Ciudad Acuarela

Mimi Honda

Y entonces, como venido de la nada, sentí como Brendan tomaba mi mano. Aquello me tomó tan desprevenida que no pude reaccionar. ¿Q-qué demonios? Lo miré con una expresión entre extrañada y confusa, el ceño ligeramente fruncido y las mejillas enrojecidas por la vergüenza. ¿Qué trataba de...? ¿En qué momento le había permitido tomarse tales libertades? ¡Mis manos eran sagradas! Reservadas para pretendientes de las más altas esferas, no para plebeyos sin clase. Pero los plebeyos no parecían entender los formalismos; y entonces, sin razón aparente, Brendan la besó.

—¿¡Eh?!— casi chillé, apartando la mano de un brusco tirón. Mi ceño fruncido tembló ligeramente, incrédulo— ¿q-qué crees que estás—? ¡Wah!

No pude continuar hablando porque me abrazó. ¡Me abrazó! ¡Me estaba abrazando! En un principio permanecí muda, porque mi cerebro era incapaz de procesar tamaña osadía. Mi boca entreabierta de la sorpresa, mis ojos abiertos al máximo y todo en mí demostraba asombro y estupefacción. Esto no... esto era... ¡Yo era Mimiko Honda, no iba a tolerar un comportamiento tan inapropiado de un desconocido! Cuando finalmente me soltó, mirándome a los ojos, toda mi sorpresa fue sustituida por un repentino enojo. Fuego es lo que sentí en las venas. Ni siquiera había dejado que Alpha tomase mi mano, ¿cómo pensaba que iba a dejarle a él hacer algo así? ¿Había perdido la cabeza?

— H-hacer algo como eso...— gruñí una vez se disculpó, apretando los puños con tanta fuerza que los nudillos se me pudieron blancos—. Im... imperdonable... Apenas nos conocemos y te atreves a tomarte tantas libertades. ¡¿Cómo osas siquiera...?!
Un simple movimiento de mi pierna bastó para hacerle caer al suelo.
>> Escúchame bien, cretino— le dije desde mi posición, ceñuda—. Si vuelves a ponerme las manos encima te mataré, ¿me oyes?

 

Frío como el clima de afuera fue el sudor que recorrió mi frente al ver la cara de enojo de Mimi, sin duda alguna sabía que terminaría mal y así fue.

En una acción rápida de la rubia termine en el suelo, Plusle hábilmente había saltado de mi hombro en el momento en el que toque suelo, recibí una amenaza de muerte a causa de la acción estúpida que había realizado, de cierta forma me lo había ganado, broma o verdad no era momento para hacer algo de esa magnitud.

Sólo me incorpore, baje la cabeza y me retire del lugar, sin más, ninguna palabra, ninguna respuesta, nada... Sólo me retire y Plusle me siguió por detrás, Al salir de la pizzería ya era algo tarde, el cielo estaba despejado pero seguía el clima frio, saque de su descanso a Flygon y subi a su espalda, Plusle subió a mi hombro con una mirada bastante preocupada.

—Todo esta bien si? Sólo fue un error... Un grave error... Sólo... Vámonos— exclame serio y con un toque de tristeza, por un momento las comisuras de mis labios y mis mejillas ya no dolían, se habían relajado, desde hace cuanto no paraba de sonreir?

Quiza era sólo la excusa perfecta para no extrañar mi hogar, mi familia, nunca fui de las personas que viven apegadas a las cosas o a las personas pero en este momento sentía la soledad de una forma en la que no la había experimentado, quizá esa patada que me derribó me hizo abrir los ojos para darme cuenta que había muchas cosas que no estaba haciendo bien.

Flygon sólo aleteo fuerte y emprendió vuelo con dirección a la casa del Árbol.

 

Pasó algo de tiempo antes de que Golbat y yo llegaramos por fin a Ciudad Acuarela. Tuve que guardarlo en la ball, ya que parecía agotado. Ahora estaba atascado en esta ciudad por un bueeen rato, quizás hasta sería buena idea ir a alquilar una habitación luego de recoger a mi pokémon.

Mi pokémon, porque solo uno estaba de regreso, a pesar de estar seguro de haber mandado tres abajo. ¿Acaso...?

No, no era posible. Pero saqué a Chatot de su ball por si acaso, para que me sirviera de traductor.

Me dirigí entonces a el pequeño agujero donde unas semanas antes, casi mes y medio, había dejado a mis pokémon. Y allí, pese a lo que había dicho el pokereloj, se podían ver no uno, sino dos pokémon.

El primero, Dratini, saltó sobre mí y se enrolló en mi brazó, deslizandose hasta mi cabeza, donde se acurrucó. Le acaricié la cabeza antes de preguntarle como estaba y que había pasado.

Dratini respondió en su extraño idioma, y por suerte Hiko no necesito mis ordenes para empezar a traducir.

—Dice que te extrañaba. ¡Que criatura más adorable!

Carraspeé, mientras acariciaba a Dratini, y Hiko decidió ir al grano.

—Magby y Shellos están bien, pero decidieron quedarse abajo. Quieren seguir entrenando, al parecer. Así que siguiendo su ejemplo, otros dos pokémon de su grupo quisieron quedarse. Solo este otro decidió acompañarla.

Y fue entonces que me fijé en el otro pokémon, que se había quedado alejado, algo tímido. Su cuerpo era color café claro, con un extraño pelaje color crema que cubría su cara. Me miró con curiosidad, y decidí ponerme de cuclillas para saludarle. El pequeño Lillipup ladró un par de veces, y se sentó con orgullo.

Miré a Hiko.—¿Que dijo?—pregunté, confundido.

Hiko respondió. Y me dí cuenta de que, de todas formas, aún me quedaba algunas cosas por hacer aquí.

Porque había visto por el lugar a cierta chica mientras llegaba a esta zona, porque rayos, una pizzería era inevitable de visitar. Y según lo que había dicho el cachorro, esa chica era su entrenadora. Y debía llevarlo con ella.

 

Mimi Honda

Brendan parecía... dolido. No dolido físicamente, pero sí... triste. Por un breve instante mi expresión pasó del enojo a la confusión y mis facciones se suavizaron. ¿Eh? R-realmente no creía haber hecho mal, había actuado por puro instinto. No era como si fuese el momento para estar haciendo aquella clase de cosas. ¡No era el momento para tomarse tantas confianzas cuando apenas sí habíamos cruzado dos palabras!

Demonios.

Suspiré. En el momento que estaba por abrir la boca y comunicarle a Emily que quizás deberíamos marcharnos ya, un enérgico ladrido, como una trompetilla afónica, me hizo posar la mirada en mis pies. Allí, con las pequeñas patas apoyadas sobre mis bailarinas negras había un pequeño pokémon que más bien parecía una bola de pelos. Tenía unos ojos grandes y expresivos y una cola pequeña que movía con entusiasmo, feliz por algo que hasta último momento no pude comprender.

—¿Eh?— musité, inclinándome para tomarlo en mis brazos—. ¿C-Chiot?

El Lillipup ladró.

¿Qué estaba haciendo Chiot aquí? No recordaba haber visto como se abría su pokéball... De hecho, no recordaba haberlo visto en lo absoluto. Acaso... Acaso, ¿había estado desaparecido todo el tiempo y yo ni lo había notado? Oh, por Arceus... ¡que horror de entrenadora!

 

Habíamos comenzado la caminata hacia la pizzería, mientras Dratini y Lillipup nos contaban de sus aventuras en las grutas. El pequeño cachorro tenía en su hocico un extraño objeto, una piedra aplastada con algunas marcas grabadas, y Hiko me explicó que al parecer era un "Panchako". Al parecer, Lillipup quería mostrarle su tesoro a su entrenadora.

En cuanto llegamos a la pizzería, Lillipup reconoció el olor de su entrenadora y se bajó de mis brazos, para posteriormente salir corriendo hacia el local. Lo seguimos, ya que no quería que se metiera en problemas o algo por el estilo.

Le abrí la puerta, y el cachorro corrió y ladró hasta quedar en brazos de su entrenadora, quien lo miraba perpleja. Me pareció entonces buen momento para acercarme.

Lillipup debía de necesitar un buen corte, pues tenía mucho mas pelaje que otro de su especie. Aunque ese pelo extra lo hacía verse mas adorable.

—Eh...Mimi, ¿cierto?—saludé. Dratini se enroscó en mi brazo para ver mejor, y Hiko hizo su tipíco saludo "¡Hola, humanos!".

>>Este pequeño estuvo de viaje con mi Dratini y otros pokémon, pero al parecer estan de vacaciones—expliqué, señalando a Chiot—y justamente este Lillipup dice llamarse 'Chiot Honda, Sanador Oficial del Team Platino'—Chiot ladró, quizas agradeciendo de que le tradujera a su entrenadora el nombre que me había dicho—y...no entiendo bien lo ultimo, pero supongo que si tiene tu apellido es porque es tuyo—acabé.—Así que...pues eso, aquí te lo traigo. Mi nombre es Drake—terminé por presentarme.

 

Mimi Honda

Y como si me hubiera leído la mente, en el local se personificó la respuesta a mis preguntas. Un chico extraño, desgarbado y ojeroso que tenía un Dratini y en el brazo a modo de pulsera y un Chatot en su hombro. Era enfermizamente pálido, con unos ojos grandes y vacíos. Y, aunque mi corazón se sintió reconfortado por la presencia de un pokémon de mi región como era Chatot, no podía sentirme tranquila teniendo a un tipo tan sospechoso enfrente de mí. ¿De dónde había salido? ¿Y qué hacía un tipo como ese con mi pokémon?

Cuando cuestionó mi nombre sentí un súbito pinchazo de sospecha. Chiot desaparecido todo este tiempo, y ahora aparecía de la nada con un tipo con un pésimo sentido de la moda. Ese Dratini en el brazo era moda, ¿cierto?

Mi expresión se ensombreció ligeramente.

—Mimiko Honda— afirmé con serenidad, incorporándome poco después. Sostuve firmemente a Chiot entre mis brazos—. ¿Tú eres el tipo raro que combatía con Lucas en el edificio extraño, me equivoco? Da igual si dices que mi pokémon se fue de vacaciones con los tuyos, una excusa tan patética como esa no se sostiene. ¿Pretendes que me trague que Chiot se fue de viaje por su cuenta a Arceus sabe dónde? ¡Tendrás que esforzarte más si quieres que te crea, ladrón!

Finalicé, señalándole con un incrimitatorio dedo índice.

 

Y de un momento a otro, pasé de querer hacer una buena obra devolviendole un pokémon a su entrenadora, a ser catalogado como un "ladrón". Santo Arceus, ultima vez que hacía un recado a esta chica.

—¿Ladrón? ¡Esa es una acusación muy grave, Señorita Honda!—le recriminó Hiko, ofendido.

Dratini, igual de ofendida, se deslizó hasta mi hombro izquierdo, mirando ceñuda a la entrenadora de Chiot.

Yo solo suspiré, exasperado. ¿Porque estas cosas me pasaban a mi cuando se trataba de Mimiko Honda?

—¿Quieres pruebas? Puedes preguntarle a Hiko—dije, y Chatot asintió—es un buen traductor, y desde que lo conocí parece estar aferrado al vocabulario de la RAG, Real Academia Galeiana, así como parece tener un fuerte sentido de la justicia. No creo que apoyaría nunca a un ladrón.

Hiko alzó la cabeza con auto-orgullo.

>>O también podrías prestarle atención al objeto que Chiot lleva todo este tiempo tratando de mostrarte, mientras me acusas—sugerí, con una sonrisa—según Hiko, Chiot ha traido esa extraña moneda desde las profundidades del Lago Helado, luchando contra Comerciantes Estafadores y Ladrones Pancham para traertela. No me parece justo que lo ignores de esa forma solo para acusar de ladrón a alguien en quien no confías.

No estaba seguro de cual sería su reacción, pero preferí usar las pruebas que tenía, en vez de solo explicarle que yo no era nada de eso como haría otro. Y si algo de lo que le había dicho le ofendía...bueno, a mi me había ofendido que me tratara de ladrón.

 

Mimi Honda

—¡Tsk!

Mientras Drake tiraba por la borda mi acusación, Chiot saltó de mis brazos y se posicionó entre ambos, como si pretendiese detener una posible discusión. En su hocico, efectivamente, portaba un objeto en el que no había reparado hasta entonces. ¿Podría... estar diciendo la verdad? Seguía sonando completamente absurdo, pero no perdía nada por comprobar la veracidad de su historia.

>> L-le prestaré atención al objeto porque quiero, no porque tú me lo hayas dicho, ¿bien?— solté de pronto con un tono de puro orgullo y las mejillas enrojecidas, inclinándome de nuevo—. ¿Me dejas ver eso, Chiot?

El pokémon se acercó alegremente, dejando sobre mi mano una extraña piedra o... moneda con una extraña inscripción desconocida. Lillipup estaba sonriendo con orgullo, sentando delante de mí. Parecía feliz de haber cumplido con su misión de hacerme entrega de aquello. Trayéndolo de las profundidades del lago helado, luchando contra comerciantes y estafadores Pancham... Eso me recordaba que hace algún tiempo Alpha había mencionado algo sobre unas grutas secretas bajo el suelo de Acuarela.

¿Podría ser que... sólo había hecho el ridículo?

Me incorporé de nuevo después de acariciar la cabeza de Chiot con una sonrisa orgullosa. ''Siento no haberte prestado atención, pequeño. Haz hecho un buen trabajo''.

—Supongo que no tengo más remedio que creerte, ¿no?— le dije al entrenador, suspirando. Desvié la mirada con pudor—. L-lamento haberte acusado sin pruebas, supongo que debería pensar antes de abrir la boca.

 

Contenido oculto

¡Logro desbloqueado! ¡Hacer que Mimiko Honda aprenda a no actuar impulsivamente! Ganas...nada, porque @GalladeLucario no ha estipulado nada sobre estos logros (?

Y gracias a Chiot, mi inocencia dejó de ser puesta a prueba. Mil gracias, bolita de pelo con patas.

—Te perdono—le dije a la chica Honda, sin mas dilaciones. Y entonces pasaron un par de cosas.

Chiot pareció acordarse de algo, y comenzó a ladrar sin control. Hiko frunció el ceño, confuso, mientras escuchaba el largo discurso del pequeño cachorro. Luego tradujo:

—Un Comerciante Pancham les dijo algo acerca del mundo exterior. Dijo algo de ir a un piso exacto en la "Torre de Dragonites" y que tendría que llevar allí un orbe en específico. No se acuerda del todo de la conversación...

Dratini añadió algo más a la conversación, lo que ella suponía que era, "Orbe Blanco" y "Orbe Negro". Segun Hiko, Dratini se acordó de dichos orbes mientras luchaba contra un dragón helado.

Demasiada información que yo no entendía. Quizas Mimi podría darle mejor uso a esa información.

Y luego, mi telefono vibró. Un mensaje, al parecer. En el se me informaba que se había añadido a mi cuenta una gran cantidad de dinero, un cinco con muchos ceros. Hice una mueca de disgusto. Por supuesto, ya era fin de mes, era normal que se hiciera otro deposito.

Por segunda vez en el día, mi dignidad había sido puesta a prueba. Primero se me había llamado ladrón, y ahora mi padrastro creía que podía ponerme de su lado con dinero.

Si quería comprarme, iba a descubrir que yo era un chico muy caro.

—Disculpa—le dije a la chica Honda antes de pasar por su lado, y dirigirme a la barra. Me dirigí entonces a la cajera—Me gustaría comprarle una pizza tamaño familiar a cada persona en este lugar, usted incluída—pedí. Su cara fue de increíble sorpresa, pero luego alzó una ceja.

—¿Tiene con que pagar?

Asentí, y sin sentir ningún remordimiento, le pasé mi tarjeta Galeia Express. Una vez la compra fue hecha, revisé mi movil para saber el gasto total.

Solamente fue un gasto de cinco dígitos, ya que en el local solo habían unas quince personas. Aun quedaban muchos números en el saldo total. Si quería hacer un verdadero gasto...

Quizás era hora de instalarme en algún lugar de Gaelia. Y justamente en Ciudad Acuarela, ¿porque no? Las casas de esta ciudad parecían ser genialmente caras.

 

Mimi Honda

Drake aceptó mis improvisadas disculpas segundos antes de que Chiot empezase a ladrar con fervor. Estaba por pedirle que guardase silencio cuando el Chatot que descansaba sobre el hombro del entrenador empezó a hablar. Ni corto ni perezoso, tradujo los escandalosos ladrido de Lillipup.

—¿Torre de Dragonites?— solté poco después, perpleja—. ¿Orbes blanco y negro? ¿Ah?

¿Qué significaba? ¿Acaso era alguna especie de acertijo? ¿Y qué era eso de Torre de Dragonites? Nunca había oído de un lugar así... ¿quería decir la ''Torre de Dragones'', tal vez? Y en cuanto a los orbes... ¡Ugh, que complicado! ¡Era muy tarde y tenía el estómago demasiado vacío para pensar! Me llevé las manos a la cabeza, hecha un absoluto lío. Las deducciones no era algo que se me diese demasiado bien... ¡Y ni siquiera era la primera vez que tenía que adivinar cosas!

>> No entiendo nada...— musité.

—Según una vieja leyenda de Teselia— escuché entonces la ''voz'' de Dex, tan fría e impersonal como siempre—, dos príncipes mellizos compartían un poderoso dragón. Sin embargo, no podían decidir si perseguir la verdad o los ideales, por lo que el dragón se dividió en Reshiram y Zekrom y cada uno siguió a uno de los hermanos. Tras una intensa guerra que acarreó la destrucción de Teselia, los dragones desaparecieron. Antes de ello, sin embargo, Zekrom y Reshiram se transformaron en el Orbe oscuro y el Orbe claro respectivamente. Zekrom esperando que aparezca un héroe que defienda con tesón los ideales y los sueños y Reshiram esperando un héroe justo y sincero.

—¿Reshiram y Zekrom?— pregunté pues, frunciendo el sueño en confusión—. Esos son... ¿pokémon legendarios, cierto?

—Guardianes de la verdad y los sueños, respectivamente— confirmó Dex.

Mi corazón se aceleró.

—¡Kyaaah~!— chillé—. Pero eso... ¡eso es increíble! ¡Eres genial, Chiot! ¡No se podía esperar menos de un Honda!
exclamé jubilosa, volviéndome para mirar a mi pequeño pokémon con orgullo.

Él tan sólo sonrió.

 

Mientras esperaba las pizzas, no pude evitar escuchar la charla que Mimi tuvo con su...¿Pokedex? Supongo que en el mundo de los lujos no habían limites.

Jum, la Torre de Dragonites, que quizas sería la misma Torre de Dragones que yo había visitado alguna vez, y los orbes...¿Quien tendría esos orbes? Sin duda, esa información era para ellos.

Por fin, las pizzas estuvieron listas. Y aprovechando que nadie se había ido, empecé a repartirlas.

Como imaginaba, no todo el mundo estaba alegre al respecto. Obtuve agradecimientos, palmadas en la espalda, o simples miradas perplejas, pero al menos tres personas no quisieron quedarse con la pizza, por lo que tuve que quedarmelas. Por suerte, las había pedido en su respectiva caja para llevar.

Le pasé una a la chica Honda, quien alzó una ceja al parecer sin poder evitarlo. Pasé rápidamente otra a su amiga, y decidí que era hora de marcharme, pero no sin despedirme de Mimi.

—Es probable que las vacaciones de Lillipup y Dratini acaben en unas semanas, quien sabe—le comenté—cuando notes que Chiot se la pasa saliendo de su pokeball, debe significar que esta preocupado porque es hora de volver a las grutas.

Y con esa información dada, y con al menos cuatro cajas de pizza en los brazos, salí de la pizzería.

 

Mimi Honda

—Sí, sí, como sea...— fue todo lo que respondí cuando Drake comentó que las vacaciones de las grutas tenían los días contados. Sosteniendo la caja de pizza entre mi brazo y mi hombro, la abrí ligeramente para entrever su contenido. Mi expresión pasó de la curiosidad al asco.

>> Pimiento...— musité, palideciendo ligeramente—. ¿q-quién le pone pimiento a una pizza? Que asco...
La cerré enseguida y la dejé sobre una mesa cercana. No me gustaba nada, absolutamente nada el pimiento... De hecho, había llegado a despedir cocineros de la mansión sólo por emplearlo en sus platos. Agradecía el gesto de Drake... pero no, gracias. Había formas menos dolorosas de morir.

Regresé a la mesa junto a Emily y me senté con pesadez, como si no hubiese pasado nada. La pizza que había dejado abandonada en mi plato debía estar ya fría y aunque tenía hambre, sólo de recordar el ''obsequio'' de Drake el estómago se me cerraba. Mi mayor problema ahora era el cansancio. No era una niña, pero no podía aguantar toda la noche despierta. Y era casi madrugada... ¿es que no cerraban este sitio?

—Emily— empecé poco después, recordando las palabras de Dex—. ¿Tú que opinas de los orbes? Debe ser increíble ser la entrenadora de un pokémon legendario... ¿Imaginas el prestigio y la fama que te daría algo así? ¡Incluso podría competir con Alpha y su Rayquaza!
>> Si tan sólo... volviese a dirigirme la palabra...

Finalicé con un tono apenas audible, apoyando la cabeza sobre la mesa. ¿Hasta cuando iba a seguir evitándome de este modo? Diablos, ¿no había sido ya suficiente?

 

Mimi Honda

—Frío...—solté con tono quejumbroso nada más poner un pie fuera de la pizzería. La temperatura era tan baja y húmeda que mi aliento formaba nubes de vaho. Emily tenía razón, era hora de dormir de una vez por todas, mi cuerpo lo agradecería. Me abracé a mí misma buscando algo de calor, y caminé un pequeño trecho hasta alcanzar a la entrenadora.

Mi mente, por otro lado, era un hervidero de pensamientos. ¿Por qué había tenido que acordarme de Alpha en un momento así? ¿De verdad creía haber dejado de acordarme de él en algún momento? ¡Que tonta había sido! Al principio era... como una especie de reto. Si él me ignoraba yo haría lo mismo, podría seguir sola... podría con ello porque era Mimiko Honda después de todo. ¿Pero por qué era más y más difícil cada día? Parecía como si una parte de mí se negase a dejarle ir, como si se resistiese a olvidar los momentos vividos. Ya no éramos compañeros de viaje, él lo había dejado muy claro. Y tampoco era como si hubiésemos sido amigos alguna vez. Yo había aceptado eso, ¿entonces por qué? ¿Por qué en el fondo dolía tanto?

—Emily— murmuré con un tono apenas audible, deteniendo mis pasos antes de alcanzarla.— E-esto... Ahm...

Ella tenía experiencia con todo eso, ¿verdad? Si ese sentimiento era el que creía, estaba segura que Emily me ayudaría a desentrañarlo. Aún si era tan vergonzoso para mí. Mis mejillas enrojecieron visiblemente y los latidos de mi corazón se aceleraron tanto que sentí que incluso ella podría oírlos. Resultaba patético y absurdo, pero realmente... hablar y pensar en aquellas cosas me desequilibraba por completo, era algo superior a mis fuerzas. Tratando de no titubear, descendí la mirada hacia mi regazo, donde mis manos jugaban de forma nerviosa con mis dedos.

>> ¿P-puedo hacerte una pregunta?

 

Pasado un buen rato, ya estábamos sobrevolando el cielo de Ciudad Acuarela, sentimos una temperatura mas baja, hacia algo de frío, pero sin dudas el clima estaba fresco, perfecto, así que le pedí a Aerodactyl que descendiera sobre un claro despejado, y lo hizo, así que no me tomó mucho tiempo bajarme tras que este aterrizara

—Muchas gracias Aerodactyl —le agradecí al volador prehistórico, para luego regresarlo a su respectivo esférico—

Después de liberar a Blastoise en su lugar para que me acompañara, me puse a caminar con el tortugón siguiéndome, con pasos algo apurados, pero patosos y torpes, como si se @fuera a caer en cualquier momento, me hacia recordar a cuando era un mero Squirtle

—Ten cuidado y si te caes por favor que no sea encima mío —me reí un poco, debido a su imponente tamaño y peso podría dejarme como una pegatina, así que luego tomé unos pasos mas adelante por si acaso—

Luego empecé a mirar a mis alrededores genuinamente emocionado por la ciudad, pues no la visitaba mucho, y según el reloj debería estar anocheciendo, aunque era un poco temprano, luego me puse un suéter pues el frío empezaba a hacerse mas latente

—Brr... Hace mas frío —me metí las manos a los bolsillos y seguí caminando—

Y como no, con el patoso y grandullón Blastoise a mis espaldas, solo esperaba que no las pagara conmigo usando sus cañones

 

Mimi Honda

—Hum.

Asentí ante su consentimiento sin una palabra.

Bien, ¿y ahora qué? ¿Cómo se suponía que iba a preguntarle algo como eso? Hablarle directamente de Alpha y de mis sentimientos (fueran los que fuesen estos) estaba por completo fuera de cuestión... Quería ser sincera, pero me costaba muchísimo en una situación así. Por si eso no fuera suficiente, como consecuencia de mi inseguridad el silencio se apoderó del ambiente durante segundos eternos.

¿Qué debería decir? ¿Y cómo? Que Emily me mirase con esa expresión curiosa no ayudaba en lo absoluto a disipar los nervios. Dejé de jugar con mis dedos sobre mi regazo y me concentré en buscar un modo simple de proceder.

—¿Dante... es tu novio, verdad?— pregunté, pero me arrepentí enseguida de mis palabras— ¡Agh, no... no era eso lo que quería preguntar! Yo... quería... quería saber... ¿cómo supiste que te gustaba Dante? Es decir... ¿de qué manera te diste cuenta de lo que sentías? ¿Fue por algo que te dijo? ¿Lo descubriste tú misma? Es...
>>Es curiosidad científica, nada más—finalicé, sacudiendo las manos con nerviosismo—. ¡Sólo... simple e inocente curiosidad científica!

 

Metí mis manos en los bolsillos mientras seguía caminando los alrededores de la ciudad, mirando las vitrinas de tiendas ocasionales que se cruzaban en mi camino, normalmente vendían artículos para entrenadores y todo eso, echaba una ocasional mirada que otra, pero nada que llamara mi atención definitiva

Blastoise caminaba detrás mío, lograba escuchar sus pasos, gracias a su caminar apurado y por ende, torpe, casi trotando, definitivamente era un compañero fiel y confiable, a pesar de no estar al nivel de la mayoría, me sentía orgulloso de tenerlo como inicial, y de haberlo criado desde el inicio, aunque yo era el que me sentía algo extraño, por que de alguna que otra manera, se sentía como haber criado a un hijo, y por ende me sentía viejo

—Bla bla bla, no debo pensar tonterías, no soy viejo ni tengo hijos —me reí un poco, mientras seguía mi paso, Blastoise se rió un poco y me siguió como de costumbre— Aunque bueno, criarlos a ustedes es parecido a criar niños... Solo que menos... ¿Malcriados o algo? Bueno, soy hermano mayor así que mas o menos se con lo que hay que lidiar

Pero al cabo de un rato, escuché que se detuvo, para luego voltearme y verlo que señalaba la entrada del Centro Pokémon, estaba tan distraído que ni siquiera lo había notado, luego sonreí un poco y le agradecí que estuviera pendiente, para luego regresarlo a su Poké Ball y entrar al establecimiento

Después de recibir las llaves de mi habitación de manos de la Enfermera Joy, agradecí amablemente y me dirigí a la cafetería, donde tras ordenar unos emparedados y una gaseosa mediana, me senté en una mesa para dos, para luego empezar a comer, con algo de voracidad, tenía hambre y no había almorzado...

Después de comer un almuerzo improvisado y bebido el refresco, al ser platos y vaso desechables, dejé los desperdicios en el cubo de basura y me volví a sentar en la mesa de antes, para luego mirar la silla de enfrente, vacía, si, vacía, normalmente no podía lidiar con el hecho de estar solo, pero decidí no darle importancia, pero no, había un pensamiento y una duda que rondaba mi mente, casi atormentándome, no tenia noticias de mis amigos, ni conocidos, tampoco he ido a casa, pero sobre todo, de una chica que no iba a negar que era muy cercano, así que decidí ir al baño a lavarme la cara y por lo menos espabilar un poco, y tras salir, también lo hice del centro para sentarme en una banca en la plaza frente al establecimiento

—No se... ¿Necesito un amigo?