(Aclaración: La he situado en amor porque es lo que llego a sentir cada vez que me meto en esta situación, pero no es amor en el sentido de pareja) Toda la tensión acumulada alcanza el punto máximo en el momento en el que la máquina se enciende y empieza a despedir el ruido clásico de las agujas moviéndose a gran velocidad. Un par de segundos después, justo cuando estas besan mi piel, todos y cada uno de los músculos de mi cuerpo se relajan y mi respiración se normaliza, no así los latidos de mi corazón, que amenaza con salirse del pecho en cada momento. Noto la adrenalina recorriendo mis vasos sanguíneos y con una sonrisa mezclada con dolor cierro los ojos, disfrutando de la sensación de la tinta entrando en mi piel y dejando una marca permanente para el resto de mis días. Puedo oír ya las quejas de mis padres o las miradas de desaprobación de mis abuelos. Así como las de envidia sana de mi hermana y las de orgullo mezclado con admiración de mi hermano mayor. Porque así funcionamos. Pero eso dura un escaso segundo, porque esto lo hago por mí. La gente teme al dolor pero yo me siento atraída a él como una polilla hacia la luz, como si la autodestrucción fuera mi mayor entretenimiento, y dentro de mi cabeza, por lo menos durante un par de horas, encuentro una distracción sumida en esa sensación de pinchazos que recorren mi brazo que me hacen no pensar en nada más. Y me gusta mirarte mientras tienes tus ojos clavados en mi, siguiendo las líneas del arte que creamos entre los dos, concentrado en hacer lo que mejor se te da. De vez en cuando paras un poco más del rato que te cuesta limpiar los restos de tinta y sangre y me miras esbozando media sonrisa tranquilizadora y a veces me guiñas un ojo. Sonrío para mis adentros mientra sigues con tu trabajo y yo recorro con una mirada cariñosa tus ojos amables, tus múltiples piercings y cada tatuaje que la ropa que llevas permite ver y que inundan tu cuerpo. Me siento cómoda estando tan cerca de ti, a lo que ya me he acostumbrado después de tantas veces como hemos estado en esta situación, y tu ambiente concentrado crean un aura de confianza y paz a tu alrededor que ni el ruido de la máquina, ni la música rock que suena de la radio pueden alterar. Yo te quiero, y tu me quieres, pero no desde el sentido romántico de la palabra. Podría desearte, y de vez en cuando no puedo evitar pensar en ti de esa manera, delineando cada tatuaje de tu pecho que conozco de forma borrosa de momentos anteriores, así como sé que tú también has llegado a pensar en mí así, pero nunca pasará. Ninguno de los dos queremos eso realmente. Porque yo estoy aquí por mí, y tú lo sabes, lo respetas y lo admiras. Lo sé porque tus ojos me lo dicen al igual que tu boca, esbozando tu acostumbrada y cálida sonrisa. Me gusta hablar contigo sobre cosas sin sentido, sobre temas sin trascendencia como películas o comics, o sobre temas profundos como el sentido de las cosas o por qué adoramos autodestruirnos, mientras sigues inyectando tinta sin descanso. Casi parece que somos uno el psicólogo del otro. Me cuentas sobre tu vida, sobre tu familia, sobre tu grupo de música y sobre tus sueños, y yo te escucho y entiendo tu entusiasmo, tu frustración y tus ilusiones, al igual que tú entiendes los míos. Parece que hemos nacido para confiarnos nuestros secretos. Y me gusta que entiendas que de alguna forma todo el dolor que producen las agujas bailando en mi cuerpo me ayuda a curar las cicatrices que no se ven a simple vista. Que necesito este dolor para saber que puedo sentir algo, y la marca que deja es un recuerdo de por vida de lo que soy o fui y de lo que puedo ser, algo que necesito ver cada día de mi vida y que me ayuda a seguir de alguna forma, que hace que me sienta más a gusto con mi cuerpo y con mi mente, que hace que me vea como siempre he querido ser. Una vez todo el dolor termina me miro al espejo sonriendo genuinamente mientras mi brazo dolorido e inflamado ha cambiado para siempre con colores brillantes y gruesas lineas negras. Te miro mientras tú recoges, satisfecho por tu trabajo, por tu habilidad para convertir mi piel en una obra de arte tantas veces como lo has hecho y aliviado ante mi respuesta entusiasta sobre lo que acabas de hacer. Un último abrazo rápido y dos besos de despedida son lo que nos queda. Hasta la próxima vez.
Pues se nota que sí tiene una buena relación de amistad con el tatuador y el final me dice que ya van varios tatuajes que se ha hecho. Aunque no dice qué dibujo le tatuó, le ha de haber quedado bien, pues lo llama obra de arte. Como se ha expresado del dolor que siente me recordó a una persona que en varias ocasiones me ha dicho que el dolor que a veces uno siente, cualquiera que éste sea, no hace más que decirnos que estamos vivos y sentirnos vivos es bueno. Eso dice xD
Hola. Caigo por aquí entre un mar de relatos. Chispa, en un principio pensé y hasta me di con la idea de que estábamos en el panorama clínico de una chica con problemas psicológicos que llevó su vida a un suicidio, pero me pongo a leer más y resulta ser algo ocurrente. ¿Por qué? Es que es la primera vez que leo algo de esta semejanza, donde un sencillo y simple momento, lo conviertes en un relato que te deja muchas cosas por pensar. Esta es la parte que me ha gustado mucho, la razón es que en lo personal he llevado mi vida a un punto en que el dolor me motivó a seguir en vida. Cosas personales que no tiene validez comentarla aquí, pero recalcar que no solo esta parte me lleva a memorar detalles de pasado. No hallo algo negativo, hay cosas más positivas en tu relato para sacar a la luz. Me agrado la manera en que expresas..., aunque, a todo esto ¿qué diseño del tatuaje eligió la chica?, creo que eso lo has dejado a la imaginación del lector. Bueno, ha sido un placer leer. Ojalá tenga en gusto de hallar relatos que dejen palabras por reflexionar y pensar como el tuyo.