Capítulo 1 - Simmon. El joven tenía por nombre Simmon Grayfallows. Tenía la piel pálida, era delgado, de aspecto severo y de cabello oscuro. Sus ojos eran grises, y a pesar de considerarse alguien relativamente normal, las personas solían decir que él era alguien enigmático, misterioso y, tal vez, sorprendente. Él lo sabía, él era listo y él se aprovechaba de ello. Nadie lo culpaba, o por lo menos no en voz alta. —Ya te digo, Ambront es un imbécil, sólo quiere jugar con la pelota y patear niños— Dijo Ellie, una de las escasas amigas de Sim (La única) y la más cercana (Obviamente). Sim asintió suavemente. Ellie llevaba quejándose del mismo "idiota" durante toda una semana. —Tiene un coeficiente intelectual de alrededor de dos negativo, ¿Te esperabas algo diferente?— Indagó Sim, arqueando una ceja. Ellie frunció ligeramente el ceño, infló sus mejillas como dos tersos globos. Sim rió y negó. —Es que pensé que de verdad era alguien prometedor, me dijo que había leído los libros de Suzanne... — Ellie se quedó callada ante la expresión de Sim. Parecía horrorizado, como si Ellie hubiera incendiado al profesor de matemáticas (Cosa que tal vez a nadie le habría disgustado en realidad) y lo hubiera lanzado a un pozo después. —¿Y te dijo que eran buenos?, ¿Te dijo que tenían una trama interesante y que, además, poseía un vocabulario amplio y disfrutable durante toda la lectura?, ¿Te dijo que entre más leía más quería leer?, ¿Te dijo que busco cada uno de los significados de las palabras en el diccionario y se los memorizó? — Sim hablaba a toda prisa, mientras Ellie se echaba a reír y asentía mientras se tomaba el estómago con ambas manos. Ver a Ellie reír era uno de los pasatiempos favoritos del joven de orbes grisáceos. —De acuerdo, no confiaré en chicos que lean libros que están de moda— Mintió Ellie, pero Sim no lo pasó por alto. Lejos de regañarla, se limitó a apartarle un mechón del rojizo cabello de la frente y, posteriormente, a depositar un suave y cariñoso beso sobre la misma. Sim no poseía ningún sentimiento romántico por Ellie, y él estaba convencido de que lo mismo pasaba con su animada interlocutora. —Sólo... Cuida de que no te lastimen, ¿Sí?. Si pudiera lastimarlos a ellos, lo haría, pero... — Sim dejó inacabada la frase, elevó un brazo y tiró de la manga de su playera para mostrar uno de sus casi inexistentes bíceps. Acto seguido, sonrió y se encogió de hombros. —Tal vez deberías cuidarte de que te lastimen a ti...—Añadió Ellie con un toque risueño, cosa que les arrancó una risa a ambos , pero Simmon no tardo en retomar la seriedad. —Me da igual tener una mejilla inflamada, un ojo morado o la nariz rota. Son heridas físicas, y se curan con el tiempo. Pero una herida aquí — Sim se señaló el pecho.— Es peor que cualquier patada en los... —El timbre que indicaba el inicio de clases le hizo quedarse en silencio. Ellie asintió suavemente y se puso de pie. Ambos llevaban sentados en el mismo lugar durante alrededor de quince minutos, en su lugar favorito. Una banca de madera oscura que daba la espalda al edificio principal del colegio y quedaba frente a una estatua que habían colocado ahí el año pasado, como un proyecto especial de la clase de artes plásticas. Sim había participado para hacerla, aunque él no había esculpido, había trazado un plano. La estatua era una piedra gigantesca y una espada incrustada en ella, y, debido a lo caro que había sido para el colegio obtener los recursos necesarios, una vez a la semana se asignaba a alguien a que limpiara la estatua diariamente. —¡Oh!, es hora de mi clase de literatura, tal vez el joven Ambront me pueda ayudar—Dijo Ellie con una pizca de sarcasmo. Ambos volvieron a reír, ambos se pusieron de pie al mismo tiempo y ambos tomaron sus mochilas metódicamente. Como era de costumbre, ambos se dirigieron juntos hacia la puerta principal, y después de ruidos infernales de adolescentes con neuronas deficientes, lograron despedirse e irse respectivamente a sus clases. Ese día, Ellie no recibió ayuda de Ambront. Después de varias horas de intenso estudio, veinte interrupciones a la clase por parte de los amados compañeros de Sim, dos recesos y conversaciones salpicadas de risa con Ellie, Sim por fin pudo ponerse de pie y salir del colegio de una vez. Le era molesto porque su intelecto era suficiente como para no asistir a clases durante un largo tiempo y excentar sin dificultad alguna, como un juego de niños. Sin embargo, su padre, de pequeño, le había dicho que la modestia iba de la mano con el deber, y que ser un egocéntrico no le conduciría a nada bueno. —Y justo después de eso, se sentó a mi lado, me tomó la mano y dijo: "¿Quieres venir a mi casa esta noche?, te presentaré a mis padres..." —Dijo Ellie mientras jugaba con su rojizo y ondulado cabello, que a ella y a Sim tanto les gustaba. Sim dio una cabezada brusca en lugar de asentir y le clavó una mirada seria a Ellie, ella negó con el rostro y compuso una sonrisa burlona. Sim se rió y asintió. —¿No dijo algo como: "Es por el idiota largirucho, ¿Cierto?" ? — Dijo Sim mientras aun reía, aunque se quedo petrificado al notar la expresión de Ellie, quien señalaba detrás de él. Y, si eres listo, ya sabrás qué idiota de casi dos metros estaba plantado detrás de Sim. Sin embargo, con toda tranquilidad, Sim se giró hacia él, y entonces todo el mundo guardó silencio y observó. Era como ver una batalla entre los dos mejores espadachines de las potencias militares más poderosas. Pero ahí sólo había un imbécil y un tipo tan listo que se volvía imbécil a su vez. —¿Disculpa?, ¿Hablabas de mi? — Indagó Ambront, con una voz poderosa. Ambront era más alto que Sim, tenía los ojos azules, el cabello castaño y era apuesto, musculoso y popular. Era fuerte y estúpido, y esa no era una muy buena combinación, al menos no para Simmon. —Wow, ¿Puedes formular preguntas?, nuestros profesores hacen milagros — Respondió Sim con mordacidad, y, sin que el clásico "Uhhhh" se hiciera a la espera, todos participaron en el coro de "Vamos Ambront, golpealo", que consistía en una sola vocal y montones de gente esperando ver narices rotas y ojos morados. Puede parecer que la mordacidad de Sim, en primera instancia, fuera injustificada, pero James Ambront había sido un dolor de muela para el joven pelinegro desde tres cursos atrás, con una innumerable cantidad de insultos y burlas que le propinaba gratuitamente. —Mira, cerebrito... —Comenzó Ambront, aunque, como siempre, Sim fue más rápido y le quitó la palabra. —Mira, cerebrito, me podrás decir estúpido, pero tengo grandes bíceps y ojos de color— Sim imitó la voz de Ambront, aunque con una cantidad de estupidez... Proporcional a la que Ambront poseía. —La mitad de las chicas del pueblo quieren salir conmigo y a ti sólo te habla Ellie, porque probablemente le pagas —Hizo una pausa, y después agregó en tono natural —Y eso si es que sabes qué significa una mitad. Todos exclamaron, emocionados porque sabían lo que venía. Ambront alzó el puño y le asestó un puñetazo en el estomago a Sim. Este sólo se encorvó como si fuera un pequeño árbol de tronco verde y dejó escapar un suspiro, y con él todo el aire de los pulmones. Ambront iba a rematar a Sim cuando Ellie le lanzó una abofetada, que, por más increíble que parezca, detuvo a el casi súper humano. —¿E-Ellie?— Musitó Ambront, tomándose la mejilla abofeteada con la diestra. La pelirroja le observó a los ojos fijamente, colérica. Los estudiantes se quedaron en un silencio sepulcral. Ellie estaba enojada, y eso significaba que las cosas iban en serio. Pero lejos de retirarse e ir por un maestro a la sala de maestros (Donde todos se encontraban, planeando el próximo día de clases), todos contuvieron la respiración y esperaron la respuesta de la pelirroja. —¿Qué demonios te crees?, ¿Que porque eres una mole puedes ir por ahí golpeando a quien te salga de los...? —Sim le cubrió la boca a Ellie y negó. Este gesto logró apaciguar a la iracunda joven de ojos celestes y turbados. —No vale la pena— Sim esbozó una de esas sonrisas que le robaban un pequeño trozo de corazón a Ellie; soslayada, y con los ojos que sólo un hombre experimentado, según la pelirroja, podía tener. La joven asintió, sonrió levemente y le acarició una mejilla a su inseparable amigo. Todos los observaron, encantados, como si hubiera algo de romanticismo real entre los dos. Estaban todos tan embelesados por la escena, que no se percataron cuando Ambront, un poco decaído, se sumergió entre el gentío y se alejó. —Vayámonos a casa ya, tenemos muchos deberes— Murmuró Ellie al sentirse incómoda ante los cientos de ojos de vaca que sus compañeros clavaban en ambos. Sim asintió, tomó su mochila (Que se había caído al recibir el puñetazo) y se la colgó del hombro, le tendió una mano a Ellie, ella sonrió con amplitud, le cogió la mano, entrelazaron sus dedos y se marcharon. No como enamorados, sin apartar la mirada de ambos, cada uno embelesado por la naturaleza del otro como las parejas hacían, sino como dos campeones que habían hecho una hazaña increíble, a pesar de que simplemente habían hecho sentir mal a un tipo alto y estúpido. Después de una caminata larga y silenciosa, aun no se soltaban las manos. Por alguna razón desconocida, ambos sentían un vacío en el estomago, como si se esperaran que algo saliera mal. Tal vez tenían la razón. —H-Hey, Sim... —Comenzó Ellie, intentando atraer la mirada de su amigo, que estaba absorto en sus pensamientos, mientras ambos caminaban en "piloto automático". —Dime, Ellie...—Musitó Sim, sin animarse a decir nada más. El que Ellie le hubiera ayudado de esa forma le había provocado una marea de sentimientos que se contradecían en el estomago. —Aún no me has dado las gracias... —Dijo Ellie, desviando un poco la mirada. Apretó un poco las manos y los labios. Respiró profundamente y observó de reojo a Sim, quién parecía tan sorprendido como dolido consigo mismo. —Lo siento tanto, tienes toda la razón... ¿Quieres ir a comer un helado?, ¿A comer en un restaurante tal vez?— Sugirió Sim, a la vez que se giraba hacía la pelirroja para dedicarle toda la atención posible. Las mejillas de la joven comenzaban a asemejarse a su cabello en cuanto a color, tonalidad que tomaba paulatinamente. Guardó silencio unos segundos, al parecer cavilando entre las opciones. Le tomó un largo respiro poder decidirse por una, y cuando abrió los labios, nada salió de su boca. Lo intentó de nuevo, pero sentía algo dentro de la garganta aprisionar su respuesta, como una jaula encerrando a un ave. El joven pelinegro la miró con cierta extrañeza. Ellie no era precisamente tímida, así que un "A los dos, y luego a la feria" era su expectativa. —Una respuesta —Pidió la joven, mientras evitaba que el rubor invadiera su rostro. Proceso que, al parecer, era inevitable. —Dame tu pregunta —Sim se veía un poco extrañado con aquella situación, mientras cierta preocupación comenzaba a apoderarse de su pecho. ¿Por qué no preguntarlo directamente?, la incertidumbre comenzaba a marear al larguirucho. —¿Qué soy para ti, Simmon? —Soltó tras unos segundos, su mirada se deslizó a toda velocidad hacia el suelo y el rubor conquistó su rostro. Tal vez porque le avergonzaba hacer una pregunta de esa índole, o por un factor más intuitivo pero menos viable para él. —Eres muchas cosas, lo sabes. Eres cómo... Cómo mi mejor amiga, creo que no hay nadie más importante que tú en mi vida. Eres mi familia. —Aquella situación estaba poniendo nervioso al pelinegro, y no hallaba una explicación lógica para dicho nerviosismo. —¿Y si hago esto? —Indagó la chica mientras, sin permitirle responder, se abalanzó hacia el joven. Sus brazos rodearon su cuello y no titubeó ni un mili-segundo cuando sus labios se fundieron en un extraño beso. Ah, el corazón de Sim, el pobre corazón de Sim. Se detuvo un instante, y después, como un corredor que participa por una medalla de oro, echó a correr a toda velocidad. Y entonces una tormenta de sentimientos generaron una inmensa cantidad de sensaciones en su estómago, en su pecho y en su cabeza.—¿Y bien?— Escuchó decir a Ellie cuando esta se alejó un par de centímetros, con los cielos encapsulados fijos sobre el suelo. La conmoción se instaló en Sim, y, turbado, falló al intentar procesar una respuesta rápida.
... ¿Y lo que sigue? D: Dios, te lo he dicho muchas veces, me encanta cómo escribes, no está tan cargado, pero de igual manera muy bien narrado y descrito. Me fascina. Sólo detecté la falta de una tilde aquí: Pero claro, es algo muy ligero y de lo que creo que ya te habías dado cuenta. (Necesito marcar al menos algo así para que el comentario sea un poco más constructivo, la verdad me da flojera volverlo a leer para buscar más errores, o algo así, seguro todo está bien). Llevo meses esperando la continuación de esto, por favor, síguela <333. Espero leer más de ti por aquí. Tienes talento, un talento que has pulido con mucho esmero, sé que se puede pulir muchísimo más, y convertirte en un muy, muy buen escritor. Pd. ¡Amo a Sim y Ellie! <333 ¡Nos vemos! :D
Capítulo 2 - Familia ¡Tak-Tak-Tak!. Un sonido, reacio e insistente, golpeó los tímpanos del cansado Sim cuando el reloj marcó la hora de levantarse. Las siete. ¿Mañana o tarde?, a saber, aquel pueblecito donde el joven pelinegro habitaba tenía una cierta característica que le impedía conocer dicha respuesta con sólo mirar por la ventana, pues se alzaba un cielo de acero con iluminación casi nula, confuso e inalterable. Pese a esto, los relojes funcionaban bien, y era intuitivo el hecho de que el día acababa de comenzar. El insoportable sonido de la alarma hizo que Sim no tardara demasiado en sentarse sobre la estrecha cama, anhelante por detenerlo. Después de que sus oídos descansaran por un par de segundos, tomó un profundo respiro, colocó los pies descalzos sobre el suelo y echó a andar por la alfombra hacia la puerta. Su vestimenta consistía en una pijama simple, de camisa y pantalón en conjunto, de un tono celeste. Entrar al baño, a pesar de estar implícito en su rutina, le creó un sentimiento extraño. Se vio en el enmarcado espejo de la pared, justo frente a la puerta, y sus orbes grisáceos se colocaron sobre el reflejo de sus labios. Se los acarició con los dedos índice y corazón, tomó otro gran respiró y decidió que ya era momento para darse una ducha. Corrió a un costado la puerta y se deslizó dentro del pequeño rectángulo cubierto de azulejos blancos. —¡Apúrate!, ¡Apúrate!, ¡Apúrate! —Escuchó el joven desde fuera de la ducha. Su hermana pequeña, de cabellos oscuros y ojos similares a los del joven, utilizaba su dulce y aguda voz para apresurarle. Su nombre era Dana, medía un metro y medio, era particularmente delgada y de piel pálida justo como su hermano mayor. En edad rondaba los ocho años, y en actitud los cuatro. Era dulce, como una cucharada de azúcar, como la leche condensada o como los dulces de cereza, tierna como un cachorro e ingenua como solo un niño puede serlo. Si alguien podía llamarse la reencarnación de la Divina Laeda, era ella. Su familia entera la adoraba por ello. —¡Ya voy!, ¡Ya voy! —Sim respondió sin una pizca de exasperación. Es más, escuchar la dulce voz de su hermana le había sacado de el ensimismamiento que llevaba por culpa de Ellie. Se enjuagó, secó y vistió con el "uniforme" del colegio, y uniforme entre comillas, debido a que era tan variable por el poco interés que el pueblo entero le daba a la exactitud del mismo, así que había bastante libertad en cuanto a la vestimenta. Resumiendo, playera celeste (cuando debía ser blanca) y pantalones negros, zapatillas deportivas y los sombríos mechones acomodados para no cubrirle el ojo izquierdo. Le hizo una breve caricia en la cabeza a su hermana, revolviéndole el sedoso y perfumado cabello, como un silencioso "Buenos días". Dana le sonrió, dulce y amplia, mientras se deslizaba en dirección al baño. La puerta se cerró desde dentro una vez la niña entró, y Sim se alejó, guardando silencio para escuchar el quedo y azucarado canto de su hermana, quien era demasiado tímida como para cantar alto o en público. El canto, por cierto, también era parte de su rutina. —Huevos fritos y jugo de naranja —Señaló Gael, un hombre alto, fornido y de cabellos castaños. Tenía los ojos avellana, la mandíbula recta y las manos grandes. Era como si una fina capa de testosterona le envolviera todo el tiempo. Medía casi medio metro más que Dana, y vestía casi siempre de negro, producto de la muerte de su esposa, quien era madre de la niña y Simmon. Pese a su aspecto rudo y a su voz grave, tenía un deje de cariño en la voz, y era siempre amable, cosa que no se podría esperar de un hombre viudo y dolido. Tal vez era por el amor que le tenía a su familia, o tal vez porque le dolía tanto que se forzaba a mantenerse firme. Sea cual sea la razón, su sonrisa cálida y sus gestos animados no revelaban nada al respecto. —Gracias, papá —El pelinegro tomó asiento frente a su plato y jugueteó un poco con sus alimentos. El recuerdo del día anterior le mareaba y le quitaba el apetito. No es que fuera algo precisamente desagradable, pero algo muy desconcertante y confuso. ¿Por qué se había sentido tan acelerado y confuso cuando Ellie le había besado?. Sus labios recordaron la sensación cálida y tersa de la boca de la pelirroja, su mente le trajo devuelta la imagen de sus ojos celestes y sus mejillas ruborizadas. "¿Y bien?" resonó en su mente, mientras las respuestas comenzaban a realizar un desfile en su mente. "Te diré mañana" le había dicho, más seguro de lo que en realidad se sentía. —Te diré mañana... —¿Qué cosa, hermanito? —La voz tersa de Dana rescató a Sim de sus recuerdos. Le miraba, atenta y confusa, con un atisbo de creciente preocupación en los ojos, que se materializaba en una mueca sobre sus rosados labios. Cuando su hermano le regreso la mirada, parpadeó un par de veces y se quedó petrificado. —¿Cuánto tiempo llevas ahí, Dana? —Indagó el joven mientras giraba la cabeza hacia el puesto donde su padre debía, según él, estar. En su lugar, encontró dos recipientes preparados para ser llevados al colegio a forma de almuerzo sobre la mesa, una considerable cantidad de monedas y una lista de compras. Absteniéndose de preguntar de nuevo, comenzó a devorar su desayuno, intercambiando entre la cuchara y el vaso constantemente. ¿Cuánto tiempo había pasado pensando en lo ocurrido con Ellie?. —Cinco minutos... ¡Te vas a atragantar, hermanito!. Apresurados, los dos hermanos salieron de su hogar. No era una construcción muy amplia, tenía el tejado en forma de trapecio, constituido por tejas de barro azules, de un tono muy oscuro, rozando el marino. Las paredes estaban hechas de tablones de madera, perfectamente unidos en una simetría envidiable, recubiertos de pintura celeste. Varios arbustos con bayas se alzaban a los alrededores de la casa, cuidados con esmero por Gael, el suelo recubierto de fresco y verde césped, un par de lámparas que sobresalían de la construcción, un columpio que se unía a una tarima que se extendía desde lo alto del tejado... Y, lo que parecía fascinarle a Dana, un sendero hecho de círculos de piedra, con los que ella jugaba a no pisar las líneas que los separaban. Cruzaron el portón, unido a las vallas blancas de madera que dibujan un perímetro rectangular alrededor de la propiedad. El silencio reinaba en la caminata, a veces interrumpido por el sonido de los zapatos de la juguetona niña de coletas oscuras golpear el adoquinado suelo. —¿Saludarás a Oli´Gari? —Indagó Dana con el tono dulce y juguetón, mientras daba pequeños saltos en vez de caminar. Realmente parecía que nunca dejaría de ser una niña, y tal vez era mejor así. —Olh´Garh, Dana —Le corrijo por enésima vez, con la misma paciencia y tranquilidad con la que siempre lo hacía, y con la misma efectividad a la que ya se había acostumbrado. Era como un chiste local, un sketch que sólo ellos dos conocían. Una corta risa de Dana se hizo presente, incansable de la misma situación, y se apresuró a dar un par de saltos más antes de detenerse y girarse, topándose al largirucho frente a ella. Colocó las manos sobre el borde de su celeste vestido, y se inclinó hacia el frente mientras abría los labios, con una amplia sonrisa dibujada sobre los mismos. —¡Oli´Garicito, hermano! —Exclamó, no lo suficientemente alto como para que todos alrededor escucharan, pero sí lo suficiente para darle firmeza a su respuesta. En realidad su voz nunca había alcanzado un tono serio, ni cuando se enojaba, ni cuando estaba triste, incluso con la muerte de su madre, su voz no podía dejar de ser dulce y amorosa. Sim abrió la boca para protestar, pero una voz ronca le detuvo antes de que pudiera expulsar cualquier sonido. —Deja eso, Liebre, sabes que no pasa nada —La voz provenía de un hombre un par de centímetros más alto que Simmon, de barba frondosa y entrecana. Tenía la cara curtida, el cuerpo ancho y los dedos, apoyados en el portón de su hogar, parecían del tamaño de puros para fumar. El pelirrojo y enmarañado cabello no le cubría la frente, pero era intuitivo, por la cantidad de cabello, que su nuca quedaba oculta. Iba vestido con pieles de animales, cosa bastante resaltante en aquel sitio, pero que no resultaba impresionante a los lugareños, pues se habían acostumbrado a ellos. —Disculpe las molestias, Maestro, buenos días por cierto —Sim sintió su voz temblar un poco e intentó corregirse. Le gustaba verse serio y maduro frente a quien había sido como un segundo padre desde que había cumplido los siete años, y el contraste que generaba la actitud de Dana con lo que él deseaba le incomodaba un poco. —¡Oli!, "¡Holi!" —Saludó Dana, risueña. Se mecía de lado a lado, con la sonrisa de oreja a oreja que le caracterizaba, y las manos recogidas, con el dorso apoyado en la espalda baja. —No son una molestia. Buenos días Simmon, "holi", liebrecita —El hombre rollizo le regresó el saludo a la niña de coletas y le sonrió detrás de la barba. Tenía un acento gracioso, como si tuviera que prolongar siempre la "r", y regularmente se le notaba animado al hablar. Entornó entonces la mirada hacia Sim y señaló hacia el norte, la dirección en la que hace poco ellos estaban caminando —Se les hará tarde, anda, Liebre. —Antes de eso, papá dijo que si quería podía ir a cenar con nosotros hoy, ya sabe, lo de siempre, quiere lucirse —Simmon le sonrió al hombre y, al mismo tiempo que Dana, realizó un gesto de despedida. Sabía que se quedaría en un silencio incómodo, y prefería evitar ese tipo de silencios con Olh´Garh. Nadie sabía de dónde venía exactamente, un buen día de verano había visitado el pueblo, se encariñó con el mismo y un mes después se instaló ahí. La curiosidad inundó a Sim debido a las obvias diferencias culturales que compartía con el extranjero, y decidió visitarlo a diario para obtener información al respecto. Tal vez era culpa de Olh´Garh que Sim fuera adicto al aprendizaje. A los doce años, Simmon comenzó a llamarlo "Maestro". La caminata continuó con el suave tarareo de la niña de las coletas que se agitaban por sus infantiles saltos. Saludaron a un par de personas en el camino, a una anciana que vivía sola llamada June, y que solía contar que su esposo era el Rey, y que podía salvar gente con sólo un zapato. Sus hijos la visitaban una vez cada dos días, y últimamente se le veía animada por la noticia del cercano nacimiento de su primer nieto. También a Ron, un viejo calvo y cascarrabias que había quedado amargado por muchas cosas que habían ocurrido en el pasado. Corría el rumor de que golpeaba a su mujer, la joven y bella Pamel, de curvas pronunciadas, ojos esmeralda y cabello de oro, pero nunca se le había visto llorando o con un solo moretón o marca de maltrato. A Patrick, un niño de la edad de Dana, rollizo y simpático, tenía las mejillas como malvaviscos y parecía estar enamorado de la hermana menor de Sim. Avanzaron entonces hasta el centro del pueblo, conformado por un gran círculo. En el centro del mismo había una estatua de piedra en honor al fundador, Jhon Estabul, siendo deducible que Estabul era el nombre del hogareño lugar. Era un hombre alto y delgado, con barba y bigote muy crecido. Llevaba saco, la diestra sobre el pecho y un libro abierto sobre la izquierda. Su mirada se fijaba hacia el norte, dirección que aún seguían los hermanos. Se desprendían cuatro caminos de la estatua, formando una cruz perfecta, y separando el círculo en cuatro "trozos de pastel", según Dana. El centro estaba lleno de puestos con lonas anunciando los servicios o productos que ofrecían, aunque la mayoría vacíos pues era bastante temprano aún. Casi nadie se paseaba por el centro a esas horas. —¡Hey, ustedes dos! —Gritó Ellie mientras se acercaba a marcha apurada, con una luminosa sonrisa sobre los labios. —Buenos días, Sim, buenos días, Dana —Saludó entusiasta, un poco más enérgica con la niña pequeña. —¡Buenos días, hermana! —Respondió Dana, con un gesto de emoción en el rostro que resultaba simplemente tierno. Extendió las manos hacia las de la pelirroja y las tomó, para después sonreírle de oreja a oreja. Toda su familia adoraba a Dana sería decir poco. Todo el pueblo adoraba a esa niña. "¿Y bien?" Resonó en la mente de Simmon por enésima vez. "Te diré mañana" se escuchó decir a sí mismo en el recuerdo. Recordó lo incómoda que fue la caminata de regreso, y el molesto silencio que se había apoderado de la situación. —Cuñada —Le soltó Sim a Dana, casi en un tono de reproche.—No es tu hermana, es tu cuñada —Le corrigió con voz neutra y miró hacia el frente. Sabía que tenía el rostro envuelto en llamas, y no le costaba imaginarse a su hermana boquiabierta ante tal declaración. "¿Y bien?"... "Te diré mañana". —Eres mi familia —Recitó Sim, intentando parecer calmado y serio. Pero sentía que su voz temblaba, y el rubor había conquistado su rostro entero. Esto evitaba que mirara a Ellie al hablar, pero era obvio que se dirigía a ella.—Pero los matrimonios también son familia, ¿Me equivoco?.
Puedo derretirme en miel ahora mismo, en serio. Creo, en lo personal, que son unas de las mejores parejas que has creado, aunque claro, también porque Sim y Ellie están cargados de valor sentimental para mí. Cielos, como Simmon ha respondido a su "¿Y bien?", me encantó, hace que mi lado más romántico y tierno explote de alegría y satisfacción. Todo, sublime, es cómodo y fluido al leerlo, y todo está bien narrado y descrito, no siento que lea las mismas acciones con palabras diferentes. Es muy pasteloso, con tu propio toque a lo Rothfuss, sencillamente, me encanta. Sigue así, serás alguien muy grande con éste talento tuyo. Creo que sólo me percaté de un par de tildes mal acomodadas, pero nada más, todo está perfecto. Espero con ansias el siguiente capítulo♡♡♡.
Ay, gracias ;///; A veces se me va y no pongo bien las tildes (Ya no puedo jactarme de mi ortografía perfecta:v ). Me alegra muchísimo que por lo menos a una persona le haya gustado uwu <3 <3 <3 Aún no comienzo con la fantasía, que creo será lo más interesante y enganchante de la historia (aparecerá como hasta el capítluo 4). ¡Probablemente para mañana tenga otro capítulo! nwn <3