Contenido oculto No me miréis mal, eh E_E (? Sigo existiendo por aquí (? Lo siento mucho, @EliLover ;-; Talía~ La pequeña miró con algo de temor al sonriente pokémon que se encontraba encima de ella. Era enorme —aunque comparado con ella todo lo era— y sintió el frío adentrándose en su cuerpo, erizando su piel. Seguro que tenía planeado aplastarla... A pesar de ello, sin embargo, seguía preguntándose inocentemente si el pequeño (no tan pequeño pokémon) se habría perdido. Sus pensamientos fueron interrumpidos de raíz cuando apareció una chica frente a ella, la cual la liberó del peso del tipo fantasma. En ese momento algo verde cruzó delante de sus ojos y se dio cuenta de que era el látigo de un... ¿Ivasur? ¿Iviesor? Que nombres tan complicados tenían estas criaturas. Talía aceptó animada la ayuda del pokémon mientras se proponía mentalmente investigar sobre algunos más tarde. —G-gracias— murmuró, sonriente. "Ahora, Gengar, ¿qué tienes que decir en tu defensa?" La pequeña sonrió un poco, aliviada al darse cuenta de que era su entrenadora. Como por arte de magia, su temor también se evaporó. "Espero que mi pokemon no te causara gran problema, Gengar puede llegar a ser algo travieso, es su naturaleza disfrutar de las bromas." La chica rió entre dientes y volteó a observar a uno de sus pokémon regañando al tipo fantasma. A pesar de eso, el ambiente se veía relajado. —No te preocupes... —susurró. "¡Oh, casi lo olvido! Mi nombre es Elisa, ¿cuál es tu nombre?" Talía observó a la muchacha que le sonreía amablemente, y al instante sus mejillas enrojecieron. No exactamente por vergüenza, ni por la repentina atención hacia su ser, sino porque le hacía bastante feliz conocer a otra persona más desde el comienzo. —Mi nombre es Talía—respondió algo avergonzada.—¡Encantada de conocerte, Elisa!
La chica se sonrojo después de mi presentación, me preocupe un poco, quizá era un rojo de molestia por lo que paso con Gengar, estaba por soltar más disculpas cuando la escuche hablar, las primeras palabras de ella que oía con claridad, ya que la había visto mover los labios, pero realmente solo escuchaba murmullos nada claros. La presentación amigable que tuvo me calmo. Estaba por responder al "Encantada de conocerte" pero la figura de Drifloon apareció frente a mi cara, la pokémon miraba de cerca a la chica, quizá analizando si era un peligro o algo, después de unos segundos comenzó a juguetear son su cabello, solté una ligera risa, pero al recordar lo pasado con Gengar aparte a la fantasma, ahora fueron mis mejillas las que enrojecieron. —Lamento eso —me volví a disculpar apenada, mire a la fantasma y fruncí ligeramente el ceño, en señal de reproche —, Drifloon no sabe que ha algunas personas les puede molestar ese acto. Mi amiga no respondió, solo floto hasta mi cabeza, arrugue la nariz, algunas cosas no cambiaban. —Entonces.. —no sabía muy bien que decir, pero el silencio no me agradaba, pensé unos momentos, hasta sentir un gruñido proveniente de mi estomago —. ¡Ya lo recuerdo! —exclamé con alegría, la razón por la que baje era comer algo —, Talía, déjame a modo de disculpa invitarte algo de comer.
Steve Stone Respiré aire con frustración, caminando con mis manos en los bolsillos. Me quedé bloqueado en la batalla, la chica sacó a su Magmortar de nuevo y yo... yo no supe que hacer. ¡Rayos, en verdad estoy muy oxidado! ¿Qué puedo hacer? Definitivamente necesito ayuda para entrenar... Pero las preguntas son: ¿dónde?, ¿con quién?, ¿cuando? Miré al cielo y saqué a Togekiss de su pokébola. Quizá hacer otra cosa podría ayudar a despejar mi mente... —Bien, hada maternal, ¡vamos a ciudad Acuarela! Ha pasado muchísimo tiempo, no perdía nada con averiguar si ya podía inscribirme al concurso que ya desde hace un año está en anuncio, ¡vamos, Galeia! ¡Yo sé que tú nos contentarás a nosotros los aspirantes coordinadores! En una de esas hacer algo distinto me ayude a pensar con más claridad en nuevas estrategias, ¿no? Mientras iba en el aire, una alerta llegó a mi Pokédex, pero no podía verla ahora... ¿qué será?, ¿un mensaje?, ¿un regalo? ¡Cuántas preguntas he hecho!, ¿verdad que sí?
Talía~ Y entonces vi a un pokémon flotante, que tenía pinta de ser tan esponjoso y suave como una nube, acercarse a mí. ¡Era un pokémon tan lindo! ¡Me daban muchas ganas de tomarlo entre mis brazos y achucharlo! Le sonreí, se veía más inofensivo que Gengar y, además, sabía que era de Elisa así que no tenía por qué temerle. No tuve tiempo de sacar la pokédex para ver de qué pokémon se trataba, porque empezó a juguetear con mi pelo. Sujetaba mis dos coletas y me las tironeaba con cuidado y aunque al principio me sorprendió, después sólo pude reír. —¡Aww!— murmuré divertida mientras alzaba la mirada para verlo— ¡Que pokémon tan simpático! ¿Quieres jugar, pequeñín? "Lamento eso, Drifloon no sabe que a algunas personas les puede molestar ese acto." Oh... así que ese pokémon era un Drifloon. El pokémon se dirigió hacia la cabeza de su entrenadora, la cual tenía sus mejillas sonrojadas, y yo le dirigí una sonrisa divertida al verla arrugar la nariz. "Entonces..." El silencio nos rodeó, ninguna decía nada. Hmm... qué complicado era conocer nuevas personas... Hasta que escuché un ligero gruñido y observé la barriga de Elisa, extrañada. ¿Eso había sido...? "¡Ya lo recuerdo! Talía, déjame a modo de disculpa invitarte algo de comer." —Oh... No supe bien qué responderle. Quería y a la vez no. Me sentiría como aprovechándome de su amabilidad y eso no era nada bueno... mamá solía decirlo. Y aunque sí que tenía hambre... ¡tampoco quería molestarla o incomodarla! Jo... ¿qué debería hacer? El problema se resolvió solo, sin embargo, cuando escuché mi estómago gruñir también, y no pude evitar sonreír de forma nerviosa cuando mis mejillas enrojecieron. —G-gracias Eli-chan— dije tímida, mirando el suelo y jugueteando con mis dedos—. Pero... ¿no seré una molestia?
Elisa Daroch. "G-gracias Eli-chan. Pero... ¿no seré una molestia?" Negué con la cabeza ante la pregunta, realmente la chica no tenía un aspecto de comer grandes cosas, así que suponía llevarla a desayunar no seria un costo monstruoso e impagable. Aunque de todos modos la podía llevar a comer aquí, en el centro pokémon, pero no estaría cumpliendo la parte de "invitarla", ya que solo la acompañaría en un desayuno prácticamente gratis para entrenadores. —No es gran cosa —hablé en un tono amable —, el dinero no es un problema para mi —le guiñe un ojo y giré sobre mis talones, en dirección a la salida del centro —. Vamos, vi un lugar de crepas por aquí cerca y muero por probarlo —mi voz se lleno de emoción infantil. antes de comenzar la marcha me aseguré de que Gengar siguiera a mi lado y al verlo intentar alterar a mi pobre Ivysaur suspire resignada, busque algo en mi bolsa y tras unos segundos me hice con la pokéball del fantasma, la que tenia una pegatina de un circulo morado y sonriente. Regresé inesperadamente al fantasma a su esférico, no necesitaba que causara problemas en el camino.
Mimi Honda Si hubiera sabido que iba a recibir uno de los golpes mas letales de mi vida despues del que me mató en la Columna Lanza, jamás me hubiera acercado a Témpera. El cielo se había oscurecido, lucía gris y encapotado, y parecía poder empezar a llover en cualquier momento. Unos nubarrones negros y amenantes se alzaban sobre los imponentes edificios de la ciudad. Soplaba una brisa helada. —¿Qué demonios...?—me quejé abrazándome a mí misma— hacía un sol increíble en Acuarela... Que ironía de día, el tiempo de ahora, tan gris y deprimente iba a corresponderse perfectamente con mi estado anímico poco después. Extendiendo la mano para comprobar si llovía, una gota solitaria impactó sobre la palma de esta. Más valía darse prisa. —Emily, tengo que ir al Centro Pokémon a sanar a mi equipo— le informé entonces, presurosa—. Iré a la Torre después, ¿puedes ir tu sola? Contenido oculto @Amane yo te invoco (? <3
Al llegar a Ciudad Témpera, Golbat comenzó a temblar. Me fijé en el repentino cambio del clima, y el fuerte viento que golpeaba. --Se acerca una tormenta--le comenté a Golbat, quien asintió asustado. Si algo le aterraba a los pokémon tipo volador, era un rayo natural--tendremos que ir directamente a la cueva. Llevame hasta allá. Golbat asintió.
Contenido oculto @Noir es momento de pésame para las dos, llorarán y comerán helado juntas viendo pelis tristes (? El viaje se hizo corto a pesar del silencio que se sentía. Suponía que Mimi estaba preocupada por mi estado, pero si empezaba a hablar de ello en ese momento, rompería en lágrimas. Lo mejor sería, en mi opinión, despejarme con esa batalla y un paseo y después podría contárselo con más facilidad. Sí, eso iba a hacer. Bajé de Tranquill de un salto y una vez Mimi hizo lo mismo, dejé que el pokémon volara en libertad. A pesar del mal tiempo que se avecinaba, hacía mucho que no dejaba al pobre volar con total libertad... se las apañaría. Escuché atentamente a Mimi y sonreí, asintiendo con la cabeza. — Claro~ Corre, no quiero que te enfermes — dije y moví la mano en señal de despedida —Si sales antes por algún casual, espérame en la Torre ¿sí? — y con esas palabras me dirigí rápidamente hacia la enrome Torre.
Contenido oculto Exacto xDD Entre un abanico de otras cosas que pueden hacer juntas, you know (?? Mimi Honda —Si tardo demasiado y el combate acaba, ni se te ocurre salir de la Torre con este tiempo, ¿bien?— le advertí a Emily, antes de echar a correr hacia el CP. Quedaba a unas cuadras de la Torre Desafío, así que más me valía ser rápida—. ¡No te expongas a riesgos innecesarios como en Isla Caballete! Un estruendo lejano me hizo alzar la vista al cielo. ¿Truenos? ¿En serio? Aquella era la señal inequívoca de que no sólo tenía la tormenta justo encima, sino de que no tardaría en empezar a llover a cántaros. Chasqué la lengua con disgusto y aceleré el paso. Mis pies se movían tan rápido como podían, pues yo tampoco quería exponerme al riesgo estúpido e innecesario de pillar una gripe. ¡Ya era de todos sabido que era una persona realmente sensible a las bajas temperaturas! El agua de un charco salpicó y manchó mis zapatos cuando torcí una esquina. —¡No, mis zapatos no!— me quejé, preocupada— ¡Eran auténticos Monna Karan! ¿Pero por qué tenía siempre tan mala suerte? ¡Esto debía ser una especie de comedia trágica! Corrí entre la multitud de gente que pasaba presurosa por la calle, con expresiones variopintas. Incluso choqué y tuve que disculparme repetidas veces... Pero no me detuve. De hecho, seguí corriendo aún cuando el grito de un pokémon me obligó a voltear la cabeza. Se trataba de esa misma silueta oscura, esta vez planeando justo a mi lado. Ese Swellow que me había molestado todo el día... —¿Qué es lo que quieres?— le espeté—. ¿No ves que no tengo tiempo para jugar contigo? *** ¡PLAF! Sólo fue un segundo el tiempo que aparté la vista del camino, ¡un maldito segundo, de verdad! pero fue suficiente para recibir el golpe de mi vida. Por un instante todo se puso negro y sentí la frente ardiente y dolorida. Como la suerte me era realmente esquiva, había chocado de frente contra el poste de una farola y el golpe había sido tal que me había tirado al suelo. Me quejé entre dientes y me llevé la mano a la zona golpeada... —A-auch... Swellow aprovechó para acercarse. Planeó encima de mí y batió las alas para finalmente posarse sobre mi cabeza. Fue entonces cuando el sobre que llevaba en el pico y en el que no había reparado hasta entonces cayó en mis manos. No estaba sellado ni tenía remitente alguno... pero con una caligrafía rápida podía leerse claramente: ''Para Mimi''. —¿Eh? ¿Era para mí? ¿De verdad que ese Swellow me había estado buscando? No pronuncié palabra alguna, porque el dolor había sido sustituido por la curiosidad y la intriga. ¿Quién me había mandado una carta? ¿Y para qué? ¿La suscripción a alguna de esas revistas de moda que tanto me gustaban? ¿Y por qué no ponía ni remitente ni apellido? ¿Qué tenía que ver Swellow? Mi corazón se aceleró cuando abrí el sobre y saqué un papel convenientemente doblado. Esa caligrafía era la de... ¿Alpha? Alpha estaba enojado conmigo, ¿por qué me mandaría una carta? Acaso... acaso, ¿querría hablarlo todo y que volviésemos a ser compañeros? Mis mejillas no pudieron evitar enrojecer ante esa idea. Yo... ¡r-realmente no había nada que deseara más que eso! Es decir, era estúpido seguir molestos por una tontería así, ¿verdad? Si todo pudiera volver a ser como antes yo sería muy feliz. Pero no se trataba de eso. A medida que mis ojos se desplazaban por la carta lo único que sentí fue vacío. Un vacío aplastante. Un vacío que había experimentado muy pocas veces en mi vida desde la muerte de mi madre. Realmente no pensé que volvería a sentirme así. Era una carta de despedida. En ella, Alpha expresaba su firme deseo de abandonar el entrenamiento pokémon y continuar su viaje lejos, en otro lugar que no mencionaba la carta. En busca de otros rumbos y aventuras. Iría a ver a su novia a Kalos y después desaparecería sin más del mapa. ¿Q-qué? ¿Debía ser una broma, verdad? Alpha no... Alpha no podía... —Alpha no puede haberse ido...— musité. Mi voz sonaba quebrada y débil. Mi expresión sombría estaba plagada de decepción y tristeza— Y-yo... Yo quería arreglar nuestras diferencias, yo quería verle sonreír de nuevo con esa mueca estúpida... ¡Yo quería decirle tantas cosas! Dos solitarias gotas cayeron sobre la carta, humedeciendo el papel. >> ¿Cómo ha podido irse así? ¿Cómo... cómo se ha rendido? E-era el entrenador más fuerte de la región... ¡Y ahora no es más que un triste recuerdo! Un sonido metálico inundó la calle cuando golpeé la farola con la palma de la mano. ''Finalmente llegas tú, Mimi, con quien mejores momentos compartí, obvio que tú saldrás mejor parada que cualquiera: Primero tendrás a Pietr, el muy duro de roer Ferrothron. En segundo lugar viene Venus, mi querida Milotic. ¿Qué es el agua y la hierba sin el fuego? Flame, mi más apreciado compañero, quiero que te acompañe a ti en grandes batallas. Además, mis puntos son tuyos, mi digestivo igual y lo mismo del brazal. Fue un placer ser tu compañero. Alpha.'' Me levanté sin una palabra, mordiéndome el labio inferior para evitar romper en llanto como tanto deseaba hacer. ¿Qué pasaba con el ''Te dejaré cuando puedas darme un buen combate''? Aún no era una buena entrenadora... ¡Aún no era lo suficientemente fuerte! ¡Mentiroso! ¡Idiota! Me abracé a mí misma. Con fuerza, con las uñas clavándose dolorosamente en mis hombros. Mi corazón se había hecho añicos, lo había sentido estallar en mil pedazos, y los trozos se habían desperdigado donde yo no podía alcanzarlos. —¿E-esto es culpa mía?—sollocé entonces—. ¿Acaso no supe tratarte bien? ¿Es lo que me merezco por no ser sincera con mis sentimientos? La lluvia había empezado a caer sin piedad. Mis manos estaban temblando. Mi cuerpo se convulsionaba entre hipidos y sollozos. Podía sentir el sabor salado de mis propias lágrimas sobre mis labios. Cómo habían acabado así las cosas? Ni siquiera había podido disculparme apropiadamente con él y ahora era probable que no volviese a verle... No había podido decirle lo que sentía... No había podido... ¿Cómo me había dado cuenta tan tarde? ¿Cómo...? Yo no quería eso... Yo... >> ¡¡Yo no quiero estar sola!!— chillé, sin importarme quien pudiera escucharme.
Salí entonces de la cueva, y sonreí cuando la lluvia me empapó sin tregua. Siempre me han gustado las tormentas, la más viva imagen de la paz entre la naturaleza. El ruido blanco ante la caída de la lluvía se hacía serena y rítmica, y me encontré caminando sin rumbo fijo. El viento estaba también muy fuerte, y en más de una ocasión tuve que detenerme para evitar que el viento me siguiera empujando hacia alguna parte. A pesar de que aún no era de noche, las nubes se habían apoderado del cielo de la ciudad, y daba la impresión de que faltaba poco para anochecer. Los truenos retumbaban, y estaba casi seguro de que cada vez que se escuchaba alguno la lluvia se hacía más densa. Entonces, entre el ruido de la lluvia demás signos de una tormenta que solo parecía empezar, pude escuchar a alguien que parecía estar llorando. Le presté atención al sonido, preocupado de que fuera solo mi imaginación, pero ahí estaba: casi inaudible por momentos, se podía escuchar a una chica que lloraba. Al principio no supe que hacer a continuación. No quería meterme donde no me llamaban, pero tampoco quería dejar a nadie en esta tormenta, solo alejarme e imaginar que el llanto no existía sería algo que no me perdonaría nunca. Así que no tuve más remedio que tragarme mi antisocialidad común y buscar la causante del llanto. Estaba cerca, y estaba seguro de que era por eso que la había escuchado. La chica en cuestión no parecía querer moverse de su sitio, como si ni siquiera hubiera reparado en la tormenta que había empezado a caer. Me acerqué para hablarle, y fué entonces cuando la reconocí. Pude haberlo hecho mucho antes, metros antes hubiera podido reconocer la vestimenta de la chica con la que había luchado solo unas horas antes, pero la idea de que esta chica estuviera llorando en plena tormenta era impensable para mí. Solo empezando porque Mimiko Honda no parecía ser de las que lloraban, o al menos no en un lugar público. ¿Que había pasado? —¿Mimi?—pregunté, queriendo que notara mi presencia. Me acerqué a ella, empujando mi cabello mojado hacia atrás con una mano. Lamenté la falta de algún abrigo o algo con lo que pudiera cubrirse—¿Estás bien? ¿Que ha pasado? Vas a coger un resfriado aquí.. Contenido oculto @Noir, nunca estoy al tanto de lo que piensas hacer a continuación...pero OMG, Im so sorry si realmente tenías algo en mente y lo he estropeado, no pude evitarlo /\
Contenido oculto Pues... tenía en mente dejar a Mimi bajo la lluvia (? Okno xD. No tranquilo, no tenía pensado hacer nada salvo esperar a que Emily regresara /u\ Mimi Honda —¿Drake...? Fue lo único que escapó de mis labios en algo que ni siquiera se escuchó como mi voz. Era un hilo de la misma. Carecía de la usual fuerza y determinación y se oía tan vulnerable que sentí pena de mí misma. No dije nada más. Ni un sólo sonido más escapó de mis labios después de eso. Mi cabello y mi ropa estaban empapadas por la lluvia, heladas, y Drake pudo notar perfectamente esto y como mi cuerpo temblaba cuando lo abracé. ¿Lo abracé? Sí. No solía actuar así. No solía sencillamente lanzarme a abrazar a gente por la calle, pero en ese momento sólo necesitaba algo en lo que apoyarme, alguien que me ofreciera su calor en mitad de la torrencial tormenta. Algo que me ayudara a no hundirme. No sabía si mis mejillas estaban humedecidas por la lluvia o mis propias lágrimas, pero no podía importarme menos. Tenía tantas preguntas... ¿Por qué? ¿Por qué irse así? Nuestras diferencias podíamos haberlas superado... Yo podía cambiar. Yo podía ser más abierta, y más sincera... y... y Todos esos baches podríamos haberlos superado juntos... ¿Por qué precisamente ahora? No tenía sentido. ¿Para que había entrenado? ¿Para que tanto esfuerzo? En la carta no daba razones, no explicaba un por qué. ¿Y yo qué? ¿Por qué nunca tenía en cuenta mis sentimientos? ¿Creía que podía irse así sin más y que yo lo aceptaría? ¿Que me daría igual? Podría haber sido así antes, pero ahora... Ahora nunca volvería a ser lo mismo. Era extraño ese sentimiento de sentirse perdida... Yo solía apoyarme en Alpha. Al margen de mis sentimientos, tenerlo a mi lado me ayudaba a paliar la soledad a la que me había visto expuesta casi toda mi vida. La muerte de mi madre, la obsesión de mi padre con su trabajo... la boda con otra mujer poco después... Creía que nunca más volvería a sentir esa soledad. Y ahora que había vuelto, me sentía débil y diminuta en un mundo enorme que no me habían preparado para enfrentar. Si me escudaba en el orgullo y la frialdad era para protegerme de golpes como este. Pero sencillamente... ni siquiera lo había visto venir. —... ¿Tú no me dejarás, verdad?—le pregunté a Drake con un hilo de voz. Mis manos se cerraron en puños y arrugaron su camisa— Por favor, hasta que Emily salga de la Torre tan sólo quédate conmigo.
—Vas a coger un resfriado aquí.. Y no pude acabar la frase antes de que Mimiko Honda se lanzara a abrazarme. Mi expresión debía mostrar autentica sorpresa, porque era eso lo que sentía. Ni aunque Hiko hubiera salido de su pokeball y hubiera evolucionado a Mega Charizard Y me hubiera sentido igual de impresionado. Y aun así, le correspondí al abrazo, aun cuando tenía en mi cabeza mil preguntas por hacerle. ¿Que había pasado? ¿Porque se encontraba de esa manera? ¿Porque estaba tan triste? Pero antes de poder ordenar esas preguntas y lanzarlas al exterior, Mimi volvió a hablar. —Tu no me dejarás, ¿verdad? Por favor, hasta que Emily salga de la Torre tan solo quedate conmigo. Sentí como mi corazón se cerraba en un puño. ¿Que había pasado? ¿Quien la había dejado? ¿Porque sonaba tan...rota? Me sentí con deseo de ayudarla, de hacerla sentir mejor. Pero me di cuenta de que quizás solo debía darle lo que me pedía. Quizás justo era eso lo que necesitaba. —No me iré—le prometí. Luego mi voz dudó, y tuve que agregar—M-me refiero a que no me alejaré de ti, pero en verdad me gustaría que nos fueramos de aquí ahora mismo. Si seguimos aquí vamos a resfriarnos—aclaré, algo avergonzado. A nuestro alrededor seguía lloviendo a cántaros.
—B-bien. Un leve asentimiento de cabeza, prácticamente imperceptible fue la respuesta de Mimi. Pareció agradecida, pero esto no se reflejó en lo absoluto en su expresión. Se separó de Drake sin una palabra, silente y cabizbaja. El fugaz aleteo sobre la farola con la que había chocado indicó que el ave mensajera había cumplido su cometido y Swellow se alejó planeando entre las nubes de tormenta. *** —Alpha. Alpha es su nombre— dijo frente al mostrador del CP—. En su carta decía que dejó algo aquí para mí. La enfermera del CP contrajo el gesto en una mueca confusa. Después sencillamente pidió un poco de paciencia y se dio la vuelta para revisar los archivos que guardaba bajo el mostrador. En cuanto habían abandonado la calle, el Centro Pokémon había sido la primera parada de Drake y Mimi. No intercambiaron palabras en todo el camino, ni la más mínima... Ni Mimi tenía ganas de hablar del tema, ni Drake quería seguir preguntando sin obtener respuesta. —Hmm... ¿Alpha Xenodis?— cuestionó entonces, hojeando un grueso fichero. Mimi no respondió—. Sí, aquí está... dejó al cuidado de una tal Mimiko Honda un Charizard Shiny, un Ferrothorn y un Milotic... ¿cierto? Me suena de mucho ese nombre... Honda pareció incómoda. —¿Q-qué importa?— gruñó más que dijo, evadiendo su mirada. Sus ojos aguamarina aún presentaban rastros de lágrimas—. Dese prisa, por favor. No tengo todo el día. —Por supuesto, por supuesto, disculpa. Pues... aquí están— finalizó con una encantadora sonrisa, dejando tres brillantes pokéballs sobre el mostrador de recepción—. Cuídalos bien, ¿si? *** Mimi se había sentado en la mesa frente a Drake y una taza humeante de té. La cafetería apenas era concurrida a esas horas y el ambiente era tranquilo... justo lo que Mimi necesitaba ahora. Un poco de calma y paz para aclarar el cauce de sus caóticos pensamientos. No tenía la más mínima idea de que hacer ahora, se sentía perdida y confusa. No tenía compañero, ni entrenador... no tenía nada. Y si bien así había sido desde esa absurda discusión, ahora que sabía que no iba a volver a verle todo cobraba magnitud y gravedad. Y lo peor de todo era que ni siquiera... Ni siquiera había podido decirle como se sentía. —¿Por qué has venido a Témpera?— le preguntó a Drake con una voz muy baja. Su mirada estaba perdida en el contenido de la taza, y sus dedos jugueteaban con la cucharilla. Era obvio que no era algo que le importase realmente. Su mente estaba ocupada ponderando acerca de otras cuestiones, pero quizás sólo necesitaba algo de lo que hablar.— Hace un día realmente horrible. Como si confirmara sus palabras, la lluvia golpeó con más fuerza el cristal de la ventana.
—Hace un día hermoso para estar en casa—contradecí a Mimi sin quererlo, la frase había llegado a mi fácil y rápida—O eso solía decir mi madre—agregué. Me encontraba sentado frente a ella, reclinando la silla hacia atras hasta ese punto en el que la silla se mantenía balanceandose en las patas traseras. A Mimi no pareció importarle, cosa que agradecí. Demasiado difícil es abandonar hábitos del pasado. Frente a mí se encontraba el té que había pedido. Igual que el de Mimi, pero mas cargado y con dos cubos de azúcar ya disueltos. Como buen clase media, la única bebida que podía probar sin azúcar era agua. Además, desde que no solía dormir demasiado, el azúcar me ayudaba a reponer energías. —Vine a Témpera porque en la caverna de la ciudad suelen habitar Sableye—comenté, respondiendo a la pregunta de Mimi, y le dí una probada al té. Aún demasiado caliente.—También quería pasar por la Torre Desafío, pero los cupos deben estar llenos en este momento. Esa Torre siempre está a rebosar. Me atreví a preguntar, entonces—¿Y tu?
Mimi Honda Enarqué una ceja sin quererlo, al tiempo que alzaba la vista de la taza para mirar a Drake. ¿Un día hermoso para estar en casa? Eso... ¿eso había sido un chiste? Que... que malo... Un ligero ''Pfft'' escapó de mis labios muy por lo bajo, sin que pudiese evitarlo... pero no terminó de ser una risa. ¿Cómo podía hacerme gracia algo así? Quizás incluso hubiera reído si estuviera de ánimos... pero no era el caso ahora. —Ese... es un buen punto, supongo— respondí antes de remover el té con la cucharilla. Tenía hambre, pero no tenía ganas de comer. Quizás pudiese resultar condradictorio e irónico, pero no dejaba de ser cierto. Sentía más naúseas que hambre y un nudo prieto en el estómago que me impedía pensar en la comida. Aparté las pastas de té a un lado... no pensaba siquiera probarlas. >> Yo...— suspiré—. Yo vine a acompañar a Emily. En realidad pensaba ir también a la Torre, pero es lo último que quiero hacer ahora. Cuando regresaba al CP para sanar a mi equipo, recibí una carta que...— me mordí el labio inferior, dudosa. ¿Qué razones tenía para contarle nada de eso a este tipo? Apenas le conocía... ¿de verdad podía fiarme de él?
—Cuando regresaba al CP para sanar a mi equipo recibí una carta que... Y se detuvo. Al mirarla, pude notar que había vuelto a fijar la mirada en su té, el cual casi ni había tocado. No parecía querer reanudar el relato, y me dí cuenta de que se estaba cerrando. Lo que fuera que la hubiera inspirado a contarme lo que le había pasado, ya no estaba ahí. No iba a presionarla. En estos momentos Mimi Honda parecía frágil, o al menos lo más frágil que Mimi Honda podía ser, la chica que me había gritado a la cara meses antes cuando ni siquiera sabía mi nombre. ¿Cuanto podían cambiar las cosas en unos meses? ¿Cuanto pueden cambiar las cosas en un día?—preguntó mi subconsciente.—Ayer te acusaba de ladrón, y hoy aquí estamos, haciendole compañía porque te lo ha pedido directamente. —No es necesario que me lo cuentes, si no quieres—le comenté, probando de nuevo el té. Ya estaba mas tibio—Todos tenemos secretos, después de todo. No pude evitar pensar entonces en el mío. Mi carta de entrenador parecía pesar en ese segundo, en el que recordaba lo que yo ocultaba. Pero no quería hablarle sobre ello, no cuando estaba en ese estado, por lo que dejé que el comentario pasara sin agregar más.
Mimi Honda Y se hizo el silencio. Lo único que se oyó por unos minutos eternos fue el repiqueteo de la lluvia golpeando los cristales. Hacía frío, y mi ropa aún seguía húmeda... así que reprimí un escalofrío. También había empezado a sentir la garganta algo seca. En cierto modo quería hablar de ello, necesitaba contarle a alguien como me sentía, porque no creía poder guárdarmelo para mí mucho más. Alpha se había ido. Era un hecho, no podía negarlo. Se había ido para siempre sin que pudiera siquiera disculparme. ¿Por qué? ¿Por qué lo había hecho? No lo sabía, pero había una molesta vocecilla en algún lugar que me repetía incesantemente que yo tenía parte de la culpa. Después de todo, si no hubiese reaccionado a las palabras de Ian como lo había hecho, jamás nos hubiéramos separado... O al menos habría podido despedirme. ¿Era... era culpa mía? —No es necesario que me lo cuentes si no quieres—comentó Drake—. Todos tenemos secretos, después de todo. —Pero no es un secreto— le dije entonces, contundente—. En realidad me da igual contártelo... >> Es... Es sólo que... ¡jamás entenderás como me siento si no conoces toda la historia! Y eso sí que no es algo que quiera sacar a relucir... No ahora. Finalicé, desviando la mirada. Mis mejillas habían empezado a arder al evocar tan sólo el recuerdo de mis sentimientos por Alpha. Desde el momento en que empezó a hacerme feliz esa maldita sonrisa suya supe que algo había cambiado para siempre. Pero jamás me imaginé qué tanto.
Talía~ Eli-chan negó con su cabeza mi pregunta. ¡Oh! ¡Era tan simpática! "No es gran cosa" empezó a decirme ", el dinero no es un problema para mí." Y tras guiñarme el ojo se giró hacia la salida. "Vamos, vi un lugar de crepas por aquí cerca y muero por probarlo." ¿C-crepas? —¡Crepas!—exclamé tan emocionada como ella.—¡Sí, sí, sí! ¡Vamos! ¡Yaaay~! Caminé rápidamente hasta ella y me paré. Elisa estaba mirando a sus pokémon, Gengar e Iv... algo, y el primero estaba molestando al otro. Solté una pequeña risa cuando la chica regresó a su pokémon a la pokéball, y me acerqué un poco más a ella. —Muchas gracias, Eli-chan. Junté mis dos manos detrás de mi espalda y, estirando mis piernas para dar los pasos más largos que podía, llegué a la puerta de salida. Cuando abrí la puerta mis ojos se abrieron repentinamente. Llovía a cántaros. —¿Qué...? Pero si hace un rato el tiempo era tan bueno...—Suspiré e inflé mis mejillas. Miré a Elisa.—¿Aún así vamos a ir? Contenido oculto Mimi-chii, be strong ;^;9 Btw, se me hace tan raro decir "crepas" en vez de "crepes" xD
Corriendo, pero aun así empapándome, llegué al Centro Pokémon en cuestión de minutos. Gardevoir decidió entrar en su pokéball para que no le ocurriese lo mismo que a mí. — Muchísimas gracias~ — agradecí al rato, recogiendo las pokéball de manos de la enfermera quien también me había hecho entrega de un par de toallas para el pelo. Me dio también algo de ropa provisional pues insistió en dejar a secar mis prendas para así no enfermara. ¡Que mujer más amable! Empecé a caminar hacia la cafetería, donde prometió traerme una taza de chocolate caliente par que pudiese entrar en calor y yo no podía más que agradecérselo. Sea como fuere, al entrar busqué con la mirada a Mimi entre los numerosos entrenadores que se estaban reuniendo en el lugar por la repentina tormenta. ¡Y allí la vi! ¿Con Drake? Eso era nuevo, estaba juntos en la misma mesa sin discutir. >> Buenas chicos, ¿qué tal? — saludé llegando a su lado rápidamente, aun secándome el pelo. Me senté en un silla al lado de los dos. ¿Se notaba el ambiente algo... triste?
—Está bien—decidí—Lo entiendo. Pero, ¿algún día podrás contarmelo?—le pregunté. Por alguna razón, sentía interés sobre la razón por la que la había encontrado de esa forma—¿lo prometes? Y entonces llegó Emily, quien parecía haber salido ya de la Torre. —Hmm...—fué la respuesta, y para compensar el siguiente silencio me dediqué en acabarme el té, el cual ya estaba enfriandose.