—Y no quiero verte enojada, así que creo que será mejor que empiece por el principio, ¿no? —dije, alzando dos manos en el aire como si estuviese declarando inocencia. Bajé los brazos y miré a las dos chicas, sentándome sobre la cama—. Mimi, hay algo que no se si estás al tanto tú, creo que Emily sí… en Galeia, hay una organización criminal que busca sembrar caos y destrucción por toda la región. >> Son conocidos como el Equipo Gamma. Hemos tenido varios enfrentamientos con ellos… son los verdaderos responsables por la destrucción de Pueblo Brocha, sin mencionar un sinfín de planes malévolos que han intentado llevar a cabo y gracias a Dios hemos conseguido frustrar. Son villanos… unos villanos que nuevamente tuvimos que detener. Y tras esa corta explicación (me ahorré detalles tales como que habían controlado a Dante contra su voluntad durante un tiempo, porque no era ni el lugar ni el momento), procedí a contar nuestra aventura. Acerca del llamado que Ian recibió de la científica Iota, y como él nos solicitó a mi, Chad, Liza y Hubert que acudiéramos con él a la Torre Dorada. Luego procedí a contar que la Torre Dorada había estado distorcionada y deformada al punto de ser casi irreconocible, como la escalamos y nos encontramos con Iota intentando cerrar un portal al mundo espejismo… —Pero fue todo un engaño —revelé entonces, apretando los puños; aún recordaba con rabia como Iota había sido capaz de engañarnos con tanta sencillez—. Ella utilizó nuestros pokémon para abrir por completo un portal para ir al mundo espejismo y luego… Y entonces revelé el plan malévolo de Iota: causar que la región Galeia fuese devorada por el siniestro mundo espejismo. Liza enfrentó a la científica, mientras que Hubert y yo luchamos contra sus secuaces del Equipo Gamma. Ellos cayeron, pero Iota huyó al mundo paralelo, y los demás fuimos tras ella… sólo para descubrir que tenía prisioneros a los legendarios Yveltal y Xerneas, y los hacía luchar entre ellos para tener suficiente energía para que el espejismo tomara el mundo entero. Conté de la épica batalla entre Iota e Ian, quien debió enfrentar a su amor él mismo para evitar que así causara tanta destrucción, mientras que los demás enfrentábamos a Xerneas e Yveltal. Conté como tras derrotarlos, tomó el escenario Zygarde, el verdadero enemigo, quien absorbió a ambos legendarios y a la pobre Iota, condenándola a vivir por siempre dentro de aquel mundo espejismo. Chad fue capaz de capturar a Yveltal y yo, conté con orgullo, fui capaz de hacer lo propio con Xerneas. Y tras ser vencido Zygarde, el espejismo fue cerrado y fuimos expulsados de ese mundo para siempre, regresando a nuestro mundo por fin. Y por último conté… casi no me quedaban fuerzas tras todo lo que acababa de decir, pero sonreí de todas formas al relatar como me había encontrado con Hubert en las afueras de la ciudad, como me había declarado "me gustas, Effy" en aquel momento perfecto, y como yo… yo entonces lo supe, que quería estar con él. Me eché hacia atrás en la cama, cansada; exhausta, pero feliz. —Y creo que eso es todo… —musité, echada sobre las sábanas.
Mimi Honda —Y no quiero verte enojada, así que creo que será mejor que empiece por el principio, ¿no? —dijo finalmente, sentándose sobre la cama. La imité por pura inercia, cruzando una pierna sobre la otra y mirándola con expectación—. Mimi, hay algo que no se si estás al tanto tú, creo que Emily sí… en Galeia, hay una organización criminal que busca sembrar caos y destrucción por toda la región. >> Son conocidos como el Equipo Gamma—continuó—. Hemos tenido varios enfrentamientos con ellos… son los verdaderos responsables por la destrucción de Pueblo Brocha, sin mencionar un sinfín de planes malévolos que han intentado llevar a cabo y gracias a Dios hemos conseguido frustrar. Son villanos… unos villanos que nuevamente tuvimos que detener. ¿Eh? ¿Villanos? ¿Una organización criminal? ¿Cómo el equipo Galaxia de Sinnoh? Enarqué una ceja, escéptica. Eso sonaba desesperado, pero verosímil si te parabas a pensarlo. Después de todo yo ya me había visto envuelta en dos casos criminales en Galeia. El caso de la ruta 310 y el de Lady Morgan y toda la historia de Matt el pintor. ¿Por qué no debía creerla, entonces? No dije nada, sin embargo. Me limité a escuchar el resto de la historia con atención. Effy mencionó un montón de cosas que me dejaron confusa. Habló de batallas, de científicos locos, del un tal mundo paralelo y de Ian, el chico que causó mi discusión con Alpha y posterior separación, y sentí como apretada los puños con rabia sobre las sábanas. Diablos... ¿qué pintaba ese tipo en toda la historia? Si volvía a verlo le echaría las manos al cuello, pero por supuesto que no lo mecioné. Y... todo lo de Zygarde y los legendarios Xerneas e Yveltal me recordó a nuestra experiencia en la Columna Lanza. Todos pensábamos que el enemigo era Arceus, cuando el verdadero monstruo detrás de todo no era otro que Giratina... Igual que había pasado con Zygarde. Un escalofrío me recorrió la espalda. Y después, Effy siguió hablando, y enrrevesó tanto la historia de su desaparición que acabé mareada, cansada y con dolor de cabeza. ¿Cómo era que yo no estaba al tanto de nada de eso? ¿Por qué siempre era la última en enterarme de todo? Effy también mencionó la declaración de Hubert al final, y no pude evitar pensar que después de todo sí que había aguardado el momento adecuado. Una puesta de sol, a solas... era un escenario ideal para esta clase de cosas. O eso había visto en mangas y películas... —Hmm...—fue todo lo que pude decir entonces, descruzando los brazos—. Entonces, ¿ahora sois pareja, verdad? Me dejé caer hacia atrás, apoyando el peso de mi cuerpo sobre las manos. Y sonreí cerrando los ojos. >> Así que lo hizo... Hubert debe de sentirse muy orgulloso de sí mismo.
—Entonces, ¿ahora sois pareja, verdad? —Ehm, sí, eso creo… ¿no? —respondí con un dejo de nervios; intenté disimularlo, pero no creía que hubiese sido suficiente para engañar a Mimi. Oh, ¿a quién engaño? No tenía idea de qué eramos ahora. Sí, nos habíamos dicho lo que sentíamos, nos habíamos besado y había estado bien… más que simplemente bien, de hecho, había estado increíble. Pero aún así… no habíamos hablado del tema. Y es que ahora que lo pensaba, ¿qué éramos, exactamente? ¿Una pareja? ¿Novios? ¿Sólo salíamos? No habíamos dicho nada al respecto, apenas si acababa de suceder y… ¿qué sucedía ahora? —No se, ¿creo que lo somos? No hemos hablado… —dije, evitando la mirada de la rubia—. Osea, nos besamos y todo eso, así que definitivamente ya no somos sólo amigos… pero por otro lado, tampoco hablamos de si somos una pareja oficial o si somos novios o… ugh, yo no tengo idea de estas cosas, nadie me advirtió de esta parte… Me erguí en la cama y saqué la pokebola que contenía al legendario Xerneas. Me quedé observándola, quieta, como hipnotizada por los movimientos del tipo hada dentro del esférico en mi mano… me había perdido en mis pensamientos; ¿qué debía hacer ahora? ¿Dejar que Hubert me dijera qué eramos exactamente? ¿O debía sacar yo a relucir el asunto? ¿O debía declararle que a partir de ahora era mi novio y eso? —Nadie me advirtió que este tipo de sentimientos eran tan complicados… —murmuré.
Mi objetivo fue logrado y la madre de Effy se fijó por primera vez en mi persona. Me estaba preparando para recibir mi propia cuota de gritos cuando, contrario a lo que esperaba, su expresión se suavizó considerablemente. Incluso me dirigió una sonrisa amable, igual a la que mostraba en la fotografía del décimo cumpleaños de su hija. Y cuando me habló, lo hizo con el dulce tono de una madre; todo lo contrario a lo que acababa de pasar con Effy. Se presentó con su respectivo nombre, poniéndome al tanto de que su título actual era el de ex-enfermera del Centro Pokémon. Su hija hizo un comentario despectivo, a lo que Alicia respondió con el vozarrón que casi me dejó sordo la primera vez que lo escuché. Effy tenía razón: era bastante exagerada; no obstante, sus preocupaciones superlativas me parecieron los típicos de una madre preocupada por una hija a la que quería con todo su corazón… Esta era la familia de ella. Sonreí. —Pero no te culpo a ti, cariño —me dijo cuando volvió a dirigirme la palabra—. Siempre es bueno conocer a los amigos de Effy; ¡nunca me los presenta! Es como si se avergonzara de mi, ¿sabes? Sentí entonces la necesidad de aclarar que éramos más que amigos. Fue un impulso nacido directamente del alma… Porque Effy y yo nos habíamos dado aquel beso… dando un paso más allá de la relación de amistad. Así lo sentíamos… Queríamos estar el uno con el otro. Claro está, no logré siquiera abrir la boca para enunciar la pertinente aclaración, pues ante nosotros apareció una Jynx, la pokémon de Alicia. Traía en sus manos un suéter bastante grueso, de color intenso y, para qué mentir, hecho con una técnica demasiado anticuada para estos tiempos. Mientras la madre de Effy prometía hacerme un suéter (lo cual acepté con un movimiento de cabeza, sólo para no generar otro terremoto), noté la enorme “E” que casi parecía brillar en el centro, de lo fuerte que era el color. Supuse que Effy rechazaría ponérselo. Pero al final optó por vestirlo. Por primera vez desde hace quién sabe cuánto, nos soltamos las manos. La entrenadora se quitó la chaqueta. —Permíteme —le dije y tomé su prenda, que quedó pendiendo de mi antebrazo. La verdad es que prefería mil veces que llevase puesta su chaqueta… Me pregunté qué haría con mi suéter cuando la señora Joy lo terminara… Mmm… Creo que Maractus sería el único que se sentiría a gusto con la prenda, aunque se le quedaran las espinas enganchadas en la lana. Pero no pude seguir calculando posibilidades, ya que, acto seguido, hicieron acto de aparición Emily y… Mimi… Como ahora ya no tenía nada que temer, esbocé otra sonrisa, recordando el momento de mi confesión y la respuesta que recibí a cambio… Aún sentía que el dulce sabor del beso prevalecía en mis labios… Y sucedió algo curioso: Effy y Mimi dijeron que eran amigas… ¿Cómo? ¿Desde cuándo? Ah, desde hace poco… Seguramente tenía que ver con aquellos muros caídos, lo cual era muy bueno para ambas… Y para el bienestar de mi integridad física, sobre todo la del pie… Lo demás ocurrió muy deprisa: Mimi apartó a Effy de nosotros, cruzaron unas pocas palabras en voz baja y después Effy tomó la palabra: —Perdón, mamá, prometo no volver a irme sin saludar… pero Mimi y yo tenemos que ponernos al día ahora mismo. Estaremos en mi habitación… ven, vamos Emily… y Hubert, tú… Nuestras miradas se cruzaron. Fue sólo un momento, pero muchas cosas se sucedieron dentro de mí cuando volví a navegar en ese azul tan profundo y encantador. Mi corazón se aceleró a un ritmo trepidante. Y sentí deseos de correr hacia ella y besarla otra vez, sin importar que nos estuviesen mirando todos… Las sensaciones que me invadieron fueron muy fuertes, pero supe contenerme… Nos sonreímos, diciendo sólo con eso todo lo que sentíamos. Las chicas se retiraron al pasillo de las habitaciones del primer piso. En tanto, Alicia me dirigió hasta el sector de Videollamadas. ********************************** En el preciso instante en que tomé asiento en una de las cabinas, sentí una presencia a mis espaldas. Cuando me volteé, me encontré con los ojos rojizos de Serperior. Con su semblante serio de siempre… Di un respingo cuando sentí que algo me palmeaba el hombro, pero comprobé que se trataba de la punta de su cola, cuyas hojas golpeteaban mi espalda… Me estaba felicitando. —Ha sido… ¡No hay palabras para describirlo! —sonreí—. Mamá se pondrá como loca al saber que nos besamos —reí mientras tomaba el tubo del teléfono y encendía la pantalla— ¡Ah, por cierto…! Ustedes deberían salir también. Liberé a Scrafty y Goodra. El primero me dio unos “coditos” en las costillas, sonriendo y haciendo bailar las cejas, como diciendo: ¡Bien hecho, campeón! Y a la dragona le hubiera gustado darme un fuerte abrazo, pero Serperior apartó la cola de mi hombro para detenerla, mientras negaba con la cabeza: no quería que terminara con las ropas llenas de baba estando Effy cerca. La dragona tuvo que conformarse con sonreírme y dedicarme una sentida congratulación en su idioma; los ojos le brillaban de ternura. Así, todos listos, marqué el número de casa… Nadie atendió. Tuve que intentarlo cinco veces más. Tal vez fuese la hora… Ahora que lo pensaba, había perdido la noción del tiempo. Pero seguía intentando: mis padres eran de acostarse tarde, porque les gustaba aprovechar el tiempo; unas pocas horas de sueños les bastaba para renovarse completamente. Finalmente, alguien atendió la llamada. Serperior, Scrafty, Goodra y yo nos acercamos más a la pantalla, visiblemente confundidos… —¿Swir? —dijo una vocecita desde el tubo del teléfono. El que nos había atendido era un pequeño Swirlix. Miraba desde el monitor con curiosidad, sacando la lengua. Noté que detrás de él, invadiendo la sala principal de mi hogar había más Swirlix ¡Tal vez decenas de ellos! ¡Y varios Spritzee! Espera, ¿aquello que se veía al fondo era un Drowzee que cruzaba indignado los brazos, como si no quisiera estar allí? ¿Y los que bailaban allá eran Ralts y Kirlia? —¿Qué está pasando? —dije en voz alta, sin darme cuenta. Todos los pokémon se voltearon al escuchar mi voz, proviniendo de una máquina en mi casa. Algunos se alteraron y comenzaron a correr/volar de aquí para allá, otros se acercaron a la pantalla, admirados por los avances tecnológicos, y Drowzee siguió refunfuñando en su sitio. —Va… Ya vaaaa… —dijo la voz de un hombre, que hizo que todos se calmaran y miraran a un costado. Bueno, Drowzee no. Me sentí aliviado al escuchar la voz extremadamente tranquila de mi padre. No tardó en ocupar la pantalla, apartando de la misma a un pequeño grupo de Swirlix que fueron a reposar en el suelo. Mi progenitor tenía los cabellos despeinados y los párpados caídos, como si acabara de despertar de una larga siesta vespertina. Y había cambiado su cigarrillo de nicotina por uno falso… ¿Tal vez electrónico? Al vernos, papá no sonrió. Sus ojos parecieron enfocarse sólo en mí, mientras fruncía el ceño en un gesto grave. Abrió la boca para hablar... Pero se le escapó un silencioso bostezo que oculto tras una de sus manos… La pulsera que llevaba puesta en la muñeca respondía al misterio de por qué había tantos pokémon en casa. —“…les prometo que los llamaré con más frecuencia” —citó mi padre, con los ojos cerrados— Si hacerlo cada varios meses es algo que en tu léxico significa "constancia", ya puedo ir preparando el bastón para la próxima llamada… —Yo… —no supe qué decir en un principio. No era común verlo así— Lo siento, papá. —¡Mpfh!… Era broma, hijo —respondió mi padre entonces. Y finalmente, dejó ver una sonrisa leve, pero feliz—. Me alegra mucho volver a verte, y a Serpy, Babita y Swag… —miró, al tiempo que los nombraba, a Serperior, Goodra y Scrafty, respectivamente— Aunque sí es verdad que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que hablamos… —la seriedad volvió a marcar su semblante y se inclinó hacia adelante. Al final, sí se había preocupado por mí— Cuéntame… ¿Qué te entretuvo esta vez? ¿Están todos bien? Contenido oculto Para no dejar una contestación demasiado larga (más de lo que ya está xD), repartiré esta conversación en varios post
Mimi Honda —No se, ¿creo que lo somos? No hemos hablado… —el tono repentinamete nervioso de Effy se obligó a abrir uno de mis ojos—. Osea, nos besamos y todo eso, así que definitivamente ya no somos sólo amigos… pero por otro lado, tampoco hablamos de si somos una pareja oficial o si somos novios o… ugh, yo no tengo idea de estas cosas, nadie me advirtió de esta parte… ¡¿Eeeeh?! —¡O-oye no me hables como si yo tuviera más experiencia!— le espeté entonces, avergonzada, nerviosa y con las mejillas enrojecidas—. ¡Después de todo yo tampoco sé nada de eso! Supongo... supongo que cuando una persona se declara es porque quiere algún tipo de relación, ser pareja y esa clase de cosas, ¿verdad? ¿Para qué le confesarías tu sentimientos a alguien de no ser así? ¡Es absurdo! Effy se levantó y sacó una pokéball que no pude identificar. Parecía realmente preocupada por eso, si hubiera sabido que se enervaría tanto no lo hubiera mencionado. ¿Cómo se suponía que iba a ayudarla si yo tampoco tenía idea? Sin saber que más decir, le dirigí una breve mirada a Emily, pues aún no había pronunciado palabra y había empezado a preocuparme... y de pronto, sentí como si una maza me hubiese golpeado con fuerza. Esa expresión otra vez... Parecía tan feliz hace unos minutos, en recepción... toda esa alegría había desaparecido ahora de su semblante. Era como si se hubiera esforzado realmente por sonreír todo el tiempo hasta ahora. Y entonces recordé por qué había reprendido a Effy por abandonarnos cuando más necesaria era. Por qué le había preguntado si éramos amigas de verdad. Este tema, aún si era un motivo de alegría y regocijo para todos, no era el mejor para un momento como este. No ahora. No después de su ruptura; debía de ser como una puñalada para Emily. —Nadie me advirtió que este tipo de sentimientos eran tan com- —Effy no tuvo tiempo de añadir nada más, pues yo le puse la mano sobre los labios, indicándole silencio con un gesto. —Ssh— dije, apartando la mano—. Como te dije antes, nosotras lo pasamos muy mal mientras tú no estabas. >> En realiad, si tuviese que contártelo no sabría ni por dónde empezar...
—Te lo contaré todo —respondí, sosteniendo su mirada con igual solemnidad—. He pasado por muchas experiencias importantes desde la última vez que hablé contigo y con mamá… Y en particular tengo dos para destacar… Una de ellas no fue del todo agradable, pero puede que te sirva para una futura investigación. Y la otra… —hice una pausa, pues la sonrisa que invadió mi rostro no me permitió hablar por unos segundos— La otra experiencia es lo mejor que me ha pasado en la vida. Y siento que me quedo corto al definirla así. Mi padre se quitó el cigarrillo de los labios para mirarme con gesto intrigado. Ya no se lo veía dormido como hasta hace un instante. Creo que mi sonrisa fue lo que más llamó su atención… Acto seguido, pasó los dedos por sus cabellos despeinados, llevándolos todos hacia atrás; esto era un tic que tenía, lo hacía siempre que se ponía a pensar. De seguro había adivinado a qué se debía mi estado de felicidad (porque así me sentía ahora, inmensamente feliz), nada podía engañar a la inteligencia, astucia y memoria de mis padres. —Así que… Mi hombrecito hace cosas importantes que comparte con sus padres varios meses después —lo que decía sonaba como una reprimenda, pero sonreía con una mezcla de interés y cariño al pronunciarla. —Bueno… Yo… Una sucedió hace unas horas… —me rasqué la mejilla. —Me figuro que es la que te tiene tan feliz… —asintió mi padre, desperezándose pero sin apartar su mirada tranquila del monitor—. Si me das a elegir, me gustaría que empezaras por la experiencia desagradable… Así, después, la experiencia feliz me distraerá de todas las sensaciones negativas. —Me hablas como si fuera el único que se metió en más de una aventura peligrosa, preocupando a la gente —sonreí, mirándolo con cierto brillo desafiante en los ojos. Ante mi respuesta, papá dejó escapar una risa suave. Miró al techo, seguramente recordando con nostalgia todo lo que había hecho años atrás, antes de mi existencia e, inclusive, después de que yo nací. —Al parecer es de familia —se llevó al cigarrillo a los labios y volvió a mirarme—. Puedes empezar… —Bien… Pero no pude comenzar, ya que en ese momento se oyó el sonido de una puerta abriéndose y la voz suave, como caricia, de mi madre, Hendrika. —¿Es la voz de Hu la que estoy escuchando? —preguntó con emoción, desde fuera del cuadro de la pantalla de nuestra respecta máquina de Videollamada. —La del mismo que viste, calza y hace cosas épicas que después no cuenta, Hendry querida —respondió mi padre mirando al costado, al igual que los demás pokémon menos Drowzee. Varios Spritzee y Swirlix levantaron vuelo cuando mi madre llegó corriendo hasta colocarse frente al monitor. Pude ver de nuevo su rostro esbelto y sus ojos verdes que me miraban a mí y a mis pokémon con mucho cariño. Desde sus espaldas asomó su pokémon principal, una Florges de pétalos blancos, que cargaba un par de libros en sus brazos. La tipo Hada nos sonrió cordialmente al reconocernos. —Hubert, mi hombrecito ¡Felicidades por ganar el Torneo Óleo! —¿Eh? ¡Ah, sí! —respondí con orgullo. —¿Cómo dices? —papá volvió a quitarse el cigarrillo de los labios. Miró a mi madre cuando ésta, con una sonrisa radiante haciendo brillar su rostro, se sentó a su lado— ¿Qué ha ganado uno de los Torneos de Galeia? —entonces me miró a mí, asintiendo con aprobación. —¡Sí! —exclamó mi madre con felicidad, aunque después miró a papá con un tierno deje de tristeza— No te lo dije porque, desde que intentaste ganar tres veces la liga de Kalos y perdiste, no te interesaste más por todo lo relacionado con torneos. —Meh —bufó papá, dando una pitada al cigarrillo electrónico. Noté que no expulsaba humo luego de hacerlo—. Es que la campeona de aquella liga era demasiado buena. Pero te recuerdo que nunca abandoné el entrenamiento, a pesar de todo. —Y eso me hace feliz —sonrió mamá, tomando su mano. —Pero, Hendry, si se trata de nuestro hombrecito, no te lo guardes. Yo también quiero que gane el Gran Campeonato. Siempre se tomaban de la mano y se daban muestras de cariño cuando hablábamos por este medio, pero esta vez me fijé más que nunca en la forma que entrelazaban sus dedos… Si lo pensaba bien, nunca les pregunté cómo se habían conocido, cómo empezó la historia entre Arend y Hendrika, que eran dos figuras destacadas en Kalos. Tendría que dejarlo para una futura llamada, ya que había mucho por hablar… —Estaba por contarle a papá las novedades —dije, procurando retomar el hilo de la conversación. —¡Oh, sí! —fue entonces cuando los ojos verdes de ella se tornaron severos, acercándose de tal modo a la pantalla que pudimos ver su rostro indignado ocupando casi todo el monitor— ¡Más te vale que no dejes escapar ni un detalle, porque he estado terriblemente preocupada! Mucho… —unas lagrimitas aparecieron. —Hey, que luchó contra Arceus dominado por la Oscuridad y salió vivito y coleando —apuntó mi padre, mientras tanto él como Florges se asomaban por los huecos minúsculos que quedaron libres en la pantalla. —Tú también estabas preocupado, a mí no me engañas. —Bueno, pues sí, pero me tranquilizaba pensando eso… —Estoy aquí, ya no tienen motivos para seguir así—sonreí—. Voy a empezar por contarles la historia del Mundo Espejismo…
Y ahí me encontraba, sentada en la cama de la habitación de Effy, mirando ésta con curiosidad tras escuchar todo lo que tuvo que hablar. Desde que me desperté por culpa del grito hasta ese momento había estado lo más tranquila y serena posible, no queriendo entrometerme mucho en las conversaciones. La madre de Effy... había sido todo una sorpresa pero preferí no arriesgarme a llevarme también una reprimenda. Las miradas entre ella y Hubert... pude notarlo, había pasado. Y estaba realmente contentos por ello a pesar de que mi humor general no era el mejor. Y las palabras de Mimi... estaba segura que necesitaba hablar con Effy de Alpha ya que yo no había podido ayudar mucho por mi condición. Mientras Eff nos contaba sobre lo sucedido en un tal "Núcleo Espejismo" mis dudas se fueron disipando. Sí, había sospechado desde un principio que los Gamma tenían que ver y era obvio que era algo externo a este mundo. Pero estaba feliz de que hubieran sobrevivido. Cuando la rubia dejó de hablar, noté como mi sonrisa [que no podía decir era totalmente verdadera] se disipó. Y justo en ese momento Mimi me miró, tapando después la boca de Effy. Me puse de pie y miré a la joven Honda, con sinceridad. — Estoy bien, no estropees su alegría por mi infelicidad — dije sin levantar la voz, en un murmullo que quería que fuese solo para ella — Effy... no sabes cuanto me alegro por todo: que hayáis sobrevivido y derrotado una vez más a los Gamma, salvando el mundo, que por fin Hubert se haya declarado... aunque no estés segura de ello, sois vosotros y creo que sois las personas perfectas para estar juntas, para mí oficialmente sois parejas — hablé ya con una nueva sonrisa, algo más real que la anterior — Yo... necesito tomar el aire, lo siento... — bajé la vista en ese momento, y con ello la voz. Me sentía mal por aquello pero necesitaba como nunca respirar aire fresco — Lo siento de verdad, ahora vuelvo. Y sin más palabras salí de la habitación para después abandonar completamente el edificio. Miré al cielo tras abrocharme la chaqueta, observando las estrellas mientras me dejaba caer por la pared del centro, acabando de cuclillas. A lo mejor lo que necesitaba era un temporada en casa de nuevo... ahora que la tenía más cerca no debía ser mala idea.
Mimi me silenció antes de que terminara de decir mi última frase. Como te dije antes, nosotras lo pasamos muy mal mientras tú no estabas. ¿Qué quería decir exactamente con eso? Mi nerviosismo se evaporó y fue reemplazado por genuina preocupación. ¿Qué les había ocurrido exactamente en mi ausencia? Aunque yo había sentido que no fue tanto lo que transcurrió desde mi partida, sabía que para ellas había sido más tiempo, porque el tiempo transcurría diferente en el mundo espejismo… cualquier cosa podría haber ocurrido aquí en ese tiempo. Fuese lo que fuese que iba a decir, al parecer fue suficiente, porque Emily se excusó y salió a dar una vuelta para tener un poco de aire fresco. Y creo que recién entonces reparé en lo extraña que estaba Emi… normalmente, Emily se habría lanzado a abrazarme súper emocionada, quizás incluso con algunas lágrimas de felicidad, tan expresiva y sentimental y bondadosa como sólo ella podía serlo. Pero no, se había mantenido al margen con una sonrisa nada convincente, y ahora recién me daba cuenta que algo la estaba afectando, porque había estado tan embriagada de felicidad por lo ocurrido entre Hubert y yo que no había sabido reconocer que algo malo le estaba ocurriendo a ella… ¿qué clase de amiga soy? —Mimi, ¿qué les ha ocurrido en mi ausencia? —pregunté a la única otra persona que quedaba en la habitación, mirándola preocupada.
Unos gritos enormes se hicieron sonar en la recepción del centro Pokemon, note como mis Pokemon dragón iban a salir disparados pues su gesto de protección hacia las personas les daba ese instinto de brindar ayuda, pero antes de que estos mismos atacasen a alguien que no tenía culpa alguna los devolvi a su pokebola y me encamine rápido al lugar de los hechos, para mi sorpresa escuche una conversación de la madre de Effy, espera... Effy!? Donde diablos había estado todo este tiempo? Tenía desde las Islas Artista que no la veía... Oh no pero había aún más, Hubert! Ahí estaba después de tanto tiempo, si mal no recuerdo casi el mismo que el de Effy de no volver a verlo, Ah pero ahí no terminaban las cosas... Emily y... Oh no... Mimi... Mi sonrisa por ver a tantas personas conocidas desapareció en un instante al recordar lo último entre la rubia y yo, cosa que trate de ignorar. Plusle volteo su cara hacia mi viéndome confundido pues el mismo recordaba lo pasado en esa pizzería aquella noche, yo solo ignore ese episodio de mi vida, no porque no me importase si no porque quería olvidarlo, había sido uno de los mayores errores cometidos por mi parte. Poco a poco la gente comenzaba a disiparse, al paso de unos breves instantes las tres chicas se fueron, dos de ellas siguiendo a Effy, después de unos minutos Emily salió del centro Pokemon sola, sola? Bueno eso venía también de sorpresa, sin embargo antes de tratar de averiguar algo sobre ello Swampert se acercó a mí y me jalo un poco de la ropa, al girarme hacia el me indicó donde se encontraba Hubert, por lo visto estaba platicando con alguien por Video Llamada así que decidí evitar interrumpir aquel momento y me quedé a una distancia considerable, Plusle en mi hombro y Swampert a mi lado no podían contener tampoco la alegría de ver a Hubert y claro! A su tipo lucha con mucho Swag, a su imponente y sereno Serperior y al gigante dragón Goodra. Les pedí a mis Pokemon que esperarán un poco para poder saludarles a todos así que tomamos asiento en una cabina de vídeo llamada situada a unas 3 o 4 de distancia de donde estaba Hubert, esperando pacientes para poder ponernos al día después de tanto tiempo, el hecho de alejarme de el también era para no escuchar su conversación pues parecía bastante importante y era algo de mala educación.
Mimi Honda Apenas acabé de pronunciar aquellas palabras, Emily se incorporó y se acercó hasta nosotras: ''estoy bien, no estropees su alegría por mi infelicidad '' me dijo mirándome a los ojos en un tono lo suficientemente bajo para que sólo yo pudiese escucharla. Le devolví una mirada repleta de incredulidad. ¿De verdad estaba poniendo la felicidad de los demás por delante de la suya propia, incluso en un momento cómo este? —Tienes... derecho a ser un poco egoísta a veces ¿sabes?— le dije en el mismo tono. Pero Emily no pareció escucharme. Le dirigió a Effy unas palabras que sonaron sinceras, agradables... tal vez procurando responder la pregunta que yo no había podido por pura ignorancia e inexperiencia. Pero era obvio que Emily no quería mantener esa conversación. Ella, usualmente tan expresiva y llena de vida, se veía ahora como una sombra de sí misma. No quería ver a Emily tan rota, no podría soportarlo. Fue entonces cuando se disculpó y abandonó apresuradamente la habitación, como si estuviera ahogándose ahí dentro. No la seguí. En el fondo sabía que necesitaba algo de tiempo a solas, para pensar, para aclarar ideas y despejarse. Quizás fuese a buscarla más tarde. Y, de todos modos, estaba segura de que Effy debía tener muchas preguntas respecto a todo lo que acababa de pasar. Debía sentirse como una amiga pésima. Aun si el fondo yo también lo sentía así— y de hecho se lo había espetado cuando nos encontramos en recepción— no dije nada porque en absoluto quería hacerla sentir peor. Y ya se había tomado su tiempo en explicarse. —Mimi, ¿qué les ha ocurrido en mi ausencia? —preguntó. Sentí un ligero nudo en el estómago, una presión en el pecho y me resití un breve instante a hablar de ello. Ugh... Si... si debía contarle lo que había ocurrido con Emily también debía hablarle de Alpha, ¿verdad? Y no era algo que quisiera recordar, aún si tenía la imperiosa necesidad de deshaogarme con alguien. Le dirigí una mirada de soslayo, y tomé aire antes de proseguir. ''Lo sabrías si hubieras estado aquí, ¿eres consciente de eso?'' le pregunté retóricamente en voz baja, y entonces... decidí responder sin más. Ser simplista. —Emily...—dije— Emily y Dante ya no están juntos. Rompieron su relación esta misma mañana.
—Emily… Emily y Dante ya no están juntos. Rompieron su relación esta misma mañana. La noticia me cayó encima como una pesada y gigantesca piedra. No… no podía creerlo. Claro, eso explicaba todo, porque había lucido tan inexpresiva, intentando luchar entre compartir la dicha de mi reencuentro y sufrir por sus propios problemas; esa era Emily, al fin y al cabo, la chica que trataba de que todos sonrieran aún si para eso tenía que sufrir ella misma. Al principio quise preguntar por qué habían terminado. Cuando partí hacia el Mundo Espejismo, Dante y Emily fueron dos de las últimas que vi y… recordé mi conversación con Dante. No podían haber roto en aquel momento, sonaban muy bien ambos… pero todo había cambiado ahora. Sin embargo, me di cuenta de que el motivo realmente no importaba; era privado entre ellos dos, por más amiga que fuese de ambos no tenía derecho a meterme en los asuntos privados de la pareja, fuese cual fuese el motivo. Sentí impotencia, no sólo por no saber qué hacer ahora con la situación de Emily, sino porque tampoco sabía qué hacer con Mimi. Era evidente que algo le había sucedido a ella también. Su expresión… lo podía ver en sus ojos, intentando enmascarar su propio sufrimiento, era bien visible a pesar de que hacía lo imposible por ocultarlo. Por varios minutos me mantuve en silencio, meditando como reaccionar ante todo lo ocurrido… y resolví hacer lo que sentía más correcto. Coloqué una mano sobre la de Mimi y enfoqué mi mirada en ella al hablar. —Lo de Emi es terrible, sí… pero hay algo más, ¿verdad? Algo que te está afectando a ti personalmente, algo que no me quieres decir… —dije con suavidad—. Y eso está bien, Mimi. Está bien si no quieres contármelo ahora mismo, lo comprendo… tal vez lo que necesitas es tiempo. Sólo espero sepas que… cuando estés lista, estoy aquí para escuchar lo que quieras decirme. Y, si me dejas, para ayudarte también. Me puse de pie, dejando la comodidad de la cama. Abrí la puerta de la habitación, pero me detuve en el umbral de la puerta, con la mano aún en la perilla. Volví la mirada para ver a Mimi, quien aún se encontraba sentada… pero no dije nada, simplemente le obsequié una sonrisa. Una sonrisa simple, pero sincera… como intentando decirle que se quedara tranquila, y que sucediera lo que sucediera… podría confiar en mí. Tras expresar en voz alta que iría a buscar a Emily, me retiré del lugar. Como sospechaba, la encontré fuera del centro pokémon, en el medio de una calle, admirando el cielo nocturno. Ya había anochecido, y las estrellas y la luna habían tomado completo control del cielo sobre nuestras cabezas. Ni una nube a la vista para ocultar el espectáculo astral que ocurría en el cielo. —Hermoso, ¿no? —susurré al acercarme a Emi, colocándome a su lado—. Cuando vivía en Témpera, muchas noches me quedaba viendo el cielo, mirando como bandadas de Pidgeys y Murkrows volaban intentando alcanzar la luna, tan sólo observando lo bello que era… el mundo pokémon es realmente hermoso, ¿no crees?
Y entonces escuché a Effy. No podía decir que no me lo esperaba porque, a pesar de mis deseos, sabía que ambas estarían preocupadas y alguna de las dos acabaría saliendo. Exactamente por eso no quise alejarme del Centro, porque en el fondo quería hablar de ello. Quería desahogarme también... — Témpera es una de mis ciudades preferidas — dije sin apartar la mirada del cielo — Pero toda Galeia es preciosa, y creo que en todo este viaje he descubierto mucha más belleza de la región. ¡Y lo que me queda por ver ¿eh?! — añadí con una leve risa para después bajar la cabeza — Lo siento. No te creas que no me alegro por ti, en verdad estoy muy contenta y orgullosa. Y de verdad siento que nada más salir del Núcleo, después de sobrevivir, te encuentres con tan malas noticias — hablé, cada vez con más rapidez, mirándola fijamente a los ojos con los míos levemente aguados. >> Le dije a Mimi que lo que ambas necesitábamos era algo para distraernos y eventualmente se acabaría pasando la tristeza... y ahora que estás aquí, creo que será más fácil — y sonreí, sonreí de verdad. Porque confiaba totalmente en esas palabras. porque sabía que tener a Effy cerca nos acabaría animando. Me puse en pie de un saltito y cogí las manos de Effy. >> Gracias por volver — acabé, apretando éstas con fuerza — De verdad~
Mi padre, desde el hueco de la pantalla alzó una ceja al escuchar aquel nombre. —Ahora veo por qué decías que me iba a interesar —dijo mientras hacía que mamá volviera a tomar asiento junto a él—. Antes de que sigas, cuéntame un poco sobre cómo es ese mundo del que hablas… ¿Por qué lleva ese nombre, en primer lugar? —No estoy seguro —respondí—. Pero es una suerte de realidad alterna, que se conecta con nuestra región y presenta características físicas similares. Como una suerte de espejo defectuoso... Por ejemplo, la Torre Dorada de Galeia y la Torre del Espejismo eran parecidas en cuanto a forma, pero se diferenciaban por otros detalles como el color o la forma del interior. —¿Similares a rasgos generales, pero diferenciadas en detalles específicos? —repitió mi madre, pensativa. —Sí —asentí—. Otro detalle curioso es que en el Espejismo encontré únicamente pokémon de la región de Kalos, cuando en Galeia no son muy comunes. En la Torre Espejismo capturé a una Braixen (en realidad, ella vino voluntariamente), un Quilladin y un Frogadier bastante holgazán. —¿A-ah, sí? En ese momento, Drowzee hizo un gesto obsceno desde el fondo de la habitación y Scrafty le respondió con igual grosería. Me volteé para regañar rápidamente a mi pokémon… Así fue como no llegué a ver la curiosa mirada, llena de secretos, que intercambiaron mis padres. —¿Y-y qué fuiste a hacer un lugar como ese? —preguntó Hendrika, con un tono de marcada preocupación. —Todo fue una trampa montada por uno de los miembros de una organización criminal, el Equipo Gamma… Hablé durante varios minutos, sin dejar escapar ningún detalle sobre todo lo que ocurrió en la aventura por el Mundo Espejismo. Relaté todo lo acontecido desde que empezamos a recorrer el Sendero Arcoíris con los demás Holders (sonrieron con picardía cuando mencioné a Effy), hasta la batalla final contra Zygarde, la aparición de la esfera negra y la posterior transformación de Iota. Cuando me detuve, mi padre ya llevaba rato llevándose los cabellos hacia atrás y mi madre me observaba impresionada, sosteniéndose el mentón con una mano. —No te engañes, “Salvador”: la oscuridad se expandió hace tiempo —suspiró Arend, negando levemente con la cabeza—. El equipo Gamma… Así que Galeia también es amenazada por una organización criminal… Qué increíble —bufó. Volvió a mirarme a los ojos. Su semblante se conservaba tranquilo, pero él tampoco podía engañar a su hijo: me di cuenta de que había algo más que le preocupaba. Y estuvo a punto de preguntarme sobre eso, pero terminó atajándose. Le sonreí, esperando con eso que volviera a sentirse calmado. —Él está aquí, pero no tuvo nada que ver con el incidente del Espejismo. En realidad, desconozco su paredero—respondí a la pregunta que no había hecho—. Luchamos en la Pradera Arte y perdí. Pero no te preocupes: tu hijo será el que lo frene ahora… —Hubert… —sonrió mi padre al final, un poco más relajado. —¡Bueno, bueno, bueno! —intervino Hendrika, sonriente, chocando las manos frente a ella como si estuviera suplicando por algo— Ahora entiendo por qué te tardaste tanto en volver a llamarnos, en cierta forma lo comprendo —rió con nerviosismo, porque ella también había hecho de la suyas junto a papá. >>Pero, Hu~ Me gustaría que respondieras~ Una pregunta que llevo meses queriéndote hacer~ No seas malo y dile a tu querida madre~ >> ¿Ya le dijiste a Effy...? —Creo que no fue todo lo que hizo —interrumpió mi padre, levantando una mano— Se dieron un beso. Sólo eso explica la sonrisa con la que me saludó al principio. —¡¿Q-qué?! —exclamó mi madre, tomando a su esposo por el cuello de la camisa. Lo zarandeó ligeramente mientras continuó hablando— ¿Cómo lo sabes? ¡Hu! ¿Es verdad lo que dice tu padre? —Sí —respondí, con un ligero rubor en las mejillas. —¡KYAAAA~! El sonoro grito de Hendrika espantó a los pokémon, que hasta entonces se mantuvieron tranquilos. Por unos segundos, vimos en el monitor un caos de Swirlix, Spritzee y Ralts alterados.
Sentí como un pequeño peso se levantaba sobre mí; poco, apenas, pero por lo menos era algo. Esta Emily, que respondía poitivamente y con pequeñas sonrisas, esta era la Emily que era mi amiga, a quien yo quería y a quien había extrañado tanto. Recibí sus manos y le devolví la sonrisa. —No me importa recibir malas noticias porque… bueno, el mundo no puede ser un lugar feliz todo el tiempo, ¿no? Pero, ¿sabes qué? Al demonio con eso —declaré, tomando sus manos—. Tú, Mimi y yo… las tres estamos bien, estamos con vida y saldremos adelante de esta… juntas. Aprendí algo de mi aventura en el mundo espejismo, y es que la vida es demasiado valiosa… y que si estamos juntas, no hay nada que no podamos enfrentar. >> Así que, ¡arriba esos ánimos, Emily1 ¿Una distracción es lo que querías? ¿Para apartar tu mente de ello y que se pase la tristeza por fin? Pues sucede que tengo la solución perfecta para ello… ve a buscar a Mimi y agarra tus cosas, pues es hora de que las tres partamos hacia una nueva aventura.
De a poco, mis padres fueron apartando a los pokémon uno por uno, llevándolos fuera de la sala principal. El proceso les hubiera demandado bastante tiempo teniendo en cuenta la cantidad de pokémon que había, pero lo hicieron en cuestión de pocos minutos; era más que evidente que ambos estaban ansiosos por oír cómo había comenzado esta nueva relación entre Effy y yo. Presumí que iban a dejar a los pokémon en mi habitación, como le había pedido a mí padre en la carta que le dejé junto a aquella pulsera que llevaba al Claro de los Sueños. Pero lo cierto es que se había excedido trayendo pokémon al mundo real para investigarlos. Volvieron a tomar asiento frente a la pantalla, mientras que la Florges de mi madre se iba a custodiar a los traviesos habitantes del Claro. Arend y Hendrika me miraron con una sonrisa cómplice, el primero alzando una ceja. —Esto, sin duda, ha borrado toda la amargura de la historia anterior —dijo—. Cuéntanos más ¿Cómo fue? Entonces les conté la parte que venía después del Espejismo, cuyo inicio se daba con mi despertar en medio del Claro Pincel. Cuanto más hablaba, acercándome a la instancia inolvidable donde nos besamos por vez primera, mi sonrisa se iba acrecentando, al igual que la emoción en los ojos de mi madre, quien entrelazó sus manos sobre el pecho, enamorada por lo que le contaba. Cuando finalicé, se enjugó las lágrimas; mi padre la abrazó por los hombros y la ayudó en dicha tarea, con ternura. —Ay, Hu, estoy tan feliz… Tan feliz… No me podría haber tocado una nuera mejor que Effy, tan preciosa como ella sola. —¿N-nuera? —pregunté, con el corazón acelerado. Papá acompañó su sonrisa con un fruncimiento del entrecejo, ante la forma en que había repetido la palabra. Negó levemente con la cabeza, divertido. —¿Cómo debería interpretar eso? —preguntó, intercambiando una sonrisa pícara con mi madre— ¿Como que, tal vez, no son pareja oficial? —¡N-no es eso! —me apresuré a aclarar. —Entonces se trata de lo otro —rió Arend, volviendo a desperezarse. En medio de toda esa tranquilidad que manaba de su persona, lo vi más feliz que nunca. Me miró—. Por la forma en que te apuraste a aclararme las cosas, es un hecho que, en lo más íntimo tu corazón, sientes que ya no puedes definir a Effy simplemente como una “amiga”… ¿Me equivoco? —Siempre tan observador, papá —sonreí, asintiendo—. Todo lo que dices es verdad... Nos besamos, nos tomamos de la mano, nos declaramos sentimientos mutuos. Es obvio que no somos solamente amigos ahora… —Sé que no hace falta que te haga esta pregunta, porque sabemos que lo tienes más que claro. Pero me gustaría que lo dijeras en voz alta. >>Effy y tú… ¿Qué son? —Novios —respondí sin titubear, sintiendo una emoción estallando en mi pecho. Mi madre rompió a llorar. Se inclinó hacia adelante para ocultar su rostro tras las manos. —Soy tan feliz… Soy tan feliz… ¡Oh, Effy! Papá le revolvió los cabellos y le besó una mejilla antes de seguir hablándome. —Estamos muy orgullosos de ti, Hubert —me dijo—. Ya no eres un hombrecito. —Gracias por todo. Es por ustedes que estoy aquí. —No, Hu —interrumpió mi madre, sollozando—. Todo esto lo lograste tú… Y… ¡Prométeme que cuidarás bien de Effy! ¿Sí? Sé que la harás muy feliz y realizarán grandes hazañas juntos, porque eres un gran chico y un gran entrenador, hijo mío. Ahora no respondí, pues los labios me temblaban de emoción. Sólo me limité a sonreír. Continuamos hablando un rato más, sobre la CSG, el Espectro Etéreo y otros temas más, volviendo recurrentemente al tema de mi noviazgo con Effy. Y poco antes de cortar la llamada, papá me pidió algo: —No conozco a Effy en persona (ojalá tenga el gusto pronto) y desconozco qué puede estar pensando en torno a cómo definir la relación entre ustedes. A lo mejor tiene la seguridad de que son pareja oficial, o tal vez no sabe bien cómo sentirse al respecto… Pero por la forma en que se dieron las cosas, me queda claro ella quiere estar contigo… Siente por tí lo que tu madre por mí, y lo que yo siento por ella —me guiñó un ojo—. Te recomiendo que aclares desde un principio el tipo de relación que tienen ahora. Por las dudas, para que se sienta más tranquila y segura. —¡Sí, papá, lo haré ya mismo! —Buena suerte, hijo. Te queremos mucho… ¡Y más vale que no te tardes tanto en volver a llamar! Y, finalmente, la llamada llegó a su punto final. Crucé los brazos y me recliné sobre el asiento, echando la cabeza hacia atrás hasta quedar mirando el techo del Centro Pokémon. Ahora pensaba, meditando sobre el tramo final de la conversación con mis padres. —Con que novios, ¿eh? Effy, mi novia. Sonreí. —Suena taaan bien… Me levanté de mi asiento y, luego de regresar a Scrafty y Goodra a sus pokébolas, me fui a la sala principal del Centro Pokémon, seguido por Serperior. Apenas llegamos a la sala de recepción, ubicamos a Effy. Se encontraba en la calle con Emily. Como no quise interrumpirlas, aguardé a que se desocupara apoyándome en una de las paredes del C.P. Serperior se quedó haciéndome compañía, aunque seguramente se retiraría con la llegada de Effy.
Mimi Honda La expresión de Effy cambió de pronto. Parecía como si aquella noticia hubiese sido como un balde de agua fría para ella. Por unos instantes quedó muda, pensativa. ¿Un shock? Así lo había sido también para mí. Desde el primer momento que mis ojos se cruzaron con Emily durante el combate contra Drake supe que algo iba mal. Terriblemente mal. Pero jamás esperé que tanto. ¿Qué había pasado? ¿qué motivos habían empujado a Dante a tomar una decisión tan drástica? Aun si quería saberlo, si deseaba conocer los motivos, había obviado preguntar nada. Porque no quería darle más importancia al tema de la que tenía o sencillamente no deseaba meterme en asuntos ajenos que no deberían afectarme... pero sí que me afectaban. Más de lo que me gustaría admitir en un principio, de hecho. Y sin embargo, no sabía que podía hacer por Emily más que mantenerme a su lado... porque eso era lo que hacían las amigas. Estar juntas, ¿cierto? Me sentía frustrada con Effy por eso mismo. No mentiría si decía que me sentía traicionada, ¡debía haber estado ahí! ¡Debía haber estado con nosotras... ! ¡Debía... debía haber estado conmigo! Aún si conocía los motivos, ¿por qué me molestaba tanto? Estaba tan perdida en mis pensamientos, que cuando sentí el tacto cálido de Effy sobre el dorso de mi mano me sobresalté y dejé escapar un grito patético sin poder evitarlo. Sonó como si hubieran estrangulado a un Purrloin. —Lo de Emi es terrible, sí…— dijo entonces, suavemente. Y yo la miré con las mejillas encendidas porque, si no acostumbraba a que Emily me tocara mucho menos acostumbraba a que lo hiciera Effy— pero hay algo más, ¿verdad? Algo que te está afectando a ti personalmente, algo que no me quieres decir… Tragué saliva secamente. ¿Perspicacia? ¿Eso era perspicacia? ¡Porque la intensidad de su mirada me hacía pensar que podía ver a través de mí! Eso me incomodaba, me enervaba y me hacía sentir vulnerable. Me mordí el labio inferior, sopesando los pros y los contras de la situación, pensando si realmente podría acostumbrarme a esto. ¿S-ser amiga de Effy? ¿Podía hacerlo? Me costaba muchísimo verlo de ese modo. No era como si no la apreciase —ya fuese como amiga o rival—pero no sentía tener la misma confianza con Emily que con ella. Había prometido derrumbar mis barreras, pero era como si ellas solas se reforzasen estando en presencia de Effy... —Y eso está bien, Mimi. Está bien si no quieres contármelo ahora mismo, lo comprendo…—la oí decir en cierto momento— tal vez lo que necesitas es tiempo. Sólo espero sepas que… cuando estés lista, estoy aquí para escuchar lo que quieras decirme. Y, si me dejas, para ayudarte también. Dando el asunto por zanjado, pensando que yo me negaba a hablar porque no quería, Effy se levantó de la cama y se acercó a la puerta. La miré desde mi posición, sin saber bien qué hacer o que decir. ¿Por qué me sentía tan mal? ¿Era porque en el fondo si deseaba contárselo? Lo único que hizo ella fue regalarme una sonrisa, dulce, confiada, y desaparecer de la habitación a continuación, dejándome allí, a punto de separar los labios para hablar... ¡¿Se había ido?! —¡Ah!— reaccioné entonces, levantándome de la cama—. ¡Espe-! ¡Effy! Pero la puerta ya se había cerrado tras de sí. *** Sus pasos apresurados hicieron salpicar uno de los charcos que había dejado la lluvia de la tarde. La noche ya se cernía sobre Témpera, un manto repleto de estrellas con la luna llena coronando la estampa nocturna desde lo alto. Debían ser cerca de las diez de la noche. Mimi se detuvo, jadeante, a recuperar el resuello con las manos apoyadas sobre las rodillas. Se había recorrido todo los alrededores del Centro Pokémon sólo para acabar allí, en la parte trasera del edicificio, frente al campo de batalla improvisado que usaban los entrenadores que se hospedaban allí. El lugar que Emily había escogido como su pequeño retiro. El lugar dónde se encontraban ambas ahora. ¡Al cuerno! ¡Se sentía mal por negarle a Effy su confianza! ¿Tenía motivos para desconfíar de ella, acaso? ¡Por supuesto que no! Además, ni siquiera se trataba de eso. Sabía que si lo mencionaba acabaría por llorar otra vez, y no era algo que deseara hacer ahora. Hacer nunca. En un intento por protegerse de la humedad de la noche se había echado la capucha de la sudadera sobre la cabeza. Viéndola así, con su sudadera verde... parecía la versión rubia y femenina de Alpha. Tenía los ojos fuertemente cerrados y los puños tan apretados que sus nudillos estaban blancos. Sus mejillas estaban rojas también. —Te... —jadeó, incorporándose—. ¡Te lo contaré! ¡Te lo contaré!, ¿está bien? >> ¿Estás dispuesta a escucharme?
Hubert se había parado de su asiento sin siquiera darse cuenta de mi presencia, note comoimi también de nueva cuenta salía pero al parecer estaba buscando a alguien con tanta desesperación que apenas volteo un micro segundo a mirarme y se fue rápidamente, parece co si ambas personas no lo hubiesen notado, la verdad los comprendia, puede que tuvieran algo más importante que hacer así que simplemente me pare de mi asiento y me encamine a la salida del Centro Pokemon, saque a Flygon de su descanso y regrese a Swampert para que tomará uno, le tome del costado y caminamos a la salida del Centro Pokemon sin algún rumbo fijo, simplemente nos quedamos parados afuera esperando algo pero no sabíamos que. —Ya comimos, no hemos tenido una batalla en mucho tiempo pero hay algo más que no hemos tenido aún en un tiempo más largo, un cambio de look radical, creo que es necesario ya que siempre con los cambios vienen cosas nuevas no?— le cuestione a mis Pokemon y estos asintieron ante mis palabras.
Con una sonrisa inevitable, miré a la chica con ojos brillantes y asentí con la cabeza. — ¡Sí! — dije alegremente y me lancé a su cuerpo, abrazándola con fuerza. No podía evitarlo, me sentía feliz de que Effy se hubiese preocupado tanto por mí y que en ese momento me haya propuesto eso... ¡no podía ser más feliz! ¡Las tres yendo de aventuras! Cuándo me separé, ambas notamos la repentina presencia de Mimi. >> Iré a prepararme entonces, y así podréis hablar más tranquilamente — dije en voz baja hacia Effy antes de alejarme un poco — Yo estoy al tanto de todas formas~ — fue lo último que añadí antes de despedirme con la mano, corriendo después hacia el Centro. Me sentía bastante mejor. Nada más entrar al lugar vi a Hubert junto a su Serperior, a lo mejor esperando a su... novia. [Pero que bien sonaba]. — ¡Eh! ¡Hubert! ¡Felicidades! — dije abrazándolo en cuánto descubrió mi presencia — Ya me he enterado de las buenas noticias, pillín — le di un suave golpe cariñoso en el hombro mientras hablaba, riendo un poco. Segundos después saludé a Serperior con una elegante [aunque cómica] reverencia y noté como, al mismo momento, Espeon salía de su pokéball ara acercarse juguetonamente al inicial de planta.
Emily me ofreció una sonrisa amplia y me abrazó. No pude evitar devolverle la sonrisa; poco a poco, iba regresando la tierna y adorable Emily de siempre. Esto iba a ser exactamente la distracción que ella y Mimi necesitaban. Y hablando de Mimi, no sabía exactamente cuando, pero en algún momento la Honda había abandonado la habitación y había salido al exterior también, en busca de nosotras. En busca de mí, me percaté de inmediato, porque era mí a quien miraba. Emily se retiró con la excusa de preparar sus cosas antes de partir… supuse que ya estaba al tanto de lo que le sucedía a la otra de todas formas, y que Mimi prefería informármelo a solas. ¡Te lo contaré! ¡Te lo contaré!, ¿está bien? ¿Estás dispuesta a escucharme? —Claro que sí —respondí a sus palabras, asintiendo levemente con la cabeza. Me quedé en silencio después de decir eso, sin pronunciar palabra, esperando que ella comenzara a hablar.
No llevábamos demasiado tiempo de espera cuando vimos a Emily volviendo a entrar al Centro Pokémon. Ahora que lo pensaba, llamaba la atención que ella y Effy estuviesen conversando en los exteriores del lugar, cuando se suponía que la intención estar todas en la habitación de la última, poniéndose al día. De seguro salieron mientras yo hablaba con mis padres. No obstante, la cuestión se volvía más intrigante si se tenía en cuenta la previa salida de Mimi hacia las afueras, visiblemente ansiosa… E ignorando mi presencia, para variar; Serperior y yo la habíamos visto pasar como una ráfaga. Minutos después, se dio la entrada de Emily. Me aparté de la pared para recibir a la joven con una sonrisa. Emily saludó con un cálido abrazo que correspondí, dándole leves palmadas en la espalda. Al mismo tiempo, me felicitó. —Ya me he enterado de las buenas noticias, pillín —dijo golpeándome cariñosamente en el hombro. —Nunca olvidaré este día… Ni los que vendrán —respondí, mirando como por acto reflejo hacia la puerta de vidrio por donde había venido Emily, pues desde mi posición lograba ver la silueta de Effy al otro lado de la misma, destacándose el color de sus cabellos… Era tan fuerte y hermosa… Volví a mirar a Emily a los pocos segundos— ¿Y cómo has estado tú? Al parecer pasó mucho tiempo desde que… Bueno… Nos borramos de la faz de la tierra…