—Según me contó, llevaba unos días recibiendo anónimos, una semana, aproximadamente. Fue ayer cuando la persiguieron por la noche, y ya no pudo soportarlo más, y me lo contó esta mañana. Yo le di mi apoyo y me ofrecí a buscar ayuda por ella... y contacté con ustedes.
Intercambié una mirada con Serperior. Estaba claro que no íbamos a sacar información en limpio de lo ocurrido ayer. Pero había algo que podría contener información más precisa... —Lady Morgan, me gustaría ver las cartas anónimas ¿Podría traérmelas?
— Una semana... eso es bastante tiempo como para tenerselo callado... ¿y que le contó sobre la persecución?
Morgan comenzó a entrecruzar sus dedos nerviosamente. —Yo, eh... las perdí. ¡Desaparecieron, de repente! Las tenía guardadas, pero ya no están... no sé cómo pudieron desaparecer...
—Al parecer era un tipo encapuchado, llevaba un cuchillo, y fue por la noche. No pudo verle la cara... y... no sé nada más, supongo que será mejor hablar con ella a ese respecto.
Fruncí el ceño ¿Cómo podían haber desaparecido las pruebas, así, sin más? Observé detenidamente cómo entrecruzaba los dedos nerviosamente. —¿Dónde las tenía guardadas?
—Las guardaba en un pequeño baúl en mi habitación... bajo llave. No me explico cómo ocurrió, pero desaparecieron.
Lo cierto es que no. Es una señora encantadora y muy tranquila y pacífica... aunque a veces pueda ser un poco paranoica. No veo por qué podría nadie tener algo contra ella.
—Sí, sí. Tiene una chiquilla, una chica de dieciocho o dicienueve años, no más. Es una chica con mucho carácter, desde luego... su marido murió hace ya mucho, así que la chica se crió sólo con su madre Actualmente anda por aquí... creo que podrías encontrarla fácilmente si la buscas. Es la única de su edad que hay por estos lares.
— ¡Oh! ¡Genial! — dije con alegría — ¡Muchas gracias por su colaboración! Puede que nos veamos luego — y con eso me despedí para salir corriendo en busca de la chica. >> Una chica de 18 años... — murmuré mirando a los lados con atención.
Y, justo entonces, una chica pasó por allí, cumpliendo las características que Emily buscaba. El problema era que, aunque puede que Emily no recordase a aquella chica, o que quizá nunca la hubiese visto, ella la conocía muy bien... —¡Agh! ¡Tú! ¡Tú eres una de ellos! ¡Una de esos malditos holders asquerosos de tercera generación! ¡Os aplastaría con mis proooooopias manos a todos vosotros, sabandijas, alimañas! ¿Qué? ¿Crees que Rhyme se ha olvidado de lo que tus amiguitos hicieron con mi querido Torterra? ¡Pues claro que no! ¡No me he olvidado!
—¿Eh? ¿Qué? — exclamé ante la aparición de la chica. Era la que buscaba, sí, ¿pero por qué de repente me decía eso? ¡No sabía de que hablaba! >> No sé de que me hablas pero... hoy no estamos para hablar de eso, sino para ayudar a tu madre —dije, intentando que quisiese colaborar en el caso olvidando todo lo que antes había pasado.
—Hm. Eso dicen, ¿no Que la vieja está amenazada de muerte. Pero, ¿quién querría hacer eso? Oh, vamos, los concursos son una bazofia, pero eso no es motivo para querer hacerle daño, ¿no? Y ella no ha hecho ningún daño a nadie...
— Hum. Y eso es lo que queremos saber, quién sería capaz de hacerle algo así a una persona tan amable. ¿Es cierto eso de que no tiene a nadie que quiera hacerle daño? Es decir, es una persona adinerada y me extraña que no haya alguien que la envidie o algo por el estilo...
—El círculo de la vieja no llega más allá de este barrio... y aquí todos tienen pasta y fama. ¿Quién iba a envidiarla? No, no, eso no tendría sentido.
—¡Los concursos no son una bazofia, retira eso ahora mismo!— clamó una voz femenina desde las sombras, una voz firme y autoritaria paro con un deje arrogante que la hacía inconfundible. Mímiko Honda había abandonado el CP. Porque Emily tendía a hacerlo todo vergonzoso, pero salvar el mundo (o una parte de él) no era tarea de uno, y no tenía la más mínima intención de dejar las cosas como estaban. No cuando había recibido el mismo mensaje y se trataba de una persona de su mismo escalafón social. Todo aquello le tocaba de muy cerca, como si en cierto modo fuese personal, como si lo hubiese vivido ella misma. La luz de una solitaria farola bañó su silueta y Mimi; que había mantenido el brazo extendido en un además acusatorio, puso ahora sus extremidades en jarras. >> Y si piensas que no valen nada, es obvio que no conoces los concursos de Sinnoh. Torció, con una sonrisa arrogante.