Señales del destino - Oillipheist

Hola ^^ buenas, traigo un nuevo escrito que he presentado hace poco en un concurso "Dentro de la leyenda #1: Mitología Celta", ¡estrenándome en el foro de mitología oficialmente! Bueno, ¿qué decir? primero que nada, fue un gusto el haber participado en el concurso me ayudó a conocer nuevos seres de los que antes no conocía ni el nombre jajaja y me entretuve escribiendo anunciando muy contenta que obtuve el segundo lugar en el concurso *-* wii (?) por lo visto el nivel en este fue bastante alto así que muero por leer los otros escritos >w< por lo pronto, iré dejando el mío ahora que ya nos dieron el visto bueno n.n agradecimientos al jurado por la crítica dada que será muy tomada en cuenta y siempre es un placer leer, y bueno, no sé que más decir, así que sin más preámbulo, voy dejando el escrito xD ¡saludos!

Señales del destino​

Pocas veces me sentí tan devastado como el día en que comí el fruto del Árbol del Conocimiento. En ese momento sentí como si el mundo se me viniera abajo, y me di cuenta de que mi tiempo en la tierra se aproximaba a su fin más rápido de lo que hubiera esperado. Me resultó inevitable soltar un suspiro en ese momento. ¿Por qué, qué se suponía que habíamos hecho para que San Patricio quisiera deshacerse de nosotras? Aun siendo poseedor de la infinita sabiduría proporcionada por el árbol, no dejaban de existir cosas que iban más allá de mi entendimiento. Y esa era una de ellas. ¿Qué derecho había sobre nosotras, acaso no éramos habitantes de la tierra tan importantes como lo eran las otras criaturas? ¿Bajo qué clase de justicia se regían sus ideas, por qué tenía que tomárselas con nosotras? Era desolador pensar que solo resultábamos un fastidio cuando lo único que hacíamos era responder a nuestra naturaleza. Simplemente, me parecía muy triste la idea de perder la cabeza sólo por haber nacido con cuerpo alargado y escamas en nuestra piel.

—Oillipheist, ¿qué te sucede? Luces acongojado y eso me preocupa—me interrogó una de mis hermanas, a lo que solté un tendido suspiro.
—Creo que mi tiempo en la tierra se acaba, pequeña.

La menuda serpiente parecía asombrada y cierta tristeza asomó en su mirada. Por mi parte, agaché la cabeza sin saber qué decirle. Después de todo ¿qué sería de mí? Aún no lo sabía, solo sabía que era hora de tomar una decisión y que si bien tenía tiempo de sobra para hacerlo, todavía debía de asimilar lo que estaba sucediendo. La víbora lucía pasmada, pero luego de unos instantes logró reaccionar.

—¿Cómo puedes estar tan seguro de ello?
—He comido el fruto del Árbol del Conocimiento.
—¿Él te ha mostrado lo que te ocurrirá?
—Más o menos. No me ha dicho que moriré. Pero soy acusado de algo que no me corresponde y estoy seguro de que si me enfrento a mi perseguidor, mi destino será fatal.

El reptil pareció meditar respecto a mis palabras en lo que aprovechaba para enrollarme sobre mí mismo. Una vaga sensación de vacío se alojó en mi interior mientras cientos de suspiros se agolpaban en mi pecho. La pequeña serpiente se arrastró hasta mí, como buscando animarme.

—No soy la mejor persona para dar ánimos. Pero según lo que me cuentas, no tienes un destino ya escrito e imborrable—dijo—. Sólo puedes suponer sobre lo que se aproxima y afirmar que es tu momento de dejar la tierra, pero a veces, el fin de algo no significa más que la conclusión de un ciclo y el inicio de una nueva era.

Sus palabras resonaban de manera algo confusa en mi cabeza, pero traté de seguir su monólogo de la mejor manera posible. La serpiente parecía dudar un poco sobre qué vocablos emplear, pero a su vez, daba la sensación de que sabía de lo que hablaba y solo estaba tratando de expresarlo de la manera más clara posible para que yo también pudiera comprender.

—Quizá ya sea hora de que dejes este sitio, Oillipheist, por más que estés tan acostumbrado a habitar en él. No discuto el hecho de que la situación bajo la que te están despojando es injusta, pero aferrarse a algo nunca es bueno, y por más alegrías que te haya brindado el lugar, lo correcto es agradecer, recordar y desligarse de él para evitar perderse a uno mismo en el afán de conservar algo que nunca fue tuyo de primera instancia.
>>Todo esto que vemos es obra de los Dioses. Ellos nos brindaron la posibilidad de subsistir en su tierra a cambio de amarla, cuidarla y respetarla. Ahora que es momento de irse, no nos corresponde llorar por eso. Lo correcto es sonreír, dar las gracias y aceptar que se terminó una etapa de nuestra existencia y pronto estaremos dando inicio a otra, aún si estas tierras siguen existiendo y acaban por ser habitadas por otros seres, a quienes les toca su turno de disfrutar de la maravilla que el cielo construyó para compartir con todos nosotros.

Me quedé callado un rato mientras esa serpiente tan sabia me miraba como a la espera de una respuesta. Sabía que tenía razón, y eso hizo que alzara la cabeza para demostrarle que sus palabras realmente me habían llegado.

—Eres mejor para dar ánimos de lo que tú misma presumes ¿sabes?—comenté. Ella me sonrió.
—Es sólo una reflexión. Lo único que pretendo es darte otro punto de vista respecto a la situación a la que estás expuesto, Oillipheist. No me gusta verte triste, pero quizá esto no sea más que una oportunidad para empezar de nuevo. Tu historia no tiene por qué acabar de manera tan catastrófica si te propones evitarlo.

Reflexioné sobre lo que me dijo y concluí en que a lo mejor tenía razón. Sospechaba que la llegada de San Patricio y mi ingesta de la fruta no eran casualidades a fin de cuentas, que la serpiente estaba en lo correcto, nuestro tiempo en la tierra había acabado y no tenía que ser sí o sí de mala manera. No era como si mi única opción fuera enfrentarme a él y morir en el intento, aún tenía la posibilidad de darle lo que él quería y retirarme en paz de mis aposentos, en busca de un lugar mejor en donde fuera bien recibido.

—Gracias, pequeña. Me has hecho ver más allá de la tragedia—dije con una sonrisa. Ella me correspondió.
—No tienes que agradecer. Sólo debes relajarte y meditar sabiamente sobre tus decisiones.
—Creo que ya he tomado una decisión. Y agradecería que me ayudaras avisando a todas las serpientes que es hora de emprender un viaje hacia nuestro nuevo hogar.

El reptil lució levemente atónito con mi pedido, pero pronto, una mirada de determinación se pintó en sus ojos, asintiendo a mis palabras sin rechistar. Pronto, las serpientes nos fuimos reuniendo, y en fe de que hallaríamos un lugar mejor, comenzamos a migrar en dirección a nuevo ambiente desconocido: el mar. San Patricio quería librar a Irlanda de las serpientes y entendíamos que la única manera de evitar las muertes no era otra que marchándonos por las buenas, evitando cualquier confrontación que derramase sangre innecesariamente.

El amor que sentía por mis hermanas me hizo sentir en obligación de llevarme a todas las que pudiera, aún si a mí mismo me costase mirar atrás hacia el viejo árbol que por tanto tiempo me había acogido. Dejé un rastro en mi camino para todas que aquellas rezagadas que aún buscaras la salvación, tomara el cauce andando río arriba hasta desembocar en mi nueva casa. El hecho de sentir que me estaba desprendiendo era algo sumamente doloroso, pero sentía que podía hallar consuelo en el hecho de que a pesar de todo, un mañana brillante me esperaba en nuevo suelo desconocido a conquistar. El nuevo panorama era inspirador y tanto mis hermanas como yo tendríamos un futuro brillante en el cual podríamos habitar pacíficamente la inmensidad de los océanos sin que nadie nos persiguiera, cuanto menos durante un largo, largo tiempo.