Ciudad Témpera

Podía haberle detenido. Podía haberle agarrado del brazo y obligado a mirarme, explicarle todo al detalle para que comprobase por cuenta propia cómo había llegado a acabar hablando con Dante en su cuarto. Podía haberlo hecho, sí, pero mi cabeza ya no dio más de sí a estas alturas, y acabé completamente bloqueada. Admiré la huida de un Steve totalmente extraño para mí sin ser capaz de hacer nada para evitarlo, dejando que se marchase con alguna idea equivocada que no era capaz de llegar a entender ahora.

Dante hizo el esfuerzo de tratar de alcanzarlo; no hizo falta que le mirase para saber que no había llegado a tiempo. Era tal el cúmulo de sensaciones negativas que sentía en aquel mismo instante, que únicamente me dejé caer hacia atrás en la cama y tapé mis ojos con ambos antebrazos, tratando de desconectar de lo demás.

¿Qué es lo que acababa de ocurrir?

—Muy bien hecho, Liza... —susurré con los ojos cerrados, sin saber qué más decir o cómo reaccionar.

Ni siquiera fui capaz de responderle a Dante, ¿acaso le habíamos molestado de alguna manera? Creo que llegábamos a ser demasiado inocentes para no ser capaces de comprender la situación.

 

Suspiré justo al apoyarme en el marco de la puerta y sin muchas ganas encendí las luces de la habitación, miré de reojo a Liza recostada en la cama con sus ojos cubiertos por sus brazos, caminé hasta ella y me senté frente a la cama en el suelo, dejando caer parte de mi cabeza en el colchón, sabía que algo se nos estaba pasando pero... el hecho de no saber que era eso desesperaba un poco, más porque no notaba nada malo.

— Liza...— le llamé en un suspiro — ¿Tienes alguna idea de que se puede hacer? — pregunté pasando una mano por mi cabello, era una situación bastante extraña que probablemente ni liza ni yo sabíamos interpretar pero al seguir siendo el silencio de su parte, me levanté del suelo y con una de mis manos aparté uno de sus brazos para descubrir parte de su rostro, enserio estaba preocupada.

>> Mira, no te preocupes... todo tendrá solución ¿de acuerdo?, ¿cuando no hemos encontrado como solucionar cosas? — sonreí ligeramente y me senté al borde la cama, ¿que se podría hacer en esta situación..? ¿tratar de encontrar su ubicación e ir por el? ¿esperar a que todo pasara y esperar a mañana como dijo él?

 

Salí de la torre victorioso, bien orgulloso de haber ganado. Pasé por el centro pokémon, donde descansaron los combatientes, y salí a la ciudad a dar un paseo. Todo estaba demasiado tranquilo, era aburrido. ¿Qué podría hacer ahora?

—"Piiii, piiii" —sonó la alerta de mi holomisor, informándome de que había llegado un nuevo mensaje. Se trataba de un comunicado de un tipo muy raro, quizás hasta sospechoso, sobre un problema de no sé qué. El hombre parecía pedirnos ayuda para resolver ese problema que tenía, pero de una forma un tanto peculiar. ¡Qué señor más raro!

—Bueno... Tampoco tengo nada mejor que hacer, así que quizás me venga bien ayudar a la gente. ¡Venga, vayamos entonces a las Islas Caballetes!

 

Mizz parecía ocupada, por lo que fuí a pagar la cuenta. Luego, escuché un clic en mi videoemisor, y se lanzó el mensaje mas raro que había escuchado hasta el momento. Lo que el tipo proponía tenía pinta de parecer interesante, así que quizas podía ir a la Isla a comenzar con lo que fuera que iba a pasar allí.

¿Investigación, sobre agua envevenada? ¿Tendría algo que ver con mi amnesia? No perdía nada con intentarlo.

Oh, cierto. Golbat. Ni soñando podría resistir otro viaje de ese calibre. Si iba a llegar a Isla Caballete, debía descansar en algún lugar a mitad de trayecto. Abrí el mapa, y decidí que viajaríamos a Ciudad Lienzo, y luego iría hacia la ruta 300 surfeando en Linoone, para posteriormente ir surfeando a la isla. Era una buena idea. Preparé todo para el viaje, y una hora depués Golbat dió rumbo a Ciudad Lienzo.

 

Mimi Honda

Reprimí un bostezo. Las botellas de refrescos y geseosa baratas ya estaban completamente vacías desde hacía rato, y empezaba a sentir sueño. Según el reloj de Starly eran apenas las once de la noche. Me dejé caer hacia atrás, apoyando mi peso en las palmas de mis manos.

Mientras Noah se tomaba su tiempo en elegir entre ser sincera o arriesgar su dignidad en algún reto absurdo, mi mente había empezado a divagar. Era un caso perdido. No podía sacarlo de mi cabeza por mucho que tratase... Por mucho que Emily intentase distraerme. Él seguía ahí en mis pensamientos, imperturbable. Aquellos ojos ambarinos, brillantes y amistosos, y esa sonrisa confiada parecían tener la intención de atormentarme y no dejarme pegar ojo en toda la noche.

Recogí las piernas y apoyé mi rostro sobre las rodillas.

—Ngh...

Le echaba de menos. Realmente le extrañaba y apenas sí habían pasado unas horas. ¿Cómo podía ser tan patética? Era una situación realmente angustiante recordar que me había abandonado a mi suerte, pero a pesar de todo no era la perpectiva de la soledad lo que más me dolía. ¿Qué era entonces? Ni siquiera quería sopesar la idea de que Emily tuviese razón y que mis sentimientos por Alpha fuesen algo más que una simple amistad. El orgullo, el miedo y un gran cúmulo de emociones sencillamente me lo impedían. ¡Pero negar el hecho de que extrañaba su presencia era absurdo! ¡Más aún cuando todo en mí lo evidenciaba!

Si tan sólo pudiese...

—Señorita Honda, tiene un mensaje.

—¡Wah!— grité asustada, saliendo de súbito de mis pensamientos. Levanté la cabeza rápidamente. Mis ojos debían verse vidriosos y ligeramente aguados, y hubiese roto a llorar en silencio si aquella voz mecánica no me hubiese sobresaltado—. ¡Maldita sea, Dex! ¿Cuantas veces tengo que decirte que no hagas eso?

Le grité a mi pokédex/holomisor con cierta rabia, extrayéndola del interior de mi bolso. El aparato no emitió voz alguna, pero comprobé con cierta curiosidad que tenía un nuevo mensaje. ¿Un nuevo mensaje, en serio? Por un momento pasó por mi cabeza la idea fugaz de que se tratase de Alpha, pero esta fue desechada enseguida. En realidad se trataba de un tipo raro con un comunicado aún más raro que él. (Si es que eso era posible)

Tuve que cubrirme los oídos porque su estridente voz hizo que me zumbasen los tímpanos.

''… JA, JA, JA, ¡suena tan formal, tan autoritario! Me siento como si fuese totalmente PROFESIONAL, ¡chicos! Esto es lo que llevaba SOÑANDO toda mi vida. ¡Qué importante me siento, SÍ SEÑOR!''

Enarqué una ceja, escéptica.

—Que tío tan patético... —murmuré, antes de alzar la cabeza y ver que tanto Emily como Noah habían recibido el mismo mensaje. No pude evitar preguntar aquello que las tres debíamos tener en la cabeza— Y bien, ¿qué hacemos? ¿Le ayudamos? Investigar una ruta contaminada no es algo que me tiente demasiado, pero es obvio que este hombre no podrá hacer nada por sí mismo...

 

Mientras esperaba en los pasillos, me pareció ver a lo lejos a dos entrenadoras conocidas pasar… esas dos, ¿acaso eran…

Pero estaban muy lejos para reconocerlas, y en cuanto me dispuse a seguirlas mi Holomisor sonó me detuve en el acto y ellas pasaron a ser secundarias. Podía ser un mensaje importante, ¿y si era de Hubert o de alguno de los otros que estaban en ese Núcleo Espejismo? Lo abrí de inmediato, nerviosa, ansiosa… y fui terriblemente decepcionada al descubrir que se trataba de un mensaje que nada tenía que ver con lo que yo creía.

Pero sí, la Ruta 310 había estado contaminada por… ¿cuánto tiempo ya? Había salido en las noticias y todo. Más por curiosidad que por otra cosa (y porque sin saber como volver al Núcleo, no había mucho más que hacer ahora), decidí abandonar el lugar y salir volando de inmediato a la Isla Caballete.

 

Mimi Honda

—¡Emi...!— exclamé, pero la chica salió como una exhalación del cuarto, dejándonos solas a Noah y a mí. Suspiré con resignación. De verdad, realmente no tenía remedio... ¿Por qué tanta impulsividad? Me pasé una mano por el cabello, apartándome los mechones rebeldes del rostro—. Entonces yo también iré, supongo... ¿Dónde estará Isla Caballe...?

Mi mente se quedó en blanco por un momento. Un repentino flasback golpeó mi conciencia con la fuerza de una maza y por unos segundos fue incapaz de musitar palabra.

—Isla Caballete era el nombre—resonó la voz de Alpha entre los ecos de mi memoria, llena de optimismo y alegría—; es una isla que está cerca de este lugar, siempre hay unos tipos que bailan... ¡y me dieron un huevo! Además de la MO Fuerza.

La Torre de los Dragones... el último viaje que habíamos hecho juntos. Donde había conseguido a Rufflet, pokémon que me dio mi primera victoria en años. Mi expresión se ensombreció, el cabello se deslizó suavemente cuando agaché la cabeza y me cubrió el rostro. Volví a sentir como las lágrimas se agolpaban en mis ojos... ¿Es que no iba a poder sacarlo de mi mente? ¿Ni por un maldito segundo? ¡Ugh, demonios!

''Desde ahora te las apañarás sola, yo te voy a aplastar''

Apreté los puños y sacudí la cabeza con determinación, mientras le pedía a Dex un mapa para llegar hasta la Isla lo antes posible. Ninguno de mis pokémon conocía vuelo, así que lo más seguro es que tuviese que ir caminando... y después usando Surf con Monomaru. Sería un largo viaje, plagado de dificultades y quién sabe qué cosas, pero confíaba en que me ayudaría a despejar la mente. Realmente lo necesitaba. También confiaba en que Alpha no hubiese recibido el mismo mensaje. No podía cruzarme con él en un estado tan vulnerable... ¡Sencillamente no podía!

***

Regresé a mi habitación y me vestí, recogiendo todas mis cosas. Raiden estaba allí, delante de la puerta. Quieto y sereno como un guarda. Me dirigió una mirada de circunstancias, como si supiera las cosas que se me pasaban por la cabeza. Lo miré igual. Nadie me conocía mejor que él. Sobre la cama reposaba la sudadera verde que Alpha me había entregado en la Gran Catarata... y yo sólo pude apartar la mirada, airada, cuando mis ojos se cruzaron con ella. Ya estaba bien de sentir pena por mí misma, debía anteponer el orgullo. Era lo más importante ahora.

—Raiden, vámonos— le dije una vez alcanzamos la puerta del CP y me subí sobre su lomo, aferrando mis manos en su espesa melena negra. La luna llena brillaba en el cielo cubierto de estrellas y dejé que la sueve brisa nocturna jugase con mi cabello antes de lanzar la orden—. ¡Ciudad Lienzo, ya!

Al galope, la silueta del león eléctrico desapareció en la oscuridad de la noche.

 

En lo más alto del cielo de Ciudad Témpera, un extraño vórtice se expandió. De él emergió, cayendo a toda velocidad, un joven de cabellos negros y ojos marrones que en ese momento dejaba escapar una sonada exclamación al ver las distantes luces de la ciudad, cientos de metros más abajo. De no haber sido por el hecho de que ya tenía en su mano la pokébola que contenía un pokémon volador, hubiera caído hacia otra muerte segura.

—¡Sal, Pidgeotto!

Inmediatamente, el pokémon volador abrió sus alas para rescatar a su entrenador.

—Gracias, de verdad —agradeció, dejando escapar un suspiro de alivio—. Llévame a un terreno seguro.

Pidgeotto asintió y no tardó mucho en realizar un suave aterrizaje.


Hubert

—Luego te recompensaré por esto —le sonreí a mi pokémon volador antes de regresarlo a su pokébola, a la vez que extraía otras dos—. Bienvenidos de vuelta a casa, amigos —dije.

Seperior apareció con toda su gallardía. Y el siguiente en hacerlo fue Maractus, quien soltó un sonoro alarido de alegría que hizo vibrar nuestros oídos. “Comprensible” pensé con una mezcla entre sonrisa y mueca “No ha salido desde que nos metimos en el espejismo” El nopal no tardó en dar rienda suelta a sus dotes de danza y música, ante la reprobatoria mirada de Serperior.

Miré a mí alrededor. Pidgeotto nos había dejado en las inmediaciones de la Torre Desafío, que en ese momento continuaba abierta a recibir entrenadores. Recordé con pesar la forma en que Iota me había derrotado en combate… Y pensé que debía entrenar más a mis pokémon antes de intentar detenerla una vez más.

Pero justo cuando pensaba en esto, tres destellos más escaparon de mi cinturón. En unos segundos, tenía a Braixen, Quilladin y Frogadier ante mí. Los tres miraron la ciudad a su manera; la tipo Fuego con suspicacia, el tipo Planta con nerviosismo, y el tipo Agua con aburrimiento. No obstante, noté que los tres compartían un sentimiento de extrañeza. Me puse en cuclillas para quedar a la altura de sus rostros.

—Les doy la bienvenida a la región de Galeia… Amigos —les sonreí—. Este es un mundo diferente, pero que de alguna manera se conecta con el de ustedes. Aquí se volverán más fuertes y podrán defender a los demás pokémon de la crueldad de ciertos humanos —Serperior y Maractus se pusieron uno a cada lado, para mirar a sus nuevos compañeros con curiosidad. Los tres iniciales del Espejismo les sostuvieron la mirada— ¿Qué les parece si probamos ya sus fuerzas? —propuse, al tiempo que me erguía— Ese lugar que ven allí, es la Torre Desafío, un buen sitio para entrenar. No se preocupen, hay desafíos que estarán a la altura de ustedes ¡En marcha!

Nos dirigimos, todos juntos, a la Torre Desafío.

 

"Liza... ¿Tienes alguna idea de qué se puede hacer?"

No Dante, no. No tenía idea de qué hacer, ni de si acaso deberíamos hacer algo. De todas formas nada salió de mí ante su pregunta, permanecí inmovil en aquella posición, tratando de dejar de pensar en lo que acababa de ocurrir. Supongo que lo mejor sería ir a dormir y que todo quedase en una situación incómoda más, mañana ya sería otro día...

Poco más pude hacer antes de notar al chico apartar uno de mis brazos, y abrí tan solo un ojo, mientras el otro brazo seguía resguardándome de la luz de la habitación hasta que llegase a acostumbrarme.

"Mira, no te preocupes... todo tendrá solución ¿de acuerdo?, ¿cuando no hemos encontrado como solucionar cosas? "

—Sí, supongo que ya encontraremos la forma de... solucionar lo que quiera que hayamos hecho —solté una suave risa ante esto último. No tenía idea y sabía que él tampoco, pero ya lo descubriríamos algún día. O al menos, eso espero.

No pasó mucho tiempo hasta que recibí una notificación en el videomisor, y me senté a la orilla de la cama para poder revisarla con más comodidad. ¿Huh, y esto?

—¡Mira Dante, mira! —di un saltito y me ubiqué a su lado para enseñarle aquel extraño mensaje que acababa de recibir. Al parecer un detective pedía ayuda a los Holders para resolver un caso, qué curioso—. ¿Tú qué crees, deberíamos echarle un vistazo? No sé si fiarme mucho... ¿A ti qué te parece?

 

Una leve sensación de tranquilidad llegó cuando la escuché reír, bien, habíamos progresado y ella se había permitido reir a pesar de la situación lo cual significaba que mi trabajo estaba bien encaminado, a fin de cuentas era una promesa que me esmeraría en cumplir hasta que yo ya no pudiera hacerlo que ojalá fuera en mucho tiempo. De pronto sonó el holomisor de Liza y de un momento a otro ya estaba al lado mio enseñandome el mensaje.

"¿Tú qué crees, deberíamos echarle un vistazo? No sé si fiarme mucho... ¿A ti qué te parece?"

Suspiré levemente y la miré alzando una ceja, yo ya no me involucraba en situaciones que requerían a los "holders" pero Liza, Liza si que disfrutaba estar en esos temas y sabía de antemano que no le agradaría mi respuesta de quedarme aquí apartándome de todo pero.. tan siquiera podría acompañarla — Te acompañaré, más sabes que no me adentraré al asunto y tampoco perderás nada con ir a echar un vistazo, ¿no lo crees? — despeiné su cabellera y me levanté de la cama para estirarme un poco.

— Así que... señorita detective White, Liza White comienza a preparar tus cosas para acompañarte a donde sea ese destino. — sonreí y tomé un par de prendas de mi mochila para cambiarme, no iria en mi clase de pijama a algun lugar fuera del centro así que tenía que cambiarme y estar "lo más decente posible". Pasaron un par de minutos y salí del baño ya siendo una persona normal y no un zombie al cual acababan de despertar hace poco tiempo,

>> ¿Nos vamos ya?

 

Mis ojos se abrieron de la sorpresa al escuchar sus palabras, brillando de emoción a más no poder. ¿Había oído bien? ¡Dante me iba a acompañar a la actividad, lo iba a hacer de verdad! ¡Era fantástico! Sin duda aquello supuso un brusco cambio en mi estado emocional, y no pude evitar, de un salto, subirme a su espalda cuando se hubo levantando como ya hice cierta vez, sin despegarme de él.

—¿Hablas en serio? ¡Gracias, gracias, gracias! ¡Va a ser genial, ya lo veras! —exclamé con alegría en mi voz, aún abrazada a él y sin intenciones de separarme. Pero claro, cuando vi que quería ir a cambiarse el pijama y que yo no le estaba dejando caí en ello, y me solté para dejarlo libre entre risas—Ups, la emoción del momento. Ya te dejo cambiarte, ¡ahora mismo vuelvo!

Y salí a gran velocidad del cuarto con dirección a mi habitación, olvidándome de que Raichu, Glaceon y Sylveon aún seguía en la habitación de Dante. Estos tres miraron al chico sin entender lo que ocurría: ¿acaso se habían olvidado de ellos?

***

Aparecí de nuevo por la puerta con la gorra descolocada por las prisas y el cabello algo revuelto, y volví a recogérmelo para evitar mayores problemas. El trío de pokémon me miraban en forma de regaño por haberlos dejado ahí, pobrecillos, si tenían razón.

—Os prometo que cuando todo acabe cenaremos como bien os lo merecéis, y de paso comemos esa pizza que nos queda pendiente —miré a Dante significativamente, aún no se me había olvidado este dato—. Bueno, ¿a qué esperamos? ¡En marcha a la aventura!

Y tras introducir a todos a sus pokéballs y salir al exterior del centro, saqué a Togekiss para poder partir hacia las Islas Caballete de una vez por todas.

 

La emoción de Liza ante mi respuesta había sido muy notable tanto así que había dejado a tres de sus pokemon en el cuarto quienes no parecían estar muy contentos por esa acción pero la emoción del momento justificaba aquello o tan siquiera eso pensaba yo, quien sabe si sus pokemon pensaran lo mismo.

"Os prometo que cuando todo acabe cenaremos como bien os lo merecéis, y de paso comemos esa pizza que nos queda pendiente. Bueno, ¿a qué esperamos? ¡En marcha a la aventura!"

Reí ligeramente ante la parte de la pizza, habíamos estado posponiendo eso por bastante tiempo y quien sabe si realmente se cumpliría aunque esperaba a que sí, no se debía seguir suspendiendo esa pequeña comida pendiente. Salimos del centro pokemon cuando Liza regresó a sus pokemon a sus respectivas pokebolas y claro, sacando a su Togekiss para que la llevara y yo llamando a Staraptor que siempre se encontraba fuera de su pokebola volando cerca de mi ubicación.

— Vamos a la Isla Caballete amigo...— murmuré una vez que subí a su lomo para partir junto con liza al nuevo destino.

 

Mientras Serperior, Maractus y yo nos dirigíamos al Centro Pokémon tras retirarnos de la Torre Desafío, mi Holomisor sonó en señal de que había recibido un nuevo mensaje. Saqué el aparato con un deje de curiosidad, pues llevaba bastante tiempo sin recibir nada, ya solía conversar con mis amigos en persona cada vez que se daba la ocasión. La única excepción era Steve, que según sabía, realizaba bastantes viajes. Pero cuando abrí el mensaje, todos nos sobresaltamos: la voz que hablaba lo hacía en un volumen tan alto, que me dejó un ligero zumbido en el oído; Maractus siguió sonriendo, pero sacudía las maracas con demasiada agitación, pues en realidad también se había asustado.

El mensaje en cuestión decía lo siguiente:

Fruncí el ceño. Todo había sido tan confuso, que necesité un tiempo para asimilar todo lo que había dicho el desconocido. Había dicho “jóvenes”, lo que me llevó a concluir que Effy, Chad y los demás también debieron ser convocados a tan particular investigación. A mí en particular me atraía la idea de ayudar con la investigación del caso de la Ruta 310; además, la persona que me había mencionado no parecía ser mala gente, y yo en particular conocía la reciente existencia de la CSG.

Pero al mirar la hora del mensaje, vi que había llegado hace tiempo. Probablemente, la investigación ya se encontraba en una fase avanzada… Me pregunté si se habían movido de la Isla Caballete…

—A lo mejor fueron a investigar a la ruta, ¿no les parece? —pregunté a mis pokémon, quienes asintieron, cada uno a su manera— No perdemos nada con intentar ir allá, pero les voy a pedir que permanezcan dentro de sus pokébolas; quién sabe los efectos que la contaminación tendría en los Pokémon.

Corrimos el trayecto final hasta el Centro Pokémon, donde Joy curó a Braixen y Frogadier, e inmediatamente partí hacia la Ruta 310 subido a Pidgeotto.

 

Tras varias horas note como Drake se tuvo que ir por lo que me despedí de el para después empezar a caminar por la ciudad.

Tras varios minutos me llego un mensaje al holomisor y ví que era de Drake pidiéndome a Aerodactyl, por lo que asenti para después sacar a dicho pokemon de su pokeball.

—Bien Aerodactyl, ve hacia Isla Caballete y lleva a Drake a Ciudad Acuarela, yo te esperare aquí—Le dije sonriendo—Cuando le dejes en ciudad Acuarela regresa aquí—Añadí, en eso ví como Aerodactyl empezó a volar hacia isla caballete.

 

Después de haberme hospedado por un buen tiempo en la ciudad, ya me estaba a aburriendo de estar en un mismo lado todo el tiempo, me sacaba de quicio no hacer nada, es como si fuese hiperactivo, luego, me puse a ver un mapa, para luego liberar a Aerodactyl de su PokéBall y montarme a su lomo

—¡Ciudad Óleo! —ordené, extrañaba mi casa, así que... ¿Por que no ir?—

En cuestión de segundos, ya estábamos volando

 

Astrid Müller.

Jamás admitiría en voz alta que aquella ciudad me trajo fascinada. Era elegante y lo suficientemente grande, con sus tiendas y demás, que la hacían mucho mejor. También, por alguna razón, con varios entrenadores de aquí allá, sin mucho que hacer. Alcé una ceja, sin comprenderlo. Admitía que había comenzado a viajar mucho más atrasada que otros entrenadores, pero esperaría que estuvieran en los lugares más recónditos de Galeia, capturando pokémon o desafiándose entre sí, no en una ciudad cualquiera.

Miré la poké ball donde mi pokémon inicial, Treecko, descansaba. Era débil. Él y yo lo éramos, y no podía permitirlo.

—Vayamos un momento al Centro Pokémon.

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NO SÉ ESCRIBIR. YO DIMITO. Me odio.

 

Ingrese al Centro Pokemon justo después de haber bajado de Hydreigon, lo regrese a su pokebola y al acercarme con Joy le deje todas mis pokebolas, después de unos breves instantes mis Pokemon estaban con completa salud.

—Excelente Joy! Muchísimas gracias!— me aparte un poco y lance la pokebola de Flygon al aire.

El Pokemon rugió con sumo poder pues ya había recuperado el aliento después de esa batalla.

—Bien amigo que dices? Que planes tenemos por hacer?— le pregunte mientras acariciaba al pokemon.

 

Sali del Centro Pokemon junto con Flygon y despegue con rumbo desconocido, queria seguir aumentando mi equipo con pokemon que yo creia convenientes para futuras estrategias.

—Bien Flygon hora de salir volando amigo, despues de completar las tareas del dia de hoy pasemos a Isla Caballete para hacer algo de comida con Hubert, Lucas y las chicas deacuerdo?— cuestione al pokemon dragon y este de un rugido nos saco volando de la Ciudad.

 

Me percate de que había olvidado desayunar algo en el Centro Pokemon por lo que regrese volando a toda velocidad, ingrese con mis Pokemon y de un minuto a otro todos mis Pokemon estaban afuera.

Gracias a Arceus no habían hecho ningún destrozo, ordenadamente cada quien se dirigió a la cafetería y espero pacientemente a que llenará sus platos de comida, estar así con todos mis Pokemon era bastante divertido aunque sabía que me hacia falta mi compañero de aventuras, aquel que no se despegaba de mi ni un minuto y ahora se encontraba haciendo misiones.

—Pronto nos volveremos a ver Plusle... Pronto...— pero para acabar con mi tranquilidad un Pokemon bebe de dorado pelaje había salido disparado fuera de la cafetería, deje a Lucario a cargo de sus compañeros y el único que me siguió fue Sceptile y Swampert, después de unos cuantos minutos lo encontré parado justo frente a una chica que bestia bastante elegante.

@Jenivere