Si algún día vuelves.

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¿Qué pasa cuando nos enamoramos de una persona y ese amor no puede ser correspondido?
Está es la historia de una chica llamada Rossy quién está enamorada de dos personas a la vez, pero por grandes circunstancias ella se mudará a otra ciudad entonces los intentos por conquistar al chico de sus sueños fracasan. Más tarde ella vuelve a su ciudad natal de nuevo, pero está vez las cosas no serán tan fáciles.

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Capítulo 1.- Así comienza esto.​

Una mañana al llegar al colegio sentí una extraña sensación, mis ojos empezaron a brillar al verle, él siempre estaba bromeando y llamándome ‘’amor’’, a lo cual me pareció extraño. Él jamás me había dicho algo así antes, empezó a llamarme de esa forma un día como otro cualquiera, pero es algo que no me molestaba en absoluto.

A la mañana siguiente me dirigí al colegio, en el camino pensé en ‘’Kevin’’, en su sonrisa, en sus ojos, su cara, aquella simple forma dulce en la que siempre está hablándome, —¡demonios! —¡debo apresurarme!—
Llegué al colegio y ahí estaba él, en compañía de sus amigas, estoy completamente segura de que Kevin y su novia habían terminado su relación, no estaban juntos como comúnmente y tampoco se dirigían la mirada. Realmente no les tomaba importancia a esas cosas, ella estaba en otro grupo y no en el nuestro. Empezaban las clases de álgebra y mi unica opción era prestar atención, el día había pasado muy rápido a comparación de otros y las clases habían finalizado, en realidad no pasó nada novedoso.

Finalmente, unas horas más tarde la noche había llegado y me encontraba sentada en un rincón de mi habitación con un lapicero en la mano y un pequeño cuaderno. Me acompañaba el reflejo de la lámpara al lado mío y el frío entraba por la ventana haciéndome temblar. Tomé el lapicero y empecé a escribir...


No estoy segura, lo más probable es que esté equivocada, pero... últimamente he empezado a sentir

algo extraño por ti, bueno, ¿me explico? me agradaría que empezáramos a llevarnos mejor y hablemos

más seguido. Hemos estado muy distanciados, esto no es nada agradable.

Quizá sea porque extraño las veces que me decías ''amor'', las veces que me mirabas y me contabas

cosas sin sentido que me hacían sentir muy avergonzada, háblame por favor, habla pronto o será

demasiado tarde...



Al poco rato empezaba a tener sueño y mis pupilas se dilataban una y otra vez. — Mejor duermo un rato, después termino de escribir. — Me dije a sí misma. — Estaba insegura, en todo el día no pude pensar en nada más que su maldito rostro, irónico sería que de la nada me enamore de ese chico. Además, no sé en qué carajo estaba pensando, yo estaba enamorada de alguien más, aunque el chico por el cuál latía mi corazón jamás se fijaría en mí. No tengo ni una sola oportunidad de andar con él,
—suspiré—recostándome en la cama.

Al día siguiente me levanté, vestí el uniforme y me dirigí al colegio.

Coloqué los audífonos al celular y subí el volumen completo a este, era algo muy común en mí, las canciones me traían muchos recuerdos sobre una relación anterior que tuve; fue pésima. Desde ese día prometí no volver a enamorarme, ni confiar, ni tratar de ser la mejor persona con alguien que no se lo merece, estoy segura de que no soy la única persona a la que le ha pasado algo similar. Cada quién tiende a enamorarse, pero muy pocas veces nos enamoramos de la persona correcta. Ese es mi caso.

El teléfono sonó en ese instante y contesté de inmediato, reconocí la voz, era mamá, no podía seguir soportando escuchar lo que decía. Nos cambiaríamos de hogar en un mes, eso ya estaba previsto y jamás le tomé importancia, no pensé que llegase a pesar en realidad. —¿Por qué?— ¡No quiero— repliqué bajando la mirada, mis ojos empezaron a nublarse, no pude contener las ganas de llorar, me lanzé al sofá y abrazé fuertemente la almohada. Era mi única compañía, mi llanto cada vez se volvía más agudo, dejé de llorar en el instante y decidí preparar un taza de café para calmar la angustia que se apoderaba cada vez más de mí. Era como si quisiese lanzarme desde un vacío y olvidarme de todo, de todos, mamá llamó de nuevo diciendo que regresaría por mí antes de lo esperado, eso si que no me lo esperaba.

La alarma sonó y me caí del susto, era hora de levantarse, caminé descalza hacía la cocina y tomé la mermelada que estaba en la alacena y tosté un pan, era lo único que desayunaría hoy. Minutos después terminé el desayuno y me lavé los dientes, planché el uniforme antes de ponermelo, cepillé mi cabello, me coloqué un brillo labial, cojí la mochila y salí de la casa. Tomando el primer bus que estaba en camino, mientras el camión avanzaba recordé que había algo que quería obsequiar a Kevin, bajé del camión y al entrar al colegio lo primero que hice fue recorrer los pasillos hasta llegar a su casillero. Abrí lenta y cuidadosamente la puerta del casillero, dejé en el un disco del artista que le gusta, ¿cómo lo supe? fácil, lo descubrí viendo sus videos en la clase de infórmatica.

Era hora de entrar a clase y yo me había atrasado 20 minutos, lo suficiente para no dejarme pasar, la señorita Agustina era demasiado estricta y mi salón estaba en el tercer piso del colegio, sin más preámbulos subí los escalones y toqué la puerta del salón. La mestra abrió lentamente y me preguntó, —¿en dónde andaba señorita Rossy?— ¡Maestra fui al baño!— Dije arrepintiéndome de mis palabras.
—Le sugiero que la próxima vez, llegué más temprano, por el momento siéntese y empecemos la clase. —Dijo la profesora.

Más tarde salimos al receso y pensé en hablarle, pero mis palabras se fueron al caño cuando salió lo más pronto posible del aula para dirigirse con sus amigos a recorrer todo el colegio, entonces decidí salir también directo a la cafetería por un helado. Mis intentos por hablarlo se estaban deteriorando, —¿cómo iba a lograrlo? —pensé cabizbaja, casi sin ánimo. Horas después salí de la escuela y me reencontré con un amigo de la secundaria, pregunté por el chico que me gustaba, no era Kevin, antes de él me enamoré de alguien más.
El chico que me gusta se llama ''Álvaro'', una persona muy inteligente y de buen corazón, totalmente diferente a Kevin, aunque si pienso en las posibilidades de estar con alguien sería más probable con Kevin. Álvaro por más lindo que sea está en un turno diferente al mío y por lo consiguiente no he tenido suerte de encontrarmelo, ni siquiera por casualidad.
Y referente a Kevin, él ni siquiera siente lo mismo por mí, de eso estoy muy segura.​

 

Capítulo 2.- La historia está avanzando, se acerca el día en que deba marchar.

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Fui al supermercado y decidí comprar unos chocolates, después pasé a la papelería y compré papel de regalo. Minutos más tarde llegué a casa y envolví los chocolates, eran el regalo perfecto para él. Si se preguntan el porque estaba haciendo todo esto es fácil, mañana era San Valentín y se me ocurrió la estúpida idea de regalarle unos chocolates.


Él día había pasado muy rápido y salí de casa muy desesperada, en ese instante el autobús estaba pasando y decidí hacer parada, mientras viajo en él, suelo contemplar desde la ventana el lindo amanecer. Iba tan distraída que para mí sorpresa el camión se había alejado, al percatarme de aquél incidente bajé y corrí hacía la preparatoria, lo único bueno era que no estaba tan lejos del lugar en donde me había bajado, sin más preámbulos llegué y enseguida miré el reloj que estaba en la pared —¡maldita sea, siete treinta! —no tiene caso que entre a clase, sólo faltan 20 minutos para que toquen y no quiero recibir otro regaño por parte de esa vieja amargada ¡ya sé! dejaré los chocolates en su casillero. Enseguida bajé las escaleras y me dirigí al pasillo en el que se ubican los casilleros intentando abrir el suyo, —¡efectivamente lo he logrado! —enseguida brinqué de alegría al lograr abrir el casillero de Kevin.


Era gracioso porque esta idea la había visto en una película de amor, enseguida el chico abría su casillero, la carta caía a sus manos y la leía con una sonrisa enorme en el rostro, él era feliz leyéndola. La mujer no escribió su nombre en la carta y decidió pasar al lado del chico para saber si éste había terminado de leerla, a lo cual el hizo un lindo gesto y le jaló la muñeca para luego besarla. —¡Qué lío! ¿no? —susurraba.


Al escuchar sonar el timbre entré a la segunda clase y como usualmente hago, azoté mi mochila en el suelo y me senté junto a mis amigas, ellas me preguntaban porque había llegado tarde, por supuesto, era costumbre mía llegar tarde, pero sólo reía a sus comentarios. Un chico de buenas calificaciones le recordó a la maestra la tarea que había dejado la clase anterior y en ese momento todos empezaron a decir cosas como: —¡Maestra usted dijo que era para el día siguiente! ¡típico! no falta aquél chico(a) que recuerde la tarea a los maestros, odio eso.


Pasó 1 hora y la profesora seguía calificando los trabajos. El mío no era el mejor de la clase, pero tampoco estaba tan mal, de hecho, obtuve una excelente calificación.

Esto era demasiado frustrante la maestra en sus asuntos de calificación y la clase empezaba a tornarse demasiado aburrida, unos estaban en sus bromas y burlas, otros durmiendo, unos veían vídeos, escuchaban música y yo me colocaba los audífonos a todo volumen recostándome en la paleta de la silla. Así estuve un buen rato hasta que por fin habían terminado esas malditas horas aburridas, me alejé de mis amigas con la típica mentira de que iría al baño, bajé las escaleras y caminé unos cuantos pasos para llegar a la zona de los casilleros, incliné la cabeza escondiéndome en la pared y miré a Kevin. Él se dirigió a su casillero por unos cuadernos y al abrir encontró los chocolates, comió uno y regaló a sus amigas los demás, más bien, les invitó y estos se habían acabado, ya que eran muy pocos. —¡Maldición! sabía que esos chocolates eran muy pocos, hubiese comprado más, primer intento por conquistarlo fallido. Pero ese no era motivo para derrumbarme, aún quedaban otros planes más y por supuesto, la carta, aquella carta que estuve escribiendo hace 3 noches, debo terminarla cuanto antes.


Las clases habían finalizado y regresaríamos dentro de una semana, tomé el autobús que me llevaría destino a la plaza, entré a una cafetería y pedí una taza de café acompañado de un panqué de miel, algo realmente delicioso para mi paladar. La mesa en la que decidí sentarme quedaba justo frente a la puerta, el café me supo amargo cuando vi llegar a Kevin a la misma cafetería acompañado de una chica, estaba segura de que era su ex-novia, en eso no podía equivocarme. ¡Claro! como era de suponer, giré la cabeza para que no pudiera verme y él ni siquiera se tomó la molestia de hacerlo, estaba tan distraído con aquella chica que ni siquiera volteó a verme, —es mejor pagar e irme de este lugar— dije y así fue. Quizá el acto de salir de la cafetería había sido cobarde, pero, ¿quién iba a soportar ver al chico que ama con otra chica? nadie.


Todo esto había sido confuso, dije caminando a casa, mi día perfecto había desaparecido. Esta chica me traería muchos problemas, además… es estúpido luchar por alguien si nunca podré tener una oportunidad de andar con él.


—Mejor termino la carta, llegará ese momento en que tenga que entregársela. —Dije recostándome en la cama. Al cabo de unos minutos decidí continuar la carta el día siguiente, revisé mi celular y tenía como 20 llamadas perdidas de mamá, no quise marcar a su número, tenía en mi mente los recuerdos de las llamadas anteriores en las que mamá me hablaba sobre el mudarnos a otro país. Aunque había algo que me estaba atormentando estos días, una semana era lo mínimo que quedaba para que mamá realice un viaje y venga a buscarme e irnos de nuevo a la ciudad en la que nací, era demasiado triste porque sabía que nunca más iba a ver a ninguno de los dos, esto ya estaba yendo demasiado lejos. Me enamoré de dos personas.

—Tomaré una ducha —dije, sintiéndome de una manera un poco extraña.
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—¿Qué está pasando conmigo? —¿cómo pude llegar a esto? —Enamorarse de dos personas no es correcto, —¿qué haré para remediarlo? Lo mejor será obedecer a mamá e írmelo más pronto posible de este país. Después de todo en una semana mi vida cambiaría.