Al terminar mi comida en Ciudad Aerosol sali volando rapidamente sobre el lomo de Flygon a Ciudad Acrílica para concluir con el torneo, la verdad desconocia si se encontraban ya mis rivales o mi compañero pero yo me dirigí sin mas demora. —Tu que piensas Plusle? Crees que ya hayan llegado? La verdad tengo ganas de luchar y ganar amigo, tengo muchos planes para ti pequeño...— exclame contento y con un toque de misterio, mi pokemon primero dudo pero luego dio un brinco de felicidad, sin duda confiaba en mi. Regrese a Flygon a su pokebola e ingrese a a sala de torneo, siendo abucheado por unos y aplaudido por otros.
Phanpy, Togekiss y yo aterrizamos sobre aquella ciudad. Devolví al pokémon festejo a su pokébola, y luego volteé a ver a mis alrededores... Tragué saliva nerviosamente, a medida que sentí un sofoco leve por todo mi cuerpo. El recuerdo más reciente que tenía de esto, era cuando salí todo depre de la batalla del primer round de este mismo torneo. Nada agradable, ¿verdad? Era como tener que enfrentar estas emociones mezcladas que hace rato me venían dando vueltas, y quizá aumentaran ahora que volvería a ver a alguno de los ingratos. Pero, bueno; los miedos, adversidades y todas esas cosas hay que enfrentarlas, ¿no? Además no iba a ponerme tan de las telenovelas que ve mi mamá; simplemente iba a cumplir con esta deuda pendiente: ir a la batalla por el bronce, luchar, y salir... sea cual sea el resultado. Miré a Phanpy, éste me sonrió y yo le devolví la sonrisa. El elefantito dio un brinquito hacia mi cabeza, y juntos, entramos a la sede del torneo.
—¡Vamos, vamos, no me seáis gandules! ¡Así bajáis un poco la comida! ¡Uno, dos, uno, dos! —exclamaba corriendo por las calles de ciudad Acrílica como si la vida me fuera en ello, mientras unos llenos Slaking y Aggron me seguían el paso a duras penas, agarrándose el estómago al sentir que su reciente comida del Centro V.I.P se les saldría en cualquier momento. Cuando su entrenadora dobló una esquina y desapareció de sus vistas, ambos frenaron en seco para tratar de recuperar el aire aunque fuera por uno instantes, sofocados y jadeando, pero no fue si no un par de segundos que la voz de Liza volvió a aparecer y ante ellos doblaba de nuevo la esquina para seguir corriendo en el sitio con una mirada de reproche. —¡No hay tiempo de descanso, que ya estamos llegando tarde! ¡Vamoos! ¡Ya descansaréis cuando finalice el torneo! —ambos pokémon se miraron y asintieron con un bufido de resignación, para volver a perseguir a la entrenadora la cual ya iba un par de metros adelantada. Finalmente (y para la suerte o la desgracia de los pokémon) llegamos a las puertas de la sede en la que la gente comenzaba a reunirse, animada de que finalmente se diera inicio a la batalla por el bronce que tanto se había retrasado y me observaron, algunos con vitoreos y aplausos y otros con reproches y bufidos. Y lo comprendía, lo comprendía perfectamente y por ello les pedí disculpas con una sonrisilla nerviosa cuando pasé por el medio de todos, aumentando la velocidad para no pasar más vergüenza y echando una rápida mirada atrás para ver que el resto me seguía. Una vez me cercioré de que habían llegado, tomé aire para alejar los nervios de mi cuerpo y finalmente entramos en el lugar.
Al salir de la sala del torneo, me dirigí a paso veloz al Centro Pokémon, y por suerte, éste estaba con poca gente en su interior, por lo que el curar a mis pokémon fue algo que pude hacer en cuestión de minutos. La enfermera me avisó que Scizor y Noivern ya estaban completamente recuperados; entonces los saludé dándole a ambos un gran abrazo. —¡Estuvieron estupendos! Me alegra que lo hayan dado todo para nuestro último combate de torneo. Ellos, sonriendo -aunque con un aire de melancolía, asintieron y agradecieron mis palabras cada uno en su idioma. A continuación, los devolvi a sus cápsulas esféricas para que pudieran descansar del combate, y salí del edificio. Miré el cielo por unos momentos, al mismo tiempo en que sentí que los vientos recorrieron por mi cara, cabello y ropa... Aunque fue estresante para mí estar en el combate por lo largo que fue y la atmósfera que implicaba, hubo un par de momentos que sentí esa "chispa" única de diversión en batallas como esas. Cerré mis ojos y liberé un largo suspiro. Pasados unos segundos, saqué a Togekiss y me subí a su lomo, junto al glotón Phanpy... —Bien, Togekiss, por favor llévanos a Ciudad Témpera para reunirnos con mamá Stephanie. La pokémon festejo emitió un ruido de alegría, y partió a volar por los cielos para ir a nuestro destino.
Y finalmente pude salir de la sede. La verdad me aliviaba un poco ver que la zona ya estaba más tranquila finalizado el torneo Acrílica, pues tanta muchedumbre en un mismo lugar me incomodaba. Sin más eché a correr al centro pokémon más cercano para sanar a mis luchadores del torneo, y una vez recuperaron su salud, monté en Togekiss para partir a Témpera. Quizás ir a la torre desafio me despejara un poco de todo esto. Una de mis pokéballs se abrió de súbito y volví a sentir peso en mi cabeza. —Vaya... ya me parecía raro de que estuvieras tardando tanto. —comenté rodando los ojos; Gible volvía a estar sobre mi cabeza. —En cuanto lleguemos a Témpera empezará tu entrenamiento, no creas que te vas a librar. —sin hacer caso omiso, Gible sguió con los suyo y Togekiss emprendió el vuelo, partiendo hacia un nuevo lugar.
Escoltado por mis fieles compañeros, Serperior y Maractus con sus instrumentos musicales, traspasé las puertas de la sede del Torneo alzando la medalla frente a mis ojos. Mi nombre relucía con intensidad en el bronce, sobre el pequeño texto que rezaba “Tercer Puesto”… Producto de la felicidad que sentía en aquel momento, una gran sonrisa afloró en mis labios, expresión que también se encontraba marcada en los semblantes de Serperior y de Maractus, aunque con distinta intensidad (lo que no significaba que no sintiéramos lo mismo). Esta medalla era la prueba fehaciente de lo fructífero que estaba siendo mi viaje por Galeia. Si bien era cierto que todavía no había ganado un Torneo, en todos aquellos en los que participé terminé en el podio de los tres mejores, cosechando bronces. Tenía que ser tan satisfactorio como el oro o la plata, ya que acarreaba conocimientos y experiencias nuevas de las cuales podía cosechar un aprendizaje importante. Lo mismo para con mis pokémon, que cada día se estaban volviendo más poderosos y resistentes. Me sentía el más dichoso de los entrenadores por tenerlos a todos ellos en mi equipo. Sin que se lo esperasen, Serperior y Maractus sintieron cómo los rodeaba, a cada uno, con uno de mis brazos (soporté con entereza las espinas del nopal). —Creo que deberíamos curarlos, ¿no? —les propuse con una sonrisa. Mi inicial, volviendo a adoptar su expresión serena, hizo un leve asentimiento con la cabeza y se irguió, clavando su mirada en la sede del Centro Pokémon, que no se encontraba muy lejos. Maractus dio unos entusiastas saltos, ya que también quería darle a Lucario y a Gardevoir el abrazo que se merecían. Así, nos dirigimos a la sede sanitaria. *** Lucario y Gardevoir salieron de sus pokébolas apenas se sintieron completamente renovados en cuanto a su salud. A los dos también los abracé, tomándolos por sorpresa. Lucario mantuvo su posición gallarda, pero el Hada Soñadora, bondadosa como ella misma, también me rodeó con sus verdosos brazos, sonriente. —¡Lo han hecho fenomenal! —exclamaba, mientras Maractus y Serperior los felicitaban cada uno a su manera.
Terminamos en la cafetería, todos fuera de sus pokébolas. En consecuencia, ocupando casi todas las mesas, pero con la ventaja de que no se hallaba presente ningún comensal a aquella hora. Parece ser que la ciudad había recobrado su ritmo de vida tranquilo al finalizar el Torneo que por tanto tiempo los había mantenido expectantes. Serperior, como siempre, permanecía a mi lado; Maractus se había ido al patio a jugar con Shinx, Gloom y Turtwig, pero en cuanto noté que Banette los iba a acompañar, le pedí a Scrafty que fuera a vigilarlo desde la puerta. El luchador siniestro aceptó de mala gana, pero no se arrimó a la salida del comedor sin llenarse los pantalones con galletas hasta el borde, para así disfrutarlas a pesar de encontrarse alejado de las mesas. Tyranitar y Aggron, sentados en los extremos opuestos de una larga mesa, mantenían un duelo de miradas enfurecidas, pero entre ellos ocupaban lugar el resto de mi pokémon, que intercederían en caso de un comienzo de pelea entre los tipo roca. No muy lejos de mi lugar podía ver el monitor de una gran televisión, alzado hasta quedar cerca del techo. De a ratos me concentraba en lo que allí aparecía mientras saboreaba mi café con lentitud; en ese momento transmitían las noticias de la región. Y entonces apareció, en el colorido zócalo que aparecía debajo de la figura de un sonriente reportero, las siguientes palabras: Torneo Óleo: último día de inscripción. Me incorporé casi de un salto y me acerqué a escuchar lo que decía el hombre que, micrófono en mano, aportaba la información de lo que se estaba por venir: un torneo en el que los duelo serían de 1 vs. 1, con la posibilidad de usar distinto pokémon entre ronda y ronda. Hasta ahora se habían inscrito tres entrenadoras: Mizuki, Emily y… Effy. Alpha, Ian y Liza no podrían participar ya que estuvieron en la edición anterior del Torneo. Esto me gustaba: salir de un torneo para entrar en otro. Me volteé en dirección a mis pokémon. Casi todos habían terminado de comer. —¡Amigos! —llamé, a lo que todos voltearon. Alcancé a ver, a través de la ventana que daba al patio, cómo Banette hacía malabares con Turwig, Gloom y Shinx, antes la desesperación de Scrafty (inutilizado por el peso de las galletas en sus pantalones) y la música de Maractus, a quien le divertía todo. Pero los dejó suavemente en el suelo cuando escuchó mi llamado, y hasta me pareció que los pequeños se habían divertido con el juego del fantasma. Todos ellos se asomaron por la ventana abierta. —¿Han terminado de comer? —pregunté. No quería hacerlos salir sin que hubieran disfrutado completamente de su comida. Cuando todos asintieron, sonreí— Bien. Les pido que regresen a sus pokébolas —pedí amablemente—. Se está por abrir un Torneo en Ciudad Óleo y nosotros no podemos estar ausentes, ¿no les parece? —al saber lo que se venía, todos empezaron a murmurar entre ellos con entusiasmo. No tardaron en cumplir mi pedido, incluidos Serperior y Maractus. El único que quedó fuera fue Pidgeotto, sobre cuyo lomo levanté vuelo en dirección a Óleo. Claro, no sin antes pagar lo consumido.
—Hace ya un tiempo que no pasamos por aquí, vaya... —murmuré, dando un rodeo a la ciudad desde el aire con Togekiss. Glaceon logró ubicar el dojo gracias a un estridente cartel en medio de la calle, y le hice una señal a Lucas para que aterrizásemos allí. En cuanto bajamos, pokémon y entrenadores nos acercamos a las puertas del pequeño dojo frente a nosotros. —Bien, aquí es. ¿Preparado? —me giré para ver a Lucas, para ver si tenía alguna duda o queja. La verdad me emocionaba un poco venir aquí, a fin de cuentas no llegué a tener un combate verdadero aquí.
—Altooo. Noctowl, baja aquí— el tipo volador aterrizó con cuidado, no estaba muy acostumbrado, así que le costó un poco. Tras volver a tierra firme, me reuní con Liza—. Y bien, ¿por dónde es el camino?— pregunté, a lo que me respondió un enorme cartel en medio de la calle, que anunciaba el tan esperado dojo—. Buff, estoy algo nervioso ahora, ¿crees que habrá entrenadores fuertes en ese sitio? A lo mejor mi equipo no está a la altura— me preocupé—. Venga, entremos ya... ¡Estoy preparado!
—Em, Lucas... —capté su atención, dirigiéndome a él sorprendida por sus palabras. —En este dojo solo combaten las personas, no los pokémon. A Glaceon le pareció muy graciosa la inocencia del chico y no pudo evitar soltar una larga risa, a lo que yo reí por lo bajo, contagiada por el momento. —No me dirás que te vas a echar atrás ahora, ¿no? —alcé una ceja cruzándome de brazos y provocándolo con una media sonrisa inquisitiva.
—¿Que qué? ¿Los entrenadores? Oh, mola— respondí asombrado—. Pues entonces que se preparen, voy a por todas, ¡no pienso perder! Tras esta pequeña charla, llamamos a la puerta del dojo, que se abrió ante nuestros ojos como por arte de magia
Tras vestirme de nuevo, salí del dojo. Ahora me encontraba en medio de ciudad acrílica, ¿qué podría hacer? Bueno, lo primero era ver la ciudad así que sin perder ni un segundo empecé la caminata. —Vaya, esta ciudad parece un poco vacía... Y sin mudkip no es lo mismo— me dije apenado—. Pues no pienso andar solo, ¡salid todos!— exclamé lanzando al aire las pokeballs que me quedaban—. No hay mucha gente, no creo que nadie se queje por que vayáis viendo la ciudad conmigo, ¿no?— todos los pokémon asintieron felices; libertad. Mientras paseábamos por las calles, cada uno se entretenía con lo suyo. Tangrowth, entraba en todos las zonas verdes que encontrábamos; granbull, se dedicaba perseguir mariposas... Pero había uno que solo me seguía con la vista perdida, como si algo le molestase, y ese era noctowl. —¿Qué te pasa noctowl?— le pregunté al pokémon, no muy seguro de que me entendiese, pero este no me escuchó, ¿se estaría haciendo el sordo? Intenté captar su atención con un par de palmadas, a las que reaccionó como si le hubiesen echado un cubo de agua mientras dormía —. Ey, no te asustes — le dije viendo como venía a posarse sobre mi hombro —. ¿Qué te ocurre, pequeño?— le susurré, pero este solo me contestó con una mirada hacia el cielo—. ¡Bueno, equipo, nos vamos al centro! — grité mientras los devolvía a todos a sus respectivas pokeball —. Tú también, noctowl — dije sacando su ball, pero este se volvió como loco y empezó a volar sin control —. ¡Vale, vale! Tú ganas, no te devuelvo a la ball, pero tranquilízate, por favor. Cuando noctowl me escuchó se relajó algo, pero aun así seguía preocupado y no parecía que fuese solo porque no le gustase su pokeball. Al fin, se volvió a posar en mi brazo, le acaricié su pequeña cabeza intentando liberarle de sus preocupaciones y volvimos al centro.
—Ya estamos aquí, noc, ¿te apetece descansar?— le pregunté preocupado, pero este se negó —. Bien, entonces pidamos una habitación, ¡enfermera!— llamé su atención—. Me gustaría descansar en una de las habitaciones— y en un segundo, Joy sacó un juego de llaves y me las entregó con su típica amabilidad—. Muchas gracias— respondí con una sonrisa y subí a mi habitación. Al llegar, me tiré de lleno en la cama a recuperarme de la paliza, y no solo a la de la caminata, pero por el contrario, el tipo volador se quedó en la mesa, mirando por la ventana. —Hay... ¿hay algo ahí abajo?— dije acercándome a echar un vistazo, pero no había nada particular, o por lo menos que yo notase—. Mmm... Y no será que... ¿tienes hambré? — pregunté como último recurso sacando de mi mochila unas golosinas pokémon. —Noctowl, towl— ululó mientras se tomaba las gominolas con desgana. Después, volvió a su mesa y a su ventana. Decidí no molestarlo más y descansar, así que me tumbé en la cama y cerré los ojos.
Unas horas más tardes, me desperté completamente repuesto. El cansancio se había ido y los golpes de Liza ya apena dolían. —Uaah, buenos días noctowl —bostecé —. ¿Qué te apetece hacer hoy? Quieres que nos quedemos en esta ciudad un par de días más... — le propuse—.¿O prefieres viajar a otro sitio? — pero el búho no me hizo caso —. Está bien, entonces creo que es hora de viajar, pero el caso es a dónde— en ese momento se me ocurrió una idea — ¡Ya está! Te llevaré a la torre desafío, ya verás que bien te lo pasas allí. Al oírme decir esto, el búho salió de la habitación. Corrí tras él para ver hacia donde se dirigía y cuando salí del centro, el pokémon me estaba esperando para comenzar el vuelo. —Muy bien, ¡rumbo a Témpera!
La visita a Acuarela terminó, ya había recogido las recompensas que buscaba, no tenía sentido quedarse allí más tiempo. Comencé a pensar en algo que hacer, pero nada se me ocurría, ya me había quedado sin ideas... Un descanso sería entonces la mejor manera de aclararse. Quizá con algo de relax pudiese pensar con claridad y se me ocurriesen más retos. Por lo pronto, liberé a Archeops para volar. No di destino, simplemente quería volar. Sentir el aire en la cara me refrescaría. Al cabo de media hora finalmente me decidí por una parada, Acrílica. Había pasado mucho tiempo a lomos de Archeops y debía estar cansado, le tocaba ahora algo de reposo. Bajamos justo en la puerta del centro pokémon, un aterrizaje impecable por parte del pájaro, pero no entramos dentro. A través del transparente cristal de la puerta podía observar como su interior seguía tan vacío como la última vez que entré. Solo se encontraba la enfermera Joy, esperando a que algún paciente entrase... No sería ahora. Al menos, no sería yo. Di media vuelta me dirigí a una pequeña plaza en medio de la ciudad. —Oye, Archeops... —Comencé a hablar—. Tú... ¿Tú te lo pasas bien de aventuras? Es que... Bueno, desde hace un tiempo noto que estoy algo... Perdido, digamos. No sé muy bien qué se supone que debe hacer un holder, pero tampoco me parece que lo esté haciendo bien. Creo que he empezado a dejar de verle el sentido a esto... Mi pokémon torció su cabeza. Era capaz de notar que algo me preocupaba, pero no sabía el qué exactamente. Ni yo mismo sabía de qué se trataba. Llegamos a la plaza y tomé asiento en un banco, donde compartí una pequeña merienda con Archeops. Muchos recuerdos volvieron a mi mente. Recuerdos del día en que empecé mi aventura. Recuerdos del día en que capturé a Archeops. Y, lo peor para mí, recuerdos de Noctowl. Porque fue aquí donde empezó su extraño comportamiento. —¿Sabes qué? Antes de que vinieses viajaba con otro buen amigo, un Noctowl. Lo recibí junto con mi primer pokémon al empezar mi aventura, pero nuestra amistad no duró mucho. No era un pokémon al que le gustase estar encerrado, se sentía preso en su ball, quería ser libre. Quería volar... Y así lo hizo. Poco antes de tu llegada lo liberé en Témpera. Cada vez que lo recordaba sentía como si todo hubiese sido culpa mía. Mi acompañante, que se encontraba subido al respaldo del banco, detrás de mí, empujó suavemente con su ala mi cabeza para que descansase sobre él, notando mi tristeza. Luego aprovechó y me volvió a robar la gorra, como ya era costumbre, pero simplemente lo ignoré. Necesitaba este descanso en compañía de Archeops, aunque fuese un trasto era de los pokémon con que mayor vínculo había establecido. —Gracias por preocuparte, Archeops... Supongo. Pero no es nada, se me pasará. Contenido oculto @Hey Miguel yo te invoco (?
Chad Redflame —Chad... Una voz dulce y melodiosa lo llamó suavemente, como el susurro del viento en las hojas de los árboles. Era una voz femenina... una voz familiar. Que a pesar de no poder identificar del todo, le suscitaba nostalgia y cierta incomodidad, por no poderle dar un rostro. Una silueta difuminada por la fuerte luz apareció entonces ante los ojos del chico y este los entrecerró para poder distinguir mejor lo que veía. —Chad... despierta, mi niño... El entrenador pudo ver una cabellera larga, rojiza y ondulada, como si el cabello de la mujer fueran flamas bailando. El rostro estaba borroso y oscuro, como si fuese una pieza de rompecabezas que había sido robada por su memoria. Sin embargo, tenía la certeza de que estaba sonriendo, se le notaba en la forma cantarina de hablar. Una flor amarilla acomodada en el pelo era lo único que adornaba la melena carmesí. —Despierta... *** Chad abrió los ojos de golpe, despertando de su sueño. Los rayos del sol iluminándole el rostro entre las hojas de un árbol y un cielo azul con muy pocas nubes, le dieron los buenos días. El holder se reincorporó lentamente y miró a su alrededor desorientado, estaba sentado bajo un árbol en lo que parecía ser una plaza de... ¿Ciudad Acrílica? Un sonido repentino lo tomó desprevenido y lo tumbó de vuelta al césped. —¡Fe-fe! ¡Fennekin! —exclamó la pokémon tipo fuego con alegría, saltando en el pecho de su entrenador. Fennekin había sido un regalo de Navidad que su papá le había enviado desde Hoenn. En la carta que venía con la pokéball del pokémon, Bon Redflame le había explicado a su hijo que la había encontrado perdida en las inmediaciones de su gimnasio, perdida y con miedo. Chad la bautizó con el nombre de "Flare", por obvias razones. La pequeña Fennekin resultó ser un pokémon sumamente cariñoso, afectivo y apegado a su entrenador. En poco tiempo ambos se encariñaron con el otro y desde entonces, el chico lleva a Flare en brazos o en su cabeza cada vez que puede. —¡Flare, estás de vuelta! —le dijo con una sonrisa de oreja a oreja y la tomó en brazos abrazándola con cariño. Entonces, como un flashback inmediato, le vinieron a la cabeza los sucesos ocurridos en el Mundo Espejismo con Iota, la científica Gamma. Las anomalías climáticas que aparecieron junto a esos portales extraños por todos los rincones de Galeia y, probablemente, del mundo. Recordó los rostros de Liza, Effy, Hubert e Ian. La llegada a la torre extraña y el recorrido por el Sendero Arcoíris... donde descubrieron que tras los fenómenos del clima se encontraban Tornadus y Thundurus, los legendarios del Trío de las nubes. Effy había logrado vencer y capturar a Thundurus, el eléctrico-volador. Sorpresivamente, incluso él había sido capaz de derrotar a su contraparte, Tornadus. El genio tipo volador era parte de su equipo ahora, siendo el primer legendario que atrapa. Recordó las lágrimas en el rostro de Iota, la que tantos problemas les había causado, rogándoles que le dejaran reparar el daño que había hecho. Que tras anteponer el destino del mundo con dolor y resignación en su pecho, se arriesgó a dar a Flare a Iota, tal como lo hicieron valientemente sus amigos. No podría olvidar la risa maníaca de la científica Gamma cuando les vio la cara al engañarlos para poder darle vida al Núcleo Espejismo. La aparición de los legendarios Xerneas y Yveltal, la creación y la destrucción encarnadas. La ardua pelea que tuvieron, los compañeros que cayeron en batalla... el miedo a fallar. La aparición de esa "cosa", la entidad oscura que poseyó a los legendarios una vez los vencieron. La suerte que le sonreía por segunda vez y le hizo capturar a Yveltal, ¡a Yveltal, el pokémon destructor! Recordó el horror en el rostro de Iota cuando fue tragada por la criatura que luego se transformó en Zygarde. La oscuridad que amenazaba con devorarlo todo y como, milagrosamente, pudieron superar todo eso. Lo último que recuerda fue la visión de Zygarde cayendo y una esfera oscura que se separó de su cuerpo antes de derretirse y desaparecer por completo. Recuerda que fueron tragados por la oscuridad y que luego despertaron para encontrarse en el mismo lugar, pero iluminados por una esfera de luz. Las últimas palabras de Iota, que había decidido convertirse en la guardiana del Mundo Espejismo para expiar sus pecados. Esos portales dimensionales aparecieron de nuevo y todos volvieron a Galeia. —Vaya... —susurró llevándose una mano a la cabeza. Lo habían logrado otra vez, habían salvado al mundo. Se quedó en silencio por varios segundos con Flare en brazos, hasta que notó la presencia de alguien más. Un sonido de brasas y apretar de puños se escuchó, Chad levantó la vista y vio a Fósforo enfadado, a punto de mandarlo a volar con un puño en llamas. El ataque frenó en seco, a poca distancia del joven Redflame, cuando dijo lo siguiente con una expresión impasible: —Otra vez la soñé... —musitó serio, mirando a su inicial. Blaziken lo seguía fulminando con la mirada, dubitativo. Al final, el Blaziken retiró su puño y observó en silencio con el ceño fruncido. El pokémon sabía bien a qué se refería su entrenador, habían estado juntos el tiempo suficiente como para que Chad le agarrase la confianza necesaria de contarle sus problemas. Sus miradas se cruzaron y el chico terminó la oración. —A mamá... *** Salimos del Centro Pokémon una vez restauré la salud de todo mi equipo. Fósforo había sido el que más daños recibió y aún así, se negaba a entrar a su pokéball, prefiriendo caminar. Yo había recibido la factura del combate también, tal como mi inicial, tenía unas cuantas vendas en el cuerpo y traía un dolor de cabeza que trataba de ignorar, "El dolor está en la mente" diría el viejo senil. Con mis auriculares puestos y mi música favorita sonando, salimos en busca de una tienda de brochetas. Si no recordaba mal, tenían una sucursal en Acrílica. Pasamos por la plaza hasta que reconocí una cara familiar. Estaba sentado en un banco acompañado de un Archeops. —¿Qué hay, Lucas? —aparecí sentado al lado del muchacho con su gorra puesta y la mirada al frente, mirando hacia donde el entrenador había estado dirigiendo la vista tan seriamente—. Sí, es triste, ¿no? No sabía que cerraban a esta hora... Habíamos encontrado la tienda de brochetas, estaba frente a nosotros, más un cartel de "HORARIO DE ATENCIÓN..." nos explotó la burbuja. No sabía que Lucas era fanático de las brochetas de Tentacruel también. Después de unos segundos deprimiéndome por el cartel, cambié de cara rápidamente, volteando a ver al entrenador con una amplia sonrisa. —¿Qué tal te ha ido desde la última vez que nos vimos, Lucas? —pregunté entusiasta, palmeándole la espalda de forma amigable. Contenido oculto Voy a empezar a poner el nombre de Chad al comienzo de cada post porque lo hago en el resto de roles y se me hace genial (?) P.D: Este es el comienzo del intento por hacer una especie de "Modo historia" con Chad xD (Tal como Steve o Mimi) espero poder terminarla satisfactoriamente c:
El sol comenzaba a esconderse tras los edificios y las primeras farolas iban alumbrando las desoladas calles. El tiempo en esa plaza se me había pasado muy rápido, quizás hasta me quedase dormido. Mientras, Archeops había salido a no se dónde, para hacer no se qué. Supuse que solo querría correr, así que lo dejé marchar: él sabría encontrar el camino de vuelta sin problemas. —¿Qué hay, Lucas? —Oí de repente a alguien preguntar. ¿De quién se trataba?— Sí, es triste, ¿no? No sabía que cerraban a esta hora... —¿Cerrar? ¿De qué estaba hablando? ¿Se habría confundido de persona? —Ehm, bueno. C-creo que t-te estás equiv... —Antes de que terminase la frase Archeops apareció desde detrás de mí para golpearme la cabeza con suavidad, devolviéndome la gorra con el gesto. Al parecer sí que conocía a ese chico, Archeops al menos lo recordaba. Fue entonces cuando me percaté de sus auriculares y del Blaziken que lo acompañaba. Ahora recordaba algo. —¡Ah, tú eres es chico! Te llamabas, ¿Charles? ¿Chuck? ¿Chad? No recuerdo bien, perdona... ¿Y a qué te refieres con que "cerraban a esta hora"? Discúlpame, hoy no he tenido un buen día y ando algo espeso, digamos. Archeops a mi lado trataba de aguantarse la risa. Sin saber por qué, me puse muy nervioso, y este lo había notado. En cualquier caso solo esperaba que el chico lo entendiese y no se molestase mucho con ello... —¿Qué tal te ha ido desde la última vez que nos vimos, Lucas? —continuó preguntando el entrenador. —Pueeees bien, supongo. He capturado algún pokémon más desde que nos vimos la última vez y he entrenado bastante. Pero tampoco hay gran cambio en mi vida desde entonces. ¿Qué tal te va a ti? ¿Alguna novedad en tu vida? —pregunté finalmente. Estaba algo cansado y no me apetecía hablar, prefería escuchar.
Chad Redflame "Novedad" resonó en mi cabeza y miré a Lucas pensando en cómo resumirle todo lo que me había pasado recientemente, al final le sonreí y respondí: —Pues... sí, un par de cosas—dije mirando al frente y rascándome la mejilla. Era gracioso ver cómo la gente seguía su vida ignorando el hecho de que alguien allá afuera arriesgó su vida para salvar al mundo. Eso no me molestaba en lo absoluto, extrañamente, porque a pesar del peligro que corríamos cuando nos lanzábamos de cabeza a una nueva aventura, obtenía una especie de satisfacción y emoción al "jugar a ser el héroe". Como si la simple idea de luchar junto a mis amigos me hiciese más valiente. Miré a Lucas de nuevo y reí. —¿Qué tal una pelea de 3vs3? Para ver qué tanto hemos mejorado desde la última vez que que nos vimos.
El otro chico tampoco parecía tener ganas de hablar. Un simple "Pues sí, un par de cosas" fue su única respuesta. Vaya decepción, esperaba poder escuchar alguna buena historia... —¿Qué tal una pelea de 3vs3? Para ver qué tanto hemos mejorado desde la última vez que que nos vimos —soltó de repente. No estaba muy animado para una batalla, pero la idea no era mala, claro que no. Así podríamos ver recientes cambios en los equipos. Además... No podía rechazarla. No podía rechazar una batalla. Era mi promesa y la cumpliría hasta el final. —¿Batalla ahora? Está bien, pero no prometo nada. Intentaré hacerlo lo mejor que pueda... >>Por cierto, ¿cuál era tu nombre? No me has contestado. —Sonreí para intentar quitarle importancia al haberme olvidado de su nombre.
Chad Redflame —¡Así se habla! —exclamé entusiasta poniéndome de pie con una sonrisa. Lucas parecía decaído por alguna razón ajena a mi conocimiento, pero esperaba que la batalla hiciera que la sangre le bombease por las venas y lo reanimara, conmigo siempre funcionaba. —Por cierto, ¿cuál era tu nombre? No me has contestado. —reclamó el entrenador sonriendo débilmente. —¿N-no me recuerdas? —pregunté en un tono de sorpresa y dramatismo fingidos. Miré al chico esperando que riera o algo, pero nada. Suspiré cambiando mi cara a la usual y respondí—. Chad, soy Chad. Tomé distancia con Fósforo a mi lado y dejamos un espacio suficiente para que fuera considerado un "campo de batalla". Me ajusté los guantes y miré a Lucas, era usual que el que desafía saque primero. —Y éste es Fósforo, si no lo recuerdas no importa, ya lo harás en unos momentos. —dije y el inicial saltó al frente con todo y vendajes. BLAZIKEN: Fuego/Lucha (Asesino) Mar llamas: Doble potencia de ataques de fuego cuando los PS están por debajo de 1/3 Salud: 176/176 (16) Fuerza: 284 (54) Resistencia: 165 (25) Agilidad: 3/3 (105 de Velocidad) (25) Movimientos: -Patada ígnea (55 Potencia, Fuego) -Puño Trueno (50 Potencia, Eléctrico) -Golpe Aéreo (40 Potencia, Volador; Ineludible) (Usos: 3/3) -Protección (se protege sin gastar un punto de agilidad) (Usos: 2/2)
—P-perdona... Lamento no acordarme de tu nombre, de veras, pero... Bueno, es mucha gente nueva que estoy conociendo en mi viaje y es complicado. Lo siento, Chad —me excusé algo avergonzado por mi memoria—. Aunque que no me acuerde de tu nombre no significa que no me acuerde de ti, ¿eh? Recuerdo perfectamente a ese Blaziken. En acuarela nos conocimos, ¿me equivoco? >>De cualquier modo, es hora de comenzar la batalla... Ese Forsforo parece muy fuerte, que menos que elegir a Meganium. MEGANIUM: Planta (Resistente) Espesura: potencia de movimientos tipo planta x2 cuando sus PS bajan de 1/3 Casco Dentado: el que toque a este pokémon, perderá 1/10 de sus PS. Salud: 160/160 Fuerza: 165 Resistencia: 300 (100) Agilidad: 3/3 (90 de Velocidad) (10) Movimientos: -Protección (Protege) (Usos: 2/2) -Dulce Aroma (Quien reciba este ataque no podrá esquivar en el turno siguiente. Este ataque no se puede evitar) (Usos: 3/3) -Drenadoras (Infecta al rival; cada turno perderá 15 PS y el usuario recuperará esos 15 PS) (Usos: 2/2) -Tóxico (Envenena gravemente) (Usos: 2/2)