Ciudad Acuarela

—Yo creo que... fue Mark el que los tomó, en su diario menciona descubrir "lo que le pasó" a su Togepi, y estoy muy seguro de que el tal Pi, era uno de esos pokemon especiales, él descubrió tales papeles— Surgí y di mi firme sospecha.

 

Mimi Honda

Mi expresión se contrajo en una mueca confusa. Algo no terminaba de encajar...

—A ver... Según me comentó Pam, Pi conocía metrónomo, un movimiento que sería interesante para cualquier ladrón—empecé con un tono neutro—. En su diario, Mark menciona que descubrió los documentos sobre su muerte en la casa de su pareja, que toda la verdad había estado frente a sus ojos, en su propio barrio. Si encontraron los documentos en la casa de Henry, ¿eso significa que su pareja era él?

Parpadeé un par de veces, como si no diera crédito a mis propias palabras. Crucé los brazos y mi expresión se endureció.

>> Henry asesinó a Mark porque había descubierto que ocurrió con Pi y después montó todo este rollo de las amenazas a Lady Morgan para eliminar a la única persona que podía relacionarle con el crimen... ¿Cierto?

 

—... sí, creo que todo es tal y como decís. Pero necesitamos esos documentos para terminar con este caso de una vez —murmuró Farrow.

Esta es la prueba final. En casa de Mark, en su dormitorio, había una pequeña caja fuerte que necesitaba de una llave para abrirse. Estoy seguro de que dentro de ésta están los documentos sobre Pi. Mark los guardó... guardó aquello que demostraría que Henry tuvo algo que ver con la muerte. Guardó la llave de una prueba extremadamente importante para él en algún sitio... la llave final de este caso.

>> Decidme, para zanjar todo esto se una vez por todas. La última prueba. ¿Dónde está la llave que Mark guardó, la llave que nos llevará hasta los documentos?

 

Analicé todo lo anterior dicho, y me preparé para dar la última afirmación, la que daría final a este caso de una vez por todas.

—Mark escondió la llave en la urna... El único lugar, en las cenizas, donde podría ocultar la llave. ¡Así es!

>Henry sí tuvo motivo para acabar con Mark: este sabía demasiado. Y la prueba de ello son los documentos encontrados por éste, los que están en la urna, en su propia casa. ¡Confiesa Henry!

 

—... la urna... el lugar donde reposan los restos de Togepi. ¡Erwin, ve a comprobarlo, deprisa!

Erwin asintió, y rápidamente se marchó a cumplir con su tarea. Henry alzó la cabeza.

—... Eehehehehehe. Nada importa. Aunque acabéis conmigo, nunca acabareis con el P.A.M.

Farrow lo miró lleno de ira.

—Aunque reconozco —confesó Henry— que fui un necio al dejarme guiar por ese tipo...

—¿Hubo alguien más...?

Henry apretó los puños.

—Un contacto anónimo... alguien que me ofreció ayuda cuando me percaté de que Mark lo había descubierto todo. Nos comunicamos por Internet, y él me ofreció todo el plan. ¡Era perfecto, francamente perfecto! Matar a Mark y dejarlo en la plataforma, falsificando luego un mensaje de voz de éste, ¡nadie podría encontrarlo! Me convenció de que si no lo mataba, acabaría conmigo y con el P.A.M.

>> Pero todo se me torció cuando Morgan me vio minutos antes de matarlo. Eehehehehehe. Maldita mujer. Había que eliminarla... pensé en matarla, pero mi contacto me advirtió de que sería peligroso, pues dos muertes en poco tiempo eran sospechosas. Así que me explicó todo cuanto debía saber sobre los vecinos: los problemas económicos de Pam, cuya casa iba a ser embargada a este ritmo; la ceguera sobrevenida de Catelyn; la verdad sobre "los Robin"... y me dijo Cómo hacer para que pareciese que Morgan estaba loca. Sólo necesité comprar a Pam con dinero; ella no sabía nada de la muerte de Mark, claro, pero no hizo preguntas: se hizo pasar por una Morgan que huía de su imaginación en el segundo video y me ayudó a borrar el video antiguo. Así como me sirvió como testigo para convenceros de que Chatot era mudo.

—Padezco de aforia... Eehehehehehe —dijo Chatot con la voz de Henry.

Farrow quedó en silencio.

—¿Qué fue lo que le hicisteis a Pi?

—Eehehehehehe. Los pokémon "especiales" por naturaleza son la fuente de energía del P.A.M. Por eso necesitábamos secuestrar a ese Togepi y "extraer" todo su potencial. Parece ser que la pequeña no quería colaborar... así que hubo que "obligarla". Pobrecita, ¡no soportó todos esos golpes! Eeeehehehehe.

—Maldito monstruo...

Entonces, Erwin llegó con los documentos en mano.

—Justo como el chico dijo, Farrow

Farrow se apresuró a apresar s Henry, que ni siquiera opuso resistencia. Mientras se lo llevaba, miró hacia atrás y señaló con la mirada a Chatot. Éste habló con la voz áspera y oscura. Con una voz que no habían oído nunca.

—El P.A.M. no morirá. Porque el P.A.M. es progreso; el futuro.


Tras aquello, Erwin se despidió de todos, dándole gracias por la colaboración a los chicos. No sin antes despedirse formalmente.

—Encantado de haber compartido con vosotros esta investigación. Rendiremos cuentas con Pam... aunque actuaba en situación de necesidad; quizá se libre de pagar su deuda con la sociedad. Aún así, gracias a todos. Hemos conseguido atrapar a uno de los involucrados en el P.A.M.

>>El P.A.M... desconocemos Qué es, pero sabemos que son responsables del secuestro de cientos de pokémon, con los cuales experimentan de algún modo. Gracias a vosotros, estamos más cerca de encontrar a todos esos criminales.

>> ¡Hasta la próxima!

El caso imaginario: FIN

 

Mimi Honda

Cuando el sol mostraba ya sus primeros retazos, el caso quedó cerrado al fin. La llave fue encontrada entre las cenizas de Pi, y Henry confesó haber sido el culpable de todo. ¡Despreciable! ¿Cómo había podido...? Apreté los puños con fuerza y tensé la mandíbula, molesta. No, no molesta. Furibunda.

—¡Hijo de perra!— no pude evitar gritar, furiosa, cuando Henry fue apresado finalmente—. ¿¡Cómo pudiste hacerle eso a Pi?! ¿¡Y a Mark!? ¡Él te amaba! ¡Ojalá te pudras en la cárcel, maldito montón de escoria!

***

—Encantado de haber compartido con vosotros esta investigación—se despidió Erwin—. Rendiremos cuentas con Pam... aunque actuaba en situación de necesidad; quizá se libre de pagar su deuda con la sociedad. Aún así, gracias a todos. Hemos conseguido atrapar a uno de los involucrados en el P.A.M.

Enarqué una ceja, interesada.

—¿P.A.M?

>>El P.A.M... desconocemos qué es, pero sabemos que son responsables del secuestro de cientos de pokémon, con los cuales experimentan de algún modo. Gracias a vosotros, estamos más cerca de encontrar a todos esos criminales.

¡Tsk! ¿Secuestros de pokémon? ¿Experimentos? ¿Qué demonios...? ¿Cómo podía existir una organización así? ¡Me sentía tan impotente por no poder hacer nada! De algún modo u otro, aquello me había hecho reflexionar. Todo el caso en sí. ''Las cosas no son lo que parecen, no te fíes nunca de una primera impresión''. Henry era un maldito monstruo, la señora Morgan no estaba loca y Mark... el pintor, que aparentaba ser el principal sospechoso en mi lista, no había sino la pobre víctima que estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. Amando a la persona equivocada.

Toda una serie de desafortunados eventos que habían terminado en una tragedia de tal calibre.

Alcé la vista al cielo, cavilando.

A pesar de que el caso ya estaba cerrado, no pude evitar pensar en ello por mucho, pero por mucho tiempo.

 

Y así fue como el caso de vida o muerte, resultó ser un caso de muerte, de hecho, un asesinato ya efectuado, dos asesinatos. Suspiré, esto había sido un puco más duro que en las películas, pero el malo estaría donde debería estar, tras las rejas, maldito monstruo.

Erwin, o creó que fue Farrow, mencionó algo acerca del P.A.M, no imaginé que sería algo de tanta relevancia, y no me parecía coincidencia que Pam sea Pam y esto sea P.A.M, oh no, pero que va, había sido mucha investigación por ahora, algo de comida o unos combates serían preferibles.

Una chica, que había estado siguiendo el caso también, soltó miles de groserías y maldiciones, creo no se lo había tomado bien. Me quedé observandola hasta que por fin se calmó, pero continuó muy pensativa, ya en silencio.

De mi mochila saqué una lata de Frizz! Y me la bebí con júbilo. Para bajar la tensión, refrescante, agridulce, perfecto.

 

Mimi Honda

Fue entonces cuando el sonido de la cremallera de una mochila llamó mi atención. El niño de antes, ese que había dado la última prueba para cerrar el caso, estaba tomando una lata de... —¿cola? ¿limonada? ¿qué rayos era eso?— Lo miré primero de soslayo, sintiendo la garganta seca y la boca pastosa. Agh... ¿Cuándo había sido la última vez que había tomado algo? Y además, todo este lío, caminatas y molestias me habían dado una sed terrible...

—¿Qué es eso? ¿Una lata de fideos?— le pregunté al chico, señalando la lata de refresco con mi dedo índice. Fruncí el ceño ligeramente—. ¿Es realmente necesario que hagas tanto ruido al tomarlo?

 

Una vez que con las energías repuestas, aplasté la lata con mi mano, qué manjar, pero qué rápido se esfumaba dentro de mi estómago; placeres que duran poco son los mejores sin duda, y generan adicción, también.
No volví a tomarle atención a la muchacha hasta que se dirigió directamente hacia mí, ¿me hablaba a mí?

—¿Qué es eso? ¿Una lata de fideos?

Reí ante su pregunta, seguro ella quería una, ¡eso era! Porque la gente no andaba viéndome todos los días.
—¡Piensa rápido!—dije, en lo que sacaba otra lata de la mochila y se la lanzaba, para que pudiese refrescarse. La lata estaba fría y húmeda, lista para beber—. No tenías que quedarte viendo, con pedir bastaba, ¡tengo muchas!

 

Hubert

Había escuchado el debate final con Farrow y Erwin desde la distancia, acompañado por Serperior. Todas las pistas y pruebas que se fueron recabando me llegaron por Holomisor, pero yo había tomado la resolución de acompañar a Lady Morgan, pues a la pobre todavía se la notaba alterada; luego de que Emily terminara su interrogatorio, me dediqué a distenderla con conversaciones más banales. No me gustaba ver a una persona sufrir de la forma en que lo había hecho ella, mucho menos a esa edad. Pero apenas me llegó la notificación de que habían cazado al culpable, me despedí por última vez de ella y salí a encontrarme con todos.

El culpable había resultado ser, ni más ni menos, que el denunciante: Henry. La historia que subyacía a las amenazas fue realmente estremecedora y oscura, pues todo había sido un teatro para ocultar el asesinato de uno de los vecinos… Y P.A.M… ¿Qué significarían esas siglas? ¿Estarían involucrados los Gamma, o nos encontrábamos ante un segundo grupo criminal al que hacerle frente?

—Parece algo hereditario, esto de encontrarnos con grupos criminales —le dije a Serperior, apoyado contra una pared de brazos cruzados—. Primero, mis padres contra el Team Ignis y el Team Flare; ahora, nosotros nos enfrentamos a Gamma y al tal P.A.M… Espero que nos vaya tan bien como a ellos —suspiré.

En eso, oímos una risa no muy lejos de nosotros. Al volver a enfocar la mirada en las calles de Acuarela, noté a Ukita que en ese momento arrojaba hacia Mimi una lata de Frizz! (¡valiente camarada!). Ahora que lo pensaba, nos habíamos visto en el transcurso de la investigación, pero el ajetreo de la situación impidió que nos saludáramos como era debido... Además, llevaba tiempo sin verle.

Con una sonrisa en los labios, me aparté del muro y, junto con Serperior nos acercamos a él.

—Ukita —saludé en cuanto notó mi presencia. Extendí una mano para estrechar la suya—. Ha pasado mucho desde la última vez que nos encontramos. No sabes lo que me alegra volver a verte.

 

De pronto, un muchacho delgado, acompañado de un elegante e imponente Serperior, se acercó y me brindó un cálido saludo.
Una basurita me entró al ojo, después de tanto tiempo, Hubert, el viejo Hu, estaba en frente mío, ¿seguiría llevando sus toneladas de libros? Se veía muy experimentado y seguro de sí mismo, tanto no había pasado por nada—. ¡Amigo Hu, de verdad eres tú!— Le di un gran abrazo, con los ojos húmedos, por impureza que había caído en ellos, claro. Lo aplasté, cariñoso.

—¿Qué ha sido de ti Hu ?

 

Mimi Honda

Una de esas extrañas latas salió de la nada y fue a parar a mis manos. Conseguí atraparla de puro milagro, después de maniobrar un par de segundos para evitar que se estrellase contra el suelo. ¿P-pero qué...? ¡Y además estaba helada!

Miré al niño, ceñuda y dispuesta a reclamarle lo que acababa de hacer, pero él abrió la boca y soltó que lo único que necesitaba era habérsela pedido.

— No tenías que quedarte viendo, con pedir bastaba, ¡tengo muchas!— había dicho.

—¡Y-yo no te estaba mirando!— le espeté nerviosa, molesta y con las mejillas enrojecidas. Apreté los puños, sintiéndome humillada y expuesta—. ¡Por supuesto que no quería ninguna! ¿P-para qué la querría? ¡Y aunque así fuese no me rebajaría a pedírsela a un mocoso cómo tú! ¿qué te has creído? ¡Yo tengo una reputación que mantener!

Mientras Hubert se detenía a hablar con el crío después de que Emily se fuese— supuse que lo conocía, aunque no tenía idea de qué—, yo me detuve a leer la composición y la lista de ingredientes en voz alta. Tenía sed, pero no estaba tan desesperada como para tomarme cualquier cosa. De verdad que no.

>>Glutamato monosódico— empecé, con el ceño ligeramente fruncido. Bueno, sonaba normal...—, Toxicina- A307, Darumakita... ¿Plutonio?— pregunté con cierta repulsión, observando la lata como si fuese un pecado contra natura.— ¿¡Qué demonios es esto!? ¡¿Veneno?!

 

Hubert

—¡Amigo Hu, de verdad eres tú! —exclamó al tiempo que sus ojos se humedecían.

Y en lugar de estrechar mi mano, pasó de largo y me abrazó. Con tanta fuerza, que algo de aire escapó de mis pulmones, aunque pude recobrar el aliento apenas me soltó. Serperior saludó a nuestro viejo amigo con una reverencia y su expresión serena de siempre.

—Han pasado muchas cosas —sonreí—. He incorporado pokémon nuevos a mi equipo, viajé a una dimensión extraña, quedé tercero en Torneo Acuarela y, lo más importante de todo, he salido campeón en el Torneo Óleo ¡Mira! —rebusqué en el interior de mi morral y extraje una cajita forrada en terciopelo azul.

La abrí ante los ojos de Ukita, para que pudiera apreciar por sí mismo la Medalla Óleo.

 

Serperior lucía de maravilla, era un pokémon tan majestuoso, que uno se sentía afortunado de poder apreciarlo tan de cerca, como si de un simple Ratatta de se tratase.

—Han pasado muchas cosas

Sin duda todos, en cualquier aspecto, habían mejorado mucho o poco en mi ausencia, y eso, además de darme ánimos para yo mismo mejorar, me generaba una inmensa alegría. Oí atento todo lo que Hu me iba actualizando, nuevos compañeros, resultados óptimos, y vaya, campeón en el Torneo Óleo, ¡esa no me la creía Hu, seguro has enloquecido de tanto leer sobre entrenamiento pokémon!

Era hermosa y brillaba, representaba todo el esfuerzo de este muchacho, que conocí siendo un novato, y ahora lo tenía luciéndose frente a mí, como un verdadero campeón, ¡qué envidiable!

—Cielos...— No pude, en un primer momento, decir algo concreto. Pasé saliva y continué—. Felicidades, Hu, esto de veras que dice mucho de ti, ¿te has vuelto muy bueno, a que sí?

Por otro lado, la castaña, casi rubia, había estado leyendo acerca de los ingredientes de Frizz! Se le iba a enfriar, qué va, me di cuenta de su fuerte carácter, ¿sería una celebridad o miembra de alguna realeza? Tendría que tener más cuidado cuando me dirigiese a ella a partir de ahora, tan irrespetuoso yo.

 

Tras haber visto y admirado la Medalla Óleo por un rato, recordé un asunto pendiente.

A mi Holomisor había llegado una especie de... ¿Oferta? Se trataba de un raro caza recompensas, quien buscaba desesperado una especie de pokémon, este solo habitaba en un lugar alejado, por lo que pedía a algún entrenador que lo buscase, la aventura me llamaba. "No creo que esta tarea dure tanto" pensé, luego reflexioné, pues lo mismo había dicho de este caso, y mira en qué había terminado.

—Amigo Hu, tengo algo pendiente que hacer... ¡La próxima ves que nos veamos te retaré a un combate, así que esperame listo!— Al final decidí emprender vuelo a la travesía, no sin antes voltear hacia la chica que se había quedado con mi lata de Frizz!—. Señorita, mis más sinceras disculpas, espero acepte la bebida como muestra de respeto...

Dicho esto, Natu se elevó y salimos juntos de Ciudad Acuarela, la ciudad de vida o muerte, la del caso imaginario.

 

Tras la resolución del caso —en el que me había visto desplazado al final— comencé a alejarme un poco de los detectives y de los demás, mientras trataba de recordar un poco sobre lo que se supone que debía estar haciendo antes de venir a resolver el caso. No tenía nada que ver con deberes domésticos, pues hace tiempo que me había quedado sin casa; tampoco era algo sobre higiene, porque me había duchado en casa de la Señora Morgan mientras nadie miraba, aprovechando el caos de la investigación. Mucho menos tenía que ver con el entrenamiento pokémon, por la simple y llana razón de que no soy ni Alpha ni Effy: El entrenamiento siempre podía esperar y aún así vencer a personas como Gea.

Claro que una vida de holgazanería tenía sus consecuencias, y es que mi mente ya no es lo que era, y suelo a veces olvidarme de nombres y cosas importantes, como aquel viejo del centro. Espero no terminar como él... no me gustan los Liepard.

—Vale, entonces supongo que es.... no, no es eso. Tal vez sea... no, no tendría sentido. ¡Gah! ¡¿Qué se supone que debía hacer?! —grité, llevándome las manos a la cabeza. Y Y allí fue cuando vi a Hubert y caí en lo que tenía que hacer. Fue entonces también cuando caí de cara directo en el agujero dimensional...

 

Hubert

—Cielos...—musitó el entrenador, admirado ante la medalla que le mostraba—. Felicidades, Hu, esto de veras que dice mucho de ti, ¿te has vuelto muy bueno, a que sí?

—Me esfuerzo cada día —respondí, guardando la cajita con la medalla dentro de mi morral—. Claro está, todavía me falta bastante para llegar a un nivel con el que pueda sentirme satisfecho, pero eso es lo bueno, ¿no? —sonreí— Al libro de mi vida le quedan muchas páginas por ser disfrutadas.

Ukita asintió ante estas palabras. Pero, de pronto, noté un ligero perceptible cambio en su expresión, como si estuviese recordando algo. Al final, me explicó que tenía un asunto pendiente por atender; se retiró dejando la promesa de una batalla, ante la cual asentí con una sonrisa. Yo también quería ver sus avances. Pero, mientras tanto, también tenía asuntos por atender.

Miré a Mimi, que no se encontraba muy lejos. Todavía llevaba la lata de Frizz! en sus manos.

—Te cuidado con eso —le advertí con tranquilidad—. Es demasiado fuerte —regresé a Serperior a su pokébola e hice lo contrario con Pidgeotto, sobre el cual me subí— ¡Nos vemos luego!

Me retiré volando de Ciudad Acuarela

 

Mimi Honda

Apagué el Holomisor, dejando escapar un leve suspiro de dicha. ¡Que bien se sentía ''visitar'' un centro de mi categoría! ¡Y que alguien me reconociese como señorita Honda! Sentí el pecho lleno de un sentimiento cálido y reconfortante. Las cosas iban a cambiar mucho a partir de ahora. ¡Oh sí! Iba a destrozar a Mine en la Torre. Doña patética iba a tragarse sus palabras.

—Te cuidado con eso —oí una voz no lejos, y alcé la cabeza con curiosidad. Se trataba de Hubert—. Es demasiado fuerte.

¿Ah?

¡Oh, la lata! ¡Como si me fuese a tomar ese cóctel mólotov! ¿Se había vuelto loco? ¡Había formas más sanas de morir! Miré el refresco de nuevo, cavilando entre aquella cosa y mi sed. Darumakita... ¿No eran excrementos de Darumaka? ¿De ese que se ponía la gente de antes para calentarse los bolsillos en invierno? ¿Eh? ¡Q-que asco!

Y además... ¿Frizz?

—Tiene nombre de cabello encrespado...— musité con los ojos entrecerrados, antes de arrojar la lata a la papelera con desprecio. Me sacudí las manos—. Gracias pero no. Yo quiero vivir.

Finalicé, y ajustándome el bolso al hombro caminé de vuelta al CP más cercano.

 

Hubert

Pidgeotto descendió suavemente en una esquina de la ciudad, cercana a la zona comercial y administrativa. Sus garras no terminaban de posarse en el suelo cuando Serperior y Maractus escaparon de sus respectivas pokébolas, acompañados por el sonido de las maracas.

—Gracias por tu esfuerzo —le dije a mi pokémon volador con una sonrisa, acariciando su cabeza cariñosamente—. Te recompensaré los largos viajes apenas pueda. En tanto, descansa —él asintió con solemnidad. Aunque se mantenía erguido y serio, sus ojos delataban el cansancio. Sin más, lo regresé a su esférico.

Entonces, me dirigí directamente a Maractus. Al sentirse observado, me dedicó una alegre sonrisa, seguida de un movimiento rítmico con el que hizo nacer música de su propio cuerpo. Serperior lo observaba con serenidad, al parecer ya acostumbrado a sus muestras de algarabía y baile.

—Tengo un encargo especial para ti, Maractus —le dije con una leve sonrisa. El nopal dejó de moverse, repentinamente atento—. Verás: el suelo que pisamos esconde muchos secretos; hay grutas que conducen a lugares desconocidos para los humanos. Tanto a mí padre como a mí nos da curiosidad saber qué hay bajo esta ciudad, pero a esos lugares sólo pueden acceder pokémon pequeños —le dirigí una mirada seria—. Quiero que te internes y nos saques todos esos misterios a la luz… ¿Podrás hacerlo?

—¡Maaaarrrractuuuus! —exclamó el músico del equipo con un brillo de emoción en los ojos, sacudiendo las maracas a toda velocidad y dando saltitos a mi alrededor. Me alegraba mucho que mi propuesta lo entusiasmara de esa forma.

—Debes saber que no estarás solo —agregué, incorporándome—. Te acompañarán Ferroseed, Sewaddle, Turtwig, Shinx y Ralts; sobre todo las dos últimas. Estoy seguro de que podrán hacer frente a cualquier peligro que se les presente. Ahora… ¡En marcha!

Dicho esto, nos dirigimos a la Base de las Grutas Bebé.