por lo que no permanece viviendo mucho en un mismo sitio.
    —Le gusta la decoración sencilla y elegante.
     
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  10. Threadmarks: Ficha: Reik Van Ruselert
     
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    Hola, aunque están los cupos completos, George me dio permiso para participar.


    Nombre del personaje: Reik Van Ruselert
    Sexo: hombre
    Edad:24
    Descripción psicológica: chico frío, no demuestra sus sentimientos fácilmente, siente gran sentido de la justicia, astuto, inteligente y sacrificaría su vida por las personas que ama, se adapta fácilmente a situaciones límite para sobrevivir, tiene gran intuición para saber con qué tipo de personas está tratando en realidad aunque traten de engañarle, honesto, sincero, esforzado, valiente.
    Raza: humano
    Descripción física: estatura de 1,80, cabello negro desordenado, ojos azul zafiro, piel blanca, contextura delgada, ágil pero resistente y de gran fuerza física. Tiene una cicatriz de media luna en la sien derecha.
    Ocupación del personaje: caballero de la Orden del Dragón Errante

    Historia del personaje

    Reik nació de la unión de Evelyn, una mujer noble y Alexander, caballero de la Orden de los Leones Rojos. Ellos se amaban en secreto, ya que el padre de Evelyn deseaba comprometerla con un noble adinerado, sin embargo ella escapó con Alexander, pero cuando ella quedó embarazada su padre la encontró y le hizo prometer que mataría al niño cuando naciera, sin embargo por medio de sus sirvientas ella llevó al niño con su padre evitando su muerte.

    Reik fue criado por su padre, quien le enseñó a manejar armas desde pequeño y sobre combate cuerpo a cuerpo para que no dependiera de nadie y pudiera sobrevivir, sin embargo cuando Reik tenía seis años extrañaba mucho a su madre y deseaba conocerla, por lo que un día su padre le llevó a un pueblo en el que ella ayudaba a las personas pobres y les proveía de alimentos, reconociendo su madre los bellos ojos azul zafiro de su hijo, abrazándole fuertemente y saliendo lágrimas de sus ojos de felicidad, ante la mirada lejana de Alexander. Una felicidad que ella anhelaba vivir por siempre, pero en pocos días tendría lugar su boda con un Liren, un noble arrogante que sólo deseaba una mujer noble para mantener su buen nombre y control de más tierras.

    Evelyn sin ver escapatoria prefirió suicidarse antes de la boda antes que tener que pertenecer a otro hombre y formar otra familia, sin que su padre comprendiera su decisión lloró por su muerte, así como el resto de su familia, siendo tarea de Alexander contarle al pequeño Reik que su madre se había convertido en un tesoro que nunca saldría de su corazón.

    Años después con solamente trece años Reik había desarrollado una habilidad excelente con armas cortantes como espadas, alabardas y su arma favorita las dagas, con o sin veneno. Su padre estaba orgullo de él, sin embargo ese mismo año su padre fue llamado por la Orden de los Leones Rojos para unirse en la defensa de la frontera, sin que Reik volviera a saber qué sucedió con él, no obstante desde ese momento uno de sus principales objetivos es encontrar a su padre guardando la esperanza que se encuentre con vida.

    Luego de esa terrible noticia Reik quería seguir el camino de su padre por lo que se convirtió en escudero y fue nombrado caballero por un Gran Maestre a la edad de diecisiete años perteneciendo a la Orden del Dragón errante portando armadura roja con detalles de la cabeza de un dragón en color gris, en compañía de un caballo de nombre Impetuoso, al que disfrutaba limpiándole y hablándole, ya que le costaba establecer conversaciones habituales con las personas, metiéndose en uno que otro conflicto con unos chicos de la misma orden de caballería que él, debido a que se burlaban del nombre de su familia, a pesar que su padre había sido un gran caballero, era considerado un ex noble sin prestigio, lo que enfurecía mucho a Reik, porque él no hacia distinción de clase, sólo evaluaba a las personas según su comportamiento e intenciones. Conflicto que le causó más de una sanción, pero lo compensaba con sus grandes habilidades matando orcos y a pesar de los problemas siempre protegía a sus compañeros cuando estaban en dificultades aumentando su experiencia siendo cada vez más los encuentros con estos enemigos, teniendo que utilizar al máximo sus buenos reflejos y habilidades para poder sobrevivir y poner en práctica todas las enseñanzas de su padre, las que ahora con 24 años le han ayudado a poder mantenerse en pie.


    Fortalezas: gran manejo de las armas que posee: espadas en cada mano, dagas, alabardas.
    Bueno en combate cuerpo a cuerpo.
    Nunca se rinde.
    Toma correctas decisiones en combate
    Reflejos rápidos
    Defiende a cualquier humano en combate contra los enemigos aunque esa persona no sea de su agrado.

    Debilidades:

    Egoísta
    Le cuesta establecer relaciones sociales y contar su vida y sus problemas.
    No sabe perder
    Se enoja con facilidad aunque mantenga un aspecto sereno.
    Hiere a las personas sin darse cuenta por ser tan sincero.
    Desconfiado

    Extras: le encantan los animales, solamente a ellos le muestra su alma.
    Odia los ruidos molestos
    Le disgusta la comida muy condimentada o excesivamente dulce.
    No tiene problemas en dormir bajo la sombra de un árbol al aire libre.
     
    Última edición: 28 Agosto 2016
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  11. Threadmarks: Ficha: Alek Drazhen
     
    Shani

    Shani Maestre Comentarista empedernido Usuario VIP

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    Mi ficha :L


    Nombre del personaje
    : Alek Drazhen

    Sexo: Hombre.

    Edad: 35 años.

    Descripción psicológica: Tiene una personalidad por demás reservada, pero esto no importa demasiado, teniendo en cuenta que no tiene amigos ni familia cerca a quién abrirse. Es muy meticuloso con cualquier tarea que realice, característica que a veces es beneficiosa y otras veces se torna un defecto. Es un hombre práctico, al que no le gustan las cosas complicadas. Es eficiente y perseverante y tiene mucha paciencia, con todo excepto con la gente.

    La vida lo ha hecho desconfiado y cauto, pero tal y como están las cosas, las noticias que corren y el estado de las relaciones entre los humanos y todas las razas de seres que en el mundo, son buenas cualidades.

    Y hablando de seres, desconfía de toda raza que no se humana, aunque esto no significa que les tenga cariño a los humanos. Odia la magia desde lo más profundo de su ser, la magia le repele. Tan sólo hablar de magia lo pone de malhumor, sumamente huraño y susceptible. Oír la palabra magia le cambia el humor y lo vuelve irritable y hasta grosero.

    Sabe mantener la tranquilidad en situaciones difíciles, pero no es algo que aplique a menudo, sobre todo porque desaparece lo más rápido posible ante situaciones o conflictos que no le competen.

    Raza: Humano.

    Descripción física: Posee buen estado físico gracias a los trabajos que debe realizar como campesino. De constitución musculosa, no llega a ser robusto, sino más bien delgado. Es alto, sobrepasa el metro ochenta. Su rostro es anguloso, su frente amplia y su nariz respingona. Tiene ojos marrones y el cabello castaño oscuro, tupido y ligeramente ondeado, aunque esto no puede apreciarse del todo porque lo lleva muy corto. Suele dejarse crecer la barba.

    Sus manos están curtidas, tiene pequeñas marcas y cicatrices, también, debido a los trabajos que realiza. Suele vestir con ropa sencilla, de campesino, en colores marrones, azules y grises, utiliza calzado de cuero.

    Ocupación del personaje: Campesino.

    Historia del personaje: De niño tenía una personalidad reservada. Le encantaba pasar tiempo al aire libre, perderse en el bosque. Y en una de sus tantas excursiones al bosque, tal fue su sorpresa al encontrarse con aquel maravilloso ser: una niña preciosa, de cabello negro y ojos verdes. Recordó lo sucia y arrugada que estaba su ropa, -más tarde averiguaría que el estado de su ropa se debía a que había estado trepando árboles- y su encantadora sonrisa.

    De pronto la niña se irguió y se quedó inmóvil. Con un giro brusco hacia donde él estaba le habló en tono cortante. — ¿Quién eres?, ¿Por qué me espías?

    Alek se quedó mudo de la sorpresa, primero porque él estaba escondido y ella igualmente había podido notar su presencia. Ante esto pensó que debía estar perdiendo su habilidad de sigilo, quizás debía practicar más. Y segundo, su voz no podía ser más hermosa.

    — ¿Acaso eres mudo?— Le habló nuevamente, con cierta exigencia en la voz mientras ponía los brazos en jarra.

    Respondió, no sin antes carraspear. —Lo siento. No te espiaba.

    — ¿Ah, no?, ¿Y qué hacías ahí parado como un tronco?

    Muy a su pesar sonrió ante esa imagen.

    —No estaba parado como un tronco. Sólo daba un paseo, siempre ando por aquí y nunca te había visto.

    Ante esta respuesta la tensión en la niña pareció disminuir.

    —Nunca me adentro demasiado en el bosque, pero ésta vez quería otras flores que las que normalmente recojo en el claro.

    —Ya veo.

    — ¿Cómo te llamas? —preguntó la niña, dado un paso en dirección a Alek.

    —Alek.

    —No eres de hablar mucho, ¿Verdad, Alek?

    Alek quería decirle muchas cosas quería decirle lo bellos que le parecían sus ojos, tan bellos como el follaje del bosque en verano, y lo hermoso que le parecía su cabello negro con aquel brillo peculiar, al igual que una noche oscura levemente iluminada por el resplandor de la luna. Pero no le dijo nada de esto. Apenas la conocía, y no quería quedar como un tonto. Así que sólo se encogió de hombros y desvió la mirada.

    Un ruido suave de pisadas llamó su atención, y cuando volteó la mirada vio a la niña parada frente a él, a unos pocos centímetros de distancia.

    —Mi nombre es Seren. ¿Me ayudas a recoger flores, Alek?

    Alek no necesitó más palabras. En mudo asentimiento siguió a Seren mientras buscaba flores para la niña.

    Así había conocido al amor de su vida. A la mujer que había amado más que a nadie. Esa niña tan hermosa se había convertido en su mejor amiga, en su confidente, la única persona que lo hacía reír y enojar de un momento para otro. La única persona que lo hacía perder el control, provocándole un tumulto de sentimientos y sensaciones. Y ahora no estaba. Se había ido y su ausencia dolía tanto que le cortaba la respiración.

    La muerte de su madre, y más tarde la muerte de Seren habían transformado a Alek, llevándolo nuevamente a tener aquella personalidad cerrada que lo caracterizaba de niño, pero mucho peor. No había podido hacer nada por su madre, había intentado salvar a Seren, pero había fallado horriblemente y ahora estaba pagando un precio muy alto por ello.

    No queriendo saber nada más del mundo, se alejó de su aldea para instalarse en un claro, dentro de un bosque, al otro lado de la cadena de montañas que rodeaba su viejo hogar. Era un ermitaño, dejando se cabaña sólo para conseguir comida y realizar algunos trabajos.


    Fortalezas:
    —Su fuerza de voluntad.
    —Su habilidad para manejarse en la naturaleza.
    —Su instinto de supervivencia.
    —Es un hombre eficiente.
    —Es cauteloso, algo útil en estos tiempos.
    —A pesar de ser un campesino, sabe manejar armas humanas. Espada y cuchillo son las armas que mejor maneja, el arco se le da bien.

    Debilidades:
    —Su pasado.
    —Los niños y los animales.
    —La cerveza.
    —En ocasiones podría decirse que es muy valiente, pero sólo es temerario.
    —De carácter mezquino cuando se trata interactuar con otras personas, o seres.
    —No se le dan las relaciones sociales, por lo que no tiene amigos.
    —A veces se pone paranoico, pensando que lo están siguiendo u observando.
    —Su brazo izquierdo quedó resentido luego de una pelea en una taberna. Esto fue hace mucho tiempo, pero la lesión fue severa y no se curó del todo bien, lo que lo llevó a perder agilidad y movilidad en este brazo.

    Extra:
    —Prefiere a los seres no-humanos lejos. No son de su especial agrado.
    —No le gusta la oscuridad pero entiende que es necesaria. Prefiere el sol, el día.
    —Tiene una mirada un tanto perturbadora que incomoda a la gente. O quizás es la costumbre de mirar fijamente a las personas.
    —Le gusta tallar figuras en madera.
    —Tiene un caballo negro, que vendría a ser su mejor amigo.
    —Ama la naturaleza.
    —Odia la magia.
    —Vive sólo.
    —Es demasiado serio.
     
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  12. Threadmarks: Capítulo 1: Batalla de la planicie sangrienta
     
    George Asai

    George Asai Maestro del moe

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    [Colectivo] Infierno terrenal
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    Por fin, acá está el colectivoooooooooooo
    Bueno, la verdad no sé si con solo postear acá ya queda todo, si algo le falta al post díganme para que haga las correcciones necesarias.

    En fin, acá traigo el comienzo de un proyecto grande y divertido, que seguro nos entretiene a todos. ¡Dejen sus comentarios? c:



    Infierno terrenal


    Capítulo 1: Batalla de la planicie sangrienta


    POV: Gawain


    Han pasado más de dos años y los orcos todavía no desaparecían de estas planicies, por más que hemos luchado sin descanso esa maldita plaga verde seguía asediándonos. Queríamos descansar, tener un momento de paz para enterrar a nuestros muertos y avisarles a las familias de los fallecidos, pero no, este castigo divino parecía no tener fin.


    —Hoy terminaremos con esto. —Uno de mis compañeros me habló a lado de la formación, al girar mi rostro pude ver al caballero blindado hasta los dientes, con una armadura roja como la mía y con el símbolo de la orden del dragón errante grabado en su escudo y peto.


    —Los orcos darán su golpe final a las afueras de la capital, una jugada arriesgada y agresiva, pero no espero menos de esos salvajes —comenté, a decir verdad los Orcos no eran muy listos, pero tampoco podíamos subestimarlos, entre sus filas existían seres de gran inteligencia y poder, capaces de idear cargas exitosas contra nuestros ejércitos.


    Hace dos años un gran contingente de orcos asedió la capital imperial y ocasionó un colapso total de nuestra hegemonía, fue un golpe duro, los bastardos llegaron desde el subsuelo y no tardaron mucho en destruir las murallas. Por fortuna fuimos capaces de repelerlos hacia las planicies que rodeaban nuestra ciudad fortificada y así nos la hemos pasado todo este tiempo, librando escaramuzas para limpiar la zona.


    O al menos eso creí…


    Un ejército verde y rancio se posó a varios kilómetros de las murallas, eran más de quince mil brutales orcos hambrientos de guerra y con ganas de comerse a nuestros niños. No era ninguna exageración o poesía, en verdad amaban comer mujeres e infantes por la suavidad de sus huesos.


    Nuestro capitán afirmó que era más sensato pelear en campo abierto que atrincherarse sobre las murallas, por ende mandamos a más de trece mil hombres a las planicies para derrotar a esos malditos de una vez. Pero a diferencia de ellos, solamente cinco mil hombres de nuestro ejército eran soldados profesionales, es decir, hombres y mujeres entrenados para la guerra. Siete mil de nuestros combatientes eran milicianos, civiles sin entrenamiento militar y con poca preparación para luchar, armados con lanzas o armas básicas, incluso cuchillos de cocina o espadas de duelo (roperas).


    Y finalmente los mil restantes éramos caballeros, selectos guerreros de élite entrenados desde la infancia para derrotar a los enemigos de la humanidad. Acá me encontraba yo, los caballeros no servíamos como el ejército de la emperatriz, cada uno de nosotros estaba afiliado a una orden de caballería y ésta era controlada por un gran maestre, en todos los reinos humanos había más de cien órdenes distribuidas por las vastas regiones. Unas más grandes que otras, pero todas honorables y fieles a la causa de la emperatriz.


    —¡Atención!, nosotros formaremos parte de la carga principal por los costados, cuando les dé la orden sigan a su líder de escuadrón y aplasten a esos imbéciles verdes. —Nuestro capitán de pelotón habló con voz fuerte, tanto que todos los caballeros asintieron con un grito firme repleto de valor incalculable.


    La batalla estaba por comenzar, nosotros, la orden del dragón errante nos colocamos en el flanco izquierdo del ejército, estábamos junto a otras órdenes de caballería famosas, como los guerreros divinos, las alas de Dios y los lanceros dorados, entre otras. Pude ver a lo lejos un enorme muro de lanzas colocados en la primera línea, detrás de ellos había alabardas no muy lejos, seguramente para reforzar en caso de cargas pesadas. Más atrás estaban los espadachines y campesinos ligeros, a su lado yacían ballesteros y mosqueteros preparados para rociar a los orcos con un mar de disparos.


    —¿Sabes quién está al mando del ejército? —Uno de mis compañeros me susurró al oído una pregunta interesante.


    —Al parecer, el gran Lanzarote de la utopía sagrada será quien comande al ejército, es un miembro de la guardia real y uno de los generales más fuertes que tiene nuestra emperatriz. Hay que tener fe, ¡no perderemos ante un montón de salvajes!, somos los caballeros del dragón errante. —Mis palabras sirvieron para subir la motivación de mi compañero, el hombre se colocó el yelmo nuevamente y respiró para aliviar la tensión.


    Yo también me sentía nervioso, mis manos temblaban un poco y pude sentir como transpiraba continuamente debajo de esta armadura. Íbamos montados a caballo, éste también andaba cubierto de acero y con un cuerno en la cabeza, por si decidía atacar de frente con una embestida. Visto desde lejos, mi caballo parecía una máquina y no un ser viviente.


    Traté de hacer pequeños ejercicios de respiración, inhalar, exhalar, todo con calma. Para sacarme los pensamientos negativos de la cabeza le di un vistazo rápido a las tropas, a pesar de estar juntas y decididas a ganar había una gran diferencia de equipamientos y armamento entre cada pelotón.


    Los milicianos no llevaban uniformes consigo, usaban sus ropas normales y se protegían con algodón o pequeñas cotas de malla de muy mala manufactura. No usaban cascos o alguna protección más y la calidad de sus armas dejaba mucho que desear, algunos burgueses adinerados podían costearse un peto metálico, espinilleras, coderas e incluso un casco de segunda mano, de hecho, los nobles más quisquillosos venían armados con espadas de duelo, unas armas muy refinadas y adornadas con diamantes u otros metales preciosos. En manos de un esgrimista experto podía ser letal, pero contra un oponente tan bruto como un Orco yo tenía mis dudas.


    Luego estaban los soldados normales, a diferencia de los milicianos estos sí llevaban uniformes azules con dorado, una pequeña coraza ligera en las partes vitales, cascos negros y armas de producción en masa. No eran grandes obras de artesanías o armamento digno de museo, pero cumplía su cometido y eso bastaba. Los sargentos y capitanes traían corazas a medias y cascos un tanto más refinados con adornos para resaltar entre la multitud, ellos pudieron costearse esos lujos gracias a los sueldos como soldado que ganaron a base de años y años de experiencia.


    La élite del ejército la componíamos nosotros los caballeros, todos blindados con armaduras de placas completas y montando imponentes corceles que intimidarían hasta al orco más estúpido o el ángel más hermoso. Sin embargo, algunos preferían pelear a pie y apoyaban a los espadachines en el combate sucio con alabardas o sables, un trabajo que pocos caballeros realizaban, pero que seguía siendo vital para mantener la línea defensiva.


    Y bueno… Había otro componente en el ejército, alrededor de cien magos vinieron con nosotros para brindarnos apoyo, los que más apreciaba eran los magos curanderos. Ellos salvaban miles de vidas y su presencia no podía ser subestimada, lo mismo con los artilleros del reino y las tropas de exploración.


    —Ya vienen —susurré, mis compañeros alistaron sus caballos y se colocaron en cuña con el capitán del pelotón liderando. Aún no era momento de cargar, pero debíamos estar listos para recibir la orden.


    A lo lejos una marea de músculos verdes tapaba las hermosas planicies con sus asquerosos pasos… ¡Eran los orcos!, criaturas viles y despiadadas que no merecían ningún perdón. Medían un metro con noventa centímetros, pero algunas veces podían llegar a los dos metros y cacho, a diferencia de nosotros ellos no usaban un tipo de arma en especial, los veía cargando palos, piedras gigantes, mazas, machetes, garrotes repletos de púas, espadas hechas de piedra o materiales pesados y uno que otro mazo enano que robaron en sus constantes saqueos.


    Los orcos podían hablar español, pero a un nivel muy vago, solamente los líderes de las tribus eran capaces de usar el idioma completo, por fortuna su brutalidad los hacía incompatibles con la magia, pero lo compensaban con un gran número de elementos y una resistencia infernal. Podían pelear aun desangrándose y con dos miembros mutilados.


    No usaban armaduras ni nada por el estilo, iban casi desnudos, con enormes pinturas rupestres pintadas por todo el cuerpo, señal de sus batallas pasadas. Realmente no necesitaban armaduras, sus pieles eran tan gruesas que apenas sentían las puntas de lanzas. En resumen, era una raza muy fuerte físicamente, pero un tanto atrasada (para nuestra suerte).


    —Están a punto de hacer contacto. —Nuestro capitán nos mantenía informados de la situación, desde esta esquina podíamos ver los hechos también, pero los arbustos que nos cubrían hacía difícil apreciar del todo el comienzo de la contienda.


    —Vamos a mostrarle a esos monstruos el poder de la humanidad. —Mi pequeña frase volvió a inspirar a los caballeros que estaban con miedo, no podía culparlos, yo también me estaba cagando del pánico, ir a pelear contra esos salvajes era una horrible pesadilla. Pero sería más aterrador dejar que los orcos entrasen a la ciudad, el simple hecho de imaginar a niños y mujeres siendo devorados sin piedad alguna borraba cualquier pensamiento cobarde de mi mente.


    Aquella motivación era lo que mantenía la moral de los milicianos hasta el tope, normalmente ellos eran los primeros en desertar al momento de campañas largas, por ende, los generales no aconsejaban usarlos en misiones de conquista y ofensivas. Pero acá ellos defendían sus hogares, a sus familias, hasta el más raquítico de los campesinos podía convertirse en un guerrero para defender a sus esposas, hijas, hijos y padres. Como caballero que era, debía reconocer su valor y honrarlos en el campo de batalla dando lo mejor de mí.


    Y luego, a las cuatro de la tarde del día sábado 25 de octubre del año 5749…


    La batalla de la planicie sangrienta comenzó.


    Pude ver como miles de orcos cargaron salvajemente contra la primera línea de lanceros, a lo lejos los capitanes gritaban comandos básicos como: aguanten, no huyan y disparen. Aquellas órdenes, por más básicas que fuesen podían marcar la diferencia entre la vida o la muerte.


    Rápidamente la primera línea defensiva aguantó la embestida de los orcos con todo lo que tenían. Los resultados de la carga inicial fueron mixtos, por un lado, las bestias verdes quedaban empaladas en las lanzas o eran decapitadas por el tremendo golpe de una alabarda. Pero también vi a soldados siendo brutalmente asesinados por cortes de hacha o desmembrados de un solo garrotazo.


    El intercambio sangriento no se detuvo, los alabarderos trataban de mantener a raya a los orcos, pero estos tomaban sus filos con las manos desnudas y los jalaban hacia ellos para matarlos de un golpe a la cabeza o devorarlos vivos mientras imploraban sus últimas palabras. Fue un espectáculo atroz, vi a hombres morir de la peor forma posible, sus cuerpos quedaron tirados en el piso, bañados en sangre y lágrimas de impotencia.


    Los orcos tenían la capacidad de partir a un humano en dos, los sostenían entre sus carnosas manos y luego, de un solo jalón los partían sin piedad alguna, mientras sonreían maliciosamente y devoraban los trozos de carne que caían. Pero no todo fue trágico en la refriega, la segunda línea de espadachines cargó de lleno contra las bestias verdes.


    Algunos usaban espadas de mano como la mía, es decir, ligeras pero filosas y de una mano a dos, depende del usuario, otros preferían las claymore, espadas a dos manos mucho más grandes y capaces de cortar los miembros de un orco sin mayor problema. También, pero mucho menos comunes, duelistas con floretes y estoques, estos guerreros no cargaban armaduras, pero confiaban en su velocidad para dejar ciegos a los orcos de una estocada o de golpear puntos críticos. Yo no era muy fanático de la esgrima noble, pero cualquier ayuda nunca venía mal.


    La primera oleada de orcos salvajes se vio forzada a retroceder cuando los espadachines mostraron su técnica y conectaron varios tajos cruzados contra sus enormes cuerpos. Ellos no luchaban con habilidad, sino con instinto, por ende, se vieron superados cuando varios guerreros entrenados los cortaron en puntos clave como sus corazones o piernas, lugares sensibles para el orco normal.


    Por desgracia, la ventaja no nos duró mucho, pues más orcos armados con hachas gigantescas y mazas asesinas llegaron y sin pensarlo dos veces atacaron a los espadachines, no sin antes luchar mano a mano contra los caballeros a pie. La batalla seguía pareja, ningún bando cedía la iniciativa a otro, ni siquiera la lluvia de flechas lanzada por los ballesteros fue capaz de hacer retroceder a esos viles monstruos.


    —¡Mosqueteros, disparen! —Las armas de fuego nos daban una pequeña ventaja, pero sus arcos primitivos y flechas venenosas tampoco podían ser tomadas a la ligera. Vi a muchos milicianos desprotegidos caer víctimas de estos proyectiles, algunos se retorcían de dolor en el piso ya que las puntas iban bañadas con un veneno mortal que solamente los Orcos conocían. Una vez que recibías el impacto, difícilmente sobrevivías.


    —Se acerca la caballería enemiga. —Bueno, técnicamente sí era caballería…


    A lo lejos vimos a jinetes orcos atacando a los espadachines desde el frente, una estrategia insensata y estúpida, ya que muchos cayeron víctimas de las balas disparadas por los mosqueteros. Aun así, los que sobrevivieron al ataque inicial causaron muchas bajas por la fuerza de sus monturas. Sí, lo que ellos montaban no eran caballos como nosotros… ¡Eran osos gigantescos!, enormes criaturas de dos metros de alto, con la piel repleta de púas más duras que el acero y un hocico aterrador cubierto de afilados dientes.


    Los jinetes cargaban consigo una maza ligera en sus manos y dejaban al oso hacer su trabajo: Comer humanos, desde aquí se veía la enorme masacre que causaron en las líneas frontales.


    —Qué horror —susurré, a mi lado pude escuchar oraciones a los distintos dioses que cada uno profesaba, ya no faltaba mucho para entrar en acción.


    Alisté la enorme lanza de caballería que traía apoyada en la montura, lo mismo hice con mi espada que colgaba sobre mi cinturón especial, para ser sincero no me gustaba mucho usar el yelmo, pero tampoco podía negar que enfrentarse a un enemigo sin rostro ayudaba mucho psicológicamente hablando.


    —¡Caballeros, prepárense! —Nuestro capitán por fin recibió la orden de cargar, al hacerlo todos nosotros levantamos nuestras lanzas al aire y luego la colocamos hacia el frente —. Que Dios nos proteja en esta batalla, ¡hoy lucharemos como los héroes de la humanidad!, ¡como los máximos exponentes de la caballería!, es el momento de luchar, ¡a la carga!


    —¡A la guerra! —gritamos todos, en seguida salimos de nuestro escondite y cargamos hacia un pelotón de orcos, sentí la adrenalina subiendo por todo mi cuerpo, ya no había marcha atrás, la distancia entre ambos bandos disminuyó en menos de diez segundos y luego, al cabo de un parpadeo finalmente atacamos las filas enemigas con una atronadora carga.


    Mi poderosa lanza golpeó los cuerpos de cuatro orcos de manera simultánea, fue arrollador, escuché como sus resistentes huesos se rompían por la fuerza del impacto. El peso del caballo, más su velocidad y la armadura provocaba una embestida de proporciones épicas, por fortuna, no nos enfrentábamos a humanos.


    —¡Den la vuelta y vuelvan a cargar! —ordenó nuestro capitán, la formación siguió casi de la misma forma, solo que seis de nuestros caballeros fueron bajados de sus caballos —. ¡Vamos! —Una segunda embestida grupal se llevó a cabo, pero nuestros efectos se vieron disminuidos, ya que los orcos cerraron sus formaciones con lanzas improvisadas y detuvieron la carga con bastante astucia. La jugada de los verdes nos costó a nosotros casi diez caballeros, cuyas monturas cayeron al suelo para ser pisoteados y aniquilados por más de cuarenta orcos furiosos.


    —Maldición, estamos perdiendo más unidades de las que matamos —comenté, en medio del fragor de la batalla nuestro comandante nos pidió alejarnos un poco para incrementar la fuerza del impacto, por desgracia, el terreno estaba repleto de humanos y orcos peleando y se nos hacía difícil maniobrar en medio de tanta gresca.


    —¡Al ataque! —Acomodé mi lanza de nuevo en la montura, el impacto dolía bastante, pero al menos no me provocaba heridas severas. Tras recorrer quince metros golpeamos la línea de los orcos una vez más, el crujir de sus huesos y sus cabezas empaladas por mi lanza fue una vista hermosa, ¡como odiaba a esos bastardos!, verlos morir por mis manos me hacía feliz, más que cualquier fiesta o cita con mujeres.


    Esto era el campo de batalla, el hogar de los caballeros más valientes del reino, ¡definitivamente no podíamos perder este combate!


    —¡Retrocedan! —O al menos esa era nuestra intención, justo cuando íbamos a retirarnos una enorme roca aplastó a los caballeros que cabalgaban junto a mí, el resto (incluyéndome) fueron tirados de sus corceles por los pedazos de piedra o la simple onda expansiva que provocó el proyectil gigante.


    Maldición, había perdido mi lanza de caballería y mi caballo, traté de ponerme de pie para ver lo que había pasado, pero mis sentidos todavía no se acomodaban del todo. Poco a poco la vista se me fue aclarando, a la distancia pude apreciar una catapulta rudimentaria, como las que usábamos hace más de mil años durante los asedios. Era una tecnología barata, pero efectiva, incluso los primitivos orcos podían hacer uso de ella luego de varios milenios.


    —Ya no puedo seguir a caballo, tendré que luchar a pie. —Rápidamente busqué a un pelotón de soldados para agruparme con ellos, por fortuna no tuve que escanear mucho, ya que un regimiento de soldados y milicianos trataba de mantener la línea valientemente contra doce despiadados monstruos. No podía contar cuantos eran o como iba su moral, simplemente corrí en zigzag evadiendo flechas y machetazos hasta llegar con el sargento que los comandaba.


    —¡Caballero!, necesitamos ayuda, nos están haciendo retroceder y vienen más. —Detrás de los orcos venían dos unidades de jinetes oseznos, los alabarderos temblaban como gelatina y a duras penas mantenían sus posiciones. Ni siquiera la voz firme de su sargento bastaba para mantenerlos activos.


    —¡Vamos, no retrocedan!, ¡luchen por sus familias! —Desenvainé mi espada elegantemente, de inmediato me coloqué junto a los lanceros campesinos que estaban a punto de salir corriendo. La sola presencia de un caballero seguro los inspiró, pues cualquier pensamiento cobarde desapareció de sus cabezas.


    Los orcos que iban a pie no resultaron un problema para el regimiento de alabarderos y lanceros, estos usaron la longitud de sus armas para evitar tener contacto cercano con sus fauces y garrotes. Por desgracia, unos cuantos orcos lograron esquivar el filo de los palos y sin más demora nos atacaron con una brutalidad digna de leyenda.


    Una de esas monstruosidades verdes intentó matarme de un garrotazo hacia mi casco, por suerte, flexioné ambas piernas y agaché mi cabeza para evadirlo, de inmediato lancé un corte diagonal contra su garganta matándolo al instante. En sí no resultaba tan fácil eliminar a estos seres, pero tenía años peleando contra ellos que ya me sabía de memoria los puntos débiles a donde golpear. Claro, este orco seguro era de los más débiles, ya que la mayoría podía pelear aún con una herida mortal en sus cuerpos.


    Sin embargo, una parte de los lanceros campesinos no tuvo mucha suerte, pues acabaron por sucumbir ante los impactos de los orcos.


    —¿Hay algún ballestero o mosquetero por aquí? —pregunté al sargento.


    —No, ya los han matado a todos, pero a lo mejor hay algún arma tirada en el piso.


    —Mierda, ¡entonces tenemos que resistir! —Maté a dos orcos básicos con la misma jugada, una evasión y corte a la garganta, al mismo tiempo los alabarderos lograron derribar a uno de los jinetes oseznos, dejándome a mí mano a mano con una horripilante bestia. El oso se paró en dos patas y amenazó con aplastarme —. ¡Venga! —Aún con la armadura pude rodar por el suelo y levantarme en un santiamén, al hacerlo lancé un espadazo contra la silla del jinete.


    Pero no funcionó, la bestia era más rápida que yo, le bastó un solo salto para quedar fuera de mi alcance, además, perdí mi escudo en medio del calor de la batalla. La montura gigante volvió a cargar en mí contra, solo que esta vez su jinete también utilizó una lanza para evitar la jugada pasada.


    —¡Fuego! —Uno de los soldados que nos acompañaba logró encontrar una pistola tirada en medio de los cadáveres, posteriormente disparó a la cabeza del animal y como si fuese una estatua cayó al suelo tirando al orco que lo iba montando.


    —¡Muere, imbécil! —Clavé mi espada en la cabeza del enemigo dos veces y para asegurarme que estuviese bien muerto le di un tercer tajo. No había tiempo para celebrar, corrí hacia un grupo de milicianos mal armados que estaba teniendo problemas, su sargento estaba siendo devorado por dos orcos grandes y ellos no sabían que hacer. Pude ver sus semblantes llenos de terror y desesperanza por la caída de su líder, era cuestión de tiempo para que empezaran a gritar.


    Al verme, sus ojos recuperaron un poco de color, mantuvieron listas sus lanzas y en lugar de huir decidieron reagruparse con el pelotón que salvé hace unos minutos, el sargento los tomó bajó su mando y fueron a cubrir los espacios requeridos por los caídos. A veces agradecía a Dios por la forma en que hizo a los orcos; tontos y estúpidos, incapaces de concentrarse en la estrategia, estos descuidos tácticos podían marcar la diferencia a gran escala.


    Por un momento tuve la oportunidad de respirar y analizar tranquilamente lo que sucedía, miré alrededor mío en búsqueda de algún compañero de mi orden, pero no encontré a nadie. Quería saber en qué parte de la planicie estábamos y cuanta distancia teníamos del resto de la caballería. A lo mucho vi guerreros acorazados como yo sosteniendo alabardas y comandando a los regimientos sin sargentos a la distancia.


    —Sargento, ¿en qué parte nos encontramos? —pregunté algo agitado, mi respiración era un desastre, tenía que calmarme y recuperar el aliento antes de cansarme por completo.


    —Estamos en el centro de la batalla, retirarnos podría ser más costoso que luchar.


    —Es cierto, si los orcos nos persiguen podrían tomar con la guardia baja a nuestros aliados, tendremos que hacerlos retroceder nosotros. Pero lo veo difícil, muchos de los hombres tienen la moral baja y ni siquiera yo soy capaz de reanimar sus corazones caídos. —Odiaba admitirlo, pero en algunas ocasiones el miedo era tan grande que ni la cara de la emperatriz podría hacer que esos campesinos volviesen a ser guerreros.


    —Caballero, tenemos otro problema, mire quien viene… —A la distancia pude ver la peor situación posible, un pelotón de orcos acorazados iba matando a todos los soldados a su paso. Podía escuchar sus risas y golpes desde aquí, los pobres soldados que trataron de detenerlos fueron partidos a la mitad o devorados como animales. Nuestros hombres literalmente se cagaron en sus pantalones al verlos, ya que a diferencia de los orcos normales, los acorazados portaban armaduras de ogros adaptadas a sus feos cuerpos. Además, medían dos metros y medio de alto y cargaban consigo hachas o machetes mucho más pesados que los usados por sus contrapartes de rango menor.


    Sí, los ogros a veces hacían pactos comerciales con la raza de los orcos y no era raro verlos actuar en conjunto ocasionalmente.


    No obstante, uno de esos orcos llamó mi atención, su armadura estaba más limpia de lo normal y la complexión de su cuerpo superaba por mucho a la de sus compañeros. Sí, definitivamente no había ningún error…


    ¡Era Fang, el despiadado!, comandante orco más grande de todos los tiempos modernos, ese monstruo llevaba más de miedo siglo atacando poblados humanos y fueron sus acciones las que provocaron este conflicto a gran escala. De él se contaban muchas leyendas, unos decían que su intelecto era tan bueno como el de cualquier general humano, no entraba a peleas absurdas y sentía una gran fascinación por las batallas.


    Todo un caudillo legendario que nace una vez cada cien años.


    Los orcos acorazados componían apenas el 5% del ejército enemigo, pero solo uno de ellos tenía la capacidad de aniquilar a varios regimientos de campesinos y soldados profesionales.


    —Aquí vienen, ¡prepárense! —El sargento preparó a sus hombres para la inevitable confrontación, los creyentes se despidieron con una última oración a sus dioses para enfrentar su destino con la mayor valentía posible.


    No hacía falta decir lo que pasó, al momento de cargar la fila de alabarderos fue aplastada por los orcos acorazados, estos destriparon grotescamente a los pobres soldados que ni siquiera tuvieron tiempo de moverse o si quiera pensar su siguiente acción. El baño de sangre los hizo emocionarse más, los orcos comenzaron a luchar con nosotros en medio de una batalla desigual.


    —¡Mierda! —Evadí el primer machetazo que uno de los monstruos verdes me mandó, luego vi venir un segundo tajo en dirección a mi pecho —. ¡Te tengo! —Deslicé mi cuerpo hacia la derecha hasta quedar justo detrás del monstruo, esta técnica de combate era ideal para enfrentar a oponentes grandes, ya que los hacía girarse obligadamente y eso me daba el tiempo suficiente para golpear sus armaduras con mi espada.


    —¡Maldito humano! —exclamó el orco, adolorido por el golpe que le di trató de rebanarme nuevamente con un corte directo al cuello. Este ataque fue distinto, la dirección que tomó el arma me agarró desprevenido y todo lo que pude hacer fue bloquearlo con la espada.


    —¡Ah! —grité adolorido, el impacto me lanzó cinco metros hacia atrás y para colmo mi arma fue destruida. Pero aquí no acabó todo, el gigante verde corrió hacia mí con toda la intención de clavarme su machete en el estómago —. Necesito un arma. —De no ser por mi armadura ya habría terminado como esos pobres soldados, rápidamente busqué bajo mis pies cualquier arma para seguir esta pelea, no me importaba cual. En medio de la desesperación tomé una alabarda que yacía tirada y ensangrentada por su antiguo poseedor, de inmediato detuve la carga del orco usando un golpe vertical directo a su cuello.


    ¡Pero ni siquiera eso lo mató!, la armadura que traía consigo amortiguó gran parte del daño. El enemigo hizo una jugada inesperada, contra todo pronóstico tiró su machete al suelo y en lugar de correr hacia mí tomó la alabarda con sus manos desnudas. ¡Mierda!, al monstruo no le importó lastimarse las manos con tal de jalar la alabarda hacia él. Mi fuerza era insuficiente para competir con él, por ende, caí hacia adelante con las manos vacías.


    —¡Muere! —El orco levantó su machete del suelo, yo todavía estaba algo aturdido por el impacto pero pude ver bien a esa fea masa de músculos corriendo en dirección mía. Ya no me iba a dar tiempo de levantarme, necesitaba encontrar un arma en la tierra otra vez, ¡vamos!, ¡tenía que haber algo por acá!


    ¡Sí!


    Una claymore yacía tirada junto a los huesos de un espadachín, en una rápida reacción tomé la espada grande entre mis dedos y esperé a que el orco acorazado levantase sus manos para darme el machetazo final. Pude ver su asquerosa sonrisa triunfante cuando alistó su cuerpo para el tiro de gracia, ¡menudo error!, antes de que pudiese matarme le di una puñalada certera a la parte blanda de su garganta y por fortuna, la fuerza de la claymore fue suficiente para atravesar su armadura a esta distancia.


    —¿Eh? —A pesar de haberlo apuñalado en un punto sensible el orco todavía me atacó usando las fuerzas que le sobraban, claro, ya no llevaba la misma velocidad que antes y gracias a ello fui capaz de rodar por el piso, evadiendo así a la muerte por milésima ocasión —. ¡Ya desaparece! —Saqué la espada de su garganta y finalmente acabé con el gigante acorazado de un tajo.


    No obstante, todo parecía perdido, más orcos llegaron a reforzar las líneas enemigas, en especial arqueros y jabalineros. Las brutales bestias no eran muy precisas, pero lo compensaban con su gran número y fuerza al momento de disparar sus proyectiles. Los aliados que intentaron huir rápido fueron asesinados por la lluvia de flechas que los enemigos lanzaron, no hacía falta describir el momento para darse cuenta de lo terrible que fue.


    Incontables cadáveres se acumulaban por montones, todo el lugar apestaba a sangre pisoteada y a putrefacción. Sin embargo, para los orcos este aroma los excitaba todavía más, su moral incrementaba conforme la batalla proseguía y en cambio nosotros nos íbamos desmoralizando. Empecé a respirar agitadamente, una parte de mí deseaba vomitar, la conjunción de aromas me estaba cobrando factura, lo mismo que el peso de mi armadura y el extenuante sol.


    ¿A quién demonios se le ocurría pelear con este maldito calor?


    Los orcos continuaron masacrando al regimiento como si no hubiese un mañana, ya ni siquiera tenía esperanzas de que pudiésemos salir vivos de ésta. Pero, ¿realmente debía aceptarlo?, obvio no, tenía intenciones de pelear hasta mi último aliento, aún si mi muerte no altera nada en este maldito mundo me negaba a morir sin exprimir toda mi vida al máximo.


    ¡Aún no estaba acabado!


    Y mis esperanzas fueron recompensadas por un pequeño milagro, dos minutos después de mi batalla contra el orco acorazado llegaron tres pelotones de caballeros por los costados. Sus armaduras de diferentes colores hacían evidente que se trataba de órdenes distintas, fue una verdadera sorpresa que coincidieran en este gigantesco campo de batalla.


    —¡Por la victoria! —Los caballeros realizaron una carga contra los atacantes enemigos obligándoles a retroceder varios metros para reagruparse, afortunadamente, varias de sus unidades cayeron ante las brillantes lanzas de los guerreros blindados. Según mi experiencia, las órdenes que llegaron fueron: Los caballeros de la espada divina, los lanceros del sepulcro sagrado y un combinado de otras órdenes menores que no alcancé a reconocer por el calor de la batalla.


    —¡Fang, el despiadado, está aquí! —grité con todas mis fuerzas esta importante noticia, si lográbamos matar a su máximo general su moral se iría a pique, al escuchar este grito los orcos acorazados formaron un circulo defensivo alrededor del líder enemigo. Aquel movimiento me pareció inteligente, ya que la protección de un caudillo siempre debía ser prioridad en la logística de cualquier ejército, pero en el caso de los orcos era diferente.


    Al ver la preocupación de sus aliados el apestoso orco dio un paso al frente y levantó sus dos machetes gigantescos en dirección a los caballeros.


    —¡No necesito que me cubran, inútiles!, ¡humanos débiles, si tanto quieren mi muerte vengan a matarme! —Una sociedad tan violenta como la orca no podía darse el lujo de preocuparse por sus compañeros, debido a ello los orcos acorazados pasaron nuevamente a posición ofensiva. Visto desde un modo más científico este comportamiento tenía sentido, ellos mantenían sus posiciones sociales a base de violencia y peleas campales, un líder incapaz de mantenerse firme contra los humanos probablemente no inspiraría respeto entre los orcos y por ende necesitaba mostrar una apariencia ruda ante todos.


    Con apoyo de más orcos que llegaron desde atrás los bastardos trataron de matar a mis compañeros con flechas, para su desgracia, las armaduras fácilmente repelieron las flechas que intentaron penetrarlos y las jabalinas eran incapaces de dar en el blanco por los movimientos rápidos que efectuaban sus corceles. ¡No podía quedarme sin hacer nada!, mientras la caballería efectuaba cargas paulatinas y coordinadas contra los orcos me escabullí en medio de todo el combate hacia el frente.


    Fang yacía rodeado de dos guardias bien armados con garrotes de batalla, para poder verlo tuve que tirarme pecho tierra y cubrirme sobre el cadáver de un orco. La distancia entre nosotros era de casi veinte metros, sus tropas avanzaban paso a paso sin despegarse mutuamente, en una demostración inusual de disciplina. Normalmente los orcos cargaban a lo idiota y peleaban cada quien por su lado, sin embargo, bajo las órdenes de Fang, el despiadado, parecían una raza inteligente como cualquier otra, sumando su natural agresividad hacia los demás daban como resultado la peor amenaza para la humanidad desde la invasión infernal hace mil años.


    En fin, los caballeros continuaron peleando contra los orcos acorazados por casi diez minutos, tiempo suficiente para recuperar mi aliento y energías. Me puse de pie y miré al temible Fang, sus guardaespaldas no se despegaban de él y tampoco éste andaba con muchas ganas de pelear por su cuenta, poco a poco sus tropas iban venciendo a mis compañeros, a pesar de sus corceles bardeados y espadas brillantes todos iban cayendo de sus monturas y luego morían asesinados de las maneras más horrendas que jamás podría describir. Con decir que sus cadáveres quedaban irreconocibles bastaba.


    Pelear contra la guardia de Fang y el mismo caudillo era un suicidio, necesitaba separarlos de cualquier modo para pelear mano a mano. Aún si no tenía muchas posibilidades me negaba a ver como mis valientes aliados caían en las garras de las bestias verdes. Entonces se me ocurrió un plan estúpido, carente de lógica y arriesgado, pero a fin de cuentas, factible…


    —¡Oye, Fang!, si eres tan valiente ven a luchar conmigo. —Mostré mi claymore hacia el frente para desafiarlo, el caudillo soltó una carcajada despreocupada ante mi desafío, pero al menos logré captar su atención.


    —Humano patético, muy bien, ¡acepto tu reto!, que ninguno de ustedes se meta o los comeré vivos. —Fang empuño sus dos machetes gigantes con ambas manos y rápidamente corrió hacia mí, sentí como el suelo temblaba lentamente por sus pisadas, además, la diferencia de tamaños era abrumadora. La bestia acorazada levantó sus dos brazos y luego lanzó un doble corte en dirección a mi cabeza.


    —¡Venga! —usé la claymore para repelerlo, grave error, nuestras fuerzas eran muy desiguales, tanto que mi espada se rompió al tener contacto con las suyas. Quedé totalmente desarmado al primer choque, por lo tanto, me vi forzado a rodar por el suelo nuevamente para esquivar su segundo corte colectivo. Una fortuna del campo de batalla era que las armas sobraban, sin fijarme bien tomé una segunda espada tirada cerca de unos cadáveres, probablemente le perteneció a un oficial o alguien distinguido por el color azul de la empuñadura.


    Fang volvió a lanzar el mismo corte y yo tuve que bloquearlo de nuevo, para mi desgracia el arma no pudo soportar la fuerza del contrario rompiéndose en el acto. Pero esta vez quedé en una situación peor, no había armas cercanas en el piso y dependía solo de mis reflejos para salir con vida.


    —¡Muere! —Moví mi cuerpo diagonalmente, al hacerlo vi pasar sus machetes a pocos milímetros de mi humanidad, ¡estuvo cerca!, logré tomar un escudo del suelo y una espada corta, luego ajusté mi postura a una más defensiva para detener su siguiente impacto.


    —¡Mierda! —Pero el machetazo me mandó a volar cuatro metros hacia atrás, al recuperar lentamente la consciencia noté que todo mi equipamiento se rompió. El escudo quedó hecho pedazos, mi espada ya ni siquiera clasificaba como cuchillo y lo peor… Mi armadura también acabó destruida, si por algo había sobrevivido los ataques de Fang fue por mi armadura, sin ella estaba totalmente desprotegido.


    Obvio, aún portaba una pequeña cota de malla para protegerme de ataques menores provocados por humanos, desgraciadamente, esa protección resultaba nula frente a la fuerza descomunal de los orcos.


    —¿Qué pasa, humano?, ¿no eres nada sin tu protección! —Fang comenzó a carcajearse de nuevo, su maldita voz resaltaba en medio de todos los gritos y explosiones provocadas por la batalla —. Tu especie me da pena, necesita artilugios para poder pelear, ¡mírate ahora!, débil e incapaz de luchar.


    —¿Quién dice qué no puedo vencerte? —Me quité el yelmo y la cota de malla también, total, no iban a protegerme en absoluto y así ganaría más velocidad al tener solo mis ropas normales. Ya no había marcha atrás, este combate iba a terminar pronto, recogí del piso una espada de mano justo como la mía, si bien pesaba un poco menos el filo y la forma eran básicamente iguales —. ¡Luchemos! —Hubo algo que Fang no vio, al momento de pegarme las placas de su armadura se movieron un poco, ya que ésta no había sido creada para él, sino que fue moldeada para los cuerpos ogros. Por lo tanto, un agujero sobre su panza era visible desde aquí.


    El líder de los orcos corrió y levantó sus brazos al mismo tiempo con toda la intención de machacarme con sus armas. Pero yo fui más rápido, gracias a mi nueva velocidad pude acortar nuestras distancias y finalmente lancé una puñalada brutal contra su abdomen, creí que había ganado, enterré toda el arma hasta lo más profundo de sus entrañas y lo escuché gritar de dolor mientras soltaba sus machetes. Supuse que todo acabó, ¡pero me equivoqué!, a pesar de estar moribundo el maldito monstruo me dio un puñetazo en el estómago tan fuerte que terminé por expulsar grandes cantidades de líquidos rojos y cafés.


    —¡Ah! —Iba a morir, incluso el golpe de un orco agonizante bastaba para herir de muerte a un humano. Fang, el despiadado cayó muerto hacia atrás, el sonido de su cuerpo al caer retumbó por todo el campo de batalla, tanto que sus guardaespaldas no dieron crédito a lo que vieron. Ya no me podía mover, seguí vomitando sangre mientras mi visión se tornaba oscura —. Ayuda…—susurré, en el fondo yo también estaba asustado, no quería morir, caí al suelo sin poder moverme o respirar con claridad. El solo pensar que jamás despertaré de este sueño me llenó de adrenalina y otorgó fuerzas para arrastrarme por el piso.


    ¿Me matarían sus guardaespaldas?, ¿o estas heridas?


    No, no, no…


    La muerte era aterradora, intimidante, oscura, siniestra… ¡Destructiva!, no, no…


    Ayuda, recé a Dios por algún alma noble capaz de salvarme de un final amargo, ni siquiera todo el entrenamiento marcial y devoción al honor podía prepararme para este momento. Mi sangre no paraba de salir, seguramente mis intestinos estaban rotos o no sé, pudieron pasarme muchas cosas pero simplemente los vómitos no paraban.


    —¡Fang está muerto, un caballero lo mató! —A lo lejos pude escuchar a un caballero gritando, los protectores que me vieron matar a Fang no me persiguieron, en vez de ello decidieron comerse el cuerpo de su general para ganar su poder. Una creencia estúpida e irrelevante, pero que salvó mi vida de un final inhumano, de todos modos el gusto no les duró mucho, pues dos caballeros los empalaron y mataron al tomarlos desprevenidos.


    —UGH…—Maldición, el dolor en mi estómago solo incrementaba, quería ponerme de pie y avisar a los caballeros que mataron a los guardias mi ubicación. Vamos cuerpo… ¡Ponte de pie!, realicé un esfuerzo casi sobrehumano mientras la sangre invadía mi visión, por desgracia solo pude arrodillarme y caer de nuevo.


    ¿Así iba a ser mi muerte?


    Rodeado de cadáveres inmundos, carente de gloria y sin la oportunidad de decir unas últimas palabras. Bueno, siendo sincero no fue una mala muerte, logré asesinar al más grande caudillo orco de los últimos tiempos y posiblemente la victoria se logre gracias a mi sacrificio. Sí, quizá no fue mala idea morir aquí, la noble muerte de un héroe trajo consigo la salvación de la raza humana, al menos por unos años.


    —¡El muchacho aún vive! —Uno de los jinetes me subió a su caballo de un jalón, sentí como mi cuerpo era atado a la silla del guerrero y también al animal de sangre caliente respirando a pocos centímetros de mi cara —. ¿Cómo te llamas?, ¿puedes mantenerte consciente?


    —Gawain Blackmore, n-no puedo…


    —¡Quédate conmigo, Gawain!, eres un héroe, acabas de matar a Fang, el despiadado, ¡no mueras sin recibir tu reconocimiento!, ya sé, háblame de tu familia, cuéntame algo de ti. —No pude distinguir la cara de este hombre, pero su voz sonaba ronca, como si fuese alguien mucho mayor que yo. Hablar me dolía, cada vez que intentaba mover mis cuernas vocales un pequeño hilo de sangre amenazaba con volverse más grande, pero sabía que si perdía el conocimiento las posibilidades de supervivencia disminuirían.


    —T-Tengo una hermana pequeña y mis dos padres son caballeros como yo, s-soy de la orden del dragón errante. —Hice una pequeña pausa, pero el jinete pensó que me había desmayado y en respuesta me zarandeó ligeramente de un lado a otro.


    —No te duermas, Gawain, yo también soy un caballero, pero de la espada divina, dime, ¿estás casado?, ¿ya tienes hijos? —Sus preguntas eran fáciles de responder, además, iban bañadas con un toque de elocuencia, seguramente él tenía experiencia con este tipo de situaciones, donde mantener despierta a la víctima era primordial para proteger su vida.


    —N-No… Y-Ya no puedo más…


    —¡Sí puedes!, vamos, muchacho, eres demasiado joven para morir, además, te espera una vida de honor y aventuras. —Sus palabras me hicieron soñar con una enorme ceremonia por mis acciones heroicas, no me molestaba morir soltero ya que nunca fui bueno relacionándome con las personas fuera de batalla, pero al menos me hubiese gustado ir a una ceremonia familiar. Ver a mi hermana casarse y acompañar de vez en cuando a mis padres durante sus retiros.


    Quizá no era la vida de aventuras y honor que este hombre prometía, pero me aferré a esa imagen para no cerrar mis ojos.


    —P-Perdí mi armadura…—susurré, el caballero andante sonrió mientras su caballo brincaba unas cercas y barricadas creadas por la primera línea defensiva.


    —Si sobrevives te harán una mucho mejor por tu gran valor, venga, ya casi llegamos al hospital de campaña, tenemos magos curanderos ahí. ¡Ellos te salvarán!


    —Eso espero…—Llegamos al hospital ubicado hasta el fondo de las guarniciones, ahí aprecié a varios hombres y mujeres heridos, todos con amputaciones clínicas o desangrándose como yo, incluso peor.


    —¡Traigo al hombre que mató a Fang! —La exclamación del caballero no pasó desapercibida, pude escuchar gritos de euforia entre los heridos, incluso el más lastimado de todos ellos soltó un gemido alegre por el resultado de la batalla. Vi besarse a unas enfermeras con los soldados heridos, otros se abrazaron y hubo llantos de alegría.


    Sí, matar a Fang debió significar nuestra victoria, sin un general al que seguir los orcos se volvían más salvajes, pero desorganizados. Era cuestión de tiempo para aniquilarlos con nuestra artillería, caballería e infantería.


    Lo último que vi fue el rostro sombreado de una enfermera que comenzó a tratar la herida de mi estómago, ya no supe más, el mundo se tornó oscuro, los sonidos desaparecieron y en mi mente solamente quedó una imagen: El vivido recuerdo de Fang, el despiadado, muerto por mis propias manos.


    *POV Gawain fuera*


    La batalla de la planicie sangrienta cambió su rumbo cuando los orcos perdieron a su gran caudillo, en un último intento desesperado las bestias trataron de pasar por encima del ejército humano y llegar a las murallas de la ciudad. Grave error, el gran Lanzarote de la utopía sagrada supo leer bien su estúpido movimiento, pues ordenó a sus tropas replegarse y dejarlos pasar hasta el cerco de artillería. Ahí preparó cañones mágicos y los de pólvora sobre unas torres creadas con magia, en seguida bombardeó los pelotones de jinetes oseznos y a la infantería orca que amenazaba con llegar al reino humano.


    Fue una masacre, los cuerpos verdes fueron despedazados por los cañones y calcinados con el hechizo de fuego carmesí.


    —¡Caballería, maten a los enemigos que huyen! —La artillería y los magos dejaron de atacar, luego los caballeros terminaron el trabajo matando a cualquier orco que se atravesara en su camino. Desgraciadamente, varios sobrevivieron y alcanzaron a huir metiéndose en sus asquerosos túneles.


    Los orcos vivían bajo tierra y solamente un suicida se atrevería a seguirlos dentro de sus agujeros, por lo tanto, volverían tarde o temprano a cobrar venganza. Quizá no en la misma planicie, a lo mejor desquitarían su ira contra los enanos, o buscarían infectar los hermosos bosques de los elfos. A fin de cuentas, nadie estaba a salvo de la amenaza verde…


    En fin, dentro de ese hospital de campaña se encontraba una chica especial, su piel pálida como una muñeca de porcelana, cabellos rubios largos y ojos verdes como esmeraldas realmente estaban fuera de lugar en aquel mugriento lugar, repleto de magos encapuchados y heridos de guerra. El aroma a sangre comenzaba a fastidiarlos, llegaban uno tras otro sin detenerse, gente que sufrió heridas mortales, al punto de que no todos los pacientes sobrevivían. La chica lloraba en silencio cada vez que uno de sus clientes perdía la vida, a pesar de sus grandiosos poderes mágicos ni siquiera ella podía vencer a la muerte.


    Pero así era la guerra, algunos vivían, otros no.


    Su nombre era Sunnifa le Gardyner, una hechicera mitad humana y mitad elfa, por lo tanto, tenía lo mejor de ambos mundos corriendo por su sangre. Al menos en teoría.


    El último paciente que tuvo no pudo ser salvado, un hombre de mediana edad con un corte en el cuello y sangrado constante. Sunnifa realizó sus mejores conjuros para curarlo, pero falleció a los pocos minutos de haber iniciado el tratamiento.


    —Otro más —susurró muy deprimida, de no ser por su preparación médica ya habría estallado en desesperación. ¿Cuántos habían muerto ya?, ¿cien?, ¿mil?, ¿dos mil?, el número no importaba. En sus memorias pudo recordar el rostro de su madre llorando por haber perdido al amor de su vida, ¿cuántas mujeres e hijos terminarán con esa mirada al final del día?


    Ya ni siquiera valía la pena pensarlo.


    —¡Traigo al hombre que mató a Fang! —Un nuevo paciente llegó cargado por un caballero de mediana edad, era un muchacho joven de piel clara, cabello negro y ropas ensangrentadas. El guerrero puso al paciente sobre su mesa y de inmediato Sunnifa se puso en marcha…


    Fin del capítulo 1


    Es todo por el momento, ¿qué les pareció el comienzo? c: Dejen comentarios moe :3
     
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  13. Threadmarks: Capítulo 2. Encuentros inesperados.
     
    Caro Chan

    Caro Chan ~ Last Story~ ❤

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    Capítulo 2. Encuentros inesperados.


    POV: Sunnifa


    Ya llevaba un considerable tiempo atendiendo a muchas personas heridas gravemente, caballeros, soldados, lanceros, magos, y todas las personas que participaron en la guerra contra los orcos.


    La verdad es que no sé mucho en qué consiste lo del campo de batalla, éste es mi primer trabajo en el que me toman en cuenta como maga y debo de darlo todo de mí para adentrarme cada vez más, pertenecer parte de ese grupo para así evitar que lleguen tan mal heridos o en estas condiciones y, en especial, ser como mi padre: un hechicero memorable. O al menos eso me quería creer, me falta mucho por aprender y dudo que llegue a ser como tal.


    En ese momento, llega un hombre de lacios cabellos negros cargado por un hombre de edad mediana.


    —¡Traigo al hombre que mató a Fang! —fue lo que gritó dejándolo sobre una de las camillas del hospital.



    Finalmente teníamos la victoria, aunque no fuera para siempre pero por un tiempo estaríamos más tranquilos, no obstante, se perdieron muchas vidas para llegar a ello.



    Observé al hombre y no me lo podía creer, estaba en fatales condiciones, a simple vista se destacan las costillas rotas, demasiadas cortadas y punzadas que tenía que realizarse además de la abundante cantidad de sangre que ha perdido, tenía que actuar rápido, ya no quería ver más gente morir, era frustrante y muy triste ver como sus familiares lloran ante su pérdida, como un cuerpo se queda inerte y ya no demuestra su felicidad, sus emociones más.


    Al momento en que lo recostaron, me puse manos en obra, me recogí el cabello en una forma de coleta dejandome ver claramente, y me arremangué la parte superior del vestido para evitar conflictos.


    —Descuide, está en buenas manos —susurré tomando unas tijeras y cortando las ropas ensangrentadas para examinar mejor el robusto cuerpo.


    Ciertamente tenía al menos cinco costillas rotas perforando el pulmón derecho, tomé una mascarilla con oxígeno y se lo coloqué, debió de haber sufrido en exceso por dicha lesión.


    Alcé ambos brazos haciendo una oración al Dios que me habían enseñado mis padres y, una vez lista, concentré mi magia como si estuviera sosteniendo una bola de energía potente y de un ligero tono verdoso, lentamente lo acerqué al área del tórax regenerando desde las células conformadas en la formación ósea, el tejido de la misma juntando ambas partes de la costillas hasta llegar finalmente al pulmón después de cierto tiempo.


    Repentinamente, comenzó a decaer, su corazón iba a ritmo lento cada vez y a palidecer.


    —Vamos, hay que seguir, no se rinda —dije con ánimos aunque a pesar de haber dicho eso, me entró el pánico, estaba desesperada, deseaba salvarlo.



    Realicé el mismo procedimiento en la parte tercio distal del antebrazo y en la pierna izquierda, apresurada por terminar.


    —Ya falta poco —no era difícil de realizar pero sí tedioso y agobiante, pensé cosas positivas para no caer mentalmente, hay que tener fe de sí mismo.



    Tras eso noté que su ritmo cardíaco había vuelto a la normalidad, agradecí dicho acto a lo que sea que me hubiera ayudado.

    Realmente lo aporrearon al pobre, le ha de importar mucho sus familiares para llegar y enfrentarse al tal… ¿Tang? bueno, el jefe de los orcos cuyo nombre no recuerdo.



    Ya una vez terminadas las lesiones óseas, me centré en las heridas. Las más profundas tuve que hacer puntadas, lo que me requirió más tiempo, en cambio las más superficiales eran fáciles de cerrar con lo básico de la magia.



    —Bien, creo que ya está, solo repose y tomará unas cuantas semanas en estar en condiciones óptimas para realizar sus actividades —comenté a sabiendas de que estaría inconsciente. Noté un ligero movimiento en sus labios, me acerqué a observar y me percaté que con su voz inaudible quería decir “Gracias”.


    —No tiene que agradecerme, descanse —dije entre lágrimas mostrando una sonrisa. De seguro estaba alucinando, parece inverosímil que estuviese consciente tras dicha situación, después de todo, ha sido muy fuerte.


    Coloqué una ligera manta sobre él y, exhausta, salí de la habitación haciendo un movimiento de afirmación a los que lo esperaban, llorando y mostrando una alegría inmensa por seguir con vida.



    —Necesita... reposar —nerviosa por fuera y saltando de alegría por dentro, así me encontraba en estos momentos, sin quedarme a esperar respuesta alguna me encaminé a los demás pacientes, no era el único que se encontraba lesionado, había más vidas con un hilo pendiente entre la vida y la muerte.



    Seguí con mi labor, y lamentablemente hubo vidas que se perdieron. Al final de la semana estaba abatida, tenía mucha tristeza en mi interior pero hice lo que se pudo, no me quedé con las manos cruzadas y puse en práctica todas mis enseñanzas.



    Iba de salida, tenía que encontrar un sitio donde dormir así que caminé por el angosto pasillo pasando por la habitación de… bueno, realmente no sabía su nombre y aún sabiéndolo, dudo que lo recordara, suelo cambiar los nombres; así que adentré un poco mi cabeza y observé que… ¡Ya no estaba! Abrí de golpe toda la puerta y entré, definitivamente no se encontraba en su camilla, así que me asomé por la ventanilla sin obtener señal alguna del chico.


    A paso rápido comencé a buscar a los alrededores, en las habitaciones de los lados, giré mi cabeza para todos lados, tenía mi vista por doquier, avizorando cada detalle de todo y definitivamente, dentro del lugar no se hallaba.


    Me encaminé a las afueras de la instalación y sin darme cuenta, algo me había impedido avanzar, además de hacerme caer al suelo.


    —Lo lamento mucho ¿Se encuentra bien, señorita? —dijo tendiéndome la mano para levantarme.



    Aturdida, acepté su ayuda, me sacudí un poco y observé que era el chico que buscaba, estaba como si nada después de unos cuatro días de que lo batearon como piñata, se supone que permanecería más tiempo en cama, en verdad que es muy extraño.



    —Eh… sí, gracias —fue lo único que respondí, tenía tantas preguntas que decirle pero mi persona no me dejaba, pensé que si diría algo más se asustaría o tendría motivos para que me odiara.



    --Me alegro de que sea así. Caballero de la orden del dragón errante, Gawain Blackmore, ante usted --respondió con orgullo y ánimo.



    —¡Ah! Sunnifa le Gardyner, maga de… ¿la curación? —es lo más tonto que he dicho, definitivamente presentarme y conversar no es lo mío, avergonzada, bajé la mirada y estuve a punto de retirarme cuando observé que tenía una sonrisa en su rostro, ha de pensar que soy patética.



    —Que agradable, me retiro, mi armadura se ha hecho añicos en la batalla y definitivamente tengo que conseguir otra en cuanto antes para seguir con mi entrenamiento, ha sido un gusto señorita le Gardyner.



    —Sí —afirmé. ¡Vaya! Realmente es muy enérgico y dedicado a sus armas.



    Al querer dar el primer paso a su destino, tambaleó, estaba segura que aún no podría estar como normalmente andaba.


    —Aguarde… le acompaño —dije pareciendo acosadora pero me preocupaba.


    Quiso responderme algo pero solo le negué con un movimiento de cabeza, y seguí paso tras paso detrás de él. Nos encaminamos a la banca más cercana contiguo a una fuente, era de tarde por lo que aún había muchas personas rondando, algunas se mostraban muy tristes, lo más seguro es que hubiesen perdido un familiar pero por otro lado, estaban felices de la victoria.


    —Con calma, aún no puede caminar, tras una fractura en la pierna —me senté a su lado y junto a nosotros se encontraba un chico de delicados rasgos, una tez realmente pálida y cabellos rojos brillantes. Se encontraba leyendo desinteresado por lo que estuviésemos haciendo.


    No podía dejar de mirarlo, por alguna extraña razón, sentía curiosidad en esa persona.


    En ese momento voltea y mantiene sus ojos en contacto con los míos, ese turquesa eléctrico tan llamativo me tenía un poco confundida.


    —Te conozco —afirmé en voz alta y estaba segura de ello.


    *POV Sunnifa fuera*




    Aquellos días habían sido muy ajetreados para todos, los que se centraban al área de la salud tenían muchas personas que atender, muchas por las que salvar y otras por las que ya no se podía hacer nada más.


    La población había disminuido, muchas familias quedaron destruidas tanto a que les faltaran integrantes a psicológicamente, era triste la devastadora situación por la que pasaron y es increíble como algunas otras disfrutaban de la compañía de todos los seres que amaban pero así es como sucedía.


    Un joven mitad humano y mitad ángel llamado Clem, hijo de una campesina y un ángel celestial se vio envuelto mientras leía en la conversación de una chica maga y elfa, y un caballero en perjudicado por la batalla, sentados en aquella banca, bajo la sombra de un árbol con fragante dolor a pétalos de rosas y la una fuente detallada frente a ellos, desconocidos y sin saber lo que tuviesen en común mas que su disposición a enfrentar lo que fuera a suceder.


    Fin del capítulo 2

    Espero y les haya gustado, comenten si les gustó. Es algo cortito pero con mucha dedicación ^^
    @Jamón pan jamón es tu turno c:
     
    Última edición: 22 Septiembre 2016
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    George Asai

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    Bueno, voy a comentar el capítulo, son las cuatro de la mañana pero logré leer el capítulo, corto, pero pro, el encuentro entre Sunnifa y Gawain fue profesional, como debió ser, la chica moe mostró realmente que sabe curar, la verdad tuve que googlear las partes del cuerpo que describiste XD, porque a mí eso de curar y la medicina no se me da. Pero sí, el hecho de que Gawain no esté postrado en una cama luego de la tremenda tunda que le dio Fang, demuestra que Sunnifa no es ninguna novata a la hora de curar. Por otro lado, Gawain ya no tiene armadura, espada ni escudo, supongo que deberá conseguir unas nuevas cuanto antes, será interesante ver la relación de éste con los dos nuevos personajes y el resto del elenco que poco a poco irá entrando a esta historia.

    Mi opinión final es: Sunnifa es moe XD la parte donde dice que es la maga de la curación, dios XDDD amé eso hahahahahahaha, Gawain ya anda tratando de seguir en los combates aún todo mólido, como buen héroe shonen.

    Y el ambiente es el adecuado, en la guerra sufren todos, familias, soldados y víctimas, describir el ambiente desolado y carente de sonrisas es parte fundamental para dar un contexto acertado, bien hecho.

    Es todo por el momento, espero que la siguiente parte mole un montón <3333333333
     
  15. Threadmarks: Capítulo Tres: La mirada de una bestia.
     
    Eternatus

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    Capítulo Tres.

    La mirada de una bestia.


    Un par de ojos dorados escrutó la muchedumbre a sus pies. El miedo y la tensión se percibían en el aire, produciendo un olor tan intenso que hasta era repugnante. El dueño de tan fino olfato había pasado por muchas batallas y por muchas poblaciones afectadas por la guerra, por lo que aquella sensación no era nueva, pero no por eso más llevadero. El elfo de ojos como el oro no era un ser costumbrista, no se permitía caer en los hábitos, y el tener que tolerar algo así solo por haberlo hecho siempre le ponía enfermo.

    El sol brillaba con intensidad ese día, haciendo que los cuerpos sudorosos de los civiles desprendieran olores aún menos placenteros. Con una mueca de disgusto el elfo volteó su grácil cuerpo, enfocando su vista en el territorio más allá de la muralla. El miedo se percibía más puro y gutural allí, despertando un instinto primitivo en el antiguo ser. Incluso con toda la tensión dentro de la ciudad, era mucho menos intenso que lo que percibía fuera de ella.

    El viento trajo un olor distinto, un olor particularmente fuerte que resaltaba sobre los demás. La intensidad delataba a un individuo peligroso. Un individuo que tenía sangre de un líder enemigo en sus manos. Curioso. Era un olor humano, sin embargo la sangre de troll, de un líder troll se mezclaba con su esencia. Aquel tendría que ser un individuo muy peculiar para haber acabado con un troll de esa clase. Su dirección era claramente la ciudad, tal vez se pasara a hacerle una visita mientras permanecía en el lugar.

    Junto a él se percibía un olor más tenue, menos… agresivo. Algo suave y claramente humano, femenino. Algo que hacía muy bien su trabajo en esconder lo que había debajo de la superficie. El poder bullendo era intenso, lo suficiente para notarlo desde aquella distancia. Las pupilas del ser se dilataron y una perezosa sonrisa se formó en su rostro. Una medio elfo, interesante. Muy, muy interesante.

    Definitivamente tendría que hacerles una visita. Tanto a ellos como al ángel que sin duda rondaba el lugar.

    ii.

    La ciudad bullía con actividad para el momento en que Sunnifa y Gawain atravesaron las enormes puertas de madera de la entrada norte. Estas tenían grabados en plata, conmemorando a un elfo que tantas cosas había hecho por esa ciudad y sus habitantes. Temido entre los suyos y admirado entre los humanos, el Lobo del Norte había protegido en incontables ocasiones aquel bastión. Lo había visto nacer y crecer, convertirse en el lugar que era en la actualidad.

    El lugar que había sido, mejor dicho, hasta que todo se fue al garete.

    Temor podía percibirse en el ambiente, aun tras la protección de las murallas los ciudadanos no se sentían seguros en tiempos de guerra y eso se notaba muy claramente. Para Gawain aquel era un peso más sobre sus hombros; había salido victorioso de su batalla contra Fang, pero el contemplar los pálidos rostros de las personas era un frío recordatorio de que las cosas no habían acabado. Aquella pelea había sido la primera de una larga lista de complicaciones y batallas que tendría superar, de eso estaba seguro.

    Gawain se preguntaba si saldría vivo de aquella guerra.

    Se preguntaba también si eso importaba en absoluto.

    Sunnifa, caminando codo con codo con el joven guerrero, había notado también el terror continuo que se respiraba en la ciudad. Era como si un balde de agua fría hubiera sido derramado sobre ella. ¿A cuántas personas podría ayudar llegado el caso?, ¿a cuántas podría defender, a cuántas asesinar, si así lo necesitara?

    El estómago de la medio elfa se revolvió ante este último pensamiento, bilis presionando en su garganta. No podía permitirse seguir esa línea de pensamiento. Tenía que ser fuerte y, por sobre todo, optimista. Sunnifa tenía unas habilidades que podrían cambiar el curso de una guerra, como ya había demostrado salvando a Gawain. El destino ya los había puesto en marcha sin que ninguno se percatara de este hecho.

    Que el caballero hubiera sobrevivido y que fuera precisamente Sunnifa quien le hubiera curado no era casualidad, como tampoco lo era el rostro sombrío e impasible que seguía al dúo desde que pusieron rumbo a la ciudad. Ninguno de los dos había notado su presencia y no lo harían a menos que aquella figura lo permitiese.

    De la misma manera en que la figura tampoco había notado el par de ojos dorados que los seguían allá donde fuesen.

    La ciudad era suficiente distracción para ambos jóvenes, que aun conociéndola como lo hacían, no dejaba de cautivarles. Las murallas de piedra ocultaban una antigua reliquia, de eso no cabía duda.

    Sunnifa y Gawain habían entrado por una de las cuatro puertas, la Norte, para precisar un poco más. Las otras tres entradas a la ciudad se encontraban situadas en los puntos cardinales restantes, cada una conmemorando una raza o un suceso diferente. Enormes portones de madera y hierro se abrían al amanecer y se cerraban al anochecer por seguridad, vigiladas celosamente para que ningún enemigo pudiera entrar.

    Hubo un tiempo que la prosperidad y la paz habían vuelto a los habitantes de la ciudad incautos, tan cómodos en sus hábitos que la seguridad se convirtió en la prioridad mínima. Este hecho tuvo consecuencias catastróficas y desde esa antigua época jamás se habían permitido una sola falla en la vigilancia del territorio.

    Hoy en día este aspecto era controlado con puño de hierro. La importancia que se la daba era tal que incluso se había reunido a temibles seres de lejanos reinos a colaborar con la tarea de mantener la ciudad a salvo.

    iii.

    Pasar junto a un enorme lobo negro vigilando la plaza central fue todo lo que le tomó al dúo de jóvenes para percatarse de que grandes peligros acechaban tanto dentro como fuera de las murallas. La calculadora mirada de Blackmore barrió la zona, buscando al dueño de aquel monstruo. Varios planes comenzaron a formarse en su cabeza por si las cosas salían mal, ninguno que pudiera llevar a cabo sin su armadura o en la condición en la que se encontraba.

    Necesitaba encontrar un herrero que pudiera fabricarle una armadura de forma rápida y eficaz. No podía adentrarse nuevamente en la batalla sin una, pues su destino estaría sellado. Gawain necesitaba volver cuanto antes junto a sus tropas, el peligro acechaba a cada esquina y no podía permitirse abandonarlos solos ante las fauces enemigas.

    Por suerte, el joven de cabellos azabache conocía a la persona correcta. En su entrenamiento había escuchado el nombre de cierto herrero repetirse una y otra vez. Se halagaban sus habilidades y su eficacia, la belleza y ligereza de sus creaciones, así como la resistencia pocas veces vista tanto en armaduras como en diferentes armas.

    Farran, el mejor herrero de la ciudad.

    Su forja se encontraba en las afueras, muy cercana a la muralla, pero su hijo recibía encargos en una tienda del centro, justo al lugar donde el caballero se dirigía.

    La tienda pocas cosas tenía de humilde. Se notaba que Farran era un hombre bastante adinerado. Y quién no lo sería, después de décadas siendo reconocido como el mejor en su trabajo. Era un espacio amplio y decorado con armaduras y exóticas armas de todos los materiales. Muchas estaban grabadas con las firmas de aclamados guerreros, incluso había una daga en el centro de la estancia con el grabado de la emperatriz, demostrando que tanto Farran como su establecimiento estaban bajo su protección.

    El lugar estaba bastante abarrotado, con el griterío esperable de un afamado establecimiento. Gawain y Sunnifa se adentraron un poco más, esperando ser atendidos con prontitud. La cola era bastante larga y ambos sabían que debían permanecer atentos o alguien tomaría su lugar.

    De hecho, un joven incauto trató de quedarse con el lugar del dúo en la cola, provocando que Gawain tuviera que intervenir.

    ─Tu lugar está al final de la cola. ─Le indicó con calma mientras sus ojos marrones lo clavaban en el sitio. No era una mirada amigable.

    Si el joven tramposo hubiera tenido dos dedos de frente se habría marchado de la tienda en el momento en que aquellas palabras salieron del caballero, pero la lucidez y el respeto escaseaban en esos días.

    ─Apártate de mi camino, bajito, o lo lamentarás. ─ El chico, que debía de medir unos dos metros, lo observó con una sonrisa peligrosa mientras se llevaba la mano a la espada que colgaba de su cintura.

    Blackmore simplemente lo observó impasible, un civil no lo iba a intimidar después de las cosas que había visto, de lo que había hecho. Con la dignidad inherente a un caballero, el joven lo movió fuera de la cola, con un único dedo empujando en su hombro.

    Esto pareció enfurecer al hombre, pues en un momento estaba desenfundando su espada, lista para atravesar el corazón de Gawain. Aquello sorprendió al de ojos marrones, el hombre se veía como alguien que no sabría utilizar un arma con propiedad.

    ─Te arrepentirás de esto, plebeyo. ─ Con esto el hombre se lanzó al ataque, pero como Gawain había predicho, no sabía utilizar su arma. No tenía puntería ni mucho menos técnica. Para esquivarlo simplemente dio un paso a un lado y lo desequilibró poniéndole el pie en medio de la larga zancada que el otro había dado.

    El hombre cayó al suelo en un estrépito, llamando la atención de todos los clientes. Humillado, lo miró de forma fulminante haciendo el amago de tomar su espada una vez más. Antes de que esto pudiera suceder Sunnifa intervino, sonriéndole ampliamente.

    ─Por favor, mi amigo pertenece a la Orden de Caballería del Dragón Errante, es un hombre muy ocupado y requiere de los servicios de Farran con urgencia. Es necesario que nos deje pasar sin provocar ningún incidente más. ─ La belleza y la dulce voz de la medio elfa cautivaron al hombre, pero sus palabras fueron lo que lo dejaron verdaderamente de piedra.

    Con temor en sus ojos el hombre observó a Gawain, por primera vez dándose cuenta que no se estaba enfrentando a un plebeyo, sino a un renombrado caballero.

    ─Mis disculpas, mi señor… Yo no era consciente… ─Habló, dejando traslucir su miedo.

    Antes de que pudiera continuar, algo cambió en el ambiente. De repente se sentía más pesado, más tenso. Como si hubiera mucho menos espacio. Como si algo antiguo y poderoso estuviera ahí. El rostro pálido de Sunnifa se lo dijo todo. Volteándose lentamente, Gawain se topó frente a frente con un elfo y su monstruo acompañante.

    Los ojos dorados de la elfa eran magnéticos y a la vez atemorizantes, portadores de una mirada tan profunda y antigua que apartar la mirada se veía como una necesidad. Blackmore trató de aguantarla, pero algo en su interior le obligó a enfocar su vista en otra parte, como el monstruoso lobo negro que la acompañaba. El caballero percibió como todos los clientes daban un paso atrás, su miedo tan palpable que incluso ahogaba.

    Los dientes de la bestia relucieron momentáneamente, como si estuviera sonriéndole a Gawain. La elfa avanzó un par de pasos, acercándose hacia donde ellos se encontraban. El lobo se apartó de la puerta, dejando que los clientes salieran despavoridos. En menos de un minuto solo ellos permanecían dentro. El hijo de Farras observaba a la elfa con cautela, pero no había hecho movimiento alguno.

    La voz ancestral de la elfa, como el viento soplando a través de una tormenta, hizo que su atención se enfocara únicamente en ella.

    ─Tú asesinaste a Fang, el Despiadado, ¿cuál es tu nombre? ─ Le preguntó con calma. Su postura era tranquila, pero con esa característica clase y tensión de la raza élfica.

    ─Mi nombre es Gawain Blackmore, caballero de la Orden del Dragón Errante. ─ El joven observó a la elfa con detalle. Ella se veía como alguien extremadamente peligroso, aunque Gawain no estaba seguro de por qué.

    Desde su imponente altura hasta sus cabellos grises como la luna, o sus ropajes simples pero que ante su mirada entrenada desvelaban muchas armas escondidas, o la espada de tamaño medio que colgaba en su cintura…

    Blackmore estaba seguro de que podía desenvainarla tan rápido que no podría ni percibir el movimiento.

    Pero su actitud no era agresiva, su aura era calma, fría. Algo calculadora, pero aquello era entendible. Eran dos guerreros midiéndose el uno al otro. Por suerte eran dos guerreros con los pies en la tierra, o el establecimiento, la plaza entera incluso, estarían completamente destruidos y ellos tendrían que dar muchas explicaciones.

    Como caballero de la Orden que era, el joven de cabellos azabache tomaba con mucho orgullo seguir el código. Atacar a otro orgulloso guerrero no enemigo fuera del campo de batalla era considerado como un acto que demostraba poco autocontrol y una necesidad de violencia no aceptada dentro de la Orden.

    Gawain era un hombre relativamente paciente y con la cabeza fría. Aquella criatura no era el primer elfo que veía y no iba a dejar que sus instintos tomaran lo mejor que él.

    ─Gawain Blackmore, ¿eh? Estoy segura que ese nombre resonará en los campos de batalla por mucho, mucho tiempo. ─ Comentó, con una amplia sonrisa que mostraba sus afilados colmillos. ─ Mi nombre es Feyre Ashyver, me conocen como el Dragón del Norte.

    La sangre de Sunnifa y de Gawain se congeló en sus venas. Durante un segundo respirar resultó una ardua tarea. La mirada del joven caballero buscó el arma más próxima a la vez que discretamente se situaba delante de la medio elfa que le había salvado la vida.

    Ante ellos se erguía el terror del campo de batalla, la portadora de la legendaria espada Mevolent, una elfa que era conocida tanto por sus proezas como por sus masacres.

    Feyre, detectando su temor, elevó una mano. Sus grisáceas y afiladas uñas relucieron con la luz del mediodía, dándole a Blackmore un motivo más para considerarla peligrosa.

    ─Debéis estar tranquilos. No vengo aquí a asesinaros. Ni a ti ni a tu amiga medio elfa. He acudido a la ciudad a atender ciertos asuntos personales, así que podéis estar tranquilos. ─ Los ojos de Ashyver relucieron como el oro fundiéndose cuando se fijaron en la joven Sunnifa, que la miraba como un ciervo asustado, pero aguantando su posición. ─ Volveremos a vernos, jóvenes. La guerra amerita todo tipo de inesperados encuentros.

    Con esto Feyre se dio la vuelta y marchó elegantemente hacia la entrada, deteniéndose únicamente a saludar a Solon, el hijo de Farran, y para llamar a su acompañante, que observaba al dúo con una extraña mirada.

    ─Fenris.

    Un susurro pronunciado en un antiguo idioma fue lo único que el resto entendió, pero para el lobo fue suficiente. Ambos seres estaban fuera de la tienda en un parpadeo, el ambiente sintiéndose infinitamente más liviano sin ellos dentro.

    Gawain y Sunnifa se miraron, sus mentes corriendo de pensamiento en pensamiento. ¿Acaso lo último había sido una amenaza? Gawain no sabía si considerar el reconocimiento de ese ser algo bueno o una condena.

    La joven de ojos verdes tampoco tenía muy claro qué hacer de ese encuentro. Hacía mucho que no se topaba con un elfo, mucho menos con uno tan poderoso y reconocido. La magia en su interior bullía, pujando por salir a la superficie. Sunnifa se estaba esforzando por mantenerla bajo control, algo que logró tras unas cuantas respiraciones profundas.

    Gawain la observaba preocupado, sus propios problemas siendo empujados a un lado mientras se arrodillaba junto a su amiga. ¿En qué momento había acabado en el suelo?

    ─¿Te encuentras bien, Sunnifa? ─ le preguntó, apoyando una mano en su hombro a modo de apoyo.

    La chica simplemente asintió, todavía demasiado ocupada en mantener su magia a raya como para responder. Con esto Blackmore se levantó una vez más, dirigiéndole una última mirada a su compañera para luego dirigirse al mostrador. Allí, el hijo de Farran, Solon, los observaba con curiosidad y cautela.

    ─Buenas tardes ─ saludó Gawain de forma educada ─, estoy seguro que ha escuchado quién soy, por lo que no le sorprenderá lo que voy a pedirle. Hace poco me he visto envuelto en una encarnizada batalla y he perdido mi armadura, por lo que requiero una nueva. El dinero no es problema. Como requisitos solo pido que sea muy resistente y ligera.

    ─Caballero Blackmore, tenga por seguro que su pedido será manejado con la mayor urgencia posible. No se preocupe, mi padre es un herrero muy eficaz. En menos de una semana tendrá su armadura lista para ser usada. Aunque para que eso sea así debe pasarse hoy por la forja de mi padre, para que él tome sus medidas.

    ─Entendido. Muchas gracias. ─ respondió el caballero, dándole una sonrisa amable. ─ Hoy mismo acudiré a la forja de Farran.

    ─Tengan una buena tarde, caballero. ─ Se despidió Solon, haciendo referencia también a la medio elfa a sus espaldas.

    ─Usted también, Solon.

    Con esto, Sunnifa y Gawain salieron a la plaza, contentos de respirar aire fresco después de su encuentro con la elfa guerrera.

    ─Vaya ─ dijo la rubia─, eso fue intenso.

    ─Y que lo digas. No sé si deseo verla otra vez o no volver a cruzármela nunca. ─ Comentó el de ojos marrones mientras se rascaba el cuello. ─ Por lo menos mi armadura estará lista muy pronto y podré volver al campo de batalla.

    ─Debes ser cauteloso, Gawain, tal vez la próxima vez no esté ahí para salvarte. ─ Le dijo Sunnifa con voz algo triste. No ser capaz de salvar a un amigo era algo que no podía tolerar.

    ─No te preocupes, soy Gawain Blackmore, ¿recuerdas? Al final siempre encuentro una forma de sobrevivir. ─ Afirmó con una sonrisa.

    Sunnifa le dio un golpecito en el hombro, sonriendo junto al caballero. Ninguno de los dos, enfrascados en su conversación como estaban, notaron el par de ojos turquesa que los observaba desde las sombras.

    Ni tampoco a la bestia que supervisaba todo movimiento desde un tejado, ni a su dueña de ojos como el oro, que trataba de descifrar tanto a aquel joven humano como a la medio elfa que lo acompañaba.

     
    Última edición: 26 Octubre 2016
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    George Asai

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    Ok, por fin leo c:
    Me gustó mucho como manejaste a los personajes y la manera en que Feyre conoció a Gawain, dos guerreros saben bien las intenciones del otro, la forma en que narraste como el aura asesina realmente funciona, un detalle importante que se debe tener en cuenta en los siguientes capítulos. Ahora que ya están con el herrero y los días no tardarán, me pregunto que tipo de aventuras y batallas tendrán todos los personajes. Sunnifa bien asustada xD, pero toca mantener la calma ante alguien de tu especie, bueno, casi xD, ya que es mitad y mitad.

    Los orcos volverán, de eso no hay duda, pero antes los humanos tienen que enfrentarse a sus demás vecinos o hacer las paces, pues nubes oscuras se aproximan. Muajajaja, en fin, muy buen trabajo, me gustó como avanzaste el colectivo, espero que todos sigan pendientes de esta nueva aventura c:
     
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    Hola, me gusto mucho como narraste el aura asesina, la tensión, los alrededores, y cómo se conocieron los personajes. Feyre me parece una persona bastante interesante, que intriga, pero me encantaron sus ojos. Ojala no sea para Gawain una condena haberla conocido xD, no me gustaría toparmela en un callejón oscuro.
    Me encantó el capitulo :3 y que bueno que ya casi casi Gawain tiene su armadura, que no dudo que vuelva al segundo de tenerla al campo de batalla
     
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  18. Threadmarks: Capítulo 4: Aquí tienes a tu herrero.
     
    Ayeah

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    Título:
    [Colectivo] Infierno terrenal
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Acción/Épica
    Total de capítulos:
    2
     
    Palabras:
    1733
    Capítulo 4. Aquí tienes a tu herrero.


    POV: Kröna.

    El suave traqueteo del carromato mecía a sus ocupantes a medida que atravesaban el empedrado camino que conducía a la Ciudad Imperial. Una diminuta figura ocupaba el tablón que le habían asignado en la parte trasera del mismo, su cabello color del trigo ondeaba al viento y una sonrisa mellada iluminaba sus armoniosas facciones mientras contemplaba los árboles pasar a toda velocidad a ambos lados del vehículo.

    - ¡¡Ahí hay otro!! – Exclamó, poniéndose en pie en el la tablilla y dando pequeños brincos mientras señalaba a la espesura. – Esta vez es de verdad ¡¡¡He visto uno!!!

    - ¿Quieres hacer el favor de sentarte? Encabritas a los caballos.- Gruñó el joven cochero, un hombre de unos 20 años quien, a juzgar por su expresión, se encontraba cerca de agotar su paciencia.

    - Kröna, estamos lejos de las montañas, es normal ver otros caballos en el camino. – Añadió, resignado, el tercer ocupante del vehículo. Un hombre de avanzada edad y cabello cano con una enorme cicatriz que cruzaba su mejilla izquierda de lado a lado.

    La enana asintió frunciendo el ceño y, tras un enorme suspiro, avanzó hasta el asiento principal y se dejó resbalar entre ambos hombres decidida a cerrar la boca durante el resto del trayecto. Ardua tarea para alguien como ella quien, tras cinco minutos de incómodo silencio pasó a centrar su atención es sus diminutas botitas de cuero, que se alzaban varios centímetros por encima del tablón destinado a descansar los pies de los viajeros.

    Una sonrisa divertida logró abrirse paso nuevamente en su rostro resentido y al suave balanceo del vehículo se unió el rítmico golpeteo de sus talones contra la madera.

    TOC TOC TOC

    Lo cierto es que tiene ritmo. – Pensó, agitando su melena al son de la melodía marcada y que, a decir verdad, sonaba mucho mejor en su cabeza de lo que resultaba en realidad. Digamos que entre las muchas virtudes de Kröna no se encontraba el don de la música.

    Bill y Jonnah, que habían acudido a las montañas en busca de metales y piedras preciosas con las que comerciar en Ciudad Imperial, no habían contado con la compañía de tan ruidoso polizón, pero llevar a Kröna a su destino había sido parte del trato, por lo que ahora se encontraban en aquella irritante situación. La mujer enana no resultaba la mejor de las compañías, pues su curiosidad era insaciable y, a decir verdad, el más joven del par se sentía tremendamente incómodo ante la intensa mirada de la joven, quien no parecía sentir ningún tipo de respeto por la intimidad o el espacio personal, como bien demostraba en aquellos momentos chocando alternativamente con Bill y con él mismo en un intento desastroso por seguir el ritmo que ella misma creaba.

    TOC TOC TOC


    Las manos del cochero se crisparon sobre las riendas, y una enorme y palpitante arteria asomó a su frente, amenazando con estallar en cualquier momento a medida que sus dientes se apretaban más y más los unos contra los otros. La lividez de su rostro empeoraba con cada nuevo golpe de talón y aquel ceño se fruncía más profundamente cada vez que un mechón dorado cosquilleaba su mejilla.

    TOC TOC TOC

    - ¡NO LO SOPORTO MÁS! Lo siento Bill, ni todo el oro del mundo hará que de un paso más en compañía de esta endiablada criatura.

    El alarido se hizo eco entre los árboles vacíos mientras en joven Jonnah soltaba las riendas con un ademán airado y cruzaba los brazos sobre el pecho. El rostro de la aludida se ensombreció y su sonrisa, antes dulce, se tornó gélida en sus labios.

    - Va, va, sólo nos quedan unas horas de viaje, muchacho. Estoy seguro de que…-

    - Déjelo.- Interrumpió ella, alzando una mano ante el amable anciano.- No estoy dispuesta a permitir que un mequetrefe como éste me... me... insulte.- Replicó, conteniendo la marea furibunda que amenazaba con desbordar en su interior en forma de un adorable puchero.

    - ¿Ah no? – Rio el chico, que había perdido por completo los papeles tras un viaje nada sencillo. - ¿Y qué vas a hacer para evitarlo, intento de mujer en miniatura?

    Aquellas palabras bastaron para echar por la borda todo intento de guardar el decoro de la joven, quien se puso nuevamente en pie con sus pequeños brazos en jarras para fulminar con todo el fragor de su mirada al chico que la había ofendido. Su trenza osciló violentamente cuando su delicado brazo moreno se extendió en toda su largura, que no era mucha, hasta terminar en un amenazante dedo acusador justo entre los ojos asustados de Jonnah.

    Lo que ocurrió a continuación Kröna jamás lo admitiría, pues no es digno de una dama sucumbir a una rabieta de aquel modo (aunque por lo que sabemos, ésta enana está bastante lejos de ser una dama, cosa que tampoco admitirá) pero, desde luego, el joven cochero se lo pensará dos veces antes de volver a meterse con el tamaño de una enana. Especialmente de una cabreada.

    *POV Kröna fuera*


    POV: Gawain y Suunnifa.

    Sunnifa y Gawain se abrían paso por el camino atestado que conducía a la forja de Farran, al parecer no eran los únicos que habían pensado en él para adquirir nuevas armas o reparar las antiguas, pues una pequeña multitud parecía caminar en la misma dirección y cada paso se tornaba más complicado que el anterior. No en vano era el herrero más famoso de Ciudad Imperial.
    La pareja se dejó arrastrar por las calles hasta que, finalmente, la marea humana se detuvo.

    - ¿Qué diablos pasa ahora?- Inquirió el joven, alzándose sobre las puntas de sus botas para mirar a su alrededor en busca del motivo de tal hacinamiento. La forja se alzaba tan solo a unos metros más allá y, justo en la puerta, un hombre de aspecto arrogante gritaba algo inteligible a un anciano encorvado de musculosos brazos que sostenía su mirada desafiante. Manchas de hollín y algunas ampollas surcaban aquellas grandes manos que habían valido a Farran su fama y, con ésta, su codicia.

    El gentío que los rodeaba contemplaba la escena sin intervenir, pero los cuchicheos se propagaban como la pólvora entre aquella masa humana en su mayoría.

    - Cerrarán la forja.

    - No puedo creerlo.

    - ¿Con Orcos dices?.

    - ¿Farran? Impensable.

    - ¿A dónde vamos llegar...?

    - ¿Crees que es cierto?- Susurró Sunnifa, tirando de la manga de Gawain para atraerlo hacia sí. Sus oídos, más agudos que los del muchacho, habían logrado captar gran parte de la conversación y ahora miraba preocupada al joven en busca de una respuesta. Al parecer, el famoso herrero había estado enviando armas a Ogros y Orcos para comprar así su vida y la de su hijo en pasado asalto a la ciudad. Varios de sus clientes se veían realmente afectados por aquella acusación pero otros no lo estaban tanto y la tensión que cargaba el ambiente podría cortarse con cuchillo.
    Si empezaban a ser traicionados por los de su propia raza, ¿en quién podrían confiar?

    Un silencio sordo que taladraba los oídos reinaba en aquel lugar atestado de curiosos y, a pesar de la multitud, por un momento se sintieron completamente solos. Hasta que un ligero escalofrío recorrió la columna de Gawain, quien se volvió en varias direcciones hasta que sus ojos captaron unos suaves mechones plateados perdiéndose tras una esquina no muy lejana.

    - No tenemos tiempo para esto.- Respondió, tomando la muñeca de la semielfa con firmeza para abrirse paso a empellones entre las gentes, que respondían con comentarios airados ante semejante rudeza, nada apropiada en un caballero de su categoría. Pero no había tiempo para disculpas.

    Podía sentirla, un aura familiar, pesada, agobiante… Era ella, sin duda.

    - ¿Por qué la seguimos?- Inquirió Sunnifa, apretando suavemente los dedos del hombre para reclamar su atención. - ¿No deberíamos correr en dirección opuesta?

    El hecho de que Sunnifa también la hubiera sentido dibujó una sonrisa en el rostro de Gawain. Si de algo estaba seguro de que Feyre no sería tan descuidada como para dejarse notar sin así quererlo. Ella buscaba que la siguieran y algo en su interior le pedía a gritos que lo hiciera.
    Después de todo, si hubiera querido matarlos ya lo habría hecho... ¿no?

    Sus pasos los guiaron fuera de la ciudad, donde las piras funerarias ardían con fuerza llevándose consigo los últimos resquicios de la batalla. El paisaje resultaba desolador: La tierra había adoptado un tono rojizo al beber la sangre derramada y el viento, inclemente, arrastraba las cenizas de los difuntos de un lado para otro en pequeños remolinos como vestigios fantasmales de la encarnizada lucha. El fuego purificador ardía por doquier, elevando densas columnas de humo gris hacia el cielo despejado convirtiendo aquel pedazo de explanada en un auténtico infierno terrenal, hermoso y sobrecogedor al mismo tiempo.

    Y allí, frente a una hoguera especialmente viva, una sombra se alzaba imponente recortada contra la luminosidad de las llamas. Una elfa de cabello plateado y ojos color oro líquido que les dedicó una sonrisa torcida antes de esfumarse por completo... Otra vez.

    Perplejos, los jóvenes se miraron el uno al otro aún con sus manos enlazadas hasta que un sonoro carraspeo a sus espaldas los hizo volverse hacia la puerta por la que acababan de salir.

    Recostada contra la muralla de piedra, una figura diminuta, los observaba con una amplia sonrisa mellada y traviesa. Su rostro moreno surcado de pecas señalaba su procedencia extranjera y su cabello, del color del trigo, descansaba en una gruesa y larga trenza sobre su hombro derecho, como una serpiente dormida.
    Sus ropas polvorientas hablaban de un largo viaje y, en su diminuta mano, bailaba un martillo de inmensas proporciones que, de forma juguetona, la enana lanzaba al aire para recogerlo una y otra vez, como si de una liviana pelota se tratase.
    Los intensos ojos violetas de Kröna recorrieron a Gawain de arriba abajo en un gesto aprobador.

    - Es de muy mala educación hacer esperar así a una dama.- Reprochó, haciendo un mohín.- Aquí tienes a tu herrero.
     
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    George Asai

    George Asai Maestro del moe

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    Bueno, a eso llamo una introducción pro xDDD, Krona por fin conoció a Gawain y vamos a ver si realmente sus habilidades en la forja son iguales que su temperamento xD, ni me imagino lo que les hizo, hahahaha, esta chica enana me causó gracia, es un buen contrapeso para personajes tan serios y distantes, como Gawain.

    La aventura poco a poco toma forma y los personajes se presentan a sí mismos, ya veremos lo que nos depara la siguiente entrega del colectivo, que haya salido relativamente rápido es un plus, bien hecho c:

    Ya quiero ver a Sunnifa interactuar con Kröna xD, seguramente serán un duo muy gracioso de ver, ya que la primera es dulce y tímida, la segunda para nada tímida XD, es como un remolino de emociones cambiantes, siempre dispuestas a crear las mejores armas. Gawain tuvo suerte, los enanos son los mejores herreros del mundo :33

    En fin, gran parte, ya quiero saber lo que pasará luego c:
     
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    Fernandha

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    Que al fin vine, yey♥

    Capítulo uno
    Bien, me gustan las guerras. Así que el ambiente dice que dará mucho de sí, la idea los orcos me parece interesante °^° aunque eso igual me hace pensar: empezar con una batalla. ¿Cómo será el contexto de este universo? De los primeros párrafos capté el que eran guerras de supervivencia contra esas bestias (? posiblemente un futuro que se asemeja a una época pasada en la actualidad, donde todo lo que una vez existió se vio perdido

    Gawain Blackmore♥
    Del personaje me gusta su forma de actuar, aunque igual es comprensible siendo un guerrero.
    Tengo mis dudillas del universo mas igual se me aclaran después °^° Veamos qué tal.

    Capítulo dos
    ¿Cómo comenzó tan cruel batalla?, ¿cómo los orcos viven en un mundo así? Digamos que la fantasía se explica por sí sola mas aún tengo mis ganas por saber más, es interesante el mundo en el que se está desarrollando todo. Tan activo y guerrero, donde cada día es sobrevivir. Awns♥

    Sunnifa suena tentadoramente valerosa, mas aún quedan cosas que descubrir de ella; ya que, como ella misma ha dicho: Es aún una novata
    Ahora...

    Te apoyo, mi'ja. Que sí es hasta fantástico el que haya logrado mínimo moverse °^° pero que bhá, es un superhéroe casi (? Gawain parece ser de esos fuertes. Ya veremos qué tal se la lleva después.

    Mis dudas por el contexto del mundo crecen °^° ♥

    Capítulo tres
    Debo decir, antes que nada, el que amo tu forma de escribir♥
    Feyre me gustó, tiene un aura...~ además: ¡su lobo! Demonios, no puedo esperar para saber más de este personaje *^*

    Oh my goodness♥♥♥♥♥♥


    Capítulo cuatro

    Kröna la enana, jaja. Que cute♥ Su forma de ser es simpática. Tiene un airecito semejante al de Sunnifa, aunque no sé: es mi impresión.

    En realidad es entretenido el ir descubriendo a cada uno poco a poco jaja, claro que al parecer son personajes fundamentales para lo que se avecina, aún sin saber qué será aquello. Más batallas, claro, para sobrevivir... aunque igual queda descifrar qué será de los orcos ahora que Fang está muerto.

    Debo suponer, sin embargo, que Fang pese a lo despiadado no era la mejor arma de esas bestias. Awns♥


    Gracias por la invitación y lamento la demora en mi comentario, igualmente con lo corto del mismo jaja.
    Espero el siguiente capítulo♥ y saber más de la simpática enana herrera.
     
    Última edición: 6 Noviembre 2016
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