Hubert Chad, nuestros pokémon y yo nos ubicamos en nuestros respectivos sitios en el campo de batalla; al principio, estaban dados los indicios de que Fósforo sería el primero en salir a luchar, pero Yveltal emergió de los interiores de su pokébola y extendió las alas, dibujando una sombra negra sobre Serperior y yo. La primera reacción de mi inicial fue colocarse entre los dos con el fin de protegerme, pero lo tranquilicé con unas calmadas palabras. Aunque parecía ser que el legendario todavía no obedecía completamente a su nuevo entrenador, no sentí que tuviera intenciones de lastimarme; puede que, simplemente, le gustase medir sus fuerzas con todo pokémon que se le cruzase por delante. Si era lo que quería, entonces tenía el oponente que le dejaría satisfecho. —A la carga —arrojé una pokébola al campo… Una tormenta de arena nos cubrió— Tyranitar. TYRANITAR: Roca/Siniestro (Potente) Chorro Arena: Pone clima permanente de tormenta arena. Salud: 200/200 Fuerza: 319 (90) Resistencia: 210 Agilidad: 2/2 (61 de Velocidad) Movimientos: -Colmillo Hielo (50 Potencia, Hielo) -Colmillo Rayo (50 Potencia, Eléctrico) -Terremoto (60 Potencia, Tierra) (Usos: 4/4) -Golpe Aéreo (40 Potencia, Volador, ineludible) (Usos: 3/3)
Hubert Pero de pronto, y antes de que la batalla empezara, una sonido emergió de mi bolsillo seguido de una ligera vibración. Se trataba de mi Holomisor avisando de que acababa de llegar un mensaje nuevo. Originalmente hubiera dejado la lectura para después de la batalla pero… Las corazonadas volvían a inquietarme. De modo que hice una seña a Chad en medio de la arena, para que esperara un poco antes de seguir, y revisé el aparato. Quien enviaba el mensaje no era otro que Ian. Aunque no teníamos una relación que pudiese considerarse de amistad, me alivió sobremanera ver que también había salido ileso del Mundo Espejismo. Al menos, su holograma no mostraba heridas o algún indicio preocupante. En su mensaje, básicamente, dijo que se estaba dirigiendo a las ruinas del Pueblo Brocha, para ir en busca del Espectro Etéreo, y que lo mejor sería que acudiese más gente. El Espectro… Recordaba bien la oscura historia que lo involucraba. Pero más me acordaba de la dolorosa tristeza que había en los ojos de Evelyn, que tanto me habían estrujado el corazón el día que investigamos la investigación… Sentí que había dejado pasar mucho tiempo desde aquella investigación… Era el momento de ajustar cuentas con Dimitry… Por Evelyn… Regresé a Tyranitar a su pokébola, haciendo que la tormenta de arena parase. Dirigí una sonrisa calmada a Chad, que me miraba con confusión; por su parte, Yveltal no parecía nada contento con mi acción. —Lo siento, ambos —me disculpé—. Pero necesito hacer una cosa antes de seguir con esta batalla. Me pueden acompañar si quieren —hice una pausa—. Nos encontrarán en el norte de Pueblo Brocha, allí donde hay un agujero. En él se encuentra un pokémon muy poderoso que a ti te gustaría enfrentar —esta vez me dirigí personalmente a Yveltal, y hasta me tomé el atrevimiento de sonreírle—. Los espero. Dicho esto, regresé a Serperior a su pokébola, saqué a Pidgeotto y despegamos.
Chad Redflame Hubert salió volando encima de su Pidgeotto con algo de apuro, al parecer un pokémon había sido visto en el agujero enorme que antes había sido el Pueblo Brocha... Un legendario, ¿quizás? En Galeia sí que pasaba de todo. Entonces, antes de que pudiera decidir nada, Yveltal emitió un grito intenso que, a decir verdad, me hizo retroceder un poco y me erizó la piel de miedo. El legendario se elevó unos metros más hacia el cielo, listo para despegar y perseguir a Hubert, tuve que reaccionar rápido. —¡Fósforo! —exclamé y corrí en su dirección, el pokémon se agachó y puso sus manos de manera que yo pudiese posar mi pie en ellas, entonces me impulsó con todas sus fuerzas y salté. Tuve la suerte de caer en Yveltal justo antes de que éste saliera disparado como una flecha hacia Pueblo Brocha. En cuanto a Fósforo, tuve que sacar su pokéball para que éste entrara en ella y no quedara atrás.
Orgen [01/05] Una vez en la ciudad, decidí establecerme en una posada para viajeros, tenía unas ofertas muy buenas así que decidí quedarme en dicho lugar y entregué los pokéolares suficientes para alojarme y pagar dicha oferta.
Orgen Pasamos allí la noche y saqué a todos mis comapñeros para que salieran del encierro de sus pokébolas. Compartimos algunas golosinas y conté historias de terror y creepy, el pobre Pidove se hizo caca en la alfombra del susto.
Orgen [03/10] Al día siguiente salí del lugar y comencé a pasear por la ciudad, una joven me saludo y me dijo que tenía que dirigirme al Dojo. Un lugar donde entrenadores se ponen en forma.
Orgen Me dirigí a dicho lugar a ver que traería de bueno y cuales cosas aprendería ahora. Le pregunté a un anciano la dirección del Dojo, la cual seguí al pie de la letra hasta el final.
Orgen [05/05] Luego de caminar en la dirección dada llegué a las puertas del Dojo, al cual entré sin mas que avistar.
Orgen Al salir del Dojo ordené a Pidove que me llevara directo a Ciudad Témpera, una vez allá me dirigía a la Torre Desafío.
Emily Hodges Tras atrapar a Heatran y descansar un poco, volvimos finalmente al Centro Pokémon de la ciudad. Tuve la necesidad de darme otra ducha para refrescarme después de la excursión y finalmente pude pasar la noche tranquilamente en la ciudad. Pasamos así unos cuantos días, entrenando por la zona de Barniz (que, la verdad, era un buen destino para esas fechas pues no hacía tanto frío como en otras ciudades), pasando tiempo con Keldeo y Heatran, que se estaban empezando a acostumbrar al equipo. Pasaron un par de días hasta que finalmente pude dejar a Necrozma salir de su pokéball también, junto a Lunala, para intentar hacer que se integrase más en el equipo. Así fue hasta que un día le pedí a Unfezant volar hacia Acrílica. Y ahí estaba, a las puertas del dojo, mirando a mi fiel Espeon con una leve sonrisa. —Le he estado dando vueltas, ¿sabes? No debería depender tanto de vosotros... s-si algo como lo que hemos visto en el futuro sucede... d-debería ser capaz de defenderos y luchar por mí misma también, ¿cierto? Así que tengo que entrenar también para hacerme fuerte, Espe... —suspiré, notando como temblaba levemente al colocar mi mano en la puerta—. N-no tengo mucha fuerza... e-espero no hacer mucho el ridículo...
Saga Elecciones: La primera campaña Los nervios estaba subiéndole por el estómago, lentamente. Se encontraba en Acrílica, ciudad que iba a servir esta vez como la anfitriona para él y los otros dos candidatos. Era, en realidad, la segunda vez que sucedía una charla como esa, aunque la primera vez se vio inmóvil, incapaz de articular palabra alguna. No era capaz, siquiera, de mirar a los ojos a las gentes de Galeia. Pero esta vez... tenía que ser distinto. Porque de él dependía demasiado, y ahora lo sabía, ahora lo había visto. Tras las cortinas de aquel escenario en mitad de la calle, podía ver a Tyre Chance, dando su discurso. Hablaba de cómo los pokémon son poderosos, de cómo tienen demasiada fuerza, y de cómo convivimos humanos y pokémon en armonía, pero esa armonía puede ser fácilmente rota de un momento a otro; de cómo los pokémon tienen el poder, la fuerza y la inteligencia necesaria para rebelarse en cualquier momento, y por ello, proponía reforzar la autonomía humana en Galeia y potenciar la maquinaria, tecnología, todo lo propiamente humano. Sus últimas palabras quedaron grabadas en su mente, como un eslogan que a él siempre le pareció ocultar un oscuro trasfondo, como si al decir aquello pretendiese excusarse, pero solo lograse desvelar más aún sus verdaderos pensamientos: —No pretendo iniciar una guerra, ni mucho menos. Ni desprecio a los pokémon, ni pretendo atacarles; solo hablo de futuro, hablo de seguridad, hablo de precaución. ... y una mierda. Irvine sabía bien que aquel tipo no era trigo limpio, que solo le preocupaban los negocios, el dinero, y que "potenciando la tecnología" se haría inmensamente rico, pues favorecería que todos quisiesen comprar sus armas, sus aparatos, sus... sus mierdas. Independizar a los humanos de los pokémon y hacerlos dependientes de las máquinas; separarlos de algo que Chance no podía comprar y hacer que todos se vinculen a algo que sí. Era un plan maestro, pero Irvine podía ver a través de él. Y no era el único: cuando las ovaciones de una buena parte del público comenzaron a resonar, junto a Irvine, un impulsivo chico apretó los dientes y susurró: —Me entran unas ganas de pegarle una hostia que... Y Rhyme tuvo que ser la que le sujetase la mano. Inconscientemente, el puño cerrado de Joel se abrió ligeramente para tomar entre sus dedos los de aquella chica. Y ella, algo sonrojada, apartó la mirada y rápidamente hizo lo propio con su mano. —T-Tranquilízate, ¿vale? —le terminó reclamando, algo incómoda y tensa. Y vaya si se tranquilizó. Frente a ellos, una chica de pelos oscuros caminaba de un lado a otro, cruzándose de brazos, nerviosa. —... la siguiente es ella —dijo al fin, cuando vio a Chance volver al backstage—. ... nunca podré verla con los mismos ojos. Sí, sin duda, nunca podrían verla igual. Hana Haku, vistiendo un kimono elegante y lleno de adornos florales, caminó con elegancia hasta subirse al escenario. Y empezó a hablar. Su discurso fue... conmovedor, en cierto sentido. Si Chance era experto en jugar con el miedo de la gente, en intentar crear desconfianza y temor en sus mentes para luego llevarlos a su terreno, Haku era experta en manejar la compasión. Irvine no negaba que ambos creyesen en sus causas, pero... no podía evitar ver más allá, ver sus intenciones ocultas. Pero la de Haku, después de ver lo que vio en el futuro, se le hacía mucho más difusa. ¿Qué pretendía? ¿Ser la única capaz de controlar pokémon? ¿Tal vez solamente deseaba exterminar a los humanos y crear un nuevo orden mundial, sin más? Sea como fuese, ella hablaba de los pokémon como maravillosos, como seres fantásticos, y acusaba a los humanos de romper sus hábitats y de manipularlos, en cierto modo. Y lo decía claro, en otro eslogan que a Irvine le olía a trampa: —Humanos y pokémon somos, ambos, seres excepcionales. Y debemos cooperar, pero... no debemos confundir la cooperación con dominación. La naturaleza es sabia y estamos ordenados de tal modo que cada ser vivo de este planeta tiene su parcela. No pretendo, pues, expulsar a los humanos de la parcela de los pokémon, pero sí que pretendo asegurarme de que compartamos parcelas, y no las invadamos. Porque los pokémon se merecen autonomía, tanto como nosotros. —Ecologista loca —musitó Joel—. Es una tirana, ¡tira-! —gritó, desde el backstage, pero Rhyme, de nuevo, intervino, tapándole la boca con rapidez. —Shhh, ¡te van a oír y vas a arruinar la imagen de Irvine! —criticó ella, dándole un golpecito en la cabeza. —¡Au! Me gustaba más que me cogieses la mano... —se quejó él, frotándose la zona dolorida y provocando, de nuevo, el sonrojo en las mejillas de Rhyme. Y, así, Haku terminó de hablar, e Irvine supo que era su turno. Tomó aire, y se dispuso a levantarse. Rhyme, Joel y Karina lo miraron, preocupados, pero él, decidido, estaba dispuesto a darlo todo esta vez. No podía... dudar. Caminó hacia el escenario y, en su camino a este, se cruzó con Haku. Por un momento, el tiempo, casi, se detuvo. Cruzaron una mirada que le pareció tétrica, cuanto menos, y, tras tragar saliva, Irvine caminó hasta subir frente al público. Allí había muchas personas, entre otras, seguidores de Haku y de Chance, extremistas y convencidos, indecisos y descontentos. Todos ellos eran potenciales "presas" para que las dos aves de caza les hincaran el diente, y, si él no daba una opción alternativa, si el no les permitía votar a algo distinto, sería cazados. Debía... debía darles esa otra alternativa. ... aunque viniese de él, el que estuvo a punto de destrozar el mundo entero. Aunque... aunque no mereciese ser su líder, menos merecían ellos tener a esos dos como líderes. Y así, tomó aire, pero las palabras no salieron. Notó el cuchicheo de la gente, notó cómo murmuraban, notó cómo le miraban con desconcierto. Y sus ojos temblorosos se perdieron por un instante en el horizonte. Pero allí, en ese horizonte, su mente le hizo ver aquella escena. La escena de los Tauros desbocados arrollando a su pequeña hermana. A Melissa. Aquella horrible imagen... no podía volver a repetirse. Apretó los ojos, y, luego, los abrió con decisión. —... gente de Galeia. Creo que... todos me conoceréis. Soy Irvine, el Campeón actual de la Liga de Galeia. Como entrenador que soy, dedico mi vida al combate con los pokémon. Mi "trabajo", la forma en la que he decidido vivir mi vida, me obliga a tener lazos con los pokémon, quiera o no. Me obliga a convivir con ellos y a hacer equipo con ellos. Y estoy seguro de que no soy el único entrenador, investigador, criador... que no soy el único que trabaja, vive y pasa el tiempo con los pokémon. Soy consciente, pues, de que como dice mi oponente Hana Haku, los pokémon son su propia especie, independiente de los humanos, y que en cierto modo nosotros actuamos como invasores de estos. Y también sé, como dice mi otro rival, Tyre Chance, que es cierto que el poder de los pokémon puede llegar a ser peligroso. Cerró los ojos mientras continuaba hablando. Cerró los ojos, y pensó, por un momento, en los holders, en cómo lucharon contra él, en aquel... fatídico evento en el Núcleo del mundo. Pensó en ellos y en su conexión con los pokémon, y... las palabras surgieron solas. Contenido oculto —Pero... sé algo más. Sé que, pese a ser especies distintas, todos vosotros queréis a los pokémon, como miembros de vuestra familia que son. Quienes criamos a un pokémon, quienes combatimos junto a ellos, quienes los investigamos... no los tratamos como meras mascotas, como objetos de estudio o como armas arrojadizas. Los tratamos como a un humano más. Son nuestra familia, son parte de nuestras vidas. Y apuesto lo que queráis a que ellos nos ven de la misma forma. Yo... yo quiero creer en la bondad de los corazones. En la bondad de los corazones de los pokémon y en la bondad de los corazones de los pokémon. Es cierto que hay humanos que abusan de los pokémon; es cierto que quizá a veces interferimos demasiado en sus vidas; es cierto que los pokémon tienen poderes que sobrepasan nuestro control; es cierto que podríamos hacernos mucho daño mutuamente. Pero, si miramos atrás, si revisamos nuestra historia... veremos que la solución a todas esas eventuales problemáticas se las soluciona a través de la cooperación, del amor, del... trabajo en equipo. Se llevó la mano al pecho, y no pudo evitar que sus ojos se empañasen. —Yo... yo tengo una hermana pequeña. Una hermana que lo es todo en mi vida. Una hermana a la que perdí, y que logré recuperar, por suerte. Durante mucho tiempo, estuve sumergido en mi propia burbuja, sumergido en un mar de desesperación. Porque no podía soportar que ella ya no estuviese conmigo. Sin embargo, y pese a todo, aunque hice muchas cosas mal, nunca perdí la esperanza, y nunca llegué a rendirme. ¿Y sabéis por qué fue? Porque tengo a los mejores amigos del mundo. Y no hablo solo de mis compañeros humanos, no: hablo de mis pokémon. Mis pokémon siempre estuvieron conmigo, me cuidaron, me acompañaron. Ellos no estaban de acuerdo con muchas de mis decisiones, pero sabían de mi dolor, y, en lugar de apartarse de mi lado, decidieron compartirlo conmigo. Decidieron darme un pedazo de su fuerza para que yo pudiese seguir adelante. Ellos... ellos son el único motivo por el que decidí seguir viviendo. El único motivo por el que... no me quité la vida. Las lágrimas resbalaron por su rostro, pero pronto las secó, guardando la compostura tanto como pudo. —Ellos, mis pokémon, mis amigos, hicieron todo eso por su propio pie. Sí, estaban atrapados en balls, correcto, pero cuando comencé a tomar decisiones, seguramente equivocadas, yo les di la opción de marcharse, ¿sabéis? Y ellos fueron quienes decidieron quedarse a mi lado, porque sabían que lo necesitaba. Porque sabían que era necesario, y porque me querían. Si yo puedo sentir el amor que siento hacia mi hermana, si los pokémon pueden amarse entre ellos... y si podemos convivir, ¿no creéis que es natural que nos amemos también entre nosotros? ¿No creéis que... las mejores versiones de nosotros mismos surgen cuando cooperamos? >> Por eso, si salgo elegido, pretendo no reforzar a los humanos, no reforzar a los pokémon, no "defender" a unos o a otros, no. No pretendo gobernar por uno de los dos bandos, y ni siquiera por los dos bandos en conjunto. Pretendo gobernar por la unión entre los dos mundos. Porque es cierto, Haku y Chance tienen parte de razón en su argumento: hay problemas en nuestras relaciones, hay cosas que hay que mejorar, cosas que no son precisamente buenas. Sin embargo, yo no quiero distanciar esa relación. Yo quiero mejorarla hasta superar, juntos, esas diferencias. Porque creo que, como dice Haku, los pokémon merecen lo mejor, y, como dice Chance, los humanos necesitamos más fuerza. Y... si queremos lo mejor para los pokémon, ¿cómo podemos osar privarles de nuestro amor? Y... si queremos reforzar a los humanos, ¿cómo pretendemos separarnos del apoyo de los pokémon? Suspiró entonces, y miró de nuevo al público. Por un momento, lo había omitido por completo, había sentido que no había nadie frente a sí, como si hablase a una colectividad demasiado grande para unirse en un solo punto del espacio. Pero ahora que lo veía ahí, que es "colectividad" cobraba forma y rostros, notó en el sepulcral silencio y en el aspecto de sus expresiones que sus palabras habían logrado algún efecto, pero... no supo si bueno o malo. De manera que, con timidez, dijo: —... eso... eso es todo. Y... en ese momento, una persona cualquiera entre el público comenzó a aplaudir. Las palmadas se siguieron por dos, tres, cuatro, y... de pronto, el estruendoso aplauso se hizo un eco. En el backstage, mientras tanto, Karina y los demás le miraban con los rostros llenos de orgullo, mientras que Haku y Chance, desde sus respectivos lugares, fruncían el ceño. Karina, mano en el pecho, susurró, inaudible a todos los demás. —... ese es mi Irvine.
Emily Hodges En Galeia, aparecí en el Laboratorio del Profesor, pero no pasé mucho tiempo ahí. Recordaba que tenía que ir a Aerosol para coger un avión y una vez en Gérie, bueno... a explorar una nueva zona. Recogí mis pokémon y me despedí del profesor e Irvine, saliendo hacia Lienzo. Liberé a Unfezant y le pedí que nos llevase rápidamente a Acrílica para hacer una tarea. Aterrizamos en la ciudad, cerca del Centro Pokémon, pero mis pasos se dirigieron hacia el Oeste. Era en la ruta 307 donde se encontraba el pokémon que Alpha quería, así que ahí debíamos dirigirnos. Pasé al lado del dojo con un ligero rubor en mis mejillas. ¿E-estaría Ian bien después de todo...? Negué rápidamente con la cabeza, no tenía que preocuparme por él... ¡y menos cuando teníamos una misión!