No quería vivir con la culpa.

Dieciocho años de mi vida viví para terminar donde estoy. La vida te pone palos en la rueda muy a menudo, a veces son fáciles de evadir o superar y otros son muy difíciles de afrontar; lo qué es la ironía de la vida, en un momento estás feliz y al otro tenes a toda tu familia llorando por ti. Mi madre, mi padre y mis hermanos me preguntaba el porqué de lo que hice, qué me impulsó a hacerlo, yo no podía responder; no es que no quisiera, sino el simple hecho de que no entenderían. ¿Para qué me explicaría?
Hace ya seis meces que estoy en una camilla de hospital, y yo no sé qué puedo hacer... lo que hice... me costó la mitad de mi cuerpo, estaba paralizado de mi lado izquierdo. ¡¿Saben lo qué se siente ser un inservible?! (en parte) Es horrible no poder moverse por cuanta propia.

Por ahí yo estaba destinado a intervenir en ese suceso ese día. Por ahí mi destino estaba escrito, o simplemente yo hice mi destino y decidí intervenir por cuenta propia. Todas las noches lloro, pero no ese llanto desconsolado, sino solo derramo lágrimas, y no por el hecho de arrepentirme por haber intervenido, por el simple hecho de quedar en éste estado.

La verdad es qué... hace seis meces atrás, cuando estaba por cruzar la calle, estaba esperando que pasara el auto que venía por mi izquierda, enfrente mío tenía un bus descendiendo pasajeros. El auto que venía, venía un poco rápido para esa carretera. Seguramente esa chica de aparentemente diecisiete años de edad había bajado del colectivo, aún recuerdo cómo vestía; tenía unas botas como de invierno de color marrón, un janes azules pegado al cuerpo, al igual que una musculosa blanca floreada que resaltaban su hermoso cuerpo, tenía una coleta de caballo alta y la mitad para abajo estaba tenida de rubia, y también un flequillo que cubría su frente.
Pero por desgracia, tenía puesto unos auriculares e iba con el celular en la mano, pasó por la parte trasera del colectivo, justo enfrente mio... Yo miré al auto que venía de mi izquierda y la miré a ella, por alguna razón estaba despistada. Miré con una cara de horror, miedo y confusión por lo que le podría llegar a suceder a la chica. Pero nunca pensé en lo qué podía sucederme a mí. Así que salté, me tiré de costado a la altura del parabrisas del auto y extendí mi mano derecha para empujarla y hacerla retroceder... y así lo hice (ella se salvó); vi pasar toda mi vida en un segundo, llegué a recordar cosas que no recordaba o sabía que alguna vez habían pasado. Y luego el auto impactó contra mí; golpeando mi parte izquierda del cuerpo, largué un grito ahogado de dolor, en el momento me hizo volar dos o tres metros para arriba, caí y me golpeé la cabeza.

Por consecuente desperté en un hospital, los primero a los que vi fueron a mis padres, obviamente después del doctor... lloraron por mí, me preguntaban por qué lo había hecho, qué me impulsó hacerlo.
Yo no entendía qué pasaba, no sabía por qué estaba en un hospital. Pero luego los recuerdos llegaron en frenesí, me acordé de todo. Pero por alguna razón no podía mover mi parte izquierda de mi cuerpo.

—¡¿Qué me pasa, por qué no puedo moverme?!, ¡no siento una parte de mi cuerpo! —hablé con desesperación, mientras derramaba lágrimas sin llanto y tragaba grueso.
—El golpe fue muy fuerte, y no sabemos cuando volverás a sentirlo y mucho menos utilizarlo —me habló el doctor, y cuando lo hizo mi corazón empezó a latir muy rápido, del miedo, de la desesperación, de pensar que no podía hacer las cosas que hacía antes. No podía mover ni mi brazo y pierna izquierda.
—Lo siento... —escuché una voz muy linda y encantadora de una chica que entró a la sala en donde me encontraba, era la chica a la cuál había salvado de, probablemente, una muerte segura. No obstante la miré y vi que sus ojos estaban cristalinos. Los doctores y mis padres nos dejaron solos. Me limpié un poco las lágrimas y luego hablé sinceramente y con una sonrisa.
—Me alegro de que estés bien.
—Enserio... yo... lo siento. No era mi intención que terminaras así —me habló para luego empezar a llorar, mientras se cubría los ojos. En verdad ella lo lamentaba—. Gracias por salvarme. Nunca antes... habían arriesgado su vida de esa manera por mí. Gracias. ¿Pero... por qué lo hiciste? —me preguntó.
—Solo... vi la oportunidad de ayudar a alguien.
—Arriesgarte por alguien por el que no conoces, no lo hace cualquiera —ya había parado de llorar.
—Seré un caso especial, yo no entro en ese cualquiera. ¿Cómo te llamas? —pregunté tratando de no pensar en mi estado.
—Nicol, me llamo Nicol. ¿Y tú?
—Me llamo Nahuel —contesté con una sonrisa y luego dije—; tu nombre es tan bonito como tú —aún estando en éste estado y hasta hace cinco minutos estaba llorando, pero aún no perdía mi toque para hacer sonrojar a una chica.


Luego de eso habían pasado seis meses y ella venía diariamente una hora, me traía comida, cosas dulces, hasta me trajo una laptot para ver algunos vídeos y reírnos. Mis padres obviamente también venían, pero, me agradaba más la compañía de aquella chica, nos hicimos muy bueno amigos.

Muchos dirán; "le salvó la vida porque se enamoró". A decir verdad, yo podía haberlo hecho por cualquiera, eso de salvar la vida de alguien. En aquél momento, si no lo hubiera hecho y algo le pasaba, me hubiese sentido culpable y yo no quería vivir con la culpa.

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Bien, dejé un final abierto al publico para que después su mentes hagan lo que quieran. Básicamente, el tipo no quería vivir con la culpa, así que no le busquen el pelo al huevo.