One-shot de Pokémon - G de Gaseoso

No, no soy gaseoso, me la dijo mi amigo @Fabian. Este escrito participa en la actividad Días de abecedario. Espero les agrade.

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Faram era un Koffing y su vida no era sencilla. ¿Por qué? Pues porque era un Koffing.


¿Que es un Koffing?se preguntaran. Pues es un pokemon, digamos... difícil. Esto, porque el cuerpo del Koffing está compuesto de un barro mugriento, seco y bastante rugoso que ha tomado un tono purpura y en forma de bomba con una marca desde el nacimiento que le indica a todos que es peligroso.


¿Imaginan poner esta información en un sitio para citas?


Bueno ahora que entienden a qué me refiero volvamos con él, pues si historia comienza mucho más atrás. Su vida comenzó con un chico llamado Misael, pequeño con el que vivía en las calles, habían sido compañeros inseparables desde que el pequeño había encontrado el huevo de Koffing mientras buscaba comida y se habían apoyado hombro a hombro en cada ocasión. Sin embargo ocurrió algo que terminó separándolos, una joven mujer que en varias ocasiones le había dado algunas monedas para comprar que comer, le dijo Misael que lo llevaría a vivir con ella, que quería adoptarlo y que jamás iba a volver a pasar hambre o frío, el niño abrazado de su amigo se dispuso a subir al auto con la mujer y un hombre que la acompañaba como conductor, ese era su esposo. El niño y el pokemon intentaron poner su mejor cara, pero este último advirtió que para el hombre no bastaba, era consciente de su naturaleza y el comentario de:


“No voy a permitir que suba con esa cosa apestosa y este con él por la casa, tal vez no haya sido buena idea llevarlo con nosotros querida”.


Terminó por confirmar que era él problema, miró al pequeño y se lo acaricio un poco con su cuerpo, cuando solo lo detenía con una de sus manos, hizo un movimiento brusco que hizo al pequeño trastabillar, por instinto liberó sus manos cayendo de espaldas, la mujer se apresuró a tomarlo en sus brazos mientras lloraba desconsoladamente pensando que el llanto era por la caída. Mientras que el pokemon venenoso se obligaba a alejarse sin voltear atrás, convenciéndose que era lo mejor, que era única forma y resistiéndose a no correr y consolar a su amigo que lo llamaba.


De ese episodio habían pasado ya tres años y para Fatam solo le quedaba como recuerdo su propio nombre, que le dijo el pequeño justo al nacer. Desde entonces había estado solo.


El desdichado pokemon venenoso era despreciado por los de su clase y por muchos humanos, tal vez su vida hubiera sido distinta si él hubiera sido algo más, pues la triste realidad es que muchos pokemon de su clase eran ermitaños, otros habían aprendido a vivir entre inmundicia, pero Fatam había aprendido que era la compañía de un verdadero amigo, que era vagar por la cuidad, ver amaneceres y ocasos, comer algunas cosas entre la ciudad.

Realmente es que el pokemon tenía muchas cosas que ofrecer, era amigable, valiente, gracioso, tenía muchas cualidades que dejaban de lado esa peculiar apariencia por la que contaba pero si es que podía hablarse de un defecto, era que cuando comenzaba a emocionarse de cada hendidura de su cuerpo expedía grandes cantidades de un gas apestoso y tóxico.


Casi marchitaba a varios Sunflora, hizo caer a una docena de parvadas de Pidove, ni hablar de esos tipo hada. Con el tiempo comenzó a dejar de intentarlo, entender que su vida no cambiaría y que el tener un vínculo con alguien más era tan solo un sueño que no se lograría y así paso el tiempo.


Entonces, esto ocurrió. Koffing flotaba entre las montañas cabizbajo sintiendo como pequeñas gotas de lluvia comenzaba a caer, una piedra angular extraña se elevó de pronto y con tanta fuerza que lo hizo retroceder, luego se escuchó un grito que para ser sincero le provocaba algo de miedo pero sin duda era femenino.


— Por favor, Spiritomb debes dejarme en paz… —suplicó Misdreavus mientras que sus ojos parecían a punto de llorar.


La roca que había visto pasar se formaba en un espacie de vórtice terrorífico con una cara de pocos amigos acercándose cada vez más hacia la pequeña fantasma.


—Pequeña Misdreavus deberías de desistir de una vez, entender que siempre consigo lo que me propongo— indicó Spiritomb acercándose incómodamente a ella.


Ella hizo una cara del asco y quiso formar entre sus manos una bola sombra que no llegó a concretarse y entonces lo miró, Fatam se acercaba lentamente por uno de los extremos y puso percibir su suplica en los ojos.


—No…


—¿A quién estás mirando? — preguntó y giró hacia el Koffing furioso.


Este sintió primero miedo pero luego lo invadió el coraje como hirviendo desde su interior.


—¡Lárgate apestoso! — exclamó Spiritomb.


Koffing se lanzó hacia él sin pensarlo dos veces, lo empujó y la pokemon fantasma quedó libre, su cuerpo comenzó a sacar una enorme cantidad de energía, mientras que una ráfaga de energía los envolvía a ambos provocándole a él también dolor.


Luego de eso no recordaba nada, hasta que despertó tiempo después. Misdreavus lo observaba sonriendo poniéndole una manta fría en la cabeza.


—Tienes que aprender otros ataques amigo, si usan autodestrucción no sabrás si la damisela en peligros estuvo segura. —le dijo la pokemon sonriendo.

El sintió que su rostro se calentaba y temió que ocurriera de nuevo el ataque, sin embargo para él ocurría algo mucho peor, todo estaba rodeado ese apestoso gas, el mismo que había alejado a tantos, que lo había dejado solo y sintió que en cualquier momento ella saldría corriendo para alejarse. Pero no ocurrió.


—¿Quieres algo de comer?, yo no puedo hacerlo pero creo que esto te gustaría—le dijo ofreciéndole una manzana.


—Yo…yo no lo entiendo…


—¿Qué cosa? ¿Acaso no te gusta?, podría buscar algo más.


—No, está bien, yo solo, no molesta…el gas…


Misdreavus sonrió y soplo a través de él divertida.


— Es curioso, pueden hacerse figuras con él.


—¿Y el aroma?...


—No lo sé, no puedo percibirlo, creo que ningún pokemon fantasma puede—dijo la pokemon suspirando. —¿te importa?


—Para nada—respondió Koffing expidiendo más.